La Delincuencia Como Hecho Social

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La Delincuencia Como Hecho Social

Por Héctor SOLIS QUIROGA. Co-


laboración especial para la Revista
Mexicana de Sociología.

L A delincuencia como realidad social. Entre los hechos que en las


colectividades humanas dañan, disocian o violan leyes o normas,
hay una clase especial llamada criminalidad, que habitualmente es con-
cebida como la que tiene más graves consecuencias. Fuera de los hechos
criminales hay otros muchos, también nocivos y de resultantes sociales
negativas, que la sociedad, según su grado de cultura, tiende a confundir
con la delincuencia.
Esto nos obliga a hacer una clasificación en la siguiente forma:
1) Hechos que la sociedad toma como delictuosos, pero que no están
tipificados como tales en las leyes penales ( únicas que pueden hacer-
lo) ; 2) Hechos que la sociedad no toma como criminales, pero que están
tipificados en las leyes penales; 3) Hechos que tanto las leyes como la
sociedad consideran como criminales.
En el primer supuesto puede tratarse de hechos ,inmorales, recha-
zados por la sociedad, prohibidos o reprobados por leyes no penales, etc.,
pero nunca considerados en la ley penal. No forman parte del campo
de nuestra materia ni. existen criterios sociales unitarios para calificar-
los, por lo que no los examinaremos.
En el segundo supuesto, ciertos hechos tipificados en las leyes
penales no parecen socialmente muy graves o trascendentes, y se observa
cierta tolerancia o clara oposición con el criterio penal, por la forma
no muy equitativa y además un tanto extremosa e injusta en que el
Estado actúa contra los delincuentes.
De todas maneras, como hay tipificación penal y persecución estatal,
estos hechos y los del tercer supuesto deben ser tomados en cuenta por
la Sociología Criminal.
90 Revista Mexicana de Sociología

Por fortuna, en materia tan delicada como es calificar penalmente


la conducta de una persona, hay normas de orden público que toman
cuerpo en las leyes punitivas y que se realizan a través de los órganos
más serios y de los funcionarios que se suponen más ilustrados del poder
público, o sea, en con junto, el Poder Judicial.
Pero sucede que los hechos, antes de ser calificados en definitiva, son
sólo eso y su autor no puede aún ser llamado delincuente.
Son, pues, los hechos, por terribles que se les suponga, independien-
tes de toda calificación que de ellos se haga y para ejemplo existe el
muy conocido: si se quita la vida a un hombre en cumplimiento de
la pena de muerte que le ha sido impuesta no se comete un crimen;
si se mata a quien ha violado el domicilio a altas horas de la noche
puede hablarse de legítima defensa; si se asesina a otro individuo,
transeúnte pacífico que ningún daño ha hecho, ello es un crimen. Los
hechos son al fondo los mismos: se ha cometido un homicidio; su cali-
ficación legal varía como también las apreciaciones sociales, científicas
o filosóficas.
La Sociología Criminal se ocupa de los hechos y de su clasificación
de criminales, conjuntamente. Es decir, se ocupa de los hechos y del
concepto de delictuosos, que les ha sido aplicado concretamente en las
sentencias dictadas por el órgano estatal capacitado para ello. El delito,
pues, es un concepto que se aplica para calificar hechos concretos de
una sociedad.

Concepito's de delito.-Los conceptos de crimen son productos que


obedecen a la especial condición cultural de una sociedad humana
concreta, y pueden ser filosóficos, sociológicos, criminológicos, jurídicos
o legales. Como de ello depende el calificativo "criminal" de nuestra
Sociología, daremos nuestro punto de vista, cosa cuya dificultad no des-
conocemos, pero dada nuestra finalidad de estudiar la rama de la ciencia
de la realidad social que se ocupa de lo criminal, debemos saber, desde
un punto de vista pragmático y fácilmente manejable, lo que se consi-
dera como delictuoso. No es por un mero afán especulativo que pre-
tendemos examinar el concepto de delito; por ello sólo ¡podremos captar
definiciones de valor práctico y real en un momento dado. A pesar de
ello, por razones obvias, expondremos otros criterios.

