Diagnostico Del Pueblo Maya
Diagnostico Del Pueblo Maya
Diagnostico Del Pueblo Maya
I. ANTECEDENTES
Asimismo, a fin de contar con un documento bien fundamentado, con bases históricas y
antropológicas, se requirió la colaboración de un equipo de especialistas en el tema, con
reconocida trayectoria, integrado por el Dr. Pedro Bracamonte y Sosa, coordinador del Programa
Peninsular del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social, CIESAS,
quien tuvo a su cargo los puntos correspondientes a la evolución histórica y situación actual del
pueblo maya; los Mtros. Ella Fanny Quintal Avilés, del Instituto Nacional de Antropología e Historia,
INAH, Delegación Yucatán, y Miguel Güémez Pineda, de la Unidad de Ciencias Sociales del Centro
de Investigaciones Regionales, CIR, de la Universidad Autónoma de Yucatán, que analizaron
diversos temas relacionados con la situación social, económica y cultural de los mayas
contemporáneos, y el Abog. Luis Héctor Barrera Huerta, jefe del Departamento de Reglamentos y
Legislación Municipal del Ayuntamiento de Mérida, especialista en el marco legal.
Cabe destacar que como mencionamos anteriormente, este Diagnóstico está compuesto por los
trabajos de investigación de un equipo de expertos en cada uno de los rubros tratados, pero su
integración en un solo documento, así como la actualización en datos estadísticos y ampliación de
información, es responsabilidad del Instituto para el Desarrollo de la Cultura Maya del Estado de
Yucatán.
1
incluyen el desglose por adscripción étnica. En vista de estas carencias, nos vimos obligados a
manejar algunos resultados que se infieren de datos más generales, como la proporción de
mayahablantes por municipios y regiones.
II. BENEFICIARIOS
La principal problemática radica en que se ha negado al pueblo maya toda posibilidad de desarrollo
propio y, al mismo tiempo, se le ha mantenido al margen del desarrollo social del conjunto de la
población yucateca, a través de una política corporativa y paternalista dirigida a mantener el control
y no al logro de auténticos beneficios sociales o económicos. La realidad se patentiza en los altos
índices de marginación y pobreza de sus comunidades, las altas tasas de mortalidad infantil y
femenil por enfermedades curables o que se pueden prevenir, la desnutrición crónica en casi todas
los grupos de edad, una deficiente educación bilingüe-intercultural, así como la carencia de
viviendas con servicios sanitarios adecuados, ingresos por debajo del mínimo, aunado a una
discriminación racial y cultural.
Esta última problemática se ha agravado con la interiorización del rechazo y la poca autoestima de
la mayoría de los integrantes del pueblo maya, como resultado, entre otras circunstancias, de la
estigmatización social y la presencia constante en los medios de comunicación de una imagen
estereotipada y denigrante del indígena contemporáneo, en contraste con el marco de referencia
cultural occidental, considerado como el modelo a seguir. En consecuencia, se hace necesario el
planteamiento de nuevas políticas de respeto e interculturalidad que conformen una sociedad más
justa y equitativa, que rechace las mentalidades y comportamientos discriminatorios que han
vulnerado a esta población y fortalezcan la identidad indígena.
A estas circunstancias, se suma el hecho de que en el interior del núcleo social del pueblo maya,
tanto el que vive en el campo como en la ciudad, se han ido incrementando una serie de
problemáticas propias del mundo contemporáneo, que atentan contra su desarrollo y crecimiento
integral, como son la discriminación de género, el abuso sexual y social de los infantes, el
alcoholismo, la violencia intrafamiliar, el consumo de drogas entre jóvenes y adultos y la
proliferación de enfermedades de transmisión sexual, como el VIH–Sida, debido, sobre todo, a la
migración obligada por la falta de recursos económicos a diversos puntos de México y del
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extranjero de jóvenes y adultos varones, sin información adecuada, que al retornar a sus
comunidades de origen propagan dicha enfermedad.
Sin embargo, a pesar de las dificultades, problemas y carencias mencionadas, podemos todavía
hablar de un pueblo maya vivo y culturalmente fuerte, que sigue expresándose en su propia lengua
y que mantiene una particular forma de ver el mundo, como se manifiesta en su historia oral, así
como en su producción literaria, y que, además, continúa con la práctica renovada de muchas
costumbres y tradiciones, heredadas de sus antepasados.
Sin duda, el pueblo maya es eje y fundamento de la identidad de los yucatecos, reflejada en un
sincretismo particular, que se manifiesta en la vida diaria del Estado, a través no sólo de las
tradiciones y creencias vinculadas a festejos y ceremonias diversas, sino también en la forma de
hablar, la gastronomía y el vestido. De ahí la importancia y enfoque hacia una labor en favor de la
recuperación, revaloración, desarrollo y difusión de la cultura maya, con la participación activa de
sus integrantes, que consolide la construcción de una sociedad respetuosa y orgullosa de sus
raíces indígenas.
Así, el gobierno del Estado, instrumenta a través del Instituto para el Desarrollo del Estado de
Yucatán, una política, interinstitucional y corresponsable, que involucra a organismos y entidades
de la administración pública municipal, estatal y federal y a los sectores social y privado, con el
objetivo de promover el desarrollo social, económico, político y cultural de los mayas yucatecos.
Definiendo áreas específicas para la planeación y desarrollo de proyectos, fungiendo como órgano
de consulta y asesoría, así como impulsando la proyección del pueblo maya tanto nacional como
internacionalmente. De esta manera se asume con determinación la responsabilidad de conducir la
integración de un Yucatán digno, armónico y respetuoso de sus diferencias.
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consecuencia la falta de articulación de una perspectiva y una propuesta de desarrollo autónomo y
autodirigido.
Sin embargo, hay que destacar que a pesar de que el país y el estado han logrado avances
científicos, tecnológicos y legales, la mayoría de los mayas, como otros muchos integrantes de
pueblos indígenas, han quedado al margen de estos beneficios. De ahí la propuesta de diseñar y
aplicar proyectos que respeten su lógica y principios culturales a la vez que propicien su bienestar
económico y material y le permitan recuperar la conducción de sus propios procesos de desarrollo y
crecimiento.
De esta forma, para apoyar el desarrollo del pueblo maya, es necesario poner a su alcance los
recursos materiales y las condiciones apropiadas que le garanticen una mejor educación y
desarrollo social, económico y cultural, impulsando su acceso al conocimiento, creaciones artísticas
y conquistas legales del mundo contemporáneo. Contribuir a elevar su calidad de vida, e impulsar
su participación en las responsabilidades y beneficios que tiene la sociedad yucateca en general.
Los esfuerzos deben estar encaminados al desarrollo integral de la sociedad, que contribuya a la
consolidación de un pueblo maya bilingüe, capaz de beneficiarse del crecimiento económico, los
avances científicos y tecnológicos, a partir de sus propias formas de organización y de su manera
de entender y explicar el mundo; orgulloso de su pasado remoto y reciente y dispuesto a
transformar su presente y cimentar su futuro, mediante una representación política efectiva, que
participe del diseño de vías y estrategias para la creación de una sociedad verdaderamente
intercultural. Bajo esta visión lo maya deja de ser sinónimo de pobreza para convertirse en sinónimo
de trabajo, compromiso y orgullo.
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IV. EVOLUCIÓN HISTÓRICA
En el siglo XVI, la Península de Yucatán albergaba a una numerosa población maya, con niveles de
organización que le habían permitido generar una compleja sociedad y una cultura rica en rasgos,
elementos y diversidad, capaz de producir un importante volumen de excedentes para sostenerla.
Precisamente, el trabajo organizado de esta población se constituiría como la principal fuente de
riqueza para los conquistadores españoles ante la falta de minas y tierras fértiles en la región,
propicias para cultivos comerciales.
La economía era compleja: predominaba la producción de maíz y otros cultivos agrícolas como el
algodón y el añil, que se complementaban con la pesca, la producción de sal y la cacería. El
intercambio comercial, aun a larga distancia, permitía el acceso a diversos productos muy
apreciados, como el cacao y el copal, entre otros.
A pesar de la fragmentación política y las rivalidades entre los señoríos, la civilización maya
mantuvo vigentes sus principales logros culturales, como el conocimiento especializado de las
matemáticas, la astronomía, la historia, la cuenta del tiempo y la escritura fonética. Sin duda, el
pueblo maya era portador de una cosmovisión y una religiosidad muy profunda, compartida, en
buena medida, con un área cultural más extensa conocida actualmente como Mesoamérica.
Con la Conquista, la sociedad maya se vio transformada en el hecho y en el discurso: fue llamada
india por los recién llegados, un término que no sólo estaba relacionado con el añorado espacio
geográfico, sino que también implicaba una visión segregadora, discriminatoria, y que
históricamente se empleó para denominar, de manera genérica a los habitantes de los pueblos
originarios de América.
Asimismo, el descenso demográfico, a causa principalmente de las epidemias, fue uno de los
resultados más inmediatos e impactantes del contacto indoeuropeo, ya que la población maya
peninsular disminuyó drásticamente. Así, en 1550, a solo cuatro años de la fundación de Mérida, se
calculaba en tan solo unos 240,000 individuos. A pesar de algunos pequeños períodos de
recuperación hacia 1736 sufrió la mayor reducción registrada, y para esta época las estimaciones
más optimistas nos hablan de un total de 127,000 individuos en la región. Para 1809, cuando la
época colonial llegaba a su fin, los pobladores mayas de Yucatán se calculaban en 300,000
personas, menos de la mitad del estimado para la época del contacto. Ahora bien, no debemos
olvidar que, en el mismo lapso, la población no–indígena, formada por españoles, mestizos,
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mulatos y negros libres mantuvo una tasa de crecimiento lenta ya que entre 1550 y 1700 pasó de
1,550 personas a 21,250, aproximadamente. En las primeras décadas del siglo XIX, se acercaba ya
a los 100,000 individuos, es decir, un cuarto del total de habitantes de la Península, la mayoría
restante era maya.
800,000
800,000
700,000
600,000
500,000
400,000 300,000
300,000 240,000
200,000 127,000
100,000
0
Antes de la Despues de laPrimera Mitad Principios del
Conquista s. Conquista s. s. XVIII s. XIX
XVI XVI
Por otra parte, una de las características de la colonización fue la continuidad en la concentración
de la población en el noroeste de la Península, principalmente en lo que actualmente constituye el
Estado de Yucatán. Sin embargo, en el ámbito de la organización social se dieron importantes
modificaciones, ya que a raíz de la Conquista y la Colonia, los señoríos mayas fueron
desarticulados y la población nativa quedó integrada en más de 220 repúblicas indígenas, con
cabeceras en pueblos congregados, un sistema de organización político territorial que es el
precedente constitutivo de los municipios contemporáneos. En estos pueblos se instauró la
institución castellana del Cabildo, que fue adoptada por el grupo maya dirigente, permitiendo una
continuidad en diversas formas de liderazgo indígena.
Esta permanencia de las figuras indígenas en el ejercicio del poder fue posible debido a que, a lo
largo de la Colonia, se aplicó una política estatal de separación o segregación, que otorgó a los
dirigentes de las repúblicas de indios1 la capacidad de gestión de sus propios recursos territoriales,
humanos y financieros, así como un gobierno propio que consistía en un Cabildo, que se elegía
cada año, y un cacique. Sin embargo, la selección de estas autoridades estaba a cargo de un i
grupo restringido y se realizaba bajo la estricta vigilancia del gobierno civil y religioso de la provincia.
1
Estructura política impuesta al inicio de la colonia, mediante la cual se dispuso que en los pueblos indígenas se eligiesen alcaldes y regidores que administraran
como se hacía en las poblaciones de España, pero dependiendo de la Alcaldía Mayor, estructura regional de base de la colonia. Su estructura comprendía toda una
gama de funcionarios, todos indígenas cuyo número variaba dependiendo del tamaño y ámbito territorial de cada república. El pueblo cabecera constituía la unidad
mayor de la organización india, al interior de la cual se distinguían unidades menores, pueblos sujetos, barrios y rancherías, cada uno de los cuales contaba con su
representante, alcalde o regidor, que integraba el cabildo. Esta estructura garantizaba a los conquistadores la recepción de tributo y se desatendían del trato directo
con los indígenas en los conflictos diarios e intrascendentes. Buena parte de los funcionarios de la República de Indios eran los antiguos miembros de la nobleza o
principales de la organización de gobierno prehispánico. La corona reconoció en cada cabecera a la nobleza prehispánica otorgándole tierras en propiedad privada,
en tanto que los macehuales solamente podían ser usufructuarios de tierras de la comunidad.
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Bajo estos principios, las repúblicas dispusieron de tierras de jurisdicción que actualmente
conocemos como “de carácter comunal”, aunque en su interior existieron tierras privadas, ya fuera
en propiedad de antiguas familias o linajes o en propiedad de individuos.
Se recurrió también al lenguaje escrito en la relación con las autoridades, especialmente en cuanto
a los mecanismos de impartición de justicia, y en general con los demás habitantes de Yucatán.
Miles de documentos escritos en maya se emplearon, con valor legal, en pleitos y demandas y para
dirimir conflictos. Los testamentos y los títulos de tierras elaborados en esa lengua mantuvieron su
validez hasta el final de la época colonial. En lo concerniente a la justicia, en el periodo referido los
delitos menores eran sancionados por los cabildos mismos de los pueblos y la justicia mayor
dependió directamente de un Juzgado de Indios, institución importante que contaba con procurador,
defensor, traductores y abogados.
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de pequeños asentamientos humanos en el contexto rural, una característica observable aún en la
actualidad yucateca.
Las leyes de colonización de baldíos y el desarrollo de las haciendas generaron oposición en los
pueblos y fueron causa, entre otras, de un grave conflicto social que ha sido consignado en la
historia como la Guerra de Castas. Además, se canceló el uso legal de su lengua materna y se
desarrolló un nuevo sistema de elecciones de autoridades locales, en el cual, para ser electos, se
privilegiaba la posesión de propiedad agraria y de un capital comercial, así como saber leer y
escribir en español, lo que finalmente condujo a un desplazamiento relativo de los mayas de los
cargos de los cabildos y juntas municipales en beneficio de la población no indígena.
La pérdida de los recursos materiales, humanos y financieros de los pueblos, así como de sus
mecanismos de sobrevivencia, no fue compensada con oportunidades de inversión, de empleo y de
educación, por lo que estos cambios se convirtieron en la fuente de una secular tendencia a la
pobreza y a la marginación y de un deterioro que impactó de manera directa el consumo y la dieta.
El siglo XX representó transformaciones mayores y más profundas para el pueblo maya. En los
pueblos y villas había crecido una numerosa población mestiza muy cercana culturalmente a la
sociedad maya, aunque sin los vínculos que ataban a los indígenas con sus antiguas y
cuestionadas corporaciones.
