Montes y Andruetto
Montes y Andruetto
Montes y Andruetto
Monitor
"La ver dadera educación se da solo persona a persona"
Judith Gociol
"¿Quién dijo que leer es fácil? ¿Quién dijo que leer es contentura siempr e y no
riesgo y esfuer zo? Precisamente porque no es fácil, es que convertirse en lector
resulta una conquista", advierte la escritora Graciela Montes en uno de sus
ensayos. Y es esa premisa la que guía su exper iencia de vida desde que se hizo
lectora, el primer "grado" que dice haber alcanzado. Autora de fi cciones para
chicos y chicas, y de novelas para adultos, ensayista, traductora y editora, en su
página www.gracielamontes.com están alber gadas muchas de sus obras y sus
reflexiones. La invitación que hace allí, vale también para esta nota: "Pase y
siéntase como en casa".
-¿Por qué las palabras deben domiciliarse en lo que llama la "frontera indómita"?
-No es que deban domiciliarse, por que las palabras atraviesan toda la activida d
del ser humano, cualquiera sea el lugar donde esté colocado. Pero sí me par e ce
que es inter esante ensanchar esa zona de intercambio con el mundo donde uno
construye sus pr opios sentidos, sus sentidos personales: la fr ontera indómita,
justamente. La idea de esta tercera zona, donde uno construye su mundo personal,
la tomo del psicoanalista Winnicott y la utilizo de otras maneras. Hay una zona
que es de pura subjetividad, donde uno r esponde a sus necesidades, a sus impulsos
y a sus pasiones; y hay otra que es el poder exter no, el sistema tal como es, las
relaciones de dominación o la s condiciones materiales. Entr e esos dos territorios
existe una frontera, que es la de la construcción personal. Allí hay un montón de
decisiones y de libertades que uno puede tomar, aunque parezcan muy pequeñas.
Mi convicción, tal vez un poco optimista, es que siempr e -aun cuando se está mu y
acorralado- existe un mar gen de hacer las cosas porque sí, "como a mí me gustan".
-Justamente: la palabra personal. Si lo único que uno puede hacer con su palabra
es r epr oducir las frases que se dicen en el noticier o o gritar, o aullar, eso no
construye un lenguaje personal. El lenguaje personal se debe constituir en esa
tercera zona de la que hablábamos, porque tiene que ver con la reflexión y la
negociación con las palabras, donde cada uno toma un papel protagónico. Piensa
con su cabeza, por decirlo de la manera más tradicional. Por eso, si se obliga a
alguien a repetir un discurso tal cual fue dicho por otro, nunca se va a llegar a esa
zona. En cambio, si uno elige r ecor dar un poema, por ejemplo, estaría en es e
lugar.
-¿Le parece que los textos teór icos, las conferencias o las visitas a los colegios
también sirven para ensanchar esa frontera?
-A veces me r esulta grato ver cómo lo que yo dije dialoga con la praxis de algunos
maestros. Per o otras veces me pr eocupa que se repita como lección, que se recit e
la teor ía y se discursee, per o no se enganche genuinamente con la práctica.
Siempr e me pr eocupa qué pasa con eso que yo puse ahí, cómo es leído y cómo es
criticado. Por que en r ealidad lo dialéctico, lo que funciona, es que el docente qu e
recibió mis palabras las haga jugar con su praxis y diga si eso es efectivamente así
o no. Este tipo de reflexión es lo que hay que instalar, no se trata de ser mansas
ovejas, ni de gente que en lugar de un discurso, responda a otro. No me gustaría
que mis textos se convirtieran en una cartilla de memor ización obligatoria. Ya sé,
por supuesto, que nada es tan sencill o, que yo hablo desde afuera, que después
van a venir las maestras a decir me: "Ah, sí, ¿y cómo hago, eh? T engo 45 chicos,
que además no comier on, y yo no cobro, mientras usted está ahí tan tranquila, con
sus libr os". Per o, de todas for mas, esper o que mis p alabras se hagan cuestión y
después me devuelvan todos los reproches que quieran.
