Denegri

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Capítulo 3.

La ética de Marco Aurelio Denegri

¿Quién fue Marco Aurelio Denegri?


Alguna vez un peruano habrá visto en su vida “La función de la palabra”, programa
conducido por Marco Aurelio Denegri y transmitido por el canal 7 en las noches de Lima.
Siempre bien al terno y portando lentes, Denegri monologaba y explicaba algún tema
controversial apoyándose en sus libros. En su programa también él revisaba severamente
los libros y las publicaciones de muchas personalidades cultas del país. De hecho, la
crítica al principio de autoridad fue un signo que lo identificó cabalmente. No tuvo
problemas en criticar a César Vallejo, Mario Vargas Llosa, José María Arguedas, Martha
Hildebrandt, etc. La calidad docente de Denegri se reflejaba en su actividad responsable
de contestar acuciosamente los correos que su reducido pero fiel público le enviaba
haciéndoles diversas consultas. Y, tenía el don de la conversación fácil y del comentario
enriquecedor que nutría sus continuas entrevistas y a cualquier invitado que tuviera al
frente. Las conversaciones entre Denegri y sus entrevistados estaban cargadas de
preguntas que parecían una especie de sustentación de tesis. Era necesario ser alguien
muy versado para poder enfrentar la impronta critica de Denegri. Este pensador, también
era escritor:

Denegri es autor de los siguientes libros: Fáscinum. Ensayos Sexológicos (1972);


¿Y qué fue realmente lo que hizo Onán? (1996); El Arte Erótico de Mihály Zichy
(1999); Arte y Ciencia de la Gallística (1999); De esto y aquello (2006); Hechos
y Opiniones acerca de la Mujer (2008); Cajonística y Vallejística (2009);
Miscelánea Humanística (2010); Lexicografía (2011); Esmórgasbord (2011);
Obscenidad y Pornografía (2012); Normalidad y Anormalidad & El Asesino
Desorganizado (2012); Poliantea (2014); Polimatía (2014) y Mixtifori (2017).
(Denegri, 2010, p. 145)

Marco Aurelio Denegri fue un pensador prodigioso y fructífero. Al parecer la búsqueda


de conocimiento lo hacía muy feliz y a eso dedicó su vida. Fueron muchos los temas
alrededor de los cuales reflexionó. Etimología, gallística, vallejística, música (en especial
el cajón peruano), sexología, literatura, poesía, filosofía, sociología, antropología, cocina,
etc. (Godenzi, 2018, p. 343). En este trabajo trataremos a Denegri como un filósofo,
aunque él mismo se autodefiniese como polígrafo, es decir, un escritor que trata sobre
materias diferentes. Es preciso mencionar que, a riesgo de ser acusado de confundir
conceptos, el interés por múltiples temas, de un modo u otro, nos evitará caer en las
mentiras pues tarde o temprano los conocimientos encontrados tendrán que guardar
coherencia entre sí y, en consecuencia, esa pesquisa nos facilitará el camino hacia la
verdad. En ese sentido, Denegri es, también, un polígrafo en vulgar analogía con esas
conocidas máquinas que detectan la ausencia de veracidad en las declaraciones de un
sospechoso en investigación.

Justificación
Este capítulo busca plantear los cimientos básicos para la construcción de la ética de
Denegri. El propio Denegri (24 de junio del 2020) explica que la ética, en tanto disciplina
filosófica, es una reflexión sobre el fenómeno de la moral. A diferencia de los juicios
analíticos que tienen contenido matemático o lógico (“Todos los solteros no son casados”)
y de los juicios sintéticos que pueden ser comprobados empíricamente (“Los metales se
dilatan por la acción del calor”), los juicios de la ética son discutibles y son ajenos a la
ciencia que procura estar alejada de valoraciones, a excepción de algunos enfoques de las
ciencias sociales. Uno de los problemas de la ética, como disciplina filosófica es que su
capacidad de ser discutible ocasiona que no se tenga claridad sobre lo estrictamente
correcto o bueno. Esto es todavía más riesgoso en una sociedad que no se caracteriza por
la reflexión o que muy pocas veces pone en consideración lo concerniente al ámbito
espiritual de las relaciones humanas. La mayoría prefiere no pensar en sus acciones, sino
que espera a que otros le digan qué hacer, es decir, la mayoría es heterónoma y no suele
cultivar la autonomía debidamente.

Cuesta mucho aceptar que a pesar de sus intentos por difundir la cultura y el pensamiento
sus programas no hayan sido valorados adecuadamente. Ni siquiera existen trabajos serios
que intenten organizar su pensamiento. Lo bueno de esta crisis de Covid-19, si es que hay
algo de bueno, es que ha permitido disponer de tiempo extra a la población, el mismo que
podría ser aprovechado para ver sus nutritivos programas. De hecho, la mayoría de las
fuentes de este artículo se basan en videos de YouTube de su programa estrella y también
de otro llamado “A Solas con Marco Aurelio” que se emitía por el desaparecido Cable
Mágico Cultural. Sin embargo, no hemos dejado de lado sus trabajos escritos, así como
algunas de las columnas que publicaba en El Comercio.

Los docentes de filosofía o de alguna otra carrera afín podrían aprovechar los programas
de Denegri y recomendarlos a sus alumnos para que tengan un referente ejemplar a quien
poder ver e imitar. Frente a tanta televisión basura y excrementicia, los programas de
Denegri representan un verdadero esfuerzo contracultural.

Denegri sobre el mundo y el hombre


Este mundo mal que bien existe y la ciencia lo investiga con esmero. Con respecto a ello,
la filosofía se ha interesado por cuestiones ontológicas y metafísicas como, por ejemplo,
la existencia de un creador del mundo. Denegri (19 de enero del 2017) considera que, si
hubiera un creador de este mundo, tendríamos que preguntarle por qué hizo una cosa tal
mal hecha, pues el mundo podría ser mucho mejor de lo que, de hecho, es. Por este
motivo, él estaría de acuerdo con los gnósticos que afirman que Dios no creó el mundo,
sino más bien el Diablo en un momento en que Dios estaba descuidado (Denegri, 2018).
Este juicio es completamente coherente con su visión del hombre.

