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Evaluación y gestión del riesgo en adolescentes infractores

Article · December 2014

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2 authors:

Lorena Maneiro Olalla Cutrín


University of Santiago de Compostela University of Santiago de Compostela
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© Cadernos de Dereito Actual Nº 2 (2014) · ISSN 2340-860X

EVALUACIÓN Y GESTIÓN DEL RIESGO EN ADOLESCENTES


INFRACTORES

LORENA MANEIRO BOO – OLALLA CUTRÍN MOSTEIRO


Doctorandas en Psicología del Trabajo y las Organizaciones
Jurídica-Forense y del Consumidor y Usuario
Universidad de Santiago de Compostela

Sumario: 1. Conducta desviada y delincuencia juvenil. 2. Valoración del riesgo de


violencia y predicción de la conducta delictiva. 3. Valoración del riesgo en
adolescentes infractores (VRAI). 3.1. Historia previa de actos antisociales. 3.2.
Familia. 3.3. Escuela. 3.4. Grupo de iguales. 3.5. Comunidad. 3.6. Factores
individuales. 3.7. Otros factores de riesgo relevantes. 3.8. Factores de protección.
4. Evaluación del riesgo e intervenciones eficaces. 5. Conclusión.

Resumen: En las últimas décadas ha cobrado importancia la evaluación del riesgo


de violencia basada en un modelo de juicio clínico estructurado, cuya importancia
radica en la utilización de guías e instrumentos empíricamente validados que
faciliten la valoración y gestión del riesgo. En la comunidad autónoma de Galicia ha
sido desarrollado un protocolo de Valoración del riesgo en adolescentes infractores
(VRAI), con el fin de evaluar la probabilidad de ocurrencia de una determinada
conducta antisocial a partir de una serie de factores de riesgo. Una vez realizada la
valoración, el riesgo podrá ser gestionado con el fin de prevenir consecuencias
negativas futuras. El presente trabajo proporciona una visión descriptiva acerca de
este instrumento, de los factores que lo componen, así como las implicaciones para
una intervención eficaz que de él se derivan.
Palabras clave: valoración de riesgo, gestión de riesgo, adolescencia, conducta
antisocial

Abstract: Violence risk assessment based on a model of structured clinical


judgment has become more important over the last few decades. This importance
lies in the use of empirically validated guidelines and tools that facilitate the
assessment and management of risk. In the autonomous community of Galicia, a
young offender’s risk assessment protocol (VRAI) has been developed in order to
evaluate the probability of occurrence of a given antisocial behavior from a number
of risk factors. Once the assessment has been made, the risk can be managed in
order to prevent future negative consequences. This paper provides a descriptive
view of this instrument, the factors involved, and the implications for effective
intervention that derive from it.
Keywords: risk assessment, risk management, adolescence, antisocial behavior.

1. Conducta desviada y delincuencia juvenil


La conducta antisocial y la delincuencia han sido durante décadas objeto de
estudio de numerosos investigadores en el campo de la Psicología, al tratarse de un
problema que afecta de forma cotidiana a las sociedades de todo el mundo. No
obstante, el interés y la preocupación aumentan cuando son los menores

Recibido: 31/10/2014. Aceptado: 21/11/2014.


144 OTROS ESTUDIOS JURÍDICOS Cadernos de Dereito Actual Nº 2 (2014)

específicamente los que llevan a cabo las conductas desviadas. GARRIDO1 entiende
por “desviación” toda aquella conducta, idea o atributo que ofende o perturba a los
miembros de una sociedad; es por tanto un concepto relativo, que varía de un
contexto a otro. La conducta delictiva se considera una forma de desviación, ya que
se tipifica como tal y se prohíbe en las leyes penales de una sociedad. Este mismo
autor define al delincuente juvenil como “aquella persona que no posee la mayoría
de edad penal y que comete un hecho que está castigado por las leyes. La sociedad,
por este motivo, no le impone un castigo, sino una medida de reforma, ya que se
supone falto de la capacidad de discernimiento ante los modos de actuar legales e
ilegales. La infracción punible es cualquiera de las consideradas como delitos en el
caso de los adultos y, usualmente, también ciertas conductas o estados que
impliquen una vida irregular” 2. Por tanto, puede entenderse la conducta delictiva
como aquellos actos antisociales que ponen al actor en riesgo de convertirse en foco
de atención de los profesionales de la justicia penal y juvenil3.
Habitualmente se utilizan datos oficiales para justificar o hacer referencia a la
presencia de delincuencia en un contexto determinado. Sin embargo, este hecho
plantea un problema con respecto a la denominada “cifra negra” de la delincuencia,
es decir, aquellos delitos no conocidos por las autoridades y por tanto ausentes en
las estadísticas oficiales4. Las cifras oficiales sobre delincuencia sólo incluyen delitos
que son denunciados, suponiendo ello una grave limitación a la hora de estudiar el
fenómeno de la delincuencia. Algunos estudios sugieren que la magnitud de la cifra
negra es aproximadamente diez o veinte veces mayor que la reflejada en las
estadísticas oficiales5. Por tanto, si queremos conocer el impacto real del fenómeno
en la sociedad deberemos tener en consideración la magnitud total del problema,
así como determinadas características psicológicas y sociológicas de los jóvenes
implicados en conductas desviadas y de los contextos en los que éstas se llevan a
cabo.
Debido a estas razones, se ha planteado la necesidad de desarrollar e
incorporar en el campo de la investigación sobre delincuencia otros métodos
alternativos de recogida de información, que complementen las estadísticas oficiales
y faciliten la profundización en el conocimiento de las conductas delictivas de los
jóvenes. Este es precisamente el objetivo que se pretende alcanzar mediante la
utilización del método de autoinforme6. El método del autoinforme supone que la
información recabada hará referencia a la conducta “admitida” por los jóvenes a
través de preguntas directas sobre su propia conducta antisocial y las variables
contextuales que influyen en la misma. De este modo, se facilita la construcción de
una visión real acerca del fenómeno delictual juvenil. Además, la utilidad y

1
GARRIDO GENOVÉS, V. "Delincuencia juvenil. Orígenes, prevención y tratamiento".
Madrid: Alhambra, 1986.
2
GARRIDO GENOVÉS, op. cit., pp. 11
3
ANDREWS, D.A., y BONTA, J. "The psychology of criminal conduct". Newark, NJ:
LexisNexis. 2006.
4
BIRKBECK, C. "Tres enfoques necesarios para la criminología", Capítulo Criminológico, 32,
2004, 393-411.
5
RECHEA, C., BARBERET, R., MONTAÑÉS, J., y ARROYO, L. "La delincuencia juvenil en
España: Autoinforme de los jóvenes". Madrid: Ministerio de Justicia. 1995.
6
RECHEA, op. cit., pp. 8.
Lorena Maneiro y Olalla Cutrín Evaluación y gestión del riesgo 145

veracidad del método del autoinforme han sido comprobadas empíricamente, siendo
este sistema de recogida de datos avalado por la comunidad científica.