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Con la integración como nueva política de Estado, luego de la Revolución Mexicana, los gobiernos
nacionales y estatales sentaron las bases de lo que sería su relación con los pueblos indígenas. En
el caso yucateco, la denominada política indigenista se propuso integrar al desarrollo
socioeconómico y urbano a una importante población maya, hablante de su propia lengua, que
según algunos cálculos se estimó en casi 250,000 habitantes en toda la Península de Yucatán
hacia 1895.
La Reforma Agraria, entre los años de 1920 a 1960, si bien restituyó y dotó de tierras a los pueblos
y a nuevos centros de población con mayoría o con importante población maya, también empleó
como instrumento de cambio y de control una figura jurídica de posesión ejidal que quedó
directamente atada y condicionada al Estado y a un sistema rígido de partido único. La mayor parte
de los habitantes mayas permaneció en el interior de los ejidos, en donde se renovaron antiguas
formas corporativas de vida política; pero el eje primordial de la política integracionista fue la
educación pública realizada en español.
En los contenidos educativos se privilegió la exaltación de la historia nacional pero se dejó de lado
el acervo de conocimientos derivados de la cultura maya, que permaneció socialmente
estigmatizada como ajena al desarrollo civilizatorio mundial. La propia educación bilingüe tuvo
como objetivo ayudar al proceso integrador. Así se explica que los datos agregados de población
monolingüe maya para la Península de Yucatán sean aproximadamente de 132,000 habitantes en
1930, 114,000 en 1940, 51,000 en 1950, 91,000 en 1960, 70,714, en 1970, 91,783, en 1980, 57,392
en 1990 y 66,060 en 2000, lo que representa un evidente decremento. Hay que aclarar que la
aparente inconsistencia en estos registros, como los aumentos en ciertos décadas puede deberse
a variantes en los conteos y registros censales, especialmente la ampliación de la base
encuestada.
140000
120000
100000
80000
M onolingües
60000
40000
20000
0
1930 1940 1950 1960 1970 1980 1990 2000
9
bilingües, pues reforzó el aislamiento y el deterioro de los mecanismos de supervivencia cultural. La
castellanización forzada, incompleta en la mayoría de los casos, despojó a los habitantes mayas de
buena parte de sus bases conceptuales, pero al mismo tiempo fue incapaz de brindarles
cabalmente los adelantos del conocimiento universal.
Uno de los problemas más graves de la historia reciente ha sido el desfase entre una socialización
primaria realizada durante los primeros años de vida de los menores en el seno de la familia maya y
en su propia lengua y una socialización secundaria que se efectúa en instituciones sociales rígidas
como la escuela que procuran la integración de esos menores a una cultura nacional homogénea
en lengua castellana. El resultado de la ruptura de este proceso en la propia cultura a corta edad,
enfrentada con la socialización secundaria que no aporta siquiera las bases lingüísticas mínimas de
la lengua nacional, se traduce en una situación de amplia desventaja para los habitantes mayas.
Ese proceso sólo conduce a la carencia de preparación educativa, a la marginación, a la falta de
oportunidades y de competencia y a la pobreza.
Magnitud
México ocupa el octavo lugar en el mundo entre los países con mayor cantidad de pueblos
indígenas. Se hablan cuando menos 60 lenguas autóctonas, que expresan un igual número de
maneras de entender el mundo y de pensar en alternativas de solución a los problemas. Si
consideramos el idioma como variable para cuantificar a la población indígena, Yucatán sería el
estado mexicano con la mayor proporción, con un 37.3% de población mayor de 5 años; seguido de
Oaxaca, 37.1%; Chiapas, 24.6%, Quintana Roo, con 22.9% y Campeche con 15.4%.
40 3 7 .3 3 7 .1
35
30
2 4 .6
25 2 2 .9
20 P ORCENTAJ E
1 5 .4
15
10
0
YUCATÁN OAXACA CHIAP AS QUINTANA CAMP ECHE
ROO
En una superficie aproximada de 52,508 km2, que colinda con los estados de Quintana Roo y
Campeche, y con el Golfo de México, Yucatán alberga una población total de 1’658,210 habitantes,
de los cuales, de acuerdo con el XII Censo General de Población Y Vivienda 2000, 49.3% son
10
hombres y 50.7%, mujeres, distribuidos en 106 municipios, con una densidad poblacional promedio
de 38.2 habitantes por km2
. Este índice, evidentemente no es homogéneo ya que por ejemplo, tan
sólo en el municipio de Mérida la concentración es de 793.9 habitantes por km2. Por otra parte,
cabe destacar que la población de jóvenes representa el 35.1% de la población total del Estado, es
decir hablamos de 581,630 individuos de 12 a 29 años de edad.
Por otra parte y de acuerdo a los datos registrados en los Indicadores Socioeconómicos de los
Pueblos Indígenas de México, del año 2000, Yucatán esta conformado por una población indígena
de 981,064 personas, 59.2%. las cuales en su mayoría son mayas. Cabe aclarar que estos
resultados de población maya se basan no solamente en el registro de los que hablan la lengua de
origen sino considerando a aquellos jóvenes y niños menores de cinco años cuyos padres, hablan
la lengua maya. En otras palabras aunque sus hijos ya no utilicen su lengua de origen se les
considera como parte del pueblo maya.
Si consideramos que para 1990, la población hablante de lengua maya en Yucatán, Quintana Roo y
Campeche era de 525,264, un 43.8%; 133,081, 29.2% y 86,676, 15.4%, respectivamente, los
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registros nos hablarían, entonces, de una reducción en términos porcentuales en los dos primeros
estados y de una continuidad en el último.
1472683
1500000
1000000
755422
606699 TOTAL
549532
500000 HLI
173592
93765
0
Yucatán Campeche Quintana Roo
POBLACIÓN DE 5 AÑOS Y MÁS HABLANTE DE LENGUA INDÍGENA POR TIPO DE LENGUA EN EL 2000
NÚMERO DE
LENGUA PORCENTAJE
HABLANTES
MAYA 547098 37.14
12
CHOL 474 0.032
ZAPOTECO 319 0.021
MIXE 283 0.019
NAHUATL 272 0.018
TZELTAL 222 0.015
MAYO 142 0.009
OTRAS LENGUAS 510 0.034
NO ESPECIFICADO 212 0.014
Aunque la mayoría de los hablantes de lengua maya son indígenas, un importante porcentaje de la
población mestiza emplea esta lengua como una estrategia de interacción en sus relaciones
sociales. Entre los hablantes se encuentran algunos ts’ules o “blancos”, comerciantes, dueños de
fincas y ranchos; enseguida, el gran conglomerado de mestizos que en las ciudades se emplean
como obreros, artesanos, comerciantes o empleados públicos, y los que viven en las comunidades
pequeñas, en las poblaciones del interior del Estado que pueden ser comerciantes, profesores,
funcionarios públicos etc. En contraste están los “mayeros” o macehuales que son campesinos
predominantemente monolingües, que habitan en las áreas maiceras del Sur y del Oriente, alejadas
de los centros urbanos.
Distribución de la población
A pesar de que el criterio de uso de la lengua maya, como el indicador principal para la
identificación de población indígena conduce, con seguridad, al subregistro, los datos son
suficientes para establecer la fuerte permanencia numérica del pueblo maya, que culturalmente ha
logrado sobrevivir y trascender hasta nuestros días, a pesar de haber enfrentado las circunstancias
más adversas.
Las cifras señalan incluso un dinámico aumento poblacional de hablantes de lengua indígena (HLI)
en la Península, pues en 1970 se registraba a 454,675 personas; en tanto que en 1980 el dato se
consignó en 665,377. Hacia 1990 el número aumentó a 713,520, en 1995 el cálculo fue de 776,824
y en el 2000 de 816,889 individuos. Sin embargo hay que señalar que este aumento de la población
en términos numéricos contrasta con la tasa de crecimiento, que puede establecerse en un 2.83%
anual de 1970 a 1995 que es ligeramente inferior a la tasa de crecimiento natural registrado para
esa zona. Esto implica una tendencia a la contracción del grupo étnico en términos comparativos,
tendencia que parece agudizarse porque el ritmo de ese crecimiento ha sufrido un deterioro en los
últimos años pues en el quinquenio entre 1990 y 1995 se ubica en una tasa de 1.77% anual y de
1995 a 2000 en 1.03% anual.
Sin embargo, aunque Yucatán es el estado de la Península que concentra la mayor parte de la
población indígena que conserva el uso de su lengua de origen, se puede notar una reducción en
13
términos porcentuales con relación al total de población en el Estado: en 1990 sumaron un total de
525,264 individuos de 5 años o más; cinco años más tarde, eran 545,902, con una tasa de
crecimiento anualizada de 0.78%, para 1995, la población indígena yucateca representaba el
39.67% del total de 1, 375,868; para 2000 esta relación se redujo al 37.3% a pesar de su
crecimiento numérico de 549,532 personas; cabe aclarar que 547,098 son hablantes de la lengua
maya, el 37.1%.
Cabe aclarar que los datos manejados anteriormente es con respecto a la condición de habla
indígena, pero de acuerdo a los datos registrados en los Indicadores Socieconómicos de los
Pueblos Indígenas de México, 2002, en donde participó el INI, CONAPO, y el Programa de las
Naciones Unidas para el Desarrollo, la población indígena en Yucatán es de 981,064 personas,
considerando a la población menor de cinco años y a los hijos de padres que hablan alguna lengua
indígena y en consecuencia que son portadores de esta cultura. Con estos datos se observa que en
Yucatán más del 50% de la población es maya, por lo que hablamos de un Estado eminentemente
indígena.
Por otra parte, de acuerdo a los resultados del último censo, la población maya del estado de
Yucatán puede quedar agrupada en:
Municipios con evidente mayoría indígena, más del 70% de mayahablantes: Abalá, Akil,
Cantamayec, Chacsinkín, Chankom, Chapab, Chemax, Chichimilá, Chikindzonot,
Chumayel, Cuncunul, Cuzamá, Dzán, Dzoncauich, Espita, Halachó, Homún, Kaua, Mama,
Maní, Mayapán, Opichén, Oxkutzcab, Peto, Sacalum, Sanahcat, Santa Elena, Sudzal,
Tahdziú, Tahmek, Teabo, Tekax, Tekom, Temozón, Tepakán, Teya, Timucuy, Tinum,
Tixcacalcupul, Tixméhuac, Uayma, Xocchel y Yaxcabá.
Municipios en los que los mayas son minoría, menos del 30% de mayahablantes: Celestún,
Chicxulub Pueblo, Conkal, Dzidzantún, Dzilam Bravo, Dzilam González, Ixil, Mérida,
Mocochá, Progreso, Río Lagartos, San Felipe, Telchac Pueblo, Telchac Puerto, Tixkokob,
Umán y Yaxkukul.
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M U N IC IPI OS D E A C U ER D O A L PO R C E N T A JE D E
M A Y A HA B LA N T ES
70 66
60
50 46
43
40
32
1995
30
2000
20 17
8
10
0
7 0 % y más 30 y 69% meno s d el
30%
Para el 2000 disminuye el número de municipios con más del 70% de mayahablantes, quedando
bajo esta categoría los 43 anotados anteriormente. La población de mayahablantes es de 207,248,
15
o sea el 80.42% del total de los habitantes de dichos municipios y el 37.88% del total de maya
hablantes en el Estado, se consignan en este grupo 1,155 localidades. Solamente se registran tres
localidades con población que va de 15,000 a 49,000 habitantes y que son Peto, Tekax y
Oxkutzcab. De menos de mil habitantes se registran 1,085 localidades y de 1000 a 9999, 67
localidades.
En el segundo caso, donde las población indígena y no indígena tienden a ser equivalentes, se
encontraban, en 1995, 32 municipios donde los mayas representaban el 30 y el 69% de la
población total. Los hablantes de lengua maya sumaban 127,929 personas distribuidas en 330
localidades. Para 2000, se registran 46 municipios con una población de 221,888 mayahablantes,
es decir, el 51.94.y 40.56% de la población total de dichos municipios y de mayahablantes en el
Estado, respectivamente, distribuidos en 1,675 localidades, de las cuales 9 están en el rango de
10,000 a 49,999 habitantes; 10 en el rango de 5,000 a 9,999; 60 con población que va de 1,000 a
4999 habitantes y 1596 con una población menor de 1,000 habitantes.
Por último, la minoría indígena, en 1995 se registraba en 8 municipios que reportaban menos del
30% de población indígena estimada. En estos municipios habitaban un total de 96,246 hablantes
de lengua maya agrupadas en 93 localidades. Para el 2000 el número de municipios dentro de esta
categoría aumentó a 17, con una población de 118,932 mayahablantes que representan el 15.24%
del total de habitantes de dichos municipios y el 21.73% del total de mayahablantes del estado de
Yucatán, distribuidos en 533 localidades, 1 en el rango de 500,000-999,999, que viene siendo la
ciudad de Mérida, dos localidades en el rango de 5,000 a 9,999; 28 entre 1,000 y 1,999 habitantes y
495 localidades con menos de 1,000 habitantes. Es muy necesario consignar que la ciudad de
Mérida ha concentrado secularmente a una importante población maya que en 1990 ascendió a
88,971 personas y hoy día alcanza casi los 100,000. Este fenómeno es debido a la falta de
oportunidades de trabajo en el área rural, así como de proyectos exitosos para reactivar la
economía del campo, situación que contrasta con el mayor poder adquisitivo de las grandes
ciudades.
Asimismo, estas estadísticas demuestran que en los 106 municipios en general, la población
mayahablante ha disminuido en contraste con su población total lo que demuestra que el uso de la
lengua maya disminuye al paso del tiempo. Por otra parte la migración a las ciudades más grandes
hace que se incremente la presencia del pueblo maya en los medios urbanos y semiurbanos, como
Mérida, Valladolid, Tizimín e Izamal, aspecto a considerar en la activación de proyectos dirigidos a
reforzar la identidad del pueblo maya y en consecuencia al establecimiento de políticas públicas
que atiendan a este sector de la población .
Zonas de distribución
Como señalamos líneas arriba, la población mayahablante no está distribuida de manera uniforme
en los diversos municipios y localidades del Estado debido principalmente a los diferentes procesos
sociales e históricos que tuvieron lugar en cada una de las regiones y a las actividades productivas
16
que se desarrollaron principalmente a partir del siglo XIX y que se han extendido hasta nuestros
días.