a) Filosófico.-Desde este ángulo se pretendió definir qué es el


crimen, pero no se encontró algo válido universalmente, pues sólo servía
para ciertos países, para una época concreta, para los hechos graves, para
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algunos tipos de delitos o para limitadas culturas. Así se llegó al con-
cepto filosófico de que crimen es la violación de los valores más elevados
de la soc~ed,(l}d (la vida, la salud, etc.). Esto sería indiscutible si en un
momento dado pudiera decirse, universalmente, cuáles son ellos, cosa
dudosa. También conduce a confusiones la consideración exclusiva de
tales valores sin comprenderse los menos elevados, lo que ha provocado
imprácticas e indeterminables discusiones y vaguedades basadas en cri-
terios subjetivos de reprobación para ciertas conductas, bajo tendencias
morales, religiosas, etc. Por otra parte, nuestra sociedad está acostum-
brada a llamar criminal a una conducta dañosa cuando tiene graves
consecuencias, pero hay múltiples conductas de esas características que
la ley el Poder Público no persiguen y en cambio hay otras que sí se
castigan, sin ser tan perjudiciales.

b) Sociológico. Makarewicz 1 dice que "un crimen es un acto


(realizado) por un miembro de un grupo social dado, que es visto por
el resto de los miembros de ese grupo como tan injurioso o como tan
demostrativo de una actitud antisocial por parte de quien lo ejecuta,
que el gr~po reacciona pública, abierta y colectivamente, tratando de
anular algunos de sus derechos". Una crítica simplista que se hiciera
de la anterior definición nos llevaría a escribir con exceso, por lo que
sólo haremos notar que no todos los crímenes que reúnan las condiciones
anteriores hacen reaccionar a los grupos en la forma expresada, ni to-
das las actitudes contra ellos se presentan con las características referidas
por ella. El campo de lo injurioso y de las actividades grupales frente a
la injuria es tan cambiante y circunstancial como el de las emocio-
nes y sentimientos que intervienen en un y otro caso.

Según Colajanni,2 "las acciones punibles (delitos) son aquellas que,


determinadas por móviles individuales y antisociales, turban las condi-
ciones de existencia y chocan con la moralidad media de un pueblo en
un momento dado." Como crítica gruesa y general, no podemos decir
que todas las acciones punibles sean delitos. Por otra parte, al hablar
un sociólogo de los móviles que determinan tales acciones entra en un
elemento subjetivo que nunca pudo ser examinado por el autor si no

1 Citado por Uribe Villegas, Osear. "El crimen objeto de estudio de la Socio-
patología". Estudios Sociológicos. Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM.
México, 1952.
'2 Citado por Ferri, Enrico. Sociología Criminal. Centro Editorial de Góngora.
Madrid, 1907. Tomo I, págs. 97 a 101.
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tuvo el auxilio, como parece ser, de muy selectos y acusados métodos
psicológicos o la experiencia manifiesta de individuos especializados.
Durkheim 3 dice que "un acto es criminal cuando hiere los estados
vigorosos y definidos de la conciencia colectiva", y después sigue: "Cua~
lesquiera que sean sus variedades, el delito es en todas partes esencial-
mente el mismo". Como crítica general diremos que, si bien es cierto
que Durkheim define lo que es la conciencia colectiva, no se sabe
cuáles son los "estados vigorosos y definidos" de ella, y hay muchos
actos que los pueden herir y, sin embargo, no están considerados como
delitos ( verbigracia, el suicidio), en tanto que hay otros que no los lesio-
nan ( verbigracia, la defraudación fiscal), y, sin embargo, la ley los define
como delitos. Por tanto, no nos da una base práctica de qué partir.
Enrico Ferri,4 adhiriéndose a la definición de Berenini, da su con-
cepto diciendo que "los elementos característicos del delito natural
son la antisocialidad de los motivos determinantes y el atentado a las
condiciones de existencia que implican el elemento de ofensa a la mo-
ralidad media de un grupo colectivo determinado." Para nosotros se
vuelve a incurrir en lo mismo que hemos hecho notar en Colajanni,
o sea, que, al no contarse con métodos psicológicos adecuados, sólo se
pueden calificar los motivos mediante la declaración del presunto delin~
cuente, que, en ocasiones, es tan preparado o tan impreparado que
desde el principio no expresará o no podrá exponer los verdaderos moti-
vos, con lo cual ya no será posible calificar su antisocialidad. Ello es
materia de prueba y no de teoría. Por otra parte, habla del atentado
a las condiciones de existencia como otro elemento del delito; en nue~
tro medio, al menos, hay delitos que han sido definidos en la ley y
no constituyen atentados contra las condiciones de existencia ( como
nuestro dictatorial delito de disolución social), sino que son formalmente
considerados como tales por conveniencias políticas de un grupo o de
un momento. Además, no se puede hablar sino de grupos colectivos,
pues no hay grupos formados por un .individuo.