2. Valoración del riesgo de violencia y predicción de la conducta


delictiva
En los últimos años se han desarrollado nuevas técnicas para predecir la
conducta violenta basadas en tres elementos principales: a) un mejor conocimiento
de la naturaleza y procesos que producen la violencia, b) la sustitución del término
“peligrosidad” por el de “riesgo de violencia”, y c) el desarrollo de protocolos e
instrumentos de uso profesional para la valoración del riesgo de violencia7.
Una de las primeras dificultades para el estudio de la violencia es su
delimitación conceptual, siendo muy frecuente encontrar bajo la etiqueta de
violencia, erróneamente, fenómenos distintos tales como agresividad, impulsividad
o delincuencia. Además, el concepto de violencia puede entenderse como acción o
comportamiento y como disposición, capacidad o atributo psicológico. Ambas
connotaciones deben diferenciarse claramente ya que los determinantes de una
acción y los de una disposición son distintos. A nivel global podríamos decir que la
violencia es una conducta compleja, heterogénea, intencionada, infrecuente y
multicausal. No obstante, para predecir la conducta violenta no necesitamos
conocer sus causas eficaces, sino qué factores de riesgo están asociados con ella y,
al respecto, han sido varios los estudios que han demostrado que cada tipo de
violencia tiene sus factores de riesgo y protección asociados de forma específica8.
En un principio la predicción de la conducta violenta se basaba en la
valoración de la peligrosidad del sujeto desde una perspectiva clínica no
estructurada. La peligrosidad ha sido definida como la propensión de una persona a
cometer actos violentos, y categorizada a nivel legal como el riesgo de cometer
delitos graves por parte de un sujeto9. No obstante, la peligrosidad es una variable
discreta, estática y genérica que lleva a tomar decisiones del tipo todo/nada en el
pronóstico, guiadas únicamente por el juicio clínico del profesional. Por ello, se ha
considerado pertinente sustituir el concepto de “peligrosidad” por el de “riesgo de
violencia”, ya que éste último es un constructo continuo, variable y específico, que
permite tomar decisiones graduadas de pronóstico futuro de violencia10 11.
Comienza con este cambio de paradigma una segunda etapa en la valoración del
riesgo sustentada en los procedimientos actuariales.
El procedimiento actuarial basa la valoración del riesgo en la utilización de
instrumentos objetivos que cuantifican el riesgo de violencia, y ponderan la
importancia de la información obtenida utilizando reglas matemáticas
empíricamente sustentadas. Así, el riesgo podría entenderse como: “un peligro que
puede acontecer con una cierta probabilidad en el futuro y del que no
comprendemos totalmente sus causas o éstas no se pueden controlar de forma

7
ANDRÉS-PUEYO, A., y REDONDO, S. "Predicción de la violencia: Entre la peligrosidad y la
valoración del riesgo de violencia", Papeles del Psicólogo, 28, 2007, 157-173.
8
ANDRÉS-PUEYO y REDONDO, op. cit., pp. 157-173.
9
ANDRÉS PUEYO, A., y ECHEBURÚA, E. "Valoración del riesgo de violencia: Instrumentos
disponibles e indicaciones de aplicación", Psicothema, 22, 2010, 403-409.
10
ANDRÉS-PUEYO y ECHEBURÚA, op. cit., pp. 403-409.
11
ANDRÉS-PUEYO y REDONO, op. cit., pp. 157-173.
146 OTROS ESTUDIOS JURÍDICOS Cadernos de Dereito Actual Nº 2 (2014)

absoluta”12. Por ende, por factor de riesgo se entendería toda aquella característica
(ya sea ésta personal, familiar, grupal, social…) cuya presencia aumenta la
probabilidad de que se produzca un determinado fenómeno. Es decir, en el caso que
nos ocupa, un factor de riesgo sería toda aquella variable que sitúa al joven, en
cierta medida, en una posición de vulnerabilidad hacia el desarrollo de conductas
antisociales o delictivas13 14.
Sin embargo, para entender el concepto de factor de riesgo se necesitan una
serie de matizaciones. En primer lugar, el factor de riesgo conlleva una concepción
probabilística, no determinista; esto es, la presencia de factores de riesgo no
implica necesariamente que el sujeto vaya a desarrollar la conducta problema, sino
que éste tendrá una mayor probabilidad de manifestarla en comparación con
individuos que no están bajo la influencia de dichos factores. En segundo lugar, los
factores de riesgo son descriptivos, es decir, dan cuenta de la relación existente
entre ciertas variables de riesgo y la conducta problema en un momento
determinado. No obstante, no se puede establecer en base a los mismos una
relación de causalidad de la conducta problema. Además, se ha sugerido que tales
factores interactúan y se influyen mutuamente15, por lo que ningún factor por sí
solo permite predecir adecuadamente la conducta problema. Por último, se ha
planteado que los factores de riesgo tienen efectos acumulativos16; ello implica que
la exposición continuada a un factor de riesgo incrementa la probabilidad de
desarrollar la conducta problema en mayor medida que si el sujeto solo se ve
expuesto al mismo en un momento puntual.
Se debe precisar, además, que los diferentes factores de riesgo tienen
distintos mecanismos de influencia sobre la conducta. Así, algunos factores ejercen
su influencia de manera directa sobre la conducta problema: el refuerzo positivo de
la conducta antisocial por parte de los iguales desviados, aumentará la probabilidad
de que el adolescente manifieste dicha conducta, quizás sin la necesidad de ningún
otro mecanismo intermedio. En otros casos, los factores inciden sobre la conducta
problema de un modo indirecto, mediando el efecto de otros factores. Por ejemplo,
las malas relaciones familiares pueden no incidir directamente sobre la conducta
antisocial, pero pueden dar lugar a que el joven pase más tiempo fuera del hogar,
incrementándose así la probabilidad de vinculación con amigos problemáticos;
siendo la integración en un grupo desviado el factor próximo o directo de la
conducta anti-normativa del adolescente. Por último, la influencia que ejercen los
factores de riesgo puede ser condicional, aumentando la vulnerabilidad del individuo
ante la exposición a otros factores; unas habilidades sociales deficientes podrían
facilitar el desarrollo de conductas antisociales, no debido a que induzcan dicho
comportamiento per se, sino porque unas inadecuadas habilidades sociales hacen al
sujeto más vulnerable ante la presión o influencia del grupo de iguales.

