2º Bach-Para Comentar A Antonio Machado

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Prof. José Antonio García Fernández DPTO.

LENGUA Y LITERATURA IES Avempace – ZARAGOZA

PARA COMENTAR A ANTONIO MACHADO (1875-1939)


“Antonio Machado no se limita a una afirmación poética y antropológica de la
esperanza. Además de afirmarla, sus versos la sitúan y ordenan en la realidad del hombre”
(Pedro Laín Entralgo, La memoria y la esperanza. San Agustín, San Juan de la Cruz, Antonio
Machado, Miguel de Unamuno, Madrid, 1954).

== ÍNDICE DEL DOCUMENTO ==

VIDA DE ANTONIO MACHADO RUIZ (1875-1939) ............................................................................................. 1


ANTONIO MACHADO Y MANUEL ..................................................................................................................... 6
OBRAS DE ANTONIO MACHADO ...................................................................................................................... 6
LA POESÍA DE ANTONIO MACHADO .................................................................................................................. 7
ALGUNAS FRASES DE ANTONIO MACHADO: ....................................................................................................... 8
POEMAS DE ANTONIO MACHADO .................................................................................................................... 9
 Retrato....................................................................................................................................... 9
 Recuerdo infantil ..................................................................................................................... 10
 Las moscas............................................................................................................................... 10
 Mi padre en el tiempo ............................................................................................................. 11
TEXTOS DE ANTONIO MACHADO: .................................................................................................................. 11
 Machado y el Modernismo ...................................................................................................... 11
 Machado y Castilla .................................................................................................................. 12
 El tema del tiempo................................................................................................................... 12
PREGUNTAS SOBRE ANTONIO MACHADO EN LA PRUEBA EVAU – CURSO 2017-2018 ............................................. 12
PREGUNTAS SOBRE ANTONIO MACHADO EN LAS PRUEBAS PAU – UNIVERSIDAD DE ZARAGOZA ................................. 12
BIBLIOGRAFÍA Y WEBGRAFÍA.......................................................................................................................... 13

Vida de Antonio Machado Ruiz (1875-1939)

Antonio Machado Ruiz, vinculado a la ILE


(Institución Libre de Enseñanza, fundada en 1876 por
Francisco Giner de los Ríos) y al krausismo, defensor
del laicismo, anticlerical, crítico con el desastre
colonial y la decadencia española, pertenecía a una
ilustre familia liberal: era hijo del folclorista y
estudioso del flamenco Antonio Machado Álvarez
(1845-1893), quien firmaba sus escritos como Demófilo
(“amigo del pueblo”); de ahí que el poeta siempre
hablara del “hombre elemental y fundamental” y citara
en sus poemas pueblos, plazuelas, campanas viejas,
paredones sombríos, iglesias arruinadas, cipreses,
olmos, roquedos, alcores, colinas, cigüeñas, encinares,
álamos y la curva de ballesta del río Duero.

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Su abuelo fue Antonio Machado Núñez (1812-1895), catedrático de


universidad, introductor de las teorías de Darwin, que había sido revolucionario en
1868, el año de la “Gloriosa”, que derrocó a Isabel II.

Su tío fue Agustín Durán, famoso erudito, recolector de romances viejos.

Aunque Antonio Machado Ruiz, el poeta, tuvo una primera etapa modernista,
llena de “fuentes” y “jardines”, su carácter era más bien opuesto al de Rubén Darío, al
que conoció en París en 1907 y del que se hizo amigo. Era hombre melancólico,
austero, triste, solitario y viudo. Él mismo reconocía su "torpe aliño indumentario" (los
alumnos lo llamaban “don Antonio Manchado”, porque se vestía desastrosamente y
con manchas inclusive en la ropa). Era un anciano prematuro, un hombre de la
provincia frecuentador de cafés y tertulias, sosegado y tranquilo, reflexivo y meditador,
fumador empedernido.

La pérdida de su padre en 1793, cuando él era aún un joven de 18 años lo


inclinaron a la tristeza y la melancolía. Su padre había aceptado un buen puesto en
San Juan de Puerto Rico, que aún era colonia española (lo sería hasta 1898, fecha del
Desastre); pero al cabo de un año de vivir allí, se enfermó, tuvo que volver a España y,
pocos meses después, moría.