c) Criminológico. Pasamos a las definiciones criminológicas de


delito, que son producto de los últimos años, pero haremos notar que
las que pueden ser buenas para la Criminología pueden no serlo para
nuestra disciplina, por las razones diferenciales que hemos dado en el
desarrollo anterior de este traba jo.

s Ferri, Enrico. Op. cit.


4 Ferri, Enrico. Op. cit.
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H. Veiga de Carvalho 5 dice que crimen es todo acto humano vo-
luntario y responsable, bajo la influencia de factores endógenos y exó-
genos, contrario al mínimo de moral de un pueblo o que ofenda los
sentimientos profundamente arraigados y claramente definidos de con-
ciencia social, en el fondo de los cuales está la piedad y la probidad".
Independientemente del contenido de tal definición es claro que, para
los efectos de la Sociología Criminal, o sea, el estudio del real acontecer
criminal, el elemento subjetivo ( que en la generalidad de los casos
no es investigado por las autoridades judiciales) no es posible defi-
nirlo en términos de realidad, porque no se sabe que se hagan usualmente
estudios de fondo para saber si, independientemente de la propia de-
claración del :procesado, existe en el caso la voluntariedad y la respon-
sabilidad; tampoco la influencia de los factores endógenos y exógenos
es comprobada habitualmente en los procesos criminales. Teóricamente
está bien considerado que el delito es contrario al mínimo de moral de
un pueblo, puesto que se ha afirmado, con razón, por parte de los
juristas, que el delito es la infracción al mínimo de los mínimos de la
moral exigida por un pueblo, pero ¿cuál es el mínimo de cada caso?
Por otra parte, frecuentemente encontramos en la legislación penal de]
mundo que no siempre es el delito el que ofende los sentimientos pro-
fundamente arraigados de conciencia social, sino que ( como en el caso
del homicidio piadoso o del delito de disolución social) es el legislador
el que no está de acuerdo con esos sentimientos, y al perseguir al llamado
"delincuente", es la autoridad quien los ofende. Insistimos en que, sin
examinar desde el punto de vista crimonológico esta definición ( que
para él puede ser muy buena), desde el punto de vista del estudio del
real acontecer social criminal, no nos es útil, ya que resulta que, en la
práctica, el legislador es quien está contra los sentimientos y la concien-
cia social o la moral mínima.
Robert G. Caldwell 6 dice que el delito puede tener dos elementos:
el acto u omisión criminales y el elemento mental. Si examinamos el
anterior concepto, fácilmente podremos identificar dos factores conoci-
dos: el acto típico y la culpabilidad. Para la Sociología Criminal es
muy importante el primero, porque representa el daño causado tanto
a la víctima como a la sociedad en un momento determinado. El se-
gundo, que siempre existe en cualquiera de sus formas, corresponde no
5 Vciga de Carvalho, H. !,{anual de Criminología. Colcstánea Acacio Nogucira.
Sao Paulo, 1953, pág. 48.
6 Caldwell, Robert G. Criminology. The Ronald Press Co. New York, 1956,
páginas 117 y sig.
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sólo al factor capacidad penal (imputabilidad) ni sólo a la inexistencia
de la intención criminal, sino a la comprobación de ello, que da lugar
a la reprobación ( culpabilidad en la sentencia condenatoria) y a la
punición o a la aplicación de la sanción. Por tanto el concepto de Cald-
well nos es más útil, aunque no en forma total y definitiva, como
veremos más tarde.
Robert E. L. Faris 7 dice que los crímenes son violaciones a los
principios de una cultura. Y que la criminalidad es la evasión o viola-
ción de las más importantes y explícitas reglas de una sociedad. Este
concepto no nos es de utilidad, porque, desde el punto de vista práctico
de la Sociología Criminal, tendría que empezarse por discutir cuáles
son los principios de una cultura y cuáles son las más importantes y más
e~plícitas reglas de una sociedad, y ello nos detendría indefinidamente
en nuestro camino. Por otra parte, los principios y las reglas mencio-
nados pueden, al ser violados, referirse a cuestiones sociales, morales,
religiosas y civiles, sin que sea tocado para nada el interés primordial,
que es criminal.
Huáscar Cajías K. 8 se acoge a la definición del delito que la ley
da y su tipificación, pues aunque es de calidad formal y no material, él
reconoce que así es una parte de la realidad. Tal posición de Cajías
nos parece adecuada, y de hecho es la misma que nosotros seguimos.