12
Ibidem, pp. 164.
13
ANDREWS Y BONTA, op. cit., pp. 47.
14
LUENGO, M. A., GÓMEZ-FRAGUELA, J. A., GARRA, A., ROMERO, E., y LENCE PEREIRO, M.
" La prevención del consumo de drogas y la conducta antisocial en la escuela: análisis y
evaluación de un programa". Madrid: Ministerio de Educación y Cultura, 1999.
15
BARRACA, J. y ARTOLA, T. "La inadaptación social desde un enfoque operativo",
EduPsykhé Revista de Psicología y Psicopedagogía, 5, 2006, 53-72.
16
LUENGO ET AL, op. cit.
Lorena Maneiro y Olalla Cutrín Evaluación y gestión del riesgo 147

La evidencia empírica diferencia entre aquellos factores estáticos o históricos,


que han acontecido en el pasado y no pueden ser modificables por el sujeto (p.ej.
maltrato infantil, historia de violencia previa); y los factores dinámicos, que son
susceptibles de variaciones significativas a lo largo del tiempo (p.ej. actitudes anti-
normativas, capacidad de autocontrol)17. No obstante, debe tenerse en cuenta
también la existencia de factores que mitigan el impacto de los factores de riesgo y
que salvaguardan al sujeto de su influencia, reduciendo la probabilidad de
implicación en actividades delictivas futuras. Son los denominados factores de
protección y hacen referencia a diversas variables como apoyo prosocial o capacidad
de superación de los problemas18.
La aplicación del conocimiento de los factores de riesgo asociados a la
violencia es el fundamento de la valoración del riesgo19. Así, las técnicas de
predicción de la violencia constituyen procedimientos que tienen como objetivo la
estimación de la probabilidad de ocurrencia del comportamiento violento en el
futuro. Sin embargo, la valoración del riesgo no debería basarse en una evaluación
puntual, sino que debería ser reevaluada periódicamente en función de las nuevas
circunstancias, para dotar así a la predicción de un carácter dinámico que permita
gestionar el riesgo de una forma variable en el tiempo según las distintas
circunstancias cambiantes20.
Tras el auge de la perspectiva actuarial se ha considerado que para llevar a
cabo la estimación del riesgo de violencia de un modo más completo y apropiado, la
valoración debería estar basada en un procedimiento que integre aspectos propios
de la valoración clínica (como la evaluación clínica estructurada y toma de decisión
final) y de la actuarial (como la recogida e inclusión de datos predictores
empíricamente verificados). Esta sería la valoración basada en el denominado juicio
clínico estructurado21, que se lleva a cabo con la ayuda de las guías de valoración
del riesgo, basadas en la investigación clínica y en los estudios epidemiológicos. No
obstante, este procedimiento requiere protocolizar el proceso de evaluación y
adiestrar adecuadamente a los profesionales.
En suma, lo más significativo en la labor de predicción es analizar los factores
de riesgo, tanto estáticos como dinámicos, asociados empíricamente a la violencia y
contrastados clínicamente en un protocolo a modo de guía de valoración del riesgo.
Existen guías de valoración de riesgo mediante las que se analizan los factores
asociados tanto a la violencia de forma genérica (e.g. la Assessing Risk for Violence
o HCR-20; o la Psychopathy Checklist-Revised o PCL-R), como a ciertos tipos de
violencia específica (e.g. la Spousal Assault Risk Assessment Guide o SARA, para la
valoración de la violencia contra la pareja; o la Structured Assessment of Violence
Risk in Youth o SAVRY, para la valoración de la violencia juvenil).

17
ANDREWS y BONTA, op. cit., pp. 48.
18
HAWKINS, J. D., HERRENKOHL, T., FARRINGTON, D. P., BREWER, D., CATALANO, R. F., y
HARACHI, T. W. "A review of predictors of youth violence". En, Serious and violent juvenile
offenders: Risks factors and successful interventions, R. Loeber, y D. P. Farrington (Eds.),
1998, pp. 106-146.
19
ANDRÉS-PUEYO y REDONDO, op. cit., pp. 157-173.
20
ANDRÉS-PUEYO y ECHEBURÚA, op. cit., pp. 403-409.
21
Ibidem, pp. 403-409.
148 OTROS ESTUDIOS JURÍDICOS Cadernos de Dereito Actual Nº 2 (2014)

En el presente trabajo se llevará a cabo una revisión sobre el primer


protocolo de valoración del riesgo en adolescentes en la comunidad autónoma
gallega, conocido como Valoración del Riesgo en Adolescentes Infractores o VRAI22.

3. Valoración del riesgo en adolescentes infractores (VRAI)


El protocolo de Valoración del Riesgo en Adolescentes Infractores (VRAI)23
surgió en el año 2008 como una iniciativa entre la Fundación Camiña Social y la
Unidad de Investigación en Prevención de Problemas de Conducta (UDIPRE) de la
Universidad de Santiago de Compostela. Este protocolo pretende ser una
herramienta útil de valoración del riesgo en aquellos menores que acceden al
sistema de justicia en nuestra comunidad.
Puesto que el objetivo es evaluar la presencia de determinados factores de
riesgo en una muestra de adolescentes infractores, se solicitó la colaboración de
diversos centros de menores de Galicia, tanto de Reforma como de Protección. La
recogida de información para la validación del protocolo se llevó a cabo mediante
una aplicación informatizada del VRAI. Para su correcta implementación, el personal
técnico de cada centro debía acceder al protocolo electrónico mediante una clave
personalizada para mantener el anonimato del joven y la confidencialidad de los
datos, y responder una serie de cuestiones acerca de la historia de cada menor.
Esta información era obtenida a partir de datos de archivo y entrevistas individuales
previamente realizadas. A continuación, y utilizando la misma clave que su técnico
supervisor, los menores debían cumplimentar el protocolo de forma individual, a
través del método de autoinforme. Una vez terminado el proceso, se obtenía un
perfil de cada sujeto en función de la presencia o ausencia de los factores de riesgo
y de protección analizados.
La importancia del VRAI radica principalmente en la justificación teórica de
todos y cada uno de los factores que lo componen. Estos factores son agrupados en
base a su carácter estático o dinámico, resultando en una clasificación de factores
históricos, psicosociales, individuales y de protección. La inclusión de dichos factores
en el instrumento se sustenta en base a trabajos que previamente han encontrado
cierta relación entre cada uno de ellos y la conducta antisocial o delictiva llevada a
cabo por adolescentes. A continuación se expone una breve descripción de cada uno
de estos factores, así como cierta evidencia empírica hallada en cuanto a su relación
con la conducta antisocial en la adolescencia.
3.1. Historia previa de actos antisociales
Este factor evalúa la presencia de actos violentos del joven en el pasado,
entendiendo el acto violento como “una agresión o un acto de violencia física que es
suficientemente grave para causar daño a otra persona o personas (como cortes,
morados, rotura de huesos, muerte, etc.) sin importar si efectivamente hay daño
resultante; cualquier acto forzoso de agresión sexual; o una amenaza contra otra
persona que se ha proferido sosteniendo un arma”. Además de la presencia, se
tendrá en cuenta el número total y la severidad de los actos violentos. Asimismo, se

