Al Rescate de La Tortuga de Río

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Al rescate de la tortuga de río

TEST, Rosalba Salazar Gallo


Con este libro aprenderás sobre la importancia de las
tortugas de río para el planeta y para el cuidado de la
naturaleza, así como la urgencia de protegerlas antes de
que se extingan, ¿podrás ayudarlas? No dejes de disfrutar
este libro y de sorprenderte con los videos, juegos
interactivos y de realidad virtual que encontrarás en él.
Al rescate de la tortuga de río
TEST, Rosalba Salazar Gallo
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HÉROES AL RESCATE ANIMAL
Como tú sabes, en Colombia y América hay muchas especies
de animales que están en vías de extinción;
afortunadamente, existen personas como las que
conforman el equipo de investigadores de esta serie,
Héroes al rescate animal, que dedican su vida a estudiarlas,
cuidarlas y salvarlas. Son hombres y mujeres que aman a los
animales y quieren que conozcas a estas maravillosas
especies para invitarte a que te comprometas con
protegerlas y seas, también, ¡un héroe al rescate animal!
La historia de cada uno de los ocho libros que conforman
esta colección está liderada por uno de estos héroes. En
este libro, la heroína es María Martha Torres Martínez,
quien trabaja en la Fundación Palmarito, donde cuidan a las
tortugas de río, desde que están en el huevo hasta que
cumplen un año, para luego liberarlas en el río Meta (llanos
orientales).
Por las frescas aguas del río Meta, un tortuguillo nada que
nada. Busca con quién conversar, con quién jugar, pero no
encuentra nada de nada.
Asoma su cabeza por la superficie; ve algunos chigüiros que
corren, un humano con botas pantaneras... pero, de
tortugas... nada.
¡Cuidado, tortuguillo, te quieren atrapar!
El humano se agacha rápidamente y toma al tortuguillo
entre sus manos, lo mete en un costal y se va a casa
sonriendo.
Lo que Chepe buscaba era una tortuga grande para comer,
pero cada vez están más escasas. Sin embargo, el tortuguillo
será un buen regalo para su hijo.
—¡Martín, mira lo que te traje del río! —dice emocionado a
su hijo.
—¿Qué es, papá? Déjame ver —contesta el niño.
Martín toma el costal y saca al tortuguillo con cuidado.
—¡Una tortuguita! Gracias, papá, por traerme esta mascota.
Juntos, padre e hijo preparan la casa para la nueva mascota:
ponen un poco de agua en un platón y hacen una isla con
tierra. Allí vivirá el tortuguillo... solo.
Lejos, muy lejos de la casa de Martín, María también recoge
tortugas, pero al revés, es decir, no las recoge para quitarles
la libertad, sino para liberarlas.
María está en la reserva del parque Wisirare, donde cuidan
tortuguillos desde que están en el huevo hasta que cumplen
un año. Luego, los llevan en barco por el río Meta, para
devolverlos a su hábitat natural.
María sabe que las personas que viven a orillas del río
buscan las nidadas que las mamás tortugas dejan
enterradas en las playas y sacan los huevos para
comérselos, porque son parte de su alimentación.
Por eso, cada vez hay menos tortugas adultas, entonces hay
menos mamás tortugas que pongan huevos y, por lo tanto,
menos tortuguillos. Si la cosa sigue así, un día ya no habrá ni
una tortuga en el río.
¡Qué pesar!
María y sus compañeros meten mil doscientas tortuguitas
en una chalupa, es decir, un barco pequeño o canoa, y la
amarran a La Llanerita, otro barco un poco más grande,
donde viajarán, comerán y dormirán los defensores de
tortugas.
Entre tanto, el tortuguillo del platón está aburrido porque
tiene muy poco espacio para nadar. Se le ocurre una gran
idea: empujar y empujar su isla hasta la pared del platón
para poder subir por la tierra, saltar del platón y salir en
busca del río.
Con muchísimo esfuerzo, logra mover la tierra y empieza a
subir, pero en ese momento llega Martín y le grita
angustiado:
—¡Cuidado, tortuguita, te puedes caer!
El niño organiza nuevamente el platón, sin entender lo que
su mascota pretendía.
Mientras tanto, los tortuguillos que viajan en chalupa junto
a los tripulantes de La Llanerita están emocionados porque
pronto serán liberados.
María visita las poblaciones a la orilla del río para hablar con
los habitantes sobre el peligro que tienen las tortugas de
desaparecer. En cada lugar donde la barca se detiene, los
pobladores reciben a María y sus tortuguillos con cariño,
especialmente los niños, quienes saben y aprenden algunas
cosas sobre las tortugas.
—¿Quiénes son los depredadores de las tortugas? —
pregunta María.
—Los gavilanes.
—Los matos.
—Los zorros.
Contestan los niños.
—¡Muy bien! Pero ¿saben cuál es el depredador más
peligroso para ellas? El hombre, los humanos somos los que
estamos acabando con estos animales —responde María
con tristeza.
Entonces, los niños empiezan a contar lo que pasa en sus
casas:
—Es que en mi casa a veces comemos huevos de tortuga.
—Mi mamá prepara la tortuga desmechada.
—Mi papá pesca las tortugas para venderlas.
—A mi abuelita le gusta ponerse manteca de tortuga en la
cara, porque dice que se ve más joven.

