El Pecado de Ser Hombres - Adrian Taranzano
El Pecado de Ser Hombres - Adrian Taranzano
El Pecado de Ser Hombres - Adrian Taranzano
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J. A. SAYÉS, Teología, p. 379. Constata críticamente I. P. G. GOUS, «Snakes and
ladders. Mind Games in Genesis 2 and 3», en: Journal for Semitics 19/1 (2010), pp.
113-127, 117: “Church doctrine seems to be only interested in wanting this
passage to be historically true in order to substantiate original sin, in order that the
death, resurrection and redemption by Jesus Christ becomes a necessity.” Cf.
también Z. ZEVIT, What really happened in the Garden of Eden?, New Haven –
London, 2013, p. xxiv.
3 En sentido estricto, la doctrina del pecado original expuesta en el Concilio
de Trento no se apoya en el relato de Gn 3 en sí, sino en Rm 5,12, es decir, en la
lectura paulina del texto e inspirada en la interpretación agustiniana de éste. La
presente contribución intenta analizar fundamentalmente el sentido del relato.
4 Cf. W. BRUEGGEMANN, Genesis. A Bible commentary for teaching and
preaching. Atlanta, 1982, p. 41, citado en I. GOUS, «Snakes and ladders», p. 114.
5 Cf. T. PRÖPPER, Theologische Anthropologie, Bd. 2, Freiburg i. Br. 2011, p.
933.
1. Un diálogo revelador
8 Cf. Z. ZEVIT, Garden of Eden, p. 163: “The serpent was `ärûwm. People
characterized as `ärûwm conceal what they feel and what they know (Prov 12:16,
23). They esteem knowledge and plan how to use it in achieving their objectives
(Prov 13:16; 14:8, 18); they do not believe everything that they hear (Prov 14:15);
and they know how to avoid trouble and punishment (Prov 22:3; 27:12). Im sum,
they are shrewd and calculating, willing to bend and torture the limits of acceptable
behavior but not to cross the line into illegalities. They may be unpleasant and
purposely misleading in speech but are not out-and-out liars (Josh 9:4 1; 1 Sam
23:22). They know how to read people and situations and how to turn their
readings to advantage. A keen wit and a rapier tongue are their tools”.
9
Cf. F. GIUNTOLI (a cura di), Genesi 1-11. Introduzione, traduzione e
commento, Milano, Cinisello Balsamo, 2013, p. 99.
10 Cf. J.-L. SKA, Il cantiere, pp. 54-57. Una presentación más detenida de los
textos puede verse en M. WITTE, «Die biblische Urgeschichte. Redaktions- und
theologiegeschichtliche Beobachtungen zu Genesis 1,1-11,26» (BZAW 265), Berlin
– New York, 1998, pp. 200-205. Sobre el motivo del jardín, según algunos, se
pueden distinguir tres tipos: los pertenecientes al mundo real y que expresan su
poder; los cultuales y los pertenecientes a los relatos míticos, como en el poema de
Gilgamés. Éstos últimos constituyen, según algunos, el trasfondo probable del
relato del Génesis. Cf. T. STORDALEN, Echoes of Eden. Genesis 2-3 and Symbolism of
the Eden Garden in Biblical Hebrew Literature (Contributions to Biblical Exegesis
and Theology 25) Leuven, 2000, pp. 94-104; 111-116. Para otros, en cambio, el
paralelo más cercano está dado por el motivo del jardín real. Cf. A. VAN DER KOOIJ,
«The story of Paradise in the light Mesopotamian culture and literature», en K. J.
DELL / G. DAVIES / Y. VON KOH (eds.), Genesis, Isaiah and Psamls. A Festschrift to
honour Professor John Emerton for his eightieth birthday, Leiden – Boston, 2010,
pp. 8-9. Si bien este último autor parece buscar una correspondencia entre cada
detalle de los relatos, en lugar de entender un trasfondo común, adaptado libre y
creativamente – sin correspondencias exactas – por cada relato en particular, es
interesante la descripción de los jardines reales que cita. A su juicio, en este
contexto, es “natural” leer en Gn 3,8 que Dios se “pasea por el jardín”. Cf. A. FUCHS,
Die Inschriften Sargons II. aus Khorsabad, Göttingen, 1994, p. 309.
11 Z. ZEVIT, Garden of Eden, p. 163.
28Un tratamiento más detallado del tema puede verse en T. METTINGER, The
Eden Narrative, pp. 85-98.
