Javier Saldaña Serrano
Javier Saldaña Serrano
Javier Saldaña Serrano
He titulado a mi artículo: Diez tesis sobre Ética Judicial, con el afán no de agotar
el amplio contenido de esta materia, sino de ubicar aquellas notas identificatorias
que, según creo, deberían tomarse en cuenta a la hora de iniciar la discusión sobre
esta disciplina.
La idea de esquematizar en algunas tesis centrales el contenido de una materia
no es nueva. Como seguramente el lector sabrá, diferentes autores han elegido esta
forma de exponer sus argumentos por la ventaja que implica concentrar en algunos
tópicos relevantes el vasto contenido teórico de una disciplina o la descripción
sintética de su posición sobre algún argumento.
La segunda razón por la que presento el trabajo resumido en diez tesis se debe
a la diversidad de criterios con los que se suele entender y enseñar la Ética Judicial
(en adelante ÉJ) en México. Hoy bajo este rótulo se comprenden las más variadas
justificaciones, argumentaciones y contenidos de la materia. Para algunos, con esta
expresión se apela a un análisis detallado de las distintas concepciones y corrientes
que explican la ética, moral, deontología y su relación con el derecho, específica-
mente con la judicatura1. Para otros, la ética judicial ha de pasar por el análisis, y
generalmente toma de postura, de los diferentes modelos éticos propuestos para
* El autor es Doctor en Derecho por la Universidad de Navarra, Pamplona, España. Actualmente es investi-
gador del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, y miembro del Sistema Nacional de Investigadores,
Nivel II, del CONACYT. Fue investigador de ética judicial en el Instituto de Investigaciones Jurisprudenciales y de
Promoción y Difusión de la Ética Judicial en la SCJN.
1
En mi opinión, este es el contenido del trabajo de Casanueva, Reguart, E., Sergio, Ética Judicial. Bases para la
construcción de una ética judicial, Porrúa, México, 2006, pp. 1-46.
227
la función judicial2. Algunos más proponen, desde una visión analítica, el análisis
de esta particular materia a partir de las herramientas ofrecidas por la filosofía del
lenguaje3. Un número más elevado de teóricos defienden su posición a través de
la reivindicación de la ética de la virtud o de la formación del carácter4; y, final-
mente, podemos encontrar a quienes piensan que la referencia esencial de la ética
judicial nos remite al análisis de los códigos de ética, o a los principios que éstos
contienen5. Reitero una vez más que estas “Diez tesis” pretenden ser sólo un punto
de arranque en nuestra reflexión sobre la disciplina.
éstas y otras más se “intenta de algún modo aplicar los principios descubiertos en
el nivel fundamentador a las distintas dimensiones de la vida cotidiana8”, tratando
de «moralizar» las relaciones sociales.
Del problema de la fundamentación de la ética se pasó entonces a la necesidad
de diseñar una serie de éticas aplicadas a la vida social. “Los nuevos candidatos
señalados a ser objeto de la filosofía fueron las biotecnologías, las distintas dimen-
siones de las organizaciones empresariales, la actividad económica, el desarrollo
de los pueblos, el ejercicio de las profesiones, las consecuencias de las nuevas tec-
nologías, la estructura de los medios de comunicación, la revolución informática,
la educación en la ciudadanía, la construcción de la paz en el nuevo contexto, y
tantas otras cuestiones que desde la vida cotidiana buscaban respuestas9”.
Ubicados ya en el terreno de las éticas profesionales habría que decir que en
éstas lo que interesa es reflexionar sobre la forma en la que ha de ser entendida una
profesión y la manera en la que ha de desarrollarse, llegándose a concluir que: o
bien entendemos la actividad profesional como sólo un conjunto de conocimientos
técnicos o científicos que generalmente sirven al profesionista como un medio de
subsistencia sin ningún referente moral, o aceptamos que la profesión no es sólo
un cúmulo de conocimientos técnicos sino que es una actividad cuyo ejercicio ha
de tener necesariamente un anclaje ético o moral.
La ética profesional como ética aplicada alcanza entonces la reflexión sobre la
manera en que cualquier profesionista (el médico, banquero, ingeniero, dentista,
economista, abogado, juez, etcétera) lleva a cabo su trabajo, el cual no puede ser
visto desde una posición puramente instrumentalista o economicista, sino desde
una perspectiva comprometida con la realización de ciertos principios éticos.
