Recurso de Nulidad
Recurso de Nulidad
Recurso de Nulidad
Se recurre por la causal de la letra b) del artículo 373 del Código Procesal
Penal, en relación con los artículos 1° y 2° del Código Penal, ya que el a quo estimó
delito una conducta carente de la necesaria antijuricidad material como para
sancionarla penalmente, aplicando erróneamente el artículo 1° y 4° de la ley 20.000
en relación a los incisos noveno y décimo del numeral 3° del artículo 19 de la
Constitución Política de la República de Chile. En la especie, condenó a mi
representada como autora de tráfico ilícito de estupefacientes, delito previsto y
sancionado en el artículo 4° de la Ley 20.000, en atención a que estimó innecesario
un examen de pureza de la marihuana..
1.- Que en la especie se ha producido una errónea aplicación del artículo 1º del
Código Penal al considerar como delito una conducta en la que no se ha justificado
que la sustancia por la que se ha condenado a mi defendido sea de aquellas
capaces de generar graves efectos tóxicos o daños considerables a la salud público
ya que la ausencia en la determinación de la concentración del principio activo de
la cannabis, esto es el tetrahidrocannabinol (THC) impide concluir que se tratan de
los objetos del delito. Asimismo, tal falta de determinación de pureza hace que la
conducta que supuestamente habría realizado mi representado carezca de la
necesaria antijuridicidad material.
2.- Así, el artículo 1º del Código Penal dispone: “Es delito toda acción u omisión
voluntaria penada por la ley.” La Doctrina ha entendido que la referencia a acción u
omisión se refiere a la conducta, la voluntariedad se refiere a la culpabilidad y a la
tipicidad subjetiva (dolo) y la referencia a “penada por la ley” a la tipicidad y
antijuridicidad referida por algunos autores como el injusto típico.
4.- En efecto, en esta materia existe consenso en considerar que el bien jurídico
que busca proteger la incriminación del delito de tráfico de drogas consiste en la
salud pública que entiendo como la afectación del derecho de todos los habitantes
de la República a lograr el máximo desarrollo espiritual y material posible, derecho
que se ve amagado por la posibilidad que personas se vuelvan adictas a las drogas
prohibidas ya que impide que los mismos puedan tener una salud óptima derecho
consagrado en el artículo 1º de la Constitución Política de la República al establecer
que el estado debe procurar el logro del bien común entendido como el máximo
desarrollo espiritual y material posible de todos los habitantes de la República. De
este modo resulta evidente que este bien jurídico inmediato se encuentra vinculado
con el bien jurídico mediato consistente en la salud individual.
En un sentido similar Ujala Joshi Jubert señala en su obra sobre los delitos de
tráfico de drogas que: “Por tal [refiriéndose a la salud pública] entiendo la presencia
de un nivel de salud óptimo en una sociedad concreta que sólo puede afirmarse en
el caso de que la gran mayoría de sus individuos gocen de salud individual para
llevar a cabo el plan de vida libremente elegido en igualdad de condiciones y con
capacidad para cumplir con los deberes derivados de la convivencia democrática.
Se trata de un concepto abstracto claramente vinculado a uno individual. Atentar a
la salud pública significa, desde esta perspectiva, destruir los presupuestos para
que cada uno de los ciudadanos puedan disfrutar del nivel óptimo de salud, así
como también destruir los fundamentos de las relaciones interindividuales [Las
cursivas son del autor]. Así, la conducta atentatoria de la salud pública ciertamente
no tiene por qué lesionar ni inmediata ni directamente, aunque sí de forma mediata
e indirecta la salud individual. En definitiva, la peligrosidad y gravedad de dichas
conductas debe verse en el hecho de poder afectar a la salud de un número
indeterminado de individuos, lo que puede poner en grave peligro la realización de
los principios básicos de organización de los individuos y de la convivencia en
sociedad. El carácter penal del bien jurídico a proteger impedirá incluir en el tipo
aquellas conductas que, a pesar de ser formalmente subsumibles en él, no sean
creadoras de un riesgo penalmente relevante, por ejemplo, por tratarse de
conductas socialmente adecuadas, mejor, en este ámbito, socialmente toleradas, o
por ser el riesgo insignificante o riesgo permitido. En todos estos casos nos
hallaremos frente a conductas atípicas.”
