Lo Que Te Dire Cuando Te Vuelva A Ver Albert Espinosa
Lo Que Te Dire Cuando Te Vuelva A Ver Albert Espinosa
Lo Que Te Dire Cuando Te Vuelva A Ver Albert Espinosa
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LO QUE TE DIRÉ
CUANDO TE VUELVA A VER
Albert Espinosa
(Fragmento)
Eran casi las ocho de la noche en Lezzeno, estaba en la bañera y desde allí
observaba el lago de Como. Supe que era el instante de tomar la decisión
más importante de mi vida, la que definiría quién era yo y cómo deseaba ser
el resto de mis días.
¿Dejarte llevar por la venganza o actuar con cordura? Realmente, en este
mundo de locos ¿te pueden pedir calma?
El lago estaba más bello que nunca, jamás había visto esos colores reflejad os
en el agua. Además llovía a mares desde hacía días; decían los de recepción
que podía llegar a desbordarse.
Añoraba a mi padre y supe que debía contaros esta historia. Ojalá me salga
como deseo. Todo lo que os relato es real. Es mi vida, son mis miedos y mis
anhelos. Aunque yo no soy más que un hombre que algún día seré olvidado
pero cuyos problemas serán idénticos a otros que vivirán dentro de cientos
de años o siglos.
¿Por qué escribo ahora este libro? Creo que tiene que ver con este lugar.
Como atrae tus temores y los lleva hacia el centro del lago. Noto que ahora
mismo está atrayendo todo lo que debo desechar.
Me acabo de hacer una foto con el móvil, necesitaba inmortalizar este
instante preciso de mi vida. Es la locura de este siglo que me ha tocado
transitar, todo se ha de inmortalizar para que luego se pierda en un mar de
datos cibernéticos y no lo vuelvas a ver.
Aunque yo realmente necesito atrapar este instante porque no deseo que
cambie la temperatura ni que se oscurezca el cielo, y mucho menos que deje
de sonar la canción que estoy escuchando en bucle. Se ha convertido en la
banda sonora de este momento. No la puedo oír, pero vibra dentro de mí:
en mi alma y en mi espíritu.
Es el tema Meraviglioso de Domenico Modugno lo que suena sin parar. Es
una de esas canciones que duele con sólo escucharla y que habla de los
demonios que poseemos dentro.
Veo desde mi bañera un barquito justo en medio del lago, deseo lanzarme
desde el balcón de este hotel e ir nadando hasta él. Siento que ese lago me
llama poderosamente y desearía surcar sus aguas pensándome que no
tienen fin.
¿Qué tiene este lago de Como que coge mis demonios y los agita?
Yo era un chico con objetivos claros y lo que me ha pasado estos meses me
ha afectado la mente. Todo cambia tan rápido si no estás preparado
emocionalmente y nadie te educa en este sentido. Te abandonan con
enseñanzas inútiles que no te preparan para nada y es por ello que hay tanto
loco emocional que lucha contra los cuerdos racionales.
Todos en aquel colegio eran sordos como yo. Así que en el sentido auditivo
me sentía como en casa.
No diré que me encontraba bien con mi sordera. No lo llevaba bien, me
sentía inferior o quizá el resto del mundo me hacía sentir así.
Por eso en aquella época me refugié entre niños antes de volver a la realidad.
Supongo que paré el mundo, como decía mi padre. Allá me sentía seguro.
Casi no utilizaba el habla y eso que podía hacerlo porque me quedé sordo
tarde.
Es muy fácil salir de este mundo para evitar que te hagan daño, pero volver
cuando ya has salido es complicadísimo.
Ahora lo veía todo de otra manera, creo que estaba relacionado con los
puntos de los que hablaba Steve Jobs. Él decía: «No puedes conectar los
puntos mirando hacia delante; sólo puedes hacerlo mirando hacia atrás.
Tenéis que confiar en que los puntos se conectarán de algún modo en
vuestro futuro».
Ahora, en aquella bañera, los puntos se estaban conectando. Espero poder
explicáoslo bien y en un orden coherente para que lo comprendáis.
En aquella guardería fui feliz. Los niños hacían que me sintiera uno de ellos.
No tengo dudas de que la inteligencia es un don y la bondad es una elección.
Los niños poseen ambas cualidades de serie.
Quizá eso lo resume todo, la decisión que había de tomar tiene que ver con
esos dos conceptos: inteligencia y bondad.
Pero creo que me estoy liando, he de empezar por el principio, os estoy
contando demasiadas cosas, algunas innecesarias para la historia y otras
muy importantes pero no en el orden que toca.
Todo empezó con el viaje que hice con padre hace ya seis meses. Ése es el
inicio, eso es lo que os debo contar primero.
