Es185890 011987
Es185890 011987
Es185890 011987
1 Precatecumenado
185890
ISBN 978 -84-2883 -321 -9
Coordinación editorial
Mario González Jurado
Edición
Antonio González
Diseño
Amparo Hernández Pereda-Velasco
Maquetación
Eugenia Pannaría
ISBN: 978-84-288-3321-9
Depósito legal: M-31499-2018
Impreso en la UE / Printed in EU
Queda prohibida, salvo excepción prevista en la Ley, cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación
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270y Ss. del Código Penal). El Centro Español de Derechos Reprográficos vela por el respeto de los citados derechos.
Al lector
La catedral de Burgos, ciudad castellana donde vivo, es visita obligada para muchos peregrinos a Santiago
de Compostela. Hasta ella llegan estos tres grupos: los que realizan el Camino por primera vez y piensan
concluirlo; los que se detienen aquí o un poco más adelante porque se les termina el tiempo del que
disponen o por otras circunstancias, pero no excluyen retomarlo más adelante; y los que ya han hecho el
Camino, pero desean repetir la experiencia para conocerlo mejor y disfrutar más de él. Hay algo en lo que
todos coinciden: viven la experiencia como una aventura apasionante.
El libro que tienes entre manos está escrito para otro tipo de caminante y otro tipo de aventura, solo que
más apasionante: hacerse cristiano hoy. Quizás tú te encuentres entre ellos. Piensa si te reconoces en
uno de estos grupos: los que inician el camino; los que lo reinician; y los que quieren redescubrirlo y
gozarse más de él.
El primer grupo se parece a los que hacen por primera vez el Camino de Santiago. En nuestro caso, hacen
ese camino “los que no están bautizados, pero han iniciado un proceso que concluirá dentro de un tiempo
más o menos lejano”, cuando reciban los sacramentos de la iniciación cristiana: bautismo, confirmación
y eucaristía, y se inserten en la vida de una comunidad cristiana. Son los catecúmenos.
El segundo grupo se parece a los que hacen algunas etapas del Camino y lo interrumpen. Este camino
lo recorren los que recibieron el bautismo al poco de nacer, pero, cuando llegó el momento de la primera
comunión o de la confirmación, en lugar de seguir a sus compañeros de colegio, decidieron no celebrar
esos sacramentos, se alejaron de la Iglesia, dejaron de rezar e ir a misa y quizás vacilaron en la fe. Pero,
por las vueltas que da la vida, “ahora quieren completar lo que no tienen concluido: la confirmación o la
primera comunión”, bien sea porque desean contraer matrimonio por la Iglesia, porque quieren ser
padrinos de bautismo o por otra causa.
El tercer grupo se parece a los que repiten el Camino para disfrutar de él. Por este camino marchan los
que han recibido los tres sacramentos de la iniciación y participan, más o menos, de la vida de su parroquia
o de otra comunidad, pero “quieren conocer más su camino cristiano mediante una lectura creyente y
orante de la Biblia, bien solos bien, sobre todo, formando un grupo de oración y siguiendo el modelo de
la lectio divina”.
Si caminas por alguno de estos tres caminos, quizás te interese este libro. Si así fuere, te invito a que
leas lo que digo en la introducción sobre cada uno de los tres supuestos que he descrito: camino iniciado,
camino reiniciado y camino revivido.
Pero antes, me gustaría que reflexionaras un poco sobre este pensamiento: para vivir la aventura apa-
sionante de hacerse cristiano hoy no basta ser buena persona, un trabajador competente y honrado,
un padre que se preocupa mucho de la formación intelectual de sus hijos, alguien que colabora con
Cáritas, Manos Unidas u otra ONG solidaria y de buen criterio. La aventura de ser cristiano hoy es apasio-
nante, cuando se descubre quién es Jesucristo y se le deja meterse en la cabeza, en el corazón, en los
trabajos, en la vida entera, de modo que cambie el horizonte de nuestra vida y nos haga discípulos y
apóstoles suyos.
En otras palabras, hoy vive la apasionante aventura de hacerse cristiano el que tiene un encuentro
personal con Jesucristo –no solo con su doctrina y su obra-, se deja ganar por él y asume su modo de
ver, pensar, juzgar, hacer y amar. Te invito a que hagas la experiencia.