d) Jurídico. Entre los autores de obras de Derecho Penal en-


contramos, dentro de la Escuela Clásica, a Carrara, citado por Franco
Sodi,9 que dio, para su tiempo, una de las definiciones más útiles, di-
ciendo que es "la infracción a la Ley del Estado, promulgada para
la seguridad de los ciudadanos, resultante del acto del hombre, posi-
tivo o negativo, y moralmente imputable." En esta definición encon-
tramos lo siguiente: un acto humano, imputable, y violatorio de la
ley penal. Es decir, un acto ( acción u omisión) humano, imputable
y típico. Definición para estos momentos incompleta, pero para su
época muy sabia.
Francisco González de la Vega 10 dice que generalmente los autores

7 Faris, Robert E. L. Social Disorganization. Segunda edición. The Ronald


Press Co. New York, 1955, págs. 169, 172 y 192.
8 Cajias, Huáscar K. Criminología. Editorial Juventud. La Paz, Bolivia, 1955,
páginas 13 y sig.
9 Sodi, Carlos Franco. Nociones de Derecho Penal. México, 1940.
10 González de la Vega, Francisco. Código Penal ~omentado. Impresores Uni-
dos, S. de R. L. México, 1939.
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señalan las siguientes características genéricas del delito: a;) es un acto
humano; b) típico; c) antijurídico; d) Imputable; e) culpable; f) pu-
nible; g) conforme a las condiciones objetivas de punibilidad. Múlti-
ples autores se refie:::-cn a tales características de los delitos, pero con-
funden los elementos con los presupuestos y las consecuencias.
Tiene cuando menos dos srgnificados la palabra delito. El primero
es el relativo al conceplo, que la ley o los juristas adoptan, y el segundo es
el hecho al que debe aplicarse; el concepto es un producto cultural y
como tal sólo es atribuíble a los seres humanos y a sus actos; el hecho
es una realidad dañosa que, cuando es producto del hombre, se llama
delito. El hecho o acto se refiere a acciones u omisiones; dentro de la
teoría del acto jurídico se le demonina hecho, porque no se ejecuta
para que produzca consecuencias jurídicas, sino precisamente deseando
que no las produzca. El delito es, pues, un hecho ( acción u omisión)
ejecutado por seres humanos. Pero no es necesario afirmar que el hecho
sea humano, porque no hay delitos que no sean productos del hombre.
El delito es, pues, un acto o hecho que forma el primer escalón de
una pirámide definitoria; pero tal acto es antijurídico, es decir, con-
trario al derecho, no sólo a las leyes, sino a la cultura que sirve de base
a esas leyes, que les da su interpretación correcta y que tienen vigor en
las condiciones de vida generales de un pueblo. Es decir, es una mani-
festación de conducta que reprueba Ia sociedad por medio de la Ley,
dándole vigor, relevancia y obligatoriedad. Pero decir antijurídico es
decir contrario al derecho en general, por lo cual faltan de expresar
otros elementos más. La amplitud de lo antijurídico, siempre menor
que lo genérico de los actos, puede constituir el segundo escalón de
nuestra definición.
El acto antijurídico debe ser tÍfJico, es decir, que realice alguno de
los tipos de delitos descritos por la ley penal vigente. Como los actos
anti jurídicos típicos t;enen una amplitud menor que los solos actos an-
tijurídicos formamos con ellos el tercer escalón de nuestra pirámide
