Saul Yurkievich
Saul Yurkievich
Saul Yurkievich
1. El Pasajero de su destino
Entre los dieciocho y los veinte años, publica en Santiago de Chile: Ecos de alma,
Canciones en la noche, La gruta del silecio y Las pagodas ocultas. Los títulos aluden a
la oritencacion estética: intenriorización, búsqueda de lo esencial recóndico, noche y
silencio coo accesos al misterio; aura romántica y simbolista. En Huidobro vemos
fluctuaciones, contradicciones estéticas.
Huidobro se atiene más a la sensación percibida. Los objetos no son más que signos,
proyecciones hacia otro reino.
Emplea técnicas ideográficas por primera vez en lengua española. En la segunda parte
de Canciones en la noche.
En cuanto a la cronología, resulta difícil. Puede que haya leído el poema de Mallarmé
publicado en Cosmopolis en 1897. Tal como lo sugiere el título Japonerías de estío, se
trata más bien de un intento de aproximación a las estampas y caligrafías japonesas.
Huidobro amplía su vocabilario, busca como los simbolistas el térino raro, vago,
sugestivo, polivalente. Su adjetivación se vuelve abundante, sensual sinestésica.
Opulencia metafórica, la libertad formal con la libertad de asociación. Debilitamiento,
difuminación de la realidad externa, lo que implica el ablandaminto de la lengua hasta
volverla instrumento capaz de registrar las más leves modulaciones.
Salto hacia la pura invención poética. El espejo de agua, 1916, el intermediario entre
ambas estéticas; modernismo llevado a sus últimas consecuencias y el proemio de esta
etapa creacionista.
2.La Transición
Según Huidobro, su manifiesto Non serviam, datado de 1914, el poeta declara allí su
independencia frente a la naturaleza y su potestad para crear un mundo propio.
El versolibrismo constituye por entonces una novedad sólo dentro del ámbito de la
lengua española. En verdad, Huidobro no practica todavía el verso libre sino el liberado;
no lleva la ruptura al extremo de abandonar la rima; deja de lado la uniformidad y
utiliza de manera asistemática medidas fluctuantes y a la vez la consonancia y la
asonancia.
(…)
El poeta es un pequeño Dios.
Huidobro atribuye al poeta la capacidad de trascender todas las antinomias, de alcanzar
por proyección imaginativa una suprarrealidad donde desaparecen los compartimientos.
>El artista obtiene sus motivos y sus elementos del mundo objetivo bajo la forma de
nuevos hechos.
1916 vanguardia. Apollinaire registra como nadie las inquietudes de la época y crea los
recursos para expresarlas. Percibe el pasaje de la belle époque al mundo del siglo XX;
establece un contacto más directo con la vida cotidiana; rehabilita la espontaneidad, el
humor, latendencia a lo inmediato, los valores vitales. Su libertad estructural, sus
experiencias ideográficas, la expansión que imprime a la lengua, la desarticulación del
continuo lógico, la búsqueda de una sintaxis al servicio de la expresión eocional y
plástica. Importancia de Apollinaire, influjo evidente.
Huidobro es conocido como agente de enlace entre la vanguardia francesa y sus adeptos
españoles e hispanoamericanos, como desencadenante del ultraísmo. De julio a
noviembre de 1918 se instala en Madrid, predica en favor de la renovación literaria, el
movimiento ultraísta encabezado por Rafael Cansinos-Asséns.
Por de pronto, comprobaos que el poeta se ha vuelto blingüe: su escritura alterna entre
el francés y el castellano. Signo del cosmopolitismo. La poesía es, según Huidobro,
completamente transferible de una a otra lengua.
La técnica, la era indsutrial, el avance tecnológico modifica aceleradamente las odas, los
estilos, las ideas. Se suscita un afán empedernido de innovación. El instante, el cambio,
el paisaje urbano. El espacio de su poesía: la ciudad moderna.
Atraído por el presente, establecerá asociaciones metafóricas con las nuevas máquinas,
las guerreras y las pacíficas.
Huidobro percibe el tránsito entre dos épocas. Reitera la imagen de las alas rotas, de la
caída. La visión idealista, la imaginación ascendente y expansiva choca contra una
realidad de aniquilamiento, de cercenamiento y de miseria que el poeta comienza a
incorporar a su poesía.
La libre asociación, de la imaginación sin ataduras cada vez más desligada, Huidobro
concebirá la metáfora pura. La metáfora pura permite romper el encadenamiento
convencional del lenguaje utilitario, devolver al verbo sus poderes genésicos.
