Sin Trabajo y Sin Esparto
Sin Trabajo y Sin Esparto
Sin Trabajo y Sin Esparto
PRESENTACIÓN ...............................................................................................5
INTRODUCCIÓN.............................................................................................11
HISTORIAS DE VIDA Y MIGRACIONES .....................................................17
Las historias de vida como técnica etnográfica ................................................................20
EMIGRACIONES ESPAÑOLAS. EL CASO ALMERIENSE .....................29
Primer periodo, 1850-1939 ....................................................................................30
Segundo periodo, 1945-1973 ..................................................................................32
Tercer periodo, a partir de 1973 ..............................................................................36
Las migraciones interiores .......................................................................................37
Almería, tierra de migraciones .................................................................................40
EL RETORNO, ¿UNA NUEVA MIGRACIÓN?...........................................89
El retorno en números............................................................................................90
El retorno en clave migrante ....................................................................................96
Valoración de la emigración almeriense....................................................................104
Valoración de la inmigración en Almería.................................................................107
CONCLUSIONES...........................................................................................111
BIBLIOGRAFÍA ..............................................................................................115
Sin trabajo y sin esparto
PRESENTACIÓN
¡Ay de aquel año que no había trabajo, ni siquiera esparto como informa el
testimonio! ¿entonces qué quedaba?
Cuando un tornillo de punta cala en la madera, la helicoidalidad produce en
el espectador el efecto de que cuanto más entra, más retorna hacia fuera.
Este texto significativo de los investigadores Ángeles Arjona, Juan Carlos
Checa y Francisco Checa y Olmos es algo así como el tornillo de la realidad
española de posguerra y de su subjetividad en el discurso de los emigrados
retornantes. Los hechos claros y verificables colectivos pasados por el tamiz de la
experiencia personal única e irrepetible. La ilusión de la partida y la realidad de la
vuelta como parte de un sistema semiótico compuesto de una combinatoria de
signos, en cuyo interior el actor recuerda, olvida, precisa, censura, fabula, sospecha,
ignora, discierne como productor de las contaminaciones e intercambios el perder y
reconquistar lugares de referencia.
Españoles que entraban en otros países donde hubiere trabajo y esperanza y,
cuanto más lo hacían, tanto más necesitaban anímicamente retornar. El drama
helicoidal de la emigración llena una gran fisura psicológica. Si acaso se decide
pertenecer al nuevo país de acogida –pudiéndolo- ocurre la asimilación. Si por el
contrario la actitud fundamental es la de volver -descubren los investigadores-
ahorrando para un regreso, entonces vivir para el retorno, sentir a medias para
elaborar el ciclo integral del origen, un territorio con un sistema de signos
reconocibles, enamorables, y ocurrirá el sufrimiento. El dolor del desarraigo. Vivir
para volver. Quedar apenas, frágilmente adherido al lugar de acogida, efímera
vinculación que permita preparar cada día la vuelta. Algo de Robison Crusoe en su
isla cuando elabora el calendario día por día. Que en la isla no sirve de nada pero
sirve para volver.
El plan irreversible del retorno provoca inestabilidad emocional y
existencial. Carecer de la aptitud del mojón durante los años de mayor fortaleza
física y mental no es fácil. Se vive “como si” se estuviera en el pueblo dejado y con
todas las imposibilidades de hacerlo. La representación a veces es ficcional pero
utiliza los materiales y actos reales del nuevo lugar.
Están los que arman el proyecto para dar vuelta solos, porque están solos.
Están los que aspiran a hacerlo con familia porque reubicaron la familia allá, en
otras tierras. Para estos últimos es más difícil replantearse el giro a la tierra que,
ahora, está baldía de ellos y para ellos. La semilla cambió cuando vuelve al terreno
que ni siquiera es el que dejó, y es doblemente otro porque también varió.
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Ángeles Arjona, Juan Carlos Checa y Francisco Checa y Olmos
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“La ciencia social trata de problemas de biografía, de historia
y de sus intersecciones dentro de estructuras sociales y esas
tres cosas, biografía, historia y sociedad, son los puntos
coordenados del estudio propio del hombre”.
INTRODUCCIÓN
1 Véase Portes (2004) donde se hace un repaso sobre el estado de la cuestión de los estudios migratorios
internacionales.
2 Böhning (1984:147) estima que “más de dos tercios de los obreros extranjeros que admitió la República
Federal Alemana y más de cuatro quintos en el caso de Suiza han vuelto”. Resultados similares ofrece Glytsos
(1988) o Dustmann (1996) para otros países europeos. Jasso y Rosenzweig (1982) sostienen que
aproximadamente un tercio de los inmigrantes legales llegados a Estados Unidos retornaron en los sesenta.
3 Entre los estudios que abordan el análisis de las migraciones de retorno en España destacan, sin pretender ser
exhaustivos: Marsal (1969); Botey (1981); Castillo (1980); Pérez (1984); Cazorla (1989); Barrientos y otros
(1993); Barberá (1995); Álvarez (1997); Labraga y García (1997); Bayón (2002); Checa, López y Castillo (2003).
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Ángeles Arjona, Juan Carlos Checa y Francisco Checa y Olmos
Retorno
4 El origen de la investigación parte del interés de la Asociación Almeriense de Emigrantes Retornados (ASALER)
por conocer la situación de los emigrantes retornados en Almería. Para ello, se contó con el apoyo económico de la
Junta de Andalucía.
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Los flujos migratorios no son una realidad actual, pues han existido desde
siempre. Cavalli-sforza (1994) argumenta que a través de los estudios paleoantro-
pológicos se muestra la condición humana de migrante. Crecimiento demográfico,
desarrollo de las culturas y avances -técnicos y sociales-, todo tipo de conflictos y
guerras han sido acompañados de movimientos de población. Aunque estos
movimientos cruzando territorios, mares y continentes no se han producido de una
manera uniforme, tanto por los motivos, como por las formas.
Surgen entonces las siguientes cuestiones: ¿cómo estudiar este fenómeno tan
amplio y complejo?, ¿cuándo? y ¿por qué?, ¿qué aspectos tratar? o ¿qué técnicas
utilizar?
En España la dedicación de las Ciencias Sociales por el estudio de las
migraciones es más reciente que el propio fenómeno. Las investigaciones vinieron
precedidas por un creciente interés político e institucional, es decir, cuando al migrante
se le define como categoría económica, social y jurídica, además de dotarlo de
visibilidad. El interés primordial casi siempre es “medir”: cuántos son, dónde van y
vienen, dónde se instalan, en qué trabajan, etc., para prever y predecir el futuro. Por
ello, proliferaron los estudios a través de macro encuestas y estadísticas, junto con la
utilización de las diferentes fuentes de datos secundarios que ofrecen información.
De un tiempo a esta parte, las cadenas institucionales que guiaban las
investigaciones sobre migraciones se están rompiendo. El carácter multidimensional
del fenómeno, entre otros hechos, exige no sólo un tratamiento multimetodológico,
sino también interdisciplinar: las migraciones son objeto de estudio de demógrafos,
economistas, sociólogos, antropólogos, geógrafos, estadísticos, psicólogos sociales,
historiadores, juristas, etc. Este giro en el objeto de estudio y la ampliación de
disciplinas que se ocupan de él, ha ido acompañado por una revalorización en la
utilización de técnicas cualitativas: grupos de discusión, entrevistas en profundidad,
entrevistas semiestructuradas, historias de vida, etc., se han convertido en formas
habituales del trabajo de campo, orientadas a conseguir información. Se trata de
entender las migraciones también en “clave migrante”; es decir, tratar de no erradicar al
sujeto de la investigación, recuperando la imagen social de sí mismo como un puente
entre la cultura y la personalidad, tal y como lo instaura la tradición weberiana y, por
ello, es un complemento imprescindible al dato, a la cifra numérica de flujos, cupos,
etc., que, sin duda, terminan por cosificar a las personas.
Desde la importancia que tiene esta interpretación en clave migrante,
resaltaremos la utilización, aportación y validez de una técnica cualitativa, como es la
historia de vida. Aunque para ello, primero haremos un recorrido diacrónico en la
discusión epistemológica entre el positivismo y la fenomenología y cómo se encuadra
dicha técnica.
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Ángeles Arjona, Juan Carlos Checa y Francisco Checa y Olmos
5 Véase, entre otros, Van der Berghe (1967), “Dialectic and funcionalism: toward a theoretical synthesis”, en N.
J. Demerath y R. A. Peterson (comps.) System, change and conflict, New York, The Free Press.
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6 M. Beltrán (1989) se pregunta si existe algo que pueda llamarse método científico, en el sentido de ser sólo uno y estar
7 Véase la investigación de P. Thompson (1978) donde se coteja y analiza la aparición del movimiento de
historia oral americano basado en las grabaciones de cinta magnetofónica.
8 Los trabajos pioneros de Vilanova (1973; 1974), Borderías (1977) e incluso Monjo y Vega (1986) basados en
fuentes orales se encontraron en un primer momento con un gran escepticismo e indiferencia en la comunidad
de científicos sociales.
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ciencia ejerció el franquismo, ¿cómo se iba dar la voz a quién no tiene voz9? Es a partir
de final de los setenta y principios de los ochenta cuando en España proliferaron las
jornadas de oralidad10, los grupos de investigación y las investigaciones donde se
incluía la versión “más humana” de los hechos, cuyo referente más significativo es la
creación en 1989 de la revista Historia y Fuente Oral, si bien hoy tiene por título Historia,
Antropología y Fuente Oral.
“Las fuentes orales en España empiezan a surgir en las denominadas
nacionalidades históricas, como Cataluña, País Vasco, Galicia o Madrid. Es frecuente
que a partir de la instauración de la democracia, las fuentes orales sean promocionadas
por las Consejerías de Cultura de las instituciones autonómicas, provinciales o
municipales, muchas de ellas con imprentas propias” (Vilanova, 1995:96).
Paralelamente, además de la Historia, casi todas las disciplinas sociales empezaron a
utilizar y tener en cuenta los documentos orales, especialmente la Antropología y la
Sociología.
Ahora bien, el uso y la vinculación de lo oral, en general, y la técnica de
historia de vida, en particular, a las diferentes disciplinas de las ciencias sociales han
convertido a la historia de vida en un concepto polisémico, por ello, no existe una
clasificación conceptual y terminológica unívoca como recoge Valles (1997) en
cuanto a la clasificación de los documentos o materiales biográficos. “Cualquier
intento de clarificación conceptual y terminológica, en el terreno de los métodos u
las técnicas de investigación social, lleva consigo el riesgo de abrir otros frentes de
confusión” (Valles, 1997:238).
Allport (1989) hace una delimitación terminológica atendiendo a si los
documentos son escritos u orales, en primera persona, proporcionados por éste o no
(autobiografías, agendas, memorias, cartas, cuestiones libres, etc.), o, por el contrario,
son documentos en tercera persona (estudios de casos, historias de vida, biografías).
Como se puede observar en esta clasificación Allport ignora los documentos visuales
–vídeos, fotografías, etc.- que, como resaltaba Plummer (1989), también pueden
incluirse como documentos personales, si bien a primeros de los años cuarenta estaban
mucho menos extendidos y popularizados.
Pujadas (1992) hace una clasificación teniendo en cuenta la participación del
investigador. Habla, por un lado, de documentos personales (autobiografías, diarios,
cartas, registros iconográficos, objetos personales) y, por otro, de registros biográficos
obtenidos por encuestas (historias de vida, relatos de vida y biogramas). A su vez,
dentro de las historias de vida distingue entre: relato (es único), relatos cruzados y
relatos paralelos. Pero lo que no queda del todo claro dónde incluye este autor a las
autobiografías, vídeos, etc. que pueden hacerse bajo la petición del investigador.
9 De igual manera ha ocurrido en la mayoría de los países latinoamericanos, véanse Meyer, 1995; De Moraes,
1995.
10 El primer encuentro fue en 1984 Les fonts orals organizado por Joan Miralles, posteriormente en 1985 le siguió
el V Congreso Internacional de Historia Oral. En la actualidad la Fundación Joan Gil Albert organiza múltiples
reuniones científicas que han visto su fruto en diversas publicaciones.
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Ángeles Arjona, Juan Carlos Checa y Francisco Checa y Olmos
Por otro lado, también es necesario distinguir, como hicieron Denzin (1978) y
Bertaux (1981), entre historias de vida (life history) y relatos de vida (life story). Life story es
la historia de una persona relatada por ella misma. Por su parte, Life history está
compuesta por la historia de una persona -life story- con toda aquella información o
documentación adicional que permita completar de manera más fidedigna lo narrado
por el autor. Por ello, requiere de material complementario, como fotografías, facturas,
documentos y otras manifestaciones que den crédito y validez al hilo argumental
expuesto. Ahora bien, una historia de vida no siempre está ceñida a un individuo,
puede ser una historia de una familia11, un grupo social, tribu, etc. “Junto a estos dos
conceptos básicos, existe un tercero, biograma, acuñado por Abel (1974:111-118), que
es usado con bastante frecuencia para referirse a los registros biográficos de carácter
más sucinto y que supone la recopilación de una amplia muestra de biografías
personales, a efectos comparativos” (Pujadas, 1992:14).
También, las historias de vida, como técnica etnográfica, pueden estar
representadas por diferentes “protagonistas”. En primer lugar, los marginales,
“personajes sin importancia”: drogadictos, alcohólicos, inmigrantes, etc. Es en este
tipo de historias donde destacaron los estudios de Chicago, también hacia donde se
empezaron a inclinarse las investigaciones en España. En segundo lugar, el “gran
hombre”, esto es, historias de personas de gran relevancia pública: el rey, políticos,
artistas, científicos, etc. Y, en tercer lugar, la gente normal, que refleja el modelo
estándar de la sociedad y de individuos. En cuanto al término vida, además de referirse
a cualquiera de esos tres modelos de individuos, cabe resaltar que significa el relato
contado en primera persona por el protagonista con cierta fluidez y acompañado de
una buena dosis de memoria.
En definitiva, la historia de vida la entendemos como “un relato
autobiográfico, obtenido por el investigador mediante entrevistas sucesivas en las que
el objetivo es mostrar el testimonio subjetivo de una persona, en la que se recojan
tanto los acontecimientos como las valoraciones que dicha persona hace de su propia
existencia” (Pujadas; 1992:47). Y en el que se puede incluir información procedente de
múltiples fuentes y documentos sobre la vida objeto de estudio.
Ahora bien, la construcción de una historia es la recreación descrita de una
experiencia humana que requiere de varias fases para su ejecución. En primer lugar y
antes de empezar, se debe uno haber planteado las siguientes cuestiones: por qué, para
qué y para quién12, para posteriormente preguntarse: a quién, cómo llegar y qué
debemos explicar. Plummer (1983:93) lo concreta en las siguientes preguntas: cómo
me presentaré a mí mismo, cómo explicaré el propósito de mi trabajo, cómo explicaré,
quién me lo financia, cómo justificaré mi elección, cómo trataré el problema del
11 El caso más significativo es la obra de Oscar Lewis (1971) Los hijos de Sánchez. Es un estudio en el que se
analiza a una familia proletaria de una forma polifónica a cinco voces: Jesús Sánchez y sus cuatro hijos, Manuel,
Consuelo, Roberto y Marta.
12 P. Bourdieu y otros (1976) señala tres operaciones básicas para el quehacer científico: una conquista contra la
ilusión del saber inmediato (epistemología), una construcción teórica (metodología) y una comprobación
empírica (tecnológica).
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14 En el año 1833 se localizan allí a 1.247 españoles, residiendo 981 en Argel y 266 en Orán. Ocho años más
tarde el total de españoles residentes en Argelia era ya de 9.374, de los que el 78% residía en Orán y el resto en
Argel (Fernández Flores, 1932).
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15 En el período 1851-1911 la colonia española en Francia fue aumentando progresivamente: en 1851 contaba
con 29.736, llegando a 105.000 españoles 60 años más tarde (Rubio, 1974).
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Tres son los principales destinos continentales a los que se dirigen los
migrantes españoles en la década de los sesenta y setenta: Francia, Alemania y Suiza.
Otros lugares como Reino Unido, Bélgica y Holanda son elegidos también, pero en
menor proporción. Como podemos observar en la tabla 3, el mayor número de
residentes españoles en Europa lo encontramos en Francia, desde finales del XIX y
principios del XX hasta las décadas de los sesenta y setenta; a Alemania le
corresponde el segundo lugar y a Suiza el tercero.
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16 A este tipo de acuerdos pertenecen los protocolos firmados con los gobiernos de Francia (27 de junio de
17 Como recoge Cazorla (1989:26) se presentan grandes incongruencias en las estimaciones realizadas por
algunos autores. Si Martín Moreno estima que el periodo de 1962-1975 fueron 950.000 personas las que
retornaron, Mancho, para el mismo periodo, reduce la anterior cifra a 469.394.
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obra que necesitasen las distintas zonas de demanda. Empero, la elección del
destino estaba supeditada a las regularizaciones y peticiones hechas desde los países
de acogida. Y, en segundo lugar, tenemos a quienes viajaban gracias al contacto con
familiares, amigos o vecinos, ya residentes en el país de destino, quienes hacían el
papel de intermediarios entre empresarios y futuros trabajadores.
18 Por ejemplo, de Álava y Navarra van a Vizcaya y de toda Cataluña parten con destino Barcelona.
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la ruptura del equilibrio, más o menos estable, entre campo y ciudad, ya no tendrá
remedio” (Nadal, 1976:58).
En el decenio 1911-20 comienza una nueva etapa en los movimientos
internos, alcanzando su máxima intensidad durante la Guerra Civil española. Los
grandes trabajos públicos llevados a cabo durante la dictadura de Primo de Rivera,
la industrialización del País Vasco y sobre todo la de Cataluña, movilizaron
importantes contingentes de migrantes. La tendencia alcista de los desplazamientos
internos se detiene en el decenio de nuestra guerra. La depresión económica general
redujo las migraciones que sólo los trasvases de los azarosos años de lucha
elevarían.
La situación de estancamiento económico de la posguerra mantuvo el éxodo
entre límites moderados. La oferta de puestos de trabajo en los núcleos industriales
crecía lentamente y los incentivos ofrecidos en ellos eran aún modestos.
Los años cincuenta marcaron para España el final del aislacionismo y de la
autarquía, señalando el comienzo de una nueva etapa de desarrollo industrial. En
consonancia con esta situación se producirá un auténtico boom migratorio que
intensifica la corriente, al mismo tiempo que amplía notablemente el área
emigratoria. La tendencia general que ofrecen los desplazamientos es que se
emigraba de los municipios más pequeños a los más grandes.
En la segunda etapa es cuando se produjo el mayor número de migraciones
interiores. En el periodo entre 1962-1976 la cifra asciende a un total de 5.672.394
migrantes interiores. Las mayores salidas de población las encontramos en
Andalucía con un total de 1.055.446.
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1962 349.346
1963 444.587
1964 498.203
1965 448.126
1966 280.082
1967 383.259
1968 370.523
1969 389.908
1970 380.351
1971 216.010
1972 358.993
1973 438.919
1974 493.406
1975 396.704
1976 224.011
El año que registra un dato más alto es 1964. Fecha a partir de la cual
comienzan a reducirse los flujos hasta 1973 en el que, debido a la reducción de la
emigración exterior, vuelve a recrudecerse la corriente interna temporalmente. Más
tarde los propios efectos de nuestra crisis económica reducen el volumen migratorio
anual que en 1976 alcanzó la segunda cifra más baja de todo el periodo.
Hay que destacar, ya en estos años, la existencia de una corriente de retorno
desde los grandes focos de emigración. Así, por ejemplo, Barcelona envía a
Andalucía 32.639 migrantes, que suponen el 29% de los inmigrantes extra-
regionales y Madrid unos 18.500 a la región central que representan el 19.2% (véase
Puyol, 1979). Las regiones que se ven mas favorecidas por este fenómeno de
retorno van a ser Andalucía, Extremadura y Murcia.
Las migraciones intraprovinciales han estado integradas, desde los años
cincuenta hasta el presente, por dos tipos de movimientos de importancia variable.
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En un principio, por el éxodo de las áreas rurales hacia las capitales de provincia u
otros núcleos urbanos. En la actualidad, las migraciones más voluminosas se
producen entre las provincias de mayor nivel de industrialización. Se trata de una
movilidad realizada, sobre todo, por la población urbana, que busca en ella una
mejor adecuación entre lugar de residencia y trabajo o unas condiciones más
ventajosas para la vivienda.
En resumen, si hay una zona que se ha visto implicada en todos los grandes
movimientos migratorios de España tanto transoceánicos, como europeos o
internos, fue Andalucía y en especial sus provincias orientales. Por ello, nos
detenemos en Almería que, además, experimentó una importante migración al norte
de África.
19A pesar de la reactivación de la actividad minera en Serón y Bacares (Alto Almanzora) no llega a alcanzar la
importancia que tuvo a principios de siglo XX y no impide el éxodo de sus habitantes a otros lugares (García
Iniesta, 1999: 80).
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poco desarrollados generó un gran paro que afectó a los peones agrícolas, para
después extenderse a los pequeños explotadores y arrendatarios.
Cózar (1984) analiza esta situación de paro generalizado que vivía Almería.
Como coteja, el paro obrero en la segunda mitad de los años cincuenta aumenta
claramente, o lo que es igual, todo aumento o disminución del paro en Almería
viene a coincidir con las etapas de restricciones y apertura de las salidas migratorias.
A partir de los sesenta, aunque todavía el desempleo es elevado, se experimenta un
descenso leve y continuado. La única solución viable que tiene el obrero para
cambiar su situación es migrar.
A mediados del siglo XIX Argelia aparece como el primer destino que
toman estos emigrantes. Entre 1885 y 1936, 70.000 almerienses estuvieron en
Argelia. La proximidad geográfica obró como factor esencial en la elección de
destino. De esos emigrantes un 98% eran agricultores que desempeñaban tareas
temporales: podando, segando o en el servicio doméstico (véase Cózar, 1984).
Entre la última década del siglo XIX y principios del XX aparece una nueva
corriente emigratoria hacia América del Sur, que continuará hasta los años
cincuenta. Más de un 80% de los emigrantes tomaron este destino. La emigración
transatlántica tuvo un carácter distinto que la que se dirigía hacia Argelia, ya que ésta
era de temporada y aquella se tornaba definitiva.
Argentina y Brasil fueron los principales focos de atracción de los
emigrantes almerienses por dos razones fundamentales: primera, el agotamiento de
la salida hacia Argelia. Segunda, la percepción de que la emigración hacia el Norte
de África era sólo una solución pasajera, efímera en la cuestión de subsistencia
(véase Gómez, 1995).
Tras la Guerra Civil Española aparecen dos nuevos destinos en la
emigración almeriense: Europa y norte de España. En Europa los principales
lugares de destino fueron Alemania, Francia, Suiza y, coyunturalmente, Holanda y
Bélgica. “La tendencia a los tres primeros países ha ido variando en el tiempo según
el momento económico por el que estaban atravesando y las repercusiones que
sobre ellos han tenido las continuas crisis del mercado” (Cózar, 1984:119).
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Ángeles Arjona, Juan Carlos Checa y Francisco Checa y Olmos
20 Es imposible cuantificar, exactamente, el número de almerienses que cruzaron la frontera, puesto que entre el
flujo hubo muchos que se fueron de manera clandestina o no regularizada, al margen de la emigración asistida.
21 Los almerienses, en un principio, eran conocidos o denominados como "murcianos".
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El freno de las migraciones hacia Europa a partir de 1973 terminó por dar
paso a una época de saldos migratorios positivos -el primero en 1978- que, aunque
moderados, no se conocían en Almería desde algunos años de principio del siglo
XIX, coincidiendo con la crisis colonial (Cózar, 1984:70).
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Situación de partida
22 Para el retorno gallego véase Álvarez (1997) y para el caso catalán Botey (1981).
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Empecé a trabajar a los nueve años. Empecé a coger esparto por el monte y no paré hasta la
vejez. No pude ir a escuela ni ná (entrevista nº 13).