Para confirmar lo anterior, habrá que reconocer que todos los profesionistas
detentan un cierto poder, el cual les viene dado de esa serie de conocimientos
científicos que posee, así, por ejemplo, en el caso del médico, éste cuenta con la
facultad de conservar la salud o de restituirla en el caso de que ésta se deteriore.
Del mismo modo en el caso del abogado, tal profesionista del Derecho es poseedor
de una serie de saberes cuyo empleo ha de tender a la conservación del entramado
social, velando, entre otras cosas, por los derechos de las personas, de su cliente en
primer lugar, etcétera. Pues bien, tales saberes y tal poder no puede ser empleado
de cualquier forma, ni mucho menos sirviendo para desnaturalizar la profesión,
éste debe ser ejercido de acuerdo a ciertas pautas de carácter ético o moral10.
Dicho poder se muestra en forma mucho más evidente en aquellos
profesionistas que la sociedad ha constituido en autoridades y de los cuales
8
Cortina, Adela, Ética aplicada y democracia…, op. cit., p. 165.
9
Cortina Adela, “La dimensión pública de las éticas aplicadas”, en Revista Ibero-americana de educación, 29,
O.E.I., 2002, p. 2.
10
Una representación del abogado «ideal» en Kronman, T, Anthony, The lost Lawyer, mailing ideals of the legal
profession, Harvard University Press, E.U.A., 2001, pp. 11-13.
Malem, Jorge, La profesionalidad judicial, en Cátedra Ernesto Garzón Valdés, Fontamara, México, 2009, p. 58.
11
Puesto que todo conocimiento y toda elección tienden a algún bien, volvamos de
nuevo a plantearnos la cuestión: cuál es la meta de la política y cuál es el bien su-
13
Lo que suele afirmarse es que la ética judicial, o en general cualquier tipo de ética aplicada, no puede tener
ninguna operatividad en la vida pública hasta en tanto no esté reconocida en un texto de derecho positivo, y de ser po-
sible de la mayor jerarquía como sucede en Argentina cuyo artículo 36, párrafo sexto señala: “El Congreso sancionará
una ley sobre ética pública para el ejercicio de la función”.
14
Lozano M., Josep, Ética y empresa, Trotta, Valladolid, 1999, p. 147 ss.
premo entre todos los que pueden realizarse. Sobre su nombre, casi todo el mundo
está de acuerdo, pues tanto el vulgo como los cultos dicen que es la felicidad, y
piensan que vivir bien y obrar bien es lo mismo que ser feliz15.
Así, la alta consideración que de estos bienes se tenga, será la clave para en-
tender que la labor judicial no puede ser desarrollada de cualquier manera, o en
forma mediocre.
¿Qué virtudes son las propias de la labor judicial? Buena parte de la doctrina
ha reconocido como algunas de las más significativas la prudencia o razón práctica,
la justicia, o el arte de saber discernir y dar lo debido, la fortaleza, o la manera en
que el ser humano valiente afronta las dificultades y reveses que el trabajo judicial
ocasiona, la templanza o conducción racional de las inclinaciones más naturales
y básicas del hombre. Algunos autores más proponen la sobriedad, la valentía, la
29
Amaya Navarro, Amalia María, “Virtudes judiciales y argumentación. Una aproximación a la ética jurídica”,
en Serie Temas selectos de Derecho Electoral, 6, Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, México,
2009, p 19. Un panorama general de la relevancia de la teoría de la virtud en la reflexión filosófica en: Rachels, James,
Introducción a la filosofía moral, F.C.E., México, 2009, pp. 273-299.
30
Cfr. Bennett J., Wiliam, The Book of Virtues. A treasury of grear moral stories, Simon-Schuster, USA, 1993,
passim. Cfr. tb., Berkowitz, Peter, Virtue and Makin of Modern Liberalism, Princeton University Press, Princeton,
2001, passim.
31
Hart, H.L.A. El concepto del derecho, Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 1995, p. 253.
32
Atienza, Manuel, Cuestiones Judiciales…, op. cit., pp. 137-138.
sabiduría, la humildad, etcétera33. Se puede decir que no hay una lista cerrada de
virtudes judiciales pero si es posible afirmar que las mismas tienden a formar y
moldear el carácter del juez.