El autor
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INTRODUCCIÓN
Es importante conocer, desde el inicio, las claves de lectura de este proyecto:
el clima de fe actual es muy distinto al de hace unas décadas;
la nueva situación reclama una adecuada respuesta cristiana;
tal respuesta ya ha sido dada por el RICA (Ritual de la Iniciación Cristiana de Adultos);
más aún, fue experimentada con gran éxito en el primitivo catecumenado y ahora espera nuestra
adhesión operativa.
Estas claves son aplicables, sobre todo, a los que inician el camino de la fe como catecúmenos. Pero
lo son también, como “luces de fondo”, en el supuesto de personas adultas que, tras un corte de años y
de más o menos alejamiento de la práctica religiosa y de la fe cristiana, se han decidido a completar la
iniciación cristiana con los sacramentos de la confirmación y (o) la primera eucaristía.
Más aún, hechas las debidas adaptaciones, son válidas también para quienes han completado el camino
de la iniciación y están insertos, con más o menos intensidad, en la vida de una parroquia o de otra comu-
nidad y desean renovarse con una lectura creyente y orante de la Biblia, sobre todo en grupos de oración
según el método de la lectio divina.
PRIMER SUPUESTO
Adultos que inician el camino de la fe como catecúmenos
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La nueva situación es, por tanto, una gran oportunidad que Jesucristo nos ofrece a sus discípulos de
hoy para renovar a fondo nuestra fe y nuestra vida y, desde ella, hacer una propuesta apasionante y atra-
yente. No es cuestión de estrategias y proyectos. Ciertamente, esto hay que tenerlo en cuenta. Pero lo
decisivo es saber que la Iglesia crece por contagio, por ósmosis, por el testimonio comunitario y el tú a tú
existencial y verbal de cada bautizado con otros que no lo son. Por tanto, nuestras comunidades cristianas
y cada uno de sus miembros –no solo sacerdotes, religiosos y algunos laicos más sensibilizados- han de
dar un giro de muchos grados y convertirse en auténticos misioneros.
El Ritual de la Iniciación Cristiana de Adultos (RICA) como respuesta
Aunque pueda parecer extraño, algunos grandes rasgos de esta “nueva Iglesia” ya están trazados. La
Iglesia, que tiene memoria, ha mirado su historia y ha descubierto que “llamar a los adultos a la fe y a la
conversión e invitarles a recibir el Bautismo” es tan antiguo como ella misma. Es lo que hicieron los Após-
toles inmediatamente después de recibir el Espíritu Santo, que les habilitó para cumplir el mandato del
Señor de ir al mundo entero, hacer discípulos, bautizarlos y enseñarles a vivir como cristianos.
Sin remontarnos tan lejos, la Iglesia del Vaticano II examinó lo que realizaban muchos hijos suyos
en los países donde sembraban la semilla del Evangelio por primera vez –el llamado entonces “mundo
de las misiones”- y en algunos países de vieja cristiandad. Esta experiencia, unida a la gran reflexión
teológica sobre la iniciación cristiana que se había llevado a cabo durante el último siglo y que fue
asumida por dicho concilio, la llevó a plasmar un instrumento de largo alcance con el que dar una
respuesta pertinente a los adultos que piden hacerse cristianos ahora en cualquier parte del mundo.
Ese instrumento es el Ritual de la Iniciación Cristiana de Adultos (RICA), publicado poco después de
concluir el Concilio Vaticano II.
Una respuesta ya experimentada
El RICA no partía de cero ni con un desconocimiento incierto sobre los resultados que le aguardaban.
Todo lo contrario, la Iglesia ya vivió con el talante y perspectiva que ha plasmado en ese Ritual de Adultos
durante los siglos en que estuvo vigente el catecumenado por etapas. Fueron sobre todo los siglos
segundo, tercero y cuarto. En ese periodo, el catecumenado se prolongaba durante años y comprendía
dos grandes periodos: el de la catequesis (los “oyentes”) y el de la preparación inmediata a los sacramen-
tos (los “competentes” o “electi”), de carácter eminentemente ascético-espiritual.