29 Para C. WESTERMANN, Genesis, p. 285 por ejemplo, Ez 28, 13 es “eine exakte
Parallele zu dem Vorkommen von Eden in Gn 2-3”, citado en A. DOS SANTOS VAZ, A
Visão das Origens em Génesis 2, 4b-3,24. Coerência temática e Unidade Literária,
Lisboa, 1996, pp. 161-163. Éste último autor enfatiza los elementos de
desemejanza entre los dos textos.
30 Es certera la observación de B. VAWTER, On Genesis: A New Reading. New
York, 1977, p. 68 según la cual Ez 28, 11-19 es “undoubtedly the closest parallel
in the Hebrew Bible to chapters 2-3 of Genesis. It is not that either passage
depends on the other, but that both have drawn on a common mythology from
which the one has appropriated some of the details, the other some of the rest,
and in a few instances the details are the same”. Cf. A. SCHÜLE, Prolog, pp. 156-
158. Este hecho, un trasfondo común que no implica una dependencia directa
entre textos no parece ser tenido en cuenta por A. VAN DER KOOIJ, Paradise, pp. 8-9
cuando plantea el motivo de los jardines.
31 Cf. M. ARNETH, Durch Adams Fall ist ganz verderbt… Studien zur Entstehung
der alttestamentlichen Urgeschichte (FRLANT 217), Göttingen, 2007, p. 141. La
partícula !he es demostrativa, al igual que la griega ivdou,, utilizada por la LXX. Cf.
también para el tema R. W. L. MOBERLY, «Did the serpent get it right?», en JTS N.S.
39 (1988), pp. 1-27; A. VAN DER KOOIJ, Paradise, p. 17.
32 Se ha propuesto que el relato del Edén sería un correctivo al sacerdotal. La
corregir al sacerdotal.
33 Cf. M. ARNETH, Durch Adams Fall, 141 n. 124; pp. 144-145. Cf. también H.
GUNKEL, Genesis, Göttingen 91977, p. 24. El plural, como es sabido, no insinúa la
Trinidad de personas como han interpretado algunos Padres sino que se trata
probablemente de un plural deliberativo. Cf. J. L. SICRE, El Pentateuco. Introducción
y textos selectos, Buenos Aires, 2004, p. 85.
34 G. BARBIERO, Il regno di JHWH e del suo Messia. Salmi scelti dal primo libro
del Salterio, Roma, 2008, p. 121 sostiene que la expresión ~yhil{a no debe /
entenderse como “dioses” en plural, sino en singular como “Dios”. Tampoco ha de
interpretarse en el sentido de ángeles, como lo ha hecho la LXX o Hb 2,7. Para ello,
.
la expresión típica es, según el exégeta italiano, “hijos de los dioses” (~yhil{a/h'-ynEb).
También F. GIUNTOLI, Genesi, p. 101 acepta que pueda traducirse en singular. El
Targum lo hace en plural, en el sentido de ángeles.
35 Sobre diversas interpretaciones de la imagen divina, cf. J. L. SICRE,
Pentateuco, pp. 85-86.
36 G. BARBIERO, Il regno, p. 123. Cf. también p. 142. Sobre las diferencias, cf.
A. SCHÜLE, Prolog, pp. 117-121.
hombre recibe la misión de dar nombre a las demás creaturas (Gn 2,19-
20).
Ni en el relato sacerdotal ni en el salmo 8 aparece explícitamente la
problemática de la mortalidad del hombre. Ella es drama y patrimonio de
la segunda narración cuando YHVH pone guardia al árbol de la vida. En
la teología sacerdotal parece darse por connatural que Adán muera, tras
haber engendrado a su imagen y según su semejanza, a su primer hijo Set
–no Caín como en el relato no sacerdotal37– así como también a hijos e
hijas (Gn 5,1-5). Hay muchos textos bíblicos que dan por supuesta esa
mortalidad del hombre (Gn 15,15; 25,8; 35,29, 49,29.33; Sal 89,48-49; Jb
14,2).38 Como veremos, también el relato no sacerdotal puede entenderse
en esta forma.
