Fallo 2
Fallo 2
Fallo 2
Y CONSIDERANDO:
El señor juez EUGENIO KROM dijo:
En primer lugar, y previo adentrarme en el análisis de los sucesos
traídos a conocimiento en este juicio, a los fines de una mejor
comprensión de los hechos entiendo útil efectuar una breve reseña del
contexto histórico en el que sucedieron los mismos, con referencia a las
amplias descripciones expuestas en las sentencias dictadas en los cuatro
tramos de la causa juzgados con antelación.
Por razones de orden expositivo comenzaré con el desarrollo del
marco histórico y la estructura militar en la región, para luego ingresar al
tratamiento de las cuestiones sentadas como preliminares, los casos en
particular, los imputados y su participación en los hechos, funciones y
responsabilidades; por último, la calificación legal y, en su caso, las
sanciones que deben aplicarse.
I. MARCO HISTÓRICO
El 24 de marzo de 1976 un grupo de agentes del Estado Nacional,
titulares de la más alta jerarquía castrense, a cargo de las jefaturas de las
tres Fuerzas Armadas del país, acompañados por el grueso de sus
subordinados, subvirtieron el Estado Constitucional de derecho
expulsando de manera violenta del poder a la por entonces presidente
legítima de la República Argentina, Sra. María Estela MARTÍNEZ de
PERÓN. El quebrantamiento del orden constitucional importó la
antijuridicidad de toda la actuación de la Junta Militar a cargo del país y
especialmente en cuanto aquí ocupa, respecto de la realización de
actividades policiales y del empleo de la fuerza pública estatal,
sustituyendo a las autoridades de la Constitución Nacional facultadas
para registrar domicilios, adoptar medidas cautelares personales,
interceptar correspondencia y demás facultades que resultan ser
absolutamente ajenas a las atribuciones de la rama ejecutiva en una
república. Quede en claro entonces –para el sentenciante y por la
incidencia que tendrá en la subsunción legal de tales conductas- que la
disposición de privar de libertad a personas por parte de jefes militares en
lugar del juez natural de la causa era, fue y es absolutamente inaceptable
para el Estado de derecho.
El fallo pronunciado en la causa nº 13 del registro de la Cámara
Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal de la
Capital Federal (de fecha 9/12/84), confirmada por el más Alto Tribunal de
la Nación (fallos 309:1) ha sentenciado con autoridad de cosa juzgada
que la autodenominada “Junta Militar” del gobierno de facto dispuso un
plan para la “Lucha contra la subversión” que detalladamente procuraba
la persecución y aniquilamiento de personas señaladas desde el aparato
del Estado como opositores políticos, económicos y sociales.
El territorio nacional resultó dividido en áreas, zonas y subzonas, y
desde sus orígenes se procedió a la individualización y secuestro de
sujetos vinculados a distintas actividades, existiendo un patrón común de
actuación que es posible resumir en la intervención de grupos armados
por lo general no identificables, la captura de las personas y su
alojamiento en centros de detención policiales y/o penitenciarios y/o
militares o bajo supervisión militar, en muchos casos, centros de
detención clandestinos, el empleo de vendajes en los ojos o capuchas
para evitar cualquier reconocimiento, la aplicación reiterada de tormentos
y toda clase de vejaciones antes, durante o después de los interrogatorios
y la disposición final del individuo con diferentes soluciones, las que iban
desde la libertad plena a la misma sujeta a determinadas condiciones
-entre las que podía estar la obligación de presentarse periódicamente
ante autoridades-, el “blanqueo” mediante la puesta a disposición del
Poder Ejecutivo Nacional, la opción de abandono del país, y
dramáticamente para el aprehendido y sus seres queridos, su eliminación
física bajo diferentes ropajes o la agregación a la nefasta categoría de
desaparecidos, situación en la que a la fecha permanecen aún miles de
compatriotas.
A mayor abundamiento basta citar lo resuelto en fallos: 327:3312;
CFCP, Sala I “ETCHECOLATZ, Miguel” (causa nº 7896); Sala II “LOSITO
Horacio” (causa nº 10.431); Sala III “MENENDEZ Luciano B.” (Causa nº
9896), entre muchas otras.
