Apuntes Historia de España Del Siglo XX

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HISTORIA DE ESPAÑ A

CONTEMPORANEA: SIGLO XX
Liberalismo y democracia. Agua y aceite.
El sistema de la Restauración establecido en 1875 supuso la vuelta a España de los
borbones. Tuvo a Cánovas del Castillo como su principal valedor, tratando de crear un
régimen liberal estable.

Todas las burguesías estaban de acuerdo en montar un régimen liberal que tuviera un
mínimo de estabilidad. Ese consenso duró hasta la derrota colonial de 1898, y por ello
algunos sectores de la burguesía catalana vieron que ese régimen de la Restauración ya
no les representaba. En ese momento comienza la crisis, pero al sistema aún le queda
tiempo. El sistema político sólo representaba los intereses de las burguesías, por lo que
era una oligarquía.

El gobierno caía si perdía la confianza del parlamento, por lo que se convocaban nuevas
elecciones con un ministro de gobernación de la tendencia distinta al gobierno anterior.

Los republicanos estaban muy divididos entre ellos debido al fracaso de la Primera
República.

Los socialistas eran muy pocos y no se les prestaba mucha atención, pero ganan
presencia desde la ley de asociaciones de 1887.

Desde 1898, los políticos eran cada vez más conscientes de que la única manera de salir
de la crisis era una mayor democratización.

La crisis del sistema de la Restauración. La derrota contra EE. UU. fue la guinda del
pastel, y esa crisis fue retratada por los intelectuales y políticos, a los que les “dolía”
España. Esta crisis suele corresponder con el reinado de Alfonso XIII. Esta sensación de
decadencia ocurría a lo largo y ancho de la Europa del momento. Las propuestas para
sacar a España de su crisis pasan por la regeneración, como la democratización del
régimen y la modernización del país. Las intromisiones de Alfonso XIII durante su
reinado también ayudaron a la acentuación de la crisis.
Tras la muerte de Sagasta y Cánovas, se acentúa la fragmentación de los partidos
dinásticos en camarillas.

La sociedad se complejiza, más difícil de manejar desde arriba.

Gracias a los acontecimientos de Marruecos, los militares adquieren presencia en la


política, lo que fomentará y nos hará entender el futuro golpe de Primo de Rivera.

Los federalistas republicanos y los socialistas no apoyaron la intervención en Cuba,


pues estaban en contra (los socialistas) de la forma de gestionar el ejército.

Autores como Luis Morote adelantaron el regeneracionismo antes del propio desastre
del 98, junto a Macías Picavea o Joaquín Costa. Como origen a la decadencia española
aducían causas históricas, remontándose al siglo XVII. También aludían a causas
geográficas, como la altura de la meseta, que dificultaba el transporte y el cultivo,
además de la poca fertilidad de las tierras, lo que provocaba la emigración de muchos
locales. Todos estos intelectuales señalaban a los políticos de la Restauración como
responsables de la decadencia de España. El libro más destacado es el de Joaquín Costa
Oligarquía y caciquismo. Los remedios que proponían eran suspender el parlamento y
aplicar mano de hierro contra oligarcas y caciques (Picavea). Costa defendía fortalecer
el poder ejecutivo, y hablaba de un cirujano de hierro para extirpar el mal del país, la
vieja clase política. Estas son soluciones que con el tiempo utilizaría Miguel Primo de
Rivera en su golpe de Estado de septiembre de 1923.

Esto no convierte a estos autores ni en fascistas ni en protofascistas, ya que no existía


esta ideología en ese momento.

En el ámbito político, desde los sectores políticos, regenerar España implicaba llevar a
cabo políticas que fortalecieran la nación en el ámbito económico y en el educativo,
elevando el nivel cultural de la población española. Ambas líneas eran muy habituales
en el pensamiento político de la época, y todo el mundo usaba esta expresión de
“regeneracionismo”.

En el plano educativo se pretendía mejorar el nivel de vida de las clases populares. En


esta dinámica entraron incluso los dos partidos del sistema turnista. La novedad más
importante planteada por los políticos es que planteaban que el Estado debía implicarse
en estas mejoras de las clases populares. Esto era importante porque, aunque el Estado
no había estado ausente en la política económica, se vivían tiempos de liberalismo
estricto. Cada vez era más común que desde las corrientes del liberalismo se pidiera la
intervención del Estado para favorecer el desarrollo económico del país.

Promocionar la industria, invertir en infraestructuras y mayor instrucción pública. No es


casualidad que el Ministerio de Educación en España se creara en 1900 y se crea con el
nombre de Ministerio de Instrucción Pública, perteneciendo antes al Ministerio de
Fomento. Estas ideas fueron tan compartidas por las fuerzas políticas, que podemos
decir que fue el hilo conductor de todos los políticos del primer tercio del siglo XX.

Desde fuera del sistema de la Restauración, un proyecto muy ambicioso fue planteado
por el partido Unión Nacional en 1900, creado por Joaquín Costa y Basilio Paraíso.
Estos dos políticos trataban de movilizar a las clases productoras (un término típico del
momento), que son los pequeños y medianos empresarios, lo que ellos pensaban que
generaban la mayor parte de la riqueza nacional. A través de dos organizaciones
corporativas, las cámaras de comercio y la Liga Nacional de Productores, trataban de
movilizar a estas clases.

Las propuestas que plantearon desde Unión Nacional tuvieron bastante eco mediático,
pero con las elecciones tuvieron muy poco éxito en 1901, consiguiendo sólo dos
diputados. Entonces Costa escribió su famosa obra, achacando al sistema caciquil su
escaso éxito electoral.

Cómo querían regenerar desde dentro del sistema:

- La primera propuesta vino de mano del partido conservador, teniendo al frente la


figura de Francisco Silvela, uno de esos líderes conservadores tras la muerte de
Cánovas. Su gobierno desde marzo de 1899 planteó una serie de políticas
reformistas. Era un representante de ese nuevo conservadurismo liberal, que se
empezaba a plantear la necesidad de que el Estado interviniese en la economía, y
su receta pasaba por reformar la administración y la ley electoral. Entonces se
hablaba de moralizar la vida pública y movilizar a la población para participar
en política. También propuso vías de acercamiento hacia el regionalismo catalán
que crecía entonces, y nombró a Polavieja (general) ministro, aunque no era
regionalista catalán. Se comprometió a defender desde el gobierno una única
diputación catalana. También defendió la necesidad de codificar el derecho
catalán y asumió el reto de defender una especie de concierto económico. Todo
esto eran demandas del regionalismo catalán del momento.

- Otra línea política de Silvela fue el fomento de la educación, siendo el


responsable de la creación del Ministerio de Instrucción Pública, empezando los
profesores a cobrar del Estado y no de los ayuntamientos, empezando estos a
tener mejores condiciones de vida y cobrando mejor y más regularmente.
- La última línea de la política regeneracionista de Silvela fueron los impuestos,
con la política desarrollada por Fernández Villaverde. La deuda española tras la
derrota era enorme y había que pagar los gastos de la guerra. Este ministro
propuso para suavizar la deuda un programa de reforma fiscal (aumentar
impuestos). No todas las consecuencias de la guerra fueron malas, pero su
principal efecto fue la repatriación de capitales por parte de los empresarios
españoles. Esos capitales sirvieron para ser reinvertidos en España en el ámbito
financiero, creando bancos, los típicos que conocemos ahora. Otra parte del
capital fue la inversión en industria, en un contexto de segunda revolución
industrial, fomentando el ferrocarril y la minería, la electricidad, las químicas y
siderúrgicas, así como las industrias de transformación alimentaria. Así se
dinamizó la economía española, aunque no indagaremos más.

El primer tercio del siglo XX no fue una mala época en el ámbito económico, y
corresponde al periodo en el que los países de la periferia europea se industrializaron, y
el segundo periodo industrializador sería a raíz de la Primera Guerra Mundial.

Si no tenemos en cuenta este desarrollo económico no podemos entender los retos


crecientes a los que se enfrentaban los políticos del momento.

La guerra había tenido también el efecto de aumento de la deuda, y creció hasta el 43%
del presupuesto nacional. Este ministro de hacienda tenía la obligación de bajar la
deuda, y en parte lo consiguió, y podríamos decir que a raíz de sus políticas a la altura
de 1914 la deuda había bajado al 28% del presupuesto nacional, a través de una reforma
fiscal que tuvo resistencia, introduciendo nuevos impuestos que gravaban a esas clases
productoras a las que apelaba Costa. Las protestas procedieron de las cámaras de
comercio o de la Liga Nacional de Productores. Gracias al aumento de impuestos y al
descenso de gastos se fue reduciendo la deuda. Por lo que no pasó Fernández Villaverde
fue por aceptar algunas de las propuestas económicas de Polavieja respecto a un
concierto económico catalán. Esos sectores del regionalismo catalán que se habían
implicado en el gobierno de Silvela se sintieron con las manos libres y empezaron a
considerar que el régimen de la Restauración no representaba sus intereses, comenzando
a desmarcarse del sistema restauracionista, fomentando y apoyando el regionalismo en
defensa de sus intereses.

En 1902 fue proclamado rey Alfonso XIII y su reinado fue complejo y difícil, pero
desde el punto de vista político presentó dos características que no contribuyeron a la
estabilidad del sistema de la Restauración.

- En primer lugar, intervino mucho más en la política que sus predecesores dando
y quitando apoyo a sus gobiernos, que acababan cayendo por el retiro de su
confianza (crisis orientales). Entre 1902 (dimisión del gobierno de Silvela) y
1907 (llegada del segundo gobierno de Maura) hubo 10 gobiernos, lo que hace
palpable la inestabilidad política. El rey interviene en el contexto de la ausencia
de líderes indiscutibles en ninguno de los partidos.
- En segundo lugar, por la constitución de 1876, el rey era el jefe máximo del
ejército, y se había aprobado para evitar la abundancia de pronunciamientos
militares del siglo XIX. Alfonso XIII, como jefe del ejército, siempre que hubo
problemas entre el ejército y el poder civil se decantó siempre por el ejército, y
se ve muy bien en la crisis de 1917.

Si retornamos al regeneracionismo tenemos que hablar de que uno de los serios


problemas de la crisis fue la fragmentación de los dos grandes partidos del sistema,
puesto que no había un líder nato aceptado por todos los notables. Montero Ríos fue uno
de esos líderes del partido liberal con gran poder en Galicia y luego Segismundo Moret
y José Canalejas (ala más demócrata del partido liberal).

Entre los conservadores estaban Silvela y Romero Maura. El tercero en discordia fue
Antonio Maura, que destacó a la vez que Canalejas.

Liberales y conservadores no se diferenciaban mucho. Desde el gobierno largo de


Sagasta, el partido liberal se quedó sin propuestas para diferenciarse de los
conservadores. Por ello, a partir de la figura de Canalejas se empezó a defender la
entrada de una mayor secularización de la vida política, la necesidad de ser más
tolerante desde el punto de vista religioso. Ese giro político del partido liberal no era
nuevo, pero esta idea llevaba tiempo abandonada. En la constitución no se permitía el
culto público de cualquier religión que no fuese la católica. Esto fue para diferenciarse y
porque los republicanos desde la crisis derivada de 1898 empezaron a movilizar al
electorado a través del anticlericalismo. Si los liberales no querían que estos
anticlericales abandonasen el partido liberal había que introducir estas novedades
propugnadas por Canalejas. Con ese giro el partido liberal reconocía que uno de los
retos del sistema era adecuar su política a una nueva sociedad de masas que se
desarrollaba en España.

La propuesta de Antonio Maura, el primero que desde el poder intentó cambiar el


sistema. Fue presidente en 1904 ya, pero destacó en su posterior gobierno. Maura ya era
consciente de la infrarrepresentación de la población española, y era consciente de que
los sectores revolucionarios tenían cada vez más importancia. Consideró que la mejor
manera de enfrentarse a los desafíos del sistema era hacer la revolución desde arriba
(“para que no nos la hagan desde abajo”). Esto implicaba la necesidad de incorporar a
las masas neutras (clases medias) a la política para aumentar la aceptación social de la
Restauración.

Entre 1907 y 1909 combinó una serie de políticas reformistas y una mano dura en el
ámbito público contra el movimiento obrero y las acciones terroristas. Sus dos leyes
más importantes fueron:

o Moralizar la vida política con una reforma en la ley electoral. Se


mantuvo en vigor hasta la república. Introdujo el sufragio obligatorio y la
posibilidad de que aquellas actas electorales consideradas sucias
pudieran ser denunciadas ante los tribunales. Hubo un artículo (el 29)
que decía que en aquellas circunscripciones electorales donde sólo haya
un candidato no es necesario hacer elecciones. Los caciques utilizaron
ese artículo para, negociando entre las elites, repartirse la carta electoral
presentando un único candidato en la circunscripción. De esta forma no
se movilizó al electorado, puesto que hasta un tercio de la gente se
quedaba sin votar por este artículo.
o La ley de administración local fue muy importante y longeva y reguló la
administración local durante décadas. Reconoció la autonomía de los
municipios, pero no impidió que los alcaldes siguieran siendo puestos
desde Madrid. Otro aspecto importante es que permitió que las
diputaciones se agruparan, y esta fue la vía utilizada por las diputaciones
catalanas para tratar de construir la mancomunidad de provincias
catalanas.

El principal problema del gobierno largo de Maura fue el orden público, pues el
movimiento obrero en España tenía cada vez más simpatizantes, y sus demandas se
plasmaban en las calles. El movimiento obrero se definía como revolucionario y
pretendía destruir la sociedad de clases, y en esta época sobre todo a través de la acción,
normalmente de forma violenta. Cualquier demanda obrera podía acabar en conflicto,
porque muchas veces la respuesta del Estado era desproporcionada, viendo estas
demandas como una ruptura del orden público, respondiendo con la fuerza.

El gobierno de Maura tuvo ese problema en sus calles, especialmente en la Semana


Trágica de Barcelona. Es una de las ciudades con mayor movimiento obrero, sobre todo
anarquista. Todo ese coctel estalló a finales de julio de 1909, entre el 26 de julio y el 1
de agosto. Todo empezó porque en el puerto embarcaban soldados para ir a la guerra en
Marruecos, la cual no iba bien desde que empezó en 1907. La sociedad veía esta guerra
sin implicarse mucho, y muchos sectores veían esa guerra como una búsqueda de
beneficios económicos en el Rif. En aquel embarque muchos de los soldados llamados a
filas eran hombres que tenían familia, y al igual que había algunos que apoyaban a sus
soldados familiares, también había mujeres y hombres en contra de que embarcasen.
Estalló un motín contra ese embarque y comenzó una huelga general con el favor de los
sindicatos y a los pocos días aquella insurrección y protesta acabó derivando en una
quema de conventos. La respuesta del gobierno fue mandar al ejército desde otras zonas
del país convencidos de que iban a luchar contra el separatismo catalán. El conflicto se
saldó con 17 condenas a muerte y se acabaron ejecutando 5. Se acusó a Lerroux (que no
estaba en Barcelona entonces).

De todos los acusados una de las personas se convirtió en icono, el creador de la escuela
moderna, Ferrer i Guardia. Estaba en la frontera entre republicano y anarquista. Fue uno
de esos 5 ejecutados y esa represión gubernamental generó una profunda movilización
política y social, y todo el arco parlamentario acabó uniéndose contra Maura. En
Francia también se criticó al gobierno de Maura en favor de los cautivos en Montjuic. El
rey acabó cesando a Maura, y desde ese momento empezó a distanciarse políticamente
del rey. No se fue de su partido, pero se quedó en los márgenes. La caída de Maura
implicó la llegada de Canalejas al gobierno en 1910. En las elecciones que hubo en
1910 se presentó por primera vez la conjunción republicano-socialista, que fue posible
porque surgió de esta movilización contra Maura. Esto es tan significativo porque en
aquel momento el partido socialista era exclusivamente obrero y dirigía su discurso sólo
al mundo obrero. El PSOE no buscaba votos en las clases medias, que era cosa de
republicanos. Esta unión fue una novedad porque los socialistas y republicanos se
juntaron por primera vez.

España no es el único país incapaz de adaptarse políticamente a su sociedad en la


primera mitad del siglo XX.

Antonio Maura se ve obligado a dimitir en 1909 a raíz de las protestas contra su


gobierno por la Semana Trágica de Barcelona. Fue un momento muy peliagudo, no sólo
por la fuerza de la movilización en Barcelona, sino por la variedad dentro de esa
movilización, donde había varias identidades políticas protestando. Al final la cosa
derivó en quema de conventos. Se movilizan las fuerzas políticas en contra de Maura.
Durante el gobierno de Maura vemos una mayoría conservadora aplastante, pero en
Cataluña triunfaron regionalistas, y en Navarra y Álava gana el carlismo.

Nos fijaremos en la segunda propuesta regeneracionista desde dentro del sistema, desde
el poder, y a partir de la caída de Maura en 1909 a través del liderazgo liberal de José
Canalejas.

Si nos situamos en 1909, José Canalejas era uno de esos caudillos políticos del partido
liberal, que ya empezó a destacar en la esfera pública desde 1900, con discursos contra
la Iglesia. Fue uno de los que desde el parlamento vio la necesidad de cambiar la actitud
del partido liberal, haciéndose algo anticlerical (se inspira en los liberales franceses a
raíz del caso Dreyfuss). Canalejas representa dentro de los liberales a uno de esos
políticos que era consciente desde 1900 que el partido liberal no difería mucho del
conservador después de haber alcanzado algunos anhelos que los definían antes. A raíz
de la movilización política tras el desastre del 98 ve que los republicanos se están
haciendo fuertes a raíz de su actitud anticlerical. Para Canalejas la política española
debía dirigirse a una mayor secularización, incluso estando vivo Sagasta. Era del ala
demócrata del partido liberal. Cuando llega al poder como relevo de Maura, tiene en
mente la situación de crisis del sistema restauracionista, por lo que entiende la necesidad
de atraer a las masas (y no a las clases neutras como Maura) a este sistema de la
Restauración. Hay que nacionalizar la monarquía para eso, y ese es su planteamiento,
acercarse a sectores, no sólo de clase media, sino también obrera. Quería lograr que la
monarquía avanzase a una mayor democratización, al estilo de la monarquía británica o
la belga.

Medidas:

- Medidas de corte social/laboral que reflejaban la convicción de muchos liberales


del momento sobre que el Estado debía intervenir más en la economía para
mejorar la vida de la gente. Aprobó medidas que se pueden considerar los inicios
del estado del bienestar en Europa.

o Se reduce la jornada laboral en la minería a 9 horas.

o Establece medidas más estrictas a la hora de permitir el trabajo de


mujeres y niños.

o Se habla de propuestas de negociación colectiva para establecer los


salarios de los trabajadores.

o Establece el servicio militar obligatorio y general, para que los ricos no


se pudiesen librar.

o Para contrarrestar otro motivo de insurrección popular, abole el impuesto


de consumos en 1911. Había entonces muchas protestas en los mercados
por este impuesto a productos básicos. Los municipios salen escaldados
de esta abolición.

- El último paquete de Canalejas fue el intento de secularizar la vida política e


institucional del país. Separación Iglesia-Estado. Esto significaba modificar la
constitución. Canalejas trató de aplicar el artículo 11 de la constitución de 1876
en el que se reconocía la tolerancia privada de cultos de la manera más laxa
posible. Proliferaron símbolos de esos centros religiosos protestantes, o escuelas
laicas de maestros protestantes o laicos. Esto parecía que le quitaba una baza al
partido republicano y se lo llevaba Canalejas para sí.

