Internet y Derecho Internacional Privado
Internet y Derecho Internacional Privado
Internet y Derecho Internacional Privado
I. INTRODUCCIÓN
En esta era de la Posmodernidad, como algunos gustan llamar, apreciamos una notable
expansión de las relaciones a distancia, virtuales, producto de las nuevas vías de comunicación,
y de la facilidad en el intercambio de la información que favorecen la celebración de negocios
y la realización de todo tipo de actividades, más allá de las fronteras territoriales, estatales.1
Emerge, a su turno, un nuevo concepto, noción de sociedad: la Sociedad de la
Información, que nos permite estar comunicados con todo el mundo las veinticuatro horas del
día, gracias principalmente a Internet, un nuevo instrumento a través del cual se llevan a cabo
un sinnúmero de relaciones jurídicas de la más variada índole, despojadas de los límites de
espacio y tiempo tradicionales, y entabladas de modo sumamente rápido y con costos
mínimos.
* Abogada, egresada con Medalla de Oro (UBA). Doctora de la Universidad de Buenos Aires (Área Derecho
Internacional). Magister en Relaciones Internacionales (UBA). Profesora Adjunta regular de Derecho
Internacional Privado y de Derecho de la Integración en la Facultad de Derecho, UBA. Coordinadora de la
Maestría en Derecho internacional Privado (Facultad de Derecho, UBA). Es Miembro Permanente del Instituto
de Investigaciones Jurídicas y Sociales "Dr. Ambrosio L. Gioja". Directora de Proyectos UBACyT y DECyT. Es
autora y coautora de capítulos de libros, artículos, ponencias y comunicaciones en Congresos, sobre temas de su
especialidad.
1 Cfr. DE MIGUEL ASENSIO, Pedro Alberto, “El Derecho Internacional Privado ante la globalización”, en
1
Este nuevo modo de comunicación ha transformado la realidad social. Los medios
electrónicos y en particular la web han revolucionado al Derecho, creando nuevos problemas
jurídicos de compleja solución. Así, la sociedad de la información, el comercio electrónico y la
contratación celebrada por medios electrónicos son temas que ocupan un lugar destacado en el
Derecho que se está gestando.
Internet ha erosionado, en los hechos, los límites geográficos. Esta suerte de
“desterritorialización”, de “deslocalización” trae como consecuencia la imposibilidad, o al
menos la seria dificultad, de los Estados para regular de modo independiente este fenómeno.
Algunos autores hablan de la crisis del monopolio del Estado en la reglamentación de las
relaciones entre personas de derecho privado como consecuencia de la globalización.2
Asimismo, las circunstancias descriptas promueven “el cuestionamiento del empleo de
una regulación territorial jerárquica producto de la soberanía estatal, frente a la que se abre
paso la toma en consideración de procesos de creación de normas de base no geográfica con la
implicación de los actores relevantes; que contribuye a erosionar en este contexto el alcance de
las técnicas localizadoras paradigmáticas del DIPr”.3
En este sentido, no podemos soslayar la opinión de quienes entienden que en Internet
la tendencia imperante debe girar hacia la autorregulación, y hacia la solución de controversias
al margen de las jurisdicciones nacionales.
Ante ello, los Estados han advertido que una labor coordinada suele ser cuanto menos
más eficaz que la acción unilateral de cada uno de ellos por separado. Incluso, en ciertos
supuestos, la cooperación interestatal se ha transformado en un imperativo.
Así, podemos percibir que aún cuando las legislaciones de fuente interna, de carácter
nacional continúan siendo fundamentales; al menos, en algunas áreas, aquellas se ven influidas
por tendencias armonizadoras a nivel universal o regional.4
Piénsese en la importancia de regular este fenómeno que se expande año tras año.
Solamente, en Argentina, el comercio electrónico movió unos $ 20.000 millones en 2007 y en
2008 creció un 40 por ciento, según la Cámara Argentina de Comercio Electrónico (CACE).5
2 En este sentido, DRAETTA, Ugo, “Internet et commerce électronique en droit international des affaires”, en
Recueil des Cours, Académie de Droit International de La Haye, Tome 314, 2005, p. 21 y ss.
3 Cfr. DE MIGUEL ASENSIO, Pedro Alberto, “El Derecho Internacional Privado ante la globalización”, en
Anuario Español de Derecho Internacional Privado, t. 1, 2001, ps. 37 – 87, párrafo 25.
5 Diario La Nación, del 9 de enero de 2008. Disponible en: http://www.lanacion.com.ar/977431
2
Mientras que en 2006, unos cinco millones de cibernautas argentinos realizaron operaciones
comerciales en Internet por un total de 10.000 millones de pesos, según datos de la misma
entidad, alcanzando por cuarto año consecutivo un crecimiento con tasas superiores al 100%,
ya que durante 2005 las ventas online ascendieron a 4800 millones de pesos.
Según Internet World Stats, en marzo de 2009, había casi 1600 millones de navegantes
en el mundo, de los cuales unos 173 millones están en América Latina.
En nuestro país se calcula que hay entre 17 y 20 millones de usuarios (42 % de la
población), cifra que nos ubica en el segundo lugar por cantidad de usuarios de la Red en
América latina, después de Chile y bastante por encima de la media internacional que es del 22
por ciento. De ellos, casi 4 millones navegan con conexiones de banda ancha (el 40% se
concentra en la zona del AMBA –Area Metropolitana de Buenos Aires).
Se estima que más de 11 millones de argentinos hacen consultas virtuales antes de
adquirir un producto. Según el CACE, el 60 % aproximadamente de esas consultas termina en
una compra en un local a la calle y el resto en una transacción de e – commerce.6 Mientras
que, en cambio, en 2006 apenas el 12 % de los usuarios realizaba compras on line.
Internet es una red abierta, no sometida al gobierno de ninguna autoridad central, a
diferencia de lo que sucede en las redes de acceso restringido. Por ello, resulta de toda
obviedad la necesidad de normas y medidas que brinden certeza y seguridad jurídicas a los
contratantes virtuales.
Si a ello, le sumamos el dato de la internacionalidad,7 inherente a Internet, la falta de
certeza se incrementa, ya que surgen los problemas clásicos del Derecho Internacional Privado:
el conflicto de leyes y el conflicto de jurisdicciones.
La falta de un marco normativo, como sucede en nuestro país, configura un obstáculo
central para el desarrollo de este nuevo canal de comercialización, dado que un importante
número de transacciones se frustran por la desconfianza de los potenciales usuarios y
operadores de la red.