El vínculo entre pecado y muerte es mucho más tardío. Muchos
autores constatan además que la interpretación de la muerte como
consecuencia de un pecado es más bien marginal en la Escritura
veterotestamentaria.39 Ello está en relación con el origen tardío del relato
no sacerdotal. No se lo utiliza para explicar la universalidad del pecado40
y parece casi desconocido para gran parte de los testimonios bíblicos: ni
la salmodia del Primer Templo ni la literatura profética alude a lo
acontecido en el relato ni se lo emplea para llamar a la conversión o para
exhortar:
“Isaías, que predicó durante casi cuatro décadas alrededor del 742-
701 a.C. podría haber dicho: ‘Ustedes no entienden, ustedes no
escuchen, precisamente como Adán –o en realidad, de Eva’. Pero no
lo hizo. En su lugar, él dijo: ‘Conoce el buey a su dueño y el asno el
pesebre de su amo, pero Israel no me conoce, mi pueblo no
discierne’ (Is 1,3).”41
44JUAN PABLO II, Carta Encíclica Veritatis Splendor sobre algunas cuestiones
fundamentales de la enseñanza moral de la Iglesia, 6 de agosto de 1993, n. 35.
45 El comentario de la Biblia de Jerusalén de 42009 se expresa así: “Esta
«ciencia» es un privilegio que Dios se reserva y que el hombre usurpará por el
pecado, 3, 5.22. no es, pues, ni la omnisciencia, que el hombre caído no posee, ni
el discernimiento moral, que ya poseía el hombre inocente y que Dios no niega a
su criatura racional. Es la facultad de decidir uno por sí mismo lo que es bueno y lo
que es malo, y de obrar en consecuencia: una reclamación de autonomía moral,
por la que el hombre no se conforma con su condición de criatura, ver Is 5 20. El
primer pecado ha sido un atentado a la soberanía de Dios, un pecado de orgullo.
Esta rebelión se ha expresado concretamente con la transgresión de un precepto
impuesto por Dios y representado en la imagen de la fruta prohibida.” Cf. también
J. A. SAYÉS, Teología, pp. 390-391.
hombre adquiere, sino de hecho aquella que lo hace un ser semejante –al
menos en lo que concierne a la capacidad de conocer– a un Dios
(3,22).”49 De allí que se pueda suscribir la afirmación de Schüle: “Sea
cual sea el objetivo que persigue en verdad la serpiente, ella no engaña al
hombre con ninguna palabra.”50
Ello queda corroborado ulteriormente por el mismo narrador que,
hablando desde la perspectiva de la mujer, sostiene que el árbol era bueno
para alimento (lk'a]m;l. #[eh' bAj), deseable para los ojos
aWh-hw"a]t;) y atractivo para entender (lyKif.h;l. #[eh' dm'x.n<). El
(~yIn:y[el'
verbo lk;f' en hifil significa “entender”, “comprender”, “hacer sabio”51 y
la raíz aparece vinculada a la sabiduría en varios textos (p.e. Dt 32,29; 2
Cro 30,22; Neh 8,13; 9,20; Jb 34,27; 34,35; Sal 2,10; 14,2; 32,8; 53,3;
se dice del rey David que era como el ángel de Dios por su conocimiento del bien y
del mal. En dos de ellas se trata de la capacidad de David de dar la sentencia justa
y establecer el orden en una situación conflictiva (2 Sam 14:17; 19:27). En el otro
caso, se trata de un conocimiento amplísimo con una perspicacia afinadísima que
le permite al rey descubrir los trucos y engaños de sus súbditos (2 Sam 14:20).
Salomón, por su parte, pidió al Señor la sabiduría que incluía la capacidad para
distinguir el bien del mal y establecer la justicia para gobernar rectamente al
pueblo (1 Re 3,9.11). La sabiduría de David y la que pedía Salomón iban
acompañadas del temor de Dios. En cambio, la sabiduría que ofrece el árbol de la
ciencia del bien y del mal es una sabiduría de autonomía moral”. Una interpretación
semejante puede verse también en J. BLENKINSOPP, The Pentateuch. An Introduction
to the first Five Books of the Bible (Anchor Bible Reference Library), New York, p.
67, citado en A. SCHÜLE, Prolog, pp. 165-168. Sin embargo, una tal distinción no
está, a mi juicio, fundamentada en un análisis del texto y se debe más bien a la
precomprensión con la que se accede al texto bíblico. La lectura que aquí ofrezco
intenta hacer justicia a la trama del relato sin proyectarle aquello que “debería”
decir.
