Rock e Identidad
Rock e Identidad
Rock e Identidad
A raíz de la última “Cumbre del Rock”, y lo vilipendiada en redes sociales por lo poco
rockera, pensé que al parecer en Chile el pop y el rock se han entremezclado tanto que ya
no hay fronteras claras y que los organizadores, producto de esta confusión, no saben que
poner en la parrilla de una cumbre del rock. Si a tantas personas les molestó, es porque al
parecer tenemos una idea clara de lo que es rock y esta no coincide con lo que los medios
masivos de comunicación nos quieren vender como rock. También cabe la posibilidad y es
lo más probable, que a nadie le interesa hacer realmente una cumbre del rock, sino que es
una mera exposición de los artistas que los sellos desean promocionar y poco les importa
el estilo que hacen. Pero no importa, me aproveché de las discusiones que se dieron en
redes sociales para hacer un pequeño experimento a través de una mini encuesta entre
mis cercanos, preguntándoles ¿Qué es rock?
Escuché cosas como “una actitud de vida”, que nadie definió, pero que claramente era ir
contra el establishment por las palabras que venían a continuación: “rebeldía”,
“contestatario”, “provocativo”, “insobornable” (esa me gustó), “fuerza” “libertad”,
“altamente comunitario”…. en fin, pocas consideraciones detalladas musicales, lo más
cercano fue “sonido estridente”, “fuerte”( en este caso era respecto al volumen),
“catártico” y “rítmico”. Algunos hablaron de armonía sin tener claro lo que esto realmente
significa, otros mencionaron que la timbrística es la que determina al género, como si lo
electrónico no fuera un lugar común a otros estilos como el pop, la balada romántica o el
reggaetón.
Luego pregunté ¿Qué es el rock chileno? Algunos volvieron a repetir casi lo mismo que en
su definición de rock, agregando pequeños detalles: “la rebeldía está en todos lados, por
lo tanto hay rock en cualquier parte”, “busca expresar un descontento social”, “todos los
pueblos tienen un alma que se rebela en algún momento en forma de rock”. Pero muchos
fueron bastante severos dando inmediatamente juicios de valor, cosa que no sucedió en la
primera pregunta: “lo mismo pero sin fuerza”, “que promueve la imitación antes que la
propuesta propia”, “mucha imitación y poca reflexión”, “el mismo espíritu pero con mal
sonido”, es decir, de mala calidad fuera lo que fuera. Pero la parte que más se repitió fue
“sin identidad” ¡Qué tristeza!
Muchos se refirieron a la impureza del rock chileno como un problema. O sea, ¿la falta de
pureza es sinónimo a la falta de identidad? Entonces ¿Lo identitario en Chile sería la falta
de pureza? Tal vez…
Si pienso en cualquier género que se cultive o haya cultivado en Chile, nada es 100% puro.
En parte tiene que ver con nuestro carácter de isla geográfica que todos conocemos, es
difícil tener acceso directo a un estilo que nace en “x” lugar del planeta. Nos llegó más la
imagen exportada de el samba brasileño por Walt Disney y su Pepe Carioca que la
audición directa de grupos brasileños en vivo, aunque Brasil esté más cerca
geográficamente. Lo mismo pasó con la música cubana, que nuevamente nos llega
filtrada por el sesgo de Estados Unidos a través de los discos y la radio, pero también,
muy importante fue la importación de partituras y gracias a eso es que pudo nacer un
grupo como la Huambaly. Esta agrupación, que continúa hasta nuestros días,
inmediatamente tuvo su sello personal porque no incluyeron el trombón como se hacía
originalmente en este tipo de música, según los rumores de la época porque no había
trombonistas buenos en Santiago, y los pocos que había se iban al jazz. Y bueno, cuando
llega la revolución cubana en 1959, EE.UU. deja de exportar esta música y Chile se vuelca a
la Cumbia, que rápidamente cuadramos y acomodamos a la misma instrumentación que
se venía usando en la música cubana quitándole todo lo folclórico colombiano. El bolero
curiosamente nos llegó por México. Era un bolero orquestal, ligado a la radio, a los sellos
discográficos y que fue exportado como un estilo elegante, vinculado a las grandes Boîtes
de los años 50. Gracias a Lucho Gatica que viajó tempranamente a México realizando una
tremenda carera internacional y que no perdió contacto con Chile, es que pudo además
grabar la versión del bolero chileno, mucho más acústico, solo con trío de guitarras, con
un carácter más porteño, y así éste pudo internacionalizarse.
Es decir, históricamente, la situación geográfica chilena ha sido una barrera para que
vivamos la música directamente, apreciarla desde sus exponentes originales, y por el
contrario, nuestro consumo musical ha sido a través de los criterios de los medios de
comunicación. Al mismo tiempo es inevitable que resolvamos la música a nuestro modo,
completando la información faltante, con lo que tenemos a la mano o con lo que no
tenemos.