El paleontólogo Richard Leakey sostenía: “Quizá la especie humana no sea más que un
espantoso error biológico que se ha desarrollado hasta traspasar un punto en que ya no
puede prosperar en armonía consigo misma ni con el mundo que la rodea” (citado por
Denegri, 25 de agosto del 2016, párr. 8). Denegri muestra su aprobación ante esta
sorprendente y penosa afirmación. Esto lo delataría como misántropo pues admite que la
humanidad le representa poca cosa razón por la cual él mismo evitó el trato con las
personas. Por supuesto, da mucho qué pensar que uno de nuestros mejores y más
excelentes peruanos haya llegado a esa terrible conclusión. ¿Tenía razón Denegri o estaba
exagerando? Daremos más detalles de su pensamiento para aclarar esta cuestión.

Denegri (10 de marzo del 2016) afirma que nuestra especie es jerárquica y territorial. Esto
explica el que también sea intolerante y, en consecuencia, discriminadora y racista. Esto
podría revertirse intentando difundir la idea de la igualdad, sin embargo, el ser humano
no es igualitario. El hombre es, más bien, jerárquico, para él solo cabe mandar y obedecer.
La democracia exige amor entre los ciudadanos. No obstante, en el hombre el odio es más
poderoso, más arcaico y filogenéticamente más antiguo que el amor. El odio nos viene de
fábrica mientras que el amor es una construcción. Eso explica el que sea más fácil ser
malo y mucho más difícil ser bueno (Denegri, 2018). Por ello, la idea de democracia (y
su posible relación con el amor) no es una realidad entre los hombres, la democracia no
le es natural. Tiene sentido, entonces, toda nuestra historia de exterminio y exclusión.

El destructor
Denegri sostiene que el hombre no solo destruye su medio ambiente, sino que también se
autodestruye de manera feroz y pertinaz. Al parecer la principal ocupación del hombre es
matar y matarse. Solo el hombre se ocupa de destruir a sus congéneres de modo tan
despiadado. El hombre tiene inteligencia, pero no instintos que funcionen como sistemas
automáticos de corrección. Por ello, nuestro filósofo escribe:
El hombre es un miembro del reino animal, del filum de los cordados, del subfilum
de los vertebrados, de la clase de los mamíferos, de la subclase de los euterios, del
grupo de los placentarios, del orden de los primates, del suborden de los
pitecoides, del infraorden de los catarrinos, de la familia de los hominoides, de la
subfamilia de los homínidos, del género homo y de la especie stupidus. (Denegri,
14 de enero del 2018, párr. 4)
Denegri (27 de julio del 2016) indica que la inteligencia humana a lo largo de la evolución
no ha cambiado. Lo que le ha permitido al ser humano progresar, en realidad, es la cultura.
Es más, lo que se ha notado es que la inteligencia parece estar disminuyendo en el mundo
al menos desde la década de 1940. La penosa situación es tal que el hombre de hoy es tan
estúpido que le es imposible reconocerlo y cuando aparece algún ingenuo que se lo
recuerda o que osa criticarle, este hombre inmediatamente se apresura a censurarlo en vez
de agradecerle esas observaciones que podrían llevarlo a mejorar su condición actual.

Denegri (2 de junio del 2016) comparte un relato en el que narra cómo su gran amigo
Leopoldo Chiappo decidió renunciar a La República luego de que el director de ese
entonces le comunicara que no publicaría su crítica a uno de los programas del Canal 4
(América TV) porque ese canal invertía mucho dinero en la publicidad de su periódico.
Esta es una clara muestra de estupidez. Aunque Denegri reconoce que esa censura ha
disminuido es obvio que aún falta mucho para plantear la plena libertad de expresión.

Denegri parecer ser todo un pesimista. No cree que el hombre pueda cambiar a estas
alturas y, lamentablemente, el grado de contaminación y compromiso ecológico que
podemos atestiguar en estos días le dan toda la razón. Nuestra situación no es buena.
Escribe Denegri:
Desde mediados del siglo XX hasta la fecha nos agobian varias plagas –siete
plagas– y ninguna ha podido ser vencida. A continuación, las enumero.
1) Superpoblación.
2) Violencia.
3) Drogadicción y narcotráfico.
4) Terrorismo.
5) Destrucción ecológica.
6) Calentamiento global.
7) Aumento de las enfermedades.
A todo lo cual se agrega la disminución de la inteligencia en el mundo y el boom
consiguiente de la estupidez. (Denegri, 2 de julio del 2017, párr. 3)
Sobre todo, la tecnología ha permitido que podamos ahorrar esfuerzo, sin embargo, este
poco esfuerzo ahorrado no significa la preparación para mayores y mejores ambiciones o
retos. Antes bien el ser humano se satisface con lo logrado y no quiere saber más del
asunto. El peligroso desenlace que ha tenido el desarrollo de las armas comprueba la
bajeza del ser humano. Las armas han permitido matar a distancia, sin ser visto y con
impunidad emocional (Denegri, 2012).

Incluso el país potencia de la actualidad, Estados Unidos, hace un uso de las armas
realmente devastador. Hay un plan global de asesinatos, a decir de Noam Chomsky. Y
esto se puede hacer de modo más selectivo mediante el uso de los drones. En este punto,
Denegri parece ser un pesimista absoluto pues constata que el hombre evoluciona para
matar como una de sus especialidades. Es más, cree que la juventud de hoy no debe
esperar nada bueno a nivel político. Aunque siempre él insiste en que no es pesimista sino
más bien realista.

El hombre rompe lo que toca, saca lo peor de este mundo y como un niño llora exhibiendo
su inmadurez y protagonizando un berrinche para no responsabilizarse por sus
malcriadeces. Según Denegri, vivimos en una sociedad excrementicia porque es
consumista. Es decir, dado que somos consumistas, excrementamos en esa misma
proporción. Las ciudades son literalmente fábricas de caca. La metáfora del excremento
es muy adecuada. No solo estamos rodeados de basura, también nuestra vida y nuestra
moral se llena de ello. Nos estamos acostumbrando al enmierdamiento sistemático y
constante de casi todos los estratos de la vida humana. En este sentido, el aspecto
excrementicio no solo se configura en una condición higiénica sino también moral,
existencial y hasta ontológica.