Altazor, aventura en su sentido más heroico. Su prefacio y sus siete cantos son un ciclo
orgánico, un proceso progresivo, una prospección coherente; trastocamiento del
lenguaje en busca de un verbo puramente poético. Forzando la palabra para extraerle
una expresividad cada vez menos sujeta a la realidad exterior, suplantando por otra que
manifiesta directamente nuestra interioridad. Un camino que va del pensaiento a la pura
fonación, pasando por todos los estadios intermedios.
La revuleta de Altazor coienza por un lenguaje cargado de contenido, de información,
de ideología, hasta desembocar en una mera armonización sonora.
El libro se apoya sobre un mito básico: Altazor, encarnación del poeta, desciende a las
honduras con ayuda de su paracaídas, la poesía. En el trayecto se encuentra con el
Creador, un simple hueco en el vacío, hermoso como un ombligo, un dios humorista y
burlón. Confiesa su decepción ante el mal empleo que los hombres han hecho de la
lengua.
La poesía cobra carácter de reveladora suprema; solo ella puede ser camino de
conocimiento válido, porque la verdad está en el corazón.
Altazor nos funde con el universo, apelaciones extremas que delatan la alta temperatura
emocional, el estado de paroxismo. Se muevesiempre en un plano cósmico; casi no hay
referencias a lo cotidiano.
Tal es el periplo que va a recorrer Huidobro en Altazor, desde el decir expreso hasta la
orquestación de fonemas. Al principio se mantiene, como Rimbaud, en los límites de la
elocución normal. Las modificaciones se operan sólo en el plano del significado; luego
va a ir alterando paulatinamente los significantes. Suprime la puntuación.
Huidobro se efuerza por extraerle a las imágenes y a las metáforas todo su poder
semántico. Hasta el canto III la poesía se ciñe aún a los modos habituales, pero llevados
a su extrema tensión: basta de poesía ornato.
En el canto IV comienza el descalabro; Altazor repite página tra página: Darse prisa
Darse prisa, No hay tiempo que perder. Las palabras mismas las que se desintegran y se
reconstruyen en una nueva asociación de sus partes. Al final del canto IV, sintetiza su
derrotero; en pocas líneas muestra todos los peldaños en gradación descendente:
En cruz,
En luz(…)
5.El ensimismamiento
Octavio Paz
Umberto Eco afirma que la obra de arte no se propone sino la creación de formas
autónomas que poseen características específicas, no el conocimiento del mundo.
Aporta complementos del mundo; es una metáfora epistemológica. En Octavio Paz, el
pensamiento metafórico, el mito, va siempre de la mano de la teoría.
Paz se inserta en la tradición instaurada por Poe y Baudelaire, proseguida por Mallarme,
Apollinaire, Eliot, Pound, Borges. Cree que la literatura moderna es inseparable de su
crítica, que está la inventa y fundamental. La crítica conecta las obras. Hay
complemento y ósmosis recíproca entre los poemas y los ensyaos de Paz.
Para Paz el poema es consagración del instante privilegiado que escapa a la corriente
temporal, instante reveleador de la otredad, salto a lo absoluto, epifanía, presencia del
misterio cósmico, rescate de la unidad y plenitud primigenias, intermediario entre la
conciencia y el mundo verdadero.
Dos clases de palabras: palabras pensada, dicha, escrita, palabra externa y la profunda,
inmanente, que contradice a la primera, que la subyace y sustena: (…) la palabra/ Antes
de la caída y de la cuenta.
Como para la imaginación mítica, para la visión mágico-religiosa del cosmos, todas las
manifestaciones naturales son señas emitidas por un poder que las engloba.
Cada cosa coincide con el todo y todas las metáforas que asocian lo distinto y lo
distante se convierten en símbolos de esa convergencia universal; el hombre se reintegra
al cosmos.
Paz reitera su anhelo de volver al tiempo del origen, al tiempo edénico: Allá,llevadme
allá, / donde tu nombre, mundo, / es tan eterno y mío, / que te vives en mi, mueres
conmigo/ y yo no me conozco/.
La palabra del origen es por sobre todo palabra rítmica, palabra reconciliada con los
ritmos cíclicos del cosmos. El ritmo es imagen del mundo, es mito y es rito, rito de
reencarnación del tiempo arquetípico. Por el ritmo el poema se vuelve tiempo vivo
perpetuamente recreándose.
En este período, según Paz, comienza verdaderamente los tiempos modernos. Todo
pierde y consistencia, todo se relativiza, se tiñe de angustia, de impotencia, de
nihilismo.
