Sin Trabajo y Sin Esparto

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SIN TRABAJO Y SIN ESPARTO

Migraciones almerienses de ida y vuelta

Ángeles Arjona Garrido


Juan Carlos Checa
Francisco Checa y Olmos
ÍNDICE

PRESENTACIÓN ...............................................................................................5
INTRODUCCIÓN.............................................................................................11
HISTORIAS DE VIDA Y MIGRACIONES .....................................................17
Las historias de vida como técnica etnográfica ................................................................20
EMIGRACIONES ESPAÑOLAS. EL CASO ALMERIENSE .....................29
Primer periodo, 1850-1939 ....................................................................................30
Segundo periodo, 1945-1973 ..................................................................................32
Tercer periodo, a partir de 1973 ..............................................................................36
Las migraciones interiores .......................................................................................37
Almería, tierra de migraciones .................................................................................40
EL RETORNO, ¿UNA NUEVA MIGRACIÓN?...........................................89
El retorno en números............................................................................................90
El retorno en clave migrante ....................................................................................96
Valoración de la emigración almeriense....................................................................104
Valoración de la inmigración en Almería.................................................................107
CONCLUSIONES...........................................................................................111
BIBLIOGRAFÍA ..............................................................................................115
Sin trabajo y sin esparto

PRESENTACIÓN

El efecto helicoidal del retorno

¡Ay de aquel año que no había trabajo, ni siquiera esparto como informa el
testimonio! ¿entonces qué quedaba?
Cuando un tornillo de punta cala en la madera, la helicoidalidad produce en
el espectador el efecto de que cuanto más entra, más retorna hacia fuera.
Este texto significativo de los investigadores Ángeles Arjona, Juan Carlos
Checa y Francisco Checa y Olmos es algo así como el tornillo de la realidad
española de posguerra y de su subjetividad en el discurso de los emigrados
retornantes. Los hechos claros y verificables colectivos pasados por el tamiz de la
experiencia personal única e irrepetible. La ilusión de la partida y la realidad de la
vuelta como parte de un sistema semiótico compuesto de una combinatoria de
signos, en cuyo interior el actor recuerda, olvida, precisa, censura, fabula, sospecha,
ignora, discierne como productor de las contaminaciones e intercambios el perder y
reconquistar lugares de referencia.
Españoles que entraban en otros países donde hubiere trabajo y esperanza y,
cuanto más lo hacían, tanto más necesitaban anímicamente retornar. El drama
helicoidal de la emigración llena una gran fisura psicológica. Si acaso se decide
pertenecer al nuevo país de acogida –pudiéndolo- ocurre la asimilación. Si por el
contrario la actitud fundamental es la de volver -descubren los investigadores-
ahorrando para un regreso, entonces vivir para el retorno, sentir a medias para
elaborar el ciclo integral del origen, un territorio con un sistema de signos
reconocibles, enamorables, y ocurrirá el sufrimiento. El dolor del desarraigo. Vivir
para volver. Quedar apenas, frágilmente adherido al lugar de acogida, efímera
vinculación que permita preparar cada día la vuelta. Algo de Robison Crusoe en su
isla cuando elabora el calendario día por día. Que en la isla no sirve de nada pero
sirve para volver.
El plan irreversible del retorno provoca inestabilidad emocional y
existencial. Carecer de la aptitud del mojón durante los años de mayor fortaleza
física y mental no es fácil. Se vive “como si” se estuviera en el pueblo dejado y con
todas las imposibilidades de hacerlo. La representación a veces es ficcional pero
utiliza los materiales y actos reales del nuevo lugar.
Están los que arman el proyecto para dar vuelta solos, porque están solos.
Están los que aspiran a hacerlo con familia porque reubicaron la familia allá, en
otras tierras. Para estos últimos es más difícil replantearse el giro a la tierra que,
ahora, está baldía de ellos y para ellos. La semilla cambió cuando vuelve al terreno
que ni siquiera es el que dejó, y es doblemente otro porque también varió.

