Encuesta Folclorica Nal 1942

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ENCUESTA FOLCLÓRICA NACIONAL 1942

Durante la República Liberal (1930-1946), la perspectiva de un nuevo proyecto


nacional se materializó en diversas actividades del gobierno como el Proyecto de
Cultura Aldeana propuesto en 1935, por el ministro de Educación Luis López de
Mesa, las misiones culturales y la Encuesta Folclórica Nacional llevada a cabo por
el Ministerio de Educación en 1942. El proyecto nacional de los intelectuales
liberales de la época representaba una nueva actitud de revaloración de lo popular,
enfocada a la transformación de las condiciones sociales y culturales de las zonas
rurales colombianas. La Encuesta Folclórica Nacional, a pesar de su falta de
sistematización y falencias intrínsecas, surge como una nueva fuente documental,
hasta el momento silenciada, en las Ciencias Sociales, capaz de arrojar luz sobre
los proyectos de “cultura popular” de la primera mitad del siglo XX.

Un mundo por conocer La idea de conocer el país, de establecer la variedad regional


de sus “tipos humanos” -como se decía- no fue una idea exclusiva de los
intelectuales liberales en el período de la República Liberal (1930-1946). A tal idea
colaboraron, desde los años veinte, intelectuales provenientes de los dos partidos
políticos, aunque pertenecientes a campos distintos del saber, campos que reunían
tanto a practicantes de una sociología espontánea dominada por los temas del
“carácter nacional” y la preponderancia del “factor racial” en la cultura, como a
gentes venidas del campo de la medicina, convertidos en hombres de gobierno y en
orientadores de la educación, todos ellos dominados por el viejo molde positivista
de que los hechos sociales se explicaban mejor por factores naturales relacionados
con la raza y el clima, y por las condiciones “naturales”. Se trata de un patrón de
interpretación común en América Latina desde finales del siglo XIX, fuertemente
influenciado por una modalidad de las doctrinas positivistas.

Lo que es distintivo de la República Liberal en este punto es el haber acentuado los


“factores sociales” de las configuraciones culturales y el haber construido una cierta
“antropología positiva” del “pueblo colombiano”, el que en enfoques más
conservadores y tradicionalistas era visto precisamente como la “causa” del atraso
del país y de su propio fracaso histórico, tal como aparecía ante sus ojos después
de la Guerra de los Mil Días y la posterior pérdida del Canal de Panamá, una
mutilación del cuerpo del país que costó trabajo asimilar a las élites intelectuales, a
pesar de las frases ingeniosas con las que se la quiso enfrentar (“me han entregado
un país y devuelvo dos”, se dice que dijo el presidente de la República José Manuel
Marroquín). La construcción de una “antropología positiva” por parte de los
intelectuales liberales parece haber sido en gran medida simplemente el reverso de
una nueva actitud positiva frente a lo popular, que llegaba hasta los elogios a veces
desmedidos -en todo caso no eran el producto de ninguna forma de análisis
científico o histórico- que se encuentran en los discursos del Presidente Alfonso
López Pumarejo, por cuya cuenta corrió una revaloración de lo “popular” que era al
mismo tiempo una crítica de la dirigencia política tradicional del país en los cincuenta
años anteriores. Es indudable que esa “actitud positiva” frente a las posibilidades de
los grupos populares y de lo “popular”, traída y llevada continuamente en el discurso
político de los liberales, iniciada por López Pumarejo, moderada por la lejana
frialdad elitista de Eduardo Santos y exaltada al extremo por el verbalismo eficaz de
Jorge Eliécer Gaitán (“el pueblo es superior a sus dirigentes”), por fuera de los
dividendos electorales que pudiera ofrecer, se entroncaba con la idea de un nuevo
proyecto nacional, para cuya construcción era necesario ampliar las bases sociales
de la política en Colombia, bases hasta el presente reducidas a una participación al
tiempo pasiva y fanática, que condenaba a las gentes pobres del campo y la ciudad
a la posición de clientelas de dos partidos tradicionales. Conocer la sociedad, y
sobre todo conocer la “vida popular” -la aldea colombiana- para transformar sus
condiciones sociales y culturales, fue propósito esencial del Proyecto de Cultura
Aldeana propuesto en 1935 por el ministro de Educación Luis López de Mesa, como
una especie de “expedición” a través de las regiones colombianas, de la cual
debería resultar un conjunto de estudios en que apareciera, “como en fototipia,
cordialmente interpretado” el país, a través de una serie de informaciones, de datos
y estadísticas, que constituyeran “la sustancia prima de un análisis de nuestra
nacionalidad”. El Proyecto de Cultura Aldeana tuvo en realidad pobres resultados,
pero la idea de conocer la “cultura popular” se mantuvo, y a principios de los años
cuarenta la vemos reaparecer con toda su fuerza en las “misiones culturales” que
recorrían el país en campaña alfabetizadora, llevando el cine, el libro y las
conferencias culturales, y asimilando como una de sus funciones el estudio y
conocimiento de lo “popular”, que era planteado como el elemento que debería
garantizar el éxito de las tareas de extensión cultural a cargo de la Sección de
Cultura Popular del Ministerio de Educación. Por lo demás, la creación en el
Ministerio de Educación de una Sección especial llamada de “Cultura Popular”, a
finales de los años treinta, marca el momento central en el proceso de creación y de
visibilidad completa de esa nueva realidad (la “cultura popular”), evolución que,
desde el inicio de la República Liberal en 1930, en donde se mencionó ampliamente
la expresión “cultura popular”4, era fácilmente previsible por la lógica misma de la
retórica que se había movilizado, de los proyectos culturales que se habían iniciado
y de la dinámica popular que se había desatado, dinámica a la cual los intelectuales
liberales harán una gran contribución, a través de su propia revalorización de la
cultura popular, en el plano de la investigación etnográfica y de la realización de
encuestas como, precisamente, la Encuesta Folclórica Nacional de 1942.

