Bourdieu - El Oficio Del Sociólgo

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P.

Bourdieu – “El oficio del sociólogo”

Ruptura con las prenociones del sentido común


El sociólogo está familiarizado con su objeto de estudio (el universo social), participa de él, vive en él y al
mismo tiempo lo estudia. Por esa razón, al sociólogo le es muy difícil separar sus propias percepciones de
la ciencia, porque al estar tan familiarizado con el universo social, tiende a consumir todo tipo de
concepciones sobre él que son ficticios. Estas concepciones, son lo que Durkheim llama “prenociones”, las
primeras opiniones que se tienen sobre determinados hechos sociales, que se presentan como una
colección falsa de juicios de uso alternativo. Estas “nociones comunes”, según Bourdieu, que pertenecen
al sentido común deben ser rotas. No basta simplemente con una lectura de lo real, sino que se supone la
ruptura con lo real y las configuraciones que propone la percepción.

Para que se dé la ruptura hay que realizar una crítica metódica lógica y lexicológica del lenguaje
común, esto implica que las prenociones están estructuradas en la lengua común, por lo tanto, hay que
analizar y criticar sus esquemas, la forma que están estructuradas. Hay muchos términos del lenguaje
común que adquieren una apariencia de cientificidad, y por eso, (son tomados como datos y en realidad
son objetos constituidos por el lenguaje común) son utilizados como términos científicos. Para no
confundirnos con ellos hay que analizarlos críticamente, porque si no lo hacemos, estos conceptos que
aparentan poder explicar en términos científicos son tomados como tales y caemos entonces en la
sociología espontánea. La solución está en explicitar la totalidad de los esquemas utilizados, decir de
donde vienen, para que sirven.
 
Ilusión de transparencia y principio de la no-conciencia
 
La sociología espontánea opera gracias a la filosofía del sentido común, la filosofía ingenua de la acción y
de la relación entre la acción y el sujeto, que cree que tan sólo con describir las motivaciones, los
intereses, las opiniones, las actitudes de los sujetos respecto de esa acción, estará construyendo una
verdad científica. La cuestión es mucho más compleja, no se podrá explicar un fenómeno social sólo a
partir de la percepción que tienen los sujetos que participan de este. Hay otras causas profundas que
escapan a la conciencia y que explican a este fenómeno (principio de la no-conciencia).
Es por eso que para conocer un hecho social el sociólogo tendrá que construir el sistema total, el
entramado de las relaciones objetivas, en el cual los sujetos y sobre el cual este fenómeno tiene lugar. No
vamos a poder explicar el funcionamiento de, por ejemplo, un determinado grupo social, solamente
describiendo las opiniones y motivaciones de sus participantes, sino que será necesario conceptuar la
lógica objetiva de ese grupo que nos permitirá explicar esas opiniones y motivaciones. Además, para
poder entender un fenómeno social es indispensable conocer las condiciones históricas, sociales y
culturales en las cuales tienen lugar.
 

 
Esquemas de pensamiento, conceptos comunes.
 
La construcción del objeto
 
El objeto de investigación se construye, no se descubre. Y es construido por el investigador. Hay dos
objetos:
 El real, construido por la percepción y
 El científico, construido por el investigador y que constituye un sistema de relaciones. El objeto
científico va a ser construido teóricamente, es decir, el investigador tendrá que elaborar un conjunto de
definiciones específicas (conceptos sistemáticos) que le permitirán establecer nuevas relaciones entre los
aspectos del fenómeno que se quiere estudiar, y así, construir nuevos objetos. En conclusión, todo objeto
científico es definido por una problemática teórica.

Hiperempirismo: subordinación de la teoría a los hechos (realidad).los hechos son los fenómenos sociales
que por sí solos o hablan.
Si el sociólogo, entonces, cree que sólo registrando las respuestas de los sujetos sobre sus motivaciones
respecto de la acción estudiada, podrá explicar toas la verdad, se equivoca. Porque hay  todo un
entramado de relaciones y causas que escapan a la conciencia de éstos sujetos. Así, el sociólogo corre el
peligro de sustituir sus propias percepciones por las de sus entrevistas.
El hiperempirismo, no construye sus objetos de estudio a partir de una problemática teórica, enuncia sí al
privilegio epistemológico y hace sociología espontánea.
 