Y os he de hablar de mi padre, de cómo lo perdí y sobre todo de cómo lo
reté.
A mi madre la perdí hace mucho más. No deseo hablaros mucho de ella,
pero sí que os diré que me escribió una carta antes de morir donde me
hablaba de nuestra vida juntos y de los pozos erróneos. Creo que es
importante que os lea lo que decía sobre eso:
Izan,
si te pasas la vida buscando en pozos erróneos,
tu vida será infeliz.
Los pozos son erróneos porque alguien te indicó de pequeño que allá estaba
tu camino y tu sentido.
Y tú vuelves y vuelves...
Retornas toda tu vida y lo que obtienes
sólo te contamina
y te hace buscar en otros pozos
mucho más erróneos.
No era ella la que me había llevado a esos pozos erróneos, era mi padre.
Pero fue sin maldad, tan sólo con consejos continuados durante mi niñez y
adolescencia.
Todo eso que repites a tus hijos acaba haciendo mella en ellos en el futuro.
Después, extraer todos esos consejos bien intencionados pero equ ivocados
cuesta una vida entera.
No quiero culparle a él, ni creo que ésa fuera la intención de mi madre en
esa carta. Los pozos erróneos siempre necesitan del buscador de pozos y ése
era yo.
Pero cuando pierdes al instigador de los pozos es cuando te das cuenta de
que no sabes ni por qué estabas buscando aquello que no deseabas.
Bueno, pues de eso va esta historia, de pozos erróneos. Creo que sería un
buen resumen.
Pero empecemos por el principio, disculpadme por los giros y la
imprecisión.
Todo empieza con un hijo retando a su padre.
Éste es el inicio.
Todo hijo reta a su padre.
Lo que no imaginamos es que el padre morirá un día y el reto carecerá de
sentido.
Mi padre murió hace seis meses, como os he dicho. Todo lo que os contaré
tiene que ver con él y con quien soy yo desde que le perdí. Supongo que no
entierras solo a tu padre, sino también a la parte que creaste para agradar a
tu padre.
¿Quién soy yo sin él? No lo sé, pero espero que este libro me ayude a
moverme de este clima de impasse en el que me encuentro. Quizá no lo haga,
pero creo que escribir es lo único que puede hacer que vire hacia otro lugar.
Tal vez las palabras me empujen a cambiar de estado.
Formo parte de un club nuevo para mí, los que no tenemos padre ni madre.
Somos cientos, miles, millones en este Universo.
Chicas y chicos que retaban a sus progenitores y que deben reencontrarse
después de tanto reto.
Mi padre se separó de mi madre cuando cumplí los cinco años. No sé bien
por qué, él no se explicaba bien cuando quería que no le enten diésemos.
Se dedicaba a buscar niños perdidos, ésa era su profesión. Era muy bueno
en ello. Casi siempre los encontraba.
A casa siempre llamaban padres y madres al borde de la locura. Él siempre
me decía que no teníamos que empatizar con ellos, simplemente debíamos
pasarle el teléfono sin atisbo de sentimientos.
Y yo hacía eso.
En teoría era raro que llamasen extraños a casa llorando por la pérdida de
un ser querido. Pero mi padre vivía de esos desconocidos. Así que para mí
eran clientes, igual que el hijo de un charcutero no se preocupa de que la
gente compre carne de animales muertos a su padre.
De pequeño me parecía el ser más increíble del Universo. Casi como un
súper héroe. Con los años, nos distanciamos. Él y sus niños perdidos me
acabaron asqueando y me daban absolutamente igual.
Qué importaba esa gente cuando no cuidaba de su propia familia.
Nos había perdido, pero nadie llamaba a casa para que nos encontrase.
Supongo que todo se resume en que me puse a favor de mi madre después
del divorcio. A él no lo veía mucho. Siempre estaba de viaje buscando a sus
niños.
Ahora está muerto y me duele hablar mal de él. Pero de qué serviría no decir
la verdad, debo confesar lo que siento o de nada servirá este escrito. No me
moverá, me mantendrá en este limbo cómodo.
Continúo.
Mi madre nunca me habló mal de él. Supongo que no hacía falta, estaba muy
claro cómo era él y cuáles eran sus prioridades. Su trabajo le absorbía por
completo.
Su dolor era máximo cuando no encontraba a un niño por alguna razón,
muchas veces era culpa del captor o de la familia que había avisado
demasiado tarde. Jamás, que recuerde, fue debido a su falta de pericia.
Cuando los recuperaba, casi no se alegraba, era lo que se esperaba de él. Era
su trabajo.
Mi madre se cansó de esa vida y lo abandonó.
(…)