Toda la comunidad cristiana se sentía implicada en el proceso y acompañaba con su afecto, oración
y ejemplo a los catecúmenos. En la noche de Pascua participaba en el gozo que suponía recibir a los
nuevos hijos que nacían en la fuente bautismal (bautismo), recibían el Espíritu Santo (confirmación) y
participaban por primera vez en la eucaristía.
La eficacia de este proceso fue muy grande y garantiza que “hoy volveremos a recoger los mismos
frutos si caminamos por las mismas sendas” y dando los mismos pasos. Basta que, quienes llaman hoy a
la puerta de la Iglesia solicitando el bautismo y son admitidos, entren en un proceso de fe, conversión y
práctica evangélica o, si se prefiere, “se hagan cristianos” con la gracia de Dios.
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Una respuesta pendiente
El proceso de un catecumenado de adultos es algo más que preparar a recibir los sacramentos del bau-
tismo, confirmación y eucaristía. Y mucho más que entregar unos contenidos sobre las principales ver-
dades de nuestra fe. Para hacerse cristiano es imprescindible “encontrarse personalmente con Jesucristo”.
Eso conlleva conocerlo, tratarlo, seguirlo y amarlo. Benedicto XVI lo expresó al comienzo de su primera
encíclica con la claridad y profundidad que le caracterizan: “No se comienza a ser cristiano por una deci-
sión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un
nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva” (Deus caritas est 1).
Si de algo adolece nuestra pastoral de iniciación cristiana, y en general nuestra pastoral sacramental,
es de ser concebida como una “preparación a un sacramento”, haciendo que este sea el vértice al que nos
dirigimos y la meta que hemos de alcanzar.
Tampoco es infrecuente que nuestra pastoral sacramental sufra un segundo reduccionismo: la entrega
de unos “contenidos doctrinales” en una serie de sesiones catequéticas, sin dar el paso a una celebración
y vivencia de dicha fe. Con este planteamiento no es de extrañar que, tras haber recibido, por ejemplo, la
primera comunión y, sobre todo, la confirmación, el receptor considere que, en vez de encontrarse en el
“punto de partida” de unos nuevos dones y compromisos, está en el “término de llegada”, con el consi-
guiente abandono de la práctica religiosa más elemental y hasta el alejamiento de la fe.
3. La comunidad cristiana
Ahora bien, la Palabra de Dios y la historia de la salvación han crecido en un pueblo que el mismo Dios se
escogió para convertirlo en destinatario y transmisor de su acción salvadora. Esa Palabra habita hoy en la
Iglesia y la Iglesia la necesita para continuar como medio e instrumento de salvación.
Por eso, la iniciación cristiana de adultos requiere la presencia de una comunidad cristiana “evangelizada
y evangelizadora”, una comunidad que primero es evangelizada y luego se convierte en madre que acoge
a los que se le acercan, los acompaña con su testimonio y oración a lo largo de todo el proceso, los prepara
más intensamente a los sacramentos, los agrega al Pueblo de Dios mediante el bautismo y los cuida como
a recién nacidos en la mistagogia.
La Iglesia procede en definitiva como “una madre” que engendra nuevos hijos, cuida con amor a los
recién iniciados y procura que la gracia recibida se desarrolle de un modo progresivo e incesante.
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1 Tú no eres un extraño
para Jesucristo
objetivo
El aspirante descubre que este encuentro con Jesucristo no es casual, sino que él
lo estaba esperando, como a la samaritana; y que, si responde como ella, su vida
cambiará para bien de modo insospechado.
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Nos disponemos
E l acompañante pide a alguno de los catecúmenos que lea en su libro los párrafos de esta
sección.
Puede, posteriormente, enfatizar algunas de estas ideas, para ayudar a los participantes
a tener bien claro el propósito de estos encuentros.
Punto de partida
E l acompañante explica que vamos a acercarnos a un acontecimiento de la vida real
que nos va a ayudar a entender con más profundidad el texto bíblico que leeremos
y meditaremos a continuación.
Pide a algún catecúmeno que lea en su libro la información sobre “Chris y Regina
Catrambone”.
Puede preguntar qué les parece esta experiencia y si conocen alguna experiencia similar
que puedan poner en común.
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Respondió la mujer y dijo: “No tengo marido”.