- Intenta por enésima vez evitar el crecimiento de las órdenes religiosas y


contabilizar cuántas había, aplicando la ley de asociaciones, puesto que las
órdenes se tenían que inscribir como asociaciones, pero nunca lo hicieron.

Mendizábal intenta la exclaustración de los monjes (hombres). Las órdenes vuelven a


crecer a partir de 1875 con la Restauración monárquica. Para evitar que se vuelva a las
guerras carlistas, los liberales quieren que la Iglesia se sienta bien en el nuevo sistema.
Aceptan el artículo 11, y algunos obispos llegan a senadores. La Iglesia antiliberal acaba
integrándose en el sistema. Apoyándose en el concordato de 1851, el ejemplo más
evidente del crecimiento de la Iglesia es el crecimiento de las órdenes religiosas, las
cuales muchas no se podían asentar en los antiguos monasterios, y se asientan en
capitales provinciales y comarcales, donde había población que necesitaba a la Iglesia
porque el Estado no llegaba hasta estas zonas y población. En 1900 había 11 mil frailes
(5 veces más que en 1868) y unas 40 mil monjas (el doble que en 1868). La mayor parte
de las críticas por la derrota colonial se enfocan hacia las órdenes religiosas por distintos
motivos: Participa activamente en la guerra de Cuba, y algunas órdenes religiosas son
cuestionadas en Filipinas, y estas críticas llegan a la península, además del ejemplo de
Francia, en la que se limitaba el poder de la Iglesia. Intenta aplicar la ley del candado,
limitar el crecimiento de las órdenes religiosas a la par que intenta que se inscriban en el
censo de asociaciones. Durante la primera década del siglo XX llegan también muchos
monjes de Francia a raíz de sus políticas anticlericales.

En 1912 Canalejas es asesinado por un anarquista mientras miraba el escaparate de una


librería en Madrid. Con su muerte termina el intento de regeneración de la vida política
en España desde el partido liberal. Los proyectos reformistas de la Restauración quedan
bloqueados, porque ningún político que quedase tenía la fuerza y el carisma para aplicar
estas nuevas reformas. A partir de 1912 desde los partidos del sistema (que se empiezan
a fragmentar) ya es muy difícil que propongan novedades en el sistema.
A Canalejas le sucede el conde de Romanones, que trata de aprobar una ley según la
cual el catecismo sería no obligatorio en la escuela. El mero anuncio de aquel proyecto
generó una movilización católica tan importante en las calles y de los obispos que
cuando se aprobó se quedó en que no era obligatorio si eras hijo de no católicos.
Romanones nunca consigue unir al partido como lo hizo Canalejas, y es que desde
Canalejas el sistema se bloquea, porque estos partidos son incapaces de proceder a una
reforma seria del sistema para avanzar a una política más democratizadora.

Qué ocurre con los partidos que se quedan al margen del sistema en el sentido de que
nunca tenían opciones de gobernar.
Republicanos, socialistas, regionalistas y carlistas.

Republicanos:

El republicanismo era la cultura política con mayor éxito en España estando fuera del
gobierno. Sin embargo, tenía un gran problema, y es que estaban muy fraccionados,
algo que ya se ve en la primera república. En el sexenio triunfan los federales y los
unitarios, pero con el avance del siglo XIX los federales son los más avanzados, aunque
pierden fuelle en favor de la visión de una España unitaria y republicana. El lema de los
republicanos era intentar establecer una candidatura única, y sólo lo consiguen en 1903,
el año en el que más diputados sacan.

Los republicanos eran muy buenos en la movilización del voto en las calles, porque a
diferencia de liberales y conservadores, su única opción para ganar era conseguir votos
de la gente, no como los otros dos que ya lo tenían asegurado con el encasillado. Los
mítines comienzan en esta época de la mano de los republicanos. Su mayor éxito lo
consiguieron en Barcelona de la mano de Lerroux, en Valencia de la mano de Blasco
Ibáñez, y en ambos casos eran republicanos radicales. En 1908 Lerroux funda el Partido
Radical, y se convierte en el partido del republicanismo histórico por excelencia debido
a su duración en el tiempo. Introduce las formas modernas de hacer política. Cómo se
llega a la población: a través del discurso, y Lerroux sabe apelar al pueblo (se le apela
como populista en sentido neutro, no negativo, apelando constantemente al pueblo). El
anticlericalismo es otra característica básica de su discurso, así como el nacionalismo
español, frente al nacionalismo catalán. Este tipo de discurso tiene un gran apoyo en
sectores obreros y populares de Cataluña.
El Partido Radical olvida la clásica faceta militar decimonónica de los republicanos
progresistas, porque ya no quieren llegar al poder por la fuerza, y la única vía por la que
se puede llegar al poder es a través del voto. Todo el mundo ya pensaba eso como única
forma de llegar al poder, por lo que el ejército español evoluciona hacia posiciones más
conservadoras.

No todos los republicanos eran como Lerroux. Se crea un partido más moderado (el
Partido Reformista), que quería reformar el sistema desde dentro, con las figuras de
Gumersindo de Azcárate y Melquíades Álvarez, ambos ligados a la ILE (Institución
Libre de Enseñanza). Defendían la necesidad de secularizar la vida social y política del
país. Apelaban a la necesidad de democratizar la vida política por medio de la república.
Estaban dispuestos a apoyar la existencia de la monarquía si ésta permitía la mayor
democratización de España. Era un partido posibilista. Apelaban a las clases medias
también.

Cuando los partidos obreros aún eran minoritarios, eran los republicanos los que más
posibilidades tenían de atraer el voto obrero y de las clases populares.

Desde sectores republicanos decían que la Iglesia quitaba trabajo remunerado y valioso
por esclavitud, en resumidas cuentas (bordadoras, vinos).

Maura aprueba el domingo como día festivo oficial en 1904. Desde el mundo
republicano se quejaron porque parecía una medida de meapilas.

Obreros

Dividido en dos grandes corrientes, socialismo y anarquismo.

Los socialistas fundan el PSOE en 1879, pero eran poquísimos, y en Madrid, una ciudad
donde el movimiento obrero era un mojón. UGT nace en Barcelona. El PSOE es un
partido que se funda en una ciudad sin casi obreros, y sus masas iniciales son
trabajadores a caballo entre el artesano y el obrero, así como profesionales liberales
(médicos, maestros…). En ese momento no tenía más de 200 militantes y su primer
congreso no es hasta 1888.
El mundo socialista revolucionario tenía como objetivo acabar con la sociedad de
clases, y para los socialistas había que alcanzar el poder estatal y cambiar las cosas
desde el poder.

Los anarquistas eran contrarios a toda forma de poder establecido, una de las grandes
diferencias entre ambos.

La otra gran diferencia entre ambos era el cómo llegar a eso. Los anarquistas iban a
muerte y querían el cambio ya, y la querían liar en cuanto podían. Los socialistas, por
muy maximalistas que fueran en sus objetivos, siempre plantearon un programa de
acción muy gradualista, teniendo en mente la revolución en un futuro y mejorar la vida
de los trabajadores hasta que llegase ese momento. Se divide la sociedad en dos grandes
clases: burguesía y proletariado.

El PSOE no tiene un programa agrario hasta 1918, por lo que en su momento sólo se
preocupaba por el proletariado y por ello el mundo agrario andaluz se decanta más por
el anarquismo. El discurso socialista no se puede calificar de populista porque las
diferencias para ellos son económicas, no entre pueblo y oligarquía, apela al
proletariado, no al pueblo.

Los socialistas apelaban a la reforma hasta que llegase la revolución; pero cuándo, pues
cuando creciese el proletariado y se industrializase más el país. Se lucha por el avance
de la legislación en favor de las condiciones laborales de los trabajadores. El derecho al
voto, la jornada de 8 horas, la prohibición del trabajo infantil. También eran conscientes
de la necesidad de crear conciencia de clase obrera. Un obrero por el hecho de serlo no
es clase obrera, hay que sentirlo, y esa identidad hay que construirla fomentando formas
de organización y asociación del mundo obrero, como las manifestaciones del 1 de
mayo, creación de casas del pueblo (donde se leen periódicos obreros), las huelgas
como forma preferente de lucha obrera. Lo que diferencia a los socialistas de los demás
son las huelgas y las asociaciones sindicales. Consigue el derecho al voto masculino en
1890, sin embargo, en España el socialismo tenía un discurso apolítico a comienzos de
siglo, porque desconfiaba tanto del sistema que su respuesta fue siempre adoptar
actitudes antipolíticas o apolíticas. El apoliticismo, identificado habitualmente con el
anarquismo, hasta 1910 fue parte importante del movimiento socialista, fruto de lo poco
de fiar que era el sistema de la Restauración.
Texto de Lerroux

La juventud no debe ser interpretada como lo hacemos ahora, ya que un joven actual
puede tener veintitantos años, pero entonces ya eran considerados hombres. Oposición
entre progreso y tradición.

Seguimos con los socialistas y su apoliticismo, debido a la desconfianza hacia el sistema


de la Restauración.

No tuvieron un solo diputado hasta 1910, siendo para el fundador, Pablo Iglesias.
Consiguió concejales en Bilbao en 1891, y en Madrid con el tiempo entró algún
concejal socialista. Iglesias consigue ese escaño gracias a la coalición republicano-
socialista. Mientras consideró a esas clases medias bajas como burguesía, el socialismo
no podía despegar, cuando empieza a abrirse a otros ámbitos sociales y se abre al
republicanismo (a raíz de la reacción contra Maura). Esto nos obliga a preguntarnos las
razones que evitaron el crecimiento del PSOE entre finales del siglo XIX y principios
del siglo XX, siendo estas el aislamiento respecto a qué era clase obrera y su tensión
con el anarquismo, así como la lejanía de la cuestión agraria en los planes del partido.
En Italia o Alemania el socialismo era mucho más fuerte. Hacia 1900 tenía unos 20
concejales y 20 mil votos, lo cual eran unos números de mierda. Esto cambia a lo largo
de la primera década y a partir de la Primera Guerra Mundial, donde se industrializa
más el país y cuajan más las ideas socialistas. Siempre tuvo más peso el anarquismo
tradicionalmente, y no sólo por ser el primero en entrar en España. Ya se expandió
bastante en los 70 con la Federación de la Región Española. En los 80 sería la
Federación de Trabajadores de la Región Española (fundada en Barcelona en 1881,
clamando tener entre 50 mil y 70 mil simpatizantes). Se calcula que dos tercios de los
simpatizantes estaban en Andalucía y el resto en Cataluña, siendo disuelta en 1888, no
sólo por sus planteamientos maximalistas y nada gradualistas, sino por sus divisiones
internas en realidad. Una de las visiones básicas sería quién se quedaba con el resultado
del trabajo de uno, y el anarquismo abogaba por la colectivización, pero el sistema de
reparto de los resultados del trabajo generaba mucho debate. Había partidarios de que
cada uno se quedara con el resultado de su fuerza de trabajo (fácil de aplicar en el
mundo agrario) que eran los colectivistas, mientras que otro sector abogaba por que el
resultado del trabajo se repartiese en función de las necesidades de cada uno, un
planteamiento con muchos seguidores, siendo santo y seña del comunismo libertario.
Esta diferencia facilitó la disolución por parte del Estado.

Planteaban llevar la revolución al extremo, condenando todo poder político,


persiguiendo la abolición del Estado, además de luchar por la abolición de cualquier
forma de poder institucionalizado, y de ahí que nunca formaran un partido político. Los
partidos distraían a los trabajadores de su objetivo real, la revolución. Todas las
reivindicaciones de la clase obrera debían ser utilizadas para avanzar hacia la
revolución, siendo uno de los motivos por los que se llevaban tan mal con los
socialistas, porque llegaban los anarquistas a las manifestaciones y montaban la de Dios
es Cristo. Los magnicidios fueron muy comunes en Europa, y España no fue una
excepción. Había también acciones contra los patronos y el Estado que los amparaba.

Al desaparecer la FTRE, una parte de los anarquistas se ven obligados a moverse en la


clandestinidad, pero también muchos simpatizantes se refugiaron en la cultura, y la
cultura política socialista siempre se esforzó por crear cultura e identidad obrera, y la
idea era que todos los trabajadores acabaran sintiéndose parte del mismo grupo social.
Los anarquistas hicieron lo mismo y es probable que ganaran la batalla a los socialistas,
probablemente porque fueron mucho más represaliados que los socialistas. Se crean los
ateneos, prensa anarquista y tal.

Esa creación de cultura anarquista no era del gusto de todos los anarquistas, y una parte
se dedicaron a la propaganda por el hecho, que en muchas ocasiones derivaba en
violencia y atentados terroristas. Los dos casos más característicos de los 90 fueron la
de 1893 en el Liceo de Barcelona (lugar de sociabilidad exclusivamente burguesa) y la
bomba de Cambios Nuevos también en Barcelona. La represión fue muy dura por parte
del Estado a través del proceso de Montjuic y tuvo efectos movilizadores en la izquierda
en el exilio, sobre todo en Francia. Había aún un rumor sobre que España seguía siendo
un país inquisitorial y atrasado. Esta represión generó movilización también en España
donde participaron también socialistas y republicanos, quejándose por la represión del
Estado, habiendo por primera vez una colaboración entre liberales, republicanos,
socialistas y anarquistas. El PSOE deja ese aislamiento y se junta con otras corrientes
políticas. El anticlericalismo nunca penetró en el ideario del PSOE, porque Pablo
Iglesias y otros líderes del partido mantenían en esto una posición muy ortodoxa. Las
bases socialistas cuando había movilizaciones anticlericales participaban, pero
oficialmente el partido no defendía esto.

El anarquismo siguió siendo represaliado, pero el ámbito cultural se siguió


desarrollando y los anarquistas seguían creando sindicatos, con un mundo sindical local
y fragmentado. La primera unificación se consigue a través de Solidaridad Obrera en
1907, y el culmen es en 1910 con la fundación de la CNT (Confederación Nacional del
Trabajo). Para una cultura política como la anarquista, en contra de la idea de nación,
asumir esa terminología suponía una nacionalización del mundo libertario español que
coincidía con el sentir de la población española en el momento.

Mundo obrero de pequeños y medianos talleres, dependiendo sus derechos de cajas de


resistencia, sociedades de socorros mutuos, y no tanto de los sindicatos.

Estos partidos obreros o republicanos, dada la preminencia del caciquismo, tuvieron


muy pocas posibilidades de conseguir representación política. Por esto el sistema de la
Restauración no se vio como algo representativo por los votantes de estas opciones.

NACIONALISMOS ALTERNATIVOS

Los nacionalismos desde finales del XIX. Sobre todo, debemos hablar del catalán y del
vasco.

Las dos propuestas fueron las más regeneracionistas del momento, sobre todo el catalán,
planteado por la Lliga Regionalista, creada en 1901. Su idea era regenerar desde la
perspectiva catalanista, contribuir a la regeneración de España. Su crecimiento fue
continuo como partido durante el primer tercio del siglo XX y se debe entender en el
contexto de un crecimiento socioeconómico en la España de entonces, teniendo en
cuenta además el desarrollo de la sociedad de masas y urbana, pues el catalanismo
ofrecía otra vía de participación política. La primera vez que se rompe el turno es en
Barcelona en 1901 cuando los del turno no consiguen representación, y ganan
catalanistas y republicanos. Siempre estuvo presente como partido en las elecciones, y a
veces no se presentaban solos, llegando a acuerdos con republicanos o con carlistas.
Lo más destacado del nacionalismo catalán respecto al vasco es que desde el
nacionalismo catalán siempre la estrategia fue internarse en la política de la
Restauración. A diferencia de esto, el PNV (Partido Nacionalista Vasco) en época de
Sabino Arana planteaba la independencia directamente de las provincias vascas.

La Lliga fue un partido burgués que representaba los intereses de la burguesía


catalanista, y surge a partir del momento en el que se rompe el consenso de una parte de
la burguesía respecto al sistema de la Restauración en 1899. Unos de sus principales
apoyos fue Prat de la Riba, así como Francesc Cambó, líder de la Lliga, abogando por la
autonomía política de Cataluña, girando en torno a la idea de que se reconociera la
Mancomunitat Catalana, que unificaría las diputaciones provinciales catalanas.

Por el contrario, el PNV se planteaba la independencia, y en sus orígenes era un partido


muy reaccionario, tradicionalista y católico, y el PNV demócrata no existe realmente
hasta los años 30. En 1898 pasó a tener alguna presencia institucional, y esa entrada
comenzó a moderar el discurso del PNV, entrando Sabino Arana como diputado por
Vizcaya, y desde finales del siglo XIX entró un sector del fuerismo, partidarios de la
recuperación de los fueros vascos, pero sin salir del Estado español. Así vemos la doble
alma del PNV.

EL MUNDO CATÓLICO

Siempre se identifica como un mundo carca, reaccionario y tradicionalista, pero hay


estudios que demuestran que hay varias corrientes y posiciones. Tradicionalmente se
han defendido posiciones antiliberales, pero eso cambia cuando se aprueba la III
República Francesa, y con el cambio de papa de Pío IX a León XIII. En un mundo
donde el liberalismo tiene cada vez más importancia, debía haber algún tipo de ligazón
entre Iglesia y liberalismo, lo que en Francia se llamó política de rallíément.

Al carlismo lo único que le quedaba fue implicarse en la vida política que ofrecía la
Restauración, presentarse a elecciones. El carlismo defendía otra línea de los borbones y
el fin del sistema liberal. Muchos católicos no sabían qué votar, porque la mayoría eran
católicos, pero votaban a liberales. Otros católicos no se sentían cómodos votando
liberal ni conservador, ni querían votar carlista, y estas ramas trataron de movilizar a
esta gente, sobre todo el clero en favor del carlismo. Esto serían los antecedentes de la
CEDA (Confederación Española de Derechas Autónomas). El primer partido de este
palo fue Unión Católica, en los 80, que intentaba conciliar catolicismo y posibilismo
liberal.

Menéndez Pelayo evolucionó desde tradicionalismo hasta esa posición intermedia, y


desde los 90 sintonizaba más con el partido conservador que con los carlistas.

Unión Católica fue absorbido por el partido conservador y en la primera década del
siglo XX, se crearon las ligas católicas, con fundadores locales, siendo las más
importantes en Sevilla y Valencia. Aplicaban la teoría del mal menor, difundida por
León XIII para llegar a una convivencia con el liberalismo (el objetivo ideal sería una
sociedad católica, pero si no es posible hay que colaborar con el liberalismo). Si en unas
elecciones los católicos tienen posibilidad de obtener concejales, se vota al católico, y si
no se vota al mal menor, al conservador. Muchas veces esa movilización católica ligada
a las elecciones beneficiaba al partido conservador, generando mucho rechazo entre los
liberales y los republicanos.

Ese mundo católico no era carlista en su conjunto, y entre el carlismo y el liberalismo


conservador había otras posiciones. Aunque la Iglesia condenaba el liberalismo, antes
de la teoría de León XIII del mal menor, Maura adoptó una línea política más próxima a
estas posiciones, no como Cánovas.