49A. SCHÜLE, Prolog, p. 167. Cf. también M. ARNETH, Durch Adams Fall, p. 125;
O. H. STECK, «Die Paradieserzählung. Eine Auslegung von Gen 2,4b-3,24», en id.,
Wahrnehmungen Gottes im Alten Testament (TB 70), München, 1982, pp. 9-116,
29 n. 43; R. ALBERTZ, „Ihr werdet sein wie Gott“, p. 26; E. OTTO, Paradieserzählung,
p. 175; id., «Woher weiß der Mensch um Gut und Böse? Philosophische
Annäherungen der ägyptischen und biblischen Weisheit an ein Grundproblem der
Ethik», en S. BEYERLE et al. (Hgg.), Recht und Ethos im Alten Testament – Gestalt und
Wirkung. Festschrift H. Seebass, Neukirchen-Vluyn, pp. 199, 207-231, 229; K.
SCHMID, Unteilbarkeit, p. 27.
50
A. SCHÜLE, Prolog, p. 167. De acuerdo a ello, no tienen fundamento en el
texto el análisis y las afirmaciones vertidas en T. PRÖPPER, Theologische
Anthropologie, pp. 937-938. Se mueve fuera del mundo del relato.
51
Cf. L. KÖHLER – W. BAUMGARTNER, The Hebrew and Aramaic Lexicon of the Old
Testament. Vol. 2, Leiden – Boston – Köln 2001, p. 1328. (= HALOT).
106,7; 119,9; Pr 1,3; 10,19; 16,23; 19,14; 21,16; Is 41,20; 44,18; Jr 3,15;
9,23; 23,5; Dn 1,4.17; 9,13.22.25; 11,33; 12,3.10; Am 5,13). Así, por la
pluma del narrador que se expresa desde la perspectiva de la mujer,
sabemos que el fruto confiere de hecho aquello que promete.
La adquisición de esta sabiduría está ligada al árbol del
conocimiento del bien y del mal. Se trata, como ya se ha mencionado, de
un motivo desconocido, pero que se vincula con otro conocido y
difundido: la búsqueda o el deseo humano de la sabiduría que pertenece a
los dioses. 52 Jaroš ejemplifica con el mito de Adapa, según el cual el dios
Ea le ha dado al primer hombre sabiduría pero no inmortalidad.53
También en la epopeya de Gilgamés se presenta el conflicto entre
sabiduría divina e inmortalidad. Enkidu alcanza sabiduría por medio de la
unión sexual con una prostituta del templo. Ella se dirige a él y reconoce
esa condición divina: “Eres sabio, Enkidu, eres como un Dios”.54 Ello,
sin embargo, implicará la muerte para Enkidu, quien por su parte
maldecirá a la prostituta por haber obrado a sabiendas.55
No considero, sin embargo, que la posterior interpretación de
Karoš tenga un apoyo suficiente en la trama de nuestro relato.56 El autor
sostiene que el hombre pretende allí su total autonomía y ello le acarrea
no solamente la muerte, sino también el fracaso más estrepitoso: en lugar
del conocimiento del bien y del mal al que aspiraba, habría llegado
52 Cf. K. JAROŠ, «Die Motive der heiligen Bäume und der Schlange in Gen 2-3»,
en ZAW 92 (1980), pp. 204-215, 206-207.
53 Cf. ANET, p. 101: “Wide understanding he had perfected for him to disclose
the designs of the land. To him he had given wisdom; eternal life he had not given
him”. Cf. también A. VAN DER KOOIJ, Paradise, p. 18 que pone en relación la sabiduría
divina con la realeza. Como ejemplo veterotestamentario menciona a David (2 Sm
14, 17.20). El autor destaca que se trata de una vinculación atestiguada en las
fuentes mesopotámicas. Sin entrar en la discusión, cabe señalar lo que podría ser
un elemento interesante: el relato del Génesis usaría así un elemento de la
simbología real pero aplicándola al ser humano. Ello podría ser análogo a lo
verificado, según algunos, en el relato sacerdotal: aplica la idea de la imagen de
Dios –que pertenece al mundo de la realeza– a todo ser humano.
54 A. HEIDEL, Gilgamesh Epic and Old Testament Parallels. Chicago – London,
1949, p. 22.
55 Cf. K. JAROŠ, Die Motive der heiligen Bäume, p. 206.
56 Cf. K. JAROŠ, Die Motive der heiligen Bäume, p. 207. El hombre comió del
fruto del árbol del bien y del mal y fue hecho sabio como Dios pero no pudo comer
del fruto del árbol de la vida para ser, además, inmortal como Dios.
59Cf. HALOT 2, pp. 1446-1447. Para algunas propuestas, cf. Z. ZEVIT, Garden
of Eden, pp. 199-201.
