Analisis de La Biblia
Analisis de La Biblia
Analisis de La Biblia
CARRERA - DERECHO
Leer y estudiar la Biblia nos ayuda a ver más allá del atractivo “anzuelo” y
doloroso “gancho” de las tentaciones pecaminosas, para que podamos aprender
de los errores de otros, en vez de experimentarlos nosotros mismos. La
experiencia es un gran maestro, pero cuando se trata de aprender del pecado,
es un duro y terrible maestro. Es mucho mejor aprender de los errores ajenos.
Hay tantos personajes bíblicos de quiénes aprender, tanto modelos positivos
como negativos, que con frecuencia proceden de la misma persona en diferentes
etapas de su vida. Por ejemplo, David, en su victoria al gigante Goliat, nos
enseña que Dios es más grande que cualquier cosa a la que quiera que nos
enfrentemos (1 Samuel 17). David, al ceder a la tentación y cometer adulterio
con Betsabé, nos revela el largo alcance y las terribles consecuencias que puede
acarrearnos un “momento de placer” (2 Samuel 11).
La Biblia
es un libro que no es sólo para leerse. Es un libro para estudiarse, a fin de poder
ser aplicado. De otra manera, es como tragarse el bocado de comida sin
masticarlo y después escupirlo de nuevo... sin ningún valor nutricional
aprovechado. La Biblia es la Palabra de Dios. Como tal, es tan necesaria como
las leyes de la naturaleza. No podemos ignorarla, pero lo hacemos para nuestro
propio mal, así como lo sería si ignoramos la ley de la gravedad. No puede ser lo
suficientemente enfatizada, la importancia que tiene la Biblia en nuestras vidas.
El estudiar la Biblia puede compararse al extraer oro de una mina. Si hacemos
un pequeño esfuerzo y sólo “cernimos los guijarros en el arroyo”, sólo
encontraremos un poco de polvo de oro. Pero si nos esforzamos en realmente
“excavar en ella”, la recompensa será de acuerdo a nuestro gran esfuerzo.
2 la lectura de la Biblia nos hace más sabios; nos ayuda a vencer las tentaciones que
enfrentamos todos los días; nos trae paz y es una guía para la vida; nos ayuda a estar
conscientes de nuestra relación con Dios; nos enseña historia y nos hace entender la
vida de Jesús; nos habla de fe y no de una religión; y puede transformar nuestra vida
para bien porque nos da una nueva perspectiva.
Después de leer eso, me quedé pensando acerca de por qué leo la Biblia
todos los días y cuáles son los beneficios que esa lectura ha traído a mi
vida.
Su imagen y semejanza. Pero la Biblia también define a Dios de varias maneras, como
espíritu, como amor, como verdad, y otros términos que no son “humanos”. Y estas
definiciones nos ayudan a comprender que, por ser la semejanza de Dios, no somos
meramente “humanos”, sino mucho más que eso; somos expresiones del espíritu, y por
lo tanto, espirituales; del amor, y por lo tanto amorosos; de la verdad, y por lo tanto
verdaderos, auténticos, dignos.
Me encanta ver en la Biblia cómo el concepto sobre Dios va evolucionando. En el
Antiguo Testamento, el libro de los Reyes cuenta que Elías tiene la revelación en el
monte Horeb de que Dios no está en el viento, en el terremoto, ni tampoco8 en el fuego,
pero sí en la tranquilidad y en la paz. Eso me ayuda siempre que enfrento algún
problema. Es en la paz interior donde encuentro a Dios, y desde allí puedo buscar
soluciones.
2 Timoteo 3:16-17
16 Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para
corregir, para instruir en justicia,
17 a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda
buena obra.
Como vimos en la primera lección la Biblia es la Palabra inspirada de Dios por medio de
la cual El se comunica con su pueblo (2 P 1:20-21;Jn 5:39) y la regla infalible de fe y
conducta que nos guía con toda seguridad al cielo (Jn 20:31) También Juan 5:24 nos
dice que el que escucha la Palabra y cree en Dios tiene la vida eterna. ¡Fíjese su
importancia! A través de la Biblia podemos obtener salvación pues ella produce la fe
necesaria en nosotros (la fe viene como resultado de oír el mensaje) leamos:
El medio por excelencia que Dios ha escogido para salvar a los pecadores es la locura
de la predicación, como dice Pablo en 1Cor. 1:21-23. Es por eso que es tan importante
conocer la Palabra para poder compartirla con otros y así cumplir la Gran Comisión que
Jesús nos encargó (Mt 28:19-20)
Ahora, además de producir fe y dar fruto la Palabra de Dios tiene otras características
que debemos conocer debido a su importancia y utilidad para nosotros veamos:
Apocalipsis 21:55 El que estaba sentado en el trono dijo: Yo hago nuevas todas
las cosas. Me dijo: Escribe, porque estas palabras son fieles y verdaderas.
