Cartas de Pedro PDF
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PRESENTADO POR:
MATERIA:
DOCENTE:
PBRO. ANDRÉS SOLANO
1
INDICE
INTRODUCCIÓN .................................................................................................................. 3
2
INTRODUCCIÓN
3
1. PRIMERA CARTA DE PEDRO
1
Cfr. SOLANO, A., Cartas Católicas, p. 9 <https://padreandres.jimdofree.com/cursosacad%
C3%A9micos/cartas-cat%C3%B3lica/> (Recuperado 12/06/2020).
2
Cfr. ACIPRENSA, El Apóstol Pedro, <https://www.aciprensa.com/apologetica/verdades2.htm>
(Recuperado 13/06/2020).
3
Cfr. IBIDEM.
4
oración en el Getsemaní (Marcos 14,32-33). «Por eso, Santiago, Pedro y Juan...eran tenidos
como columnas de la iglesia» (Gálatas 2,9). El pasaje bíblico más contundente que demuestra
la importancia de Pedro, lo encontramos en Mateo 16,13-19; cuando el Unigénito de Dios en
la región de Cesarea de Filipo, les pregunta a sus discípulos: «¿Quién dice la gente que es el
Hijo del hombre?»; ante la confusión de los demás, Pedro contesta acertadamente «Tú eres
el Mesías, el Hijo de Dios viviente» (comparar con Marcos 8,27-29; Lucas 9,18-20)4.
4
Cfr. IBIDEM.
5
Cfr. SOLANO A., Cartas Católicas, Op. Cit. p. 12.
6
Cfr. COTHENET E., Las Cartas de Pedro, Edit. Verbo Divino, Estella Navarra 1984, p. 11.
5
Por otra parte, puede pensarse que la carta debió ser anterior a las persecuciones de Nerón
(julio del año 64), pues no habla expresamente de ellas7.
Un discípulo de Pedro, de lengua griega, presbítero como él (5,1), recoge las enseñanzas
del apóstol para exhortar a los fieles del Asia Menor a resistir en la prueba. Para nosotros,
esta carta constituye un testimonio precioso sobre el prestigio que rodeaba al apóstol mártir,
incluso entre las comunidades que no había visitado durante su vida. La importancia de las
tradiciones palestinas subyacentes a 1 Pe permite mantener una relación bastante estrecha
entre esta carta y el apóstol Pedro, mientras que, en el caso de 2 Pe, escrita mucho más tarde,
la atribución es puramente ficticia8.
1.3. Destinatarios
Carta circular, 1 Pe va destinada a las comunidades cristianas dispersas por el Ponto,
Galacia, Capadocia, Asia y Bitinia: cinco provincias de las partes norte y noroeste de la
Turquía actual. Dos de ellas habían sido evangelizadas por Pablo: Galacia, durante su
segundo y su tercer viaje misionero, y Asia, con la capital en Éfeso, durante una estancia de
más de dos años (Hch 19). Según los Hechos, Pablo no pudo entrar en Bitinia (16, 7). En
cuanto al Ponto y Capadocia, no tenemos ningún dato en el Nuevo Testamento sobre su
evangelización, ya que la lista de Hch 2,9 intenta manifestar el destino universal del
evangelio, sin informarnos concretamente de la identidad de los primeros discípulos de
Pedro9.
Nada nos permite afirmar que Pedro visitara personalmente estas provincias. Hemos de
pensar más bien en los evangelistas movidos por el Espíritu Santo a llevar cada vez más lejos
el mensaje cristiano (1,12). Los destinatarios proceden en su mayor parte del paganismo,
como indican las reflexiones de 1,18 y 4,3. Pedro, sin embargo, supone que en las asambleas
se lee asiduamente la Escritura según la versión de los Setenta, ya que las numerosas
alusiones y citas bíblicas de la carta no pueden comprenderse si no existe cierta familiaridad
con el texto sagrado. En el aspecto social, la carta se dirige ante todo a la gente humilde:
criados, artesanos o esclavos10.
7
Cfr. SOLANO A., Cartas Católicas, Op. Cit. p. 14.
8
Cfr. COTHENET E., Las Cartas de Pedro, Op. Cit. p. 11.
9
Cfr. IBID, p. 9.
