Tesis Alexander Pereira Fernandez
Tesis Alexander Pereira Fernandez
Tesis Alexander Pereira Fernandez
Presenta
ALEXANDER PEREIRA FERNÁNDEZ
Asesor
MIGUEL ÁNGEL URREGO ARDILA
Índice
Presentación 3
Capitulo I
A manera de Introducción: apuntes en torno a la práctica biográfica 8
Capitulo II
El nacimiento de una vocación 36
1. Antes de empezar 36
2. Orlando 38
Capítulo III
Fals Borda: la corriente romántica de la sociología en América Latina (1959-1989) 62
Introducción 62
1. La ruptura instauradora 63
2. La violencia en Colombia 76
3. Una nueva sensibilidad 103
4. La dimensión romántica 126
Conclusión 149
Fuentes documentales 154
Bibliografía 154
~3~
Presentación
colombiano Orlando Fals Borda (1925-2008). Lo que el lector tiene entre manos consiste en una
serie de escritos que van encaminados a explorar las aristas más relevantes del pensamiento de
este autor, dentro de lo que puede considerarse una biografía intelectual. Desde ese enfoque
biográfico, pretendemos demostrar que la perspectiva ideológica que alcanzó a madurar Orlando
Fals Borda es una variante particular de cierta corriente de romanticismo anticapitalista que es
posible encontrar en sus obras, como manifestación particular de la radicalización intelectual que
tuvo lugar entre diversos científicos sociales de Colombia y América Latina en los años sesenta y
ochenta. Entendiendo el romanticismo anticapitalista como una protesta que posee una
perspectiva de base moral fuerte, que expresa una querella contra el desarrollismo y la
modernización industrial capitalista. Lo anterior es, en rigor, nuestra hipótesis central de trabajo.
establecer las motivaciones que condujeron a Orlando Fals Borda a adoptar dicha posición
romántico anticapitalista, mostrando cuál fue el tipo de pensamiento que pudo madurar desde esa
matriz ideológica a partir de sus elaboraciones sociológicas. Creemos que un estudio biográfico
como el que hemos realizado se justifica por las siguientes razones. Por un lado, porque
los procesos sociales. Lo que no contradice el enfoque que analiza a los intelectuales como
miembros de una categoría social, la diferencia está en que a nosotros no nos interesa pasar por
alto la trayectoria individual de un intelectual para comprender su obra como una expresión
~4~
singular dentro del mundo intelectual al cual pertenece. Por otra parte, porque durante el proceso
de investigación llegamos al convencimiento de que para comprender los aportes propios del
metiéndolos a todos dentro de un mismo saco, ya que de lo contrario se tiende a caer en la idea
según la cual todos obedecen a una misma lógica para sus creaciones.
tomando en cuenta sus sectores más representativos. Por lo general se habla de marxismo,
leninismo, maoísmo, trotskismo, estalinismo y de una innumerable serie más de ismos para
clasificarla. Con razón o sin ella, muchas veces esas clasificaciones aluden a las influencias
extranjeras que pesan sobre la izquierda intelectual de la región. Como si los intelectuales de esta
parte del mundo no hubieran hecho otra cosa que copiar ideas políticas y teorías que les venían de
afuera. Es obvio que las ideas, y más aún las ideas políticas, no son patrimonio de ningún
territorio en particular. Las ideas simplemente circulan y son recreadas donde pueden tomar
asiento. Sin embargo, da la impresión que de tanto investigar la recepción de ideas originadas a
lo que es más, ha habido una tendencia a pasar por alto la particularidades mismas de cada
intelectual para sus procesos de creación, sin tener en cuenta su naturaleza subjetiva, la cual puede
ser tan decisiva como los condicionamientos históricos o contextuales. Explorar la trayectoria de
Fals Borda desde la perspectiva que proponemos, no solo podrían ayudar en el desenterramiento
existencia de una corriente romántica en las ciencias sociales de la región. En particular durante el
período que va de 1959 a 1989, que coincide con es el lapso de tiempo de mayor producción
~5~
América Latina.
Para llevar a cabo nuestro estudio, en primer lugar, nuestro escrito intenta aproximarse a las
discusiones que en la actualidad se vienen dando acerca del género biográfico. Es así que el
primer capítulo de esta tesis consiste en una exploración sobre los debates epistemológicos que
hoy por hoy existen en torno a la biografía. Creemos que un capítulo introductorio como ése se
justifica porque durante el proceso de investigación uno de los asuntos más problemáticos para
nosotros fue, precisamente, aclararnos en qué consiste la práctica biográfica. Además, es muy
probable que con la lectura de ese primer capítulo el lector comprenda mejor las dificultades con
las que puede tropezar un historiador al intentar realizar un estudio de este género. Con todo, se
trata de un capítulo aparentemente desconectado del resto de la tesis, pero sin el cual no hubiera
sido posible la escritura de la misma, ya qué gracias a su escritura fue que logramos
familiarizarnos con esta forma de trabajo, como lo es la biografía, tan inclasificable entre la
historia y la literatura.
Luego, el segundo capítulo se ocupa de estudiar los años de formación juvenil de nuestro
biografiado. La idea es que esta parte sirva para comprender varios aspectos de la personalidad de
Fals Borda, particularmente los concernientes a su educación cristiana y científica, los cuales
capítulo, pues la idea era adentrarnos de inmediato en las décadas que tienen que ver con sus años
de más producción intelectual. No obstante, debido a los comentarios y sugerencias que nos
~6~
hicieron durante los seminarios de avances de investigación, nos dimos cuenta de que un capítulo
como este era necesario, ya que sin él terminaba siendo muy difícil ubicar la personalidad de
nuestro biografiado. En todo caso, se trata más bien de un capítulo descriptivo, que sin dejar por
fuera el análisis riguroso, busca mostrar la estructura de valores morales, políticos e intelectuales
con los que Fals Borda se formó antes de hacerse un hombre público.
Partiendo de todo lo anterior, se llega al tercer capítulo, que puede considerarse el corazón de la
tesis. Se trata de la parte más extensa de la misma, en la que cada apartado bien podría
considerase la base para futuros capítulos dentro de una investigación más amplia de la que
posibilita una investigación de maestría. Básicamente el objetivo del tercer capítulo radica en
conductor de una pregunta principal que es a la vez nuestra hipótesis de trabajo. La cual,
este sociólogo. En este capítulo hacemos un recorrido por los años más productivos de la
trayectoria intelectual de Fals Borda (1959-1989), siempre intentando ubicarlo dentro de las
circunstancias que le tocó vivir en Colombia, sin perder de vista su condición como intelectual
latinoamericano. Es así que hemos intentado hacer un esfuerzo por mostrar el desenvolvimiento
de su obra dentro del contexto intelectual colombiano vinculándolo con el movimiento que
seguían los sociólogos latinoamericanos que le eran contemporáneos. Nuestra tesis cierra con una
conclusión que intenta condensar lo que interpretamos del romanticismo anticapitalista en la obra
de Fals Borda.
~7~
Finalmente, me gustaría aprovechar el espacio de esta breve presentación para expresar mis
maestría en historia del Instituto de Investigaciones Histórica por todo el apoyo y las enseñanzas
que me dieron durante los semestres de estudio. Especialmente al profesor Miguel Ángel Urrego,
quien además de asesorar la presente tesis, contribuyó a aclarar muchas de mis inquietudes a
través de conversaciones informales, durante las asesorías de tesis y por medio de los cursos que
nos ofreció a los estudiantes de maestría. Los profesores Leticia Bobadilla, Rosario Rodríguez,
Francisco Alejandro García Naranjo y Salvador Morales también fueron muy generosos con sus
aportes académicos y personales. Ni que decir del director del Instituto, el doctor Gerardo
Sánchez, que con su habitual sencillez siempre estuvo atento a las necesidades de todos los de la
maestría. También agradezco a mis compañeros de estudio, con quienes no sólo tuve la
oportunidad de intercambiar ideas en las clases, sino también sus experiencias como jóvenes
doy gracias, muy especialmente, a Verónica, Mireya, Denisse y a Ignacio. Rosa Elena Yacutá
merece una mención muy especial, por su desprendimiento y generosidad para con todos los que
Capitulo I
A manera de Introducción:
Apuntes en torno a la práctica biográfica
Entre los científicos sociales más influyentes del siglo XX Pierre Bourdieu fue quizá el autor que
con mayor contundencia denunció los problemas epistemológicos de la biografía. Sus críticas al
trabajo biográfico fueron tan agudas que difícilmente un investigador que se dedique a la práctica
biográfica podría darse el lujo de pasarlas por alto. Se diría, incluso, que aún los científicos
sociales que no comparten su propuesta teórica están llamados a tener en cuenta sus críticas. Lo
anterior, irónicamente, porque en la negación que Bourdieu hizo de la biografía podrían hallarse
salidas a los problemas epistemológicos que siempre han perseguido a quienes se dedican a tales
estudios. Por eso, pese a que Bourdieu niega cualquier pertinencia científica a la biografía, en el
presente capítulo intentaremos discutir sus objeciones con el fin de explorar alternativas que
permitan construir un enfoque más seguro para el trabajo biográfico. Para desarrollar las ideas
anteriores, el capítulo se divide en tres partes y una breve conclusión. En la primera, expondremos
las objeciones que Bourdieu expresó contra la investigación biográfica. En la segunda y tercera,
apoyados en otros autores, plantearemos una serie de réplicas a tales objeciones, esbozando al
En diversos pasajes de su obra, Pierre Bourdieu tuvo oportunidad de hacer referencia a los
estudios biográficos, pero es sin duda su artículo titulado “La ilusión biográfica” el que mejor
condesa sus puntos de vista sobre este asunto 1. Ahí, Bourdieu niega cualquier pertinencia
analítica a la biografía, afirma categóricamente que ésta en tanto que se funda en una creación
artificial de sentido es un absurdo científico. Bourdieu señala que la biografía padece un peligroso
problema de subjetivismo que conduce al biógrafo a una serie de trampas o ilusiones en las que se
hallaría perdido sin poder escapar. De ese modo, denuncia las ambiguas relaciones que se
establecen entre biógrafo y biografiado, en el sentido de que el primero, en el intento de dar una
terminarían por encerrar al investigador en las siguientes ilusiones. La primera, sería la de creer
1
El artículo “La ilusión biográfica” fue publicado por primera vez en 1986, en castellano puede leerse en uno de los
textos anexos de: Pierre Bourdieu, Razones prácticas. Sobre la teoría de la acción, Barcelona, Editorial Anagrama,
1997, pp. 74-83.
2
Bourdieu, “Razones prácticas...”, pp. 75-76.
~ 10 ~
que la existencia de una persona tiene un carácter único, particular, que en su singularidad
expresaría una historicidad propia, como si la trayectoria individual de una persona pudiera dar
estructurales que también pesan sobre categorías de sujetos. La segunda ilusión, sería la de
daría una sucesión de acontecimientos que estarían atados unos a otros y dirigidos hacia el
monocausal.
La tercera, consistiría en suponer que al igual que sucede con el nombre de una persona, que no
cambia en el transcurso de su vida, ésta gozaría también de una identidad unitaria capaz de
mantenerse estable sin importar las circunstancias, las épocas o los lugares, es decir, que se estaría
efecto tiene una persona. En definitiva, todas estas ilusiones llevarían presumir que el biografiado
tiene una trayectoria vital coherente, que lo dotaría de una intencionalidad implícita que
impulsaría su existencia hacia el cumplimiento de unas metas supremas que, como es obvio, el
biógrafo conoce de antemano. Además, ese conocimiento previo que tiene el biógrafo del fin que
por esa vía en el esencialismo. Por todo lo anterior, Bourdieu niega un carácter científico a la
Tratar de comprender una vida como una serie única y suficiente en sí de acontecimientos
sucesivos sin más vínculo que la asociación a un ‘sujeto’ cuya constancia no es sin duda más que
~ 11 ~
la de un nombre propio, es más o menos igual de absurdo que tratar de dar razón de un trayecto en
el metro sin tener en cuenta la estructura de la red, es decir la matriz de las relaciones objetivas
entre las diferentes estaciones 3.
Según esta metáfora del viaje “en un metro sin tener en cuanta la estructura de la red”, se infiere
que Bourdieu exige al biógrafo privilegiar el estudio de las estructuras sociales que condicionan
las acciones del individuo. Más exactamente, este sociólogo defiende que para escapar del
subjetivismo y las ilusiones que éste conlleva sería necesario reconstruir el contexto en el que se
mueve la persona estudiada. Lo que en términos de su propia teoría supone, antes que nada, una
compresión de los estados sucesivos de los distintos campos en que se desenvuelve la vida del
biografiado. Esto, a su vez, obligaría a que deban ser estudiadas las relaciones objetivas en que
estaría involucrado el biografiado con otros sujetos, al menos en los campos pertinentes del caso.
que cabe llamar la superficie social, como descripción rigurosa de la personalidad designada por
el nombre propio” 4.
En otro texto suyo, continuando con sus querellas sobre la legitimidad científica del género
biográfico, puede leerse la que podría ser considerada una propuesta para superar los problemas
estudio biográfico realizado por Sartre sobre Flaubert, acusa al autor de haberse perdido en las
ilusiones que ya tuvimos oportunidad de describir. Dice: “El hecho es que el análisis sartreano
3
Bourdieu, “Razones prácticas...”, p. 82.
4
Bourdieu, “Razones prácticas...”, p. 82.
~ 12 ~
originario’” 5. Bourdieu es vehemente en defender la forma en que, según él, debería efectuarse el
trabajo científico. Insiste en que la única salida científica para la biografía está en partir de un
análisis estructural de los sistemas relacionales que definen el estado de los campos y los distintos
Según el enfoque de Bourdieu, los campos son espacios sociales que se forman alrededor de la
valoración de hechos relacionados con la ciencia, el arte, la política, la cultura, entre otros. Se
trata de campos de fuerza donde se establecen relaciones sociales objetivas, en las que los
individuos compiten por ocupar un lugar en la jerarquía generada entre los agentes que detentan
distintos tipos de capital –simbólico, de poder, económico, etcétera-. En ese sentido, los campos
constituyen en su interior y en el vínculo que tienen con otros campos redes de relaciones de clase
en las que se generan conflictos por la obtención de distintos tipos de capital. De lo que se
desprende que cada uno de esos campos puede alcanzar grados de autonomía que los lleva a
competir entre sí dentro del campo más amplio de poder, que atraviesa toda la estructura social.
Al interior de todo ese complejo entramado de relaciones sociales, los individuos tendrían una
posición definida que los condicionaría a actuar dentro de los límites de ciertas posibilidades
históricas. Es decir, que la situación objetiva que ocupan los agentes sociales dentro de los
distintos campos los determinaría a tener ciertos tipos de comportamientos, de formas de sentir y
de pensar. Esto último es lo que Bourdieu llama el habitus, que consiste en las prácticas sociales
que ha adquirido el individuo durante su formación social: gustos, habilidades, lenguaje, formas
sociedad. Así, pues, el habitus sería al mismo tiempo lo que generaría la reproducción de las
habitus funciona como forma de control de quienes están en lo alto de las jerarquías de poder, y
por otro, es lo que posibilita el margen de maniobras de acción con que cuentan los dominados
Dicho lo anterior, es posible ahora comprender porqué Bourdieu defiende que los estudios
biográficos deberían partir del análisis estructural de los sistemas relacionales, pues serían éstos
los que definirían el estado de los campos y el habitus que los agentes adquirirían por su situación
objetiva dentro de ellos. Desde ese punto de vista, es evidente que para Bourdieu lo importante
sería explicar los habitus generados entre categorías de individuos que comparten ubicaciones
similares dentro y entre los distintos campos. De lo cual se desprender que el sujeto no es
pertinente como tampoco lo son los acontecimientos particulares, ya que en última instancia lo
acontecimientos entre distintos grupos de individuos. Es por ello que Bourdieu descalifica
tajantemente la pregunta que se hace Sartre sobre Flaubert, y que es la misma que se hacen casi
todos los biógrafos sobre sus personajes: ¿De qué manera Fulano de Tal llegó a ser lo que es? Esa
sería según Bourdieu una falsa pregunta porque ningún individuo es realmente original, ni su vida
de una biografía intelectual, que es la que a nosotros nos interesa y es el ejemplo que toma
¿Cuáles debían ser, desde el punto de vista del habitus socialmente constituido, las diversas
categorías de artistas y escritores en una época dada y en una sociedad dada, para poder ocupar las
~ 14 ~
posiciones pre-dispuestas para ellos por un estado del campo intelectual, y para poder adoptar, en
consecuencia, las tomas de posiciones estéticas o ideológicas ligadas objetivamente a las posiciones
ocupadas? 6
Siendo consecuente con ese interrogante, y tomando como ejemplo las experiencias intelectuales
del escritor investigado por Sartre, Bourdieu propone que la respuesta debería darse a partir de un
análisis dividido en varios momentos, que en todo caso se hallarían entrelazados en el análisis.
Como si se tratara de un motor de tres tiempos, su método sería el siguiente: en primera instancia,
debería efectuarse un análisis de la ubicación objetiva que ocupan los intelectuales en la estructura
de la clase dominante, teniendo en cuenta el tipo de vínculo que sostienen con ésta, a saber, si
El paso siguiente consistiría en un examen de las relaciones objetivas que poseen las diversas
categorías de intelectuales dentro de la estructura del campo intelectual, para lo que habría que
tener en cuenta las disputas que se generan por la legitimidad de ciertas corrientes intelectuales
en una época específica. Lo que a su vez supone establecer las lógicas especiales que en el
momento histórico de estudio tienen tanto el campo intelectual como el campo de poder. Como se
recodará, todos los campos están insertos dentro del campo de poder, razón por la cual también
debe analizarse el grado de autonomía que habría alcanzado el campo intelectual con respecto a
otros campos y, en especial, en su relación con el de poder. Sólo habiendo analizado lo precedente
es que se llegaría a conocer el margen de acción posible que podría tener el grupo de individuos
que le es propio por su ubicación dentro de este sistema estructural de relaciones sociales.
6
Bourdieu, “Campo del poder y campo intelectual…”, p. 21.
~ 15 ~
definitiva permitiría saber el conjunto de prácticas e ideologías, modos de pensar y actuar de los
grupos ubicados en las distintas categorías del campo estudiado. Ello no sólo ayudaría explicar las
obras y las acciones del personaje biografiado, sino también, y esto es sin duda lo realmente
importante desde la pregunta planteada por Bourdieu: conocer las distintas categorías de
por lo tanto, sus posibilidades ideológicas y creativas. El margen de maniobra que tendrían para
actuar las diferentes categorías de intelectuales estaría condicionado por el grado de autonomía
alcanzado por el campo intelectual frente al campo de poder, dominado este último por distintas
fracciones de la burguesía en la época moderna. Así las cosas, dado que los intelectuales tienden a
presentar una dependencia material y política con respecto a los grupos burgueses dominantes,
sólo en la medida en que alcancen una autonomía en su campo sus obras y acciones mostraran
niveles de independencia. Independencia que sería posible en virtud del desarrollo de un mercado
de bienes simbólicos, con capacidad de imponer sus propias sanciones, y que posibilitaría un
Cabría afirmar, siguiendo a Bourdieu, que para escapar de las trampas o ilusiones que impone el
género biográfico habría que estudiar la estructura social que condiciona el pensamiento y las
acciones del biografiado. Sin duda, se trata de un reclamo objetivista. Vale repetir: debe
reconstruirse la matriz de relaciones sociales objetivas en las que está situado el sujeto, con los
demás agentes pertenecientes a su misma categoría, quienes gozan al igual que él de las mismas
pasibilidades que les brinda la estructura social. Esa sería, pues, la salida propuesta por Bourdieu
para romper con la complicidad que implícitamente el biógrafo asume con su biografiado, al
~ 16 ~
intentar darle coherencia a una vida, al crear un sentido artificial de una existencia que lo único de
permanente que tendría sería el nombre que aparece en su registro civil o bautismal.
No se puede negar que Pierre Bourdieu puso el dedo en la herida de la biografía. Sus críticas
radicales, pocos serían los científicos sociales que osarían pasar por alto el hecho de que la
investigación biográfica está atravesada, en efecto, por una sería de trampas, calificadas con razón
por Bourdieu como ilusiones. Por eso, más que entrar a invalidar sus postulados habría que
asumirlos como una serie más de desafíos en la difícil labor de biografiar. He ahí que el objetivo
de este apartado sea asumir sus críticas como punto de partida para intentar salidas a la
Que existe una extrema implicación subjetivista por parte del biógrafo con respecto al biografiado
es cierto. Tampoco es mentira que el biógrafo se vea envuelto en la fantasía de pretender que la
vida del biografiado contiene una historia absoluta, con principio y final propios,
teleológico. También es verdad que lo anterior conlleva a la idea de pretender dar coherencia a la
vida del sujeto, cuando lo cierto es que toda existencia humana es discontinua, discordante y
plural. Intentar lo contrario sería caer en el esencialismo, pues la tentativa de dar coherencia a una
~ 17 ~
Más aún cuando el biógrafo posee un conocimiento previo de lo que su biografiado llegó a ser, lo
que tendería a empujarlo a querer mostrar la consecución de unas metas que debían alcanzarse.
Por esa vía el biógrafo derivaría en una ficción totalizadora en la que se estaría narrando la
Sin embargo, si siguiéramos al pie de la letra a Bourdieu estaríamos renunciando al género mismo
de la biografía, pues desde su perspectiva científica la investigación biográfica termina por ser
radicalmente invalidada. Ello es claro no sólo en las críticas que el autor hace, sino también en la
alternativa que propone para salir de la ilusión biográfica. Alternativa que consiste, ya lo vimos,
en privilegiar el estudio de las lógicas estructurales como camino para comprender las prácticas
individuales, o mejor dicho, para explicar los comportamientos de categorías sociales donde los
sujetos solo serían ejemplos que servirían para verificar normas sociales. Es por eso que el
Flaubert de Sastre no tendría ninguna pertinencia de estudio como sí la tendrían las relaciones
objetivas en las que éste estaba envuelto dentro de un campo social. Lo anterior queda claro si
recordamos la metáfora que Bourdieu usa sobre el trayecto en un metro, vale la pena repetirla,
cuando dice que dar cuenta de la vida de un individuo es tan absurdo como explicar un viaje en el
alternativa que brinda para los problemas epistemológicos que observa en la biografía. Aceptar su
propuesta sería como pasar del riesgo subjetivista al peligro reduccionista del estructuralismo,
~ 18 ~
éste último ciertamente aplastante para el caso de los estudios biográficos. Dicho de manera más
coloquial, sería como aplicar un remedio peor que la enfermedad, pues la medicina terminaría
historicidad. Como bien afirma François Dosse, apoyado en autores que critican la alternativa de
Bourdieu, “El objetivo es, por tanto, objetivar la subjetividad y subjetivar la objetividad” 7. Con lo
que se buscaría escapar del falso dilema entre individuo-estructura, subjetivo-objetivo, particular-
general, etcétera.
En el intento de ir más lejos de esas dicotomías polares, Dosse defiende que es preciso entender
que una buena alternativa para la biografía estaría el uso de modelos teóricos de mediano alcance,
es decir, enfoques dinámicos y flexibles, capaces de captar las trayectorias biográficas sin por ello
perder de vista las dinámicas estructurales. Así, de un lado, podrían superarse los problemas de
análisis de una vida particular 8. Desde una perspectiva que concibe la biografía como un terreno
biográfico planteada por Bourdieu, pero en vez de verla como una sin salida epistemológica la
concibe como una encrucijada necesaria para humanizar las ciencias humanas. Consciente de la
empatía que experimenta el biógrafo con su biografiado, que necesariamente los transforma a
Si tomamos en serio la bella demostración de Paul Ricoeur según la cual el sí mismo (Ipse) se
construye no en una repetición del mismo (Idem), sino en la relación con el otro, la escritura
7
François Dosse, La apuesta biográfica. Escribir una vida, Valencia, Universidad de Valencia, 2007, p. 213.
8
François Dosse, “La apuesta biográfica…”, pp. 213-215.
~ 19 ~
biográfica está muy cerca de ese movimiento hacia el otro y de la alteración del yo hacia la
construcción de un sí mismo convertido en otro. Evidentemente, una aventura así conlleva riesgos:
entre la pérdida de la propia identidad y el hecho de perder la singularidad del sujeto de la biografía,
el biógrafo debe saber mantener la distancia justa 9.
Para Dosse, es claro que la apertura que viven las ciencias humanas desde finales de los años
ochenta está posibilitando resolver problemas científicos que antes se creían infranqueables para
los estudios biográficos. La crisis de los rígidos enfoques estructuralistas y de los esquemas
cultural, la preocupación por el tema de la narrativa, las estudios sobre las relaciones entre ciencia
y ficción, los cambios de escala en el análisis social y un renovado interés por los estudios de
caso, entre otros, serían algunos de los elementos que actualmente harían más que nunca
pertinente la investigación biográfica. Es más, Dosse afirma que sería precisamente el carácter
muchas de las respuestas a las cuestiones que hoy están en el centro de los debates científicos
sociales.
En ese sentido, los problemas denunciados por Bourdieu son asumidos pero sin renunciar a las
paradojas epistemológicas propias del género biográfico, de las que se esperaría cierta tensión
asimismo, que hay que romper con aquellas ideas de biografías que conciben la vida de una
9
Dosse, “La apuesta biográfica…”, p. 14.
~ 20 ~
social, su capacidad de ser libre. Poniendo como ejemplos investigaciones que desde una
perspectiva interdisciplinaria han estudiado la naturaleza plural y múltiple del ser humano, Dosse
muestra que no sólo es viable dar cuenta de las significaciones distintas de un sujeto, de sus
diversas identidades, sino que también es posible hacer uso de ciertas formas de heterocronía que
alteren los parámetros lineales de las biográficas clásicas, es decir, a través de exposiciones donde
el tiempo y los temas a estudiar puedan ser expuestos de modo fragmentado y variable. Lo que no
sólo permitiría una mejor aproximación a la vida del individuo estudiado –que siempre tiene
Por su parte, Franco Ferrarrotti ha hecho una defensa de la autonomía del método biográfico que
Bourdieu, desde una perspectiva totalmente distinta, Ferrarrotti afirma que si queremos
aprovechar el potencial heurístico del género biográfico debemos abandonar los postulados
biografía. Para Ferrarrotti, es evidente que tal especificidad proviene de las implicaciones
subjetivas del género, que es precisamente lo que le da un valor potencial como campo de estudio
10
Una discusión más detallada sobre la propuesta biográfica de Dosse puede verse en: Alexander Pereira, “François
Dosse, El arte de la biografía”, en Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura, Universidad Nacional de
Colombia, No. 35, 2008, pp. 462-466.
~ 21 ~
Partiendo de esa sobreexposición que el género biográfico tiene con la subjetividad, Ferrarrotti
llega a su modo a una conclusión similar a la de Paul Ricoeur. Afirma que el biógrafo está
necesariamente implicado en el campo del biografiado, quien lejos de ser un objeto pasivo
del conocimiento objetivo. El conocimiento no tiene como objeto al otro, tiene como objeto la
las empatías subjetivas entre biógrafo y biografiado. Ferrarrotti también intenta dar respuesta a la
pregunta de cómo producir conocimiento desde este género de estudio sin eludir la centralidad del
Propone una alternativa que asume como válida la VI Tesis sobre Feuerbach de Marx: “la esencia
de todo hombre (…) es, en su realidad, el conjunto de las relaciones sociales” 13. A saber: que toda
praxis humana es una actividad sintética, “totalización activa de todo un contexto social. Una
vida, es una praxis que se apropia de las relaciones sociales (las estructuras sociales), las
11
Franco Ferrarrotti, “Acerca de la autonomía del método biográfico”, en José Miguel Marinas y Cristina Santa
María (editores), La historia oral: métodos y experiencias, Madrid, Editorial Debate, 1993, p. 128.
12
Ferrarrotti, “Acerca de la autonomía del método biográfico…”, p. 129.
13
Citado en Ferrarrotti, “Acerca de la autonomía del método biográfico…”, p. 134.
~ 22 ~
reestructurante” 14. Esa retraducción singular consistiría en la reapropiación del contexto histórico
que hace un individuo, de modo original, desde su propia experiencia social. Lo que supone para
Desde ese enfoque, sin renunciar al estudio de las relaciones estructurales, Ferrarrotti combate
cualquier determinismo o mecanicismo social. De tal suerte que un individuo no podría ser
intercambiado por otro con el fin de analizar una categoría social, por más que el uno y el otro
compartan experiencias en un mismo grupo social, ya que se entiende que cada persona mediatiza
desde su propia dimensión subjetiva la época y la sociedad que le tocó vivir. Aquí, la metáfora del
metro no tendría ninguna validez, por cuanto el énfasis de estudio es puesto tanto en la libertad de
como un reflejo de la estructura social, más bien se le entiende como un producto singular de ésta,
con amplias posibilidades de transformarlas desde el filtro de su visión subjetiva del mundo.
Por lo demás, llama poderosamente la atención que tanto Bourdieu como Ferrarrotti basen sus
antagónicos puntos de vista en Sartre, si bien el primero lo usa para demostrar el absurdo
Ferrarrotti escriben más o menos al mismo tiempo sus ensayos sobre la biografía, pero haciendo
lecturas absolutamente opuestas del enfoque defendido por Sartre. Y lo más irónico de todo es
que ambos tienen la razón en la lectura que hacen sobre dicho autor, o por lo menos la tienen
desde los argumentos que cada uno toma de Sartre para defender sus propios puntos de vista. La
posibilidad de que puedan existir dos lecturas tan divergentes del enfoque biográfico sartreano
14
Ferrarrotti, “Acerca de la autonomía del método biográfico…”, p. 134.
~ 23 ~
estriba en que el propio Sartre yerra en algunos planteamientos y acierta en otros. Digamos que
esa situación le permitió a Bourdieu hacer uso del Sartre errático y a Ferrarrotti del atinando, sin
que ninguno de estos dos autores prestara mucha atención a la otra cara del enfoque de Sartre, es
Como vimos antes, el ejemplo que toma Bourdieu para invalidar los estudios biográficos lo halla
en la biografía que Sartre hizo sobre Gustavo Flaubert, donde existe la pretensión de explicar lo
que el biografiado llegó a ser partiendo de la búsqueda de cierta identidad formada en una primera
etapa de su vida, que sería la que llegaría a determinar el resto de su existencia: “podríamos
la que forma los prejuicios insuperables” 15. Ideas como esa, que están fundadas en el psicoanálisis
freudiano, son la que utiliza Bourdieu para mostrar que la biografía está fundada sobre una
creación artificial de sentido que dota al biografiado de una identidad inamovible que lo conduce
a cumplir las metas de un destino, a la manera de una historia particular y con un falso desarrollo
teleológico.
En nuestra opinión, el problema del enfoque sartreano está en colocar demasiado énfasis en las
primeras experiencias de la infancia, que en efecto son decisivas, pero como también lo son el
resto de etapas de la vida. Ese énfasis que Sartre pone en la niñez de su personaje es sin duda el
15
Jean Paul Sartre, Crítica de la Razón dialéctica. Precedida por cuestiones de Método, Tomo I, Buenos Aires,
Editorial Losada, 2004, p. 60.