Jesús le dijo: “Bien has dicho: No tengo marido; 18 porque cinco maridos has tenido, y el
que ahora tienes no es tu marido; esto has dicho con verdad”.
19
Le dijo la mujer: “Señor, me parece que tú eres profeta. 20 Nuestros padres adoraron en
este monte, y vosotros decís que en Jerusalén es el lugar donde se debe adorar”.
21
Jesús le dijo: “Mujer, créeme, que la hora viene cuando ni en este monte ni en Jerusalén
adoraréis al Padre. 22 Vosotros adoráis lo que no sabéis; nosotros adoramos lo que
sabemos; porque la salvación viene de los judíos. 23 Mas la hora viene, y ahora es, cuando
los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también
el Padre tales adoradores busca que le adoren. 24 Dios es Espíritu; y los que le adoran,
en espíritu y en verdad es necesario que adoren”.
25
Le dijo la mujer: “Sé que ha de venir el Mesías, llamado el Cristo; cuando él venga nos
declarará todas las cosas”.
26
Jesús le dijo: “Yo soy, el que habla contigo”. 27 En esto vinieron sus discípulos, y
se maravillaron de que hablaba con una mujer; sin embargo, ninguno dijo: “¿Qué
preguntas?” o, “¿Qué hablas con ella?”.
28
Entonces la mujer dejó su cántaro, y fue a la ciudad, y dijo a los hombres: 29 “Venid, ved
a un hombre que me ha dicho todo cuanto he hecho. ¿No será este el Cristo?”. 30 Entonces
salieron de la ciudad, y vinieron a él.
31
Entre tanto, los discípulos le rogaban, diciendo: “Rabí, come”.
32
Él les dijo: “Yo tengo una comida que comer, que vosotros no sabéis”.
33
Entonces los discípulos decían unos a otros: “¿Le habrá traído alguien de comer?”.
34
Jesús les dijo: “Mi comida es que haga la voluntad del que me envió, y que acabe su
obra. 35 ¿No decís vosotros: Aún faltan cuatro meses para que llegue la siega? He aquí
os digo: Alzad vuestros ojos y mirad los campos, porque ya están blancos para la siega.
36
Y el que siega recibe salario, y recoge fruto para vida eterna, para que el que siembra
goce juntamente con el que siega. 37 Porque en esto es verdadero el dicho: Uno es el que
siembra, y otro es el que siega. 38 Yo os he enviado a segar lo que vosotros no labrasteis;
otros labraron, y vosotros habéis entrado en sus labores”.
39
Y muchos de los samaritanos de aquella ciudad creyeron en él por la palabra de la
mujer, que daba testimonio diciendo: “Me dijo todo lo que he hecho”.
40
Entonces vinieron los samaritanos a él y le rogaron que se quedase con ellos; y se quedó
allí dos días.
41
Y creyeron muchos más por la palabra de él, 42 y decían a la mujer: “Ya no creemos
solamente por tu dicho, porque nosotros mismos hemos oído, y sabemos que
verdaderamente este es el Salvador del mundo, el Cristo”.
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Para comprender el texto bíblico
Qué dice el texto agua se necesitaba una cuerda larga y un reci-
piente que, atado a la soga, se hacía llegar a la
Lugar y tiempo en que se sitúa corriente y luego se extraía lleno de agua.
en la vida de Cristo Tiempo
Tres son los lugares a destacar: La región de Sama- El encuentro tiene lugar en el mes de mayo del pri-
ría, la ciudad de Sicar y el pozo de Jacob fuera de mer año del ministerio público de Jesús, poco des-
la población. pués del encarcelamiento del Bautista por Herodes,
Samaría circunstancia que motiva que Jesús decida aban-
Palestina en tiempos de Jesús estaba dividida en donar Judea y retirarse a Galilea. El momento preciso
tres grandes regiones: Judea, al Norte, Samaría, en del encuentro es “a mediodía” (v. 6).
el centro; y Galilea, al sur. El evangelio que hemos
proclamado se sitúa en la segunda región. Partes que tiene el texto
Samaría era considerada por los judíos como El texto presenta el siguiente esquema:
heterodoxa, de raza mezclada y sincretista en Llegada de Jesús y los apóstoles a Samaría.
materia de religión. El motivo era que los asirios Detalles descriptivos (vv. 4-6).
habían deportado a lo más selecto de la población La mujer samaritana: el pozo de Jacob y el
samaritana y habían repoblado la región con colo- agua del Espíritu (vv. 7-15).
nos asirios, los cuales, con el paso del tiempo, se Los cultos del pasado y el nuevo culto. El
fundieron con el resto de la población hebrea, Mesías (vv. 16-26).
dando como resultado una población de raza mixta Los discípulos. El anuncio de la mujer a sus
y con creencias mezcladas. paisanos (vv.27-30).
