Piratas en El Callao
Piratas en El Callao
Piratas en El Callao
CALLAO
19
HERNAN GARRIDO
LECA
19
la historia del viejo puerto. Ese año -como todos los años-
la maestra organizó un paseo al puerto, y ese año nos
tocó ir al Real Felipe.
19
Entre tanto ensayo mental para aparentar la mayor
destreza posible en el uso de mi cuchillo, el camino se
me hizo nada. Cuando volví en mí, ya estaba frente a
toda 2 la imponencia del Real Felipe. El halo sobre San
Lorenzo era ahora más brillante aun. Pero, como siempre,
justo cuando uno empieza a imaginar las más distintas
explicaciones, la voz de pito de la maestra me indicaba
que me bajara del ómnibus y formara fila a un lado.
19
encontró con un pedazo de piedra que sobresalía de una
de las paredes. Toqué la forma con las dos manos
tratando de imaginar qué era. Grité para llamar a mis
compañeros pero no escuché mi voz ni tampoco la de
ellos. Me colgué de la figura de piedra y no pasó nada.
Ahora me doy cuenta de que, en realidad, yo quería que
pasara algo. Decidí entonces jalar la figura. No tuve más
que moverla unos pocos centímetros hacia atrás y se
abrió un hueco en el piso por el que caí, primero muy
rápido y luego cada vez más lento y más lento, durante
horas, hasta que creo que me quedé dormido. Nunca
imaginé lo que viviría durante los días siguientes...
Al despertar me
encontré tendido
sobre una playa.
Supe que era
algún lugar
cerca del Callao
porque frente a
mí estaba la isla
de San Lorenzo
con su radiante
halo de luz. Las
bolicheras, los
19
cargueros y los barcos de guerra ya no estaban. Había,
en cambio, un maravilloso galeón con muchas velas.
Estaba lejos. Me paré para ir hacia él y me di con una
hilera de casas, cientos de casas, casi todas a orillas de
la playa. Como a uno o dos kilómetros había algunos
edificios que parecían almacenes o bodegas de vino.
Detrás de las casas había algunas chacras. Un camino las
cruzaba y se perdía en la explanada. Al fondo, lejos, se
veía un pueblo bastante más grande, a decir de las
muchas torres de las tantísimas iglesias que tenía. Ahora
que evoco ese recuerdo supongo que aquel pueblo era
nada menos que la ciudad de Lima.
19
problemas al respecto y preferí aceptar que había viajado
por algo así como un túnel del tiempo cuando caí al vacío
luego de mover aquella extraña piedra. Acepté entonces,
recién, que estaba en algún lugar del tiempo en donde el
Real Felipe no había sido construido.
19
el fuego de nuestras armas y la sangre de nuestras
entrañas...
19
Corrí a la calle, como todos, y luego me dirigí a una de
las defensas. Al caer la tarde, 8 galeones grandes y 4
más pequeños se acercaron a la rada por el lado norte,
por un lugar que llamaban Bocanegra. Aunque todos
esperaban el desembarco esa noche, nada pasó. Los
nervios de los defensores estaban hechos trizas. Fue una
larga, muy larga noche.
19
un lado a otro. Repentinamente, quedé frente a frente
ante un niño de 10 ó 12 años. Él caminó hacia mí y me
dijo:
19
de mi papá, moví una piedra y aquí estoy... Llegué hace
dos días...
- ¿Y cómo llegamos?
- ¿Chalana?
19
- Sí, un bote.
- ¿Y luego qué?
19
4. ¡Al abordaje! o de cómo me hice un pirata más
19
así, hasta el camarote del mismísimo Jacques L'Hermite,
el Holandés.
L'Hermite era un
hombre más bien
bajo aunque, a
primera vista,
trajinado en la
piratería. No sé por
qué lo digo. Quizá
sea por la aureola de
solemnidad y terror
que sentí que le
rodeaba. No tenía ni
parche en el ojo ni
pata de palo.
El Holandés escuchó
en silencio el parte
de uno de sus
hombres. No se inmutó, en lo absoluto, ante el relato de
lo sucedido. Se limitó a decir que aquello de las espadas
peleando solas en el aire era un mal augurio y, horas
después, los 1637 hombres sabían lo ocurrido y lo dicho
por L'Hermite. Nosotros lo escuchamos narrado por un
cocinero portugués a su ayudante y prisionero, un
gallego gordo que se comía hasta la cáscara de las papas
que pelaba.
19
5. Los días pasan y el bloqueo continúa
19
murió por decir, en medio de su borrachera, que
guardaba el mapa de un tesoro en su morral. Amaneció
muerto, desapareció el morral y no se supo quién lo hizo.
19
- Usted lo ha dicho, don Ignacio: materialmente imposible
pero estratégicamente probable.
- ¿Cómo así?
Y así fue. Ese mismo día, horas más tarde, hicimos todo
aquello que sabíamos espantaría a los piratas: comimos
uvas y tomamos vino sobre la cubierta y a plena luz del
día; izamos y arriamos la bandera varias veces; hicimos
rodar barriles de babor a estribor y viceversa; y,
finalmente, levamos anclas y dejamos el barco a la
deriva mientras el piloto logró recuperarse del susto. En
menos de 6 horas, todos los hombres de L'Hermite
hablaban de un motín para presionar a su almirante a
levantar el bloqueo y zarpar rumbo a cualquier otra
parte.
19
Y sucedió lo que tenía que suceder. En un descuido vi
como L'Hermite atravesó el corazón de Ignacio, quien
sólo alcanzó a gritar:
19
7. Sobre la retirada de los piratas y de mi vida en
San Lorenzo
19
Me tomó algunos meses comprender que me quedaría
aquí, en San Lorenzo, por el resto de mi vida. Desde aquí
he visto muchas cosas pasar en el Callao. Vi, por
ejemplo, cómo se constituyó el Real Felipe y, muchos
años más tarde, lo que creo fue el Combate del 2 de
Mayo. Y así tantas otras cosas hasta que con el correr de
otros muchos años y no sé por qué, me hice visible y
empecé a envejecer. Lo extraño es que nunca he
enfermado.
19