Concentra los municipios con mayor proporción de mayahablantes, superando incluso el 70% de la
población total de individuos mayores de 5 años, y lamentablemente, de acuerdo con los registros
oficiales, los mayores índices de pobreza y marginación. En estas regiones la cultura maya ha
desarrollado diversas estrategias de sobrevivencia, con base en el sentido de comunidad, gracias a
la continuidad de la agricultura basada en la milpa, la vigencia de las relaciones de parentesco, la
presencia de líderes e intelectuales indígenas y, por supuesto, de diversas estrategias de
adaptación de las prácticas rituales y ceremoniales, adscritas a nuevos contextos. Lo anterior ha
permitido la reproducción y resignificación de los sistemas normativos que regulan las relaciones
entre los seres humanos y la naturaleza; aspectos propios de las formas de vida comunitaria e
intercomunitaria de larga historia. Esta ha sido la manera de asumir y desarrollar la propia
identidad, lo que ha permitido dar continuidad a sus formas de vida y diversas expresiones
culturales. En consecuencia, hablamos de regiones donde la identidad étnica puede asumirse con
mayor fuerza y cuyos habitantes mantienen una relación vigente con prácticas, creencias y valores
del pasado, readaptadas a los tiempos que se viven, lo cual ha permitido la persistencia de una
forma de vida dinámica, participativa y de gran fuerza.
Zona ex henequenera:
En la ex zona henequenera los procesos ocurrieron de manera un tanto distinta. A partir del siglo
XIX, la identidad y cultura mayas se sometieron a un proceso de redefinición: insertos en una
actividad agroindustrial de gran importancia como el henequén, la antigua cosmovisión y los
saberes y creencias del pasado, en muchos casos resultaron inoperantes. Condicionados por la
dependencia ideológica, el estigma, la negación y la subordinación, se vieron reducidos a una serie
de relaciones e imágenes estereotipadas, originadas en una élite social y política que se preciaba
de no ser maya.
Zona nororiente:
17
explica, en parte, por la conservación e, incluso, el reforzamiento de formas organizativas rituales y
ceremoniales que se nutren de los ingresos generados por los migrantes que, más allá de la
frontera norte, han constituido una fuente esencial para la economía del Estado y el País.
Como ocurre en otras partes del país, en Yucatán, la dispersión poblacional constituye una
dificultad para proveer vigilancia adecuada, servicios y atención de manera equitativa a toda sus
habitantes. Esta dispersión, como hemos analizado anteriormente, se hace más patente en las
regiones eminentemente mayas. Un ejemplo claro nos lo dan los nueve municipios que sumadas
ocupaban los primeros lugares en marginalidad y pobreza en 1995 y 2000: Cantamayec,
Chaksinkín, Chemax, Chichimilá, Chikindzonot, Mayapán, Tahdziú, Tekom y Tixcacalcupul.
Estos municipios, de acuerdo a datos obtenidos en el censo de 2000, reúnen a un total de 53,237
individuos, en 335 localidades, de las cuales 288 no alcanzan ni siquiera el centenar de habitantes
cada una; otras 28 localidades entran en el rango de 100 a 999 pobladores, cinco en el rango de
5000 a 999 y cinco más registran entre 1,000 y 1,999 habitantes. Sólo nueve localidades se ubican
por encima de esta cifra y, de ellas, sólo una es superior a los 5,000 habitantes. Esto significa que
en estos municipios de mayoría indígena, 43,264 personas viven en asentamientos menores a
5,000 habitantes.
Así, se observa que la población maya mantiene un patrón de asentamiento disperso y está
distribuida en 1180 localidades, la mayoría de las cuales son pequeñas en cuanto al número de
18
habitantes se refiere. El 67% de los 106 municipios que integran el estado de Yucatán, tienen
población que vive en localidades con menos de 5,000 habitantes.
En la actualidad, el reto que constituye la dispersión poblacional es, sin duda, el equilibrar la
creación de una infraestructura de carreteras, transporte y comunicaciones acorde a las
condiciones sociales y geográficas del Estado, así como lograr niveles reales de integración
municipal que garanticen criterios equitativos en la asignación de recursos y la cobertura de
servicios básicos.
Migración
A lo largo de los primeros apartados vemos que el pueblo maya peninsular constituye un segmento
que tradicionalmente ha sido considerado como rural, sin embargo, la migración ha venido a
transformar el paisaje étnico, alterando significativamente su ubicación y su estructura. Delineado
por causas y factores muy diversos, este fenómeno se ha explicado en referencia, por ejemplo, al
incremento constante de la presión sobre la tierra, provocada, en buena medida, por el crecimiento
poblacional; el deterioro ecológico; devastación por fenómenos meteorológicos; la falta de empleo y
disminución del ingreso; la insuficiencia de servicios básicos y el nulo o difícil acceso a sistemas de
crédito, nuevas tecnologías, entre otros factores.
19
agudizándose el problema con el cierre definitivo de Cordemex en 1992. A partir de entonces, los
principales centros económicos de la Península fueron rápidamente asediados por contingentes de
campesinos que buscaban alternativas de trabajo, no obstante, hasta la fecha, muchos de los
otrora henequeneros mayas aún abrigan la esperanza de encontrar un aparato productivo con los
alcances del anterior.
Una década después, los mayas yucatecos han recurrido con más y más frecuencia a la migración,
aunque la mayoría se concentra en los estados vecinos y desde donde regresan periódicamente,
con cierta frecuencia, a sus lugares de origen. Los registros muestran que los sitios preferidos
como asentamiento definitivo fueron municipios de Quintana Roo y, en menor medida, de
Campeche, donde afrontan una serie de problemas que van, desde habitar en asentamientos
irregulares, en viviendas de mala calidad y sin servicios, hasta desempeñar subempleos mal
remunerados. No obstante, en los últimos años se ha agudizado la migración a diversos centros de
cultivo y urbes de Canadá y Estados Unidos.
En el Estado, la capital abrió sus puertas al ingreso masivo de mano de obra indígena, proveniente
principalmente del interior, Campeche y otros estados vecinos. Las familias inmigrantes se fueron
estableciendo en la periferia de la ciudad, constituyéndose en un ingrediente del crecimiento
acelerado de la misma, que ha llegado a tal grado de saturación que la corriente migratoria ha
comenzado a desviarse hacia pequeñas ciudades que conectan entre sí distintos núcleos de
población campesina, como Tizimín, Valladolid, Ticul o Motul, entre otras. Por si fuera poco, Mérida
se ha convertido no sólo en polo de atracción para los indígenas provenientes del Interior, sino
también en una importantísima zona de tránsito y/o residencia para migrantes provenientes de
Chiapas, Tabasco y Centroamérica, haciendo de la región, un área plurilingüe, con hablantes de
chol, zapoteco, mixe y tzotzil, aunque en la capital el idioma predominante es el español dejando a
los indígenas nuevamente en desventaja. En el vecino estado de Campeche, el auge de la
explotación petrolera promovió, antes de la década de 1970, un flujo constante de campesinos
hacia municipios costeros, atraídos por el trabajo asalariado en las obras de infraestructura que la
industria requería.
20
M U N I C I P I OS C ON M A YOR C ON C EN T R A C I ÓN D E P OB L A C I ÓN I N D Í GEN A
250000 230665
200000
150000
T. Pob. Ind.
Pob. HLI
92465 90923 Habl an Maya
100000
52172
47115
50000 28917 28856 31329 31086
0
M ér i d a T iz imí n V al lad o l id
Ante esta realidad, es necesario instrumentar programas y proyectos que hagan disminuir la
migración, pero que simultáneamente atiendan a la población que ya emigró y establezcan un
vínculo de participación y colaboración entre ellos y sus familiares o comunidades de origen que los
conduzca a una integración cultural a pesar de fronteras o espacios geográficos, lo que finalmente
contribuiría a fortalecer las identidades y mejorar sus condiciones de vida. En Yucatán los
municipios con mayor número de población maya migrante son: Cenotillo, Muna, Peto y Oxkutzcab.
21
POBLACIÓN MAYA MIGRANTE EN LOS ESTADO UNIDOS
Los cambios económicos y de contexto no son, sin embargo, los únicos problemas que afronta
actualmente el pueblo maya de Yucatán. Una revisión de los datos estadísticos más recientes por
grupos de edad, arrojan resultados que merecen atención, ya que se presenta un fenómeno social
que podría denominarse de envejecimiento del grupo étnico. Esta situación se hace evidente en la
gráfica, que se aleja de la forma piramidal y se asemeja a una columna, ya que la cantidad de
mayahablantes en todos los rangos es similar, a excepción de la cúspide que agrupa a la población
de cincuenta años y más. Esto nos habla de un deterioro en el uso de la lengua de origen,
especialmente entre los jóvenes cuyos padres son mayahablantes. Si bien esta situación no indica
necesariamente que la lengua maya esté al borde de la extinción, no podemos negar que este
paulatino desuso significa una paulatina pérdida cultural para Yucatán y el debilitamiento del grupo
indígena maya.
D I ST R I B U C I ÓN D E POB LA C IÓ N M A Y A HA B LA N T E PO R ED A D Y SEX O
50 AÑOS Y MÁS
45-49 AÑOS
40-44 AÑOS
35-39 AÑOS
M UJERES
30-34 AÑOS
25-29 AÑOS
20-24 AÑOS HOM B RES
15-19 AÑOS
10-14 AÑOS
5–9 AÑOS
DE EDAD
0 20000 40000 60000 80000 10000 12000
0 0
La distribución quinquenal por edad de los hablantes de lengua maya del Estado ofrece indicios de
los requerimientos educativos, laborales y asistenciales para este sector de la población. Así, se
22
puede afirmar que 204,140 niños y jóvenes mayas se encuentran en edad escolar, entre los 5 y los
19 años, y por lo tanto son potenciales usuarios del sistema educativo en todos sus niveles. Otros
330,387 individuos se ubican en el rango de los 20 y 49 años de edad, una edad laboral plena, y
demandan mejores opciones de trabajo e ingresos. Por último, 185,071 mayas rebasan los 50 años
y muchos de ellos forman parte de los llamados adultos mayores que requieren de servicios
asistenciales y médicos.
Bilingüismo y monolingüismo
Como hemos visto, la población de jóvenes mayas está substituyendo su lengua de origen por el
español, circunstancia debida a muchos factores, entre los que se encuentran la desventaja que
tienen al ingresar a la educación media y superior que no es bilingüe, y exige un dominio pleno del
español, así como cuando pretenden incorporarse al sector laboral en medios urbanos y
semiurbanos donde la lengua maya no es utilizada. Esto se complica si consideramos que no existe
una política educativa intercultural, que fortalezca el uso de la lengua maya en todo el Estado y en
consecuencia que refuerce la identidad cultural de este sector de la población.
23
La existencia de un creciente bilingüismo en la población indígena de Yucatán es un fenómeno
complejo que puede ser explicado por dos situaciones que se contraponen. La primera impulsa la
castellanización y esta estrechamente relacionada con la inserción del pueblo maya al proceso
educativo formal.
La segunda situación, por el contrario, refuerza la continuidad del uso de la lengua maya y tiene que
ver con su capacidad para mantener con vida la cultura y la explicación que del entorno mantienen
sus portadores. Desde esta perspectiva podría afirmarse, que la riqueza de este pueblo indígena
vive a través de su lengua. Muchos y complejos conocimientos agrícolas, religiosos, ecológicos y
de cosmovisión que se emplean tienen su cabal expresión en la lengua maya.
Ahora bien, cuando hablamos de bilingüismo debemos tener presente que el nivel de manejo y
competencia, como señalábamos antes, entre uno y otro idioma son muy variables: van desde un
conocimiento más bien rudimentario del español hasta la casi completa pérdida del habla en maya.
Para la mayoría, no obstante, el aprendizaje de la lengua oficial ocurre tardíamente y de manera
incompleta, pues comienza a partir de los cuatro o cinco años de edad y se realiza con grandes
deficiencias estructurales. El resultado se traduce en las inmensas desventajas de los mayas
bilingües cuando se trata de afrontar con éxito niveles subsecuentes de educación, como la
secundaria, la preparatoria o el nivel profesional, donde el problema se hace aún más evidente. ya
que ni los libros de texto están escritos en maya, ni los docentes pueden hablarla.
24
CONDICIÓN DE MONOLINGÜISMO Y BILINGÜISMO EN EL ESTADO DE YUCATÁN
5 4 3 ,3 8 0
4 9 5 ,3 6 0
5 4 5 ,4 8 8
4 9 8 ,5 7 0
600,000
500,000
400,000 4 8 ,0 2 0
4 7 5 ,9 6 2 5 1 6 ,7 7 5
300,000 2000
4 6 ,9 1 8
200,000 1995
100,000 4 0 ,8 1 3
1990
0
M ON OLI N GÜ E S B I LI N GÜ E S T OT AL
Las desventajas estructurales de los monolingües y bilingües mayas frente a los demás habitantes
de la región son producto del papel secundario a que la política de Estado ha constreñido a las
lenguas indígenas en nuestro país y que se refleja en la carencia de una escritura formal con
validez legal en lengua maya, escasas traducciones de libros y textos en este idioma y sobre todo,
a un sistema de educación que no contempla niveles superiores. Todo esto acentúa las diferencias
entre quienes la hablan y quienes tienen el español como lengua materna. El resultado es el
aislamiento forzado que aumenta las desventajas de los mayahablantes.
MONOLINGÜISMO Y GÉNERO EN YUCATÁN
Esta falta de una política lingüística
acorde a nuestra realidad pluricultural, ha
relegado a las lenguas indígenas a un 30,000 24,516 27,648 28,587
25
mientras decrece la población adulta monolingüe, aumenta el monolingüismo español en la
población joven.
Se observa que en el grupo de 5 a 9 años de edad el monolingüismo de las mujeres es menor que
el de los hombres razón, debida a que se registra más número de población masculina, lo que
arroja por lo tanto dichos porcentajes. Posteriormente se observa que a partir de los 15 a los 50
años o más, el monolingüismo en las mujeres es mayor, lo mismo que su población.
26
TIMUCUY 5216 5027 96.37 535 10.25
TIXCACALCUPUL 4583 4523 98.69 1289 28.12
TIXMÉUAC 3497 3315 94.79 784 22.41
UAYMA 2627 2557 97.33 558 21.24
Nota:
Los municipios de Teabo y Temozón fueron incluidos por estar a menos de un punto para alcanzar el 90% de población
mayahablante.
Educación e integracionismo
27
Estado: el acceso a un sistema educativo que ofrezca las características básicas para ser
verdaderamente integral.
Los datos de acceso de los hablantes de lengua indígena a los servicios de la educación pública
gratuita resultan muy ilustrativos: en 1995-96 en el Estado de Yucatán se impartió educación
preescolar indígena en 73 municipios y 266 localidades, en atención de un total de 13,647 menores
a cargo de 569 maestros bilingües, incluidos 246 directores con grupo. En estos años, el programa
oficial de primaria indígena cubrió 173 localidades, en 43 municipios, con un total de 12,955
alumnos, atendidos por 517 maestros bilingües, incluyendo 150 directores con grupo.