En lo que se refiere a la forma en que se produjeron los hechos en
esta región, corresponde remitirme a los aspectos fácticos que fueron
abordados pormenorizadamente por este mismo tribunal (con diferente
integración) en el primero de los tramos caratulados “REINHOLD, Oscar
Lorenzo y otros”. Sentencia firme, definitiva y con autoridad de cosa
juzgada, que autoriza a considerar “hechos notorios e incontrovertibles” a
cuanto allí fuera afirmado. Sin perjuicio de ello, tal como será materia de
desarrollo y evaluación pertinente a los casos que trate el decisorio,
procederá a comprobarse que la prueba ventilada en el debate llega a
idénticas conclusiones a las establecidas en los legajos que anteceden
con independencia de lo otrora sentenciado.
Precisamente el juicio que nos convoca se verifica como el quinto
tramo en el que el Tribunal Oral Federal con asiento en esta Ciudad debe
decidir en relación a una porción de hechos que constituyen un segmento
de un todo con características homogéneas en cuanto al tiempo de los
hechos, modalidad, partícipes criminales y víctimas en punto a su
derrotero. Ello ha tenido incidencia en la duración y desarrollo del debate,
toda vez que en reiteradas oportunidades se ha vuelto sobre aspectos
otrora tratados. Por tal motivo, es precisamente que se ha procedido a la
incorporación de toda la prueba conducente y útil rendida en los juicios
precedentes, denominados “REINHOLD”, “LUERA”, “DI PASQUALE” y
“CASTELLI”
Los hechos imputados en la causa, si bien delitos del derecho
penal ordinario existentes en el código sustantivo al propio tiempo de su
perpetración, según circunstancias de tiempo, modo, lugar y personas
establecidas por los acusadores, constituyen en su conjunto crímenes de
que no deben ser motivados, y 2) aquellos que sí deben serlo porque así
lo dispone la ley (sabido es que la falta de fundamentación de estos
últimos trae aparejada la nulidad). Considero que la convocatoria a
indagatoria se enmarca en el segundo supuesto.
Pues veamos entonces, si ante la ausencia de imputación a
CAMARELLI en la requisitoria de instrucción, los argumentos expuestos
por el juez en el caso se vislumbran suficientes en términos de motivación
para traerlo al proceso. Como ya dije, el magistrado se basó en “el curso
que han tomado las actuaciones y la profundización de las pruebas de
cargo colectadas”, sin brindar mayores explicaciones; redacción liviana
que bien podría entenderse – preliminarmente observada - por debajo de
un adecuado estándar. Sin embargo, al ser notificadas las partes nada
protestaron al respecto, cuando claramente podrían haberlo hecho.
Por otra parte, no debemos olvidar que cuando CAMARELLI fue
convocado a efectuar su descargo por el caso de OGA, ya había sido
sometido a proceso en la misma causa por otros hechos (ver autos
“LUERA” y “CASTELLI” del registro de este Tribunal, tramos de la causa
elevados con antelación al presente), con lo cual resulta evidente que ya
se encontraba individualizado en el proceso y este llamado constituyó una
ampliación de sus deposiciones anteriores. Estas particularidades,
sumado a la complejidad de la descripción del material probatorio, de
alguna manera podrían explicar el extremo que hoy da lugar a la protesta,
extremo que a mi juicio se remedia definitivamente en el acto indagatorio,
cuando no se escatiman esfuerzos para una exposición clara y detallada
del hecho atribuido y las pruebas obrantes en contra del imputado, lo que
evidencia su compromiso con los requisitos del artículo 294.
La circunstancia de que en ninguna instancia del proceso el
imputado o su Defensa hayan manifestado agravio alguno por esta
omisión del Ministerio Público Fiscal, se condice con la realidad de que no
se ha visto afectado el derecho de defensa en juicio, ya que desde el acto
indagatorio en adelante CAMARELLI ha tenido oportunidad de ofrecer
prueba, controlar la producida por la Fiscalía y el Juzgado u oponerse a la
misma, solicitar la reedición de aquella que hubiera sido colectada sin su
intervención, y requerir las que considerare pertinentes y útiles para su
defensa. En virtud de ello, no advirtiéndose la afectación de las garantías
constitucionales que rigen el proceso penal, decretar la nulidad incoada
resultaría un rigorismo formal excesivo e inútil.
III. CASOS
1. Félix Urbano Alcides OGA
Oriundo de la localidad de Catriel, Provincia de Rio Negro,
durante los años 1973/1975 residió en Mendoza, ciudad en la que cursó
en la carrera Ingeniería en Alimentos y en la que generó contacto con
integrantes de la Juventud Peronista. Se radicó en Neuquén en el año
1975, donde comenzó a estudiar Ingeniería en la Universidad Nacional
del Comahue e integró una orden espiritual llamada “Caballeros
Americanos del Fuego”.