Los judíos despreciaban de tal modo a los sama- La cosecha en perspectiva (vv. 31-38).
ritanos, que llamar a alguien “samaritano” era uno La fe de los samaritanos: la realidad de la
de los peores insultos. Los judíos habían destruido cosecha (vv. 39-42).
el templo que los samaritanos tenían en el monte
Garizín un siglo antes de Jesucristo, lo cual había Personajes centrales
ahondado el resentimiento. Por su parte, algunos Los personajes centrales son: Jesús y la mujer
samaritanos habían profanado el templo de Jeru- samaritana.
salén durante la Pascua; de ahí, la prohibición a
acceder al mismo. Otras personas que aparecen
Todo este conjunto de realidades provocó una en el texto
fortísima enemistad entre judíos y samaritanos. Aparecen otros personajes: los apóstoles y los habi-
El evangelio dice expresamente: “Los judíos no tantes de Sicar, a los que habló la mujer y vinieron
se tratan con los samaritanos” (v. 9). Nótese que a Jesús y le invitaron a quedarse con ellos. Ambos
Jesucristo era judío y la mujer del relato samaritana. son complementarios del relato.
Sicar
Es la ciudad donde vivía la samaritana. En tiempo de Actitud fundamental de Jesús
Jacob se llamaba Siquem. Había sido destruida hacía La actitud fundamental es el deseo ardiente de
más de un siglo y cerca de ella había surgido la ciudad Jesús de llevar la salvación a aquella mujer, dán-
más moderna de Sicar. A pesar de que el evangelio dole la fe y el Espíritu. Esta actitud le lleva a pasar
la llama “ciudad” (v. 7), no tenía mucha población. por alto la situación irregular de aquella mujer (“has
Pozo tenido cinco maridos y el que ahora tienes no es
Estaba situado cerca de Siquem, era el único en la tu marido”) y a superar:
región y era profundo. Allí iban las gentes a sacar el prejuicio religioso (los judíos consideraban
agua para beber ellos y sus ganados. Para sacar el cismáticos a los samaritanos);
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l prejuicio social de hablar a solas con una
e contigo”, le acepta como tal; más aún, se convierte
mujer (estaba mal visto); en apóstol, pues corre a la ciudad para comunicar
la ancestral enemistad entre judíos y “el hallazgo” a sus paisanos y lo hace con tanta
samaritanos (“no se hablan” entre ellos); pasión y convencimiento que estos vienen al
y el cansancio físico, la sed y el hambre. encuentro de Jesús.
Hay que notar también la delicadeza con la que Personajes complementarios o secundarios son:
Jesús trata a aquella mujer, a pesar de su situación los apóstoles y los habitantes de la ciudad de Sicar.
matrimonial, la actitud tan humana de pedir algo Los apóstoles van a la ciudad a comprar comida
–en este caso, agua, beber–, y la pedagogía con la y, cuando vuelven y ven que Jesús está hablando
que Jesús va llevando la conversación, llegando a con la mujer samaritana, reaccionan con sus pre-
interesar a la samaritana en la cuestión del culto y juicios judíos: se extrañan de que hable con ella.
del Mesías, así como la verdad con la que le plantea Su primera suposición es que puede estar discu-
su situación moral. tiendo con ella; no se les ocurre que Jesús pueda
manifestar su amor a aquella mujer. Muestran
Otras actitudes complementarias cariño a su Maestro, instándole a que coma, sabe-
En la mujer destacan: dores del largo camino realizado y del cansancio.
