DIAGUITAS

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Se da el nombre de diaguitas a los portadores de una cultura agroalfarera de las actuales regiones

de Atacama y Coquimbo que podrían haber llegaron desde el este de los Andes, poblando los
valles de Copiapó, Huasco, Elqui, Limarí y Choapa.

Sucesivos aportes e intercambios comerciales con los incas, hizo que los diaguitas se convirtieran
en el pueblo prehispánico más avanzado de Chile y que existió entre los siglos X y XVI.

Con la llegada de los españoles la población mermó de manera sustancial. Posteriormente


al levantamiento indígena de 1549 que quemó la recién fundada ciudad de La Serena, los
últimos rasgos de la cultura diaguita desaparecieron, dejando sólo las cerámicas y los
cementerios como huellas de su paso por el Norte Chico.

El idioma diaguita es sería el cacán, que según las fuentes se lo llama también kakán,
kaká, caca, kaka y chaka.

Sociedad

Las comunidades de los diaguitas eran gobernadas por un jefe político y militar. El jefe era
polígamo, pero el resto de la población era monogámica. Cada pueblo tenía un sacerdote
"chamánico" que se encargaba de los ritos, las ceremonias religiosas y la salud de la
población. La organización socio-política de los diaguitas estaba basada en un sistema
dual, cada valle era concebido como una unidad integrada por dos partes: el sector alto y
el sector bajo de cada valle. Cada uno de estos sectores o “ayllu” era gobernado por un
jefe o “curaca”, considerado un simbólico hermano del jefe de la otra mitad.
Vivienda

Las formas de las viviendas de los diaguitas iban de lo rectangular a lo cuadrangular. Se


componían de varias habitaciones comunicadas entre sí, con angostas puertas para su
salida al exterior. Utilizaron, en su construcción, el método pirca (muro bajo realizado con
una superposición de piedras lajas) el techo, a dos aguas, era de paja o torta (mezcla de
paja, ramas y barro). Desarrollaban sus actividades en poblados como que tenían un
espacio fortificado pucará para defenderse de los ataques.

Agricultura

El jefe diaguita repartía las tierras y organizaba la construcción y el cuidado de las terrazas
de cultivo en las laderas de las montañas. Se trabajaba la tierra en común y se guardaba
parte de la cosecha en los depósitos comunales.

Cultivaban el maíz, fruto que constituía la base de su alimentación, el zapallo, la quinua,


los porotos, los ajíes y la papa y recolectaban frutos silvestres, como los del algarrobo,
chañar, y copao, además de algodón para elaborar los trajes. Con el «taco» o algarrobo
criollo, los diaguitas cubrían varias de sus necesidades básicas. Usaban la madera como
leña o para la fabricación de enseres; de la corteza y de la raíz obtenían tinta para teñir
lanas y telas, y de sus frutos hacían harina para cocinar un pan llamado patay. También
preparaban la bebida aloja, parecida a la cerveza o la refrescante añapa.

Para asegurar el riego de sus cultivos elaboraron una serie de canales de regadío aunque
no desarrollaron técnicas de regadío tan complejas como los atacameños. La papa y la
quínoa eran sembradas en las zonas más altas, en terrazas y andenes de cultivo.

Ganadería

Los diaguitas practicaron la ganadería de tipo trashumante. Criaban llamas, alpacas y


tarucas, sobre todo en las zonas altas y frías. La mayor parte del año se dedicaban al
pastoreo de auquénidos, de los cuales obtenían carne (la cual era secada al sol para
obtener charqui, un tipo de carne deshidratada), lana y huesos que usaban en la
confección de herramientas, también eran usados para el transporte de carga.

El mar proveía de una buena parte de la dieta habitual de los diaguitas de Chile, mariscos,
peces y mamíferos marinos formaban parte de la alimentación habitual. Desarrollaron
balsas de cuero de lobo marino para incursionar mar adentro y poder cazar peces
mayores e incluso ballenas.
Alfarería y metales

Los diaguitas eran diestros alfareros. La característica más relevante del pueblo diaguita es
su cerámica, una de las más variadas, delicadas, imaginativas y elaboradas de Chile. Los
usos que se le daban eran ceremoniales y utilitarios. Cada familia fabricaba sus ollas,
cántaros y vasijas. Su cerámica destaca por sus vasijas decoradas con diseños geométricos
en rojo, blanco, amarillo y negro, especialmente aquellas conocidas como jarro-pato.

Además, había artesanos especializados que realizaban, por ejemplo, las urnas funerarias,
donde los diaguitas enterraban a sus muertos. Algunas de estas urnas decoradas, se han
conservado y son expuestas en museos.

Practicaron un activo comercio con los indígenas de la costa y del interior. Confeccionaron
de piedra puntas de flecha, boleadoras, raspadores, cuchillos, etc. Trabajaron el cobre y el
bronce aunque de oro y plata se han encontrado muy pocos objetos.
Religión

Las cerámicas duales de los diaguitas apuntan hacia la creencia de la existencia de dos
mundos en las cuales los chamanes son el nexo.

Los diaguitas, mostraban una preocupación en sus entierros por una vida post mortem en
la cual el alma tiene un papel primordial. Los cuerpos eran colocados en muchas veces
dentro urnas funerarias realizadas con cerámica cocida en espacios rectangulares
protegidos por cinco piedras lajas en cada costado y en la parte superior. Es habitual
encontrar a los cuerpos acompañados de llamas o guanacos sacrificados, sus
pertenencias, utensilios de cerámicas, metal o hueso, y en casos especiales eran
enterrados con sus esposas y con parte de los dedos de otras personas. La deformación
craneal era una práctica extendida dentro de la etnia, pero no provocó efectos tan
negativos.

Para rendir culto a sus antepasados, los diaguitas tallaban menhires o monumentos
monolíticos verticales,
Mitología

En la mitología diaguita transculturada tras la invasión inca, entre las divinidades y seres
mitológicos más importantes, se encuentran al Llastay o Coquena, la Yacurmana, el Pujllay
o Pusllay, Huayrapuca; además del Chiqui (que simboliza a la mala suerte); y de Inti y
Pachamama, cuyos cultos fueron impuestos por el Imperio Inca.

Las tradiciones indígenas diaguitas describen a la Pachamama como una mujer de baja
estatura, de grandes pies y sombrero alón; madre de los cerros y de los hombres, toda la
naturaleza es su templo. A sus altares se les llama "Apacheta", montículos de piedra
ubicados a los lados del camino. La Pachamama es, por lo tanto, la diosa femenina de la
tierra y la fertilidad; una divinidad agrícola benigna concebida como la madre que nutre,
protege y sustenta a los seres humanos. La Pachamama vendría a ser la diosa de la
agricultura comunal, fundamento de toda civilización y el estado andino.

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