Los recuerdos ahora no son buenos y en invierno antiguamente nevaba mucho y francamente lo
pasábamos mal porque no había botas. Los calzaos eran…, los fabricábamos nosotros mismos de
esparto, nos hacíamos las esparteñas, calcetines no los conocíamos y andábamos escasos, la
verdad (entrevista nº 22).
Pues me acuerdo que estaba ahí guardando ganao en esos Campos de Níjar. Cuando tenía diez
años empecé a ayudar a mis padres porque la vida estaba muy mala y cuidaba ovejas allí por esos
campos, pues como era la vida de antes, pues ayudarles a ellos en lo que uno podía (entrevista
nº 5).
Mis padres se criaron en un cortijo, tenían unos mulos y un poco de ganado. La vida estaba mala
y con los mulos había que sembrar, había que trillar y había que labrar la tierra por lo que había
que trabajar mucho (entrevista nº 17).
Mi infancia, como en aquellos años, pues era bastante dura como en los años treinta y tantos y
cuarenta y tantos, muy dura. Primero porque mi padre era de una familia de trabajar la tierra,
pues desde que comenzábamos a andar empezábamos a trabajar. Pues yo recuerdo cuando tenía
cuatro o cinco añillos iba detrás de ellos guardando los cerdos a que comieran las espigas, detrás
de ellos segando, así con eso ya puede usted hacerse una idea (entrevista nº 17).
Fue bastante dura, por ahí comenzó la guerra después de mi infancia, tenía yo 3 meses, mi padre
se lo llevaron a la guerra y mi madre quedó sola con 4 hijos. Y de ahí a luchar, yo no sé cómo lo
hacía para darnos de comer a todos (entrevista nº 30).
Mi madre se quedó en plena guerra con dos criaturas, una de 4 y otra de 8 y ella fue la que nos
sacó, apenas pudimos hacer una cosa, yo particularmente pos cogí tres o cuatro cabricas de un tío
mío, al monte cada día (entrevista nº 15).
Con once años, mi padre le dio un ataque de abulimia y mi padre se quedó a cero grados de
sangre. Estuvo tres años sin poder hacer, ni comer nada y yo con once años me puse a labrar
con unas yuntas de mulos (entrevista nº 17).
¡Nosotros teníamos ganao que era lo que nos hacía vivir! Teníamos unas doscientas cabezas de
ganao. De aquí nos fuimos a Rodalquilar a las minas y entonces yo cuidaba el ganao y mi padre
trabajaba. Luego mi padre se puso malo y entonces vendimos el ganao y con la mina te daban un
bancalillo de tierra pues le dije a mi padre: “papa, ¿quieres que coja un bancalillo de tierra y
siembre papas o cosas?” “Sabes que lo vas a llevar tú”, no pasa nada y cogí lo que me iba a hacer
falta, cogí conejos, animales de todas clases y llevaba la tierra (entrevista nº 6).
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Ángeles Arjona, Juan Carlos Checa y Francisco Checa y Olmos
Recuerdo que mi padre estuvo dos años en Orán, en Argelia (entrevista nº 6).
Se juntaron cuatro o cinco a ver si encontraban más beneficio allí en Orán. Se tiró un mes y no
le dieron de aquí lo suficiente y se vino; se fue a ver, como se suele hacer siempre: voy a ver, voy
a ver y luego ná (entrevista nº 7).
Pues mi padre estuvo por África, por Francia. Él estuvo en un barco holandés. En África le
dieron las fiebres esas, no me acuerdo cómo se llaman, las que las produce el mosquito y estuvo
hospitalizao en Holanda y luego a consecuencia de la guerra estuvo tres años fuera también. Yo
no había nacido pero mis hermanos y mi madre estuvieron solos por la trayectoria de la guerra.
Él no pudo volver por ese tiempo porque la política que había en aquel entonces, pues estaba en
contra u opuesta a la política y estuvo que estar fuera, hasta que la cosa cambió y ya volvió él.
Volvió en 1940 (entrevista nº 8).
Joven, era muy joven mi abuelo, o sea si sacas en conclusión, ahora yo no puedo dar explicación
porque no estoy para eso por mi aportación, pero sabes que murió en el 1965 con 85 años, es
decir con los 20 y pocos estaba él en Argentina. Se tiró siete años, eso sí lo recuerdo (entrevista
nº 12)
Pues sí, uno de ellos se fue a Buenos Aires con dos hijos -un tío mío y mi padre-. Uno con
catorce años y otro con doce y no sé a los años que volvieron pacá otra vez. Lo que sé es que mi
padre se fue sólo a Estados Unidos con 18 años y ya había vuelto de Buenos Aires y estuvo
hasta los 20 años. Luego vino y se casó y después se fue a Francia, también estuvo un tiempo en
Francia (entrevista nº 28).
Mi abuelo -que en paz descanse- se fue a Argentina. Estuvo dos años allí. Estuvo trabajando
parte del tiempo. Él estuvo en Argentina. Cuando niño me contó que trabajó en unas minas,
pero su profesión fue prácticamente la que heredé de él que era en la era, todo lo que era la trilla,
la recolección de los cereales y todo esto (entrevista nº 9)
Mi Abuelo estuvo en la Argentina y en Francia y mi padre también estuvo en Francia con mi
abuelo, pero antes de la Guerra, la guerra de España (entrevista nº 10).
Quizás que uno de mis abuelos o mis bisabuelos de los primeros que fueron a La Habana,
porque mi familia se quedó con ese apodo. Según me contaron una vez se fueron a cortar cañas
de azúcar y en el tabaco. También un tío de mi madre tenía muchas fincas en aquellos años pues
había estao en Buenos Aires muchos años también, en Argentina, Montevideo. Lo que quiere
decir que remanecemos de familias emigrantes (entrevista nº 17).
El padre de mi padre pues se fue a Cuba y les fue muy bien. Se fue mi abuelo con tres hijos, mi
padre era uno de ellos. Mi padre estuvo en Cuba y ganaron en aquellos tiempos un dinerico y
vinieron y se compraron su casica aquí y compraron una finca, pues arreglao al pueblo (entrevista
nº 22).
Mi padre estuvo en Cuba en el dieciocho. Estaba soltero cuando se fue y se fue porque aquí
siempre había años de miseria, había años pos que no llovía, y entonces, pos como no se recogía
pos había que emigrar. Estuvo siete u ocho meses pero tampoco tuvieron mucha suerte, ¡que no
ganaba mucho, vaya! (entrevista nº 29).
46
Sin trabajo y sin esparto
Mis abuelos con toda la familia restante, con ocho hijos que le quedaban aquí, tenían nueve
hijos, se fueron al Brasil, y entonces reclamaron al hijo y estuvieron allí me parece que ocho años
(entrevista nº 15).
Emigro allá a los Estados Unidos y colocó los tres hijos a trabajar. El más pequeño creo que
tenía 15 años cuando se lo llevó y los colocó a todos y él se vino al poco tiempo a los dos años.
Mi padre no se pudo ir porque él tenía que entrar a la quinta de militar. Los hermanos se
quedaron allá. Murieron allá (entrevista nº 30).
Lo único que recuerdo es que dicen que mi abuela, los padres de mi abuela, estuvieron en
Méjico. Por eso le pusieron a mi padre Horacio, porque ellos remanecían de por ahí, que
estuvieron emigraos los padres de mi abuela paterna, pero no lo sé, eso es lo que he oído de ellos.
Es lo único (entrevista nº 5).
Yo creo que fue una temporá, cuando iban o explotando la Argentina porque dicen que iban al
campo quitando matas, haciendo campos y lo estaban explotando en la Argentina (entrevista nº
10).
Ellos fueron a Brasil y cogieron tierras, no sé a tercios, a medios o cómo sería la costumbre que
tuvieran allí, no la sé. Lo que si sé es que los últimos cuatro años cogieron una extensión de
terreno, no sé cuánto, pero tenía que ser pequeño, para hacer una plantación de café (entrevista
nº 15).
En Argentina trabajó también en el negocio, pero según recuerdo por la familia estaba en unos
trabajos concretos y trabajaba para una gente en la que tenía que hacer esos trabajos, en algún
montaje de ferrocarril, o algo así por el estilo. Él tenía su negocio allí. Aquello se terminó o vino
en quiebra y entonces su negocio también terminó y como él ya estaba casado, mi abuela y mi
madre –que había nacido ya- estaban por aquí, pues regresó con su negocio allí terminao y se tuvo
que instalar por aquí (entrevista nº 12).
Mi padre estuvo una temporá en Argentina, eso sería recién íos, que estuvieron en el monte
cortando pinos, y de noche que dormían allí y dice que echaban fuego, porque los lobos, los
lobos haciendo fuego que al fuego no se acercan y para que no se acercaran formaban una
lumbre, como estaban en el bosque cortando leña. Formaban una lumbre y allí creo que comían
y dormían y tó. Pero eso ya no sé yo si fueron dos meses, veinte días o fueron ocho días, ya eso
no puedo explicárselo (entrevista nº 3).
Me fui un año a la recolección de la manzana que me acuerdo, mucho, mucho, estuve muy poco
tiempo cuarenta días o por ahí en la recolección de la manzana (entrevista nº 17).
Mi abuelo también estuvo en Francia y mi padre también con él, otro tío mío y otro tío mío que
se fue joven y ya no volvió más, ese se quedó allí, se casó y allí ha seguido. La última vez que yo
lo he visto fue en el año 1958 y ya no lo he vuelto a ver más (entrevista nº 10).
47
Ángeles Arjona, Juan Carlos Checa y Francisco Checa y Olmos
Mi padre trabajaba en el campo y luego cuando estuvo en Francia y cuando se vino se compró
ese cortijo en el que vivimos todos de pequeños, el que está a unos dos kilómetros de aquí
(entrevista nº 14).
Mi padre cuando era más joven emigró también a Francia y trabajó en temporás en la
construcción y en el campo. Se iba tós los años y se tiraba cinco, seis meses y luego volvía. Así
estuvo unos cuatro años (entrevista nº 18).
Mi padre en Francia trabajó en unas minas, pero no le puedo decir de qué eran las minas, si eran
de carbón, no lo sé. Lo que sí sé es que estaba su hermano mayor y algunas veces me ha dicho
que trabajaban desnudos en las minas. Sería pa no ensuciarse la ropa, porque luego salían,
¡imagínate como salían! (entrevista nº 28).
Mi padre era militante del Partido Comunista, él se fue a Francia pues nació en 1904 y se fue con
dieciocho años y unos tíos míos estaban en París y él se fue para allá, adhirió al P.C., colaboró en
el maquis, pero eso, era en la Segunda Guerra Mundial. Se vino en las Brigadas internacionales
en la Guerra Civil española. Él tenía una conciencia muy aguda en cuestiones de justicia, de
experiencia en país extranjero. Ha sido un emigrante que, al haberse ido a Francia muy chico,
hablaba bien el francés. Bueno, muchas cosas de mi padre las sé por mi madre porque yo era
muy chica cuando murió. Se fue de camarero me parece, tenía allí a dos hermanos, dos o tres
hermanos, mi tío Antonio, mi tío Pepe y otro creo. Me cuenta mi madre que el primer miedo del
emigrante es: “¡no tengo casa, no tengo nada!, ¿si me quedo parao?, ¿dónde vivo?, ¿cómo hago?”.
Entonces entre los cuatro hermanos se fueron a una subasta que subastaban terrenos a las
afueras de París, lejísimos del Centro y compraron uno grande que les costó baratísimo. Estaba
sembrado de coles allí, se lo dividieron y ayudándose unos a otros. Cada uno se hizo su casita
con unos amigos que también les estuvieron echando una mano, tardaron bastante pero ya
tenían su casa, que no es poco en país extranjero. Esa casa se ha quedao ahora en el centro de
París. Hace poco fui allí y no hay ni rastro (...) estaba en la actual Défense, donde está el Palacio
de la Défense, en pleno centro (entrevista nº 3).
Los principales motivos por los que se emigra son económicos. La falta de
trabajo y, sobre todo, de ingresos, se presenta como el factor determinante a la hora
de emigrar. Entre otras razones cabe destacar, como consecuencias de lo anterior: la
falta de ahorro, mejoras salariales, pago de deudas, reagrupación familiar. En
definitiva, la salida tendría la función manifiesta de mejorar su situación económica.
La situación no era buena, no era fácil buscarse la vida aquí. Hoy está la vida un poquito más
cómoda, pero en aquellos días no era tan cómodo y esa fue la decisión que yo tomé de irme a la
emigración, para ver si ganaba un poquito para estar aquí mejor (entrevista nº 4).
Esos años cuando yo emigré la pesca estaba por aquí fatal, estaba muy mal pagado. La vida era
bastante difícil y era por los años sesenta. Emigré por la mala situación económica que había
aquí y unas buenas voces de Alemania que es concretamente donde yo emigré, esto es lo que me
llevó a emigrar para Alemania (entrevista nº 12).
Las causas de emigrar era la vida dura que había en aquel entonces en España. Recuerdo que
trabajábamos mucho y se ganaba poco, esa fue una de las causas por las que me fui. Que yo
tampoco sabía lo que había fuera, la verdad es que no sabía pero mi idea desde hacía tiempo era
de emigrar, de conocer mundo y de ver cómo se vivía en otros países. Por todo lo demás y
viendo como se vivía aquí pues la decisión fue más decidida (entrevista nº 14).
48
Sin trabajo y sin esparto
Los motivos que nos llevaron fueron motivos económicos, en realidad fueron motivos de mis
padres, yo fui después –como te contaba- de siete meses de una manera de reinserción del hogar
otra vez. Mi padre no aguantaba vivir sólo y tan lejos y entonces acabamos yéndonos todos a
Brasil. Yo me fui con mi familia pero sin tener nunca la decisión de emigrar, ni haber aceptado
muy bien la condición de migrante y de alguien que tuvo que dejar su país. Yo lo hice contra mi
voluntad (entrevista nº 23).
Me fui cuando nació mi niña, justo al año. Mi marido creo que en el 1961 ó 1962, ahora estoy en
duda. Se fue él solo, que hubo inmigración, con las expediciones que hubo. No me acuerdo
cuantos fueron. Siempre lo referimos porque eran todos de aquí (entrevista nº 26).
Pues porque aquí no había trabajo. Yo estaba na más que con el esparto y el esparto se acababa,
y ya pues echaba dos o tres meses de esparto y to el año parao. Y aquí te espero na, sin comer na,
to el día por ahí con el esparto por esos cerros (entrevista nº 13).
Sí, sí yo fui la que dijo de irme, porque había mala situación en España. Cuando yo me fui
estábamos viviendo en Tabernas y la verdad es que no estábamos tan mal. Mi padre estaba de
cortijero y ganábamos algo y nosotras la mujeres pues criábamos animales a medias con este
señor, dueño del cortijo en que estábamos (entrevista nº 30).
Pues porque no había forma de vivir en mi pueblo. Allí no había ná más que la poca tierra que
teníamos y no había otros medios. Entonces en aquella época no había ná, hoy está la playa y
cualquiera se puede ir a un hotel, a un restaurante, pero es que antes no había ná. La poca
agricultura que tenías, o meterte a pastor y vivir de cuatro cabras y cuatros cosas, pero eso no era
forma y yo no lo veía bien (entrevista nº 28).
Pues, la verdad sea dicha, pues entonces no había trabajo y dijimos vamos a hacer un viaje por
ahí, tanto como se ganaba en Alemania, porque decían tanto eso de: ¡Alemania, Alemania,
Alemania! Y probemos la suerte y no hemos tenio mala suerte tampoco, porque hemos estao
comiendo, trabajando. Al final yo tuve un trabajo bueno que fue en la renfe alemana (entrevista nº
5).
Yo tenía dos amigos que ya estaban en Alemania y ellos me hablaban y tenía contacto con su
familia y yo veía que ellos progresaban y yo veía que yo no podía vivir y entonces pues ese fue el
motivo (entrevista nº 9).
Como estaba en la mili, y en la mili nos calentemos unos cuantos amigos, ¡vámonos a Alemania!,
¿cómo que nos vamos a Alemania? y desde allí mismo, estando de permiso aquí en Almería en
Viator, nos bajemos aquí a inmigración y nos apuntemos y tan pronto nos apuntemos, al poco nos
vino la carta y arreamos tos, salimos unos cuantos juntos (entrevista nº 18).
Tenía allí un hermano de la mujer y entonces la ilusión de que fulano ha traído tanto dinero.
Además yo me fui antes en una vendimia que aquello que traje –unos tres mil duros- pues pa lo
que se ganaba entonces eso fue una locura para todos, en dieciocho días que estuve en la
vendimia (entrevista nº 7).
49
Ángeles Arjona, Juan Carlos Checa y Francisco Checa y Olmos
Bueno elegí Alemania como pudiera haber elegido Suiza o Francia, pero entonces no es que
supiera lo que se ganaba. Siempre de haber mejorao, donde hubiese sido, no me importaba a mí
nación alguna (entrevista nº 9).
Nada, nada, yo no sabía ni que existía Alemania, solamente a través de este señor que llevaba la
Cámara Agraria -antes era la hermandad de labradores- que me dijo que si me quería ir para
Alemania que le habían dicho que tenía un contrato (entrevista nº 17).
Pues porque nos fuimos ahí…, y está bien. Si decidimos a Bélgica pasamos lo mismo y dijimos
Alemania y tuve suerte. Yo es que estuve primero en Alemania y estuve en la obras y no me
gustaba mucho y entonces me vine y luego me fui otra vez, al poco tiempo, fui otra vez y hasta
el fin (entrevista nº 5).
Entonces le dijo a la hermana cómo estaban las cosas aquí, entonces la hermana le dijo que si se
quería ir a Argentina, que allí había trabajo y que ella le arreglaría los papeles y le buscaría
trabajo, que haría los trámites; pues mi marío encantao. Entonces ya me lo dijo él: "mira que carta
he tenío, si quieres, yo me voy a la Argentina, si me quieres nos casamos, si no yo me voy igual
(entrevista nº 16).
El Viaje
50
Sin trabajo y sin esparto
Bueno, yo es que lo hice, yo me fui y estuve nueve meses, me vine y al año me volví a ir, y ya se
vino mi hermana. Estuvimos tres años más, nos vinimos por aquello que, mi madre no
podíamos llevárnosla, probamos a venir aquí y yo en el 1961, en el 1960 fue cuando empezaron
a venirse de aquí, bueno empezó alguno antes, uno creo, pero en el 1960 ya se empezaron a ir y
en el 1961, en marzo del 1961. No te vayas a pensar que no tiene retórica la cosa, yo me hice el
pasaporte aquí en Almería, pero, sin embargo, no me daban visado para poder salir de España.
No lo daban, te hacían el pasaporte, tu pedías el pasaporte y te lo daban y entonces había que
estar como decía aquél al loro, yo escribí a Barcelona a ver si allí daban visados y me dijeron que
sí. Entonces cogí y me fui a Barcelona. Que de las cosas raras, allí me pasó una, llegué y me puse
porque la policía estaba en la plaza de España, estaba y está, me puse en la cola donde había que
me dieran visado, y me vine a poner detrás de un amigo mío que hacía unos días que se había
ido, y vine a parar, y dice “qué haces aquí”, y le digo yo “seguramente lo mismo que tú”, de
forma que se me quedó abrazado, je je, qué bonito. Había mucha gente en las colas, a lo mejor
había 70 u 80 personas, por decir una cosa. El visado era pa salir de España, una vez que estabas
fuera no necesitabas el visado na más que pa cuando fueras a tener que volver aquí a España.
Entonces como normalmente ya veníamos con contrato de trabajo, pa volver, y a parte de que
veníamos con contrato de trabajo antes de venirnos íbamos y nos visaban el pasaporte allí. El
visado me parece que era pa un año, venías estabas aquí un mes o dos el tiempo que... tres meses
máximo, porque según la construcción era muy malo este tiempo pa trabajar allí. Cerraron lo del
visado, no sé por qué, vieron que había tantísima gente que dieron órdenes de no darlo, y no lo
daban, habían provincias, y en Almería como salía tantísima gente, nos hacían pasaporte pero
visado no, ibas a buscar el visado donde vieras que lo daban, que lo conseguías, y yo lo conseguí
y aquel muchacho que encontré allí también (entrevista nº15).
La primera vez estaba recién casao. Me tiré allí nueve meses y vine y entonces me llevé a mi
mujer, que no es que te hacías los pasaportes así, así de aquella manera, ¡sabe usted lo que pasa!
Entonces la policía y la guardia civil a uno no lo autorizaba y tenías que ir al alcalde para que te
firmara y te hiciera el pasaporte y siempre te ponían cosas y cosas y entonces emigraba el que
tenía dinero. Nosotros es que íbamos a buscar la vida no nos dejaban pasar, que nos costaba el
pasaporte dinero y que había que echar ganchos para que te lo hacen. La primera vez que yo me
hice el pasaporte me pilló en Mataró. Me costó las perras arreglar los papeles. Me pillaron tres
veces y tres veces fui a la calle. Me pillaron la policía con los papeles y que no había manera. Que
tenías que no sé qué, que tenía no sé cuántas y entonces un día por la amistad y por las cosas
venía un hombre allí. Y lo que pasa, hablamos de una cosa, hablamos de la otra y sacó la
conversación de que si me quería irme a Francia, yo se lo arreglo, deme usted el carné de
identidad y se lo paso por la comisaría y después de unos cuatro días que estábamos trabajando
en las tomateras, y vino aquel hombre y ahora mismo vengan ustedes. Me acuerdo que el
pasaporte quedó manchado de la tomatera y estaba el director de la policía y me había echao tres
veces para atrás y aquel día con aquel hombre que vino pasé y recuerdo que me costó siete días
trabajar para regalar la pluma estilográfica que pagué para un amigo del hombre ése, porque me
exigían que tenía que estar seis meses empadronao. Pues la pluma eso fue lo que me costó irme. El
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Ángeles Arjona, Juan Carlos Checa y Francisco Checa y Olmos
otro me dijo que todos los días jugaba al billar con el inspector de policía de allí y ¡como no me
iba a hacer el pasaporte a mí y todo lo que él hubiera querío! A mí me decían que no se podía, que
tenía que llevar unas doscientas o trescientas mil de depósito, como que iba de turista porque
antes no se podía trabajar... cosas de Franco que tenía la gente aquí recortá para morirse de
hambre (entrevista n º 7).
52
Sin trabajo y sin esparto
hijo, a mi suegra y a mí ya nos vieron y nos dejaron pasar, pero mi suegro allí esperando. Al rato
pasó un cura y mi marío le contó lo que pasaba y le dijo: “usted no tenga problema”, porque
antes los curas tenían mucha mano, y ya va pa un lao ya va pa otro. Y mientras nosotros
esperando, hasta que llega y nos dice que nos podemos ir a la Argentina, qué suspiro dimos.
Porque lo vendimos to pa poder comprar los pasajes, eran muy caros, nos quedamos sin na, el
cortijo, los animalillos, hasta los platos vendió mi suegra, una caldera, una artesa de amasar, to
(entrevista nº 16).
Tuve que ir a un médico que te ponía la expedición, fue un reconocimiento que me dejaron en
cueros, de todo, flexiones por si tienes algún miembro mal, y cuando llegué allí tuve que
hacerme otro reconocimiento médico (entrevista nº 27).
Primero en Francia y tuve que pasar reconocimiento aquí y en Irún. Luego en Alemania,
reconocimiento aquí y antes de trabajar otra vez allí, y ya cuando me hicieron ya esos
reconocimientos el hombre allí conmigo, como de lazarillo, yo de lazarillo de él (entrevista nº
17).
Una vez que estábamos allí en Gomicur, trabajando, no sé si a los cinco o seis meses había que
pasar revisión médica, te llaman para que fueras. Era un reconocimiento de todo, para ver si
estabas bien, porque si no, te echan del país. Ellos, aparte de la revisión que te mandan aquí en
España para que puedas irte con todos los papeles en regla, te hacen otro reconocimiento al
tiempo, por si acaso los papeles que te arreglaban aquí en España eran falsos, eran de otra
persona, lo comprueban. Se lo hacían a todos los que iban, pero solo una vez nada más. Era un
reconocimiento normal, sin análisis, ni nada (entrevista nº 11).