La televisión
No estamos mejorando, sino que más bien empeoramos de modo constante y eso se puede
constatar de modo fáctico viendo los contenidos de la televisión tanto nacional cuanto
global. La televisión pervierte y embrutece a la gente y no hay ninguna ley que lo prohíba.
Los talk shows y los programas de chismes son clara muestra de ello. Atrás quedaron esas
épocas en las que la televisión servía para educar o para incrementar la cultura del público.
Esos concursos en los que se medía el conocimiento o se premiaba a quien supiese el
nombre de tal o cual intelectual notable desaparecieron porque al ser humano le dejó de
interesar aquello.

El problema de la cultura no es económico porque muchas veces el precio de un libro está


al alcance de los bolsillos (Denegri, 26 de agosto del 2016). Lo que sucede es que muchos
no entienden qué podrían hacer con un libro, pues la cultura no es, para muchos, algo
prioritario. Lo cultural fue entendido y fue enseñado a ser entendido como aburrido,
superfluo o estresante. Por ejemplo, mediante los programas reality tipo “Esto es Guerra”
se busca implantar un modelo de persona que se supone debe ser admirada por las
juventudes. Este modelo de persona se caracteriza por preocuparse en exceso por su
apariencia física descuidando, en esa misma proporción, su nivel de preparación cultural
y su calidad moral.

Según Denegri, la televisión nunca se pondrá limites porque es como la droga (Denegri,
3 de enero del 2020). La “cacosmia” es una degeneración del olfato. A los que padecen
de cacosmia les gusta lo fétido, lo maloliente y apestoso. Eso pasa precisamente con los
que consumen televisión basura o videos de YouTube basuralicios o alguna otra cosa que
no los mejora en absoluto. De pronto se sentirían amenazados si se les quitase su
“Magaly”, su “Dota2”, su “Bichota” y demás cosas análogas. El problema es que cuando
la basura adictiva gana terreno, ya nadie la puede sacar y, en consecuencia, los demás lo
asumen como si fuera algo normal, cuando, realmente, proviene de una degeneración. La
televisión basura revela mucho de nosotros como sociedad. Nos pinta de cuerpo entero.
Aquello que nos entretiene y que nos divierte exhibe nuestras bajezas. Nos encanta el
cotorreo, las noticias sangrientas y lo ridículo que resulta el saber cómo el guapo famoso
vive de modo casi parecido a nosotros (solo que con más dinero).

La lectura es menos habitual. A la gente de hoy le invade la preocupación por la


expectación televisiva, la distracción de las redes sociales y los videos de gatos de
Youtube. Estamos bajo el yugo de la videocracia. Hoy rige el ver y se está abandonando
el leer. Esto no solo ocurre con la televisión sino también con la aparición de la Internet
pues si somos un poco más afortunados, nos deleitaremos con los sofisticados shows que
nos ofrecen las plataformas de streamings de Netflix o de cualquier otro medio. En este
sentido, ahora los seres humanos prefieren ver videos cortos o resumidos en Facebook o
YouTube. El problema es que la lectura requiere concentración y adentramiento y, para
ello, se necesita una dosis de soledad y de quietud en el ambiente1.

Pero, lamentablemente hoy vivimos un exceso de estímulos (visuales, auditivos, etc.) que
imposibilitan el que seamos personas introvertidas. Eso se ve raro y, más bien, abunda la
extroversión. Todos tienen algo que decir o publicar en Twitter o Instragram, por
ejemplo. Se considera que la lectura es una actividad esotérica, sotánica, oculta,
misteriosa y secreta. De este modo, la lectura se posterga en comparación a la
contemplación de materiales audiovisuales en TikTok. Tal y como lo decía Sartori,
estamos ante el apogeo del homo videns que no se educa con palabras sino con imágenes,
esto es, con lo más animal e instintivo de nosotros. Adicionalmente, Denegri escribió: “El
aburrimiento no era antes un problema (…) ¿Por qué? Tal vez porque la gente hallaba
mayor satisfacción en su trabajo. Se ha dicho que el trabajo es el mejor antídoto, el trabajo
productivo creativo, no el trabajo rutinario y monótono” (Denegri, 2018, p. 152). Esto
explica el hecho de que sea más común el aburrimiento en nuestra época y, por ello, el
hombre de hoy necesita cada vez estímulos externos más fuertes como, por ejemplo,
drogas más potentes o programas cada vez más vulgares y atrevidos (Denegri, 19 de abril
del 2020).

La crisis del saber


La sociedad está en crisis y esa crisis permite delinear los principales problemas de la
actualidad. Hay cuatro peligrosos “ismos” que nos están gobernando. Inmediatismo,
fragmentarismo, superficialismo y facilismo. Inmediatismo significa que todo lo
queremos lo más pronto posible o con miras a consecuencias rápidamente visibles,
fragmentarismo alude a que no queremos esforzarnos en entender la entereza de las cosas
sino que más bien preferimos un resumen o una versión más breve de algún asunto,
superficialismo implica que no solemos interesarnos por temas profundos o de gran
relevancia o de raigambre trascendental y facilismo se entiende como la tendencia a
buscar lo que requiere del menor esfuerzo posible y, además, que sea de más simple
realización.

Estamos más apegados a las creencias que a las ideas. Escribe Denegri:
Creencia es el firme asentimiento y conformidad con alguna cosa. Creencia es
también el completo crédito que se presta a un hecho o noticia como seguro o
cierto.

1
Denegri era un hombre solitario: “(…) yo elegí ser apersonal, la soledad activa, es decir, yo elegí la
soledad, nadie me abandonó (…) los que eligen la soledad activa, eligen estar solos (…)” (Arenas, 28 de
octubre del 2013, p. 10).
Idea es un acto del entendimiento, el primero y el más obvio, y que se limita al
simple conocimiento de una cosa. Idea es también la imagen o representación que
tenemos del objeto percibido. Por último, es el concepto, el juicio o la opinión que
uno se forma acerca de una persona o de una cosa.
(…)
Nuestra vida está fundada sobre creencias; las creencias son el subsuelo de nuestra
vida; las creencias cimientan nuestra existencia; contamos con ellas, estamos en
ellas, nos sostienen. Cuando fallan, cuando entran en conflicto, cuando nos faltan,
porque no estamos en ninguna respecto a alguna realidad entonces nos percatamos
de ellas, reparamos en ellas, las formulamos y empiezan a funcionar como ideas.
(Denegri, 2018, pp. 203-204)
Mientras que las ideas pueden ser sometidas a discusión o debate, las creencias tienen un
arraigo poderoso innegable. Por ejemplo, hay muchas creencias que no estamos
dispuestos a poner en duda sobre todo en el terreno sexual.

