2do CUADERNILLO
2do CUADERNILLO
2do CUADERNILLO
Lengua y
Literatura
2° Año
T.M. y T.T.
Escuela Provincial de
Comercio N°1
“Santiago de Liniers”
Presentación
Te damos la bienvenida a este nuevo ciclo lectivo en la materia “Lengua “.
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En este cuadernillo tendrás actividades y un marco teórico que te ayudarán a comprender los
contenidos.
Lee con atención, y si no comprendes vuelve a leer hasta que comprendas porque la habilidad
de comprender requiere una constante práctica. No se comprende un texto con una sola lectura.
Cada vez que vuelvas a leer encontrarás nuevos significados.
Lee en voz alta porque varias partes de tu cerebro se ejercitan con la lectura en voz alta y
registra en tu cuaderno todos los conceptos que aprendas.
Sé constante y consulta las dudas que tengas. Usa el diccionario y vuelve a escribir las
consignas cuando sea necesario.
Antes de comenzar a explicar sobre la narración es indispensable saber que existen tres
géneros literarios: narrativo, lírico y dramático:
Género Característica Función Fuente Emisor Manifestación
s
3
¿Qué es la narración?
La narración es un relato oral o escrito en el que se cuenta algo que ha sucedido o un hecho
ficticio.
Cada vez que se narra un hecho se lo cuenta desde el punto de vista de quien está contando,
por lo tanto, cada narrador tiene vivencias y percepciones que son únicas, las cuales se
manifiestan en sus escritos. Por lo tanto, de un mismo acontecimiento, será narrado de manera
distinta según la mirada de quien lo relate. Ficción significa fingir una realidad verosímil, es decir
que puede ocurrir o tiene cierta explicación que la habilita ser aceptada en el mundo de la
imaginación y de la fantasía. Cada elemento fantástico que aparece en la historia, tiene una
explicación lógica que lo hace creíble dentro del mundo fantástico y maravilloso. Cada historia
es narrada según un punto de vista, en un tiempo y en un espacio.
Marco: Está compuesto por los personajes, por el tiempo y lugar en que sucede la narración.
Suceso: Está compuesto por una complicación (responde a la pregunta qué pasó?) y una
resolución.
En síntesis
4. Conclusión: Cada acción lleva a una consecuencia favorable o desfavorable que cierra la
historia. De esta manera se conforma la trama narrativa.
Hace mucho tiempo en un pueblo antiguo llamado “Paraíso del tiempo perdido”, existía
un anciano quien era considerado el más sabio del lugar, quien jamás se apartaba de un viejo
baúl con antigüedades que parecían haber perdido su valor. En realidad, en ese lugar, las
personas parecían vivir a destiempo y haber perdido el sentido de la vida, del trabajo y del
esfuerzo.
El sabio siempre afirmaba que quien descubriera su secreto lograría el éxito en sus
emprendimientos y una vida equilibrada. Y además, lo más importante: lograr a vivir en una
independencia plena.
Todos se cuestionaban y tenían intriga por descubrir ese secreto ya que sus vidas se iban
llenando de vacíos y sin sentidos. Sin embargo, nadie se atrevía a preguntar.
Un día un joven se le acerca al hombre para pedir consejos. Y entonces el anciano, con
una mirada de ternura y compasión le muestra su baúl en las que estaba guardado un reloj con el
mensaje: usa el tiempo para amar cada actividad que realizas y busca el equilibrio entre las
responsabilidades cotidianas y tus mejores afectos.
partir de ese momento ese mensaje fue llegando a cada habitante del pueblo “Paraíso
del tiempo perdido” de tal manera que comenzó a transformarse en “El lugar de los sueños
realizados.”
Secuencias narrativas
Las acciones principales, son llamadas por Roland Bartes núcleos cardinales, son la estructura
que sostiene al cuento.
Donde falta una acción principal, el cuento pierde sentido.
Por ejemplo:
El hombre llega a la estación de tren para ir a trabajar. Toma el tren equivocado. Descubre una
ciudad desconocida.