La poesía machadiana es lírica de la sencillez y la trascendencia, propia de un


poeta “siempre buscando a Dios entre la niebla”, con poco erotismo y sensualismo, y
predominio de la introspección y la metafísica.

Machado se llamó a sí mismo, recordando su primer libro de poemas,


Soledades, "pobre modernista del año tres". Campos de Castilla, su segundo libro y el
más famoso de los suyos, es una reacción antimodernista explícita:

“Adoro la hermosura, y en la moderna estética


corté las viejas rosas del huerto de Ronsard
mas no amo los afeites de la actual cosmética
ni soy un ave de esas del nuevo gay trinar”.

“Lo clásico —habla Mairena a sus alumnos— es el empleo del sustantivo, acompañado
de un adjetivo definidor […] Lo barroco no añade nada a lo clásico, pero perturba su equilibrio,
exaltando la importancia del adjetivo definidor hasta hacerle asumir la propia función del
sustantivo”.

Antonio Machado Ruiz, el poeta “ligero de equipaje”, nació en Sevilla el 26 de


julio de 1875 (el mismo año que Rainer María Rilke) en el Palacio de las Dueñas,
propiedad de los Duques de Alba y donde varias familias estaban alquiladas. Su madre,
Ana Ruiz, tuvo nueve hijos, de los cuales solo sobrevivieron cinco (cuatro fallecieron
antes de los dos años).

Se fue a Madrid a los 8 años, en 1883, con su hermano Manuel y con toda la
familia, a estudiar en la Institución Libre de Enseñanza (ILE), cuando su abuelo,
Antonio Machado Núñez, ganó una plaza de profesor en la universidad (luego, sería
catedrático). Pero el paso por la ILE y, más tarde, por la universidad no dejaron en él
sino “una gran aversión por todo lo académico”.

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Admiró a Berceo, a Manrique, a Rubén y a Bécquer, también a Unamuno (el


debelador de "la espesa costra de nuestra vanidad, de nuestra somnolencia") y a Baroja
("el novelista contemporáneo que más me interesa") y al entonces joven filósofo Ortega
y Gasset. De Bécquer dejó dicho:

“La poesía de Bécquer […], tan clara y transparente […] Es palabra en el tiempo […]
Recordemos hoy a Gustavo Adolfo, el de las rimas pobres, la asonancia indefinida y los cuatro
verbos por cada adjetivo definidor. Alguien ha dicho, con indudable acierto: “Bécquer, un
acordeón tocado por un ángel”. Conforme: el ángel de la verdadera poesía”.

Sin embargo, no le gustó la nueva poesía vanguardista (los poetas del 27),
cuyo gusto por la imagen le parecía iba a reeditar los peores excesos simbolistas de la
década anterior, no aceptaba su culto a Góngora, pues siempre fue antibarroco.

En 1899, siguiendo a su hermano Manuel, que se había ido antes, se fue a París,
donde vivió un tiempo. Allí asistió a algunas clases en La Sorbona, siguió los cursos
del futuro premio Nobel y filósofo Henri Bergson y trabajó para la casa Gallimard
como traductor. Allí también vivió el ambiente de bohemia, que agradaba más a su
hermano Manuel que a él mismo, y sobre todo leyó a los poetas simbolistas,
especialmente a Verlaine, que le influirá en sus comienzos poéticos.

En 1901, publicó Antonio sus primeros versos, en una revista que se llamaba
Electra, versos que luego retiró de la edición de Poesías completas y que decían así:

Desde la boca de un dragón caía


en la espalda desnuda
del Mármol del Dolor
-soñada en piedra contorsión ceñuda-
la carcajada fría
del agua, que a la pila descendía
con un frívolo, erótico rumor...
...Hay amores extraños en la historia
de mi largo camino sin amores,
y el mayor es la fuente,
cuyo dolor anula mis dolores,
cuyo lánguido espejo sonriente
me desarma de brumas y rencores...