22
LUENGO, M. A., SOBRAL, J., GÓMEZ-FRAGUELA, J. A., VILLAR, P., MARZOA, J. A.,
CASTRO, E., y GONZÁLEZ, B. "Protocolo de avaliación de risco no sistema de menores e
mozos/as", Proyecto de investigación, Universidad de Santiago de Compostela, 2009.
23
Ibidem
Lorena Maneiro y Olalla Cutrín Evaluación y gestión del riesgo 149

contempla la presencia de otros actos delictivos no violentos (robo, hurto, conducta


contra normas, vandalismo, allanamiento, drogas y otros delitos).
Un amplio cuerpo de investigación muestra que los jóvenes con historia de
conducta antisocial en el pasado tienen una mayor probabilidad de implicarse en
actividades similares en la adolescencia y adultez24 25. Sin embargo, parecen existir
diferencias en cuanto a la tipología conductual previa con respecto a las
consecuencias antisociales encontradas. Los sujetos con una historia de conductas
más agresivas y violentas tendrán consecuencias delictivas más graves y
persistentes, en comparación con aquellos que únicamente evidencian conductas
antisociales no violentas26 27. No obstante, también se ha planteado la posibilidad de
que la manifestación de conductas antisociales más encubiertas pudiera progresar
hasta dar paso a conductas más agresivas y violentas28.
A su vez, el VRAI proporciona información sobre el inicio temprano de los
problemas de conducta de los jóvenes, específicamente si las infracciones cometidas
por los menores han tenido comienzo antes de los diez años. Según MOFFIT29, a
diferencia de los chicos que inician su carrera antisocial en la adolescencia, los niños
delincuentes de inicio temprano presentan en su comportamiento antisocial mayor
continuidad temporal, mayor estabilidad contextual y mayor variabilidad en su
repertorio de conductas antisociales.
3.2. Familia
La familia es uno de los grupos más destacados dentro de las clasificaciones
internacionales sobre factores de riesgo30. Específicamente, las relaciones agresivas
o violentas entre los miembros de una familia, tanto entre los progenitores o
cuidadores como de éstos hacia otro miembro de la familia, pueden tener un
impacto negativo en los menores que conviven en estos hogares. El protocolo VRAI
evalúa tanto la violencia física como la violencia psicológica acontecida entre los
padres/cuidadores o de éstos hacia alguno de los hermanos del menor
La presencia de violencia en el hogar es considerada como un factor de riesgo
debido a los numerosos problemas que padecen los menores expuestos. Algunos
estudios de meta-análisis han evidenciado consecuencias de origen externalizante
(conductas disruptivas y agresivas, rabietas, violencia, etc.) en aquellos jóvenes
que habían sido expuestos a violencia doméstica en la infancia31 32 33. Además,

24
BORUM, R., y VERHAAGEN, D. "Assessing and managing violence risk in juveniles". New
York, NY: Guilford Press, 2006.
25
LOEBER, R. "Development and risk factors of juvenile antisocial behavior and
delinquency",Clinical Psychology Review, 10, 1990, pp. 1-41.
26
LOEBER, R., y HAY, D. "Key issues in the development of aggression and violence from
childhood to early adulthood", Annual Review of Psychology, 48, 1997, pp. 371-410.
27
MOFFITT, T. E. "Adolescence-limited and life-course-persistent antisocial behavior: A
developmental taxonomy", Psychological Review, 100, 1993, pp. 674.
28
PATTERSON, G. R., y YOERGER, K. "Intraindividual growth in covert antisocial behaviour:
A necessary precursor to chronic juvenile and adult arrests?" Criminal Behaviour and Mental
Health, 9, 1999, pp. 24-38.
29
MOFFIT, op. cit., pp. 674.
30
FARRINGTON, D. P. "Childhood origins of antisocial behavior", Clinical Psychology &
Psychotherapy, 12, 2005, pp. 177-190.
31
EVANS, S. E., DAVIES, C., y DILILLO, D. "Exposure to domestic violence: A meta-analysis
of child and adolescent outcomes", Aggression and Violent Behavior, 13, 2008, pp. 131-140.
150 OTROS ESTUDIOS JURÍDICOS Cadernos de Dereito Actual Nº 2 (2014)

tendrán una mayor probabilidad de llevar a cabo conductas antisociales y delictivas


en la adolescencia34 35.
Dentro del apartado de violencia familiar se encuentra también la
victimización directa o maltrato infantil, que se conceptualiza en base a cuatro
tipologías de conductas anti-normativas ejercidas por los progenitores o cuidadores
hacia los menores. De este modo, el VRAI contempla la presencia de malos tratos
físicos y psicológicos, abuso sexual y negligencia en la infancia. Sin embargo, la
mayoría de estudios en el campo de investigación sobre esta temática centran su
atención únicamente en la presencia de maltrato físico. Los hallazgos muestran que
este tipo de maltrato en la infancia incrementa la probabilidad de llevar a cabo
conductas antisociales, agresivas y delictivas en la adolescencia36 37. Debido a la
escasez de estudios sobre el abuso sexual, la negligencia y el maltrato psicológico,
resulta de vital importancia analizar los efectos que cada uno de estos tipos de
victimización ejerce sobre las conductas anti-normativas de los adolescentes.
A pesar de la creencia generalizada acerca de la gran magnitud de la
delincuencia, se trata de un fenómeno relativamente poco frecuente que se
concentra en un número limitado de familias. Algunos estudios señalan que
aproximadamente el 10% de las familias explican más del 50% de los delitos
criminales, atribuyendo la diferencia entre ambos porcentajes a la influencia
genética y social38. Debido a la aparente transmisión intergeneracional de la
conducta antisocial, la historia delictiva de los padres o cuidadores ha sido tenida en
cuenta como un posible factor de riesgo en la aparición de conductas problema en la
adolescencia. El VRAI recoge información acerca de la estancia en prisión del padre,
la madre y los hermanos del/a joven, así como sobre otro tipo de conductas ilegales
que no hayan dado como resultado una condena.
Los hallazgos encontrados en el campo de investigación evidencian una fuerte
influencia de las condenas o estancias en prisión parentales sobre la conducta

32
KITZMANN, K. M., GAYLORD, N. K., HOLT, A. R., y KENNY, E. D. "Child witnesses to
domestic violence: A meta-analytic review", Journal of Consulting and Clinical Psychology,
71, 2003, pp. 339.
33
WOLFE, D. A., CROOKS, C. V., LEE, V., MCINTYRE-SMITH, A., y JAFFE, P. G. "The effects
of children's exposure to domestic violence: A meta-analysis and critique", Clinical Child and
Family Psychology Review, 6, 2003, 171-187.
34
MRUG, S., y WINDLE, M. "Bidirectional influences of violence exposure and adjustment in
early adolescence: Externalizing behaviors and school connectedness", Journal of Abnormal
Child Psychology, 37, 2009, pp. 611-623.
35
WEAVER, C. M., BORKOWSKI, J. G., y WHITMAN, T. L. "Violence breeds violence:
Childhood exposure and adolescent conduct problems", Journal of Community Psychology,
36, 2008, pp. 96-112.
36
HERRERA, V. M., y MCCLOSKEY, L. A. "Gender differences in the risk for delinquency
among youth exposed to family violence", Child Abuse & Neglect, 25, 2001, pp. 1037-1051
37
PARK, A., SMITH, C., y IRELAND, T. "Equivalent harm? The relative roles of maltreatment
and exposure to intimate partner violence in antisocial outcomes for young adults", Children
and Youth Services Review, 34, 2012, pp. 962-972.
38
MOFFITT, T. E. "The new look of behavioral genetics in developmental psychopathology:
Geneenvironment interplay in antisocial behaviors", Psychological Bulletin, 131, 2005, pp.
533-554.
Lorena Maneiro y Olalla Cutrín Evaluación y gestión del riesgo 151

