Resumen Taller 0521 Ética
Resumen Taller 0521 Ética
Resumen Taller 0521 Ética
El valor agregado es el adicional que le ofrecemos al cliente por la compra de uno de tus productos
o servicios. El objetivo es que el cliente sienta que está obteniendo mayores beneficios.
Usualmente, el valor agregado es una característica poco común en las empresas.
En la medida que una empresa sea capaz de crear un producto o servicio que ofrezca un valor
agregado tendrá mayor potencial de crecimiento. Esto no implica que aquellas empresas que ya
están en marcha no puedan generar valor agregado. Es más, están en la obligación de hacerlo para
diferenciarse de su competencia.
Generar valor agregado en tus productos te permite aumentar tus precios, toda vez que les
entregas a los clientes un producto o servicio que no encontrará en la competencia.
Escucha a los consumidores, porque son ellos quienes deciden si un producto o servicio es
bueno o malo. Si recibes alguna queja de ellos, revisa tu producto o servicio y empieza a
mejorarlo. Pregúntale qué puedes hacer para mejorar.
Identifica las fortalezas de tu empresa y muéstraselas a tus clientes. No escondas lo bueno que
tienes, como tu experiencia o la tecnología que utilizas para hacer un buen producto. Tus
clientes le darán valor.
Busca diferenciarte de tus competidores. Si un consumidor ve dos productos iguales, lo más
probable es que elija el más barato. Por ejemplo, si tú decides darle como valor agregado a tu
cliente un año adicional de garantía realmente harás la diferencia con la competencia.
No descuides la post venta. La mayoría de los negocios da por terminada su labor con la venta.
Tú puedes dar un valor agregado asesorando a tus consumidores sobre el uso del producto o
servicio vendido. Es decir, acompaña a tu cliente para que pueda retornar pronto.
Para desarrollar innovación se necesita investigar y analizar el mercado para conocer qué
necesitan los consumidores. También necesitas personal capacitado y una cultura organizacional
que promueva la innovación.
Uno de los primeros aspectos en los cuales debes de innovar en tu empresa es el diseño, la
identidad y la marca de tu producto o servicio. De esta forma podrías comenzar a enviar señales
de cambio y de mejora a tus clientes y probables clientes.
La atención al cliente es una estrategia efectiva para darle valor a tu negocio. Desde una, sonrisa,
un trato amable hasta obsequios de cortesía a los compradores pueden servir como diferenciador
de la competencia.
La experiencia de compra es hoy uno de los recursos de marketing más usados para atraer
clientes. Pregúntales a ellos qué les agradaría tener en tu local para que su estancia sea más
agradable.
Precisamente, hace unos días la revista Strategy Business proponía que las compañías de
telecomunicaciones, que están intentando encontrar una identidad rentable en el mundo digital,
podrían ayudar a sus clientes a controlar sus datos. Microsoft promueve la campaña Digital Civility
centrada en fomentar el respeto a la dignidad de las personas y a su diversidad, evitar actitudes
amenazantes o dañinas y la protección a las víctimas de conductas impropias.
Hewlett Packard puso en marcha hace unos meses la campaña #ethicsofai en defensa de una
inteligencia artificial centrada en valores. La Fundación Mobile World Capital promueve la Digital
Future Society, iniciativa orientada a reflexionar sobre los impactos de la tecnología en la
humanidad y centrar el debate en el bienestar de las personas. TechUk, la mayor asociación de
empresas tecnológicas del Reino Unido ha elaborado un documento en el que aboga por la ética
digital como uno de los temas principales en la agenda de los consejos de administración de las
empresas en 2019.
La consultora Deloitte ha dado a conocer un informe sobre ética en Inteligencia Artificial en el que
urge a los gobiernos a tomar cartas en el asunto y plantea preguntas inquietantes: ¿Podría la IA
conducir a la creación de una ‘clase inútil’ de millones de seres humanos? ¿Cómo nos aseguramos
de que las máquinas no dañen a otros humanos?