Vale recordar que uno de los ocho objetivos de la Declaración del Milenio de las
Naciones Unidas es “velar por que se puedan aprovechar los beneficios de las nuevas
corresponde a portales del exterior, básicamente sitios web norteamericanos. Cfr. Diario La Nación, del 21 de
agosto de 2008. Disponible en http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1041742,
3
tecnologías, en particular, los de las tecnologías de la información y de las comunicaciones”.
Consideramos, que para ello, es imprescindible la regulación de Internet y en particular de las
relaciones jurídicas que se llevan a cabo en este nuevo espacio.
El gran desafío es, entonces, adaptar las legislaciones nacionales a este fenómeno que
presenta notas de extrema transnacionalidad, de profunda extraterritorialidad, y alcanzar un
nivel adecuado de armonización de las legislaciones en la materia.
Nos ocuparemos en esta ocasión de contextualizar este fenómeno y de aproximarnos a
las distintas tendencias existentes en relación con la regulación de Internet, desde la particular
mirada del Derecho Internacional Privado.
8 Cfr. ORTIZ, Tulio, “Pero, qué es la globalización?, en Suplemento de Derecho Internacional Privado y de la Integración,
elDial.com, Ed. Albremática, Buenos Aires, 2007. Disponible en: http://www.eldial.com/suplementos/privado
4
limitar fuertemente la soberanía interior y exterior de los Estados miembros; las autoridades
"supranacionales" tienen la posibilidad de asegurar y afirmar por medio de cortes de justicia
adecuadas la manera en que su derecho "supranacional" debe ser aplicado por los Estados a
casos concretos: ha desaparecido el poder de imponer impuestos y comienza a ser limitado el
de acuñar moneda (...). Pero hay también nuevos espacios, ya no controlados por el Estado
soberano: el mercado mundial ha permitido la formación de empresas multinacionales que
tienen poder de decisión no sujeto a nadie y libres de cualquier control (...). Los nuevos medios
de comunicación de masas han permitido la formación de una opinión pública mundial (...). La
plenitud del poder estatal está en decadencia. Con esto, sin embargo, no desaparece el poder;
desaparece solamente una determinada forma de organización del poder, que tuvo su punto de
fuerza en el concepto político - jurídico de soberanía.”9
Sin embargo, en general, se sostiene que el término "globalización" fue acuñado en
1983 por Theodore Levitte para designar una convergencia de los mercados del mundo. En
este sentido escribió: "En todas partes se vende la misma cosa y de la misma forma". 10 En
1990, Kenichi Ohmae amplió el contenido del término ya que lo describió como una cadena
que incluye la investigación y el desarrollo, la ingeniería, la producción, la comercialización, los
servicios y la banca. Y en 1995 en "El fin del Estado-Nación", sostiene que en el futuro la
nueva economía mundial tendrá como núcleo no a los estados-nación sino a muchas regiones
entrelazadas, al modo de estados-región, ciudades-estado o ciudades globales.11
Por su parte, el Fondo Monetario Internacional (FMI) define la globalización como la
interdependencia económica creciente en el conjunto de los países del mundo, provocada por
el aumento del volumen y variedad de las transacciones transfronterizas de bienes y servicios,
así como de los flujos internacionales de capitales, al mismo tiempo que por la difusión
acelerada y generalizada de la tecnología.12
9Cfr. BOBBIO, Norberto y MATEUCCI, Nicola, Diccionario de Política, Siglo XXI Editores, México, 1986, p. 1544
y ss. Hemos decidido incluir esta conceptualización del fenómeno porque la consideramos sumamente descriptiva
y adelantada a la época.
10 Theodore Levitte propone la utilización de este término con el alcance mencionado en "Globalization of
trabajos del FMI, publicados en su página web: www.imf.org. Entre ellos fueron consultados: "La globalización:
¿Amenaza u oportunidad?", de abril del 2000, "Perspectivas de la economía mundial", mayo de 2000, "Iniciativa
para la reducción de la deuda de los países pobres muy endeudados (PPME)", y "Guide to Progress in
Strengthening of the International Financial System".
5
En efecto, la globalización ha permitido romper las barreras nacionales, expandir los
mercados y generar la propagación mundial de nuevas tecnologías capaces de abolir las
distancias. Asimismo, la información se ha vuelto accesible a un costo muy bajo y ha devenido
mucho más transparente en todos los rincones del universo.
En este contexto, se ha generado lo que se ha dado en llamar “Sociedad de la
Información”, que se compadece con la Posmodernidad, en donde los límites de los Estados
se han esfumado, la población se torna inestable por las migraciones y el poder estatal se
descentraliza, se atomiza, se extraterritorializa.
13 Cfr. ORTIZ, Tulio y LESCANO GALARDI, Verónica, “¿Hacia un Estado Posmoderno argentino?
Transformación e identidad”, en ORTIZ, Tulio y PARDO, María Laura (coords.) Estado Posmoderno y
Globalización. Transformación del Estado – Nación Argentino, Departamento de Publicaciones. Facultad de Derecho.
UBA, Buenos Aires, 2005, p. 6.
14 Cfr. LORENZETTI, Ricardo, Comercio electrónico, Ed. Abeledo Perrot, Buenos Aires, 2001, p. 14.
6
III. ¿QUÉ ES INTERNET? UNA APROXIMACIÓN JURÍDICA
15 Cfr. SMITH, Bradford L., “The Third Industrial Revolution: law and policy for the Internet”, en Recueil des
Cours N° 282, Academie de droit international de La Haye, Francia, 2000, p. 247.
16 Cfr. DE MIGUEL ASENSIO, Pedro Alberto, Derecho Privado de Internet, segunda edición actualizada, Ed.
and International Jurisdiction – Ottawa, 28/2-1/3/00. Preliminary Dcument N° 12, Agosto de 2000.
18 “Jane Reno, Attorney General of the United States et al. appellans vs. American Civil Liberties Union, et all,
sentencia del 26 de junio de 1997. Citado por BRIZZIO, Claudia R., La informática en el nuevo derecho, Ed. Abeledo
Perrot, Buenos Aires, 2000, p. 38.
7
mundial de computadoras con un conjunto de protocolos, el más destacado, el TCP/IP. ...”
(es.wikipedia.org/wiki/Internet); “Red de redes. Sistema mundial de redes de computadoras
interconectadas.” (www.chenico.com/glosarioi.htm); “Red de ordenadores a nivel mundial.
Ofrece distintos servicios, como el envío y recepción de correo electrónico (e-mail), la
posibilidad de ver información en las páginas Web, de participar en foros de discusión (News),
de enviar y recibir ficheros mediante FTP, de charlar en tiempo real ...”