~ 24 ~
que lo lleva a perderse en la ilusión biográfica 16. Pero de ello no se deriva que todo su enfoque
esté errado, puesto que el problema de fondo en el que está interesado es en el de explorar las
posibilidades de elección y libertad que pueden tener los sujetos. Esto último pareciera ser lo que
en verdad le molesta a Bourdieu, quien a pesar de afirmar cierto interés por la acción individual lo
que ha terminando resaltado en sus obras son los condicionantes estructurales que pesan sobre las
Sartre defiende la capacidad de libertad individual de manera radical, desde una perspectiva que
se vale tanto de la dialéctica marxista como del existencialismo. Su perspectiva ataca cualquier
tipo de modelo teórico que, en el afán de ver verificado sus presupuestos conceptuales, lleve a
reducir las experiencias concretas de los sujetos a simples determinaciones estructurales. Por eso,
apriorístico, que al igual que otras teorías estructurales tiene como único fin que “los
acontecimientos, las personas o los actos considerados entren en los moldes prefabricados” 17. Por
16
Ese énfasis de Sartre en la infancia para explicar la trayectoria vital de un sujeto también puede apreciarse en su
autobiografía, donde el relato sólo se enfoca en su niñez, ver: Jean Paul Sartre, Las palabras, Buenos Aires, Editorial
Losada, 2007.
17
Sartre, “Crítica de la Razón dialéctica…”, pp. 42-43.
~ 25 ~
Es de este Sartre defensor de la libertad de acción del individuo del que se vale Ferrarrotti. De ese
Pero sin hombres vivos no hay historia. El objeto del existencialismo –por la carencia de los
marxistas- es el hombre singular en el campo social, en su clase en medio de los objetos
colectivos y de los otros hombres singulares, es el individuo alienado, deificado, objetivado,
tal y como lo han hecho la división del trabajo y la explotación, pero luchando contra la
alienación por medio de instrumentos deformados y, a pesar de todo, ganando terreno
pacientemente 19.
Para estudiar al sujeto de esa manera, Sartre propone un modelo que llama progresivo-regresivo y
analítico-sintético, que supone un análisis simultaneo que va del sistema social a la trayectoria
particular del sujeto, en una especie de movimiento de ida y vuelta, pendular, que serviría para
lograr una aproximación estructural e histórica, tanto del individuo como de su sociedad. Un
vaivén enriquecedor entre el objeto (que contiene toda la época como significación jerarquizada)
y la época (que contiene al objeto en su totalización)” 20. Como puede verse, la metodología de
Sartre no rechaza el estudio de los condicionamientos estructurales, al contrario, apela a ellos pero
a condición de que puedan ser estudiados a través de la experiencia singular del sujeto, o de la
18
Sartre, “Crítica de la Razón dialéctica…”, pp. 131-132.
19
Sartre, “Crítica de la Razón dialéctica…” p. 117.
20
Sartre, “Crítica de la Razón dialéctica…”, p. 129.
~ 26 ~
acercamiento a lo concreto, desde una perspectiva heurística, que permita comprender tanto las
significaciones particulares de los hechos como lo que revelan de las estructuras sociales en
comprensivos, o mejor dicho, hermenéuticos, en tanto que no sólo busca el establecimiento de las
circunstancias reales de los hechos y de los sujetos, sino también las significaciones históricas de
los mismos. A lo que con razón comenta Ferrarrotti: “esta metodología no rechaza el aporte del
conocimiento nomotético: lo exige pero para integrarlo en un movimiento heurístico con modelos
hermenéuticos no lineales que apelan a la razón dialéctica y no a la razón formal” 21. Este tipo de
propuestas, que son heurísticas y hermenéuticas a la vez, presentan alternativas confiables para
los estudios biográficos, por ello en adelante intentaremos profundizar en una que recoge esta
tradición, que podemos ubicadar en un punto intermedio entre las corrientes estructuralistas y
subjetivistas.
Giovanni Levi, uno de los representantes más renombrados de la microhistoria italiana, advertía
vinculados con el trabajo interdisciplinario, los que indagan sobre las relaciones entre historia y
relato, los que debaten acerca de los cambios de escala en el análisis, los relacionados con los
21
Ferrarrotti, “Acerca de la autonomía del método biográfico…”, p. 140.
~ 27 ~
nexos entre las reglas y las prácticas sociales y, tal vez los más importantes, los que discuten
acerca de las complejidades para comprender los limites de la libertad de acción y racionalidad
humanas 22. En su artículo, Levi daba la razón a las reticencias plantadas por Bourdieu, pero no lo
perspectiva modal de la biografía. Con lo anterior, el italiano quería decir que la perspectiva de
Bourdieu sólo ofrecía un interés sobre el sujeto en tanto éste ejemplificara prácticas
sería evidente en la relación entre habitus de grupo y habitus individual que propone el sociólogo,
dentro de los estilos propios de un campo social. Refiriéndose a Bourdieu, Giovanni Levi
escribió:
Como se aprecia, Levi y en realidad toda la corriente de microhistoria italiana, no está de acuerdo
con el descentramiento del sujeto que terminan por hacer las teorías estructuralistas sean estas de
tradición marxista o parsoniana. Antes, por el contrario, esta corriente de historiadores realiza una
defensa del carácter irreductible del individuo. Sin caer en relativismos extremos, Giovanni Levi
propone un enfoque para la biografía donde lo central sean las preguntas por la libertad de acción
individual y el sistema de normas en que éstas tienen lugar. Recuerda que no existe un sistema
22
Giovanni Levi, “Los usos de la biografía”, en Historias, No. 37, México D. F., 1996-1997, p. 15.
23
Levi, “Los usos de la biografía…”, p. 19.
~ 28 ~
sociales, que pueden permitir la acción consciente de los sujetos, la negociación de las reglas e
incluso, su manipulación.
Partiendo de lo anterior, Levi afirma que el investigador debe profundizar en el estudio del tipo de
racionalidad puesta en práctica por los sujetos, ya que ésta nunca es absoluta, ni todos los
enteramente racional, la racionalidad, afirma, es limitada y selectiva, por ello se debe indagar en
su definición para evitar reduccionismos del tipo que iguala la racionalidad de un individuo a la
No se puede negar que haya un estilo propio de una época, un habitus que resulta de experiencias
comunes y reiteradas, así como existe, en cada época, el estilo propio de un grupo. Pero existe
también, para cada individuo, un espacio significativo de libertad que encuentra su origen
precisamente en las incoherencias de los confines sociales y que da origen al cambio social. No
podemos, pues, aplicar los mismos procedimientos cognoscitivos a los grupos y a los individuos; y
la especificidad de las acciones de cada individuo no puede ser considerada como indiferente o
privada de pertinencia 24.
El enfoque planteado por Levi puede ser leído como una defensa y, a la vez, una sistematización
de lo realizado en 1973 por Carlo Ginzburg en su ya clásico libro El queso y los gusanos. En esa
investigación, muchos de los postulados de Levi ya se hallaban implícitos a través del enfoque
biográfico del ‘caso límite’. Como se recordará, Carlo Ginzburg estudia el caso de Menocchio, un
24
Levi, “Los usos de la biografía…”, p. 25.
~ 29 ~
molinero italiano del siglo XVI, indagando por su racionalidad especial en un momento de
promedio, al revés, se trata de alguien singular en una época también singular, en decir, en una
situación límite, de crisis estructural. En ese sentido, lo que para algunos es considerado
prácticas sociales ampliamente propagadas. A primera vista lo anterior parece una contradicción,
También un caso límite (y el de Menocchio lo es) puede ser representativo. Tanto en sentido
negativo -porque ayuda a precisar qué es lo que debe entenderse, en una determinada situación, por
estadísticamente más frecuente-, como en sentido positivo, al permitir circunscribir las posibilidades
latentes de algo (la cultura popular) que se advierte sólo a través de documentos fragmentarios y
deformantes 25.
La paradoja que contiene este método puede ser traducida así: el caso límite también contiene la
funciona para ver lo general desde lo particular, en proceso de transformación. Estamos ante un
cambio de escala para observar los fenómenos sociales. No se renuncia al estudio de los subjetivo,
también tenía actitudes similares a las de grupos que al igual que él compartían una misma cultura
25
Carlo Ginzburg, El queso y los gusanos. El cosmos según un molinero del siglo XVI, México D. F., Editorial
Océano de México, 1997, p. 25.
~ 30 ~
quería poner énfasis en que la idea era estudiar al mismo tiempo la excepción y la norma: al caso
particular y la estructura social. Es decir, que las biografías realizadas desde la microhistoria
debían dar cuenta de un doble movimiento: la forma en que la excepcionalidad trasgrede los
operaban sobre esa excepcionalidad. Todo visto desde el ángulo de un caso particular, concreto y
bien delimitado.
4. Para cerrar
Tal como lo hemos podido ver, actualmente la biografía se presenta como un campo de
subjetiva y en búsqueda permanente de lo real tiende a romper tanto con los viejos modelos de los
estructuralismos mecanicistas como con las nuevas modas posmodernas centradas en la estética
hechos concretos, a la compresión de seres humano de carne y hueso, con sus mediaciones
subjetivas, pero sin por ello perder de vista los condicionantes estructurales, el uso de modelos
26
Aparte del artículo que hemos citado de Giovanni Levi, sobre la historia y el sentido que se le ha dado a la noción
de la ‘excepción normal’ pueden consultarse también los siguientes textos: Dosse, “La apuesta biográfica…”, pp.
254-276; Justo Serna y Anaclet Pons, Cómo se escribe la microhistoria, Madrid, Ediciones Cátedra, 2000, pp. 100-
105
~ 31 ~
Independientemente del enfoque teórico que utilice el biógrafo, lo importante es que no deje de
lado el uso de estrategias heurísticas y hermenéuticas. Ya que son esas estrategias las que
biografía un potencial experimental que puede ayudar a poner en discusión las distintas teorías y
conceptos de los que se valga el biógrafo. De ese modo, la práctica biográfica podría dar lo mejor
de sí, esto es: no sólo como un genero para la compresión de los individuos y su sociedad, sino
sentido que desafía al mismo tiempo corrientes que defienden enfoques cientificistas que
Partiendo de todo lo antes dicho, el enfoque que utilizaremos en nuestro trabajo podría definirse
esa perspectiva partimos de un problema o hipótesis central que nos ayude, por un lado, a
éste se desenvolvió. Nuestro enfoque intenta tener en cuenta los distintos aportes que destacamos
en la anterior discusión en torno a la práctica biográfica, haciendo énfasis en los que privilegian la
centralidad del sujeto biografiado, pero sin perder de vista los condicionamientos históricos. Es
decir que en nuestro trabajo el sujeto tiene pertinencia, por cuanto nos interesa comprender la
capacidad de acción y de libertad que él posee para moverse dentro de las posibilidades de su
contexto histórico. Asimismo, nos interesa experimentar una estrategia de exposición que rompa
~ 32 ~
un poco con la idea clásica de la biografía narrada de manera lineal. La idea que tenemos es que
cada capítulo pueda ser independiente el uno del otro, y escrito bajo distintos parámetros de
narración, a la manera de ensayos biográficos interconectados por una mismo problema. En ese
sentido, los capitulo -o ensayos biográficos- no se hallan desarticulados, sino que van hilados por
Con todo, antes dar inicio a la narración biográfica, nos gustaría concluir esta parte con un esbozo
del problema que intentamos investigar en la vida de nuestro personaje. El problema o hipótesis
es el siguiente: Pretendemos mostrar que la perspectiva ideológica que alcanzó a madurar Orlando
Fals Borda es una variante particular de cierta corriente de romanticismo anticapitalista que tuvo
lugar entre diversos científicos sociales de Colombia y América Latina entre los años sesenta y
ochenta. Entendiendo el romanticismo anticapitalista como una protesta que posee una
perspectiva de base moral, que expresa una querella contra el desarrollismo y la modernización
industrial capitalista. Ahora bien, para entender mejor ese problema es conveniente que aclaremos
como un fenómeno cultural que tuvo lugar en Europa, particularmente, en las artes y la literatura
de Francia, Inglaterra y Alemania. Al hacer una historia del término ‘romántico’, Raymond
Williams afirmó: “es una palabra compleja, porque toma su sentido moderno de dos contextos
romántico. Este último se ubica habitualmente entre fines del S18 y principios del S19; en sí
~ 33 ~
mismo es excepcionalmente complejo y diverso” 27. Si nos atenemos a las definiciones que surgen
de esa limitación espacial y temporal habría que conformarse pensando que el romanticismo fue
un fenómeno del pasado, Europeo, y que en América Latina simplemente tuvo sus imitadores.
Sin embargo, esas mismas definiciones también coinciden en afirmar que el origen del
romanticismo es ese, entonces, ¿por qué en los países que llegaron de manera tardía a la
modernidad capitalista las expresiones del romanticismo no han sido visibles? O, ¿se trata más
bien de que no han sido investigadas? Sería de esperarse que por lo menos el sentimiento de
nostalgia que cundió entre los europeos en la época de su revolución industrial al menos hubiera
tenido algunas manifestaciones en el siglo XX latinoamericano, es decir, en las décadas en las que
más se profundizaron los procesos de modernización capitalista, esto es: a partir de los años
En su libro Revuelta y melancolía, Michael Lowy y Robert Sayre definen el romanticismo como
un movimiento cultural que puede estar presente en todos los campos de las expresiones humanas,
obras de ciencias sociales, de economía, política, teología, etcétera, por cuanto en esencia se trata
de una protesta cultural con características especiales, contra la moderna civilización capitalista.
27
Raymond Williams, Palabras clave. Un vocabulario de la cultura y la sociedad, Buenos Aires, Ediciones Nueva
Visión, 2000, pp. 290-291.
~ 34 ~
De ahí que aunque lo conciben como un movimiento cuyos orígenes pueden remontarse más o
menos desde la segunda mitad del siglo XVIII, también lo entienden como una expresión que aún
continúa desarrollándose hasta nuestros días. Con todo y que pueda ser denomina de otras
formas 28.
dimensión y en una sensibilidad de marcado carácter anticapitalista, que puede encontrarse junto
con otras dimensiones anticapitalistas en las obras de ciertos pensadores o grupos sociales. Se
trataría, ante todo, de una querella cultural con una perspectiva de fuertes base morales y éticas.
Donde son expresados sentimientos de dolor e indignación por las negativas consecuencias
las falsas ilusiones de progreso capitalista y el estilo burgués de vida. Asimismo, aspectos
28
La primera vez que Michael Löwy trabajó el concepto de ‘romanticismo anticapitalista’ fue precisamente para
explicar la evolución anticapitalista de quien acuñó tal noción: Lukács. Sin embargo, Lowy siguió elaborando el
término en otras investigaciones, de todas las cuales la más significativa fue la que hizo en compañía de Robert
Sayre, un experto el tema del romanticismo. Dicho lo anterior, los textos en que nos basamos para la noción de
romanticismo anticapitalista son los siguientes: Michael Löwy, Para una sociología de los intelectuales
revolucionarios. La evolución política de Luckás 1909-1929, México D. F., Editorial Siglo XXI, 1978; Michael
Löwy, Guerra de Dioses. Religión y política en América Latina, México D. F., Siglo XXI, 1999; Michael Löwy y
Robert Sayre, “La corriente romántica en las ciencias sociales en Inglaterra: Edward Thompson y Raymon Williams”,
en L’ Homme et la Societé, Paris, No. 110, 1993, pp. 39-60; y, en especial, Michael Löwy y Robert Sayre,
Romanticism: Against the tide of modernity, Londres, Duke University Press, 2001. Esta última investigación fue
escrita originalmente en francés y el título de su traducción castellana sería más o menos la siguiente: Revuelta y
melancolía: el romanticismo a contramano de la modernidad.
~ 35 ~
definitiva, se trataría de una crítica que privilegia los elementos cualitativos de la vida en contra
de los cuantitativos o, lo que es lo mismo, los valores de uso contra los valores de cambio.
antitética si se quiere. Según Lowy y Sayre, la corriente romántica presentaría una compleja y
colorida multitud de tendencias que para efectos del análisis podrían ser dividas en dos grupos.
Por un lado, estaría la representada por una fracción conservadora y hasta reaccionaria, que
reclamando un pasado real o imaginario pretendería una restauración de la sociedad. De otro lado,
estaría el grupo que partiendo también de una nostalgia por un pasado real o ficticio, presenta una
disposición para elaborar utopías colectivistas, con el fin de proyectarlas hacia el futuro. Esta
segunda corriente, en realidad no pretendería un retroceso al pasado, algo que se tiene por
imposible, sino que persigue una vuelta por los elementos positivos que hacían parte de la
sociedad antes de la llegada del capitalismo, con el propósito de proyectarlos hacia un futuro más
democrático, cuando no socialista o anarquista. Esta segunda vertiente, es precisamente la que nos
interesa investigar en la obra de Orlando Fals Borda. Es posible que su indagación nos lleve a
encontrar las redes de toda una corriente romántico anticapitalista en las ciencias sociales
latinoamericanas.
~ 36 ~
Capitulo II
1. Antes de empezar
“Nunca han confiado en mis capacidades deportivas [...], las pocas veces que las utilicé en
Barranquilla, ustedes no lo notaron”, escribía Orlando Fals a sus padres cuando tenía 17 años de
edad. Y añadía: “fui campeón de natación, y todavía conservo el lapicero que me regalaron en el
II Campeonato de Pto. Colombia, por haber sido el joven que ganó más puntos”. En contra de la
opinión de sus padres, Orlando pensaba que su verdadera vocación era la de ser un General del
Ejército. A principios de 1943, el chico viajó de Barranquilla a Bogotá para ingresar a la Escuela
de Cadetes. La pieza clave para su incorporación fue su primo el escritor Jorge Zalamea Borda,
por entonces secretario privado del Presidente liberal Alfonso López Pumarejo. “Estas molestias
Ya en el ejército, el adolescente buscó adaptarse a la nueva vida. Aunque en las cartas que
escribía a sus padres no escatimaba en entusiasmo, a veces se le escapaba una que otra confesión:
“la vida aquí es rutinaria”, decía. En el ejército los días pasaban más o menos igual, y las
asignaturas resultaban aburridas para él pues eran una repetición del bachillerato. Pasado el
primer trimestre informó a los padres lo que sería una constaste en su rendimiento: “en el servicio
no soy tan bueno como en las clases, pero no soy el último ni el peor”. Ese trimestre quedó en el
29
A menos que se diga otra cosa, las citas sin referencias de las cartas enviadas por Orlando Fals Borda (OFB) desde
la Escuela de Cadetes, son tomadas de: Archivo General de la Universidad Nacional, (AGUN), Fondo Fals Borda,
Caja 53, Carpeta 8, fls. 1-38.
~ 37 ~
empiecen a callarse las malas jetas”. Orlando, o Nando como le decían, salía del cascarón.
Convencido como estaba de que en el ejército adquiriría “don de mando y dirección”, admitía que
le atesaran las clavijas: “No me ha costado trabajo adaptarme a esta vida, porque es metódica, y
yo he sido siempre metódico (lo muestra la biblioteca del colegio que organicé, el coro, etc.)”. Sin
embargo, Nando no podía evitar sentirse desencantado por el poco respeto que había en su
condición de protestante: “Los curas dominan aquí”, afirmaba. El joven cadete no se equivocaba;
la religión católica seguí siendo la oficial del Estado, a pesar de las cacareadas reformas de la
Este relato expresa algunos de los valores cultivados por Orlando a sus 17 años, la mención del
proceso Dreyfus resalta una conciencia de minoría excluida, pues no de otro modo se entiende la
referencia al caso del militar judío perseguido. ¿Una exageración pueril por parte de Nando?
Probablemente. Lo cierto es que interpretaba el caso Dreyfus desde la posición del hostigado,
~ 38 ~
defendiendo la libertad de conciencia, tal como hicieron los defensores de Dreyfus a finales del
siglo XIX, esto es: con base en los ideales democráticos de la Ilustración y de la Revolución
habían sido los valores en los que el joven se había educado hasta esta parte de su vida: en el seno
de un hogar de tendencia liberal, de religión protestante y muy marcado por la rigurosa educación
proporcionada por unos padres maestros de escuela 31. En adelante mostraremos la forma en que
Fals expresaba esas ideas durante su primera juventud, al tiempo que indicaremos cómo por esa
2. Orlando
A principios de 1944, Orlando llegó al grado de subteniente con la más alta antigüedad de su
grupo, debido a que ingresó al ejército con el título de bachiller. No obstante, su mamá, que no
era muy amiga de las armas, por esas semanas le escribió un marconigrama poniéndolo a decidir
entre la Escuela de Cadetes y una beca en una universidad presbiteriana de Estados Unidos. Esta
no era una decisión fácil de tomar. Dar el brazo a torcer no estaba en los planes del muchacho.
Abandonar el ejército sería como admitir el fracaso de una decisión precipitada que, además, puso
en aprietos económicos a la familia. El joven titubeó, pero finalmente cerró los ojos y aceptó la
30
Lewis Coser, Hombres de ideas, México D. F., Fondo de Cultura Económica, 1980, pp. 226-237.
31
Sobre la infancia de Fals Borda y la formación en torno al hogar ver los siguientes textos: Carlos Low y Marta
Herrera, “Orlando Fals Borda: el retorno a la tierra”, en Huellas, No. 22, Barranquilla, 1988, pp. 43-47; Humberto
Cubides, “Orlando Fals Borda: el permanente compromiso de un innovador”, Nómadas, No. 2, Bogotá, marzo de
1995, pp. 119-133; Marta Herrera Ángel, “Fals Borda, Orlando”, en Gran Enciclopedia de Colombia, Tomo 9,
Bogotá, Editorial Circulo de Lectores, 1994, p. 213. Y especialmente: Orlando Fals Borda, Algunos recuerdos de mis
primeros años (inédito), s.c; s.f.
~ 39 ~
pues él decía estar dispuesto demostrar a todos lo que “puede y debe hacer un protestante”. El
motivo se relacionaba con las mismas razones que lo llevaron a entrar a la escuela militar. La
comunidad presbiteriana que tanto le aportó en su infancia y adolescencia, al salir del bachillerato
le había hecho sentir la endogamia propia de congregaciones minoritarias. Para romper con ese
a la sobreprotección, a la rutina; no veía yo un futuro en lo que estaba, sea con la iglesia o con el
Colegio Americano” 32. Pues eso mismo fue lo que halló en el ejército, donde no soportó la rutina
de un estilo de vida en que tenía que actuar bajo una lógica de obediencia debida. Pese a todo,
A finales de 1944 viajó a hacer efectiva su beca en la Universidad de Dubuque, Estado de Iowa,
donde demostró capacidades para desempeñar múltiples tareas académicas. En 1947, al graduarse
con el título de Bachelor of arte en literatura inglesa, la prensa de esa universidad informó que su
trayectoria “fue muy inusual y sus intereses muy diversificados” 33. Orlando llegó a ser presidente
estudiantil del Club Panamericano, miembro de Club de Relaciones Internacionales, editor del
periódico estudiantil, miembro del grupo que trabajaba en el Libro del Año, vicepresidente del
Consejo de Estudiantes, integrante del coro de música evangélica y del grupo de arte dramático;
aparte de practicar baloncesto, tenis y natación. Y hay más. Por sus altas calificaciones, el libro
Quién es quién en universidades y colleges de Estados Unidos, lo incluyó entre los mejores
32
Entrevista con OFB, Bogotá, 19 de febrero 2005.
33
Ver: Dubuque Christian American, “Latin-american wins acclaim” [s.c., s.c., s.f.]., en AGUN, Fondo Fals Borda,
Caja 22, Carpeta 7, fls. 1-3.
~ 40 ~
estudiantes del año, siendo el único hispanoamericano en la publicación 34. Además fue ayudante
cursos de antropología y sociología que, según contó, le “abrió los ojos” sobre esta última
disciplina 35. Fue a través de esos cursos que pudo leer por primera vez un libro de sociología, que
trataba sobre la situación social norteamericana. Desde entonces la curiosidad por la sociología
quedaría sembrada.
De regreso a Barranquilla, a principios de 1948, fue nombrado director del Centro Juvenil
Presbiteriano y director de los coros del Colegio Americano y de la iglesia evangélica. Regresaba
formado por los maestros corales de Dubuque, quienes completaron la educación musical que
tuvo en el bachillerato. Fue precisamente por esos días cuando presenció la insurrección popular
del 9 de abril, producida por el asesinato del caudillo popular Jorge Eliecer Gaitán. Orlando
estaba preparado para comprender la amargura de quienes salieron a las calles a protestar,
amargura también sentida por él, pues aunque estuvo fuera del país, la educación recibida en
democráticos representados por el gaitanismo. Pero poco o nada tenía que ver Orlando con la
insurrección que estalló ese día, simplemente había vuelto a tiempo para presenciar un
acontecimiento que simbolizaría el drama social de Colombia en el siglo XX, y que marcaría a su
34
“Who’s Who among Students in American Universities” [s. e., s. c.], 1947, p. 63, en AGUN, Fondo Fals Borda,
Caja 22, Carpeta 6, fls. 12-13.
35
La referencia a la actividad que Fals Borda despeñó como auxiliar de un profesor, se puede ver en una carta de
1949, en: AGUN, Fondo Fals Borda, Caja 22, Carpeta 6, fls. 15. Acerca del hecho de que un profesor le abrió los ojos
sobre la sociología, en este período, consúltese: las notas a mano elaboradas por nosotros, a partir de conversaciones
con OFB, Bogotá, 4 de noviembre 2005. Por otra parte, dado que Fals Borda estaba estudiando una carrera sobre
literatura inglesa, no es extraño que haya tenido la oportunidad de ver cursos sobre sociología. Según afirma Josep
Picó, durante el período de la posguerra, Estados Unidos “presenció una gran expansión de la sociología tanto dentro
de las universidades como fuera de ellas e incluso en el ámbito de la segunda enseñanza”, ver: Joseph Picó, Los años
dorados de la sociología (1945-1975), Madrid, Alianza Editorial, 2003, p. 26.
~ 41 ~
Yo estaba en el centro, viendo los acontecimientos en la oficina de una prima que daba
sobre el Paseo Bolívar. Recuerdo dos cosas: las turbas, destruyendo el periódico La
Prensa, destruyendo las máquinas y sacando el papel. Era impresionante, porque eran
grandes rollos que se iban desenvolviendo por las calles. El otro recuerdo, es al puro pie
de la estatua de El Libertador, donde estaba Saúl Charris, encabezando una manifestación
con banderas del Partido Liberal, gritando abajos [...]. Él era como un hermano, un
papá 36.
Es posible decir que para esta época Orlando era un muchacho de ideas políticas imprecisas que,
sin embargo, se inclinaban a cierto tipo de liberalismo democrático, dominadas, eso sí, por un
sentido moral cristiano y humanista filantrópico con potenciales capacidades de indignación ante
las injusticias sociales. Más que una conciencia políticamente definida, lo que mostraban sus
ideas en 1948 era un punto de partida cuyos reflejos podían apreciarse en una cantata que
compuso por esos meses con motivo de la violencia desatada a partir del asesinato de Gaitán. A
mediados de 1948, con 22 años de edad, viajó a Bogotá en búsqueda de trabajo para contribuir
con los gastos de la familia, ingresó como profesor de inglés en el Colegio Americano y director
del coro de la iglesia presbiteriana de esa ciudad. Por esas semanas, conmovido e inquieto por la
insurrección que vio en Barranquilla y por el malestar social que se sentía en el país, compuso la
cantata Mensaje a Colombia, que sintetizaba los contenidos ideológicos de su conciencia juvenil.
La letra contrapunteaba las convicciones morales y políticas que lo habían formado. Modulando
indignación moral y esperanza. La cantata, compuesta en una línea melódica para un coro mixto
36
Entrevista con Orlando Fals Borda, Bogotá, 19 de febrero de 2005.
~ 42 ~
“¡Construyamos una patria grande y verdadera¡/Que perdure como hermosa, libre, justa y
ordenada, con la ayuda siempre, siempre del eterno Santo Dios” 37.
Al año siguiente consiguió otro trabajo, pero no pasó un mes cuando ya lo estaban despidiendo.
Era “sociólogo”, según decía, en el Instituto de Antropología Social (fundado en 1948 como ente
adscrito a la Escuela Normal Superior -1936-1951- ). Las razones que adujo su jefe para
despedirlo fueron las siguientes: por establecer amistad con habitantes del municipio objeto de
estudio e informar a éstos asuntos del proyecto de investigación, por falta de sencillez de espíritu
e intentar establecer jerarquías con los demás empleados, por incompatibilidad de carácter con el
jefe, por conseguir dinero por cuenta propia para actividades del proyecto y, como si fuera poco,
municipio de Vianí (Cundinamarca). Esa vez, sus primos Zalamea Borda volvieron a ayudarle, a
través de ellos consiguió cartas de recomendación del profesor Luis López de Mesa y del médico
Jorge Bejarano, personajes vinculados con los Zalamea por las actividades que desempeñaron
durante la República Liberal. También contó con la recomendación de Rafael Borelly, su padrino
de bautismo, quien había llegado al Congreso en representación del Partido Liberal 39. Borelly era
condición de evangélico, masón y gaitanista, fue un caso especial en un medio tan católico como
el colombiano de ese tiempo: se destacó en los negocios y en la política. Acerca de él, Fals Borda
dijo: “Me dio ejemplo de eficacia ejecutiva, desprendimiento económico y amor, no sólo por sus
37
Partitura de la cantata Mensaje a Colombia, ver: AGUN, Fondo Fals Borda, Caja 57, Carpeta 2, fls. 7-14.
38
AGUN, Fondo Fals Borda, Caja 10, Carpeta 3, fls. 11-13.
39
AGUN, Fondo OFB, Caja 15, Carpeta 3, fls. 19.
~ 43 ~
diezmos que constituían la mitad de las entradas de la iglesia, sino, porque, cuando mis padres por
un tiempo no pudieron sostener la familia, don Rafa y su esposa Atala, me adoptaron como a un
hijo” 40. Borelly fue un modelo de superación para Orlando: le demostró que un protestante
Con las cartas mencionadas, se presentó a una entrevista ante el Ministro de Educación, el liberal
Fabio Lozano y Lozano. Dijo que su título correspondía al de sociólogo y que, por lo tanto, su
perfil era el adecuado para el programa social que venía ejecutándose en Vianí 41. Antes de salir de
la oficina ya estaba contratado. Orlando se sentía comprometido con el nuevo empleo. Sabía muy
bien que, aun cuando tomó cursos de sociología en el bachelor, su formación estaba más
suficiente para desenvolverse como sociólogo. La sensación de inseguridad que le producía ese
hecho, lo llevó a buscar textos de sociología, siendo así como llegó a sus manos el libro Tabio:
Estudio de la organización social rural (1944) del norteamericano Thomas Lynn Smith.
“Leyendo ese libro como autodidacta –comenta-, supe cómo proceder en el terreno
influencia sociológica proviene de Lynn Smith” 42. Entre 1943 y 1944, Smith estuvo en Colombia
y Brasil como funcionario adjunto de la embajada estadounidense. Al igual que él, otros
sociólogos rurales hicieron parte de un estudio sobre las posibilidades productivas de zonas
agrarias de Latinoamérica. Por la relación que Orlando tendría con ellos, sólo mencionamos a
Lowry Nelson que estuvo en Cuba, y a Olean Leonard, que realizó sus estudios sobre Bolivia y
40
Fals, “Algunos recuerdos de mis primeros años…”, p. 9.