5.- Que, sobre este tema, una innovación importante introducida en esta materia por
la Ley N° 20.000, en relación a su antecesora la Ley N° 19.366, fue la obligación de
indicar en los respectivos protocolos de análisis de droga la determinación de la
pureza de la misma, enmienda incluida en segundo trámite constitucional por la
Comisión de Constitución, Legislación, Justicia y Reglamento del Senado, a
propuesta del entonces Consejo Nacional para el Control de Estupefacientes
(CONACE), sugerida a su vez por el propio Ministerio Público (Historia de la Ley N°
20.000, Biblioteca del Congreso Nacional, páginas 935-936). Así, el artículo 43,
aprobado por la Cámara Alta reza: “El Servicio de Salud deberá remitir al Ministerio
Público, en el más breve plazo, un protocolo del análisis químico de la sustancia
suministrada, en el que se identificará el producto y se señalará su peso o cantidad,
su naturaleza, contenido, composición y grado de pureza, como, asimismo, un
informe acerca de los componentes tóxicos y sicoactivos asociados, los efectos que
produzca y la peligrosidad que revista para la salud pública”.
7.- Que los bienes jurídicos no pueden concretarse mediante una definición “per
genusproximum et diferentiamspecificam”, sino que, más bien, han de identificarse
por el papel que desempeñan: son lo que fundamenta “prima facie” el castigo.
Parece, pues, más acertado que atribuirles un contenido concreto, delimitarlos,
atendiendo a la función procedimental que cumplen en el discurso jurídico. El bien
jurídico es, desde esa perspectiva, lo que constituye el primer momento justificativo
de la injerencia penal en la libertad. (Cobo del Rosal – Vives Antón, Derecho Penal,
Parte General, 5ª edición, Tirant lo Blanch, 1999, p. 319)
Así, dentro de la pluralidad de funciones del bien jurídico, cabe destacar, por
su especial trascendencia -en el caso que nos ocupa- la de garantía; esto es,
consistiendo el delito esencialmente en la lesión o puesta en peligro de un bien
jurídico, el poder punitivo del Estado queda sometido a determinados límites: el
legislador no puede castigar cualesquiera conductas, sino solamente aquéllas que
lesionan o pongan en peligro bienes jurídicos. (Cobo del Rosal. Vives Antón. cit., p.
324). Una visión liberal del Derecho Penal no puede atribuir a éste otra tarea que la
de amparar, a través de la fuerza coactiva del Estado, determinados bienes
jurídicos, esto es, intereses individuales o colectivos juzgados indispensables para
la convivencia social. Luego, ha de ser el daño social el fundamento y medida de la
pena prevista por la ley en un Estado de Derecho, y no consideraciones respecto a
la fidelidad o al sentimiento de las personas frente a dicha organización estatal,
propias de los regímenes totalitarios del siglo pasado. (Politoff L., Matus A., y
Ramírez G., Lecciones de Derecho Penal Chileno, Parte General, 2004, p. 65). El
principio de “lesividad” -que localiza la esencia del hecho punible en ese efecto
primordial de la conducta típica, de necesaria lesión al bien jurídico- se alza así
como uno de los limitativos del iuspuniendi del Estado y obliga -también en el ámbito
del enjuiciamiento- a establecer la real dañosidad social de la conducta incriminada,
sobre todo cuando este factor ha sido específicamente considerado para la
tipificación y penalización de determinados hechos ilícitos, como lo hacen los
artículos 1° y 4° de la Ley N° 20.000. En síntesis, la acción humana sólo puede ser
injusto punible si lesiona un bien jurídico. (Hassemer, Fundamentos del Derecho
Penal, Bosch, 1984, p.37)
8.- Que las anteriores consideraciones, vertidas en procesos en los cuales la
sustancia incautada corresponde a cocaína y cocaína base, son igualmente
aplicables en éste en que lo decomisado corresponde a cannabis sativa, ya que
aunque la marihuana es caracterizada como un estupefaciente que hasta ahora no
sería objeto de procesos en los que se le agreguen distintos elementos o sustancias,
la ley no atiende a esta circunstancia para otorgarle una regulación especial. En
efecto, el texto del artículo 43 de la Ley N° 20.000, transcrito más arriba, no
establece excepción alguna en cuanto a las sustancias a las que debe realizarse el
análisis químico, el que debe cumplir, entre otras exigencias, con el señalamiento
de su grado de pureza, de modo que el procedimiento técnico ha de emplearse
cualquiera que sea el estupefaciente decomisado. De contrario, el requerimiento
que el protocolo que se realice a la marihuana lo sea en idénticos términos que a
los otros estupefacientes es posible desprenderlo de lo previsto en el artículo 41 del
mismo cuerpo normativo, que ordena, en términos generales, que las sustancias y
especies a que se refieren los artículos 1º, 2º, 5º y 8º y, en su caso, las materias
primas empleadas en su elaboración –dentro de las que se encuentra la cannabis
sativa-, que sean incautadas en conformidad a la ley, deberán ser entregadas al
Servicio de Salud que corresponda a fin de elaborar el análisis de rigor, sin
establecer exclusiones.
