Capitulo de Libro - Ana Celis
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intervención psicoterapéutica
Ana María Celis Márquez
Psicóloga – Universidad del Magdalena
Contacto: anacelismm@unimagdalena.edu.co
Resumen
En un proceso de intervención psicoterapéutica, las herramientas conceptuales y técnicas
propias de los diversos enfoques teórico-metodológicos en Psicología, por si solas, no
garantizan el éxito en psicoterapia. Gran parte del cambio psicológico en el paciente está
determinado por el tipo de relación establecida entre el paciente y el terapeuta. Es por ello que
en el presente documento se exploran los antecedentes relacionados con el concepto de relación
y alianza terapéutica junto con sus efectos en el proceso de intervención. Además, se recopilan
consideraciones en torno a la forma de establecer una relación terapéutica positiva.
Palabras clave: Relación Terapéutica, Alianza terapéutica, Psicoterapia, Terapia Cognitiva
Abstract
In a psychotherapeutic intervention process, the conceptual and technical tools of the various
theoretical-methodological approaches in Psychology, by themselves, do not guarantee success
in psychotherapy. Much of the psychological change in the patient is determined by the type of
relationship established between the patient and the therapist. That is why this document
explores the antecedents related to the concept of relationship and therapeutic alliance along
with its effects on the intervention process. In addition, considerations are collected about how
to establish a positive therapeutic relationship.
Keywords: Therapeutic Relationship, Therapeutic Alliance, Psychotherapy, Cognitive Therapy
Introducción
Llevar a cabo una intervención Psicoterapéutica demanda que los profesionales en salud mental
se ciñan, de manera previa, a un proceso de formación y fundamentación que les permita adquirir
la capacitación metodológica y técnica para el ejercicio disciplinar. Existen múltiples planes de
formación en postgrados, así como numerosos avances teóricos e investigaciones procedentes de
distintas corrientes y enfoques que han contribuido en el desarrollo de marcos de referencia
técnica, teórica y metodológica, poniendo a disposición de las profesionales nuevas y cada vez
más eficaces formas de intervenir problemáticas en salud mental (Moncada & Kühne, 2003).
En este sentido, en lo que a intervención terapéutica respecta, uno de los principales
objetivos de los investigadores se ha orientado hacia el desarrollo de técnicas, instrumentos o
métodos que faciliten el ejercicio de la Psicoterapia y brinden una mayor eficacia (Chambres &
Hollon, 1998, citados por Moncada y Kühne, 2003). Además de avances en el aspecto técnico,
dichas investigaciones han puesto de manifiesto el papel clave que juega la relación terapéutica
en los procesos de intervención, la cual, en palabras de Safran (1994, citado por Romero,
Bejarano & Álvarez, 2000, en Santibáñez et al., 2008) determina en mayor medida el cambio
psicológico en el individuo, en comparación con las técnicas propias del enfoque teórico
utilizado e incluso, resalta que elementos asociados a la relación terapéutica son los responsables
del 45% del éxito en la terapia psicológica y, en cambio, los factores atribuibles a aspectos
técnicos del enfoque teórico-metodológico, explican el 15% del éxito terapéutico.
De esta manera, la cualidad de la relación existente entre diada paciente-terapeuta y su
impacto en la mejoría del paciente, es un campo al que se le ha venido prestando gran interés
desde el surgimiento de los tratamientos psicológicos para alteraciones de la Salud Mental
(Betancur, Ortiz y Saldarriaga, 2019). Sigmund Freud en sus escritos ya resaltaba las vicisitudes
que surgían en el marco de la relación terapeuta-paciente, al hablar de transferencia y
contratransferencia, además de Carl Rogers, quien ponía de manifiesto la importancia de la
empatía por parte del terapeuta, así como la disposición de fundamentar la interacción en la
calidez, aceptación y congruencia, entendiendo al paciente como un sujeto merecedor de
dignidad e intentando comprenderle desde su marco de referencia (Santibáñez et al, 2008;
Arango & Moreno, 2009).
Se evidencia entonces que independientemente del enfoque teórico al que se ciña el
terapeuta y las disposiciones metodológicas que dicho enfoque plantee, las personalidades de los
implicados en la relación terapéutica; desde el ejercicio de sus roles, juegan un papel
determinante en la mejoría del paciente. Por tanto; sirviéndose de una consulta y revisión de
diversas fuentes bibliográficas, el presente texto se explorará los antecedentes y principales
referentes teóricos en torno al desarrollo del concepto de relación terapéutica, su influencia en el
proceso de intervención y los aspectos que se deben tener en cuenta para favorecer el
establecimiento de una buena relación terapéutica.
Consideraciones finales
En compendio, lo reseñado en el presente documento permite afirmar que, durante cualquier
abordaje psicoterapéutico, no solo debe prestarse especial atención a técnicas de intervención o
instrumentos de medición, puesto que sin un contexto que facilite su aplicación, cualquier
elemento técnico resultaría improductivo (Santibáñez et al., 2008). Ese contexto facilitador viene
a ser la relación terapéutica, la cual podríamos señalar que hace las veces de plataforma en la
cual tiene lugar el proceso terapéutico. En este sentido, se debe considerar que cultivar una buena
relación terapéutica no es algo complementario al proceso terapéutico, sino que éste en sí mismo
implica dicha relación. Por tanto, es importante que el profesional, ya desde su etapa de
formación, se entrene más allá de los elementos técnicos y extienda dicha capacitación hacia
aspectos relacionales.
Por otra parte, se ha reseñado las habilidades que el terapeuta debe desarrollar para poner
en práctica una buena relación terapéutica y que esta es una tarea donde el paciente también debe
trabajar para implicarse. El rol terapeuta es sentar las bases y orientar el proceso de modo que el
paciente pueda adaptarse y a partir de ahí ejercer su papel tanto en su proceso de mejora como en
la configuración del entorno terapéutico. No obstante, debemos considerar que, en ocasiones,
más allá de la destreza y disposición del terapeuta, algunos pacientes, dadas sus características
personales o sociales, facilitan o entorpecen el establecimiento de una buena relación terapéutica
(Winkler et al. 1989). Por tanto, al iniciar un proceso de intervención o recibir un nuevo paciente
se debe estar consiente y explorar esas, en palabras de Santibáñez et al., (2008) «variables
inespecíficas» tanto del paciente como del terapeuta, para así saber cómo encaminar dicho
proceso.
Por último, en lo que respecta a la alianza terapéutica, podríamos decir que cumplir con lo
que en ella se pacte, determinará en gran parte el clima de la interacción entre paciente y
terapeuta. Además, el concepto de ruptura deja entrever que, a nivel técnico, esta es el resultado
de infringir la alianza terapéutica y, por tanto, superar la ruptura implica retomar y replantear
dicha alianza. Mencionaba Gómez (2010) y Betancur y Ortiz (2016) que superar una ruptura
puede traer mayores beneficios en la terapia. Lo anterior podría entenderse al considerar que el
replanteo de la alianza terapéutica como consecuencia de una ruptura puede representar un
ejercicio terapéutico en sí mismo, en la medida en que ejemplifica a nivel practico la puesta en
escena de habilidades para la resolución de problemas, experiencia que puede resultar
enriquecedora para el paciente y el proceso terapéutico mismo.
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