Bueno, en esa época estaba mi cuñao, el marío de mi hermana mayor, pero yo me fui
primeramente, intenté pasar pues como turista y entonces nos pusieron el sello negro que nos
pusieron en la frontera alemana y no nos dejaron pasar, después intentamos pasar
clandestinamente pero yo concretamente, íbamos varios de aquí como unos doce en dos coches
turismos desde Barcelona, que los alquilamos en Barcelona, que eso sería más largo de contar,
pero bueno. No, porque, debido a que tenía mi cuñao allí en Alemania, él me decía, si te ponen el
sello negro mejor que no pases, lo cual todos los compañeros se fueron para Alemania, -esto fue
en el sesenta y dos pasaron clandestinamente dejando sus maletas y sus enseres abandonadas,
poniéndose la ropa que podían y el resto dejarlos tirao con sus maletas, para pasar a través de un
río que tenían que pasar. Yo como mi cuñao me decía eso, yo ya no lo intenté ni siquiera,
entonces en Estrasburgo que era allí donde había que coger a un guía para que los pasaran por el
río, yo ni lo intenté, me quedé en Estrasburgo. Busqué trabajo a los pocos días de estar allí,
encontré un trabajo y posteriormente mi hermano que estaba en Marsella, como te he dicho, que
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Ángeles Arjona, Juan Carlos Checa y Francisco Checa y Olmos
me estaba ganando la vida regular, me dijo: “que si quieres venirte a Marsella, aquí más o menos
vamos bien”. Me fui a Marsella y ese año en noviembre o por ahí, aproximadamente, y ya me fui
pa casa, esto fue en el sesenta y tres. Luego estuve en la Costa Brava, trabajando con los albañiles
y al principio en el sesenta y cuatro fue cuando ya me apunté a la emigración oficialmente en las
inscripciones que había de emigrantes, pero no obstante no sabía si esto me iba a venir aprobado
o no y por no perder el tiempo por aquí me fui a Andorra y estando allí en Andorra, me vino un
aviso que si quería repasar reconocimiento médico que me presentara tal día, lo acepté me
comunicaron y me vine para Almería, pasando dicho control médico uno alemán y otro español,
de modo que sí, o mejor dicho, primero el español y luego el alemán. El día 22 de Junio de 1964
partimos hacía Madrid, Madrid-Irún, Irún-Colonia y Colonia, hicieron la distribución a cada
emigrante según el destino que llevábamos. Cada uno con el contrato de trabajo donde iba
destinao a la fábrica donde iba a trabajar (entrevista nº 12).
El viaje duró una eternidad, no sé si fueron… Salí de aquí el veintiuno de mayo y llegué allí el
veintitrés de mayo. Salí el veintiuno, no me acuerdo a la hora, de aquí y llegamos el veintitrés por
la noche a Stuttgart. El veinticuatro pasamos los reconocimientos y el veinticinco empecé a
trabajar; prácticamente cuatro días de viaje. No me acuerdo muy bien de los recorridos, es que
no sé ni por qué frontera entramos a Alemania. Supongo que al irnos por Madrid entráramos
por Irún, Bourdeaux y ya allí sé que el primer punto de encuentro importante en Alemania fue
en Colonia y luego nos volvieron para Stuttgart en otro tren (entrevista nº 17).
Ellos iban con todo, con contrato de trabajo, porque si no, no te dejaban entrar a trabajar. El
que iba sin papeles sabía que se tenía que venir para acá. Te hacían revisiones médicas de todo,
te ponían las placas. Él tuvo que hacerse una de análisis, de todo. Aquí se formaba una
expedición por el sindicato, y tal día sale esa expedición, le pagaban su billete, todo. Alemania se
hacía cargo de todo. En Almería había uno del sindicato, me parece, que se hacía cargo de ellos,
en ese grupo eran veinticinco. Iban desde Almería hasta Madrid y de Madrid a Colonia. Iban
catorce vagones, desde Almería salimos cuatro o cinco vagones e iban cogiendo a gente de aquí
a Madrid, allí ya se completó el tren. En Colonia había un alemán, típico alemán que los recogía;
ellos iban enumerados, él llevaba el número 41, por delante y por detrás, para que cada alemán
supiera quién era (entrevista nº 24).
Me fui en el tren. Era muy malo. Los vagones eran muy malos. Nos fuimos entre un vagón y
otro, ahí nos fuimos subidos, porque no había sitio y eran muy malos. Tardamos en llegar tres
días. Tuvimos que estar un día entero en la estación de Madrid, ¡qué hacía frío!, pero..., no
teníamos dinero para ir a una fonda. No me acuerdo de lo que costó el billete, pero sí me
acuerdo que tuvimos que ahorrar mucho para comprarlo, tuvimos que vender unos animalillos
que teníamos, para poder coger el billete hasta San Guesa. Mi marido se fue con trabajo ya, en el
pantano. De Navarra a Francia nos fuimos en el tren. Ese era mejor (entrevista nº 11).
Nos fuimos en un tren, de eso sí que me acordaré toda la vida. Un tren de madera con los
asientos de madera, ¡qué bonito!, ¿eh?, era muy difícil porque llegabas, ¡figúrate tú como llegabas!
Entonces había tres categorías: primera, segunda y tercera y los pobres como no teníamos
mucho dinero, sacábamos la que menos nos costaba. Pero chiquilla, era tanta la ilusión que
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Sin trabajo y sin esparto
llevábamos, que no nos molestaba. Aquella vez, el tren estaba medio regular, lo malo era aquí en
España, eran los trenes españoles. ¡Ahora!, luego, ya una vez que cambiabas ya a Francia, ya eran
muy diferentes, esos sí estaban de maravilla, pero aquí estaban pésimos. Me acuerdo yo de
aquellos detalles de los asientos de madera. Tardamos en llegar dos días y tres noches,
muchísimo, una amargura. El billete nos costó tres mil y pico a cada uno, el pico no me acuerdo,
pero fueron tres mil y pico pesetas; de ida (entrevista nº 1).
En barco, embarquemos en Cádiz. Echemos quince días y en siete días vimos na más que vimos cielo
y agua, cielo y agua... cuando ya vimos un pajarico dijimos "¡uy, ya viene tierra!". Pero na más que
cielo y agua. Íbamos por el Ecuador ¡Uy que calor!. Íbamos de la proa a la popa viendo los
pescaditos. Pero el barco era como un sueño, yo porque no me acuerdo lo que medía, pero
llevaba iglesia, piscina, cine, tres salones pa la gente rica, pa la gente mediana. Una pa los ricos,
que no podías entrar. Otra chica que iba con dos niños, uno con cinco añillos y otra con ocho,
dice: “Abuela, quédese con los niños que nosotras vamos a ir a goler por ahí.” Y dice: “Bueno yo
me quedo, vayan ustedes.” Ella era un poco más mayor que yo, pero también era joven y nos
metimos, ¡cuando nos vieron nos sacaron! Pero, ¡si tú vieras lo que llevaban ahí! Y luego estaban
los medianos y luego nosotros, los más pobres, pero ¿sabes tú como nos atendían? Nos
cambiaban todos los días de sábanas, de toallas, en el suelo había una limpieza, unas comidas...
En el pasaje entraba to, la comida, los pasajes, to. Allí había tiendas, peluquerías había de to. Te
hacían fiestas dos o tres veces en semana. Nosotros íbamos a donde nos pertenecía, "cada
mochuelo a su olivo", hacían de to. En la piscina, porque yo que me iba a bañar, pero ahí se
bañaban. Eso era un pueblo. Uno cuando se va, lleva pena porque no sabe lo que va a ver, deja
a su madre, a su padre, a toda su familia, a su país, porque te lo pasas llorando, pero la que
llevaba toda su familia, iban la mar de contentas, con mucha diversión (entrevista, nº 16).
Llegada
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Ángeles Arjona, Juan Carlos Checa y Francisco Checa y Olmos
Cuando llegaron allí, aquel hombre les decía: “todos para mí”. Como una mercancía de naranjas,
igual. Allí los recogían. Al llegar a Alemania en diferentes sitios se quedaban los hombres que
necesitaban. Los que salieron de Almería iban todos juntos. Él no sabía ni leer ni escribir, a un
país extranjero, que no sabía ni a dónde iban. Aquello fue muy grande, muy duro, era muy duro
(entrevista nº 24).
Nos montamos en el tren y cuando llegamos a Francia, como no entendíamos, nos bajamos y
cuando le enseñamos al revisor el billete, otra vez a montarnos, porque allí no nos teníamos que
bajar, otra vez los bultos al tren. Porque no entendíamos. Ése le dijo que cuando llegásemos a
París, que es donde nos esperaban, nos avisarían. Nos esperaban en París unos amigos de
Navarra. El patrón que nos contrató les dejó un coche para que fueran a recogernos (entrevista
nº 11).
Mi viaje fue una odisea. Me fui a Madrid sin saber a dónde iba, porque era la primera vez que
salía de aquí; llegué pa morirme, porque me fui en aquellos trenes de madera, con vagones
corridos todo de madera. Iba lleno de militares, ¡llenico de militares! Llegué a Madrid, en la
primera estación donde nos bajamos, había como una pensión; yo de Madrid no sabía nada. Me
fui con una chica y no se a dónde iba, porque ella se quedó en Madrid y yo me fui a Alemania.
Me fui a la pensión y claro llegué tan... de toda la noche sin haber dormío y del mal humor que
llevaba por haberme dejao a mis niños, y de la tristeza que llevaba, pues... Había una mujer,
buenísima, la mujer me preparó una cama y le dije: “tengo que ir al consulado a tal hora”, y me
dijo: “usted no se preocupe que yo a esa hora la llamo”, me llamó y me fui. Le pregunté donde
podía coger pa ir al Consulado y me explicó. Cogí el metro en Madrid pa ir al Consulado. Llego
al Consulado, entro al cónsul y le digo: “mire, voy a Alemania con mi marido que está allí”. Yo la
carta de llamada que me había mandao mi marido no la había recibío, llegaba aquí a la casa y yo me
había ido ya. Le digo: yo traigo este papel que me lo ha hecho un gestor en Almería y dice, si está
su marido allí, usted no necesita absolutamente nada; el papel que me habían hecho llevaba la
dirección de dónde estaba él, todo. De allí me fui a París. En París me esperaba una tía mía y un
primo. Estuve allí un día y una noche y le dije a mi primo que me mirara el tren que tenía que
coger pa irme a Alemania y el pobre se enteró, pero mal. Desde donde vivía mi tía hasta donde
tenía que coger el tren pa irme a Alemania, tuve que hacer ocho transbordos. Yo iba sólo con
una carta en la mano con la dirección de él. Me encontré a un español y me ayudó a llevar la
maleta y me dijo donde tenía que coger el tren hasta llegar a donde quería. Él estuvo tres días y
tres noches esperándome a seiscientos kilómetros más paca; me equivoqué y tenía que haber
cogido un tren francés y cogí el que iba a dónde estaba él, claro al llevar la dirección puesta, el
hombre aquel, me dijo el tren que era, pero no donde él me estaba esperando. Él estaba en
Frankfurt, esperándome donde llegan los trenes franceses, pero allí no es como aquí. Yo me tiré
desde por la mañana que cogí el tren hasta por la noche cuando llegué, de pie en el pasillo a ver
si lo veía. Por la tarde me senté porque el revisor me dijo que me sentara; había unos banquetillos
en los pasillos pa sentarse. Yo iba pendiente a ver si lo veía cuando llegué a Frankfurt, pero claro,
yo no lo podía ver en la vida porque él estaba en otro sitio. Allí se tiró tres días y tres noches,
esperándome. Claro mi primo se equivocó y yo que llevaba la dirección que era lo único que me
servía pa poder coger un tren (entrevista nº 24).
Bueno, en la frontera nosotros no llevábamos porque nosotros allí íbamos acompañados por
expediciones, yo recuerdo cuando llegamos a Alemania y bajamos allí a un arcén y un señor
español con acento andaluz ya nos fue separando y se nos puso un número a cada uno como si
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Sin trabajo y sin esparto
fuésemos sacos de patatas y con eso ya estábamos unos distinguidos de otros. Entonces ya había
allí un señor alemán el que nos recibía y nos iba dejando en cada punto los que llevaba.
Nosotros íbamos todos a Ludessafer y nos acompañó este señor a este pueblo y allí estaba el jefe
esperándonos. Supongo que serían por zonas, los que iban a Ludessafer le ponían un número y a
nosotros nos colocaron un número y a los demás, así sucesivamente. Yo recuerdo que cuando
nos llevaban al tren nosotros no sabíamos que tren teníamos que coger y entonces nos llamaban
con la mano y el tren directo, sin hacer trasbordo, a Ludessafer (entrevista nº 9).
Pues a lo primero yo no conocía nada, sólo que salimos de aquí en febrero y nada. Ni sabíamos a
dónde íbamos, nada más que nos llevaron de aquí como borregos y nos hicieron embarcar en un
tren como los que habían antes que era nada más que madera, que cuando llegamos a Madrid,
que nos tiramos el día y la noche para llegar a Madrid; siempre estamos paraos en esas vías, hasta
que llegamos a Madrid. Otro día nos tiramos en la frontera y de allí otro día que nos tiramos
para llegar a Alemania. Una vez que llegamos a Alemania, una nevá que no podíamos andar y
nosotros con sandalillas puestas y hasta el chofer que venía con nosotros se nos quedaba mirando
los pies y: “¿de dónde vendrá esta gente?” (ja, ja) decía el alemán: “¿se pensarán que vienen de
verano?” Nosotros con las sandalillas puestas y que íbamos atascaos con la nieve hasta aquí (se
señala la rodilla), eso fue en febrero. Salimos de aquí el día doce y llegaríamos en día quince o
dieciséis a Alemania (entrevista nº 5).
Llego allí, y no llevo seis semanas y me quemé toda la cara porque me reventó una máquina y me
puso la cara… y como iba de prueba dos meses me dijeron los compañeros que me iban a
despedir y les dije: “pues si me despiden pues con mis hijas y mi mujer me voy, no voy a ningún
sitio malo, que me dejan lo mismo me da”. Cuando cumplieron los dos meses me renovaron el
contrato (entrevista nº 6).
De aquí, ninguno íbamos nuevo de toda la provincia, fuimos en un tren a Lyon, a Lyon no,
fuimos a un pueblecillo. Lo voy a explicar bien, fuimos a Lyon y de Lyon nos llevó un coche al
pueblecillo. A nosotros nueve nada más, iba gente de por aquí. Iba uno de un pueblecillo
también de por ahí que se llama Enix, cerca de Felix, de ahí iba uno. Total vamos pallá, y el
contrato era verdad, era para RENFE, y allí nos pusieron, pero la primera noche de trabajo
cuando me tocó a mí, sin saber una palabra de francés ni saber ná; ¡no darnos una semana, o dos
semanas, qué sé yo, un mes de instrucción, na, ahí nos pusieron! La primera noche de los de
Almería de los nueve que íbamos murieron tres, ¡murieron tres! Allí lo que hacíamos el contrato
que llevábamos era con una gruncha, para engrasar los veías y pa pintar. Y nos pusieron de golpe y
porrazo a enganchar vagones y desenganchar vagones, pos sí, en francés hablaban y no sabíamos
nosotros el francés, hoy sí podría hacer yo ese trabajo pero entonces no, y entonces yo estuve
dos noches. La gente moría porque los pillaban los vagones, porque no sabían lo que era
enganchar un vagón y desenganchar, ni que es frágil, ni qué es esto ni qué es lo otro. No sé que
pasaría, con un contrato que llevaban, ya los gobiernos se pondrían de acuerdo. Yo sólo sé que a
las dos noches, a mí no me paso na, yo no trabajo aquí más, esto no me interesa. Luego el
57
Ángeles Arjona, Juan Carlos Checa y Francisco Checa y Olmos
barracón que nos llevaron, toos juntos en una hornilla de carbón, no había na más que una pal
pilón de tíos que había en la nave aquella de madera, el servicio estaba fuera, de madera, aquello
un desastre, allí habíamos alrededor de 150 tíos (entrevista nº 22).
Yo cuando llegué allí no me fui directamente a trabajar, estuvimos tres semanas dando clases de
holandés, ¡tres semanas! A las tres semanas empezamos a trabajar. No es que fuimos y de
momento a trabajar, no, nos dieron clases de holandés; entre las clases que te dieron de holandés
y lo que podías chapurrear, te ibas conduciendo, pa pedir una cerveza, pa pedir pan, pa pedir esto
o lo otro, un café... es lo primero que se enrolla uno y luego ya a base de tiempo. Yo tuve la
suerte o la desgracia que me echaron a trabajar solo con holandeses, y no tuve más remedio que
aprender. Es que si yo llego allí sin idea de nada pues… Y también nos dieron diez florines para
poder comprar lo que necesitases, porque tenías comida y cama. Por mucho que yo te diga no
podrás imaginarte nunca cómo son estos sitios (entrevista nº 27).
Para los que viajaban sin contrato previo, los propios familiares o amigos
podían recibirles y conseguir un contrato de trabajo. Las dificultades no eran menos
para los trabajadores con su situación regulada o controlada, pero agravadas en el
anterior caso en torno a las condiciones laborales y la necesidad de resolver los
papeles.
Él había estado allí y ya entonces era el plan económico. No porque lo había pasado bien,
porque él lo pasó bastante mal; gracias a unos tíos que tenía allí y a unos paisanos que tenía, le
echaron una mano, le habían ayudado mucho. Porque él tuvo que estar en unos barracones, que
había para los inmigrantes y gracias que lo escondían para que por la noche durmiera allí y el
vigilante no lo viera, lo pasó bastante mal. Lo que pasa que él vio lo que había ganado en dos
años de soltero, luego si nos íbamos casados y conseguíamos trabajar los dos. Nosotros nos
fuimos en el plan de estar dos o tres años, trabajando allí, traernos el dinero para cogernos un
piso y venirnos a Barcelona y trabajar en Barcelona. Para mí mi ilusión y mi vida era Barcelona,
yo no pensé jamás salir de Barcelona. Nos fuimos en un autobús. En un autobús de esos que
van al extranjero, en aquella época, en vez de ir ocupados con marroquíes, iban ocupados de
inmigrantes españoles que volvían de vacaciones, porque la mayoría estaban trabajando allí. Dio
la coincidencia que hablando con unos señores que eran de Murcia, que habían cogido el
autobús en Barcelona con nosotros, estaban trabajando en un pueblo, Erinsausen, que es donde
tenía mi marido uno de los paisanos. Nos dieron su dirección y luego nos hicimos amistad; dio la
coincidencia que ese señor se mareó luego en buscarme la lista de niños españoles que había en
aquel pueblo y en toda la zona de alrededor, y gracias a eso conseguí doce horas de trabajo (...)
Íbamos a la aventura. Llevábamos treinta mil pesetas en el bolsillo, íbamos a un hotel. Un
hombre o mujer sola con cualquier amistad te metes, te apañas para dormir aunque sea en un
sofá, pero ya éramos dos, un matrimonio, entonces nos íbamos a un hotel. Él sabía que era
tornero, que era un buen oficio, sabía trabajar muy bien y eso lo sabían valorar los alemanes,
porque era tornero de planos, él trabajaba a la milésima. Y entonces él sabía que en cuanto le
hicieran una prueba, lo metían en cualquier sitio, él sabía que tenía trabajo en cuanto llegara pero
58
Sin trabajo y sin esparto
yo ya era más difícil. Entonces en aquella época sucedía lo que pasaba aquí cuando llegamos a
Barcelona, la policía al llegar a la aduana, la policía subía al autobús pidiendo papeles, pasaportes,
si veían el sello que ya trabajaban en Alemania pues nada, al otro. Llegó la policía a nosotros:
pasaporte, menos mal que mi marido ya sabía cuatro palabras esenciales porque había estado dos
años, pero claro lo que pasa cuando eres joven, conoces a chavales y chavalas y aprendes más
por ejemplo en esos años que estuvo conmigo, se defendía medio regular. El policía le dijo que
cómo que íbamos de turistas a Alemania, él le dijo que nos habíamos casado, le enseñamos los
anillos e íbamos de luna de miel a Alemania. ¡Ah sí!, me dio el policía la mano y yo pensando ¿y
éste porque me da la mano a mí?, me dio la enhorabuena, que luego me enteré… Cualquiera
podía ir, la cosa no estaba tan mal como para no ir. Le dijo que tenía familia en tal sitio, como mi
marido había estado trabajando allí, se lo dijo que había estado trabajando allí, en la Bayer en
Menercussen, cerca de Colonia, le explicó todo eso, que me llevaba para que yo conociera todo
eso donde él había estado y bueno el policía lo entendió y no nos puso pega ninguna. Pero muy
mal porque a algunos los bajaban en la frontera y lo repatriaban otra vez (entrevista nº 2).
El trabajo
Condiciones de trabajo
Bueno elegí Alemania como pudiera haber elegido Suiza o Francia, pero entonces no es que
supiera lo que se ganaba, pero es que se ganaba más en Alemania porque el franco suizo estaba
más bajo que el alemán; hoy es a la viceversa, hoy está más subido el dinero suizo que el alemán.
Siempre de haber mejorado, donde hubiese sido, no me importaba a mí nación alguna. A mi el
trabajo era uno de los más pesaos de la fábrica pues yo trabajaba con un alemán donde eran
prensas, que lo mismo eran de neumáticos de tractores, de camiones y en ese trabajo hacía
mucho calor. Estábamos sin camisa en pleno invierno con la nieve allí al lado y las ventanas
abiertas semidesnudos. Allí no podías beber ná porque allí el agua mineral tiene mucho gas y
quema, pero también había unos paquetes de leche de litro con un sabor a canela y me tomaba
dos o tres paquetes de aquellos, pero cuando llevaba dos o tres meses me daba diarrea y de
momento tenía que ir al baño, lo mismo que me ocurría con la mantequilla: por no conocer el
idioma para desayunar y almorzar comía una pastilla de mantequilla y le echaba casi dos
centímetros de azúcar, porque no sabía pedir otra cosa y tenía muy poco tiempo –veinte
60
Sin trabajo y sin esparto
minutos- y en ese tiempo tenía que comprarlo en una tiendecilla pequeña y comer. La vida no fue
muy fácil, solamente los sábados que comprábamos en un supermercado y no tenías que decir
dame de esto, lo mismo que lo tenemos hoy en día en España, que llevas la cesta y coges lo que
quieres comprar. Allí en el supermercado había muchísimos artículos españoles, yo recuerdo una
vez de ellas y unas latas de sardinas y cuando llegamos nos dijo un compañero: “¿es que vais a
poner un supermercado?”; “no vamos a poner un supermercado, pero como hemos visto que las
sardinas eran españolas nos la hemos traído”. Nos alegrábamos mucho, hay muchas anécdotas
para eso “hay que estar fuera para sentirse español” y un poco de amor a lo tuyo (entrevista nº
9).
Allí también estuvimos muy bien, aunque el trabajo era muy sucio, de pieles. Una fábrica de
pieles de vaca. Entraban las pieles, pues despellejar al animal y llevárselas pallá, y salían listas ya
pa hacer los bolsos, los zapatos. Venían los camiones con las pieles del matadero, venían salás, y
allí en la fábrica había que curtirlas, para quitarles el pelo, rebajarles las grasas que tenían por
dentro en las máquinas; ir dándoles color con unas químicas en máquinas, tenían un proceso
muy laborioso. Tardaban en salir la piel desde que entraba a la fábrica hasta que salía para
venderlas en las tiendas de zapatos, de más de un mes. Era un trabajo que no me gustaba, era
sucio y malillo, con mal olor, pero ¡en fin! Pero por parte de los jefes te trataban
estupendamente, la gente que había trabajando era lo mismo; había poquita gente (entrevista nº
1).
La movilidad laboral a pesar de las duras restricciones que se imponían,
como ya hemos visto, era muy habitual en la búsqueda de condiciones mejores y
salarios más altos. Otro motivo recurrente entre los emigrantes que residían con su
familia eran los largos desplazamientos hasta el trabajo.
Me levantaba a las cuatro de la mañana cada día para entrar a las seis que había que fichar. Yo
tenía que ir veinte minutos andando y luego coger el tranvía, luego dejaba ése y cogía otro. Todo
ese tiempo tardaba en llegar al trabajo, me cogía bien lejos. Por la mañana tenía un cuarto de
hora para desayunar y media hora para comer. Salíamos sobre las cinco de la tarde. Mi marido
siempre trabajaba a turnos, una semana tenía que trabajar de mañana, otra de tarde y otra de
noche, igual que en Barcelona (entrevista nº 24).