En este primer poema, claramente modernista, ya está el Machado posterior:


su queja por el desamor (“mi largo camino sin amores”), su introspección y
melancolía, su tendencia al símbolo (el “Mármol del Dolor”, “la fuente”)…

A los veintitrés años, publicó su primer libro poético: Soledades (1903),


redactado y ampliado después con el título de Soledades, galerías y otros poemas
(1907), con grandes influencias de Rubén Darío y del poeta francés Paul Verlaine
(1844.-1896). Es un libro modernista, pero de un modernismo intimista. El
modernismo de Machado nunca será brillante, ornamental, sinfónico, como el de
Darío. Es un poeta triste, que habla de la vida, la muerte, la soledad. Al poeta le
gustaba la introspección, no podía evitar la melancolía, como vemos en este poema,
significativamente titulado “Hastío”:

Pasan las horas de hastío


por la estancia familiar
el amplio cuarto sombrío

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donde yo empecé a soñar.


Del reloj arrinconado,
que en la penumbra clarea,
el tictac acompasado
odiosamente golpea.
Dice la monotonía
del agua clara al caer:
un día es como otro día;
hoy es lo mismo que ayer.
Cae la tarde. El viento agita
el parque mustio y dorado...
¡Qué largamente ha llorado
toda la fronda marchita!

Como la poesía no daba para vivir, Machado decidió que tenía que trabajar para
ganarse la vida. Sacó así una plaza de profesor de francés y lo destinaron a Soria. Su
etapa de Soria va de 1907 a 1912. Quería vivir de su pluma y no ponía gran entusiasmo
didáctico, aunque en cierta manera intentaba llevar a la práctica las técnicas
pedagógicas que había aprendido en sus tiempos de la ILE. Odiaba hacer exámenes,
porque decía que no servían para nada, y aprobaba a todos sus alumnos, quienes le
pusieron el mote de “Cenicienta”, porque fumaba en las clases y, como era tan
despistado, se llenaba de ceniza. Vivía en una modesta pensión y, en 1909, se casó con
Leonor Izquierdo Cuevas, la hija de su patrón. Ella tenía 15 años, él 35.

En 1911, ambos se fueron a París, becado Antonio por la Junta de Ampliación


de Estudios. Desgraciadamente, tuvieron que volver, porque Leonor enfermó
gravemente (tuberculosis) y empezó a vomitar sangre. El joven poeta enviudó pronto,
en 1912, tras tres años tan solo de casado. Se fue de Soria, con el corazón roto por el
dolor. Allí, en la ciudad castellana, había vivido su gran amor y fue feliz fugazmente,
dando clases, escribiendo, dando largos paseos con su joven esposa.

Catedrático de francés, se estableció en Baeza (1912-1919), Segovia (1919-


1932) y, finalmente, Madrid (en el instituto Calderón de la Barca, desde 1932). Si en
Soria se había enamorado y se había roto su corazón en mil pedazos tras la muerte de
Leonor, en Baeza se aburrió mucho. Contactó allí con el mundo de los señoritos y
latifundistas, que no le gustaba en absoluto.

Académico de la RAE desde 1927, su último amor fue “Guiomar”, a la que


dedicó sus versos, un seudónimo poético tomado de la mujer de Jorge Manrique, el
poeta al que tanto admiró, y tras el que se escondía la poeta Pilar de Valderrama. Ella
estaba casada y era mujer de valores tradicionales; por eso el poeta no podía declararle
directamente su amor, y de ahí la elección de un seudónimo. Ambos se dedicaron
poemas de amor platónico, que nunca llegó a consumarse, como se ve en estos versos
de Pilar que Antonio se sabía de memoria:

“Amar es un ¡siempre!, ¡siempre!


La sed que nunca se acaba,
del agua que no se bebe”.

Ella era católica y aseguraba que no tuvo con el poeta, más que “una amistad
sincera” de “afecto limpio y espiritual”. Machado le escribió unas doscientas cuarenta
cartas a lo largo de siete años, quemando todas, menos unas cuarenta, en vísperas de
la guerra civil, antes de salir de España. Ella escribió una autobiografía, publicada

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póstumamente, Sí, soy Guiomar (1981). Su libro de poemas Huerto cerrado, historia de
un amor imposible, se inspira también en su relación con el poeta de Sevilla. Machado
descubre con ella la sorpresa del amor a una edad tardía:

“Tú me buscaste un día


—yo nunca a ti, Guiomar—,
y yo temblé al mirarme en el tardío
curioso espejo de mi soledad.