Hay que decir que una cualidad importante del modelo ético basado en la vir-
tud es que éste es más incluyente que los otros dos. Un juez cultivado en la virtud
judicial tiene necesariamente que saber cuáles son las consecuencias (positivas o
negativas) de su acción, pero también está obligado al cumplimento de las normas
que le impone los códigos (legales y morales).
Es por tanto el modelo de las virtudes judiciales el que nos posibilita un mayor
éxito en la consecución del mejor juez posible.
Desde un ámbito general algunas de las funciones que cumplen los códigos de
ética serían las siguientes. En primer lugar, estos documentos realizan una función
de compilación, esto es, que en un solo documento son reunidos los principios éti-
cos que se encuentran dispersos en todo el ordenamiento jurídico, p. ej., en el caso
mexicano, la Constitución política señala en distintos lugares la serie de principios
éticos que el Código de Ética del Poder Judicial de la Federación de 2004 reunirá
después. Así, algunos de estos principios se encuentran en los artículos 17 y 100
principalmente, pero igualmente encontramos distintos postulados deontológicos
en los artículos 108, 109, 110, etcétera, y, por supuesto, en otras leyes de menor
rango34.
Además de reunir los principios deontológicos, los códigos aclaran también
el significado de las conductas que regulan. En este punto es claro que en su labor
cotidiana los funcionarios judiciales se enfrentan a diversos dilemas éticos, los
cuales exigen una respuesta. Aquí, los códigos hacen las veces de una instancia
esclarecedora ante las dudas que dichos funcionarios pueden tener y les ofrece
además alguna solución al problema planteado.
En íntima relación con lo anterior, se encuentra igualmente la clarificación
que pueden hacer los códigos de los principios que en ellos se contiene. Así, por
ejemplo, saber cuál es el alcance y contenido del principio de independencia, im-
parcialidad o de objetividad. Estos principios, si bien se encuentran expresamente
recogidos en tales documentos, es necesario que se expliciten y detallen para tener
una idea más precisa de su significación.
El código también ofrece una cierta garantía jurídica al incorporar una serie de
criterios éticos que señalan cuáles son las conductas correctas y las incorrectas, y
cuándo un funcionario judicial ha dejado de observar dichas conductas o inobser-
vado algún principio. En definitiva, el código sirve como una orientación útil para
identificar qué conductas son las correctas y cuáles no35.
Manuel Atienza y Rodolfo Vigo han señalado igualmente otras funciones de
los códigos. Así, establece que el código puede resultar “un estímulo para forta-
lecer la voluntad de cumplimiento de sus deberes por parte de algunos jueces no
inclinados a ello36”. Además, los códigos consagran pautas éticas objetivas, lo cual
sirve para que el ciudadano pueda identificar a los buenos y malos jueces37. Final-
mente, en ciertas sociedades, “la existencia de un Código de Ética Judicial puede
legitimar el pedido a las otras profesiones jurídicas desde el ámbito judicial para
34
Entre otras pueden mencionarse: La ley de Profesiones, el Reglamento de esta ley; el Código Civil; Código
Penal; en las leyes sobre responsabilidades; o en la Ley Orgánica del Poder Judicial de la Federación. Cfr. Díaz
Romero, Juan, “El ABC de la deontología judicial”, en Serie Ética Judicial, 3, SCJN, México, 2005, p. 11.
35
Cfr. Atienza, Manual, Vigo, Rodolfo, Luis, Código Iberoamericano de Ética Judicial, La Ley, Buenos Aires,
2006, p. 18.
36
Ibíd., p. 3.
37
Cfr. Ídem.
lo largo de todo proceso una equivalente distancia con las partes y con sus aboga-
dos, y evita todo tipo de comportamiento que pueda reflejar favoritismo, predis-
posición o prejuicio50”.
Por último, habrá que decir que en íntima relación con el principio de impar-
cialidad judicial están los temas de las excusaciones y recusaciones, por las que el
juez no debe conocer las causas dada la eventual violación al principio referido.
50
El Código de Ética del Poder Judicial de la Federación, por lo que al principio de imparcialidad se refiere se-
ñala: “2. Es la actitud del juzgador frente a influencias extrañas al Derecho, provenientes de las partes en los procesos
sometidos a su potestad. Consiste en juzgar, con ausencia absoluta de designio anticipado o de prevención a favor o
en contra de alguno de los justiciables. Por tanto, el juzgador:
2.1. Evita conceder ventajas o privilegios ilegales a cualquiera de las partes.
2.2. Rechaza cualquier dádiva que provenga de alguna de las partes o de terceros.
2.3. Evita hacer o aceptar invitaciones en las que el propio juzgador considere que se verá comprometida su
imparcialidad.