La situación socio-jurídica
A mí me pagaron un viaje porque yo tuve una equivocación de las que tenemos las personas, yo
me apunté a la emigración absurda y entonces me fui allí por una emigración absurda y entonces
estuve unos diecisiete días y ni me gustaban las comías, ni me gustaba –aunque me trataron bien-
el trabajo con los ajos y le había dejado a mi mujer allí en mi casa, pa ordeñar y que: “yo me haya
dejao en mi casa tres vacas en mi casa y que las ordeñe la mujer y me venga yo a ordeñar aquí en
Suiza vacas” y abandoné el contrato y me pusieron en el pasaporte: sur de Suiza en 24 horas,
entonces cogí un taxi y me metí en Alemania, después de Alemania (...) dice mi cuñao: “¿chacho,
como has pasao la frontera, te han echao el cuño negro? Pues te tienes que ir pa España. Entonces me
vine pa Basilea y me subí en una expedición que iba para Alemania y que atravesaba Suiza y
conforme iban pasando para leer el pasaporte pues me puse en la cola y yo lo puse en la página
antes del cuño negro que decía «sur de Suiza en 24 horas», porque si abandonabas un contrato
con el cuño negro pues si te cogen otra vez te ponen en la frontera de España y hasta los tres
meses supuestamente no podías volver. Si enseñabas el cuño negro y te lo ve algún patrón no te
daba el trabajo. Pues desde allí pase a otro cantón (porque los pueblos allí son cantones) y me fui
a otro porque me dijeron que si en uno no me lo arreglaban y no me contrataban, me lo harían
en otro (...). Y estuve nueve meses trabajando allí. Me iba nueve meses a trabajar a un
restaurante, desde luego a marterizar el cuerpo, salía a las cinco de la mañana y me salía con los
bocadillos a la calle y yo me quedaba a lo que me dieran de trabajo. Entonces el tío con el que yo
trabajaba sabía que yo estaba yendo al restaurante y al tío este le dijo que no tuviera yo ningún
accidente, porque si me pasaba algo se la cargaba él. Pues así estuve nueve meses y me dijo el tío:
“¿cómo me has engañao de esta manera? Pasado los nueve meses fui a recoger a la policía mi
pasaporte pues lo tenían ellos y me dijo que tenía que pagar una multa de unos doscientos
francos y le dije que no entendía lo que quería decir -esa multa era porque había trabajado con el
cuño negro- y me dijo más claro que como le estoy hablando yo ahora mismo: “que si no me
entiendes, no tienes el pasaporte hasta que no me pagues los doscientos francos”. Y tuve que
pagarlos porque yo quería regresar, porque el contrato con el que me iba era de nueve meses y
quería volver otra vez con contrato renovao, pero en otro sitio. En el trabajo este me vigilaba
porque yo después del trabajo salía arreglao y me iba derecho a coger el tranvía, porque en el
restaurante yo entraba a trabajar a las cinco de la tarde y allí yo tenía la comida y yo estaba
echando mis horas y ganando más sueldo y entonces el tío sabía que yo trabajaba en un
restaurante, pues un día me sigue –porque como veía que yo me iba por la tarde muy arreglao y
venía tarde, porque vivía en su casa- un día y veo que él se ha montao en el mismo tranvía que yo,
pero en otro vagón y entonces me lo calé: “¡ah, hijoputa! Tú vas a ver dónde trabajo”. Intento
despistarle y de momento me cambio a otro tranvía y vigilo y él al mismo tranvía, pero siempre
en vagones diferentes y así hice tres trasbordos, que no tenía que haber hecho para perder el tío,
pero luego me costó volver y ¡cuántas veces he pasado yo corriendo por las calles y la policía
detrás de mí y llegar a un portal y dar un portazo en la puerta en esas que se cerraban! Por que
vigilaban. Pues imagínate a las horas que yo iba a trabajar a un restaurante. La directora del
restaurante fue y era muy buena conmigo, porque esa persona ha hecho por mí como una
madre. Además quería que me hiciera cargo de todos los turcos que había trabajando allí en el
restaurante –éramos más de setenta en aquel restaurante-. Ella todos los días me decía que le
enseñara el pasaporte y yo le decía: “¡uy, se me ha olvidao el pasaporte!”, otro día: “hay que ver la
cabeza esta mía mira que dejármelo en la mesita de noche” y así un día tras otro porque yo no
quería que viera el pasaporte porque en el momento en que lo viera... Al final de pedirle la
cuenta a la mujer, ya sí se enteró y me dijo: “Blas, ¿cómo nos ha estao engañando de esa manera?
Si aquí viene una inspección a mí me echan una multa y a usted le echan para España”. Ya ves, a
mí me daba igual, porque yo con ese cuño es para que me hubieran echao para España hacía
nueve meses (entrevista nº 7).
El sello negro. Era los que iban como turistas llegaban a la frontera..., había habío épocas antes
que desde los años 1950 y avanzaos hasta los 1960 y pocos, que ahí entraba todo el mundo y no
62
Sin trabajo y sin esparto
te ponían impedimentos ningunos, porque era tan grande la demanda de trabajadores que todos
que llegaban eran bienvenidos, pero de mi época en adelante según con el policía de aduanas que
dieras ya te ponían impedimento, de que fueras así, como turista, porque ellos sabían que allí
españoles como turistas iban muy pocos y ver a grandes cantidades que llegaban a la frontera de
jóvenes, con aspecto de trabajadores no de turista –que eso se manifiesta bien pronto-, entonces
ellos ya sabían que estaban las emigraciones organizadas y entonces ponían el sello negro con el
fin de que te vinieras por emigración. Entonces te cogían y lo que te hacían es que te cogían el
pasaporte, te ponían un sello en el cual decía “no apto para trabajar, no válido para trabajar” y
entonces a partir de ahí donde fueras a buscar trabajo ya no te daban trabajo, porque lo primero
que veían era el sello negro que se denominaba aquí en español, porque allí lo que ponían era un
Underlaugter para trabajar o algo por el estilo, no apto para trabajar concretamente, y eso era el
sello negro que llamaban. Aquéllos entraron clandestinamente, entraron a través de ese río y
demás y después buscarse otros coches para que lo llevaran, los trajeran a donde ya habían otros
conocidos, pero como esos ya llevaban el sello negro pues igual que yo, tuvieron que volver
posteriormente, tuvieron que volver e irse a través de la emigración; ya la misma fábrica los
cogió, porque cuando ellos llegaron allí la fábrica los cogió, les dio trabajo pero luego les obligo a
que tuvieran que sufrir esos trámites de venir a través de la emigración, es decir, irse
organizadamente con sus contratos de trabajo y demás.(...). En los primeros años de la
emigración en los años 50, pues llegaría alguien que empezaría a trabajar, pero normalmente,
aquello... a medida que te enterabas de cómo estaba la situación, que cómo era, y no solamente
que tu te enterabas, sino era que te hacían enterarte. Es que el empresario te podía coger, aunque
tu no tuvieras tus papeles en regla, el empresario te cogía porque tenía esa necesidad de esa
mano de obra, pero una vez que te cogía, el mismo comenzaba a hacer todos los trámites para
legalizarte (...). Te legalizaba, ibas a la policía, te conseguía tu permiso de trabajo, tu permiso de
residencia, y a partir de ahí tu puesto de trabajo y sin ello no hubiera sido normal. Hoy en día,
hay más gente sin contrato que en aquella época, en Alemania concretamente, porque lo hacen
con la conformidad de los patrones, porque la mano de obra vale tanto hoy, ya hay mucha gente
emigrante en Alemania, pero no solamente españoles, hay de toda Europa, y quizás de todo el
mundo; lo que hay mucho ahora son trabajadores del Este, por ejemplo hay rusos, yugoslavos,
albaneses y demás y entonces toda esta gente que está trabajando actualmente sin papeles están
trabajando con el consentimiento de los patronos que son los primeros que los cogen. Pero los
cogen por el hecho de que están clandestinos y corriendo el riesgo de que si los cogen lo van a
multar y si algunos no tienen ese temor es porque saben pagar a las inspecciones que vengan
para que no les cojan. Y esa gente, pues están, y como te digo, les pagan bastante menos que los
trabajadores que están allí legalizaos y por tanto a los patronos les interesan tenerlos, ¿me
comprendes? Hoy en día, según hemos conocío a lo largo de los años, sí hay bastantes, pero son
trabajadores del Este puesto que ya hoy ya no se les puede legalizar sobretodo, a los que no son
de la Comunidad Europea o Unión Europea, lo que no son de este organismo no les hacen
papeles, pero como son muy cercanos los polacos, entonces sí que hay, vienen y se instalan en
viviendas de conocidos, vienen como visita, pero lo que hacen es trabajar clandestinamente, pero
si tiene la suerte de trabajar dos o tres meses pues se llevan ahorrillos para vivir el resto del año
en sus países, como por ejemplo sería Polonia, Rusia, Lituania y otros, de modo que esto
funciona así también (entrevista, nº 12).
Economía sumergida
Hubo fechas que quizás llegaba un tren entero cargao de gente que no llevaba documentación
ninguna, llevaba su pasaporte, sus papeles en regla pero no podían bajar. Entonces si los
sindicatos no tenían bastantes peticiones, les recogían el pasaporte por la mañana cuando
llegaban, y cuando llegaba a tal hora de coger el tren les cerraban el andén y lo echaban pa
España. Pa España que ninguno... el 99% no llegaba a España. La primera parada que tenía el
tren de Ginebra a Francia era un pueblo que le llaman, Viaran, y ahí se bajaban todos, unos
pasaban con taxis, otros pasaban por las montañas, se tiraban dos días andando, otros iban a
buscarlos allí, pero al final, hombre, siempre había gente menos decidía o que no llevaba dinero
o que no tenía gente y se venía, pero allí volvía (entrevista, nº 15).
Ellas empezaron a trabajar, yo mis doce horas y así tiré; me dijo que no me preocupara que él iba
a hacer todo lo posible para que el gobierno alemán, es que ellas entraron directamente como
maestras extranjeras pagándolas el gobierno alemán, sueldo alemán, sueldo español, y yo con mis
doce horitas por el Consulado. Un día me dio la sorpresa el cura de Beslar, que era gallego, Don
José Estévez, una bellísima persona, vino un día a verme y me dice: “Te traigo una sorpresa, que
te han concedido las veintiocho horas el gobierno alemán también”. Eso era enero, febrero, me
las concedieron en el mismo curso. Ganaba muy poco, pero era interina española con mis
veintiocho horas y funcionaria del gobierno alemán, tenía el seguro alemán. Éramos maestros
alemanes pero de segunda categoría, el grupo B aquí en España; el A eran maestros alemanes,
ganaban el doble que nosotros, pero ya ves, yo que nunca había ganado más de quinientos
marcos al mes, entré ganando dos mil marcos del gobierno alemán y el sueldo español. Así año
tras años se fue prolongando nuestra estancia en Alemania, pero quién regresaba con la gallinita
de los huevos de oro. Entonces me encontraba que todos los meses con el sueldo alemán mío y
el sueldo de mi marido, con uno vivíamos y el otro lo ahorrábamos. Y cuando llegaba aquí a
España, ponía la cartilla al día, pagas extras y sueldo, tenía dinero suficiente para pasar mis
buenas vacaciones. La segunda vez que regresamos de vacaciones compramos nuestro primer
piso en Barcelona, dimos en gordo trescientas cincuenta mil pesetas de entrada y tuvimos que
limpiar todos nuestros ahorros y regresar a Alemania con lo justo para el viaje. Pero dimos la
entrada de nuestro primer piso en Barcelona, que era mi sueño, donde poder venirme un día.
Con esa ilusión viví por las noches soñando cómo iba a decorar el piso, recorrí el piso doscientas
veces, era mi sueño, tener un piso. Y lo pagamos antes de tiempo, al año siguiente lo
terminamos de pagar, firmamos la escritura, a los dos años siguientes compramos un segundo
piso (entrevista nº 2).
Trabajo de la mujer
Un importante porcentaje de las mujeres que salen para reunirse con sus
maridos, y que en España no realizaban más actividad que las labores propias del
hogar, cuando marchan al extranjero lo hacen como asalariadas. En su mayor parte
la salida ocurre sin control de las delegaciones provinciales de trabajo; el contrato
64
Sin trabajo y sin esparto
En la fábrica de trajes de caballero, cosiendo. En la de zapatos tenía que ponerle al zapato entre
la suela y el zapato un trozo de corcho, ya venía a medida hecho. Los zapatos venían en cadena y
yo cogía y le ponía eso. Mi marido le ponía la suela, las tapillas. Ahí se trabajaba por minutos.
Pero ahí no se ganaba mucho. Donde más se ganaba era en correos, pero eso ya fue poco
tiempo antes de venirnos. En la fábrica de papel, liaba los rollos de papel en la máquina. En
Telefunken, montaba las piezas para soldarlas para hacer los circuitos de las radios, hacía de
todo. En todas las fábricas yo trabajé siempre con alemanas, había españolas pero siempre he
tenido que trabajar entre alemanas, no sé por qué (entrevista nº 24).
Yo empecé a trabajar en una empresa de confección de ropa de hombre, de caballero, cosiendo
a máquina, estuve cinco años allí y luego me cambié. Como mi marido cambió de trabajo
también, a una fábrica de tapicería. Yo cosía en una máquina de coser. Cuando empecé me
tuvieron que enseñar porque no sabía manejar la máquina, para todo te enseñaban, se tomaban
interés. Tenían mucha paciencia, te daban cuatro o cinco días para que conocieras la máquina y
luego poco a poco te soltabas tú. En aquellos tiempos cuando llegaban nuevas las ponían al lao
de otras que sabían para que aprendieran (entrevista nº 26).
Salarios
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Ángeles Arjona, Juan Carlos Checa y Francisco Checa y Olmos
Allí no había sueldos, allí era ¿Cuánto me das? Si sacas cien mil kilos cincuenta pa mí, cincuenta
pa tí; según hagas el contrato así se hace, las herramientas, to. Como unos medianeros. Así
estuvimos varios años, luego compramos una finquita, que todavía la tenemos, de cuatro
hectáreas, no llega a cinco (entrevista nº 16).
Entramos ganando poco, yo recuerdo que entramos ganando doscientos ochenta marcos, pero
ajustándolo que estaba entonces a catorce pesetas [saca una calculadora que tenía al lado en un
cajón] pues ya ganábamos unas 3.900 pesetas al mes, eso no se ganaba aquí; entonces en aquella
fecha yo recuerdo un amigo que murió hace tres años en Francia casao con una tía de mi mujer,
ese muchacho que había sío un amigo de la infancia y este hombre ganaba trescientas pesetas a la
semana que son 1.200 pesetas al mes hasta 3.900, pues estaba yo ganando 2.700 más al mes que
aquí (entrevista nº 17).
Pero ya lo primero que hice fue trabajar donde no había vacas, eran muy esclavas las vacas.
Nosotros empezábamos la jornada a las 6 de la mañana, en la agricultura, donde había vacas ya
empezaba a las 5. Desde las 6 de la mañana hasta las 7 de la noche. Lloviera, tronara, hiciera frío
o no hiciera. Toas esas horas había que estar, en una cosas u en otras, es decir que siempre tenían
alguna cosa pa que si no estabas en una cosa estabas en otra, y sino lloviendo y arrancando
patatas y arrancando ehhh, ¡demonios!, zanahorias, lo que había, ¡claro! pero en la agricultura
donde no había ganao empezabas a la 6 de la mañana y acababas a las 6 de la tarde, una hora
menos y el sábado al mediodía lo tenías libre, desde media tarde y el domingo. Donde había
vacas tenías que trabajar el sábado y el domingo que te tocaba, si había tres, cada domingo tenía
que trabajar uno, claro el sueldo era el mismo más o menos, más bien menos y no merecía la
pena, no (entrevista nº 15).
Te digo muy frío porque resulta que uno de los trabajos que me dieron fue en un barco con una
pala pa recoger el material, mineral y a mí el capataz no me decía: "tienes que trabajar", es que
tenía que trabajar para entrar en calor, así que fíjate, cinco grados bajo cero; es decir tenías que
trabajar para entrar en calor. De aquí salí ganando un sueldo. Me hicieron un contrato de un
año. Cuando yo me fui de aquí ganaba mil quinientas pesetas a la semana y un día trabajao de
extra allí, que no me pertenece trabajar; voy si quiero, ganaba mil quinientas pesetas al día y eso
me gustaba. Por eso estuve me faltó tres meses para los diez años. Ella, mi mujer, estuvo siete,
porque tuvimos la niña. Ya no era igual y decidimos que ella se viniera primero y luego me
vendría yo. Yo empecé ganando seiscientos florines al mes y ella empezó ganando unos
cuatrocientos florines al mes. Los salarios estaban bien, dentro de lo que cabe estaban bien.
Entonces aquí se ganaba diez o doce mil pesetas, yo entonces ganaba unas mil quinientas pesetas
a la semana y allí por un día de trabajo extra, que no te pertenecía trabajar, pero cuando lo
necesitaban te llamaban y ganabas mil quinientas pesetas, y aquí tenías que echar una semana de
trabajo pa ganar mil quinientas pesetas (entrevista nº 27).
En la empresa trabajaban alemanes, sólo había cinco o seis españoles. Una de ellas, una gran
amiga mía, como una hermana, nos conocimos ahí. La llamaron de intérprete, cuando llegamos
mi marido y yo. Estaba en mi misma sección, estaba soltera, hicimos tanta amistad que cuando
se casó con un alemán hicimos nosotros de padrinos de boda y de su primer hijo. Hicimos unas
amistades muy entrañables. En la empresa llevábamos una bata, pero era tuya, te la tenías que
comprar tú, la empresa no la daba. Una bata blanca porque era la sección de montaje, quien
trabajaba en la sección de tornos la llevaba azul marina. Empezábamos a las siete de la mañana,
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Sin trabajo y sin esparto
era el horario normal, hasta las cuatro menos cuarto, quién tenía suerte. Nosotros como era para
ahorrar al máximo, a mi marido le dijeron que se quería trabajar una hora y media más extra,
claro vio los cielos abiertos, que le dijeran eso a los tres días de estar en Alemania trabajando. Él
hacía la hora extra por la mañana, entraba a las cinco y media y yo me iba después a las siete. Me
iba andando casi tres kilómetros que había de la residencia a la fábrica. Me iba andando con
nieve, tanto es así que la nieve se me metía por la bota más de una vez por la altura de la nieve, y
si te digo que iba andando, había autobús pero para no gastar iba andando, yo decía que así hacía
piernas por la mañana andando. Tenía su media hora o tres cuartos, tardaba un poco más
porque iba con tacones y no con un zapato cómodo. Pasaba por un puente enorme que
atravesaba la línea férrea de la ciudad, aquel puente grande que pasábamos con el frío y con la
nieve; piensa que pasamos una Noche Vieja a treinta grados bajo cero. No es sólo las
costumbres, el idioma, es el clima, lejos de tu patria, lejos de los tuyos, es todo un poco, lo que
pasa es que cuando lo pasa con veinticuatro años, veinticinco, treinta es muy distinto si te toca
pasarlo con cincuenta (entrevista nº 2).
Esto te permitía el lujo de comprarte una ropita mejor, un pantalón mejor, unas botas mejores
que las que habías tenido. Yo me fui con 24 años, que me fui a Alemania y me vine a los 6 meses
de vacaciones, naturalmente lo que había ahorrado en los 6 meses me lo gasté en las vacaciones,
pero a pesar de eso no faltó ni un mes en mandarle dineros a mis padres. Después de
licenciarme me fui a Alemania y yo, en los 6 meses, les enviaba dinero a mis padres. Después me
volví a ir de nuevo cuando terminaron las vacaciones y le seguí mandándoles dinero a mis
padres, no mucho, porque no ganaba mucho, pero que para ellos era una fortuna. Ni lo
esperaban, ni me obligaron: nunca tienes que mandarnos dinero; eso salió de mí. Yo sabía que
ellos no tenían abundancia de dinero, de comida sí, porque mi padre tenía una finca muy grande
y vendía todos los años las almendras, aceite, trigo, cebá, centeno, pero dinero no tenían, porque
la meajilla que tenían, tenían que gastarlo en ropa y en cosas que no se criaban (entrevista nº 17).
Yo normalmente todos los meses enviaba dinero. Por mediación del banco, allí había
representación de 3 ó 4 bancos españoles. A más teníamos unos talonarios ya después, porque
en el 61 ni había bancos, en ese tiempo lo hacíamos por las postas, por correos, por giro postal.
Tu hacías el envió, te tardaba de 15 a 20 días, te hacía un cambio casi siempre más bajo de lo
normalmente lo hacían, por lo que fuera no lo sé, y te tenías que gastar depende de la cantidad, 3
ó 4 francos de hacer el giro. Después empezó esto de los bancos, que ya te dije que yo por el
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Ángeles Arjona, Juan Carlos Checa y Francisco Checa y Olmos
banco aquel de Ruiz Mateos, el de la abeja, yo mande mucho dinero, pero es que, ya fue del 70
palante es que encontraba siempre que hacía un cambio digamos, mejor que las postas, y tardaba
una semana menos, entonces estaba claro. ¿Qué pasó? Que aquí hubo un señor que el Banco
Popular lo tenía en representación, o sea sucursal y tenía que le mandaban el dinero pagaba y tal,
y yo tuve un problema, no con éste, con aquel de allí. Llego, le dijo al tal Rodríguez, llego y me
dijo no, llegué y le dije, porque mi mujer, nos escribían una carta a nosotros cuando llegaba a
Madrid el dinero, ya estaba el dinero aquí y me escribían una carta como que había llegado el
dinero, y a mi mujer aquí le mandaban otra carta para cobrarlo. Y llego al pueblo, y vino pa coger
el dinero y le dijo que no estaba el dinero que no había llegado, y dijo mi mujer “sí ha llegado
porque él tiene la carta allí”, luego comprobamos que se dedicaba a negociar el dinero nuestro,
tenía trampas por todos lados. Según dijeron y entonces cuando me lo dijo por carta, me fui al
tal Rodríguez y le dije “sabes que le ha pasado a mi mujer esto”, y dice “¡que estas diciendo, si
cuando tiene la carta ya tiene el dinero. Si recibe hoy la carta ya está, hoy mismo puede ir a retirar
el dinero que esta allí”, y entonces hubo problemas, no sé qué pasó exactamente, pero eso le
pasó a mucha gente y luego ya empezaron a ir de la Caja de Ahorros, de la Caja Rural. Pues claro
al llamar a todos los bancos les interesaba porque to lo que negocia con dinero algo quedara,
entonces no hacían el cambio el que corría, pero mejor que Correos casi siempre, y no nos
costaba nada mandarlo, que pasaba en la caja de ahorros por decir alguna, pues que en vez de
tardar dos semanas que era lo que venía tardando, tardaba tres y cuatro, entonces llega el director
de aquí, un tal Juanito Nieto, llega allí, a donde estábamos, a los pisos, nos saluda, lo saludamos y
lo invitábamos a cenar a comer, siempre le invitábamos a alguna cosa porque... y oye dice, nos
pregunta, “Gines, ¿estáis contentos con la Caja de Ahorros?”, digo, “ahí tienes a tu socio” que
había un muchacho también mellado de aquí de Tabernas, que estaba colocado con la Caja de
Ahorros pero aquí, digamos que el reclamo por todos lados para que mandáramos el dinero pacá,
cada uno pa su pueblo, y entonces dice aquel tal Diego, “Ginés ahora que tenéis a los directores
de vuestros pueblos aquí, no los dejéis si tu tienes algo que decirle”; “claro que tengo algo que
decirle y se lo voy a decir”, digo “¿sabes por qué no mando más dinero por la Caja de
Ahorros?”; “porque el dinero cuando yo lo mando a mi casa, si puede ser en dos días mejor, si
me dan en otro lado, me lo van a pagar al mismo precio y en vez de tardarme dos semanas me
tarda 4 lo mando por donde me llega en dos semanas” y me dice “que quieres decir”, digo “que
la Caja de Ahorros tarda de 3 semanas parriba, 26, 27 días, hasta 30 días, y eso no es correcto”, y
dice “ha hecho bien en decírmelo”, así la reclamación la próxima vez que giré estaba en 8 días el
dinero, no tiene importancia ninguna, pero el que manda una cosa quiere recibirla pronto. Ya te
digo los bancos, como to, prueban a negociar con todos (entrevista nº 15).