(usuarios.lycos.es/Resve/diccioninform.htm); “Conjunto global de redes informáticas
interconectadas que permite la comunicación entre sus usuarias y usuarios en todo el mundo.”
(www.juntadeandalucia.es/empleo/orienta/menuInicioguia/glosario.asp); “conjunto de
ordenadores, o servidores, conectados en una red de redes mundial, que comparten un mismo
protocolo de comunicación, y que prestan servicio a los ordenadores que se conectan a esa red;
debe decirse siempre "la Internet" (jamillan.com/glosario.htm); “Concatenación de muchas
redes individuales TCP/IP de campus, regionales, y nacionales (como NSFnet y ARPAnet)
dentro de una sola red lógica que comparten un esquema común de direccionamiento.”
(www.maccare.com.ar/glosario_redes.htm); “apócope de International Net, soporte de
comunicación entre computadoras” (net = red).”
(pcvc.sminter.com.ar/cvirtual/help/glosario/glosaesp.htm); “Red internacional que conecta
miles de redes más pequeñas. ``Internet'' con mayúscula se refiere a la red que actualmente se
usa, mientras que ``internet'' con minúscula es el concepto de interconectar varias redes.”
(www.catedratelefonica.upf.es/webes/2005/Glosario_Terminos.html); “A pesar de que
normalmente se repita mucho lo de la gran red, la red de redes, Internet no es una red, sino un
conjunto de ellas -un conjunto enorme, por cierto- pertenecientes a muchos ámbitos:
universidades, empresas, gobiernos, centros de investigación, etc. (www.telecable.es/
personales/carlosmg1/glosario_i.htm).
De las diferentes definiciones existentes, podemos apreciar los denominadores
comunes que nos aproximan a un concepto general pero muy ilustrativo acerca de qué es
Internet: “red de redes”, “interconectadas entre sí” que permiten la “comunicación a nivel
mundial”.
Vale recordar brevemente que sus orígenes se remontan a la creación de ARPANET en
1969, una red promovida por el Departamento de Defensa de los Estados Unidos, y destinada
a establecer una red informática de comunicación, capaz de resistir grandes daños, producidos
por eventuales ataques nucleares de la Unión Soviética. En 1973, se conectaron a esta red
8
nacional norteamericana, Noruega e Inglaterra. A fines de la década de los sesenta, ARPANET
se empleaba para conectar más de veinte centros de ordenadores. En los ochenta, este número
se multiplicó por diez, gracias a la conexión de los centros informáticos de las principales
universidades norteamericanas. Finalizada la Guerra Fría, se incentivó su uso académico y
científico, principalmente, a través de la National Science Fundation. En 1992, el Gobierno del
Presidente Bill Clinton, autorizó la entrada a la red de empresas. Así, para fines de 1995,
existían 6,6 millones de nodos en más de cien países.19
En nuestro país, las primeras conexiones a Internet datan de 1987. En 1995, se
vendieron las primeras conexiones comerciales a Internet.
Respecto de la naturaleza jurídica de Internet, para algunos sólo constituye un medio de
transmisión, de comunicación novedoso, que en consecuencia no representa un cambio
sustancial en relación con otros medios tradicionales; para otros, en cambio, Internet es un
exponente de transformación social, que conmueve los cimientos clásicos sobre los que se
edificaron los ordenamientos jurídicos. Ante estas posiciones antagónicas, surgen dos grupos,
tal como afirma Lorenzetti: una posición “ontológica”, según la cual estamos ante un mundo
nuevo que demanda un derecho diferente, y la otra, “instrumental”, que traslada sin más las
reglas existentes mediante el principio de analogía. Tal como veremos más adelante, ambas
corrientes difieren sustancialmente respecto del problema de la regulación de Internet.20
9
competentes, estatales o no estatales, para resolver las controversias que se originan en este
nuevo espacio, así como en cuanto a la determinación de la ley aplicable y sobre la eficacia
extraterritorial de las decisiones judiciales que se dicten al respecto.21 Por otro lado, cabe
destacar que “bloquear el acceso a los recursos de Internet por países resulta casi imposible. Si
bien los ordenadores conectados a la Red poseen una dirección..., ésta no se corresponde con
una ubicación geográfica sino un lugar dentro de la Red. No se trata de direcciones físicas en el
espacio real, sino más bien lógicas dentro del “cyberespacio”. Por ello, las direcciones de
Internet son eminentemente transportables y su movimiento permanece en todo sentido
oculto para el navegante... La falta de limitación geográfica observada implica que cada vez que
alguien coloca información en el Red, la está enviando automáticamente a todo el mundo.22
21 Cfr. DE MIGUEL ASENSIO, Pedro Alberto, Derecho Privado de Internet, segunda edición actualizada, Ed.
Civitas, Madrid, 2001, p. 85.
22 Cfr. IEZZI, María Verónica, El conflicto jurisdiccional en Internet. Jurisdicción iusprivatista internacional aplicable al
comercio en la red, Ed. Ábaco de Rodolfo Depalma, Buenos Aires, 2005, ps. 36 - 37.
10
paquete con los demás, rearmando el mensaje.23 Sin embargo, no existe una sola ruta para
transmitir esta información de un ordenador a otro, sino que dependerá de diversos elementos
circunstanciales, como la densidad de tráfico o la existencia de averías en alguna red u
ordenador intermediarios. De allí, la imposibilidad técnica de que un organismo gestione,
controle, dirija Internet.24 Si bien existen agencias internacionales de gobierno de la web que
establecen estándares y habilitan el sistema para que funcione (Internet Society, ICANN, WIPO,
entre otros), el acatamiento a sus disposiciones es voluntario, y depende, en definitiva, de la
posición adoptada frente a los principios de autogobierno de Internet.25
Otras características trascendentes, estrechamente vinculadas con las mencionadas con
anterioridad, son la deslocalización y la incorporalidad, que para algunos autores, la convierten
en un medio de comunicación totalmente distinto a los ya existentes: prensa, radio, televisión,
telecomunicaciones. 26
La deslocalización resulta de los caracteres técnicos de la web: a) es imposible conocer
y predeterminar los recorridos que siguen las informaciones digitales que circulan en la red, b)
la localización de quienes operan en Internet es totalmente desconocida, dado, que de hecho,
cualquiera puede conectarse desde cualquier lugar del mundo, c) ni siquiera la localización del
sitio desde el cual el operador se conecta es conocida, ya que puede haber mirrors27 o sitios con
un nombre encriptado; d) la navegación por la red se hace de manera intrínsecamente
anónima, es suficiente contar con una dirección electrónica en algún portal de acceso masivo
(Yahoo!, Hotmail, Google, entre otros) para comenzar a operar anónimamente en la red; e) el
número de destinatarios de mensajes transmitidos vía Internet es prácticamente infinito dado
los bajos costos para el acceso a Internet.28
Efectivamente, una misma persona que se conecta a la red puede ser encontrada por lo
menos en tres lugares al mismo tiempo: en el lugar donde está conectada la computadora
23 Cfr. IEZZI, María Verónica, El conflicto jurisdiccional en Internet. Jurisdicción iusprivatista internacional aplicable al
comercio en la red, Ed. Ábaco de Rodolfo Depalma, Buenos Aires, 2005, p. 34.