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Ángeles Arjona, Juan Carlos Checa y Francisco Checa y Olmos

Está claro que no se pueden compartir dos tierras, como no se pueden


compartir dos amores si uno es esencial. Este libro es un análisis rico, elocuente,
exhaustivo de los desdoblamientos de los pobres que parten y que vuelven. La
complejidad de los estados anímicos, de los proyectos y utopías del desdoblamiento
que, a su turno, se parten entre sí. No se puede entender fácilmente la tensión entre
el estómago vacío y el deseo lleno de la tierra amigable, propia, sustantiva con los
vecinos de siempre y los afectos de siempre. Primero hay que vivir los bordes del
hambre y después del extrañamiento.
Es curioso, pero la palabra extrañamiento es muy antigua en la cultura
hispano-árabe-judía. Está cargada de historia y resignificaciones. Los conquistadores
imponían el concepto en las “Indias Occidentales” sobre el complejo étnico,
quitando a ciertas comunas de sus tierras para condenarles a otras donde estuviesen
militarmente controladas y en servidumbre, pero también extrañamiento para
apoderarse de las tierras fértiles que dejaban los extrañados. Extrañar era obligar al
ser humano a perder las raíces. Vivir como extraños y extrañando. Quedar fuera de
las entrañas. Extrañamiento era perder el entrañamiento. Arrancado como un feto
antes de estar para nacer.
Hoy una inevitable condición del testimonio, lo peor ya pasó. Cuando lo
peor ocurrió el dolor no es tan fuerte como pudo serlo. Es un discurso sobre las
siluetas imprecisas del dolor que siempre la mente evita reproducir, buscando, al
revés, en los recodos de la memoria las situaciones más dóciles y las menos crueles.
Este es un libro que perfora, para el caso, como un tornillo de punta virtual
sobre el pasado donde permanece el orificio. Se trata de una investigación nueva y
necesaria. La generación de la posguerra española que tuvo tan poco, en el filo de la
subalimentación, también se lo merece. Algún recuerdo sobre su gesta silenciosa.
No descubrieron, no fueron conquistadores, no escribieron libros epopéyicos y
exegéticos sobre como aplastar civilizaciones enteras. Son los hombres y mujeres
del revés de la trama, del poquito trigo, del miserable bancal de tres olivos, de la
tierra dura como piedra, del agua infame cuando falta, del año que ni siquiera hubo
esparto, de los que levantaban el morral después de ese gazpacho de agua solitaria
con ajo, miraban derredor, decían: “no pidas cerezo al cardo” y, fumando un cigarro
ordinario antes del abrazo, partían.
De alguna manera éste es un testimonio homenaje. “A falta de faisán,
buenos son los rábanos con pan” y partían. Pero después retornaban con algún
pobre triunfo que, para ellos, era lo más próximo a la gloria que se puede alcanzar
cuando la gloria, en verdad, pertenece casi siempre a los que tienen o nacieron con
ella.
El tornillo cesó las vueltas. En algún momento empezó a retirarse de la
madera y el efecto óptico es, por ese helicoidismo mental, que cuánto más se
retiraba de aquellos rincones alemanes, suizos, franceses, belgas, argentinos, más
parecían entrar. Porque allí estaban veinte años de trabajo y algunos amigos