Un par de años antes, para 1993, sólo 26 de los 106 municipios del Estado contaban con servicios
educativos para la población maya, que consistían en 33 escuelas de preescolar, 24 y 19 de
primaria y primaria bilingüe, respectivamente; 30 de secundaria; 4 de bachillerato; un
establecimiento de educación media; 5 centros de alfabetización y 38 albergues. Para 2001, los
registros señalan un total de 522 escuelas dependientes de la Subdirección de Educación Indígena,
de la Secretaría de Educación en el Estado, de las cuales: 79 correspondían a educación inicial,
268 a preescolar y 175 a primaria.
Para el curso 2000–2001, en estos planteles, a cargo de 557 maestros, se atendieron a 34,120
menores hablantes de maya: 3,786 en educación inicial; 14,737, preescolar; 13,919, primaria, y
1,636, en los albergues.
Para inicios del curso 2002-2003 se registraron en educación inicial un total de 2043 alumnos, a
cargo de 81 docentes; en preescolar se registra un total de 16,615 alumnos atendidos por 779
maestros y en el nivel de primaria a 14,618 con 660 docentes.
MATRÍCULA DOCENTES
28
PRIMARIA 14,618 7,574 7,044 660 470 190 279
Fuente: Secretaría de Educación Pública. Nota: los totales marcados en amarillo son datos obtenidos de la suma de
preescolar y primaria, ya que no se cuenta con el de inicial.
Si bien se puede observar que la educación indígena ha ampliado su cobertura de atención, todavía
quedan muchas localidades que no cuentan con ella. En materia educativa, desafortunadamente,
aún cuando somos el estado que en proporción a su población general, cuenta con el mayor
número de población indígena, falta mucho para alcanzar los niveles óptimos de atención a este
importante sector de la sociedad.
Por otra parte, el sistema educativo destinado a la atención de los pueblos indígenas se sustenta en
la formación de docentes especializados, sin embargo, esta preparación suele ser deficiente ya que
las oportunidades para la profesionalización y especialización son sumamente escasas: solamente
la Universidad Pedagógica Nacional (UPN) ofrece programas de licenciatura en Educación Primaria
y Preescolar orientados al medio indígena. Este programa opera en Mérida, Tekax y Valladolid. Un
diplomado en educación indígena y una línea de profesionalización a docentes de ese medio en un
postgrado completa los esfuerzos de la UPN en este campo. Por su parte, el Centro de
Capacitación al Magisterio ofrece cursos para la enseñanza de las matemáticas entre indígenas.
Ahora bien, a pesar de que existen 547,098 hablantes de la lengua maya, en el Estado de Yucatán
no existe educación en lengua indígena más allá de la primaria. Además, los niños que habitan
en comunidades predominantemente mayas se enfrentan con el problema de una organización
escolar de grupos de “multigrados”, una situación que hace aún más difícil el proceso de
enseñanza aprendizaje (sin mencionar las regiones que aún no cuentan siquiera con un espacio
donde se imparta educación indígena). Asimismo, se puede identificar un alto grado de vinculación
política de carácter partidista, en el sistema educativo indígena, que todavía opera con mecanismos
clientelares, que mediante el control de maestros y padres de familia, establece alianzas para el
fortalecimiento del antiguo régimen de partido–gobierno.
Desde el punto de vista cuantitativo, los servicios educativos para la población maya son todavía
insuficientes, lo cual se traduce en un elevado nivel de analfabetismo en el Estado: alrededor de un
tercio de este sector carecen de la instrucción mínima; de hecho, Yucatán se cuenta entre los cinco
estados de la República con mayor grado de analfabetismo. Resulta significativo, que de los ocho
municipios con mayor índice de marginación también, 12,609 menores, entre 6 y 15 años, 10,320,
no saben leer ni escribir, es decir, hablamos de un grave atraso educativo para el 35% de los niños
en esa edad.
29
ALFABETOS ANALFABETOS
TOTAL ALFABETA % ANALFABETA %
HOMBRES MUJERES TOTAL HOMBRES MUJERES TOTAL
456,647 346,692 75.9 109,955 24
266,911 210,611 477,522 69,478 103,572 173,050
Hasta ahora, los niños y niñas mayas han visto limitadas sus opciones educativas al sistema
público, básicamente el único al cual tienen acceso y que durante las últimas siete décadas se
había definido con base en una política integracionista, no acorde con la realidad pluriétnica y
pluricultural del país.
La educación indígena, que por principio debe plantearse en forma bilingüe, tiene por objetivo la
capacitación integral de los menores mayas, en el marco de una “cultura nacional” y otorgar a sus
egresados la posibilidad de acceder al sistema educativo regular durante los dos últimos años de
primaria. Sin embargo, es evidente que este sistema no ha tenido la capacidad para atender a
todos los interesados y solamente ofrece espacio a poco más de la mitad de la población que lo
requiere. Estas condiciones han llevado a que, por lo menos 55,000 menores, según datos de
1995, se hayan visto obligados a recurrir directamente a los sistemas no indígenas o bien a
programas como los que desarrolla el Consejo Nacional de Fomento Educativo (Conafe) en
comunidades apartadas y con escaso número de pobladores, privilegiando la enseñanza en
español.
En cualquier caso, tanto quienes participan del sistema de Educación Indígena, como quienes se
han integrado a otras modalidades, encuentran grandes dificultades para continuar su preparación
en niveles medio, medio superior y, sobre todo, universitario y tecnológico.
El problema de fondo sigue siendo que los menores experimentan los primeros procesos de
socialización en un contexto en que predomina su lengua materna, distinta a la que exigen los
sistemas oficiales, con los parámetros propios de la cultura maya. Es decir, las nociones básicas
que guían la formación del individuo y que le permiten la comprensión de sus diferentes entornos,
son las propias de su contexto familiar, pero como resultado de la segregación, primero, y del
integracionismo forzoso promovido por el Estado nacional, las sociedades y cultura mayas han
quedado reducidas al carácter de entidades locales, sin mayor comunicación con el desarrollo del
conocimiento mundial y sin una conexión efectiva con la cultura universal.
30
Esta situación resulta en una serie de restricciones de los contenidos a los cuales tienen acceso los
individuos durante sus primeros años de vida y limitan su nivel de competitividad, al afrontar niveles
mucho más complejos de socialización en el sistema educativo formal, que se desarrolla
obligatoriamente en la llamada “lengua nacional”.
Si bien es fundamental tener siempre presente que la diferencia lingüística no es un problema, sino
parte de la riqueza nacional, no cabe duda que esta especie de encapsulamiento que han
experimentado las culturas indígenas por motivos diversos en las diferentes etapas históricas del
Estado y el país, no fomentó su desarrollo pleno en el contexto del progreso universal. Como
resultado, se registra una deserción escolar en forma masiva, bajo rendimiento académico y un
muy restringido acceso de jóvenes mayas a la educación superior, que por lo general cuentan con
herramientas muy deficientes para un buen desempeño en este ámbito. Hablamos, entonces, de un
modelo de educación indígena-bicultural que se desarrolla en condiciones de franca desventaja
para los integrantes del pueblo maya y que se traduce en la reproducción de grandes niveles de
desigualdad y marginación. Así, niños y jóvenes indígenas son despojados de una parte sustancial
de su propio acervo cultural, sin que se les ofrezcan, a cambio, los conocimientos, referentes y
valores de la “cultura nacional. Esto explica el porque se encuentran con graves deficiencias para
continuar con niveles superiores de educación, e integrarse al mercado de trabajo formal y
calificado. El resultado es la permanencia de economías agrícolas de autoconsumo, empleos o
subempleos mal remunerados y un bajo nivel de calidad de vida.
Tenencia de la tierra
Las transformaciones de las condiciones del paisaje económico, cultural, social y político han
dividido a la población maya entre los empleos que ofrece la industria de la construcción y la
agricultura y demás actividades del sector primario, como la pesca y la ganadería. A principios del
siglo XX en Yucatán, la propiedad de la tierra estaba dividida entre más de dos mil haciendas y
fincas privadas de diverso tamaño y las tierras comunales y ejidos de los pueblos. La mayor parte
de la tierra útil para la producción agropecuaria, no obstante, era posesión privada de la población
no indígena. En los pueblos, la administración de las tierras públicas dependía de los
ayuntamientos y se puede afirmar que la que era propiedad privada de indígenas había disminuido
casi absolutamente, en beneficio de los propietarios privados no indígenas y de las llamadas
“comunales” o ejidales.
Desde 1920, los procesos de donación y restitución emprendidos por la Reforma Agraria
transformaron radicalmente los tipos de la tenencia, desarticulando casi por completo la propiedad
de haciendas y fincas privadas. Mediante esos mecanismos de política agraria, decenas de miles
de campesinos, la mayor parte de ellos pertenecientes a la etnia maya, se integraron a ejidos de
carácter colectivo, sumamente dependientes de las instituciones gubernamentales. Más
recientemente, la posibilidad de fraccionar estas tierras comunes tendió a la formación de dos
31
grandes sectores entre los ejidatarios: los parcelarios y los que laboran todavía en tierras de uso
común.
En la zona noroeste, con un reciente pasado henequenero, existen 272 ejidos colectivos que
estuvieron prácticamente administrados hasta hace poco por el Banco de Crédito Rural y la
Secretaría de la Reforma Agraria. Una combinación de producción henequenera en pequeña
escala, de cultivos de maíz, de trabajo asalariado y de migración temporal ha permitido el sustento
en estos ejidos en los últimos años. Por último, en lo que se conoce como la zona más tradicional
del Estado, los municipios de Valladolid y Chemax, existen 36 ejidos que subsisten gracias a la
milpa y en muy pequeña escala la ganadería extensiva.
Estos datos nos hablan de la capacidad que tiene el pueblo maya de adecuar el régimen de
tenencia de la tierra a las condiciones de su entorno, pues si bien la mayor parte de quienes
ingresaron al programa optaron por la tierra de uso colectivo, un significativo 42.6% se decidió por
la regularización en parcelas, primordialmente los municipios de la zona oriental dedicada
principalmente a la ganadería extensiva, como es el caso de Tizimín, y de la todavía llamada zona
henequenera, como el municipio de Motul. Sin embargo, también existen tendencias contradictorias
frente a la certificación. Los ejidos exitosos con actividad agrícola de mercado por una parte, y los
ejidos tradicionalistas dedicados al cultivo de maíz por la otra, coinciden, aunque por razones
distintas, en no aceptar fácilmente la certificación y la parcelización.
Marginación y pobreza
En 1995, ocho municipios del Estado de Yucatán se tipificaban dentro de la categoría de muy alto
índice de marginación, MA, para el 2000 se señalan cinco dentro de esta categoría y 77 con el
32
grado de alta marginación, es decir el 77.3% de los 106 municipios se encuentran en condiciones
precarias para poder atender las necesidades básicas de su población en general.
1995 2000
Cantamayec Cantamayec
Chemax Chaksinkín
Chichimilá Chemax
Chikindzonot Mayapán
Mayapán Tahdziú
Tahdziú
Tekom
Tixcacalcupul
Fuente: Yucatán: Indicadores Socioeconómicos, índice y grado de marginación , lugar que ocupa en el contexto nacional y
estatal por municipio, 2000, CONAPO.
Si hacemos un análisis de los mismos, obtenemos que 17 de ellos cuentan con el 90% y más de
población mayahablante, por lo que sus localidades son eminentemente indígenas; 63 tienen una
población que fluctúa entre el 30 y 89% de hablantes de la lengua maya y solamente 2 de ellos
cuentan con menos del 30% de población mayahablante. Lo cual indica que en la mayoría de los
municipios con muy alta y alta marginación existe una población indígena en términos numéricos
sumamente importante. De ahí que la atención al pueblo maya sea prioritaria para esta
administración.
MICROREGIÓN MUNICIPIOS
ORIENTE Cuncunul, Chankom, Chemax, Chichimilá, Chikindzonot, Dzitas, Kaua, Tekom, Temozón,
Tinum, Tixcacalcupul, Uayma,.
LITORAL CENTRO Baca, Cansahcab, Dzemul, Dzilam González, Muxupip, Sinanché, Suma de Hidalgo,
Temax, Teya, Yobain.
CENTRO Bokobá, Cacalchén, Dzoncauich, Hoctún, Kantunil, Quintana Roo, Sudzal, Tahmek,
Tekal de Venegas, Tekantó, Tepakán, Tunkas y Xocchel.
SUR PONIENTE Abalá, Cantamayec, Chapab, Chumayel, Dzan, Mama, Maní, Mayapán, Sacalum, Santa
Elena, Teabo y Tekit
33
SUR Akil, Chaksinkín, Oxkutzcab, Peto, Tahdziú, Tekax, Tixméhuac, Tzucacab.
Por otra parte, se debe tomar en cuenta que en los tipificados con índices de marginalidad media y
baja existe también población maya y ésta por lo general es la que se encuentra en condiciones de
desventaja y bajos niveles de vida. Por lo que, los indicadores que definen la marginalidad, se ven
recrudecidos en la población maya, principalmente en materia de salud, educación, servicios e
ingresos.
Se observa que todos los municipios con el 70% y más de mayahablantes se encuentran en la
categoría de alta y muy alta marginación. Si hacemos un análisis tomando como muestra a los
nueve municipios de muy alta marginación, tomando en cuenta los registrados en 1995 y 2000, se
observa que estos tienen una población mayor del 90% de mayahablantes y por otra parte se
observa que uno de sus problemas más apremiantes es la carencia de asistencia médica, ya que
de acuerdo al Anuario Estadístico 2002, el 94.6% de sus habitantes no cuentan con ningún tipo de
derechos asistenciales de salud y solo el 3.6 % es derechohabiente del IMSS , .89% lo es del
ISSSTE y el .92% en la clasificación de otros que incluye en buena parte, individuos dentro del
rubro estadístico de no especificado.
POBLACIÓN DERECHOHABIENTE DE SERVICIOS DE SALUD EN LOS MUNICIPIOS CON MUY ALTA Y ALTA
MARGINACIÓN QUE CUENTAN CON 90% Y MÁS DE MAYAHABLANTES
34
CANTAMAYEC 1,182 781 66.1 401 33.9
Cualquier fuente de datos a la que uno recurra nos proporcina información que dibuja una
población altamente marginada. Así, por ejemplo, los indicadores socioeconómicos del CONAPO,
de estos nueve municipios, hablan de un promedio de 67.1% de población maya mayor de 15 años
que no concluyó la primaria; de 77.5% de viviendas con algún hacinamiento y de 91.1% de
población con ingresos de hasta dos salarios mínimos. A excepción de la cabecera del municipio de
Chemax, la población vive en localidades menores de 5000 habitantes.