El 27 de marzo de 1976, mientras se encontraba en la ciudad de
Catriel visitando a su familia, su padre le solicitó que fuera a la comisaría
a entregar un arma de su propiedad ya que creía que había una orden de
que los civiles debían entregar su armamento; así lo hizo junto a su amigo
Luis MENDOZA. Luego de ese hecho se presentaron en el domicilio
efectivos militares, de la Policía de Rio Negro y de Gendarmería, y lo
detuvieron. Primero lo llevaron a la Comisaría de Catriel donde
permaneció una noche, y luego de un breve paso por las Comisarías de
Cinco Saltos y Cipolletti, fue ingresado el 28/3/76 a la Unidad 9 con
asiento en Neuquén, donde permaneció alojado en una celda común. Allí
se encontró con algunos militantes barriales de Catriel y con TROPEANO
y JURE, a la sazón víctimas de los mismos eventos criminales.
El 29 de marzo de 1976 fue trasladado a la Delegación Neuquén
de la Policía Federal, donde fue colocado contra una pared y
encapuchado, para luego ser golpeado en la espalda con una goma.
Recibió, además, descargas eléctricas en su cabeza, mientras era
interrogado sobre su pertenencia a Montoneros. Luego de dos o tres
horas fue devuelto a la Unidad 9, donde permaneció aproximadamente
una semana. Posteriormente fue trasladado en avión hasta la delegación
de la Policía Federal de la ciudad de Viedma (Río Negro), allí se lo
interrogó sobre su pertenencia al movimiento espiritual “Caballeros
Americanos del Fuego”. En julio de ese año fue trasladado a la cárcel de
Villa Floresta (Buenos Aires), donde permaneció hasta septiembre u
octubre, luego de lo cual lo llevaron en avión y con los ojos vendados, a la
Unidad 6 de Rawson, donde al llegar fue golpeado. Allí lo mantuvieron
hasta el 21 de septiembre de 1977, fecha en la cual fue liberado.
2. Alipio QUIJADA
Conforme el relato efectuado por la esposa de QUIJADA,
testimonio que diera motivo a la investigación del caso, el nombrado
residía en la ciudad de Cutral Có, en la intersección de Avenida 22 de
Octubre y Persinek. Allí vivía con su familia -su esposa Elba ESPERÓN y
sus ocho hijos-. Trabajó en la Universidad Nacional del Comahue desde
el año 1971 hasta el 25 de marzo de 1975, que fue cesanteado por el
interventor Remus TETU. En la época de los hechos militaba en el
peronismo, y era familiar de Oscar HODOLA, militante del PRT-ERP, a la
postre desaparecido durante la última dictadura militar.
El 30 de septiembre de 1977 QUIJADA fue detenido en su
domicilio por una comisión conformada por soldados uniformados y
portando armas, que se movilizaban al mando de un Capitán en camiones
asestarle golpes con una pistola y el casco. Dijo que QUIJADA recibió
otro tanto y le decían que le pegaban por ser un degenerado por tener
ocho hijos, y a él por las cagadas que había hecho y con quién se
juntaba. Le decían que sabían lo que había hecho. Eso duró hasta que
los dejaron en la cárcel de Neuquén. Luego les tomaron las huellas, les
sacaron fotografías, les cortaron el pelo y los ubicaron en celdas
separadas, pequeñas -de 1m x 2m- con una puerta y sin ventanas.
Compartió detención con QUIJADA hasta que fueron liberados pasados
14 o 15 días, a las ocho de la noche, sin documentos ni dinero. Por
último, expresó que les resultó tan extraño haber sido liberados de ese
modo, que por temor a ser nuevamente secuestrados una vez que
salieron de la Unidad 9, todos se separaron y volvieron a Cutral Có cada
uno por su cuenta.
El testigo Miguel Ángel BALMACEDA, quien a la fecha de
detención de la víctima se desempeñaba como dependiente de la
Comisaría Sexta de Plaza Huincul, reafirmó que durante los años 1976 y
1977 dicha dependencia estaba tomada por el Ejército, y la Comisaría de
Cutral Có corría la misma suerte.