41
Entrevista con Orlando Fals Borda, Bogotá, 29 de febrero de 2005.
42
Entrevista con Orlando Fals Borda, Bogotá, 29 de febrero de 2005.
~ 44 ~
metodologías de sociología rural que entre todos venían desarrollando, las ideas del gobierno
norteamericano no eran tan altruistas, ya que el objetivo era controlar áreas agrícolas
Guerra Fría. Lo anterior era presentado en Colombia bajo la forma de cooperación internacional
Además de investigar sobre el municipio de Tabio, Smith fue asesor técnico del Ministerio de
Economía Nacional, donde recomendó una política de parcelación y colonización de tierras con el
fin de estimular una clase media rural que contuviera los crecientes conflictos sociales 45. En
cuanto al estudio de Tabio, éste fue uno de los primeros de sociología rural hechos en
Latinoamérica con técnicas y métodos empíricos modernos, siguiendo las propuestas de Smith en
su influyente libro Sociología de la vida rural (1940). La de Tabio era una investigación sobre
comunidades agrarias y sus formas productivas, realizada dentro de una perspectiva que
combinaba positivismo con una fuerte preocupación por la obtención de información factual, que
de la agricultura, mejoramiento de escuelas rurales, etc.)46. Smith esperaba que su libro sobre
Tabio también sirviera para familiarizar a los colombianos con la metodología que venía
desarrollando, por lo que le añadió un apéndice que era casi un curso intensivo de técnicas sobre
sociología rural, para el que, según escribía en la introducción, se “habría requerido varios años de
43
Orlando Fals Borda, “Desarrollo y perspectivas de la sociología rural en Colombia y la América Latina”, en
Asociación Colombiana de Sociología (eds.), Memorial del Primer Congreso Nacional de Sociología, Bogotá,
Editorial Iqueima, 1963, p. 157.
44
Santiago Perry, La crisis agraria en Colombia 1950-1980, Bogotá, El Áncora Editores, 1983, pp. iii-iv
45
Absalón Machado, Cambios organizativos en el sector público agropecuario: el caso del Ministerio de
Agricultura. Bogotá, Cega, Colciencias, 2000, pp. 17-18.
46
Thomas Lynn Smith, Justo Díaz y Luis García, Tabio: Estudio de la organización social rural, Bogotá, Editorial
Minerva, 1944, pp. 3-13.
~ 45 ~
residencia y avanzados estudios en Estados Unidos” 47. Dicho anexo, aparte de mapas y gráficos,
incluía una copia del cuestionario adaptado para las entrevistas con los campesinos. A más de
otras explicaciones, como recomendaciones para aplicar el cuestionario, señalaba cuidados que
iban desde precauciones durante las visitas a los campesinos, hasta la amistad que debía
Con ese libro Orlando no sólo consiguió la seguridad que necesitaba para comenzar en el empleo,
sino que rápidamente acarició la idea de experimentar sus técnicas con los pobladores de Vianí.
Allí, su jefe era el antropólogo Gabriel Ospina, en calidad de director del Instituto de
desarrollo de la comunidad en áreas rurales, por medio de trabajos de infraestructura con base en
los esfuerzos de los propios pobladores 50. A Orlando le asignaron la organización del archivo del
proyecto, tarea que le resultó tan sencilla que en menos de quince días la tenía lista. Entonces
pensó que con el tiempo disponible podría a prueba las técnicas de investigación de Smith, pues
dicho y hecho: buscó hacerse amigo de los campesinos y a tratar con el cura del pueblo, a quien se
ganó rápidamente sirviéndole de organista en las misas. En confianza con algunos campesinos les
contó cuáles eran los objetivos del programa, lo que enfureció en tal forma a su jefe que de
inmediato le exigió la renuncia. Los cargos que le hacían lo exasperaron tanto que enseguida
respondió con otra carta, en la que su defensa personal nos revela hoy algunas de las ideas que
47
Smith, “Tabio: Estudio de la organización social rural…”, p. 4.
48
Smith, “Tabio: Estudio de la organización social rural…”, pp. 99-122.
49
Más datos sobre este personaje pueden encontrarse en: Martha Cecilia Herrera y Carlos Low, Los intelectuales y el
despertar cultural del siglo. El caso de la Escuela Normal Superior, Bogotá, 1994, p. 93.
50
Flor Romero de Nohra, “El plan de Vianí se aprovecha ahora en México”, en El Espectador, 3 de diciembre de
1953, p. 7.
~ 46 ~
Quiero por medio de la presente expresarle lo que pienso [...] ya que todos nos decimos
perseguir un noble fin, cual es el de la redención moral y material del pueblo colombiano
[...]. Vianí me dio la impresión de ser una villa totalitaria, con sus espías y sus secretos de
estado. Ninguno de los empleados del Instituto podíamos hablar con los campesinos acerca
de lo que más nos interesaba a todos: el proyecto social. Quizás Ud. tuviera razón al así
ordenarlo, pero es mi opinión que toda cosa buena mientras más conocida es más amada. Si
el Instituto es bueno y marcha a su meta con justicia y rectitud, debe soportar por lo menos
las preguntas y las observaciones de los interesados [...]. Realmente Ud. ha hecho una gran
labor al asegurarse la adhesión de los dirigentes del pueblo, pero no ha alcanzado aun la del
pueblo mismo, que ha permanecido como siempre ignorante, sin representación activa en el
Instituto [...]. Esto me lleva a pensar que Ud., al menos por ahora, se interesa en velar más
por su propio proyecto (la posición en el gobierno y en la sociedad, el tener maquinas,
vehículos y empleados, el dar órdenes, etc.) que por el mismo pueblo [...]. Si el país va a
progresar en todo sentido, un movimiento debe comenzar con nosotros los de la nueva
generación. Deberíamos olvidar los prejuicios de nuestros padres, conservar sus ideales y
sus virtudes, y con un nuevo espíritu trabajar por engrandecer al país [...]. Elevo pues mis
votos al cielo para que Ud., que está en posición tan privilegiada, pueda realmente servirle al
país y brindarle al correr de los años una obra positiva de redención nacional. Bajo su
dirección, Vianí podría ser algún día una gran centro de preparación de líderes sociales que
llevaran por todo el país el mensaje de servicio que implica; podría llegar a ser una Meca de
apóstoles interesados en el progreso del pueblo, donde puedan enseñarse mutuamente sus
experiencias, comunicarse sus ideales, sus realizaciones y sus proyectos, e inyectarse de
entusiasmo para la nueva, ardua labor. Mas esto sólo puede hacerse a base de altruismo y
compresión, sin prejuicios de ninguna clase. Sólo por este ideal habría querido seguir en
Vianí a pesar de todo, para luego, contagiado por su entusiasmo, salir a trabajar en otras
regiones 51.
Este escrito está cruzado por un idealismo moral de raíz cristiana, la noción de “redención moral”
de que se menciona está atravesada por la idea del sacrificio personal. Orlando entendía el empleo
con el Estado como un servicio social que exigía sacrificio y al que era preciso consagrarse por la
51
AGUN, Fondo Fals Borda, Caja 18, Carpeta 2, fls. 11-13
~ 47 ~
redención colectiva, de ahí que asumiera el trabajo como una especie de apostolado y de ahí
también el áspero ataque a la falta de conciencia pública de su jefe. Esta idea del apostolado nos
remite a cierta actitud ética de compromiso social, no mesiánica, pues también parte de cierta
confianza en las capacidades de la gente común, por eso la queja de que los pobladores no tengan
Como quiera que sea, para junio de 1949 Orlando ya tenía otro trabajo. Ahora hacía parte la
sobre el cañón del río Sisga en la sabana de Bogotá. Un anuncio de prensa que solicitaba un
secretario bilingüe lo condujo a aquel sitio. Esta vez no decía ser sociólogo, sino estenógrafo y
dije al gerente que era capaz de escribir cartas en inglés. Entonces, éste me contrató” 52. Entraba a
contratada por el gobierno de Ospina Pérez (1946-1950) para construir los embalses de los ríos
Neusa y Sisga. Estas complejas obras de ingeniería eran una de las tantas que avizoraban el inicio
de la mecanización agraria en Colombia, con las que se pensaba hacer frente a los requerimientos
Este giro hacia la modernización agropecuaria tenía fundamento en políticas desarrollistas que
venían impulsándose desde los años cuarenta, y que cobraron vigencia con el famoso discurso de
posesión del presidente norteamericano Harry Truman, en enero de 1949. Dicho discurso
52
Entrevista con Orlando Fals Borda, 3 de diciembre de 2005.
53
José Antonio Ocampo, “La consolidación del capitalismo moderno”, en José Antonio Ocampo (Editor), Historia
económica de Colombia, Bogotá, Siglo XXI, Fedesarrollo, 1988, p. 280
~ 48 ~
Guerra Fría, en los desde entonces llamados países subdesarrollados. Los años cincuenta
conocerían así una de las épocas más complejas de la historia colombiana, en que se conjugaban
hondas trasformaciones socioeconómicas y políticas difíciles de explicar bajo una misma óptica.
espantoso número de colombianos desplazados y asesinados por los múltiples conflictos que
Tal sería el contexto en el que Orlando se desenvolvería desde su llegada al campamento del
Sisga. Las primeras semanas fueron para él de goce estético con la naturaleza, vivía maravillado
con la singular belleza que le ofrecía el espectáculo geográfico de la hoya del río y del altiplano
muy distinto al puerto caribeño donde creció. Durante las semanas iníciales de trabajo, se dedicó a
recorrer el área y a conversar con los campesinos que laboraban como obreros en la represa. En
una carta que le dirigió por esos días a su hermano Jaime, hablándole sobre los campesinos, decía
que les deseaba “conocer mejor antes de emprender ningún proyecto sociológico” 54. El joven
los meses siguientes le confirmaría la importancia que un estudio de ese tipo tendría en una zona
que, a simple vista, estaba demostrando quedar trasformada por la nueva construcción. “El interés
54
Carta de Fals Borda a Jaime Fals, en AGUN, Fondo Fals Borda, Caja 10, Carpeta 3, f. 8.
~ 49 ~
TXHWXYHʊFXHQWDʊHUD Pás que todo de rescatar ese mundo nuevo que yo vivía, que veía que
Con los recorridos realizados en la zona se percató de la existencia de tres veredas campesinas
que podrían servirle para el estudio. Le pareció que la más indicada sería una que se llama Saucío,
por poseer características que la hacían típica de las localidades andinas del altiplano: con
mineros, fabricantes de ladrillos, entre otros. Tenía una hacienda en sus alrededores que la hacía
más compleja. Era la que mayor impacto experimentaba por ubicarse en la zona donde se
construía la represa, y el hecho de contar con pocos pobladores la hacía manejable para el trabajo
de un sólo investigador. A los dos meses Orlando tenía varios conocidos provenientes de Saucío,
especialmente trabó amistad con un campesino llamado Francisco Torres, Pacho. A través de él,
empezó a visitar el vecindario con actitud de observador cuidadoso, iba todos los fines de semana,
portando un pequeño diario de campo. Al tiempo que tomaba las primeras notas sufría un proceso
de sobreexcitación. La vibración interna que le producían las observaciones sobre las mutaciones
de Saucío lo llevaron a darse cuenta que no podía esperar más. Entonces inició por adaptar las
preguntas del formulario de Smith a la realidad saucita, tarea que no fue muy complicada pues la
localidad trabajada por Smith guardaba características semejantes a las de Saucío, además ambas
55
Entrevista de Humberto Cubides con OFB, Bogotá, diciembre 12 de 1994. Agradezco a Humberto Cubides
haberme cedido este valioso documento. La información que a continuación expondremos del proceso de elaboración
de la investigación sobre Saucío la hemos obtenido de: Orlando Fals Borda, Campesinos de los Ande, Bogotá,
Universidad Nacional / Editorial Iqueima, 1961, pp. 307-316. También véase: entrevista con Orlando Fals Borda, 3
de diciembre de 2005; y la entrevista de Cubides, ya referenciada.
~ 50 ~
Buscando ser aceptado en la comunidad y para ir conociendo las actividades de los labriegos,
ofreció su colaboración en los quehaceres de las parcelas. Al concluir 1949 informó a los
campesinos más allegados su aspiración de realizar un estudio sobre la vereda. Al ver que éstos
no mostraron inconveniente, al iniciar 1950 intensificó a tal punto el ritmo de visitas que terminó
viviendo en la casa de la familia de Pacho Torres, típica de un campesino pobre: con techo de
paja, piso de tierra y sin ventanas. La casa de Pacho le era favorable: al estar sobre la carretera
que pasaba por el vecindario, facilitaba observar la vida cotidianidad de los saucitas. Lo anterior
implicó, poco a poco, un proceso de adaptación mutua: Orlando combinaba su acento costeño con
la jerga andina de los campesinos, se le veía usar ruana, sombrero, botas y pantalones color caqui,
al mejor estilo de los lugareños. Conforme iban las cosas, era imposible predecir qué quedaría del
joven juicioso de otros tiempos: vivía entretenido jugando al tejo y visitando asiduamente la
tienda de la vereda, donde tomó sus primeras cervezas sin aguantar el ritmo de sus cómplices de
banca. El proceso de adaptación con la comunidad no podía ser mejor, ahora le era posible traer
una cámara para retratar a los labriegos en sus actividades diarias, lo llamaban el “fotógrafo”,
comuniones. En esas actividades también logró la amistad del cura de Chocontá, pueblo cabecera
municipal de Saucío.
De forma paralela, aprovechaba los viajes a Bogotá para conseguir libros, pudiendo beneficiarse
de obras que por esos años le abrían camino a las ciencias sociales en el país. Estudios pioneros
como los realizados por Alejandro López (Problemas colombianos, 1927), el de su primo Jorge
Zalamea Borda (El Departamento de Nariño: esquema para una interpretación sociológica,
1936), Antonio García (Geografía económica de Caldas, 1937), Luis Eduardo Nieto Arteta
~ 51 ~
(Economía y cultura en la historia de Colombia, 1941), José María Ots Capdequí (El régimen de
la tierra en la América Española, 1946) y el de Guillermo Hernández Rodríguez (De los chibchas
a la Colonia y a la República, 1949), hicieron parte de las lecturas que el joven efectuó a
principios de los años cincuenta. Por esas fechas, también leyó ávidamente obras más ligadas a la
tradición de la filosofía social especulativa, de autores como: Luis López de Mesa (Introducción a
y el ensayo de Armando Solano (“La melancolía de la raza indígena”, 1953). Todos los cuales
Asimismo, durante la primera parte de 1950, empezó a acceder a otros textos: el libro que Smith
elaboró sobre Tabio lo condujo a uno de los estudios que Olean Leonard realizó sobre
study of rural life in coastal Ecuador, publicada en 1947, por el Departamento de Agricultura de
Estados Unidos, e inspirada en trabajos Nelson y Smith. Sobre tales estudios, Orlando dijo:
“Aunque perjudicado por la escasez de literatura sobre el tema y por la ausencia de antecedentes
de obras de esta clase en Colombia, esas lecturas me ayudaron mucho en la formulación del
A fines de 1950 no sólo había mimeografiado el formulario de encuestas, sino que ya lo tenía
diligenciados con 70 familias que pudo entrevistar. Y decimos pudo, porque no faltaron algunos
campesinos opuestos a la idea: unos orientados por la sospecha de que Orlando era un enviado del
56
Aparte de otras investigaciones de Antonio García, leyó los no menos influyentes estudios de: Juan Friede (El indio
en lucha por la tierra, 1944); Jorge Bejarano (La derrota de un vicio, 1944); James Parsons (La Colonización
Antioqueña en el occidente colombiano, 1949); Ernesto Guhl (“El aspecto económico-social del cultivo del café en
Antioquia”, 1953); Luis Ospina Vásquez (Industria y protección en Colombia, 1955), entre otros. La bibliografía
mencionada fue escogida con base en las entrevistas a OFB y en la bibliografía de sus los libros: Campesinos de los
Andes (1961) y El hombre y la tierra en Boyacá (1957).
57
Fals, “Campesinos de los Andes…”, p. 314.
58
Fals, “Campesinos de los Andes…”, p. 314
~ 52 ~
gobierno con una nueva estrategia para tazar impuestos; otros, simplemente, le dijeron que si se
acercaba a su casa le echarían los perros y lo sacarían a pedradas. Al ser aislados estos casos no
logrando así que cesaran los rumores. La rapidez con la que trabajaba en su investigación también
tenía una motivación proveniente de una noticia recibida en la Winston Brothers. En una carta
enviada a su mamá, se leía: “sucedió algo extraordinario que, salvo causas imprevistas, pueden
facilitar enormemente mi regreso a los Estados Unidos”. Y como si lo que le sucedía fuera una
revelación del destino, agregaba: “Fue algo inesperado, que vino como caído del cielo, pero que
demuestra que Dios no nos ha abandonado, sino que sus caminos, aunque confusos, llevan a
metas seguras” 59. Sucedió lo siguiente: Orlando escribió un artículo para el periódico Wistonia,
órgano informativo de la Winston Brothers, donde hablaba sobre la importancia de los trabajos
adelantados por la constructora con respecto a la nueva política de asistencia técnica plasmada en
el Punto IV de la doctrina Truman. Vale la pena transcribir lo que decía en algunos de sus
párrafos:
Mucho antes de que el señor Truman hablara al congreso sobre su Cuarto Punto en 1949, la
:LQVWRQʊFUéanlo o noʊKDEía estado llevando a cabo un programa similar. Lo asombroso
de esto, es que la Winston lo hizo sin saber exactamente que lo estaba haciendo. [...]. Este es
un país en crecimiento, cuyas riquezas están enormemente intactas; sus recursos están
subdesarrollados. El talento local está simplemente floreciendo ahora en líneas de
ingeniería, mientras en otros países está dando ya frutos. No hay dudas sobre el talento
ʊDTXí está [...]. Desde que la Winston construyó el ferrocarril de Medellín-Amaga, ha
estado cumpliendo un involuntario programa Punto Cuarto en la transmisión de la
experiencia americana, en exponer ejemplos e ideales a los nativos, en promover desarrollos
59
Ver: Cartas de Fals Borda remitidas a María Borda, en AGUN, Fondo Fals Borda, Caja 12, Carpeta 3, fls. 4-9.
~ 53 ~
Winston no le dejaban ver que detrás de la modernización promocionada por Estados Unidos, lo
que en realidad se hallaba era la otra cara de una política de hegemonía continental: contra las
favor del progreso social 61. Pero lo anterior no era todo lo expresado en su artículo, luego
remataba con una pregunta espontánea, dirigida al presidente de la empresa: “¿Y por qué no
Al mes siguiente el presidente de la constructora vino al país para efectos de una inspección
rutinaria en los trabajos del Sisga. Estando allí, preguntó por Orlando, y según narró éste en la
los Estados Unidos a trabajar, pues la idea expresada en mi artículo era buena y él pensaba
ponerla en práctica” 62. Y agrega: “Yo le dije que sí, pero que me gustaría al mismo tiempo
adelantar estudios universitarios. Y él me dijo: siempre y cuando usted cumpla con sus trabajos,
vaya; entonces acepté, ¡con todo pago, súper beca!” 63. A mediados de 1951, contando con un
cupo en la Universidad de Minnesota, el joven viajó a Minneapolis para laborar como supervisor
60
Existe una copia del original de ese artículo en una carta que Orlando Fals envío a su mamá: ver: “The impact of
Winston at Sisga”, donde se indica que fue publicado por la revista The Winstonian, en abril de 1950, en AGUN,
Fondo Fals Borda, Caja 7, Carpeta 3, fls. 2-4.
61
“La tecnología era considerada neutral e inevitablemente benéfica y no como instrumento para la creación de los
órdenes sociales y culturales”, afirma Arturo Escobar, La invención del Tercer Mundo, Bogotá, Editorial Norma,
1999, p. 81. Una mirada rápida a la prensa colombiana de esos años, puede dar una idea de las grandes expectativas
que estaba creando la política de asistencia técnica del Punto IV en el país. Sobre todo, véase: “Cómo trabaja el Punto
IV en Colombia”, en: El Tiempo, 2 de noviembre de 1952, p. 3.
62
Carta de Orlando Fals a María Borda, en AGUN, Fondo OFB, Caja 7, Carpeta 3, fls. 5-6.
63
Entrevista con Orlando Fals Borda, Bogotá, 29 de febrero de 2005.
~ 54 ~
de las obras de la Winston en Colombia. Llevaba en su equipaje una envidiable masa documental
sobre Saucío: aparte de los cuestionarios diligenciados, portaba libros de historia, boletines
locales.
En esa maestría impartía clases Lowry Nelson, quien además de haber participado en
investigaciones sobre comunidades rurales de Latinoamérica, fue junto con Pitirim Sorokin uno
de los profesores más influyentes de Lynn Smith 64. Y también lo sería del propio Orlando, ya que
en él pudo encontrar un decisivo y generoso respaldo intelectual. Nelson estaba contento con el
estudiante colombiano, pues alcanzó a sorprenderlo con todo el material empírico que traía
consiguió. Guiado de su mano, Orlando no sólo leyó los avances sociológicos del propio Nelson,
sino que profundizó en la obra teórica de Smith y en la de sociólogos clásicos como Tönnies,
Durkheim, Redfield y Weber, entre otros. También leyó a Sorokin y a los estructural-
funcionalistas Parsons y Merton, de quienes recibió una influencia algo heterodoxa, debido a que
Con todo, por el trabajo con la Winston, el colombiano tenía dificultades para asistir a clases: “Yo
de tiempo completo”65. Esta fue una situación que Nelson comprendió y pudo resolver pasando
las clases a un horario nocturno, en su propia casa. Es así que con base en los documentos que
64
Los trabajos de Nelson, a los que Fals Borda tuvo acceso en esos momentos, son las siguientes: Rural sociology
(1948) y Rural Cuba (1950).
65
Entrevista con Orlando Fals Borda, Bogotá, 29 de febrero de 2005.
~ 55 ~
poseía, el joven realizó tabulaciones, análisis estadísticos y demás tareas relacionadas con trabajos
Winston lo enviaba a cumplir labores a Colombia, continúo con las visitas a los archivos
formularios con los saucitas. A esas alturas, Orlando tenía claro que el acercamiento logrado con
los campesinos correspondía a la técnica que los antropólogos llaman observación por
participación, es así que llegó a leerle a éstos partes del informe que utilizó para graduarse. Al
respecto escribió: “Fueron leídos a algunos de los campesinos unos pocos capítulos del presente
libro, pues yo pensaba conocer las reacciones y opiniones de aquellos. Sus sugestiones fueron
ciertamente esenciales para formarme un juicio equitativo y honrado acerca de la comunidad. [...]
Especialmente, el capítulo titulado ‘La formación del campesino’ fue ampliamente examinado
Para julio de 1952, con 27 años de edad, estaba graduado y con un ascenso laboral. De lo primero
surgió la tesis Saucío. A Sociological study of a rural community in Colombia, producto del
requisito que debió cumplir para el grado de Master of Art en sociología rural y antropología 67.
Por esas fechas Nelson lo había conectado con Lynn Smith, quien daba clases en la Universidad
de Florida. Precisamente, gracias a la diligencia de este último, Orlando fue invitado a ofrecer una
laboral, le iba tan bien económicamente que estos profesores empezaron a preocuparse de que
descuidara sus estudios, es así que buscaron persuadirlo para que renunciara a la Winston y
66
Orlando Fals Borda, “Campesinos de los Andes…”, pp. 315-316.
67
Véase el prospecto universitario: “The University of Minnesota announces its July commencement 1952. Northrop
Memorial Auditorium”, en AGUN, Fondo Fals Borda, Caja 21, Carpeta 5, fls. 1-6.
68
“Orlando Fals Borda regresa a los EE.UU”, en: El Espectador, 29 de octubre de 1952, p. 15.
~ 56 ~
continuara con el doctorado. La fórmula para lograrlo fue la siguiente: gracias al poder que Lynn
Smith tenía en el jurado que otorga las becas de los Premios Guggenheim, a Orlando se lo
concedieron dos veces, en 1953 y 1955, el tiempo necesario mientras realizó el doctorado en la
Universidad de la Florida. “Fue una fórmula muy generosa. Me concedieron un premio que sólo
se le daba a los grandes artistas y literatos” 69, narró. De esa manera pasó de la guía intelectual de
Nelson a la de Smith, quien en adelante sería su mentor. Académicamente hablando, los años que
van de 1953 a 1957 serían muy fructíferos para él: concentró la mayor parte de las energías en su
en la obra Campesinos de los Andes. Estudio sociológico de Saucío, publicada en inglés por la
Universidad de Florida en 1955 70. La versión castellana de esta edición se publicó en Colombia
en 1961, entre tanto, algunas partes circularon en forma de artículos, a los que fueron sumándose
mayoría a la investigación doctoral que venía adelantando sobre los campesinos de Boyacá, que
puede entenderse como una ampliación del estudio de Saucío. Ambas trataban sobre sociedades
69
Entrevista con Orlando Fals Borda, Bogotá, 29 de febrero de 2005; “Los que salen”, en El Tiempo, 18 de
septiembre de 1953, p. 14. Sobre las becas de los Premios Guggenheim, véase: AGUN, Fondo Fals Borda, Caja 29,
Carpeta 3, fls 4-8.
70
Orlando Fals Borda, Peasant society in the Colombian Andes. A sociological study of Saucío, Gainesville,
University of Florida Press, 1955, p. 350.
~ 57 ~
Entre finales de 1954 y 1955, Orlando estuvo dedicado al trabajo de campo y de archivo en
Colombia, durante ese período, recorrió a caballo, a pie y en jeep el Departamento de Boyacá. Su
chofer y auxiliar de investigación era el campesino saucita Pacho Torres, con quien profundizaría
en adelante una amistad que duraría toda la vida. Pacho Torres y otros campesinos de la zona le
sirvieron de puente con las comunidades que visitaban, de ese modo, fue integrándose a las
actividades agrícolas y a la vida cotidiana de las poblaciones donde debió instalarse. Boyacá
durante la Violencia fue uno de los departamentos más afectados por la pugna bipartidista entre
liberales y conservadores, no obstante, ya sea porque Orlando se transportaba con campesinos que
conocían la zona o por el hecho de que el gobierno militar de Rojas Pinilla (1953-1957) lograba
cierta desmovilización de los combatientes, las observaciones directas no fueron afectadas. Así las
cosas, aun cuando esta vez no utilizó encuestas, sí pudo realizar muchas entrevistas personales,
visitar notarias y fincas, participar en labores agrícolas, tomar fotos, elaborar mapas y apuntar
datos en su acostumbrado diario de campo. A principios de 1955 sumaba toda esa información a
observación del segmento actual de la sociedad con el método histórico-evolutivo” 72. Con todo lo
latinoamericana, con la disertación A sociological study of the relationships between man and the
land in the Department of Boyacá, Colombia. A mediados de 1957, esta tesis fue trasformada en
71
En la primera mitad del siglo XX, el Estado colombiano había logrado ciertos avances en la organización de
materiales estadísticos y de datos nacionales en general. Esto fue un proceso que contribuyó positivamente al
establecimiento de las ciencias sociales en la segunda parte del la centuria. Así, las primeras obras de Fals Borda
indican un aprovechamiento sustancial de este tipo de fuentes. En este sentido, fueron importantes el Censo de 1951 y
los datos de instituciones como los de la Contraloría General de la República, los ministerios de Educación,
Economía y Trabajo, y los producidos por la Normal Superior y el Instituto Etnográfico Nacional, éste último
dirigido durante muchos años por el etnógrafo francés, Paul Rivet. Ver: Rodrigo Parra Sandoval, “La sociología en
Colombia: 1959-1969”, en Ciencia Tecnología y desarrollo, Vol. 9, No. 1-4, Bogotá, enero-diciembre, 1985, p. 179.
72
Orlando Fals Borda, El hombre y la tierra en Boyacá, Bogotá, Documentos Colombianos, 1957, p. 221.
~ 58 ~
el libro El hombre y la tierra en Boyacá, obra que lo daría a conocer en los medios intelectuales y
políticos de la época.
Desde su regreso a Colombia, a finales de 1955, a los 30 años de edad, Orlando fue labrándose un
el Servicio Técnico Agrícola Colombiano Americano, STACA, (1955-1957); pasó a ser consultor
misión de la OEA en Brasil, sobre el problema de la vivienda rural (1958). Por esas fechas
también empezó una labor que generalmente sólo es designada a los pastores evangélicos: llegó a
ser asesor del Consejo Mundial de Iglesias, institución internacional protestante con sede en
están enmarcados dentro de las labores que venía ejerciendo un tipo de profesional que empezaba
política desarrollista 73. Llama la atención que sus primeros trabajos estuvieran orientados en ese
sentido, teniendo en cuenta que a actividades similares se dedicó su maestro Smith. Lo relevante
73
Sobre los “expertos” y el avance del desarrollismo en Colombia ver: Arturo Escobar. “La profesionalización e
institucionalización del ‘desarrollo’ en Colombia durante el período posterior a la Segunda Guerra Mundial”, en
Revista Universidad de Antioquia, Vol. 56, No. 212, octubre-diciembre, Medellín, 1988, pp. 6-10.
~ 59 ~
Teniendo en cuenta su visión liberal del mundo, no debe sorprender la afinidad de Orlando con
algunos contenidos del desarrollismo, tales como la asistencia científica o tecnológica. Afinidad a
la que también contribuía el peso de la educación racionalista que venía recibiendo desde el
bachillerato y el contacto con la acción tecnológica de la Winston Brothers, que le hacían valorar
humanitarismo que portaba en virtud del idealismo moral de su formación cristiana, que
igualmente lo conducía a creer en el poder de la ciencia para redimir a la humanidad 74. Puede
decirse que el racionalismo y el humanitarismo que lo acercaban hacia desarrollismo eran también
los que habían orientado su vocación hacia las ciencias sociales, vistas también como una
Es preciso destacar que la afinidad de Orlando con las políticas de modernización y desarrollo
también se expresaba en escritos que venía realizando en estos años. Permítasenos una pequeña
primera Misión encargada de crear un programa global de desarrollo económico. De ahí surgió el
74
En esta parte debemos destacar que la misma sociología rural poseía un origen cristiano protestante que la ligaba a
una tradición humanitaria. He ahí que sea posible interpretar que, por ese camino, esta rama sociológica y a través de
ella Fals Borda, también tuvieran afinidades electivas con los elementos de la política desarrollista que hablaban de la
búsqueda del progreso y el bienestar social. En su libro clásico, Smith asevera: “La sociología rural nació de la
filosofía humanitaria que se ha convertido en una potente fuerza en los Estados Unidos durante la última década del
siglo diecinueve. La decadencia de la iglesia rural, el agotamiento del suelo y la despoblación de muchas zonas
rurales de antigua colonización de los estados del este, y la rápida diferenciación de las formas de vida urbana y rural
fueron, probablemente, algunos de los acontecimientos que ayudaron a llamar la atención hacia el problema rural y
estimularon un interés humanitario por los asuntos rurales. De cualquier manera, tal interés se difundió ampliamente
entre los clérigos de la época. El mismo se caracterizaba por la piedad, simpatía y un ardiente deseo de mejorar las
condiciones rurales mediante la ampliación de medios ya disponibles”. Ver: Thomas Lynn Smith, Sociología de la
vida rural, Buenos Aires, s.p.i. 1960, p. 7.