Cantamayec 33.91 68.19 42.24 19.17 6.40 77.04 15.54 100.00 95.04 2085
Chaksinkin 30.52 62.97 65.57 13.34 1.28 76.60 23.69 100.00 93.76 2369
Chemax 39.53 74.62 66.39 21.88 14.92 76.48 28.19 60.24 82.22 25085
Chichimilá 32.82 60.71 32.24 18.57 15.79 77.41 23.60 100.00 88.64 6561
Chikindzonot 30.54 60.62 55.81 14.20 4.63 81.13 16.23 100.00 96.05 3511
Mayapán 42.47 78.73 63.53 14.04 1.14 76.92 8.15 100.00 94.32 2484
Tahdziú 38.14 73.80 59.44 32.33 12.44 80.87 42.21 100.00 93.37 3193
Tekom 26.06 60.95 48.98 12.71 2.29 72.37 19.97 100.00 86.19 2660
Tixcacalcupul 27.85 63.54 52.00 20.89 4.18 75.80 17.95 100.00 90.57 5289
Asimismo, se apunta que la gente sigue muriendo de las enfermedades típicas de la pobreza, como
la diarrea y las infecciones de las vías respiratorias. El panorama económico de este sector se
agrava, además, con el grado de alcoholismo que se registra al interior de este grupo. Según
35
resultados de una encuesta efectuada en 1997, el 65% de los mayas de 10 a 65 años de edad
consumía bebidas embriagantes. La marginación es una realidad lacerante que ha acompañado al
pueblo maya y en general a los pueblos indígenas de México y que se ha visto recrudecida en las
últimas décadas.
La desnutrición es un problema de salud pública en México que se asocia con efectos negativos en
varias funciones corporales e intelectuales y con el aumento en el riesgo de varias enfermedades.
Es considerada determinante en el proceso salud-enfermedad y sus consecuencias suelen ser
irreversibles.
Mujeres
Indígenas
Deficiencia en hierro en mujeres 60%
embarazadas
Deficiencia en Zinc en mujeres 70-90%
embarazadas
Deficiencia de Vitamina C 65-84%
36
Aunque las tasas de mortalidad materna han disminuido en los últimos años, el número de muertes
de las mujeres indígenas a nivel nacional durante el embarazo, parto o puerperio casi triplica al de
las mujeres no indígenas. De igual modo los casos de cáncer cervicouterino se presentan con
mayor frecuencia en mujeres campesinas ante la falta de campañas adecuadas de prevención. En
nuestro Estado, los mensajes por los diversos medios de comunicación se dirigen mayormente en
español. cuando gran parte de las mujeres mayas son monolingües. En Yucatán se presenta el
mayor índice de cancer cervicouterino y ante la falta de información y atención de las mujeres
mayas se complica su detección a tiempo.
DEFUNCIONES EN YUCATÁN. AÑO 2000
PROGRAMA: SALUD REPRODUCTIVA
Causas maternas 24
Cáncer Cervicouterino 121
Cáncer mamario 52
Malformaciones Congénitas 86
Tétanos 01
Fecundidad
Morbi-mortalidad infantil
37
YUCATÁN: TASA GLOBAL DE FECUNDIDAD, 1990-2000
AÑO NACIONAL YUCATÁN
1990 3.35 3.64
La mortalidad en menores de 5 años, conjuntamente con la expectativa de vida, son los indicadores
más sensibles del desarrollo socioeconómico y el estado sanitario. En 1933, de acuerdo a datos del
INI y SSA, en los municipios con 40% o más de población indígena tenían una tasa de 55 por cada
1000 nacidos vivos. En Yucatán, aunque la tasa de mortalidad infantil muestra una franca tendencia
decreciente (de 39.7 en 1990 a 27.0 en 2000), en la última década, las tasas se han mantenido por
encima del promedio nacional y, además, ocurren con mayor frecuencia en comunidades rurales e
indígenas.
Nacional Indígenas
38
Fuente: Oficina para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas.
Se observa que en las localidades con población menor a 5,000 habitantes en las cuales
básicamente se encuentra población maya, la defunción de menores entre 1 y 14 años es
significativa, en comparación con la población con mayor número de habitantes. Todo esto debido a
que no existen servicios médicos adecuados para atenderlos en sus propias comunidades o en su
caso trasladarlos con oportunidad a los centros de salud, clínicas u hospitales más cercanos. Así
fallecen niños por infecciones intestinales, desnutrición y enfermedades respiratorias,
principalmente. Es mucho mayor el índice de muertes en menores de 1 año debido a que ha esta
edad se requieren de mayores cuidados y una lactancia adecuada que solamente se puede
satisfacer en plenitud si las madres están sanas, y las mujeres indígenas en su mayoría padecen
de desnutrición durante y después de su embarazo.
DEFUNCIONES EN MENORES DE 14 AÑOS POR TAMAÑO DE LOCALIDAD
Morbi-mortalidad general
Con 8,996.3 casos por cada 10,000 habitantes, las infecciones intestinales representan una de las
principales causas de muerte entre la población indígena, junto con la influenza y la neumonía,
enfermedades cuyos condicionantes básicos son el saneamiento y las condiciones de la vivienda.
Entre el pueblo maya, también son muy frecuentes las infecciones respiratorias agudas (IRA), con
una tasa estimada -de 53,172.4 casos por cada 10,000 habitantes; las infecciones en vías urinarias,
con 4,681.3 y las amibiasis, con 3,698.9. Ahora bien, pese al alto grado de marginación, hay que
reconocer avances en el impacto de los servicios de salud pública, pues si la tasa de mortalidad
que en 1990 era de 8.0 por cada 1000 habitantes, en 1997 se había reducido a 5.5. Sin embargo, la
resolución favorable en casos de enfermedades graves entre la población maya se complica por los
insuficientes servicios de tercer nivel en las distintas regiones del Estado, pues la mayor parte se
encuentra en la capital y ciudades medianas, ya que en las poblaciones de tipo rural predominan
las unidades médicas de consulta externa y dan servicio principalmente clínicas pertenecientes al
IMSS Solidaridad.
39
PRINCIPALES CAUSAS DE ENFERMEDAD EN YUCATÁN, 2000
TASA X 100 000
CAUSA TOTAL
HABITANTES
1. INFECCIONES RESPIRATORIAS AGUDAS 891 796 53172.4
2. INFECC. INTESTINALES POR OTROS ORGANISMOS 150 885 8996.3
3. INFECC. DE VÍAS URINARIAS 78 515 4681.3
4. AMIBIASIS INTESTINAL 62 037 3698.9
5. GASTRITIS, DUODENITIS Y ÚLCERAS 41 947 2501.0
6. OTRAS HELMINTIASIS 35 015 2087.7
7. ASCARIASIS 25 115 1497.4
8. ASMA 18 057 1076.6
9. OTITIS MEDIA AGUDA 13 525 806.4
10. VARICELA 12 365 737.2
Fuente: Departamento de Estadística e Informática. Informe Semanal Casos Nuevos y Enfermedades, 2000 (población
general)
Para una familia de campesinos milperos, un niño o miembro de la familia que se enferma de
gravedad y requiere internarse en un hospital o clínica regional, representa un gasto extraordinario
que va más allá de sus posibilidades. De esta manera, la falta de acceso a los servicios de salud
trastorna la vida familiar, exigiendo recursos que inciden en la dinámica de empobrecimiento de
manera aún más seria cuando se requiere de tratamientos prolongados o de los llamados “gastos
catastróficos”.
Enfermedades Porcentaje
Accidentes 6.3
Ante tal perspectiva, la Secretaría de Salud creó la Coordinación de Salud para los Pueblos
Indígenas, cuyas acciones incluyen la ampliación y fortalecimiento de la cobertura de servicios
básicos, capacitación de prestadores de servicios de salud con una perspectiva intercultural,
actividades de saneamiento ambiental, campañas de comunicación educativa en salud de acuerdo
40
con las características socioculturales de cada grupo étnico, esfuerzos de complementariedad de la
medicina tradicional con la alópata, desarrollo de modelos para la prevención y la rehabilitación del
alcoholismo y la dotación de multivitamínicos para los niños menores de dos años y mujeres
embarazadas o en período de lactancia. Sin embargo, todavía falta convertir en realidad muchas de
las metas pretendidas.
Veíamos líneas arriba que las viviendas inadecuadas al tamaño y necesidades de las familias son
una fuente de desventajas. La falta de servicios básicos y el hacinamiento ponen en riesgo la salud.
En 1995 el promedio nacional de ocupantes por vivienda era de 4.7 personas. En las viviendas
indígenas era de 5.4 y entre algunos pueblos era superior. Para el 2000 nos encontramos con que
en Yucatán, más del 50% de viviendas presentan algún tipo de hacinamiento, por lo que se le ubica
entre las entidades con mayor rezago en este aspecto de la vivienda.
Desde hace siglos, los mayas peninsulares solían habitar en casas de paredes de bajareque y
techos de palma de huano, dispuestas en un gran solar que albergaba a los miembros de la unidad
doméstica y que, por lo general, incluía tres generaciones. El costo de los materiales con los cuales
estas casas se construyen y la hegemonización de otras formas de vivienda a las que hoy se suele
percibir como “más dignas”, han conducido a un paulatino, pero más acelerado e ininterrumpido
abandono de la casa maya, la que por cierto ha sido percibida como símbolo de pobreza, insalubre
y disfuncional, pero cuyos sustitutos no parecen ser una alternativa objetiva a dichas críticas,
basadas, en parte, en ideologías unilaterales de lo que se entiende por “nivel de vida” y que
identifican las formas de habitar de los países desarrollados como la manera “digna” de habitar. No
debe, sin embargo, pasarse por alto que en efecto estas viviendas tradicionales tienen problemas
para garantizar la salud de sus habitantes, sobre todo por lo que se refiere a la carencia de
servicios sanitarios mínimos. Por lo que es necesario instrumentar políticas de vivienda que
consideren los beneficios que la arquitectura y materiales de la casa tradicional maya tiene para
complementarla con áreas de servicios sanitarios y áreas de habitación anexas que proporcionen
mayores espacios para la familia que por lo general es extensa.
Sin embargo, llama la atención que en el Estado, donde la cobertura de servicios de agua potable y
energía eléctrica no es especialmente limitada, las casas que habitan los mayas no dispongan de
servicios sanitarios mínimos y que, incluso cuando se ha abandonado la vivienda tradicional, sus
habitantes no perciben estos servicios como una necesidad primordial. En lo anterior inciden
factores de diversa índole entre los que no podemos descartar el factor educativo y el cultural, que
condicionan esta percepción naturaleza-sociedad, que habría que conocer y comprender con mayor
profundidad para la implementación de programas viables en este rubro. Quizás no necesariamente
provengan de una esencia cultural si no del abandono y falta de conocimientos al respecto, al no
contar con una educación adecuada en aspectos de higiene en el hogar. Lo mismo puede decirse
41
en relación al manejo de alimentos, lo cual explica algunos de los padecimientos más recurrentes
en las comunidades indígenas yucatecas.
Estos dos factores: el sanitario y el cuidado y conservación de alimentos, son rubros que
deben ser tratados a través de mayores campañas educativas sobre el cuidado de la familia y
de la comunidad en general dirigidas principalmente a las poblaciones con menos de 5000
habitantes , así como impulsar la construcción de áreas de desechos orgánicos no
contaminantes para el ambiente puesto que no queda la menor duda de que muchas de estas
prácticas y hábitos alimenticios deterioran la salud y aspecto de las comunidades mayas.
CARACTERÍSTICAS DE LA VIVIENDA EN LA POBLACIÓN MAYA DE YUCATÁN
Ocupación y empleo
De acuerdo a datos obtenidos con la Encuesta Nacional de Empleo en Zonas Indígenas (ENEZI),
de 1997, la agricultura, a nivel nacional, es la principal rama de actividad en las comunidades
indígenas de nuestro país en la que participa el 70% de la población ocupada. El trabajo artesanal
es la segunda en importancia, 13%; en la rama del comercio se ocupa el 6.4%; en la industria de la
construcción el 3% y el 7.6% se dedica a otras actividades. El 69.3% de la población ocupada
pertenece al sexo masculino y el 30.6% al femenino.
8% 13 %
3% 6%
42
De acuerdo al XII Censo General de Población y Vivienda, en el año 2000, Yucatán registra una
población económicamente activa de 618,448 personas, de las cuales el 17.2% se ubica en el
sector primario; 28.2%, en el secundario, y 54.6% en actividades del sector terciario. En este último
sector se ubican principalmente trabajadores mayas.
Ahora bien, según datos para población indígena, en Yucatán de 713,681 individuos de 12 años y
más, 92,533 se encuentran trabajando en el sector primario, 26.6% ; 107,310, en el secundario,
30.89% y 148,339 en el terciario, 42.6%. Lo que suma un total de 348,182, el 48.8% de esta
población, lo que significa que más del 50% se encuentra desocupada, inactiva o sin empleo fijo.
SECTOR DE OCUPACIÓN
Por otra parte, en Yucatán, el cultivo de pastos ocupó casi el 60 y el 70% de la superficie total
sembrada y cosechada respectivamente, así como el 40% del valor total de producción. Lo que
indica que el campo yucateco se perfila cada vez más hacia la ganadería tropical extensiva. El
segundo cultivo en importancia sigue siendo el maíz, ocupando casi el 20% de la superficie
sembrada, junto con el frijol y la calabaza asociada a él, la llamada tríada mesoamericana, que en
ocasiones también combina el chile, y que contribuye a la alimentación de la cuarta parte de la
población del estado.
Hoy día, el cultivo de la milpa aún se realiza con el sistema de roza–tumba–quema, y proporciona,
como desde la época prehispánica, la base de la subsistencia de más de un millón de comunidades
campesinas mayas, así como sostiene los fundamentos de su cultura, su ritmo de vida, su visión
del mundo y su relación con el entorno.
Por otra parte, los cítricos, especialmente la naranja dulce o “china”, son después del maíz, el
cultivo que más repercusión tiene para los campesinos yucatecos, pues provienen tanto de
unidades particulares como ejidales. De hecho, la plantación citrícola se ha generalizado en la zona
ex henequenera. Con el 16% del valor de la producción, en menos del 3 por ciento de la superficie
sembrada, representa una gran fuente de ingresos para el Estado. En la actualidad, del henequén
se obtiene una fibra resistente empleada en la industria y ocupa un tercer lugar con el 9% del valor
total de la producción, pero en superficie aún es el segundo cultivo más común luego del maíz,
ocupando el 12% del total de la superficie sembrada. A estos cultivos hay que sumar los cíclicos
43
como la sandía y el melón, el tomate y el chile verde y algunos otros cítricos, en especial el limón.
Estos últimos son cultivos perennes que diversifican el esquema productivo del campo yucateco.