Las relaciones de los emigrantes con sus jefes, según testimonios de los
entrevistados, normalmente eran buenas. Empeoraban al hablarse de vacaciones y
subida de sueldos. Con el resto de los autóctonos las relaciones son escasas, pero no
problematizadas. Uno de los obstáculos es el idioma, de ahí que muchos no tengan
otras relaciones más que con sus paisanos. Surgen así las instituciones –casas con
carácter regional o nacional-, como lugares de esparcimiento e interacción social.
Las relaciones entre inmigrantes de distintas nacionalidades se
fundamentaba en un mismo problema: la falta de trabajo en los países de origen;
idénticas preocupaciones; separación de familias. Esto es, un mismo objetivo: el
trabajo y ganar dinero; una única ilusión, retornar al país.
68
Sin trabajo y sin esparto
Las relaciones con mis jefes eran muy buenas, muy buenas. Tuve la gran suerte que el primer
sitio en el que empecé a trabajar el capataz que teníamos en la brigada que luego ascendió a
capataz general y que había sío un militar en los tiempos de Hitler, un hombre muy recto, pero
muy formal y también era una bellísima persona y me quería como si fuera un hijo y por dos
veces me salvó la vida, porque yo estando en un pueblo como el mío, como Senés y luego en
Alemania, en dónde no había visto antes los trenes siquiera, estaba allí y a lo mejor iba a las
casetas que estaban en medio –unos servicios bien hechos- y a lo mejor salía y no miraba a
izquierda y derecha, me pegaba un bocinazo porque venía un tren a tres metros de mí. También
fue maravilloso, es más, también hubo ocasiones, muchas, porque para enderezar los rieles de la
vía lo enderezábamos a base de martillo, unos martillos muy grandes y lo cogíamos entre cuatro
que llevaba como cuatro brazos y le dabas el golpe a la misma vez al riel y se enderezaba y
sacarme este hombre a mi muchas veces y decirme: “Egea, tú comando” y yo me tenía que salir
enfrente de la brigada en la que habían cien hombres pillando medio kilómetro y yo darle la voz
para que todos le dieran el golpe al mismo tiempo. Igualmente me pasó en la vida militar, que yo
no salí de soldado nunca hice ningún curso, lo primero porque tuve un curso de automovilismo
en Granada, mientras allí se hacían los de cabo, pa el carné militar. Luego estuve de instructor,
dos veces con un turno de voluntarios y otros de la quinta. Sacaba el teniente para que yo
formara a trece cabos compañeros y solamente yo de soldao y me sacaba a que yo formara las
filas y eso me hacía este señor aquí, dale la voz a toda la gente para que me oyeran y todos dieran
el mismo golpe a la vez, decir: “¡hop, hop!” y me sacaba este hombre a mí entre cien hombres.
Los recuerdos que tengo de Alemania muy buenos (entrevista nº 17).
Afiliación sindical
Sí, había pero cuando vi que algunos se metieron en asuntos políticos y quedaron mal, yo fui el
primero que no quería saber nada, de esas cosas no sacas nada. Una vez que tú tenías tu trabajo
si te gusta sigues, si no te ibas pa España (entrevista nº 27).
Vivienda
70
Sin trabajo y sin esparto
a habitar, pero que bajo la mirada de un emigrante parecía suficiente e incluso hasta
cómodas.
Muchos de los entrevistados habitaron barracones, sobre todo, en Suiza. Y
aunque la percepción sobre su habitabilidad, en general, no es suficientemente
negativa, sus descripciones transfieren al lector las dificultades y lo problemático de
las relaciones allí dadas.
Había barracas, barracas de madera. Estaban cuando eso; las tenían muy bien preparadas pero
eran barracas. Tenían digamos como un campamento, tenía sus calles, todo preparado, había
sitios de esos. Yo estuve unos meses en el tiempo que te he dicho de Renar, que a lo mejor había
en las barracas 300 ó 400 personas, o más. Allí teníamos un comedor, el que dormía allí, era
obligatorio de hacer dos comidas, cena y desayuno, o..., el sábado y domingo ya no teníamos
comida, pero allí nos podíamos hacer pa comer. Eso normalmente estaba todo el año. Estaban
muy bien preparadas, tenían calefacción, pero amigo, cuando llegaba el verano también se
calentaba la chapa aquella... y cualquiera estaba debajo (entrevista nº 15).
Te digo una cosa, era como un corral, eran barracones de chapa, un frío que daba. Las camas y
los armarios a estilo gitano. Lo menos 40 ó 50 fuera en un pueblo. Nosotros trabajamos en
París y eso era un pueblo kilómetro y medio, en una barriada de Paris. Yo después he ido a otra
casa que he llevado familia, a otra casa. Estuve tres meses, luego me vine y estuve en otra
emigración. Allí, en una habitación, comíamos con ellos y to (entrevista nº 13).
Eramos cuatro y las camas eran en literas y yo no me extrañaba, como estaba recién licenciado y
allí me encontré lo mismo, po estamos en la mili, yo para mí era la mili, nada pues estoy en la
mili, en vez de estar en la mili aquí en Almería pues estoy aquí, en Alemania. Bueno en principio
dos años, un año con cuatro compañeros y luego ya otro año me cambié con otros compañeros,
nada más. Tenía lavabo, ducha y todo lo único que la habitación era con literas, tenía su
comedor y su cocina. Comer, comíamos en la habitación si querías y si no tenías otra habitación
aparte con sus mesas y sus sillas para comer allí si querías, un comedor vamos. La cocina al lao,
con una hornilla de estas eléctricas para lo que uno quisiera, no había problemas de freírse algo,
comer o lo que fuera, una cocina maravillosa y unas duchas maravillosas, maravillosas y todo
limpio, muy limpio. Sí, sí, claro, claro, nosotros pagábamos 150 marcos. Sí, era caro (entrevista
nº 18).
Yo me llevaba bien con tos, siempre había allí en la residencia quien daba problemas. Problemas
de tiros, de navajazos y de to, ¡uff!, yo porque a mí, andaban asín conmigo, yo salía una noche, iba
al servicio a las tres de la mañana, en la esquina un hombre y otro con la navaja abierta, y yo
“ehhh”, “ah eres tu Francisco”, y digo “que hacéis aquí bandoleros”, “vamos a cargarnos a
fulano”, y allí por las mañanas aparecían los lavabos que parecían un matadero de carne, se
mataban vivos. El cura que era el jefe de la residencia le decía “pero bueno es que usted no tiene
mano con la policía to que ponga orden aquí”, “Francisco que hago, si me traigo a la policía,
entonces se van y me matan a mi, me pegan, me tiran por la escaleras y to” (entrevista nº 13).
71
Ángeles Arjona, Juan Carlos Checa y Francisco Checa y Olmos
Este muchacho tenía una habitación, fuera de la casa, pero pegada a la casa, que tenía la
calefacción igual que ellos, tenía dos camas, o sea que allí, lo peor que teníamos cuando
llegábamos de allí era el idioma. Nadie te entendía y a nadie entendías. Eso es un poco duro. No,
normalmente nos visitábamos mucho. Mira la casa estaba en un sitio que habíamos tres pisos
que en el que menos había siete. De forma que ya habíamos allí veintitantas personas del pueblo
y los alrededores, unas veces nos visitaban, yo tenía a treinta kilómetros, me parece que era de
allí de Ginebra, tenía este tío que te he dicho antes, algún domingo me iba y pasaba el día con
ellos. O sea que la gente que fuimos a por dinero nuestras diversiones eran mínimas.
Normalmente vivíamos, a veces éramos nosotros mismos culpables. Mira, yo me fui a vivir a un
piso que tenía dos habitaciones, cuarto de baño y la cocina grande, que comíamos en ella, resulta
que llegaron dos hermanos, dos amigos nuestros y empezamos: a donde se van a ir, a donde no
se van a ir y fuimos nosotros mismos a la empresa a decirle que donde hubiera tres camas que
pusiera una más, que fueran cuatro, y donde había dos que pusiera tres, por estar los 7 juntos, ya
que... eso se hacía porque éramos amigos unos y los otros, por eso te digo que nosotros
podíamos haber estado cinco, porque son dos menos. No lo pasábamos mal, habíamos de to,
pero al final teníamos que decir, pues lo malo que haga yo hoy por lo malo que hagas tu mañana.
Pues siete hombres y todos trabajando y cada uno se hacía su comida, o de dos en dos o uno
solo, pues dando el cayo el que tenía que darlo y el que le tocaba limpieza hacerla y el que le
tocaba otra cosa hacerla y si no ya no íbamos bien. La convivencia no habiendo borrachos,
siempre habemos alguno que alteramos pero cuando hay... si hay 6 buenos y un malo al final al
final el malo le hacemos que sea bueno, o se tiene que ir. Allí no paso eso nunca, tienes ratos de
to, unos más a gusto otros menos, pero era soportable, a mas, estábamos como en familia y la
familia lo menos que tiene que hacer es llevarte lo mejor posible (entrevista nº 15).
Ah, pues fíjate, que estuvimos bien sacrificados. Vivíamos con una hermana del, ocho meses
tuvimos de sacrificio. Supóngase que este pedacito así es la cocina, esto así, y sin baño el baño
estaba fuera, en el pasillo para todas las habitaciones, todas las casas que había ahí, el baño,
bueno era el aseo que tampoco era. Se pasó sacrificio. Entonces una hermana del nos cobijó ahí,
y de noche montábamos una camita ahí y a la mañana tenía que decirme mi cuñada, levántate
hermana que tenemos que montar mi cama arriba de la de ella. Y ellos también tenían la cama de
ella y la cuna de la bebe, tenía una niña. Pero ella hizo el sacrificio para que nos quedáramos en
Suiza trabajando, porque ya en Venezuela estaba la situación en ese momento malo, malo, malo.
Para el que no conseguía trabajo (entrevista nº 30).
72
Sin trabajo y sin esparto
Cuando él se fue estuvo en una residencia de la empresa, pero cuando me fui yo, tuvo que
buscar una vivienda particular, como si yo alquilo una habitación aquí en mi casa a un
matrimonio, con derecho a aseo, a cocina, a todas esas cosas. Lo primero es que no se
encontraba la casa y en el caso de que se hubiese encontrao, el alquiler se llevaba un setenta por
ciento de lo que mi marido ganaba. Es que allí las casas son mu confortable y mu caras, entonces
en una habitación pagabas el veinte o veinticinco por ciento de lo que se ganaba, aparte que
había muchísimo extranjero y estaba mu saturao, mu saturao todo. Te ponías a buscar algo y te
volvías loco; en esa zona había muchísima gente y aceptaban en alquilar una habitación, que yo
creo que eso no lo haría en la vida, yo no sería capaz de tener la casa así, sin embargo nos
metieron. Miraban mucho a quien metían pero al fin y al cabo nos metieron, nos vieron y les
agradó la forma nuestra, ¡fíjate!, nos alquilaron el dormitorio de matrimonio, con cama, armario
con todo. Era una casa nueva, muy grande, preciosa, de dos plantas y los dueños estaban un
poco empeñaillos. Estaban mu lejos del trabajo, a doce kilómetros de donde él trabajaba, tenía que
levantarse a las cuatro de la mañana pa ir a coger un autobús a dos kilómetros pa que le llevaran
los otros diez kilómetros que estaba el trabajo. Estuvimos allí unos tres meses, es que nos cogía
mu mal por el transporte, pero era una familia maravillosa. Nos querían muchísimo, y en cuanto
la empresa le dio una habitación en una propiedad de la mina, que era una residencia de casaos,
pero la vivienda era que, el que tuviera varios hijos dos habitaciones y el que no tuviera hijos
como nosotros, una habitación con derecho a un aseo, lavaderos... Era todo en común y luego
tenías que tener la habitación y cocina todo junto, pero muy hermosa muy linda, con calefacción.
Estaba muy bien. Entonces ya nos pasamos allí, a esa habitación, que estaba muy cerquita del
trabajo de él y del mío, porque yo ya me puse a trabajar cuando me fui yo allí. Entonces
estábamos muy a gusto. Éramos todos españoles, los que vivían allí estaban como nosotros. Allí
estuvimos hasta que se salió de la mina, porque al salirse tuvimos que entregarla y ya nos fuimos
a otra vivienda particular, realquilá, en la misma casa de los dueños; en una dúplex, nosotros
arriba y ellos abajo, teníamos que entrar por la misma puerta, la misma escalera todo. Allí
estuvimos diez meses o cerca de un año; allí estuvimos un poquillo mas incómodos porque la
mitad de la familia muy excelente y la otra mitad querían el dinero, pero no querían estorbos. El
marido era una excelente persona, pero ella era mas quisquillosa, la presencia de los extranjeros
le horrorizaba, extranjeros dentro de su casa le horrorizaba, pero el dinero le hacía falta. Hemos
sio de esa manera siempre, pero que estuvimos allí a gusto, porque nosotros nos
comportábamos, nos hemos ido porque no nos convenía, pero nunca nos echaron. Nos fuimos
de allí por su tío, a otra provincia, luego cuando nos fuimos por segundas que estuvimos dos
años dentro de la empresa, era de la empresa pero ya no era tan confortable, ya era mas mala.
Estábamos tres familias, los tíos de mi marido, una familia de Cáceres y nosotros. Había otros
italianos. Donde había más era en los pueblos de al lado. En este pueblo, en la empresa donde
empiezan a trabajar les da vivienda, la empresa nos cobraba un alquiler, pero muy bajo, no
llegaba ni a cinco por ciento del sueldo. Eso lo tenían arreglao para que estuviésemos todos
revueltos. Teníamos una habitación grande con un cuarto de aseo para cada dos familias
(entrevista nº 1).
73
Ángeles Arjona, Juan Carlos Checa y Francisco Checa y Olmos
En Beslar tuvimos en total cinco viviendas con la residencia primera en Alemania. Eran pisitos en
alquiler. Estuve en la residencia primera, luego nos fuimos a una vivienda chiquita que era como
un estudio, con un dormitorio, sencillico y compramos nuestros primeros muebles y nuestra tele
en color. Me compré mi lavadora, porque el primer crío que tuve lo perdí con tres meses. Eso
fue un golpe duro. Entonces lavaba a mano y levanté un barreño de ropa con agua y noté como
se desprendió. Entonces inmediatamente me compré la lavadora para que no volviera a ocurrir.
En ese mismo edificio se desocupaba un piso arriba, porque en éste, el baño lo tenía fuera en el
pasillo y tenías que salir de la casa al pasillo. Eran casas antiguas y eran así. Se desocupaba un
piso arriba, era de alemanes, que entonces eran los que tenían las mejores viviendas, y se iba un
alemán. Habíamos hecho mucha amistad como vecinos, a ellos les gustaba una copita de coñac de
vez en cuando con el español, que el español le invite, y mi marido le invitaba. Un día nos dijo
que fuésemos hablar con Frus Alba, la dueña de la casa, porque se iba a mudar y antes de que
fuese nadie a pedirla, al ser nosotros los primeros no tiene más remedio que dárnosla. Así que
nos fuimos al piso de arriba. Sin ascensor, pero tenía su baño dentro de la casa, un dormitorio
grande, una cocina grande. Lo que pasa que había una costumbre, que el que se iba de la casa y
decía que dejaba el sofá, o las cortinas.., aunque tú luego tuvieses que tirarlas, tú tenías que
comprárselas, venía a ser tipo traspaso. Las cortinas, por ejemplo, no valían un duro, usadas y
viejas, me acuerdo que salí yo un día a las rebajas de ese mes de enero y compré unas nuevas,
preciosas, pero eso era el trato, porque si no lo querías podía venir otra persona que si las
quisiera y se quedaba con el piso. Tuve que darle trescientos marcos. Se aprovechan, pero es
natural, tienes que pasar por ello. De ahí, como el bloque lo iban a tirar , era muy antigua la casa
y la iban a levantar nueva otra vez. En esa casa vivió Goethe, hay una placa en la puerta, en el
primer piso vivió él. Estábamos en la plaza Las Flores, que es como le llamaban los españoles,
pero su nombre correcto era Format. Le llamábamos así porque todas las fachadas estaban
llenas de flores, yo tenía el tercer piso y el ayuntamiento te traía las macetas, te las ponen y tú
eres el que las riegas. En aquella plaza en Navidad ponían el pino lleno de luces y todo lleno de
nieve, era una auténtica Navidad, muy bonita. De allí nos fuimos a otra vivienda, que nos dieron,
como casas subvencionadas, como el bloque lo iban a tirar estaban obligados a darnos una. Eran
unos bloques pequeñitos, de dos plantas, el sótano y dos pisos. Era un pisito muy bonito, dos
habitaciones muy grandes con unos jardines alrededor, con césped, pero estaba un poco fuera
del pueblo, nos quedaba un poco lejos y tenías que coger el coche para llevar a los niños al
colegio, a la guardería al pequeño, y cogimos otra vivienda por detrás de donde vivíamos en un
principio. Surgió y la solicitamos. Pero echando por delante que era maestra española para
extranjeros, y presentando la nómina. Si no, no te la daban. Si yo hubiese querido comprar un
terreno para hacer una casa inmediatamente me hubieran dado el préstamo, inmediatamente.
Por eso, los maestros están considerados “la flor y nata de la sociedad”, están en el grupo A, y
nosotros que estábamos en el grupo B, éramos “los jefes de la inmigración”, “los reyes de la
inmigración.” Porque estaba mejor considerada a cualquier sitio que iba, maestro español, a
parte que al español allí lo tenían muy bien considerado. Allí te sentabas a pedir vivienda o no
querían niños, o estaba alquilada ya, o no extranjeros, no extranjeros…, pues te encuentras que
como no sea a través de otro español que hable por ti, o algún alemán que tú conozcas y hable
por ti como es alemán decía que era amigo tuyo. Entonces era muy difícil encontrar vivienda. Lo
que pasaba entonces, es lo que ocurre hoy aquí, todas esas casuchas, esas casas ¿quién las habita?,
Los extranjeros, porque son casas que nosotros ya no queremos. Y difícil que se las alquilemos.
Muy difícil que nos fiemos de ellos. De acuerdo, porque se meten ocho o diez, o los que sean o
por lo que sea, porque no queremos extranjeros. Pues exactamente han hecho con nosotros
igual, no podemos criticar a los alemanes, las casas y las viviendas que ellos no querían pues nos
las alquilaban, y con recomendación de quien era ese extranjero. Cuando hoy te vienen a pedir
un piso que tú tienes libre, un ecuatoriano, un argelino o un marroquí, pues yo creo que casi
74
Sin trabajo y sin esparto
siempre tenderemos a alquilársela al ecuatoriano, digo yo. Por el hecho de tener el mismo
idioma, mejor fama que el otro, en fin, ¿yo que sé? Y cuando estamos de todo en todos sitios.
Pero la discriminación siempre la hay, y el racismo no se puede evitar. La vivienda era muy difícil
de coger, precisamente porque estábamos muchos extranjeros y teníamos que vivir y cogías lo
que te daban. Cuando llevabas años allí, porque al cabo de cinco o seis años de estar allí, ya
íbamos cada año a que nos pusieran un sello la policía, y ya nos ponían un Prefistic, quería decir
indefinido. Cuando veían que estaba trabajando para el gobierno alemán, por el gobierno
español, que era maestra española y con el sello de indefinido, fue mi marido y automáticamente
se lo pusieron a él también. Ya te podían echar de Alemania en el caso que no tuvieras trabajo o
agotáramos el periodo de paro. Había un español allí que se le agotó el periodo de paro, la ayuda
social…, y el tío paseándose, pues llegó un momento que le dijeron que a la calle, que para hacer
el gandul a tu tierra. Allí gandules no quieren, eso está claro (entrevista nº 2).
Porque la vivienda era más cómoda. La otra vivienda tenía su dormitorio, su comedor, su cuarto
de baño pero el servicio lo tenía en la escalera. Esta vivienda tenía sus dormitorios, su comedor,
su pasillo y el aseo lo tenía dentro de la vivienda, y era más cómoda. No era compartío pero tenías
que salir fuera a la escalera, habíamos tres familias en cada planta y cada uno tenía el suyo, pero
fuera. Entonces di que si tenía que levantar a la noche tenías que abrir la puerta y salir fuera a la
escalera y este fue el motivo de que yo cambiara de vivienda (entrevista nº 4).
Yo cambié cuatro. La primera que yo cogí fue donde llevé a mi mujer por primera vez. Luego
cuando me cambié al hotel Europa, porque estaba cerca del hotel y el otro me pillaba retirao, me
alquilé esa vivienda cerca del hotel. Estaba a unos cuarenta metros y desde la casa se veía el
hotel. Llamé a la dueña para que me enseñara el piso y me quedé con él. Desde allí me cambié a
otro hotel, el Royal Windsor, y otra vez me vine cerca de este hotel para vivir y curiosamente
estaba cerca de donde viví la primera vez allí, con mi primo, pero esta vez en otra casa (...)
Pregunté por la casa y el patrón de la casa vivía enfrente y tenía un negocio de flores y le
pregunté cuanto me pedía por la casa y me preguntó donde trabajaba y le dije dónde era y llamó
al trabajo y preguntó por mi y le dijeron –ya no sé yo- y entonces me dijo que la casa era mía y le
pague el mes y me dio la llave. La iba necesitando más grande, aquí a esta que me vine ya tenía
mi hija y ya necesitaba como un dormitorio más y era más grande. Allí era como cualquier
español aquí que necesita una vivienda y tiene que alquilarla si no puede comprarla. Yo no la
compré después porque yo pensaba volver aquí o si no la hubiese comprado, esa u otra. Yo
todos los meses iba a la posta –que es como llaman a correos- y le ingresaba a ese señor todos
los meses. Ponían carteles en la puerta de que se alquilaban y entonces yo les llamaba y te lo
enseñaban. Lo primero que te preguntaban ¿es usted belga o extranjero? Y decía que no era
belga y me preguntaban de que nacionalidad era y le decía español. Yo nunca he tenido ningún
problema (entrevista nº 25).
Si nos alquilamos una casa, un piso allí, compramos los muebles, lo que pasa que allí no se puede
comprar casa, se alquilan. No se puede comprar una casa porque vale mucho dinero. Es muy
difícil que un inmigrante tenga una casa, una vivienda allí. Siempre de alquiler (entrevista nº 21).
Busqué la vivienda esa, fácil no fue en aquellos días, pero como habíamos muchísimos españoles
y muchos de la provincia de Almería, éramos muchos conocidos y siempre por unos o por el
otro, mira fulano se cambia el otro se cambia, éste se va. De la residencia se fue un muchacho a
una vivienda un poquito más grande, mira que yo también necesito una vivienda, bueno pues
vamos hablar con el dueño. Hablamos con el dueño y de esa forma encontramos la vivienda y
75
Ángeles Arjona, Juan Carlos Checa y Francisco Checa y Olmos
estuvimos allí unos tres años o tres años y medio. Se fue otra familia para España, mi mujer
trabajaba junto con el señor ese que se marchaba, le dijo mira que me voy a cambiar de vivienda:
¿te interesa? Pues sí vamos a mirarla hablamos con la esa y nos cambiamos de vivienda
(entrevista nº 4).
Eran como si dijéramos bloques de viviendas que eran de tres plantas: primero, segundo y
tercero. Con dormitorios, cocina y salón y luego tenías otra subida que era otra habitación y dos
sótanos: una para el carbón y otra para las patatas, para la fruta. Estábamos muy bien. Teníamos
una buena vivienda -para que vamos a decir otra cosa-, buena, buena y barata. Luego también
que estaba la escuela de mis hijos allí mismo, al laíco. Todos eran alemanes, excepto unos
italianos y nosotros en ese bloque. En otros bloques pues habían yugoslavos, italianos, griegos,
pero en otros bloques. Yo estaba en un sitio bueno, muy bueno y algunos españoles me decían:
“¡cómo es que te han dado la casa aquí!”. Ese fue mi encargao que me quería mucho, me
apreciaba mucho y me dijo: “te voy a buscar una casa buena”, porque normalmente esas casas
eran para los alemanes. Y me lo decían luego los alemanes: “¿cómo es que tú estás aquí?”