2.4 Se abstiene de citar a las partes o personas vinculadas con ellas, fuera de las oficinas del órgano jurisdiccional
en el que ejerza su función.
2.5. Se abstiene de emitir cualquier opinión que implique prejuzgar sobre un asunto.
51
Atienza, Manuel, “Reflexiones sobre Ética Judicial”, en Serie…, op. cit., p. 59.
52
Ar. 22. El juez debe motivar sus decisiones tanto en materia de hechos como de Derecho.
53
Art. 21. El deber de motivar adquiere una intensidad máxima en relación con decisiones privativas o restricti-
vas de derechos, o cuando el juez ejerza un poder discrecional.
4. Principio de objetividad
Uno de los principios que también se establece en la ÉJ, aunque por desgracia
no se suele mencionar expresamente en los códigos de ética es el de “austeridad
54
3. Es la actitud del juzgador frente a influencias extrañas al Derecho, provenientes de sí mismo. Consiste en
emitir sus fallos por las razones que el Derecho le suministra, y no por las que se deriven de su modo personal de
pensar o de sentir. Por tanto, el juzgador:
3.1. Al emitir una resolución, no busca reconocimiento alguno.
3.2. Al tomar sus decisiones en forma individual o colegiada, buscará siempre la realización del derecho frente
a cualquier beneficio o ventaja personal.
3.3. Si es integrante de un órgano jurisdiccional colegia do, trata con respeto a sus pares, escucha con atención
y apertura de entendimiento sus planteamientos y dialoga con razones y tolerancia.
3.4. Procura actuar con serenidad de ánimo y equilibrio interno, a fin de que sus decisiones estén desprovistas
de aprensiones y prejuicios.
55
Vigo, Luis Rodolfo. “Hacia el Código de Ética Judicial del Poder Judicial de México”, en Serie Ética Judicial
I, SCJN, México, 2004, p. 22.
6. Otros principios
Uno de los temas que más polémica causa cuando se tratan los asuntos relativos a
la ÉJ es el de la responsabilidad ética del juez. No es este el lugar para detenernos
en los puntos más polémicos de esta cuestión, aquí sólo mencionaremos algunas
de sus generalidades, con el mismo ánimo que nos ha movido en la enunciación
de las otras tesis, esto es, plantear sólo las líneas generales del argumento58.
En primer lugar habrá que señalar que si bien el tema de la responsabilidad
ética del juez forma parte de la nómina de las responsabilidades judiciales59,
guarda respecto a las legales una naturaleza diferente. Aquí, mientras las respon-
sabilidades de tipo jurídico tienen como objetivo primario sancionar al infractor
de la disposición normativa, en cambio, la responsabilidad de tipo ético busca
prioritariamente apelar a la conciencia del juzgador. Lo que se pretende con la
responsabilidad ética es la reconvención personal del agente para la aceptación de
la falta y el compromiso firme de no volver a cometerla, conminándolo con esto a
comprometerse con la excelencia judicial.
Otro asunto que merece especial atención es el relativo a la relación existente
entre responsabilidad ética y los llamados códigos de ética. En este punto hay una
cierta unanimidad en aceptar la conveniencia de que sea a nivel de los códigos
de ética donde se establezca este tipo de responsabilidad, así como sus respetivos
órganos de consulta y resolución. Con esto, se pretende dar mayor fuerza vincula-
toria a las resoluciones de los tribunales o comisiones de ética, a la vez, afianzar
más los mecanismo institucionales de responsabilidad ética, no dejando sólo a la
voluntad de los juzgadores el cumplimiento de sus deberes morales. Es el caso de
Paraguay, cuyo código expresamente reconoce la existencia del Tribunal de Ética
y del juicio de responsabilidad ética a partir de su título V, o el de la provincia de
Santa Fe, en Argentina, donde también explícitamente se señala la existencia de un
Tribunal de Ética Judicial, específicamente en su capítulo VI, artículos 10 y 1160.