Las acciones secundarias las llama catálisis son datos y detalles que enriquecen a la narración,
permitiendo de esta manera comprender la historia.
Por ejemplo:
Se levantaba a las cinco de la mañana, con el primer trinar del gallo. Sabía que estaba haciendo lo
correcto para sustentar a su familia.
Después de preparar su bolso, sale apurado a la estación del tren, mientras miraba con
desesperación su reloj.
de bambú que estuvo cerca de la muerte. A los dos días recobró el sentido en la
cárcel. El capitán lo mandy buscar y le dijo: “¿Quién eres y cuál es tu patria?” El
otro declary: “Soy de la ciudad famosa de El Cairo y mi nombre es Mohamed El
Magrebí”. El capitán le pregunty: “¿Qué te trajo a Persia?” El otro opty por la
verdad y le dijo: “Un hombre me ordeny en un sueño que viniera a Isfaján, porque
ahí estaba mi fortuna. Ya estoy en Isfaján y veo que esa fortuna que prometió
deben ser los azotes que tan generosamente me diste.”
»Ante semejantes palabras, el capitán se rió hasta descubrir las muelas del
juicio y acaby por decirle: “Hombre desatinado y crédulo, tres veces he soñado
con una casa en la ciudad de El Cairo en cuyo fondo hay un jardín, y en el jardín
un reloj de sol y después del reloj de sol una higuera y luego de la higuera una
fuente, y bajo la fuente un tesoro. No he dado el menor crédito a esa mentira. Tú,
sin embargo, engendro de una mula con un demonio, has ido errando de ciudad
en ciudad, bajo la sola fe de tu sueño. Que no te vuelva a ver en Isfaján. Toma
estas monedas y vete.”
»El hombre las tomó y regresó a la patria. Debajo de la fuente de su jardín
(que era la del sueño del capitán) desenterró el tesoro. Así Dios le dio bendición y
lo recompensó y exaltó. Dios es el Generoso, el Oculto.»
La pelota
de Felisberto Hernández
Cuando yo tenía ocho años pasé una larga temporada con mi abuela en una
casita pobre. Una tarde le pedí muchas veces una pelota de varios colores que
yo veía a cada momento en el almacén. Al principio mi abuela me dijo que no
podía comprármela, y que no la cargoseara; después me amenazó con pegarme;
pero al rato y desde la puerta de la casita —pronto para correr— yo le volví a
pedir que me comprara la pelota. Pasaron unos instantes y cuando ella se levantó
de la máquina donde cosía, yo salí corriendo. Sin embargo ella no me persiguió:
empezó a revolver un baúl y a sacar trapos. Cuando me di cuenta que quería
hacer una pelota de trapo, me vino mucho fastidio. Jamás esa pelota sería como
la del almacén. Mientras ella la forraba y le daba puntadas, me decía que no
podía comprar la otra y que no había más remedio que conformarse con ésta. Lo
malo era que ella me decía que la de trapo sería más linda; era eso lo que me
hacía rabiar. Cuando la estaba terminando, vi como ella la redondeaba, tuve un
instante de sorpresa y sin querer hice una sonrisa; pero enseguida me volví a
encaprichar. Al tirarla contra el patio el trapo blanco del forro se ensució de tierra;
yo la sacudía y la pelota perdía la forma: me daba angustia de verla tan fea;
aquello no era una pelota; yo tenía la ilusión de la otra y empecé a rabiar de
nuevo. Después de haberle dado las más furiosas “patadas” me encontré con
que la pelota hacía movimientos por su cuenta: tomaba direcciones e iba a
lugares que no eran los que yo imaginaba; tenía un poco de voluntad propia y
parecía un animalito; le venían caprichos que me hacían pensar que ella tampoco
tendría ganas de que yo jugara con ella. A veces se achataba y corría con una
dificultad ridícula; de pronto parecía que iba a parar, pero después resolvía dar
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dos o tres vueltas más. En una de las veces que le pegué con todas mis fuerzas,
no tomó dirección ninguna y quedó dando vueltas a una velocidad vertiginosa.
