Ez - 47 - Por David Wilkerson
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13 de enero de 2003
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El profeta Ezequiel recibió una visión increíble. Las Escrituras dicen que la mano de
Dios llevo a Ezequiel a la misma cima de una montaña, donde se le apareció un
hombre “…cuyo aspecto era como aspecto de bronce” (Ezequiel 40:3). Juan describe
una visión similar de un hombre que se le apareció en la Isla de Patmos: “y sus pies
semejantes al bronce bruñido, refulgente como en un horno” (Apocalipsis 1:15).
Por supuesto que el hombre en ambos pasajes no es otro sino Cristo mismo. Él llevó a
Ezequiel a la puerta de la casa de Dios, donde él le dio al profeta la maravillosa visión.
Era una visión del futuro del pueblo de Dios, revelando lo que el cuerpo de Cristo seria
mientras se acercaban los últimos tiempos. Ezequiel escribe:
“Me hizo volver luego a la entrada de la casa; y he aquí aguas que salían de debajo del
umbral de la casa hacia el oriente; porque la fachada de la casa estaba al oriente; y las
aguas descendían de debajo hacia el lado derecho de la casa, al sur del altar…
“Y salió el varón hacia el oriente, llevando un cordel en su mano; y midió mil codos, y
me hizo pasar por las aguas hasta los tobillos. Midió otros mil, y me hizo pasar por las
aguas hasta las rodillas. Midió luego otros mil, y me hizo pasar por las aguas hasta los
lomos.
“Midió otros mil, y era ya un río que yo no podía pasar, porque las aguas habían
crecido de manera que el río no se podía pasar sino a nado. Y me dijo: ¿Has visto, hijo
de hombre?…
“Y junto al río, en la ribera, a uno y otro lado, crecerá toda clase de árboles frutales;
sus hojas nunca caerán, ni faltara su fruto. A su tiempo madurara, porque sus aguas
salen del santuario; y su fruto será para comer, y su hoja para medicina.” (Ezequiel
47:1, 3-6, 12).
Ahora bien, imágenes de agua en la Biblia casi siempre representan el Espíritu de Dios.
Esta visión claramente revela un derramamiento poderoso del Espíritu Santo en los
últimos días. La visión fue tan poderosa, tan abrumante en su alcance, que Ezequiel no
la comprendía. El ni siquiera podía comentar acerca de su significado; lo único que
podía hacer era reportarlo. En efecto, antes que la visión terminara, el Señor se detuvo
y le pregunto a Ezequiel, “¿Has visto,…?” (47:6).
Mientras releo este pasaje, el Espíritu Santo me detuvo en el mismo versículo donde
detuvo a Ezequiel. Y el me hizo la misma pregunta que le hizo al profeta del Antiguo
Testamento: “David, ¿puedes entender que esta es una gran profecía, directa del trono
del Padre? ¿Puedes comprender como describe a la iglesia en estos últimos días?
¿Estas comprendiendo el significado del río creciente?”
La visión debió asombrar a Ezequiel. Aunque las Escrituras no mencionan esto
específicamente, estoy convencido que el profeta no entendió lo que estaba viendo.
Todos los profetas del Antiguo Testamento tenían una visión limitada de Cristo. Jesús
mismo nos dice, “Porque de cierto os digo, que muchos profetas y justos desearon ver
lo que veis, y no lo vieron, y oír lo que oís, y no lo oyeron. Oíd, pues…” (Mateo 13:17-
18).
Note esas ultimas dos palabras: “Oíd, pues…” Cristo nos dice a nosotros, “No pierdas
esto. No dejes de ver lo que se te esta revelando.”
Viene un derramamiento
creciente del Espíritu Santo.
Esto era lo que le fue mostrado a Ezequiel: En los últimos días, la iglesia de Jesucristo
será más gloriosa, mas victoriosa, que en toda su historia. El verdadero cuerpo del
Señor no se debilitara ni se chisporroteara. No menguara en números, o disminuirá en
poder o autoridad espiritual. No, su iglesia se ira en una llama de poder y gloria. Y
gozara de la más plena revelación de Jesús jamás vista.
Ezequiel escribe, “…y por sus especies serán los peces tan numerosos como los peces
del a Mar Grande.” (Ezequiel 47:10). ¿Puedes entender lo que se dice aquí? Viene un
cuerpo de creyentes que nadara en las aguas crecientes de la presencia del Señor. Y
su presencia entre su pueblo se incrementara hasta el final.
