El Delincuente

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En los últimos años bastantes personas que se ocupan de delincuencia y

criminalidad han insistido sobre que el hecho de tratar a todos los


individuos antisociales como una clase única tiende a borrar las
distinciones de valor significativo, no solo para una comprensión
etiológica, sino también para programas terapéuticos y preventivos.
Muchas y diferentes formas de conducta desviada -desde el absentismo
escolar al asesinato- son comprendidamente incluidas en textos legales
y procesos que se ocupan de "delincuencia", y similar diversidad existe
entre las edades de los jóvenes delincuentes. Sin embargo hay pruebas
de que, to mismo entre los delincuentes que entre los que respetan la
ley, hay notables diferencias en personalidad, temperamento y, en
menor grado, relaciones paterno-filiales. Puede ser que estas diferencias
de efectos del ambiente sobre el temperamento y de este sobre el
ambiente sean susceptibles de una integración inductiva en figuras con
valor significativo y que estas combinaciones de herencia-ambiente en la
estructura y funcionamiento humanos requieran diversas formas, de
tratamiento.
Al realizar el estudio del delincuente, es el estudio de este delincuente
concreto y de esta conducta delictiva concreta, debemos tener presente
que nos encontramos con una persona que ha evolucionado en un
medio con una determinada configuración socio-económica y cultural,
que tiene una historia individual.

La delincuencia a lo largo de la historia no ha sido uniforme, ni lo es hoy


en día ni lo será en un futuro, de modo que está en continua evolución,
al igual que el delito. Es un problema real que varía en intensidad,
gravedad, tipología y cuantía según el tipo de sociedad, pero existe en
todas ellas. Cada época y cada sociedad ha tenido y tiene sus propios
delitos y sus propios delincuentes porque en cierto modo, la
delincuencia es construida a partir del rechazo social de determinadas
conductas o comportamientos. Como dijo Emma Goldman[1] “Una
sociedad tiene los delincuentes que se merece”.

Delincuencia convencional. Se da en cualquier tipo de sociedad y supone


la infracción de reglas jurídicas tradicionales: homicidios, robos,
agresiones sexuales, integridad física, libertad, coacciones, amenazas,
etc. Esta delincuencia está asociada a un sujeto concreto e identificable
y existe una relación directa entre el delincuente y la víctima, que queda
perfectamente identificada como persona individual. López-Rey la
describe como la delincuencia perpetrada por el ciudadano de “a pie”
especialmente por el marginado y el excluido. Estaríamos ante una
delincuencia no organizada, no sofisticada y que queda registrada en las
estadísticas policiales, jurídicas y penitenciarias, así como en las
encuestas de victimización.

Delincuencia no convencional. Vinculada al uso corrupto del poder


político y económico y al tráfico de influencias. A finales de los años 30
Sutherland denominó a este tipo de delincuencia White Collar Criminality
o delincuencia de cuello blanco y se incluyen delitos como el blanqueo
de capitales, corrupción, delitos fiscales y financieros, contrabando,
delincuencia organizada, etc. En este caso la víctima aparece de forma
difusa, dando la sensación de que es la propia sociedad. Estamos ante
una delincuencia organizada y cualificada, ya que los delincuentes están
académica y profesionalmente preparados.
Hoy tenemos una nueva delincuencia relacionada con el progreso y
llevada a cabo con novedosos modus operandi. No solo se sirve de las
nuevas tecnologías, sino que se extiende rápidamente en el espacio
geográfico y es altamente nociva para la sociedad, dando lugar a la
aparición de un nuevo escenario criminal, internet, un lugar dónde
existen numerosas posibilidades y formas de delinquir: sexting,
grooming, stalking, phising, pharming, hacking, cracking, etc.