24 Cfr. DE MIGUEL ASENSIO, Pedro Alberto, Derecho Privado de Internet, segunda edición actualizada, Ed.
(coord. académico), Informática y Derecho. Aportes de doctrina internacional, N° 7, Ed. Depalma, Buenos Aires, 2001 p.
38, y disponible en http://ecomder.com.ar
26 Cfr. DRAETTA, Ugo, “Internet et commerce électronique en droit international des affaires”, en Recueil des
servidor diferente.
28 Cfr. DRAETTA, Ugo, “Internet et commerce électronique en droit international des affaires”, en Recueil des
11
utilizada para navegar en Internet; en el lugar donde la computadora ha accedido a Internet y
en el territorio virtual llamado “ciberespacio”. Así que, es muy posible encontrar a un
internauta en diferentes Estados al mismo tiempo.29 Toda una paradoja para un Derecho y un
ordenamiento jurídico creados para el mundo real.
Por su parte, la intangibilidad o incorporalidad, se vincula evidentemente con la
eliminación del soporte papel en el comercio electrónico, que ha generado la elaboración de un
nuevo principio aplicable al comercio electrónico: el principio de equivalencia funcional.
En este ámbito aterritorial e inmaterial, entonces, “las nociones de proximidad física y de
comunidad geográfica pierden parte de su sentido, habida cuenta de que para ciertas
actividades las fronteras físicas (en particular, las geopolíticas) se convierten en irrelevantes, lo
que se traduce en el cuestionamiento del empleo de la regulación territorial jerárquica producto
de la soberanía estatal, frente a la que se abre paso la toma en consideración de procesos de
creación de base no geográfica, con la implicación de los actores relevantes, lo que contribuye
también a erosionar en este contexto el alcance de las técnicas localizadoras paradigmáticas del
DIPr”.30
En suma y en líneas generales, los problemas jurídicos31 surgidos con motivo de la
aparición de Internet tienen relación con el conflicto entre su naturaleza deslocalizada y la
índole territorial de ciertas normas que de basan en la noción de “lugar” (lugar de celebración
de un contrato, lugar de ejecución o cumplimiento de un contrato, lugar del establecimiento de
una de las partes, lugar de su domicilio o residencia habitual, lugar de comisión del delito, lugar
de producción del daño, etcétera). O bien, se vinculan al conflicto entre la naturaleza
inmaterial de Internet y las normas que exigen o presuponen soporte papel.32
29 Cfr. VIBES, Federico P. “¿Qué ley gobierna en Internet?”, en Jurisprudencia Argentina 2005-II, p. 1386.
30 Cfr. DE MIGUEL ASENSIO, Pedro A., “El Derecho Internacional Privado ante la globalización”, en Anuario
Español de Derecho Internacional Privado, t. 1, 2001, párr. 6.
31 Existen diversas cuestiones de índole jurídica que han sido afectadas sensiblemente con el desarrollo de
Internet y del comercio electrónico. La Comisión Europea ha destacado cuatro temas principales: la recaudación
del IVA, la propiedad intelectual, la protección de datos personales y los contratos, en especial los de consumo.
Ver COMISIÓN DE LA COMUNIDAD EUROPEA, “Globalization and the Information Society, The need for
Strengthened International Co-ordination”, COM (98) 50, ps. 6 – 8.
32 Cfr. DRAETTA, Ugo, “Internet et commerce électronique en droit international des affaires”, en Recueil des
12
Internet y en particular el comercio electrónico, tiene una multiplicidad de
protagonistas. Además de las partes (contratantes), se hallan presente los llamados
intermediarios o prestadores de servicios de la sociedad de la información: los tan mentados
access providers, service providers, content providers.
De Miguel Asensio menciona entre tales actores a los llamados operadores de
telecomunicaciones, los proveedores de acceso, los proveedores de servicios de Internet, los
suministradores de servicios en línea y suministradores de contenidos, y los usuarios.33
Los operadores de telecomunicaciones son aquellos que disponen de la infraestructura
que permite la transmisión de datos. Por su parte, el proveedor de acceso es quien proporciona
el servicio de conexión a la red: cuenta con una conexión permanente a Internet y facilita lo
medios que garantizan la conexión del ordenador del cliente a la red. Es común que los
proveedores de acceso, además faciliten otros servicios, como la posibilidad de almacenar en
su computadora central el correo electrónico del usuario, la puesta a disposición de espacio en
el disco fijo de su ordenador para páginas web del cliente, incorporar la información que el
cliente quiera difundir a través de las páginas web y proporcionar posteriores servicios de
apoyo. Estos son, entonces, los denominados proveedores de servicios de Internet. Por su
lado, los suministradores de servicios en línea son aquellos que proporcionan información a los
abonados a sus sistemas cerrados, que funcionan como red propia, alojando páginas de
terceros y como vía de acceso a Internet que contratan los proveedores de acceso. A su turno,
los suministradores de contenido son los titulares de la información y de los datos que
constituyen los contenidos de las páginas web. En un sentido más amplio, también son
suministradores de contenido quienes introducen mensajes en grupos de noticias o foros
similares y hasta quien envía un mensaje de correo electrónico.
Todos estos intermediarios pueden incurrir en distintos grados de responsabilidad
frente a incumplimientos contractuales y por actos ilícitos, en la órbita de la responsabilidad
extracontractual, tema que excede los objetivos de este trabajo, pero que no por ello, es una
cuestión baladí.
Finalmente, son actores principales de Internet, sus usuarios: empresas de toda índole,
grupo empresarios, organismos estatales y privados, organizaciones nacionales e
internacionales, con y sin fines de lucro, profesionales, y consumidores.
33Cfr. DE MIGUEL ASENSIO, Pedro Alberto, Derecho Privado de Internet, segunda edición actualizada, Ed.
Civitas, Madrid, 2001, p. 37 y ss.
