Todavía El Amor
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Aprendizajes y Todavía el amor. Una película que explora las relaciones de los mayores
Experiencias
Martes, 25 de Marzo de 2014
Políticas y Derechos Envejecimiento y vejez
Envejecimiento y Vejez
Centro de
Documentación+
“Quería hacer una película acerca del amor, pero mis ideas eran románticas y superficiales. Me pareció
que la gente mayor tenía cosas interesantes para contar. Buscar en ellos qué queda del amor, pasados
Mesa Envejecimiento
Colombia los años”, dice la voz en off de Guzmán García, el director de la película Todavía el amor. Mientras en
Glosario
la pantalla vemos varias parejas de viejos bailando tango, esa voz continúa “Cuando vi este lugar,
pensé que era el correcto, porque sentí que esta gente seguía buscando algo”. Y lo que seguirá es una
Sitios de Interés
hora de documental donde se nos muestra once historias de amor y desamor de personas adultas
Boletín RLG
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mayores.
.
Destacamos
La película usa como locaciones la milonga montevideana “Vieja viola” (Paysandú y Minas) y las casas
Concurso de
de los protagonistas. Mezclando, acorde se articulan los discursos, el espacio público y el privado, el
experiencias
gerontológicas Una encuentro y la intimidad.
sociedad para todas las
edades+
PRAM
Programa Regional del A través de una notoria habilidad para la entrevista, el director prende la cámara y le da voz a estas
Adulto Mayor Cáritas personas, no ya personajes, quienes comparten sus más esenciales historias y reflexionan acerca de
en América Latina y el
Caribe+ cómo han vivido el amor a lo largo de sus vidas.
Seguimiento Plan de
Acción Internacional
sobre el
Envejecimiento
Consultado por INMAYORES sobre cómo había logrado esa apertura por parte de los viejos, García
nos contesta sencillamente: “ellos sintieron que yo los estaba escuchando”. Esta respuesta de García
10 Aniversario RLG
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Foro nos interpela en una noción básica, a saber, ¿qué lugar le damos a las personas mayores? ¿Estamos
receptivos a lo que ellas tienen para contarnos? Ahí, el primer hallazgo de García.
Los protagonistas
La primera pareja que se nos presenta es Ofelia y Nelson. Compartiendo mate y bizcochos en su casa,
nos cuentan que se conocieron bailando tango, danza de la que aún disfrutan juntos. Ya en esta
primera semblanza, las relaciones de género nos llaman la atención. Lejos de una actitud sumisa por
parte de Ofelia, esta pareja declara haber sostenido por muchos años relaciones desiguales de poder,
aunque en sentido inverso. Hasta que un día Nelson quiere hace valer su opinión y la relación muta
completamente. En menos de diez minutos de película, podemos preguntarnos cómo es y era
concebido el amor, cómo afecta el machismo las relaciones de pareja, qué sucede con las infidelidades
y, para nuestro caso, cómo opera el paso del tiempo a la interna de un matrimonio.
María tiene Alzheimer y lleva 25 años viviendo con Mario, cuando se casaron ella tenía 55 y estaba
“perdidamente enamorada”. Hoy esa enfermedad forma parte del diario vivir de ambos y el amor ha
cambiado con los años y las circunstancias. Se los ve sonreír y mencionar alegremente muchas
situaciones que debieron enfrentar juntos. “Es el enamoramiento último de la vida”, dice visiblemente
emocionado Mario al pensar su relación actual.
Las historias son muy variadas, no todas son de pareja, hay quienes están solos. Algunas hasta cuesta
catalogarlas de amor. Hay, por ejemplo, relatos que se asemejan más a arreglos de convivencia y
supervivencia que a la concreción de una pasión. García nos dice que de eso se trata justamente:
“todos los motivos que hay para una pareja. En algunas el sexo ya no corría y el cariño capaz que sí y
capaz que no. Y uno podría pensar que una pareja es más que nada sexo y cariño. A veces no había
ninguno de los dos elementos y sin embargo estaban juntos. Más bien [esta película] capaz que trata de
relaciones. Relaciones entre personas de distinto sexo”.