Ella busca en él un amor puro, como el que esperaba de Cristo:

“No busque yo otro amor que no sea el tuyo;


todo es fuera de Ti lascivo y vano,
y aunque de todo amor terrenal huyo
¡llévame, Nazareno, de tu mano!′.

En 1936, tras el asesinato de Federico García Lorca, Antonio Machado


escribió su elegía al poeta andaluz: “El crimen fue en Granada: A Federico García
Lorca”.

1. El crimen
Se le vio, caminando entre fusiles,
por una calle larga,
salir al campo frío,
aún con estrellas de la madrugada.
Mataron a Federico
cuando la luz asomaba.
El pelotón de verdugos
no osó mirarle la cara.
Todos cerraron los ojos;
rezaron: ¡ni Dios te salva!
Muerto cayó Federico
—sangre en la frente y plomo en las entrañas—
... Que fue en Granada el crimen
sabed —¡pobre Granada!—, en su Granada.

2. El poeta y la muerte
Se le vio caminar solo con Ella,
sin miedo a su guadaña.
—Ya el sol en torre y torre, los martillos
en yunque— yunque y yunque de las fraguas.
Hablaba Federico,
requebrando a la muerte. Ella escuchaba.
«Porque ayer en mi verso, compañera,
sonaba el golpe de tus secas palmas,
y diste el hielo a mi cantar, y el filo
a mi tragedia de tu hoz de plata,
te cantaré la carne que no tienes,
los ojos que te faltan,
tus cabellos que el viento sacudía,
los rojos labios donde te besaban...
Hoy como ayer, gitana, muerte mía,
qué bien contigo a solas,
por estos aires de Granada, ¡mi Granada!»

3.
Se le vio caminar...
Labrad, amigos,

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de piedra y sueño en el Alhambra,


un túmulo al poeta,
sobre una fuente donde llore el agua,
y eternamente diga:
el crimen fue en Granada, ¡en su Granada!

Republicano confeso, Machado sabía que, de ser atrapado por las tropas
franquistas, acabaría como Lorca, ante el pelotón de fusilamiento. Así que se exilió
cuando finalizaba la guerra civil y murió en Collioure (Francia), el 22 de febrero de
1939. Su hermano José recogió de su chaqueta el célebre último verso que había
compuesto:

"Estos días azules y este sol de la infancia".

Tres días después de la muerte de Antonio, el 25 de febrero, moría su madre,


Ana Ruiz, también enterrada en Collioure.

Antonio Machado y Manuel

Manuel Machado (1874-1947) era el hermano mayor de Antonio. Ambos fueron


grandes poetas, estuvieron muy unidos y escribieron juntos muchas obras de teatro
como Juan de Mairena, Desdichas de la fortuna o Julianillo Valcárcel, Lola se va a
los puertos. Ambos tuvieron una etapa modernista, ambos pasaron por París y
admiraron a Rubén Darío. Sin embargo, la guerra civil los distanció. Antonio,
republicano convencido, se fue al exilio en 1939 y murió en Collioure, Francia.
Manuel se quedó en España, acabó siendo un intelectual del régimen franquista,
miembro de la Real Academia Española, y compuso poemas en honor a Franco y
José Antonio.

Pueden verse algunos de sus poemas en la web https://www.poemas-del-


alma.com/manuel-machado.htm.

Obras de Antonio Machado

Machado pertenecía a la Generación del 98, “generación de los preocupados por


España”, escritores a los que les dolía la decadencia de nuestro país. Su objetivo era
regenerar la vida nacional con una visión crítica de los males que aquejaban a nuestra
patria y a nuestra convivencia de españoles. Esta ideología regeneracionista, heredada
de pensadores como el aragonés Joaquín Costa, se advierte claramente en las obras
poéticas de don Antonio.

 Obras clave: Soledades (1903), su primer libro, redactado y ampliado después en


Soledades, galerías y otros poemas (1907); Campos de Castilla (1912), su segundo
libro y el más noventaiochista, con un sentimiento claro del paisaje castellano;
Páginas escogidas (1918); Nuevas canciones (1924, sus temas son el amor –a
Guiomar-, el recuerdo de su esposa muerta, la tradición popular…); Poesías
completas (1936), poemas de la guerra.