criminal de los adolescentes39. MURRAY, FARRINGTON Y SEKOL40 llevaron a cabo un


meta-análisis en el que confirmaron la asociación positiva significativa entre el
encarcelamiento parental y la conducta antisocial de los jóvenes. Por su parte,
BESEMER41 observa en su estudio que el número de condenas de los padres influye
significativamente en el índice de infracciones cometidas por los adolescentes. Pese
a la importancia del encarcelamiento parental, ha sido postulado que el
comportamiento criminal de los padres o cuidadores, aún no habiendo permanecido
en prisión, es también un potente factor de riesgo para la aparición de conductas
antisociales42.
Otro de los factores familiares evaluados en el VRAI hace referencia a la
separación temprana de los cuidadores. Este factor evalúa la posible separación
física entre el menor y sus padres o cuidadores durante la infancia, así como la
duración de esta separación y la apertura de expedientes por parte del servicio de
protección/tutela de menores. BOWLBY43 justifica la influencia de la separación
temprana de los padres sobre los problemas de ajuste psicosociales en los menores
a partir de su Teoría del apego. Según esta teoría, los niños establecen vínculos
afectivos con sus progenitores desde el nacimiento, resultando en una proximidad
física y emocional que, en caso de romperse, generará en el menor un sentimiento
de ansiedad y frustración. Estas emociones negativas influirán a su vez en el
desarrollo de conductas desadaptativas en la adolescencia. De forma específica, se
ha encontrado que la separación temprana de los cuidadores favorece la aparición
de conductas antisociales en los jóvenes44, especialmente si éstos habían sido
internados en centros de menores antes de los doce años45.
Uno de los factores que más ha llamado la atención de los investigadores en
los últimos años es el referente a las prácticas que los padres utilizan con respecto a
la crianza de sus hijos. El VRAI analiza la calidad de las relaciones filio-parentales
establecidas, así como determinadas variables como el conflicto, la supervisión y el
apoyo, que caracterizan al entorno familiar de cada menor. Los resultados
encontrados en diversas investigaciones muestran que un elevado nivel de conflicto
intra-familiar se asocia de forma significativa con el incremento de las conductas
antisociales y delictivas de los adolescentes46. Por el contrario, un déficit en la

39
FARRINGTON, D. P., COID, J. W., y MURRAY, J. "Family factors in the intergenerational
transmission of offending", Criminal Behaviour and Mental Health, 19 ,2009, pp. 109-124.
40
MURRAY, J., FARRINGTON, D. P., y SEKOL, I. "Children's antisocial behavior, mental
health, drug use, and educational performance after parental incarceration: A systematic
review and meta-analysis". Psychological Bulletin, 138, 2012, pp. 175-210.
41
BESEMER, S. "The impact of timing and frequency of parental criminal behaviour and risk
factors on offspring offending", Psychology, Crime & Law, 20, 2014, pp. 78-99.
42
FARRINGTON, D. P., op. cit., pp. 177-190.
43
BOWLBY, J. "A secure base: Parent-child attachment and healthy human development"..
New York, NY, US: Basic Books, New York, NY, 1988.
44
HAWKINS ET AL, op. cit., pp. 106-146.
45
HAAS, H., FARRINGTON, D. P., KILLIAS, M., Y SATTAR, G. "The impact of different family
configurations on delinquency", British Journal of Criminology, 44, 2004, pp. 520-532.
46
KRISHNAKUMAR, A., Y BUEHLER, C. "Interparental conflict and parenting behaviors: A
meta‐analytic review", Family Relations, 49, 2000, pp. 25-44.
152 OTROS ESTUDIOS JURÍDICOS Cadernos de Dereito Actual Nº 2 (2014)

supervisión y el apoyo por parte de los cuidadores se relacionan con más problemas
de conducta, incluyendo violencia y delincuencia47.
3.3. Escuela
Otro de los grupos al que hacen alusión gran parte de las clasificaciones
internacionales sobre factores de riesgo es el referente al ámbito escolar en general
y al rendimiento académico en particular. A través del protocolo VRAI se obtiene
información acerca del nivel de escolarización de los jóvenes, su rendimiento medio
y si han repetido curso alguna vez. El bajo rendimiento escolar ha sido
frecuentemente relacionado con el desarrollo de conductas antisociales en la
adolescencia48. Diversos estudios han evidenciado una relación significativa negativa
entre el rendimiento académico y la aparición de conductas agresivas y violentas en
los jóvenes49. Asimismo, el bajo rendimiento escolar y logro académico se han
asociado con la presencia de conductas antisociales no violentas, como el consumo
de sustancias ilegales50.
No obstante, otro aspecto fuertemente relacionado con el desarrollo de
problemas de conducta es la falta de vinculación con la institución escolar. Este
factor se refiere al grado de absentismo escolar, así como la falta de interés y
motivación por los estudios. Los hallazgos contemplados en diversos estudios
evidencian una asociación significativa entre el déficit en la implicación con el
sistema educativo y el aumento de conductas antisociales y delictivas en la
adolescencia51.
3.4. Grupo de iguales
La influencia que el grupo de iguales desviados ejerce sobre la conducta de
los jóvenes es uno de los factores de riesgo más fuertemente relacionado con la
conducta antisocial juvenil52. El VRAI evalúa la presencia de conductas delictivas en
el círculo de amistades del joven y tiene en cuenta la cantidad de amigos que se
implican en actividades anti-normativas, así como la tipología antisocial que
caracteriza sus actividades y conductas.
Parece existir una mayor probabilidad de que los adolescentes que llevan a
cabo conductas violentas y delictivas formen parte de un grupo de iguales también

47
HOEVE, M., DUBAS, J. S., EICHELSHEIM, V. I., VAN DER LAAN, PETER H, SMEENK, W., Y
GERRIS, J. R. "The relationship between parenting and delinquency: A meta-analysis",
Journal of Abnormal Child Psychology, 37, 2009, pp. 749-775.
48
LIPSEY, M. W., Y DERZON, J. H. "Predictors of violent or serious delinquency in
adolescence and early adulthood: A synthesis of longitudinal research" En Serious and
violent juvenile offenders: Risks factors and successful interventions, R. Loeber y D. P.
Farrington (Eds.), Thousand Oaks, CA: Sage Publications, pp. 86-105.
49
HAWKINS ET AL, op. cit.
50
LATVALA, A., ROSE, R. J., PULKKINEN, L., DICK, D. M., KORHONEN, T., y KAPRIO, J.
"Drinking, smoking, and educational achievement: Cross-lagged associations from
adolescence to adulthood", Drug and Alcohol Dependence, 137, 2014, pp. 106-113.
51
HENRY, K. L., KNIGHT, K. E., y THORNBERRY, T. P. "School disengagement as a predictor
of dropout, delinquency, and problem substance use during adolescence and early
adulthood", Journal of Youth and Adolescence, 41, 2012, pp. 156-166.
52
LIPSEY y DERZON, op. cit., pp. 86-105.
Lorena Maneiro y Olalla Cutrín Evaluación y gestión del riesgo 153