13
VI. ¿QUIÉN Y CÓMO PONE ORDEN EN EL CIBERESPACIO?
TEORÍAS EN PUGNA SOBRE LA REGULACIÓN JURÍDICA DE
INTERNET
34Cfr. DE MIGUEL ASENSIO, Pedro Alberto, Derecho Privado de Internet, segunda edición actualizada, Ed.
Civitas, Madrid, 2001, ps. 75 – 76.
14
Tal como podemos apreciar, en materia de regulación jurídica de los problemas que
plantea Internet, existen dos corrientes claramente diferenciadas: quienes promueven la “no
regulación” o la “autorregulación, como dos caras de la misma moneda, por una parte, y
quienes abogan por la regulación estatal, ya sea a través de normas de Derecho Internacional
Privado o de un Derecho especial de y para el Ciberespacio.
35En igual inteligencia, CAFFERA, Gerardo, “Regulación del comercio electrónico en Internet”, en Rippe, S.,
Creimer, I, Delpiazzo, C y otros, Comercio electrónico. Análisis jurídico multidisplinario, Ed. Bdef, Julio César Faira
Editor, Buenos Aires, 2003, ps. 42 y ss.
15
Sin embargo, debemos recordar que aún en estos casos especiales, la ciencia jurídica ha
encontrado la forma de someter estos aparentes espacios sin ley, a un ordenamiento jurídico:
por ejemplo, la ley del Estado de pabellón para los barcos en alta mar o para los aviones, o la
del Estado de la nacionalidad para las expediciones científicas.36
Por otro lado, no olvidemos que la red se encuentra indefectiblemente sometida a
ciertas normas, a una especie de Código y de Protocolos que determinan cómo se protege la
privacidad, si se censura o no a la libre expresión, si el acceso a la información es irrestricto o
limitado, si hay control o no de lo que los usuarios pueden ver.37 Efectivamente, Internet está
sometida a una forma de regulación, de tipo exclusivamente técnico, prácticamente desde sus
orígenes.38
Para quienes defienden la posición que estamos analizando, en general, la solución
vendría de la mano de la "autorregulación", es decir de las normas que la propia red, que sus
usuarios adoptan y respetan en la práctica: códigos de conducta de los internautas,
autorregulaciones de los proveedores de acceso, usos seguidos en Internet, principios del E –
Business adoptados por asociaciones profesionales u organizaciones internacionales. En
definitiva, la elaboración de una normativa material, diseñada especialmente para Internet: una
suerte de renovada Lex Mercatoria, Lex Informatica, Lex electrónica, International CyberLaw, Cyberalty,
según las diversas terminologías que denotan un mismo fenómeno. Esta sería la única
alternativa viable, frente a la imposibilidad de los Estados de regular las actividades que se
desarrollan fuera del ámbito territorial donde ejercen soberanía.
Entre las ventajas de la autorregulación, se han destacado: a) proporcionaría soluciones
directas, inmediatas a los problemas planteados, evitando las remisiones de leyes estatales; b)
sería un sistema legal auténticamente internacional, mundial, válido en todos los países del
mundo; c) ante la carencia de respuestas a los problemas planteados por las tecnologías en
Internet en las legislaciones estatales, la elaboración ex novo de una legislación ad hoc sería lo más
adecuado; d) este sistema legal internacional podría verse acompañado de un sistema
sancionatorio propio, eludiendo la necesidad de los tribunales estatales e incluso de los árbitros
tradicionales del arbitraje comercial internacional, sustituidos por “magistrados virtuales”; e) el
36 En igual sentido, DRAETTA, Ugo, “Internet et commerce électronique en droit international des affaires”, en
Recueil des Cours, Académie de Droit International de La Haye, Tome 314, 2005, p. 60.
37 Cfr. LESSIG, Lawrence, “Code is law”, en Harvard Magazine, enero/febrero de 2000, p. 37 y ss.
38 Cfr. MARAIS, Bertrand du, "Auto régulation, régulation et co - régulation des réseaux", Coloque "Droit de
16
International CyberLaw tiende a garantizar la máxima libertad de expresión y de comunicación en
la red. 39
Sin embargo, varias críticas se han alzado frente a dicho proceso de autorregulación,
autocomposición de alcance global, fundadas principalmente en la falta de legitimidad
democrática en su elaboración dado que la mayoría de los participantes y usuarios quedan sin
representación alguna. En efecto, “las grandes empresas utilizadoras de Internet impondrían a
su interés y capricho los contenidos del International CyberLaw, mientras que los consumidores y
pequeñas empresas tendrían poco que decir en la elaboración de esta normativa... sería, en
definitiva, el “Derecho del más fuerte”... Además, tampoco cuentan con la posibilidad de
generar un conjunto de sanciones que hicieran creíble y coercible el International Ciberlaw”.40
Precisamente por ello, se descree de la real efectividad de tales normas puesto que su
ejecutabilidad depende en última instancia de las jurisdicciones estatales. 41
Por otro lado, téngase presente que la vigencia de una Lex electronica, creada por los
operadores del ciberespacio es incompatible con la idea de soberanía estatal, que aún y, pese a
los embates de la globalización, sobrevive.
Lo cierto es que en los hechos, en la realidad, nos encontramos con un número
reducido de cuestiones sometidas a la autorregulación, tales como aquellas relativas a ciertas
cuestiones técnicas y al sistema de nombres de dominio. Además, los códigos de conducta se
limitan a expresar compromisos genéricos de un comportamiento ético y ajustado a principios
jurídicos básicos e indeterminados, con mecanismos de sanción limitados como el
apercibimiento público y la expulsión de la asociación promotora del código de conducta; sin
perjuicio de que muchos de ellos prevén expresamente el recurso a las normas estatales cuando
los instrumentos de autodisciplina son insuficientes.42
39 Cfr. CALVO CARAVACA, Alfonso L., y CARRASCOSA GONZÁLEZ, Javier, Conflictos de leyes y conflictos de
jurisdicciones en Internet, Ed. Colex, Madrid, 2001, p. 16 y ss.
40 Cfr. CALVO CARAVACA, Alfonso L., y CARRASCOS A GONZÁLEZ, Javier, Conflictos de leyes y conflictos de
17
Privado a fin de determinar quién es el juez competente ante una controversia en el
ciberespacio, qué ley estatal deberá aplicar y cuáles serán los efectos del reconocimiento de
sentencias extranjeras. O bien, dentro de los canales normales de creación de derecho estatal,
crear una nueva rama del Derecho, llámese Derecho de Internet.
