Aplicaciones Del Ultrasonido en Pacientes Traumatizados

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Aplicaciones del ultrasonido en pacientes

traumatizados (1ª parte)

Autores: Dr. Jorge Sproviero Cirujano, Departamento de Urgencias, Hospital General


de Agudos Francisco Santojanni

Los traumatizados tienen una metodología de evaluación y estudio que fuera sugerida
a comienzos de los ’80 por el Comité de Trauma del Colegio Americano de Cirujanos e
internacionalmente difundida a través de los cursos “ATLS” (Advanced Trauma Life
Support)2. Esta modalidad de atención, implica cumplir con el “A,B,C,D,E” de la
normativa ATLS:

• A: vía aérea y control de la columna cervical.


• B: ventilación y respiración.
• C: circulación con control de hemorragias.
• D: identificación de discapacidades(examen neurológico).
• E: exposición completa del enfermo con control de la temperatura ambiental.

Este procedimiento requiere seguir estrictamente la secuencia antes descripta. Esto es


así, pues la obstrucción de la vía aérea terminará con la vida del paciente en cuestión
de minutos y de nada vale contar con una vía aérea permeable si el O2 inspirado no
alcanza el alvéolo pulmonar por una patología de la caja torácica o del pulmón;
resultando en una hematosis deficiente que deriva en hipoxia tisular.

Asumiendo la normalidad en A y B, se impone la evaluación del sistema circulatorio. El


aparato cardiovascular es un circuito cerrado de alta presión (120 mmHg) que tiene
como funciones, aportar O2 y nutrientes a los tejidos y conducir los productos del
metabolismo tisular hacia los efectores finales para su eliminación. Por otra parte,
interviene también en la regulación de la temperatura corporal. Cuando un
traumatismo produce una solución de continuidad en este circuito, provocando una
pérdida aguda del volumen sanguíneo (hemorragia), aparecerán una serie de signos y
síntomas cuya presencia estará relacionada, entre otros, con la cantidad y velocidad de
la pérdida de sangre. Una vez que la hemorragia alcance el 30-40% de la volemia, los
mecanismos fisiológicos de compensación serán insuficientes para mantener signos
vitales en rangos de normalidad. Aparecerá así el shock hemorrágico (taquicardia,
taquipnea, hipotensión arterial, cambios en el estado mental) con toda claridad2. Sin
embargo, la nitidez del cuadro clínico descripto puede llevar cierto tiempo para su
presentación, ocasionando demoras diagnósticas que pueden hacer fracasar el
tratamiento por lo tardío de su indicación.

Uno de los aspectos más complejos al examinar un paciente traumatizado lo constituye


la evaluación de su tronco, que es la porción del cuerpo comprendida entre la horquilla
esternal y el periné10. Esta extensa zona cuenta con espacios anatómicos
suficientemente amplios como para actuar de reservorios de sustancias líquidas en el
paciente traumatizado. En el tórax, los espacios pleurales y la bolsa pericárdica; y en
el abdomen, las cavidades peritoneal y pelviana conjuntamente con el retroperitoneo,
pueden acumular fluídos orgánicos que escaparon de sus sitios habituales.

Por lo tanto en todo traumatizado, la detección de líquido libre en cualquiera de los


espacios mencionados, deberá interpretarse como un marcador lesional 5,8.

El compromiso corporal múltiple, con heridas que pueden actuar como elementos de
distracción para el examinador; los trastornos de la conciencia, lo inespecífico de
ciertos signos y síntomas de la víctima y las formas particulares que tienen los
pacientes de manifestarse frente a los traumatismos, hacen de estos cuadros,
verdaderos dilemas diagnósticos.

Por lo variado de su contenido (órganos sólidos, órganos huecos, grandes vasos, etc.),
su frecuente compromiso en este tipo de pacientes (representa la mayor parte del
tronco) y su fácil accesibilidad de evaluación, el abdomen constituye la región corporal
a evaluar en estos casos.

Desde esta perspectiva, se necesitarán seleccionar, realizar y analizar estudios


complementarios que permitan distinguir entre pacientes que requieran
procedimientos terapéuticos invasivos o estudios diagnósticos más complejos, de
aquellos individuos que podrán continuar con un seguimiento clínico.

Tiempo atrás, el lavado peritoneal diagnóstico (LPD) y la tomografía computada (TC)


fueron, en ese orden, los métodos empleados para la detección de líquido libre en el
abdomen.

A comienzos de los ’70, la ecografía se empleó para el estudio del paciente


traumatizado6. Tuvo rápida aceptación entre los europeos y orientales, siendo los
artículos provenientes de autores alemanes y japoneses los primeros en hacer
referencia a la utilidad diagnóstica del ultrasonido entre los lesionados 3,4.

Con el paso del tiempo, los ecógrafos permitieron obtener imágenes más nítidas y
confiables de las estructuras abdominales, hecho que logró equiparar los hallazgos del
ultrasonido con los de otros procedimientos diagnósticos.