~ 60 ~
texto Las bases de un programa para Colombia, elaborado por el economista Lauchlin Currie, en
1950. Este informe presentó diversas recomendaciones dirigidas acelerar el desarrollo del
tocaban el sector agrario las que más resistencias levantaron entre los latifundistas, quienes vieron
sus intereses afectados debido a la propuesta de gravar con mayores impuestos las tierras que
tenían sin explotar. Las ideas del Informe Currie sobre el asunto agrario, estaban orientadas a
presionar una mayor productividad en los latifundios y al fomento de una clase media productiva
en el campo 75. Es decir que sus ideas se encaminaban por el mismo camino que las propuestas
Aunque las recomendaciones de Currie no fueron puestas en práctica, su informe dio pie para que
durante el gobierno de Rojas Pinilla se discutieran asuntos relativos a la política agraria. Hemos
traído esto a cuento, porque siendo el informe Currie el que organizó el primer programa
desarrollista en Colombia, fue también, al igual que las ideas de Smith sobre el mismo asunto, la
inspiración principal del joven Fals en la propuesta de reforma agraria que introdujo en el libro El
hombre y la tierra en Boyacá, que no por casualidad llevaba por subtítulo Bases sociológicas e
históricas para una reforma agraria. Justamente es en ese texto donde más se deja ver la afinidad
de Fals con las políticas desarrollistas. A mediados de 1957, cuando el libro empezó a circular, el
gobierno de Rojas Pinilla caía del poder y el país se preparaba para el establecimiento del régimen
de coalición liberal-conservadora del Frente Nacional. La aparición del texto no podía ser más
oportuna, pues era una coyuntura histórica en la que el reformismo y el desarrollismo, como
política de Estado, estaban sobre el tapete. No es raro entonces que la publicación de El hombre y
75
Para un recuento del impacto del Informe Currie en los años cincuenta ver: Absalón Machado,“Política agraria en
Colombia”, en Campesinado y capitalismo en Colombia, Bogotá, Cinep, 1981, pp. 72-73.
~ 61 ~
la tierra en Boyacá le valiera a Fals Borda para ser nombrado en 1959, como Director General del
Nacional. De ahí que pueda decirse que el sociólogo arrancó su vida pública con el pie derecho.
~ 62 ~
Capitulo III
Orlando Fals Borda: la corriente romántica en las ciencias sociales de América
Latina (1959-1989)
Introducción
Han pasado más de cuatro décadas desde que el sociólogo Orlando Fals Borda publicó su libro La
subversión en Colombia (1967). El texto había caído en el olvido hasta que hace poco fue
reeditado por su propio autor, siendo el último acto público que llevó acabo en vida. Fals Borda
murió en Bogotá en la madrugada del 12 de agosto de 2008, a un mes de cumplir 83 años de edad.
Hasta el fin de sus días estuvo convencido de la vigencia de la utopía del socialismo pluralista que
defendió en aquel libro. Lo que no quiere decir que durante esas cuatro décadas su pensamiento
haya permanecido estático, a decir verdad, la aparición de ese texto sólo indicaba un momento de
llegaría a nutrirse de un profundo anticapitalismo en los años setenta, del cual sería expresiva su
Historia Doble de la Costa, una zaga de cuatro tomos que fue publicada durante el decenio de los
ochenta. Partiendo de su inicial formación liberal, su libro sobre La subversión señalaría una
etapa de transición hacía ese anticapitalismo que bien puede considerarse romántico por los
capítulo consiste en comprender el proceso en que se desarrolló, y los contenidos que alcanzó, esa
tres grandes partes, que indagan tanto por esa dimensión romántica en su obra como por los
rasgos más relevantes de su experiencia como sociólogo. Todo, visto desde una perspectiva
América Latina entre finales de los años cincuenta y finales de los ochenta.
1. La ruptura instauradora
Las nuevas prácticas científicas con las que llegarían a proceder los sociólogos latinoamericanos
de los años cincuenta generarían una ruptura instaurada en el análisis de nuestras sociedades.
Decimos ruptura porque rompería con la retórica especulativa que prevalecía en muchos
escritores sociales anteriores, e instauradora porque fundaría desde entonces nuevas prácticas
científicas para la interpretación social. (Entre paréntesis: aquí entendemos por prácticas
generaría Fals Borda con sus primeros estudios sociológicos en Colombia, al igual que otros
fueron fundando.
~ 64 ~
Florestan Fernandes, Luis A. Costa Pinto, Fernando Enrique Cardoso, para el caso de los padres
Asimismo, Gino Germani y Aldo Solari, para los casos de Argentina y Uruguay, respectivamente,
sus países. Podría decirse algo similar de Pablo González Casanova, quien pese a su temprana
revolución mexicana, también se inició con los métodos y técnicas de la sociología empírica
estadounidense 76. Todos ellos y muchos más, como los economistas que conformaron la primera
preocupaciones similares que estaban centradas en el problema del desarrollo capitalista, que era
entendido, por demás, como sinónimo de progreso 77. Ya sea en su vertiente marxista (mediatizada
en ese tiempo por el estalinismo, que también veía la historia por fases destinadas a alcanzar un
desarrollismo y la modernización. Creemos que pese a las incongruencias valorativas que hoy
pudiéramos señalar sobre el uso que en los cincuenta se hacía del enfoque estructural-
76
Joseph A. Kahl, Tres sociólogos latinoamericanos: Germani, González Casanova, Cardoso, México D. F.,
UNAM, 1986; Sara, Sefchovich, “Los caminos de la sociología en el laberinto de la Revista Mexicana de Sociología,
en Revista Mexicana de Sociología, Año LI, Nº 1, México D. F., 1989, pp. 5-60; Alfredo Errandonea, “Aldo Solari y
su papel en la modernización de la sociología uruguaya”, en Franco, Rolando (coord.), Sociología del desarrollo,
políticas sociales y democracia. Estudios en homenaje a Aldo Solari, México D. F., Siglo Veintiuno Editores, 2001,
pp. 148-158; Evaristo Moraes Filho, “Sociología del desarrollo de América Latina”, en Pablo González Casanova el
at, Sociología del desarrollo latinoamericano (una guía para su estudio), México D. F., UNAM, 1970, pp. 39-84.
77
Jaime Estay Reino, “El neodesarrollismo: Prebisch, Furtado y Pinto”, en Marini Ruy, Mauro y Millan, Márgare
(coops.), La teoría social latinoamericana, México D. F., UNAM / Caballito, 1995, pp. 227-253.
~ 65 ~
Andes y El hombre y la tierra en Boyacá, las primeras obras de Fals Borda, que hoy podrían
A riesgo de simplificar, puede decirse Campesinos de los Andes corresponde al estudio de una
sobre un grupo ecológico humano conformado por la unión de intereses de varias familias,
ubicadas en una pequeña localidad rural, la segunda tiene que ver con pequeñas poblaciones
cohesionadas en virtud de intereses comunes. Aun cuando estas investigaciones no pretenden ser
estudios globales sobre Colombia, sino de casos concretos dentro la geografía del país, por su
perspectiva histórica de largo aliento y por el alcance multidimensional que poseen, es posible
encontrar en ellas una visión general del proceso social colombiano. Se trata de investigaciones
llevadas a cabo bajo la influencia del estructural-funcionalismo, es cierto, pero también, y quizá
del proveniente de Talcott Parsons. Para los años cincuenta, época en la que Fals hizo sus
estudios, Parsons manejaba categorías muy abstractas y sin demasiados fundamentos empíricos
como para ser asumido completamente por cualquier corriente de la microsociología. Esta última
era más inclinada a estudios concretos, descriptivos y detallados de los procesos de interacción
humana, del modo de pensar y actuar de la gente y del análisis de la vida cotidiana, por medio de
la observación directa, o través del uso de documentos escritos, orales y visuales. Lo anterior
~ 66 ~
Fals Borda era de un género más atemperado, es decir, a mitad del camino entre la gran teoría y el
como la de Robert Merton, quien, en efecto, es usado por Fals Borda en sus primera etapa como
sociólogo.
El sólo hecho de que Fals Borda haya optado por un análisis sociohistórico diferencia sus
América Latina bajo el enfoque estructural-funcionalista. De ese modo, pese a que en sus libros
hay un marcado interés por develar los mecanismos estructurales que tiene la sociedad para
funcionar de forma integrada, a la manera de un cuerpo humano, también es cierto que en sus
proceso histórico, que se encuentra sustentado con documentos tan diversos que envidiaría
cualquier historiador, pueden encontrarse también análisis múltiples y en varios niveles. Análisis
microsociología, tales como el diario de campo, la convivencia por largo tiempo con las
fotografías, a más del uso de documentos u objetos personales brindados por los campesinos.
más adelante).
~ 67 ~
Asimismo, gracias a su enfoque interdisciplinario, estas obras presentan una gran flexibilidad,
antropología y sociología se entrelazan para presentar al lector una exposición viva y descriptiva,
que a veces pareciera tomar las características de un documental cinematográfico. De tal suerte
que se tiene la impresión de poder entrar a las casas de los campesinos, conociendo su cocina, sus
costumbres, formas de hablar, religiosidad, modalidades de cultivo, entre muchos aspectos más de
observación y análisis, sin desestimar nunca la compresión de otros niveles sociales, como los son
escala latinoamericana. En todo caso, las ideas básicas que primaron en los años cincuenta y
principios de los sesenta, sobre la modernización, el cambio social dirigido y la historia entendida
primeras obras. Esta era una visión de la historia ampliamente compartida por los sociólogos
latinoamericanos de la época, y en esto, Fals Borda no caminaba solo. Muchos de los nuevos
científicos sociales latinoamericanos que por entonces se habían formado en Estados Unido o en
Europa, o en sus países de origen, portaban una concepción análoga del mundo. Para ellos, el
progreso era entendido como desarrollo o, suponían que ese ansiado progreso social se alcanzaría
a través del desarrollo 78. Lo anterior, no contaba con fuertes contradictores, pues eran pocos los
osados en entrar a criticar una concepción que de modo obvio parecía corresponderse y ser
recíproca con un mundo social que en efecto estaba en transición hacia la modernización
capitalista. Con todas las virtudes o defectos que hoy pudieran señalarse a las primeras obras de
Fals Borda es posible considerarlas como clásicos del pensamiento sociológico colombiano. Pues
78
Heinz Sonntag, Duda, certeza, crisis. La evolución de las ciencias sociales de América Latina, Caracas,
UNESCO/Editorial Nueva Sociedad, 1989, p. 54.
~ 68 ~
el nuevo proceder científico que en ellas se podría en práctica llegaría a generar una ruptura
interdisciplinario que poseen esos libros les ha posibilitado no envejecer con el tiempo, siendo
referentes obligados en la actualidad, con todo y lo caduco que hoy pueda verse el uso del
enfoque estructural-funcionalista.
Así, pues, con la formación científica que traía consigo, las acciones públicas que Fals Borda
educación cristiana protestante, influida por ideales democráticos y filantrópicos; por el consenso
medida también, por el tibio reformismo que desplegó el primer gobierno del Frente Nacional en
Colombia 79. El Frente Nacional fue un régimen de coalición bipartidista (1958-1974), en el que
los partidos Liberal y Conservador monopolizaron el manejo del Estado en Colombia. Se trataba
de una coalición elitista que justificaba su existencia en el intento de superar la guerra civil de la
Violencia, que venía sangrando al país desde los años cuarenta, y a la dictadura militar que luego
le siguió. Este régimen contaría, además, con el respaldo de los programas reformistas que trajo
la Alianza para el Progreso, contra lo que se percibía como el avance del comunismo tras la
revolución cubana.
En ese contexto, el prestigio que alcanzó Fals Borda por estos años le sirvió para ser nombrado en
1959 como Director General del Ministerio de Agricultura (hoy Viceministerio de Agricultura) y
79
Alexander Pereira, “Para una biografía intelectual de Orlando Fals Borda”, en Periferia, No 4, Neiva, 2004, pp. 27-
43.
~ 69 ~
contando para esta última tarea con la colaboración del sacerdote y sociólogo Camilo Torres
Restrepo, formado en la Universidad de Lovaina, en Bélgica. Con Camilo Torres, Fals Borda
tenía esperanzas compartidas en los cambios democráticos que prometían los planes reformistas
de las elites dominantes colombianas. De tal suerte que ambos estuvieron trabajando al servicio
Comunal, al tiempo que bregaban con espíritu apostólico por consolidar la sociología como
ciencia en el país. Desde la Facultad de Sociología, Fals Borda y sus colaboradores concentraron
Colombia. Muchos de cuales eran provenientes de la extinta Escuela Normal Superior (primer
intento colombiano de profesionalizar las ciencias sociales en los años cuarenta), con lo que se
artículo escrito hace pocos años, Fals Borda rememoraba al respecto: “El insumo de egresados
eminentes de la fenecida Escuela Normal Superior como Roberto Pineda, Virginia Gutiérrez,
Igualmente importantes para el proyecto de esa Facultad fueron intelectuales como Eduardo
Umaña Luna, Tomás Duncay, Carlos Escalante, Jaime Quijano, Miguel Fornaguera y Segundo
Bernal, quienes compartieron con investigadores extranjeros como Andrew Pearse, Ernesto Guhl,
Emilio Willems, Juan Friede, Everett Rogers, Arthur Vidich, Aron Litman, Eugene Havens y
80
Orlando Fals Borda, “Cuarenta años de sociología en Colombia: problemas y proyecciones”, Revista Colombiana
de Sociología, Vol. VI. No. 1, Bogotá, 2001, p. 8.
~ 70 ~
William Flinn, entre otros81. Personajes todos que, por sus procedencias, enfoques e intereses
científica de alto nivel, que llegó a contribuir no sólo la formación de sociólogos, sino también a
cualificar la opinión de algunos sectores sociales, en particular los provenientes de las por
En estas tareas por consolidar la sociología como un campo académico especializado también
participó la socióloga María Cristina Salazar Camacho, quien merece una mención especial por la
fructífera relación afectiva y académica que sostuvo desde los años sesenta con Fals Borda 82.
María Cristina Salazar ingresó a la Facultad de Sociología luego de ser llamada en 1962 por
Camilo Torres, con quien además de compartir profundas convicciones cristianas, tenía similares
orígenes sociales 83. Su educación primaria y secundaria la realizó en Inglaterra y Estados Unidos,
en este último país consiguió también los títulos de Bachelor en artes en 1951, y los de maestría y
así la primera mujer con ese título profesional en Colombia. De vuelta al país, María Cristina
81
Sobre los investigadores y los temas que pasaron por la Facultad de Sociología de la Universidad Nacional en la
época en que Fals Borda fue decano, consúltese: Jorge Hernández Lara, Dos décadas de sociología en Colombia
(1950-1970), Bogotá, Trabajo de grado optar el título de sociólogo, Universidad Nacional de Colombia, 1983, pp. 55-
92; Gabriel Restrepo Forero, “El Departamento y la Facultad de Sociología entre 1959 y 1966”, Revista Colombiana
de Sociología, Vol. 6. No. 1, Bogotá, 1988, pp. 85-104.
82
Acerca del papel jugado por María Cristina Salazar en la institucionalización de las ciencias sociales en Colombia,
ver: Gabriel Restrepo, “La sociología ante sus años cincuenta”, en Mauricio Archila et al (editor), Cuatro décadas de
compromiso académico en la construcción de la nación, Bogotá, Universidad Nacional de Colombia, 2006, pp. 395-
398.
83
Ella nació en el seno de una familia de la elite colombiana, era nieta de Félix María Salazar, un rico terrateniente
conservador que fue ministro y senador durante los gobiernos de Rafael Reyes y de Pedro Nel Ospina. Asimismo, su
abuelo materno, fue el liberal radical Salvador Camacho Roldán, quien entre otros puestos, estuvo encargado de la
presidencia de la república durante el gobierno del General Santos Gutiérrez, en 1868. A Camacho Roldán se le
reconoce por ser pionero en el análisis sociológico en Colombia.
~ 71 ~
ayudó a fundar en 1960 las carreras de Trabajo Social y Sociología en la Universidad Javerina, de
donde luego salió para hacer parte del cuerpo de profesores de la Universidad Nacional.
A finales de los años sesenta María Cristina Salazar y Orlando Fals contrajeron dos veces
matrimonio, uno por la iglesia católica y otro por la presbiteriana, manteniendo durante cuatro
décadas una camaradería que los benefició mutuamente en sus quehaceres intelectuales. Así como
historia de amor entre una cristiana católica y un protestante era una muestra más del ambiente de
tolerancia que se respiraba en los primeros años de ese círculo académico, situación que rompía
con los múltiples sectarismos que imperaban en otros ámbitos de la sociedad colombiana de la
época. La profunda formación cristiana de los esposos Fals-Salazar, unida a la del sacerdote
Camilo Torres, también ayuda a comprender la mística apostólica que acompañó el proceso de
como muchos habrán podido observarlo, se ha creado una verdadera mística por la ciencia y por
Según Rodrigo Parra Sandoval, sociólogo formado en ese mismo ambiente académico y luego
analista del mismo, el cristianismo que portaban Fals Borda y Torres Restrepo los proveyó de una
ética del trabajo, entendida en el sentido weberiano, que se expresó en el liderazgo carismático
Afirma Sandoval: “este carisma de los fundadores jugó sin lugar a dudas un papel de gran
84
Orlando Fals Borda, “La Facultad de sociología dejó atrás el período experimental”, texto del discurso pronunciado
por el Decano en el acto de graduación de los primeros egresados de la Facultad de Sociología, el 6 de abril de 1962.
Ver: Archivo Facultad de Ciencias Humanas (en adelante AFCH).
~ 72 ~
sesenta” 85. En efecto, las capacidades ejecutivas desplegadas por Fals Borda o Camilo Torres,
éste último más desde la política, dejaban apreciar, al igual que el caso de María Cristina Salazar,
Durante la primera parte de los años sesenta, en el intento de consolidar la disciplina sociológica
UNESCO. También se logró con esos dineros construir una infraestructura académica para la
la que diversos investigadores tuvieron la oportunidad de publicar sus trabajos. Aparte de las
Monografías Sociológicas, fueron creadas otras series, tales como Monografías Latinoamericanas,
conteo realizado sobre los temas de que trataban esas investigaciones, es posible afirmar que si
bien la gran mayoría se referían al mundo agrario, desde una perspectiva centrada en el estudio de
comunidades (siguiendo los temas que más le preocupaban a Fals Borda), también es cierto que
hubo muchos otros asuntos analizados, que hablaban por sí solos de la diversidad de intereses
investigativos de los miembros de la Facultad. Se cuentan, por ejemplo, trabajos que iban desde
estudios sobre filosofía hasta la medicina. Pero principalmente aquellos que trataban acerca de la
85
Parra, “La sociología en Colombia…”, p. 191.
~ 73 ~
historia, sectores indígenas y negros, estudios sobre la familia, las instituciones jurídicas, la
política, la acción comunal y la Violencia 86. Sobre este asunto de la Violencia la Facultad haría
una de las más grades contribuciones, de eso hablaremos en el apartado que sigue. Asimismo,
Fals Borda creó el Programa Latinoamericano de Estudios para el Desarrollo, PLEDES, (1964-
1969), donde pudieron continuar sus estudios de postgrado muchos de los egresados de la carrera
de sociología 87.
Esta enorme capacidad de gestión administrativa, combinada con labores docentes, investigativas,
búsqueda por organizar un campo autónomo para la sociología como disciplina científica en
Colombia. En esta época, repetimos, Fals fue capaz de ayudar a coordinar el proceso de
institucionalización de las ciencias sociales que había quedado truncado con la desaparición de la
sino que a partir de ella empezaron a surgir otros programas de ciencias sociales como
Antropología, Trabajo Social y Geografía 88. Igualmente, hay que agregar que el movimiento
acelerado con el que Fals Borda y sus colaboradores construyeron toda esa infraestructura
86
Parra, “La sociología en Colombia…”, pp. 193-201.
87
Acerca de las actividades académico-administrativas que Fals Borda ejecutó en los años sesenta, véase: Gonzalo
Cataño, “Presentación de Orlando Fals Borda”, Ciencia y compromiso. En torno a la obra de Orlando Fals Borda,
Bogotá, Asociación Colombiana de Sociología, 1987), pp. 13-17. Una exposición más detallada, donde se muestra la
manera como Fals Borda combinaba sus actividades docentes, investigativas, administrativas y como funcionario del
gobierno, puede encontrase en: Restrepo, “El Departamento…”, pp. 87-90.
88
Daniel Carrillo Guerrero, “A manera de introducción. Zonas de negociación en ciencias sociales: La creación de la
Facultad de Ciencias Humanas de la Universidad Nacional de Colombia (1963-1966)”, en Archila, “Cuatro décadas
de compromiso académico…”, p. 25.
~ 74 ~
intelectual estaba motivado por otra serie de transformaciones, también precipitadas, que se
Para principios de los años sesenta se había invertido las cifras de los pobladores rurales y
había incrementado la cobertura educativa de modo sustancial, las mujeres empezaron a ingresar
populares, crecía también el inconformismo político y con él la movilización social 89. El mundo
de las editoriales despertaba, excelente revistas culturales como Mito y Eco hacía época, al mismo
tiempo que la circulación de periódicos aumentaba vertiginosamente. En una palabra, las tareas
con los nuevos estilos de vida y, especialmente, con un incremento importante del público lector,
cada vez más profesional e interesado en consumir productos culturales 90. En una entrevista
realizada a Belisario Betancur en 1963, quien por entonces era uno de los accionistas de Ediciones
Tercer Mundo, afirmaba: “en los últimos años el comercio del libro se ha incrementado en tal
forma, que podría asegurar que la industria del libro colombiano se encuentra en su etapa inicial.
Me parece definitivamente superada la época en que el escritor debía enfrentarse a la triple tarea
intelectuales empezaban a especializarse. Otro elemento que deja entrever esta entrevista, quizá el
89
Sobre el contexto de movilizaciones sociales y conflictos que en este período se dieron, nos basamos en:
Alexander Pereira, Renán Vega y Luz Ángela Núñez, Petróleo y protesta obrera (tomos I y II), Bogotá, Corporación
Aury-Sará / Federación General de Trabajadores de Bélgica, 2009, pp. 185-274.
90
Para un análisis acerca de los cambios que se estaban generando en el consumo de productos culturales y de libros
en la Colombia de los años sesenta, véase: Miguel Ángel Urrego, Intelectuales, Estado y Nación en Colombia. De las
Guerra de los Mil Días a la Constitución de 1991, Bogotá, Siglo del Hombre Editores, 2002, pp. 145-185; Juan
Guillermo Gómez, Colombia es una cosa impenetrable, Bogotá, Diente de León, 2006, pp. 331-400.
91
“Un escritor, dos editores y un librero hablan sobre: los problemas del libro en Colombia”, en El Tiempo, Lecturas
Dominicales, 14 julio de 1963, p. 2.
~ 75 ~
más significativo, es el relacionado con la poca diferenciación que existía entre el intelectual y el
político de profesión. Hasta antes de los años sesenta la línea que separaba la labor del uno y del
otro no existía claramente. Ejemplo de ello lo ofrece el propio Betancur, quien al mismo tiempo
que se reclamaba como intelectual hacía de Ministro de Trabajo. Su caso es sintomático tanto más
por cuanto muestra una persistencia en ese sentido: Betancur llegaría a la presidencia de
Colombia en los años ochenta, no sin que se le dejara de percibir como intelectual92.
Sin embargo, al iniciarse el decenio de los sesenta era evidente que se experimentaba una
separación entre esos dos ámbitos de actividades, con lo que podemos afirmar que Fals Borda fue
un personaje de transición en tales cambios. Como ya lo vimos, al mismo tiempo que era decano
de la Facultad de Sociología hacia parte de la primera administración del Frente Nacional, tras
hacerse visible con sus primeras obras científicas 93. A principios de 1962, Fals Borda le escribió
una carta a Lynn Smith, su maestro en la Universidad de Florida, donde le comentaba acerca de
sus actividades con el gobierno: “La reforma agraria está en marcha, y yo estoy metido en ella
hasta el pescuezo” 94. No obstante, ese compromiso con el Estado estaba por romperse, las
mutaciones que se venían sucediendo en la relación entre algunos sectores intelectuales y los
grupos que detentaban el poder se iba agrietando a tal ritmo que, hacia finales de ese mismo año,
personajes como Fals Borda empezaban a marcar distancia con el Frente Nacional. La gota que
rebosaría la copa tenía que ver con el revuelo público que suscitó la aparición del primer tomo de
un libro en el que Fals Borda aparecía como coautor: La Violencia en Colombia (1962).
92
Acerca de esta relación entre la actividad intelectual y la política en Colombia ver: Malcolm Deas, El poder y la
gramática, Bogotá, Tercer Mundo Editores, 1993.
93
Por lo general en Colombia un intelectual se daba a conocer con algunas obras importantes y luego era llamado
para ser vinculado con la administración estatal, a través del partido Liberal o del Conservador. Los casos de Luís
López de Mesa, Indalecio Liébana Aguirre son también representativos de ese fenómeno.
94
Citado por Restrepo, “El Departamento…” p. 89.
~ 76 ~
2. La violencia en Colombia
abogado Eduardo Umaña Luna y el sacerdote Germán Guzmán Campos. Aunque en rigor se trata
de una obra hecha en coautoría, sin duda la primera realizada de manera interdisciplinaria en
Colombia, es preciso indicar que ella le debe mucho a Monseñor Guzmán Campos; ello porque
entre todos los autores del libro él fue quien mayor experiencia personal tuvo en la observación
directa de los hechos analizados en la obra. A Monseñor Guzmán, a quien la participación en este
estudio le costaría tener que exiliarse en México, los campesinos colombianos le deben que los
crímenes cometidos contra ellos no fueran olvidados tan fácilmente. De él puede decirse que fue
en las zonas donde éste tuvo sus expresiones más macabras. Lo que le fue posible gracias a que en
del Tolima, uno de los centros más conflictivos del país durante la Violencia, y al hecho de que
conformada a través un decreto expedido en 1958, por parte de la Junta Militar de Gobierno que
sirvió de transición entre finales de la dictadura de Rojas Pinilla y el inicio del Frente Nacional.
Al parecer, la creación de esta Comisión estuvo motiva por el interés que las elites de los partidos
Liberal y Conservador tenían en darle legitimidad política a la implantación del régimen del
~ 77 ~
Frente Nacional, cuya presentación se hacía como un pacto de reconciliación orientado a superar
Según quedó registrado en el prólogo del primer tomo del libro, dicha Comisión estuvo
conformada por Otto Morales Benítez (en calidad de director), los políticos Absalón Fernández de
Soto y Augusto Ramírez Moreno; los generales Ernesto Caicedo López y Hernando Mora
Aguirre; y los sacerdotes Fabio Martínez y Germán Guzmán Campos. Se trataba de políticos,
militares y curas, es decir, de miembros de los estamentos más representativos de los poderes
Iglesia Católica. Estas personas viajaron por diversas regiones de la república, durante ocho
meses, recogiendo evidencias y diversos tipos de pruebas relacionadas con la Violencia. Entraron
en contacto directo con poblaciones afectadas por el conflicto; hicieron entrevistas a guerrilleros,
muchos otros; realizaron observaciones y anotaciones en zonas asoladas, mismas donde se dieron
información serviría de base para que la Comisión Investigadora de las Causas de la Violencia
hiciera recomendaciones a los planes de acción que empezaría a efectuar por ese entonces la
Rehabilitación). Esta Oficina había sido creada en septiembre de 1958 por el gobierno de Lleras
Camargo, con el fin de dar asistencia social a los damnificados de la Violencia y reincorporar a la
95
Al respecto ver: Gonzalo Sánchez, “Raíces históricas de la amnistía, o las etapas de la guerra en Colombia”, en
Revista de Extensión Cultural, No. 15, Medellín, junio de 1983, p. 25.
~ 78 ~
vida civil a antiguos combatientes. Las tareas que cumplió la Comisión fueron efectuadas durante
casi tres años, especialmente en los cinco departamentos más azotados por la violencia (Huila,
Tolima, Valle, Cauca y Caldas). Sin embargo, la eficacia que tuvo no fue muy importante, debido
en gran medida a que las políticas del Frente Nacional se encaminaban más a la represión que a
No obstante la labor de la Comisión no se perdió del todo, ya que gran parte de todos los
documentos que lo logró reunir serían conservados por Monseñor Guzmán, quien sin tener una
archivo que sería la base empírica para escribir La violencia en Colombia. Monseñor Guzmán era
conocido desde 1960 por los sociólogos de la Universidad Nacional, gracias a las actividades
efecto la situación del municipio de El Líbano, donde Guzmán Campos ejercía como cura
párroco. En esa ocasión, Guzmán no sólo se dio a conocer por su sensibilidad ante los problemas
campesinos y por la generosa colaboración que prestó a la investigación, sino también por la gran
estudio, Roberto Pineda afirmaba que logró hacerse una idea de la situación investigada gracias “a
la ayuda aportada por Revdo. Padre Germán Guzmán Campos, conocedor del problema como
cura párroco de la población y como hombre angustiosamente preocupado por los efectos que
96
Un estudio detallado sobre los labores de esta comisión y de la asesoría que le prestó la comisión investigadora de
las causas de la violencia, puede consultarse en: Gonzalo Sánchez, “Rehabilitación y violencia bajo el Frente
Nacional”, en Análisis Político, No. 4, Bogotá, mayo-agosto, 1988, pp. 35-48.
~ 79 ~
veía” 97. A partir de ese primer contacto, en la Facultad de Sociología empezó a hablarse sobre la
documentación recopilada por el cura de El Líbano. La idea nació, según Fals Borda, “en una
charla mía informal con el Padre Camilo Torres Restrepo, sobre la importancia de ir a mirar los
archivos que Monseñor Guzmán guardaba en su despacho parroquial de El Líbano (Tolima). Allá
nos fuimos, manos a la obra. Se trataba de los documentos en que había quedado recogido el
trabajo de la Comisión Investigadora Nacional de las Causas de la Violencia” 98. Años después, el
En efecto, un par de meses después, Monseñor Guzmán viajó con todos sus documentos a
se dio inicio a una intensa labor de discusión sobre el fenómeno de la Violencia, en la que no sólo
participaron quienes luego aparecieron como coautores de la investigación, sino también los
97
Roberto Pineda Giraldo, El impacto de la violencia en El Tolima, el caso de El Líbano, Bogotá, Universidad
Nacional de Colombia, Departamento de Sociología, Serie Monografías Sociológicas, No. 6, octubre de 1960, p. 6.
98
Entrevista a Orlando Fals Borda, en el programa de televisión Patrimonio Vivo, producido por la Facultad de
Ciencias Humanas, Universidad Nacional de Colombia, 2001.
99
Germán Guzmán Campos, “Reflexión crítica sobre el libro “La Violencia en Colombia””, Gonzalo Sánchez y
Ricardo Peñaranda (compiladores), Pasado y presente de la Violencia en Colombia, Bogotá, CEREC, 1991, p. 50.