Un argumento más que conviene tomar en cuenta es el relativo a la instancia
encargada de determinar la responsabilidad ética y las persona que han de integrar
la misma. La experiencia ha demostrado que este tipo de responsabilidad suele ser
ventilada ante un consejo consultivo, comisión de ética o tribunal de ética judicial.
Otro asunto más es el del debido proceso. En rigor, esta responsabilidad exige,
58
El argumento de la responsabilidad ética del juez lo he desarrollado con un poco más de detenimiento en:
Saldaña Serrano, Javier, “La responsabilidad ética del juez”, en Reforma Judicial, 14, México, 2009, pp. 53-69.
59
Cfr., Díaz Romero, Juan, Apuntes sobre Ética Judicial…, op. cit., pp. 1-58.
60
El Código Modelo de Ética Judicial para los Impartidores de Justicia de los Estados Unidos Mexicanos en
su artículo 16, numeral 3 señala: “La Comisión Nacional de Ética Judicial, al emitir sus recomendaciones, si el caso
lo amerita, podrá establecer en un punto resolutivo si se incurrió o no en RESPONSABILIDAD ÉTICA del servidor
público con el que se relacione la recomendación, sin que proceda imponer algún tipo de sanción; limitándose a
especificar en sus consideraciones los principios y virtudes de este Código que se estimen vulnerados y las razones
en las que se sustenten”.
61
Cfr. Ibid., pp. 50-51.
Son dos las funciones que a la justicia –a los jueces– nos corresponde asumir:
estamos llamados a la realización de la justicia concebida como manifestación
del poder (autoritas) del Estado, pero estamos obligados a ejercerlo –mejor, a
prestarlo– en clave de servicio a sus destinatarios, que dejan de ser los beneficiarios-
justiciables para configurarse como «usuarios»62.
XI. Conclusión
Como he tratado de mostrar, la ÉJ sin duda puede ser estudiada y explicada desde
distintos puntos de vista y con diferentes argumentos, pero todos estos esfuerzos
tendrían que pasar, en mi opinión, al menos, por las tesis expuestas anteriormen-
te. En verdad que se podrían agregar algunas otras tesis más, pero creo que es
básico comprender las vistas hasta aquí si queremos realmente tener un panorama
general de nuestra disciplina y de la forma en que la misma ha de ser desarrollada.
Referencias
62
Tomás y Tío, José Ma., “Judicatura”, en 10 palabras claves en Ética de las profesiones, Verbo Divino, Pam-
plona, 2000, p. 178.
63
Grande Yánez, Miguel, Ética de las profesiones jurídicas, Desclée, Bilbao, 2006, p. 113.
Bennett, J., Wiliam, The Book of Virtues. A treasury of grear moral stories, Simon-
Schuster, USA, 1993.
Calamandrei, Piero, Elogio de los Jueces escrito por un Abogado, Buenos Aires,
1969.
Casanueva Reguart, E., Sergio, Ética Judicial. Bases para la construcción de una
ética judicial, Porrúa, México, 2006.
Cortina, Adela, Ética aplicada y democracia radical, 3ª ed., Tecnos, Madrid, 2001.
Cruz Parcero, Juan Antonio, “La ética y el derecho”, en Ética Judicial, Tribunal
Díaz Romero, Juan, Apuntes sobre Ética Judicial, I, SCJN, México, 2011.
“El ABC de la deontología judicial”, en Serie Ética Judicial, 3, SCJN, México,
2005.
Farrell, D., Martín, “La ética de la función judicial”, en La función judicial. Ética
y democracia, Tribunal Electoral-Gedisa-Itam, España, 2003.
Kronman, T, Anthony, The lost Lawyer, mailing ideals of the legal profession,
Harvard University Press, E.U.A., 2001.
Platas Pacheco, María del Carmen, Filosofía del derecho, Prudencia, arte del juz-
gador, Porrúa, México, 2009.
Ríos Espinosa, Carlos, “Tres versiones de la ética judicial”, en Revista del Insti-
tuto de la Judicatura Federal, No. 16, México, 2003.
Saldaña Serrano, Javier, “La responsabilidad ética del juez”, en Reforma Judicial,
14, México, 2009.
Ética Judicial. Virtudes del Juzgador, 3era reimp., SCJN-IIJ, México, 2010.
Saldaña Serrano, Javier, y Veloz, Leija, Mónica, Celia, Informe nacional sobre el
estado de la ética judicial en México, I, SCJN, México, 2010.