desviados53. Además, el hecho de implicarse con amigos antisociales favorece la


aparición no solo de conductas agresivas y violentas, sino también de conductas
antisociales más encubiertas. Se ha hipotetizado que esta relación podría estar
influida por la intensidad y la estabilidad de la asociación con los iguales 54, sin
embargo, algunos estudios han postulado que no sería tanto el tiempo que los
jóvenes pasan con estos iguales, sino la proporción de amigos desviados dentro del
grupo, la que favorecería la aparición de conductas antisociales55.
Existe también la posibilidad de que el menor haya sido rechazado o
marginado en la infancia por sus compañeros. En este caso, el evaluador debe
contemplar si este hecho se ha producido antes de que el menor cumpliese los diez
años. Algunos estudios han planteado que el sentimiento generado a partir del
rechazo por parte de los iguales en la infancia temprana podría influir de forma
significativa en la aparición de conductas problemáticas en la adolescencia56. Se ha
contemplado que el rechazo por parte del grupo de iguales podría ser el paso previo
a la vinculación con iguales desviados, influyendo a su vez en la aparición de la
conducta antisocial57.
3.5. Comunidad
El entorno en el que crecen y se socializan los menores parece tener cierta
influencia sobre las actitudes y conductas que éstos llevarán a cabo en un futuro.
De este modo, residir en un barrio pobre, con fácil acceso a las drogas, donde la
violencia y la delincuencia están presentes prácticamente a diario, puede afectar al
desarrollo de conductas anti-normativas en los jóvenes. El VRAI evalúa la presencia
de estas características marginales en el vecindario de origen del menor.
La variable contextual clásicamente más analizada en relación con la
marginalidad social ha sido el estatus socio-económico o la clase social. En general
se ha encontrado que aquellos jóvenes que conviven en barrios caracterizados por
un bajo nivel socio-económico, en los que la concentración de recursos es limitada,
tendrán una tendencia mayor a desarrollar conductas agresivas y violentas en la

53
HENRY, D. B., TOLAN, P., y GORMAN-SMITH, D. "Longitudinal family and peer group
effects on violence and nonviolent delinquency", Journal of Clinical Child Psychology, 30,
2001, pp. 172-186.
54
LAURSEN, B., HAFEN, C. A., KERR, M., y STATTIN, H. "Friend influence over adolescent
problem behaviors as a function of relative peer acceptance: To be liked is to be emulated",
Journal of Abnormal Psychology, 121, 2012, pp. 88-94.
55
HAYNIE, D. L. "Friendship networks and delinquency: The relative nature of peer
delinquency", Journal of Quantitative Criminology, 18, 2002, pp. 99-134.
56
DODGE, K. A., LANSFORD, J. E., BURKS, V. S., BATES, J. E., PETTIT, G. S., FONTAINE, R.,
y PRICE, J. M. "Peer rejection and social information processing factors in the development
of aggressive behavior problems in children", Child Development, 74, 2003, pp. 374-393.
57
VITARO, F., PEDERSEN, S., Y BRENDGEN, M. "Children's disruptiveness, peer rejection,
friends' deviance, and delinquent behaviors: A process-oriented approach", Development
and Psychopathology, 19, 2007, pp. 433-453.
154 OTROS ESTUDIOS JURÍDICOS Cadernos de Dereito Actual Nº 2 (2014)

adolescencia58. Además, se ha observado que los jóvenes delincuentes que regresan


a barrios desfavorecidos o marginales tenderán a reincidir en mayor medida59.
3.6. Factores individuales
Los factores individuales hacen referencia a todas aquellas características
temperamentales, cognitivas y de personalidad que definen a un sujeto. Se
engloban variables como la impulsividad, empatía, actitudes hacia la violencia,
hostilidad, narcisismo, problemas de concentración e hiperactividad o consumo de
sustancias. Este grupo de factores pertenecen a la categoría de factores dinámicos,
es decir, son susceptibles de variaciones significativas a lo largo del tiempo.
La impulsividad es un concepto estrechamente vinculado a la búsqueda de
sensaciones y experiencias variadas, innovadoras e intensas. Se trata de una
característica temperamental que hace referencia a la "intensidad en las
reacciones"60. Ha sido vinculado constantemente con la asunción de riesgos y las
conductas antisociales y delictivas, ya que los sujetos actúan sin pensar y sin tener
en cuenta las consecuencias que de ello se derivan. La impulsividad está
estrechamente ligada al constructo conformado por el déficit de atención y la
hiperactividad, caracterizado por un déficit en el control de la atención, inquietud
motora y conductas impulsivas. Diversos estudios evidencian relación entre todas
las medidas de este constructo y la conducta antisocial adolescente, incluyendo
consumo de sustancias y encarcelamientos61.
Por su parte, la empatía ha sido definida como la habilidad para entender y
compartir el estado emocional de los otros62. A diferencia de la impulsividad, un alto
nivel de empatía se asocia con una mayor protección frente a las conductas
problemáticas, mientras que un bajo nivel se relaciona con mayores conductas
antisociales y delictivas en la adolescencia63. Se trata de un concepto
multidimensional donde se diferencia, por un lado, la empatía afectiva, definida
como la capacidad para compartir el estado emocional y experimentar sentimientos
similares a los de la otra persona; y, por otro, la empatía cognitiva, es decir, la
habilidad para comprender los sentimientos y emociones de otras personas64. La
empatía es uno de los conceptos básicos definitorios del factor afectivo de la

58
PARDINI, D. A., LOEBER, R., FARRINGTON, D. P., y STOUTHAMER–LOEBER, M.
"Identifying direct protective factors for nonviolence", American Journal of Preventive
Medicine, 43, 2012, pp. 28-40.
59
KUBRIN, C. E., y STEWART, E. A. "Predicting who reoffends: The neglected role of
neighborhood context in recidivism studies", Criminology, 44, 2006, pp. 165-197.
60
ANDREWS y BONTA, op. cit., pp. 174.
61
BIHLAR MULD, B., JOKINEN, J., BÖLTE, S., y HIRVIKOSKI, T. "Attention
deficit/hyperactivity disorders with co-existing substance use disorder is characterized by
early antisocial behaviour and poor cognitive skills", BMC Psychiatry, 13, 2013, pp. 336-347.
62
COHEN, D., y STRAYER, J. "Empathy in conduct-disordered and comparison youth",
Developmental Psychology, 32, 1996, pp. 988.
63
JOLLIFFE, D., y FARRINGTON, D. P. "Empathy and offending: A systematic review and
meta-analysis", Aggression and Violent Behavior, 9, 2004, pp. 441-476.
64
VAN LANGEN, M. A. M., WISSINK, I. B., VAN VUGT, E. S., VAN DER STOUWE, T., y
STAMS, G. J. J. M. "The relation between empathy and offending: A meta-analysis",
Aggression and Violent Behavior, 19, 2014, pp. 179-189.
Lorena Maneiro y Olalla Cutrín Evaluación y gestión del riesgo 155

psicopatía que se caracteriza por la dureza emocional65. La revisión llevada a cabo