~ 80 ~
profesores Camilo Torres, Roberto Pineda, Andrew Pearse y Julio Asuad. En realidad, la idea
original era que todos estos profesores fueran haciendo sus propias contribuciones en escritos que
irían apareciendo, poco a poco, dentro de la Serie de Monografías Sociológicas. Es así que en un
principio se decidió que la primera publicación debía contener los puntos de vistas de un militar,
un psicólogo, un sacerdote, un jurista y un sociólogo. Pero rápidamente ese plan se vino abajo,
Entonces quedó la idea de que los primeros escritos serían los del sacerdote, el abogado y el
sociólogo. Ese fue el plan básico general, cuya definición obedecía a un fuerte interés por
conseguir que la obra lograra una perspectiva equilibrada, debido a que se presumía que sus
Ya en el proceso de escritura fueron ordenándose las partes del libro, según iba tomando cuerpo el
responsabilidad de realizar una crónica descriptiva, lo más completa posible y con una perspectiva
histórica, tomando fielmente los datos recopilados. Para esa tarea, como consta en los
agradecimientos que presentó en el libro, Guzmán contó especialmente con el auxilio de Fals
Borda, quien “revisó los originales, imponiéndose una labor agobiante” 100. Igualmente, Monseñor
destacó las asesorías y orientaciones que obtuvo por parte de Eduardo Umaña Luna, Andrew
Pearse y Camilo Torres, a este último, además, le reconocía los ánimos que le trasmitió en los
momentos en que sentía desfallecer durante el proceso de escritura 101. La segunda parte del libro
le correspondió al abogado Umaña Luna, quien partiendo de la descripción general adelantada por
Guzmán, realizó un análisis socio-jurídico del fenómeno en cuestión. Finalmente, Fals Borda fue
100
Germán Guzmán, Orlando Fals Borda y Eduardo Umaña Luna, La Violencia en Colombia (Tomo I), Bogotá,
Ediciones Tercer Mundo, 1963, p. 19.
101
Guzmán et al, “La Violencia en Colombia…”, (Tomo I), p. 19.
~ 81 ~
el encargado de efectuar una síntesis sociológica general, cuyo objetivo era establecer una
interpretación global del fenómeno de la Violencia, con base en los estudios previos de Guzmán y
Umaña, y valiéndose de los enfoques teóricos que se consideraron pertinentes para el análisis.
Luego de varios meses de continuo trabajo colectivo, en los que los autores coordinaban sus
estudios por medio de mesas redondas, en junio de 1962 lograron enviarse los originales a la
imprenta. En los primeros días del mes siguiente, en medio de fuertes conflictos estudiantiles,
primera publicación, tal como venía haciéndolo con los anteriores números de la serie
mayoría por miembros de la familia del señor Emilio Urrea, quien era su director. Emilio Urrea
hacía parte del Partido Liberal, pero ante todo era reconocido por sus actividades altruistas. Todo
indica que las gestiones para conseguir esta financiación fueron adelantadas por el sacerdote
Camilo Torres, quien era miembro de dicha Fundación desde 1960. Se sabe, además, que el
monto total que aportó la Fundación para la Paz fue de 90.000 pesos y que ese dinero fue usado
El texto contó con un primer tiraje de mil ejemplares, mismos que fueron distribuidos de manera
restringida entre un grupo de lectores nombrados a dedo en una lista diseñada en la Facultad de
102
Al respecto véase: Mónica Zuleta y Alejandro Sánchez, “La batalla por el pensamiento propio en Colombia”, en
Revista Nómadas, No 7, Bogotá, 2007, p. 136; Guzmán, “Reflexión crítica sobre el libro…”, p. 51; Eduardo Umaña
Luna, Camilo y el nuevo humanismo. Paz con justicia social, Bogotá, Universidad Nacional de Colombia, 2003, pp.
63-64
~ 82 ~
Sociología. Los lectores escogidos eran miembros representativos de la vida pública nacional,
sujetos que hacían parte de las elites políticas del país, miembros del alto gobierno, de la Fuerzas
otros. Era tal el proceso de selección que cada lector estaba número, por ejemplo, a cada libro se
le había escrito algo así como: “Señor Fulano de Tal, Ejemplar Número X”. Lo anterior,
ciertamente, creaba una división arbitraria entre un grupo de privilegiados que podían acceder a
un documento que se consideraba importante para comprender la realidad del país. Ese modo de
proceder se explica porque entre los autores existía la idea de que el propósito de la sociología era
el de indagar sobre las causas y los síntomas de los problemas sociales, con el fin de hacer un
diagnostico objetivo que sirviera para recomendar los remedios que las clases dirigentes debían
aplicar al organismo social. (Precisamente, en el libro hay unos capítulos dedicados a la “etiología
y a la terapéutica de la violencia”). Desde esta lógica positivista del quehacer científico, entonces
lo más eficaz para lograr una pronta solución de los problemas estudiados, era hacer llegar los
resultados a los grupos más influyentes del país; lo cual efectivamente se hizo.
Debido a la amplia solicitud que reportó el texto, rápidamente empezó a correr la especie de que
había sido recogido de las librerías. Semejante invención le daba a la obra un sabor de fruta
prohibida que sin duda excitaba la imaginación de quienes aún no habían podido acceder a ella.
Al respecto, Fals Borda llegó a comentar: “Los mil ejemplares numerados de la primera (edición)
se habían repartido exclusivamente entre altos dirigentes e instituciones nacionales; pero el interés
y la expectativa causados por la publicación fueron tales que los propietarios de los ejemplares del
libro hubieron de idear un sistema de turnos de lecturas entre sus amigos y familiares. Por esta
demanda y por falta de copias para satisfacer la curiosidad colectiva, empezaron a circular
~ 83 ~
rumores –infundados- de que la primera edición había sido recogida y que el Gobierno había
prohibido su circulación” 103. Pese a que esta limitación de ejemplares motivó la reproducción de
del todo, hasta el punto de que aún hoy permanece esa idea en los imaginarios universitarios e
intelectuales del país. Pero lo cierto fue que el libro se envío nuevamente a la imprenta luego del
primer mes de haber salido. Esta vez a cargo de Ediciones Tercer Mundo, que tuvo que publicarlo
casi que mensualmente, pues lo sacó en septiembre, octubre y diciembre de 1962. Al año
siguiente, volvería a reimprimirlo en febrero y luego en julio, y así a ritmos cada vez más
prolongados, pero sin que hasta la fecha haya dejado de publicarse, incluso de manera pirata
como luego ocurriría en los años setenta. La última reimpresión se daría en el año 2005, a cargo
una pieza de colección entre los amantes de los libros raros en Colombia.
Hacemos esta digresión sobre la edición de La violencia en Colombia porque su publicación está
Colombia, tal como se entendería desde la perspectiva propuesta por Pierre Bourdieu (véase
expresaba La violencia en Colombia, con su capacidad para romper con un silencio sordo, con un
sentido común impuesto desde el poder sobre el problema más importante del país: la Violencia.
Con bases teóricas y empíricas fuertes, los autores del libro llegaron a interpretaciones que
estaban lejos de subordinarse al pacto de olvido y reconciliación que ensayaban entre sus
miembros las elites instaladas en el Frente Nacional. Más que colocados en uno u otro bando del
103
Orlando Fals Borda, Germán Guzmán, Eduardo Umaña Luna, La violencia en Colombia (Tomo II), Bogotá,
Carlos Valencia Editores, 1980, p. 20.
~ 84 ~
sistema bipartidista, como era lo usual en los textos precedentes sobre el tema de la Violencia,
este libro tenía una pretensión científica encaminada a explicar el conflicto social que sacudía a
Colombia. He ahí que se diga que la aparición de esta obra tiene un valor simbólico importante
para la historia de la autonomía intelectual en Colombia, ya que marcó uno de los primeros hitos
en la independencia de los intelectuales con respecto de la clase política y del Estado 104.
“Colombia ha llegado en su devenir histórico a tal encrucijada que necesita que se le diga la
verdad –afirmaba Fals en el prólogo del libro-, así sea ella dolorosa, y aunque produzca serios
interpretación que traía sobre el conflicto colombiano –de lo que hablaremos más adelante-, sino
también en la ruidosa confrontación pública que desató su publicación entre los dos partidos
integrantes del Frente Nacional, las Fuerzas Armadas, la Policía y la Iglesia Católica. Nadie
quería hacerse responsable de los cerca de 300.000 muertos y los miles de desplazados de los que
obra; pronunciamientos militares del alto calibre con libro en mano, que incluso hicieron correr el
rumor de un golpe de Estado 106. Los periódicos voceros de los partidos Liberal y Conservador se
104
La idea de que esta obra marcó un hito en la autonomía de los intelectuales colombianos la tomamos de: Urrego,
“Intelectuales, Estado y Nación…”, pp. 179-180.
105
Fals et al, “La Violencia en Colombia…” (Tomo I), p. 14.
106
Sería muy extenso transcribir aquí la totalidad de discusiones en el Senado, artículos y editoriales de prensa que se
produjeron en torno al libro que venimos comentado, ofrecemos las referencias más significativas: Anales del
Congreso, (relación de debates del 31 de julio de 1962), 23 de agosto de 1962; “Un libro sectario”, en El Siglo, 26 de
agosto de 1962, p. 4; Miguel Ángel González, “La violencia en Colombia: una apología a la matanza”, en El Siglo, 23
de septiembre de 1962, pp. 10-11; “Un panfleto político”, en La República, 24 de septiembre de 1962, p. 4; “Crisis
de responsabilidad”, en El Siglo, 25 de septiembre de 1962, p. 4; Benigno Costa Polo, “El prólogo del “panfleto
político””, en La República, 26 de septiembre de 1962, p. 4; “Contribución a la verdad”, en El Tiempo, 26 de
septiembre de 1962, p.4; “Directores de diarios del país se reunirán en Bogotá”, en La República, 28 de septiembre de
1962, p. 1; “En pecado mortal”, en La República, 28 de septiembre de 1962, p. 4; “Invitación a la prensa del país para
tatar sobre la violencia”, en El Espectador, 28 de septiembre de 1962, p. 1; “Principios y normas de la prensa
colombiana”, en La República, 5 de octubre de 1962, p. 1; “Combatir la impunidad y toda forma de violencia”, en El
~ 85 ~
de los autores de la misma. “Un sociólogo protestante, un abogado liberal y un cura párroco
católico, le quitan toda respetabilidad a la obra”, era uno de las tantas expresiones que se lanzaban
contra los autores del libro 107. Pero más allá de las anécdotas que trajeron las confrontaciones
públicas que suscitó su publicación, tal vez una de las interpretaciones más importantes que
podrían sacarse de ellas sea el efecto de desprestigió que el libro tuvo entre las elites liberales y
Las recriminaciones públicas que la obra generó sobre los responsables de la Violencia, hicieron
un documento político, que se usaba para atacar o defenderse del adversario 108. Es así que
mientras los liberales defendían la obra para agredir a los conservadores, éstos a su vez la
invalidaban para defenderse de aquéllos. Algo parecido hacían los grupos disidentes de alguno de
estos dos partidos. La disidencia del liberalismo, el MRL, o el movimiento Alianza Nacional
dictador Rojas Pinilla, defendían el libro para atacar a liberales y conservadores por igual,
expresando así su oposición al Frente Nacional. El uso político que se hacia del libro, ya sea del
Siglo, 5 de octubre de 1962, p. 10; “La impunidad: fuente de la violencia. Sostuvo el Ministro de Guerra ante los
periodistas”, en El Siglo, 5 de octubre de 1962, p. 10; “Un cónclave ejemplar. Un libro incómodo. El escándalo de la
cristiandad”, en La Nueva Prensa, del 6 al 12 de octubre de 1962, pp. 21-22; “Continua debate sobre violencia en el
Senado”, en La República, 3 de octubre de 1962, pp. 1 y 10; “El libro siniestro. Sesión secreta. A palacio”, en El
Siglo, 4 de noviembre de 1962, p. 9; “Valencia asume responsabilidad de solucionar la crisis en el Ejército”, en El
Siglo, 7 de noviembre de 1962, p. 10; “Vergüenza o remordimiento produciría el libro entre los militares”, en El
Siglo, 20 de diciembre de 1962, p. 1 y 2; “Texto del informe del coronel Valencia”, en La Patria, 21 de diciembre de
1962, p. 7; entre muchos otros.
107
“Los apologistas de la Violencia”, El Siglo, [Bogotá] 15 sep. 1962: 4C.
108
Una confirmación de que el libro La violencia en Colombia fue leído como un documento político puede verse en
el llamado de atención que hace el historiador Mario Barbosa, en el sentido de que pese al sinnúmero de artículos de
prensa que se produjeron en torno al libro, las reseñas académicas o científicas sobre el mismo brillaron por su
ausencia, ver: Mario Barbosa, “Nuevos libros prohibidos: controversias en las ciencias sociales en México y
Colombia durante los años sesenta”, en Carlos Illades y Georg Leidenberger (coordinadores), Polémicas intelectuales
del México moderno, México, D. F., CONACULTA / UAM, 2008, pp. 281-312.
~ 86 ~
sector que fuere, estaba consiguiendo minar la legitimidad de la elite bipartidista instalada en el
poder. El temor a que la mayoría del país percibiera al Frente Nacional como un gobierno
moralmente espurio era real. Concretamente se le temía a que la polémica sobre los responsables
de la Violencia desembocara en una mayor disidencia por parte de grupos sociales que cada día
también llevaba a la preocupación de un posible golpe de Estado, pues aún se mantenía fresca en
la memoria la reciente dictadura militar. Este temor era algo que manifestaban especialmente los
de ese partido. No de otra manera podría interpretarse que tras los dos primeros meses de
confrontación en la prensa, los directores de los grandes periódicos del país se reunieran para
tiempo que estipulaba una norma que obligaba a todos los diarios insistir en la “Condenación de
los golpes de Estado en cualquier país de América regido por el sistema democrático” 109. Tal
disposición no se debía solamente al apego que las elites del Frente Nacional pudieran tener por
las virtudes de la democracia, sino a que en medio del revuelo desatado por el libro empezó a
Ahora bien, que en estos momentos hubiera podido producirse entre los intelectuales colombianos
una obra como esta, indicaba también el fortalecimiento de un espacio que respaldaba la
autonomía con la que actuaban sus autores. Ese espacio lo brindaba la Universidad Nacional de
Colombia, que para esta época empezaba a proyectarse como una institución independiente de los
109
“Principios y normas de la prensa colombina”, en La República, 5 de octubre de 1962, p. 1.
110
Al respecto, además de los artículo de presa que hemos citado, también puede consultarse el análisis que el propio
Fals Borda efectuó sobre la polémica que surgió a partir de la aparición del primer tomo del libro, ver: Fals et al, “La
violencia en Colombia…” (Tomo II), pp. 9-52.
~ 87 ~
grupos de poder, del bipartidismo tradicional y de la Iglesia Católica, es decir, como una
institución secular desde donde empezaba a tener cabida un pasamiento crítico y emancipante. En
trinchera institucional desde donde los autores del libro se protegerían contra los ataques que
sobrevinieron contra ellos por la publicación de dicho libro. La defensa contra esos ataques se
intelectual. Esta defensa y no tanto el hecho de que un intelectual ocupara cargos en el gobierno
En 1962, el mismo año en que salió La Violencia en Colombia, vieron la luz dos obras artísticas
de marcado contenido crítico sobre la realidad del país, y en particular sobre el fenómeno de la
Violencia. El pintor Alejandro Obregón llegó a exponer una de sus obras más renombradas, un
lienzo titulado Violencia, donde aparecía el cadáver de una mujer que simulaba con su cuerpo
desnudo la geografía de la cordillera de los Andes, con colores lúgubres que sugerían la idea de la
brutalidad de las masacres. El joven García Márquez hacía lo propio con su novela La mala hora,
campesinos, el advenimiento de la hora de la desgracia. Al igual que los autores del libro sobre la
violencia, estos artistas dejaban apreciar creaciones que no estaban subordinadas al poder político
que sacó la Editorial Tercer Mundo del libro La violencia en Colombia. En su calidad de
accionista de esta editorial, Betancur recibió una serie de querellas por haber publicado el libro,
~ 88 ~
querellas que provenían del Partido Conservador, del cual era miembro. Ante esa situación,
Betancur estuvo a punto de perder su puesto como Ministro de Trabajo, llegando incluso a tener
que renunciar por unos días. Sin embargo, como afirmaba la prensa, Betancur, con “su estilo
deportivo para hacer política” explicaba satisfactoriamente que él nada tenía qué ver con la
selección de los volúmenes que publicaba la editorial 111. La posición ambigua que asumió
Betancur ante un asunto que puso a discutir a amplios sectores del país podría corresponder a la
nuevos intelectuales que venían forjando un espacio autónomo para expresarse libremente, sin
Pero, ¿qué contenía este libro como para que se diga que expresaba la formación de un campo
intelectual en Colombia? ¿Qué es lo que dice esta obra que los científicos sociales colombianos
no han dudado en calificarla unánimente como fundadora de los estudios sobre la Violencia? 112
¿A qué se refieren sus páginas como para haber desatado tanto alboroto entre las clases
dominantes del país? y, concretamente, ¿cuál era la interpretación que traía consigo? Para
responder estos interrogantes es necesario hacer una presentación global del contenido del
primero tomo de esta investigación, que en definitiva contiene los asuntos más importantes que
luego continuarían abordándose en su segundo volumen. Para tal efecto, cabe advertir que nos
limitaremos a examinar la parte escrita por Fals Borda. Ello no tanto porque se trata del personaje
objeto de la presente biografía, sino porque su escrito contiene una interpretación general a partir
de lo narrado previamente por los otros dos autores. En especial a partir de lo narrado por
Guzmán Campos, de quien también parte Umaña Luna para su interpretación socio jurídica. La
111
“Betancur, oro puro”, en La Nueva Prensa, VI. 76, Bogotá, 13 a 19 octubre de 1962, pp. 23-28.
112
Gonzalo Sánchez Gómez, “La Violencia en Colombia. Estudio de un proceso social”, en Análisis Político, No. 46,
Bogotá, mayo-agosto de 2002, pp. 198-199.
~ 89 ~
parte descriptiva del libro está en lo escrito por Monseñor Guzmán. Él no sólo establece el marco
histórico y geográfico del fenómeno estudiado, sino que también realiza una minuciosa narración
de hechos sustentados con base a una enorme riqueza documental (cifras, nombres, fechas,
lugares, combates, asesinatos, masacres, crímenes, etcétera). Todo lo escrito por Umaña y Fals
está en función de lo escrito antes por Guzmán, quien no pocas veces anticipa en su narración las
interpretaciones que ofrecen sus compañeros. Pero insistimos, es en el escrito de Fals, que tituló
El texto de Fals está construido de la siguiente manera: inicia con una exposición de la teoría
etcétera). Estos conceptos son presentados de una forma didáctica y pedagógica, teniendo en
cuenta la poca familiaridad que en esos momentos había en el país sobre el vocabulario
sociológico. Luego, Fals intenta coordinar esa teoría con otros dos enfoques, uno proveniente el
de la teoría del conflicto y el otro de la teoría los valores. El entrelazamiento de estas tres teorías
estructural” o “agrietamiento de las estructuras sociales”, mismo que sirve para sostener la
hipótesis de trabajo y para hilar la síntesis socio histórica con la que finaliza el texto. En ese orden
contrario, el intento por ir aterrizando la teoría a la realidad es tal, que el lector logra percibir los
esfuerzos del autor para conectar los conceptos con el proceso social, el cual a veces da la
impresión de salírsele de las manos. Este intento de articulación, entre teoría y realidad, crea una
~ 90 ~
tensión a lo largo del texto que parece provenir del hecho siguiente. En el proceso de escritura
Pese a advertir lo anterior, Fals no desechaba del todo el enfoque estructural-funcional, lo cual en
más de una ocasión termina por enredarlo en una telaraña de eufemismos para hacer definiciones
que son importantes en su análisis, por ejemplo dice: “la “violencia” en Colombia presenta como
varios niveles”. Para luego realizar descubrimientos de esos que pueden afirmar que el agua moja:
“Lo cual llevaría a la conclusión de que los mecanismos disfuncionales son de ocurrencia común
y que pueden ser atributos normales de los sistemas sociales. Pueden ser parte de la dinámica
social y no necesariamente defectos como la teoría corriente da a entender” 113. Para nosotros este
tipo de conclusiones resultan obvias, porque hoy se ha vuelto de sentido común que los conflictos
colectivos hacen parte de la dinámica de las sociedades. Pero para Fals Borda, quien había tenido
una formación teórica permeada por cierto conservadurismo, que antes que nada indagaba sobre
equilibro y la integración de las estructuras sociales, la perspectiva del conflicto no era tan
evidente. Es así que las críticas que pudiéramos hacerle en ese sentido y desde la comodidad que
brinda el presente, por obvias, resultarían también banales. Antes que nada, llama la atención que
con las herramientas teóricas que disponía, Fals fuera capaz de arriesgar hipótesis que aún siguen
un encuentro con autores que empezaban a conformar la llamada “revuelta contra la síntesis
113
Fals et al, “La violencia en Colombia…” (Tomo I), p. 404.
~ 91 ~
pero que desde finales de los años cincuenta venían produciendo obras críticas de la corriente que
lideraba Talcott Parsons. Dos de las cabezas más visibles de ese movimiento serían las de Ralf
Darenndorf y Lewis Coser, quienes podrían las bases de un giro hacia un nuevo paradigma
conocido como la teoría conflictual de la sociología 114. Desde Colombia, el impulso más
importante que llevaría a Fals a participar de esa revuelta serían las características mismas del
fenómeno de la Violencia, que le hicieron evidente los límites analíticos del enfoque
funcionalista. Pero esa no era la única motivación. Fals Borda, como ya lo hemos insinuado, era
un funcionalista bastante heterodoxo y eso era algo que había dejado ver en sus primeras
investigaciones. Primero, porque su funcionalismo estaba más ligado a las teorías de alcance
medio de Robert Merton, y segundo, porque sus influencias más grandes provenían de la
microsociología, que además de no tener una convivencia fácil con el enfoque parsoniano, luego
se presentaría como una de sus mayores críticas. Cabe anotar que sería precisamente de la
microsociología de donde provendrían muchos de los sociólogos que hicieron parte de la nueva
En todo caso, es en su estudio sobre la Violencia donde Fals Borda deja entrever el proceso por
medio del cual se fue alejando del estructural-funcionalismo que traía como bagaje teórico. Es
este viaje de distanciamiento, sin boleto de retorno, el que se expresa en la tensión teórica de su
interpretación sobre la Violencia. Lo anterior es interesante porque una de las críticas más
recurrentes que se le ha achacado a ese estudio es precisamente el haberse valido del estructural-
funcionalismo, cuando en realidad el uso que hace Fals de ese enfoque conlleva una querella
114
Julio Carabaña Morales, “El conflicto social”, en José Luis Álvaro Estramiana (editor), Fundamentos Sociales del
comportamiento humano, Barcelona, Universitat Oberta de Catalunya, 2003, pp. 243-285.
115
Picó, “Los años dorados…”, p. 26.
~ 92 ~
radical contra él. La razón por la que el estudio de Fals da la impresión de mantenerse en el
ámbito de ese enfoque es porque continúa utilizando el concepto de disfunciones para comprender
el conflicto social. Sin embargo, como veremos enseguida, el uso que hace de ese concepto no es
patológicas para el equilibrio de las estructuras sociales. Al respecto, Fals advierte algo en ese
sentido que muchas veces sus críticos han pasado por alto:
En su afán por librarse de juicios de valor, los sociólogos parsonianos interpretan el proceso
de imposición de valores excluyentes que es, en pocas palabras, un conflicto, como
resultado de tensiones internas de los grupos y de presiones externas a ellos. Las tensiones,
en este caso, parecerían ser eufemismos con que referirse a los problemas sociales que
surgen del conflicto. En efecto, no podría aceparse que el conflicto en sí mismo sea como
una enfermedad, es decir, algo que debe reprobarse por la sociedad por constituir una
amenaza para su estabilidad; y aún así, tal es la tendencia en buen número de textos y
tratados. Ni que el conflicto sea totalmente disfuncional sino en determinadas
condiciones” 116.
transición. Estas críticas que Fals hace al funcionalismo provienen especialmente de la obra de
Lewis Coser, en concreto del libro Funciones del conflicto social (1956), el cual cita de la
traducción castellana que publicó el Fondo de Cultura Económica en 1961, que desde entonces
empezó a influir en América Latina. Es también de este libro, pero no solamente, de donde Fals
desprende gran parte del enfoque que construyó para analizar el fenómeno de la Violencia.
Siguiendo a Coser, lejos de centrar su atención en los elementos que ayudan a la conservación de
116
Fals et al, “La violencia en Colombia…” (Tomo I), p. 406.
~ 93 ~
las estructuras sociales, es decir del statu quo, Fals subraya la importancia que tiene el conflicto
para los procesos de cambio social; procesos que venía investigando desde hacía varios años 117.
En ese sentido indaga por las consecuencias del conflicto, analizando su importancia como fuente
para la transformación y la adaptación del sistema social. Al igual que Coser, Fals se preguntaba
por las causas del conflicto, por los tipos y la intensidad de la violencia, así como las funciones
que el conflicto desempeña en los procesos de transición, progreso y reintegración social. Muchos
de estos temas Coser los toma de la obra de Georg Simmel, a quien Fals también menciona en su
texto cuando intenta realizar un balance de los pioneros que se habían ocupado del conflicto
social. En esta parte, llama poderosamente la atención que Fals Borda no hiciera referencia a
Marx ni a ningún marxista. Lo cual no solamente se explica por las razones que él luego
personaje serio. Lo que me indujo a leer a Marx y a apreciarlo fue la naturaleza de los conflictos
colombianos”. Tal explicación podría ayudar a entender porqué el estudio sobre la Violencia,
aunque omite cualquier uso del marxismo, es al mismo tiempo el que luego conduciría a Fals a
esa corriente de pensamiento. Pero no resulta totalmente convincente para entender la omisión
Es cierto que Fals se formó en un medio académicos que por su orientación objetivista y
cientificista rechazaba cualquier praxis política como la que reivindica el marxismo con respecto
a un cambio revolucionario. Y no es menos cierto que ese mundo académico también era dado a
117
Al respecto Fals Borda escribió textos como los siguientes: La teoría y la realidad del cambio sociocultural en Colombia,
Bogotá, Universidad Nacional, Monografías sociológicas No. 2, 1959; La transformación de América Latina y sus implicaciones
sociales y económicas, Bogotá, Universidad Nacional, Monografías Sociológicas No. 10, 1961.
~ 94 ~
enfoque. Podría penarse, como él mismo lo llegó a expresar, que la omisión que hacía del
marxismo se debía a que en su formación científica pesaban todos esos prejuicios de la academia
estadounidense. Sin embargo, Fals Borda no sólo mostraba tener una mente abierta como superar
esos prejuicios tal y como se lo exigía el análisis de la Violencia, sino también una enorme
disciplina y curiosidad intelectual como para haberse acercado en esos momentos a la obra de
Marx. Además de la poca cultura marxista que existía en los propios medios académicos
colombianos, todo parece indicar que Fals rehúye de un acercamiento a Marx por otra dos
razones. En primer lugar, porque para estos momentos él era un convencido de las virtudes de la
los derechos civiles y de la libertad de oportunidades que podría brindar un régimen reformista
que, a su vez, posibilitara el desarrollo de clases medias en el campo y la ciudad. El otro motivo,
está relacionado con que era muy difícil, por decir lo menos, que una obra como esta, que trataba
sobre el problema más importante de los colombianos, fuese realizada desde una perspectiva
cruzada por un análisis marxista. Si la idea de los autores era que la obra pudiera contribuir para
que las clases gobernantes tomaran medidas positivas para resolver el conflicto, entonces ello
imponía unos límites en los términos del análisis. Piénsese nada más en que el hecho de que Fals
fuera protestante sirvió como argumento para invalidar el libro por parte de sectores
fundamentalistas del catolicismo y del Partido Conservador. Ahora, una posición marxista por
parte de ese protestante hubiera podido desatar el rechazo del libro por gran parte de unas elites a
las que se quería influir. Lo anterior muestra que a pesar de la autonomía intelectual que
expresaba el libro también existían unos limites que no eran fáciles de superar.
~ 95 ~
Con todo, en este caso la omisión de la perspectiva marxista contribuye a que se escape un asunto
básico en el análisis. Nos referimos a que es muy difícil comprender un proceso conflictivo como
el de la Violencia sin tener en cuenta el contexto histórico del desarrollo del capitalismo que
estaba dándose en Colombia. Ese será uno de los grandes defectos de este estudio de Fals Borda.
acostumbraba la versión más hegemónica del marxismo de esos años, la del estalinismo. Es así
que el libro sobre la Violencia tendrá también la posibilidad de brindar un análisis más centrado
en los aspectos sociales y políticos, sin por ello descuidar del todo las variables del carácter
económico. En todo caso, un par de años después de haberse publicado La violencia en Colombia,
encontraremos que los escritos de Fals Borda se volverán más sensibles a la recepción de la obra
de Marx y a la de ciertos marxistas que hicieron parte de la nueva izquierda que ya empezaba a
hacerse visible a principios de los años sesenta. Entre tanto, Fals continuaba dentro de los marcos
sobre la Violencia lo llevaría a acercarse a Lewis Coser, por ese mismo camino terminaría
encontrándose con la obra de otro teórico del conflicto, Ralf Darenndorf, quien sin dejar de ser un
autor de pensamiento liberal era más cercano a la dialéctica marxista. Estos autores, así como
Wright Mills, le servirían a Fals de puente de transito, en los años siguientes, hacía un marxismo
bastante heterodoxo. Pero no nos adelantemos demasiado, detengámonos ahora en el asunto que
nos compete, que es el del análisis que Fals presenta sobre el conflicto de la Violencia.
La hipótesis central que Fals Borda maneja es la siguiente. Dice: “lo que se ha dado en llamar
política” 118. Esta idea la argumenta teóricamente y luego a través de una descripción global del
proceso histórico, el cual interpreta usando los conceptos expuestos previamente. En términos
teóricos, define el conflicto como “un proceso social que se desarrolla cuando dos o más partes
tratan de imponer valores excluyentes dentro de escasez de posiciones y recursos, con el fin de
influir en la conducta de los grupos y determinar así la dirección del cambio social en esos
grupos”119. En el caso colombiano, las partes que habrían intentado imponer valores excluyentes
serían los partidos Liberal y Conservador, que concibieron el poder del Estado como herramienta
para imponer a sus adversarios las utopías de sus propios proyectos políticos. La competencia por
el control del Estado desató el conflicto interpartidista, cuyo inicio se dio entre las elites de
ambas colectividades, pero que luego se trasladó a las regiones y de ahí hasta los niveles local y
vecinal. En medio de ese conflicto, desde el seno del Partido Liberal emergió el movimiento
gaitanista, que representaba una utopía revolucionaría orientada a romper con la rígida estructura
señorial colombiana. Paralelamente, la competencia entre las elites habría llevado a una creciente
funciones que debían desempeñar las instituciones sociales, especialmente las políticas y
controlada y dirigida, que se vale del uso de la violencia y de la coerción con el fin de imponer
sobre el rival unas utopías excluyentes. Esta etapa se habría experimentado durante los intentos de
hegemonía de los partidos Liberal y Conservador, a partir de 1930, con la llegada de cada uno al
control del Estado. A esta etapa de confrontación Fals la clasifica bajo la categoría de conflicto
118
Fals et al, “La violencia en Colombia…” (Tomo I), p. 407.
