Reyes - Cometierra
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Cometierra
Dolores Reyes
2019
Editorial Sigilo. 173 pp.
A partir de las visiones de una niña, que tiene el don de saber dónde están los
seres queridos que faltan, la novela evoca la vulnerabilidad de los que padecen
el abandono del Estado. Por Andrés Buisán.
que hay que buscarla en otro lado. En la carne de los sentimientos, en las
asperezas del dolor o el perfume del amor. Todo aquello que uno puede pensar
metafísico se presenta como materia palpable a través de los sentidos.
La escritura es la materialidad del mundo imaginado, que por ser imaginado no
es menos real, como una visión o un sueño. La tierra que come la protagonista
se siente en el cuerpo. El dolor que siente también. De esta manera la escritura
de Reyes va construyendo una materialidad alrededor de los sentidos. Esta es
probablemente una de las mejores herencias de Saer, volver material el mundo
percibido a través de los sentidos.
Cometierra tiene una visión constante con Ana, su exmaestra que fue asesinada,
como la madre, en otro caso de femicidio. Con Ana habla en el sueño, porque
Cometierra quiere saber quién la mató. No se lo pregunta porque teme que
también “ahí” se pueda morir. Así la vida y la muerte se diversifican. La vida está
además en la conciencia y la muerte puede ir más allá de los cuerpos, como en
“Los pensionistas de la memoria” de Pirandello.
Reyes narra solo lo necesario, dejándole espacio al lector para que reponga o
complete fragmentos de historias. Se narra lo posible sabiendo de la carencia
que tiene la lengua, que no puede reponer el dolor con solo nombrarlo. La historia
se va desarrollando a través de indicios, se cuenta a través de huellas o rastros.
Así, la trama prescinde de situaciones, hechos y sentimientos que quedarán en
el pensamiento o idea del lector, para que aquello que parece ausente se
presente en ese nuevo cuerpo encarnado.
La sintaxis puede ser un devenir o una puñalada. No hay oraciones muy
extensas pero sí lo suficiente como para darle un ritmo continuo, para que la
acción de la novela avance lo necesario. Pero que se corte cuando se tenga que
interrumpir, para escindir la lectura, para molestar al lector que lee de corrido,
que quiere saber, impaciente, cómo sigue. El lector avanza hasta que lo
sorprende un punto y aparte o hasta que aparecen oraciones cortantes, como
“Estaba viva” o “Lástima de todas juntas”. Por eso podemos decir que la sintaxis,
como la trama, son elípticas, como la misma escritura, que no puede expresar
todo, que no puede terminar de decir la angustia.
La primera novela de Dolores Reyes narra el abandono del Estado, la
vulnerabilidad de las víctimas a través de un personaje singular, una niña
visionaria. Este personaje le permite a la autora indagar en el peso de los
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