La Encuesta Folclórica Nacional realizada en Colombia por el Ministerio de


Educación Nacional, en 1942, no es nunca mencionada por los historiadores que se
han ocupado de la política cultural de la República Liberal. De manera extraña
tampoco es mencionada por quienes han intentado trazar la historia de la
antropología nacional6, aunque puede que la investigación folclórica de la cultura
forme parte de la historia de esa disciplina -como sucede en tantas otras
sociedades- o por lo menos de su prehistoria imaginaria; se trata de un silencio que
no sabemos bien interpretar, pero al fin y al cabo un silencio revelador, aunque no
vacilamos en reconocer que pueden existir menciones de tal Encuesta que en una
lectura descuidada hemos pasado por alto. En cualquier caso, y para evitar juicios
rotundos, modulemos nuestra expresión y digamos que la Encuesta Folclórica
Nacional de 1942 [E.F.N. en adelante] es muy poco mencionada en las historias
colombianas de las ciencias sociales, aunque la iniciativa y su aplicación no dejan
de ser un hecho sobresaliente que, por lo demás, la prensa de la época y la
importante Revista de las Indias no dejaron de registrar con atención. De manera
más inexplicable, la mencionada E.F.N. no es tampoco muy mencionada en sus
textos y testimonios autobiográficos por parte de aquellos que fueron actores de
primer orden en el nacimiento de las ciencias sociales en Colombia y que habían
tenido como lugar de formación la Escuela Normal Superior, habiendo conocido allí
de manera directa la “Metodología de las Encuestas Folclóricas” que había
preparado el Padre Marcelino de Castelví, a pesar de que posteriormente no
hubieran cultivado esa orientación, la que parece haber quedado como patrimonio
del grupo menos destacado de los antiguos alumnos de la Escuela Normal Superior
y de una serie de aficionados de muy buena intención y de escasa preparación en
las ciencias sociales.

