El Delito Natura1

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EL DELITO NATURAL DE RAFAEL GAROFALO

Dio nombre a las nuevas ciencias de la criminología estableciendo sus teorías sobre el
DELITO NATURAL: Lo define como un acto que viola los sentimientos altruista
fundamentales de piedad y probidad teniendo en cuenta el término medio en que existe,
en una sociedad determinada que es indispensable para la adaptación del individuo para
la vida social por lo tanto la base de su teoría son la violación de sentimientos de piedad
y de probidad y no la violación de la norma. Garófalo difundió y popularizó el término
«criminología», con la publicación de su libro «La criminología. Que dio origen de la
criminología como ciencia que estudia al delincuente física, social y psicológicamente.

Poner en claro si entre los crímenes y los delitos de nuestras leyes contemporáneas los
hay que hayan sido considerados como acciones punibles en todos los tiempos y en
todos los países. Cuando se piensa en ciertos crímenes horribles, nos vemos inclinados á
dar una contestación afirmativa: tal sucede, por ejemplo, con el parricidio, el asesinato
con alevosía, el robo con homicidio, el homicidio por simple brutalidad. Pero también
se encuentran hechos que parecen contradecir á esta misma idea. Las descripciones de
los viajeros antiguos y modernos acerca de las costumbres de los salvajes nos enseñan
que el parricidio ha sido una costumbre religiosa en ciertas tribus. El sentimiento del
deber filial impulsaba á los masagetas, sardos, slavos y escandinavos á dar muerte á sus
padres enfermos ó cuando hubiesen llegado á una extremada vejez.

Todas las experiencias de utilidad organizadas y consolidadas á través de todas las


generaciones pasadas de la raza humana han producido sus correspondientes
modificaciones nerviosas, las cuales, por transmisión y acumulación continuas, se han
convertido en facultades de intuición moral, en emociones correspondientes á la
conducta buena ó mala , que no tienen ninguna base aparente en las experiencias
individuales de utilidad. La preferencia ó la aversión se hacen orgánicas por la herencia
de los efectos de las experiencias agradables ó desagradables recogidas por nuestros
antepasados. Sea lo que quiera de esta hipótesis, lo mismo que de la de Darwin, lo cierto
y positivo es que cada raza posee hoy una suma de instintos morales innatos, es decir,
que no son un producto del razonamiento individual, sino que son la herencia del
individuo, como el tipo físico de la raza a que pertenece. Desde la infancia se advierte
algunos de estos instintos, no bien comienza a manifestarse el desarrollo intelectual, y
sin duda antes que el niño sea capaz de hacer el difícil razonamiento que demuestra la
utilidad individual indirecta del altruismo.

La existencia del sentido moral innato es también la única manera de explicar el


sacrificio solitario y obscuro que los hombres hacen algunas veces de sus graves
intereses, por no faltar a lo que les parece que es su deber. No importa que se diga que
el altruismo no es más que el egoísmo explicado, consciente; pues esto no impide que,
en casos muy frecuentes, el egoísmo hubiese de sernos bastante más útil, ahorrándonos
dolores o permitiéndonos conseguir lo que con más ansia deseamos, sin que nada
tuviésemos que temer para el presente ni aun para el porvenir. Cuando se renuncia a
ahorrarse un mal o a proporcionarse un bien, sin que pueda advertirse la utilidad de este
sacrificio, es preciso reconocer la existencia de un sentimiento que nos impulsa a obrar
independientemente de todo razonamiento, lo que no obsta para que semejantes
sentimientos, heredados por nosotros y en los que no nos cabe merito alguno, hayan
tenido un origen utilitario en nuestros antepasados. El sentimiento del honor no
significa, en último resultado, otra cosa más que la existencia predominante de algunos
sentimientos morales elementales, no es más que la expresión exterior y más saliente de
las cualidades y de los defectos del carácter de un individuo, y todo ello mezclado con
originales prejuicios de clase social, de cesta, de profesión ó de secta.