La problemática teórica es fundamental en toda investigación sociológica. Todos los métodos que se
utilizan son “teorías en acto”. Reducir lo metodológico a lo mero técnico es un grave error, porque nos
olvidamos de la selección de las técnicas, es decir, la posibilidad de optar entre diversos tipos de
instrumentos para conocer. Esta selección implica una desición epistemológica y no es causal: depende
de la teoría del objeto, de los objetivos de la investigación, del sentido del tratamiento epistemológico que
se quiere que las técnicas hagan experimentar al objeto. Así, toda técnica tiene implícita una teoría y, por
lo tanto, ninguna técnica es natural (ni el muestreo al azar). Cada teoría, a su vez, recurre a diferentes
tipos de técnicas.
Ninguna técnica es neutral, no hay registros neutrales, ni preguntas neutrales, por lo tanto, el investigador
tiene que preguntarse acerca del sentido de sus preguntas, porque si no lo hace no podrá saber el sentido
de las respuestas de sus entrevistados. Al mismo tiempo, tiene que indagar acerca de lo que interpreta
cada entrevistado sobre su pregunta (no todos entenderán lo mismo) y también, tener en cuenta que su
lenguaje no es el mismo que le de los sujetos entrevistados y que por ello deberá confrontar los dos
sistemas (lenguas) para poder lograr ser entendido (y entender).
Bourdieu dice que las técnicas clásicas de la sociología empírica crean condiciones artificiales de
experimentación, las cuales obtienen como resultados, en vez de respuestas, “artefactos” (no son reales).
Así, por ejemplo, la entrevista no dirigida, rompe con la reciprocidad del diálogo habitual y produce
entonces artefactos verbales como respuestas. El cuestionario cerrado, otro ejemplo, es un técnica muy
privilegiadas por los científicos positivistas. Bourdieu dice que si bien xxxxx1 (recoger datos homogéneos
que sirven para un analista estadística)  xxx2 tasas metodológicas, importa saber que puede hacer y que
no. Es decir, toda técnica tiene límites epistemológicos, puede servir para conocer ciertos aspectos de la
realidad  no otros, por lo tanto, y porque la utilización de toda técnica es una selección epistemológica, e
necesaria un reflexión epistemológica, para saber si esa técnica posee  o no el valor para conocer eso que
se quiere saber. Las diferentes técnicas pueden contribuir al conocimiento del objeto, siempre y cuando
esa utilización está controlada por una reflexión metódica sobre las condiciones y límites de su validez.
Esta reflexión permite, a su vez, la creación y aplicación o nuevas técnicas.
¿Porqué?. Porque se  xxx3  a la teoría, se privilegia al deseo y entonces las técnicas dan como resultado
“artefactos”. Se niega al sociólogo mismo (y a su papel) se hace, así, sociología sin objeto científico.
 
Análisis multivariado: cuando este método de análisis de datos analiza aisladamente las variables  (para
captar la eficiencia de cada uno), no se logran ver sus efectos en la estructura global, no se ven las
variables en relación.
Hipótesis: las hipótesis se construyen (el investigador lo hace). Guía, según Bourdieu para construir
hipótesis:
 
Los tipos de ideales de Weber: estos tipos son sistemas de conductas que conforman una ficción
coherente, una aproximación a la realidad, pero no son “la realidad”. La realidad son los tipos puros.
Según Bourdieu, estas construcciones (tipos ideales) sirven para medir la realidad justamente porque se
sabe que se distancia de ella. No son coplas a partir de las cuales se podrán revelar la verdad del
fenómeno social. Pero sí podrán compararse con la realidad y así medirla.
A su vez, Bourdieu propone el razonamiento por analogía como método para romper con las
preconstrucciones de la percepción (propias de las sociología espontánea). Este razonamiento opera: se
construya una hipótesis de analogías y a éstas compara entre sí. Es decir, la analogía se establece entre
dos sistemas de relaciones (no entre dos cosas percibidas) construidas por un trabajo metódico de
abstracción (asociación, reflexión, etc.). así, se relacionan las relaciones y se obtiene de éstas nuevas
analogías.
 
 
 
Relación
  Relación A-B
Relación C-D
 
Este método analógico (distinto del numérico, el mecánico, que sólo refleja las semejanzas aparentes)
permite romper con esas semejanzas aparentes y al mismo tiempo, conocer los principios ocultos en la
realidad social del fenómeno estudiado, provocando, por analogía, nuevas analogías, nuevos principios de
construcción de objetos.
En conclusión, se ponen en relación cada una de las relaciones de un sistema con todas las otras. Así se
crean “metáforas científicas” (teorías en miniaturas), porque mediante la comparación de relaciones
(construidas), se formulan los principios generadores de un sistema de relaciones. Estos, a su vez,
permiten medir la realidad, distanciándose de ella (porque son irreales).
Los modelos se construyen, y  a partir de esa construcción pede verse su valor para explicar fenómenos
(no a partir de su grado de formalización).
Objetos preconstruidos (datos) hechos sociales demarcados versus objeto construido.
 