10
Cfr. IBIDEM.
6
1.4. Contenido y Características de la Carta
El autor mismo señala al final de carta (5,12) lo que se propuso al escribirla: fortalecer a
los destinatarios en la convicción de que la fe cristiana es un regalo de Dios, y exhortarlo a
vivir de acuerdo con las exigencias de este don. En consecuencia, describe brevemente
después de la dedicatoria (1,1s) la felicidad del cristiano llamado a la salvación (1,3-12),
sacando luego las respectivas conclusiones para la vida práctica (1, 13-5,11)11.
Una primera sección (1,13-2,10) trata de las obligaciones para con Dios: el cristiano debe
vivir en forma digna de Dios santo, su padre (1,13-17); digna de Jesús, el cordero inmaculado,
su redentor (1,18-21); digna, en fin, de la palabra de Dios, gracias a cuya aceptación ha
alcanzado la vida nueva en Cristo (1,22-25); una vez unido a Cristo, el creyente puede
preciarse de los más honrosos títulos (2,1-10)12.
Una segunda sección (2,11-3,12) se ocupa de las obligaciones para con los hombres: en
principio se trata de dar buen ejemplo a los no cristianos (2,11s). en particular se señalan los
deberes de los cristianos para con la autoridad civil (2,13-17), los de esclavo cristiano para
con su amo (2,18-25), los del cristiano casado para con su compañera o compañero de vida
(3,1-7); estas reflexiones concluyen con un llamamiento general a cultivar aquellas virtudes
que contribuyen a embellecer la vida comunitaria (3,8-12)13.
Una tercera sección (3,13-4,11) exhorta a una actitud conforme a los tiempos difíciles por
que atraviesan los lectores. Tales sufrimientos tienen gran valor ante Dios, como lo enseña
el ejemplo de Cristo (3,18-22). Una última sección, semejante por muchos aspectos a la
anterior (4,12-5,11), invita aceptar con valor, por Cristo, los padecimientos que sobrevengan
(4,12-19), y dirige exhortaciones a los diversos estados eclesiásticos (5,1-5a) y a los fieles en
general (5,5b-11)14.
Lo que el autor escribe tiene valor para toda la cristiandad, así como la tensión que
entonces existía entre gentiles y cristianos no debía ser problema específico de una sola
región. Como la carta de Santiago, 1 Pe es un escrito parenético y, en consecuencia, un
ejemplo más de un género literario que gozó de predilección en el judaísmo y entre los
11
Cfr. MICHL J., Carta a los Hebreos, Cartas Católicas, Edit. Herder, Barcelona 1977, p. 438.
12
Cfr. IBIDEM.
13
Cfr. IBIDEM.
14
Cfr. IBID, p. 439.
7
primeros cristianos. El autor domina bien la lengua griega y toma las citas de la versión
griega de los LXX15.
Según una hipótesis lanzada por Adolf Harnack y elaborada luego por Richard Pelderwitz,
es escrito sería, en su núcleo central (1,3-4,11), una alocución para el bautismo, que más tarde
se amplió hasta dársele la forma de la carta actual16. El objetivo fundamental de la carta
parece haber sido consolar y exhortar a los cristianos a mantenerse firme en medio de las
dificultades. No es fácil descubrir un esquema preciso. Con frecuencia los temas doctrinales
se abordan al hilo de la exhortación. De todas formas hay que subrayar que la ausencia de
esquema no se opone a la unidad de la carta17.
1.5. Unidad
A veces se habla de inconexión del pensamiento a lo largo de la Carta, como si se tratara
de una serie de reflexiones morales cimentadas en los principios doctrinales que las justifican.
De una estructura interna análoga a la que se atribuye a otros escritos del N. T., como, por
ejemplo, la Carta a los Hebreos. Un mínimo índice de unidad se percibe en el jalonamiento
de conjunciones ilativas, que marcan el vínculo literario entre cada una de las exhortaciones:
1,13; 2,1; 3,1-8. 13; 4,1; 5,1-618.