Quise que eso se repitiera pero no lo conseguí. Cuando me cansé, se me ocurrió
que aquel era un juego muy bobo; casi todo el trabajo lo tenía que hacer yo;
pegarle a la pelota era lindo; pero después uno se cansaba de ir a buscarla a
cada momento. Entonces la abandoné en la mitad del patio. Después volví a
pensar en la del almacén y a pedirle a mi abuela que me la comprara. Ella volvió
a negármela pero me mandó a comprar dulce de membrillo. (Cuando era día de
fiesta o estábamos tristes comíamos dulce de membrillo). En el momento de
cruzar el patio para ir al almacén, vi la pelota tan tranquila que me tentó y quise
pegarle una “patada” bien en el medio y
Actividad
C)Practica lectura en voz alta. Respeta los signos de puntuación y evita deletrear.
D)Elabora una secuencia de imágenes dibujando las acciones principales
acompañadas de frases que resuman la historia.
El autor elige a un narrador que cuente la historia que será contada por alguien que fue
testigo de los hechos contados.
Por ejemplo:
“Cuando él vivía con sus padres en su pueblo natal aprendió a disfrutar de los hechos
simples de la naturaleza”
“Cuando tú vivías con tus padres disfrutabas de los hechos más importantes de la naturaleza”
“Cuando yo vivía con mis padres disfrutaba de los hechos más importantes de la naturaleza”.
Actividad
“El capitán se durmió en un profundo sueño. Mientras tanto, los marinos se asustaban ante la
amenaza de un posible naufragio.”
“Martín el pescador pensó en regresar a su país natal antes de ser atrapado por el tiburón más
temible de la comarca”.
“La niña espera ansiosa la llegada de su madre para contarle un secreto que le cambiará la
vida.”
“Jugaba el niño en el jardín de la casa con una copa de cristal que, en el límpido
ambiente de la tarde, un rayo de sol tornasolaba como un prisma. Manteniéndola no
muy firme, en una mano, traía en la otra un junco con el que golpeaba
acompasadamente en la copa.” (José E. Rody, Mirando jugar a un niño)
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Cuenta la historia en tercera persona sabiendo bien lo que piensa el protagonista, lo que
sabe y lo que ocurrirá”
Por ejemplo:
“Cuando él vivía con sus padres en un pueblo natal, cada vez que escuchaba el trinar de
los pájaros sabía lo que el peligro estaba al asecho y sentía un aguijón en su interior.
Jamás su instinto se equivocaba y siempre venían momentos en su mente desde que
se despidió para siempre de su gran amor. Ahora, el destino le estaba esperando un nuevo
desafío.
Narrador en tercera persona equisciente:
“Como todos los días comienza a realizar sus quehaceres cotidianos, cuando de repente
golpean la puerta. Era su vecina. Vino a comunicarle que ya no había más esperanzas.”
“Lloro todo el tiempo, y lloro cuando mamá me muestra el delantal a cuadritos, el moño
azul y las medias tres cuartos” Graciela Cabal “Secretos de familia”.
“Ella mira su reloj mientras llora en la habitación. En eso golpea la puerta su mamá y su
rostro resplandece al instante”.
Es la voz de la historia
El narrador
El tiempo en la narración
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Un texto narrativo hace referencia a una determinada época de la historia. Por ejemplo si es
un relato medieval aparecerán historias de princesas y caballeros, historias con moralejas, entre
otros temas propios de la época.
A su vez, el tiempo puede transcurrir en un minuto, en un día, en una hora, a la tarde, al
instante, al amanecer, entre otros tiempos.
Espacios:
Cada vez que se cuenta una historia se hace referencia a un espacio físico: un jardín, un bosque,
un palacio, un paisaje natural.
Otro espacio en el que puede transcurrir la historia es en el espacio interior: En
la mente del personaje, en sus emociones o pensamientos.
En menos de un segundo, el caballero fue chamuscado por las llamas del dragón quien
impedía el recate de la doncella atrapada en el castillo.