Así, que el sentimiento del amor ó de la benevolencia hacia nuestros semejantes ha


comenzado á aparecer como un sentimiento egoaltruista bajo la forma de amor hacia
nuestros propios hijos , que son como una parte de nosotros mismos. Después se
extiende á los demás miembros de nuestra familia, pero no deviene realmente altruista
hasta que no se halla ya determinado y limitado por los lazos y la sangre. Lo que
entonces lo determina es la semejanza física ó moral de los individuos de una misma
casta, de una misma nación, de una misma raza, que hablan la misma lengua ó poco
menos, por cuanto nosotros no podemos tener simpatía hacia individuos totalmente
distintos de nosotros y cuya manera de sentir nos es desconocida. De todo cuanto se ha
dicho en el parágrafo precedente podemos concluir que el elemento de inmoralidad
necesario para que un acto perjudicial sea considerado como criminal por la opinión
pública es la lesión de aquella parte del sentido moral que consiste en los sentimientos
altruistas fundamentales, o sea, la piedad y la probidad. Es, además, necesario que la
violación hiera, no ya la parte. superior y más delicada de estos sentimientos, sino la
medida media en que son poseídos por una comunidad, y que es indispensable para la
adaptación del individuo a la sociedad. Esto es lo que nosotros llamaremos crimen o
delito natural. Lo que hace que sean criminales los atentados contra el pudor, no es la
violación del pudor mismo, sino la violación de la libertad individual, del sentimiento
de piedad, y aun en el caso de que no haya existido violencia, sino un simple engaño, el
dolor moral, la vergüenza y las malas consecuencias que el acto brutal trae para la
víctima.

Se plantea el problema de si existen una serie de conductas que han sido consideradas
delictivas en todos los tiempos y en todos los países. Considera que ello no es posible,
ya que las conductas sociales y el derecho son cambiantes, con peculiaridades propias
entre razas, países, etc. Se aproxima al Derecho natural, aunque su postura no se basa en
el mismo, al considerar que hay una serie de instintos morales innatos que son herencia
del individuo. Parte de un sentido moral medio de la comunidad entera, existiendo
personas con moralidad superior y otras que quedan por debajo de ese nivel medio. El
delito natural es una concepción criminológica, no jurídica, por lo que sólo afecta a una
serie concreta de delitos: aquellas en la que se dan ciertas anomalías en el delincuente,
en especial por la carencia de una parte del sentido moral. Garofalo reconoce que su
definición no puede abarcar todos los tipos de delitos, aceptando las críticas que le
hicieron a este respecto. De entre los críticos hay que mencionar la del español
Aramburu, a la que hace mención el propio Garofalo.

Se ocupa Garofalo del delito, según los juristas. Sostiene que la criminalidad para éstos
no es nada, no la conocen, no les interesa. De esta concepción del delito ha llegado a
hacerse eco la ciencia penal moderna, aunque a título de referencia; con posterioridad a
Garofalo se ocuparon del mismo penalista de la talla de Von Liszt y antes Romagnosi.
También se hizo eco del delito natural algún criminólogo. Garofalo busca una
concepción del delito desde el punto de vista criminológico estimando que hay un fondo
moral en la sociedad, que no se da en buena parte de los delincuentes. Cuando elabora
su Derecho natural, la teoría jurídica del delito estaba ya muy avanzada, como
consecuencia del método elaborado por los clásicos. La preocupación por la moral que
recoge Garofalo en su delito natural, es un concepto que ya tienen presente los primeros
penalistas. Continúa diciendo que la concepción jurídica del delito no es compatible con
el delito natural, ya que en éste se pretende llevar a cabo un estudio científico. Termina
diciendo: La importancia de nuestra determinación del concepto del delito se irá
evidenciando a medida que adelantemos en este estudio. Puesto que el delito consiste en
una acción nociva que viola el sentimiento más elemental de piedad o probidad, el
delincuente no podrá ser otra cosa más que un hombre en el cual exista carencia, eclipse
o debilidad del uno o del otro de estos sentimientos. De lo anterior se desprende cómo
Garofalo orienta la concepción de su delito natural a la carencia de sentimientos morales
del delincuente, que en definitiva afectan a problemas de personalidad de los que se
ocupa la criminología moderna y cuyos primeros estudios son de la Escuela positiva.
Aparece con el italiano una doble concepción del delito. Una desde el punto de vista
criminológico, y otra jurídica, que era la mantenida por la escuela clásica. Garofalo
criticó que el mismo Juez se ocupara de temas civiles y penales, de ahí que propusiera
su separación, lo que ocurre desde hace tiempo en el sistema procesal de los países más
avanzados. No hay que olvidar que para el italiano el delincuente era un ser a normal.
[ CITATION Gar80 \l 3082 ]

Referencias
Garófalo, R. (1980). La criminología. Obtenido de
https://campus.uladech.edu.pe/pluginfile.php/3931214/mod_resource/content/1/
LIBRO%20DE%20CRIMINOLOGIA.pdf

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