(entrevista nº 5).
Sí cambié muchas veces de vivienda, unas veces obligao y otras por gusto. La primera vez me
echaron a esta residencia, que esto era como, en aquellos años, el mejor hotel de Almería, pero
me desquitaban nueve marcos al mes de vivienda y a compañeros que estaban en la barraca
pues le desquitaban (...) a los compañeros nueve marcos y a mi treinta en la residencia y a los
compañeros por estar en la barraca que era de madera, pero con toda comodidad, con estufas
–el carbón nos lo daban- agua caliente y fría, la verdad es que se estaba muy agusto y yo por
ahorrarme los 21 marcos, pues me fui, después de estar un par de meses en la residencia, me fui
a la barraca y ya estuvimos pues un año y pico en esa barraca. Porque yo me vine al año y medio
pa casarme y llevarme mi mujer, yo ya estaba en otra barraca más cerca del pueblo, porque ésta
estaba bastante más a las afueras del pueblo y ya era una barraca hecha de obra, pegá, pegá a las
casas del pueblo. Después una vez me lleve a mi mujer, que también allí surgieron bastantes
problemas, que surgían, no a mí, sino a montones, porque estando yo, cuando yo me vine a
casar, me deje un piso alquilao allí en Alemania en otro pueblo, a través de una parienta de mis
padres, que había sido mujer de un primo de mi padre y esta mujer me buscó un piso. Yo me
llevé a mi mujer de turista y estando allí quise arreglarle los papeles y el cónsul que allí había
–Dios le haya perdonado, pero a mí me hizo mucho daño- era hermanico de nuestro querido
Manuel Fraga, don Marcelo Fraga Iribarne, me hizo venirme a Madrid. La Embajada alemana en
Madrid me arreglaba los papeles pa mi mujer, tuve que buscar dinero del compañero venirme pa
Madrid y estar quince días dando conferencias pallá, pacá y le tuve que llevar otra vez a mi mujer
pallá pa Alemania porque no pude arreglar los papeles. Pues me fui allí y la única solución era
meter a mi mujer a trabajar –como aquí le llamamos residencia de ancianos- y después de llevar
un año trabajando en una residencia de ancianos o en un hospital, tenía papeles libres, ya le
arreglaban los papeles. Pues yo metí a mi mujer a una residencia de ancianos en la capital, yo
plegaba todos los días de mi trabajo antes de eso, cuando yo regresé de mi viaje de Madrid me
encontré que me habían quitao el piso. La parienta de mi padre me había metio toda la ropa en las
maletas y los cacharros en caja; el jamón se lo había comio el hijo, las latas que tenía se las había
bebio el hijo pero la ropa las tenía en las maletas y le dije: “que hago yo ahora, que hago yo ahora
con mi mujer”, “yo no puedo hacer nada”. Pues entonces tuve que coger un taxi a unos treinta
kilómetros y llevar a mi mujer a la residencia en la que yo estaba, a las barracas que nosotros le
llamábamos y llegar allí y decirle a dos compañeros que tenía que me había encontrao sin vivienda,
porque yo aún tenía mi vivienda allí y me dijeron que no me preocupara. Cogieron los dos y se
76
Sin trabajo y sin esparto
fueron a otra habitación de camas libres que había y me dejaron esa habitación pa mi mujer y pa
mi. Entonces ya, posteriormente fue cuando le encontré ya trabajo a mi mujer y le dejaron una
habitación en la residencia esta y yo tenía que irme a la mía. Me quedaba algunas noches con ella
pero escondio prácticamente en la habitación. Si era un sábado o un domingo sin salir dentro de la
habitación pa que no me vieran las monjas. Hasta ya más adelante se lo comenté a la empresa y
la empresa me dio una habitación pa mi mujer y para mi en esa residencia, pero que no era yo
solo el que tenía problemas porque me acuerdo que en una ocasión dormíamos dos chicos de
Málaga y yo en la misma habitación: tres camas; y cuando ellos se llevaron a las mujeres en la
misma circunstancia que yo, y los fines de semana se iban las mujeres allí a dormir con nosotros
y poníamos allí una manta partiendo las camas y así dormíamos tres matrimonios en la misma
habitación. Yo era el que menos problema tenía porque si yo quería hacer algo con mi mujer
pues lo hacía por las tardes o por las noches que mi mujer tenía, pero a dónde las mujeres tenían
vivienda no podían ir ellos, por ello, si querían hacerlo tenía que ser cuando estaban los tres
matrimonios, ¡ya hay que hacer milagros pa eso! (entrevista nº 17).
Pues el trabajo fue muy dificultoso. Fue dificultoso porque a mi mujer me la llevé yo de turista y
el trabajo que se hacía era trabajar en los hospitales. Los hospitales de allí, casi todo el tema de la
limpieza, lo hacían casi siempre las extranjeras –había muchísimas españolas- y en uno de ellos
pedí trabajo y no me dieron y entonces estuvo allí unos quince días y al no encontrar trabajo se
77
Ángeles Arjona, Juan Carlos Checa y Francisco Checa y Olmos
regresaba para aquí, para España y cuando yo me la dejé en Stuttgart y regresé a mi casa pues mi
jefe me vio llorar y al ver que no encontraba en la cama a mi mujer, -pues era un sentimiento
grande- un amigo mío me llamó y me dijo que mi mujer tenía trabajo en la casa de estos
ancianos y ya se había ido y yo me acordé del hotel en el que hacíamos la parada, en el hotel
Continental de Lyon, y yo sabía que a aquella hora estaba allí el autobús. Inmediatamente mi jefe
se preocupó hablamos con el hotel y se volvió mi mujer y entró a trabajar (entrevista nº 9).
Pero yo más bien lo pasaba mal, lo pasaba mal estando sola porque ¿qué hacía?, hacía bordar,
pero ¡madre mía! si es que estaba recién llegá y no entendía nada. Aquel era un mundo tan
diferente al que yo había tenío aquí, que es que no tenía ni punto de comparación, y entonces
cuando él venía, entonces en la gloria (entrevista nº 1).
Cuando me veía muy nerviosa y eso, me ponía mal de los nervios, me venía a España, veía a mis
hijos y ya me tranquilizaba. El médico lo sabía, que tenía problemas de nervios por los niños. Yo
he ido a muchos especialistas, ¡me han mirao de especialistas! Que aquí no me hubieran mirao
nunca. Yo tenía piedra en la vesícula y no se me veía y me hicieron pruebas que aquí en España
no me las hubiesen hecho. A mí me lo decían los alemanes, "te están viendo médicos y en
clínicas que a nosotros no nos ven". Claro cuando el médico no sabía de qué era, me mandaba a
las clínicas que él creía que me podían ver (entrevista nº 2).
Siempre lo hacía yo todo, “la esclava” lo hacía siempre todo. Los hijos sí ayudan hoy a sus
mujeres pero a las madres no nos han ayudao pa na. Pero a mí no me han ayudao, tantos como he
tenío, tanto trabajo como he tenío -que entonces estaba trabajando- y me he tirao el domingo o el
sábado y me tiraba un día limpiando la casa entera –hinchá- pa otro día irse a trabajar. Y eso
cuando no trabajaba el sábado o el domingo. Que el domingo que me tocaba trabajar... paraba
un día en mitad de la semana para luego trabajar el sábado. Pues cuando estaba en la casa me
tenía que dar el lote porque eso era un desfarajuste y ya ves (entrevista nº 1).
En aquel tiempo él me ayudaba mucho, mucho, se portó muy bien conmigo los primeros años.
Por ejemplo, allí teníamos unos ventanales enormes y unas persianas… él me las limpiaba, me
fregaba los cristales, las cortinas. A veces, cuando los niños eran pequeños y estábamos viendo
una película, se levantaba a cambiar al niño si se había hecho caca, o cuando lloraban se
levantaba él. Cuando yo estaba en el hospital él se encargaba de la casa, me lavaba los camisones,
me los planchaba (entrevista nº 2).
78
Sin trabajo y sin esparto
Porque yo siempre se lo dije, que había sufrío mucho en Suiza el primer año y que no quería que
ella sufriera lo que yo había sufrido. Mi sufrimiento fue, primero por ella, segundo el accidente,
que estuve los 45 días en el hospital, o sea, yo es que no me fuera mal, me fue mal por eso,
porque las cosas no me fueron bien, y yo por lo que fuera me hice un éste… que dije que no la
llevaba, y la quise llevar quince días o un mes y entonces ella no quiso (entrevista nº 15).
Sí, cuando nos fuimos a Francia mi mujer y yo me dejé a la hija que tengo con dieciocho meses.
Pues con mis padres y con mis suegros. Las dos estaban cerca de unos tres kilómetros el uno del
otro. Mis padres la tenían unos ocho o quince días y luego mis suegros la tenían otros tantos
días. (...) Casi cuatro años. Yo no conocía a mi hija cuando nos la bajó mi padre a mi casa porque
como sabía el día que veníamos. Madre mía, cuando yo le eché mano a mi hija y la besé se me
puso a llorar, (je, je) le daba miedo; si no nos conocía. Si cuando nos fuimos estaba muy
chiquitilla. Nos tiramos tanto tiempo por no estar siempre yendo y viniendo. Mi patrón nos dijo
un par de veces que nos la lleváramos, pero les dije al patrón de que si nos la traíamos... ya se
sabe, entran en la escuela y cuando piensas venirte... porque yo tengo amigos que les gustaría
venir pero como se llevó la familia allí ya las hijas se les han puesto grandes y se les han casao y
ahora... ¡quién los acarrea pa acá! Ya tienen otro plantel de vida y se les casan allí y ya ves
(entrevista nº 7).
Sí, llevaban mucho tiempo en Francia. Muchos se habían venido con la guerra, otros antes,
algunos después, por motivos económicos, pero habían nacido ya todos en Francia, todos. Ten
en cuenta que hablamos de la Universidad, habían cursado todos sus estudios allí. Los
emigrantes que llegaron con hijos más mayorcillos a Francia, eso sí, que se lo han pasado más
79
Ángeles Arjona, Juan Carlos Checa y Francisco Checa y Olmos
La menor la que está casá con el alemán aún no la tenía, esa fue la que nació allí. El mayor tenía
15 años, el segundo 13 años, otro con 9 y el mayor que se quedó aquí en la escuela y luego se fue
cuando tenía 17 metidos en 18, que después se fue allí con nosotros. No tuvimos problema por
ese motivo: porque a mi lo primero que me prepararon fue una vivienda para la agrupación
familiar, me prepararon todos los papeles, me lo dieron todo y todas las cosas. Yo se lo mandé a
ella y preparó todos los pasaportes y sus cosas y entonces me los lleve pallá. Un día llegan todos
los papeles de salida y me dicen que ya están todos los papeles y le dice que en la semana
próxima iba y vine y me las llevé parriba. Sí, tienen su colegio y después que tienen su colegio ya
después del oficio que le gusta, dos días de oficio y los otros tres de escuela; lo van haciendo así.
A mi hijo le gustó, a mi Manuel le gustó fontanero, pues fontanero estudiaba, después le pagan
300 marcos, todos los meses le pagan 300 marcos pa sus gastillos y están en la escuela estudiando
y haciendo su oficio. Al poco de ir se metieron en el colegio y de momento aprendieron. Ellos
aprendieron en cuatro días porque tenían que ir a la guardería de manera forzosa y a la escuela y
allí si aprendieron pronto. Se adaptaron muy bien en la nueva situación. Ya ves, hasta la escuela
–alemana- la tenían ya preparada para cuando llegaron. Allí no es como aquí, allí tienes que
llevarlo porque la lotación familiar lo tenía todo preparado: las escuelas, todo preparado. Ellos
tienen sus oficios allí, son jóvenes, tienen sus hijos en las escuelas y no piensan venirse y además
saben bien el idioma y ellos si es verdad que no piensan en venirse. Está mi hijo el mayor, allí en
la Mercedes con su bata blanca revisando los motores (entrevista nº 5).
No, no. Eso es la mujer la que vivía con ellos. Jamás me dijeron nada y además tenían muchos
amigicos y jugaban al parque allí con la pelota y mi hija, la que nació allí, tenía muchas amigas,
demasiadas amigas, ya que a veces se pasaban. Porque siempre que iban era pa patearlo todo y a
comer (ja, ja) ¡oh que niñas! ¡Que vaya casa! (ja, ja) y me decía mi hija la menor: “¡oh mama yo no
tengo hambre! ¿Qué te pasa que no tienes hambre? Pues nada y mi comida se la das a mis
amigas, pues es que su madre se ha llevao la llave y se le ha olvidao y las ha dejao en la calle”. Pues a
ellas que las tenía que poner de comer. Otro día la misma, siempre fue así: ¡que irritaciones me
daba esta niña! Otro día que estaba trabajando: “¿papá dame algo que voy a comprar una picha?”
Y se la compraba y se la comían entre todas allí. Allí entraban y se iban a sus frigorífico, se
echaban su coca-cola y mi hija me decía: “mamá, ¡Hazle un bocadillo!” y yo le decía: “hija, ¿tú te
crees que esto es una fonda? ¿Tú te crees que voy a estar todo el día trabajando..., o te crees que
esto es un hotel? Pero es que tienen hambre y su madre no está” (ja, ja). Así era todos los días,
¡me tenía aburria! (entrevista nº 5).
80
Sin trabajo y sin esparto
Claro, hasta que nos vinimos para acá, y cuando llegamos aquí fue un fracaso porque el español
lo hablaba y todo eso pero no. Estuvo yendo a un instituto que hay aquí arriba pero cuando
termino ahí lo echaron a otro y allí terminó de estudiar y me dijo que ya no seguía. Allí en el
colegio mi hija ni sobresalientes ni notas bajas, sacaba un término medio, pero aquí fue todo un
fracaso. Pues eso fue del fallo del colegio aquí, la falta de comprender bien el español porque no
quiso estudiar, porque cuando estaba en el instituto me llamo el profesor y me dijo que no se
explicaba el caso de mi hija porque en una evaluación le sacaba la máxima nota de la clase y en la
siguiente no le sacaba na, no es normal. Yo le achuchaba, le apretaba para que estudiara pero se
juntaba con dos hermanas y luego me enteraba que algunos de los días no se presentaba a clase y
entonces fue cuando dije que es lo que pasaba, que me dijera si realmente quería estudiar o lo
dejaba pero que no siguiera así y dejó de estudiar (entrevista nº 25).
Sí, estudiaban bueno la verdad es que la mayor no quiso estudiar, hizo la general básica que
estaba cerca y luego fue al instituto que era español que estaba a unos treinta kilómetros y no iba
porque me escribió ¡que no iba a la escuela vaya! Y no sé como fue porque vino un invierno y no
sé como iba por las calles nevando y to que estaba. La del centro me hizo un poco más que la
general básica y la menor, ¡vamos que no han estudiao porque no han querio!; la menor sí hizo
empresariales más idiomas, porque yo estaba enteresao en que aprendiera idiomas y la puse en un
colegio y me sabe hoy pues cinco idiomas, pero bien hablaos. Yo le he dao lo que han querio,
sino querían estudiar no le iba a dar más vueltas, pues a trabajar. Mi yerno que es italiano tiene
un restaurante en Vestergud que se llama Pinoccio, Pinocho (je, je), su trabajo está allí, entran
alemanes y sus hijas les ayudan. Tengo dos nietas y la otra, la pequeña, en una empresa de
seguros, de esto ¿cómo se llama (...)? de secretaria del jefe con veintidós años que tiene. La Isabel
tiene una pequeña empresa que tiene problemas porque tiene que sacarse el ese de empresa.
Tiene un camioncillo y una furgoneta pa transportes y ya la han cateao porque es la que menos
sabe el alemán y he preguntao en ASALER. Precisamente y me han dicho que eso se tiene que
sacar allí el carnet de empresa. Ha estado aquí, seis o siete años en la escuela y me la lleve ya con
doce años. Ha sido la única. Y ésta también, una de ellas la que tengo casá es que se vino mi
mujer y se tiro aquí un tiempo y me la llevé con unos 14 meses, es como si hubiera nació aquí,
dos nacieron allí y una me la lleve con catorce meses (entrevista nº 19).
Mi hijo estudió aquí sólo lo que es primaria, porque luego ya cuando nació la niña me lo llevé allí
y ese fue el motivo por el cual me vine antes. El niño empezó a estudiar en el colegio alemán y
ya no quería estudiar español. Mi mujer ya dejó de trabajar, por la mañana lo mandábamos al
colegio alemán y por las tardes al colegio español. El del colegio español me dijo que no volviera
que no quería estudiar y en seis meses mi niño paso tres cursos en alemán y, sin embargo, en el
español… Luego le busqué una maestra española casá con un alemán y me lo echó de la clase.
Me dijo que no lo mandara porque ella no me podía cobrar un dinero si el niño no sacaba
beneficios y así por eso antes nos vinimos pa España y aquí gracias a Dios lo obligué a que
estudiara, pero tenía tan buena cabeza pa los estudios que con sólo mirar el libro ya sabía lo que
decía y, sin embargo, la hija ha estudiao mucho más pero no ha tenio la potencia que él pa los
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Ángeles Arjona, Juan Carlos Checa y Francisco Checa y Olmos
estudios. El niño dejó los estudios y se puso a trabajar prácticamente sin decirme a mi nada
cuando yo me enteré ya tenía las oposiciones a la Caja Rural (entrevista nº 17).
De tiempo libre yo disponía de muy poco, porque yo a las siete de la mañana ya estaba
trabajando y, por ejemplo, en este tiempo –invierno- a las cinco de la tarde ya era de noche,
entonces al subir a la casa me aseaba y era hacerme la comida, una vez terminada la comida y
como todos los días a las seis de la mañana tenía que estar levantado, pues el tiempo libre mío
era, mientras no me dormía, era leer (entrevista nº 9).
¿Yo? Trabajar todo el rato (ja, ja). Sí, los fines de semana yo he trabajado. Perder, perder allí
poco. Allí iba uno a ganar unas perras y no a pasar el tiempo, además si no hacías eso, ibas al bar
a gastarlos. Allí ya que hacías el sacrificio tenías que ahorrar lo más que uno podía (...). Allí había
como en todos sitios, había quien le gusta guardar el dinero y otros le duele de gastarlo (...) pero
es lo que pasa... ¡malgastar el dinero yo que sé...! (entrevista nº 7).
82
Sin trabajo y sin esparto
Entre los migrantes que habían llevado sus familias a la emigración el poco
tiempo del que disponían lo intentaban pasar con ellas en los hogares, paseos,
pequeñas excursiones o el cine.
No había muchas diversiones, pues los días de fiesta o fin de semana te ibas al centro español o
había alguna cosita, en fin a pasear un poco con la mujer por el bosque, alguna fiestecilla que
hubiera también y si no había nada de eso a mirar la tele (...) y nada más, poco había más, el
descansar pa el otro día (entrevista nº 12).
Si hacía buen tiempo y era época de helados, íbamos a las heladerías italianas, nos comíamos una
copa de helado cada uno. Y a mí como me ha gustao tan poco cocinar, mi única salida era que el
domingo cerraba la cocina y mi marido decía: “¡ya estamos!”. Porque a él le gustaba estar
relajado en casa, comiendo, porque como los demás días comía en la fábrica, pues nada, “hoy no
hay comida, nos vamos al restaurante. En la Plaza de la Flores había un restaurante de comida
alemana y nos encantaba. Las fiestas que yo hacía, era ir a comer comida alemana los domingos,
esa era la mejor fiesta que hacía, y luego por la tarde si se nos antojaba dar una vueltecita y
comernos, como ellos le dicen café y kuge, que es pastel y café. Un trozo de tarta, que hay una
repostería en Alemania fenómeno, que no, pues por la noche nos íbamos a comer una pizza a un
restaurante italiano. Eso eran las celebraciones, dar una vuelta o si íbamos a un bosque, o nos
juntábamos con otros españoles y nos íbamos a un lago, a hacer una paella. Sobre todo, del
círculo de maestros. Los cumpleaños eran sagrados. En un calendario tenía apuntado los
cumpleaños del círculo de amistades, y si en medio de la semana caía que era el cumpleaños de
alguno de los niños, nos llamábamos y nos citábamos para el sábado por la tarde ir a casa a
merendar: café y pasteles; hasta las ocho o las nueve de la noche, porque no se podía más tarde.
Es que allí a las ocho de la noche hay que irse a la cama, mas tarde los molestábamos; es que si a
las cinco de la mañana te vas trabajar o que ya a esa hora estás trabajando, porque mi marido a
las cinco de la mañana estaba trabajando. (...) Lo que estamos diciendo del gueto que forman los
extranjeros; teníamos nuestro circulito de españoles de cumpleaños, de niños, pues entonces
éramos cuatro maestros y dos o tres amistades todos más o menos de la misma edad. ¿Qué
pasaba? Lo que pasa, español, se habla español, siempre hablando alemán, para comprar, al
médico… Yo iba a la escuela por la tarde y con el conserje hablaba cuatro palabras, que si el
tiempo, que si necesitaba diapositivas… pero nada mas. Es diferente a ir cuando eres joven, que
te echas amistades alemanes, que sí un chaval alemán… a los dos días hablas alemán hasta por
los codos. Esos son los que dominan el alemán a los días. Pero tú en tu casa el idioma el
español, con las amistades en español iba a la escuela español con los niños. Yo no me tomé el
interés que tenía que haberme tomado, porque como donde tenía que ir hablaba mas chapurreao o
menos pero me entendían, me defendía. (...) Nosotros teníamos que ahorrar y no gastábamos un
duro porque teníamos que ahorrar, estábamos allí para venirnos a España entonces no es lo
mismo. Nos juntábamos en las casas a hablar de España, sobre todo, de nuestra niñez... Un
domingo nos juntábamos en una casa, a otro domingo en otra y así íbamos. No teníamos otra
diversión, no íbamos a bares ni nada, porque nosotros lo que queríamos era ahorrar todo lo
posible para venirnos a España. Nosotros nos lo pasábamos bien juntándonos los españoles en
las casas y hablando de España, de nuestras familias (entrevista nº 1).
Los dos principales espacios de ocio y tiempo libre eran las casas
particulares y los centros asociativos con paisanos, Casas de España, asociaciones de
padres, parroquias, centros de Cáritas, etc. Buena parte de los que se iban solteros o
dejaban a su familia en la propia, el escaso tiempo de ocio o libre lo utilizaban
visitando a los familiares.
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Ángeles Arjona, Juan Carlos Checa y Francisco Checa y Olmos
Normalmente, pues lo que hacemos, salir, irte al bar tomarte una cerveza o si salías por ahí a
cualquier sitio tomarte una cerveza, pues con los amigos. No, normalmente nos visitábamos
mucho, mira la casa estaba en un sitio que habíamos 3 pisos que en el que menos había 7. De
forma que ya habíamos allí veintitantas personas del pueblo y los alrededores, unas veces nos
visitaban, yo tenía a treinta kilómetros me parece que era de allí de Ginebra, tenía este tío que te
he dicho antes, algún domingo me iba y pasaba el día con ellos. O sea, que la gente que fuimos a
por dinero nuestras diversiones eran mínimas. Al cine si ibas alguna vez, baile, yo no era
bailador, el que era bailador había bailes, discotecas había por como en todos los sitios grandes
(entrevista nº 15).
A los bailes, jugar a las cartas, como están aquí. Formábamos los viajes para ir los sábados y
domingos, para ir a un sitio u a otro, otras poblaciones. Pues cogías y te apuntabas, tenías un
carné como aquí los viejos. Hacíamos sociedad y se pagaba mu poquillo, porque el gobierno nos
daba bastante. Si, el gobierno español nos daba bastantes ayudas, y nosotros pues poníamos
poquito para ayudar. Si, si, llegaba alguno nuevo nos preocupábamos en buscarle vivienda y
trabajo, estaba bien (entrevista nº 29).