Al respecto, Denegri fue un reconocido sexólogo muy dedicado. Alguna de las cosas que
decía eran muy interesantes. Por ejemplo, afirmaba que la disfunción o impotencia solo
se daban en las relaciones heterosexuales y no en las homosexuales. Asimismo, sostenía
que la masturbación no era dañosa como aseguraba el mito del espantajo masturbatorio,
según el cual, la masturbación puede llevar a la enfermedad y a la muerte (Denegri, 11 de
julio de 2020) y pesar de la evidente desaprobación de parte de la Iglesia católica que la
enfoca como una ofensa a la castidad, un pecado y como una muestra de suciedad
(Denegri, 16 de mayo del 2014). Sinceramente, en comparación con prácticas
degenerativas como la drogadicción y el alcoholismo la masturbación resulta ser menos
perjudicial. Además, esta práctica era más exitosa en cuanto a la satisfacción del placer
que el mismo coito heterosexual. También, defendía la idea de que la mujer debía ser la
que dirige el acto sexual pues ella conoce mejor su cuerpo que su propio compañero de
cama.

Todas esas ideas fueron muy chocantes en una sociedad tan pacata y conservadora como
la nuestra y, sin embargo, ahí estaba, resistiendo. Sobre todo, resistía a esas provocadoras
preguntas que (como si buscaran ser parte de una terapia psicológica solapada) pretendían
relacionar sus investigaciones a su vida íntima y personal. Tan poca cosa somos que,
incluso tratándose de Denegri, queremos saber algún chisme suyo para querer “explicar”
ese pervertido e inusual interés por lo sexual. Frente a este malentendido, él llega a
sostener que la perversión no es algo estático ni establecido de modo absoluto. La
perversión es algo cultural pues, por ejemplo, las sociedades pueden normalizar las
anomalías o las conductas que para otras sociedades son vistas como perversas. Lo
perverso solo puede ser tal, si se considera un criterio o estándar previo de normalidad.
Esto es indicativo del relativismo que acepta Denegri (31 de mayo del 2020).

Denegri (21 de junio del 2016) cuestiona algunas declaraciones políticas de Alan García
acerca de las creencias de los que viven en el Ande. Los andinos piensan que un cerro es
un dios o un apu y, por ende, le otorgan un valor que los costeños no suelen entender.
García cree que ello no permite el progreso del país y, en consecuencia, piensa que esa
manera de enfocar las cosas impide que el país avance. Denegri lo corrige y argumenta
que a García tampoco le agradaría que alguien de la sierra viniera a Lima y decidiera
mover o demoler la Catedral y cambiar el sitio de la Municipalidad, por ejemplo. Denegri
afirma que le sorprenden estas expresiones de García que demuestran incomprensión,
intolerancia y carencia de inteligencia. Sin duda esto prueba el grado de arraigo que tienen
nuestras creencias.

La inteligencia está disminuyendo en el mundo al mismo tiempo que la estupidez está


aumentando considerablemente. El ser humano actual no tiene ideales fuertes, ni
convicciones serias, ni compromisos genuinos. Siendo la calidad2 un bien tan raro y
escaso como el oro, la mayoría de los hombres no sienten la necesidad de buscarla para
enriquecer su vida (Denegri, 27 de julio del 2016). El otro problema de la calidad es que
el público tampoco es muy exigente en esa búsqueda y termina conformándose con lo
primero que tenga a la mano, básicamente, porque no tienen tiempo para poder comparar
repetidamente la diversidad ya que vivimos bajo una posmodernidad donde todo tiene
que ser rápido y además porque no hay un patrón o criterio estándar que oriente nuestra
búsqueda de lo cualitativamente superior.

La crisis moral
La única forma de lograr forjarse una personalidad auténtica es mediante el cultivo de
nuestra interioridad y eso requiere de largas horas de reflexión y meditación. La lectura
es uno de los caminos que pueden ayudarnos en la tarea de dotarnos de contenidos. Pero,
lamentablemente, hay una evidente falta de costumbre. Escribe Denegri:
Hace más de cincuenta años publicó don Héctor Velarde un artículo titulado
«Globos y globitos», y entre otras cosas decía las que a continuación transcribo:
«Nuestra presión exterior es mínima; la resistencia del medio ambiente es muy
suave; la atmósfera, aunque húmeda, es livianita; nada fuerte; sólido, compacto
y denso se opone a las presiones interiores de los individuos (personalidad), que
sueltos y sin trabas, se hinchan y suben como globos y globitos.
«¿No ha observado usted la cantidad de gente que habla sola por la calle, que da
brincos, manotea y se deshace en tics? Falta de presión exterior. Nada retiene
sus impulsos internos, intenciones, tendencias, reflejos, complejos, gastritis,
etcétera. Se expresan elocuentemente, dramáticamente, alborotadamente, al
menor deseo, a la menor idea, al menor dolorcito. […]
«Lo malo de esta facilidad expresiva es que lleva frecuentemente a la locura a
una serie de gente sana que, con un poquito de presión exterior, podría curarse.
«Otra desventaja: no hay materialmente un instante de sosiego para pensar,
reflexionar, meditar, estudiar, comparar y saber; es decir, para sostener una
actividad de firme reposo y de efectivo peso.
«Al menor descuido, al primer olvido, se encuentra uno hinchado, subido,
flotando en el espacio, perdido, al garete. A la menor presión interior
incontrolada, a la menor distracción, ¡puf!, ¡Globo!» (citado por Denegri, 2010,
p. 127)
La gente se eleva como globos porque no tienen consistencia y solo albergan vacío. El
carecer de peso específico puede impedir la felicidad pues nos puede llevar a considerar
que, o no hay nada realmente en este mundo que valga la pena o, peor aún, nos conmina
a defender y difundir modos de vida que exaltan el vicio y la perdición de nuestra
humanidad. Hasta la idea del amor puede verse afectada por esta carencia de preparación
interior: “El amor depende del desarrollo integral de la persona; pero si ésta se ha
desarrollado escasamente, entonces su amor será como su escaso desarrollo” (Denegri,
2018, p. 88).

