Parcial
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que marcan una etapa denominada Al Andalus. ¿A qué se refiere dicho concepto y qué pasó
en esta época?
Desde mediados de la década de 1840, Carlos Marx y Federico Engels se instalan en el Reino
Unido. Será desde este lugar, que se dará origen a esa forma de pensamiento tan
característico como fue el Marxismo o socialismo científico. Simultáneamente, Mijail Bakunin y
Pierre Proudhon plantearan el concepto de anarquismo. Mientras se suceden estos nuevas
corrientes ideológicas, las revoluciones europeas se irán sucediendo a partir de 1848: la
mayoría de ellas exigirán mayores derechos para el trabajador.
El nuevo grito del movimiento fue: “Proletarios de todos los países, uníos”. El 27 de octubre de
ese año, fue aprobado por unanimidad el Manifiesto Inaugural y el Estatuto Provisional, ambos
redactados por Carlos Marx. El Manifiesto planteó: “… la conquista del poder político ha
venido a ser, por lo tanto, el gran deber de la clase obrera”.
La importancia de la I Internacional fue que llevó una unión universal de los obreros: ellos
consideraban como a un enemigo común a la burguesía y al capitalismo. Ella elaboró un
programa revolucionario discutido masivamente por los trabajadores. Sus resoluciones
sirvieron de modelo a todas las declaraciones de principios de casi todas las Organizaciones
Sindicales del mundo en aquel momento. Colaboró en la formación de grandes sindicatos
únicos por industria y poderosas centrales sindicales nacionales. Sirvió de basamento para la
creación de los primeros partidos obreros de masas, los que a su vez, propiciaron a fines de
siglo la reestructuración de la II Internacional.
En el período comprendido entre 1870 y 1914 las clases obreras aún no estaban organizadas
de manera global, pero el primer gran salto hacia delante tuvo lugar en los últimos años del
decenio de 1880 y los primeros de 1890, en que se manifestó de manera concreta la
reaparición de una internacional obrera (la Segunda). Apoyó y fomentó la Huelgas Generales
por las reivindicaciones obreras desde principios del Siglo XX, se restableció la celebración del
Primero de Mayo, símbolo de la esperanza y confianza de la clase obrera, junto con el ocho de
marzo, como el Día Internacional del Mujer.
En 1905 se produce la Revolución Rusa por la situación que se encontraban no solo los
obreros, sino la mayoría de los habitantes por el Régimen Zarista, produciendo verdaderas
luchas armadas en las ciudades, y entre los campesinos: Todo esto preparó el escenario para la
toma del poder en la Revolución de 1917 (Revolución de Octubre).
La Primera Guerra Mundial (1914-1918) significó una ruptura para la II Internacional debido a
que apoyó a algunos partidos socialistas involucrados en la conflagración mundial, lo que trajo
como consecuencia una división en el seno de la misma, agravado aún más por la Revolución
Rusa o Bolchevique, ya que algunos la apoyaron y otros no.
Pregunta Nº 3: Identifique cuáles son las corrientes ideológicas y cuáles sus diferencias
comparativas en el seno del movimiento obrero.
Anarquismo: Sus dos fundadores políticos fueron Pierre J. Proudhon y Mijail Bakunin. La teoría
de Proudhon contribuyó dos ideas al pensamiento anarquista: la creencia en pequeños grupos
de productores mutuamente apoyados en lugar de la deshumanización de las fábricas y el odio
al gobierno como tal, a cualquier gobierno. Por su parte, Bakunin añadió una insaciable pasión
revolucionaria. Fue más bien un agitador y un visionario de la tiranía del Estado a largo plazo,
un organizador de conspiradores.
Los anarquistas creen que el mayor logro de la humanidad es la libertad del individuo para
poder expresarse y actuar sin que se lo impida ninguna forma de poder, sea terrena o
sobrenatural, por lo que es básico abatir todo tipo de gobierno, luchar contra toda religión o
secta organizada, en cuanto que éstas representan el desprecio por la autonomía de los
hombres y la esclavitud económica. La desaparición del Estado se considera un objetivo
revolucionario a corto plazo.