La dificultad que existe en casi todos los libros del Nuevo Testamento para descubrir la
idea base, rectora de todo el escrito, puede explicarse: o por el estilo de los escritores de otras
épocas, que no sentían como hoy la necesidad de una construcción de pensamiento tan
armónica como si se tratara de una obra de arquitectura lógica; o por el misterio propio de
las mentes elevadas por la revelación y la inspiración, que a esas alturas tienen sus propias
reglas de ilación, y consecuentemente no es fácil penetrar en el meollo del escrito que se
estudia. En 1 Pe dos ideas aparecen en ambos polos. La referencia a ellas es continua en el
rostro de la Epístola. Estas ideas claves son la elección y el destierro19.
Ambas aparecen al principio (1,1) y al final (5,13); el término syneklekte = elegida de 5,
13, corresponde al eklektois = elegida de 1,1; y la mención de Babilonia recoge el concepto
15
Cfr. IBID, p. 440.
16
Cfr. IBIDEM.
17
Cfr. SOLANO A., Cartas Católicas, Op. Cit. p. 15.
18
Cfr. GARCÍA DEL MORAL, A., Carta a los Hebreos, Cartas Católicas, Edit. PPC, Salamanca 1971, p.
124.
19
Cfr. IBIDEM.
8
de Diáspora, ambas designaciones son simbólicas. Con esta ideología fundamental se explica
que nuestro escrito sea uno de los que más ampliamente aplican a la Iglesia cristiana, en su
fase actual, la tipología del Éxodo, para cimentar una espiritualidad propia de peregrinos y
desterrados20.
20
Cfr. IBIDEM.
21
Cfr. IBID, p. 125.
22
Cfr. IBIDEM.
9
es el fragmento de 1 Pe 3, 18 - 4, 6. Aquí se mencionan: Muerte de Cristo (3,18), descenso a
los infiernos (3,19), resurrección (3,21), sesión a la derecha de Dios y dominio sobre los
espíritus celestiales (3,22), juicio de vivos y muertos (4,5), es decir, de la Humanidad
entera23.
La fórmula «juzgar a vivos y muertos» aparece, con ligeras variantes, en Hch 10,42
(discurso de Pedro), y en 2 Tm 4,1, y ha sido incorporada al símbolo de la fe. En Ef 1, 20-
21, aparecen enumerados con el mismo orden que en este pasaje los siguientes misterios:
Resurrección, Ascensión, sesión a la diestra del Padre y dominio sobre las potestades
infernales24.
Desde su primera lectura, la segunda carta de Pedro (2 Pe) se muestra muy distinta de la
primera. Ya lo habían observado los escritores antiguos. Como indica san Jerónimo, «la
segunda carta de Pedro es desechada por la mayoría debido a su diferencia de estilo con la
primera»25.
2.1. Autor
2 Pe forma parte de esos escritos pseudoepigráficos, es decir atribuidos a un autor distinto
del verdadero. No se trata de un fraude literario, sino de un procedimiento corriente en la
antigüedad y perfectamente admitido. Así es como en el Antiguo Testamento los cinco libros
de la ley se pusieron bajo la autoridad de Moisés, los salmos se atribuyeron en su mayor parte
a David y los escritos sapienciales se pusieron bajo el patrocinio de Salomón. El problema
de la pseudo-epigrafía del Nuevo Testamento es diferente; en primer lugar, el intervalo de
tiempo entre los diversos escritos y la muerte del autor declarado sigue siendo relativamente
restringido. Se trata ante todo de un problema de tradición26.
Si tomamos las cartas pastorales de Pablo (a saber, 1 y 2 Tim, Tit), las diferencias en el
estilo y las diversas preocupaciones no impiden ni mucho menos reconocer en ellas una
auténtica corriente paulina. Diez o quince años después de la muerte de Pablo, un discípulo
23
Cfr. IBIDEM.
24
Cfr. IBIDEM.
25
De viris illustribus, 1.
26
Cfr. COTHENET E., Las Cartas de Pedro, Op. Cit. p. 48.
10
familiarizado con la enseñanza del apóstol aplicó la doctrina de su maestro a la situación de
su tiempo y combatió las herejías que amenazaban. Apropósito de 1 Pe, hemos indicado que
se trataba de un caso análogo27.