2
La calidad es la propiedad (o el conjunto de propiedades inherentes a una cosa) que permite establecer
que esta cosa es mejor, peor o igual a otras cosas de su especie.
Ser feliz es aprovechar el tiempo para ser productivo en actividades que procuren
bienestar para nuestro entorno y eso es bueno porque ello nos permite conocernos más a
nosotros mismos y también a los demás. Por ejemplo, bajo este punto de vista Arguedas
fue feliz a pesar de que se suicidó porque fue fértil productivamente hablando y a eso le
dedicó su vida. Escribe Denegri:
Feliz se dice en latín félix, y félix significa fecundo, feraz, fértil, fructífero. De un
árbol que producía frutos, de un árbol frutal, decían los latinos que era un árbol
feliz, félix árbor.
Éste es el sentido primario de félix. El secundario es dichoso, venturoso,
afortunado y próspero.
De la productividad de Arguedas no cabe duda ninguna. Fue laborioso y fecundo
y nos ha dejado una obra extensa y múltiple. Afirmo por eso y estoy convencido
de ello que José María Arguedas fue feliz. (Denegri, 2014b, p. 61)
La carencia de peso específico se puede constatar en hechos tales como la pérdida de los
ideales y las convicciones. En este sentido, el hombre es un ser incoherente. Por ejemplo,
la época de supuesto cambio cultural que estaba anunciado por el mayo del 68 francés
duró muy poco pues todo ese movimiento no cuajó en propuestas concretas. Tiempo
después los mismos personajes revolucionarios que protagonizaron las protestas se habían
convertido en padres de familia, empresarios y burócratas. (Denegri, 27 de octubre del
2016)

Para salir de la crisis busquemos aprender


Lo anterior constituye un conjunto de tremendas afirmaciones propias de un hombre
tremendo también. Ahora bien, el diagnóstico de Denegri es atroz, pero sincero. El
hombre destruye su mundo y merece la extinción. Asesina y con el tiempo lo hace mejor.
Soporta y forma parte de una sociedad consumista. Se regocija con la basura televisiva
que daña su criterio para distinguir lo valioso de lo que no lo es. No lee y parece cada vez
importarle menos. Se apega más a las creencias que a la discusión de ideas y carece de
un peso específico que lo vuelva interesante.

Vivimos en una época saturada de estímulos que nos predisponen a buscar


entretenimiento antes que información. Al mismo tiempo hay tanta información suelta en
la Internet que no se sabe bien por dónde empezar. Sin embargo, a pesar de tantos
obstáculos todavía sigue habiendo intelectuales y cultores de las humanidades, aunque
cada vez son menos. Al respecto, Denegri (2 de junio del 2016) en varias ocasiones ha
citado a Mao Tse-Tung para señalar que, aunque parezca antidemocrático, el que no se
ha informado, no tiene derecho a hablar. De este modo, si se le diera la oportunidad de
que hablara a cualquiera, diría una serie de incongruencias sin base. Esto basta para
mostrar la actitud intelectualista de Denegri que considera que cualquiera que se precie
de ser capaz de hablar en público debe poseer conocimientos bien aprendidos
previamente. Esto significa que es posible, en principio, luchar contra la idiotización a la
que estamos expuestos tanto en relación a los medios de comunicación masiva como entre
nuestros amigos y contactos más cercanos. La clave está en conocer más. Para
comprender esto empecemos por entender qué significa aprender.

Para poder aprender y así mejorar en nuestro proceso de desarrollo cognitivo debemos
considerar estos cuatro asuntos o “mordientes”, como decía Santiago Ramón y Cajal: “El
interés, la atención, el esfuerzo y la perseverancia” (Denegri, 2014a, p. 50). El interés
alude a que estemos dirigidos (con la mirada bien dispuesta) hacia algo determinado, la
atención implica que nos concentremos en aquello que despierta nuestro interés, el
esfuerzo significa que nos dediquemos con vehemencia a aquello que nos llama la
atención y la perseverancia alude a que seamos firmes y constantes en perseguir aquello
que nos inquieta. Estudiar y aprender cosas de verdad importantes no es cosa fácil y esto
debe ser algo que aceptemos de entrada, si queremos empezar a investigar cualquier cosa.
Quizás el gobierno debería pensar en implementar en los colegios y universidades de
nuestra patria cursos de mindfulness o meditación secularizada. Estas técnicas realmente
ayudan, pero son desconocidas o son vistas como algo muy religioso y poco valioso. En
este caso, los prejuicios y las creencias asumidas pueden más que los hechos.

Asimismo, también hace falta difundir contenidos culturales de manera insistente de


todos los modos posibles. Lamentablemente en nuestro país la inteligencia no es bien
valorada y quienes tienen algún valor son terriblemente detestados o ignorados por sus
propios paisanos (Denegri, 14 de abril del 2021). Debe sorprendernos que la prensa escrita
siempre se dedique, como si fuese una ley, una columna diaria a los horóscopos, pero
ninguna al conocimiento de las ciencias y las humanidades. Se sabe que los horóscopos
venden por sí mismos (ya que la gente quiere pensar que pueden anticipar sus desamores
y otras desgracias) mientras que los conocimientos científico-humanísticos no son
lucrativos a simple vista. Pero hay que recalcar que el criterio para medir lo realmente
importante no debe ser el puramente económico. No solo de pan vive el hombre. El
hombre también tiene hambres epistémicas y metafísicas y estas deberían formar parte de
la cultura promedio de nuestro país.

Denegri (14 de diciembre del 2013) comenta que se suele aceptar que el exceso de
autoestima puede devenir en ego. Este exceso origina tres males: el egoísmo, el
egocentrismo y la egolatría. De los tres, el egoísmo es el peor pues el egoísmo se define
como la preocupación por los intereses de uno en desmedro de los intereses de los demás.
Sin embargo, el egoísmo intelectual no le parece mal a Denegri. Los intelectuales que se
esfuerzan en la investigación y realizan una serie de actividades pensantes y reflexivas
pueden ser egoístas, es decir, soberbios o creídos si ese egoísmo refleja mérito y
dedicación y si, además, es utilizado para inspirar y orientar a los demás en lo que respecta
al cultivo del espíritu.