10.- En la especie, en primer término, hemos de señalar que las sustancias que se
habrían encontrado en poder de mi representada, al ser sometida a las respectivas
pericias no amplificaron pureza o concentración de la sustancia lo cual es un
elemento requerido por el 43 de la Ley N°20.000.- ya que en base al mismo se
puede considerar o no a la sustancia como capaz de provocar graves efectos
tóxicos o daños considerables a la salud pública la cual no podía ser afectada con
una sustancia que carece de pureza y tampoco se podía siquiera poner en riesgo la
salud individual con una sustancia carente de principio activo y de este modo no se
puede entender que la sustancia sea de aquellas que refiere el artículo 1° de la ley
20.000.
11.- De este modo, al no verificarse una concreta afectación del bien jurídico
protegido ya sea que consideramos el delito como de peligro abstracto o de lesión
de un bien jurídico supraindividual y peligro abstracto para el bien jurídico mediato
de carácter individual, hemos de reconocer que la ausencia de principio activo ya
que el mismo no se encuentra cuantificado en los pertinentes informes de droga
hacen que la conducta carezca de aptitud para poner en peligro el bien jurídico
protegido y al no existir antijuridicidad material necesariamente hemos de concluir
que no es posible condenar a mi defendida.
VI.- PERJUCIO
La errónea aplicación del derecho que se viene reclamando, ha influido
sustancialmente en lo dispositivo del fallo, lo cual causó a mi representada un grave
perjuicio, pues, en definitiva, fue condenado a una pena de tres años y un día de
presidio menor en su grado máximo, a una pena pecuniaria, más la penas
accesorias y costas de la causa, como autora del delito de tráfico ilícito de
estupefacientes en la modalidad de pequeñas cantidades o microtráfico en grado
consumado, ilícito previsto y sancionado en el artículo 4 de la Ley nº 20.000, siendo
que no debió imponérsele sanción alguna, pues, como no fue posible establecer el
grado de pureza y composición de la sustancia en el presente caso, y,
subsecuentemente, sus efectos tóxicos o daños considerables a la salud pública,
necesariamente debió dictarse sentencia absolutoria a favor de mi representado.
Atendido lo establecido en el inciso final del artículo 378 del Código Procesal
Penal, la defensa procede a indicar de manera precisa los fallos contradictorios que
sostienen distintas interpretaciones jurídicas en relación a si la determinación de la
pureza de la droga, a través del protocolo a que se refiere el artículo 43 de la ley
20.000, es un elemento para determinar la existencia del objeto material del delito
de tráfico de drogas; es decir, si es una sustancia estupefaciente , o sicotrópica
productora de dependencia física o química , la cual puede provocar graves efectos
tóxicos o daños considerables a la salud.
El objeto material del recurso es que sin que se determine la pureza de la droga,
en este caso cannabis sativa, no puede determinarse la antijuridicidad material de
la sustancia incautada y probar que pone en grave riesgo la salud pública, y de este
modo ser tipificada la acción como delito de tráfico de pequeñas cantidades de
sustancias estupefacientes o sicotrópicas productoras de dependencia física o
psíquica de aquellas que describe el artículo 1° de la ley 20.000.
c) Sentencia que rechaza nulidad solicitada por el Ministerio Público, dictada por la
Ilustrísima Corte de Apelaciones de Concepción, con fecha 24 de marzo de
2016, Causa Rol: N° 133-2016, Reforma Procesal Penal. Respecto del recurso
de nulidad deducido en contra de la sentencia del Tribunal Oral de Concepción
en la causa RIT 794-2015 / RUC: 1510013423-0.