Por otra parte la explotación de la madera en el Estado aún cuando ha crecido, todavía no
representa una actividad comercial de importancia, en 1996 sólo existía un permiso oficial otorgado
para la explotación de maderas tropicales en Tekax, donde se produjo 174 metros cúbicos en rollo
de las especies denominadas bojón, jabín, chacah y cholul, con un valor de 72 000 pesos. Para el
2000 se registran siete permisos otorgados para el aprovechamiento forestal; 4 en el municipio de
Tzucacab , uno en Tetiz, uno en Tekax y otro en Yaxcabá. Tzucacab es el que produce más con el
33% de volumen de aprovechamiento, le sigue Tetiz, con el 30%, posteriormente Tekax, con un
26.7% y por último Yaxcabá con el 10.3%. Las especies comprenden el tzalam, jabín, bojón,
chacah y kilín.
Asimismo, el volumen de la producción forestal maderable de todo el Estado fue de 963.9 metros
cúbicos en rollo de maderas preciosas, como el cedro y la caoba, y de 15,960.9 metros cúbicos en
rollo de maderas comunes tropicales como las ya mencionada del tzalam, jabín, bojón, chacah y
kilín. Ahora bien, el valor de la producción forestal maderable en el Estado, según el grupo de
especies, fue de 4 millones 975 mil pesos en maderas preciosas y de 16 millones 83 mil pesos en
maderas comunes tropicales, lo que significativamente esta por encima de lo registrado en 1996.
Sin embargo, aún cuando este sector productivo ha crecido, habría que analizar quienes son los
beneficiarios directos de esta explotación de recursos naturales, ya que los permisos se encuentran
en municipios con importante población indígena entre el 50 y 85% de mayahablantes, y de
acuerdo al Convenio 169 de la OIT, el usufructo de las tierras de las comunidades indígenas, en
este caso mayas, no debe ser ajeno o en perjuicio de las mismas.
Por otro lado, luego del cierre de Cordemex, como señalábamos antes, la mayor parte de los
mayas de la zona ex henequenera han encontrado ocupación en la industria regional de la
construcción, como albañiles y maestros de obra. Éste es, sin duda, uno de los ramos que genera
más empleos a nivel peninsular y que se ha recuperado con mayor rapidez de las crisis
económicas de los años 1982, 1987 y 1994, de hecho, dos años después de esta última, daba
empleo a 5,500 personas, principalmente de origen maya. También hay quienes trabajan en la
cosecha de sal en las ciénegas de Yucatán y, temporalmente, en la pesca y la siembra y limpieza
de los pastizales de la ganadería privada del sur y el oriente, combinando estas actividades con
trabajos eventuales en el henequén, un poco de milpa (por lo general, mal hecha, por la falta de
experiencia y el poco tiempo que a ella se dedica), el cultivo de árboles frutales y la cría de
animales de traspatio.
44
POBLACIÓN OCUPADA SEGÚN INGRESO MENSUAL, 1990-1995
NIVEL SALARIAL 1990 1995
Los empleos domésticos, como cuidado de niños, limpieza y jardinería, se han convertido en un
importante centro de captación de fuerza de trabajo indígena, en especial de la femenina. Cada vez
con mayor frecuencia, las mujeres mayas viajan a la ciudad de Mérida o a otros centros urbanos de
la región, para laborar como lavanderas, limpiadoras y nanas, en un proceso pendular que les
permite regresar a sus comunidades a diario, por semana o por quincena. Así, muchas se han
convertido en el principal soporte económico de sus familias: la PEA femenina estatal pasó del 10%
en 1970 al 20% en 1990; cinco años después, se ubicó en un 38% a nivel urbano y un 28% a nivel
rural, y para febrero de 2000, alcanzó el 30.9%.
En el sur, oriente y noreste del Estado, los mayas dependen básicamente del trabajo y los
productos de la milpa para sobrevivir y no sólo como un complemento a la alimentación y economía
familiar. Se trata de una población campesina que, luego de asegurar una mínima superficie para
cultivo, emigra en busca de un empleo como peón agrícola, albañil o mozo en otros puntos de la
Península, pero que retorna a su pueblo. Así combina un bajo salario con los ciclos de la
naturaleza, manteniendo y modificando el sentido contemporáneo de su cultura, al introducir un
pago y el consumo de productos fomentado por medios de comunicación, a expensas de la milpa y
de la vida cotidiana de la comunidad.
Por otra parte, los indígenas de esta zona (maicera-ganadera) emigran principalmente a Cancún y
otros puntos de la Riviera Maya, como Cozumel, Playa del Carmen y Mérida, en una estrategia de
subsistencia cada vez más común no sólo para los mayas, sino para indígenas de otros puntos del
país.
45
Por lo general, los hombres que participan de estos movimientos migratorios en busca de mejores
opciones económicas se ubican entre los 15 y los 35 años de edad. Aunque en esta región las
mujeres también emigran, sus ritmos son menores que los de las mujeres de la zona henequenera,
quizá por el mayor índice de monolingüismo femenino en estas comunidades. En el oriente, se han
desarrollado grupos femeninos en forma de cooperativas de trabajo artesanal, que se dedican
especialmente a la confección y bordado de ropa típica para su venta al turismo.
Dados los bajos y precarios niveles de escolaridad que presentan los jóvenes de la etnia maya al
integrarse al mercado de trabajo se encuentran con que básicamente pueden hacerlo en los niveles
más bajos de empleo y remuneración y se exponen a una sociedad urbana y no indígena que los
discrimina no sólo en términos de su pertenencia a ciertos estratos socioeconómicos, sino también
en función de su cultura y comunidad de origen.
Según el Censo de 1990, la población indígena ocupada que recibía hasta dos salarios mínimos
mensuales por su trabajo ascendía al 82.4% y sólo el 17.6% recibía ingresos superiores. El 21% no
recibía ingresos y el 18% era remunerado con medio salario mínimo. Para el 2000 y de acuerdo a
los Indicadores Socioeconómicos de los Pueblos Indígenas, el 14.8% no recibe ingresos, el 32.2%
recibe menos de un salario mínimo, el 36.7 recibe de uno a dos salarios mínimos y el 16.3% más
de dos salarios mínimos. Si consideramos que la población de 15 años y más de población
indígena es de 456,647, estamos hablando de que el 36.4% no cuenta con ningún salario.
Estado Salarios
Yucatán 340788 50323 14.8 109682 32.2 125075 36.7 55708 16.3
CONDICIÓN DE ACTIVIDAD ECONÓMICA EN POBLACIÓN DE 12 AÑOS Y MÁS EN LOS MUNICIPIOS CON MUY
ALTA MAGINACIÓN
46
Tixcacalcupul 3,529 1,570 2 1,945 12
CONDICIÓN DE ACTIVIDAD ECONÓMICA POR SEXO EN POBLACIÓN DE 12 AÑOS Y MÁS EN LOS MUNICIPIOS
CON MUY ALTA MARGINACIÓN
Integración familiar
No obstante los cambios económicos y sociales por los cuales el Estado ha atravesado las últimas
cuatro décadas, las familias mayas siguen funcionando como unidades integradas que garantizan
la reproducción y subsistencia de sus miembros. El maya es, ante todo, integrante de una gran
familia y una parte importante de su vida se decide por criterios que buscan el bienestar colectivo.
El grupo familiar sigue cumpliendo funciones económicas, sociales y rituales que permiten la
organización comunal y eventualmente también supracomunal. Por eso, decir que la familia es la
forma organizacional por excelencia de la sociedad maya no es un enunciado retórico.
Por supuesto, que los años de contacto con los gobiernos estatal y federal han propiciado el
surgimiento de formas distintas de organización para la producción, para la obtención de créditos y
acceso a diferentes programas de apoyo económico, pero las unidades agrícolas o cooperativas de
producción, muestran muchas veces que el funcionamiento real de todos los grupos se estructura a
través de las relaciones de parentesco; lo cual no debería sorprendernos, puesto que aún en
nuestros días de gran migración, la práctica de casarse con miembros de la comunidad persiste
como norma generalizada, por lo cual de una u otra forma muchos de sus habitantes están
emparentados.
47
En particular, cuando se habla de migración internacional, es muy común que pongan en riesgo su
integridad física y su vida durante el traslado y, también, durante los procesos laborales en los
cuales se ven involucrados, ya que, con frecuencia, son sometidos a una explotación voraz. No es
raro que luego de incorporarse en determinados procesos, al final del ciclo se encuentren
endeudados o bien, enganchados a un ciclo de trabajo y riesgo que transforma por completo su
vida y la de su familia y la comunidad.
De manera general, podemos decir que las comunidades mayas se conectan entre sí a través de
las relaciones que sus miembros establecen por vínculos rituales, religiosos y de matrimonio. Las
organizaciones de producción de nivel supracomunal también llevan al contacto entre miembros de
distintas poblaciones, pero éstos suelen ser más bien a título personal, no obstante, por lo general
no poseen formas funcionales de organización supracomunal y de nivel regional y estatal. Si bien
hoy es difícil hablar de aislamiento físico y social de las comunidades y la población maya se
presenta como una población con gran movilidad, estas condiciones no han aterrizado aún en
sistemas de organización social y representación política que cohesionen al grupo étnico.
48
Cinco siglos de dominación, de explotación, de políticas estatales y eclesiales de incorporación e
integración, reforzada por la introyección de imágenes negativas que se originaron en la conquista
y, de manera posterior, en el mal entendido nacionalismo, han llevado a la población maya a
situaciones de vulnerabilidad y exclusión. No es de extrañar, entonces, que como resultado de
dichos procesos, la sociedad maya de hoy afronte serias dificultades para llevar al cabo un análisis
crítico y prospectivo de sus posibilidades de desarrollo autosuficiente. Es, en este sentido, que la
nueva política del Estado mexicano se propone, como una de las metas más urgentes, propiciar la
reconstitución de los pueblos y las culturas indígenas del país. En consecuencia la afirmación de la
propia identidad es plataforma para la construcción de un futuro consciente del pasado reciente y
remoto y de su legado cultural, como lo es la lengua y formas de vida propias del pueblo maya.
Este es, quizás, el mejor recurso para transitar las sendas del mundo contemporáneo.
Es fundamental, además, poner en marcha cuanto antes los mecanismos que garanticen el respeto
a los Derechos Humanos, Sociales y Culturales de todos los yucatecos. En este sentido, urge
profundizar en el estudio y conocimiento de los sistemas normativos indígenas llamados
tradicionales y que sin ser violatorios de derecho fundamental alguno, contribuyan en su práctica a
la transmisión, conservación y reproducción de valores, normas morales y sistemas de relaciones
sociales de compromiso colectivo y vida en común.
Lengua
El idioma es, quizás, el patrimonio cultural más importante de un pueblo. A través suyo se
transmiten saberes y formas de entender y explicar el mundo y la vida, el tiempo, la historia, de
relatar el pasado y vislumbrar el futuro. Una lengua que permanece viva, como la maya, permite a
sus hablantes conservar formas de expresión y sensibilidad propios, derivados de su experiencia
vital y de su historia compartida. Constituye, también, un refugio seguro para la comunicación, la
puesta en común, la discusión y la generación de consensos.
Los mayas de hoy se comunican a través de su lengua materna sobre todo en el ámbito doméstico
o comunitario, pero fuera, en sus centros de trabajo, cuando se trata de resolver problemas de
salud o cuando se realizan trámites ante autoridades o instituciones diversas, se ven obligados a
49
utilizar un español que raras veces dominan. En la Declaración Universal de los Derechos
Lingüísticos se señala que las lenguas son un instrumento de identificación, comunicación y
manifestación creadora y que cuando una de ellas desaparece se muere una parte de lo más
íntimo y valioso de la humanidad. A este respecto, en el Estado urge potenciar el uso y la difusión
de la lengua maya hablada y escrita. Además, las recientes propuestas estatales hacia la
interculturalidad señalan la necesidad de propiciar el aprendizaje de la lengua maya entre la
población que no la habla, no sólo en respeto de los derechos de un sector de la población, sino en
beneficio de una comunicación más profunda, fincada en la relación de respeto y comprensión
entre todos los yucatecos.
Existe una demanda por parte del pueblo maya de que la sociedad en general aprenda a hablar su
lengua. No es posible exigir un bilingüismo solo a una parte de la población, sobre todo en un
Estado en el cual los mayas representan más del 50% de la misma, y de los cuales 547,098
continúan hablando en su lengua de origen. En un estado democrático la lengua maya tendría que
ser considerada a la par que el español. Por lo tanto entre las opciones que deben darse en el
mediano y largo plazo están: ampliar la enseñanza de esta lengua a través de una mayor cobertura
en los medios urbanos y semiurbanos del programa “Ko’one’ex Kanik Maaya” de la Secretaría de
Educación Pública del Estado, de tal forma que su enseñanza se establezca en la mayoría de las
escuelas desde el nivel de primaria hasta el profesional y reconocerla con un estatus legal, igual al
español, en la Constitución del Estado, ya que es una lengua viva y de uso cotidiano, por lo tanto
tan útil y fundamental para la comunicación en una sociedad como la nuestra.
Es urgente que la lengua maya ocupe nuevamente su sitio en la vida diaria del Estado, incluyendo
los espacios públicos y oficinas, señalizaciones y reglamentos, escuelas y espacios culturales,
comenzando por los sistemas de información existentes en las oficinas y sedes de las autoridades,
que deben contar con información en lengua maya y personal calificado capaz de atender a la
gente en su propio idioma.
En resumen la lengua maya debe ampliar su ámbito más allá del familiar y comunitario, se debe
estudiar en los distintos niveles educativos, lograr espacios en los diferentes medios de información
y comunicación, contar con los incentivos necesarios para cultivar el arte de la palabra y la creación
literaria y ser empleada en las instituciones de procuración de justicia, en pocas palabras,
convertirse en elemento de identidad de los propios mayas pero también de la sociedad en general.
De no ser así se corre el riesgo de ir perdiendo poco a poco su uso y por lo tanto una forma de
pensar y sentir diferente.