Personajes
Los personajes pueden ser animales, objetos y personas que vivan la acción experimentando
las consecuencias de los hechos narrativos.
Existen personajes principales y secundarios dependiendo de la importancia que
desempeñen en la historia en que se está contando.
El protagonista es el personaje principal el cual tiene el timón de la historia. En algunas
ocasiones puede el protagonista una comunidad, un pueblo.
En los cuentos tradicionales aparece el personaje protagonista con un deseo a cumplir, el
mismo tendrá ayudantes y oponentes. A su habrá un objeto que sea el hilo conductor de la historia
(un pedido, un reloj, un pañuelo, etc.)
Por ejemplo en el cuento “La pelota “ de Felisberto Hernández, la pelota es
claramente el hilo conductor de la historia.
El antagonista la pobreza que impide que se realice esa acción.
Actividad Nro. 2:
A) Leer el cuento la pelota y escribirlo en tercera persona usando el estilo directo (crear
diálogos entre el niño y la pelota). Por ejemplo: un niño va visitar a su abuela en una
casita pobre. En ese momento descubre una pelota en el almacén, mira a su abuela y
dice: “͋ buela! - M
͎ e puedes comprar la pelota?
. ͙͙͙
(Continúa la historia) ͙ ͙͙
͙͙͙ ͙ ͙
͙͙
͙͙ ͙͙
͙
B) Inventa una historia con los siguientes ͙͙ elementos…………taza de café,
sillón, charco de sangre, porta retrato, colilla de cigarrillo , ramo de rosas,
…computadora…, lapicera………
Piensa en el conflicto que puede surgir del personaje y como lo resuelve.
C) Lee los cuentos: “Los dos que soñaron” de Jorge Luis Borges y “La
Pelota” de Felisberto Hernandez e idenficar y extraer ejemplos del
texto de los siguientes elementos: tiempo, espacio, personajes y
clase de narrador.
El pretérito perfecto simple tiene la finalidad de indicar una acción puntual realizada en el
pasado.
Por ejemplo: el joven compró un terreno con malezas. Esta acción se realiza una sola
vez.
En cambio, si afirma que todos los días el joven compraba terrenos con malezas,
estamos observando una acción que se repite constantemente y la intención del joven
es distinta.
El tiempo presente del modo indicativo nos indica una acción que se repite
siempre.
Por ejemplo, todos los días sale a caminar. Es una acción continua.
También esta conjugación verbal se utiliza para recordar un hecho de gran trascendencia y
este motivo se decide volver a recordar como un presente actual. Por ejemplo, “San Martín
cruza los ndes”.
El tiempo futuro indica una acción que sucederá. Por ejemplo, mañana comenzarán las
actividades deportivas.
3)
C) Inventa oraciones con los tiempos simples estudiados conjugando los siguientes
verbos: Caminar, asustar, correr, detener.
Introducción
Seguramente en la vida cotidiana has tenido que usar tus habilidades para descubrir al culpable de
alguna hazaña en el colegio.
Para ello has buscado una serie de pistas para develar el misterio. El
CLASIFICACIÓN DE LOS
RELATOS POLICIALES
1
EL CUENTO
DEFINICI INICI
Historia • Medi d sigXI.
Autor
Misteriosa - • Edg All Po: “L
Interpretación críme d l cal
Personaje Mor .
Desenmasc
(Culp-Móvil • Principalm e
InglatyFran.
1-
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Actividad Nº 4
B ¿Cuál es el móvil del crimen? (el motivo por el cual decide matar
G ¿Por qué dice el narrador que puede comprender el pánico que sentía el
viejo?
desaparecer el cuerpo.
1843
¡Cierto! Soy nervioso, terriblemente nervioso. Siempre lo he sido y lo soy, pero, ¿podría decirse
que estoy loco? La enfermedad había agudizado mis sentidos, no los había embotado ni
destruido. Sobre todo, tenía el sentido del oído agudo. Oía todo sobre el cielo y la tierra. Oía
muchas cosas del infierno. ¿Cómo voy a estar loco, entonces? Escuchen y observen con cuánta
tranquilidad, con cuánta cordura puedo contarles toda la historia.