Construcción del objeto
No basta con adoptar criterios tomados de la experiencia común, sino que es necesario construir
denominaciones específicas que compuestas por el vocabulario común, constituye nuevos objetos al
establecer nuevas relaciones entre los efectos de las cosas.
Los hechos no hablan por sí solos. Sin teoría que las una, los hechos vuelvan a su estado de datos (que
deberían ser tomados por otras teorías desde otros sentidos) los datos por sí solos no dicen nada, no
podrían nunca responder completa y adecuadamente a los interrogantes para los cuales fueron
construidos.
Vigilancia epistemológica: mirada que evalúa la construcción del objeto, los instrumentos, las técnicas
de análisis. Exige una explicitación metódica de las problemáticas y principios de construcción del objeto.
No basta con que el sociólogo escuche a los sujetos, que registre fielmente sus palabras y razones, para
explicar su conducta. Si sólo hace esto, corre el riesgo de sustituir sus propias prenociones por las
prenociones de quien estudia.
El sociólogo tiene que controlar conscientemente la construcción de su distancia a lo real y de su acción
sobre lo real. Si no lo hace, corre el riego de imponer a los sujetos preguntas que ellos no se plantean,
omitir las que sí se hacen y plantear finalmente, interrogantes que sólo le importan al investigador. 
(preguntas artificiales, respuestas artificiales).
Relación forzada entre el lenguaje del entrevistado y el lenguaje que se exige, por ejemplo, la entrevista no
dirigida que rompe con el diálogo habitual y su reciprocidad, tiende a producir artefactos verbales.
Si el sociólogo es inconsciente respecto de la problemática que engloba a sus preguntas, entonces la
realidad que estudie será tergiversada por el instrumento de observación. Para liberarse de la pre-
construcciones del lenguaje (los de él y las de su objeto) el sociólogo tiene que confrontar dialéctica y
metódicamente los dos sistemas de pre-construcciones.
 
Segunda Parte: LA CONSTRUCCION DEL OBJETO
 
El hecho se construye: las formas de la renuncia empirista
 
El punto de vista crea el objeto. Es decir, que una ciencia no podría definirse por un sector de lo real que le
correspondería como propio. El todo, tal como aparece en la mente, como todo del pensamiento, es un producto de
la mente que piensa y que se apropia el mundo del único modo posible. Es el mismo principio epistemológico,
instrumento de la ruptura con el realismo ingenuo, que formula Max Weber: “NO son las relaciones reales entre
cosas lo que constituye el principio de delimitación de los diferentes campos científicos sino las relaciones
conceptuales entre problemas. Sólo allí donde se aplica un método nuevo a nuevos problemas y donde, por lo
tanto, se descubren nuevas perspectivas nace una ciencia nueva.

La investigación científica se organiza de hecho en torno de OBJETOS CONSTRUIDOS que no tienen nada en común
con aquellas unidades delimitadas por la percepción ingenua. La ciencia se construye construyendo su objeto contra
el sentido común porque nada se opone más a las evidencias del sentido común que la diferencia entre objeto
“real”, pre construido por la percepción, y objeto científico, como sistema de relaciones expresamente construido.

No es posible ahorrar esfuerzos en la tarea de construir el objeto si no se abandona la investigación de esos objetos
pre construidos (hechos sociales demarcados, percibidos y calificados por la sociología espontánea) o problemas
sociales. No basta multiplicar el acoplamiento de criterios tomados de la experiencia común para construir un objeto
que permanece como un objeto común y no accede a la dignidad de objeto científico.

La necesidad de construir denominaciones específicas que, aun compuestas con palabras del vocabulario común,
construyen nuevos objetos al establecer nuevas relaciones entre los aspectos de las cosas no es más que indicio del
primer grado de la RUPTURA EPISTEMOLÓGICA con los objetos pre construidos de la sociología espontánea.

Un objeto de investigación, no puede ser definido y construido sino en función de una PROBLEMÁTICA TEÓRICA que
permita someter a un sistemático examen todos los aspectos de la realidad puestos en relación por los problemas
que le son planteados.

Las abdicaciones del empirismo

No hay observación o experimentación que no impliquen HIPÓTESIS. La teoría domina al trabajo experimental
desde la misma concepción de partida hasta las últimas manipulaciones de laboratorio, sin teoría no es posible
ajustar ningún instrumento ni interpretar una sola lectura, porque ni los datos más ricos nunca podrían responder
completa y adecuadamente a los interrogantes para y por los cuales fueron construidos.