60En todo caso, si se tratase de una primacía humana, no sería la primacía de
un mesías, como parece haberlo sugerido –según algunos– la LXX al usar un
pronombre masculino (auvto,j) para el antecedente neutro (to, spe,rma). El texto está
lejos de pensar en términos mesiánicos. Además, tampoco es una supremacía
sobre el diablo, dado que sería impensable que fuese el linaje humano quien lo
aplasta y no Dios.
61 Se ha afirmado que la LXX, al usar un pronombre masculino en lugar del
neutro como debería ser por su antecedente, introduce una interpretación
mesiánica del texto: kai. e;cqran qh,sw avna. me,son sou kai. avna. me,son th/j gunaiko.j kai. avna.
me,son tou/ spe,rmato,j sou kai. avna. me,son tou/ spe,rmatoj auvth/j auvto,j sou thrh,sei kefalh,n kai. su.
thrh,seij auvtou/ pte,rnan.
62La interpretación mariológica se basa en una traducción errónea de la
Vulgata en la cual se vierte “ipsa” en alusión a la mujer, mientras que en el hebreo
alusión de Rm 16,20 (o` de. qeo.j th/j eivrh,nhj suntri,yei to.n satana/n u`po.
tou.j po,daj u`mw/n evn ta,cei) a este versículo del Génesis que sugiere F.
Giuntoli,63 está lejos, a mi entender, de ser evidente. No sólo porque Dios
mismo es aquí el sujeto y no la estirpe humana como en Gn 3,15,64 sino
también porque el verbo utilizado es suntri,bw (“quebrantar”) y expresa
claramente una superioridad que el texto hebreo, en cambio, no deja
reconocer.
Si lo aquí expuesto es una interpretación plausible, entonces podría
verse en el castigo narrado una explicación del comportamiento habitual,
verificable, entre todo ser humano y la serpiente.65 En ese caso, el
contenido de la maldición divina a la serpiente no desentona de aquel de
las sentencias pronunciadas por Dios contra la mujer y el varón.
67 La LXX no vierte esta endíadis sino que utiliza dos términos que aluden al
dolor: plhqu,nwn plhqunw/ ta.j lu,paj (“penas”, “dolores”) sou kai. to.n stenagmo,n (“gemido”)
sou. Quizás para evitar la confusión que se seguiría si no se lee la construcción
hebrea como endíadis: parte del castigo sería “multiplicar el embarazo”. Ello
contradiría el mandato divino de multiplicarse. Algunos exégetas no ven la
endíadis y tienen que recurrir a otras explicaciones para superar el inconveniente.
H. GUNKEL, Genesis, Göttigen, 91977, p. 21 considera que la mención al embarazo
no concuerda bien aquí y podría ser una corrupción. La razón de ello es que la
multiplicidad de embarazos no puede ser una maldición, ya que para la mujer
antigua era una bendición. Para M. ARNETH, Durch Adams Fall, p. 99 n. 9 tiene que
ser un agregado posterior.
68 A juicio de A. SCHÜLE, Prolog, pp. 196-198 no se trata necesariamente de
un dominio. El autor matiza así la expresión. La argumentación, a nuestro juicio,
no es totalmente convincente. Parece claro que el contexto de Gn 3,16 hace que la
sumisión descripta sea vista como negativa. La equiparación con el dolor del parto
es contundente. Además de ello, el autor introduce una interesante observación, si
bien ameritaría una discusión amplia. Sostiene que Gn 3,16, leído desde Gn 4,7
implicaría una personificación del pecado como mujer. Ello sería, sin embargo, una
interpretación posterior, proyectada al pasaje de la sentencia divina a la mujer.
Una tal personificación no está ausente de la literatura sapiencial. También se
podría ver que la mujer, si bien lo lleva a la desobediencia, le confiere, no obstante,
la sabiduría. Si la relectura propuesta por Schüle del pecado como mujer fuese
correcta, habría que deducir también una consecuencia en esa relectura posterior:
Gn 3,16 sería casi un “protoevangelio” en el cual se insinuaría el dominio del varón
sobre el pecado personificado como mujer.
69 Para una breve discusión, cf. Z. ZEVIT, Garden of Eden, pp. 210-211.
70 Algunos problemas filológicos de la expresión pueden verse en F. GIUNTOLI,
Genesi, pp. 112-113. Una solución atendible propone A. SCHÜLE, Prolog, p. 198.
71 Las preposiciones son distintas (la, y l[; respectivamente) pero tienen aquí
el mismo sentido. Cf. HALOT 2, p. 826.
72 Cf. A. SCHÜLE, Prolog, p. 196; G. RAVASI, Il Cantico dei Cantici. Commento e
attualizzazione, Bologna, 1992, p. 595.