En lo que se refiere a 2 Pe, la situación es algo más delicada debido a la diferencia entre
ambos escritos y el parecido asombroso entre el capítulo 2 y la carta de Judas. Amparándose
en la autoridad de Pedro, el autor desconocido intenta convertirse en el portavoz de la
«tradición apostólica», ya que invoca explícitamente el recuerdo de todos los apóstoles (2 Pe
3,2), menciona las cartas de Pablo (3,15) y se inspira en Judas, de quien corrige
implícitamente ciertas exageraciones28.
Si la seudonimia fuera cierta, la carta podría haber sido escrita hacia los años 80-90. Si
fue un discípulo, pudo ser escrita en Roma, o bien en una localidad de Asia Menor o Egipto.
Por otro lado, no hay razones suficientes, sin embargo, para retrasar la composición la
epístola hasta bien entrado el siglo II, como proponen algunos autores. En el caso, no
imposible, de que la escribiese S. Pedro, la fecha de composición sería el año 64 o 67, y el
lugar Roma donde poco después fue martirizado. Los datos que tenemos no permiten llegar
a conclusiones seguras29.
En cuanto a su inspiración y la consiguiente canonicidad, es secundario que fuera escrita
por S.Pedro o por un discípulo anónimo. La carta aparece en las listas más antiguas de libros
canónicos, como las del I Concilio de Laodicea (360), Hipona (393), Cartaginense III (397)
y IV (419), y la carta del Papa Inocencio I (405). Junto con los demás libros de la Biblia, el
Concilio Tridentino definió solemnemente su inspiración30.
27
Cfr. IBIDEM.
28
Cfr. IBIDEM.
29
Cfr. SOLANO A., Cartas Católicas, Op. Cit. p. 19.
30
Cfr. IBIDEM.
11
mismo y, por otro, en las profecías del AT (1,12-21). La segunda parte (2,1-3,13) es una voz
de alerta contra futuros falsos maestros, los cuales, dada su conducta inmoral, son ya objeto
del juicio de Dios (2,1-22)31.
El hecho de que la venida del Señor tarde en llegar los moverá a poner en ridículo la
esperanza en ella (3,1-4). Pero son gente que no comprende ni la realidad de este mundo ni
los propósitos de Dios (3,5-10). Una última sección exhorta a abstenerse del pecado, a no
interpretar mal las cartas del apóstol Pablo y a mantenerse en guardia contra los falsos
maestros (3, 14-17). El escrito termina con un llamamiento a crecer religiosamente y con una
alabanza a Dios y a Cristo (3,18)32.
En su contenido y en la forma de exponer sus ideas, 2 Pe, se muestra como una «carta», y
ésta es precisamente la designación que el autor le da en 3,1; pero se trata de una carta
«católica», esta segunda carta de Pedro es un escrito parenético, y entra también, en este
aspecto, en la serie de las cartas católicas. Se diferencia de las demás, sin embargo, en que el
autor aparece aquí en primer plano más que en cualquier otros de estos escritos. La carta
presencia semejanza excepcional con de Judas. De los 25 versículos de ésta, 19 tiene su
correspondencia total o parcial en la de Pedro33.
Rasgo particular de la carta es la voz de alerta contra los futuros falsos maestros. El autor
describe sus actividades con gran exactitud, sin basarse en ninguna revelación especial que
le descubra el futuro. En ambos escritos (1Pe y 2Pe) el retorno del Señor constituye la gran
esperanza de los cristianos34.
31
Cfr. MICHL J., Carta a los Hebreos, Cartas Católicas, Op. Cit. p. 522.
32
Cfr. IBID, p. 523.
33
Cfr. IBIDEM.
34
Cfr. IBIDEM.
35
Cfr. SOLANO A., Cartas Católicas, Op. Cit. p. 19.
12
empleo de la carta de Judas se entiende mejor si 2 Pe fue escrito sólo después de la muerte
del apóstol. La sintaxis de 2 Pe deja ver en más de una ocasión que es posterior a la de Judas.
La carta presencia semejanza excepcional con de Judas. De los 25 versículos de ésta, 19 tiene
su correspondencia total o parcial en la de Pedro36.