Su apertura para entablar conversación con Pero siguen con una visión puramente humana de
un varón judío; las cosas, pues, cuando Jesús les dice que él tiene
el interés-curiosidad que muestra hacia otro alimento, solo se les ocurre pensar que alguien
algunos asuntos religiosos: dónde hay que se lo ha traído mientras ellos habían estado en la
dar culto a Dios (¿en Garizín o en Jerusalén?), ciudad; no se les ocurre pensar en un “alimento”
el Mesías; distinto del material.
la acogida entusiasta del mensaje salvador de Los samaritanos son gentes que reaccionan con
Jesús que le invita a cambiar de vida y gran nobleza: se fían de las palabras de la mujer.
hacerse discípula; Muchos vienen al encuentro de Jesús; al llegar,
y su conversión apostólica y evangelizadora, rompen las barreras de la enemistad y hablan con
yendo a comunicar a sus paisanos que se ha Jesús. Aceptan su mensaje (se hacen discípulos),
encontrado con el Mesías. más aún, aceptan a Jesús con tal entusiasmo que
le fuerzan a quedarse con ellos. Jesús acepta la
Actitudes fundamentales propuesta y se queda con ellos dos días.
de los demás personajes
Además de Jesús, en el texto aparece otro perso- Contenido y mensaje fundamental
naje central: la samaritana. Es una mujer de Jesús se presenta como el Mesías anunciado por
“mundo”, pues ha vivido con cinco hombres y los profetas: “Soy yo, el que habla contigo”. Pero
ahora convive con otro que no es su marido. Pero revela a la mujer samaritana una gran verdad: él
no es mala persona, pues no rechaza de plano dia- no solo es Salvador de los judíos sino también de
logar con Jesús, aunque sabe que es judío y que todos los hombres.
los samaritanos no se hablan con los judíos. En efecto, dado que los judíos dividían el mundo
A pesar de su vida desarreglada, está abierta a en dos mitades: ellos y “los demás”, la salvación que
lo que Jesús le va diciendo: habla con él, le consi- Jesús ofrece a la samaritana, y a sus paisanos, mues-
dera como un gran profeta, y, luego, cuando Jesús tra que su salvación es universal, es decir, que no
le dice que es el Mesías: “Soy yo, el que habla excluye a nadie, sea de la raza y religión que sea.
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Qué me dice Dios a mí
E n este segundo momento de la lectio divina se trata de que el catecúmeno se deje
interpelar por el texto y lo interrogue.
Como es lógico, las respuestas las dan los aspirantes. El catequista no puede “forzarlos” en
una dirección determinada, sino que ha de ser muy respetuoso con ellos. No obstante, a él
corresponde “guiarlos” para que realmente interroguen al texto.
¿Qué es para ti Jesús: una idea, un personaje histórico o una persona viva?
¿Después de la catequesis de hoy puedes decir que Jesús te estaba esperando, como
esperaba a la samaritana?
Piensa esto: A Jesús no le importó la situación de esta mujer: enemistad de raza y religión,
lejanía, cierta hostilidad. Tampoco le importan tus circunstancias personales: le interesas
tú. Quiere ser amigo tuyo y librarte de la situación en que te encuentras.
¿Te atreves a responderle como ella?
¿Qué sería mejor para ti: acogerle o rechazarle?
Alabamos al Señor
odemos hacer una alabanza al Señor con estas palabras, que se recogen en el libro del
P
catecúmeno, u otras espontáneas.
Jesús: Concédeme la gracia de acogerte como la samaritana,
porque quiero hacerme discípulo y apóstol tuyo. Amén.
18
Para seguir profundizando
edimos a los catecúmenos que reflexionen sobre hechos, situaciones y comportamientos
P
actuales, para leerlos e interpretarlos a la luz del texto bíblico.
oncretamente, en este tema, proponemos que se valoren tres circunstancias: sus propias
C
relaciones; los enfrentamientos sociales; y la discriminación de la mujer.
l catequista puede proponer otras cuestiones que le parezcan más actuales o más
E
adecuadas para el acompañado. También puede indicar a este que proponga las que le
interesen tratar.
No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el
encuentro con un acontecimiento, con una persona, que da un nuevo horizonte a la
vida y, con ello, una orientación decisiva.
Benedicto XVI, Dios es amor 1
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Índice
Al lector . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3
Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 5
Catecismo elemental . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 81
Evaluación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 86
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