a) Sentencia que rechaza nulidad solicitada por la defensa, dictada por la Ilustrísima
Corte de Apelaciones de San Miguel, de fecha 27 de enero de 2014, Causa Rol: N°
1834-2013, Reforma Procesal Penal. Respecto del recurso de nulidad deducido en
contra de la sentencia del Sexto Tribunal Oral de Santiago en la causa RIT 463-
2013 / RUC: 1201270791-4
b) Sentencia que rechaza nulidad solicitada por la defensa, dictada por la Ilustrísima
Corte de Apelaciones de Valparaíso, con fecha 27 de noviembre de 2015, Causa
Rol: N° 1750-2015, Reforma Procesal Penal. Respecto del recurso de nulidad
deducido en contra de la sentencia del Tribunal Oral de Valparaíso en la causa RIT
257-2015 / RUC 1401060198-4.
c) Sentencia que rechaza nulidad solicitada por la defensa, dictada por la Ilustrísima
Corte de Apelaciones de Valparaíso, de fecha 28 de marzo de 2016, Causa Rol: N°
416-2016, Reforma Procesal Penal. Respecto del recurso de nulidad deducido en
contra de la sentencia del Tribunal Oral de Viña del Mar, en la causa RIT 390-2015
/ RUC 1500285664-3.
d) Sentencia que rechaza nulidad solicitada por la defensa, dictada por la Ilustrísima
Corte de Apelaciones de Valparaíso, de fecha 27 de mayo de 2016, Causa Rol: N°
711-2016, Reforma Procesal Penal. Respecto del recurso de nulidad deducido en
contra de la sentencia del Tribunal Oral de san Antonio en la causa RIT 31-2016 /
RUC 1500032419-9.
Todo lo anterior hace dudar a esta parte que la droga incautada fue aquella
periciada.
V.- PERJUICIO:
RUEGO A US.: Se sirva tener por interpuesto recurso de nulidad, para ser
conocido por la Excma. Corte Suprema de Justicia, en contra de la sentencia
definitiva de fecha 16 de enero del año en curso la cual fue pronunciada por el
Tribunal de Juicio Oral en lo Penal de San Antonio, la cual se condenó a mi
defendida a sufrir la pena de TRES AÑOS Y UN DÍA de presidio menor en su grado
máximo, al pago de una multa de 3 unidades tributarias mensuales, a las accesorias
de inhabilitación absoluta perpetua para derechos políticos y la de inhabilitación
absoluta para cargos y oficios públicos durante el tiempo de la condena, como autora
ejecutora del delito consumado de tráfico de pequeñas cantidades de sustancias
estupefacientes, previsto y sancionado en el artículo 1 y 4 de la ley 20.000, por
concurrir en la especie la causal contenida en la letra b) del artículo 373 del Código
Procesal Penal, en atención a que en este caso se ha condenado a mi defendida
por un supuesto delito de tráfico de pequeñas cantidades de drogas previsto y
sancionado por el artículo 4º en relación al artículo 1º de la Ley Nº20.000.- respecto
de una sustancia de la que no fue posible conocer su porcentaje de concentración
de principio activo (THC) por lo que resultaba imposible se afectara el bien jurídico
protegido, dada la ausencia de pureza, siendo imposible sostener que ella sea capaz
de provocar graves efectos tóxicos o daños considerables a la salud pública
condenando a mi defendida por una conducta en que no se ha justificado la
concurrencia del objeto material de lo cual emana que su conducta no es típica y,
además, que carece de la necesaria antijuridicidad material vulnerando con ello los
principios limitadores del ius puniendi estatal de lesividad, última ratio y
proporcionalidad del derecho penal, por lo que procede que SS. Excma. una vez
que declare la nulidad de la sentencia proceda, acto seguido pero separadamente,
a dictar la pertinente sentencia de reemplazo en la cual se aplique correctamente el
derecho y, en consecuencia, se absuelva a mi defendida de la acusación formulada
en su contra. En subsidio en evento de acoger la causal subsidiaria, solicito, en virtud
de lo dispuesto en los artículos 165, 360 y 386 del Código Procesal Penal, la nulidad
del juicio y la sentencia respecto de los delitos por los cuales fue condenado mi
representado, debiendo determinarse por el tribunal ad quem el estado en que
hubiere de quedar el procedimiento y ordenar la remisión de los autos al tribunal no
inhabilitado que correspondiere, para que éste disponga la realización de un nuevo
juicio oral.
OTROSÍ