En defensa de la regulación, afirma Brenna, “las seguridades técnicas, muy relevantes,
deben acompañarse de las seguridades legales, y éstas deben satisfacer tanto como en el pasado
nos han satisfecho las soluciones elaboradas para el mundo de papel y derechos localizados”. Y
continúa, “un espacio sin leyes es realmente atractivo para nuestro espíritu de libertad. Pero un
espacio sin ley no existe en este mundo real ni en el espacio virtual de la red. Un espacio sin ley
aparente esconde siempre el imperio de las regulaciones del más fuerte”. 43
Asimismo, Lorenzetti expresa: “El funcionamiento de Internet no es una cuestión
meramente privada; es una forma extrema de globalización, con efectos políticos y sociales,
que involucran el orden público y la necesidad de regulaciones. No se trata de auspiciar
intervenciones distorsivas, sino de tipo institucional, tendientes a resguardar la privacidad, el
consumo, la moral, el trato igualitario y no discriminatorio”44.
En similar inteligencia, De Miguel Asensio sostiene: “La mayor parte de los conflictos
de intereses y relaciones que tienen lugar en Internet plantean cuestiones análogas a otras ya
conocidas fuera de este medio y vinculadas especialmente a la innovación tecnológica... No
puede extrañar, en consecuencia, que exista una gran variedad de normas estatales aplicables
para dar respuesta a las necesidades de regulación asociadas a Internet y que el punto de
partida en la regulación de las actividades que tienen lugar a través de la Red sea el recurso a las
normas vigentes en el “mundo real”. Las jurisdicciones y legislaciones estatales continúan
desempeñando un papel esencial en la configuración del régimen jurídico de las relaciones
privadas surgidas en Internet; proporcionan un conjunto de principios y reglas susceptibles de
ser aplicados y facilitan la ejecución de los derechos y obligaciones creados en este nuevo
contexto, si bien la diversidad de jurisdicciones que pueden resultar afectadas menoscaba la
seguridad jurídica.”45
43 Cfr. BRENNA, Ramón G., “Internet: espacio virtual sin ubicación ni ley” en Altmark, Daniel (dir.) y Bielsa,
Rafael (coord. académico), Informática y Derecho. Aportes de doctrina internacional, N° 7, Ed. Depalma, Buenos Aires,
2001 p. 46 y disponible en http://ecomder.com.ar
44 Cfr. LORENZETTI, Ricardo, Comercio electrónico, Ed. Abeledo Perrot, Buenos Aires, 2001, p. 42.
45 Cfr. DE MIGUEL ASENSIO, Pedro Alberto, Derecho Privado de Internet, segunda edición actualizada, Ed.
18
Entre las ventajas y seguridades que inspira la corriente que afirma que las normas de
Derecho Internacional Privado pueden brindar respuestas eficaces a los problemas de Internet,
siguiendo a los Profesores Calvo Caravaca y Carrascosa Gonzalez, podemos mencionar: a) el
recurso al Derecho Internacional Privado de los Estados está ligado a la defensa de los valores
contenidos en las Constituciones democráticas y por ello es un Derecho más justo que el
International CyberLaw; b) el Derecho Internacional Privado, como derecho estatal, es un
producto democrático, no de elites económicamente privilegiadas, sino de la soberanía del
pueblo; c) así, el respeto por el principio de soberanía queda garantizado; d) el Derecho
Internacional Privado cuenta con un aparato coercitivo (la organización de los tribunales
judiciales) capaz de proporcionar soluciones eficaces.46
Se puede sostener, entonces, que los cibernautas requieren certidumbre y
previsibilidad para operar en el espacio virtual. Y esta seguridad jurídica, tan necesaria a fin de
dar confianza a ciberempresarios y ciberconsumidores puede ser brindada fielmente por el
Derecho, en particular, por las normas del Derecho Internacional Privado.
En pocas palabras, desde la perspectiva que compartimos, el ciberespacio no es un
compartimento estanco, ajeno a las reglas del Derecho, a las tradiciones, a las costumbres, a las
culturas, a las creencias religiosas, alejado del mundo real. 47
Insoportable Levedad del No Ser”, en Libro homenaje a la Doctora Berta Kaller de Orchansky, Fundación de Córdoba,
2005.
19
derecho comercial internacional, que los Estados pueden o no adoptar y en todo caso, se
reservan la decisión acerca del modo en que se introducen en el derecho nacional (según las
tradicionales Teorías Monista y Dualista48), y la jerarquía que le reconocen a tales normas
internacionales.
También nos encontramos con el interesante fenómeno del llamado Derecho
Comunitario en la Unión Europea, que cuenta con peculiares características tales como su
primacía respecto de los derechos estatales49, su aplicabilidad inmediata50 y su efecto directo51.
En efecto, múltiples aspectos de las relaciones jurídicas de los ciudadanos de la Unión están
regulados por normas de derecho comunitario, de índole supranacional o supraestatal, que han
desplazado o han requerido la adaptación de los derechos internos.
Pero, quizás la máxima expresión de derecho no estatal, la encontramos en lo que se
conoce como lex mercatoria, dado que a diferencia de los casos anteriores en los cuales los
Estados tienen una importante participación en la creación de la norma, ya sea convencional o
comunitaria, en este supuesto son exclusivamente los operadores del comercio internacional
quienes la elaboran, generando un orden de tipo transnacional.
48 Existen dos clásicas teorías opuestas que tratan de explicar la integración del derecho internacional en los
distintos ordenamientos internos y las múltiples relaciones entre el Derecho Internacional y el Derecho Interno.
La primera teoría denominada Dualista, postula la separación del derecho internacional y de los distintos
ordenamientos internos. Sostiene que son dos ordenamientos jurídicos totalmente diferentes e independientes
uno del otro, incomunicados entre sí, que tienen ámbitos de validez y de acción, diversos. Por ello, para que una
norma internacional ingrese al ordenamiento interno necesita de un acto de transformación. La segunda teoría
llamada Monista sostiene que existe un solo orden jurídico universal con dos subsistemas: uno interno y otro
internacional, relacionados jerárquicamente. En tanto la integración es directa e inmediata, según esta teoría el
derecho internacional no requiere ningún acto de transformación para que se incorpore al ordenamiento interno.
49 Según la jurisprudencia del Tribunal de Luxemburgo, ningún Estado podrá alegar dificultades internas o
disposiciones de su ordenamiento jurídico nacional para justificar el incumplimiento de las obligaciones y plazos
resultantes de una norma comunitaria. El recurso a disposiciones (aún constitucionales, en principio) del orden
jurídico interno para limitar el alcance de las normas del Derecho Comunitario no podría admitirse porque
afectaría a la unidad y a la eficacia de este Derecho ya que la primacía es una característica propia y esencial del
derecho comunitario y en tal sentido es una “regla fundamental para la existencia de la Comunidad”. Véase en
especial: “Costa c/ENEL” (Asunto 6/64), “Simmenthal” (Asunto 106/77).