Denegri (8 de junio del 2020) aprueba la frase “Quiero el latín para la izquierda” dicha
por Sebastián Salazar Bondy. Una de las tantas arengas universitarias que se oye hasta el
día de hoy es: “Estudiar y luchar es deber estudiantil”. Con ese eslogan los estudiantes
justificaban que no solo se trata de estudiar cómodamente, sino que también hay que ser
solidarios con el reclamo de los desvalidos. Sebastián Salazar Bondy recomienda la frase,
citada por Denegri, porque tal vez llegó a presenciar que algunos absolutizan la protesta
descuidando el aspecto educativo y cultural. Sin embargo, el atreverse a cuestionar el
estado de cosas actual sobre la base del conocimiento de la situación de desigualdad solo
puede ser constatado por quienes padecen de las consecuencias de ese desequilibrio. La
mayoría de derechos (pago justo, no explotación, CTS, etc.) se consiguen con ese
antagonismo social. Entonces, la idea de la frase en ciernes puede ser la de que no solo se
trata de apoyar una propuesta porque sea de izquierda sino porque esa valoración nace de
un conocimiento, de una constatación, de un estudio, de comparaciones, de análisis y
argumentos. En ese sentido, quienes tengan la posibilidad de acceder a dichos
conocimientos podrán con justa razón explicar por qué vivimos en una situación de
opresión, desigualdad, desequilibrio, tristeza, frustración, manipulación entre otros
males.
La tecnología
Es necesario que se vean a los aparatos tecnológicos (como computadoras, celulares y
automóviles) como meras prótesis. El problema es que hoy el ser humano es tan
dependiente (adicto) de esas prótesis que, si se les arrebatara de golpe, posiblemente
enloquecería. De acuerdo a Godenzi:
Apasionado polemista, detractor implacable de la ponzoñosa modernidad y de
toda su cochambre televisiva, en la que la banalidad se sobrepone a la
trascendencia y la imagen a la razón; y que como consecuencia de esa adicción
que rechazaba Marco Aurelio Denegri, cada vez que tenía la oportunidad de
hacerse oír, pormenorizaba los efectos perniciosos que germina en la complacida
y rendida juventud. En este caso, una juventud cuya velocidad y potencia desborda
los cauces tradicionales, pero que mansamente cede ante la imagocracia y las
redes sociales. Son prótesis tramposas, expresaba Marco Aurelio, porque esa
juventud supone que está en permanente contacto con cientos o miles de amigos
y sólo se da cuenta de su soledad cuando apaga el teléfono en el dormitorio.
(Godenzi, 2018, p. 344)

Los smartphones son medios y no fines en sí mismos. Las cosas están para el hombre, no
el hombre para las cosas. Esas máquinas (mediante aplicaciones tales como WhatsApp o
con la exposición constante de memes entretenidos que alientan el pensamiento caótico)
han terminado esclavizando a la gente haciéndoles más fácil estar en contacto con todos
los estímulos que esta sociedad dispone. Escribe Denegri: “La proteticidad que nos
caracteriza tiene el inconveniente principal de alejarnos de nosotros mismos. (…)”
(Denegri, 2018, p. 75). En el hombre el aumento de su extroversión ha disminuido su
introversión. De este modo, los seres humanos ya no entrenan su mente ni le dedican el
tiempo suficiente a mirar en la dentrura, el penetral, la intimidad, la vida interior de su ser
más propio. El ser humano se deleita con el progreso de la tecnología, pero no se esfuerza
del mismo modo para conseguir su progreso moral y social. En ese sentido, sigue teniendo
un carácter primitivo. Es un salvaje que prefiere ver evolucionar a las máquinas antes que
a su propio espíritu, es decir, no ha progresado en lo que respecta a sus relaciones
interpersonales y a su trato con los demás3. La juventud debería dedicarse más a leer, a
entrenar más el intelecto con el lenguaje pues pensamiento y lenguaje están
profundamente involucrados. La confusión entre hombre y cosa está a la mano, a un
simple paso lógico deductivo. Si el mundo está compuesto solo de cosas, entonces el
hombre es una cosa entre cosas y solo debe ser considerado desde un punto de vista
meramente técnico. Esto es lo que hay que evitar.

Los hombres son parte de la especie humana pero muy pocos son realmente humanos.
Solo son humanos los que reciben educación humanística para perfeccionar su espíritu,
enriquecer su interior y desarrollar las potencias de su alma (entendimiento, voluntad y
memoria). Los que han sido humanizados se caracterizan por su formación, cultura,
discreción y afabilidad. Pero, esto último requiere esfuerzo y perseverancia, aptitudes que
la mayoría no tiene. Sin embargo, es necesario insistir en la difusión de lo cultural en la
población. Solo así podremos enfrentar las olas de violencia que aumentan cada vez más
en el mundo.

3
Para Denegri (21 de junio del 2016), un científico de la época de los griegos sería un bebe de pecho entre
los científicos de hoy. Pero, un Sócrates de los griegos seguiría siendo un gran filósofo en este tiempo
presente. Eso es indicativo de que la ciencia ha progresado, pero la filosofía moral o el cultivo de nuestro
espíritu aun carece de elevación adecuada. La ciencia es acumulativa, pero la filosofía requiere
problematizar constantemente los problemas actuales que se nos presentan.
A diferencia de los animales que tienen mecanismos automáticos de control, el ser
humano ha perdido tales mecanismos instintivos. Y, como el ser humano no tiene
instintos debe buscar otro modo de frenar su capacidad de actuar con violencia. La
educación humanística nos inhibe, nos permite tener vergüenza y darnos cuenta de que
podemos dañar y que, ante eso, debemos arrepentirnos. La evolución y el uso de las armas
nos desinhibe y esto nos puede llevar a la autodestrucción más penosa. Por este motivo,
los seres humanos se han vuelto más agresivos y más violentos. Las redes sociales, por
ejemplo, gran herramienta que puede servir para realzar la altura humana está siendo
usada para difundir discursos de odio y rechazo que polarizan nuestra sociedad (Denegri,
11 de enero del 2014).

