Panorama de La Novela en Bolivia: Augusto Guzman

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AUGUSTO GUZMAN

PANORAMA DE LA
NOVELA EN BOLIVIA

LIBRERIA EDITORIAL "JUVENTUD"


LA PAZ — BOLIVIA
CONCEPTOS GENERALES

La novela, a cuyo auge crítico asistimos desde hace algunos años en


Occidente, sigue siendo un género fértil, lleno de posibilidades, y por eso mismo un
producto indefinido e indefinible del ingenio humano, pues no hay reglas retóricas que
puedan identificarla satisfactoriamente. Decir esto de la novela se ha vuelto un lugar
común.

A pesar de ello tiene interés justificable para nosotros una revisión sumaria de
algunas definiciones magistrales. Desde luego el origen de la novela lo encuentran
todos en la epopeya “imagen escultórica de la vida” según Hegel. “A la narración del
mundo total en tono elevado —dice Kayser— la hemos llamado epopeya; a la
narración del mundo privado la llamamos novela". Schelling sostiene que “la novela,
mezcla de epopeya y drama tiene que ser un espejo del mundo, por lo menos de una
época y erigirse así en mitología parcial. Tiene que invitar a la contemplación apacible,
tranquila y mantener el interés siempre parejo”. Schopenhahuer dice: “La tarea del
novelista consiste, no en contamos grandes acontecimientos, sino en hacernos
interesantes los pequeños”. Para Zweig “forjador épico de universos es el novelista”.
Caillois expresa que “la novela no conoce límites ni ley, pues su terreno es el de la
licencia”.

El de la novela es ciertamente un género extenso, múltiple y libre que sólo


puede realizarse por el interés que pudieran despertar los elementos objetivos y
subjetivos de su desarrollo. Luis Alberto Sánchez tiene razón: “La novela es el género
que más cantidad de elementos sicológicos ha absorbido; y que ha definido en forma
más distinta su impulso vital, resumiendo el carácter objetivo y subjetivo de la vida y,
además, dentro de lo subjetivo, los elementos conscientes y subconscientes”. La novela
es pues como acción la crónica de la aventura del hombre en la búsqueda ciegá o
lúcida de su destino; y como contemplación, la imagen física y espiritual del ser
humano en su expresión innumerable. Si es cierto que el género de la novela resulta
indefinible, la novela como producción individual es en cambio perfectamente
definible, por lo menos desde el ángulo de la comprensión de cada lector. La crítica en
este orden ayuda de un modo general a la comprensión evaluativa en los planos
intelectual y sensible.

Antes de la república y de la colonia, la sociedad boliviana no cultivó la novela


cuyo origen remoto es la epopeya, “la antigua epopeya destronada”, que dijo
Menéndez y Pelayo. Los collas e incas: aymaras y quechuas, alcanzaron ¿penas a
componer oralmente, para la tradición, pequeños cantos líricos y fábulas cortas. No hay
pues novela quechua o aymara. La novela boliviana por el idioma de su composición
es castellana; y por el linaje de su técnica, occidental. Su mayor proeza hubiera sido
nacer en la colonia, en los pañales de la crónica que se cultivó en Potosí, a pulso de
pendolistas, por falta de la imprenta que tardó mucho en llegar hasta nosotros.
Esa crónica histórica contiene a veces relatos magníficos de profunda
intensidad novelesca en la obra monumental que Bartolomé Arzans de Orsúa y Vela, el
estupendo historiador de la Villa Imperial, o en las “corónicas” del padre Ca-lancha, el
memorialista puntual de los agustinos. En la obra del primero podemos citar como
claro ejemplo de literatura caballeresca, reflejo de costumbres del tiempo caballeresco
de Potosí, la crónica perspicaz y colorida del Lance da Montejo y Gudines.

En esa técnica pudieron hallar inspiración nuestros antiguos escritores para


crear novelas. Ello no fue posible. Paciencia. ¿Cómo exigir novelistas a una sociedad
de explotación y miseria material, sin libertad, sin instrucción y sin imprenta? Un
pueblo amurallado como el Alto Perú (Bolivia), era el menos llamado para tener
novela colonial que por otra parte no la tuvieron los otros países de la comunidad
hispanolusitana, excepto Nueva España, cuya expresividad social y cultural compitió
con la de la metrópoli. No se olvide tampoco que la legislación indiana prohibía la
introducción d,e novelas y todo género de “mentirosas historias” a sus colonias. ¿Podía
permitirse entonces su creación?

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