(lk;aTo rp"['w>) también durante todos los días de su vida (^yY<x; ymey>-lK'), es
decir, mientras dure su vida. En segundo lugar, así como Dios
i
multiplicará la fatiga (!AbC'[) del embarazo de la mujer, también el varón
i
deberá experimentar lo mismo (!AbC'[) para comer, en el ámbito de su
trabajo. A continuación se precisa ulteriormente esa fatiga: la tierra le
dará espinas y abrojos (rD:r>d:w> #Aq), siéndole así hostil (Gn 3,18). La
última afirmación que el narrador pone en labios de YHVH Dios insiste
sobre la fatiga del comer a través de la idea del sudor del rostro
(^yP,a; t[;zEB.; lit: “sudor de la nariz”) hasta el fin de su vida, cuando
deberá volver a la tierra de la cual había sido tomado (Gn 3,19).
La expresión final sobre el retorno a la tierra no es objeto directo
de la sentencia sino que más bien describe el arco temporal de la
sentencia: el hombre habrá de luchar contra la hostilidad de la tierra para
comer su propio alimento –para subsistir– hasta (d[;) su retorno final a la
tierra (hm'd"a]h'-la, ^b.Wv). Ello tiene una doble fundamentación con la
conjunción yK: el hombre vuelve a la tierra porque ha sido tomado de ella
(T'x.Q"lu hN"M<mi yKi) y porque es polvo (hT'a; rp"['-yKi) deberá volver al polvo
(bWvT' rp"['-la,w>). Dicho con orden lineal, sin quiasmo de por medio:
deberá volver a la tierra y retornar al polvo porque ha sido tomada de ella
y porque no es más que polvo.
En esta frase nos encontramos con un punto fundamental del
pasaje. Para la interpretación habitual, aquí se encuentra el origen
histórico de la muerte. Así ha sido entendido ya en textos bíblicos y
paracanónicos. Con toda una larga tradición, Tomás de Aquino enseña
que el hombre “en estado de inocencia” era inmortal, si bien con una
inmortalidad diversa de aquella gloriosa.73
Como ya se ha dicho, son muchos los textos escriturísticos que dan
por supuesto “serenamente” que el hombre es polvo y por tanto, mortal.74
Recordemos que la teología sacerdotal supone que el hombre es mortal
desde su origen (cf. Gn 5,1-5). Esta condición es constitutiva del ser
manera, Adán muere en ese día. Cf. también A. VAN DER KOOIJ, Paradise, p. 6; Z.
ZEVIT, Garden of Eden, p. 124.
84 Cf. A. SCHÜLE, Prolog, p. 167.
85 Cf. ANET 102; K. JAROŠ, Die Motive der heiligen Bäume, p. 206; A. SCHÜLE,
Prolog, p. 168.
86 Cf. F. GIUNTOLI, Genesi, p. 108.
87 Cf. A. SCHÜLE, Prolog, p. 168.
3. Consideraciones finales
juventud: wyr"[uN>mi [r: ~d"a'h' ble rc,yE (Gn 8,21).114 No falta tampoco un
relato mitológico en el cual se insinúa que el mal está vinculado al
comercio carnal entre los hijos de los dioses y las hijas de los hombres
(Gn 6,1-2). Cabe asimismo notar que en los textos hay personajes
agradables a Dios, como Abel, Noé y Abraham, que no parecen afectados
por un “pecado original”.115
Es necesario, por tanto, un abordaje nuevo de la cuestión y ello
supone también encontrar un lenguaje adecuado. En este sentido,
considero que más que de “pecado original” –culpa heredada por un
pecado personal histórico y que se borra con el sacramento bautismo–
habría que hablar mejor de una condición innata, de una inclinación al
mal que divide profundamente al hombre, un instinto agresivo que lo
puede llevar a enfrentarse a Dios y a convertirse en lupus de su hermano.
Se trata de una condición “heredada” por el hecho de ser hombres, no por
una culpa cometida en los orígenes de la historia. Esta condición se actúa
a lo largo de la vida humana. Ello supone la libertad del hombre que
actualiza de diversos modos y grados esa potencialidad. Se trata de una
condición que acompaña al hombre mientras viva. Se trata de una
condición cuyo origen no es susceptible de explicación última ni puede
ser respondido, como ya se ha dicho, con una interpretación literal,
histórica de la trama mitológica de Gn 3. En este sentido, sería preferible
ADRIÁN TARANZANO
ataranzano@hotmail.com