por FRICK Y WHITE66 puso de manifiesto que un estilo interpersonal caracterizado
por la dureza emocional (p.ej. ausencia de sentimientos de culpa, falta de empatía o
insensibilidad hacia los demás) define a un grupo específico de jóvenes con un
patrón particularmente severo, agresivo y estable de conductas antisociales.
Dentro de las características de personalidad se incluye también el
narcisismo. Este factor se caracteriza por un alto sentido de grandiosidad, una
demanda constante de atención y reconocimiento y una desconsideración hacia las
necesidades y reacciones de los demás. El narcisismo, principalmente su
componente desadaptativo, se asocia fuertemente con diferentes problemas de
conducta en la infancia y adolescencia, incluyendo agresión proactiva y reactiva,
conductas violentas y delincuencia67.
El VRAI evalúa también determinadas características cognitivas asociadas a
las conductas anti-normativas. Una de las más estudiadas hace referencia a las
actitudes favorables a la violencia, es decir, todas aquellas actitudes o creencias que
están a favor de la agresión o delincuencia como medio de actuación y solución de
problemas. Las actitudes negativas pueden favorecer la distorsión de la realidad,
aumentando la tendencia a percibir conductas hostiles y amenazantes en otras
personas, así como una intencionalidad y provocación implícita en esos actos.
Además, la presencia de actitudes favorables a la agresión incrementa el riesgo de
violencia y delincuencia en la adolescencia68.
Se ha planteado también que los problemas en la gestión de la ira conducen a
la manifestación de conductas agresivas y violentas como respuesta catalizadora a
este estado anímico. Irritarse con facilidad, no poder controlar los arrebatos de furia
o mostrar conductas hostiles y agresivas hacia las personas u objetos, son algunos
de los aspectos analizados en este instrumento. Según la evidencia empírica, una
baja tolerancia a la frustración asociada con altos niveles de ira y hostilidad
interpersonal favorecerá el desarrollo de conductas agresivas y antisociales en la
adolescencia, así como una mayor persistencia en estas conductas69.
Por otro lado, se ha analizado la influencia del estrés percibido y de la
capacidad de afrontamiento de las dificultades como posible factor de riesgo de la
conducta antisocial de los jóvenes. Pese a que una gran parte de los estudios
evalúan los efectos de determinadas situaciones estresantes en la infancia, como
maltrato infantil u otras situaciones traumáticas, sobre el correcto desarrollo
psicosocial de los menores, ha sido planteado que no sería la vivencia de tales

65
FRICK, P., y HARE, R. "The psychopathy screening device", Toronto: Multi-Health
Systems, 2001.
66
FRICK, P. J., y WHITE, S. F. "Research review: The importance of callous‐unemotional
traits for developmental models of aggressive and antisocial behavior", Journal of Child
Psychology and Psychiatry, 49, 2008, pp. 359-375.
67
BARRY, C. T., y ANSEL, L. L. "Assessment of youth narcissism". Hoboken, NJ, US: John
Wiley & Sons Inc, Hoboken, NJ, 2011.
68
BEYERS, J. M., LOEBER, R., WIKSTRÖM, P. H., y STOUTHAMER-LOEBER, M. "What
predicts adolescent violence in better-off neighborhoods?" Journal of Abnormal Child
Psychology, 29, 2001, pp. 369-381.
69
MASCHI, T., y BRADLEY, C. "Exploring the moderating influence of delinquent peers on
the link between trauma, anger, and violence among male youth: Implications for social
work practice", Child & Adolescent Social Work Journal, 25, 2008, pp. 125-138.
156 OTROS ESTUDIOS JURÍDICOS Cadernos de Dereito Actual Nº 2 (2014)

situaciones estresantes sino la percepción que los menores tienen sobre ellas, la
que influirá en la aparición de futuros problemas de conducta. Asimismo, las
estrategias que el joven utiliza en el afrontamiento de las situaciones estresantes
pueden modular los efectos que éstas tendrán sobre su funcionamiento psicosocial.
SHEK Y TANG70 observaron que los jóvenes caracterizados por altos índices de
estrés percibido mostraron más signos de violencia en la adolescencia. Además,
aquellos que llevaron a cabo un estilo de afrontamiento desadaptativo-evitador
tuvieron significativamente más problemas de conducta71.
Por último, el VRAI incluye dentro de los factores individuales los problemas
de los jóvenes con el consumo de sustancias ilegales como factor de riesgo de
aparición de futuros problemas de conducta. Evalúa diferentes tipos de sustancias,
entre los que se encuentra el consumo de tabaco, alcohol, marihuana, cocaína,
opiáceos u otras drogas. Los hallazgos encontrados en diversos estudios muestran
al respecto que gran parte de los delincuentes violentos son consumidores de
sustancias72, y que los adolescentes delincuentes que son consumidores reinciden
en mayor medida que los no consumidores73.
3.7. Otros factores de riesgo relevantes
A través del protocolo se recoge información, por un lado, sobre la existencia
de incumplimiento de medidas o sentencias judiciales previas por parte de los
adolescentes. Asimismo, se obtiene información sobre la falta de colaboración de los
menores en intervenciones de tratamiento anteriores (tanto en régimen cerrado,
como en régimen ambulatorio o régimen abierto). Por colaboración con la
intervención se entiende la motivación por participar, el reconocimiento de los
riesgos, las expectativas de cambio o la adherencia al programa de tratamiento.
Ha sido encontrado que uno de los predictores más fuertes de reincidencia
grave y violenta en jóvenes delincuentes era la presencia de problemas de conducta
durante el tratamiento y las intervenciones a las que habían sido asignados74. El
meta-análisis de LANDENBERGER Y LIPSEY75 ha constatado que la existencia de de
intentos previos de tratamiento se relacionan significativamente con la reducción de
la reincidencia delictiva.
Otro de los factores incluidos en el protocolo es el que tiene que ver con la
falta de apoyo prosocial y de intereses en actividades de ocio y diversión. Se ha

70
SHEK, D. T. L., y TANG, V. "Violent behavior in chinese adolescents with an economic
disadvantage. Psychological, family and interpersonal correlates", International Journal of
Adolescent Medicine and Health, 15, 2003, pp. 219-233
71
COMPAS, B. E., CONNOR-SMITH, J. K., SALTZMAN, H., THOMSEN, A. H., y WADSWORTH,
M. E. "Coping with stress during childhood and adolescence: Problems, progress, and
potential in theory and research", Psychological Bulletin, 127, 2001, pp. 87-127
72
BOLES, S. M., y MIOTTO, K. "Substance abuse and violence: A review of the literature",
Aggression and Violent Behavior, 8, 2003, pp. 155-174.
73
STOOLMILLER, M., y BLECHMAN, E. A. "Substance use is a robust predictor of adolescent
recidivism", Criminal Justice and Behavior, 32, 2005, pp. 302-328.
74
MULDER, E., BRAND, E., BULLENS, R., y VAN MARLE, H. "A classification of risk factors in
serious juvenile offenders and the relation between patterns of risk factors and recidivism",
Criminal Behaviour and Mental Health, 20, 2010, pp. 23-28.
75
LANDENBERGER, N. A., y LIPSEY. M. W. "The positive effects of cognitive–behavioral
programs for offenders: A meta-analysis of factors associated with effective treatment",
Journal of Experimental Criminology, 1, 2005, pp. 451–476.
Lorena Maneiro y Olalla Cutrín Evaluación y gestión del riesgo 157