“Somos el nuevo mover de Dios. Lo que el esta haciendo en estos últimos días
comenzara aquí mismo, en nuestros medios. Y fluirá de este cuerpo. Así, que más vale
que vengas y te unas a nosotros, porque nosotros tenemos la visión. Somos el mismo
centro de la cosa nueva que Dios esta haciendo en la tierra en este tiempo. Y su red
sale directamente de nosotros.”
Esta actitud no es tan solo de autoservicio, sino que limita a Dios. Ciertamente,
entorpece su mover de la misma manera que muchas denominaciones hicieron durante
siglos. Esos grupos dieron la impresión que solo ellos representaban el mover de Dios
en la tierra. Y ahora, trágicamente, la historia se esta repitiendo.
En efecto, veo que hoy están resucitando una vieja falsa doctrina. Sencillamente, dice,
“Dios solo tiene una iglesia en cualquier área o ciudad en particular. Y solo puede
haber una sola autoridad espiritual que rige en esa área.” Aquellos que promueven
esta horrible doctrina asignan apóstoles o lideres para que “reinen” sobre esas áreas.
Conozco a ciertos apóstoles y profetas auto asignados en la Ciudad de Nueva York.
Ellos creen que solo ellos tienen autoridad sobre el reino espiritual aquí.
Todavía existe otra forma en que la iglesia tiende a limitarse en la actualidad. Tienden
a mirar atrás a la iglesia del primer siglo y los apóstoles originales, como si esos
antiguos creyentes tuvieron una mejor revelación de lo que el cuerpo de Cristo debería
ser. Tales grupos derraman sus estudios, energías y devoción tratando de imitar o
captar los métodos de la iglesia primitiva.
Esto es exactamente lo que Dios nos esta mostrando en la visión de las aguas
crecientes de Ezequiel:
“…y midió mil codos, y me hizo pasar por las aguas hasta los tobillos. Midió otros mil, y
me hizo pasar por las aguas hasta las rodillas. Midió luego otros mil, y me hizo pasar
por las aguas hasta los lomos.” (Ezequiel 47:3-4).
Ezequiel esta hablando aquí de un aumento del Espíritu Santo. En los últimos días
habrá un aumento de la presencia de Dios entre su pueblo.
El mismo manantial y fuente de este río es la Cruz. Vemos una imagen literal de esto
en siguiente versículo: “Pero uno de los soldados le abrió el costado con una lanza, y al
instante salió sangre y agua” (Juan 19:34).
Esta pequeña cantidad de agua fue lo que Ezequiel vio mientras la visión se abría ante
él. Mientras él miraba la casa de Dios, el vio que una gota salió “de debajo del umbral
de la casa hacia el oriente; … las aguas descendían de debajo hacia el lado derecho de
la casa, al sur del altar…y vi que las aguas salían del lado derecho.” (Ezequiel 47:1-2).
Este creciente flujo de agua es la imagen de Pentecostés, cuando el Espíritu Santo fue
dado a los discípulos. Junto con este don del Espíritu, a los seguidores de Cristo les fue
dada la promesa que él seria un río de vida fluyendo dentro de ellos. Y ese río fluiría
por todo el mundo.
“El que cree en mi, como dice la Escritura, de su interior correrán iros de agua viva.
Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en el…” (Juan 7:38-39).
Déjame preguntarte: ¿estas comprendiendo esto todavía? Si este río de agua viva es
el Espíritu Santo, entonces Pentecostés, con toda su gloria y manifestación de la
presencia de Dios, fue tan solo el comienzo goteo. El fluir de agua de la casa de Dios
crecería más y más. Se expendería en anchura, profundidad, volumen, poder y gloria
restauradora. La historia de la iglesia demuestra esto.
Martín Lutero fue aun otra vasija que llevo al cuerpo de Cristo a un nuevo fluir de fe. El
agua que fluyo durante la Reformación subió hasta los lomos del pueblo de Dios,
mientras ellos precian en una mayor revelación de la Cruz y obtenían un conocimiento
mas profundo del poder y gloria de Cristo.