Para la explicación de este fenómeno literario, recogemos dos hipótesis: J. CHAINE
supone que este hermano de Santiago y pariente del Señor fue uno de los colaboradores de
San Pedro, ya que 1 Cor 9, 5 asocia a los hermanos del Señor con los trabajos apostólicos de
San Pedro. Así, el origen de ambos escritos quedaría circunscrito a un círculo petrino. Por
otra parte, A. M. DUBARLE relaciona íntimamente estas cuatro Cartas del Nuevo
Testamento: Las dos Cartas de San Pedro, la de Judas y la Carta a los Hebreos. Según este
autor, las cuatro tienen los mismos destinatarios, reflejan las mismas condiciones de
persecución no organizada, pero alarmante, y acusan notables afinidades de vocabulario, que
las hacen fruto de idéntico ambiente37.
Este autor llega a sugerir que San Judas pudo ser el autor de la Carta a los Hebreos, y que
este breve escrito que conocemos con el nombre de Carta de Judas pudo ser la presentación
de la Carta a los Hebreos, o un escrito exhortatorio anticipado a causa de una situación difícil
(Jds 3)38.
2.6. Importancia
La carta deja entrever la crisis por el cual el cristianismo primitivo tuvo que pasar después
de haber puesto todas sus esperanzas en un retorno próximo de Cristo. Con la venida de éste
36
Cfr. MICHL J., Carta a los Hebreos, Cartas Católicas, Op. Cit. p. 529.
37
Cfr. GARCÍA DEL MORAL, A., Carta a los Hebreos, Cartas Católicas, Op. Cit. p. 133.
38
Cfr. IBIDEM.
39 39
Cfr. SOLANO A., Cartas Católicas, Op. Cit. p. 21.
13
al mundo se habrían cumplido en parte las profecías del AT relativas al fin de los tiempos; si
algo quedaba aún por cumplirse, era cuestión de poco tiempo, pues anhelando fin ya había
comenzado40.
El autor insiste en la base de esta creencia cristiana, y la afirma de nuevo con énfasis: no
se trata de una opinión humana, sino de una verdad enseñada por el AT y por Jesús, quien en
su misión fue acreditado por Dios. El modo de pensar del autor sigue siendo, a pesar de todo,
el del cristianismo primitivo, y por eso para él la venida del Señor no deja de ser el gran
acontecimiento a la luz del cual él mira y juzga la vida presente. La carta contiene además la
enseñanza de que el mundo parecerá por el fuego (3,7.10-13). El pasaje 1,20s es de
importancia para el dogma de la inspiración de la Escritura41.
40
Cfr. MICHL J., Carta a los Hebreos, Cartas Católicas, Op. Cit. p. 534.
41
Cfr. IBIDEM.
14
CONCLUSIÓN
En conclusión, damos por finalizado este trabajo investigativo, que pone de manifiesto la
importancia de estos escritos en toda la cristiandad. En estas breves cartas, las dos únicas del
Príncipe de los apóstoles, llenas de la más preciosa doctrina y profecía, vemos la obra
admirable del Espíritu Santo, que transformó a Pedro después de Pentecostés. Aquel
ignorante, inquieto y cobarde pescador y negador de Cristo es aquí el apóstol lleno de caridad,
de suavidad y de humilde sabiduría, que nos anuncia la proximidad de su propia muerte que
el mismo Cristo le había pronosticado.
San Pedro nos pone por delante, desde el principio de la primera Epístola hasta el fin de
la segunda, el misterio del futuro retorno de nuestro Señor Jesucristo como el tema de
meditación por excelencia para transformar nuestras almas en la fe, el amor y la esperanza.
La lectura de estos escritos, que figuran bajo el nombre y la autoridad de Pedro, acogido
en el canon cristiano, es de inmediata actualidad para cada uno de los cristianos y de las
comunidades, llamados también hoy a vivir como minoría en un ambiente que es a menudo
refractario y hostil. En este contexto es sumamente urgente encontrar las raíces teológicas y
cristológicas profundas de la esperanza cristiana, que no es huida de la realidad, sino
testimonio valiente y libre de la salvación prometida y acogida en la fe.
15
BIBILIOGRAFÍA FINAL
COTHENET E., Las Cartas de Pedro, Edit. Verbo Divino, Estella Navarra 1984.
GARCÍA DEL MORAL, A., Carta a los Hebreos, Cartas Católicas, Edit. PPC, Salamanca 1971.
MICHL J., Carta a los Hebreos, Cartas Católicas, Edit. Herder, Barcelona 1977.
16