En el mismo sentido, el testimonio de Susana BRESCIA da cuenta
que en las jornadas del 29 y el 30 de septiembre de 1977 hubo un
operativo en las zonas de Cutral Có y Plaza Huincul en el cual resultaron
detenidos, entre muchos, su esposo Rodolfo Luis MARINONI –
actualmente desaparecido y cuyo caso fue ventilado en el tramo
“CASTELLI”-, Alipio QUIJADA y Rubén STEMPIN.
De la declaración de Ernesto JOUBERT surge que éste compartió
detención en la Unidad 9 con STEMPIN y con un grupo de Cutral Có,
entre los que se encontraría QUIJADA.
Obra además, la siguiente prueba instrumental incorporada por
lectura: Fotocopia de denuncia de Elba ESPERÓN ante la Fiscalía
Federal –fs. 2319/2339 de causa CASTELLI-, fotocopia de la declaración
testimonial de Rubén Darío STEMPIN –fs. 4195/4196 del Anexo A-,
fotocopia del Folio n° 10 del Libro de Registro de Entradas y Salidas de
Detenidos de la Unidad n° 9 del SPF –Libro obrante en el JFN-, fotocopia
del Folio n° 377 del Libro de Enfermería de la Unidad n° 9 el SPF – Libro
obrante en el JFN-, fotocopia de nota n° 969 del Ministerio de Justicia y
Derechos Humanos –fs. 4148/4149 del anexo A-, fotocopia de la
declaración testimonial de Berta Raquel PERAZZO –fs. 10.222/10.223 de
causa LUERA-, fotocopia de la declaración testimonial de Ernesto
JOUBERT –fs. 58 del Legajo nro. 16 “MARINONI”-, fotocopia del acta de
a) EJÉRCITO ARGENTINO
Oscar Lorenzo REINHOLD
A modo introductorio recordaré que Oscar Lorenzo REINHOLD
ingresó al Colegio Militar de la Nación en el año 1952, egresando como
subteniente del arma de Infantería. Dio inicio a sus estudios en
Inteligencia en el año 1965 con el grado de teniente primero (Informe de
Calificación año 65/66, a la vista en su legajo personal). Se desempeñó
en el Destacamento de Inteligencia 2 “Paraná” (Entre Ríos) con el grado
de capitán (Informe de Calificación año 67/68). Con el grado de mayor se
le otorgó por BRE 4440/72 la “APTITUD ESPECIAL DE INTELIGENCIA”
(Informe de Calificación año 71/72). En el año 1973 fue trasladado al BIN
VI Neuquén, donde prestó servicio en la Jefatura II Inteligencia. En
noviembre de 1980 pasó a revistar en Jefatura II Inteligencia del Estado
Mayor Conjunto con el grado de teniente coronel (BRE 4904/80; Informe
de Calificación año 80/81). Para 1982-1983 pasa a ser agregado militar
en la Embajada Argentina en la República de Chile. Concluye su carrera
con el grado de coronel como Comandante de la VIII Brigada de
Infantería, el 31 de diciembre de 1987.
Durante la época de los hechos aquí juzgados se desempeñó
como Jefe División II Inteligencia - G-2 (10/12/76 al 26/01/79); con el
grado de Mayor, desde el 14/1/76 fue auxiliar de esa Jefatura; desde el
31/12/76 con el grado de Teniente Coronel.
Llega al juicio que nos convoca imputado como coautor por
dominio funcional (art. 45 CP) de los delitos de privación ilegal de la
libertad agravada por el empleo de violencia (art. 144 bis inc. 1° último
párrafo, en función del art. 142 inc 1°, del CP, agregado por ley 14.616,
con la modificación de la ley 21.338) y aplicación de tormentos físicos y
psíquicos agravada por ser la víctima perseguido político (art. 144 ter,
segundo párrafo del CP, agregado por ley 14.616), en perjuicio de Félix
Urbano OGA y Alipio QUIJADA.
Llamado a prestar declaración indagatoria en sede instructoria
refirió que jamás impartió orden ilícita a los suboficiales subordinados a su
mando. También dijo que los hechos que se le indilgan acontecieron hace
37 años, razón por la cual no los recuerda con exactitud y se remite a lo
declarado con anterioridad; y que no se siente autor ni responsable de los
Gustavo VITON
El 24 de enero de 1974 asumió como Jefe de Compañía “A” del
Batallón de Ingenieros en Construcciones 181 (Provincia del Neuquén),
5.2.1.2 con asiento en Cipolletti, con las facultades propias de los jefes
militares.