La VIGILANCIA EPISTEMOLÓGICA exige una explicitación metódica de las problemáticas y principios de construcción
del objeto que están comprendidos tanto en el material como en el nuevo tratamiento que se le aplica. Al no tener
en cuenta esos preliminares epistemológicos, se está expuesto a considerar de modo diferente lo idéntico e
identificar lo diferente, a comparar lo incomparable y a omitir comparar lo comparable, por el hecho de que en
sociología los “datos”, aun los más objetivos, se obtienen por la aplicación de estadísticas que implican supuestos
teóricos y por lo mismo dejan escapar información que hubiera podido captar otra construcción de los hechos.

La experiencia, en el sentido de experiencia bruta, no desempeño ningún rol, más que el de obstáculo en el
nacimiento de ciencia clásica. Cuando el sociólogo quiere sacar de los hechos la problemática y los conceptos
teóricos que le permitan construirlos y analizarlos, siempre corre el riesgo de sacarlos de la boca de sus informantes
(corre el riesgo de sustituir a sus propias prenociones por las prenociones de quienes estudia o por una mezcla
falsamente científica y falsamente objetiva de la sociología espontánea del “científico” y de la sociología espontánea
de su objeto).
Cada vez que el sociólogo cree eludir la tarea de construir los hechos en función de una problemática teórica recoge
al final nada más que discursos ficticios. Cuando el sociólogo renuncia al privilegio epistemológico es para caer
siempre en la sociología espontánea.

Hipótesis o supuestos 

Toda práctica científica implica SUPUESTOS TEÓRICOS y que el sociólogo no tiene más alternativa que moverse entre
interrogantes inconscientes y un cuerpo de HIPÓTESIS metódicamente construidas con miras a la prueba
experimental. Negar la formulación explícita de un cuerpo de hipótesis basadas en una teoría, es condenarse a la
adopción de supuestos tales como las prenociones de la sociología espontánea y de la ideología.

La práctica sociológica no podría realizar nunca el ideal empirista del registro sin supuestos. Todas las operaciones de
la práctica sociológica, desde la elaboración de los cuestionarios y la codificación hasta el análisis estadístico, son
otras tantas teorías en acto, en calidad de procedimientos de construcción, conscientes o inconscientes, de los
hechos y de las relaciones entre los hechos.

La cuestión metodológica propiamente dicha es la de la opción entre las técnicas referentes a la significación
epistemológica del tratamiento que las técnicas escogidas hacen experimentar al objeto y a la significación teórica
de los problemas que se quieren plantear al objeto al cual se las aplica.

Puede verse cómo la técnica aparentemente más neutral contiene una teoría implícita de lo social, es decir, la teoría
consciente o inconscientemente asumida en la investigación que, por una suerte de armonía preestablecida, se usa
con esa técnica.

Es preciso someter a la interrogación epistemológica a todas las operaciones estadísticas, hay que preguntarse en
cada caso lo que dice y puede decir, en que límites y bajo qué condiciones. 

La falsa neutralidad de las técnicas: objeto construido o artefacto

La ilusión de que las operaciones “axiológicamente neutras” son también “epistemológicamente neutras” limita la
crítica del trabajo sociológico al examen de sus supuestos ideológicos y al de sus valores últimos. Por un efecto de
desplazamiento, el interés por los supuestos éticos y valores (neutralidad) es apartarse del examen crítico de la
teoría que está implicada en la práctica.

En tanto no hay registro perfectamente neutral, no existe una pregunta neutral. El sociólogo que no somete sus
propias interrogaciones a la interrogación sociológica no podría hacer un análisis verdaderamente neutral de las
repuestas que provoca. Siempre que el sociólogo es inconsciente de la problemática que incluye en sus preguntas, se
impide la comprensión de aquella que los sujetos incluyen en sus repuestas. Por ejemplo, ni el cuestionario más
cerrado garantiza necesariamente la univocidad de las respuestas por el sólo hecho de que someta a todos los
sujetos a preguntas formalmente idénticas.