119
Fals et al, “La violencia en Colombia…” (Tomo I), p. 409.
~ 97 ~
telélico, por cuanto se orienta a unas metas que se suponen racionales y que sus defensores, en
todo caso, consideran positivas para el bienestar común. La otra etapa, se denomina como
conflicto pleno o de aniquilación, en ella el uso de la violencia se ejerce sin mesura ni control
sobre el adversario, de manera indiscriminada, destructiva y caótica. Esta segunda etapa habría
surgido tras el asesinato de Jorge Eliécer Gaitán, y podría decirse que en ella consiste la llamada
Violencia. Se trata de una fase del conflicto en que no aparece un proyecto claramente definido o
coherente por parte de los contendientes, dándose la impresión de estar ante una lucha sin
objetivos, en la que los agitadores se valen de las pasiones más primarias e irracionales de sus
seguidores. Fals sugiere que durante el conflicto, el paso de la primera a la segunda etapa, señaló
el punto en que llegó a frustrarse la revolución democrática que expresaba el gaitanismo. Ello lo
formación de una grieta en la estructura social colombiana. Con el tiempo, el conflicto entre las
elites habría provocado una alteración en la conducta de los ciudadanos (confusión de los status-
roles) y de las instituciones sociales. Tales alternaciones serían las que dieron cabida a la
formación de la mencionada grieta, que abrió paso para que por medio de ella se deslizara la
proceso que tendía a ahondarse porque el conflicto llevaba a una profundización en los estados de
anomia social, lo que posibilitaba que las partes enfrentadas se valieran del uso de medios
extremos de violencia. De ese modo, las acciones de agresión extrema fueron quebrando las
también las religiosas. Según Fals, pese a que se entraba en estados de anomia, lo que se estaba
experimentado era un proceso en que se volvían normativas muchas actitudes que podrían
considerarse disfuncionales desde el punto de vista ideal, pero que en la práctica eran funcionales
para los intereses de ciertos grupos sociales. En otras palabras: la Violencia se hace funcional para
sectores de la sociedad que se beneficiaban de ella. Esto se entiende mejor con los ejemplos que él
coloca, escribe:
El policía ya no es el gurda del orden sino un agente del desorden y el crimen. Mas no puede
argumentarse que esta conducta no vaya involucrada en el nuevo rol del agente de policía,
puesto que ésta en realidad se ha amoldado a la normas impartidas por su grupo y por los
grupos a él vinculados a otros niveles de integración, que exigen el desorden y el crimen. Estos
grupos (al nivel estatal, de los partidos nacionales y de la maquinaria política vecinal) han
legitimado en el agente de policía un nuevo role, un role violento, distinto al contemplado en
los códigos. Mal haría el agente de policía que no respondiese a las consignas impartidas. Así el
“chulavita” violento se institucionaliza y sanciona positivamente, dentro de la formal
institución policiva 120.
Otro ejemplo; según Fals Borda, las normas vigentes, establecían formalmente en Colombia el
respeto a la propiedad privada y el derecho al usufructo de la tierra, por ello existían patrones de
que hacían parte de la institución económica de la tenencia de la tierra. Pero durante la Violencia
Sus fines no eran los formales de buscar el lucro “democráticamente” o respetando el derecho
de los demás; por el contrario, sus fines eran derivados hacia la acumulación descarada de
riquezas y de poder en perjuicio de determinados grupos y personas, muchas veces por
120
Fals et al, “La violencia en Colombia…” (Tomo I), p. 402.
~ 99 ~
Aunque desde el punto de vista de la teoría funcionalista esta distorsión en los status-roles debía
objetivos de las instituciones establecidas, Fals Borda nos dice que lo cierto fue que tales
grupos que se beneficiaban del poder: “Así, al nivel vecinal, el conflicto por la tierra llevó la ruina
en el sistema económico; pero estos desajustes hasta cierto punto fueron funcionales para el
sistema político, porque se afianzó el poder local de los grupos dominantes” 122. En ese sentido,
para Fals Borda lo que la teoría prescribe como disfuncional no lo es términos reales, porque las
Colombia se estaría presentado como la expresión de cierta transición hacía otro tipo de estructura
social.
Pero, como ya se mencionó, lo que sí estaba creando la deformación de las actitudes individuales
y colectivas (de los status-roles establecidos), era una grieta en la estructura social colombiana.
Esa estructura social Fals la define como de tipo señorial y oligárquico: “Colombia estuvo sujeta
al tipo de estructura social que los especialistas han denominado “cerrada”, es decir, basada en
121
Fals et al, “La violencia en Colombia…” (Tomo I), p. 403.
122
Fals et al, “La violencia en Colombia…” (Tomo I), p. 403.
~ 100 ~
aristocrática en lo político” 123. Durante la primera parte del siglo XX el surgimiento de una grieta
en esa estructura social hizo posible que fuera avanzando un conflicto con características como el
existentes en las instituciones fundamentales que sostenían esa estructura social. Fals habla de
unas instituciones rígidas, que por su misma rigidez fueron incapaces de canalizar las diversas
aspiraciones de cambio social del pueblo colombiano. Tal rigidez, y no tanto las presiones que se
ejercían contra esas instituciones, fue la que sirvió de combustible al conflicto, siendo que éste
lograría diferenciarse según las particularidades institucionales de cada región o localidad. Así,
por ejemplo: en las instituciones jurídicas, la impunidad y las fallas de diverso tipo en la justicia
Todas esas circunstancias, que se traducían en grandes insatisfacciones sociales contra el freno
que imponían las elites a favor de un cambio democrático, fueron, en definitiva, las que
123
Fals et al, “La violencia en Colombia…” (Tomo I), p. 415.
~ 101 ~
previsible: al frustrarse los cambios estructurales esperados, muchos de ellos prometidos por
Gaitán, se multiplicaron las posibilidades del conflicto entre los grupos afectados en todos los
niveles de integración, abriendo así la puerta para una quiebra de consideración 124.
Sin embargo, semejante quiebre no llegó a producir un colapso total en el sistema colombiano,
pues, según afirma Fals, aún faltó una mayor revuelta en las ciudades. Lo que no quiere decir que
las cosas quedaran como antes. Pues el proceso social de la Violencia ayudó a acelerar cambios
en las normas, actitudes y valores entre la personas. Es decir, que los nuevos valores que se
gestaron durante la anomia que trajo el conflicto fueron acomodándose o tomando el lugar de
aquellos que iban destruyéndose. De esa manera terminó por generarse un sincretismo entre
actitudes tradicionales y modernas, que sería posible de interpretar como la expresión de una
compleja transición hacia una sociedad secular. O dicho en otros términos: se estaba ante el
proceso de formación de bases diferentes para las instituciones de una nueva estructura social:
A pesar de todo -escribe Fals-, la lucha y los sufrimientos han ido conformando un país
nuevo de características aún indeterminadas, pero que está dejando atrás la escala de
valores “sacro-tradicionales” y la estructura “cerrada” de la colonia. La aceleración de los
contactos entre el campo y la ciudad, las invasiones locales de extra-grupos y las
migraciones internas (sin mencionar los procesos inducidos por el contacto cultural y la
transculturación) han puesto quizás las bases para una nación más integrada, una vez
superado el peligro de disolución 125.
De esa manera va finalizando la contribución que Fals Borda hace al primer tomo del libro La
violencia en Colombia. El texto lo cierra con una perspectiva que entrelaza cierto optimismo y
124
Fals et al, “La violencia en Colombia…” (Tomo I), p. 417.
125
Fals et al, “La violencia en Colombia…” (Tomo I), p. 420.
~ 102 ~
refiere a la conciencia que habría adquirido el pueblo para plantearse por sí mismo soluciones a
los problemas de la nación. Y escepticismo sobre la capacidad de las clases poderosas para
realizar los cambios democráticos que el pueblo estaría demandando. Lo anterior lo lleva a sugerir
que Colombia estaría a las puertas de nuevo conflicto, pero con raíces en este de la Violencia que,
Todo indica que el pueblo ha despertado definitivamente en casi todas partes después de
sufrir el impacto de la violencia, que tiene mejor medida de sus necesidades, y que ha
alcanzado una idea más apropiada de la nación. Es posible que tenga una conciencia
revolucionaria. Paro faltan aún los dirigentes de nuevo cuño, con suficiente carisma, que
concreten el perentorio afán nacional de ver una transformación real en las estructuras del
país. Su aparición permitiría enfocar en un orden nuevo –quizás más tolerante y “abierto” y
por lo mismo con menores posibilidades de un agrietamiento estructural y de otra
“violencia” frustrante y fútil-, las bases del nuevo conflicto que en sus causes
cismogenéticos normales ya se está gestando. Son los mismos temas de antes de la
“violencia”, pero en otro contexto 126.
Vale anotar que en este aspecto Fals casi llegaría acertar en sus predicciones. Ya que tal como lo
suponía, el país pasaría a una etapa del conflicto aún peor que la anterior, “es decir -afirmaba-;
que dejando la dinámica en esta forma desatada, y sin aplicar soluciones de fondo, Colombia
seguirá víctima de la violencia por otros veinte años por lo menos” 127. Decimos que casi acertaba
126
Fals et al, “La violencia en Colombia…” (Tomo I), p. 422.
127
Fals et al, “La violencia en Colombia…” (Tomo I), p. 420.
~ 103 ~
Es posible hablar de una nueva sensibilidad frente a la realidad colombiana entre sectores de la
joven generación de intelectuales que se hacía visible a principios de los años sesenta. Esta nueva
actitud venía de la experiencia compartida que muchos ellos tuvieron durante su primera juventud
Fals Borda y de sus compañeros de estudio, la relación entre esa experiencia vital y esta nueva
sensibilidad social era aún más evidente. Al verse involucrados en un estudio sobre el conflicto de
investigación, ya que al tener acceso a una gran cantidad de material empírico y a entrevistas con
pobladores rurales, al visitar distintas zonas donde el conflicto mostró sus rasgos más macabros,
pudieron observar de forma directa las consecuencias de una guerra cuyos principales
perjudicados eran campesinos pobres y analfabetas. Campesinos que, además de ser víctimas,
tenían que cargar con el peso de un estigma que desde el discurso oficial los hacía ver como
bárbaros 128.
Quizá la mejor muestra de esa nueva sensibilidad y del impacto que tuvo el libro de la Violencia
entre sus propios autores, lo ofrezca el hecho siguiente. En abril de 1964, a pocos meses de la
128
Además de los autores que aparecen en el libro en las discusiones para su elaboración también participó Camilo
Torres. Al parecer se esperaba que el escrito de Torres apareciera en el segundo tomo de la investigación. Aunque no
tenemos pruebas para sostenerlo, es posible que el artículo de Torres no apareció por los conflictos que suscitó la
publicación del primer tomo. En su texto, Camilo Torres defendía algunas interpretaciones acerca de los cambios que
habrían tenido lugar en la cultura campesina debido al conflicto de la Violencia, llegando a suponer que después del
conflicto los campesinos habrían llegado a quebrar ciertas relaciones estáticas y cerradas en sus relaciones sociales,
abriéndolos de manera positiva hacia nuevas dinámicas sociales. Este ensayo finalmente fue publicado en otro texto y
pude encontrarse en: Camilo Torres, “La violencia y los cambios socio-culturales en las áreas rurales colombianas”,
Memoria del Primer Congreso Nacional de Sociología, Bogotá, Asociación Colombiana de Sociología, 1963, pp. 95-
152.
~ 104 ~
aparición del segundo tomo de la investigación, sus autores intentaron involucrarse como
mediadores del conflicto en una región rural del sur del Colombia, por los días en que el gobierno
amenazó con invadir militarmente una zona poblada por grupos de autodefensas campesinas, en
Marquetalia, Tolima, donde según el gobierno se estaba formado una ‘República Independiente’.
Ante esa situación, Fals Borda, Umaña Luna, Gerardo Molina, Hernando Garavito y los
sacerdotes y sociólogos Camilo Torres, Germán Guzmán y Gustavo Pérez, decidieron crear una
‘Comisión de Paz Independiente’ con el fin de ofrecer sus servicios para lograr un acuerdo entre
Sin embargo, sectores de la prensa señalaron al grupo como “filo-comunista” y la Iglesia Católica
negó el permiso para ir a Marquetalia a los sacerdotes que integraban la Comisión 130. Así las
cosas, el grupo terminó por disolverse, no sin que antes sus miembros se pronunciaran por medio
de una carta pública, dirigida al gobierno y a la opinión general, en la que se hacían advertencias
que de haberse tenido en cuenta lo más probable es que el conflicto colombiano no hubiera
129
Gustavo Pérez, Camilo Torres Restrepo. Profeta para nuestro tiempo, Bogotá, Indo-American Press Service,
1996, pp. 159-161; Fernando Garavito, Eduardo Umaña Luna: un hombre, una vida, una país, Bogotá, Panamericana
Editorial, 2001, pp. 86-89.
130
Calibán, “Danza de las horas”, El Tiempo, 26 de abril de 1964, p. 4; “Negado permiso a sacerdotes para ir a
Marquetalia. Por medio de comunicación del Cardenal al Ministro de Guerra”, El Tiempo, 1 de mayo de 1964, p. 1.
~ 105 ~
El 18 de mayo de 1964, a dos semanas de haber salido ese comunicado, la región de Marquetalia
fue bombardeada por 16.000 efectivos del ejército, para lo cual incluso se utilizaron bombas de
napal 132. Esta feroz entrada de los militares llegó a presionar un repliegue de los campesinos hacía
la selva, que los llevaría posteriormente a conformar las Fuerzas Armadas Revolucionarias de
Colombia, FARC, iniciándose así una guerra de guerrillas que todavía continua en el país. A
partir de este momento, mientras la historia del conflicto colombiano entraba a otra fase, la
primera etapa de la trayectoria intelectual de Fals Borda quedaba concluida. En adelante sus
equilibrio de las estructuras. Su mirada se iría desplazando poco a poco hacía teorías críticas
relacionadas con el estudio del conflicto, por lo demás, este es un enfoque que se insinuaba ya en
Desde la aparición de La violencia en Colombia hasta finales de los años sesenta, Fals Borda
radical. (Entre paréntesis: aquí entendemos por radical cierta orientación política que defiende una
democratización profunda de la sociedad y del poder, sin salirse de los marcos del liberalismo
democrático que hunde sus raíces en la Revolución Francesa y en las ideas de la Ilustración; este
liberalismo está enlazado en Colombia con la tradición del liberalismo radical del siglo XIX).
131
“Queda suspendida la Misión a Marquetalia por desautorización del Cardenal”, El Espectador, 3 de mayo
de 1964, p. 1 y 8.
132
Álvaro García, “Cómo se adelantó la Operación Marquetalia”, El Espectador, 16 junio de 1964, p 1 y 2;
“Operación final en Marquetalia. Tiro Fijo sigue huyendo”, El Espectador, 16 junio de 1964, p. 1 y 2.
~ 106 ~
Además de sus propias experiencias personales, que fueron motivando sus transformaciones
políticas y académicas, en la radicalización política de Fals Borda también tuvieron mucho que
ver los cambios sucedidos en el devenir histórico de Colombia y el resto de América Latina.
Como se sabe, a mediados de los años sesenta Latinoamérica vivió grandes procesos de
medio de una profundización de conflictos que venían de atrás, de un nuevo período de crisis
surgimiento de guerrillas. Tal vez el síntoma más elocuente de lo que sucedía lo ofrezca el ingreso
del sacerdote Camilo Torres Restrepo a las filas del Ejercito de Liberación Nacional, ELN,
En Colombia, este periodo cubre también el momento de la gran desilusión de amplios sectores
democráticos ante las promesas reformistas que había proclamado el primer gobierno del Frente
Nacional. La democracia excluyente 133, jerárquica y en gran medida autoritaria que terminó
pequeña burguesía urbana de la que provenía el propio Fals. En ese contexto, importantes grupos
intelectuales fueron deslizándose políticamente hacía posiciones contestarías 134. Así, el viraje
radical de Camilo Torres es expresivo en ese sentido; pero no sólo el de él. Personajes como Fals
Borda, Estanislao Zuleta, Eduardo Umaña, Mario Arrubla y Germán Guzmán, y tal vez por el
133
La noción de “democracia excluyente” la hemos tomado de: Daniel Pécaut, Crónica de dos décadas de política
colombiana, 1968-1988, Bogotá, Siglo XXI, 1989, p. 21.
134
Para una ampliación del proceso a escala de América Latina recomendamos: Jorge Larraín, Identidad y
modernidad en América Latina, México D. F., Editorial Océano, 2004, pp. 145-233; Jean Franco, Decadencia y
caída de la ciudad letrada. La literatura latinoamericana durante la Guerra Fría, Barcelona, Debate, 2003, pp. 161-
357.
~ 107 ~
propio ejemplo de la voluntad insurreccional de Torres, iniciarían una revuelta ideológica que los
conduciría hacia posiciones intelectuales radicales. Además de amplios grupos de las nuevas
reconocidos intelectuales de izquierda como Antonio García, Diego Montaña Cuéllar, Gerardo
Un año después de la muerte de Camilo Torres Restrepo, en 1967, Fals Borda publicó un libro
Pablo González Casanova, quien también dedicó su clásico Sociología de la explotación (1969) a
Torres Restrepo. Esto de las dedicatorias muchas veces puede pasar inadvertido, pero en este
caso, teniendo el carácter radical de ambas obras, puede entenderse que mientras la dedicatoria de
Casanova expresaba lo mismo a escala latinoamericana 135. En el caso particular de Fals Borda, su
libro dejaba apreciar el surgimiento de un segundo periodo en su pensamiento. Dicho texto tuvo
una rápida reedición en 1968 bajo el título de Subversión y cambio social, en la que el autor
reelaboró algunas de las interpretaciones políticas que había defendido en la primera edición 136.
La necesidad de reeditar el libro a tan sólo pocos meses de su primera publicación puede
entenderse como un síntoma del acelerado proceso de radicalización intelectual del momento, que
135
La dedicatoria del libro a Camilo Torres no debe entenderse sólo como una demostración sentimental de afecto
hacia una amigo. En realidad, lo que expresa tal homenaje es un cambio de postura ideológica por parte de ambos
autores. Esto es aún más evidente en el caso de Fals Borda, si tenemos en cuanta que la primera edición de La
Subversión en Colombia también estuvo dedicada a Otto Morales Benítez, un intelectual que no pasó de cierto
liberalismo demagógico. En la segunda edición del libro, el nombre de Morales Benítez fue suprimido, quedando sólo
el de Camilo Torres, haciéndose explícito así el viraje radical de Fals Borda, al expresar cierta afinidad política con
Torres. Refiriéndose a la transición ideológica que muestran los contenidos de ambas ediciones, el propio Fals Borda
reconocería años después: “Mi primer libro sobre la subversión es un caso claro de ambigüedad (…). Fue escrito
antes de haberme ubicado socialmente, lo que produjo un desenfoque al identificar grupos claves. Este efecto he
intentado corregirlo en posteriores ediciones”. Ver: Orlando Fals Borda, Ciencia propia y colonialismo intelectual,
Bogotá, Carlos Valencia Editores, 1981, p. 59.
136
El libro también aparecería publicado en inglés, con los arreglos de la segunda edición del castellano, ver:
Subversion and Social Change in Colombia, New York, Columbia University Press, 1969.
~ 108 ~
exigía obras de carácter más crítico o, si se quiere, de denuncia social. A su vez, tales
rectificaciones políticas indican los ritmos personales de la revuelta ideológica del propio Fals,
que lograron acelerarse tras el impacto moral que recibió con motivo del asesinato de Camilo
Torres.
Pero, ¿qué era exactamente lo que había cambiado en esa segunda edición, si al fin y al cabo las
tesis y las evidencias empíricas del libro seguían siendo las mismas? Hay que decir, en primera
instancia, que el texto fue muy mal recibido por su densa redacción. Escrito con “una
terminológica de un esoterismo a veces chocante”, según otro colombiano 137. Fals Borda
reconoció enseguida que el apremio con el que había realizado la investigación lo llevó a redactar
un libro cuya forma literaria era en verdad ladrillada, pesada y a veces incoherente. Eso sería algo
que intentaría cambiar en la segunda edición, sin mucho éxito por cierto, pero que en todo caso le
sirvió de experiencia, pues en lo sucesivo mostraría una enorme preocupación por escribir textos
con un vocabulario más simple y directo. En rigor, lo que había cambiando sustancialmente en la
segunda edición era la esperanza que Fals guardó hasta 1967 ante un sector de la elite reformista
colombiana, a la que consideraba defensora de los principios democráticos en los que él creía, y
dispuesta a ejecutar los cambios que requería la sociedad. “Pero los acontecimientos señalaban
rumbos distintos” 138, afirmaba en el prólogo de la segunda edición, al estrellarse con la evidencia
137
Véase: Stanislav Andreski, Social Scinces as Sorcery, Londres, André Deutsch Ltd., 1972, p. 93; Jorge Eliécer
Ruiz, “Las dificultades del compromiso”, Eco, Vol. 1-2, No. XV, Bogotá, 1967, pp. 202-207. También véase: Frank
Safford, “Subversion and Social Change in Colombia”, Political Science Quarterly, Vol. 86.4, 1971, pp. 721-723; A.
Eugene Havens, “La subversión en Colombia: visión del cambio social en la historia”, American Sociological
Review, Vol. 33.2, 1968, pp. 312-313.
138
Orlando Fals Borda, Subversión y cambio social. Edición revisada, ampliada y puesta al día de ‘La subversión en
Colombia, Bogotá, Ediciones Tercer Mundo, 1968, p. xiv.
~ 109 ~
de que esa elite liberal actuaba en contradicción de los principios democráticos de los que se
afirmaba portadora. Por eso, revolcándose de rabia, Fals Borda diría a reglón seguido:
Durante el curso del año de 1967 se empezó a advertir que la temida posibilidad de que la
entrega claudicante de las antielites mencionadas
(que no de todas las masas que le habían
seguido), podía tener lugar. En efecto, incapaces de llevar a su plena realización lo que
voceaban –y sujetos a señuelos y prebendas difíciles de resistir- los ‘grupos renovantes’ de los
partidos tradicionales (con alguna honrosa excepción) decidieron dar una humillante marcha
atrás en su corta rebelión. Pronto perdieron efectividad como grupos claves del impulso hacia el
nuevo orden social que decían buscar, y se dejaron sorber por los caudillos y gamonales
antiguos, dejando un vacío político en el país 139.
Semejante irritación puede leerse como expresión del sentimiento de frustración que cundiría
entre amplios sectores intelectuales y del estudiantado en general, durante el Frente Nacional.
Obras como las de Diego Montaña Cuellar Colombia: país formal y país real (1962), de Mario
Oligarquía e imperio (1968), de Fals Borda Ciencia propia y colonialismo intelectual (1970) o, la
de Fernando Guillén Martínez El poder político en Colombia (1973), estarían todas imbuidas
dentro del mismo espíritu de desilusión democrática que cruzaba como un hilo rojo a Subversión
y cambio social. Simplificando los contenidos de todos estos libros, podría decirse que sus
idea de que la elite colombiana había demostrado ser incapaz de vivir a la altura de los ideales de
la democracia liberal. Argumentaban, además, que lo anterior era así por los compromisos que la
Aquí se refiere a las organizaciones políticas formadas por sectores de la burguesía liberal que se habían declarado
democráticos y revolucionarios, como por ejemplo, el Movimiento Revolucionario Liberal, dirigido por López
Michelsen; o, el Grupo de La Ceja, que decía pretender convertir al Partido Liberal en una agrupación de izquierda,
encabezada por Fabio Lozano Simonelli.
139
Fals, “Subversión y cambio social…”, p. xiv.
~ 110 ~
que se hallaba el país dentro del orden económico internacional. Estas ideas eran, quizá, el axioma
de los científicos sociales radicales de la época. Esto último no sólo se aplica a Colombia, sino
también al resto de América Latina, recuérdese que este es el periodo en que tendría auge la teoría
de la dependencia.
Por aquello de las modas, obras como las antes mencionadas pasaron a los anaqueles de los libros
raros y curiosos de las bibliotecas colombianas. Sin embargo, durante los años setenta fueron
textos muy leídos, que hicieron parte de una interpretación alternativa de la saciedad del país. Se
trataba de una interpretación contrahegemónica, algo pesimista, es cierto, pero que competía de
modo eficaz con la historia oficial imperante en la época. Aunque por su farragoso estilo
Subversión y cambio social no tuvo una afortunada recepción, a diferencia de Ciencia propia y
colonialismo intelectual que llegó a ser todo un best seller, puede decirse que en su conjunto toda
esa literatura influyó en la renovación de las ideas de izquierda en Colombia. Piénsese nada más,
por poner un caso extremo, que el Estudio sobre el subdesarrollo colombiano de Mario Arrubla
contó con más de cien mil ejemplares, y eso, sólo enumerando los editados legalmente, que no las
versiones piratas 140. En consecuencia, debe entenderse que la difusión que este tipo de textos
llegó a tener entre el público intelectual, universitario y aún entre los profesores de bachillerato,
permitió una circulación de ideas que contribuyó a formar un sentido común sobre el carácter
140
Además de los libros producidos por autores colombianos, también esta fue la época en que empezaron a
difundirse con mayor vigor obras de marxismo y de sus divulgadores, sobre ese asunto y acerca de los libros de
izquierda de mayor circulación en Colombia, ver: Juan Guillermo Gómez García, Cultura intelectual de resistencia,
Bogotá, Ediciones Desde Abajo, 2005, pp. 143-176.
~ 111 ~
Pese a no ser el libro de mayor impacto, visto en retrospectiva, Subversión y cambio social fue
uno de los textos que mejor expresó el sentimiento de frustración que se apoderó de la generación
intelectual a la que pertenecía Fals Borda. En su libro, el sociólogo afirmaba que la razón que lo
motivó a escribirlo era la de tratar de entender el sentido de las sucesivas frustraciones del destino
histórico del pueblo colombiano, y el papel que en ellas han jugado –y juegan- las diversas
generaciones. Y agregaba:
Así, en mi caso, debía preguntarme, cuál es o debe ser la función de la generación de ‘la
Violencia’, aquella nacida entre 1925 y 1957 (…), especialmente la del grupo que llegó a la
adolescencia hacía 1948 y que sufrió en carne propia el desastre nacional por todos recordado.
¿Qué se espera de ella en la presente coyuntura histórica? Camilo Torres Restrepo, portavoz de
esa promoción nacional, había muerto hacia poco: el sentido de su vida rebelde y el ejemplo de
su muerte desafiante dramatizaban la urgencia del estudio que desde entonces me proponía 141.
Un resumen de las ideas contenidas en Subversión y cambio social puede servir de índice sobre el
sentido de la frustración democrática del momento, a más de informar acerca de las ideas que el
autor se venía haciendo del proceso histórico colombiano. Fals Borda propone el vocablo
subversión como concepto sociológico, que define de manera positiva, como una situación que
revela la contradicción de un orden social, en los momentos en que nuevas utopías de cambio
social entran a chocar con los elementos tradicionales del orden dominante. Así, además de
entenderse la subversión como un derecho de los pueblos para luchar por su libertad y autonomía,
se entiende también como un periodo de transición que puede traer consigo cambios, desarrollos o
141
Fals, “Subversión y cambio social…”, p. xiii.
~ 112 ~
Ahora bien, tales elementos subvertores serían todos los que se oponen a las instituciones
tradicionales, entre ellos los agentes disórganos, definidos por el autor como el conjunto de
sindicatos, campesinos, estudiantes, entre otros, que pueden mantener un accionar rebelde
encaminado a cambiar el orden tradicional. Sin embargo, existirían también procesos de captación
(cooptación) en los que los agentes disórganos podrían ser asimilados por los grupos dominantes
tradicionales. En su opinión, los más propensos a la captación serían las antiélites, que mostrarían
una tendencia a institucionalizarse a través de prerrogativas y cosas parecidas brindadas por las
elites del viejo orden. Así, pues, este fenómeno de captación podría llegar a debilitar la subversión
hasta terminar por frustrarla en su intento revolucionario, que no de cambio social, ya que en todo
caso este último llegaría a darse, en virtud de la presión social que ejercería la compulsión
subversiva.
Según Fals Borda, en la historia colombiana habrían existido cuatro periodos de subversión que a
cristiana (siglo XVI), la subversión liberal (siglo XIX), la subversión socialista (años veinte del
siglo XX) y la subversión del neosocialismo pluralista (en proceso desde los años sesenta del
siglo XX). Encuentra el autor que las primeras tres subversiones terminaron desviando las metas
de sus utopías a través de los mecanismos de captación y represión de las elites tradicionales. De
tal suerte que la historia de Colombia estaría cruzada por una larga sucesión de frustraciones que
habrían dejado hacia finales de los años cincuenta un orden social burgués de tipo oligárquico. A
este sistema social, formalizado en el Frente Nacional, lo habría entrado a confrontar la cuarta
subversión: la contenida en la utopía del nuevo socialismo pluralista, cuyo disórgano modélico
~ 113 ~
sería Camilo Torres Restrepo. A pesar de que esta filosofía de la historia entiende el pasado
enfoque que rompe con cualquier pesimismo inmovilizador. Fals Borda, como le gustaba a
Mariátegui, empezaba a asumir su vida intelectual de manera peligrosa. Sin miedo al equivoco
que podría implicar, explícitamente sostiene que utiliza un enfoque teleológico. En efecto,
valiéndose del estudio histórico que expone en la primera parte del libro, al final intenta proyectar
esos elementos del pasado hacia el futuro, busca analíticamente anticiparse a los hechos del
porvenir. Defiende que las metas utópicas contenidas en la subversión del neo-socialismo
pluralista podrían descomponer el orden del Frente Nacional, hasta llevar a la sociedad
No obstante, lo anterior estaría condicionado por múltiples variables y factores que de no ser
superados podrían llevar a una nueva frustración. Fals sostiene que luego de promediar los años
Decepcionado ante ese panorama, su mirada se dirige entonces hacia el poder transformador de
las clases subalternas: “El análisis social e histórico –afirma- tiende a demostrar que sólo los
Para luego terminar concluyendo: “algo inusitado podrá ocurrir: que a falta de otro liderazgo, el
pueblo mismo produzca espontáneamente sus propios dirigentes. La creación de esta ‘antiélite
popular’ sería uno de los actos más decisivos de la subversión neo-socialista” 142. Es posible
deducir que el autor comprendía que la constitución de una democracia fuerte y profunda en
Colombia necesariamente debía pasar por una revolución desde abajo. Los sucesos en que Fals
participaría en los años siguientes no dejan incertidumbre al respecto. Sus prácticas sociales, su
142
Fals “Subversión y cambio social…”, p. 166.