DELINCUENTES. Debemos partir de la idea de que los delincuentes no


existirían, si no se estableciera que una determinada conducta es
delictiva. El delincuente es el sujeto activo del ilícito penal, es quién
comete el delito o crimen en un momento y en un lugar determinado. El
concepto de delincuente ha ido cambiando según variaba el concepto de
delito y la ley penal estando ambas directamente relacionadas con las
estructuras sociales y la política criminal de cada momento.

Siguiendo a Álvarez (2012) y a Cela (2016) para determinar qué tipo de


delincuentes existen debemos tener en cuenta dos criterios objetivos: a)
Que motivaciones son las que llevan a un sujeto a cometer un delito y
b) el impacto que esas conductas tienen en nuestra sociedad teniendo
en cuenta la gravedad del delito o del hecho criminal, la frecuencia con
la que se cometen esos delitos, el nivel de especialización y organización
del delincuente y de sus características personales e individuales.

¿Qué tipologías existen?

1.- Delincuente ocasional: sujeto que comete un ilícito penal actuando


ante estímulos externos, provocaciones ocasionales del medio o por
oportunidad para la apropiación de bienes ajenos. Confluyen una serie
de variables ambientales y personales que provocan una conducta
delictiva, pero sin planificación, ni premeditación.

2.- Delincuente habitual: aquella persona que hace del delito su modus
vivendi. La conducta delictiva que lleva a cabo es el medio para lograr
dinero y bienes materiales, tratándose de una delincuencia instrumental.

Delincuente habitual profesional. Llevan una vida aparentemente normal


y consideran las actividades delictivas como su profesión, su trabajo.
Implica una carrera delictiva que necesita aprendizaje, especialización y
profesionalidad, actuando con una cuidadosa planificación. En estos
casos existe una organización jerárquica que juega un papel
determinante en las tareas criminales que se han de llevar a cabo. La
actividad delictiva o criminal que llevan a cabo tiene gran impacto
social: Trata de personas, narcotráfico, corrupción, tráfico de armas,
delincuencia financiera, crimen organizado, etc.
Delincuente habitual asocial: carecen de cultura, de conocimientos
avanzados y llevan a cabo planes muy básicos. Suelen actuar solos o en
pequeños grupos. Tienen problemas para integrarse en la sociedad y el
origen de su conducta delictiva viene determinada por factores sociales
vinculados a grupos humanos proclives a la delincuencia mostrando
cierta hostilidad hacia el orden establecido. Cometen delitos menos
graves, pero muy numerosos.
Delincuente habitual reincidente. Aquellos detenidos y condenados por
delitos anteriores.
3.- Delincuente por convicción. Radbruch (2005) la denomina
“delincuencia cometida con base en un imperativo moral del autor”. Son
aquellas personas que cometen un delito en base a su ideología[2] o a
sus creencias. Consideran que su misión en el mundo está por encima
de cualquier norma moral o legal sintiéndose legitimado para llevarla a
cabo. Estaríamos ante delitos como el terrorismo, delitos de odio y la
delincuencia expresiva que trata de llamar la atención sobre la identidad
de personas o grupos a través de las conductas delictivas (Cela, 2016).

4.- Delincuente juvenil. Conducta delictiva determinada por la edad de


los sujetos activos. La responsabilidad penal del menor comienza a los
14 años y termina a los 18. Por debajo de esta edad los jóvenes son
inimputables.

5.- Delincuentes violentos sujetos a patologías (como los trastornos de


la personalidad o enfermedades mentales) que pueden asesinar a una o
a varias víctimas: sociópatas, psicópatas y psicóticos. Sus crímenes
reflejan rabia, ira o frustración siendo desproporcionado el crimen
cometido, ya que si el fin es matar a una persona no es necesaria
apuñalarla 32 veces, torturarla durante horas, o mutilarla. En este caso
estaríamos ante homicidas expresivos (Salfati, 1999).

6.- Ciberdelincuentes. Sujetos pertenecientes a un colectivo muy


específico, con conocimientos informáticos que llevan a cabo conductas
delictivas en internet: a) Ataques a sistemas informáticos y piratería; b)
Fraudes y falsificaciones; c) Publicación de contenidos ilegales y d)
Ataques a la intimidad, al honor y a la propia imagen.