Los anarquistas filosóficos continúan en desacuerdo con los socialistas por la importancia que
le conceden a la libertad del individuo por encima de cualquier limitación, sobre todo, por
parte del Estado
Socialistas: Término que, desde principios del siglo XIX, designa aquellas teorías y acciones
políticas que defienden un sistema económico y político basado en la socialización de los
sistemas de producción y en el control estatal (parcial o completo) de los sectores económicos,
lo que se oponía frontalmente a los principios del capitalismo. El objetivo final de los socialistas
era establecer una sociedad comunista o sin clases. Este pensamiento político tuvo varias
corrientes o formas de plantear la realidad: Por un lado, el socialismo utópico, que se oponía al
capitalismo por razones éticas y prácticas, indicando que este constituía una injusticia:
explotaba a los trabajadores, los degradaba, y permitía a los ricos incrementar sus rentas y
fortunas aún más mientras los trabajadores se hundían en la miseria. Mantenían también que
el capitalismo era un sistema ineficaz e irracional. Por otro lado, El Socialismo Científico: El
marxismo sostenía que el capitalismo era el resultado de un proceso histórico caracterizado
por un conflicto continuo entre clases sociales opuestas. Al crear una gran clase de
trabajadores sin propiedades, el proletariado, el capitalismo estaba sembrando las semillas de
su propia muerte, y, con el tiempo, acabaría siendo sustituido por una sociedad comunista. De
acuerdo con Marx, los socialistas sostenían que las relaciones capitalistas irían eliminando a los
pequeños productores hasta que sólo quedasen dos clases antagónicas enfrentadas, los
capitalistas y los obreros. Con el tiempo, una grave crisis económica dejaría paso al socialismo
y a la propiedad colectiva de los medios de producción.
Los socialistas compartían con los liberales el compromiso con la idea de progreso y la
abolición de los privilegios aristocráticos aunque, a diferencia de ellos, denunciaban al
liberalismo por considerarlo una fachada tras la que la avaricia capitalista podía florecer sin
obstáculos. Creían que todas sus demandas podían realizarse en los países democráticos de
forma pacífica, que la violencia revolucionaria podía quizás ser necesaria cuando prevaleciese
el despotismo (como en el caso de Rusia) y descartaban su participación en los gobiernos
burgueses. La mayoría pensaba que su misión era ir fortaleciendo el movimiento hasta que el
futuro derrumbamiento del capitalismo permitiera el establecimiento del socialismo.
Ante la caída de los precios de las materias primas se producen crisis económicas y sociales. En
los países caracterizados por una estructura capitalista (como es el caso de Argentina) la crisis
dejará una marca definitiva y condicionada por su propia estructura dependiente, mientras
que en el resto de los países se favoreció un tibio desarrollo industrial, no limitándose
solamente a la industria liviana, sino también a la de base.
Las condiciones de vida obrera para esa época era la indigencia, aglutinamiento en
conventillos. V
En cuanto a salarios y condiciones de trabajo eran precarios, sin protección social, estatal y
sindical. V
En el año 1878 se produce la primera huelga sostenida por un sindicato como el de los
petroleros. V
Las Atribuciones del Departamento Nacional del trabajo era legislación del trabajo aplicar
disposiciones que dictara el congreso , vigilancia de agencias de empleo. V
La Década infame, estuvo caracterizada por el fraude electoral y los negociados económicos.
V
Durante los años sesenta, y entre golpes y gobiernos democráticos, los sindicatos tuvieron un
rol que se movía alternativamente entre opositores a ultranza y apoyo condicional a los
gobiernos de turno, ya fueran civiles o militares. En el caso de los gobiernos civiles, intentaron
el levantamiento de la proscripción del peronismo y como no lo lograron, se opusieron
sistemáticamente a ellos, cuestionando sus planes económicos y su falta de legitimidad
democráticas porque no podía participar el partido mayoritario: Los métodos de acción fueron
desde la negociación hasta huelgas, ocupación de fábrica y movilizaciones callejeras.
Con el golpe militar de 1966 a cargo del general Onganía, el sector de las “62 Leales a Perón”
(brazo político de los sindicatos peronistas, liderada por Augusto Vandor, secretario de los
metalúrgicos) apoyó el golpe, basada en la idea que el movimiento sindical podría tener
autonomía frente al liderazgo de Perón. Este apoyo se vio truncado posteriormente cuando
Onganía adoptó la política económica de su ministro Krieger Vasena de carácter antisindical.