El dolor de los proyectos anhelados y jamás concretados, como el caso de Mercedes que nos dice
pensativa “Siento por dentro una angustia de no haber vivido como Dios manda. […] me faltó el amor,
ese amor de euforia que uno tiene. Ese tipo de vida yo no la viví, no me enamoré nunca […] Esa cosa
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que tienen los jóvenes”. Mercedes sufre los estereotipos que se tienen de la vejez y los hace carne.
Pero hay también aciertos y alegrías, pasadas y presentes. Marta nos dirá exaltada: “¡Estoy
enamorada! No me enamoré, estoy”.
Todos los relatos ponen de manifiesto distintas intensidades y una gran variedad de emociones y
situaciones que funcionan como un receptáculo de la vida misma, evaluada por sus protagonistas
desde el lado de la propia experiencia, de algunos logros y ciertas derrotas. La mayoría de los
protagonistas conservan, no obstante, la esperanza de hacer de todo aquello que queda un proyecto.
Porque en estos testimonios encontramos que la vida es percibida como un continuo; estas personas
no ven solamente el camino transitado, sino que aún se plantean proyectos futuros, se animan a seguir.
Quizá por esta razón, el director pensaba titular su película “Seguir bailando”. Advierte García: “Todavía
el amor no es positivo ni negativo, es neutro. Seguir bailando sesga la mirada hacia algo positivo y yo
no quería que fuera tan positivo”.
El público
Es una película interesante para todo público de más de 14 años. Al coincidir en la sala de proyección,
las reacciones de los presentes muestran lo variado de los relatos. Unos personajes contagian con su
risa provocando enormes carcajadas colectivas, otros se vuelven admirables y algunos relatos
entristecen. Es que, más allá de las ideas que nos hagamos, García piensa que “las personas mayores
son tan crueles, bellas o inteligentes como cualquiera de nosotros, solo que tienen más años”.
Más allá de ser de interés para amplios públicos, el espectador regional se vuelve en privilegiado ya
que tendrá todas las claves para comprender el tono en el que se pronuncian estos viejos.
El tango
Fuelles abiertos, abrazos, alguna percanta arrabalera, la película se organiza a través del tango: el
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lugar donde se lo baila, el “apronte”, la vestimenta, el coqueteo que termina en el coincidir de los
cuerpos y, quizás, las voluntades. Todos los bailarines y bailarinas van en busca de algo, aunque ese
algo sea simple entretenimiento y encuentro.
El baile puede asociarse a las ganas de vivir y a cierta libido, dos pulsiones que contrastan con la idea
errónea e imperante de la inactividad en la vejez. Una representación que se tiene de esa etapa de la
vida y que opera de manera negativa en los proyectos de los viejos, pero también en los más jóvenes
en la medida en que lo deseable es llegar a esa edad.
García nos cuenta además que “en el baile se mezclan las clases sociales, te diré que se mezclan más
que en los bailes de jóvenes. No sé por qué se da eso. Pero todos ellos iban a otras milongas también.
Casi todos tienen un lugar de cabecera pero, a la par, recorren. El baile los unifica. Comparten eso
aunque tengan muchas diferencias”.
El tango, concretamente, es una tradición rioplatense muy asociada a los que hoy son viejos.
Consultado por INMAYORES, el director cree que “el tango va más con lo trágico, con lo pasional, con
el tono de la película. Más allá que en los bailes de viejos se baila mucha salsa y merengue también. Y
era interesante ver cómo hacían trencito y se divertían pero te distraía. Si yo incluía esos otros bailes
era como que cortaba todo el ambiente”.
¿Qué sentían cuando se conocieron? ¿Cómo se vivía el amor y la sexualidad hace treinta, cincuenta
años? Esta película nos permite tomar contacto con relatos de primera mano sobre cómo era el cortejo,
si lo había; qué depositaban en la pareja; qué cosas buscaban y qué podían esperar. Y claro, qué
queda del amor, pasados los años.
