El Modelo de Lengua en El Aula de ELE: Adecuación de La Variedad Lingüística Desde Un Punto de Vista Pluricéntrico
El Modelo de Lengua en El Aula de ELE: Adecuación de La Variedad Lingüística Desde Un Punto de Vista Pluricéntrico
El Modelo de Lengua en El Aula de ELE: Adecuación de La Variedad Lingüística Desde Un Punto de Vista Pluricéntrico
El español varía por razones muy diversas, a pesar de ser una de las lenguas más
homogéneas que se hablan en el mundo. De la misma manera que la cultura hispánica
tiene una base común pero difiere de unas regiones a otras, la lengua española, debido
al alcance geográfico por el que se caracteriza, refleja rasgos diferentes según en la zona
geográfica en la que nos encontremos. Reflexionar sobre el tratamiento de la variación
lingüística hispánica en el proceso de enseñanza de E/LE es por tanto muy necesario.
Por ello, pretendemos mostrar aquí cómo aplicar las herramientas propias de la in-
vestigación dialectal para resolver ciertos problemas que se producen a la hora de ense-
ñar una variedad estandarizada de español como lengua extranjera.
Al enseñar español los profesores se cuestionan desde el primer momento qué espa-
ñol utilizar en sus clases. Factores diastráticos, diacrónicos y especialmente diatópicos
impiden que la lengua española se aprecie como unitaria y sencilla ante los ojos de los
estudiantes. Los fenómenos de variación dialectal representan un problema permanen-
te en la clase de español que no es fácil de resolver.
Una complejidad tan palpable en la lengua española que, por lo menos, cuenta con
ocho grandes variedades, como veremos más adelante, se tiene que saber manejar en la
clase de español. Por tanto, a través de esta modesta reflexión esperamos poder señalar
algunas pautas eminentemente prácticas para enriquecer tanto el conocimiento sobre
dialectología hispánica que todo docente de español debería poseer, como la capacidad
de reacción y respuesta ante las apariciones fortuitas de muestras de lengua que perte-
nezcan a cualquiera de las variantes del español que sean ajenas al profesor.
En la actualidad existen diferentes ámbitos entre los que elegir a la hora de investi-
gar o formarnos en torno a la enseñanza y aprendizaje del español como segunda lengua
o lengua extranjera: entre ellos podemos destacar las teorías sobre adquisición de len-
guas, el contexto social y emocional en el que se desarrolla el proceso de enseñanza, los
estilos de aprendizaje, los condicionamientos de la L1, los enfoques metodológicos, la
planificación curricular, la evaluación, etc.
Entre todo esto encontramos una necesidad que a los profesores de español les
apremia definir: qué modelo lingüístico adoptar en la enseñanza de E/LE, o lo que que-
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daría más claro, qué rasgos debemos incluir o excluir en el corpus de contenidos lingüís-
ticos que vamos a facilitar al aprendiz como herramienta de producción y comprensión
de significados. Para ello hay que tener en cuenta conceptos como “norma”, “habla”,
“lengua estándar o general”, “variedades de la lengua”, entre otros.
Por eso, es muy importante entender la necesidad que para los docentes de español
supone tener un dominio lo más completo posible de los principales fenómenos de
variación de su lengua.
El conjunto de rasgos lingüísticos del español que caracteriza el habla de las per-
sonas mejor instruidas y formadas de una comunidad es denominado la “norma culta”.
Por otro lado, el término “culto” no tiene otra finalidad que restringir el ám-
bito de la lengua a grupos delimitados por características precisas y semejantes de
orden sociocultural.
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la lengua histórica y de sus articulaciones geográficas partiendo de una norma que se
utiliza como punto de referencia o comparación. La norma se convierte de este modo
en un uso tradicional propio de una comunidad de habla que la identifica y la distingue
de otras comunidades similares, tal y como se asume en la disciplina dialectal.
Lingüísticamente no hay argumento que trace una línea nítida entre lengua y dia-
lecto, si acaso la mayor homogeneidad en el uso de la primera. Por tanto al hablar de los
dialectos del español en la clase nos referiremos a ellos como subsistemas de la lengua
utilizados por grupos de población asentados en un espacio determinado y que con-
trastan con otros subsistemas localizados en grupos y espacios diferentes. Los dialectos
también se denominan geolectos o variedades.
Si tenemos en cuenta todo lo anterior, hay que pensar en la importancia que tiene
que el modelo de lengua que reproduzcamos en el aula de E/LE sea un español culto y
estándar, pero que a la vez recoja elementos de uso frecuente o común para que nues-
tros alumnos los puedan aplicar en la mayor cantidad de situaciones comunicativas po-
sibles. Por eso hay que recordar que los contenidos susceptibles de ser llevados a clase
tienen que estar siempre en relación con las necesidades funcionales de los aprendices,
y entre ellos también hay que pensar en los contenidos sociolingüísticos.
El español más adecuado para enseñar, por tanto, siempre será aquel que responda,
según el criterio del profesor, a los intereses y actitudes de sus alumnos. Este por lo ge-
neral se corresponde con la variedad de lengua propia del profesor pero, también, con
la variedad característica de la región en que se encuentre, coherente y adecuada a las
circunstancias del contexto real en que se utilizará después.