Hablamos de la Unión Católica, de 1881, con Vidal y Mon como uno de sus líderes, y
que llegó a ser ministro de fomento. Este partido acabó subsumido dentro del partido
conservador, pero era el ala más a la derecha de los conservadores. El gran problema del
catolicismo político español es que optaba por la unión, pero el carlismo no iba a apoyar
esa unión porque implicaba una aceptación del sistema liberal, además de la diferencia
dinástica. Esta unión no ocurre hasta la segunda república, cuando ven como una
amenaza importante las políticas laicistas de la república. Se fomentó el catolicismo
social, siguiendo la línea del Vaticano, a partir de la encíclica de León XIII (de Rerum
Novarum, 1891), tratando el tema de las difíciles condiciones de vida de los obreros, en
un contexto de crecimiento del movimiento obrero, encontrándonos respuesta de la
Iglesia ante este peligro. A partir de esa fecha se empezaron a desarrollar en España los
sindicatos católicos (círculos), que respondían a una visión armónica del mundo, frente
a la visión del movimiento obrero revolucionario que dividía a la sociedad en burguesía
y proletariado (socialistas) y dominados y dominantes (anarquistas). Estos sindicatos
reconocían esta pobreza, pero creían que a través del diálogo se podía llegar a un punto
medio. Estos círculos del padre Vicent y otras propuestas (como cooperativas) contaban
con representantes de patronos y de obreros y el cura se colocaba como mediador. Estos
círculos eran financiados por los patronos, ya que los obreros no tenían mucha pasta, y
esto resultaba en un beneficio de los patrones y poca ayuda a los obreros.

Este mundo asociativo católico fue considerado por los socialistas como unos
rompehuelgas y como adversarios, y el movimiento no tuvo mucha fuerza en el mundo
industrial, algo que sí ocurrió en Italia.

A parte de estas asociaciones, uno de los problemas principales eran los problemas de
financiación de pequeños y medianos propietarios, y este mundo empezó a crear cajas
de ahorros (Caja de Ahorros de la Inmaculada, etc.), y en la mitad norte del país
funcionaron bastante bien, ya que en el sur había un predominio de los grandes
latifundios. Se convirtió en un factor de modernización del mundo agrario,
introduciéndose novedades agrícolas y no sé qué más. Mundo conservador en política,
pero modernizador en técnica.

A la altura de 1917 se creó la Confederación Nacional Católica Agraria, la gran


asociación que unió a todos los círculos católicos de España en el mundo agrario, con
importancia decisiva en esos años y durante la dictadura de Primo de Rivera. Hablamos
de asociación interclasista. Que la gente pudiera vivir dignamente de su trabajo era el
mundo ideal de esta gente. Esto hizo que algunos de estos sectores acabaran
participando en el Instituto de Asuntos Sociales.

El carácter confesional del mundo obrero echaba para atrás a algunos obreros urbanitas,
y se crearon por ello los sindicatos libres, que representaran exclusivamente a los
obreros. No necesariamente son los mismos que en Barcelona disparaban a los
anarquistas.
Pasamos a la evolución del sistema en crisis a partir de 1914.

Había tensiones que contribuyeron a que el sistema acabara bloqueado desde 1913.
Estos problemas eran a partir de 2 líneas de fractura:

- Liberales partidarios de la política de notables, que no veían la necesidad de


adecuar el sistema a la sociedad del país, frente a liberales que abogaban por una
mayor democratización, tipo Canalejas.

- Problemas territoriales, entre defensores del estado centralista y aquellos que


abogaban por una concepción territorial del poder que tuviera en cuenta algunas
de las demandas catalanistas. Estamos haciendo referencia al tema de la
mancomunidad catalana, pero los catalanistas le querían dar un contenido
político y económico y desde 1914 la situación se agrava con el estallido de la
Primera Guerra Mundial.

El sistema político se ve incapaz de evolucionar, y no va a tener tiempo de hablar de


aspectos culturales.

España no participa en la guerra mundial, y una de las razones fue que la sociedad
estaba dividida en ambos bandos (aliadófilos y germanófilos). Más allá de esa división
que reflejaba las derechas y el mundo liberal, el impacto de la Primera Guerra Mundial
fue muy importante en lo económico y social.

Hay un cambio entre precios y salarios, y es que los precios se doblaron y los salarios
crecieron mucho menos. Por ello, las huelgas aumentaron, así como los afiliados
sindicales, llevando la CNT la delantera a la UGT.

Esta división de la sociedad durante la guerra y los efectos económicos tuvieron que ver
con el estallido de la crisis de 1917, así como la crisis de los partidos dinásticos. Esta
crisis se acentuó desde 1917 sobre todo, y se quebró el turno sistemáticamente, lo que
debilitó el poder de los partidos y demostró su incapacidad de salir de esta coyuntura
política, y los partidos alternativos tampoco fueron capaces de forzar a los partidos
dinásticos a cambiar el sistema.
1. CRISIS DESDE EL EJÉRCITO. La crisis sucedió en un contexto europeo ya
complejo de por sí, y no sólo por la Primera Guerra Mundial. Antes de la crisis se
produce la revolución de febrero en Rusia que había acabado con el zar, en Grecia el rey
había tenido que marchar al exilio, y no es extraño que los aires revolucionarios
encontraran eco en España, aunque fuese neutral, puesto que estaba dividido, derivada
del injusto reparto de los recursos. La primera de las crisis estalla en junio de 1917,
hablando de conatos de amotinamiento de juntas militares de defensa, unas asociaciones
de tipo corporativo de militares de media graduación creadas en 1916. Estos militares
solicitaban reformas en la promoción y de presupuesto, además de la puesta en libertad
de los compañeros encarcelados, por no hablar de su petición de cortes constituyentes
(ecos del regeneracionismo de principios de siglo). El rey, en vez de decantarse en favor
del gobierno, apoyó a los militares, y debilitó aún más al gobierno correspondiente.
2. CRISIS DESDE EL CATALANISMO. A mediados de julio Cambó convocó a
todos los parlamentarios que no fuesen del turno a una reunión en Barcelona el 19 de
julio de 1917. Las propuestas eran que se formara un nuevo gobierno que convocara
elecciones generales a cortes constituyentes, además de avanzar a una cierta autonomía
catalana. Podríamos ver esta convocatoria como una propuesta de reformar el sistema
desde arriba y desde dentro. Además, una mayoría confiaba en que los militares se
sumarían a las propuestas porque aún tenían en su cabeza la imagen del ejército del
siglo XIX (de corte progresista). El gobierno declaró esta reunión sediciosa y el ejército
colaboró a poner fin a aquella experiencia.
3. CRISIS SOCIAL. La huelga general el 12 de agosto de 1917, convocada por
socialistas, fue secundada por anarquistas, y tuvieron cierto éxito en las zonas urbanas y
en aquellos lugares con más peso de sindicalismo socialista y anarquista. En los centros
fabriles que quedaban no tuvo tanto éxito, siendo la huelga rápidamente represaliada. La
huelga planteaba un mejor reparto de los beneficios de la guerra, y venía de una huelga
de 1916 con cierto éxito, pensando que nuevamente ocurriría lo mismo. Esa huelga fue
duramente represaliada por el ejército, puesto que los obreros pensaban que parte del
ejército sería aliado, pero no ocurrió así. Murieron 79 personas en 5 días. La diferencia
con la de 1916 es que esta se situaba en un contexto revolucionario, y en vez de ocurrir
todas ellas a la vez pidiendo lo mismo, los sectores que habían apoyado la movilización
parlamentaria tuvieron miedo, sobre todo los catalanistas, puesto que ese movimiento
revolucionario podía irse de las manos, derivando en una revolución social. Ante el
vértigo al vacío, los sectores catalanistas de la Lliga acabaron echándose para atrás. Aún
no había ocurrido la revolución bolchevique, no lo olvidemos. Esta revolución acabó
alterando la percepción que se tenía de los sistemas políticos del momento. Por mucho
que se quisiera cambiar el sistema, se prefirió mantener el orden en el mismo sistema
podrido.

BALANCE DE LA CRISIS

- Aunque el sistema estaba moribundo, sobrevivió, y ya no podía mantener la


ficción del turno, recurriendo a gobiernos de concentración nacional.

En los gobiernos de concentración nacional liderados por la derecha participó


Cambó. En los de concentración nacional liberales entraron personajes como
Melquíades Álvarez.

- El reformismo regeneracionista, en la base de las demandas parlamentarias, se


ve desbordado por el temor a la revolución desde abajo, componente
fundamental de la política española desde 1917 en adelante.

- Los sindicatos tenían dificultades para expandirse en el mundo obrero, y los más
activos eran los ferroviarios y los mineros, habiendo un cierto peso también del
mundo católico ahí, aunque no mucho. Uno de los argumentos fundamentales de
estos sindicatos católicos era el patriotismo para no participar en las huelgas,
puesto que la huelga era considerada como antipatriótica. Que el mundo católico
apelara al patriotismo nos da a entender dos cosas: que el proceso de
nacionalización española era bastante potente (que no dependía sólo del poder),
y que había una tensión socialista y católica entre el 17 y el 19, en la que
fracasan los sindicatos católicos en el mundo industrial.

- El ejército cada vez cobraba mayor importancia a nivel político. La presión de


las juntas había hecho caer al gobierno de Dato, y podríamos decir que a partir
de 1917 la presencia pública del ejército fue avanzando hasta 1923, y este
periodo se conoce como la pretorianización de la política, procedente de una
hispanista norteamericana, Carolyn P. Boyd. Este ejército era jaleado y apoyado
por el sector de la burguesía más potente, la catalana, puesto que la
conflictividad social más importante ocurría en Barcelona sistemáticamente.

- Por encima de los partidos estaba el rey, pero éste a partir de 1917 contribuye
más a la crisis del sistema, puesto que si había un conflicto entre el gobierno
civil y el militar, se decantaba por los militares. La guerra de Marruecos estaba
en stand-by, lo que no quiere decir que no hubiera tensiones, pero no hubo
grandes acciones hasta el fin de la Primera Guerra Mundial, cuando el gobierno
se propuso controlar definitivamente su territorio.

Entre 1917 y 1923 tenemos el momento más inestable de la historia del régimen de la
Restauración, y es que entre noviembre de 1917 y el golpe de Estado de Primo de
Rivera en septiembre de 1923 hubo 12 gobiernos, 4 elecciones generales y los gobiernos
abusaron de la suspensión de cortes para poder gobernar por decretazo. Las razones de
conflictividad mayor antes del golpe las hemos ido viendo.

Ya tenían a nivel internacional, un reconocimiento, la revolución bolchevique había


llegado en un lugar donde no se esperaba para nada este desenlace, de predominancia
agraria. En España existía ese miedo al bolchevique, y se ve cómo aumenta el número
de huelgas, y para los anarquistas no se veía una huelga general, sino que buscaban
siempre hacer la revolución. El aumento de la conflictividad social fue una de las causas
de la inestabilidad de este periodo, por no hablar de las consecuencias económicas
después de la Gran Guerra. Las empresas españolas se encontraron sin mercado con la
transformación de posguerra, habiendo una crisis de sobreproducción. El gobierno
recurrió al ejército para sofocar las huelgas, y se convirtió en el mayor responsable del
mantenimiento del orden público.

El gobierno trata de negociar ante la presión sindical; una de las demandas era la de la
jornada de 8 horas en la industria exclusivamente, aprobada en 1919, en La Canadiense,
tras 44 días de huelga. No fue bien vista esta medida por la patronal catalana.

Se agravó la crisis de Marruecos debido a la derrota de Annual. Murieron en torno a 12


mil soldados, derivando en una demanda de responsabilidades dentro del ejército y a
nivel político, siendo el principal partido instigador el PSOE, apuntando cada vez más al
rey.
PRÁCTICA del texto de ROMERO SALVADÓ

González Calleja es un historiador muy importante (dato irrelevante) entre 1917 y 1936.
Que lo nombra mucho en el texto este tío.

Romero Salvadó es un historiador español que trabaja en Reino Unido, uno de los
pioneros en ese sentido de gente que se marchó al extranjero. Actualmente trabaja en la
Universidad de Bristol. Es importante saber si el autor de un artículo es reconocido
profesionalmente y tal. Los libros de este tío tratan el tema del que hablamos
básicamente.

Historia política y social, además de comparativa con la revolución rusa. Las


comparaciones intercronológicas no suelen dar muchos frutos, pero si son
contemporáneas pueden tener sentido.

El primer objetivo es explicar el porqué del fracaso de la revolución en España y, por


tanto, el éxito de la rusa en comparación.

El autor contextualiza el tema del que va a hablar. Es necesario conocer el estado de la


cuestión, y el autor nos enseña el estado de la cuestión en las primeras 3 hojas. Cita
otros autores que ya han trabajado sobre 1917. Acepta las líneas generales de Lacomba,
pero no comparte su punto de vista marxista.

El autor defiende replantear las similitudes con la rusa, pero insistiendo en que España
no fue un caso excepcional. Historiográficamente, los noventayochistas tildaron la
historia contemporánea de España como un fracaso, lo cual explicaba fácilmente la
guerra civil y la dictadura finalmente. Esta idea de que España no es tan diferente y
atrasada se extiende a raíz de la modernización española en los 80 y la expo y las
olimpiadas del 92.

Decadencia de la política de elites y ascenso de la política de masas. Cita a Arno Mayer,


un clásico. La Primera Guerra Mundial como salida a esos desajustes de un antiguo
orden languideciente.

En el segundo apartado explica la revolución española del 17 y el porqué de su fracaso


en parte.
El corporativismo era fundamental en muchos proyectos políticos de distintos cortes.
Plantean la creación de cuerpos intermedios que recojan las demandas de los ciudadanos
entre el individuo y el Estado.

Incluye els fets del cu-cut de 1906 como el comienzo de la preponderancia del ejército
en la vida pública española.

El impacto de la crisis. También habla de la tendencia de la unión entre UGT y CNT, y


de la tensión también. Todo esto es causa de la huelga general y facilitadora.

En el tercer apartado ya entra en la comparación con la revolución rusa.

- Participación rusa en la guerra.

- En Rusia los militares no apoyan al zar, el ejército participa en la revolución.

- Mayor participación popular en Rusia.

- División de las elites respecto al zar.

- La falta de ímpetu revolucionario entre los socialistas españoles, en comparación


con Rusia.

- Los anarquistas no se plantean la toma del poder.

El autor reflexiona que el régimen de la Restauración no estaba condenado, y el sistema


podía optar por una democratización, pero no ocurrió así finalmente.

PASAMOS AL TEXTO DE LERROUX. Ya lo tocamos en su momento.

Entre 1917 y 1923 se viven los años más duros de la crisis de la Restauración, cuando
ésta es más palpable.
Hemos visto cómo el sistema entraba en crisis desde 1898, pero ésta se agudiza en 1909
y a partir de 1917, poniéndose cada vez más de manifiesto la incapacidad de éste para
adaptarse a las necesidades del Estado.

El mundo socialista, católico y regionalista no fue capaz de forzar un cambio en el


sistema.

Las consecuencias de 1917 radican en que el sistema no acaba y los políticos son
incapaces de introducir modificaciones que permitieran democratizar algo el sistema,
puesto que a los partidos del sistema no les interesaba, porque perderían poder. Los
problemas de división de los partidos se agigantan a partir de 1917. Los factores que
acentúan la crisis del sistema son 5:

- La crisis en sí de 1917. Se debe remarcar que, aunque el régimen aguantó, los


políticos fueron incapaces de transformarlo y el ejército tenía más presencia y
más predicamento, puesto que se le utilizaba para acabar con las huelgas, y en
caso de conflicto entre poder político y militar, la balanza siempre se decantaba
por el ejército.

- La ausencia de gobiernos fuertes, con unos partidos divididos en camarillas . El


partido conservador tenía camarillas muy destacadas que a veces maniobraban
aparte. Los jóvenes mauristas fundaban el partido homónimo en 1913, pero
Maura nunca se adscribió a dicho partido, pese a haber dejado el partido
conservador. Este era un partido de derechas conservador, caracterizado por su
nacionalismo español y catolicismo, aunque nunca dependió de la Iglesia. El
Partido Liberal también tenía sus familias, como los demócratas o los
romanonistas. Algunos republicanos reformistas acabaron entrando en algún
gobierno de concentración, como ocurrió con Melquiades Álvarez. El rey
todavía intervenía enormemente en los gobiernos.

- Crisis económica. La vida de la gente cambió, y una vez acabada la guerra, el


mercado europeo de las empresas españolas disminuyó mucho, puesto que se
perdió muchísimo mercado. En el interior la gente no tenía poder adquisitivo.

- La guerra de Marruecos. La guerra había comenzado entre 1907 y 1909. En un


periodo en el que toda Europa se fijaba en los imperios, y España no se podía
quedar atrás, por lo que trató de expandir su poder en el norte de África. En 1912
España consigue el apoyo definitivo de las potencias para que controlase una
parte del sultanato de Marruecos. España fue incapaz de controlar este territorio
por muchos factores que ya conoces. En 1921, acabada la guerra mundial, las
campañas en el norte de África se retomaron, produciéndose una derrota
tremenda con entre 10 y 12 mil soldados muertos. Hubo consecuencias políticas,
puesto que el informe del general Picasso se tradujo en penas para los militares
encausados por el desastre, pero en diferentes ámbitos políticos se acusaba
también a los políticos y no tanto a los militares, acusando incluso el PSOE al
rey por incitar a invadir la zona sin garantías de ningún tipo. Nunca se llevó a la
práctica en el parlamento, puesto que llegó antes el golpe de Primo de Rivera.

- El conflicto social. Las fuerzas sindicales crecen muchísimo entre 1917 y 1920,
con protagonismo de la CNT. Hubo conatos revolucionarios serios en estos
tiempos, y en occidente no hubo ningún flujo revolucionario, pero la
conflictividad social aumentó mucho. La violencia con que se expresó esta
movilización fue tremenda, y se cree que no sólo fue la gente, sino que es
probable que el gobierno incitase a esa violencia. Una actitud muy típica por
parte de la patronal para no ceder ante los sindicatos era el cierre de empresas
(lock out), para dar por saco a los sindicalistas. La reacción más violenta de
todas fue el pistolerismo, y la respuesta de la patronal fue contratar trabajadores
(esquiroles) vinculados a sindicatos conservadores o a ninguno y contratando a
pistoleros que matasen a anarquistas. Salvador Seguí (destacado
anarcosindicalista catalán) fue asesinado en respuesta a otro asesinato. El
gobierno acudía a salvaguardar el orden, y cualquier acuerdo al que podía llegar
el gobierno con los sindicatos se veía por parte de la patronal como una cesión
ante los revolucionarios. El general Martínez Anido fue nombrado gobernador
civil. La movilización social en Andalucía también generó respuestas violentas,
aunque en Barcelona fue donde más se notó.

Cada vez era más evidente que el sistema no podía aguantar mucho más, puesto que no
había representación de los protagonistas de la época, y el sistema no pudo crear cauces
para obligar a las partes del conflicto hacia una negociación.