Desde el amor que se cimienta en cartas pero que en la convivencia se vuelve asfixiante, pasando por
el que surge de la necesidad de apoyo económico, hasta aquel que es vivido como indispensable. El
amor atraviesa todas las clases sociales y se desarrolla acorde a las posibilidades de cada uno, pero
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En un momento, Waimiran se pregunta: “¿Y el amor, qué es?” Su respuesta ensaya una idea subjetiva
que se ha podido forjar con los años y que responde a sus circunstancias. “El amor es el complemento
de dos personas. Que uno aún estando lejos siente dónde estará, qué estará haciendo. Inclusive, por
compromisos, a veces ella sale y vuelve de noche y yo estoy despierto hasta que ella no venga”.
Vale remarcar que el concepto de amor será lo primero que el espectador habrá de problematizar. La
idea de amor romántico, esas ansias de felicidad absoluta y plenitud que tanto acostumbran a mostrar
las películas de Hollywood puede que no sea la más aceptada entre estos personajes. El público joven
puede contrastar sus ideas con las de estos viejos, en una suerte de choque generacional. García
remarca que “los viejos interpretan que el amor es más o menos compañía. Los jóvenes en cambio
interpretan como que eso es un desastre. En general la gente joven lo interpreta como algo negativo.
Los veteranos lo toman naturalmente”. Por su parte García, de 31 años, reflexiona “yo no soy tan
pesimista con el amor en general, me parece. Lo que pasa, claro, es que son muy particulares las
historias de amor que encontré. Digo, también al ser documental uno manipula, pero también un poco la
realidad te limita.”
La sexualidad en la vejez
Otra arista importante de la película es que nos ayuda a deconstruir varios mitos acerca de cómo viven
su sexualidad las personas adultas mayores. Lejos de seres asexuados, nos encontramos con sujetos
deseantes que, en muchos casos, despliegan su sensualidad y manifiestan sus experiencias y alegrías.
Son varios los planos que el director eligió para mostrarnos cómo se maquillan, cómo eligen la ropa y
los zapatos, cuáles son las poses al bailar. Lo performático del erotismo atraviesa el film. Quizás estos
individuos no coincidan estrictamente con el modelo estético que nos vende la publicidad, pero son
reales y en la película dicen presente. Algunos personajes viven su sexualidad más desde el lugar del
afecto y como algo que los une. Otros se sienten abiertos a nuevas experiencias, más allá de una
pareja en particular.
De todos modos, resulta llamativa la capacidad de dar a entender su posición mediante gestos u otros
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artilugios del lenguaje no verbal. Son raros los casos en que hablan frontalmente de su sexualidad.
Queda el vestigio de lo que era prohibido y que aún no puede enunciarse, de modo que se lo rodea, se
lo gesticula, pero no se lo verbaliza.
Bellamente compleja
Todavía el amor nos ofrece varios niveles de análisis, algunos de los cuales se han tratado de esbozar
aquí. Pero hay mucho más, dada la riqueza de los testimonios y cómo pueden interpelarnos. Se podría
decir que esta película se presta para un estudio antropológico del amor y la vejez.
En el medio, hay belleza. La fotografía es cuidada, la música plantea el ritmo en que se sucederán las
escenas y el baile otorga agilidad. El montaje cohesiona a la perfección los discursos, usando las
escenas de baile como un respiro que habilitan la digestión de la historia anterior y nos prepara para
presenciar la siguiente.
García no quería hacer una película paternalista, con una mirada compasiva hacia la vejez. Declara no
querer embanderarse en ningún tipo de reinvindicación, tenía preguntas y salió en busca de respuestas.
Sin embargo es de celebrar su apertura para escuchar y darle espacio a la vejez. Consultado acerca de
qué le deja esta película dice “espero llegar a viejo en esa onda. Yo ni voy a bailar ahora, imaginate
cuando tenga 70. Los tipos en algún nivel me parecen que son admirables, ¿no?”
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