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 Obra en prosa: Los complementarios (publicados por Guillermo de Torre en


1957, casi veinte años después de la muerte de don Antonio), De un cancionero
apócrifo (publicado en Revista de Occidente en 1926 y 1931), Juan de Mairena.
Sentencias, donaires, apuntes y recuerdos de un profesor apócrifo (1936).

La poesía de Antonio Machado

Los temas de Machado son, en primer lugar:

El paso del tiempo y…


La angustia de la muerte (tópico del tempus fugit). Dice Machado que la poesía
es “palabra en el tiempo” y retoma el tema manriqueño de los ríos que van a dar
en la mar (la nada que anonada).
Después, otros temas muy importantes son la decadencia de España; Castilla
como creadora del espíritu español y símbolo de España; y el cainismo (las guerras
fratricidas entre españoles).
Otros temas importantes: el sueño como forma de conocimiento; el amor (o su
falta, el amor como sentimiento no sensual); la melancolía; el hastío, la
monotonía de la vida, la soledad…

Por lo que hace a los símbolos machadianos, hay que recordar que fue gran
lector de los poetas simbolistas franceses: Charles Baudelaire (1821-1867), Arthur
Rimbaud, Stéhane Mallarmé (1842-1898) y, sobre todo, Paul Verlaine (1844.-1896),
muy presente en su primer poemario, Soledades. Los simbolistas decían que el objetivo
de la poesía era crear símbolos, es decir, alusiones a la realidad mediante evocaciones
de objetos, ideas o sensaciones. Esta corriente poética estuvo en boga en Francia hasta
finales del siglo XIX y fue muy seguida por los modernistas hispánicos. Así que era
normal que Machado se sirviera del símbolo en sus poemas. Estos son los más
importantes:

Azul: símbolo de la libertad para soñar y conseguir la libertad.


Camino: símbolo de la vida. “Caminante, no hay camino / se hace camino al
andar…”
Caminante: símbolo de las personas. El homo viator, hombre viajero, es un viejo
tópico latino que Machado actualiza dotándolo de nuevo significado. Un hombre
nuevo para una España renovada.
Sangre: símbolo del dolor humano.
Blanco: símbolo de la pureza.
Patio (o parque): símbolo de la infancia.
Río (o fuente si fluye): símbolo de la vida.
El mar (o la fuente si está estancada): símbolos de la muerte.
Las campanas, los cementerios o los cipreses: símbolos de la muerte.
El reloj, la tarde o la noria: símbolos del paso del tiempo.
Las abejas: símbolo del trabajo poético.
Las colmenas: símbolo de la poesía.

Así pueden entenderse poemas como el siguiente:

Yo voy soñando caminos

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de la tarde. ¡Las colinas


doradas, los verdes pinos,
las polvorientas encinas!...
¿Adónde el camino irá?
Yo voy cantando, viajero
a lo largo del sendero...
-la tarde cayendo está-.
"En el corazón tenía
"la espina de una pasión;
"logré arrancármela un día:
"ya no siento el corazón".
Y todo el campo un momento
se queda, mudo y sombrío,
meditando. Suena el viento
en los álamos del río.
La tarde más se oscurece;
y el camino que serpea
y débilmente blanquea
se enturbia y desaparece.
Mi cantar vuelve a plañir:
"Aguda espina dorada,
"quién te pudiera sentir
"en el corazón clavada".

En cuanto a la métrica, le gustan las cuartetas y los romances, es decir, las


estrofas más populares y sencillas, con algunas variaciones como la silva-romance
(combinaciones de versos de 7 y 11 sílabas con estructura de romance: rima asonante en
los pares). Su gusto por lo folclórico y la filosofía le aficionó más tarde a la poesía
sentenciosa (literatura gnómica o aforística: Proverbio y cantares, Nuevas canciones):

“Todo pasa y todo queda / pero lo nuestro es pasar / pasar haciendo caminos / caminos
sobre la mar”