Estamos en contra de la definición restrictiva de las técnicas de recolección de datos que confiere al cuestionario de
recolección de datos que confiere al cuestionario un privilegio indiscutido y la posibilidad de ver nada más que
sustitutos aproximativos de la técnica real en métodos no obstante tan codificados y tan probados como los de la
investigación etnográfica (con sus técnicas específicas, descripción morfológica, tecnología, cartografía, lexicografía,
biografía, genealogía, etc.).en efecto, hay que restituir a la observación metódica y sistemática su primado
epistemológico. Lejos de construir la forma más neutral y controlada de la elaboración de datos, el cuestionario
supone todo un conjunto de exclusiones, no todas escogidas, y que son tanto más perniciosas por cuanto
permanecen, para poder confeccionar un cuestionario y saber qué se puede hacer con los hechos que produce, hay
que saber lo que hace el cuestionario, es decir, entre otras cosas, lo que no puede hacer. Tampoco la interpretación
valdría más si ella se nutriera de la intención expresa de discernir metódicamente de las acciones las intenciones
confesadas y los actos declarados que pueden mantener con la acción relaciones que vayan desde la valoración
exagerada, o la omisión por inclinación, a lo secreto hasta las deformaciones, reinterpretaciones e incluso a los
“olvidos selectivos”, tal intención supone que se obtenga el medio de realizar científicamente esta distinción sea por
el cuestionario mismo, sea por un uso especial de esta técnica. El cuestionario no es nada más que uno de los
instrumentos de la observación, cuyas ventajas metodológicas, como por ejemplo, la capacidad de recoger datos
homogéneos igualmente apreciables por un análisis estadístico, no deben disimular sus límites epistemológicos, de
manera que no sólo no es la técnica más económica para captar las conductas normalizadas, cuyos procesos
rigurosamente “determinados” son altamente previsibles y pueden ser en consecuencia captados en virtud de la
observación o la interrogación sagaz de algunos informantes, sino que se corre el peligro de desconocer ese aspecto
de las conductas, en sus usos más ritualizados, e incluso, por un efecto de desplazamiento, a desvalorizar el proyecto
mismo de su captación. La antropología social (entendida en el pleno sentido del término y no como sinónimo de
etnología) supone una reflexión epistemológica que intentaría determinar lo que las dos metodologías deben, en
cada caso, a las  tradiciones de cada una de las disciplinas y a las características de hechos de las sociedades que
toman por objeto. Si no existen dudas deque la importación descontrolada de métodos y conceptos que han sido
elaborados en el estudio de las sociedades sin escritura, sin tradiciones históricas, socialmente poco diferenciados y
sin tener muchos contactos cono otras sociedades, pueden conducir a absurdos, es obvio que hay que cuidarse de
tomar las limitaciones condicionales por límites de validez inherentes a los métodos de la etnologías: nada impide
aplicar a las sociedades modernas los métodos de la etnología, mediante el sometimiento, en cada caso, a la
reflexión epistemológica de los supuestos implícitos de esos métodos que se refieren a la estructura de la sociedad y
a la lógica de sus transformaciones.

No hay operación por más elemental y, en apariencia, automática que sea de tratamiento de la información que no
implique una elección epistemológica e incluso una teoría del objeto. Es evidente, por ejemplo, que es toda una
teoría consciente o inconsciente, de la estratificación social lo que está en juego en la codificación de los indicadores
de la posición social o en la demarcación de las categorías. No hay más engañoso, decía Dewey, que la aparente
sencillez de la investigación científica, tal como la describen los tratados de lógica, esta sencillez especiosa alcanza su
punto culminante cundo se utilizan las letras del alfabeto para representar la articulación del objeto: teniendo en un
caso, ABCD, en otro BCFG, en un tercero CDEH y así sucesivamente, se concluye que es C el que evidentemente
determina el fenómeno. Pero el uso de este simbolismo es “un medio muy eficaz de oscurecer el hecho de que los
materiales en cuestión han sido ya estandarizados y de disimular por ello que toda la tarea de la investigación
inductiva – deductiva descansa en realidad sobre operaciones en virtud de las cuales los materiales son
homogeneizados”. Si los metodólogos están más atentos a las reglas que se deben observar en la manipulación de
las categorías ya constituidas que en las operaciones que permiten construirlas, es porque el problema de la
construcción del objeto no puede resolverse nunca de antemano y de una vez para siempre, ya se trate e dividir a
una población en categorías sociales, por nivel de ingreso o según la edad. Por el hecho de que toda taxonomía
implica una teoría, una división inconsciente de sus alternativas, se opera necesariamente en función de una teoría
inconsciente, es decir casi siempre de una ideología.

Si el método de análisis de datos que parece el más apto para aplicarse en todos los tipos de relaciones
cuantificables, como es el análisis multivariado, no debe someterse siempre a la interrogación epistemológica, en
efecto partiendo de que se puede aislar por turno la acción de las diferentes variables del sistema completo de
relaciones dentro del cual actúan, a fin de captar la eficacia propia de cada una de ellas, esta técnica no puede
captara la eficacia que puede tener un factor al insertarse en una estructura e incluso la eficacia propiamente
estructural del sistema de factores. Además, al obtener por un corte sincrónico un sistema definido por un equilibrio
puntual, expuesto a dejar escapar lo que el sistema debe a su pasado y por ejemplo, el sentido diferentes que
pueden tener dos elementos semejantes en el orden de las simultaneidades por su pertenencia a sistemas
diferentes en el orden de la sucesión, es decir, por ejemplo, en diferentes trayectorias biográficas.