50
Po r cent aj e d e mayahab lant es co n r esp ect o al t o t al
d e l a p o b l aci ó n
50 4 6 .1 4 5 .1 6
40 3 7 .6 3 7 .1 4
30
Po r cent aje
20
10
0
1970 1980 1990 2000
Religión y Fiestas
Como factor clave de identidad y cohesión social, la religiosidad popular del pueblo maya es el
resultado de un larguísimo proceso de rechazos, apropiaciones, adaptaciones y resignificaciones
ininterrumpidas a lo largo de cinco siglos. Según datos del Censo de Población y Vivienda 2000, en
Yucatán hay 1,241,108 católicos, es decir, el 84.28% del total; seguidos por los 123,162 integrantes
de diversas religiones protestantes y evangélicas, que representan el 8.35%, las otras religiones
suman 46,354 o sea el 3.15%, sin religión se registran 50,841, el 3.45% del total de población de
cinco años y más. Para población indígena tenemos que en Yucatán de un total de 870 mil 20
personas de cinco años y mas, 711 mil 565 son católicos, es decir el 81.8%; 90 mil 60 son
protestantes y evangélicos, 10.4%; 26 mil 424 son de las conocidas como bíblicas no evangélicas,
3 % y 1,285 de otras religiones, el 0.1%; sin religión se registra a un total de 34 mil 214 personas,
que representan el 3.9%. Estas cifras indican que la población indígena sigue siendo
eminentemente católica, aunque el porcentaje de estos es menor que el estatal y el de protestantes
y evangélicos es mayor, lo que refleja que estas últimas iglesias han logrado incorporar en su
gremio a un numeroso sector, principalmente, de población indígena. Sin embargo, aun la esencia
religiosa, a través de la cual se expresan numerosos elementos culturales del pueblo maya, es
eminentemente de raigambre católica.
Bíblica no 2.94 3%
evangélicas
Judaica 0.03 ND
51
No 0.76 0.74%
especificado
Así, encontramos que la vivencia de la fe adquiere matices muy diversos en la vida diaria. En el
marco de la religiosidad católico–popular, se celebran numerosas fiestas en honor a los santos
patronos de las comunidades, que son entendidos como símbolo por excelencia de la identidad
comunitaria. Muchas de las expresiones culturales y artísticas que hoy admiramos en la cultura
maya y que la industria turística explota con tanto énfasis, como los bailes, la gastronomía y las
artesanías, se originan, desarrollan y consumen en el marco de las fiestas patronales. Por
supuesto, para el pueblo maya se tratan no sólo del folclor, sino fundamentalmente de su forma de
vida, de ahí la importancia de poner en vigor los recursos legales que permitan a los pueblos
indígenas del Estado y el país acceder a los beneficios que los visitantes aportan a la economía
local, regional y nacional.
Ahora bien, la cosmovisión y la religiosidad mayas son mucho más que un culto a los santos.
Constituyen un intrincado sistema de símbolos que les permiten explicar, entender y actuar. Más
aún, son el marco normativo de su sociedad, compendian los valores básicos y el ethos o carácter
común de comportamiento del pueblo maya. No son curiosidades y exotismos para consumo
turístico y difusión en revistas y documentales, son el núcleo normativo de una sociedad que ha
resistido 500 años de opresión.
Medicina Tradicional
En el patrimonio cultural del pueblo maya también destaca la medicina tradicional, ejercida por
diversos especialistas dedicados a prevenir, restaurar y mantener la salud de los individuos. A
52
través de sus prácticas y su saber, los especialistas conservan y reproducen el conocimiento
ancestral heredado de sus padres y abuelos. Probablemente, una de las figuras más comunes en
el campo de atención a la salud sea la partera, ya que atienden un gran número de embarazos y
nacimientos de niños mayas y mestizos. De hecho, son el primer grupo de curadores que cuenta
con el reconocimiento del sector salud, que tiene un registro de más de 800 parteras en todo el
Estado, a quienes ha impartido diversos programas de capacitación.
Aunque los médicos tradicionales se encuentran dispersos por todo el estado de Yucatán,
incluyendo los centros urbanos, tienden a concentrarse en las zonas indígenas del Sur y del Oriente
de la entidad. Su presencia es más escasa en la franja costero–henequenera y en las ciudades de
mayor tamaño. La sociedad, sin embargo, no reconoce la importante función que desempeñan los
médicos tradicionales en las tareas de prevención, tratamiento y curación de ciertas enfermedades.
Existen muchos prejuicios en torno a sus conocimientos, sin tener un verdadero acercamiento al
potencial curativo de sus tratamientos a través del uso de hierbas y otros elementos de origen
natural, así como el factor psicológico que encierran sus rituales curativos: los médicos
tradicionales llevan consigo un cúmulo de experiencias probadas en la práctica que los respaldan y,
sin embargo, son vistos como poseedores de un conocimiento defectuoso que los margina en su
relación con el sistema médico occidental.
El hecho de que gran parte de la población maya no cuente con servicios de salud públicos y
mucho menos con la oportunidad de acceder a los privados, potencia la urgencia de implementar
proyectos de medicina alternativa que incluya a los médicos mayas, en un contexto de equidad y
respeto.
De acuerdo a los censos realizados por el INI, hoy transformado en la CDI, Comisión Nacional Para
el Desarrollo de los Pueblos Indígenas de México, en Yucatán existen cuatro grupos organizados
de médicos tradicionales entre los que se encuentran hierbateros, parteras, culebreros, sobadores,
hueseros y aprendices, que suman un total de 276 personas. Este capital humano debiera
aprovecharse para implementar programas alternativos y complementarios para brindar una
atención en materia de salud que fortalezca la labor de los médicos alópatas. Así como incentivar
mayor investigación en torno a las propiedades de las plantas en la curación de enfermedades, y
los efectos secundarios de los tratamientos aplicados. Solo mediante un reconocimiento y
validación de este conocimiento se podrá avanzar en su consolidación definiendo los límites de
cada una de las prácticas medicas: alópata y tradicional.
MÉDICOS TRADICIONALES
Chikindzonot Chikindzonot 8 9 17
Tixcacalcupul Ekpedz 6 3 3 12
53
Tizimín Tixcancal 6 2 1 9
Valladolid Dzitnup 2 1 3
Valladolid Valladolid 1 5 6
Valladolid Yalcoba 3 3
Valladolid Yaxché 1 1 2
Chichimilá Chichimilá 1 3 4
Tekom Tekom 1 2 3
Tixcacalcupul Txcacalcupul 1 5 6
Tixcacalcupul Poop 2 2
Txcacalcupul Xcalkdzonot 4 4
Chankom Xanlah 1 3 4
Chankom X’katún 1 1
Temozón Dzalbay 1 1
Temozón Hunuku 1 1
Peto Peto 5 9 1 15
Peto Xoy 2 2
Peto Yaxcopoil 1 1
Peto Papacal 1 1
Peto Dzonotchel 2 2
Peto Chan-Calotmul 1 1
Peto Tixhualactun 1 1 2
Tzucacab Tzucacab 1 6 7
Tahdziú Tahdziú 13 2 15
Akil Akil 1 2 3
Dziuché La Pimienta 1 1
(Quintana Roo)
Tekax Tekax 4 1 5
Tekax Penkuyut 1 1
Tekax Xaya 1 1
Halachó Cepeda 2 5 7
Halachó Halachó 4 5 5 14
Maxcanú Coahuila 1 1
Maxcanú Chunchucmil 1 1
Maxcanú Granada 3 3
ORGANIZACIÓN NACHI-COCOM
Yaxcabá Yaxcabá 2 1 5 4 12
Yaxcabá Yaxunah 2 1 1 1 5
Yaxcabá Tiholop 2 4 3 1 10
Yaxcabá Canakom 1 1
Yaxcabá Huechembal 1 1 2
Yaxcabá Tahdzibichen 7 1 1 2 11
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Yaxcabá Libre Unión 1 2 3
Yaxcabá Tixcacal 1 2 1 9
Yaxcabá Kankabdzonot 1 4 1 6
Cantamayec Cantamayec 1 2 3
Cantamaye Cholul 2 1 6
Sotuta Tabi 5 5
Sotuta Tobolón 2 5 1 8
Sotuta Zavala 5 6 1 1 13
Kantunil Holca 4 1 5
Huhi Huhi 1 1
Cuzamá Cuzamá 1 1
Fuente: Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas, CDI, datos de 2000.
Probablemente uno de los aspectos más difundidos y explotados del acervo cultural de los
yucatecos sea el patrimonio histórico y arqueológico. Si bien se le conoce y admira a nivel
internacional, en la realidad, la participación de la población indígena en su conocimiento, disfrute,
protección y manejo es bastante precaria. Instrumentos legales de carácter internacional como el
Convenio 169 de la OIT, la Ley Federal de Monumentos Históricos, Arqueológicos y Artísticos del
Instituto Nacional de Antropología e Historia y su Reglamento, permiten plantear desde ahora una
nueva relación entre las comunidades y la sociedad mayas y su patrimonio histórico y arqueológico.
Sería, desde luego, muy importante revisar y regresar a la discusión ya planteada en Yucatán por
investigadores del propio INAH y por organizaciones indígenas, de declarar dichas zonas como
lugares sagrados con lo que la concepción y el uso de las mismas resultarían seguramente
enriquecidos.
Es importante en este sentido que las instituciones encargadas del resguardo de este patrimonio
histórico y arqueológico de Yucatán, definan con precisión proyectos y programas de apoyo a la
promoción y difusión del conocimiento de este acervo en las comunidades eminentemente
indígenas, que le permitan al pueblo maya acercarlos a la herencia cultural de sus antepasados y
los motive en la búsqueda de saber aún más de sus raíces. Las investigaciones sobre la cultura del
pueblo maya prehispánico, deberían sintetizarse en volúmenes sencillos, accesibles para las
poblaciones del interior del Estado, con un lenguaje claro y gráfico, y no solamente ser productos
para enriquecer las bibliotecas particulares o de las universidades ubicadas en las grandes
ciudades. En este sentido consideramos que los estudiosos del pasado y presente del pueblo maya
no deben convertirse en fuentes solo para pequeños sectores de la población, sino en promotores
del conocimiento para la sociedad en general.
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Medio ambiente y regiones indígenas
En los últimos veinte años, la problemática ambiental ha sido una preocupación creciente. Diversos
sectores de la sociedad mexicana, pueblos indígenas incluidos, han reclamado la acción
gubernamental para frenar la devastación ecológica y las alteraciones ambientales que han sufrido
diversas regiones del país, tales como la deforestación, la erosión de los suelos, la contaminación
de los cuerpos de agua y el avance de la desertificación.
En materia de medio ambiente, Yucatán afronta el grave problema de la deforestación por la tumba
excesiva de selva, para la introducción de pastizales, y por el sistema de quemas empleado en el
cultivo de las milpas, que si no se realiza con el debido cuidado provoca severos incendios cada
año. Una muestra de la constante reducción de la riqueza vegetal del Estado es lo ocurrido en
1995, cuando se reforestaron 191 hectáreas, mientras que la superficie total cultivada rebasó las
800,000: 200,000 de cultivos cíclicos y cuando menos una tercera parte de esa superficie, unas
70,000 hectáreas, se quemaron ese año. Para el 2001, se registran 1,790 hectáreas de superficie
reforestada, contra 789 hectáreas siniestradas como consecuencia de 37 incendios forestales. Si
bien de 1995 a 2001 se ha incrementado significativamente la reforestación y el control de
siniestros, es necesario continuar con este esfuerzo y sobre todo realizar mayores campañas de
prevención que logren disminuir la pérdida de flora y fauna que estos ocasionan. De no continuar y
potenciar la labor en este sentido, la pérdida de las selvas del estado de Yucatán podría en un
futuro convertirse en un desastre ecológico que todos lamentaríamos y sufriríamos.
Asimismo, la actividad ganadera debe ser planificada y regularizada de tal manera que no continúe
erosionando grandes porciones de tierra, por otra parte incentivar procesos productivos de bajo
impacto ambiental y fortalecer las prácticas tradicionales benéficas y uso de tecnología no
contaminante para la conservación del medio ambiente.
Por otra parte, el agua, elemento angular de cualquier proyecto de desarrollo económico y social,
está prácticamente ausente de la superficie del Estado, en forma de ríos y lagos. No obstante, la
entidad cuenta con una generosa dotación de estratos acuíferos a los que se puede acceder en
distintas profundidades a través de pozos que van de 3 metros en el cordón litoral hasta 130 metros
en el vértice sur. En el centro y en el noroeste, hay algunos puntos expuestos por hundimiento total
o parcial de la bóveda calcárea, llamados cenotes o aguadas.
El entorno natural es responsabilidad de todos, autoridades y población civil, por lo cual, los
mecanismos y proyectos de conservación y rescate de los ecosistemas del Estado debe
necesariamente involucrar a la población indígena, a fin de garantizar el éxito de los futuros
programas y no atentar contra los derechos que les corresponde en el resguardo y cuidado de su
patrimonio ecológico y cultural.
56
Medios masivos de comunicación
A pesar de los excepcionales esfuerzos del INI, hoy CDI y el Instituto Mexicano de la Radio (IMER)
y, en los últimos años, del INDEMAYA, los espacios en la lengua de origen, aún son muy escasos.
Radio Solidaridad posee sólo una hora de programación en lengua maya y XEPET, U Chíikul u
Táan Mayao’ob, “La Voz de los Mayas” que opera en el Centro Coordinador Indigenista de Peto,
Yucatán, ofrece cerca de la mitad de sus programas en lengua maya, pero su cobertura se limita a
algunos municipios del sur de la entidad y unos cuantos del estado de Quintana Roo. El sistema
RASA, cuenta con un programa de entretenimiento con música tropical, “Candela en Maya, que se
trasmite de lunes a sábado , por su parte el Indemaya transmite notas informativas en el Noticiero
Matutino de Stéreo 92.9 y El IEGY,los miércoles en el 680 de AM (Sistema Rasa).
Un canal de televisión, patrocinado por el gobierno del estado (Trece TV) tiene un noticiero en
lengua maya y hasta no hace poco difundía un programa de enseñanza de lengua maya “Ko’one’ex
kanik Maaya”. Radio Universidad, de la UADY, también dedica algunos espacios a la difusión de la
lengua y cultura maya yucateca. Los periódicos locales excepcionalmente publican pequeñas notas,
cuentos y poesías en lengua maya.
Es urgente revisar la legislación vigente sobre el tema si se pretende alcanzar una presencia real y
generalizada del idioma y cultura propios de los antiguos habitantes de la región y que han
sobrevivido cinco siglos en la memoria de miles de yucatecos. La actual administración establece
que es indispensable informar al pueblo maya en su propio idioma, por lo que las cápsulas y spots
dirigidos a este sector de la población yucateca deben ser transmitidos en maya y en medios de
gran penetración.
La justicia es una demanda planteada con insistencia por los pueblos indígenas y se centra en dos
aspectos: el primero, reclama el acceso en condiciones de igualdad, a la jurisdicción del Estado, se
pide que se imparta justicia eficaz y con respeto a sus garantías individuales y a los derechos
humanos. El segundo, exige el establecimiento de nuevos derechos fincados en el reconocimiento
de sus especificidades culturales y étnicas.