También gustó de usar apócrifos o complementarios, es decir, nombres de


poetas inventados que eran desdoblamientos de él mismo o yos fingidos (Abel Martín,
Juan de Mairena), una forma de ampliar sus horizontes intelectuales, una capacidad
para expresar en boca de otros poetas creados por él algo que a él no se le hubiera
ocurrido o no se habría atrevido a decir. Una invención literaria que también utilizaron
otros poetas como el portugués Fernando Pessoa, famoso por sus heterónimos
Ricardo Reis, Álvaro de Campos y Alberto Caeiro. Machado dejó dicho (Proverbios
y cantares. Nuevas canciones, 1ª parte, XV):

“Busca a tu complementario,
que marcha siempre contigo,
y suele ser tu contrario.”

Palabras-clave para entender a Machado: “tiempo”, “tarde, ocaso, sol que


muere, crepúsculo, triste y soñolienta, hastío, polvorienta, melancolía, soledad,
tranquila, placidez, cenicienta y mustia, alma destartalada, caminos, brasas, cenizas,
monotonía, ríos, mares, ascuas, cárdenas, moradas”…

Algunas frases de Antonio Machado:

“Y al cabo nada os debo; debeisme cuanto he escrito”.

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“Y soy, en el buen sentido de la palabra, bueno”.

“Por mucho que un hombre valga, nunca tendrá valor más alto que el de ser hombre” (Juan
de Mairena).

“Estos días azules y este sol de la infancia” (últimos versos del poeta, encontrados en
Collioure, Francia, escritos en una cuartilla que llevaba en el bolsillo de su chaqueta).

“Si vais para poetas, cuidad vuestro folklore. Porque la verdadera poesía la hace el pueblo”.

“Existe un hombre del pueblo que es, en España al menos, el hombre elemental y
fundamental, y el que está más cerca del hombre universal y eterno”.

“A la ética por la estética, decía Juan de Mairena”

“El poeta debe enfrentarse con dos imperativos en cierto modo contradictorios: esencialidad
y temporalidad”.

“Mis romances no emanan de las heroicas gestas, sino del pueblo que las compuso y de la
tierra donde se contaron; mis romances miran a lo elemental humano, al campo de Castilla”.

Poemas de Antonio Machado

 Retrato
Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla,
y un huerto claro donde madura el limonero;
mi juventud, veinte años en tierras de Castilla;
mi historia, algunos casos que recordar no quiero.
Ni un seductor Mañara, ni un Bradomín he sido
—ya conocéis mi torpe aliño indumentario—,
más recibí la flecha que me asignó Cupido,
y amé cuanto ellas puedan tener de hospitalario.
Hay en mis venas gotas de sangre jacobina,
pero mi verso brota de manantial sereno;
y, más que un hombre al uso que sabe su doctrina,
soy, en el buen sentido de la palabra, bueno.
Adoro la hermosura, y en la moderna estética
corté las viejas rosas del huerto de Ronsard;
mas no amo los afeites de la actual cosmética,
ni soy un ave de esas del nuevo gay-trinar.
Desdeño las romanzas de los tenores huecos
y el coro de los grillos que cantan a la luna.
A distinguir me paro las voces de los ecos,
y escucho solamente, entre las voces, una.
¿Soy clásico o romántico? No sé. Dejar quisiera
mi verso, como deja el capitán su espada:
famosa por la mano viril que la blandiera,
no por el docto oficio del forjador preciada.
Converso con el hombre que siempre va conmigo
—quien habla solo espera hablar a Dios un día—;
mi soliloquio es plática con ese buen amigo
que me enseñó el secreto de la filantropía.
Y al cabo, nada os debo; debéisme cuanto he escrito.
A mi trabajo acudo, con mi dinero pago
el traje que me cubre y la mansión que habito,
el pan que me alimenta y el lecho en donde yago.

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Y cuando llegue el día del último vïaje,


y esté al partir la nave que nunca ha de tornar,
me encontraréis a bordo ligero de equipaje,
casi desnudo, como los hijos de la mar.
(Versión de Joan Manuel Serrat en YouTube:
https://www.youtube.com/watch?v=99yZBt85aP4)

 Recuerdo infantil
Una tarde parda y fría
de invierno. Los colegiales
estudian. Monotonía
de lluvia tras los cristales.