Me resulta imposible decir cómo surgió en mi cabeza esa idea por primera vez; pero, una vez
concebida, me persiguió día y noche. No perseguía ningún fin. No estaba colérico. Yo quería
mucho al viejo. Nunca me había hecho nada malo. Nunca me había insultado. No deseaba su
dinero. Creo que fue su ojo. ¡Sí, eso fue! Tenía un ojo semejante al de un buitre. Era un ojo de un
color azul pálido, con una fina película delante. Cada vez que posaba ese ojo en mí, se me enfriaba
la sangre; y así, muy gradualmente, me fui decidiendo a quitarle la vida al viejo y librarme así
aquel ojo para siempre.
Pues bien, así fue. Ustedes creerán que estoy loco. Pero los locos no saben nada. En cambio yo͙
deberían haberme visto. Deberían haber visto con qué sabiduría procedí, con qué cuidado, con
qué previsión, con qué disimulo me puse a trabajar. Nunca había sido tan amable con el viejo
como la semana antes de matarlo. Pero eso sí: cada noche, cerca de medianoche, yo hacía girar
el picaporte de su puerta y la abría, con mucho cuidado. Y después, cuando la había abierto lo
suficiente como para pasar mi cabeza, levantaba una linterna cerrada, completamente cerrada,
de modo que no se viera ninguna luz, y tras ella pasaba la cabeza. ¡Cómo se habrían reído ustedes
si hubieran visto con qué astucia pasaba la cabeza! La movía muy despacio, muy lentamente,
para no molestar el sueño del viejo. Me llevaba una hora meter toda la cabeza por esa abertura,
hasta verlo durmiendo en su cama. ¡Ja! ¿Podría un loco actuar con tanta prudencia? Y luego,
cuando mi cabeza estaba bien dentro de la habitación, abría la linterna con cautela, con mucho
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cuidado (porque las bisagras hacían ruido), hasta que un solo rayo de luz cayera sobre el ojo de
buitre. Hice todo esto durante siete largas noches, cada noche cerca de las doce, pero siempre
encontraba el ojo cerrado y era imposible hacer el trabajo, ya que no era el viejo quien me
irritaba, sino su ojo. Y cada mañana, cuando amanecía, iba sin miedo a su habitación y le hablaba
resueltamente, llamándole por su nombre con voz cordial y preguntándole cómo había pasado
la noche. Por tanto verá usted que tendría que haber sido un viejo muy astuto para sospechar
que cada noche, justamente a las doce, iba yo a mirarlo mientras dormía.
La octava noche, fui más cuidadoso aún cuando abrí la puerta. El minutero de un reloj se mueve
más rápido de lo que se movía mi mano. Nunca antes había sentido el alcance de mi fuerza, de
mi sagacidad. Casi no podía contener mi impresión de triunfo, al pensar que estaba abriendo la
puerta poco a poco, y él ni siquiera soñaba con mis secretas acciones e ideas. Me reí entre dientes
ante esa idea. Y tal vez me oyó porque se movió en la cama, de repente, como sobresaltado.
Pensará ustedes que retrocedí, pero no. Su habitación estaba tan negra como la pez, ya que él
cerraba las persianas por miedo a los ladrones; entonces, sabía que no me vería abrir la puerta y
seguí empujando suavemente, suavemente.
Ya había introducido la cabeza y estaba para abrir la linterna, cuando mi pulgar resbaló con el
cierre metálico y el viejo se incorporó en la cama, gritando:
Me quedé quieto y no dije nada. Durante una hora entera, no moví ni un solo músculo y mientras
tanto no oí que volviera a acostarse en la cama. Aún estaba sentado, escuchando, como había
hecho yo mismo, noche tras noche, escuchando los relojes de la muerte en la pared.