57
Mexicano se ha adherido a diversos convenios internacionales a favor de los Derechos de los
Pueblos Indígenas. Sin embargo, en Yucatán no se contempla la diversidad étnica y cultural de su
gente, y no existe ningún apartado referente a los derechos del pueblo maya o indígenas, siendo
uno el estado con mayor número de población hablante de lengua indígena con respecto a su
población total por lo que se hace evidente un vacío en los sistemas jurídico y político que nos
rigen. De ahí la necesidad –y el justo reclamo– de introducir reformas a la Constitución del Estado y
el sistema jurídico vigente, a fin de incluir el reconocimiento pleno del pueblo maya y sus derechos
colectivos, junto a los individuales de todos los mexicanos y yucatecos. Es importante destacar que
la propuesta general está orientada al reconocimiento pleno de los Derechos Culturales y no a la
cesión gratuita de espacios con una perspectiva meramente asistencial.
Asimismo, es necesario destacar que la reforma constitucional sobre Derechos y Cultura Indígenas,
aprobada recientemente por el Congreso de la Unión e impugnada por diversos organismos de la
sociedad en general y de diversos grupos indígenas, no contempla en un sentido estricto los
compromisos establecidos por el Gobierno Federal en los Acuerdos de San Andrés Larráinzar,
Chiapas, ni recoge los derechos fundamentales señalados en el Convenio 169 de la OIT, en
conformidad con el artículo 133 de la Constitución Federal que destaca los siguientes:
b) Políticos: que establecen que el Estado debe desarrollar, con la participación directa de
los pueblos interesados, acciones coordinadas y sistemáticas para la protección de los
58
derechos de los pueblos, mediante la promoción de sus derechos sociales, económicos
y culturales y el respeto a sus tradiciones, costumbres e instituciones. Estas medidas
deben tener como finalidad ayudar a los integrantes de las distintas etnias a superar las
diferencias económicas y sociales con respecto al resto de la población, de manera
compatible con sus formas de vida, es decir, procurar su desarrollo sin inducir o forzar
sus principios y bases.
c) Sociales y culturales: con respecto a la relación que guarda la cultura de los pueblos
indígenas con el medio ambiente, se previene que los pueblos interesados, en acuerdo
con los gobiernos locales, participen en los estudios y diagnósticos sobre la incidencia
social, espiritual y cultural del hombre sobre el entorno. Los resultados deberán servir
como criterio para la ejecución de diversos programas de desarrollo, tomando las
medidas pertinentes para proteger y preservar los recursos naturales existentes en sus
territorios.
Se establece, también, que los Estados deberán tomar las medidas necesarias para
garantizar que las represiones ejercidas por las autoridades tradicionales por delitos
cometidos por integrantes de sus pueblos se realicen sin violar las garantías
individuales y los derechos fundamentales de cada individuo. En caso de que el
organismo encargado de aplicar la justicia sea propiamente del Estado, se deberán
tomar en cuenta las costumbres de dichos pueblos, así como sus características
económicas, sociales y culturales, prefiriendo sanciones propias de sus prácticas,
sobre el encarcelamiento.
59
Un aspecto fundamental de este nuevo enfoque en la educación es el derecho que
tienen los menores a recibir instrucción en su propio idioma, asegurando a su vez el
dominio de la lengua nacional, con miras a la preservación de su acervo cultural y a su
participación real y directa en el desarrollo del país.
Por último, se establece que las autoridades tienen la obligación de difundir y promover
los derechos y obligaciones de los pueblos indígenas, a través de medios acordes a su
cultura. Asimismo, tienen la responsabilidad de editar materiales didácticos que
favorezcan el conocimiento de la diversidad cultural de México y el Estado, con el
objeto de eliminar la discriminación y sentar las bases para una sociedad equitativa,
respetuosa e intercultural.
Ahora bien, aunque la exigencia y garantía de aplicación de estos derechos compete en mayor
medida al ámbito federal y no al local, como erróneamente se ha planteado desde algunos
sectores, es importante recordar que el sistema jurídico vigente contempla diversos niveles de
competencia, por lo cual la legislación de algunos estados ya reconoce su existencia legal.
En otras palabras, si deseamos rediseñar el marco legal, las políticas públicas y los programas
dirigidos al sector pueblo indígena, es fundamental propiciar en conjunto una serie de acciones
encaminadas no sólo a garantizar el cumplimiento de determinados derechos, sino también a
construir los enlaces, planes y estrategias que fomenten en la sociedad un trato justo, que
considere la diferencia cultural no como un problema, sino como parte esencial de la riqueza de
nuestro país.
Legislación Positiva.
Existen, en Yucatán, aproximadamente 106 códigos, leyes y decretos en vigor, promulgados por el
Congreso Estatal. No obstante el gran número de disposiciones legislativas y de la gran presencia
de la etnia maya; a saber, en ninguno de dichos ordenamientos, incluyendo la Constitución del
Estado, se reconoce a los mayas yucatecos como sujetos de derecho. Esto quiere decir que como
etnia, como pueblo maya, no cuentan con un reconocimiento individual y ni siquiera colectivo que
los contemple como sujetos con derechos específicos por poseer una cultura diferente.
Procuración de Justicia.
Actualmente la Procuraduría General de Justicia del Estado de Yucatán cuenta con 35 Agencias del
Ministerio Público, seis de las cuales se encuentran en las localidades de Valladolid, Maxcanú,
Ticul, Tizimín, Tekax e Izamal, comunidades con gran presencia maya; sin embargo, en ninguna
de dichas agencias existen peritos traductores e intérpretes especializados, defensores
comunitarios o personal capacitado ex profeso para la atención de los asuntos en que se ven
involucrados indígenas mayas. En consecuencia, tampoco existe una Dirección o Departamento en
60
la Procuraduría, especializado en la atención de aquellos indígenas mayas que se ven inmiscuidos
como victimas o presuntos responsables.
Derecho Penal
Yucatán cuenta con tres Centros de Readaptación Social, ubicados en los municipios de Mérida,
Tekax y Valladolid (Ebtún), en los cuales se encuentran numerosos presos indígenas. En el de
Mérida, en abril de 2002, se registraban 94 internos indígenas sentenciados y 35 procesados, de
los cuales 11 (9 sentenciados y 2 procesados, uno de Cozumel y otro de Campeche) no eran
originarios del Estado. Para el mismo período, en Ebtún se registraron 41 internos sentenciados por
homicidio calificado, violación, robo y asociación delictuosa, principalmente, y 59 procesados,
acusados por delitos de robo, incumplimiento de obligaciones de asistencia familiar y violación,
entre otros, todos por la comisión de delitos del fuero común.
En los procesos del fuero común no se pudo encontrar antecedentes de que en las sentencias
promulgadas por jueces de Defensa Social se hayan tomado en cuenta los usos y costumbres de
los indígenas mayas involucrados en los procesos penales, es decir, ante la ley y ante las
autoridades judiciales no existen procesados o sentenciados mayas. Los esfuerzos realizados por
el INI en el pasado, hoy CDI y más recientemente por el INDEMAYA han logrado que se tome en
cuenta el factor cultural en los procesos. Estos organismos trabajan en la liberación de presos
mayas acusados por delitos menores, realizando estudios socioeconómicos y antropológicos en los
casos que les toca atender. Sin embargo aun falta mucho para hacer que la aplicación de la justicia
al pueblo maya este acorde con lo establecido en el Derecho Indígena.
Derecho de la Mujer
De igual forma, las Instituciones encargadas de atender a las familias yucatecas no han hecho una
distinción respecto de los derechos de las mujeres y niños mayas en el Estado. Sabemos que las
mujeres indígenas tienen un particular sentido de pertenencia con relación a su comunidad y
sabemos, también, que las condiciones socioeconómicas de las últimas décadas han provocado un
creciente movimiento migratorio de hombres y mujeres a distintos puntos del Estado, la Península,
el país y el extranjero. Lamentablemente, los programas de atención y desarrollo para la mujer
yucateca que se aplican en zonas rurales y urbanas, se realizan sin tener en consideración los
rasgos culturales de los diversos sectores de la población. En este sentido se tiene que establecer
acuerdos y convenios de trabajo con el Instituto para la Equidad de Género en Yucatán.
61
municipal, para que el derecho de los mayas a ser reconocidos como pueblos, con identidad propia
y con derechos históricos, se dé en nuestro Estado.
En virtud de la disposición constitucional que señala la obligación de que las Legislaturas de los
Estados adecuen su legislación a los principios propuestos en la Carta Magna y a que en la pasada
reforma sobre Derechos y Cultura Indígenas no hubo representación real del pueblo maya y que los
indígenas mayas del Estado requieren de condiciones equitativas para su desarrollo, en un marco
de respeto, se propone la realización de una serie de acciones tendientes al reconocimiento jurídico
de la etnia, en tanto sujeto de derechos colectivos.
En primer término, es primordial el reconocimiento del pueblo maya en la Constitución del Estado,
para tal efecto se propone establecer en la legislación vigente el reconocimiento de la composición
pluricultural de su sociedad, garantizando al pueblo maya el efectivo acceso a la impartición y
aplicación de la justicia, comenzando por la aplicación práctica de los principios que establecen el
respeto a los sistemas tradicionales, reconociendo el derecho colectivo a la autodeterminación y el
respeto a su organización social, política, económica y cultural.
a) Garantizar el uso y usufructo de las tierras y recursos naturales que pertenecen a las
comunidades mayas de Yucatán, mediante la implementación de mecanismos legales
que permitan defender el derecho que tienen sobre sus territorios, de tal modo que los
proyectos de desarrollo dirigidos a este sector respondan a los intereses de las propias
comunidades involucradas. De ahí la importancia de efectuar un análisis previo para
determinar el costo social de dichos proyectos, que deberán, en todo caso, estar
orientados al desarrollo sustentable. Por otro lado, deberán garantizar la creación de
empleos, promover la capacitación e impulsar actividades agroindustriales e
industriales.
b) Establecer mecanismos legales a través de los cuales los mayas puedan asegurar sus
derechos de creación o autoría de diversos productos, como en el caso de las
artesanías, y obtener impuestos por el uso o copia de sus diseños. Se debe procurar
que las grandes empresas, como las cadenas hoteleras o de agencias de viajes, que
62
basan su éxito y crecimiento económico en la atracción turística del acervo
arqueológico o natural de los antiguos territorios mayas, se comprometan a través de
diversos mecanismos a contribuir con el fomento de proyectos de desarrollo y
protección al entorno, en beneficio directo de las comunidades indígenas.
d) Procurar el acceso a información veraz, oportuna y suficiente sobre las actividades del
Gobierno y asegurar el acceso a los diversos medios de comunicación ya existentes, al
tiempo que apoyar la creación y la consolidación de medios propios, como la radio, la
televisión, telefonía, prensa escrita, Internet y acceso a satélites.
e) Proteger los derechos de los migrantes mayas del campo a las ciudades y otras
regiones, tanto en el interior del Estado, como en todo el país y el extranjero.
Por otro lado, la defensa de la cultura maya está estrechamente ligada al derecho que se tiene de
desarrollarla y promoverla, obviamente, dentro de un marco nacional que contribuya a la
coexistencia armónica y respetuosa de toda la sociedad; por lo tanto, se hace indispensable el
establecimiento de una legislación que proponga normas claras y precisas sobre el fomento, la
difusión y revaloración de este sector de la población, con base en un diálogo intercultural.
63
VII. HACIA UNA NUEVA POLÍTICA PARA LA POBLACIÓN INDÍGENA
La marginación y la pobreza, en muchos casos extrema, que sufren los pueblos indígenas en
nuestro país han sido resultado de dos tendencias fundamentales aplicadas a lo largo de la historia:
la segregación colonial y el integracionismo nacional. La primera tendió a constreñir la cultura y la
sociedad maya al ámbito inmediato y local, al impulsar la fragmentación de los mecanismos de
organización social. Más tarde, con base en esta realidad fragmentada, el integracionismo
intentaría combatir la profunda desigualdad de los pueblos indígenas mediante su incorporación
plena a la llamada “Nación Mexicana”, negando la diversidad cultural y aplicando un esquema de
transculturación forzada que tuvo su principal instrumento en los programas de educación pública.
Como resultado, generaciones de mayas yucatecos han permanecido al margen del desarrollo y sin
contacto con la diversidad de la cultura universal, sufriendo además de la negación de su propia
cultura. El resultado de la política indigenista integradora ha sido la generación de grupos
marginados que alimentaron las bases del corporativismo oficial en el sistema partido/Estado. Así
se formaron grandes sectores de población que gravitaban en una especie de “limbo”, entre dos
culturas, debido a la pérdida de gran parte de su propio acervo y la falta de las habilidades
necesarias para funcionar en el complejo mundo contemporáneo, por deficiencias en el proceso de
socialización que impiden una cabal capacitación para la vida.
Una nueva política para la atención de la población maya del Estado de Yucatán debe sustentarse
en dos principios fundamentales: el reconocimiento de la deuda histórica con este sector,
atendiendo el reclamo de justicia social, y el reconocimiento de la capacidad y la fuerza vital de la
sociedad maya para mantener sus principios identitarios y sus bases culturales, en el contexto
globalizador de la modernidad. Estas exigencias se reflejan en la necesidad y la urgencia de
diseñar nuevas estrategias mediante las cuales las instituciones de gobierno puedan abrir canales
de comunicación intercultural que impulsen el desarrollo y respeten la diversidad, en torno a tres
ejes fundamentales:
a) Educación
b) Combate a la marginación, y
Como veíamos líneas arriba, en lo que se refiere al primer punto, el Sistema de Educación Indígena
debe ser fortalecido con miras a solucionar el desfase que existe entre la socialización primaria
realizada en lengua maya y el proceso educativo formal impartido básicamente en español. Deben
revisarse objetivos, programas, capacitación de docentes y recursos destinados a esta propuesta, a
fin de lograr una educación bilingüe verdaderamente eficiente en todos los niveles. Los objetivos
deben ser que, a mediano y largo plazo, los estudiantes indígenas puedan competir en igualdad de
condiciones por un lugar en la educación superior y tecnológica y procurar abatir el rezago
64
educativo en lo que a infraestructura se refiere, para una mejor atención de las comunidades y
asentamientos indígenas marginados.
En cuanto al segundo eje, el combate a la marginación, la magnitud del reto exige replantear el
diseño de estrategias que impulsen acciones coordinadas de las distintas dependencias
gubernamentales dedicadas a atender los problemas ya analizados, que son indicadores de
marginación. Por consiguiente, es fundamental implementar acciones combinadas que integren
tanto programas asistenciales, como la dotación de infraestructura, el fomento a la inversión y la
generación de fuentes de empleo.
VIII. FUENTES
Antecedentes históricos
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Mérida, 1993.
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México, 1970.
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Michoacán-UADY, Zamora, 1994.
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University of California, Los Angeles, 1974.
65
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colonial yucateco, 1540-1730”, (borrador de tesis de doctorado) FFL, UNAM, México, 1999.
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IX. ANEXOS
Mapa del estado de Yucatán
(Regionalización del Estado de Yucatán)
Fuente: Plan Estatal de Desarrollo 2001-2007
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