El hecho cierto es que la E.F.N. pasó largos años perdida para la investigación y fue
sólo una mención rápida realizada por don Jaime Jaramillo Uribe lo que nos condujo
a interesarnos en su búsqueda, a identificar algunos pocos ejemplares que
contenían respuestas de los maestros de escuela al cuestionario que se les envió y
a trazar un proyecto de investigación que nos permitió, después de una búsqueda
de varios años, localizar lo que parece ser la casi totalidad de los cuestionarios
salvados entre los más de mil formularios que en 1942 se aplicaron en diferentes
localidades del país. La observación en la cual don Jaime Jaramillo mencionaba la
E.F.N. se encontraba al final de su ponencia sobre “Historia y métodos de
investigación en la cultura popular”, en donde luego de plantear la necesidad de
iniciar un estudio sistemático sobre el folclore nacional, o lo que mencionaba como
la “personalidad social básica” de los colombianos, recordaba la investigación
emprendida por el Ministerio de Educación en 1942 y la masa de materiales que
produjo el cuestionario enviado a los maestros, describiendo la situación en los
siguientes términos: Esa información permaneció por varios años en algún rincón
del Ministerio y, finalmente, parte de ella fue trasladada al Instituto Colombiano de
Antropología y allí se interrumpe su historia. Ignoramos si alguien hizo algún uso [de
esos materiales]7. Con estas indicaciones intentamos rastrear el lugar donde
probablemente se encontraban las encuestas. Después de una larga búsqueda,
precedida, como atrás mencionamos, por algunas entrevistas a personas
relacionadas con el surgimiento de la antropología en Colombia o con los propios
trabajos de elaboración o de intento de análisis de la E.F.N., logramos localizar parte
del material recopilado por los maestros en el Archivo del hoy Ministerio de Cultura,
entidad central de la que depende el Instituto Colombiano de Antropología, y de esta
manera pudimos formarnos una primera idea de la E.F.N., la que empezamos a
complementar con una investigación de prensa y de revistas que nos permitiera no
sólo hacernos a las dimensiones precisas de la investigación adelantada, sino
también al contexto social e intelectual de lo que puede denominarse como estudios
culturales en los años 40 en Colombia.
No sabemos estrictamente nada acerca de quiénes prepararon de manera directa
el cuestionario, ni cómo se decidió en qué municipios y veredas debería aplicarse,
como desconocemos también las Instrucciones que acompañaron al formulario que
se distribuyó a los maestros de escuela encargados de la tarea. Sabemos,
simplemente, que se distribuyeron mucho más de mil formularios, pues se habla en
las publicaciones de prensa de esos años de haber recibido cerca de “un millar” de
respuestas, a partir de las cuales la recién organizada Comisión Nacional de Folclor
pensaba adelantar descripciones y análisis acerca de las formas culturales básicas
del “pueblo colombiano”. Aunque los organizadores de la E.F.N. usaron la palabra
“Encuesta”10 , hay que advertir al lector que no se trataba de una encuesta en el
sentido preciso en que la sociología usa hoy tal expresión, y que se trataba más
bien de un cuestionario “abierto”, con una cantidad de preguntas al parecer no muy
bien formuladas (en el lenguaje de los sociólogos diremos que las había unívocas,
multívocas y equívocas) y que se ordenaban según una clasificación que es
constante en los cuestionarios de la investigación que aparecen en los Manuales
clásicos de investigación folclórica, como el de Arnold Van Gennep.

Si bien, es indudable que la mayor parte de las encuestas fue diligenciada con
atención y cuidado, las azarosas formas de conservación del material atentaron
contra este propósito, al desaparecer una o varias de sus primeras páginas y con
ellas aspectos relacionados sobre todo con los primeros ítems del cuestionario, es
decir, con las informaciones referidas a la geografía y a la historia y en algunos casos
a la vivienda. La aparición de una fuente histórica - como la E.F.N.- que de alguna
manera permite describir la vida de la mayoría, de la gente corriente, y esto en sus
aspectos más triviales y en apariencia monótonos, resulta esencial para el
conocimiento histórico de una sociedad, máxime si esta fuente nos ofrece al tiempo
la posibilidad de comparar esas existencias con las de los grupos y sujetos
considerados notables y distinguidos en las sociedades. Por eso nos parece que la
E.F.N., bien utilizada, puede ser una fuente de análisis importantes sobre aspectos
olvidados de la sociedad rural y pueblerina de Colombia en la primera mitad del siglo
XX, y esto con ventajas sobre otro tipo de documentaciones a las que se puede
acceder con mayor facilidad.
Anexo Encuesta folclórica nacional 1942 Cuestionario enviado a los
maestros y directores de escuela para recolectar información sobre el folclor:

a. Lugar geográfico

¿Cómo, cuándo, en qué fecha y por quiénes fue fundada la

localidad?

¿Qué dice la gente acerca de los habitantes indígenas del

lugar?

¿Cómo está formada la población actual? Mestizos, indios,

blancos...

¿Cuáles son los personajes históricos o los caudillos

populares que perduran en la memoria de la gente?

¿Cuáles son las principales anécdotas biográficas y de la

comunidad?

Generaciones anteriores.

Personajes históricos.

c. Vivienda

¿Cuáles son los tipos de vivienda predominantes en

el lugar?

¿Hay construcciones modernas?

¿Qué comodidades de higiene ofrecen las viviendas

pobres? ¿Cuál es la división de los campos y de la

propiedad? d. Muebles y objetos domésticos

¿Cuál es el nombre lugareño de los objetos domésticos?