Parece que en el mundo digital empieza a extenderse la percepción de que es necesario actuar de
otra manera. La aceleración, la disrupción, la innovación tecnológica, no pueden abordarse
únicamente desde el punto de vista de la rentabilidad y la oportunidad de negocio a corto plazo
sino que debe priorizarse la construcción de un marco estable que evite efectos perniciosos en la
sociedad y, de rebote, en la reputación de las marcas que no atiendan los valores y derechos
esenciales de las personas.
En un mundo en transformación cambian también los parámetros éticos que nos guían. Los
nuevos retos tecnológicos obligan a recomponer el sistema de valores y de conductas, y hoy, más
que nunca, resulta imprescindible incorporar el debate ético como un elemento fundamental de
los procesos de innovación y transformación digital, entendiendo ese debate como una
oportunidad y una necesidad estratégica.
Hay todavía quien observa el planteamiento ético con prevención, como si se tratara de una idea
promovida por defensores de una visión tecnocrática anclada en lo analógico, ajenos a las reglas
propias del mundo digital. Temen que tomarse ese debate demasiado en serio podría acabar
perjudicando el crecimiento. En el polo opuesto, se incrementa el número de empresas que
entienden que la reflexión ética es imprescindible por responsabilidad y porque supone una
oportunidad para ampliar la mirada con que se afronta la innovación, una vía para enriquecer la
construcción de los proyectos y una contribución a que éstos sean más sólidos, duraderos y mejor
percibidos por la sociedad.
La ética entiende de los hábitos que inducen al comportamiento, tanto de las personas, como de
las organizaciones. De nosotros y de nuestra relación con la sociedad. De cómo aplicamos y
priorizamos los valores y lo derechos.
La complejidad del mundo económico empuja a las empresas a centrar su relación con la sociedad
priorizando dos vías: la del marketing y las relaciones cliente-proveedor y la que atiende al
derecho y al cumplimiento de la ley. El objetivo principal de cualquier empresa consiste en ofrecer
más y mejores productos y servicios dentro de las normas. Los valores se dan por sabidos o, en
cualquier caso, por vigilados, por los asesores jurídicos.
En una sociedad estática este planteamiento puede ser válido, pero en un entorno en
transformación, no lo es tanto. Los valores varían, las prioridades se modifican, la tecnología nos
sitúa y nos empuja a escenarios en buena medida desconocidos, surgen nuevos dilemas a los que
debemos enfrentarnos… Los hábitos éticos de siempre se demuestran insuficientes.
En buena medida, los escándalos por abuso de la privacidad que se han dado recientemente
provienen de la falta de asimilación de la trascendencia de un valor y un derecho que hasta hace
poco tiempo no estaba en riesgo. Quince años atrás las redes sociales no existían, nuestros datos
eran controlables, la privacidad no estaba amenazada. Ahora lo está. Nuestros datos tienen un
valor insospechado para quien los sabe gestionar y la protección de la privacidad se ha
descontrolado. ¿Bajo qué principios y hábitos de actuación deben encarar la innovación las
empresas que necesiten datos para sus proyectos? ¿Cómo se combina la eficiencia empresarial
con una conducta respetuosa con los valores?
Lo habitual es que las empresas, como las personas, den la ética por asumida. De entrada, todos
consideramos ético nuestro comportamiento, o, dicho de otra forma, nadie se reconoce poco
ético. En su fuero interno, incluso el personaje más corrupto o abyecto considera aceptable su
comportamiento porque responde a sus valores y a sus prioridades, aunque la mayoría de la
sociedad no los comparta.
Por último, pero no menos importante, la ética no sólo evalúa, sino que empuja a hacer el bien, y
de este modo, tiene con un papel proactivo en la innovación. La motivación moral lleva a la
“imaginación moral”. Así, pensando en un mundo mejor, en aliviar la pobreza o en dar empleo a
discapacitados han surgido innovadores empresas sociales. En resumen, la ética aporta criterios de
evaluación, señala modos de humanizar la innovación y fomenta la imaginación moral para una
innovación al servicio de las personas y sus necesidades.
Bibliografía:
Administración de la Tecnología, Ahmed, P., Shepherd, C., Ramos, L., y Ramos, C. (2012).
Administración de la Innovación. México: Pearson.
ESCORSA, P. y Valls, J. (2005), Tecnología e innovación en la empresa, Alfaomega, México.