El ejército era la única salida ante esta crisis, a ojos de los políticos del turno.
LA DICTADURA DE PRIMO DE RIVERA

Cuando Primo de Rivera da el golpe de Estado de 1923, algunos países donde se había
instaurado un régimen democrático tras la guerra ya no eran democráticos. Las
repúblicas democráticas parece que se hacen con el poder en la mayor parte de Europa
tras la Primera Guerra Mundial, pero luego se va torciendo el tema. Al dar el golpe de
Estado, acaba con un régimen liberal con la aquiescencia del rey y de la patronal
catalana. Ese golpe fue bastante aceptado por la población de una forma resignada,
cansada de la situación de crisis del sistema restauracionista. Primo de Rivera veía el
tema como algo transitorio, para solucionar problemas del país y luego volver a un
régimen político más liberal, al estilo romano.

El golpe de Estado dio lugar a un régimen claramente autoritario típico del contexto de
entreguerras con militares y técnicos civiles al frente del gobierno. Se basó desde el
punto de vista político y social desde el corporativismo, que se basaba en que la mejor
forma de representar los intereses de la sociedad no es desde el individuo, sino a través
de cuerpos intermedios entre el individuo y el Estado que representan diferentes
intereses en liza. El fascismo italiano también tenía este comportamiento. La primera
parte de esta dictadura se conoce como directorio militar, hasta finales de 1925. En el
manifiesto expresa su intención de ser una dictadura temporal. Se llevaba muy bien con
el rey, y una razón por la que la dictadura fue bien recibida por la población fue que
recogía ideas regeneracionistas, viendo al dictador como el famoso cirujano de hierro.
El dictador se presentaba como aquel que acabaría con el caciquismo en España y una
de las primeras medidas tomadas en esa dirección fue disolver los ayuntamientos, que
reflejaban las estructuras de poder caciquiles. Desde el gobierno se designaban
representantes de los mayores contribuyentes. El directorio militar, aparte de poner fin
al caciquismo fomentó el nacionalismo español frente a los nacionalismos alternativos.
Había un programa para reinstaurar el orden público como fuera, y se declaró el estado
de guerra para esto. Otra pata de esta política fue aplicar medidas contra la CNT, como
declararla ilegal y perseguir a sus líderes, y la tercera pata de esta política fue fomentar
el somatén (civiles voluntarios armados).

Se puso fin a la búsqueda de responsabilidades de la derrota de Annual. Dado el poco


éxito del ejército en Marruecos, las campañas militares no tenían apoyo popular, y en el
ejército había un fractura entre partidarios de seguir en África (africanistas) o irse
(abandonistas) y Primo de Rivera era de los segundos, pero cambió de opinión desde
1924, y una de sus razones fue el hecho de que Abd-el-Krim se vino arriba, hostigando
a tropas españolas y francesas también, con la victoria hispanofrancesa desde el
desembarco de Alhucemas en septiembre de 1925, consolidando a Primo de Rivera en
el poder, puesto que ponía punto final al conflicto en Marruecos.

Desde este momento llega el directorio civil, que aguanta hasta el fin de la dictadura.
Los ministros militares se encargaron del ejército y orden público, pero técnicos civiles
se encargaron del resto de ministerios. En este directorio civil destaca la figura de Calvo
Sotelo. Se consolida un régimen de corte corporativo. En 1924 se funda la Unión
Patriótica, único partido político legal durante la dictadura. Los liberales del anterior
turno no entraron en este partido nunca, y muchos de sus integrantes eran la nueva elite
política que creó la dictadura. Esta elite eran militares y cuadros intermedios de la
administración (burócratas). El personal que venía de grupos políticos que no entraban
en la Restauración como católicos sociales y mauristas acabaron como líderes de la
dictadura. También entraron en el partido los sectores mesocráticos, que se habían
enriquecido en los años de la Primera Guerra Mundial, tanto en industria como en el
campo. No se acaba con el caciquismo, puesto que destruye la anterior elite política y
crea una nueva que sustituye a la anterior. Tras el golpe de Franco veremos estos
nombres de nuevo.

Nunca fue un partido que uniera a la población española, y se convirtió en un grupo de


presión y en una cantera de cargos políticos y administrativos. Desde el punto de vista
político, el régimen quería que la dictadura diera una salida política al rey, aprobando
una nueva constitución dando más poder al rey, y con ese objetivo se convocó una
asamblea nacional consultiva en septiembre de 1927, con el objetivo de elaborar una
especie de constitución. Esta asamblea nacional consultiva se convocó en un contexto
similar a otros países, como en la Italia fascista o en Portugal (derrotada la república y
en 1926 se establece un nuevo sistema, que deriva en el Estado Novo de Salazar). Esta
especie de constitución atribuía a la asamblea nacional un papel consultivo de gobierno,
por lo que ya no se buscaba el liberalismo, además de perseguir un régimen corporativo,
donde los representantes de las corporaciones serían los decisores y los miembros del
parlamento (sólo consultivo). La asamblea no acabó siendo aprobada, ya que no gustó al
rey ni a Primo de Rivera.
La dictadura también destaca por su nacionalismo económico, a través del
proteccionismo y desarrollar la capacidad económica teniendo en cuenta sus recursos.
Se invierte en obras públicas para bajar el paro y la integración del mercado nacional,
puesto que durante el siglo XIX España tiene el problema de sus pobres infraestructuras
y una orografía chunga. Hasta 1930 se construyeron 2800 km de carretera. La política
hidráulica también destaca en la dictadura, creándose las confederaciones hidrográficas.
Se crea Telefónica como un monopolio del Estado, para favorecer la difusión de este
medio de comunicación, aunque arrendado a empresas extranjeras. También se crearon
otros monopolios del Estado, como CEPSA (refinadora) y CAMPSA (transportadora
del combustible). Se legisló para proteger la industria nacional, viviéndose un
crecimiento económico con los famosos felices años 20, con un crecimiento de la
industria anual del 5,5%. La creación de nuevas elites políticas y la destrucción de las
redes clientelares del pasado son unos cambios enormes para imposibilitar la vuelta a la
Restauración, facilitando una república.

El régimen de Primo de Rivera, que fue visto como un alivio, no levantó las pasiones
que levantó Mussolini en Italia.

El Estado dictatorial necesitaba una aceptación social, y por esa vía se intentó contentar
a una buena parte de la población obrera del país, creando una nueva forma de
relaciones laborales a través de los comités paritarios integrados por representantes de la
patronal y representantes de los trabajadores, sentándose el Estado como árbitro y
garante. Estos comités se agruparon en la Organización Corporativa Nacional, creada en
1926 (directorio civil). Había varias organizaciones sindicales, y con la CNT no se
podía contar por estar ilegalizada. Habría sido lógico que los sindicatos católicos fuesen
los elegidos para representar a los trabajadores en la industria, pero no estaban presentes
en este campo, por lo que se eligió a la UGT, que tuvo el monopolio de la
representación obrera en los comités paritarios. Largo Caballero (presidente entonces de
la UGT) participó en el consejo de Estado (máxima institución estatal de corte
consultivo).

Se fomentó algún tipo de legislación social con la idea de calmar la conflictividad


social. Casas baratas, protección de la mujer en el ámbito laboral…
Desde finales de 1928 comenzó a resquebrajarse la dictadura, así como el aumento de la
oposición al régimen. Se intenta dar una salida constitucional a la dictadura para
preservar la monarquía. La relación entre el rey y Primo de Rivera se fue deteriorando
porque el rey no quería consolidar más la dictadura. Los apoyos originales de la
dictadura (militares, patronal, apoyo popular por cansancio) fueron desapareciendo. Los
militares seguían con lo de los africanistas y peninsulares. Lo peculiar es que sectores
militares peninsulares empezaron a ver el republicanismo como una vía de solución a
sus demandas. Algo parecido ocurrió con la patronal. La Iglesia católica mantuvo su
apoyo a la dictadura, y es que ningún otro régimen había contado tanto con la confianza
de la Iglesia, aunque la Iglesia tuvo quejas, como la construcción de escuelas por parte
del Estado, el tema catalán con la prohibición del uso del catalán en las iglesias, sectores
del catolicismo social se sentían ninguneados por el caso omiso a sus sindicatos. Se creó
la FUE (Federación Universitaria Española) que se oponía a la dictadura, logrando el
apoyo de intelectuales de la época, como Ortega y Gasset, Azaña, Menéndez Pidal… El
nacionalismo catalán comenzó a tener reticencias respecto a la dictadura debido a la
prohibición del uso del catalán y otras políticas hicieron que esa burguesía catalana se
fuera distanciando. Una parte del nacionalismo catalán tampoco vio con buenos ojos el
apoyo de Cambó a Primo de Rivera. Hacia 1930 surgió ERC (Esquerra Republicana de
Catalunya). Dentro de esa oposición, por último, tenemos al republicanismo, que había
cogido fuerza en la primera década del siglo XX, a partir de 1914, con el fin de esa
movilización y la aparición de nuevos problemas (movimiento obrero y conflictividad
social), y es que los sectores que rechazaban de forma creciente a la dictadura sólo
podían confiar en el republicanismo, que no había claudicado ante la misma. El mundo
republicano comenzó a crecer. En este sentido, en 1930, el crecimiento del
republicanismo era cada vez más palpable con la dimisión de Primo de Rivera. La
república se ve como la única salida política a la dictadura de una forma democrática.
Niceto Alcalá Zamora o Miguel Maura dejaron de confiar en la monarquía a estas
alturas.

El PSOE, dada su colaboración con la dictadura, se vio deslegitimado. La caída de la


dictadura comenzó con la dimisión de Primo de Rivera en enero de 1930 debido a su
falta de apoyos y su deslegitimación política.

Tras la dimisión de Primo de Rivera, nadie pensaba que en abril de 1931 se iba a
proclamar la república en España. El rey, tras la dimisión de Primo de Rivera, nombró
al general Berenguer, comenzando la dictablanda, ya que había más libertades, pese a
seguir siendo una dictadura. El rey le conminó a volver al sistema restauracionista del
turno y convocar elecciones generales. Acabó dimitiendo en febrero de 1931 debido a
su incapacidad para convocar las mismas por su falta de apoyos, llegando el almirante
Aznar al gobierno con un nuevo encargo, y comenzar a demostrar un aperturismo
convocando unas elecciones municipales, para demostrar la voluntad democratizadora
de la monarquía, unas elecciones convocadas para el 12 de abril de 1931 y que serían
vistas por la prensa y la gente como un plebiscito informal entre monarquía y república.

Los líderes republicanos se juntaron en agosto de 1930 en San Sebastián para pensar
cómo implementar una república en un futuro y hacer oposición a la monarquía, el
pacto de San Sebastián. Los republicanos no eran suficientes, y necesitaban el apoyo de
la izquierda obrera, llegando a estar presentes en este pacto. Ante las demandas de los
nacionalismos alternativos se consideró la posibilidad de reconocer la autonomía a las
regiones que la reclamasen. Respecto a la Iglesia no se llegó a ningún acuerdo (derecha
republicana), aunque todos estaban de acuerdo en separar la Iglesia del Estado y la
libertad de culto. Esa oposición a la dictadura cuajó en un plan de mediados de
diciembre, que recordaba a las formas decimonónicas del republicanismo para llegar al
poder. El plan acabó fracasando por falta de sincronización y de apoyo popular. Dos
militares se levantaron el 12 de diciembre, cuando el golpe estaba planeado para 3 días
después, cuando comenzó una huelga que tuvo escasos apoyos. Tras la sublevación de
Jaca, el juicio se saldó con el fusilamiento de estos militares y su conversión en mártires
del republicanismo, ganando adeptos frente a la dictadura.

El resultado de las elecciones nos da cuenta de que el republicanismo consiguió casi la


mitad de los sufragios, pero los monárquicos ganaron finalmente, aunque en las
ciudades la victoria republicana fue aplastante. Tras estas elecciones, el 14 de abril se
proclamó la república, y el rey debía partir al exilio no sin antes abdicar, ante la
posibilidad de un conflicto civil.

LA SEGUNDA REPÚBLICA

Fue recibida con una gran fiesta cívica por parte de la población. El cambio de régimen
se produjo de forma incruenta, algo de lo que se vanagloriaban los españoles. El
gobierno provisional que se formó fue el que gobernó el país durante las primeras
semanas de la república. Ese gobierno provisional tenía como objetivo la convocatoria
de elecciones constituyentes para el 28 de junio de 1931. El gobierno provisional
simbolizaba los amplios apoyos que tenía la república, puesto que estaban todas las
fuerzas que habían firmado el pacto de San Sebastián. Como presidente del provisional
estuvo Alcalá Zamora. Por primera vez en la historia de España había ministros
socialistas en el gobierno: Largo Caballero (trabajo), Indalecio Prieto (moderado del
PSOE y ministro de hacienda) y Fernando de los Ríos (justicia). Entreguerras fue la
época en la que por primera vez la izquierda entró en los gobiernos de varios países
europeos.

La república llegó más como rechazo a la monarquía que como conquista de un


movimiento republicano en sí.

Fue un régimen democrático parangonable a las democracias occidentales de la Europa


del momento. Cuando se intenta comparar a la república con la democracia actual,
evidentemente hay cosas que no coinciden, poniendo como ejemplo la violencia
política. Fue un momento de intensísima socialización y movilización política, ya que se
recuperaron todos los derechos políticos. No sólo pretendía construir una democracia,
sino que también respondían a sus ideales políticos, con 3 grandes desafíos
estructurales:

- Consolidar un poder civil fuerte, un Estado fuerte, ante las dos grandes
instituciones que tenían mucho poder: Iglesia y ejército.

- Economía. Reformar la estructura económica del país. Había que hacer una
reforma agraria (50% del PIB) debido al desigual reparto de la propiedad de la
tierra. Se esperaba que la legislación laboral mejorase la vida de los trabajadores.

- Organización territorial del Estado. Cómo integrar a catalanistas, vascos, y otros


nacionalismos en el sistema republicano.

El gobierno provisional gobernó hasta el 9 de diciembre de 1931, cuando se aprobó la


nueva constitución. Este gobierno inició medidas que continuarían a lo largo del primer
bienio. Está integrado por republicanos y socialistas. No era un momento fácil desde el
punto de vista presupuestario. Largo Caballero aprobó la jornada de 8 horas en el
campo. Decreto de términos municipales, que pretendía obligar a los patronos a
contratar mano de obra de la localidad antes que mano de obra de otras localidades, para
acabar con el paro y aumentar los salarios en el mundo rural. Se extienden al mundo
rural los jurados mixtos.

En el ámbito militar, el ministro de guerra era Manuel Azaña, y su gran problema,


aparte de la intromisión en la esfera pública del mismo, era su falta de modernización.
Había demasiados oficiales para el número de soldados existentes, una macrocefalia de
la oficialidad, y se propuso dar una vía para reducir la oficialidad en el ejército. Se
trataron de favorecer las jubilaciones o las renuncias por parte de aquellos militares que
quisieran abandonar el ejército, con su pensión correspondiente. Se calcula que un 40%
de la oficialidad abandonó el ejército. Esa reforma fue mal recibida por el mundo
africanista, pero muchos sectores la vieron con buenos ojos. Azaña derogó la ley de
jurisdicciones de 1906 (delitos de opinión contra el ejército o la patria eran juzgados por
tribunales militares). Con el objetivo de reducir el gasto militar, redujo el número de
capitanías generales. Una parte de los militares retirados se dedicaron a conspirar contra
la república. Azaña no consiguió que la reforma militar cuajase, porque los gobiernos
republicanos recurrieron al ejército para reinstaurar el orden público, por lo que mucha
gente no vio diferencia con la dictadura. Se creó la guardia de asalto como una policía
urbana, pero no fue suficiente para mantener el orden público. Los anarquistas iban a
muerte con sus huelgas y sus follones.

El mismo 14 de abril, en Barcelona, el líder de ERC Francesc Maciá proclamó el Estado


catalán que trataba de integrar en la Federación de Repúblicas Ibéricas, algo que no se
había pactado en San Sebastián. Ante este hecho, el gobierno provisional invocó el
pacto de San Sebastián y se creó la Generalitat como gobierno provisional de Cataluña
el 21 de abril, comenzándose a elaborar el estatuto de autonomía catalán.

La Iglesia aceptó la república, pero dentro de esa aceptación hubo algunos obispos que
se manifestaron claramente en contra, y uno de ellos fue el cardenal Segura y primado
de España, promocionado con Primo de Rivera y con grandes simpatías por Alfonso
XIII, hablando de la república como un castigo divino. Por el lado del mundo
anticlerical se consideraba que no se era tan radical como debían, y que con la libertad
de cultos no era suficiente. El principal conflicto fue la famosa quema de conventos de
mayo de 1931 (día 10, domingo) en Madrid. Todo empezó porque a alguien en un
centro monárquico se le ocurrió poner un gramófono con la marcha real y a la gente se
le fue la olla y se fue haciendo la bola más grande. Al final todo quedó en la quema de
unos 100 conventos, y la segunda ciudad más afectada fue Málaga, aunque afectó a
bastantes ciudades españolas. Está probado que participó el hermano revolucionario de
Franco, Ramón. Estos incidentes pusieron en un brete al gobierno republicano, porque
no sabían qué hacer. Cuando Miguel Maura (ministro de gobernación católico) se enteró
del tema, sacó las fuerzas necesarias para acabar con los tumultos, aunque sus
compañeros de gobierno se resistían para no parecerse al gobierno anterior. Como la
quema de conventos no cesaba, el gobierno tomó la decisión de sacar al ejército a las
calles de Madrid. De esta forma se introducía la primera división en el gobierno
provisional.

Las huelgas de la Telefónica y del mundo agrario del verano de 1931, promovidas por la
CNT, fueron respondidas por una fuerte represión con algunos muertos y poniendo en
contra a sectores del anarquismo con la república.

Vamos a hablar de las reformas de la República. La composición del gobierno duró


desde la fundación de la república hasta diciembre, pero dejó de ser provisional una vez
se conformaron las cortes constituyentes.

A finales de junio de 1931 hubo elecciones legislativas a cortes constituyentes, y se


celebraron según la ley electoral existente desde 1907 aprobada por el gobierno de
Maura, aunque hubo cambios. La edad mínima era de 23 años, y el cambio más
importante tuvo que ver con la distribución de los distritos electorales: antes las
circunscripciones eran uninominales, y se aprobaron circunscripciones electorales
provinciales, para que la presión caciquil fuese más difícil, a excepción de las ciudades
de más de 100 mil habitantes. Las listas fueron abiertas, y se podía elegir al diputado en
cuestión, no como ahora. La ley electoral primó mucho a la candidatura ganadora, y es
que el ganador se llevaba el 80% de los diputados disponibles y el resto se repartía entre
los perdedores. El objetivo era formar un parlamento con mayorías sólidas. Votó el 70%
de la población masculina y la victoria correspondió a la coalición republicano-
socialista. El partido más votado fue el PSOE, con 116 escaños, luego el Partido Radical
con 89 escaños. La composición social sí que había cambiado en el parlamento, con una
mayoría de diputados de clases medias y profesiones liberales. De entrada hubo dos
diputadas, pues las mujeres eran elegibles, pero no tenían derecho al voto; estas fueron
Clara Campoamor (Partido Radical) y Victoria Kent (Partido Republicano Radical
Socialista). Luego entró una tercera diputada, Margarita Nelken del PSOE, pero no
estaba cuando se discutió en el congreso el voto femenino. El 90% de los diputados eran
republicanos o socialistas, y sólo el 10% (unos 50 diputados) representaban a la derecha
católica tradicionalista agraria y tal. La derecha no terminaba de asumir que el régimen
había cambiado, por lo que no se habían reorganizado.