Pues el centro español que había allí, había dos sacerdotes españoles allí en el cual, aunque lo
llevara particularmente un español, el centro aquel tenía también ayuda de si cualquier cosa que
se presentaba, pues íbamos y teníamos información. Se podía comer, se podía beber, en
definitiva, era un centro en el que los sábados y los domingos era cuando lo frecuentaban los
españoles. En medio de la semana pues tal vez no iban mucho, no se lo puedo asegurar porque
yo no iba nunca. Realizaba excursiones a otros sitios o puntos de Alemania y esto servía para
que nos fuéramos conociendo y conocer a otros españoles que estaban en otros sitios de
España. Las relaciones eran bastante buenas, no dejemos de decir que siempre habrá de todo
pero en el centro había buena gente (entrevista nº 9).
En los pueblos más pequeños en los que no había Casas de España, la vida
social giraba en torno a alguna asociación, un club de fútbol o las parroquias con
curas católicos, los cuales cedían los locales para centros de reunión.
84
Sin trabajo y sin esparto
Un centro recreativo de como te digo se llama asociación de padres de familia, donde estábamos
casi todos los españoles organizaos y afiliaos a ese centro. Bueno eso era nada mas que nada,
recreativo, para pasar el rato. A veces traíamos a ese asesor laboral para que nos diera una
conferencia, nos explicara un tema. También llevamos un médico español que estaba en
Frankfurt para que nos explicara y nos diera, cuando el sida estaba tanto en boga, que nos
hablara pues este mismo médico escribió un libro. Bueno esas eran las cosas que eran distintas
de las que allí se hacían que era pasar el rato (entrevista, nº 12).
Era española, con un cura español. Que se llamaba la Diócesis de TRIAS, era muy importante
allí en Alemania. Entonces en los pueblos que había alrededor que eran españoles, pues iban
unas veces... Nosotros que éramos la asociación más grande íbamos todos los sábados a las
cinco de la tarde, luego otros iban una o dos veces la mes, cuando podías, algún domingo
también. Pero nosotros todos los sábados ahí íbamos a las cinco de la tarde. Allí nos juntábamos
los niños pequeños. Aquello no daba dinero era mas bien por llevarlo. Comprábamos cervezas,
allí en la cocina hacíamos las tapas, hacíamos salchichas de esas bradwürth, de esas que me gustan
mucho que son asás a la plancha, esas que son blancas y hacíamos carne a la brasa. Fíjate, de
todo y otras veces se hacía pescado frito lo comprábamos congelao, que no tomamos a palo la
cerveza y allí pasábamos muchos días. Yo mis bodas de plata allí fui, allí las hice. En el local
encargué a un chef de esos la comida y venía ya caliente y fue estupendo y allí mismo. Los
alemanes hacían dos o tres veces sus fiestas al año. Cuando lo hacían los alemanes, pues estamos
también nosotros igual. Estamos en contacto con ellos completamente, muy integraos. Bueno,
nuestras hijas más todavía, porque estaban ya en la escuela, pero la primera generación pues sí, si
estábamos integraos, la verdad que sí. Por lo menos a la hora de hacer la fiesta, de todo. Yo lo he
pasado muy bien allí. Yo no he tenio jaleos ningunos, ni en el trabajo, sólo con el mala follá que te
dije que me tenía (entrevista nº 19).
Por último, mencionar como una de las actividades lúdicas más practicadas,
la formación de peñas o equipos de fútbol.
Pues a los bares, los pubs, club de fútbol “Caballero”. Íbamos a unos a otros. Bueno nos
juntábamos prácticamente españoles, pero no. Era una peña de fútbol y hacíamos partidos. Y si
había mucha gente, alguno no sé si llego a jugar en un equipo importante. Y ahora sigue
habiendo inmigrantes que lo hacen funcionar. Había varias asociaciones, de vecinos, de fútbol,
de sevillanas y tal. Yo estaba un poco más despistao e iba solo a pasar el rato y ya está. Sí, sí, luego
ya se hacían las paellas y tal paellas, eso y carnes o sardinas y tal y después de noche nos
poníamos po de fiesta, a bailar sevillanas y eso (entrevista nº 18).
Sí, eso sí. En mi época de presidente del club de fútbol y a través del cura católico español que
teníamos nos proporcionó una sala de la iglesia católica donde hacíamos todos los sábados y
fines de semana, hacíamos fiesta para recaudar fondos pa el club. Podíamos entrar de 1.000 a
85
Ángeles Arjona, Juan Carlos Checa y Francisco Checa y Olmos
1.500 personas en aquel sitio. Gracias a esas salas nosotros recaudábamos fondos, no
cobrábamos entrada, pero llevábamos conjuntos, grupos; me acuerdo de un grupo muy
simpático de mariquitas, entre ellos iba una granaina muy simpática, muy simpática y nos
amenizaban las fiestas de miedo, cantar, bailar (entrevista nº 17).
Siempre, eso es como en todos sitios, si usted es de Almería siempre se juntará más con gente de
Almería, mejor que con otro y allí pasaba igual porque si por ejemplo yo allí, había españoles de
un lao y españoles de otro, pues si había de Huércal, pues me juntaría de Huércal. Había mucha
gente de Almería, mucha, en Basilea, en Berna, en Lucerna, en todos sitios y en Pechín que está
en la frontera con Italia que ha sido eso del accidente del puente ese, la quemaora esa. Nosotros
íbamos todos los sábados o todos los viernes íbamos a Italia a comprar cosas. Si los españoles
están en todos los sitios a dónde vayas en Suiza, Francia, Alemania, América, en todas partes
(entrevista nº 7).
La vida en el barrio era, le hablo de mí y todos los españoles que había allí, era muy buena y muy
feliz. La gente de allí, yo no he encontrado diferencias, cada uno iba a su casa, su familia, su
trabajo, nadie se ha metido yo no he visto discusiones. La vida en el barrio era estupendamente,
claro si yo era español pues los españoles venían a mi casa y yo iba a la casa de los españoles,
buenísima, no le puedo decir buena, lo único que le puede decir buenísima. Bueno, la relación
que yo tenía allí era todo lo más con dos o tres españoles. También con alemanes, compañeros
de trabajo, la relación estupendamente bien lo único que faltaba no se defendía uno bastante
bien en el idioma, eso era lo que le hacía a uno estar un poquito más distanciado de ellos.
Entonces la relación nuestra era españoles con españoles y bien, bien (entrevista nº 4).
Nosotros lo pasábamos, a veces. ¡Mira la anécdota que tengo yo de allí! Fue del primer año que
estuve en las navidades. Yo me pase allí las navidades, nos juntemos 17 españoles que
seguramente quedemos en las navidades desde Ginebra a Lausana, y llegamos en un pueblecico
que le llamaban Lange. Fuimos al buffet de la agave, que se llamaba el bar de la estación, y
dijimos si podíamos cenar allí, y dijeron que si. Pusieron el comedor y entonces uno de estos que
hablaba ya francés, le dije que si por favor nos podía dejar que nosotros celebráramos la
nochevieja a nuestra manera. Entonces dijo que si, pero que tenía que ser con las puertas
cerradas para que no molestáramos a la clientela. Allí hay 20 personas en un bar una mesa allí,
allí y allí, llenas y no se enteran unos lo que hablan los otros, de una mesa a la otra. Entonces,
claro los españoles normalmente hablamos fuerte la mayoría. Nosotros a puerta cerrá esperando
que se hiciera la hora de cenar pidimos unas botellas de vino seguimos nuestra marcha, cuando
cenamos empezó uno a tocar la guitarra, empieza a contar chistes por aquí, el otro cantaba con
la guitarra, total que formamos nuestra fiesta pero a puerta cerrada. Al poco se presento la dueña
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Sin trabajo y sin esparto
del local y nos dice que por favor si pudiéramos dejar un poquico abierta la puerta, los clientes lo
habían pedido, entonces nos llevo tres botellas de vino, que valía entonces... era vino blanco
muy caro allí. Las dejo allí y se va, seguimos la fiesta a nuestra manera y si, creo que había pasao
10 minutos y dice que si puede dejar la puerta abierta del todo, otras tres botellas de vino, y no
había llegao porque eran las 11.30. Vuelve a entrar y dice que pedían los suizos que había fuera
en los otros comedores que habían pedido si podían venirse con nosotros, claro pos nosotros,
eran matrimonios, allí toos bailando, o sea, que allí ya nos mezclamos todos, con decirte que llego
a haber 22 botellas de vino en lo alto de la mesa. Porque allí lo que se bebe, normalmente, es
vino, porque allí cuando dicen de beber vino, y ya te digo terminamos ya que era casi de día
todos como una cuba, y todos mas amigos, o sea, que fue una cosa muy bonita, porque no
querían aceptarnos, y al final fueron ellos los que se vinieron con nosotros, digamos que los
atrajimos y eso es lo que nos paso esa noche, y pasamos una noche fantástica. Dentro de que era
una leche que todos teníamos nuestra familia aquí en España, pero a gusto y una noche
memorable. Y hay cosas que dices, como puede ser esto, pues si, si, es, llegan las cosas a venir a
su sitio. Yo después uno de los jefes que tuve vino a Palma de Mallorca en un viaje de estos
cronometrados, no, promocionados que ellos lo pagaban allí, me parece que se juntaron 7 u 8
amigos y se vinieron a Palma de Mallorca y claro cuando vieron el ambiente, decían que eso era
vivir y no lo que sabían ellos hacer (entrevista nº 15).
Junto a los fines de semana, los otros momentos de ocio y tiempo libre eran
las vacaciones de verano y de Navidad, aprovechadas para visitar a la familia en los
lugares de partida. Según Cazorla (1981), estos viajes eran utilizados como “efecto
demostración” ante sus vecinos: emigraban para triunfar y la mejor muestra de ello
era regresar con flamantes coches, regalos para la familia, un éxito que arrastraba a
muchos familiares y vecinos a intentar una aventura similar. Se aprovechaba,
también, para ir realizando inversiones en vivienda o terrenos, con la idea de
posicionarse económicamente a su regreso.
Sí, siempre porque después de estar fuera de tu casa para ahorrar un duro y si tenías tierras,
almendros pues volvías, veías a la familia y luego veías la tierra y le dabas una vuelta o bien
comprabas un pedacico si te gustaba, pues trabajar, porque he estado toda mi vida trabajando,
ahora no porque estoy jubilao y una vez tiene uno que cortar porque si no está uno toda la vida
siguiendo trabajando (je, je) (entrevista nº 7).
Las vacaciones siempre que fueran un poquito largas, eran para venir a España. Porque como en
Semana Santa y en Navidad eran diez, doce días, dependía en qué cayese, porque en verano allí
solo hay seis semanas de vacaciones. Es que allí no hace el calor que aquí. Por eso, dan equis
días más en Navidad y Semana Santa. En noviembre también nos daban una semana de
vacaciones, como la de aquí la “Semana Blanca”, pues allí es la “Semana de la Patata”. Como allí
adoran la patata con todo comen patata pues por eso nos daban esa semana de vacaciones
(entrevista nº 1).
Veníamos por unos quince días. Vinimos una vez en verano para que mi niña hiciera la
comunión. Porque allí la hacían en tres veces. Primero la hacen a los diez años, confiesan se
visten, pero no toman la comunión. Luego a los tres años, otra vez, pero tampoco toman la
comunión, ya a la tercera vez sí. Nosotros vinimos en Agosto, que ya las niñas habían hecho la
comunión, todas. Y solo la hizo ella y otra niña que vivía su padre en Alemania. Pero el
catecismo se lo tuvo que decir en francés al sacerdote que había en el pueblo, porque en español
no lo sabía. Ella lo había estudiao en francés. Le dijimos al sacerdote que quería hacer la primera
comunión y nos dijo que ¿cómo la iba a hacer?, si ella no había ido al catecismo, y no sabía
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Ángeles Arjona, Juan Carlos Checa y Francisco Checa y Olmos
decirlo. Y bueno le dijimos que se lo diga como ella lo sabe, entonces el sacerdote no sabía
mucho el francés pero veía que la niña se los sabía por lo que ella le explicaba. Entonces hizo la
comunión. Si, fue muy bonita. Le compramos un vestido cuando veníamos para acá. Parecía una
novia, con su corona y todo, vestida de blanco (entrevista nº 11).
88
Sin trabajo y sin esparto
El retorno en números
90
Sin trabajo y sin esparto
2.000
1.800
1.600
1.400
1.200
1.000
800
600
400
200
0
1988 1989 1990 1991 1992 1993 1994 1995 1996 1997 1998 1999 2000 2001 2002 2003 2005
91
Ángeles Arjona, Juan Carlos Checa y Francisco Checa y Olmos
Mapa 2. El retorno de emigrantes andaluces por comarcas (2001-2003)
92
Sin trabajo y sin esparto
De otro lado, el perfil sociodemográfico del retornado andaluz es similar al
que señalan Martínez (2000) de manera general para España e Izquierdo y Álvarez
(1997) para Galicia. El retornado andaluz es tanto un hombre como una mujer,
puesto que este nuevo movimiento poblacional se produce casi siempre en familia.
De forma parecida, existe cierta homogeneidad en la edad de regreso; por un lado,
vuelve población en edad activa y, por otro, conforme va pasando el tiempo los
retornados son jubilados, llegados principalmente de Europa. El nivel educativo de
los retornados no ha variado con el paso del tiempo, o lo que es igual,
mayoritariamente el nivel educativo de los “cabezas puente” de la emigración
española es de estudios primarios, aunque otra cosa es su cualificación, ya que
algunos de los emigrantes españoles que partieron con una titulación educativa
mínima han alcanzado niveles superiores gracias a la incorporación laboral en
destino.
Tomando, como ejemplo, el retorno de un país americano (Argentina) y
otro europeo (Bélgica) comprobamos que, según los datos ofrecidos por el Instituto
Nacional de Estadística, los primeros retornan, por este orden, a Galicia, Andalucía,
Comunidad Valenciana, Cataluña y Madrid. Sin embargo, las comunidades que
menos retorno registran son Navarra, La Rioja y Extremadura. Por su lado, los
retornados desde Bélgica lo hacen principalmente hacia Madrid, Andalucía,
Comunidad Valenciana, Asturias y Cataluña. Los lugares con menos regresos son
las islas Baleares y Canarias.
Por tanto, como se observa, Andalucía es una importante zona de venida de
ambas nacionalidades, aunque el flujo es más intenso desde Argentina, con
tendencia a la baja, tras superar, en parte, la crisis económica de 2001.
1200
1000
800
600
400
200
0
2001 2002 2003 2005
Bélgica Argentina
93
Ángeles Arjona, Juan Carlos Checa y Francisco Checa y Olmos
Al analizar los datos por provincias Málaga vuelve a ser la que más retornos
experimenta de ambos países. Sevilla y Cádiz destacan también por los retornos
procedentes de Bélgica, frente a Almería y Granada que sobresalen en los retornos
de Argentina.
En cuanto a la edad de los retornados, como muestra el gráfico siguiente, los
procedentes de Argentina tienen mayoritariamente entre 16 y 34 años, aunque
también los mayores de 55 años son importantes. Los llegados desde Bélgica
comprenden una distribución más uniforme, si bien sobresalen los mayores de 65
años.
800
700
600
500
Argentina
400
Bélgica
300
200
100
0
Menos De 16 a De 25 a De 35 a De 45 a De 55 a De 65
de 16 24 34 44 54 64 años y
años años años años años años más
94
Sin trabajo y sin esparto
concretamente a la capital, donde regresan un 39% de los emigrantes. La segunda
comarca en la que se producen más retornos es el Campo de Tabernas con un 18%.
Y los lugares donde menos retornan son las zonas del Alto Almanzora, Medio
Almanzora y Las Alpujarras. Lo que significa que todas las comarcas pierden
población con respecto a sus salidas iniciales, excepto la comarca del Valle del
Andarax.
95
Ángeles Arjona, Juan Carlos Checa y Francisco Checa y Olmos
El retorno en clave migrante
Es muy difícil volver, es tan difícil volver como salir del país. Primero, porque me lo he estado
pensando más de un año. Te encuentras que eres extranjera en tu propio país porque
lógicamente los que venimos de países donde no se habla español y tienes un acento diferente
pues te tratan como si fueses una extranjera (entrevista nº 23).
Mi hermano Juan y yo fuimos con la intención de volver, bien lo sabe Dios, pero el tuvo menos
suerte que yo, y luego que echó una mala cabeza, to lo que ganaba lo estrozaba. Aunque luego al
final encontró un buen trabajo, pero ya era tarde... ¿a dónde iba a volver?, si aquí no dejó a
nadie, mis padres hace mucho tiempo que murieron, ahora se ha juntao con una mujer de por
ahí (entrevista nº 18).
Estuve treinta años sin venir. Yo tenía ganas de venir a ver a mi padre, porque él murió, y yo
digo: ¡puede ser que a mi madre pueda volver a verla! Yo tenía ganas de venir pero siempre
primero que los niños eran pequeños, y no me podía venir, que menos que un mes porque ya
que me iba a gastar un dineral qué menos que dos meses, y cuando no se presentaba una cosa se
presentaba la otra (entrevista nº 30).
96
Sin trabajo y sin esparto
Pues nos tiramos casi los cuatro años fijos. Yo no conocía a mi hija cuando nos la bajó mi padre
a mi casa. Cuando la besé se me puso a llorar. Le daba miedo, ¡si no nos conocía!, si cuando nos
fuimos estaba muy chiquitilla. Nos tiramos tanto tiempo por no estar siempre yendo y viniendo y
poder ahorrar un duro (entrevista nº 7).
Mi abuela era lo único que nos quedaba y la pobre se murió y no pudimos ni venir, para cuando
llegáramos había pasado más de tres días. No pudimos. Así, que nos quedaba una tía, que no
conocíamos, nunca creímos que íbamos a volver (entrevista nº 17).
No, me vine porque no me gustaba el tío, era un Caín, que no nos quería pagar las horas, y era
un trabajo que íbamos en coche a 50 kilómetros de allí, sin techo ni na y yo “ponle un techo
hombre que vamos helaos”, “no, así llegáis luego al campo y trabajáis con más fe”, “y qué
bandolero eres hijo puta, bandío” (entrevista nº 13).
Tanto más pronto se volvía con “las tareas cumplidas” mayor prestigio se
adquiría, por eso, muchos de “los triunfadores” volvían a su pueblo para demostrar
su éxito.
23 En el caso de los migrantes de ultramar, que pasan largos periodos fuera de sus lugares de origen, son más
comunes.
97
Ángeles Arjona, Juan Carlos Checa y Francisco Checa y Olmos
Los motivos del fracaso económico no siempre son atribuibles a la
capacidad de adaptación de los individuos, sino que algunos emigrantes almerienses
sufrieron las consecuencias de la crisis del año setenta y tres. Momento que también
coincide con la decadencia del régimen franquista, provocando en la sociedad el
anhelo de una pronta democracia y, sobre todo, libertad, a la que se le adscribía
otras mejoras, entre las cuales estaba el trabajo.
Yo me vine a últimos del 74 y hubo una crisis de trabajo muy fuerte allí que echaron las
empresas, no es que la echaran, pero las tenían que cambiar de sitio, por ejemplo, de Ginebra a
Zurich, o de Zurich al otro lado, o sea que tenían que jugar con la gente porque el trabajo les
había... una crisis fuerte y yo me vine pa España, las cosas no eran tan malas como antes
(entrevista nº 15).
Porque había, es que había dos posturas: volver en esa época o quedarme para siempre allí con
mis hijos, porque si sigo más allí y me vengo con catorce años ya es que los hago polvo, por las
clases aquí y por la escuela. Era el momento de venirme o quedarme; tenía once años y mira le
ha ido bien el venirse (entrevista nº 28).
Alguno, yo creo que nadie se había ido por el trabajo, solamente porque, mucha gente por los
hijos, porque a lo mejor tenían la edad de empezar el colegio aquí y se han decidido de venirse,
porque una vez empiezan los colegios de allí pues ya no se pueden venir. Por yo me quede allí y
mi hija ha hecho la escuela allí y yo no me voy a venir cuando mi hija este a medio hacer la
carrera. Yo tengo allí mis sobrinos, tengo dos cuñados allí, dos cuñadas allí, y tengo cuatro
sobrinos que están estudiando todavía, no se van a venir aquí a España, ¿a que se viene aquí a
España si to lo han hecho allí? (entrevista nº 22).
98
Sin trabajo y sin esparto
De todas formas teníamos la idea de venirnos antes de que se fuera a casar allí ninguno porque
nosotros decíamos: “si se nos casa alguno aquí ya no nos podemos ir a España” y ya habría aquí
un problema porque yo me lleve un cuñao mío –hermano de mi mujer- y ese se fue él, se llevó a
la familia y se han casao hijos allí y allí ya se han quedao, allí están todavía (entrevista nº 10).
Al terminar los estudios y la niña casarse con el alemán, yo le dije a mi mujer que adiós España y
ella me dijo que qué prefería si Almería o estar al lado de su hija. Pues a quedarse en Alemania, la
suerte nuestra fue que mi yerno encontró trabajo en Madrid y allí están los dos. Y nosotros pues,
nos hemos venío pal pueblo (entrevista nº 18).
Los motivos es que esta es mi tierra, yo ya me jubilaba, bueno me venía con la jubilación y yo
quiero morir donde yo he nacío. Yo he nacío aquí en Almería, tengo mis amistades aquí y mi
familia y yo reconozco si en Alemania hiciera mejor tiempo –porque tengo tres hijas allí- pues
me tiraría largas temporás allí; me tiraría tres meses, quince días. Porque el clima aquel es fatal y
ya la edad que tiene uno ya he cogido el clima este de aquí. Las veces que he ido allí –ahora sólo
voy en verano- he cogio resfriaos, bueno mas bien ha sio bronquitis, pegao a los bronquios.
(entrevista nº 19).
Por último, otro gran motivo que empuja a regresar es la falta de una
reagrupación familiar en destino completa. La ausencia durante largos periodos del
cabeza de familia e incluso de ambos padres, supone una gran tensión emocional
tanto para unos como para otros, lo cual acaba por repercutir en los procesos de
integración en los países de destino. En estos casos será raro encontrarnos con
largos periodos de emigración.
Yo es que tenía ya cuarenta y cinco años y llevaba ya mucho tiempo y mi señora pues siempre
me estaba pidiendo que volviera, que se podía vivir aquí y cuando yo llegué estuvo a punto de
volverme a irme otra vez porque la verdad había mucha diferencia y, además, había cansancio de
tantos años. Mis hijos me necesitaban, aunque no tanto los mayores, pero todavía tenía dos
menores (entrevista nº 9).
Los primeros años yo me pegaba unas panzás de llorar, el tiempo que estuve sin mis niñas, me
acordaba mucho de ellas, las echaba de menos. Luego cuando ya tenía a mis hijas conmigo,
seguía añorando mucho a España. Yo tenía ganas de conseguir unas vacaciones de dos o tres
99
Ángeles Arjona, Juan Carlos Checa y Francisco Checa y Olmos
meses para venirme a España y lo he conseguido ahora de mayor. Lo que yo lloraba cuando me
iba de vacaciones y tenía que irme otra vez, pero eso se pasaba, ya estabas otra vez en lo tuyo y
se pasaba. Sin embargo, por otro lado no. Yo tenía mu claro cómo estaba en Alemania, yo nunca
me había visto así, yo sabía que así, trabajando, con dinero mío, mi casa… en España no lo iba a
tener (entrevista nº 26).
La nostalgia, el estar siempre sola, sí fue por eso, porque él trabajaba y pasaba una semana de
noche, otra de mañana y otra de tarde, pero luego el día que tenía libre como estaba muy
cerquita de la empresa pues venían a por él, que si uno había faltao, que si el otro no había podío,
que hace falta que te vengas tú, que si tal y cual, ¡y unos cabreos con aquello! Yo decía: ¡hay que
ver que siempre tiene que estar metío en la fábrica!, pues estaba aburría con la niña, y eso fue lo
que nos hizo de venirnos, que luego muchas veces me he arrepentío (entrevista nº 1).