-Me r efier o a la lectura en general, del mundo, pero también a los libr os. Creo qu e
la lectura de textos, y en particular la literatura, es una for ma de construcción de
pensamiento libr e especialmente inter esante. Apoyo mucho la lectura literaria
porque abre a otras maneras del conocimiento, además del aspecto gozoso. En los
últimos años se ha insistido mucho en la idea de la lectura placentera, de que leer
es un placer, y eso está bien. Hay una erótica en la literatura, tanto para el qu e
escribe como para el que lee. Pero, además, la literatura siempr e es una for ma de
conocimiento del mundo, es una lectura del mundo. Si un maestr o coloca esa
alternativa en el aula, está ayudando a construir un pensamiento personal que s e
va a revertir en el modo en que ese chico o esa chica que sale de la escuela y
camina hacia su casa -sea cual fuer e su casa - mir e ese mundo. Porque la literatura
alerta, sacude la modorra y la actitud rutinaria de mirar y no ver.
-Algunos más que otr os. No cr eo que todos los libros sean igualment e
inter esantes, ni que todos lleven a más lectura. Un libro con un pensamient o
detrás, que tiene muchos sentidos, con imágenes contundentes, deja una huella
más profunda. Pero algunos textos casi no propician lectura. Digamos así: en el
mundo cada uno hará su camino con las ocasiones de lectura que se le pr esenten.
Pero pensemos en la escuela. Si la ocasión será que un chico lea diez libros, yo
diría que sean diez que valgan la pena porque, ¿dónde y cuándo va a tener otra
ocasión? La escuela tiene ciertas obligaciones, entre otras, hacerse cargo de qu e
es la gran ocasión de lectura para la mayor parte de los chicos. Ahora, para eso, el
maestro tiene que estar convencido de la importancia de esos diez libros, no qu e
se los bajen en for ma automática a los chicos y ya está. Por genial que sea
cualquier método, por puntillosa que sea la selección de libros, por eficaz que sea
la distribución, si no entramos al universo personal de l maestro y el alumno, no va
a ser suficiente.
-En aquel momento, nosotr os retomamos cier tas exper ie ncias que ya se habían
realizado en ese sentido en la década del 60, a partir de unos seminar ios de
literatura infantil en la Universidad de Córdoba. Por supuesto, nuestra exper iencia
se debió al momento de apertura que supuso el r egr eso a la democracia. E n es e
entonces, además, todavía no estaba institucionalizada la visita oficial de los
escritor es a las escuelas, y las grandes editoriales no se habían inter esado por es e
territorio. Todo era muy espontáneo.
-Ahora ese encuentr o está más for malizado, y no siempr e es tan genuino. Yo no
entiendo exactamente cómo es la currícula, pero a veces me invitan a visitar una
escuela y me dicen: "Usted está en nuestr o programa". Y a mí me da un miedo
bárbaro, me suena a "Hay que a gotar a un escritor " o algo así (risas).
-Hace un tiempo estuve en una escuela de Lugano, que es la que atiende a la villa.
Los chicos me dier on una caja con cartas, unas 600 cartas. Algunas son muy
for males, o dicen, un poco escolar mente: "Me gustan mucho sus cuentos, siga
escribiendo"; per o otras me ponen: "Hola escritora", y eso ya entabla una r elación
de otro tipo. Muchas dicen: "Yo quier o ser como usted". A veces me pr egunto qu é
vidas van a tener esos chicos, y me asusto mucho y me deprimo tr emendamente.
Pero, aun así, pienso que no está mal que en ese encuentr o se haya producido una
fisurita, una esperanza. Haber entreabierto una puerta, aunque después se cierr e.
Como le pasa a Alicia en el P aís de las Maravillas, sea muy grande o muy chica,
es mejor que no haber visto ninguna. Eso me tranquiliza la conciencia por que son
muchas las veces en que me pr egunto qué hago yo allí; que luego me vuelvo a mi
casa, que está calentita, con mis libr os. Otr a cosa que me pr ovoca mucha angustia
es que los chicos me preguntan: "¿Per o usted va a volver?". Y yo sé que no
siempr e voy a volver. Por eso cr eo que tampoco hay que poner tanto énfasis en la
visita del escritor. El lazo principal es el que establece ese educador con sus
chicos, esa relación de aula o de biblioteca. Eso es lo que tiene que importar.
-En el 83, escr ibió: "Tuvimos la convicción de que no se saldría del desierto
intelectual y de una sociedad desigual si lo niños no leían", ¿sigue convencida de
lo mismo?
Reproducimos el texto de la conferencia que la escritora María Teresa Andrueto brindó en el Cabildo de la ciudad de
Salta (Argentina) el viernes 8 de junio de 2012, dentro del marco del Programa de Animación a la Lectura “Leer es lo
más”, de Editorial Comunicarte..
La lectura, otra revolución
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