La misión de las nuevas cortes era elaborar una constitución, y entre octubre y
noviembre se discutió y el 9 de diciembre de 1931 es finalmente aprobada. La primera
vez que España establecía la separación Iglesia-Estado y que se establecía una república
laica. Se basaba en muchos aspectos en la alemana de la república de Weimar. Daba
prioridad a los derechos del Estado sobre el individuo en algunas ocasiones, siempre
que hubiera cuestiones de interés público. Concepción intervencionista del Estado, en
línea con el planteamiento del liberalismo que se venía llevando a cabo desde principios
de siglo en Europa. Reconocía el derecho al voto de las mujeres, por supuesto. Ambas
mujeres representaron las dos opiniones que había en el momento. Campoamor quería
que se aprobase ya de ya en la constitución, mientras que Kent defendía que las mujeres
eran unas meapilas y que iban a beneficiar a la derecha. Menos los radicales
anticlericales, los demás solían estar a favor del voto femenino.

La constitución era de un estado nuevo, y tenía que dejar claro cuáles eran los órganos
de gobierno, y estableció que el sistema democrático iba a ser unicameral. El gobierno
sólo dependía del apoyo del parlamento. Se establecía un tribunal de garantías
constitucionales y estableció la figura del Presidente de la República, que no tenía ya los
poderes que había tenido el rey antes, sin papel moderador y sin ser el jefe máximo de
las Fuerzas Armadas. Capacidad de veto sobre la elección de presidente del gobierno, y
se hizo uso de ese veto. El primer presidente fue Niceto Alcalá Zamora, que procedía
del mundo monárquico y que era conservador y católico.

Hubo revuelo en el tema de las órdenes religiosas, y es que en el artículo 26 se


establecía la disolución de aquellas que tengan algún voto de obediencia a una entidad
distinta al Estado, y la única que hacía eso eran los jesuitas, por lo que se podían ir
jodiendo. El resto santas pascuas, pero siempre había un pero, y era la prohibición de
ejercer la industria, comercio o enseñanza. La ley se aprobó en primavera de 1933 (ley
de congregaciones religiosas), lo que sirvió para que la CEDA creciese como la espuma.
Los diputados de la derecha abandonaron el hemiciclo cuando se aprobó la ley y ya no
tenía buena pinta el tema. Alcalá Zamora y Miguel Maura dimitieron por ser católicos
en el gobierno.

Lo de que es un Estado integral es una definición de mierda, compatible con la


autonomía de los municipios y las regiones. Eran las regiones las que propusiesen su
estatuto de autonomía aprobado en plebiscito en la región en cuestión, y sólo Cataluña
hizo el proceso completo. Se aprueba el estatuto de Nuria en agosto de 1931, y su
autonomía fue aprobada en septiembre de 1932 tras algunas correcciones y gracias a la
mediación de Azaña, porque no sólo los derechosos estaban en contra de esto.

Tras la aprobación de la constitución, se deberían haber convocado nuevas cortes, pero


las Cortes no lo hicieron y prolongaron su existencia hasta noviembre de 1933 con la
excusa de que quedaban muchas reformas por hacer, dando lugar al bienio progresista
republicano.

Una vez aprobada la constitución, había que nombrar presidente del gobierno con un
nuevo gobierno, y hubo una opción política más importante que la otra, y tras la
dimisión de Alcalá Zamora llegó a la presidencia Azaña hasta el verano de 1933. Azaña
tenía un dilema en diciembre de 1931, y es que los socialistas y los radicales no
encajaban, por lo que mantener un gobierno sólo de republicanos era un poco lío. Azaña
se decantó por que gobernase el PSOE y mandó a la oposición a los radicales, para
aislar de cierto modo a los monárquicos. La legislatura fue una sucesión de propuestas
reformistas, y se podría decir que fue el periodo de mayor número de reformas de
calado de la Historia de España. Azaña creía en la capacidad del Estado para cambiar la
realidad de los españoles, por lo que estos políticos eran unos putos ilusos y muchas
cosas se aplicarían como el ojete.

Las obras públicas fueron muy importantes, e impulsó la línea ya iniciada por Primo de
Rivera, pero con las condiciones existentes, que eran más complicadas. Luego tenemos
el tema educativo, y Fernando de los Ríos fue el impulsor de la ampliación de la
enseñanza primaria, para convertir a los niños en ciudadanos de la república, y así
comenzaron las misiones pedagógicas, en las que se implicaron grandes intelectuales.
En trabajo teníamos a Largo Caballero como ministro, se crea una ley de contratos de
trabajo que regulaba los convenios colectivos, y esa ley también protegía el derecho a
huelga, además de 7 días de vacaciones pagadas por año. Fue muy discutido el decreto
sobre intensificación de cultivos, por los cuales un campesino o cooperativa de
campesinos podía poner en explotación terrenos que no estuvieran trabajados cuya
propiedad fuese de un gran propietario durante un periodo de 2 años, que a partir de ahí
habría que pagar unas rentas al latifundista. Fue una ley por la cual, mientras se ponía en
marcha la reforma agraria, daba alas a los problemas que tenía mucha gente en el
campo.

La reforma agraria fue la gran reforma que esperaban millones de españoles campesinos
cuando se proclama la república, la gran utopía de los españoles, sin embargo no se
aprueba hasta septiembre de 1932 (a la vez que el estatuto de Cataluña), pues hubo
muchos problemas (muy compleja de elaborar) y es que si se le daba un mínimo de
tierra al millón de jornaleros que había en España se necesitarían unos 6 o 7 millones de
hectáreas (y muchas hectáreas estaban en propiedad de los grandes de España y de la
Iglesia, pero es que no era así, no daban los números). Eso significaría expropiar en
parte a la burguesía, no sólo a la aristocracia y nobleza, y esa burguesía se pretendía que
se uniese a la república, pero es que si les quitas las tierras se van a rallar y van a
empezar a saludar a la romana. La reforma tenía dos objetivos fundamentales: aumentar
la productividad agraria y redistribuir la propiedad de la tierra. Se podían expropiar las
tierras no cultivadas o mal cultivadas, y las tierras cuyos cultivadores directos superasen
un número de hectáreas, así como tierras señoriales y tal y cual. Eso sí, la expropiación
era siempre con indemnización. Era un follón de reforma, y por eso se tardó tanto en
aprobar. En el primer año de aprobación sólo se habían asentado 2500 jornaleros del
millón que había. A partir de ese momento se aceleró la reforma y en 1934 ya teníamos
12 mil, pero seguía siendo muy lento y farragoso, lo que provocó desánimo, rechazo
(mucha peña de la CNT) y tal, por lo que hubo un montón de huelgas e insurrecciones
campesinas, fundamentalmente en 3 momentos (luego los decimos). Sólo el 5% de las
tierras susceptibles de ser expropiadas se expropiaron.

El último aspecto de las reformas es el relativo a las autonomías. De las 3 que tenían
movimiento nacionalista en el momento, sólo Cataluña aprobó su autonomía, como
hemos dicho antes. Esto ocurre en 1932 porque justo en ese momento ocurre el golpe de
Estado de Sanjurjo, rápidamente controlado, pero ese ataque a la república sirvió para
que los republicanos se uniesen a muerte y se aprobasen estas cosas. Se constituyen la
Generalitat y el Parlament, ambos liderados por ERC, con la Generalitat presidida
primero por Francesc Maciá (más nacionalista) y Lluís Companys (más social) como
presidente del parlamento.

La autonomía vasca sí que tardó tiempo en fraguar. Esto ocurrió porque el nacionalismo
vasco había levantado más reticencias hacia los republicanos porque eran unos
tradicionalistas de la hostia. Los ayuntamientos de Navarra rechazaron el plebiscito que
se hizo en el resto de provincias vascas, y es que ni siquiera se llegó al 50% a favor en
Álava.

En Galicia sí que se aprobó el plebiscito, pero ya en junio de 1936, impidiendo la guerra


su aceptación.

Toda esta acción reformista generó mucho rechazo y oposición, y no sólo por parte de la
derecha, sino que sectores del mundo obrero veían que las reformas se quedaban cortas
y lentas. La república dio el poder en muchas localidades a gente que nunca había
tenido el poder en sus manos, y mucha gente se vino arriba en los pueblos
adelantándose incluso a la legislación republicana, lo que chocó con los intereses y la
mentalidad de mucha gente.

Nos centraremos en las oposiciones que generaron las reformas vistas en la anterior
clase.

La CNT se había alejado bastante del proyecto republicano desde el verano de 1932, y
además controlaban la CNT en ese momento los más extremistas del momento ligados a
la FAI (Federación Anarquista Ibérica).

Ángel Pestaña, por ejemplo, abogaba por actitudes anarquistas más moderadas, y se
desgaja de la CNT con otros tantos, con el manifiesto de los 30.

En ese momento comienzan insurrecciones anarquistas, cuyo principal objetivo eran los
registros de la propiedad en los ayuntamientos para destruirlos, así como algunos
objetos religiosos. Recordemos que en el mundo rural la Guardia Civil era el principal
nexo de unión con la fuerza del Estado, y también fueron objetivo de los anarquistas.
Arnedo 1932.
En enero de 1933 se sitúa la insurrección de Casas Viejas, y lo característico de esos
sucesos fueron los actos represivos de las fuerzas del orden, muy violentos, uno de los
sucesos más comentados y difundidos del año, en primer lugar por la violencia, y en
segundo lugar porque no estaba claro en qué medida se habían dado las órdenes desde el
gobierno, así como que el intento de ocultar algunos datos creó una desconfianza en el
gobierno. Las críticas vinieron del mundo anarquista, pero también desde la oposición
política al gobierno, como los republicanos radicales, los católicos y tal. Esa protesta
social más radicalizada venía provocada por el aumento del paro (por la crisis del 29
que se empezó a notar en estos años). En el primer bienio, la UGT no hizo una mierda
por protestar porque estaban en el gobierno. La rivalidad era ideológica, pero también
práctica en el sentido de que el líder de la UGT estaba en el gobierno, y que estaba en
una línea reformista que beneficiaba siempre a la UGT.

Había una cierta obsesión del gobierno republicano por el orden público, y es que los
conservadores los criticaban por no mantener ese orden, además de los recuerdos de la
primera república. Según cálculos de González Calleja hubo 113 víctimas mortales por
la represión en los 10 primeros meses de la república, de los cuales 75 fueron en el
mundo rural. Se aprueba la ley de defensa de la república de octubre de 1931, aplicada
en muchas ocasiones, ante la movilización anarquista y católica. Esta ley posibilitaba el
cierre de periódicos. La oposición de la CNT acabó privando a la república de un apoyo
fundamental. En el contexto europeo el anarquismo no tenía casi apoyos tras la Primera
Guerra Mundial, pero España era una excepción. Si el anarquismo no contribuyó al
triunfo de la república, no fue la única oposición que movilizó amplias masas y no fue
la que más. Destaca la movilización católica de masas, que acabó contando con amplios
sectores de la población católica conservadora, y no sólo de elites, también pequeños y
muy pequeños propietarios, que consideraban que la república estaba rompiendo los
valores que ellos defendían. La ley de enero de 1932 conminó a los maestros a quitar los
crucifijos de las escuelas.

La oposición acabaría tomando la forma de distintas opciones políticas en el mundo de


la derecha, sobre todo católica. En 1933 la oposición al gobierno de Azaña contemplaba
dos problemas: lo de Casas Viejas y las leyes laicistas. Desde el punto de vista político
hay que tener en cuenta que en el primer bienio mucha gente llegó al poder que nunca
había participado en él anteriormente. El partido radical también fue un importante
catalizador de la oposición política republicana, así como otros partidos republicanos de
derecha.

DERECHA NO REPUBLICANA. Los carlistas seguían existiendo y tenían algunos


escaños en el parlamento y desde la proclamación de la república abogaban por una vía
violenta para acabar con la república, al que también se adscribieron los alfonsinos. La
revista Acción Española fue la revista de los monárquicos del momento. Siguiendo esa
política de la derecha no republicana, algunos no se sentían cómodos, y desde la
jerarquía eclesiástica se fomentó la movilización de los católicos, algo que ya intentaban
desde los movimientos católicos sociales desde finales del siglo XIX. Se creó Acción
Nacional, creada en 1931 y que obtuvo 5 diputados, uno de ellos Gil Robles. Se cambió
por Acción Popular (por la prohibición del gobierno a la utilización de la palabra
“nacional” en el nombre de los partidos). La CEDA se crea en marzo de 1933 y su
partido más importante fue el citado anteriormente. Abogaban por la revisión de la
constitución en el ámbito laicista y en defensa de la propiedad agraria. Hasta el golpe de
Sanjurjo, todos los sectores iban juntos, pero desde entonces Acción Popular se
desmarcó de la vía violenta, y Calvo Sotelo y Goicoechea fundaron Renovación
Española, que abogaba por un fin violento para la república apelando al ejército. La
CEDA nunca apoyó a la república, sino que se presentaban como accidentalistas y
posibilistas, pero su vía para alcanzar el poder era la política, ganar las elecciones. La
movilización del electorado se llevó a cabo por la vía legal, y su intención era alcanzar
los 300 diputados y poder revisar la constitución. No dejaron claros todos los cambios
que querían hacer en la constitución, pero no habría extrañado que hubiesen querido
volver a la monarquía. Cuando se celebraron elecciones en noviembre de 1933 se
convirtió en el partido más votado. Alcalá Zamora favoreció el nombramiento de
Lerroux como presidente del gobierno, pero no tenía fuerza suficiente. Fueron las
primeras elecciones generales en las que pudieron votar las mujeres en España,
doblándose el censo, pero las mujeres no fueron las responsables de la victoria de la
CEDA. La principal razón del triunfo de la derecha fue la separación de republicanos y
socialistas, y habría que añadir que la CNT llamó a la abstención. La CEDA consiguió
115 diputados, luego entró el partido radical de Lerroux con 102 escaños. Alcalá
Zamora propone a Lerroux, porque Gil Robles no había apoyado nunca la república.
Tenía todo malísima pinta. Desde septiembre de 1933 a diciembre de 1935 hubo doce
gobiernos diferentes, lo que nos deja ver la inestabilidad. Los partidos que habían traído
la república ya no eran mayoritarios.

Falange Española consiguió un escaño para José Antonio Primo de Rivera, hijo de
Miguel.

Las Cortes empezaron a perder el protagonismo en la vida política nacional, puesto que
una parte de esa política comenzó a hacerse fuera del parlamento, pues muchos políticos
abogaban por el enfrentamiento en las calles, en lugar del debate parlamentario.

El objetivo de Lerroux era centrar la república, rectificar su marcha. Una de esas


rectificaciones fue la reforma religiosa, aunque no aceptó todas las presiones de la
CEDA. Devolvió algunas tierras a la nobleza, pero siguió aplicándose. Los jurados
mixtos siguieron existiendo, pero el Estado se decantó por apoyar a los sectores
propietarios, generando tensiones en el mundo obrero. La ley que se derogó en la
práctica fue la de términos municipales, que obligaba a contratar mano de obra de la
localidad antes de ir a buscar trabajadores fuera.

A Lerroux le estaban dando por todas partes, y sectores encabezados por Martínez
Barrio se escindieron del partido por la derechización del mismo. La política de la
CEDA consistía en ir debilitando al Partido Radical y acabar sustituyéndoles en el
gobierno. En octubre de 1934 entran 3 ministros de la CEDA, agravando las tensiones
políticas en el gobierno (trabajo, justicia y agricultura).

En julio de 1934 hubo grandes huelgas campesinas en época de cosechas, con el


resultado de 10 mil detenciones, con el agravante de que, en aquel momento, los
anarquistas fueron más a muerte y no sólo en el campo, sino también en la ciudad,
destacando Zaragoza con una huelga tremenda en el segundo feudo del anarquismo de
España después de Barcelona.

El PSOE se había radicalizado en el contexto europeo de auge del fascismo, teniendo en


cuenta lo que había ocurrido en Alemania y en Austria. El PSOE empieza a anunciar
una revolución en el momento en el que la CEDA pueda entrar en el gobierno. La
revolución estalló el 5 de octubre de 1934. El PSOE de los años 30 no era un partido
unido y homogéneo, y había 3 grandes tendencias: Indalecio Prieto representaba la vía
democrática del PSOE y Largo Caballero dirigía la tendencia a no hacerse muchas
ilusiones con la república porque era un gobierno burgués, pero en algún momento
habría que pasar a la dictadura del proletariado; y el tercer sector estaba liderado por
Julián Besteiro (presidente del parlamento en el primer bienio), que representaba la
situación intermedia, con un rechazo a la burguesía, pero también al proletariado.

Esa revolución hay que incluirla en un momento de fascistización de la CEDA y por la


radicalización del partido socialista. Octubre de 1934 fue un momento de sucesos muy
graves en la república, pero también se han magnificado posteriormente.

En Cataluña el gobierno de la Generalitat volvió a declarar el Estado Catalán dentro de


la República Federal Española, planteando un sistema político distinto al que había.
Esto acabó con el govern en la cárcel.

La parte fuerte tuvo lugar en Asturias, donde ocurrió un auténtico conato


revolucionario. Ahí colaboraron socialistas y anarquistas, y duró entre el 5 y el 12 de
octubre de 1934, con el objetivo de tomar el poder por parte del PSOE. La insurrección
demostró un repudio de la democracia. Los objetivos fueron ayuntamientos, guardia
civil y las iglesias. La revuelta acabó con una durísima represión, sobre todo con las
elites del ejército traídas de África de la mano del general Franco, con unos 1200
muertos, con casi mil de ellos revolucionarios. Hubo 30 mil detenidos. Dentro de la
violencia revolucionaria, 34 ejecutados por los revolucionarios fueron religiosos, con
una mayoría de hermanos de escuelas cristianas.

PRÁCTICA TEXTOS JULIÁ Y SOUTO

1. Qué objetivo se plantea Santos Juliá.


2. Cómo responde y demuestra la principal tesis que quiere defender.

No hablamos de un país atrasado, y si lo comparamos con Italia, no era nada diferente.

Defiende la tesis de la modernización de las décadas precedentes, que había permitido la


creación de una base social amplia que permitiese la llegada de una república. Dice que
llegó cuando podía ocurrir. Fue fruto de la transformación de la sociedad española en
las décadas previas. Revolución era sinónimo de reformas políticas, no sociales, y las
sociales que hubo no alteraron el orden social burgués capitalista.

La república minusvaloró el poder de la Iglesia para movilizar a la gente en contra de la


república.

El golpe del 36 demuestra el fracaso de la república, derivado en guerra civil.

Los republicanos trataron de republicanizar a la población aludiendo al pueblo


republicano. Construir la nación republicana fomentando la idea de pueblo republicano
(progresista, laico y tal) fue otro error, puesto que ni por asomo todo el mundo estaba de
acuerdo en esta concepción de la nación.

Menéndez Pelayo asienta esa idea de nación católica. Y si la república fomenta el


laicismo, se convierte en lo contrario a lo que debe ser España, por tanto, anti-España.
Así se hace evidente el rechazo importante del mundo católico a la república.

No estaba destinada a fracasar, la guerra no era inevitable, el golpe fue la principal


razón por la que la república acabó fracasando, y la idea de que los republicanos
minusvaloraron el poder movilizador del mundo católico.