Así como las reglas técnicas del uso de técnicas son fáciles de emplear en la codificación, así son difíciles de
determinarlos principios que permiten una utilización de cada técnica que tenga en cuenta conscientemente los
supuestos lógicos o sociológicos de  sus operaciones, y aun más a plasmarse en la práctica.

Del mismo modo, el principio de la neutralidad ética, lugar común de todas las tradiciones metodológicas,
paradójicamente pude incitar, en su forma rutinaria, al error epistemológico que aspira prevenir. Es en nombre de
una concepción simplista del relativismo cultural que ciertos sociólogos de la “cultura popular” y de los medios
modernos de comunicación pueden crearse la ilusión de actuar de acuerdo con la regla de oro de la ciencia
etnológica al considerar todos los comportamientos culturales, pasando por una cancioncilla de moda, como si el
valor que los diferentes grupos les reconocen no formara parte de la realidad, como si no fuera preciso referir
siempre las conductas culturales a laos valores a los cuales se refieren objetivamente para restituirles su sentido
propiamente cultural. El sociólogo que se propone ignorar las diferencias de valores que los sujetos sociales
establecen entre las obras culturales, realiza de hecho una transposición ilegítima, en tanto incontrolada, del
relativismo al cual se ve obligado el etnólogo cuando considera culturas correspondientes a sociedades diferentes:
las diferentes “culturas” existentes en unimisma sociedades estratificadas están objetivamente situadas unas en
relación con las otras, porque los diferentes grupos se sitúan unos en relación con torsos, en particular, cuando se
refieren a ellos, por el contrario, la relación entre culturas correspondientes a sociedades diferentes sólo puede
existir en y por la comparación que efectúa el etnólogo.

El relativismo integral y mecánico desemboca en el mismo resultado que el etnocentrismo ético: en los dos casos el
observador sustituye su  propia relación por los valores de los que observa, a la relación que éstos mantienen
objetivamente con sus valores.

Los que obran como si todos los objetos fueran apreciables por un sola y misma técnica o indiferentemente por
todas las técnicas, olvidan que las diferentes técnicas pueden contribuir, en medida variable y con desiguales
rendimientos, al conocimiento del objeto sólo si la utilización está controlada por una reflexión metódica sobre las
condiciones y los límites de su validez, que depende en cada caso de su adecuación al objeto, es decir a la teoría del
objeto. Esta reflexión sólo puede permitir la reinvención creadora que exige idealmente la aplicación de una técnica,
inteligencia muerta y que la mente debe resucitar, y a fortiori, la creación y aplicación de nuevas técnicas.

La analogía y la construcción de hipótesis

Para poder construir un objeto y al mismo tiempo saber construirlo, hay que ser consciente de que todo objeto
científico se construye deliberada y metódicamente y es preciso saber todo ello para preguntarse sobre las técnicas
de construcción de los problemas planteados al objeto. Una metodología que no se planteara nunca el problema de
la construcción de las hipótesis que se deben demostrar no puede, como lo señala Claude Bernad, “dar ideas nuevas
y fecundas aquellos que no la tienen, servirá solamente para dirigir las ideas en los que las tienen y para
desenvolverlas a fin de sacar de ellas los mejores resultados posibles el método por si mismo no engendra nada.

Un pensamiento científico que recurre al modelo analógico es siempre un pensamiento al modo del como si, la
contrapartida del recurso a los modelos es una vigilancia constante.

Por oposición a las construcciones especulativas de la filosofía social,  cuyos refinamientos lógicos no tienen otra
finalidad que construir un sistema deductivo bien ordenado y que son irrefutables por ser indemostrables, el tipo
ideal como “guía para la construcción de hipótesis”, según la expresión de Max Weber, es una ficción coherente “en
el cual la situación o la acción es comparada y medida”. El tipo ideal permite medir la realidad porque se mide con
ella y se determina al determinar la distancia que lo separa de lo real.

Para escapar a los peligros inherentes a este procedimiento, hay que considerar al tipo ideal, como un elemento de
un grupo de transformaciones refriéndolos a todos los casos de la especie del cual es uno privilegiado.

No existe el tipo ideal en el sentido de muestra reveladora que haga ver lo que se busca, como lo indicaba Bacon.

El ars inveniendi, entonces, debe limitarse a proporcionar las técnicas de pensamiento que permitan conducir
metódicamente el trabajo de construcción de hipótesis al mismo tiempo que disminuir, por la conciencia de los
peligros que tal empresa implica. El razonamiento por analogía que muchos epistemólogos consideran el principio
primero del descubrimiento científico está llamado a desempeñar un papel específico en la ciencia sociológica que
tiene por especificidad no poder construir su objeto sino por el procedimiento comparativo.