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La visión de que el español es una lengua plural y diversa debe apoyar el planteamien-
to de que esta diversidad no impide el mutuo entendimiento de sus hablantes y que pue-
de enseñarse y aprenderse para conseguir una comunicación satisfactoria con cualquiera
de ellos.
De hecho, si analizamos con detalle la gran unidad de la lengua española, nos da-
remos cuenta de que cualquier profesor de español bien formado, adscrito a la norma
culta, utilice la variedad geolectal que utilice, pueda realizar su trabajo sin dificultad
alguna en cualquier rincón del planeta. Esto ocurre principalmente porque el español
es una lengua simplex en cuanto a su estructura dialectal. Las llamadas lenguas simplex
son aquéllas caracterizadas por su buena intercomunicación dialectal, por oposición a
las lenguas complex, en las que la intercomunicación de sus dialectos no es fácil, pues
necesitan de otros dialectos para poder comunicarse2.
El núcleo común que poseen el conjunto de las variedades del español es muy am-
plio, por eso todos los hispanohablantes pueden reconocer y reestructurar cualquier
tipo de producción lingüística ajena a su variedad dialectal sin mucho esfuerzo. Las
zonas diferenciales que existen entre las variedades del español son mínimas y giran en
torno a los aspectos de variación léxica, que son los que presentan una mayor diversidad
en la lengua española.
Lo que está claro es que no resulta necesario no ya viajar, sino tan siquiera moverse
uno de su casa para tener acceso –no como antaño- solo a productos locales, sino a textos
orales o escritos procedentes de todo el mundo hispánico y aun de fuera de él.
Hay por tanto una serie de argumentos concretos que pueden ofrecerse a favor de
la unidad de nuestra lengua: Un sistema alfabético-fonético relativamente sencillo: 5
vocales y 17 consonantes comunes a todos los hispanohablantes; un gran cantidad de
2. Son los llamados dialectos vinculados, que son los que no son mutuamente inteligibles entre sí pero están unidos por una o
más cadenas que facilitan la comunicación.
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léxico común, pocas variaciones en la morfología y la sintaxis, especialmente en los
registros cultos, etc.
Estos argumentos tan positivos han plasmado en los últimos años en una serie de
proyectos lingüísticos denominados panhispánicos. “Panhispánico” es un adjetivo que
cada asociamos más al ámbito de la lingüística en español: lexicógrafos, profesores, in-
vestigadores, editores, periodistas y políticos lo emplean constantemente para referir-
se a todo aquello que pertenece y que comparten todos los pueblos que hablan español,
empezando lógicamente por la lengua en sí misma. El término “panhispánico” forma
parte de nuestra lengua oficialmente tan solo desde 2001. Fue admitido por la Real
Academia Española para la vigésimo segunda edición de su Diccionario con vistas al uso
tan extendido que recibiría desde entonces.
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Sin embargo todavía hay contextos donde el español dista mucho de ser panhis-
pánico, como ocurre en Internet. Desde luego, el principio básico del entendimiento
panhispánico de producir la lengua en un registro culto no se cumple siempre en In-
ternet, ya que el español que nos podemos encontrar en Internet en ocasiones es muy
coloquial y presenta rasgos característicos de la lengua oral, como ocurre en las páginas
web que albergan salas de charla o chats, bitácoras o blogs, foros, o cualquier otra forma
de comunicación que esté más cercana a la oralidad a pesar de ser escrita.
Es en la red donde el español corre las mayores aventuras, ya que se presenta libre
de reglas y restricciones por parte de los usuarios. Sin embargo, en Internet es donde el
valor panhispánico del español se convierte casi en un necesidad que determina el éxito
del uso de diferentes páginas web. Esta claro que cuanto más estandarizada la lengua
que se utiliza en una página web en español mayor número de lectores tendrá, y podrá
acceder a un ámbito global dentro de la comunidad de hispanohablantes en lugar de
limitarse a un entorno local o regional.
Según el Marco común europeo de referencia para las lenguas los estudiantes de lenguas
extranjeras deberían ser conscientes de la variedad de uso de una lengua gracias a su
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“Competencia sociolingüística”4 que comprende el conocimiento y las destrezas ne-
cesarias para abordar la dimensión social del uso de la lengua, así como los marcadores
lingüísticos de, por ejemplo: la clase social; la procedencia regional; el grupo étnico; etc.
Dichos marcadores comprenden diferencias en el léxico, la fonología o la gramática.
Con el paso del tiempo, los alumnos también entrarán en contacto con hablantes de
varias procedencias; y antes de que puedan adoptar ellos mismos las formas dialectales,
deberían ser capaces de detectar de sus connotaciones sociales y de entender la necesi-
dad de coherencia y de constancia al usarlas.
Por eso, siguiendo las indicaciones del Marco, creemos que fenómenos básicos de
variación deberían explicarse gradualmente por niveles, desde el primer momento en
que los estudiantes entran en contacto con la lengua. En cualquier caso este tipo de ras-
gos sociolingüísticos se tendrían que saber distinguir y producir correctamente a partir
del nivel de referencia B2, tal como sugiere el documento europeo.
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no se abordan en otra parte: los marcadores lingüísticos de relaciones sociales, las normas de cortesía, las expresiones de la
sabiduría popular, las diferencias de registro, el dialecto y el acento” (Consejo de Europa 2002).
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