SIGUIENTE TEXTO de Sandra Souto

Trabaja en el CSIC, y es especialista en la movilización en la España republicana, sobre


todo de los jóvenes. Uno de sus trabajos fundamentales trató la movilización madrileña
entre 1933 y 1936.
1. Qué objetivo se plantea la autora.

Pues hablar de las organizaciones juveniles, haciendo zoom en España.

La movilización de los jóvenes es fundamental en los años de entreguerras, movilizando


sobre todo comunistas y fascistas. Se centra en la movilización de izquierda. Desde
finales del siglo XIX comienza esta movilización, pero no es algo importante hasta los
años 30, por ejemplo. Una de las vías de entrada en estas organizaciones es en el terreno
laboral, puesto que los niños trabajaban en el momento desde edades muy tempranas.
Los partidos tratan de movilizar posible electorado y su voto en un futuro va a ser
importante. Los jóvenes también consideraban que debían organizarse para defender sus
derechos políticos, y no siempre estaban de acuerdo con los partidos “adultos”.
Reivindicaciones por el sufragio. Respecto a los partidos, las juventudes son más
radicales. Desean cierta autonomía respecto al partido. El PSOE tendía a tener esa
actitud paternalista respecto a los jóvenes. La tendencia a la uniformización la explica
con un simple “porque molaba”. No fue lo habitual, más allá de sectores más fascistas o
ligados al fascismo. La uniformización estuvo más vinculada con las milicias, y no
todos los grupos juveniles acabaron formando milicias. En realidad, había juventudes
pacifistas y antimilitaristas, al igual que en la actualidad. Este antimilitarismo destaca en
el mundo anarquista y sus juventudes nunca formaron milicias. Muchos antimilitaristas
consideraban justa la participación en las guerras por ser estas justas, ya que luchaban
contra el fascismo. El ocio de masas podía ser una vía de politización para los jóvenes.
El cine muchas veces era visto como un método de distracción burgués, pero todo el
mundo iba, y si no puedes vencer te unes a ellos, haciéndose documentales y películas
anarquistas y tal. Sólo nos queda el deporte y la cultura. Y a través de las actividades
deportivas y culturales se politizaba a la juventud, hasta el punto de que había prácticas
deportivas más de derechas que de izquierdas. Los deportes físicos individuales eran
más valorados por la derecha, y los de equipo eran más valorados por la izquierda. No
había muchas mujeres, pero con el tiempo, una vez iniciada la guerra civil, entraron
mujeres, y se las adscribía a funciones muy secundarias (secretariado, logística,
transporte y tal). A veces vemos esta movilización como base para la violencia política,
pero la organización de los jóvenes fue mucho más allá que esta violencia.
Nos habíamos quedado en octubre de 1934. La guerra civil no empieza en este
momento, como dicen los revisionistas, pero marcó un punto culminante de
radicalización de la marcha de la república por un lado, por la insurrección que hubo por
la inclusión en el gobierno de ministros de la CEDA, debido a la fascistización del
poder en ese momento. Ese proceso de radicalización del PSOE iniciado en julio de
1932 y que culmina en octubre de 1934 tenía una serie de argumentos y de razones en
los que se apoyaban. Esto fue un componente de desestabilización, así como también lo
fue el comportamiento de la CEDA, que tenía el objetivo de sustituir a Lerroux.

Las consecuencias de la revolución fueron múltiples, como la represión y los 30 mil


detenidos. La demanda de amnistía para los presos se convirtió en una idea que
cohesionó al mundo obrero, y todos los alcaldes y concejales izquierdistas fueron
apartados de los ayuntamientos. En este contexto la CEDA se creció y defendió la
represión.

La reforma agraria tras octubre de 1934 se paralizó. Uno de los ministros de la CEDA
de entrada intentó mantenerla y reformarla para adecuarla a los presupuestos del
catolicismo social, pero sus propios colegas acabaron favoreciendo su dimisión,
acabando con la reforma agraria hasta la primavera de 1936 tras la victoria del Frente
Popular.

Muchos dirigentes de izquierdas fueron encarcelados, y la enseñanza de los


acontecimientos de 1934 fue que si querían volver al poder debían unirse, y no valía la
insurrección o la revolución, porque si lo hacían así tendrían al ejército en frente. Los
grupos republicanos y la izquierda obrera apoyaron volver a apostar por un
entendimiento para volver al poder. El partido de Azaña cambió de nombre y se pasó a
llamar Izquierda Republicana. También se creó Unión Republicana, por Martínez
Barrio.

La posición del gobierno era más débil cada vez, puesto que la CEDA tenía la intención
de gobernar en solitario. Los propios radicales también contribuyeron a debilitar
aquellos gobiernos de centro derecha que hubo, sobre todo por un escándalo de
corrupción, el estraperlo, y es que determinados miembros del partido habían aceptado
sobornos para legalizar el juego de la ruleta. Tras Lerroux gobernó Chapaprieta hasta
noviembre de 1935. Alcalá Zamora debería haber propuesto un nuevo candidato para la
presidencia, pero no propuso como presidente a Gil Robles, ni le dio la oportunidad de
conseguir la mayoría suficiente (que no la tenía). Alcalá Zamora designó a Portela
Valladares (centro republicano) con el encargo de reconstruir el centro y consolidar la
república, pero es que no tenía apoyos por ningún sitio y el gobierno no se podía
consolidar, por lo que Portela convocó elecciones para febrero de 1936.

Desde el congreso del PCUS de 1935 había una nueva directriz, y es que contra el
fascismo había que hacer frente como se pudiese, aunque supusiese aliarse con la
burguesía, dando lugar al establecimiento de gobiernos de frente popular en toda
Europa.

Las propuestas del Frente Popular eran la amnistía y la recuperación de las grandes
reformas que había que recuperar del primer bienio.

Por la derecha tenemos a la CEDA, representando el frente de la contrarrevolución. Esa


coalición no fue igual en todas las provincias, y donde era fuerte con el carlismo iban
con el carlismo, lo mismo con Falange y con Renovación Española. Su lema era “contra
la revolución y sus cómplices” y su objetivo era alcanzar los 300 diputados para
reformar la constitución.

La derecha obtuvo 156 escaños y el Frente Popular obtuvo 286, aunque los votos fueron
muy parejos en esas elecciones del 16 de febrero.

El Partido Radical obtuvo sólo 4 escaños. El PNV (evolucionado desde los años 30)
obtuvo 10, la Lliga 12. El PSOE dentro de la coalición obtuvo 99 escaños, y la CEDA
88. Falange no obtuvo ningún escaño y el PCE escasos escaños.

El resultado era un parlamento muy fragmentado, con diputados de 33 partidos


diferentes, donde sólo 11 partidos tenían más de 10 diputados. Las elecciones de 1936
ya fueron deslegitimadas desde el principio por parte de la derecha, y algunos militares
ya propusieron un golpe de Estado, y algunos políticos como Calvo Sotelo y Gil Robles
pidieron a Portela que declarara el estado de guerra y no reconociera los resultados.

El hecho de que las mujeres votaran no condicionó los resultados electorales. Lo


definitorio de estos resultados fueron dos cosas: los partidos se presentaron coaligados y
el sistema electoral favorecía a las coaliciones, así como el hecho de que la CNT no
hizo campaña por la abstención como en 1934, sino que lo hicieron por el Frente
Popular por la amnistía.

Desde los sectores conservadores se consideró el resultado amenazante para sus


intereses, y no sólo Calvo Sotelo o Gil Robles pedían a Portela el no reconocimiento de
las elecciones, pero Portela entregó el poder muy rápidamente a Azaña hasta mayo de
1936, que pasó a ser presidente de la república, siendo sustituido por Casares Quiroga.
El nuevo gobierno de febrero sólo estuvo integrado por republicanos de Izquierda
Republicana e Unión Republicana. A favor de entrar en el gobierno por parte del PSOE
estaba Prieto, mientras que Largo Caballero no estaba de acuerdo en entrar en el
gobierno. La amnistía llegó pronto, se devolvió la autonomía a Cataluña (y se
reactivaron los procesos de autonomía vascos y gallegos), se recuperó la reforma
agraria, y en la primavera de 1936 se asentaron más colonos que en los 3 años previos
juntos.

Desde febrero de 1935 la derecha sólo quiere acabar con la república, especialmente
desde sectores como Falange, sin diputados en el parlamento. En aquel contexto
Falange, que abogaba por una salida violenta, creció una barbaridad junto con las
Juventudes de Acción Popular. Gil Robles empezó a secundar en el parlamento los
discursos violentos de Calvo Sotelo, hablando del “ejército como columna vertebral de
la patria”.

Hubo una gran polarización social y política, con muchísimas huelgas, pidiéndose la
readmisión de los trabajadores expulsados en octubre de 1934, que se consiguió. Se
pedía la jornada de 36 horas, con un aumento salarial. La patronal consideraba
desproporcionadas aquellas medidas. Hubo gran movilización en el campo, y en la zona
de Extremadura se produjeron ocupaciones de fincas para ponerlas en explotación en
contra de la voluntad de sus dueños, adelantándose a lo que dijese el Instituto de
Reforma Agraria.

Fue una primavera muy conflictiva, y había paralelamente desde la derecha un proceso
de asalto y derribo al gobierno de la república, viéndose como una opción una salida
violenta.
Hubo confrontación política en las calles entre juventudes, con muertos y heridos, con
un cálculo de 384 muertos, y un huevo de heridos. El gobierno fue incapaz de controlar
aquella violencia política en las calles.

En este contexto había rumores de golpe de Estado desde el principio. Los republicanos
se confiaron y pensaron que iba a ser muy fácil, como el de Sanjurjo de 1932.

El ejército estaba dividido al respecto, y cada vez había más militares que se sumaban a
los preparativos de un golpe militar, destacando el general Mola, destinado en Navarra.
En un principio aquel golpe de Estado no parecía que fuese a triunfar. Jiménez de Asúa
(candidato socialista a la vicepresidencia de las Cortes) sufrió un atentado el 12 de
marzo por el que Falange fue ilegalizada, siendo Primo de Rivera encarcelado. Los dos
atentados que marcaron el culmen de esa primavera fueron el asesinato del teniente
Castillo, de la guardia de asalto, atribuido a sectores de Falange, y como respuesta el
asesinato de Calvo Sotelo el 13 de julio. En este momento se decantaron muchos
indecisos respecto al golpe, como Franco. El golpe tuvo lugar el 17/18 de julio de 1936
organizado por militares, y que desde fuera contó muy rápido con el apoyo y simpatías
de muchos sectores de orden, pero también encontró una gran resistencia, dando lugar al
fracaso del golpe y al comienzo de una guerra civil.

La conflictividad era propia de las sociedades de entreguerras en Europa, así que no era
raro lo de España. La guerra no era inevitable.

GUERRA CIVIL

Nos centraremos en los grandes procesos ocurridos en las zonas en las que se dividió la
península tras el golpe y con el desarrollo de la guerra. No hablaremos de cuestiones
estratégicas en un principio.

La sublevación militar no fue apoyada de manera masiva, a diferencia del golpe de


Primo de Rivera. Los militares sublevados tenían varias razones para hacerlo: había
intereses corporativos (muchos africanistas), pensaban que eran los salvadores de la
patria, así como su visión de lo que era España, con sus visiones clasistas del voto.

La guerra de África contribuye a asentar en muchos sectores militares la idea de que el


ejército es la columna vertebral y el salvador de la patria. La violencia extrema de los
militares en la guerra también tiene que ver con la experiencia que tenían las tropas en
el Rif, que eran unos animalicos.

Calvo Sotelo dijo: “antes roja que rota”. Daba prioridad a la unidad nacional incluso a
través de la guerra, antes que acabar dividiéndola.

El golpe estaba preparado al principio para el 20 de julio, y finalmente el asesinato de


Calvo Sotelo aceleró los planes. Melilla, Ceuta y el protectorado español de Marruecos
fue donde primero se produjo la sublevación, y el 18 de julio se extendió a la península.

El ejército y las fuerzas de orden público estaban divididas, y es la principal razón por la
que no triunfó el golpe. Donde lo apoyaban los militares, daba igual que la población o
los sindicatos se resistiesen, el golpe triunfaba, y por eso cayó Zaragoza, siendo la
segunda ciudad más importante del anarquismo después de Barcelona.

Entre el 18 y el 19 de julio de 1936, muchos sindicatos pidieron armas en los


ayuntamientos, pero el gobierno no quería al principio, porque entonces perdería el
control efectivo y legal de la violencia, y por ello hubo 3 presidentes diferentes estos
días, con la dimisión de Casares Quiroga, luego Martínez Barrio, y finalmente José
Giral aceptó el reparto de armas. Gracias a ello en Barcelona o en Madrid se plantó cara
al golpe, pero porque el ejército de estas ciudades no apoyó el golpe.

El 19 de julio, Franco aterrizó en Tetuán y se puso al frente de las unidades del ejército
mejor preparadas, los regulares, 45 mil hombres. A finales de julio de 1936 ya había
quedado dibujado el frente: en una se combatía a favor de acabar con la república, y en
el otro en favor de la república, con distintas visiones de lo que es una república. El
golpe dividió a las fuerzas armadas y de orden y hubo algunos vacíos de poder, puesto
que el territorio donde no triunfó la sublevación no era controlado por la república, sino
por los sindicatos y las milicias. La república no consiguió evitar la revolución.

Las tropas mejor preparadas y habituadas a la guerra estaban en África, entrando


en juego la ayuda internacional de Italia y Alemania para poder cruzar el Estrecho, ya
que el grueso de la Marina había quedado del lado de la República. El objetivo de los
sublevados era tomar Madrid y desestabilizar el gobierno central republicano. Se
luchaba en dos bandos: por una república dictatorial o por el régimen votado en las
urnas de 1936.
La Guerra Civil habría quedado como una simple guerra más en la historia de
España de no ser por el componente de lucha de clases y la contienda religiosa. Un
enfrentamiento entre las visiones de España de diferentes sectores de la población.
Ambos sectores se apoyaron en la Guerra de la Independencia: uno contra los
bolcheviques rusos y otros contra los regímenes fascistas y enemigos marroquíes.

La gran dimensión internacional se vio potenciada con la visión de guerra entre


los fascismos y las democracias, en un campo de batalla en el que experimentar las
armas que se utilizarían en la Segunda Guerra Mundial (como la aviación o los
tanques).

Ninguno de los dos bandos presentaba grandes fortalezas ni debilidades. En la


zona republicana las instituciones gubernamentales quebraron; el día 19 José Giral,
presidente, suministró a la población armas para que pudieran defender la República,
dado que la mitad de la oficialidad se había decantado por los rebeldes. La aviación y la
marina se quedaron de parte de la República. Parece que la mitad del ejército se había
quedado de parte de los republicanos, pero era un ejército desarticulado, poco menos
que sospechosos según el punto de vista de las milicias obreras. Contaba también con el
oro del Banco de España y con la zona industrial.

En la zona nacional quedaba la zona interior productora de cereal. Diferentes


mandos territoriales se repartían la otra mitad del ejército de tierra, incluyendo las tropas
veteranas de África. Sanjurjo muere en un accidente de avión cuando regresaba de su
exilio en Lisboa, por lo que se optó por una Junta de Defensa Nacional.

El avance desde África por parte de los nacionales pasó por Andalucía
occidental y Extremadura, llegando a Madrid y sitiando la ciudad. Madrid no fue tan
fácil de tomar como habían previsto y los sublevados cambiaron de objetivo cuando se
centraron en el norte de España. Los republicanos, que no habían ganado ninguna
batalla importante, lanzaron la ofensiva de Teruel para impedir que Madrid quedara
aislada, tomando la única capital de provincia que tomaron los republicanos en la
guerra.

Los nacionales reconquistaron Teruel y en muy pocas semanas avanzaron sin


especial oposición por Cataluña. La única batalla de mención fue la Batalla del Ebro, un
último gesto de resistencia feroz por parte de los republicanos. A pesar de todo la guerra
ya estaba decidida y acaba el 1 de abril de 1939.

Alemania, en previsión de la futura Segunda Guerra Mundial, tenía especial


interés en que al sur de Francia no hubiera regímenes políticos contrarios al fascismo. A
Italia le interesaba también un gobierno afín en el Mediterráneo que debilitara a las
colonias francesas. Las democracias europeas no hicieron lo mismo, generando un
intenso debate sobre si apoyar o no a la República, buscando siempre una solución
diplomática antes que a la bélica. Gran Bretaña fue el adalid de la neutralidad para
evitar dar argumentos a Hitler para iniciar una guerra, creando un comité con todas las
potencias europeas para garantizar la neutralidad.

En realidad, todos los países del comité se saltaron las medidas de neutralidad y
aportaron en mayor o menor medida a la república, especialmente de la Unión
Soviética, pero con titubeos. La realidad es que Italia y Alemania apoyaron sin tapujos y
desde el principio con 19000 soldados profesionales alemanes y 78000 italianos entre
soldados y milicias. La Guerra Civil saltó a los círculos intelectuales de todo el mundo,
destacando Orwell y Hemingway, así como un joven Willy Brandt.

En el sector republicano el grueso de la población pidió armas en ayuntamientos


y edificios gubernamentales, demostrando su repulsa hacia el golpe de Estado. Cuando
se impone la situación de guerra, los militares monopolizan los transportes y castigan
severamente a los huelguistas, impidiendo que una huelga por parte de los sectores
izquierdistas paralizara el golpe de Estado.

El reparto de armas fue un duro trago que se llevó por delante a dos presidentes
(Casares Quiroga y Martínez Barrio, que dimitieron antes de repartir armas).
Finalmente, el pueblo en armas surgió en ayuda de la República, la parte negativa es
que el gobierno legítimo dejó de tener el monopolio de la violencia y comenzaron las
represalias personales. El golpe desarticuló los regimientos militares, en parte culpa de
haber licenciado a las unidades del ejército. Tampoco las fuerzas policiales eran de fiar,
como el aparato judicial al abrirse las cárceles y permitiendo a los criminales salir e
incluso unirse a la demanda de armas.

Los comités sindicales comienzan a hablar de un nuevo orden social al referirse


a las milicias, incluyendo a las mujeres, que marchaban desde Valencia y Cataluña
hacia el oeste para conquistar Aragón, llegando a Bujaraloz (a 20 kilómetros de
Zaragoza).

El golpe de Estado desarticula el aparato institucional republicano, dejando al


gobierno electo controlando sólo Madrid. Y eso siendo generosos, porque las calles eran
controladas por las milicias que no respondían ante ese gobierno. Ese vacío de poder
queda rápidamente subsanado por comités revolucionarios formados por los sindicatos
locales. Por ello el gobierno republicano aún tenía que recuperar el terreno perdido
dentro de la zona considerada “republicana”.

La zona republicana se convirtió en un hervidero de comités milicianos de difícil


control: diferentes asociaciones fragmentaron el poder político, llegando a suprimirse el
dinero en algunas localidades, incautarse tierras y empresas… en definitiva, los comités
establecieron todo lo necesario para controlar la calle según el nuevo orden. Los
registros de la propiedad, símbolos religiosos y símbolos del Viejo Orden se
destruyeron para demostrar una nueva era. Además, se eliminaron (ya mediante la
cárcel o la ejecución) los enemigos de clase y los sospechosos de apoyar el golpe.