Relaciones interpersonales
El polígrafo (Denegri, 21 de julio del 2013) insiste en que la mayoría de seres humanos
no estamos estructuralmente capacitados para poder conocernos a nosotros mismos y, por
ende, tampoco podemos conocer realmente a los demás. Además, el ser humano no es
soportable por tanto tiempo. También Denegri afirma: “(…) El amor, en efecto, es
ordinariamente raro, pero la amistad es extraordinariamente rara. (…)” (Denegri, 2018,
p. 35) En ese sentido Denegri (14 de setiembre del 2016) recomienda, siguiendo a
Ribeyro, que no seamos tan exigentes con quien deseemos entablar una relación de
amistad. Algunos creen que en los amigos podemos encontrar profundidades oceánicas y
pensamiento novedosos y revolucionarios. No existen personas que tengan varias y
grandiosas cualidades. La mayoría de las personas, sí tienen talento, solo tienen uno y no
se debe esperar más de ellos. Aunque, sinceramente, la gran mayoría no tiene ni un solo
talento bien cultivado. En realidad, están equivocados los que creen que los amigos deben
tener una elevada cantidad de rasgos valiosos.

Análogamente, en torno a la cuestión del amor, muchas veces la gente se ilusiona y pide
demasiado en quien vaya a ser su pareja. Por ejemplo, algunas mujeres quieren un hombre
con dinero, que sepa cocinar, que sea afectivo, que le guste el deporte, que tenga un
porvenir asegurado, que sea apuesto, etc. Estas exigencias configuran un craso error. Esto
explica el que varias parejas terminen preguntándose cómo terminaron asociadas a
personas que luego descubren que no eran tan excelentes como creían en un inicio
(Denegri, 26 de octubre del 2013).

El amor pues nos vuelve imprudentes, incautos e insensatos. Esto sucede porque siempre
en lo que respecta a la elección de pareja estaremos equivocados. Razón tenía Zamacois
cuando decía que el amor no es ciego, sino présbita porque no ve bien de cerca, es decir,
estando enamorados y apasionados no notamos los defectos del ser amado. Solamente de
lejos, esto es, habiendo pasado mucho tiempo con ese alguien se notan las evidentes
falencias que otros externos a la relación suelen ver con anticipación. Además, lo
relevante en nuestra acompañante amorosa deberían ser el orden y la limpieza y, si es
posible, que sepa conversar o alguna otra cualidad loable y virtuosa de esa índole. En ese
sentido, más que el enamoramiento o amor pasional que nos hace perder la cabeza, nos
aliena y se basa en el apego y la adhesión es recomendable que en la pareja exista, la
dilección, es decir, el amor cuidadoso, atento, responsable, tierno y reflexivo (Denegri, 4
de enero del 2016).
Cultura sexológica
El conocimiento de lo sexual también debe ser prioridad. De alguna manera, la salud
mental y el conocimiento sexológico guardan relación. El esclarecimiento del terreno
sexual es importante tanto para el joven como para el adulto. Las parejas gozarían más y
mejor si entendieran los límites de sus cuerpos. Denegri (30 de junio del 2016) afirma
que el sexo ha salido perdiendo frente al consumo de droga en la actualidad, a pesar que
algunos crean que más bien la droga o el alcohol refuerza el interés sexual.
Específicamente, la potencia sexual se ha visto perjudicada, es decir, la potencia erectiva,
durativa y repetitiva. Otro detalle se relaciona con la capacidad orgásmica entre hombres
y mujeres. Según Denegri, la mayoría de mujeres pueden experimentar el orgasmo y
luego de corto tiempo recomponerse para volver a sentirlo, es decir, son multiorgásmicas.
Esto no es posible en el hombre que necesita tiempo, si es que puede recuperarse del todo.
El hombre siente, además, una fijación por las tres mentas: la nalgamenta, la piernamenta
y la tetamenta, y esta última es la favorita del varón, pues desde tiempos antiguos el
hombre ha sido tetófilo y esto puede corroborarse analizando la estatuilla de la Venus de
Willendorf (Denegri, 10 de marzo del 2016).

Asimismo, la mayoría de mujeres (y casi toda la humanidad occidental) tienden a juntar


las ideas de amor, sexo y matrimonio mientras que el hombre no y esto se debe a la
estructura biológica del cerebro que orienta a la mujer a juntar mientras que al hombre lo
orienta a desunir (Denegri, 27 de octubre del 2016). Además, Denegri (19 de enero del
2017) recomienda variedad, novedad y sorpresa entre los amantes para evitar que el
interés sexual se apague, pues la pareja infiel no engaña porque sea inmoral sino porque
se encuentra aburrida, cansada y desmotivada. Es por ello necesario siempre mantener el
fuego vivo, esto es, la emoción mediante la práctica de actividades sexuales extravagantes
y de diversa índole que mantengan despierto el mutuo interés.

Existen muchos malentendidos que pasan por verdades dogmáticas y son esas verdades
no cuestionadas las que desencadenan conductas agresivas celosas y posesivas. Quizá una
sociedad más satisfecha sexualmente será una sociedad menos violenta o más preocupada
por cuestiones más importantes y más vitales para la humanidad. Quizá el saber que la
monogamia no es un destino inevitable pueda aliviar a quien cree buscar su realización
personal bajo esa mentira tan difundida, es decir, casándose con vestido blanco y
compartiendo diariamente la cama en el mismo cuarto con su marido con el cual debe
procrear a sus hijos.

La contracultura
Denegri es un pensador contracultural (27 de julio del 2016). La contracultura es la cultura
de oposición, de impugnación y rechazo a los usos y los valores del sistema social vigente,
es decir, del orden establecido. Ser crítico de lo que es visto como normal o de lo que
representa la autoridad oficial política es ser contracultural. Sin embargo, para Denegri
(26 de septiembre del 2020), basta contar con la venia de la administración política
vigente para formar parte del orden establecido. Desde otro punto de vista, el problema
es que los críticos corren el riesgo de ser enfocados como un producto consumible y así
pueden ser reincorporados al orden establecido bajo el formato de lo que genera ganancias
y adeptos. De esta manera, el orden establecido logra anular y silenciar a los críticos y
cuestionadores contraculturales. La contracultura se compone de disidencia, heterodoxia,
iconoclastia y contestatarismo. Si creemos que las cosas, tal y como están, están mal
entonces Denegri nos recomienda ser contraculturales, pero siempre con conocimiento.
Por ejemplo, el rechazo a la lujuria entendida como la búsqueda del placer por el placer
mismo ha sido inculcado por la Iglesia. Denegri (19 de noviembre del 2013) considera
que ese recelo podría explicarse porque en pleno disfrute del placer quien goza se cree
Dios (por un momento) porque se siente elevado, exaltado y liberado, es decir, al margen
de la ley divina. De tal modo, ese asco que algunos fanáticos dicen sentir por el sexo y
que camuflan de argumentos biológicos afirmando que el sexo debe ser solo para la
reproducción y no para la satisfacción del placer no se sostiene. Este es un claro ejemplo
de análisis contracultural.