El sociólogo debe multiplicar las hipótesis de analogías posibles hasta construir la especie de los casos que explican el
caso considerado. Y para construir esas analogías mismas, el legítimo que se ayude con hipótesis de analogías de
estructura entre los fenómenos ya establecidos por otras ciencias, comenzando por las más próximas, lingüística,
etnología, o incluso biología.
La analogía, es una forma legítima de comparación y ésta es el único medio práctico que disponemos para conseguir
que las cosas se vuelvan inteligibles. En resumen, la comparación orientada por la hipótesis de las analogías
constituye no sólo el instrumento privilegiado de la ruptura con los datos preconstruidos, que pretenden
insistentemente ser considerados en sí  mismo y por sí mismos, sino también el principio de la construcción
hipotética de relaciones entre las relaciones.

Modelos y teoría

Se puede designar por modelo cualquier sistema de relaciones entre propiedades seleccionadas, abstractas y
simplificadas, construido conscientemente con fines de descripción, de explicación  previsión, y por ello, plenamente
manejables, pero a condición de no empleara sinónimos de este término que den a entender que el modelo pueda
ser, en este caso, otra cosa que una copia que actúa como un pleonasmo con lo real y que, cuando es obtenida por
un simple procedimiento de ajuste y extrapolación, no conduce en modo alguno al principio de la realidad que imita.
Deum criticaba a los “modelos mecánicos” de lor Kelvin por mantener con los hechos sólo una semejanza superficial.
Simples “procedimientos de exposición” que hablan sólo a la imaginación, tales instrumentos no pueden guiar el
descubrimiento puesto que no son sino, a lo sumo, otras cosa que una puesta en forma de un saber previo y que
tienden a imponer su lógica propia, evitando así investigar la lógica objetiva que se trata de construir para explicar
teóricamente lo que no hacen más que representar.

Confundiendo entre la simple semejanza y la analogía, relación entre relaciones que debe ser conquistada contra las
apariencias y construidas por un verdadero trabajo de abstracción y por una comparación conscientemente
realizada, los modelos miméticos, que no captan más que las semejanzas exteriores se oponen a los modelos
analógicos que buscan la comprensión de los principios ocultaos de las realidades que interpretan. “Razonar por
analogía, dice la Academia, es formar un razonamiento fundado en las semejanzas o relaciones de una cosa con
otra”.

Los diferentes procedimientos de construcción de hipótesis pueden aumentar su eficacia recurriendo a la


formalización que, además de la función esclarecedora de una estenografía rigurosa de conceptos y la función crítica
de una demostración lógica del rigor de las definiciones y de la coherencia del sistema de enunciados, también
puede cumplir, bajo ciertas condiciones, una función heurística al permitir la exploración sistemática de lo posible y
la construcción controlada de un cuerpo sistemático de lo posible y la construcción controlada de un cuerpo
sistemático de hipótesis como esquema completo de las experiencias posibles. Pero si la eficacia mecánica, y
metódica a la vez,  de los símbolos y de los operadores de la lógica o de la matemática, “instrumentos de
comparación por excelencia”, según la expresión de Marc Barbut, permite llevar a su término la variación imaginaria,
el razonamiento analógico puede cumplir también, incluso carente de todo refinamiento formal, su función de
instrumentos de descubrimiento, aunque más trabajosamente y con menos seguridad.

El modelo proporciona el sustituto de una experimentación a menudo imposible en los hechos y da el medio de
confrontar con la realidad las consecuencias que esta experiencia mental permite separar completamente, porque
ficticiamente, la ciencia social al igual que la física o se construye a partir de los datos de la sensibilidad: el objetivos
es construir un modelo, estudiar sus propiedades y las diferentes maneras en que reacciona  en el laboratorio para
aplicar seguidamente esas observaciones a la interpretación de los que sucede empíricamente.

Es en los principios de su construcción y no en su grado de formalización que radica el valor explicativo de los
modelos.

Dar forma de ecuación a la curva que pasa por todos los puntos de una superficie. El objeto percibido no se
transforma en un objeto construido como por un sencillo arte de magia matemática: peor, en la medida en que
simboliza la ruptura con las apariencias, el simbolismo da al objeto preconstruido una respetabilidad usurpada, que
lo resguarda de la crítica teórica. Si hay que precaverse de los falsos prestigios y prodigioso de la formalización sin
control epistemológico, es porque reduciendo las apariencias de las abstracción a proposiciones que pueden ser
obcecadamente tomadas de la sociología espontánea o de la ideología, amenaza inducir a que se pueda ahorrar el
trabajo de abstracción que es único capaz de romper con las semejanzas aparentes para construir las analogías
ocultas.