La popularidad de la sonografía frente a las otras alternativas diagnósticas, respondía a


una serie de factores: procedimiento no invasivo, rápido, repetible, sin requerimientos
de medios de contraste ni radiaciones, de bajo costo y disponible en las áreas de
urgencia de los hospitales9. Por estas características, su uso se generalizó como
método de diagnóstico inicial para enfermos traumatizados1,7. Sin embargo, del
mismo modo que existía una modalidad de atención para estos pacientes, también se
hicieron necesarias pautas para la implementación de la ecografía en ellos.

La ultrasonografía en trauma, planteaba una serie de puntos a normatizar:

• Nombre y técnica del procedimiento ecográfico para evaluar pacientes


traumatizados.

• Certeza para identificar lesiones órgano – específicas.

• Sistemas de categorización basados en hallazgos ecográficos.

• Significado de los estudios ultrasónicos.

• Acreditación y competencia del método.

Estos temas se transformaron en los objetivos centrales de una conferencia de


consenso internacional sobre ecografía en trauma, convocada para estandarizar la
terminología, determinar las aplicaciones clínicas del método y definir los criterios de
acreditación.

Este evento científico hizo una serie de recomendaciones:

• Se llamará FAST (Focused Assessment with Sonography for Trauma o Determinación


Focalizada con Ecografía en Trauma) a la aplicación del ultrasonido en la evaluación
inicial del paciente traumatizado. La técnica implica el estudio en tiempo real de las
regiones del tronco conocidas como las 4P: perihepática, pericárdica, periesplénica y
pélvica; sin importar su secuencia.

• En manos experimentadas, las lesiones abdominales pueden ser detectadas por


ultrasonido; pero la utilidad de identificar estas alteraciones en órganos sólidos
abdominales, está sujeta a debate.

• La capacidad de los sistemas de categorización por ultrasonido para identificar


pacientes con requerimiento de cirugía luego de trauma abdominal, no se ha
establecido aún.

• En pacientes hemodinámicamente inestables, la presencia de líquido libre (LL) es un


resultado positivo, [FAST ], sugiriendo hemoperitoneo e indicación de laparotomía. En
pacientes hemodinámicamente inestables, con ausencia de (LL) es un resultado
negativo, [FAST -] y sugiere la búsqueda extrabdominal de fuentes de sangrado. En
pacientes hemodinámicamente estables, la presencia de (LL) es un resultado positivo,
[FAST ] y debe ser completado con estudio tomográfico para definir la naturaleza de la
lesión.
En pacientes hemodinámicamente estables, con ausencia de (LL) es un resultado
negativo, [FAST -] y el paciente podrá ser seguido clínicamente.

• Se requiere acreditación para el procedimiento a realizar. La incorporación de la


enseñanza de la ecografía a los residentes, constituye un método fundamental de
entrenamiento y acumulación de experiencia.

Así es como se aplican estas sistemáticas (clínica y diagnóstica) en esta patología,


donde el factor tiempo cumple un rol preponderante.

Bibliografía: 1. Ballesteros M, Maffei D, Alejandre S, y col: La ecografía abdominal en


el manejo de pacientes politraumatizados. Rev Arg Cirug 1997; 72: 187 – 192. 2.
Comité de Trauma. Colegio Americano de Cirujanos: Programa Avanzado de Apoyo
Vital en Trauma para Médicos 1997; Cap. 1: 23. 3. Hauenstein KH, Wimmer B,
Billmann P, et al: The role of sonography in blunt abdominal trauma. Radiology 1982;
22: 106. 4. Kimura A, Otsuka T: Emergency ultrasonography in the evaluation of
hemoperitoneum: a prospective study. J Trauma 1991; 31: 20. 5. Kirkpatrick AW,
Sirois M, Laupland KB, et al: Prospective evaluation of hand-held focused abdominal
sonography for trauma (FAST) in blunt abdominal trauma. Can J Surg 2005; 48: 453 –
460. 6. Kristensen JK, Buemann B, Kuehl E: Ultrasonic scanning in the diagnosis of
splenic haematomas. Acta Chir Scand 1971; 137: 653. 7. Röthlin M, Näf R, Amgwerd
M, et al: Ultrasound in blunt abdominal and thoracic trauma. J Trauma 1993; 34: 488 -
495. 8. Scalea T, Rodriguez A, Chiu W, et al: Focused Assessment with Sonography for
Trauma (FAST): Results from an International Consensus Conference. J Trauma 1999;
46: 466 - 472. 9. Sproviero J, Angelini G, Ninio M: Trauma esplénico y ecografía: es
posible ampliar los alcances del método? Rev Arg Ultrasonografía 2003; 16: 18 – 27.
10. Trunkey D, Hill A, Schecter W: Abdominal trauma and indications for celiotomy. En
Moore E, Mattox K, Feliciano D: Trauma. Ed. Appleton and Lange 1991; Cap. 27: 409.

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