¿No hay salida?. El mundo confuso se despeña y el pensamiento se anega en las aguas
estancadas del lenguaje. El yo es un instante sin nombre ni rostro.
Pero a pesar de la inutilidad del poema, el poeta está por decisión propia compulsado a
escribirlo, aunque carezca de sentido. Siente la tentación de destruir el lenguaje, de crear
otro más significativo; se siente fascinado por el absurdo o por lo inexplicable. El poeta
está obligado a edificar sobre los escombros, sobre la lengua e los otros, sobre esa gran
galimatías recargado por los contrapesos de la tradición. El poeta está sumido en la
contradicción, la incertidumbre, la inoperancia, el absurdo.
Decir es despojarse de lo dicho, mondar la lengua, recobrar la memoria del origen, del
primer alumbramiento. Como en las doctrinas búdicas, Paz postula desencarnar el
lenguaje hasta llevarlo a la extrema negación, y, anulados los conflictos, la dialéctica,
sumirse en el silencio final, en la contemplación de la transparencia.
Desde Libertad bajo palabra hasta Ladera este, los recursos ideográficos avanzan
paulatinamente. Paz juega con las letras, con tipos y tamaños diferentes. En Ladera este,
el lenguaje no puede decir el mundo se dice a sí ismo. La poesía no puede ser sino un
rito evocativo, una copia que se distancia de su modelo, palabra intransitiva que duplica
lo real sin alcanzarlo.La poesía puede cuestionar el mundo y el sujeto, pero no dar
respuestas. No puede escapar a la irrealidad de sus representaciones, a sus paradojas,
pero puede afincar en la realidad de su instrumento: el lenguaje. Paz no consigue o no
quiere renunciar a sus aspiraciones metafísicas.
El espacio corporal y el del lenguaje son los dos espacio semántico. Y en el lenguaje del
universo, la pareja encarna la unión del sí y del no, dos sílabas enamoradas. Todas las
oposiciones se concilian en el abrazo amoroso. La amada se despliega, como el poema,
en un espacio legible; leerla es leer el universo, poseerla es poseer un fragmento que
involucra la totalidad , es reintegrarse a la plenitud, concordar con el cosmos.
Expresa pasíon y patetismo que nunca son mondicos, unitonales. Todo es quiebra,
fisura, altibajo, la angustia se entrecruza con el humor, la parodia, las inclinaciones
lúdicas.
Por los versos de Vallejo, se pierde pie, se retrocede, se gira. El sentido se enturbia,
incoherente, de pronto, un destello de claridad, un significado que se precisa.
No acepta los paraderos que nos hemos inventado, el poder sobrevivir a la muerte.
Invalida las presunciones románticas: gracia poética, don de la belleza; los presupuestos
del idealismo filosófico.
Vallejo rompe con el continuo lógico, es decir, con la coherencia discursiva, con la
normalidad lingüística, propone otros módulos de captación y de conocimiento. Todo se
vuelve móvil, polivalente, proteico, inestable, azaroso, irracional. Rechaza la reflexión
abstracta que intenta organizar y delimitarlo para que resulte más inteligible. Mientras
el poeta puro se abstrae del tiempo y del tiempo, Vallejo no quiere o no puede, porque
la verdad humana; le es inasible, intransmisible, desorde, embrollo, su sin sentido y su
nonada. Fusión indisoluble entre poesía y realidad. Su poesía se adhiere a lo inmediato,
al aquí y al ahora, a su circunstancia. Vallejo es un poeta alucinado pero no fantástico.
La antítesis que opera en el seno de toda obra de arte: por un lado los fines expresivos
imponen deterinados medios, no le basta al artista el imperativo de la motivación y urde
una configuración formal que quiere sea por sí misma valida.
Ningún poeta es tan general o genérico, y a la vez ninguno tan singular en su expresión,
en sus medios verbales. Cada poema tiene una forma única. No obstante, Vallejo no
postula la ideología de la creatividad individual. Se ha propuesto comunicar totalmente
su angustiosa experiencia; ha expandido como nadie las fronteras de lo que la poesía
puede decir.