Asimismo vale recordar por su pertinencia, los Decretos 2770,
2771 y 2772 dictados el 6 de octubre del año 1975, en virtud de los cuales
la policía rionegrina, al igual que todas las fuerzas policiales del país, se
encontraban subordinadas operativamente al Ejército en la denominada
“lucha antisubversiva”. Estas circunstancias no eran desconocidas por
CAMARELLI, dado que sus funciones en la Comisaría de Cipolletti
comenzaron en fecha 25/07/1975, de conformidad a cuanto surge de su
legajo personal.
Por otro lado, su defensa intentó demostrar que su pupilo no
intervino en la lucha con la subversión basándose en las conclusiones del
Informe de la Comisión de Derechos Humanos de la Provincia de Río
Negro, sin embargo el propio documento lo desmiente. Ello así por cuanto
en primer lugar concluye que a partir del 24 de marzo de 1976, la
participación de la policía de Río Negro en operativos de la llamada lucha
antisubversiva se encuentra acreditada con los testimonios de las
víctimas y/o de sus familiares, y en las propias declaraciones formuladas
por los funcionarios policiales ante esa Comisión. En segundo lugar, el
informe ubica a CAMARELLI transgrediendo el cumplimiento de funciones
legalmente asignadas a la Policía. Ejemplo de esto último, es la negativa
a recibir denuncias respecto de desapariciones. De esta manera lo
consigna el informe: “…es evidente que la policía rionegrina desapareció
como organismo receptor de denuncias respecto de desapariciones… las
mismas eran derivadas a vía muerta, aun cuando los funcionarios
jerárquicos tenían conocimiento de la realidad de los hechos…”.
El mismo informe en otro apartado le reprocha a CAMARELLI la
negativa a brindar información sobre el esquema represivo y sus actores.
Consigna explícitamente: “… en el libro de entradas y salidas del Penal
de Neuquén figura el ingreso de detenidos clandestinos provenientes de
la policía de Cipolletti… los funcionarios interrogados CAMARELLI,
QUIÑONES… rehúsan reconocer qué personas se las transmitió y desde
qué organismo concretamente les fueron impartidas. Afirman incluso
ignorar la identidad de los oficiales del ejército que dirigieron, en su
presencia, dichos operativos, o concurrieron a la comisarías para
interrogar a los detenidos allí alojados o para llevarlos consigo. Esto es
más inverosímil tratándose de funcionarios como los Comisarios
CAMARELLI… que por su ubicación en la estructura Policial, estuvieron
en contacto más directo con los procedimientos efectuados…”
V. CALIFICACIÓN LEGAL
Corresponde en este apartado determinar cuál es la subsunción
legal en que reposan las conductas imputadas, atribuciones típicas
comunes, aunque todas calificadas como delitos de Lesa Humanidad en
los términos del artículo 118 de la Constitución Nacional.
Teniendo en cuenta que al momento de los hechos se encontraba
vigente una legislación diferente a la actual, lo primero es establecer la ley
aplicable. A tal fin, se tendrá en especial consideración lo que manda el
art. 2 del Código Penal sobre los principios de irretroactividad de la ley
penal y aplicación de la ley penal más benigna.
Previo a ello vale dejar sentado que la relación concursal que
media entre los comportamientos punibles atribuidos a los encausados,
es la del concurso material. Ello, en tanto las privaciones ilegales de la
libertad y aplicación de tormentos constatadas, son acciones ejecutadas
son: privación ilegal de la libertad (art. 144 bis según ley 14.616),
privación ilegal de la libertad agravada (art. 142 según ley 20.642 y art.
144bis según ley 14.616) y aplicación de tormentos (art. 144ter, según ley
14.616).
delito bajo análisis por aquella época, y ni los principios del propio
Derecho Humanitario recogidos en la Convención de Ginebra (1864)
contemplaron la hipótesis de arrestos sin órdenes. Vale concluir entonces,
que las órdenes para secuestrar a las víctimas fueron contrarias a la
propia normativa vigente.
Si bien nadie viene acusado en este tramo con el agravamiento
dado por la extensión por más de un mes de la privación ilegal de la
libertad, a fin de completar el análisis de la presente figura, creo oportuno
reiterar aquí el criterio vertido en la causa “LUERA” –mismo también
sostenido por la Cámara Federal de Apelaciones de General Roca en el
Legajo de Apelación Nº 10 vinculado a los presentes autos (cfr. fs.
