La Esperanza Abraza La Incertidumbre
La Esperanza Abraza La Incertidumbre
La Esperanza Abraza La Incertidumbre
La esperanza tiene una misión: abrazar la incertidumbre hasta que esta se despoja de lo
que le sobra, su “in-“. Le ayuda la fe porque ella es garantía de lo que se espera, la prueba
de las realidades que no se ven 1. Pero la conversión, la metanoia de la incertidumbre es
definitivamente posible por el amor… esa fuerza que fluye desde lo más profundo de la
Trinidad, riega toda la Tierra e impregna la historia de tal manera que se perpetúa en ella.
Hablar de la incertidumbre, a primera vista, o mejor dicho, “a primer oído”, no es
agradable ni para quien habla ni para quien escucha. Y sin embargo esta “señora” se cuela
muchas veces en nuestras conversaciones y, especialmente, en esta época que estamos
viviendo. Se ha convertido en una de las “damas de compañía” más renombradas que,
sutilmente, acompaña a “don corona-virus”.
Es “vieja conocida” la incertidumbre. Hablemos de ella, pero con unos interlocutores muy
especiales, que se vieron sorprendidos por ella, caminaron con ella, pero supieron
abandonarla en el momento más oportuno… fue el Pentecostés de cada uno.
La vida de mi suegra Noemí había sido golpeada por la incertidumbre cuando, por
hambre, tuvo que abandonar su tierra con su esposo y sus hijos, y dirigirse a los campos de
Moab. Sufrió la incertidumbre y el miedo de todo migrante. La muerte de su esposo la
sacudió aún más. Sus hijos fueron la fortaleza para vencer este sufrimiento.
Nos unimos a la familia mi cuñada y yo, pero diez años después mi suegra Noemí se vio de
nuevo inmersa en el dolor por la muerte de sus hijos, abatida por la incertidumbre de la
soledad. Llegó a sus oídos la acción salvadora de Dios a su pueblo, “lo había visitado y le
daba pan”2 y decidió retornar.
En medio de esta situación dolorosa y compleja nos invitó a seguir nuestro camino. Me
preguntaba ¿cómo abandonar a Noemí en el vacío y la incertidumbre? Y a la vez, ¿por qué
seguir caminando con mi suegra?
1
Cfr. Hb 11,1
2
Cfr. Rt 1,6
No conocía a su pueblo ni a su Dios, pero mi corazón me dictaba un camino: “Tu pueblo
será mi pueblo, y tu Dios será mi Dios” 3. Nuestra fortaleza y esperanza, nuestro consuelo
y descanso estuvo en la fidelidad. Cuando nuestras seguridades se ven amenazadas,
cuando nuestras certezas se debilitan, hay una llamada a caminar juntos en la fidelidad.
Así es. Recibí una visita demasiado misteriosa y sorprendente. Las primeras palabras que
escuché me sobrecogieron gratamente, y nunca mejor dicho, porque anunciaban la gracia
de Dios en mi vida. La incertidumbre me hizo reaccionar y preguntar: ¿cómo es posible? Y
en fracciones de segundo esta incertidumbre me envolvió con la sombra de lo que se me
venía encima: embarazada sin vivir aún con José… eso significaba repudio, un futuro
bastante oscuro e incierto.
Pero la respuesta de lo alto desplazó toda duda: “No temas… has hallado gracia delante
de Dios. El Espíritu Santo te cubrirá con su sombra… porque nada hay imposible para
Dios”4.
Os confieso que esas palabras sostuvieron mi vida y la de mi esposo cuando, poco a poco,
el proyecto de Dios se iba realizando.
El designio de Dios es más fuerte que cualquier incertidumbre, incluso cuando está
acompañada del sufrimiento… que siempre es cruz.
Recordad siempre las palabras que han acompañado vuestra vida de fe:¿Quién nos
separará del amor de Dios? ¿La tribulación? ¿la persecución?.... podríamos decir ¿la
incertidumbre?... en todo esto salimos vencedores gracias a aquel que nos amó… gracias a
mi Hijo”5.
Gracias Abrahán, gracias Rut, gracias María, acompañantes en nuestra fe. Hoy, de manera
peculiar, la incertidumbre puede estar queriendo entrar en nuestra vida, la escucha
obediente de la Palabra, la fidelidad amiga y la confianza en el designio de Dios nos dan
la fuerza para vencerla.
3
Cfr. Rt 1,16
4
Cfr. Lc 1, 30.37
5
Cfr. Rm 9, 35.37