La represión se llevó al clero, las elites sociales (de sangre y económicas) y


ejército. Guardias civiles y militares fueron las primeras víctimas, le siguieron los
grandes propietarios y los clérigos. Para el mundo revolucionario, la destrucción de la
Iglesia era algo más que destruir el Viejo Orden; era destruir las convenciones sociales,
morales y éticas en las que se sustentaba ese Viejo Orden. Arrancando la Iglesia se
arrancaba la raíz de todo lo que el Nuevo Orden odiaba, incluido el poder sobrenatural
que la gente atribuía a la religión.

Toda esa violencia anticlerical, fundamental para los revolucionarios, dio muy
mala publicidad a la República. Esa violencia fue especialmente intensa en los primeros
meses de la guerra: en las primeras 6 semanas estaban ejecutados ya el 42% de los
muertos globales al final de la contienda. A pesar de todo, no hay nada de “espontáneo”
en esa violencia, todos los ejecutados eran debido a su estatus o ideología; las muertes
eran decididas por los comités revolucionarios locales que conocían a los sospechosos
de toda la vida.

Por otro lado, las colectividades surgieron teniendo en mente continuar con la
producción y distribución, que muchas veces se había quedado maltrecha al haber huido
los patrones de las empresas a zona nacional. Muchas veces los grandes latifundios
fueron ocupados por los campesinos de forma espontánea. En el aspecto económico, y
para la República, los acontecimientos iban varios pasos más delante de lo que el
gobierno central quería. Barcelona fue la pionera de la revolución en cuanto a
incautaciones de empresas, comercios y servicios.

En algunas zonas se colectivizó el producto, pero no la tierra, de una forma


independiente y sin planificar la actividad económica en su conjunto. Hubo intentos por
parte del gobierno de Giral para legalizar el proceso y dar cobertura a la nueva
explotación de la tierra. Unos tres millones de campesinos accedieron a cinco millones y
medio de hectáreas de tierra expropiadas.

El propio gobierno tenía que invertir muchos esfuerzos para restituir su poder
perdido frente a los sindicatos. Sin embargo, los sindicatos nunca se hicieron con el
poder político a pesar de tener el poder efectivo porque no había un proyecto
revolucionario en marcha, no formaba parte de su proceso revolucionario. Otra opción
es que ningún grupo político pudo canalizar las ansias revolucionarias de esos comités
para hacerse con el poder estatal debido a su irregular distribución geográfica.

Los gobiernos republicanos que se suceden son los gobiernos de Giral, Largo
Caballero y Negrín; siempre con Azaña como presidente. En el gobierno de Giral no
había ningún representante de las fuerzas que controlaban la calle y se le acusaba desde
el proletariado de ser un gobierno burgués pasivo.

La duda entre los políticos era si hacer la guerra o hacer la revolución. En


cualquiera de los dos casos era de importancia extrema controlar las retaguardias y su
producción para controlar y reorganizar el Estado, el ejército y conseguir el apoyo de
una organización política que impulsara el esfuerzo bélico, que terminaría siendo el
Partido Comunista.

El esfuerzo en ambas retaguardias estaba enfocado a ganar la guerra,


canalizando el esfuerzo civil a reconstruir el ejército y el Estado. El aglutinante en el
sector republicano de ese esfuerzo fue el Partido Comunista, pero inicialmente estaban
representados todos los sectores políticos (incluidos por primera vez dos ministros
comunistas, anarquistas y los nacionalistas vascos). Por primera vez una mujer
anarquista (Federica Montseny) llegaba a portar una cartera ministerial.
Las milicias, al inicio de la guerra, eran el brazo armado del esfuerzo bélico de
retaguardia. Abonaban los restos del ejército que se había quedado leal a la República
con los voluntarios civiles pobremente entrenados, pero ofrecían resistencia a
jerarquizarse como el ejército dadas sus ideas antimilitaristas. Largo Caballero creó el
Ejército Popular, formado por brigadas mixtas de milicianos y militares, con el fin de
lograr una actuación disciplinada y cohesionada por parte de la República.

En ese proceso de reforma del ejército, se retira del frente a las milicianas para
relegarlas a la retaguardia. Las industrias de guerra se nacionalizaron para ayudar a ese
esfuerzo de guerra. También se restaura la figura del gobernador civil con el objeto de
fortalecer la figura de la República, sustituyendo los comités revolucionarios locales por
consejos municipales. Frente a la fragmentación política imperante en la zona
republicana, los comités municipales fortalecían la figura del poder republicano.

En resumen: las milicias se militarizaban y disciplinaban; los comités locales


pasaron a utilizarse como nexo entre el pueblo y la alta jerarquía estatal.

Ninguna fuerza política podía movilizar de forma cohesionada a la población.


Sin embargo, el PCE logró aglutinar en este contexto de guerra a sectores sociales muy
diversos, llegándose al final a identificar con la República. En febrero de 1937 cae la
ciudad de Málaga y supone una llamada de atención: para el PCE es claro que primero
hay que ganar la guerra y luego hacer la revolución, integrando si hiciera falta a las
asustadas clases medias. Esa visión realista de la guerra hizo ganar enteros al PCE,
asesorada por los soviéticos y su visión de la jerarquía, disciplina y orden; pero también
se ganó la enemistad de la CNT. Los militares preferían entenderse con los comunistas
(dada esa afinidad) antes que con los anarquistas, que rechazaban la jerarquía y la
disciplina. Las demás fuerzas políticas, visto el éxito del modelo comunista, se unieron
bajo el mismo modelo.

El PCE se convertía en un partido interclasista, integrando todos los sectores


sociales, incluyendo a los pequeños burgueses y enfocando su discurso a la lucha
antifascista. El crecimiento del PCE se plasmó en los jóvenes y las mujeres: la Juventud
Socialista Unificada y la Asociación de Mujeres Antifascistas. A partir de mayo de 1937
la figura de los comunistas se vio reforzada cuando en Barcelona anarquistas (CNT y
POUM) y comunistas (PSUC y Generalitat) se enfrentaron en las calles tras intentar
controlar ambos el edificio de la Telefónica. El enfrentamiento armado dura varios días
y finalmente la CNT es derrotada.

La tensión entre Generalitat y CNT fue el colofón de un pulso que anarquistas y


burgueses del gobierno se estaban echando desde los inicios de la guerra, una lucha por
el control de la calle y la retaguardia republicana. Era una lucha por el centralismo
catalán o la descentralización; una lucha por la colectivización o la propiedad privada.

El triunfo del modelo comunista interclasista derriba el gobierno de Largo


Caballero y asciende el tercer y último gobierno de la República: el gobierno de Negrín
(desde mayo de 1937 hasta su final). Engloba a los socialistas de Prieto y discrimina a
los anarquistas. Negrín era un jefe de gobierno culto y conocedor de varios idiomas,
ideal para convencer a las democracias europeas de terminar con la no-intervención.

En líneas generales la República, después de haber derrotado a los anarquistas,


retoma el control de los espacios públicos. Se comenzó una persecución a los
integrantes del POUM, encarcelando a sus líderes, por sus ideales trotskistas y
antiestalinistas.

El nuevo gobierno de Negrín debe ganar adeptos en el frente diplomático


(fundamentalmente Francia y Gran Bretaña) en un contexto de derrotas militares por
toda la geografía española. El lema “Resistir es vencer” buscaba una estoica resistencia
hasta que la guerra estallara en Europa y las democracias europeas ayudaran a la
República. Sin embargo, la población leal a la República estaba mal abastecida y el
descontento campaba por Madrid. Casado da un golpe de Estado en la capital y se rinde
incondicionalmente a Franco.

El primero de abril se acaba la Guerra Civil Española, unos meses antes de que
empiece la Segunda Guerra Mundial en Europa.

En la zona sublevada no vemos esa división entre revolución y guerra; todos los
esfuerzos van destinados a la guerra. La contrarrevolución configuró el Nuevo Estado,
el poder se concentró en manos de los militares (en concreto de la Junta de Defensa
Nacional al inicio y posteriormente de Franco, nombrado Generalísimo por los
primeros). Franco asumía el control del Estado y del ejército.
En abril de 1937 el lado nacional ya estaba disgregado entre las diversas fuerzas
sublevadas (carlistas, milicias, falangistas…) que serán unificadas bajo el nombre de
Falange Española Tradicionalista y de las JONS (Juntas de Ofensiva Nacional
Sindicalista). Franco será nombrado caudillo de España. La otra herramienta del
franquismo fue la Iglesia, desde 1936 adherida oficialmente a los sublevados, adoptando
la idea de “cruzada” para aludir a la guerra: Pla y Deniel, obispo de Salamanca,
presentó la guerra civil como el enfrentamiento entre dos ciudades: la terrenal (atea, sin
Dios e imperfecta) y la ciudad de Dios (perfecta y bendita), siendo claramente la
primera identificada con la República y la segunda con el Nuevo Estado.

El golpe de Estado se planifica desde el principio como una sublevación cruenta,


alejándose del modelo de Miguel Primo de Rivera. La sociedad no es la misma que en
1923, ha habido una República que prometía solucionar los problemas de base que tenía
España desde la vía democrática. La represión es una respuesta al fracaso inicial del
golpe de Estado, es una forma de guardarse la espalda ante posibles sectores
descontentos.

Con la represión se destruía la capacidad de resistencia, consistente en intimidar


a los sectores cercanos al republicanismo, eliminar a los adversarios moral y
físicamente… la represión no se plantea meter a la gente en la cárcel, busca matar a los
adversarios. Con el golpe de Estado los militares salen de los cuarteles y se proclama el
estado de guerra (rechazando huelgas y manifestaciones), ocupando los espacios
estratégicos de la ciudad (cuarteles de policía, ayuntamiento…). El gobernador civil era
depuesto y el mando militar ocupaba su lugar, algunos gobernadores serán fusilados de
inmediato, pero otros detenidos y encarcelados. En resumen, los militares se hacen con
el control de las provincias sublevadas.

Un destino similar al de los gobernadores civiles tienen las personas


significativas de los barrios: líderes sindicales, anarquistas de renombre, vecinos
señalados… todos ellos sufrirán una represión física. El grueso de esta represión se
concentra en los meses de verano (casi el 90%) y los lugares más represaliados fueron
aquellos con más conflictividad social u organizaciones republicanas más enraizadas.
En Aragón la represión destacó en la zona de las Cinco Villas. La proximidad del frente
bélico no influye en la represión.
La represión se acomete mediante los “paseos” o las “sacas”, perpetradas por las
milicias, llevándose en mitad de la noche a los sospechosos de sus hogares para
encarcelarlos y posteriormente fusilarlos en tapias de cementerios, cunetas o
descampados. Serán enterrados en fosas comunes y su muerte no quedará registrada, ya
que las ejecuciones no se ajustaban a ninguna norma y quedaba todo en la arbitrariedad.

Los represaliados se calculan entre 85 y 100 mil personas, a ello habría que
sumar 40 ó 50 mil represaliados ya en la posguerra. Que los grupos irregulares actuarán
no significa que los militares desconocieran los fusilamientos, es más, son los militares
los que impulsan esa brutal represión. El ejército opinaba que había que purgar las
retaguardias de indeseables, tal y como habían hecho en Marruecos anteriormente.
Algunos sectores y personalidades, como Unamuno, recibieron positivamente el golpe
de Estado, pero se desmarcaron en cuanto se destaparon las ejecuciones.

Los verdugos de la represión son voluntarios que apoyan el golpe, controlados


por el ejército, y por tanto los que controlan el orden público e imponen la justicia
militar. El papel de la Iglesia era el de legitimar el nuevo gobierno militar y dar el visto
bueno a la Guerra Civil. La nueva España se construía con el orden, la Patria y la
religión. Obviamente en el territorio sublevado vuelve la religión a la esfera pública sin
ningún tipo de limitación.

Las instituciones laicas y civiles serán sustituidas, las autoridades civiles


sometidas y se colocará en su lugar a viejos miembros tradicionalistas y gente
significada que representaba a la derecha reaccionaria, normalmente las viejas elites que
ya habían tomado cargos durante la dictadura de Primo de Rivera.

Hay que esperar a 1937 para pasar del “terror caliente” inicial a juzgar (y
ejecutar) selectamente a los miembros destacados de los movimientos izquierdistas,
aumentando en las ocupaciones de nuevas ciudades. Conforme se iba conquistando
territorio a la República se iban instalando los valores que posteriormente justificarán la
dictadura (Orden, Religión, Patria), desmantelando los valores republicanos y
democráticos. La tierra colectivizada se devolverá a sus legítimos propietarios, los
funcionarios que trabajaron en la administración pública serán depurados 1 y la
educación recaerá en la Iglesia.

Cuando alguien aspiraba a un determinado trabajo eran necesarios documentos


que avalaran a la persona, incluyendo documentos expedidos por la guardia civil, el
párroco local y otros muchos que garantizaban que no había pasado por la cárcel. En
definitiva, el fin de la Guerra Civil supuso una sacralización de la vida pública.
Sistemáticamente se fomentó una contrarrevolución furibunda contra todo aquello que
estuviera relacionado con la esfera republicana.

La sublevación fue apoyada por la oligarquía terrateniente y burguesía


financiera, que vieron recuperado el viejo orden económico amenazado por la
legislación republicana. También contó con el apoyo de la Iglesia, que fue omnipresente
en todos los eventos de los sublevados (tomas de ciudades, bendición de banderas…) y
de las clases medias urbanas constreñidas por los republicanos.

Desde el verano de 1936, y al asumir Franco todos los poderes, se puede


considerar al Nuevo Estado como una dictadura militar. Éste se configura al resistir
Madrid, que obligaba a cambiar la perspectiva y movilizar voluntarios en el frente y la
retaguardia, unificando a los falangistas con los tradicionalistas bajo el mando del
general Franco. Ramón Serrano Suñer abogaba por la unificación, de pasar de un estado
campamental a un estado totalitario; satisfaciendo los intereses de los aliados fascistas
que esperaban un régimen de partido único.

La unificación afectaba a la Falange 2 y los tradicionalistas, eliminando en el


proceso a cualquier partido que no fuera FET-JONS. También supuso una
burocratización, que dejaba a la dirección del partido manipulada por las altas cúpulas
del gobierno. Hasta el pronunciamiento de Franco, Falange había sido ilegalizada y José
Antonio Primo de Rivera encarcelado, las luchas por el liderazgo eran la norma y eran
utilizadas para depurar a miembros sospechosos. Especialmente importante fue el
arribismo político que hizo que Falange creciera una vez estallada la guerra: unos lo

1
Afectaba a maestros y personal docente en especial, ya que la República fue especialmente
insistente en la educación. Sometidos a una variedad de penas en función de su peligrosidad:
desde suspensión de sueldo temporal a fusilamiento
2
Partido de corte fascista, que defiende un ultranacionalismo español (país con un destino
imperial), y que captaba adeptos entre los jóvenes, militantes del partido primorriverista de
Unión Patriótica, clases medias y monárquicos. No aspiraban a un estado confesional católico.
veían como una vía de ascenso político y otros como medio para evitar represalias, pero
numerosas personas llegaron al partido (lo que se llamó los “nuevos camisas azules”, en
contraposición de los “viejos camisas azules”). Esto se traduce en que cuanto más
grande era el partido, más heterogéneo y más fácil de manipular por el Gobierno. A
pesar de todo, a Falange se le añadieron instituciones para la mujer (Sección Femenina),
los jóvenes (Frente de Juventudes) y los niños (Auxilio Social). La Iglesia no veía con
buenos ojos el ascenso de Falange debido a su carácter fascista, y es que la Iglesia no
encajaba en la visión autocrática y totalitaria de los fascismos europeos.

El proceso de unificación no contentó a todos, pero Franco supo navegar entre


los intereses de los diferentes partidos: Falange tenía el mundo obrero, educación para
los religiosos y justicia recaía en los tradicionalistas. A partir de 1945 y la derrota de los
fascismos europeos, los falangistas fueron perdiendo terreno y ganando los del mundo
nacionalcatólico. A nivel religioso, el catolicismo fue esencial para la vida diaria de la
España sublevada y las masas católicas apoyaron desde casi el inicio (al principio la
jerarquía religiosa dudó sobre si posicionarse o no en la guerra) la causa sublevada.

En Zaragoza, el bombardeo del Pilar fue indispensable para mostrar la barbarie


de los republicanos y la idoneidad de la causa sublevada. La relación entre Iglesia y
franquismo fue una relación de simbiosis en la que ambas partes ganaban: el
catolicismo ganaba el apoyo de un sector fuerte y la derogación de la legislación
republicana; los franquistas ganaban legitimidad tanto interior como exterior y un apoyo
interclasista.

La Carta Colectiva (pastoral de 1937) estaba dirigida a todos los católicos del
mundo. En ella se animaba a los creyentes a manifestar su apoyo al alzamiento. Dos
obispos españoles no firmaron esa carta: el obispo Mateo Múgica, por su implicación
con el nacionalismo vasco, y Vidal i Barraquer, arzobispo de Tarragona, porque
consideraba que la Iglesia no debía aliarse con ninguna fuerza política y debía tener un
mensaje pacificador.

Las leyes laicistas republicanas o bien se derogaron o bien se suspendió su


aplicación. Se permitió la vuelta de los jesuitas, se restableció el cuerpo militar de
capellanes… y el Vaticano reconoció a la España franquista mandando a los
representantes diplomáticos necesarios. A cambio de todo esto, la Iglesia renunció a
algunas cosas, dejando a Francisco Franco el proponer candidatos preferidos para las
altas jerarquías. Las publicaciones eclesiásticas no tendrían censura, tampoco podría
Franco nombrar obispos auxiliares.

El principio del régimen es el momento en el que más poder tiene Falange, con
características más totalitaristas. Conforme los fascismos entraban en decadencia y el
Vaticano criticaba más duramente el totalitarismo, el franquismo se fue posicionando
más en la órbita católica que en la órbita fascista. El cardenal Gomá publicó en 1939
una pastoral que animaba al perdón de los vencidos y criticaba la exaltación del poder
del Estado, manifestando los recelos que tenía la Iglesia de los estados totalitarios. El
cardenal Segura se negó a poner en la catedral el símbolo falangista y fue muy crítico
con la represión de los curas vascos. Todas estas posiciones ponen de manifiesto la
discrepancia dentro del propio régimen.

El gran privilegio que ganó la Iglesia después de la Guerra Civil fue el derecho a
la educación. Ya fuera directamente (mediante colegios religiosos) o indirectamente
(con el control de la temática educativa ajustada a la ortodoxia católica). Falange, por su
lado, encuadraba a las asociaciones de profesores y alumnos. Otro gran premio para la
Iglesia fue el derecho a asociación, vinculadas todas las asociaciones a Acción Católica
y por ello a la parroquia local. Los sindicatos estuvieron controlados por Falange,
desapareciendo oficialmente los sindicatos cristianos (pero en la práctica el Sindicato
Vertical acabó asimilando a los sindicalistas cristianos gracias al fenómeno del
arribismo y la coincidencia de planteamientos).

El régimen surgido de la Guerra Civil mantuvo una represión que no dejó de


existir, intensificándose al principio y al final de la dictadura, marcando una línea clara
entre la España de los vencedores y la España de los vencidos. El régimen fue una
dictadura militar, pero aparte de eso es difícil de definir: una de las características de la
dictadura fue la de adaptarse, cambiando los principios que hiciera falta, para
sobrevivir.