~ 114 ~
articulación vigorosa a los movimientos populares y campesino desde principios de los años
setenta y, en general, sus virajes teóricos y metodológicos dejarían apreciarlo como un intelectual
Ahora bien, si volvemos la mirada un poco atrás, podríamos observar hechos que indican dentro
de qué circunstancias se dio en la práctica este viraje radical de Fals Borda. En abril de 1966, a un
mes de la muerte de Camilo Torres, Fals Borda utilizó el recurso de una comisión de estudios
para alejarse por un tiempo prudencial de la Universidad Nacional de Colombia. Al parecer, tal
decisión vino motivada por la resiente desaparición de Camilo Torres, que lo afectó
tradujo en la escritura de La Subversión. El libro lo había elaborado paralelamente a las clases que
ayudaba a coordinar la recién fundada Revista Latinoamericana de Sociología, cuya sede estaba
en Buenos Aires. La revista había sido creada en 1965 y en su comité coordinador también
participaban figuras como Gino Germani, Torcuato Di Tella, Luis A. Costa Pinto, Aldo Solari,
Pablo González Casanova, José Medina Echeverría, Eliseo Verón, entre otras personajes que
hacían parte de las figuras más descollantes de la moderna sociología latinoamericana, y que
de afianzar a escala latinoamericana la sociología como disciplina especializada, algo que se venía
haciendo en Colombia como en otros países de la región, principalmente desde Chile con la
fundación de la FLACSO desde 1957. Asimismo, cabe anotar que la participación de Fals Borda
sociología, lo dejan apreciar, desde ya, como el científico social colombiano que más diálogo
Estando en esas actividades, pues, fueron transcurriendo los meses y lo que en principio fue una
salida temporal de la Universidad Nacional se prolongó más y más. En 1967, Fals Borda regresó
al país a presidir la organización del II Congreso Nacional de Sociología (recuérdese que él había
fundado estos encuentros en Colombia), pero sin reincorporarse a la Nacional. Para esa época, el
ambiente político de la universidad le era adverso, pues los estudiantes más inconformes de la
carrera de sociología lo señalaban como un agente del imperialismo estadounidense (yanqui, para
ser más exactos). Por las consecuencias que traería este choque entre la orientación científica
renovadora que lideraba Fals Borda y las ideas que empezaron a embozar sus críticos vale la pena
detenerse un poco en este asunto. Durante la rectoría de José Félix Patiño (1964-1966), en la
básicas. Aunque esta reorganización contó con el apoyo entusiasta de amplios sectores
estudiantiles, no dejó de ser criticada por otros sectores del mismo estudiantado, quienes vieron la
reforma como una intromisión del imperialismo en la educación del país y como una forma de
limitar la expansión del sistema universitario públ ico a favor del privado 143.
143
Zuleta y Sánchez, “La batalla por el pensamiento propio en Colombia…”, pp. 131-135; Manuel Ruiz
Montealegre, Sueños y realidades, proceso de organización estudiantil 1954-1966, Bogotá, Universidad Nacional de
Colombia, 2002, pp. 165-168.
~ 116 ~
Para los sectores más inconformes del estudiantado, la ‘Reforma Patiño’ obedecía a una estrategia
donde se delinearon algunas políticas orientadas a modernizar las universidades colombianas, con
impulsaba. Además, existía el antecedente del llamado Informe Atcon, escrito por un funcionario
estadounidense en 1961, siguiendo uno de los enfoques más conservadores del estructural-
funcionalismo. El objetivo de ese informe era el de sentar las bases para integrar el sistema
educativo de América Latina dentro del proyecto desarrollista promovido Estados Unidos con la
Alianza para el Progreso 144. Además de lo anterior, a partir de 1965 estudiantes universitarios de
diversos países sudamericanos iniciaron una campaña de denuncia, con pruebas sólidas, sobre la
trataba del Plan Camelot. Hoy se sabe que éste había sido elaborado desde el Pentágono con el
objetivo de estudiar las causas que motivaban la subversión en Latinoamérica. Financiado con
más de cinco millones de dólares, el Plan Camelot contaba con la participación de científicos
colombiano Gabriel Restrepo, llegó a saberse que directores del Camelot “buscaron contactos con
144
El Informe Atcon partía de una experiencia de asesoramiento del autor en las reformas universitarias llevadas
acabo en Brasil, Chile y Honduras. En Latinoamérica fue publicado por primera vez en 1961 y tuvo repercusiones en
otras reformas realizadas en otros países de la región en la década de los sesenta. Tal escrito fue divulgado en
Colombia en: Rudolph Atcon, “La universidad latinoamericana: clave para un enfoque conjunto del desarrollo
coordinado social, económico y educativo en América Latina”, Eco, Bogotá, mayo-julio de 1963. Un excelente
análisis del Informe Atcon puede encontrarse en: Zuleta y Sánchez, “La batalla por el pensamiento propio…”, pp.
131-135; también: Ivon Lebot, Educación e ideología en Colombia, Medellín, La Carreta, 1979, pp. 124-160.
145
Un análisis detallado del Plan Camelot, con fuentes primarias anexas, puede hallarse en: Rolando Franco, La
FLACSO clásica (1957-1973). Vicisitudes de las Ciencias Sociales latinoamericanas, Santiago de Chile, Editorial,
Catalonia, 2007, pp. 77-84.
~ 117 ~
rehuyó participar. El plan asumió entre nosotros el nombre de ‘Simpático’, y se realizó a pesar del
retiro de nueve de sus colaboradores criollos” 146. Situaciones como estas, unidas a la guerra de
Nacional, tuvo una de sus máximas expresiones el 24 de octubre de 1964. En esa fecha, el
presidente Carlos Lleras Restrepo visitó la Universidad en compañía de John D. Rockefeller III.
Ambas figuras llegaban para inaugurar un laboratorio de estudios veterinarios que había sido
donado por la Alianza para el Progreso y la Fundación Rockefeller. Según informó la prensa, al
Aunque milagrosamente la lluvia de piedras que cayó sobre el automóvil no golpeó a los
República, vociferó ante los medios de comunicación que ahora sí se iban a “acabar las
Y ciertamente, este acontecimiento marcaría una ruptura de los canales de comunicación entre los
estudiantes y el Estado. En adelante, nunca más un presidente colombiano volvería a poner un píe
146
Restrepo, “El Departamento…”, p. 99.
147
Para un recuento detallado de los acontecido durante la visita de Lleras y Rockefeller ver: Iader Giraldo,
“Itinerario del Motín del viernes”, El Espectador, 25 octubre de 1966, p 1 y 10.
~ 118 ~
estudiantil serían una constante del gobierno de Lleras Restrepo. Con todo, el año de 1966
marcaría el inició del desbarajuste del movimiento estudiantil. Proceso que se dio a través de la
limitación del presupuesto a las universidades públicas y por medio de la represión directa contra
el estudiantado. En 1967, por ejemplo, estando aún militarizada la Universidad Nacional, fue
expulsada del país la profesora Marta Traba, crítica de arte de origen Argentino, que se había
pronunciado públicamente contra las medidas represivas del gobierno. Se daba así el fenómeno
politización estudiantil iba en aumento. A su vez, este fenómeno de cierre de los espacios de
espacios de participación, tales grupos tendieron a escindirse en diminutas sectas políticas que se
combatían mudamente, por considerarse cada una portadora de la verdad revolucionaria 148.
Partiendo de lo dicho, ahora es posible explicar la hostilidad estudiantil que se dirigió contra Fals
Borda luego de promediar la década de los sesenta. La formación que Fals había recibido en
Estados Unidos, la financiación que consiguió a través de fundaciones como la Ford y Rockefeller
para proyectos académicos de la Facultad de Sociología, más sus investigaciones influidas por el
modelo teórico del estructural-funcionalismo, a más de los vínculos que sostuvo con el primer
gobierno del Frente Nacional, e incluso su fe religiosa protestante, hicieron que personificara
muchos de los elementos imperialistas que los estudiantes más críticos combatían. Fals
148
Francisco Leal Buitrago, “La frustración política de una generación. La universidad colombiana y la formación de
un moviendo estudiantil 1958-1967”, en Desarrollo y Sociedad, No. 6, Bogotá, 1981, pp. 312-325.
~ 119 ~
simbolizaba lo Falso. Puede decirse que era percibido como un individuo sospechoso ante los ojos
Lo que lleva a afirmar que la celeridad con que se habían sucedido cambios en la sociedad en
general y en las ideas políticas entre los estudiantes en particular, presentaron una especie de
prematuro choque generacional en el que las innovaciones intelectuales que Fals Borda había
matices y particularidades, esto que sucedía con la figura intelectual de Fals Borda, era también lo
que acontecía por esos años con la mayoría de sociólogos que introdujeron innovaciones en las
ciencias sociales de América Latina en los años cincuenta, quienes luego se encontraron con el
Latina. Aunque podrían señalarse varios ejemplos, entre todos los casos el que guarda mayores
similitudes con el rechazo que sufrió Fals Borda por su formación en la sociología
norteamericana, es el Gino Germani, a quien puede considerarse hoy como el padre fundador de
Volviendo al caso concreto de Fals Borda, no es exagerado atribuir la poca aceptación que tuvo su
libro sobre la subversión al rechazo personal que a la sazón se dirigía contra él. Como
149
Sobre el movimiento estudiantil véase: Lebot, “Educación e ideología…”, pp. 75-210; Ruiz, Sueños y
realidades…”, pp. 189-212.
150
Para ahondar más sobre el rechazo que sufrieron los científicos sociales que introdujeron la sociología moderna en
América Latina, recomendamos los siguientes textos: Jaime Eduardo Jaramillo, Intelectuales y pensamiento social en
Latinoamérica (tipos e hitos en la autonomía y en la modernización cultural), Bogotá, (texto inédito para la
promoción de profesor titular en la Universidad Nacional de Colombia), 2003, pp. 232-267; Héctor Pérez Brignoli,
Los 50 años de la FLACSO: desarrollo de las ciencias sociales en América Latina, San José de Costa Rica, Editorial
Juricentro, 2008, pp-11-69; Alejandro Blanco, “Política, modernización y desarrollo: una revisión de la Talcott
Parsons en la obra de Gino Germani”, en Estudios Sociológicos, septiembre-diciembre, año/vol. XXI, número 003,
México D. F., El Colegio de México, 2003, pp. 667-699; y, Franco, “La FLACSO clásica (1957-1973)…”, pp. 99-
108.
~ 120 ~
decir, a aquél enfoque que suponía al principio una sociedad tradicional que luego pasaba por una
etapa de desequilibrio, para después llegar a través de cambios inducidos desde arriba a un estadio
de modernización capitalista, ya había sido puesto patas arriba por el autor de La Subversión. Fals
estaba identificado ahora con enfoques interpretativos que buscaban explicar el conflicto social:
ahora entendía la sociedad como un sistema en el que se advertía la existencia de fuerzas que
interactuaban en disputa por el poder, unas por conservar un orden existente y otras por imponer
algo nuevo. Es verdad que su libro sobre la subversión no seguía ninguna escuela en particular, en
realidad Fals Borda no llegaría a caracterizarse por ser epígono de nadie. Desde muy temprano,
había demostrado que una de sus características intelectuales sería precisamente la heterodoxia
con que manejaba las teorías, lo cual había demostrado en su particular manejo del estructural-
funcionalismo y lo seguiría dejando ver cuando llegara al marxismo. Justamente, esa actitud
intelectual tan heterodoxa es la que ayudaría a explicar, por un lado, su capacidad para formular
nuevos conceptos, y por otro, la desconfianza que podía generar en una época de grandes
Sea como sea, lo cierto era que Fals estaba renovando sus lecturas y las interpretaciones que tenía
sobre la sociedad. Aunque seguía haciendo uso de los sociólogos con los que se había formado
(Robert Merton, Charles Cooley, entre otros), ahora también empezaba a leer o profundizaba en
obras de Pitrin Sorokin, Marx, Weber, Mannheeim, Mariátegui, Ralf Darenndorf, C. Wright
intelectual parecía no ser apreciada por muchos de sus contradictores, pues dentro de la
~ 121 ~
mentalidad maniquea de la época simplemente se le señalaba como una especie de enemigo malo,
promotor del imperialismo yanqui en Colombia. En 1968, en lo que ha podido influir la hostilidad
que se cernía contra él, tomó la decisión de coger sus maletas y marcharse a Suiza para
desempeñar el cargo de director del área de estudios del Instituto de Investigaciones de las
Sociología cobró fuerza un movimiento estudiantil y de profesores liderado por Darío Mesa y
Hésper Pérez 151. Estos denunciaban la educación técnica y empirista que recibían los estudiantes,
entidades norteamericanas y la baja calidad de un programa que, según se decía, en vez de formar
(PLEDES) dejó de existir y al año siguiente empezó a funcionar un nuevo plan académico en el
pregrado. Tales reformas académicas estuvieron orientadas por Darío Mesa, quien definió el
nuevo plan curricular como nacional, político y científico: “Esto quiere decir –afirmaba Mesa-
151
De acuerdo con la política académica de la ‘Reforma Patiño’, la Facultad de Sociología dejó de existir para
convertirse desde 1966 en un Departamento integrado a la nueva Facultad de Ciencias Humanas, de la que también
hicieron parte los Departamentos de Educación, Filosofía, Psicología, Historia, Filología, Geografía, Antropología,
Economía, Administración y Trabajo Social. Ver: Acuerdo No. 40 de 1966 del Consejo Superior Universitario de la
Universidad Nacional de Colombia, en: AFCH. Para un estudio más detallado de todo ese proceso de reforma, ver:
Carrillo, “A manera de introducción…”, pp. 13-51.
152
Ver: “Neocolonialismo y Sociología en Colombia: un intento de respuesta”, 1968, (ponencia presentada por el
cuerpo de profesores del Departamento de Sociología de la Universidad Nacional de Colombia al IX Congreso
Latinoamericano de Sociología), en: AFCH.
~ 122 ~
formular una política para transformarla” 153. Vale decir que tanto el antiguo plan de estudios
como este nuevo respondían a las circunstancias intelectuales de las ciencias sociales
cincuenta; y el segundo, la de los grandes teóricos europeos del siglo XIX, Marx, Weber,
Durkheim, etcétera.
Quizás el problema más grave de esta reforma académica estribó en el carácter dogmático con
que se efectuó. Dado que políticamente surgió como una respuesta antiimperialista a la manera
intransigente, las experiencias precedentes. De tal suerte que las financiaciones, los investigadores
por lo que se consideraba los tentáculos del imperialismo. Incluso, las técnicas de investigación o
los estudios de carácter empírico de origen estadounidense fueron duramente desaprobados, al ser
asimilados con herramientas de control social. Para poner un ejemplo, en 1971, un profesor del
Departamento de Sociología afirmaba que el nuevo programa era “antiimperilista” por el “triunfo
impuestos desde arriba” 154. Del mismo modo, en una evolución académica que al parecer fue
El actual programa del Departamento surge como respuesta y rechazo al carácter empirista
ecléctico y de servicio directo a interese norteamericanos del antiguo programa impuesto por
153
Darío Mesa, “Sugestiones para discutir sobre el Departamento de Sociología”, 1968, en: AFCH.
154
Carlos Uribe, “Contribución al Tercer Foro sobre el Programa de Sociología”, 1971, en: AFCH.
~ 123 ~
Fals Borda y la Fundación Ford y que se orientaba a la sociología rural, desarrollando las
políticas de ‘reforma agraria’ y demás políticas trazadas en Plan Simpático para la América
Latina, como respuesta preventiva a las enseñanzas legadas por el triunfo de la revolución
cubana, a los pueblos latinoamericanos; sin profundizar en las diferentes teorías sociológicas
limitándose al plan de las técnicas investigativas y utilizando profesores norteamericanos en
alta proporción 155.
Vistas las cosas bajo la luz del presente, esas críticas resultarían exageradas, pero insistimos, no
del todo infundadas, pues hay que tener en cuenta la histeria colectiva que contribuyó a general el
intervencionismo estadounidense con sus políticas de Guerra Fría. En todo caso, no deja de ser
curioso, por decir lo menos, que quienes rechazaban la orientación que Fals Borda le había dado a
la sociología en Colombia, con el argumento de que los métodos, técnicas y teorías que promovía
servían para el control estadounidense en la región, no pensaran que esos mismos enfoques fueran
útiles para investigar la sociedad desde su propio punto de vista. Tal como decía Jean-Paul Sartre
probado que lo es-, es que de alguna manera es verdadero; y si está ‘en manos de los capitalistas’,
es una razón de más para arrancársela y para volverla contra ellos” 156. Pero la intransigencia
intelectual en que se andaba llevaba implícitamente a suponer que ese enfoque científico era
solamente útil para los estadounidenses y sus agentes de penetración en cada uno de los países
latinoamericanos. La verdad es que la crítica antiimperialista pasaba por alto el hecho de que
cuando se escogió la orientación sociológica con la que nació la Facultad las alternativas políticas
155
La Comisión, “Informe de la Comisión del Programa Académico de la Carrera de Sociología”, 1975, en: AFCH.
156
Sartre, “Crítica de la razón dialéctica…”, p. 67.
~ 124 ~
Como quiera que sea, con el liderazgo de Fals Borda, la antigua Facultad Sociología de la
Universidad Nacional había conseguido en menos de una década logros que incluso hoy no han
estableció los estudios de campo, las técnicas y los métodos de investigación, incorporó de
la imparcialidad académica, promovió las investigaciones a través de entes creados para ese fin,
hizo de la disciplina en los años sesenta la punta de lanza de las ciencias sociales en Colombia,
ajustándola dentro de los patrones científicos internacionales, logrando, además, difundir sus
resultados con tanto existo que involucró a los sociólogos en debates públicos de alcance nacional
y consiguió que los profesionales en sociología tuvieran alguna injerencia en las políticas
estatales, es decir, llevó a la sociología hacía ámbitos extra-universitarios 157. Con todo, y pese que
medio del postgrado (PLEDES) absorber los avances del resto de programas de sociología de
América Latina, algo que en ese momento sólo haría la FLACSO hasta el golpe de estado de
Finalmente, la batalla por la orientación que debía seguir la sociología en Colombia fue ganada
por el grupo de profesores y estudiantes que impugnaban el programa de sociología que Fals
Borda había organizado cuando se fundó la Facultad. De tal suerte que el que puede ser hoy
centro de formación e investigación sociológica del país. Así las cosas, desde finales de los años
estadounidenses sería visible que el sostenimiento académico había sido posible gracias a esas
ayudas. Ya que el Estado colombiano no aportaba gran cosa en ese sentido, y en adelante lo haría
menos dado que los gobiernos siguientes percibirían a los sociólogos y a los científicos sociales
en general como contradictores políticos. Se diría, incluso, que para cualquier gobierno de la
década siguiente sociología y socialismo eran una misma palabra. Como si fuera poco, al ser
rechazados los profesores extranjeros y los métodos de investigación empírica que promovían,
por considéraseles a los primeros agentes de penetración cultural imperialista y, a los segundos,
de especulación teórica de las obras de los clásicos, sin grandes aportes con investigaciones
empíricas sobre la realidad colombiana, es decir, que se llegaría a saber más de la vida y milagros
de Max Weber o de Marx que de la propia realidad social colombiana. Lo que tendió a ser más
grave si se tiene en cuenta que el rechazo de profesores extranjeros llevó a que el cosmopolitismo
parroquialismo estéril.
Mientras tanto, Fals Borda continuaría su obra intelectual y política desde ámbitos
extrauniversitarios, convirtiéndose quizá en una especie decano sin decanatura, o mejor dicho, en
principal centro sociológico colombiano, por un lado, contribuiría a que Fals Borda hiciera más
fuerte su dialogo con intelectuales extranjeros, y por otro, a que se lanzara al trabajo de campo en
que empezaron a emerger con gran fuerza desde finales de los años sesenta. Esa situación, como
veremos más adelante, haría que se diera una situación muy irónica en la sociología colombiana,
~ 126 ~
esto es, que la obra sociológica de mayor trascendencia de los años ochentas fuera realizada por
fuera de las instituciones universitarias. Pues sería precisamente Fals Borda quien volvería a
4. La dimensión romántica
A finales de 1969, al regresar de Suiza, Orlando Fals quedó muy entusiasmado tras una breve
temporada que pasó en Cuba. En una carta que le escribió a un amigo suyo le comentó lo
siguiente:
Mi última visita a Cuba fue un gran éxito. Dicté dos cursillos en la Universidad de la Habana,
uno para profesores y otro para estudiantes de ciencias sociales. Sociología (creado como
departamento hace 7 meses) está tomando gran impulso y les acaban de dar un edificio de tres
pisos para desarrollarse. Además, los cubanos se harán presentes al 9° Congreso
Latinoamericano de Sociología en México (mi sección), lo que me tiene muy entusiasmado.
Como ves, mientras más voy a Cuba, más me gusta 158.
Tal como lo expresó Gabriel García Márquez en una entrevista hace algunos años: “La definición
Cuba” 159. Y a finales de los años sesenta Fals Borda, en su nueva proyección como intelectual de
izquierda, también participó de ese movimiento. Es así que al regresar a Colombia sus
158
AGUN, Fondo Fals Borda, Caja 34, Carpeta 7, fls. 7.
159
Citado en: Jorge Castañeda, La utopía desarmada. Intrigas, dilemas y promesas de la izquierda en América
Latina, México D.F., Editorial Planeta, 1993, p. 218.
~ 127 ~
insurgencia armada. Era tal el incremento de las movilizaciones que puede decirse que el
gobierno de Carlos Lleras Restrepo (1966-1970) comprendía que las tareas reformistas se hacían
inaplazables si en verdad se quería regular y controlar esa amplia agitación social. Este gobierno
entendía, además, que sólo una distribución de las tierras improductivas podría contener la
migración a las ciudades y con ello apaciguar el inconformismo social acentuado por el peso de la
gente que llegaba del campo sin encontrar oportunidades. Ante tal situación, y sabiendo de la
resistencia histórica de los partidos políticos tradicionales y de los terratenientes ente las
propuestas de reforma agraria, el gobierno de Lleras Restrepo buscó una alianza estratégica con
Aunque con tenaces contradictores, el gobierno llegó a expedir una ley sobre apareceros y
estatales, y al impulso reformista en el campo. Constituido el marco legal, en julio de 1970 tuvo
representantes de 500 asociaciones diseminadas por todo el país, que sumaron un total de 989.306
inscritos 160. El optimismo generado entre el campesinado era creciente, así como el número de sus
afiliados. Ello preocupaba a los gremios económicos y generaba reservas entre sectores de la
izquierda, estos últimos veían a la Asociación Nacional de Usuarios Campesinos, ANUC, como
un simple ente para-estatal, lo que no era del todo falso, pues para ese momento la ANUC
mantenía una organización jerárquica y burocrática dependiente del Estado. A pesar del
propietarios, campesinos sin tierra, jornaleros, indígenas, medianos propietarios), ella entró
160
León Zamoc, Los Usuarios Campesinos y las luchas por la tierra en los años 70, Bogotá, Cinep, 1978, pp. 28-32-
~ 128 ~
rápidamente en un proceso de radicalización que la llevó a distanciarse del Estado. En esto fue
que inicio el nuevo gobierno de Misael Pastrana Borrero (1970-1974) y la articulación de los
campesinos a sectores independientes y grupos de izquierda. Con todo, la mejor expresión del
quiebre entre el movimiento campesino y el gobierno, fueron las masivas tomas de tierras
ocurridas en 1971, la ola más grande de tomas de tierras en Colombia, particularmente en las
regiones latifundistas de la costa Caribe, los valles interandinos y los llanos orientales. Junto a esa
dinámica de acciones colectivas directas, la ANUC ese año promulgó lo que llamó su Plataforma
justificaba sus invasiones y pedía la legalización de los predios tomados. Estos hechos, prácticos
La polarización cada vez más crítica del conflicto agrario llevó a la ANUC a acentuar un proceso
independientes 162. Todos los cuales aportaron ideas políticas a campesinos que con sus
elite bipartidista que controlaba el Estado, la burguesía urbana y rural. Fue bajo ese telón de fondo
que, a principios de 1972, el Comité Ejecutivo de la ANUC, invitó a Orlando Fals Borda a
trabajar junto al sector más rebelde del movimiento campesino en la región Caribe. Así, en lo que
161
Ernesto Parra, La Investigación-Acción en la Costa Atlántica. Evaluación de La Rosca, 1972-1974, Cali,
Fundación para la Comunicación Popular, 1983, p. 41.
162
Acerca del papel de los grupos políticos e intelectuales véase: Silvia Rivera, Política e ideología en el movimiento
campesino colombiano, el caso de la ANUC, Bogotá, Cinep, 1982, pp. 115-182.
~ 129 ~
significó un retorno a su tierra de origen, el sociólogo se trasladó desde Bogotá con un grupo de
a los sectores sociales más activos en las luchas reivindicativas del país. Dicho equipo de
investigadores tuvo sus primeros antecedentes a mediados de 1970, cuando sus miembros se
reunieron por primera vez en Ginebra, Suiza, durante sus respectivas estancias en Europa. Se
más otros científicos sociales como Augusto Libreros Illidge y Gonzalo Castillo Cárdenas. Con
ellos se empezó a forjar un proyecto científico político al cual se unirían en Bogotá los
investigadores Jorge Ucros y Víctor Daniel Bonilla. Entre todos fundaron el colectivo de estudio
“Rosca de Investigación y Participación Social”, para enseguida iniciar una labor de educación y
otras fundaciones creadas para tal efecto 163. La Rosca, además de vinculares con el campesinado,
tuvo una expansión espectacular entre varios movimientos populares del país 164; la investigación
social que promovía y su acompañamiento en las acciones reivindicativas de las bases sociales la
Estamos hablando de un periodo de auge en la lucha campesina en el cual Fals Borda además de
poder participar activamente, fue elaborando investigaciones que lo harían conocer como un
intelectual comprometido con las causas políticas de los sectores populares. Las conferencias han
sido siempre el yunque en que Fals Borda ha ido martillando sus ideas. En agosto de 1971 junto a
sus compañeros de la Rosca publicó en Barranquilla un librito bajo el título de Por ahí es la cosa.
El texto era producto de unas conferencias y discusiones que ofreció ante un público de 400
163
Entrevista con Orlando Fals Borda, Bogotá, 23 de abril de 2005.
164
En este trabajo solo nos referiremos a la labor desempeñada por Fals Borda y sus compañeros de estudio en la
región Caribe.
~ 130 ~
contestatario, se orientaba hacia una defensa del tipo de educación que le interesaba estimular
entres los sectores populares. Su conferencia se tituló “La educación como proceso
revolucionario”, y los argumentos en que se basaban pueden resumirse como un intento de que
los intelectuales se comprometieran en llevar ilustración al pueblo, para que a partir de ésta fuera
el mismo pueblo el que orientara el sentido que deseara darle a su liberación social 165.
Además de la conferencia aludida (podrían mencionarse muchas más), en la década del setenta
este autor fue prolífico en obras de crítica política y científica que tocaban, entre otros aspectos,
investigaciones que favorecieran las luchas populares era decisivo para él, por cuanto se
encontraba defendiendo la idea según la cual los intelectuales debían comprometerse con el
rescate de los antecedentes históricos de las luchas y los procesos de organización de las bases
sociales. Lo anterior con el fin de devolverles a esas mismas clases explotadas el conocimiento de
sus propias experiencias sociales, las cuales la historia oficial y el discurso político dominante les
había arrebatado en el presente. En esa dirección, la recuperación crítica de la historia, además del
rigor científico que era de esperarse, para Fals Borda también suponía la obligación de un análisis
integral de la sociedad desde una perspectiva de clase, con el objetivo de rescatar de las luchas
165
Orlando Fals Borda, “La educación como proceso revolucionario”, en Orlando Fals Borda el at, Por ahí es la
cosa, Bogotá, Editorial Indetexto, 1971, pp. 17-34.
~ 131 ~
confrontación actual con los clases dominantes. Ello sería lo que según Fals Borda le daría
clasista en el presente y el porvenir. Se trataba de ideas que Fals Borda iría reiterando y ampliado
Colombia”, “Causa popular, ciencia popular”, “Reflexiones sobre la aplicación del método de
otros.
Esas investigaciones sobre el pasado, que servirían a los intereses de grupos claves en el proceso
de liberación social, sólo serían posibles a través de un compromiso político por parte del analista
con respecto a las necesidades de cambio impulsadas por los sujetos colectivos estudiados. Por
ello, el científico tendría la obligación de involucrarse en el conflicto social y tomar partido por
medio de la acción directa al lado de los oprimidos, para así contribuir en la conquista de las
espacio, que incluiría por parte del investigador, acercarse y distanciarse de esas bases sociales:
acción y reflexión por turnos y de forma continua. Más aún, el conocimiento histórico o científico
obtenido, tendría que validarse a través de la propia acción del estudioso al lado de las bases
sociales, esto es, en la medida en que el conocimiento les explique y sirva para sus objetivos en el
contexto del presente. Lo que antecede constituye apenas una muestra de la punta del iceberg de
toda una capacidad creativa dirigida hacia la potencialización de militancias populares con el
apoyo de intelectuales comprometidos con causas liberacionistas. Estas ideas serían las que
~ 132 ~
conocimiento muto. La idea es que el investigador no sólo beneficia a las bases sociales con su
que suponen las prácticas políticas de los sujetos colectivos estudiados. Es en ese sentido que la
sistemática del conocimiento histórico al pueblo, pues no bastaría con conocer la realidad sino
que sería preciso participar en ella y divulgarla para su transformación. Ello implicaría,
fin de alimentar su “filosofía espontanea”, con el fin de logra una subversión del statu quo. Fals
toma la noción de ““filosofía espontanea” de Antonio Gramsci, cuando éste discute sobre la
ideología en sus cuadernos de la cárcel. Siguiendo a Gramsci, Fals Borda dice que existe entre las
aunque incoherente y dispersa, tiene valor para articular la praxis a nivel popular” 166. La
definición es crucial pues le ayuda a resolver la cuadratura del círculo de la comunicación social
con organizaciones de diversos intereses de clase y nivel intelectual. Es así como logra identificar
los canales por donde articular la praxis para alimentar críticamente el conocimiento de los
166
Orlando Fals Borda, Por la praxis: el problema de cómo transformar la realidad para transformarla, Bogotá,
Tercer Mundo Editores, 1979, p. 42.
~ 133 ~
actores populares. Esos canales no son otros que los ámbitos donde se produce esa filosofía
los ámbitos donde se dan relaciones de poder y resistencia, en definitiva, en todos los espacios
cultura popular.
Como podemos ver, los años setenta fueron de grades agitaciones populares y Fals Borda,
sensible a ellas, fue transformado cualitativamente sus análisis y acciones en un sentido que
contribuía a las luchas de los oprimidos. Es así que sus acciones públicas y compromiso sociales,
estarían articulados al movimiento campesino de la ANUC. Fals Borda orientaría en esta época
independientes entre los sectores socialmente excluidos y explotados, pues, su meta era la de
metodológico que experimentaba este autor se hacia evidente en las ideas que desarrolló en sus
libros desde finales de los años sesenta como agitador intelectual. Ya no era el demócrata liberal,
sesenta, ahora se proyectaba como un marxista o, tal vez sea mejor decir, como un socialista con
forjamiento de una conciencia histórica crítica que le permitiera a los oprimidos interpretar las
contradicciones de su realidad?