Me regocijo mientras me imagino esos días. Cuan maravilloso debió ser, finalmente,
ver como masas de gentes eran bautizadas, y entrando a una revelación de salvación
por fe. Debió ser tremendo espectáculo ser testigo de multitudes de creyentes, llenos
con el celo por la casa de Dios, apresurándose a las catedrales derribando ídolos e
imágenes a las que una vez oraron. Ahora ellos conocían el gozo y vida del fluir de
Dios por si mismos.
Esto es presagiado en la visión dada a Ezequiel. Dios llevó al profeta por un viaje
asombroso. Llevando un cordel de medir, el Señor medio 1,000 cubitos a pasos,
aproximadamente un tercio de una milla. A esa distancia, el Señor y Ezequiel
comenzaron a caminar en el agua. Hasta este punto, el fluir llegaba a los tobillos.
Ezequiel testifica, “…, y me hizo pasar por las aguas…” (Ezequiel 47:3). Y el Señor
seguía instando al profeta a seguir adelante, mas profundo y más lejos dentro del
agua. Después de 1,000 cubitos más, el agua llegaba a sus rodillas. Y seguía subiendo.
¿Puedes ver lo que estaba sucediendo aquí? Ezequiel estaba caminando en el futuro,
hasta nuestros tiempos. Los cristianos de hoy en día viven en los últimos 1,000 cubitos
del río en esta visión. Estamos en la última medida de agua. Y Ezequiel dice que
cuando él salió al borde de esta medida, el agua estaba muy profunda para él,
demasiado abrumante. “…Yo no podía pasar, porque las aguas habían crecido de
manera que el río no se podía pasar sino a nado.” (47:5). Él nos esta diciendo en
esencia, “El agua estaba sobre mi cabeza.”
Solo puedo imaginarme lo maravillado que estaría este hombre mientras el Señor le
preguntaba, “Ezequiel, ¿qué es este mar que ha subido? Si este río se trata de la vida
y el poder de resurrección, ¿quienes son aquellos que serán tan bendecidos para nadar
en tal gloria?”
El profeta Isaías tuvo una vislumbre de este mismo río que apareció en la visión de
Ezequiel. Sin embargo, Isaías vio aun más. Según el profeta, en los últimos días el
pueblo de Dios disfrutaría gran protección de ataques satánicos:
“…Por el cual no andará galera de remos, no por el pasara gran nave” (Isaías 33:21).
Isaías se esta refiriendo aquí a naves de guerra dirigidas por esclavos. Él nos esta
dando un cuadro del enemigo, el diablo, mientras él trata de lanzar un ataque contra
todos los que nadan en las grandes aguas. Y es un cuadro de confusión total.
Dios lo esta haciendo claro como el cristal para nosotros en estos pasajes: sus aguas
vivientes están fuera de límites para Satanás. Como testifica el Salmista, “Sean
avergonzados y confundidos los que buscan mi vida; sean vueltos atrás y
avergonzados los que mi mal intenta. … y el ángel de Jehová los acose. … Y el ángel de
Jehová los persiga.” (Salmo 35:4-6).
Cuando Ezequiel volvió a la ribera, quedo atónito. Mientras él miraba atrás, él vio,
“muchos árboles” a ambos lados del río. Estos árboles recibieron vida del fluir de las
aguas. Echaron hojas que no se marchitaban y su fruto traía una maravillosa sanidad.
Vida florecía por todas partes en estas torres de árboles frutales.
Si, este río de Dios traerá vida dondequiera que vaya. Sin embargo, en estos últimos
días, también vamos a ver una inundación correspondiente de muerte:
Mas sin embargo, en medio de toda la muerte y destrucción que vemos, escucho la
profecía del Señor tronando en mi alma: “Mi río va a crecer. Y todo vivirá por donde
fluya mi río.”
Hasta hace solo unos años, la iglesia en China parecía como si estuviera muriendo. El
enemigo había llevado a los creyentes bajo tierra, y por años no salía palabra de ese
país mencionando el mover de Dios. Los cristianos del Occidente no tenían idea si la
iglesia en China había sobrevivido.
Pero, gracias a Dios, el río no pudo ser detenido. Estaba creciendo todo el tiempo que
nosotros los occidentales nos preguntábamos acerca del destino de nuestros hermanos
y hermanas chinos. Hoy, sabemos que millones de creyentes allí están nadando en el
río de vida de Dios. Como el Señor ha declarado, “Todo vivirá donde fluya mi río.”
