Caso Plásticos Miranda
Caso Plásticos Miranda
Caso Plásticos Miranda
Carlos Miranda, recién acabados sus estudios, empezó a trabajar en el departamento comercial de
un fabricante de placas de metacrilato de metilo. Al cabo de cinco años, y en vista de la difusión
de este último producto, presente ya no tan sólo a nivel industrial sino también en la mayoría de
los hogares, decidió instalarse por su cuenta. Así, en 1984, poco después de contraer matrimonio,
con la participación económica de algunos familiares de su esposa, abrió un local comercial con
objeto de vender al por menor las placas de metacrilato. El negocio, emplazado en uno de los
barrios antiguos de Madrid, adoptó el nombre de Plásticos Miranda. Las buenas relaciones que
mantenía con su anterior jefe le permitieron obtener todo el material necesario bajo muy buenas
condiciones.
El negocio funcionó bien desde el principio, de forma que, a finales de 1986, pudo cancelar el
préstamo de 5 millones de pesetas que el Banco de Bilbao le había concedido para gastos de
instalación y puesta en marcha. Poco después, e local ya se había quedado pequeño. En 1988 se
asoció con Juan Pérez, quien acababa de liquidar su negocio al separarse de sus antiguos socios.
Juan Pérez era propietario de un almacén en la zona de La Vaguada, en un área en clara expansión,
lo cual prometía muy buenas expectativas comerciales. En su anterior negocio, Juan también se
había dedicado a la distribución de plásticos, por lo que las instalaciones de su almacén no
necesitaban ninguna remodelación. Además, había conservado buenos contactos con proveedores
y algunos clientes de la zona.
Así es como se fundó Distribuidora de Plásticos Miranda S.A., con un capital inicial de 13
millones de pesetas. Carlos Miranda y sus socios aportaban su negocio, valorado en 7´250,000
pesetas. Juan Pérez aportaba su almacén, valorado en 19 millones de pesetas, sobre el cual pesaba
una hipoteca de 15 millones, al 14%, de la que se hizo cargo la nueva empresa. Las condiciones
del préstamo hipotecario suponían un pago fijo trimestral de 702,409.23 pesetas. Por último,
Manuel Miranda, hermano de Carlos, aportaba 1´750,000 pesetas en metálico.
1/8
son básicamente instaladores, reparadores, pequeños constructores y manipuladores. También, en
menor escala, se compran bloques para vender a decoradores.
Durante los dos siguientes años, Manuel se hizo cargo de la tienda, mientras que Carlos y Juan se
pusieron manos a la obra para poner en marcha y sacar adelante su nueva empresa. A base de
mucha dedicación personal y gran esfuerzo, el negocio fue prosperando. A principios de 1990 se
dieron cuenta de que el almacén ofrecía muchas más posibilidades de crecimiento que la tienda
que llevaba Manuel, por lo que traspasaron el local, y con lo que obtuvieron por el traspaso,
adquirieron sus propios medios de transporte e hicieron reformas en la planta baja del almacén,
donde se instalaron las nuevas oficinas de atención al cliente. También invirtieron en una campaña
de promoción para captar nuevos clientes.
Las funciones se las repartieron los socios de la siguiente manera: Juan Pérez se encargó de la
gestión de almacén y de las compras; Manuel Miranda asumió las funciones de relaciones
públicas y promoción; y, por último, Carlos Miranda, junto con la gerencia se hizo cargo de la
gestión de clientes. Además, contaba con una plantilla de 10 personas, tres de las cuales estaban
en el almacén, dos en transportes y cinco en el servicio de atención al cliente y administración.
En los últimos años también se había invertido en las ampliaciones y reformas del almacén que
resultaron necesarias para hacer frente al creciente volumen de negocios. Displamsa había
instalado con sus principales clientes una red de información EDI, a través de la cual estos podían
efectuar diariamente sus pedidos por computadora, siéndoles servidos en 24 horas. En previsión
a la necesidad de disponer de stock suficiente para hacer frente a estos pedidos, junto a la mayor
diversificación de los mismos, Juan Pérez había considerado que era preciso mantener elevados
niveles de existencias y realizar ampliaciones y reformas en el almacén.
Pese a que en 1994, bajo los síntomas de recuperación económica del país, se preveía que las
ventas sigan aumentando, Carlos Miranda estaba preocupado sin entender demasiado lo que
pasaba. El negocio prosperaba, con un crecimiento notable, pero desde hacía varios meses sufría
de un mal endémico de escasez de efectivo. Durante los últimos años se había alargado el plazo
2/8
de cobro de los clientes y la empresa tenía cada vez más dificultades para hacer frente al pago de
los proveedores. La línea de descuento que mantenía con el banco BBV había sobrepasado su
límite máximo de 15 millones de pesetas.
Además, desde mediados de 1993, los proveedores ofrecían un descuento del 2.5% por pagar
dentro de los 10 primeros días a partir de la fecha de la factura, con neto a 60 días. En realidad, y
a efectos prácticos, el descuento por pronto pago se mantenía mientras dicho pago se realizara
dentro de 15 días. Carlos Miranda tenía la impresión de que el crédito de proveedores por encima
del plazo de 15 días era el recurso más caro de todos los que utilizaba. Por ello, y porque las
relaciones con los proveedores se habían deteriorado un poco dada la demora de los pagos de los
últimos meses, decidió acudir al banco para negociar una ampliación de línea de descuento o la
concesión de un crédito. Su objetivo para el futuro era utilizar al máximo los descuentos por
pronto pago de los que en este momento no se estaba beneficiando en absoluto.
En sus condiciones previas con el banco se había hablado de la posibilidad de ampliar la línea de
descuento hasta 25 millones de pesetas a un tipo de interés nominal anual del 15%, o contratar un
crédito a seis meses autorrenovable, por 10 millones, al 16% de interés nominal y sin comisiones.
Con todo, no estaba seguro de que ello constituyera una solución definitiva.
Cualquiera que fuera la modalidad adoptada, Carlos Miranda pensaba que el banco le exigiría no
repartir dividendos durante al menos 2 años, subordinar cualquier decisión de invertir en activos
fijos a la aprobación del banco y tal vez otras condiciones relativas a mantener un volumen
mínimo de fondo de maniobra.
A petición del director de la sucursal, Carlos Miranda le entregó los documentos financieros de
los últimos años, que se reproducen en los Anexos 1 y 2.
3/8
ANEXO 1
Distribuidora de Plásticos Miranda
Balance General
(en miles de pesetas)
1er Trimestre
BALANCE GENERAL 1991 1992 1993 IT 1994
ACTIVOS
PASIVOS Y PATRIMONIO
5/8
ANEXO 2
Distribuidora de Plásticos Miranda
Estado de Resultados
(en miles de pesetas)
1er
Trimestre
ESTADO DE RESULTADOS 1991 1992 1993 IT 1994
( - ) Gastos generales y
administrativos 26,398 32,738 40,654 12,195
6/8