Pero volvamos a mi focus group. Me faltaba la pregunta de rigor ¿Cuál es la banda chilena
rockera por excelencia? Definitivamente Los Jaivas fue la banda citada por casi todos,
pero rápidamente le siguieron Congreso, Los Blops y Los Prisioneros. En la medida que
avanzábamos en época las citas eran mucho más diversas, muchos grupos, y de todos los
estilos llegando a Fulano o Dulcidio. (Me llamó la atención que nadie mencionara a Los
Tres. ¿?)
Fácilmente puedo ver un lazo común entre Los Jaivas, Los Blops y Congreso, no solo
porque fueron contemporáneos, o “los hermanos mayores del rock chileno” como dice
David Ponce, sino porque intentaron rescatar lo “aborigen”, tuvieron una intuición de lo
folclórico, pues ningún integrante de estas bandas llevó a cabo alguna investigación
musicológica, pero si, sin grandes razonamientos, plasmaron un sello latinoamericano
tanto en obras de largo aliento como en canciones, desbordando rápidamente los
márgenes del rock tradicional. Nadie duda que nacieran de la imitación, pero incorporaron
la improvisación y la experimentación a sus procesos creativos. Era la época, los años 60’s
están impregnados de la palabra revolución en todo el mundo. Recordemos solamente
que el programa de gobierno de Frei Montalva se llama “Revolución en Libertad”
(¡¡imaginen hoy escuchando a un DC ocupar esas palabras, imposible!!) y esto sumado al
ideal hippie. Nuevamente Estados Unidos exportando su cultura, la que fue consumida
por las clases altas de nuestro Chile, o sea Los Jaivas y Los Blops. No es casual que “Mira
Niñita” y “Los Momentos” nacieran al mismo tiempo. Eduardo Gatti, guitarrista de Los
Blops, dijo en una ocasión: “No hubo que pensar en poner un poquito de Violeta Parra y
un poquito de Jimi Hendrix. Veníamos todos escuchando Hendrix, muy ácida la cosa, y
llegó un momento en que tendió a equilibrarse”.1
En otras palabras en los 60’s y 70’s el folclore no era tan folclore, el rock no era tan rock,
todo era medio fusionado y no sabemos a dónde habríamos parado si no hubiera sido por
el golpe de estado. De ahí que la otra banda que todos repetían era Los Prisioneros. Nada
que hacer, nos pegamos un salto, hubo como un tiempo muerto y perdimos la hebra.
“Ha sido gravemente herido todo nuestro desarrollo cultural. Junto con eso la cultura
imperial española y portuguesa, dice que nosotros somos hijos de esta cultura imperial, de
la cultura ibérica. Entonces en nosotros mismos hemos muerto esa relación con lo
aborigen… Hemos vivido como extranjeros en Chile y, por otra parte, esto es mucho más
cruel, es un absurdo terrible, hemos tratado como extranjeros a los aborígenes”. 2
1
David Ponce, Prueba de Sonido, primeras historias del Rock en Chile (1956-1984). Editorial
2
José Miguel Varas, Juan Pablo González, En busca de la Música Chilena, crónica de una antología sonora.
Catalonia Editorial
La cita anterior es de Gustavo Becerra, y no creo haberla ido a buscar muy lejos, si está
pensando que me fui al carajo, pues siento que explica el porqué de tanto insert “étnico”
o “folclórico” en casi todo lo que se genera en Chile. Y al mismo tiempo explica por qué se
siente exótico meterle trutruca a un tema rockero como lo hicieran Los Jaivas en Las
Alturas de Machi Pichu. Porque estamos al debe. Lejos de la tierra en la que vivimos.
Hemos sido invadidos culturalmente desde siempre, por lo que es difícil pensar que “lo
chileno”, sea lo que sea, pueda nacer de algo único, puro, más bien parece ser la unión de
todo lo foráneo, con el filtro que ya trae, más ese toque de indigenismo o folclorismo.
Si partimos de la base que aquel que domina la información y los mecanismos de difusión
masiva en gran medida controla el derrotero cultural de un pueblo, entonces podemos
pensar en toda América Latina como un gran caldero, donde se mete de un cuanto hay,
incluyendo los imperios de moda, y lo que sale es una melcocha con olores locales.
Para mí, la gracia del chileno es que todo lo copia, lo funde y en ese proceso algo
aborigen, ya sea mapuche, aymara, selk’nam, u otro, caen en la olla. Creo que somos
buenos fusionando, que nuestra gracia es la no pureza, que tal vez podemos sacar lo
mejor de cada lado y ahí que se confunda la cosa, en este caso específico, intentado
responder la pregunta sobre qué es realmente el rock chileno, porque en realidad jamás
desarrollaremos un estilo puro, en lo que sea.
Tal vez somos fusionadores por excelencia y quizás nuestra identidad es esa, la de mezclar
todo lo que nos cae encima, la identidad de la no identidad escuché alguna vez y
finalmente somos músicos latinoibéricoafrianglosajonianos.
PENSAMIENTOS AL VUELO
CECILIA GARCÍA-GRACIA