7983/7986 causa “CASTELLI”)- en tanto fue considerado que la
circunstancia de que el Poder Ejecutivo Nacional haya ordenado el
arresto mediante un decreto significó imprimir legalidad a la detención
producida con antelación. Ello, por cuanto conforme el escenario en el
que se desarrollaron los hechos, donde como ya dije, la clandestinidad
era una de las bases del plan sistemático de represión instaurado por las
Fuerzas Armadas, tal decreto constituía el modo de blanquear la situación
de detención, y con ello cesa el rasgo típico de la figura de privación ilegal
de la libertad que se venía consumando.
Imposición de tormentos
En el año 1958, mediante la ley 14.616 se tipificó en el artículo 144
tercero del Código Penal el delito de tormentos. Su texto debe aplicarse a
los casos en estudio, puesto que resulta más benigna que la redacción
actual.
Dicha figura típica supone un ataque a la dignidad de la persona:
“La tortura no es una violación cualquiera de los derechos humanos. Su
prohibición está en el núcleo básico de la civilización y la racionalidad.
Atenta contra la esencia de la condición humana” (RAFECAS Daniel, tesis
doctoral “La tortura y otras prácticas ilegales a detenidos”, Del Puerto ed.
Bs As, 2010, p. 206).
El abundante desarrollo doctrinario y jurisprudencial sobre la
materia aparece a partir de la experiencia concentracionaria del
nacionalsocialismo. Así, su expresa prohibición es reconocida en la
Declaración Universal adoptada y proclamada por la Asamblea General
de la Naciones Unidas en 1948, por el Pacto Internacional de Derechos
Civiles y Políticos (Resolución 2200A, diciembre de 1966), la Declaración
Americana (DADH), Pacto de San José de Costa Rica (1969), y la
familiares directos de las víctimas –en este caso, los padres de OGA y la
esposa e hijos de QUIJADA-, quienes se vieron obligados a periplos
impensados en aras de obtener información respecto de sus seres
queridos, y en algunos casos, cuando finalmente se reencontraron, a
emigrar de su lugar de asiento dejando toda su anterior vida atrás para
generarse un porvenir de la nada, sin recursos y en un sitio extraño (caso
QUIJADA).
En cuanto a las pautas subjetivas previstas en el inc. 2° del art. 41
del CP, algunas deben ser computadas como agravante para todos los
encartados, mientras que otras operarán como agravante o atenuante
según el caso.
Es así, que a mi juicio constituye un agravante para todos los
imputados la consideración de los motivos que los llevaron a delinquir,
pues como ha quedado dicho, todos participaron del plan sistemático
cuyo objetivo final era perseguir, encarcelar y aun quitar la vida, a un
grupo de la población civil por sus ideas políticas.
El resto de las pautas valorativas previstas en la ley que no sean
mencionadas al tratar cada caso en particular, deberá entenderse como
de insuficiente entidad como para ser tenidas como agravante o
atenuante, y no como un olvido o déficit de evaluación en esta delicada
tarea de cuantificar la pena.
Sentado lo que antecede, a continuación las penas a imponer a
cada uno de los acusados.
Antonio Alberto CAMARELLI, alcanzado por los agravantes a
que se hizo referencia más arriba, considerando como atenuante que no
registra antecedentes computables a la fecha, debe ser condenado a la
pena de TRES (3) AÑOS de PRISIÓN, inhabilitación por doble tiempo del
de la condena, accesorias legales y costas del proceso, por considerarlo
partícipe primario penalmente responsable del delito de privación ilegal de
la libertad agravada por el empleo de violencia (art. 144 bis -inciso 1,
último párrafo- en función del art. 142 -inciso 1- del CP, t.o. ley 14.616,
con la modificación de la ley 21.338) cometido en una oportunidad (caso
OGA).
Jorge Héctor DI PASQUALE, alcanzado por los agravantes a que
se hizo referencia más arriba, considerando como atenuante que no
registra antecedentes computables a la fecha, debe ser condenado a la
pena de CINCO (5) AÑOS y CUATRO (4) MESES de PRISIÓN,
inhabilitación por doble tiempo del de la condena, accesorias legales y
costas del proceso, por considerarlo partícipe primario penalmente
Sol M. Colombres
Secretaria