Ese río fluye a niveles de inundación en Europa Oriental. Solo quince años atrás,
¿quien podía imaginarse que fluiría libremente y abiertamente a través de Rumania,
Polonia, Hungría, Alemania Oriental, Checoslovaquia, hasta en la fortaleza de Rusia? La
vida en Cristo esta brotando en todas estas naciones, y en otras por todo el mundo.
El distrito teatral no puede sacar el río de Dios de su territorio. Wall Street no puede
detener sus olas crecientes. Los homosexuales radicales no pueden sacarla de
Greenwich Village (villa donde ellos predominan). Los que están a favor del aborto no
pueden detener su fluir en los corazones de angustiadas mujeres embarazadas. City
Hall no puede retrasar su crecimiento. Los rabíes y mullahs no pueden sacar el río de
sus sinagogas y templos. El río esta subiendo, subiendo, y dondequiera que fluye todo
revive.
No se como el Señor hará todo esto. Pero si él dice que el río crecerá y traerá vida a
todo lo que toque, yo le creo. Después de todo, de la noche a la mañana Dios borro el
Comunismo—el movimiento global mas abrumante del siglo pasado—en Rusia, Europa
Oriental y Alemania Oriental. ¿No puede el hacer esto también?
Ezequiel esta describiendo lodazales, llenos de sucio y cenagoso. Mientras el río fluye
por encima de estos pantanos, no son sanados. Con el tiempo, el río les pasara por
encima por completo, dejándolos tan secos que se volverán sal.
Como resultado, la vida de Jesús no fluye de ellos. En vez de eso, de su vientre fluye
un manantial continuo de chisme, adulaciones falsas, mentiras y distorsiones. Tales
personas no son dadores de vida. Al contrario, todo a su alrededor esta tocado por
contienda y amargura. Están sumidos en lastima de si mismos. Ellos se quejan
continuamente y cuestionan la obra de Dios en los demás. Ellos profesan vida, pero
están en el sucio cenagoso. Son farsantes espirituales, propagando muerte a todos a
su alrededor.
En las palabras de Pedro, se han convertido en “pozos sin agua” (2 Pedro 2:17). Y,
según Ezequiel, una sentencia de muerte ha sido declarada sobre ellos: “quedaran
para salinas.” Esto es una maldición de esterilidad, relegándolos a una vida sin fruto, a
ser totalmente inútiles. Aun así, permanecen firmes en su rebelión, llenos de orgullo
destructivo.
Ezequiel quizás no podía creer al ser testigo de estos lugares de muerte. Él veía vida
brotando por todos lados dondequiera que fluía el río, pero esos lugares de muerte
permanecían estériles y blancos por la sequedad.
Te pregunto, ¿cómo cualquier seguidor de Cristo puede llegar a tal condición? ¿Cómo
puede un siervo llegar a tal vacío, sequedad y alejamiento de su río que es dador de
vida? Pedro explica:
“Ellos andan tras la carne. Ellos son presuntuosos y atrevidos. Ellos resisten la
autoridad ordenada por Dios. Y hablan mal de cosas que ellos no conocen. Ellos se
envuelven en cosas mundanas y son vencidos por ellas. Y se han alejado de los santos
mandamientos que una vez les fueron dados” (Ver 2 Pedro 2:10-21).
Para mí, la parte más triste de esta tragedia es que la mayoría de estos pozos secos
una vez fueron fuentes de aguas vivientes. En un tiempo sus vidas brotaban sanidad y
bendición. Pero ahora echan amargura, odio y muerte.
Amado santo, te insto: si estas atado en amargura tenaz mientras el río fluye a tu
alrededor, no te permitas continuar. Permite que Dios llene tu vientre con agua
viviente. No te das cuenta, pero una inundación de revelación de nuestro Señor esta
en camino. Y no se detendrá para servir a cualquier carnalidad.
Así que, ¿puedes comprender la magnitud de la visión dada a Ezequiel? Los profetas
del Antiguo Testamento no lo podían ver. Pero a través de su Espíritu Santo, Dios nos
ha dado ojos para ver su grandeza. Por lo tanto escucha: ¡Viene un río de vida!
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Usado con permiso por World Challenge, P. O. Box 260, Lindale, TX 75771, USA.
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