Jeremías 1:12 Me dijo Jehová: Bien has visto, porque yo vigilo sobre mi palabra
para ponerla por obra.
Salmos 33:4 porque recta es la palabra de Jehová y toda su obra es hecha con
fidelidad.
2- SANA
Proverbios 4:20-22
20 Hijo mío, está atento a mis palabras; inclina tu oído a mis razones.
21 Que no se aparten de tus ojos; guárdalas en lo profundo de tu corazón,
22 porque son vida para los que las hallan y medicina para todo su cuerpo.
La Palabra es la medicina para todas las enfermedades espirituales que nos afligen y
de consecuencia también para nuestro cuerpo. A veces es como un aceite que Dios
derrama sobre las heridas que nos causa nuestro diario caminar en esta vida.
3- GUÍA
4- TRANSFORMA
Esto quiere decir que con solo leer su Palabra, sus mandamientos sin tu darte cuenta
ella comenzará a obrar en tu interior, e irá creciendo hasta convertir tu corazón. Como
dice la Biblia quitará el corazón de piedra y pondrá un corazón de carne.
5- ES ETERNA
Hebreos 4:12 La palabra de Dios es viva, eficaz y más cortante que toda espada
de dos filos: penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los
tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón.
7- ALIMENTA
Mateo 4:4 El respondió y dijo: Escrito está: No sólo de pan vivirá el hombre, sino
de toda palabra que sale de la boca de Dios.
Salmos 119:103 ¡Cuán dulces son a mi paladar tus palabras! ¡Más que la miel a
mi boca!
Así como nuestro cuerpo necesita los alimentos para poder vivir, de igual modo nuestro
espíritu necesita llenarse de la Palabra de Dios. Debemos tener en cuenta que si no
nos alimentamos con la Palabra (la verdad) entonces corremos el riesgo de que nuestro
espíritu se alimente de la mentira y esta no es la voluntad de Dios.
8- SANTIFICA
Juan 12:48 El que me rechaza y no recibe mis palabras, tiene quien lo juzgue: la
palabra que he hablado, ella lo juzgará en el día final.
Este versículo significa que si por ejemplo: la Palabra de Dios dice que no se debe
robar y la persona lo hace de todas formas, el día del juicio no tendrás excusas porque
ya la Palabra se lo había enseñado. Nuestra vida, nuestro modo de comportarnos será
juzgado en base a las enseñanzas de la Biblia. Ella será la verdad absoluta,
el parámetro para medir nuestras acciones buenas o malas que sean. Dios desde el
Antiguo Testamento declaró sus mandamientos, estatutos y consejos para vivir en esta
tierra. Está en nosotros la decisión de seguirlos.
Una de las armas más poderosas para destruir a nuestro enemigo es la Palabra.
Cuando Jesús fue llevado al desierto para ser tentado venció a Satanás a través de
ella. Cuando alguien quiera venir a atacar tu vida, nunca respondas con tus propias
palabras, sino usa la Palabra de Dios. Debemos recordar que nuestra lucha no es
contra carne ni sangre o sea no es contra otros seres humanos si no contra fuerzas
espirituales de maldad. Por lo cual, si queremos ganar la batalla debemos memorizar
versículos e inundarnos de la Palabra de Dios. De igual modo cuando vengan no solo
personas si no aun pensamientos a tu cabeza, como por ejemplo pensamientos de
desánimo, tristeza, falta de fe, tu mismo debes responder con la Palabra. Por ejemplo,
si viene un pensamiento a ti diciendo: No vas a poder, no eres lo suficientemente buena
o bueno para eso, tu no sirves para nada.. Tu inmediatamente respondes diciendo El
Señor dijo: ¡Bástate mi gracia pues mi poder se perfecciona en tu debilidad! o ¡Con
Cristo somos más que vencedores! Y así declarando la Palabra vas a someter todo
pensamiento a la obediencia de Cristo y esos ataques van a perder su efectividad.
CONCLUSIÓN