7.- Delincuentes de cuello blanco. Aquellos sujetos que cumplen dos


condiciones: a) Sujeto respetable que disfruta de posición de dominio
social y que genera un importante perjuicio económico y b) Desempeña
las actividades delictivas en su ámbito profesional.

Ha ido variando el bien jurídico protegido (honra familiar, patrimonio,


vida, infancia, honor e intimidad, propia imagen), el modus operandi y
los medios para cometer delitos (violentos, insidiosos, planificados,
organizados, intimidantes, tecnológicos) e incluso los tipos de
delincuentes y el espacio dónde delinquir (ciberdelincuentes).

La conducta criminal, se nos presenta frente a este panorama aún como


un misterio, a causa de la pluralidad de emociones inconscientes que
contribuyen a su gestación y la multiplicidad de factores externos que
influyen en ella. La personalidad criminal es compleja y arbitrariamente
el derecho ha tendido a hacerlo ver como una empresa fácil y muchas
veces los tribunales no exigen necesariamente que se descubra alguna
motivación o cómo es la constitución psicológica del acusado; quizás
porque generalmente existe una relativa indiferencia del derecho sobre
ello; remitiéndose, al considerar la condena, al hecho puntual en función
del tipo penal aplicable.

Cierto que para Lombroso la antropología criminal constituía la historia


natural del hombre delincuente, y en nuestros días se dice que la
Criminología es la historia biológica, completa del hombre delincuente;
cierto también que la conducta antisocial es lo que convierte a este
hombre en objeto de la Criminología, pero la Criminología tiene una
profunda preocupación etiológica: le interesa precisar los factores o
causas de estas conductas para conocerlas, comprenderlas, explicarlas y
prevenirlas. Se hace Criminología cuando se indaga en los factores
individuales del titular de las conductas antisociales, cuando se analizan
los factores somáticos, fisiológicos y psicológicos que nos conducen al
conocimiento del hombre, pero por otra parte, interesa el estudio del
medio y la indagación de los factores sociales de las conductas
criminales, que también son objeto de esta ciencia.

Cuando reflexionamos sobre este panorama, ciertas ideas nos vienen a


la mente que creemos deben ser tomadas en cuenta por los
criminologos tipologicos. Parece claramente obvio que la orientación (o
la tendenciosa orientacion) del tip6logo juega un papel de importancia
en determinar la tipologia a que llega y las explicaciones y las
interpretaciones racionales en las que la apoya. Si es un soci6logo o un
antropologo cultural probablemente hard mucho use de conceptos coma
subcultura de delincuencia, cultura de los iguales, cultura de clase,
asociacion diferencial, autoimagen . Si es un psiquiatra psicoanalitico
tendera a expresar sus datos en moldes freudianos. Si es un psicologo
probablemente destacara percepci6n, inteligencia, dualidad
extraversion-.
intraversion, personalidad. Cuando se trata de relacionar el concepto de
tipo can la conducta delincuente no podemos concluir una tipología
seria que se limite a los rasgos hereditarios de los individuos. Por la
misma razon no podemos concebir una tipologia significativa y
suficientemente explicative limitada a la culture y a la subcultura. Nos
parece elemental reconocer que las subcultures ejercen una influencia
selectiva y variada sobre los individuos; pero es una simplificacion
exagerada afirmar su funcion en la produccion de delincuencia y
delincuentes, olvidando practicamente el papel de las diferencias entre
los individuos sometidos a las influencias de las subculturas. Creemos es
evidente que no se da una contaminaci6n universal y que la raz6n obvia
de ello es que existe una inmunidad diferencial. En consecuencia,
nuestra tendencia es a estar de acuerdo con la mayoria del enfoque
sociológico en la explicacion de la delincuencia y los tipos delincuentes
tal como la formula ROEBUCK

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