La primera etapa, hasta el final de la Segunda Guerra Mundial, es la fase en la


que Falange tiene el predominio político. Es la época más totalitaria. La segunda etapa
comprende hasta 1957 y es el periodo más claramente nacionalcatólico. El final de la
dictadura comprende la fase tecnócrata, en manos del Opus Dei.
En general, el régimen usó la violencia (tanto física como política) como
herramienta para castigar a los vencidos. Muchos que habían apoyado a la República
optaron por el exilio (más de medio millón de personas) pero acabaron volviendo al
creer las promesas de amnistía de Franco. La mayoría de las veces acabaron perseguidos
y reprimidos en cárceles como presos políticos. Muchos detenidos fueron juzgados por
autoridades militares hasta mediados de los años 40, época en la que prácticamente
desaparecieron. Otra forma de represión fue la prisión, hacinados en condiciones
lamentables en las que muchos encontraron la muerte en vez de la reconversión.

En esas cárceles se estableció un sistema de redención de penas, reduciendo


tiempo de prisión a cambio de trabajo y recibiendo un pequeño salario (pequeñísimo) a
cambio. Las familias del preso eran asistidas por el Patronato de Nuestra Señora de la
Merced, que garantizaba que el salario del preso llegara a los familiares, pero también
comprobaba la evolución ideológica de esas familias (especialmente a los niños). Para
la mujer encarcelada había un componente de humillación añadido.

La Ley de Responsabilidades Políticas, de febrero de 1939, sostuvo una parte


fundamental del proceso de represión. Esta ley no contemplaba la pena de muerte, pero
sí penas económicas fuertes que llegaban a convertirse en una forma de extorsión. La
ley era de carácter retroactivo y enormemente abstracta, por lo que en la acusación cabía
cualquiera. Fue derogada en 1945, pero todos los expedientes abiertos continuaron su
curso. Cuando alguien era imputado tenía que demostrar su inocencia presentando
avales del cura, guardia civil y alcalde; lo que muchas veces hacía que las tensiones
entre locales se acentuaran. El gran beneficiado ante estas denuncias fue el Estado, que
muchas veces se quedó con el patrimonio de los denunciados.

La ley de la represión de la masonería y el comunismo permitió el emplear la


represión contra aquellos sospechosos de no apoyar al régimen franquista, una vez
acabada la Guerra Civil. Numerosas personas fueron acusadas de masonería sin serlo,
como excusa para reprimir a los disidentes; la masonería estaba bajo sospecha de
conspirar a nivel internacional contra el destino imperial de España, como una amenaza
invisible exterior. En la práctica se persiguió a los disidentes con la falsa acusación de
masonería, no a los realmente masones (incluso se llegó a rumorear que Franco era
secretamente masón, y el gobernador militar de Zaragoza era abiertamente masón).
La Causa General fue la excusa para perseguir al disidente, recopilando
información sobre individuos en expedientes y dependiente del Tribunal Supremo. Con
esta multiplicidad de leyes, sobre la represión se canalizaba la violencia de los
vencedores sobre los vencidos, animando a la delación de los traidores, animando a los
buenos españoles a no tomarse la justicia por su mano. De esta forma se instaba a
confiar en la “serena justicia del Caudillo”. Los vencidos no tenían más contacto social
que su propia familia, no pudiendo confiar en nadie y dificultando el establecimiento de
redes disidentes.

La construcción del Estado franquista se basó en el periodo de los Reyes


Católicos hasta los primeros Austrias, enormemente idealizado, considerando todos los
males que sufría España como algo venido del extranjero. El ejército se benefició de la
declaración del estado de guerra hasta abril de 1948, teniendo los altos mandos militares
un gran poder político y administrativo. El ejército en los primeros años del franquismo
no se limitó a quedarse en sus cuarteles y participaron en la dirección política del país,
dependiendo de ellos el orden público.

La elite de esta nueva sociedad se nutrió de los afiliados de Falange, la Iglesia y


el ejército. Los medios de comunicación y del Sindicato Vertical fueron a parar a manos
de Falange, incautando los medios de comunicación anteriormente socialistas.

En el primer gobierno formado por Franco se abordó la cuestión del Fuero del
Trabajo, a imitación de la solución fascista italiana, pero a partir de agosto de 1942 el
poder de Falange y su concepción de estado totalitario fue perdiendo fuerza. La segunda
ley principal fue la Ley de Cortes, que concentraba el poder en la figura del Caudillo,
creando unas Cortes de carácter orgánico (y corporativo). Falange y su Sindicato
Vertical controló siempre el mundo laboral (aglutinando a productores y patrones),
controló el mundo universitario a través del Sindicato Español Universitario, el mundo
escolar con el Frente de Juventudes (campamentos), la Sección Femenina para el mundo
de la mujer y el Auxilio Social, donde las mujeres podían auxiliar a los niños
necesitados. Todas estas asociaciones y concentraciones se realizaban con el
ultranacionalismo español muy presente.

Esta situación empezó a decaer en 1942 y en 1945 era ya un hecho obvio. El


equilibrio inicial entre Falange, militares e Iglesia se desajustó y Falange finalmente fue
subordinada al poder franquista. A raíz de un atentado de Falange contra el general
Varela, Franco eliminó del gobierno a Serrano Suñer y al general Varela.

La política exterior española fue la esperada para un país que acababa de salir de
una guerra civil muy cruenta. Además, se vio afectada por su apuesta perdedora en la
diplomacia de la Segunda Guerra Mundial. Las negociaciones diplomáticas con el Eje
contemplaban la posibilidad de entrar en la guerra a cambio de territorios en el norte de
África. Finalmente no entró oficialmente, pero aportó suministros al Eje, en este
contexto se movía la División Azul, hasta 1943.

La posguerra estuvo caracterizada por el hambre. En economía fue de carácter


autárquico, consistente en desarrollar la economía interior fomentando los recursos
propios. El aislamiento internacional y cultural dificultaba el intercambio económico
entre países, haciendo que la economía autárquica fuera fácilmente cumplible. El
aislamiento cultural hacía que España no importara todas las materias primas que
necesitaba, siendo las nacionales escasas y de mala calidad. La producción de trigo se
impulsó por el Servicio Nacional del Trigo, para garantizar el abastecimiento constante
y evitar la especulación. En la realidad los productores escondían la producción para
comerciar en el mercado negro, beneficiando a los grandes productores que podían
burlar los sistemas de control (como por ejemplo, controlar el poder local). Esta política
autárquica desanimó a los productores: ¿para qué molestarse en producir si la cosecha
va a ser comprada por una miseria por el Estado?

La escasez de productos de primera necesidad hizo necesario el racionamiento.


Este racionamiento hizo florecer un mercado negro, especialmente en las ciudades. Se
calcula que hasta 200 mil personas murieron por inanición (por ejemplo, en las
cárceles). Enfermedades como la tuberculosis o la malaria se vieron acentuadas por la
falta de alimentos.

En el apartado de la industria, se creó en 1941 el Instituto Nacional de Industria


(INI), del cual formaban parte grandes empresas del sector energético, construcción,
transportes, siderurgia y altos hornos. Todas estas empresas tenían en común que
estaban relacionadas con actividades muy costosas, de corte estratégico o de defensa.
Razones de la autarquía: Existen varias teorías. Ángel Viñas aduce a un factor
ideológico, acorde con el ultranacionalismo del franquismo, el aislamiento internacional
sería aprovechado también en el plano cultural. Por su parte, Richards plantea que
existía algo más aparte de esto, los grandes beneficiados fueron las oligarquías agraria e
industrial, especialmente la primera, que recuperó sus tierras, la mano de obra jornalera
era muy barata y pudo sacar beneficio del mercado negro gracias a sus contactos
gubernamentales. La oligarquía industrial resultó menos beneficiada ya que era más
dependiente del extranjero a la hora de adquirir materias primas y energía, además de
que la capacidad adquisitiva de la población era muy exigua. A este respecto resultó
especialmente perjudicada la oligarquía textil catalana. No obstante, nadie se quejó de
estos hechos. Richards propone que la autarquía fue un castigo para los vencidos, lo
cual no convence a Pere Ysás y Carmen Molinero, que aportan como prueba contra esto
las quejas sistemáticas de Falange, elemento más próximo a la realidad social, que vería
perjudicada su implantación si se produjera el citado deterioro sistemático.

A partir de 1945, entramos en un segundo periodo del franquismo con un


predominio católico marcado por la derrota de Alemania. Los años 46, 47 y 48 fueron
especialmente duros, y se buscaron nuevos apoyos con cambios internos. La Secretaría
General del Movimiento perdió su rango ministerial, se dejó el saludo fascista y las
pesetas a partir de 1947 acuñaron el lema de “Franco Caudillo de España por la gracia
de Dios”. El nuevo gobierno de 1945 contó sólo con 2 ministros de Falange, destacando
Girón de Velasco en Trabajo, que se mantuvo mucho tiempo. De los católicos podemos
destacar al presidente de Acción Católica, Alberto Martín-Artajo, para Exteriores.

Se promulgaron una serie de leyes fundamentales, como el Fuero de los


españoles de 1945, una carta que recogía los supuestos derechos de los españoles, si
bien su aplicación quedaba sometida a la voluntad del gobierno. La Ley de la sucesión a
la jefatura de Estado de 1947 declaraba a España como un Estado católico, social y
representativo, constituido en Reino, reconociendo que en el futuro Franco podría
nombrar como sucesor a Juan Carlos de Borbón (en 1948 se reunió con su padre don
Juan de Borbón para tratar este asunto), contentando de esta manera a los sectores
monárquicos.
No obstante, en el exterior España seguía siendo vista con recelo por su
vinculación a Italia y Alemania. En la ONU, los Aliados vetaron a España y a finales de
1946 todos los embajadores abandonaron el país, con la excepción de Portugal,
Argentina y el Vaticano. Francia había cerrado las fronteras con anterioridad a raíz de la
ejecución de unos guerrilleros. Franco buscó el apoyo de los países árabes y Argentina,
al mismo tiempo que el apoyo de los sectores católicos conservadores de Estados
Unidos y Reino Unido. Con el estallido de la Guerra Fría, Franco pudo jugar su gran
baza, convertirse en el adalid del anticomunismo, lo cual propició la salida del
aislacionismo. Francia abrió las fronteras en 1948, en 1950 la ONU recomendó la vuelta
de los embajadores y en 1951 aceptó a España en organismos como la OMS, la FAO y
la UNESCO. La salida definitiva se produjo con los hechos de 1953 (firma del
concordato con el Vaticano y acuerdo con Estados Unidos para la segunda fase del plan
Marshall, establecimiento de bases militares en España) y 1955 (España es aceptada en
la ONU, primero como observadora y luego como miembro de pleno derecho).

Es necesario destacar, como han hecho autores como Renzo de Felice, que un
régimen no puede mantenerse sólo con represión y uso de la fuerza, debe
necesariamente tener el consenso/apoyo de gran parte de la población, como fue el caso
de España. Hemos de diferenciar entre las distintas posiciones de la sociedad, desde la
aceptación activa hasta la resistencia activa, pasando por la aceptación pasiva, la
indiferencia o la resistencia pasiva. Diferentes modalidades de rechazo:

-Resistencia activa: se trató del maquis, guerrilleros escondidos en los montes y


que desaparecieron en los años 50. Realizaron varias operaciones, destacando la
invasión del Valle de Arán (llamada Operación Reconquista de España) alentada por el
PCE en octubre de 1944, en la que grandes contingentes de maquis entraron desde
Francia en búsqueda del apoyo de la población y de la ayuda internacional. Estos
apoyos nunca llegaron, lo cual fue una gran decepción para ellos, sin duda un error de
cálculo, ya que esperaban ser recibidos con los brazos abiertos por una población
supuestamente deseosa de liberarse del yugo franquista.

-Huelgas: hubo en Cataluña y País Vasco en 1947 y 1948

-Protestas de baja intensidad: absentismo laboral, trabajo más lento (huelga de


celo)
-Estraperlo

-Chistes, insultos…

En los años 50, a pesar de que la resistencia activa desapareció, hubo 2 grandes
crisis del régimen, en 1951 y 1956:

-Marzo de 1951: huelga de tranvías en Barcelona (con otros sectores), País


Vasco y Madrid, se calcula que entre unos 300 y 500 mil obreros fueron a la huelga, y
supuso un punto de inflexión en la protesta. Se contó con un elemento nuevo, las
Hermandades Obreras de Acción Católica (HOAC).

-1956: En esta huelga universitaria se constató que había hijos de vencedores en


la oposición.

Los obreros participantes en las huelgas pertenecían a los emigrados del éxodo
rural y las motivaciones de la protesta eran de tipo socioeconómico. La respuesta del
régimen fue sistemáticamente la represión, encarcelamiento y cambio de gobierno. Tras
la huelga de 1951 entraron 2 ministros que marcaron un giro en la política de Franco,
con una tímida liberalización:

-Joaquín Ruiz Giménez, en Educación, procedente del mundo católico.

-Raimundo Fernández Cuesta, conocido falangista, ocupando la Secretaría


General del Movimiento, que volvió a tener rango ministerial temporalmente.

En la siguiente crisis, la de 1956, ambos ministros terminarían perdiendo el


apoyo de Franco. Ruiz Giménez fue acusado por Falange de ``abrir la mano´´ con los
estudiantes, que comienzan a protestar, y es cesado. Siguiendo la política de Franco y
para mantener el equilibrio, Fernández Cuesta también dejó su puesto. El detonante de
esta protesta fue la prohibición por parte del régimen de un congreso de escritores que
planeaban realizar los estudiantes, coincidiendo con la muerte de Ortega y Gasset. En
respuesta, el 1 de febrero de 1956 era repartido un manifiesto llamando a un Congreso
Nacional de Estudiantes, tras el que estaban Javier Pradera, Enrique Múgica y Ramón
Tamames. En este manifiesto se recogían quejas sobre la mediocridad de la universidad,
y la respuesta de Falange fue la represión violenta, con altercados en la Facultad de
Derecho y encarcelamientos de personajes como Tamames, Múgica (tenían contactos
con el PCE), Ruiz-Gallardón o Dionisio Ridruejo (falangista). Es la primera vez que
aparece una oposición nueva protagonizada por hijos de vencedores. Al mismo tiempo,
el PCE, bajo el liderazgo de Santiago Carrillo, lanzó una idea nueva, la de la
reconciliación nacional, idea básica para la Transición. El último intento de Falange por
recuperar el poder será mediante la figura de José Luis Arrese: en su segunda entrada en
el gobierno plantea, conforme a su personal ideología, la solución a un problema que
estaba en boca de todos ¿qué va a pasar cuando muera Franco? La Ley de Sucesión en
la Jefatura del Estado había fijado las líneas para ésta, pero no resolvía
satisfactoriamente la sucesión total del hombre que detentaba el poder total. Las
posturas de las distintas fuerzas políticas que subyacían bajo la aparente unanimidad del
Partido Único impidieron que Arrese ganara la batalla. Arrese encabezó una comisión
que preparó borradores de nuevas Leyes Fundamentales del Reino que deberían
garantizar el papel dominante del Movimiento en la futura estructura del régimen, pero
éstas desencadenaron una enorme oposición y finalmente Franco las rechazó. La Ley de
Principios Fundamentales del Movimiento de 1958 establecía, como su nombre indica,
los principios en los cuales estaba basado el régimen, los ideales
de Patria, familia y religión, junto con el máximo respeto de las Leyes Fundamentales y
a la Monarquía de tipo conservadora que en teoría había en la España del momento. Por
otro lado, algunos líderes católicos, como Enrique M. Magdalena comenzaron a
reivindicar la libertad de pensamiento, y algunos personajes del catolicismo social,
compuesto por los miembros de la Iglesia más próximos a las capas bajas de la
sociedad, comenzaron a cuestionar al régimen en temas socioeconómicos (nunca
políticos). Surgen asociaciones vinculadas a Acción Católica como las HOAC y las
Juventudes Obreras Católicas (JOC). Las iglesias catalana y vasca, más sensibles a
cierto nacionalismo, marcaron distancias con la Iglesia fiel al régimen.
LAS BASES ECONÓMICAS

En esta etapa del franquismo se produce una liberalización económica


moderada, marcada por la necesidad interna y acentuada por presiones internacionales,
especialmente de Estados Unidos. El intervencionismo queda relajado por ciertas
normas:

-Aumentar la producción agraria para calmar tensiones sociales. A partir de


1952 se acaban las cartillas de racionamiento.

-Equilibrar la peseta

-Impulsar la competencia

-Reducir los aranceles

Se pudo apreciar una cierta mejora en el terreno de la macroeconomía. En 1951


la renta per cápita era de 6.900 pesetas mientras que en 1957 pasó a ser 9.862. No
obstante, esta mejora sólo se percibió en las alturas y los salarios subieron menos que
los precios, por no hablar de que mucho crecimiento se debió al éxodo rural.

En 1957 se produjo un cambio importante de gobierno, entraron ministros del


Opus Dei, conocidos como los tecnócratas: economistas, abogados… muy preparados,
se presentan como los que pueden solucionar la economía mediante una respuesta
técnica, y Franco los acepta debido a la grave situación económica del Estado, que se
encontraba prácticamente en quiebra. El Fondo Monetario Internacional presionó para
que se les diera el poder. Los años 1957-59 son conocidos como el bienio pre
estabilizador, ya que preceden al Plan de Estabilización de 1959 complementado con 3
Planes de Desarrollo.

57-59: política pragmática. Medidas:

-Congelación salarial

-Mayor presión fiscal

-Devaluación de la peseta

-Relajación de las relaciones laborales: Ley de convenios colectivos de 1958


-Entrada en el FMI y el Banco Mundial, además de la OCDE

Plan de estabilización: marca la entrada en la liberalización, y en los años 60


España crece más que ningún país europeo (milagro económico español).

Objetivos del plan:

-Reestablecer la situación financiera y limitar la inflación

-Liberalizar el mercado

-Permitir la inversión extranjera, llegada de capitales

Medidas:

-Más impuestos sobre tabaco, petróleo, transporte…

-Devaluación de la peseta

-Se animó a la inversión extranjera

3 factores que favorecen el crecimiento:

-Llegada de capital extranjero, salarios bajísimos y nulas protestas laborales por


el régimen dictatorial

-Turismo

-Remesas de dinero de emigrantes españoles en Europa. Se calcula que hacia


1968 había un millón de emigrantes fuera de España

El problema agrario quedó solucionado ya que muchos jornaleros emigraron a la


ciudad, el gran problema estructural de España dejó de existir cuando millares y
millares de jornaleros dejaron de presionar en el campo. Los latifundios siguieron
existiendo, y debido a que los jornales subieron se mecanizó el campo para obtener
mayores beneficios, lo que impulsó la industria de bienes de equipo.

Entre 1961 y 1974 el PIB creció un 7%, superando la media europea. La


liberalización económica se hizo prácticamente necesaria para el régimen si quería
sobrevivir a medio/largo plazo. No obstante, entrañaba riesgos, se temía que habría
gente que demandara libertades políticas, y la clase media comenzó a aumentar
exponencialmente. El crecimiento económico legitimó al régimen, mucha gente quedó
contenta con este crecimiento económico. En 1964 se celebraron los 25 años del final de
la guerra, los 25 años de paz.

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