Oí de pronto un leve quejido y supe que era el quejido que nace del terror, no era un quejido de
dolor o tristeza. ¡No! Era el sonido ahogado que brota del fondo del alma cuando el espanto la
sobrecoge. Yo conocía perfectamente ese sonido. Muchas veces, justo a medianoche, cuando
todo el mundo dormía, surgió de mi pecho, ahondando con su temible eco, los terrores que me
enloquecían. Digo que lo conocía bien. Sabía lo que el viejo sentía y sentí lástima por él, aunque
me reía en el fondo de mi corazón. Sabía que él había estado despierto desde el primer débil
sonido, cuando se había vuelto en la cama. Sus miedos habían crecido desde entonces. Había
estado intentando imaginar que aquel ruido era inofensivo, pero no podía. Se había estado
diciendo a sí mismo: “No es más que el viento en la chimenea, no es más que un ratón que camina
sobre el suelo”, o “No es más que un grillo que cantó una sola vez”. Sí, había tratado de
convencerse con estas suposiciones, pero era en vano. Todo en vano, ya que la muerte, se había
deslizado furtiva y envolvía a su víctima. Y era la fúnebre influencia de aquella imperceptible
sombra la que le llevaba a sentir, aunque no la veía ni oía, a sentir la presencia de mi cabeza
dentro de la habitación.
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Cuando hube esperado mucho tiempo, muy pacientemente, sin oír que se acostara, decidí abrir
un poco, muy poco, una ranura en la linterna. Entonces la abrí -no sabe usted con qué suavidad-
hasta que, por fin, un solo rayo, como el hilo de una telaraña, brotó de la ranura y cayó de lleno
sobre el ojo del buitre.
Estaba abierto, abierto del todo y me enfurecí mientras lo miraba, lo veía con total claridad, de
un azul apagado, con aquella terrible película que me helaba el alma. Pero no podía ver nada de
la cara o del cuerpo del viejo, ya que había dirigido el rayo, como por instinto, exactamente al
punto maldito.
¿No les he dicho ya que lo que ustedes creen locura es solo mayor agudeza de los sentidos?
Luego llegó a mis oídos un suave, apagado y rápido sonido como el que hace un reloj cuando está
envuelto en algodón. Aquel sonido también me era familiar. Era el latido del corazón del viejo.
Aumentó mi furia, como el redoblar de un tambor estimula al soldado en batalla.
Sin embargo, incluso en ese momento me contuve y seguí callado. Apenas respiraba. Mantuve
la linterna inmóvil. Intenté mantener con toda firmeza la luz sobre el ojo. Mientras tanto, el
infernal latido del corazón iba en aumento. Crecía cada vez más rápido y más fuerte a cada
instante. El terror del viejo debía de ser espantoso. Era cada vez más fuerte, más fuerte͙ ͎Me
entiende? Le he dicho que soy nervioso y así es. Pues bien, en la hora muerta de la noche, entre
el atroz silencio de la antigua casa, un ruido tan extraño me llenaba de un terror incontrolable.
Sin embargo, por unos minutos más me contuve y me quedé quieto. Pero el latido era cada vez
más fuerte, más fuerte. Creí que aquel corazón iba a explotar. Y se apoderó de mí una nueva
ansiedad: ¡Los vecinos podrían escuchar el latido del corazón! ¡Al viejo le había llegado la hora!
Con un fuerte grito, abrí la linterna y me precipité en la habitación. El viejo clamó una vez, sólo
una vez. En un momento, lo tiré al suelo y arrojé la pesada cama sobre él. Después sonreí
alegremente al ver que el hecho estaba consumado. Pero, durante muchos minutos, el corazón
siguió latiendo con un sonido ahogado. Sin embargo, no me preocupaba, porque el latido no
podría oírse a través de la pared. Finalmente, cesó. El viejo estaba muerto. Quité la cama y
examiné el cuerpo. Sí, estaba duro, duro como una piedra. Pasé mi mano sobre el corazón y allí
la dejé durante unos minutos. No había pulsaciones. Estaba muerto. Su ojo ya no volvería a
molestarme.
Si aún me creen ustedes loco, no pensarán lo mismo cuando describa las sabias precauciones
que tomé para esconder el cadáver. La noche avanzaba y trabajé con rapidez, pero en silencio.