La captación de las homologías estructurales no siempre tiene necesidad de apelar al formalismo para
fundamentarse y para demostrar su rigor. Basta seguir el procedimiento que condujo para advertir las condiciones
quehacer posible, legítima y fecunda tal operación para acceder a la analogía oculta escapando de esa curiosa me
mezcla de dogmatismos y empirismos, de misticismo y positivismo que caracteriza al intuicionismo, hay que
renunciar a querer encontrar en los datos de la intuición sensible el principio que los unifique realmente y someter
las realidades comparadas a un tratamiento que las hace igualmente disponibles para la comparación. Sino ente dos
sistemas de relaciones inteligibles, no entre “cosas” que se ofrecerían a la percepción ingenua sino entre objetos
conquistados contra las apariencias inmediatas y construidos mediante una elaboración metódica.

En su poder de ruptura y de generalización, los dos son inseparables, que se reconoce el modelo teórico: depuración
formal de las relaciones entre aquellas que definen los objetos construidos, puede ser transpuesto a órdenes de la
realidad fenomenal muy diferentes y provocar por analogía nuevas analogías.

Así la construcción de un modelo permite tratar diferentes formas sociales como otras tantas realizaciones de un
mismo grupo de transformaciones y hacer surgir por ello propiedades ocultas que no se revelan sino en la puesta en
relación de cada una de las realizaciones con todas las otras, es decir, por referencia al sistema completo de
relaciones en que se expresa el principio de su afinidad estructural. Es éste el procedimiento que le confiere su
fecundidad, es decir, su poder de generalización, a las comparaciones entre sociedades diferentes o entre
subsistemas de una misma sociedad, por oposición, a las simples comparaciones suscitadas por la semejanza de los
contenidos. En la medida en que estas “metáforas científicas” conduzcan a los principios de la homologías
estructurales que pudieran encontrarse sumergidas en las diferencias fenomenales, son, como se ha dicho, “teorías
en miniatura” puesto que, al formular los principios generadores y unificadores de un sistema de relaciones,
satisfacen completamente las exigencias del rigor en el orden de la demostración y de la fecundidad, en el orden del
descubrimiento, que definen una construcción teórica, gramáticas generadoras de esquemas, pasibles de ser
trasnpuestas, proporcionan el principio de los problemas y de cuestionamientos indefinidamente renovables,
realizaciones sistemáticas de un sistema de relaciones verificada o a verificar, obligan a un procedimiento de
verificación que no puede ser más  que sistemático en sí mismo, productos conscientes de un distanciamiento por
referencia a la realidad, remiten siempre a la realidad y permiten medir en la misma las propiedades que su
irrealidad sólo posibilita descubrir completamente, por deducción.

La ilusión positivista de una ciencia sin supuestos

No existe ningún análisis científico “objetivo” de la vida cultural o bien de los “fenómenos sociales”, que fuese
independiente de unas perspectivas especiales y “parciales” que de forma expresa o táctica, consciente o
inconsciente, las eligiese, analizase y articulase plásticamente.

La ciencia social que nosotros queremos practicar aquí es una ciencia de la realidad. Queremos comprender la
peculiaridad de la realidad de la vida que nos rodea y en la cual nos hallamos inmersos. Por una parte, el contexto y
el significado cultural de sus distintas manifestaciones en su forma actual, y por otra las causas de que
históricamente se haya producido precisamente así y no de otra forma.

Todo conocimiento de la realidad infinita mediante el espíritu humano finito, está basado en la táctica premisa de
que sólo un fragmento finito de dicha realidad puede constituir el objeto de la comprensión científica y que sólo
resulta “esencial” en el sentido de “digno de ser conocido”.

Según esta concepción, el contenido de tales leyes, que somos capaces de reconocer en la inmensa diversidad del
curso de los fenómenos, ha de ser lo único científicamente esencial en ellas. Tan pronto hayamos demostrado la
total validez de la “regularidad” de una conexión causal con los medios de una amplia inducción histórica, o bien
hayamos aportado la evidencia intuitiva para la experiencia íntima, todos los casos semejantes quedan subordinados
a la fórmula así encontrada.

No cabe duda alguna de que el punto de partida del interés por las ciencias sociales está en la configuración real,
esto es: en las ciencias sociales se trata de la intervención de procesos mentales, cuya “comprensión” reviviscente
constituye una tarea específicamente diferente a la que pudieran  o quisieran solucionar las fórmulas del
conocimiento exacto de la naturaleza.

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