50 La aplicabilidad inmediata implica la incorporación automática de las normas comunitarias a los ordenamientos
internos estatales sin necesidad de ningún acto de recepción, incorporación o transposición a tal fin. La entrada
en vigencia se produce según las previsiones del propio sistema comunitario (publicación en el diario oficial de las
Comunidades Europeas). Véase casos emblemáticos resueltos por el Tribunal de Luxermburgo en los que fue
sentado este principio: “Van Gend and Loos” (Asunto 26/62); “Costa c/ENEL” (Asunto 6/64), “Simmenthal”
(Asunto 106/77).
51 El efecto directo hace referencia a la posibilidad de regular la actividad de los particulares directamente, implica
que el derecho comunitario confiere derechos e impone obligaciones a los ciudadanos, a los Estados Miembros y
a las instituciones, y que aquéllos pueden exigir su cumplimiento y observancia ante los tribunales internos, sin
necesidad de incorporación previa a los derechos nacionales. Puede verse también los casos: “Van Gend and
Loos” (Asunto 26/62); “Costa c/ENEL” (Asunto 6/64), “Simmenthal” (Asunto 106/77).
20
Este conjunto de principios generales, de usos y costumbres, de cláusulas estándar, de
modelos contractuales procuran imponerse a las leyes nacionales que se considerarían
inadecuadas, “desnacionalizando”, “deslocalizando”, a su paso, las relaciones contractuales
internacionales. En este mismo sentido, quienes operan en el comercio internacional, suelen
elegir el arbitraje internacional como mecanismo de resolución de sus controversias,
sustituyendo las jurisdicciones nacionales.
Para algunos autores, estaríamos en presencia de un nuevo ordenamiento jurídico,
original, distinto e independiente de los ordenamientos nacionales e internacionales. Para otros,
en cambio, principalmente por su falta de autosuficiencia, no podría erigirse en un tercer
orden normativo.52
Por otra parte, se puede incluir entre las normas de origen extra - estatal al
denominado soft law, que se caracteriza por su no obligatoriedad. Se incluyen en esta categoría:
las leyes modelos, las guías, las comunicaciones y recomendaciones de organizaciones
internacionales, los códigos de conducta.53
En síntesis, coincidimos con quienes sostienen que las legislaciones nacionales y, en
especial, las normas y los principios de Derecho Internacional Privado cumplen un rol
esencial en la regulación de las relaciones jurídicas que nacen, se desarrollan y extinguen en el
ciberespacio. Por su parte, las mencionadas reglas de origen extra – estatal juegan un papel
destacado en tanto los propios sistemas jurídicos estatales reconocen un amplio alcance a la
autonomía de las partes para regir las relaciones contractuales que celebran.54
Las legislaciones nacionales continúan siendo fundamentales, aún cuando no podemos
dejar de reconocer que en el mundo globalizado, las normas jurídicas nacionales se ven
influidas por tendencias armonizadoras a nivel global o regional, así como por la evolución de
los otros ordenamientos nacionales. Al respecto, se ha dicho que “la evolución del Derecho de
la actividad económica en la actualidad responde a un fenómeno de “glocalización”,
caracterizado por la descentralización (la complejidad y el marco institucional existente son
obstáculos insalvables para la generalización de un Derecho global) en su producción, de
52 Véase al respecto: FELDSTEIN de CÁRDENAS, Sara L., Contratos internacionales, Tercera Parte: Lex mercatoria.
Ed Abeledo Perrot, Buenos Aires, 1995; “La Lex Informatica: La Insoportable Levedad del No Ser, en Libro
homenaje a la Doctora Berta Kaller de Orchansky, Fundación de Córdoba, 2005.
53 Cfr. DRAETTA, Ugo, “Internet et commerce électronique en droit international des affaires”, en Recueil des
21
ámbito predominantemente nacional, pero, al mismo tiempo, orientado a satisfacer las
exigencias de la globalización, mediante su carácter flexible y abierto, que facilita la eficacia de
normas reguladoras del comercio internacional de origen extraestatal y de las elaboradas en el
marco de cooperación internacional, así como una creciente influencia de las tendencias de la
práctica jurídica transnacional”.55
Calvo Caravaca y Carrascosa González comienzan su obra en la materia que nos ocupa
con un párrafo, a nuestro criterio, significativo y esclarecedor: “La irrupción de Internet en el
mundo del Derecho repercute en todas las ramas jurídicas, pero especial y fundamentalmente
en el Derecho internacional privado. Internet representa el modo más depurado, hasta ahora,
de mundializar y globalizar las situaciones privadas: incrementa el número y variedad de
situaciones privadas internacionales. Ello hace del Derecho internacional privado el
protagonista principal del impacto del Internet en el mundo jurídico.”56
Afirman los autores, “La alternativa tradicional, es decir, la aplicación del DIPr. de cada
Estado, constituye, así, la vía real que lleva a solucionar las cuestiones legales que el uso de
Internet ha hecho surgir. Ello es así porque – salvo aspectos muy particulares, como la
propiedad de los “dominios” en la red - en realidad, los problemas jurídicos que plantea
Internet no son nuevos... Se trata de problemas clásicos -contratación internacional,
responsabilidad civil no contractual, protección de la intimidad, etc.-, presentados, ahora, eso
sí, con un ropaje tecnológico novedoso... La pretensión de construir un “mundo aparte” para
Internet, necesitado de reglas nuevas y propias, es una falacia, pues los problemas jurídicos son
los mismos en el mundo real y en el virtual. Internet es sólo un medio más veloz de
comunicación, como antes lo fue el telégrafo, el teléfono, el correo o el fax... Internet no es
55 DE MIGUEL ASENSIO, Pedro A., “El Derecho Internacional Privado ante la globalización”, en Anuario
Español de Derecho Internacional Privado, t. 1, 2001, párr. 25
56 Cfr. CALVO CARAVACA, Alfonso L., y CARRASCOSA GONZÁLEZ, Javier, Conflictos de leyes y conflictos de
22
sino otro modo de concluir contratos inter absentes, cuestión conocida y tratada por la doctrina
desde los tiempos de F. K. V. Savigny.”57
En efecto, tal como destaca Burnstein, las cuestiones legales más espinosas que plantea
el ciberespacio corresponden al Derecho Internacional Privado: ¿qué tribunales serán
competentes y qué ley aplicarán a los diversos litigios que pueden surgir en Internet?58
Por ello, el interrogante que podemos plantearnos es el siguiente: ¿es realmente
necesario generar un “derecho de Internet” o un “derecho del comercio electrónico”, distinto,
autónomo del Derecho Internacional Privado?
