El Legionario Romano

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El Legionario romano

El equipo
El legionario romano llevaba encima un peso de entre
35 y 40 kg., aproximadamente, cuando avanzaba con la
impedimenta completa.
Con todo este peso, podía llega a recorrer cerca de 20
km. diarios.
El escudo (scutum) está
formado por tres capas de tiras
de madera desbastada de
unos 2 mm. de grosor,
pegadas de forma 1
entrecruzada para formar una
plancha contrachapada y
curvada. La parte interior está
reforzada con listones de
madera encolados. El asidero lo forma la parte central, más
gruesa, de uno de ellos. La protección del mismo la constituía
una pieza de hierro o bronce.
Todo el escudo está forrado de piel y la parte delantera,
además, con una capa de lino. Los rebordes están cosidos
sobre la madera.
Generalmente, los escudos que aparecen en los monumentos
están decorados.

Scutum (vista Umbo de un scutum


interior)

Revestimientos de
un scutum

El casco (galea) servía de protección para la cabeza y la nuca, y también para cubrir el
rostro por ambos lados. Primero se fabricaron de bronce y más tarde de hierro.
La coraza (lorica). En un principio, fue una cota de malla formada
por una red metálica con objeto de proteger el tórax del filo de las
armas enemigas. A comienzos del Imperio fue sustituida por una
armadura de placas articuladas (lorica segmentata).
Lorica hamata. Armadura de cota de malla utilizada por la Legión
Romana durante la República y todo el Imperio (coexistiendo
con la lorica segmentata hasta el s. III d.C. en la que ésta
última cayó en desuso).
Galea Lorica squamata. Estaba formada por pequeñas
escamas de metal cosidas para formar la
armadura.
El Legionario romano
Lorica segmentata. El nombre procede de la palabra latina para «segmentada», que
hace referencia a la división en placas metálicas de la armadura.
El cinto (cingulum). A comienzos del siglo I d. C., la espada y la daga colgaban de dos
correajes individuales que se cruzaban por delante y por detrás, al estilo de los vaqueros.
De los mismos colgaba un mandil de discos metálicos remachados sobre tiras de cuero.
Más tarde fueron sustituidos por un solo cinto al que
estaban sujetas la espada y la daga. La primera colgaba de
un tahalí. Estos cintos estaban cubiertos de placas
metálicas rectangulares, por lo general de bronce plateado.
La espada (gladius). Su uso está documentado al menos
desde el s. III a. C.
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El ejército romano adoptó el gladius hispaniensis, tras las
guerras de Hispania, que tenía doble filo y unos 80 cm. de
largo.
Gladius hispaniensis
El puñal (pugio) lo adoptaron de los pueblos hispanos.
Medía unos 24 cm. de largo por 6 de ancho.
Resultaba un arma ideal para apuñalar, y podía
perforar una cota de malla. Esto se debía a que
poseía un nervio central que dotaba a la hoja de
resistencia y firmeza.
El pugio era un arma auxiliar o de último recurso, y
estaba expresamente hecha para clavar.
La jabalina (pilum) era una lanza arrojadiza,
Pugio
compuesta de una pieza de madera y una
prolongación metálica acabada en punta. Ambas partes se unían por una juntura que se
rompía al impactar contra el objetivo, con lo que el arma
quedaba inservible para ser reutilizada por el enemigo.
Tenía un alcance efectivo de unos 30 metros.
La sandalia militar (caliga) era una pieza de cuero que
envolvía el pie y era cosida en el
talón. La suela estaba formada
por varias capas de cuero y era
tachonada sobre la pieza anterior,
con clavos de hierro.
Útiles de campaña (sarcinae).
Cada legionario debía llevar una
Pilum
hoz, un cazo, una pequeña
marmita, útiles para trabajar la madera y remover la tierra Caliga
(labores de campamentación), así como una ración de grano para tres días.
Además, cada soldado llevaba dos estacas para montar la empalizada (vallum) del
campamento.
El Legionario romano
La comida
La comida se organizaba entorno a dos únicas tomas, el desayuno por la mañana y la
cena, que era la comida principal, al acabar la jornada. La dieta básica era de cereales,
sobre todo trigo, pero también incluía carne de cerdo
y de ternera, así como vegetales y legumbres como
lentejas y habas.
Bebían vino diluido con agua en sus comidas y
también disponían de cerveza y vino agrio, mientras
que solían tomar una única copa de agua para el
desayuno.
Cuando estaban en campaña la comida se basaba 3
en sopas, gachas y brebajes nutritivos, con altos
componentes energéticos. Las gachas se solían
hacer con mijo hervido con vino blanco, cebada
hervida también con vino blanco o cebada hervida
con granada ajo y miel, que era el único edulcorante
conocido por los romanos. Éste último tipo de gachas
se usaba también como medicina para sus estómagos, sobre todo cuando cruzaban
zonas insalubres.
Si las legiones permanecían en campamentos permanentes, su alimentación se
enriquecía con la caza y la pesca, así como alimentos típicos de la zona, por ejemplo en