María les cuenta que hay otro peligro para las tortugas
bebés y es que, como son tan bonitas, las personas las
llevan como mascotas para sus casas.
—¿A ustedes les parece que una casa humana es un lugar
adecuado para que vivan las tortugas? —les pregunta.
—¡No! —responden los niños a coro.
Martín no se atreve a decir que él tiene una tortuguita
como mascota porque la quiere mucho; entonces, se va a
casa preocupado, sin saber qué hacer.
Entre tanto, María y los niños se preparan para liberar a los
tortuguillos. Cada niño bautiza uno, escogen los nombres
más bonitos: Esperanza, Paz, Feliz, Juguetona... En fin,
nombres de tortugas verdaderamente libres.
Luego, con cuidado, se despiden de ellas y las ponen en la
orilla del río. Las tortugas, emocionadas, se zambullen en el
agua mientras los niños se despiden de ellas.
María está satisfecha por el trabajo realizado con los niños.
Por ahora, su viaje terminó. Dentro de unos meses, cuando
regrese al río, podrá saber si logró su misión.
Cuando Martín llega a su casa, se da cuenta de que, otra
vez, la isla del platón está pegada a la pared, pero esta vez
¡no está la tortuguita!
Entonces, la busca angustiado y, por fin, la encuentra
debajo de una mesa. La toma entre sus manos y la devuelve
al platón, pero en esta ocasión le cambia la tierra por rocas,
para que no las pueda mover.
El tortuguillo del platón se lamenta por su soledad:
—Nunca voy a conocer a otra tortuga...
Martín lo observa y se siente algo culpable, pero no se
decide a liberarlo, porque es un regalo de su papá.
Ocho meses más tarde, María regresa al río para ver si
ahora hay más tortugas y más nidadas.
En la primera población, le cuentan una terrible noticia:
durante este tiempo, las personas han comido más huevos y
más tortugas.
—Esto no está nada bien, tengo que hablar con los adultos
para que comprendan lo grave que es que las tortugas se
acaben.
Se reúne con los pobladores para explicarles la situación.
—Todos tenemos una misión —dice—. La misión de las
tortugas es mantener el cauce del río. Ellas permiten el flujo
de nutrientes porque remueven el suelo y trasladan rocas y
ramas; además, ayudan a dispersar semillas porque nadan
grandes distancias.
»Sabemos que el río es muy importante porque las
personas toman el agua de él, les permite desplazarse
rápidamente y, además, pescar para comer y vender.