¿Cuáles son los nombres de los objetos donde se guarda


la ropa?

¿Cuáles son los nombres de los utensilios de cocina?

¿Cuáles son los nombres de los instrumentos de

labranza? ¿Qué otros instrumentos se utilizan en los

cultivos agrícolas?

¿Hay aparatos modernos?

e. Vestidos

¿Existe un traje regional?

¿Cuál es el tipo de traje que emplean todos los

días? ¿Qué trajes se emplean en los días de fiesta?

¿Cuál es el nombre regional de estos?

¿Qué usan las mujeres y los hombres como objeto

especial de lujo?

¿De qué materiales se hacen los vestidos?

¿Hay sastres y modistas en la población?

f. Alimentación

¿Cuáles son los platos tradicionales del lugar? ¿Cuál o

cuáles son los platos típicos de alimentación y qué

productos se consideran como base de ellos?

¿Qué platos se preparan para las fiestas?

¿Cuáles son los principales productos agrícolas de la

región? ¿Cuántas comidas se sirven al día?

¿El término medio de la gente humilde qué


come? g. Trabajos e industrias

¿Cuáles son las industrias populares de la región?

¿Cuáles son las industrias predominantes en la

localidad? ¿Cuál es la jornada de trabajo?

¿Cuál es el jornal promedio del peón?

¿En qué condiciones trabajan los

arrendatarios? ¿Trabajan los niños y las

mujeres?

¿Las cosechas qué fiestas originan?

¿Qué industrias domésticas existen?

¿Se conoce en el lugar el procedimiento de la

“minga”?

¿Cuántos niños concurren a la escuela?

¿Cuántos deberían concurrir?

¿Cuál es la causa de la no concurrencia?

¿Cuál es el grado medio de la “mentalidad” del niño de

la localidad?

¿Los niños que se matriculan en el año escolar lo

terminan totalmente o hay algunos que abandonan el

estudio y cuál es la causa?

¿Cuál es el índice de analfabetismo en la

región? i. Transporte y locomoción

¿Cuáles son los medios de transporte y

locomoción? ¿Qué nombres lugareños tienen?


¿Cuál es el movimiento del mercado local?

j. Brujería y adivinación

¿Existe médico en la población?

¿Existe curandero?

¿Cuál es la medicina popular?

¿Quiénes la ejercen?

¿Hay adivinos? ¿Quiénes? ¿Cómo ejercen su oficio?

¿Cuáles son los agüeros y supersticiones más

conocidos en esa localidad?

¿Qué costumbres especiales tienen para enterrar a

los adultos que mueren?

¿Cuáles son las costumbres en la muerte de los

niños? k. Fiestas populares

¿Cuáles son las fiestas populares civiles y

religiosas? ¿Cómo se celebran?

¿Existían antes?

¿Hay algunas tradiciones que se han

perdido? ¿Hay fiestas modernas?

¿Cuáles son los juegos usuales de los adultos?

¿Cuáles son los juegos más populares entre los

niños? l. Poesías, adivinanzas y refranes

¿Cuáles son las adivinanzas más conocidas en la

localidad? ¿Cuáles son los refranes más populares en la

localidad? ¿Se cuentan chistes? ¿Cuáles?


m. Música y danza

¿Cuáles son las canciones más conocidas en esa

localidad? ¿Qué otras canciones se cantan?

¿Cuáles son las canciones más frecuentes que se

usan para distraer o dormir a los niños?

¿Hay recitadores?

¿Hay trovadores?

¿Cómo se dan las serenatas en esa localidad? ¿Los

romances populares se recitan o se cantan? ¿Qué

conjuntos musicales existen y qué instrumentos

¿Se escucha la radio? ¿Hay fonógrafo?

¿Cuáles son los “aires” (canciones) populares más

usados o en uso?

¿Se bailan danzas extranjeras”

¿Cuál es el género de música que más se cultiva en

esa localidad?

n. Cuentos y narraciones

¿Cuáles son las narraciones y cuentos más habituales

en esa localidad? Escríbalos.

ñ. Habla regional

¿Existen trabalenguas?

¿Existen apodos?

Vocabulario de la localidad: (Incluya nombres de


lugares, de objetos, de plantas, de árboles frutales. De

frutas, de astros, de telas, de vestidos, etc.).

BIBLIOGRAFÍA:

Silva, R. (2014-06-19.). Encuesta folclórica nacional, 1942.

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