Hispania enriquecieron sus brebajes energéticos con productos hortícolas locales y
crearon el prototipo de lo que más tarde sería conocido popularmente como el
“gazpacho”.
La vida del legionario
Desfiles. Los romanos usaban una indumentaria especial en los desfiles.
Muchos cascos que cubren la cara por completo se consideraron en tiempos cascos de
parada.
Los deportes de la caballería (hippica
gymnasia) constituían exhibiciones de
destreza, de gran colorido, realizadas por
jinetes con jabalinas simuladas. No diferían
mucho de los torneos medievales, ya que
tanto el caballo como el jinete portaban
armaduras muy cuidadas.
Hippica gymnasia Premios. El soldado de la República tenía
derecho a una parte del botín ganado en campaña. En el Imperio, existían menos
oportunidades de obtener recompensas de este tipo, por lo cual los emperadores, para
mantener a las tropas en buena disposición, concedían durante los periodos de paz
donativos a los soldados, en forma de pagas extraordinarias.
Además, existían condecoraciones militares. Durante la República, eran concedidas
según los méritos y sin distinción de rango.
La más preciada era la corona obsidionalis, entregada al libertador de un ejército sitiado
La corona civica era de hojas de roble y se otorgaba al soldado que salvaba la vida a un
camarada que fuera ciudadano romano.
La corona muralis, destinada al primer soldado que ponía sus pies en la cima de la
El Legionario romano
muralla enemiga durante un asedio.
La corona vallaris, otorgada al primero en el asalto a una trinchera enemiga.
Castigos. La disciplina militar romana era severa. El ejército romano tenía una gran
tradición en este terreno.
Se ha escrito acerca de generales que ejecutaron a sus propios hijos por desobediencia.
También existen referencias ocasionales a legiones enteras desterradas.
La pena capital se aplicaba ocasionalmente. Generalmente consistía en ser apedreado o
apaleado hasta la muerte (fustuarium). Éste era el
castigo destinado a los desertores y centinelas que
abandonaban su puesto. Estaba a cargo de los propios
compañeros, cuyas vidas fueron puestas en peligro. 4
Si una unidad entera desertaba en la batalla, o se
sublevaba, en ocasiones era sometida a la pena de
muerte bajo la forma conocida como diezmo (decimatio).
Decimatio
Este sistema consistía en la selección de uno de cada
diez hombres por sorteo, para ser ejecutado. El resto caía en desgracia y se veía obligado
a alimentarse de cebada, en lugar de la ración normal de trigo. Además, debía vivir en el
exterior de las fortificaciones del campamento.
Los castigos extremos eran raros. Mucho más corrientes eran los castigos menores, entre
los que se cuentan los golpes de vara, las tareas extraordinarias, la degradación y el
licenciamiento deshonroso.
El mayor deshonor para una unidad entera era su disolución. Ello sucedió a cuatro
legiones amotinadas de Germania cuando Vespasiano llegó al trono.
El triunfo era privilegio de los generales que habían obtenido una victoria completa sobre
un enemigo extranjero. Durante el Imperio estaba reservado al emperador y a su familia.
Aunque variaba de un general a otro, se ajustaba a ciertas reglas fijas:
• A la cabeza de la procesión iban los magistrados y senadores. Tras ellos, el botín
tomado al enemigo era transportado junto a reproducciones de las batallas y
ciudades capturadas. A continuación, venían los bueyes blancos destinados al
sacrificio.
• Detrás, los prisioneros, en ocasiones transportados en plataformas con trofeos de
armaduras a hombros de porteadores. Tras ellos, avanzaba el general sobre un
carro dorado tirado por cuatro caballos. Su rostro estaba pintado de rojo y vestía
como un rey. Sus manos sostenían un cetro y una rama de olivo. A su espalda, un
esclavo le murmuraba al oído: “Recuerda que eres sólo un hombre”.
• Tras el carro, los soldados, con coronas de laurel, proclamaban a gritos Io triomphe
(He aquí el triunfo). Era tradicional que los soldados entonaran canciones
obscenas, ya que difícilmente el general los castigaría en ese día.
• La procesión recorría las calles de Roma, atravesaba los dos circos, se dirigía al
monte Palatino y remontaba la vía sagrada del Foro. Allí se apartaba a los jefes
prisioneros para su ejecución.
• La procesión subía al Capitolio y aguardaba noticias sobre la ejecución de los
prisioneros. A continuación, el general sacrificaba los bueyes blancos frente al
templo de Júpiter.
Existía una versión menor conocida como ovación (ovatio). En ella, el general realizaba
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sacrificios en el monte Albano, a varios kilómetros al sur de la ciudad; a la mañana
siguiente hacía su entrada en Roma, a caballo o a pie. En lugar de una corona de laurel,
llevaba una de mirto.
Bibliografía
Connolly, Peter: Las legiones romanas.
Dando-Collins, Stephen: Legiones de Roma.
Goldsworthy, Adrian: En el nombre de Roma.

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