definitoria.
Pero para el derecho penal ( que impone penas, castigos, puniciones)
limitativamente tienen importancia los actos antijurídicos y típicos, cuan-
do son ejecutados con intención o por imprudencia, lo que presupone
capacidad. Así se habla de imp,utabilidad cuando una persona tiene ca-
pacidad pena:!, es decir, cuando tiene la madure:>: necesaria para poder
medir las consecuencias normales de sus actos. Los no imputables no
son sujetos de derecho penal, aunque cometan actos antijurídicos y tí-
picos. Es el cuarto escalón de la definición jurídica, ser imp utable.
1
96 Revista Mexicana de Sociología
En caso de que el agente sea capaz (para el Derecho, penal), con-
viene saber si es culpable, es decir, si cometió un acto intencional o im-
prudentemente. Pero nótese una vez más que ello se refiere, no a la
calidad del delito en sí mismo, sino a la del individuo y a la dirección
mental que se imprimió al acto, es decir, a su significación psíquica
en el agente; en puridad, no podemos tomar como elementos del delito
las cualidades de su ejecutor (imputabilidad) ni la orientación psí-
quica que en su autor se imprimió ( intencional o imprudencia!). Es
claro que, para las finalidades de la justicia penal, conviene saber tales
datos, pero no creo que, siendo exteriores al delito mismo, deban for-
mar parte de su definición. Para los juspenalistas es el quinto escalón
de la pirámide de la definición.
Algunos autores hablan de la punibilidad y de las condiciones obje-
tivas para realizarla como elementos del delito. Hay en ello una fuerte
confusión, ya que establecen como elementos meras consecuencias que,
en condiciones normales, deben ;p~esentarse, dentro de una sociedad
que todavía piensa ( anticuadamente) que todo delito es voluntario y que
todo delincuente debe ser castigado para que otra vez no desee, no
tenga la voluntad de delinquir. Pero como cada día en mayor grado
se ha venido demostrando que el delito no siempre tiene consecuencias
de punición, y que todo delito obedece a causas que por definición son
ajenas a la voluntariedad o intención del individuo, es claro que muy
pocos serían los individuos que en estricta técnica legal ( cuando se
llevara con todos los requerimientos técnicos de la investigación cientí-
fica) fueran realmente culpables, es decir, hubieran tenido la intención,
la voluntad de cometer el delito (habiéndose visto determinados por las
circunstancias a cometerlo, como en la "no exigibilidad de otra con-
ducta").
En resumen: frecuentemente oímos definir el delito como un acto
humano, antijurídico, típico, imputable, culpable, punible, según las
condiciones objetivas de punibilidad, lo que para algunos penalistas está
completo.
Si desde el punto de vista de la definición examinamos sus elemen-
tos nos encontramos algunos no válidos: dos presupuestos necesarios:
el acto y lo humano, sin los cuales no puede concebirse ningún delito.
Por necesidad de exp~esión puede emplearse la palabra acto, pero es
innecesario mencionar "humano".
Como elementos del delito encontramos sólo dos: la anti juridicidad
del acto y su tipicidad. Si el acto antijurídico es típico, nos encontramos
frente a una conducta criminal.
La Delincuencia . .. 97