En torno de Trilce
Los heraldos negros apareció en Lima hacia julio de 1919. La mayor parte de sus
poemas había sido ya publicada en revistas y periódicos peruanos. Lo concibió entre
1915 y 1918. Su estilo dominante es el modernista, tributario del sibolismo. Actitud
aristocrática: el poeta es un ser elegido en pugna con su medio; incomprendido, cultiva
lo raro y lo exquisito, busca lo sublime en la belleza y el placer. Sensual y refinado,
quiere concertar un universo poético de delicada musicalidad, de ensoñación; acumula
una utilería suntuosa, palaciega, exótica. Emplea un lenguaje prestgioso, de opulencia
metafórica, frecuentemente culterano. En Los heraldos negros el sobrepeso modernista,
aparecen ya algunos preanuncios de Trilce. Y esta nueva resonancia se consigue cuando
el poeta desnuda su lenguaje (La araña). La realidad cotidiana y el mundo son
transmitidos al descubierto, sin esteticismo, sin ese sentido decorativo, pictórico,
pintoresco. (Hojas de ébano). Los sentimientos primordiales están comunicados con
gran sencillez (Ágape). Desde su primer libro, Vallejo manifiesta un humanismo
medular, solidario con aquellos que soportan la injusticia. (La cena miserable).
Realismo fantástico que parte de lo nimio y lo inmediato, de lo doméstico
reminiscencias de infancia, lenguaje de tono familiar, sin alardes. Poco significa, se
inviste, de un alto poder de sacudimiento interior. Vallejo se aproxima a Trilce cuando
acentúa su libertad de asociación, abandona su respeto hacia el ordenamiento del mundo
exterior y conjuga elementos objetivamente disociados. El poeta manifiesta así su
independencia creadora; puede recomponerla mediante el libre flujo de su imaginación.
Las metáforas dejan de ser analógicas, no contienen una final correspondencia con la
realidad objetiva; libertad en asociaciones ilógicas.
Nacimiento de Trilce
Trilce fue compuesto entre 1919 y 1922. Libro autónomo, una hechura personal. Su
aparición no despertó ninguna clase de comentarios. Incomprendido, silencio pertinaz
que se quiebra recién en 1931, cuando José Bergamín publica y prologa la edición
española de Trilce.
La sola influencia exterior válida, revistas ultraístas. Ultra declaraba abolidas las
normas novecentistas que culminaron en Rubén Darío. En mayo, aparece una antología
de poetas franceses a partir de Apollinaire. En julio y agosto, Ecuador y Halalí, dos
poemas de Vicente Huidobro. En agosto, dos manifiestos, uno de Picabia, el otro de
Tzara: Dadá 1919. Para Tzara la poesía es una función natural, como la de orinar. Dadá
proclama la antifilosofía. Esta emancipación de la imagen, este enriquecimiento de la
imagen, se está cumpliendo actualmente en la novísima poesía.
Poética
Trilce, el título del libro, nos presenta de antemano una primera pauta para su
comprensión. Palabra inventada. Segunda pauta: la carencia de título de los poemas, el
menoscabo de los puentes conceptuales está indicando que la comunicación poética más
importante se establecerá por vía de las otras posibilidades expresivas del lenguaje
(sonoras, rítmias, plásticas, volitivas, afectivas). Si racionalmente no es difícil,
intuitivamente recibimos nítida la representación de las vivencias que el poeta quiere
transmitirnos.
De ahí, el acento, la alabanza del absurdo como acceso a nuestra naturaleza profunda:
Absurdo, sólo tú eres puro. / Absurdo, este exceso sólo ante ti / se suda de dorado
placer (LXXIII)
Poesía que se adentra en nuestra zona penumbrosa, mundo de los sueños, del más allá
de la conciencia.
La comparación ilustra también la mudanza radical que se opera entre Los heraldos
negros y Trilce. Para encarnar al simbolismo, elige a Samain. Y como contraste, Vallejo
descarga una ráfaga de violencia verbal.
Es dificl seguirlo. Trilce se va volviendo cada vez más traslucido; valores se acrecientan
a medida que nos resultan más comunicables. Vallejo nos impone un modo de
percepción completamente inusual; abandonar nuestros hábitos literarios, nuestras
costumbres mentales, y colocarnos en una nueva actitud receptiva. No debemos buscar
en Vallejo ni el sentido racional y razonable, ni la musicalidad, al modo simbolista.
Una nueva percepción del mundo, donde las categorías aristotélicas, la geometría
euclidiana, dejan de tener vigencia. Descubridor de realidades inéditas; nos traduce en
imágenes, por medio de signos sensibles, una visión del mundo relativa e inestable.
La Belleza covulsiva
Los poemas más hermenéuticos de Trilce suelen ser los más atormentados. Su poesía no
es discurso disfrazado, concepto que se adorna con figuras retóricas. Podemos desgajar
de los poemas una serie de ilumniaciones, de insistencias, de motivos principales; una
temática que se nos brinda a través de intuiciones, como nebulosa simbología, donde las
ideas están inextricablemente entrelazadas con las sensaciones anímicas y corporales
que las acompañan.