planteado que una falta de implicación en actividades prosociales lúdicas junto con
una implicación en actividades no productivas (e.g.: salidas nocturnas, asistencia
repetida a bares, pubs y discotecas) se relaciona significativamente con el desarrollo
de conductas desviadas, como el consumo de sustancias76. Asimismo, una carencia
de lazos afectivos con adultos prosociales favorece la presencia de este tipo de
conductas77.
3.8. Factores de protección
Los factores de protección son considerados como aquellas características de
las personas y de las circunstancias que les rodean que están asociadas con una
reducción del riesgo de implicación en actividades criminales o antisociales78. Los
factores de protección recogidos en el VRAI hacen referencia a la implicación
prosocial, apoyo social fuerte, compromiso escolar o laboral y características de
resiliencia de los menores.
Los lazos que el joven establece con contextos convencionales prosociales
son indispensables para inhibir la aparición o compensar la presencia de conductas
desviadas. Las relaciones interpersonales estables y positivas que el menor
mantiene tanto dentro como fuera del entorno familiar, favorecen la prevención de
la aparición de conductas desadaptativas en la adolescencia79. Por tanto, tanto el
apoyo familiar como el apoyo social son protectores de la conducta antisocial
siempre y cuando este apoyo sea positivo y estable. Asimismo, la vinculación
positiva con el trabajo y los compañeros de escuela se ha relacionado con una
menor implicación en conductas desviadas80.
Por último, dentro de los factores de protección destaca el concepto de
resiliencia. Este término se define como un patrón de adaptación positiva ante la
existencia de adversidades pasadas o presentes81, conformado por características
individuales y por características del entorno en el que vive el individuo82. Implica,
por tanto, un proceso de superación y afrontamiento adecuado de las dificultades
presentes en el entorno, así como una evitación de las trayectorias negativas
asociadas a actividades y conductas de riesgo. La evidencia empírica sugiere que los
menores más resilientes tendrán una probabilidad menor de implicarse en

76
MUÑOZ-RIVAS, M., y GRAÑA, J. L. "Influencia del grupo de iguales y satisfacción con la
ocupación del tiempo libre". En Factores de riesgo en psicopatología del desarrollo, L.
Ezpeleta (Ed.), Barcelona: Masson, pp. 389-409.
77
HAWKINS ET AL, op. cit., pp. 106-146.
78
ANDREWS y BONTA, op. cit., pp. 48.
79
BENDER, D., y LÖSEL, F. "Protective and risk effects of peer relations and social support
on antisocial behaviour in adolescents from multi-problem milieus", Journal of Adolescence,
20, 1997, pp. 661- 678.
80
SHANTZ, A., ALFES, K., TRUSS, C., y SOANE, E. "The role of employee engagement in the
relationship between job design and task performance, citizenship and deviant behaviours",
The International Journal of Human Resource Management, 24, 2013, pp. 2608-2627.
81
WRIGHT, M. O., y MASTEN, A. S. "Resilience processes in development: Fostering positive
adaptation in the context of adversity". En Handbook of resilience in children, S. Goldstein, y
R. B. Brooks (Eds.), New York, NY: Kluwer Academic/Plenum Publishers, 2005, pp. 17-37.
82
KAPLAN, H. B. "Understanding the concept of resilience". En Handbook of resilience in
children, S. Goldstein y R. B. Brooks (Eds.), New York, NY: Kluwer Academic/Plenum
Publishers, 2005, pp. 39-47.
158 OTROS ESTUDIOS JURÍDICOS Cadernos de Dereito Actual Nº 2 (2014)

conductas antisociales y delictivas en la adolescencia, aun estando presentes


determinados factores de riesgo83.

4. Evaluación del riesgo e intervenciones eficaces


Los programas de intervención con adolescentes infractores deben centrar
sus actuaciones en la modificación de los factores predictores de la delincuencia.
Debe tenerse en cuenta que los delincuentes con un riesgo alto de reincidencia no
presentarán las mismas necesidades que los delincuentes de riesgo bajo o
moderado, por lo que las intervenciones necesariamente han de ser diferentes. Los
tratamientos más intensivos irán dirigidos a los delincuentes de alto riesgo,
mientras que los individuos de bajo riesgo serán más apropiados para la realización
de intervenciones en la comunidad, centrados en aspectos específicos relacionados
con los factores riesgo presentes.
Según la evidencia empírica, los programas de intervención que alcanzan
niveles mayores de reducción de reincidencia son aquellos que: a) centran sus
actuaciones en la modificación de los factores de riesgo presentes; b) emplean
tratamientos cognitivo-conductuales; y c) son dirigidos fundamentalmente a los
delincuentes de alto riesgo. Estos aspectos han sido puestos de manifiesto en uno
de los modelos más influyentes en el campo de investigación, el modelo de Riesgo-
Necesidades-Respuesta 84. Este modelo plantea que la intervención debe estar
centrada en el cambio de los factores predictores de la delincuencia. Dicho cambio
debe centrarse principalmente en los factores dinámicos o "necesidades
criminógenas", como cogniciones, actitudes o grupo de amigos, puesto que tales
factores son susceptibles de variaciones y cambios a lo largo del tiempo.
Por otro lado, los tratamientos que han demostrado mayor eficacia en la
reducción de la reincidencia son aquellos basados en un modelo cognitivo-
conductual y de carácter intensivo. Estos programas de intervención se adaptan a
las necesidades de cada delincuente mediante la utilización de técnicas como el
modelado o el role-playing, basados en la teoría del aprendizaje social. Asimismo,
se emplean técnicas de re-estructuración cognitiva y reforzamiento,
mayoritariamente de carácter positivo.
Algunos factores que ayudan a incrementar la eficacia de los programas de
tratamiento implican la realización de dichas intervenciones en la comunidad, el
seguimiento de los delincuentes tras haber finalizado el programa y un empleo de
profesionales preparados que se adecúen al tratamiento y a las necesidades del
delincuente. Además, aquellos programas que se dirigen al fomento de la
competencia personal y social del adolescente son los que obtienen resultados más
prometedores.

5. Conclusión
El protocolo de Valoración del Riesgo en Adolescentes Infractores (VRAI) tiene
implicaciones relevantes dentro del campo de la prevención y la intervención social,
tales como la importancia en la elaboración e implementación de programas de

83
BARTOL, C. R. "Resilience and antisocial behavior". En Current perspectives in forensic
psychology and criminal justice, C. R. Bartol y A. M. Bartol (Eds.), Thousand Oaks, CA: Sage
Publications, 2006, pp. 79-92.
84
ANDREWS Y BONTA, op. cit., pp. 47.
Lorena Maneiro y Olalla Cutrín Evaluación y gestión del riesgo 159

prevención específicos según los rasgos individuales de cada joven y las


características del entorno en el que viven. La aplicación en la práctica profesional
de este tipo de evidencia facilitaría el cumplimiento de los principios de riesgo, de
necesidad y de respuesta necesarios para implementar intervenciones eficaces en la
prevención del desarrollo y el mantenimiento de comportamientos antisociales en la
adolescencia.

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