Los factores de imputabilidad y culpabilidad, no son intrínsecos del


acto, sino su relación con el individuo que lo ejecutó, o la calidad ín-
tima de él o una valoración que se hace a posteriori. Por tanto, no deben
formar parte de la definición, en sentido estricto.
Las calidades de punibilidad y condiciones objetivas de ella son
meras consecu,encias de la valoración. Por tanto, tampoco pueden consi-
derarse como elementos del delito.

e) Legal. Las leyes penales definen también qué son los delitos,
para después entrar en los tipos específicos de ellos. Así, nuestro Código
Penal vigente, en su artículo 79, que dice: "Delito es el acto u omisión
que sancionan las leyes penales" Es una definición formal que no trata
el contenido material del delito, pero tiene importancia práctica, porque
da la clave para saber, con cierta seguridad, los actos u omisiones
que en una colectividad son considerados delictuosos, si son ejecutados.
Es frecuente encontrar en los Códigos Penales definiciones forma-
les que iindican qué es lo que se considera delito para los efectos de
la ley. Se refieren, usualmente, a los hechos, relacionándolos con la san-
ción, o bien con las normas prohibitivas o preceptivas.

Concep,to sociológico-criminal de delito. Antes de terminar este


capítulo es indispensable hacer notar que, para los efectos de este es-
tudio, haremos los distingos entre crímenes, delitos y faltas que los anti-
guos penalistas acostumbraban hacer. Ello tanto porque nos interesan
todos los hechos reales qu,e corresp,onden a los tip1os de:r;critos por la ley
penal como porque en la práctica del mundo moderno han ido desa,pa~
reciendo tales distingos, que daban lugar a múltiples errores y dificulta-
des de límites. En esta obra, pues, no tiene mayor importancia la de-
nominación en una u otra forma. En cambio, rara vez se verá empleada
la palabra falta, porque no tiene connotativa significación penal.
Para nosotros tiene importancia adoptar un concepto de delito de
contenido práctico, porque nos interesa la realidad de los act9s descritos
por las leyes penales, que, al ejecutarse, provocan la intervención del
Estado. Es decir, nos interesa el concepto formal de la Ley, aunque no
entre a la naturaleza intrínseca del acto, para lograr el estudio de la
exterioridad social criminal; también las consecuencias del acto tipifi-
cado y fa intervención del Estado en relación con su ejecutor, con la
víctima y con la sociedad, como causas de toda una organización poli-
cíaca, administrativa y judicial, y de la existencia de instituciones pena-
les, readaptadoras y de protección, que realizan sus labores en colecti-
98 Revista Mexicana de Sociología

vidad y hacen que los procesados, los condenados, los internados, los
empleados públicos, los carceleros, los menores de edad, etc., formen
colectividades más o menos solidarias, que son y producen, a su vez,
efectos sociales de interés para nuestra materia.
Es, pues, por razones prácticas, que aceptemos que la Ley p,enal nos
dé el concepto primario de lo que se entiende p,ar delito, pues en la
realidad diaria es el tipo descrito en la ley que tiene aplicación práctica
y nos evita la inseguridad de nuestro subjetivismo, con un margen de
seriedad que en otra forma no tendríamos.
El concepto de lo criminal, que es el calificativo del estudio de
nuestra materia deriva, pues, de la calificación de delictuosos, que se
reserva socialmente para los .actos tíjJiificados p or la:r leyes p,enales
1

y que dan lugar a la persecución judicial contra los ejecutores de di-


chos actos.
En efecto, ¿de qué otra manera realista y práctica podemos captar
el fenómeno de la delincuencia de un país si no es utilizando los con-
ceptos legales y las informaciones oficiales, únicos fidedignos por ser
materia de orden público y de facultades privativas del Estado?

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