En primer lugar descuarticé el cadáver. Le corté la cabeza, los brazos y las piernas. Después
levanté tres planchas del suelo de la habitación y deposité los restos en el hueco. Luego coloqué
las tablas con tanta inteligencia y astucia que ningún ojo humano, ni siquiera el del viejo, podría
haber detectado nada extraño. No había nada que limpiar; no había manchas de ningún tipo, ni
siquiera de sangre. Había sido demasiado precavido para eso. Todo estaba recogido. ¡Ja, ja!
Cuando terminé estas tareas, eran las cuatro͙ pero seguía oscuro como medianoche. l sonar
la campanada de la hora, golpearon la puerta de la calle. Bajé a abrir muy tranquilo, ya que no
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había anda que temer. Entraron tres hombres que se presentaron, muy cordialmente, como
oficiales de la policía. Un vecino había oído un grito durante la noche, por lo cual había sospechas
de algún altercado. Se había hecho una denuncia en la policía, y los oficiales habían sido enviados
a registrar el lugar. Sonreí, ya que no había nada que temer. Di la bienvenida a los caballeros.
Dije que el alarido había sido producido por mí durante una pesadilla. Dije que el viejo estaba
fuera, en el campo. Llevé a los visitantes por toda la casa. Les dije que registraran, a que
registraran bien. Por fin los llevé a su habitación, les enseñé sus caudales, seguros e intactos. En
el entusiasmo de mis confidencias, llevé sillas al cuarto y les dije que descansaran allí mientras
yo, con la salvaje audacia que me daba mi triunfo perfecto, colocaba mi silla sobre el mismo lugar
donde reposaba el cadáver de mi víctima.
Los oficiales se mostraron satisfechos. Mi forma de proceder los había convencido. Yo me sentía
especialmente cómodo. Se sentaron y hablaron de cosas comunes mientras yo les contestaba
muy animado. Pero, de repente, empecé a sentir que me ponía pálido y deseé que se fueran. Me
dolía la cabeza y me pareció oír un sonido; pero ellos se quedaron sentados y siguieron
conversando. El ruido se hizo más claro, cada vez más claro. Hablé más como para olvidarme de
esa sensación; pero cada vez se hacía más claro͙ hasta que por fin me di cuenta de que el ruido
no estaba dentro de mis oídos.
Sin duda, debí de ponerme muy pálido, pero hablé con más fluidez y en voz más alta. Sin
embargo, el ruido aumentaba. ͎Qué hacer? Era un sonido bajo, sordo, rápido͙ como el sonido
de un reloj de pulsera envuelto en algodón. Yo trataba de recobrar el aliento͙ pero los oficiales
no oían nada. Hablé más rápido, con vehemencia, pero el ruido seguía aumentando. Me puse de
pie y empecé a discutir sobre cosas insignificantes en voz muy alta y con violentas
gesticulaciones; pero el sonido crecía continuamente. ¿Por qué no se iban? Caminé de un lado a
otro con pasos fuertes, como furioso por las observaciones de aquellos hombres; pero el sonido
seguía creciendo. O ͋ h, Dios! Q͎ ué podía hacer yo? Lancé espumarajos de rabia͙ maldije͙ juré.
Balanceando la silla sobre la cual me había sentado, raspé con ella las tablas del suelo, pero el
ruido aumentaba cada vez más. Crecía y crecía y era cada vez más fuerte. Y sin embargo los
hombres seguían conversando tranquilamente y sonreían. ¿Era posible que no oyeran? ¡Dios
Todopoderoso! ¡No, no! ¡Claro que oían! ¡Y que sospechaban! ¡Sabían! ¡Y se estaban burlando
de mi horror! Así lo pensé entonces y así lo pienso ahora. Pero cualquier cosa era preferible a
esta agonía. Cualquier cosa era más soportable que este espanto. ¡Ya no aguantaba más sus
hipócritas sonrisas! Sentía que debía gritar o morir. Y entonces, otra vez, escuchen͙ ͋más
fuerte͙, mas fuerte͙, más fuerte!