Las diferencias surgidas dentro del movimiento obrero produjeron varias rupturas internas.
Una de las más importantes fue en 1968 cuando un Congreso de la CGT reunido para nombrar
una nueva conducción, le otorgó el mandato a Raimundo Ongaro, respaldado por anti
vandoristas. Los derrotados se opusieron y Ongaro constituyó una nueva central, la CGT de los
Argentinos. Con él nace el llamado “sindicalismo de liberación”. Económicamente, y luego de
la recesión de 1962/63, se produce una reactivación industrial en la producción manufacturera
y que se prolongará hasta mediados de los setenta. Este desarrollo industrial se debió al
desarrollo de insumos para la propia industria nacional, como el acero, electrodomésticos y
autos. La consecuencia directa fue el crecimiento de plantas en el interior del país, como
Córdoba, departamentos litorales del Río Paraná, desde Buenos Aires a Rosario.
Un aspecto característico de estas plantas fue la concentración masiva de operarios con una
tecnología mas desarrollada que el período anterior. Estos nuevos avances tecnológicos
permitieron la formación de capas obreras con niveles de formación, calificación y salarios más
elevados que los obreros de las industrias tradicionales. Con estas nuevas tendencias, se
fortalecerá la descentralización sindical, concentrada hasta ese momento en los gremios de
Buenos Aires.
Un ejemplo claro de este nuevo proceso fue el Cordobazo en 1969, en la que obreros y
estudiantes ocuparon la Ciudad de Córdoba en contra de Onganía y permitió la aparición de
nuevos líderes como Agustín Tosco de del sindicato de Luz y Fuerza de Córdoba. Después del
Cordobazo, los asesinatos de Vandor y Alonso, principales figuras del sindicalismo peronista, y
del General Aramburu (1970), llevarán al gobierno militar encabezado por el General Lanusse a
intentar un retorno del peronismo a través de las elecciones.
El retorno del peronismo significó una esperanza para vastos sectores sociales, peronistas y no
peronistas, pero los enfrentamientos internos del propio movimiento peronista constituyeron
una barrera infranqueable para la constitución y permanencia de un sistema político estable.
La masacre de Ezeiza de junio de 1973, y el agravamiento entre los distintos grupos dentro del
propio peronismo, complicaron aún más la situación. Perón ganó las elecciones en octubre de
1973 y buscó respaldo en el sindicalismo peronista tradicional, que unas semanas antes había
perdido a su secretario general de la CGT, José Ignacio Rucci asesinado por la guerrilla.
Perón estableció un pacto social entre obreros y empresarios para normalizar los sindicatos,
pero al fallecer en 1974 se desencadenó una lucha por el poder entre los distintos grupos
dentro del propio movimiento peronista. Esta etapa comprendida entre 1973 y 1976 estuvo
caracterizada por la participación de los dirigentes sindicales en el gobierno, ya sea en el
Parlamento como diputados o senadores, hasta el propio Ministerio de Trabajo. Además
incidieron de manera activa en los cambios económicos para preservar la política social del
gobierno frente a los obreros.
El golpe del 24 de marzo de 1976 inauguró una de las épocas más nefastas en la historia
política, social y económica del país. En nombre de la llamada “Guerra contra la Subversión”, el
régimen del General Videla cercenó hasta las libertades más básicas. Se llevó a cabo una
verdadera política de Terrorismo de Estado con el objetivo de suprimir toda clase de oposición
al propio régimen militar.
En esos años el sindicalismo en su conjunto fue silenciado tanto político como socialmente.
En 1980 se formó la CGT Brasil, formada sobre la base de dirigentes salidos de la cárcel y los
que buscaban los medios para oponerse al régimen. Su dirigente principal en ese momento fue
Saúl Ubaldini (del gremio cervecero).
A partir de 1982, el movimiento sindical inició una actividad sindical importante para lograr
una recomposición salarial a partir del congelamiento de salarios impuesto por gobierno del
General Galtieri. El sindicalismo volvió a tener el predicamento que hasta ese momento estaba
silenciado por la represión ejercida. Esta última etapa estuvo caracterizada por la recuperación
de las entidades sindicales intervenidas por el régimen militar y por la reconstitución del
Partido Justicialista (PJ) en vistas a las elecciones presidenciales de octubre de 1983.