Es la clase. En un cartel
se representa a Caín
fugitivo, y muerto Abel,
junto a una mancha carmín.
Con timbre sonoro y hueco
truena el maestro, un anciano
mal vestido, enjuto y seco,
que lleva un libro en la mano.
Y todo un coro infantil
va cantando la lección:
«mil veces ciento, cien mil;
mil veces mil, un millón».
Una tarde parda y fría
de invierno. Los colegiales
estudian. Monotonía
de la lluvia en los cristales.

 Las moscas
Vosotras, las familiares,
inevitables golosas,
vosotras, moscas vulgares,
me evocáis todas las cosas.
¡Oh, viejas moscas voraces
como abejas en abril,
viejas moscas pertinaces
sobre mi calva infantil!
¡Moscas del primer hastío
en el salón familiar,
las claras tardes de estío
en que yo empecé a soñar!
Y en la aborrecida escuela,
raudas moscas divertidas,
perseguidas
por amor de lo que vuela,
-que todo es volar-, sonoras
rebotando en los cristales
en los días otoñales...
Moscas de todas las horas,
de infancia y adolescencia,
de mi juventud dorada;
de esta segunda inocencia,
que da en no creer en nada,
de siempre... Moscas vulgares,
que de puro familiares

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no tendréis digno cantor:


yo sé que os habéis posado
sobre el juguete encantado,
sobre el librote cerrado,
sobre la carta de amor,
sobre los párpados yertos
de los muertos.
Inevitables golosas,
que ni labráis como abejas,
ni brilláis cual mariposas;
pequeñitas, revoltosas,
vosotras, amigas viejas,
me evocáis todas las cosas.

 Mi padre en el tiempo
“Ya casi tengo un retrato
de mi buen padre, en el tiempo,
pero el tiempo se lo va llevando.
Mi padre, cazador, – en la ribera
de Guadalquivir ¡en un día tan claro! –
– es el cañón azul de su escopeta
y del tiro certero el humo blanco!
Mi padre en el jardín de nuestra casa,
mi padre, entre sus libros, trabajando.
Los ojos grandes, la alta frente,
el rostro enjuto, los bigotes lacios.
Mi padre escribe (letra diminuta-)
medita, sueña, sufre, habla alto.
Pasea – oh padre mío ¡todavía
estás ahí, el tiempo no te ha borrado!
Ya soy más viejo que eras tú, padre mío,
cuando me besabas.
Pero en el recuerdo, soy también el niño que tú
llevabas de la mano.
Muchos años pasaron sin que yo te recordara, padre
mío!
¿Dónde estabas tú en esos años?”
(“En el tiempo”. 1882. 1890. 1892.-“Mi padre”.- 13 marzo 1916)

Textos de Antonio Machado:


 Machado y el Modernismo

“Como valor absoluto, bien poco tendrá mi obra si alguno tiene, pero creo —y en eso estriba
su valor relativo— haber contribuido con ella, y al par de otros poetas de mi promoción, a la
poda de ramas superfluas en el árbol de la lírica española, y haber trabajado con sincero
amor para futuras y más robustas primaveras.
Baeza, 20 de abril de 1917”.
“Prólogo” a Páginas escogidas.

“Por aquellos años [1899-1902], Rubén Darío, combatido hasta el escarnio por la crítica al
uso, era el ídolo de una selecta minoría. Yo también admiraba al autor de Prosas profanas,
el maestro incomparable de la forma y la sensación, que más tarde nos reveló la hondura de
su alma en Cantos de vida y esperanza. Pero yo pretendí —y reparad que no me jacto de
éxitos, sino de propósitos— seguir camino bien distinto. Pensaba yo que el elemento poético
no era la palabra por su valor fónico, ni el color, ni la línea, ni un complejo de sensaciones,

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sino una honda palpitación del espíritu; lo que pone el alma, si es que algo pone, o lo que se
dice, si es que algo dice, con voz propia, en respuesta al contacto del mundo. Y aún pensaba
que el hombre puede sorprender algunas palabras de un íntimo monólogo, distinguiendo la
voz viva de los ecos inertes; que puede también, mirando hacia dentro, vislumbras las ideas
cordiales, los universales del sentimiento. […] 1917.”
“Prólogo” a Soledades.