Varios niveles de significación. La oscuridad está en relación directa con la turbulencia
del poeta. A medida que la sosiega, el lenguaje se vuelve más inteligible. Hermetismo
inicial, sentimiento de desolación (XIX)
¿Cuáles son las salidas posibles? Vallejo vislumbra dos, ambas igualmente infructuosas,
destructoras: la muerte y el placer sexual, alusiones a la muerte. (LXIV)
Ella crece con nosotros, es nuestro acuerdo tácito, nuestro encuentro final. (XLIX)
Las islas dichosas, son ciertos paraderos del pasado: recuerdos de la infancia, una mujer
amada. Instantes de luz que se han fijado en la memoria y a los dos que el poeta, vuelve
para buscar la calma. La de la madre (XXIII).
Otros motivos poéticos –la cárcel, la lluvia, el tiempo, los guarismos-. Vallejo, presa su
obsesión metafísica, los proyecta hacia una esfera trascendente.
El tiempo deja de ser una medida cronométrica. Dimensión interior . Vallejo no respeta
ya las concordancias temporales de los verbos (LX). El tiempo lo atenaza. Constreñido
a dejar pasar su vida sin poder retener lo vidido, prisionera de la fugacidad (XXXIII).
Esta opresión temporal, referencias horarias. También los guarismos cobran sentido
metafísico: Como siempre asoma el guarismo, bajo la línea de todo avatar X. Esboza
un extraño código de símbolos numéricos. Trilce ha sido concebido para inquietar al
lector.
Uno de los rasgos humorísticos, utilización del lenguaje coloquial. Habla familiar y las
inserta. (XII) Chit! Ya sale.
¿Es Vallejo un conceptista que ha urdido una intrincada trama de signos alusivos, un
estilo elíptico, un decir indirecto para encubrir un pensamiento en clave que debemos
descifrar? ¿qué no puede ser expresada mediante recursos normales? No creo que haya
sido concebida por el placer de enrarecer los significados. Tampoco creo que se trata de
un neogongorismo que distorsiones la sintaxis para proponer una lengua inusitada, que
oscurezca los componentes conceptuales en favor de los musicales. Está lejos de
profesar el amor al artificio. Refleja una angustiosa crisis de conciencia; el pasaje de la
estética de Los Heraldos Negros a la de Trilce, mutación revolucionaria.
Della Volpe llama a este conflicto crisis de la estética romántica, quiebra del idealismo.
El arte deja de ser una ascensión a lo universal. La validez de su obra; experiencia de
tránsito entre dos épocas.
Vallejo va más allá de Rimbaud y de Mallarmé, ahondamiento en esa intuición del
mundo que se resiste a toda organización coherente. La correspondencias y las
sinestesias simbolistas produjeron un paulatino acrecentaiento de la libertad de
asociación y un relajamiento de los hábitos lógicos. Vallejo abandona la sensibilidad
simbolista porque no puede más participar del culto a la belleza; no comparte las
jerarquías estéticas, no cree en el poder de ascesis o de catarsis del arte. El primer
poema de Trilce, Andre Coyné cree que está dedicado a la defecación.
Vallejo descubre la arbitrariedad de la existencia, del mundo y del signo lingüístico; por
otra parte revoluciona los esquemas tradicionales de representación. No sólo los
significados sino también los significantes, desde la representación gráfica hasta la
sintaxis. Angustiosa búsqueda de la verdad en medio de un universo que se desmorona;
el mundo de los objetos irrumpe como entidad más real que la del yo protagónico.
Nos propone un tiempo discontinuo, fragmentario, contradictorio, sin figura nítida, que
es el que vivimos pero no el que pensamos. Tiempo atomizado, regido por el cálculo de
probabilidades, como los átomos, en impulsiones momentáneas. Tal es la visión que
percibe y que nos comunica Vallejo. Gaston Bachelard en su libro La intuición del
instante, donde reafirma el carácter discontinuo del tiempo y el carácter absolutamente
puntiforme del instante. El instante es un átomo de tiempo. La duración se manifiesta
solamente a través de instantes autónomos; entre éstos se extiende la única continuidad
al infinito: el vacío.
El porvenir, casi una abstracción, una impresión longilínea que carece de vínculo real
con el presente. (XXXI).
Este tiempo discontinuo sume a Vallejo en una completa relatividad. Para transmitirla
verbalmente el poeta incurre en múltiples anomalías temporales.