Aurea
Aurea
Aurea
En el film Pi: el orden del caos de Darren Aronofsky, el personaje principal, Max
Cohen, se ve atrapado en una obsesión por encontrar el patrón que rige la totalidad de la
naturaleza. Según él, ese número es Pi cuando está completo por lo que se embarca en
una búsqueda frenética de éste sin importar sus frecuentes delirios, alucinaciones y
ataques de violencia. En una de las partes más importantes del film, Max se entrevista
con su maestro al que comenta sobre lo cerca que está de descubrir el patrón que rige la
naturaleza gracias a Pi. El maestro, en tono admonitorio, le dice: “cuando para uno los
números son sólo números, se es matemático, pero cuando detrás de los números se
encuentra algún sentido, uno se vuelve numerólogo.” La división que realiza el maestro
no es del todo incongruente. De hecho, el matemático siempre estaría en riesgo de pasar
al lado de la numerología y sin embargo existen números que nos hacen pensar que la
matemática está estrechamente ligada con la naturaleza, con la belleza o con otro orden
de cosas. Uno de esos números es el número áureo Fi o 1,61803…, que resulta del
cociente de la proporción áurea o divina proporción. Ésta es el resultado de la división
armónica de un segmento en media y extrema razón. Es decir que el segmento menor es
al segmento mayor como éste a la totalidad. Este número y las relaciones de esta
proporción nos circundan en todo momento y aparecen en elementos de la naturaleza y
de la creación humana, esto lo veremos más adelante. Lo importante aquí es plantear el
problema: ¿la casi omnipresencia de la proporción divina en la realidad es indicio de
algún sentido allende de esta proporción? ¿Podemos hablar de elementos matemáticos
que rigen la realidad?
Es decir, la relación entre las dos partes en que dividimos el segmento es el número de
oro.
1
Es el sobrenombre con el que se conoció al rico comerciante Leonardo de Pisa (1170-1240). Viajó por
el Norte de África y Asia y trajo a Europa algunos de los conocimientos de la cultura árabe e hindú,
entre otros la ventaja del sistema de numeración arábigo (el que usamos) frente al romano.
Y quizás la más sorprendente sea la siguiente propiedad. Dividamos dos
términos consecutivos de la sucesión, siempre el mayor entre el menor y veamos
lo que obtenemos:
1 :1 = 1
2 :1 = 2
3 : 2 = 1´5
5 : 3 = 1´66666666
8 : 5 = 1´6
13 : 8 = 1´625
21 :13 = 1´6153846....
34 :21 = 1´6190476....
55 :34 = 1´6176471....
89 :55 = 1´6181818....
Conclusión y video.
Potencias. Los números guardan unas curiosas relaciones entre si.
Evidentemente, cada término a partir del tercero se puede obtener sumando los dos
anteriores. Lo curioso es que esta relación es la misma que se verifica en la sucesión de
Fibonacci.