Fue mía, pues mi hermana que tengo aquí en Benahadux dice: “mira Isabel, aquí se está muy
bien”, yo cuando vine dos años atrás vi que la vida aquí se vive tranquila, entonces ya él no
trabaja, está pensionado italiano. Porque aunque el es Venezolano le dan de Italia. Y yo le dije
“que hacemos aquí en Venezuela, asaltándonos, que ya yo le dije ese susto que me dieron, quede
mal, uno sale a la calle mirando a todos lados. De esa vez mire, me entraron unos nervios y se lo
dije a él, “mira, yo en Venezuela no me quedo más o nos vamos o te quedas, porque yo no
quiero vivir los cuatro días de vida que me queda, llevo 42 años casada contigo pero o nos
vamos o te quedas porque yo ya no aguanto más en Venezuela (entrevista nº 30).
Y te digo también sinceramente yo no tenía ganas de dar yeso, la verdad es que estaba harto de
dar yeso, los hombros los tenía hechos polvo, los techos son muy malos y siempre iba a destajo
y si tenía que hacer treinta metros te haces cincuenta claro y todo eso lo haces pa ganar dinero.
Entonces que pasa que el cuerpo lo va notando y me dije: “¡es que voy a estar toda mi vida con
esto!” y ya había juntado suficiente dinero y me voy ya porque si me quedo lo haré pa siempre
(entrevista nº 28).
Pues mire yo tuve una enfermedad. Yo tuve un accidente en el trabajo y estuve 4 años
trabajando y con la enfermedad y ningún médico decía que tenía nada, que como era inmigrante
que no hacían caso de lo que tenía. Me hice una hernia discal, me hice daño levantando un peso
y los médicos decían que no tenía nada, me hacían radiografías y como no veían nada, y como
100
Sin trabajo y sin esparto
éramos inmigrantes decían que yo quería la paga para irme a España. Sí, sí, sí, y hasta un
fisioterapeuta me denunció y me dijo que estaba engañando al seguro (entrevista nº 21).
Porque me siento muy español y claro y yo me he venío cuando me he jubilao, y jubilao como yo
estaba. Que hacía yo por allí en Alemania mis hijos aquí en España y yo jubilao, a dónde quieres
que se pudran mis huesos, ¿en Alemania? yo respeto mucho a los alemanes pero mi tierra es mi
tierra (entrevista nº 12).
Pues como yo conocía toda la rama de la hostelería yo pensaba que me podía colocar aquí. Yo
llegaba con los certificaos que traía de allí y aquí ni caso y todos me decían lo mismo: “no hay
trabajo”. Y luego no tenía quien me echara una mano porque yo no sé pero yo veía que nadie se
interesaba por nada. Yo pedí la pensión antes de tiempo en Bélgica porque ya lo necesitaba
(entrevista nº 25).
El primer año que llegamos, bien te pagan el paro o bien te pagan esto, pero llega un momento
que no tienes trabajo, no encuentras trabajo y «pasas las de Caín», comiéndote los cuatro
ahorrillos y te tienes que dar trompetazos para poder vivir y hemos pasado en España los
primeros años, ¡duros, pero duros! (entrevista nº 6).
El piso de arriba lo vendí pa comprar la tienda y me hacía falta para empezar con la tienda. Así
que me fue bien, pero a fuerza de trabajar, trabajar y trabajar y no parar (entrevista nº 28).
De ahí que Vigil y Del Val (1981) comenten que muchos de los que
decidieron volver intentaron dejar “medio atado” algún trabajo ante el temor a un
101
Ángeles Arjona, Juan Carlos Checa y Francisco Checa y Olmos
regreso al vacío. De hecho, hubo quienes debieron emigrar por segunda vez ante la
imposibilidad de encontrar empleo o de una precariedad laboral desacostumbrada.
Pues un poquillo apretaillo porque al fallar eso ya tenía uno que buscar trabajo y ya yo estuve a
punto de irme otra vez a Francia, porque me dijeron allí que si las cosas no me iban bien aquí,
que la plaza de trabajo la tendría yo allí (entrevista nº 10).
Por ello, muchos posponen su regreso hasta obtener una pensión que le
asegure su estancia en los lugares de origen y, en cierto modo, controlar un futuro.
Los motivos son que esta es mi tierra, yo ya me jubilaba, bueno me venía con la jubilación y yo
quiero morir donde nací. Yo he nació aquí en Almería, tengo mis amistades aquí (entrevista nº
19).
El acceso al empleo tras el retorno se hace más difícil entre las mujeres, su
situación es más desfavorable que la de los hombres. Esto se traduce en una mayor
dedicación a la búsqueda de empleo que, en ocasiones, llega a ser estéril, pues no
acceden a ningún puesto de trabajo.
Busqué trabajo (...) pero no me quisieron en una alhóndiga. Fui a que me dieran trabajo y me
dice: “¿usted no tiene hijas?”. Le digo que sí, y me dice: “bueno, usted ha trabajao demasiao, dígale
a sus hijas que vengan” (entrevista nº 16).
El problema que me encontré a mi regreso fue ese: el choque y que el salario continuaba
prácticamente igual. La vida casi continuaba prácticamente igual porque los salarios eran muy
bajos, la vida compará estaba más cara ayer que hoy, mucho más cara que hoy. La vida ha
cambiado de veinte años para acá, pero antes no (entrevista nº 9).
Lo único que encontré es que no ganaba lo que allí pero que pronto me supe adaptar a lo que
aquí se gana y ya está. Hombre tengo nostalgias de aquello porque lo mejor de mi vida está en
Alemania (entrevista nº 17).
102
Sin trabajo y sin esparto
Me está costando mucho y me va a costar. Yo que a las una de la mañana y que pase y esté
viendo la televisión aquí y pase una moto con todos los decibelios a toda pastilla y que esté
durmiendo y que un coche ahí o la vecina de ahí enfrente que tenga la televisión a las doce de la
noche la televisión al máximo ¡aquí no hay quien viva! (entrevista nº 19).
Esta situación se hace más dramática entre los hijos de los migrantes que, en
cierta forma, dependen de la reproducción cultural realizada por su familia en el país
de destino.
En principio, según me cuentan ellos, se les hacía difícil, estuvieron pensando hasta en regresar
(...), por otro lado lógico. Ellos tienen sus amistades desde la infancia, su guardería, hasta los
dieciocho años han vivido allí, en Alemania y al venirse aquí, había que hacer amistades nuevas.
Entonces ellos han tenido un periodo de tiempo que más o menos lo han tenio que pasar medio
canutas, entonces (...) han pensao hasta en volver pero hoy no cambian esta situación por la que
se han dejao en Alemania (entrevista nº 12).
Yo le digo que si fuese ahora, yo no me vengo. Mira que nosotros somos españoles hasta la
cepa, ha habío años que hemos venío hasta dos veces y vamos por nuestra tierra todo… pero si
me llego a saber lo que la vida me tenía guardado aquí… (entrevista nº 6).
Pues porque ya me harté de estar por ahí siempre fuera y además mi hija ya se estaba poniendo
mocica y ya quería estar cerca de la familia. Además, no me arrepiento de haberme venio no
encontré problemas yo en mi casa con mi mujer y mi hija y tan contenta. Me puse a trabajar en
mis terrenillos que tenía y ya está (entrevista nº 7).
Yo compré un piso de Barcelona en el 1965. Todo el tiempo que estuve desde el año sesenta y
uno al sesenta y cinco mis ahorros fueron esas seiscientas mil pesetas, fueron invertidas ahí (...).
Cuando mi señora se puso enferma y nos tuvimos que venir de nuevo a Almería, yo no quería
volver a Cuevas y en la misma situación en la que me fui por primera vez. Como el dinero ya lo
invertí en el piso de Barcelona pues me fui otro año a Alemania para poder arreglar la casa de
Cuevas, en la que vivo y que me dejó en herencia mi madre (entrevista nº 9).
Otra que compramos estando en Holanda, o sea, una vez que vine de vacaciones en el año 70,
yo compré la casa, porque nosotros vivíamos en una casa muy pequeña en Almería. Cuando yo
me fui ya la tenía apalabrá y tenía que pagar todos los meses siete mil pesetas y se me hacía cuesta
arriba entonces. Hace veintitantos años eso era dinero (entrevista nº 27).
103
Ángeles Arjona, Juan Carlos Checa y Francisco Checa y Olmos
En definitiva, el cuadro siguiente sintetiza las migraciones de retorno
atendiendo a las características individuales, familiares y contextuales. De manera
que el retorno producido desde Europa toma mucha importancia los elementos
individuales y familiares, frente a la oceánica que tiene su piedra angular en la crisis
económica que han sufrido los países latinoamericanos y, en especial Argentina, a
principios de este siglo.
104
Sin trabajo y sin esparto
Un 89,7% respondió afirmativamente, frente a un 4,6% que dijo no. Cazorla
comenta que estos últimos son parados o jubilados con menos oportunidades o
peor suerte. Por otra parte, Castillo (1981) recoge que un 84% ve como satisfactoria
su experiencia emigratoria, frente a un 4% que la encuentra nada satisfactoria. Los
sujetos, en ambos estudios, consideran que valió la pena el precio pagado por
emigrar.
En una valoración final a los emigrantes almerienses les pesa más los
recuerdos agradables que los desagradables. Una mayoría de los entrevistados ven
de manera positiva la realidad de su emigración y, cuando se les plantea la
posibilidad de volver a hacerlo, no lo dudarían, siempre y cuando su situación de
partida fuese la misma.
Sí, sí, por supuesto, porque yo aquí no conocía nada más que labrar, segar, trillar y cosas así y
gracias al irme a Alemania pude comprarme el piso este (entrevista nº 17).
Hombre si yo volviera a nacer, yo si me iba otra vez a Alemania. Bueno a Alemania, a Bélgica,
Holanda. Yo sí, pero joven, ya mayor me gusta España. Yo siendo joven yo me iría pallá, eso sí,
para vivir mayor yo me quedo aquí (entrevista nº 5).
Hombre, yo hoy no me iría estando las cosas como están porque España ha cambiado mucho y
se ha equiparado a lo que es Alemania, Francia, Holanda pero si tuviera la posibilidad de volver
para atrás y volver a aquella época, me iría de nuevo; es más me iría sin pensarlo (entrevista nº
12).
Pues la verdad si no hubiera otra solución, pues la verdad que sí, tendría que salir fuera. La
verdad es que yo no me sitúo, mi forma de ser y de otras personas, el estar pendiente y vivir en
miseria, estar en un mundo de miserias, un mundo en el cual no tenga salida, la verdad es que me
gusta salir, me gusta ver y aunque tenga que sufrir (entrevista nº 8).
A pesar de los problemas sufridos en los países de acogida, ven con cierta
nostalgia sus experiencias ya que, en la mayoría de los casos, éstas le dieron
estabilidad económica.
Hombre, pues yo sí, porque si tengo algo –que es poco- es porque lo he ganao con mi sudor y mi
esfuerzo. Que no nos pensemos que nos dan el dinero así porque así, que tienes que sudarlo
(entrevista nº 7).
105
Ángeles Arjona, Juan Carlos Checa y Francisco Checa y Olmos
Ya te he dicho, los siete u ocho primeros años sí, en aquellos tiempos porque esto estaba muy
mal, pero ni un día más. Haberme comprao mi casilla en siete u ocho años antes se ganaba muy
bien allí y aquí estaban las cosas muy baratas; comprarme el piso y ponerme aquí a trabajar
(entrevista nº 19).
Si yo me hubiese ido a Alemania soltero, yo estaría todavía allí o a lo mejor me hubiese venido
antes, pero nunca me hubiese venido a trabajar aquí, nunca. Me hubiese quedado a trabajar allí
porque no sé hoy en día como estará aquello allí, pero uno podía cambiar en Alemania de
trabajo lo mismo que se podía cambiar de camisa y eso nosotros no lo tenemos (entrevista nº 9).
Son muchos millones lo que han entrao los españoles aquí en España. España llevamos unos
años que ha subío, pero me acuerdo de aquellos años de Franco he visto necesidad y cosas y
estaba to como está. A España la hemos levantao los españoles, pero no trabajando aquí, entrando
divisas de afuera que en la época de Franco poner las trabas para que no se fuera la gente; ¡a qué
esperaba a qué nos muriéramos de hambre, coño! Y entraron divisas porque levantó un poco la
mano y nos dejó que nos saliéramos y nos quería tener amarraos: ¡eso no hay derecho tampoco!
Ya que él no hacía por dar trabajo pues la gente que salga a buscársela (entrevista nº 7).
Si no hubiéramos emigrao nosotros en aquella época que han sido mucho, muchísimos y cientos
de miles como los que salimos de España, hubieran estado los españoles viviendo como han
estado, pues hubieron seguido pasando hambre, porque casi todo que se ha ido a allí más de la
mitad del jornal que ganaba se iba pacá pa España (entrevista nº 28).
106
Sin trabajo y sin esparto
Valoración de la inmigración en Almería
Los inmigrantes no tienen culpa de nada, lo tienen solamente las autoridades españolas. Las
autoridades españolas y nada más. Ni hay que cargarse a los de Marruecos ni a los de nadie.
Nosotros en nuestros días nos íbamos clandestinos también a mejorar nuestro nivel de vida. Si
no nos fuimos más clandestinos es porque nos la prepararon mejor para que fuéramos más
legales, pero el que no tenía esa oportunidad también se iba clandestino y eso tiene una buena
ocasión de mejorarse la autoridad española (entrevista nº 12).
Mira, yo pienso lo siguiente: falta mucho trabajo de sensibilización, de concienciación y respeto
de la situación de los inmigrantes. No sé si estás hablando con respecto a los que emigramos y
hemos vuelto, o me has hecho la pregunta en relación con las personas que vienen a quedarse en
Andalucía, sea lo que sea, no importa la una o la otra lo que me has preguntado, yo noto que la
sociedad, por lo menos la almeriense, en su gran mayoría tiene xenofobia, no está preparada para
las diferencias, yo la veo muy poco tolerante con las diferencias (entrevista nº 23).
Yo pienso que a estos pobres que vienen teníamos que mejorarles su situación y hacerlo como a
nosotros no lo hacían en el extranjero. El gobierno tenía que coger y hacer las cosas bien,
establecer unos convenios (entrevista nº 14).
Advierten, sin embargo, que las entradas deberían controlarse con los
contratos de trabajo en origen, para evitar los problemas acarreados de la
irregularidad.
Como piensan todos que eso no está controlao, que no es normal de que vengan aquí y se tiren
noches enteras durmiendo en la calle para esperar que le den papeles. Eso yo no lo he visto en
ningún lao (entrevista nº 25).
107
Ángeles Arjona, Juan Carlos Checa y Francisco Checa y Olmos
Nosotros hemos sío inmigrantes y sabemos lo que hay que hacer. Yo no tengo nada en contra de
ellos. Yo vería bien que se vinieran con sus papeles arreglaos, ¿pero que vengan aquí a exigirnos
a nosotros? ¿Por qué no les exigen a su gobierno? Eso es lo que tienen que hacer pa poder poner
a su país como Dios manda (entrevista nº 24).
Es una pena y una humillación muy grande porque tienes que salirte fuera de tu país pa darte
cuenta de lo que es humillarte porque a mi también me han humillao pero menos que a éstos,
porque aquella gente tenía más educación que la que tenemos nosotros porque eso que están
haciendo, en Francia no lo hacen (entrevista nº 28).
Me da mucha pena. No se puede decir que vienen a quitarnos el trabajo, porque nosotros
también nos fuimos. Tenemos que pensar y mirar para atrás. No se puede mirar la mancha de
aceite que lleva el vestido de la vecina y no ver la que llevas tú; porque a lo mejor tú la llevas más
grande. Yo no puedo decir que han venido a quitarle el trabajo a mi marido, porque él fue a
quitárselo a los otros, pero nosotros nos fuimos con nuestros papales arreglaos, que nos
mandaron a llamar. Pero ellos vienen a la aventura y ya para todos no hay (entrevista nº 11).
Nosotros nos fuimos a trabajar y a trabajar, a ahorrar pa venirnos a nuestro país, nosotros no
íbamos ni a robar, ni a na (entrevista nº 16).
Los morenos mismos dicen que nosotros nos tenemos que adaptar a ellos. ¡No! Nosotros no
tenemos que adaptarnos a ellos, ellos son los que se tienen que adaptar a nosotros, que es lo que
hemos hecho los inmigrantes, nosotros sabíamos que íbamos a un país que nos tenemos que
adaptar a ellos, regir las normas de ellos, no ellos con nosotros (entrevista nº 24).
¿Qué pienso sobre la inmigración actual? ¡Qué cosa más complicada!, ¿eh? Es una cosa
complicadísima. Porque yo, intentando comparar, ¿no?, con otras circunstancias. Yo pienso que,
para hacer las cosas bien hechas la inmigración tiene que responder, coincidir con la demanda de
empleo, que venga a cubrir una demanda de empleo y también para poder integrarse no digo
integrarse en el sentido de perder totalmente tus raíces, no. Yo estaba perfectamente integrada
en Francia y mis raíces he venido a buscarlas, no, sino de comunicarse, una comunicación con
una cierta fluidez, una convivencia normal entre diferentes. Para que se pueda dar eso tú no
108
Sin trabajo y sin esparto
puedes integrar ni integrarte cuando el porcentaje de migrantes es tan alto, cuando se construyen
barrios para migrantes yo creo que un error fuerte de Francia, que ahora se están arrepintiendo
pero es un poco tarde, ha sido ese. Con los magrebíes ha habido la política que colocarlos en
barrios tipo gueto, para ellos. El tema de la emigración portuguesa, italiana, española ha sido
distinto, estábamos mezclados con los demás. Tu vivienda dependía de los que tenías en la
cartera, de lo que te podías permitir. Todo se ha hecho con mucha más normalidad. Ahora con
eso de las viviendas sociales HLM para los pobres, los económicamente débiles dicen allí
(économiquement faibles), pues juntabas allí, pues ya ves tú. Tenían preferencia las familias
numerosas. Como los franceses no hacían hijos, allí hacían hijos especialmente los magrebíes.
Pronto se desbordó el asunto y lo están intentando retomar. Allí los españoles, aunque tenían
una casita chiquitita, en malas condiciones, pero era una casita, casi igual que los demás, y lo que
es más importante, en medio de los demás, tu vecino era francés, por narices te lo tenías que
encontrar, saludar, y podía ser tu amigo. El roce, el encuentro es lo importante. No existen
barrios de portugueses, de italianos o de españoles, allí. Barrios de magrebíes, sí, y son una
auténtica burrada. Entonces, yo, lo que me asusta un poco en Almería es que hay una
emigración totalmente descontrolada, desbordada, no se sabe ni quién hay y tampoco interesa
saberlo. Distinto es que, un primo mío, por ejemplo, mis padres, como se fueron a Francia.
Hacen falta camareros y hacen falta obreros de la construcción, porque hay que reconstruir París
después de la guerra. ¡Uhh, miles, allá que se van! Ahí, se pusieron a currar. No sé si venían con
contrato ya firmado, pero se engancharon al tajo nada más llegar. Vivían como podían, pero se
pusieron a currar. Mis primos, mi primo, este que se hizo la Residencia en Alhama, a la vuelta,
¿qué hizo? Ese se fue, en el 67 ó 68. Él se fue con pasaporte, de turista, vino a mi casa, a la casa
de su tía, buscó trabajo, se encontró a otro español que -mi primo es albañil- era albañil también,
total, su contrato de trabajo y legalizado, su tarjeta de residencia. Entonces, como que parece que
es más, es más normal, está todo más controlado, allí existes. Puedes experimentar las
dificultades de que eres diferente, de que no hablas el idioma y tal pero tú, tú tienes tu casa, tú
tienes tu cartilla de seguridad social, tú tienes tu nómina, tú tienes derecho a cobrar no sé cuánto
por cada hijo, como cualquier residente en territorio francés, tú eres uno más, tus hijos van al
colegio, tú tienes tu ayuda social. Pero es que, quien llega sin ningún apoyo de este tipo, que ni
existe porque ni tiene papeles, está ilegal. Yo, yo pienso que eso es muy fuerte, eso es muy fuerte
(entrevista nº 3).
109
Sin trabajo y sin esparto
CONCLUSIONES
111
Ángeles Arjona, Juan Carlos Checa y Francisco Checa y Olmos
o familiares, es la del Desencanto, debido a la ruptura y pérdida de oportunidades
en las sociedades latinoamericanas.
Por supuesto, con los estudios biográficos aplicados a las migraciones
también hemos traducido las tensiones, sacrificios grandes y, muchas veces, fracasos
de los retornados. Trabajo, vivienda, familia, hijos y tiempo libre, maduraron en sus
vidas en formas diferentes, con caídas, depresiones, cielos buenos y éxitos largos en
los planes de vida proyectados. Dificultades en el país de acogida, principalmente
por el idioma, condiciones de trabajo, legalización de su situación, etc.
El trabajo fue el centro de sus vidas, de su ideario, de sus motivaciones más
internas en los años de emigración. La lucha por conseguir y mantenerlo. Las
condiciones laborales no fueron, en su mayoría, las que esperaban encontrar,
jornadas de trabajo largas, horas extras para ahorrar, discriminación. Los trabajos
más duros y desagradables, aunque quienes los sufren, eran, sobre todo, migrantes
clandestinos. Pero también ellos eran duros. No podían optar por trabajos mejores,
pero con la experiencia en el país nuevo, podían, al menos, empezar e intentarlo.
La vivienda se convertía en un tema relevante cuando se trasladaba a la
familia; para el resto, una gran mayoría, estaba asumido que el hábitat no era lo
fundamental. Un fenómeno usual es que las casas en peores condiciones son
abandonadas por los autóctonos y ocupadas por inmigrantes.
Las relaciones familiares marcadas por la separación familiar, si consiguen la
reagrupación cargaban un nuevo problema: la educación de los hijos. El ciclo vital
de éstos se nos muestra como determinante en la integración en los países de
destino.
En los procesos de integración juega un papel fundamental la administración
del ocio y tiempo libre. En el caso de los emigrantes almerienses quedó supeditado
al trabajo. Si el trabajo era la vida, en consecuencia, también era el ocio. El poco
tiempo de que disponía la mayoría lo destinaba a la familia o bien a relacionarse con
compatriotas.
Todo esto nos dibuja un cuadro singular por el cual los factores externos,
como las políticas migratorias de los países de destino, que estimaban que los
extranjeros sólo tenían derecho a trabajar, pero no a gozar de los derechos de
ciudadanía, los convertía en ciudadanos de segunda clase, generando campos de
exclusión en muchos ámbitos de la vida social. Esta idea, que incluso la mayoría de
los retornados mantienen con respecto a los inmigrantes almerienses, acaba por
incidir en las pautas de conducta de los migrantes, estableciendo escasas o nulas
relaciones con los autóctonos y sus instituciones (aparte de la Política de Extranjería
de algunos países).
Los migrantes partían con la meta de estar poco tiempo en el extranjero. Sus
objetivos eran obtener suficientes ahorros para regresar a España y tener otra
calidad de vida. Pero la realidad, en ciertos casos, fue distinta. Lo que inicialmente se
esperaba como breve estancia se convirtió en un proceso de larga duración.
112
Sin trabajo y sin esparto
La relativa lentitud en el ahorro, el ciclo vital de los hijos y la asimilación
provocaron que el retorno, cuando se produjo, fuese más tardío que el esperado
inicialmente. Por tanto, el retorno es fruto de un conjunto de circunstancias
individuales y/o estructurales.
Tampoco el retorno estuvo exento de problemas, la readaptación de ellos y
sus hijos, la falta aún de expectativas en sus lugares de partida, etc. Algunos
retornados, a raíz de esos y otros conflictos, consideraban la idea de regresar a los
lugares de emigración, con la sensación difusa de no pertenecer a ninguna parte.
Por último, los migrantes retornados almerienses valoran de forma positiva
su largo viaje y repetirían la experiencia, porque han “visto mundo”, argumentan y
han conseguido la estabilidad económica que aquí presumiblemente no la hubiesen
adquirido nunca. El proyecto de vida se cumplió. Los costos son difíciles de evaluar.
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Sin trabajo y sin esparto
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Ángeles Arjona, Juan Carlos Checa y Francisco Checa y Olmos
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