La vida
Para Denegri (31 de mayo del 2020), mucha gente vive mecánicamente, pero con el
espíritu totalmente muerto. Muchos actúan de modo automático sin pensar
profundamente en si lo que hacen tiene sentido. Quizás por eso hay quienes creen que
esta vida es detestable en sí misma pues si no hay nadie que reflexione, todos nos veremos
sumidos y arrasados por el aluvión de la indiferencia. Decía González Prada: “La vida se
puede resumir en tres palabras: triste, ridícula y puerca; sin embargo, nosotros podemos
derramar algo de regocijo en esa tristeza, algo de elevación en esa ridiculez y algo de
limpieza en esa porquería” (citado por Denegri, 2006, p. 425). La vida no tiene sentido,
es lo más desagradable que pueda haber. Podemos decir que la vida es dolor y tedio.
Denegri (19 de abril del 2020) afirma que es más fácil compartir las penas que las alegrías
porque esta vida es, como defienden algunos, un valle de lágrimas. También, sostiene
Denegri que es incoherente ser una persona alegre en un mundo donde todos los días hay
muertes, sufrimientos y desmanes. La realidad es desagradable porque está cruda, le falta
cocer más (es decir, ser mejor procesada) y está cargada de vulgaridad.

Ahora bien, en realidad la vida tiene el sentido que nosotros le demos. Escribe Denegri:
“El único sentido que puede tener nuestro vivir es el que ocasionalmente le demos; pero
esta dación dependerá del contenido que tengamos y cada vez tenemos menos contenido
y menos inteligencia. (…)” (Denegri, 2006, p. 427). Nosotros podemos convertir esta
vida en algo maravilloso planteándonos conseguir logros que eleven el espíritu humano
por encima de todas las glorias hasta el momento realizadas. Hay que luchar por ser los
mejores, usando armas a nuestro alcance, nuestra mente y nuestro lenguaje. Escribiendo,
conversando, leyendo, cantando, tocando música, etc. Escribe nuestro polígrafo: “Dar a
la vida un sentido presupone un mundo interior en constante acrecentamiento y
diversificación. De lo contrario nos desmotivamos y aburrimos, nos entristecemos. (…)”
(Denegri, 2018, p. 32). Incluso, Denegri (3 de enero del 2020) explica que para evitar los
temores como la antropofobia o la misantropía es necesario actuar, hacer algo con
disciplina y con entrega pues creando y practicando algo con esmero puede uno evitar
caer en la inacción que nos paraliza y, por ende, no deprime y nos frustra.

Finalmente, ¿qué pensaba Denegri?


Denegri es un misántropo pues cree que el hombre no debería estar en este mundo. Para
él, sería mejor si se extinguiera. El hombre es jerárquico y, por ende, no es igualitario.
Esto significa que nunca podrá ser realmente democrático. El hombre es el único animal
que destruye su mundo y mata a miembros de su propia especie con sangre fría y crudo
ensañamiento. Su inteligencia no ha evolucionado a la par que su sentido moral de la
convivencia con los demás. En este punto Denegri es acusado de pesimismo, aunque él
se considera, más bien, realista.
La televisión nos ha llenado de contenidos nocivos para la salud mental. El alejamiento
de los libros ha implicado el acercamiento a aparatos de distracción y entretenimiento. La
televisión es peligrosa pues genera adicción. Estamos viviendo el apogeo de la
videocracia. El hombre no está interesado en conocer más y de mejor modo. Esto explica
el que muestre más apego por las creencias que por las ideas. Abundan las creencias y
peor aún las falsedades en el terreno de lo sexual. Es importante mostrar tolerancia ante
las creencias de los demás siempre y cuando estas creencias se relacionen con una
valoración fundamental y principal para ellos. Pero, en principio, estamos facultados a
cuestionar cualquier creencia distinta a las ya mencionadas. La interminable estupidez ha
aumentado considerablemente en el mundo. El hombre no está interesado en tener una
buena conducta. Él quiere llevar una buena vida y, al mismo tiempo, tener poca
vergüenza. El hombre de hoy no tiene peso específico, es decir, no se ocupa de hacer algo
importante con su vida. Sin embargo, la felicidad se logra estando activo y siendo muy
productivo.

Denegri recomienda buscar el conocimiento para alejarnos de conductas impropias. El


ser humano debe saber que hoy se encuentra esclavizado a sus propios estímulos. Por eso
es necesario que cultive su intelectualidad pues esto le permitirá al hombre entender ese
proceso al cual está sometido. La televisión podría ayudarlo si sus contenidos fueran más
culturales. Los intelectuales no deben limitarse y, más bien, deben mostrar orgullo por
ser personas con conocimiento. El saber es un lujo que uno no debe esconder. En nuestro
país la humildad no debe ser pretexto para esconder el talento. El saber nos puede liberar.
Pero también hay que saber darle su lugar a la tecnología. Esta no debe gobernar nuestra
vida como hoy lo hace. Los aparatos tecnológicos son meras prótesis que han encendido
nuestra capacidad de extroversión. Esto explica en parte por qué se ha dejado de leer. El
hombre necesita comprender la urgencia de la lectura pues los hombres realmente
humanos son los que reciben una formación humanística. Además, las humanidades
pueden ayudar en la tarea de volvernos menos violentos.

Debemos aceptar que no nos podemos conocer a nosotros mismos y, además, apenas tal
vez tengamos tan solo una buena cualidad. Debemos entender eso para no caer preso de
las ilusiones cognitivas que se da con amigos y con parejas. De los amigos y los amores
no hay que esperar grandes ideales gigantescos y apoteósicos. Asimismo, la derrota de
las creencias en el plano sexual solo se dará cuando todos tengan disposición a discutir el
tema con apertura. Es más, comprender los límites de nuestros cuerpos enriquecerá el
goce que deseamos experimentar.

Todo esto forma parte de la actitud contracultural de Denegri. Él logró detectar los males
de la cultura y frente a ella se comporta como un apasionado crítico. Finalmente, la vida
no es gran cosa para Denegri, pero podemos vivir mejor siempre y cuando nos ocupemos
de realzar nuestro espíritu cada día más.

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