~ 134 ~
Para iniciar las labores de investigación y enseñanza de la historia, Fals Borda, en compañía de
sus colegas de estudio, se involucró en las tomas de tierra acompañando a los campesinos. En una
de esas invasiones fue hecho prisionero, la primera de cuatro veces, por la policía en el
menguó, por el contrario, ello sirvió para que los campesinos le tuvieran más confianza y le
investigadores que Fals Borda ayudó a conformar en la región -principalmente la Fundación del
Caribe y el Grupo de Estudios Nieto Arteta-, entendían que la participación directa y la inserción
en el aparato de convicciones culturales de los campesinos era el medio ideal para nutrir de
conocimientos e ideología las acciones de las bases rurales organizadas alrededor de la ANUC.
de la historia de las luchas sociales de los campesinos. Diseminados por los departamentos de
Bolívar, Sucre y Córdoba, al tiempo que participaban en el activismo de los campesinos, estos
estudiosos abordaron la bibliografía existente sobre la región, indagando en los “archivos de baúl”
de los propios pobladores rurales, a quienes entrevistaban al tiempo que buscaban documentos
oficiales sobre sus problemas más urgentes. Paralelamente, iban controlando la veracidad de todas
esas fuentes primarias que conseguían, para luego analizarlas y discutirlas con grupos de
dirigentes y activistas agrarios. Como producto de este trabajo en equipo, surgió una
interpretación histórica con una perspectiva desde abajo, tomando el enfoque del materialismo
histórico, que estos investigadores llevaban como bagaje y soporte teórico 167.
167
Víctor Negrete, “A la memoria del maestro Orlando Fals Borda: Bases y desarrollo de la Investigación Acción
Participativa en Córdoba (Colombia)”, en International Journal of Psichological Research, Vol. 1, No. 2, 2008, pp.
85-97; Víctor Negrete, La Investigación Acción Participativa en Córdoba, Montería, Fundación del Sinú / Centro
Alternativo Latinoamericano, 1983.
~ 135 ~
Hecha esta recuperación crítica de la historia, la tarea a seguir fue devolverles ese conocimiento
de forma ordenada, sistemática, directa y sencilla a los campesinos. La empresa no fue fácil, pues
uno de los problemas más grandes era el analfabetismo de los pobladores de la región. Por ello, se
acudió a la cultura popular, recreándola a través de estrategias pedagógicas que estimularan en los
campesinos una conciencia histórica rebelde, que les permitiera avanzar en sus luchas por la
cultura vernácula, por tal razón, la comunicación de ideas se dio a través de canales claros y
manera siguiente 168: ubicando entre las bases campesinas a individuos talentosos en pintura,
música, cuento y todo tipo de narración oral, se elaboraron con ellos cartillas ilustradas de
instrucción histórica como “Lomagrande”, “Tinajones”, “El Boche”, “Felicita Campos”, entre
otros, que enseñaban a los campesinos las experiencias de resistencia de sus antepasados. Así
fueron rescatados del olvido héroes populares al estilo del anarquista Vicente Adamo, Juana Julia
Guzmán, María Barilla, Pacha Frías y Manuel Hernández (“El Boche”), por sólo mencionar
algunos. En otros textos se divulgaron experiencias organizativas como, por ejemplo, las
olvidadas.
168
Por lo general, Fals Borda siempre tuvo la costumbre de realizar anotaciones en sus libros sobre el proceso de
investigación del que trataban los mismos, hasta el punto de que podría decirse que muchas de sus obras contienen
referencias autobiográficas fragmentadas. Sobre la manera en que los investigadores de la Rosca realizaron sus
trabajos entre los campesinos de la Costa Caribe colombiana, véase: Orlando Fals Borda, Historia Doble de la Costa
(Tomo I), Bogotá, Carlos Valencia Editores, 1979, p. 166ª; también: Negrete, “A la memoria del maestro Orlando
Fals Borda…”, pp. 85-97
~ 136 ~
interés y diversos temas de literatura social como las “Historias de Racamandaca” del literato
David Sánchez Juliao. Todo ello fue divulgado en las zonas donde los campesinos tenían sedes de
del líder agrario Alfonso Salgado, La cuestión indígena en Colombia y María Cano, mujer
rebelde de Ignacio Torres Giraldo, En defensa de mi raza del líder indígena Manuel Quintín
Lame. Todo lo anterior iba acompañado de cursillos en localidades y municipios donde los
intelectuales de l Rosca se daban cita con pobladores para discutir, apoyados en materiales
didácticos, sobre temas significativos con respecto a las metas de sus luchas: el origen del
represión, violencia y educación, eran algunos de los temas. Por otra parte, los líderes o grupos
campesinos más politizados, se les educaba con cuadernos de fácil comprensión sobre la historia
la ANUC, entre muchos textos más, que dieron lugar a publicaciones como “Catorce preguntas
Tal vez el libro que mejor registra los alcances de la sociología militante que Fals Borda estaba
promoviendo en estos años sea Causa Popular, Ciencia Popular. Una metodología del
conocimiento científico a través de la acción, publicado en 1972. En ese texto, Fals Borda
propone una ciencia social activa, ligada a las luchas de las organizaciones populares, que
~ 137 ~
implicaba un diálogo horizontal de saberes entre el investigador y los sujetos sociales estudiados.
Por esta época, en 1974, junto a otros intelectuales como Gabriel García Márquez, Fals Borda
por Fals Borda en su propuesta de Investigación Acción Investigativa. Para esta maduración de la
IAP, igualmente importante fue la labor que Fals Borda emprendió en la creación de la Fundación
para el Análisis de la Realidad Colombina, Fudarco. Fundación esta que asesoró y financió
diversos proyectos de investigación social, al tiempo que preparó el primer Simposio Mundial de
Investigación Acción Participativa, en 1977. Evento que serviría de plataforma para lanzar
el terreno. Fruto de estos años también fue la creación de la Editorial Punta de Lanza, fecunda
Como resultado de estas experiencias, entre otros escritos, Fals Borda publicó "Por la praxis: El
problema de cómo investigar la realidad para transformarla", texto elaborado para el primer
Simposio Mundial de la IAP. Ahí el autor expuso una síntesis de sus experiencias políticas y
científicas de los últimos años, a la vez que llegó a explicar las bases epistemológicas del método
de Investigación Acción Participativa. Pero si ese texto llegó a expresar el compromiso político y
científico de Fals Borda con los movimientos sociales, de igual modo existe un hecho que
sintetiza los alcances que tuvieron su praxis política durante los años setenta. A principios de
169
Sobre todo el proceso de la revista Alternativa y su significado para la cultura intelectual de la izquierda
colombiana, ver: Paulo León Palacios, “El M-19 y la subversión cultural bogotana en los setenta: el caso de la revista
Alternativa, en Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura, No, 35, Bogotá, 2008, pp. 189-210.
~ 138 ~
1979, él y su esposa María Cristina Salazar, fueron encarcelados por el gobierno de Julio César
Turbay (1978-82), tras habérseles acusado de colaborar con el movimiento guerrillero M-19. Los
cargos que pesaban sobre ellos los relacionaban con uno de los golpes más intrépidos que ha dado
una organización guerrillera en Colombia. Nos referimos a los cerca de 5.000 fusiles que sustrajo
ese movimiento insurgente de un cantón militar al norte de Bogotá, el 3 de enero de 1979 170. Si
bien Fals Borda fue arrestado varias veces a principios de los años setenta -por colaborar con
campesinos en tomas de tierra-, esta vez la situación fue más complicada, puesto que para finales
de los años setenta en Colombia regía un “Estatuto de Seguridad” tan represivo que recordaba los
gobiernos autoritarios de la década de los años cincuenta. Tal “Estatuto de Seguridad” era la
variante colombiana de los regímenes de seguridad nacional de las dictaduras de los países del
Cono Sur.
Lo que pasó fue lo siguiente: a pocas semanas del robo de armas, el Ejército halló 3.000 de ellas
en una casa-lote perteneciente a María Cristina Salazar de Fals. La casa fue adquirida por la
socióloga unos meses antes del robo. Por tal razón, ella junto con otro buen puñado de sindicados,
fueron arrestadas. Fals Borda fue puesto en libertad a las pocas semanas ya que no se encontraron
pruebas en su contra, mas no sucedió lo mismo con su esposa, quien tuvo que pasar cerca de un
año y medio en prisión, tras comprobarse que la casa donde fueron encontradas las armas era de
su propiedad 171. A principios de 1980 María Cristina Salazar recobró la libertad gracias al apoyo
que Fals Borda consiguió entre amplios sectores intelectuales, nacionales y extranjeros, quienes
presionaron por su liberación. En adelante, al tiempo que ambos continuaron apoyando las
movilizaciones populares de los años ochenta -reivindicaciones cívicas y urbanas que por
170
“Capturados en Bogotá Orlando Fals Borda y su esposa”, El Espectador, 24 de enero de 1979, pp. 4 y 8.
171
“Libre Fals, detención a la esposa; preso agente de seguridad de Allende”, El Tiempo, 10 de febrero de 1979, p. 6;
también: El Espectador, 9 de agosto de 1979, p. 8; El Tiempo, 28 de marzo de 1980, p. 6. .
~ 139 ~
entonces habían tomado gran auge-, concentraron también sus actividades en la defensa de los
derechos humanos, la democracia y en actividades científicas. Durante todo este periodo, Fals
Borda no dejaría de escribir, sumado a sus múltiples artículos y ponencias, publicaría libros de
metodología para lograr un mejor acercamiento con las bases populares, todos esos textos serían
la antesala de la que puede considerarse su obra personal más importante y de las sociología
colombiana en los años ochenta: nos referimos a los cuatro tomos de su Historia Doble de la
Costa. En 1979 publicó el primero bajo el título de Mompox y Loba, al que le siguieron El
presidente Nieto (1981), Resistencia en el San Jorge (1984) y Retorno a la tierra (1986).
Decimos que esta es su obra más importante no sólo por ser la de mayor influencia en Colombia,
sino porque en ella se sintetiza de manera global la mayoría de aprendizajes científicos y políticos
La Historia Doble de la Costa es quizá uno de los secretos mejor guardado de la sociología
latinoamericana, una obra que inexplicablemente ha sido desconocida más allá de las fronteras
colombinas. Se trata de una obra de sociología histórica escrita desde el punto de vista de los
vencidos, campesinos de la región Caribe colombiana. En ella los protagonistas de los hechos
cuatro tomos están escritos de una manera polifónica, donde se intercalan las voces del autor con
la de los sujetos investigados, al modo de un canto coral, música en la que Fals Borda era experto.
Cada uno de los libros contiene números de páginas que se repiten, como si se tratara de un casete
magnetofónico con sus lados A y B. Del lado izquierdo están las páginas 1A, 2A, 3A, y así
sucesivamente, mientras que en la parte derecha están las páginas 1B, 2B, 3B… Las páginas del
lado A contienen un relato descriptivo, construido con artificios literarios y en tono etnográfico,
~ 140 ~
repleto de anécdotas que sirven para recrear de manera viva y vibrante el ambiente social del que
se habla. En cambio, las páginas del canal B, incluyen un discurso comprensivo que en ocasiones
corrido. Si el lector opta por la primera estrategia de lectura encontrará en el camino unos
llamados de atención representados por las letras A, B, C y D, que sirven para indicar que se está
frente a un tema importante, que puede ser profundizado en el otro canal de páginas, donde
también se hallan resaltadas las tetras A, B, C y D. Asimismo, el lector puede optar por leer cada
canal de manera independiente, por capítulos, o de un solo jalón hasta el final de cada tomo. Si se
opta por esta segunda alternativa, puede tenerse la idea de que el canal A contiene una especie de
novela histórica, mientras que la parte B expone un libro de sociología histórica. Ahora bien, el
diseño de esta estructura narrativa se explica en la necesidad que tenía el autor de crear una obra
de fácil acceso para un lector no iniciado en la disciplina sociológica. Fals Borda quería que sus
libros pudieran ser leídos por los campesinos sobre los que escribió, quienes, dicho sea de paso, a
los textos. Es así que el lector no profesional puede ir accediendo a la lectura de los libros poco a
poco, desde la parte más descriptiva y literaria del lado A, hasta la más compleja que contiene el
B. Además, los libros están ilustrados con fotografías, mapas, dibujos y pinturas de época, que
junto con estrofas de poesía y música popular sirven para hacer más sencilla y divertida la lectura.
Es el caso, por ejemplo, del zoomorfismo que Fals Borda emplea en sus metáforas, donde a través
de figuras animales del entorno campesino estudiado se representan diversos fenómenos sociales.
~ 141 ~
En muchos sentidos la estructura narrativa de la Historia Doble de la Costa recuerda varias obras
literarias, como por ejemplo, Rayuela de Cortázar, no sólo por las reglas de lectura que proponen
ambos autores, sino también porque los dos logran que el lector termine involucrado de manera
lúdica y activa en la narración 172. También podría comparársele con Las aventuras de
Huckleberry Finn de Mark Twain, por los recorridos que Fals Borda realiza no ya por el río
Misisipi, como el pequeño Huck, sino por el Magdalena y otros afluentes y ríos, caños, pueblos,
lagunas y llanos, en las rutas de una investigación que se adentra por el mundo anfibio de los
canto a la libertad escrito con buen humor, Fals cuenta sus peripecias y las de los campesinos de
manera jocosa, como si se tratara de un viajero que porta consigo un diario de campo, en el que se
describen y analizan las experiencias históricas de una sociedad rural que persigue su liberación,
en resistencia constante contra el capitalismo. Pero tal vez el libro con el que mejor cabría una
comparación, por su carácter hibrido entre ciencia y literatura, sea aquel de Fernando Ortiz,
Contrapunteo cubano del tabaco y el azúcar. Escritos ambos dentro del tono de la música popular
del Caribe, comparten también una búsqueda por la identidad de una sociedad, que va paralela a
una profunda reflexión sobre la cultura. Además, mientras el libro de Ortiz recuerda el ritmo del
contrapunteo en Cuba, Fals hace lo propio con el ritmo de la piqueria vallenata, que también
consiste en un duelo de voces que se enfrentan a través de un tono burlón y satírico. Mejor dicho:
172
Al respecto el crítico literario Raymond de Souza ha escrito: “Además de recordarnos los experimentos literarios
de Julio Cortázar con los libro en forma como Rayuela (1963), La vuelta al día en ochenta mundos (1967), El último
round (1969), la obligada participación del lector en la construcción del libro me parece ser una técnica muy
apropiada para el logro de una de las metas de la Historia Doble de la Costa, la participación activa del pueblo en la
recuperación de su historia o lo que se puede llamar la democratización del conocimiento”, ver: Raymond de Souza,
“Elementos literarios en la Historia Doble de la Costa”, en Álvaro Pineda (compilador) De ficciones y realidades.
Perspectiva sobre literatura e historia colombianas, Bogotá, Tercer Mundo Editores, 1989, p. 357.
~ 142 ~
Como quiera que sea, lo más importante de la Historia Doble no está tanto en su estructura
narrativa como en su contenido, que es en definitiva lo que define el estilo de ese texto. Como
corresponde a las grandes obras clásicas, aquí el estilo está en función del tema. Y en este caso el
tema son comunidades campesinas que resisten el proceso de desintegración que trajo consigo la
profundización del capitalismo durante el siglo XX en el campo colombiano. He ahí el porqué del
estilo didáctico y pedagógico de esta obra, que intenta estar en correspondencia con las
actualidad, para que todas esas experiencias sirvan de base en las acciones contrahegemónicas del
presente y el porvenir. La visión de la historia que Fals expone se alimenta de la resistencia contra
la expansión capitalista que expresan las comunidades campesinas. Fals Borda no piensa al
capitalismo como un fenómeno inevitable, sino reversible en sus aspectos más desastrosos, por
respecto, en una parte de Retorno a la tierra (tomo IV), se pregunta: “¿Podemos ahora detener las
Participación pluralista y poder y contrapoder popular así concebidos se alimentan de una idea
existencial: la de vivencia, esto es, el de aprender a vivir y dejar vivir en contextos totales, idea
tan querida para nosotros los costeños que aparece como leit motiv en esta obra. Con esta
vivencia no se aspira al poder para controlar a otros y dominar con la fuerza bruta o con las
balas, sino para gobernar guiados por consensos y en democracia directa, para defender el
derecho de ser diferentes, oír voces y tolerar opiniones distintas, así sea necesario desmantelar
173
Orlando Fals Borda, Historia Doble de la Costa (Tomo IV), Bogotá, Carlos Valencia Editores, 1989, p. 209,
~ 143 ~
Fals Borda escribiría muchos textos con ese mismo tono de desprecio visceral contra el poder
central, la autocracia y todos los males que consideraba producto de la modernización y del
capitalismo; al tiempo que manifestaba un profundo aprecio por ese mundo campesino que
conoció en su juventud y que luego vería en riesgo de desintegración. Por eso hasta el final de sus
días defendió un rescate de las costumbres de ayuda mutua de la gente del campo, de los
sociedad capitalista. Desde su propia formación cristiana, humanista y científica, para Fals Borda
el capitalismo era un fenómeno inmoral, una especie de maldición diabólica y destructora, que
había que hacer retroceder por medio de la defensa de los valores colectivistas autóctonos, o
raizales, que también veía en riesgo de desaparición. Este anticapitalismo Fals los venía
expresando desde mediados de los años setenta, por lo menos eso es lo que podemos afirmar a
partir de lo que expresan sus escritos en ese sentido. Que ello era así puede probarlo la
cooperativismo agrícola en los que estuvo trabajando para el gobierno a finales del los años
capitalista de esas décadas. El mejor ejemplo lo trae su interpretación de lo que ocurrió con los
programas cooperativistas que ayudó a organizar en el vecindario de Saucío, donde hizo sus
174
Fals, “Historia Doble…”, (Tomo IV), p. 222.
~ 144 ~
primeras investigaciones. En el año de 1960, Fals Borda promovió la creación de una cooperativa
de almacenamiento de papas en esa localidad, que luego vería frustrada por lo lógica monopolista
La forma que toma la querella de Fals Borda contra el capitalismo recuerda mucho a la que
manifestó el movimiento romántico de los siglos XVIII y XIX europeos. Es así que en su caso
podríamos hablar de la expresión de una corriente anticapitalista con una perspectiva de base
romántica. Para entender mejor esta vena romántica que recorre su obra es conveniente
175
En una conversación con Orlando Fals pudimos enterarnos de que el artículo de la cita anterior era de su autoría,
cosa que no se tenía clara por cuanto la costumbre de la revista de su publicación era de no ofrecer, en ocasiones, el
nombre del autor, ver: “Los silos de papa, maldición capitalista en el campo”, en Alternativa del Pueblo, No. 25,
Bogotá, 1975, p. 20.
~ 145 ~
Michael Löwy y Robert Sayre definen el romanticismo como un movimiento cultural y político
que puede estar presente en todos los campos de las expresiones humanas, y no solamente en las
sociales, de economía, política, teología, etcétera, por cuanto se trata de una protesta cultural con
conciben como un movimiento cuyos orígenes pueden remontarse más o menos desde la segunda
mitad del siglo XVIII, también lo ven como una expresión que aún continúa desarrollándose, con
todo y que pueda ser denominada de diversas maneras 176. Según estos autores, el romanticismo
consistiría en una vertiente que puede encontrarse junto con otras dimensiones anticapitalistas en
las obras de ciertos pensadores. Se trataría de una querella cultural con una perspectiva de fuertes
bases morales y éticas. Donde son expresados sentimientos de indignación por las consecuencias
negativas que trae consigo la modernización capitalista. Tales querellas estarían orientadas contra
elementos atacados por el romanticismo. En definitiva, se trataría de una crítica que privilegia los
elementos cualitativos de la vida en contra de los cuantitativos o, lo que es lo mismo, los valores
ella, surgido de su seno como una dimensión contrapuesta, antitética. Así, entendida como un
176
Löwy y Sayre, “Romanticism: Against the tide of modernity…”, pp. 1-87.
~ 146 ~
tendencias que para efectos del análisis podrían ser dividas en dos grupos. Estaría la representada
por una fracción conservadora, que reclamando un pasado real o imaginario pretendería una
restauración de la sociedad. De otro lado, estaría el grupo que partiendo también de una nostalgia
por un pasado real o ficticio, presenta una disposición para elaborar utopías colectivistas, con el
fin de proyectarlas hacia el futuro. Esta segunda corriente, en realidad no pretendería un retroceso
al pasado, algo que se tiene por imposible, sino que persigue una vuelta por los elementos
positivos que hacían parte de la sociedad antes de la llegada del capitalismo, con el propósito de
proyectarlos hacia un futuro más democrático, cuando no socialista o anarquista. Esta segunda
vertiente, es precisamente la que nosotros vemos expresada en la obra intelectual que Fals Borda
elaboraría como producto del viraje radical que dio a mediados de los años sesenta, y del cual fue
producto el libro sobre la Subversión, que sería la antesala del romanticismo que expresaría poco
tiempo después.
Precisamente, esa dimensión romántica que cruza la obra de Fals Borda es la que la dota de cierta
sensibilidad capaz de captar las voces de aquellos excluidos que generalmente no son tomados en
cuenta por las ciencias sociales, ni muchos menos por los discursos oficiales hegemónicos. La
aspiraciones de las bases populares, antes que las de cualquier teoría o partido político. Es en esa
dirección que se orienta su reivindicación por una ciencia descolonizada y capaz de descolonizar
las mentes, tanto de los grupos estudiados como las de los mismos científicos sociales, todo a
través de un dialogo sincero entre parte y parte. Es con esa visión de la labor científica, además,
que Fals Borda se anticipa, en muchos sentidos, a los ahora en boga estudios subalternos y
~ 147 ~
poscoloniales. Su apuesta por escuchar a esos otros que han sido subestimados o definitivamente
ignorados, no solamente se queda en la labor intelectual. Para él era importante llevar a la práctica
las convicciones que tenía como científico social, por ello siempre se encontrará él que
paralelamente a sus investigaciones existía una práctica como intelectual público. Es así que en
los años ochenta, en medio de la guerra sucia que acorralaba las acciones populares en Colombia,
lo veremos al lado de grupos que luchaban por la liberación de los presos políticos, contra el
Estado de Sitio, el Estatuto de Seguridad, por una verdadera apertura democrática y contra la
violencia sistemática de los derechos humanos. Además, en esa misma década, fue un gran
periferia.
De esa época son sus actividades en el proceso de organización de ‘Colombia Unida’ y del
Movimiento Popular, que intentaban agrupar a múltiples sectores que luchaban por un país más
violencia de los narcotraficantes mostraban sus acciones más ásperas. En medio de esas
actividades, Fals Borda retornó a la Universidad Nacional de Colombia, como investigador del
Instituto de Estudios Políticos. Al mismo tiempo, fue elegido para participar en la creación de una
nueva carta constitucional en Colombia, en 1991, donde interviene como miembro de la Alianza
Democrática M-19, grupo político surgido a partir la desmovilización de la guerrilla que llevaba
un nombre similar. En la Constitución de 1991, Fals Borda colaboró a través de propuestas que
recogían sus experiencias de estudios regionales. Elaboró un proyecto de Ley Orgánica Territorial
que aún está pendiente de ser aprobado en el Congreso, y que tiene como objetivo ajustar la actual
~ 148 ~
ecológica, geográfica, económica, etcétera. Todo por medio de unidades regionales autónomas,
una agrupación política orientada a unificar a los distintos grupos de izquierda de Colombia, por
medio del Frente Social y Político que, en el año 2006, pasó a llamarse Polo Democrático
Conclusión
Al subir al primer tren de su viaje intelectual, Fals Borda llevaba dentro del equipaje un cofre
donde portaba las nociones morales que orientaron sus pensamientos y acciones personales.
Cuando se plegó a las ideologías reformistas que le suministraron los enfoques del cambio social
éstas debieron pasar, primero, por los filtros de las convicciones morales que lo habían
alimentado a través sus experiencias materiales y culturales. La voluntad moral que lo animaba,
adversidad. Ésta era una especie de ideología del sacrificio, atravesada por una pasión en el
moral en que se apoyaba, lograría colorear las otras ideologías que fue absorbiendo a través de su
itinerario intelectual.
Al mezclar todos esos elementos ideológicos, Fals imprimiría en sus obras una marca personal
que haría que quedara sin cerrarse el círculo político liberal que rodeaba su mente, y que definiría
el perfil intelectual y humano con el que se proyectaría en los escenarios públicos de Colombia.
Nos referimos a ese aspecto moral que es posible apreciar desde sus obras más tempranas,
cruzando sus investigaciones como parte de un discurso piadoso que expresa cierta sensibilidad
humana para identificarse con el dolor del otro, con ese otro que es la victima, mas no con ese
otro que es el agresor o victimario. Se trata de un sentimiento de dolor que tiene que ver con cierta
actitud de reclamo ante la injusticia social, que en Fals se expresa como un malestar sentido por
medio de la experiencia de esos otros oprimidos con los que logra identificarse en calidad de
~ 150 ~
“Fals Borda, afortunadamente, no sólo es un sociólogo. A él, como dijera alguien, le duele la
patria”, señalaba en 1958 el escritor Francisco Zuleta en una de las primeras reseñas que apareció
sobre El hombre y la tierra en Boyacá 177. Ese sentimiento de dolor que Fals dejaba percibir
resulta sorprendente por cuanto sus primeras obras declaraban un frío distanciamiento científico
en la que se educó. Sin embargo, Fals Borda dejaba traslucir un perfil intelectual y humano
caracterizado por estar moralmente obligado con los menos favorecidos. Durante la trayectoria
políticas, pero la estructura de valores que lo habían formado sólo cambiaría para fortalecerse aún
más. Es así que cincuenta años después, uno de sus discípulos más importantes, el sociólogo
Alfredo Molano, diría lo siguiente: “Su enseñanza no se limitó a decirnos qué era el pueblo sino
Esa empatía con las víctimas se percibe en Fals Borda como ese dolerse del dolor del otro del que
han hablado autores como Roberto Briceño-León y Heinz Sonntag para referirse a los
radicales a favor de las clases oprimidas 179. Ese dolerse del dolor del otro no es otra cosa que la
expresión sentimental de cierto tipo de escrúpulos morales. El giro ideológico anticapitalista que
Fals Borda darían desde finales de los años sesenta, es una prueba de de la estructura de valores
morales que lo habían formado durante su niñez y primera juventud. Esas convicciones morales,
177
Francisco Zuleta Holguín, “El libro de Fals Borda”, El Tiempo, 2 de febrero de 1958, p. 3
178
Alfredo Molano, en “Orlando Fals Borda”, El Espectador, 7 al 13 de agosto de 2005, p. 14ª.
179
Roberto Briceño-León y Heinz Sonntag, “La sociología de América Latina entre pueblo, época y desarrollo”, en:
Roberto Briceño-León y Heinz Sonntag (editores), La sociología de América Latina entre pueblo, época y desarrollo,
Caracas, Editorial Nueva Sociedad, CENDES, LACSO, 1998, pp. 12-13.
~ 151 ~
que fueron las mismas que lo llevaron a optar por las ciencias sociales como herramienta para la
desarrollista con que inició su carrera intelectual, fueron las que prepararon su camino hacia la
querella política que tiempo después manifestó a favor de las clases populares.
influenciados por la sociología estadounidense de los años cincuenta, presionados por la realidad
de sus propios países, fueron capaces no sólo de contradecir los discursos que imponía el sentido
común dominante sobre el desarrollo y la modernización capitalista, sino también las ideas más
conservadoras que proporcionaban las teorías que traían como bagaje en su primera etapa de
formación como científicos sociales. Es así que la descripción cuidadosa y empírica que les
posibilitaron las técnicas y métodos sociológicos que hallaron a su alcance, al tiempo que les
sirvieron para lograr un acercamiento más riguroso de la sociedad, los llevó a refutar muchos de
los postulados de los enfoques teóricos que habían aprendido. Lo anterior no sólo lo ilustra el caso
de Fals Borda. Fernando Enrique Cardoso, por ejemplo, cuenta que durante sus primeras
desarrollo de Brasil, sin embargo: “los datos recogidos chocaban con los cuadros de referencia
ideológica, pero también porque en la época de las encuestas [...] las condiciones políticas del país
habían agudizado la lucha de clases. Parte considerable del empresariado nacional conspiraba
claramente con los grupos extranjeros” 180. Sería precisamente observaciones como esas, que
estaban mediados por la propia realidad, las que harían cuestionar las premisas desarrollistas y los
180
Citado en: Jaime Osorio, Las dos caras del espejo. Rupturas y continuidades en la sociología latinoamericana, México D. F.,
Triana Editores, 1995, p. 44.
~ 152 ~
marxistas que defendían a las burguesías nacionales como vanguardias para el desarrollo. En
cualquiera caso, es a partir de experiencias investigativas como esas que Cardoso realizó su
propuesta teórica sobre la dependencia, casa distinta es que años después renegara de sus
Asimismo, Florestan Fernandes, quien inició sus investigaciones con estudios funcionalistas,
llegaría a demostrar que el supuesto existo de la integración social que había generado el
mestizaje en Brasil no era más que una fantasía que escondía el racismo de la sociedad de ese
país. Luego Fernandes pasaría a vincularse con el marxismo, desde donde aportaría elementos
para una sociología militante, estudiosa del fenómeno del eurocentrismo, el imperialismo y la
dependencia económica 181. Lo mismo sucedería con Pablo González Casanova, quien partiendo
y del colonialismo interno. Por su parte, Gino Germani terminaría creando una teoría sobre la
modernización bastante compleja, aunque sin separarse nunca de una perspectiva liberal
(democrática) de la sociedad, al igual que Aldo Solari en Uruguay. Podríamos enumerar más
ejemplos, pero para lo que nos interesa conviene mencionar al Instituto Latinoamericano de
Planeación Económica y Social, ILPES, que como organismo dependiente de la CEPAL, llegaría
que la propia CEPAL encontró en sus primeros estudios de los años cincuenta 182.
Ahora bien, eso que Briceño y Sonntag denominan el dolerse del dolor del otro no es otra cosa
que la expresión de cierto tipo de escrúpulos éticos y morales. El giro ideológico anticapitalista
181
Kahl, “Tres sociólogos latinoamericanos…”, pp. 217-220.
182
Osorio, “Las dos caras del espejo…”, pp. 33-49.
~ 153 ~
que darían posteriormente un importante sector de los sociólogos de los años cincuenta es una
prueba de que había consideraciones morales y éticas compartidas entre ellos desde cuando
interpretativo. Esas convicciones morales y éticas, aunque hayan podido quedar atrapadas dentro
de la frialdad del cientificismo y del desarrollismo, fueron las que prepararon el camino hacia la
querella política que muchos de ellos manifestaron después en favor de las clases populares, por
medio de cierto nacionalismo o desde alguna expresión antiimperialista. Al ver frustradas las
ilusiones de progreso y cambio social que traían consigo, desde los enfoques explicativos que el
contexto intelectual les posibilitó escoger, muchos de estos sociólogos sufrieron un proceso de
frustración, cuando no de indignación, que los resbaló hacia opciones políticas radicales. El caso
de Fals Borda muestra que a partir de ese radicalismo pudo madurar una perspectiva romántica en
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