En realidad, lejos de amenazar la existencia del Derecho Internacional Privado, Internet
fortalece su necesidad y su función principal: garantizar la protección de los individuos en
todas aquellas relaciones jurídicas privadas, que presenten elementos extranjeros. En tanto
existan divergencias entre los sistemas jurídicos estatales, no podrán desaparecer las reglas de
Derecho Internacional Privado. Sería necesario uniformar todo el derecho y dotar a los jueces
de una competencia universal, lo cual es poco probable, dadas las diversas tradiciones
jurídicas.59
Sin embargo, no es posible desconocer que la web pone en tela de juicio las técnicas
localizadoras tradicionales del Derecho Internacional Privado debido a las propias
características de este medio que ya hemos señalado, y principalmente por el hecho de que
cualquier relación jurídica en Internet, afecta a múltiples jurisdicciones, y por tanto a infinidad
de Estados.
Piénsese en la dificultad para determinar el lugar de celebración o el lugar de ejecución
de un contrato celebrado y concluido on line. O bien, las absurdas consecuencias que derivan
del criterio del “lugar de producción del daño”, en materia de responsabilidad extracontractual,
que podría generar demandas en todos los países del mundo, debido al alcance planetario de
Internet.
Ante este panorama, se ha considerado la necesidad de repensar y adaptar las reglas
tradicionales del Derecho Internacional Privado: “es preciso adoptar nuevas soluciones de DIPr
57 Cfr. CALVO CARAVACA, Alfonso L., y CARRASCOSA GONZÁLEZ, Javier, Conflictos de leyes y conflictos de
jurisdicciones en Internet, Ed. Colex, Madrid, 2001, ps. 22 – 23. Sin embargo, veremos más adelante en este trabajo
que no necesariamente todos los contratos celebrados por medios electrónicos son contratos entre ausentes.
58 Cfr. BURNSTEIN, Matthew, “Conflicts on the net: choice of law in transnational cyberspace”, en Vanderbilt
23
que no sean criterios rígidos de DIPr, sino criterios flexibles, que no aparezcan fundados
exclusivamente en la vinculación del problema jurídico con el territorio de “un Estado”... En el
campo del Derecho aplicable es deseable adoptar puntos de conexión abiertos, como la vinculación
más estrecha del caso con un país (Proper Law Doctrina – Centre of Gravity Doctrine), o los efectos
sustanciales del acto en un país (Effect Doctrine)... Son criterios adecuados porque permiten a las
partes prever la aplicación de una ley estatal concreta y porque pueden funcionar en un
contexto ageográfico” y mundializado como es Internet... En el ámbito del la competencia
judicial se impone aceptar un régimen que desarrolle la teoría de los “Minimum Contacts”. De
esa forma, para evitar que todas las jurisdicciones del mundo se consideren competentes, sólo
podrán conocer los tribunales del país con que el acto presenta “estrechos contactos”.60
Por la adaptación de las reglas tradicionales de Derecho Internacional Privado también
se pronuncia De Miguel Asensio en estos términos: “Internet exige la adaptación de ciertos
planteamientos tradicionales relativos a la identificación de la jurisdicción estatal competente y
del ordenamiento jurídico aplicable. Al mismo tiempo, se refuerza la necesidad de
coordinación internacional en este sector, que contribuya a superar la inseguridad jurídica
existente”. Prosigue, “la aplicación de las reglas de competencia judicial internacional
tradicionales a las actividades en Internet presenta peculiaridades, asociadas a una necesaria
adaptación que garantice las exigencias del derecho fundamental a un proceso justo o el
derecho constitucional a la tutela judicial efectiva... Los criterios atributivos de competencia
son típicamente de base territorial y van referidos a actos... o a los participantes..., de modo que
el nuevo contexto tecnológico plantea dificultades para la concreción de tales criterios respecto
de las actividades en la Red, que tienen un alcance mundial.” En cuanto a la ley aplicable, ante
el panorama que presenta Internet, el autor expresa que “esta circunstancia favorece soluciones
flexibles que permitan tomar en consideración al formular las respuestas jurídicas valores de
los ordenamientos de diversos países sobre los que se proyecta una determinada conducta a
través de la red, si bien ésta pone en contacto (o en conflicto) un número extraordinario de
sistemas y culturas jurídicas. El nuevo contexto exige también en materia de ley aplicable
reconsiderar la utilización de ciertos puntos de conexión territoriales..., valorando su
60 Cfr. CALVO CARAVACA, Alfonso L., y CARRASCOS A GONZÁLEZ, Javier, Conflictos de leyes y conflictos de
jurisdicciones en Internet, Ed. Colex, Madrid, 2001, párr. 22.
24
sustitución por otros más flexibles y mejor adaptados a las nuevas exigencias, en un análisis
diferenciado según las materias...”.61
XI. CONCLUSIONES
Tras haber recorrido el camino trazado en este trabajo, podemos concluir, entonces,
que el Derecho Internacional Privado no ha perdido su virtualidad, su capacidad e idoneidad
para resolver los conflictos que se suscitan en aquellas relaciones jurídicas que presentan
elementos extranjeros y que afectan al menos a un interés privado, aun cuando se desarrollen
en estos nuevos espacios, a través de las más modernas tecnologías de la información.
Cierto es que, ante estos escenarios “posmodernos”, los juristas tendrán que brindar
nuevas calificaciones autárquicas que definan aspectos de las relaciones jurídicas que se llevan a
cabo a través de Internet y de otras tecnologías, y en especial de los puntos de conexión
clásicos: lugar de celebración o de cumplimiento de un contrato, lugar de domicilio, residencia
habitual, o establecimiento de las partes, lugar de comisión de un ílicito, lugar de producción de
un daño, entre otros. Para ello, posiblemente tendremos que recurrir a algunas ficciones, de las
que el Derecho nunca estuvo ajeno.
Nuestra disciplina ante los desafíos del presente se encuentra plena de vitalidad y con
las herramientas adecuadas para resolver muchos de los conflictos que se producen en la
Sociedad de la Información, en la que todos, consciente o inconscientemente, transitamos.
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61Cfr. DE MIGUEL ASENSIO, Pedro Alberto, Derecho Privado de Internet, segunda edición actualizada, Ed.
Civitas, Madrid, 2001, ps. 93 a 98.
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