 Machado y Castilla

“Cinco años en la tierra de Soria, hoy para mí sagrada —allí me casé, allí perdí a mi esposa,
a quien adoraba—, orientaron mis ojos y mi corazón hacia lo esencial castellano. […]
Y pensé que la misión del poeta era inventar nuevos poemas de lo eterno humano,
historias animadas que, siendo suyas, viviesen, no obstante, por sí mismas. Me pareció el
romance la suprema expresión de la poesía y quise escribir un nuevo Romancero. A este
propósito responde La tierra de Alvargonzález. Muy lejos estaba yo de pretender resucitar el
género en su sentido tradicional. La confección de nuevos romances viejos —caballerescos
o moriscos— no fue nunca de mi agrado, y toda simulación de arcaísmo me parece ridícula.
Cierto que yo aprendí a leer en el Romancero general que compiló mi buen tío don Agustín
Durán, pero mis romances no emanan de las heroicas gestas, sino del pueblo que las
compuso y de la tierra donde se cantaron; mis romances miran a lo elemental humano, al
campo de Castilla y al libro primero de Moisés, llamado Génesis. […] 1917”.
“Prólogo” a Campos de Castilla.

 El tema del tiempo

“…la poesía es la palabra esencial en el tiempo. La poesía moderna que, a mi entender,


arranca, en parte al menos, de Edgardo Poe, viene siendo hasta nuestros días la historia del
gran problema que al poeta plantean estos dos imperativos, en cierto modo contradictorios:
esencialidad y temporalidad.
El pensamiento lógico, que se adueña de las ideas y capta lo esencial, es una actividad
destemporalizadora. Pensar lógicamente es abolir el tiempo, suponer que no existe, crean un
movimiento ajeno al cambio, discurrir entre razones inmutables […] Pero al poeta no le es
dado pensar fuera del tiempo, porque piensa su propia vida que no es, fuera del tiempo,
absolutamente nada. […] El intelecto no ha cantado jamás, no es su misión. Sirve, no
obstante, a la poesía, señalándole el imperativo de su esencialidad. Porque tampoco hay
poesía sin ideas, sin visiones de lo esencial. Pero las ideas del poeta no son categorías
formales, cápsulas lógicas, sino directas intuiciones del ser que deviene, de su propio existir;
son, pues, temporales, nunca elementos acrónicos existencialistas, en las cuales el tiempo
alcanza un valor absoluto. Inquietud, angustia, temores, resignación, esperanza, impaciencia
que el poeta canta, son signos del tiempo y, al par, revelaciones del ser en la conciencia
humana.
1931.
Poética.

Preguntas sobre Antonio Machado en la prueba EvAU – Curso


2017-2018

Pregunta 6 - Antonio Machado (1875-1939): los grandes temas poéticos.

Preguntas sobre Antonio Machado en las pruebas PAU –


Universidad de Zaragoza

P á g i n a 12 | 13
Prof. José Antonio García Fernández DPTO. LENGUA Y LITERATURA IES Avempace – ZARAGOZA

4) Recuerde algunos aspectos de la visión de España —crítica, pero también


nostálgica y esperanzada— que contiene la poesía de Antonio Machado en Campos
de Castilla [1,5 puntos].

4) Explique el significado de estos versos del "Retrato" de Antonio Machado a la


luz de su biografía y de su obra poética: "Mi infancia son recuerdos de un patio de
Sevilla, / y un huerto claro donde madura el limonero; / mi juventud, veinte años
en tierra de Castilla; / mi historia, algunos casos que recordar no quiero" [1,5
puntos].

5) Señale algunas características estéticas e ideológicas de los escritores


contemporáneos de Antonio Machado [1,5 puntos].

5) Sintetice brevemente la evolución de la poesía de Antonio Machado [1,5 puntos].

Bibliografía y webgrafía

 Vilardell Balasch, Víctor, Machado el caminante. Madrid, El Rompecabezas,


2008. Col. "Sabelotod@s".
 http://www.poesi.as/indexam.htm
 http://www.abelmartin.com/guia/guia.html
 http://www.antoniomachadoensoria.com

P á g i n a 13 | 13

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