—Señorita, nosotros hemos comido tortuga toda la vida —


dice un poblador.
Y un abuelo agrega:
—Pero lo que nos da la naturaleza no es para terminarlo en
un día.
Por lo tanto, María les propone:
—Se trata de comer tortuga con responsabilidad. Porque si
pescamos tooooodas las tortugas, ya no habrá más nidadas.
—Y si sacamos tooooodos los huevos de las nidadas, se
acabarán las tortugas —añade el abuelo.
Entonces, a uno de los pobladores se le ocurre una gran
idea:
—Lo que podemos hacer es tomar solo la mitad de los
huevos.
Al mismo tiempo, en la casa de Chepe, a Martín le toca
buscar con frecuencia a la tortuguita debajo de todos los
muebles, pues ella, con entrenamiento y dedicación,
consigue mover las rocas de su platón y escaparse, aunque
nunca logra encontrar el río.
Entonces, Martín entiende que su mascota no es feliz
viviendo en el platón. ¿Qué podrá hacer para remediarlo?
Durante el viaje de regreso, María piensa que, si todo salió
como lo esperaba, va a encontrar muchas nidadas en las
playas. Al llegar, los pobladores le dan una gran sorpresa:
han cuidado las nidadas y, en consecuencia, hay muchos
más huevos.
¡Esta vez hay más nidos que todos los años!
Algunos campesinos encontraron las nidadas y, en lugar de
comérselas, las han estado cuidando. Así que María recoge
todos los huevos que puede para llevarlos a la reserva
Wisirare y cuidarlos hasta que estén en edad de regresarlos
al río.
De este modo, la población de tortugas se seguirá
recuperando.
Sin embargo, ella no puede llevar tantos huevos, así que
está un poco preocupada por la suerte de tantas nidadas
que quedan en la playa. Por ahora, solo puede llevar los
huevos que caben en los nidos del parque.
María se prepara para embarcarse en La Llanerita y regresar
a la reserva. Entonces, oye los gritos de un señor que viene
en moto:
—¡Señorita! ¡Señorita! ¿Usted es la de las tortugas? —Se
trata de Chepe, el papá de Martín.
—Sí, señor. ¿En qué puedo ayudarlo? —contesta.
—No se vaya, señorita; espere un poco, tengo algo
importante para usted. ¡No se vaya, por favor!
María espera intrigada y, a los pocos minutos, el señor de la
moto regresa, ahora acompañado de un niño que trae un
costal.
—Vea, señorita, es que desde que usted vino el otro día a
hablar con los niños, mi hijo me está volviendo loco en la
casa porque dice que tenemos que devolver esto. Martín,
entréguele a la señorita su mascota.
María abre el costal, encuentra al tortuguillo del platón y lo
recibe feliz. Les agradece y felicita a Martín por entender y
poner en práctica lo que ella le había enseñado.
—María, gracias a usted por ser la heroína de todas las
tortugas —le dice Chepe.
Y ella responde:
—Gracias a Martín por ser el héroe de la tortuguita del
platón.
Chepe y Martín se comprometen a ayudar a cuidar las
nidadas de la playa para ser unos verdaderos héroes al
rescate de las tortugas.
Con estos ayudantes y el resto de la comunidad, María está
más tranquila de dejar tantos huevos enterrados.
Antes de irse, María le pide a Martín que libere a su
mascota en la orilla del río.
Martín le da un nuevo nombre a su tortuga y cuando la
pone en el suelo, se despide cariñosamente de ella:
—Que tengas una linda vida, Libertad.
Ahora, el tortuguillo podrá conocer otras tortugas y nadar,
nadar y nadar.
FIN
¿Sabías esto sobre las tortugas de río?
 Las tortugas llevan en la Tierra cerca de doscientos
veinte millones de años.
 No tienen dientes, su boca tiene forma de pico y se
tragan la comida sin masticar.
 Las hembras desovan (ponen huevos) dos veces al año,
en nidos que excavan en la arena.
 Eclosionar es la acción de nacer rompiendo el huevo o
el capullo.
 La tortuga charapa puede poner hasta ciento sesenta
huevos, de los que solo sesenta eclosionan y cuarenta
logran llegar al río.
 Las tortugas terecay y charapa, de nuestro cuento, son
de cuello de serpiente porque, en lugar de esconder su
cabeza dentro del caparazón, doblan el cuello hacia un
lado, de manera que quede debajo de este.
 El mato es una especie de lagarto grande, también se
conoce como lobo pollero y lagarto overo. Es uno de
los depredadores de huevos de tortuga y tortuguillos.

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