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Sin trabajo y sin esparto

entrañables o hijos o una plazoleta para fumar reunidos mientras pensaban


colectivamente cómo volver.
Preparar el retorno es sencillo a aquellos pueblos o clases que saben que
tendrán todo arreglado en el sitio original, desde la vivienda, al trabajo o la
jubilación. España, el Estado español, pudo crear tardíamente condiciones
económicas para ellos. Esta generación, como se analiza en el texto, contribuyó con
esos gruesos envíos de dinero a España, precisamente aquel desarrollo tardío.
Se estudia la “ideología” de este grupo humano; la reproducción de las
relaciones sociales en uno y otro lugar de vida en las conciencias. La finalidad de las
representaciones elaboradas y su inserción en el retorno.
El entramado parece un universo olvidado e intransferible traído aquí, con
este libro imprescindible, como parte de la condición humana y de la desintegración
que provocan la ausencia de trabajo y alternativas productivas en el hombre común.
Los monstruos capaces de proyectarse en la psiquis y la búsqueda de una salida para
desalojar a esos fantasmas. No hay mecanismo de autodestrucción sino de
sobrevivencia. Hay mitos individuales y colectivos. Una humanidad que quiere
prescindir del pánico que produce la pobreza, y para eso los derroteros misteriosos
y delicados del éxodo. Tal vez la más antigua y casi bíblica primera manifestación
ante la ausencia de lo elemental sean los éxodos. Estos hombres y mujeres siguen
retornando. No concluyeron el tránsito. Entran y salen. Primero con los otros,
después con la memoria selectiva de los actos. “Sembrar cizaña y coger trigo, nunca
se ha visto”. Lo intentaron.

Dr. Eduardo Rosenzvaig


Universidad Nacional de Tucumán (Argentina), abril de 2007

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“La ciencia social trata de problemas de biografía, de historia
y de sus intersecciones dentro de estructuras sociales y esas
tres cosas, biografía, historia y sociedad, son los puntos
coordenados del estudio propio del hombre”.

C. Wright Mills, La imaginación sociológica.


Sin trabajo y sin esparto

INTRODUCCIÓN

En la era de la globalización, modernización y del continuo cambio, varios


millones de personas están en búsqueda permanente de un lugar donde residir y
trabajar, hasta tal punto que S. Castles y M. Miller (1998) sostienen que vivimos en
la época de las migraciones. Así pues, las actuales migraciones internacionales se
configuran como uno de los elementos identificativos y de mayor relevancia del
sistema mundial actual.
Pese a que las migraciones han existido siempre, la base de las
transformaciones y cambios que se perciben en la sociedad actual las convierte en
estructurales -frente a la temporalidad de algunos de los movimientos poblacionales
anteriores-. Esta esencia estructuralista se encuentra ligada a los procesos de
globalización y mundialización que están estimulando, como no se había visto hasta
ahora, los actuales flujos migratorios internacionales (Stavenhagen, 1995). Sin
embargo, tal y como señala S. Naïr (1998; 2002), la verdadera importancia de las
migraciones internacionales no reside en el número de personas que se desplaza y
llama a las fronteras de un país extranjero, sino en las causas de su huida, en el eco
que provocan sus exigencias, en la recomposición de redes y de diásporas que van
modificando de manera imperceptible, subterránea y continua las relaciones entre los
pueblos.
Con esta última lógica han proliferado, desde el ámbito científico, muchas
investigaciones –casi incontables- que analizan el fenómeno migratorio en relación a
los nuevos contextos de recepción1. Sin embargo, el número de investigaciones
sobre el retorno son mucho más escasas que las relativas a inmigración, pese a que
el número de retornados es importante2 y la reincorporación a la sociedad que les
vio partir no se está produciendo de manera sencilla.
Por ello, creemos que las investigaciones sobre las migraciones de retorno se
hacen necesarias, no sólo para analizar el impacto económico y la situación que la
población retornada tiene en el mercado de trabajo, sino sobre todo por la
conceptualización de los problemas de integración y exclusión que se generan, vista
desde la percepción de los propios sujetos.
En estos momentos y atendiendo a los propios ciclos migratorios se
aprecian procesos de retorno3 de interés: el retorno-jubilación de una parte de los

1 Véase Portes (2004) donde se hace un repaso sobre el estado de la cuestión de los estudios migratorios
internacionales.
2 Böhning (1984:147) estima que “más de dos tercios de los obreros extranjeros que admitió la República

Federal Alemana y más de cuatro quintos en el caso de Suiza han vuelto”. Resultados similares ofrece Glytsos
(1988) o Dustmann (1996) para otros países europeos. Jasso y Rosenzweig (1982) sostienen que
aproximadamente un tercio de los inmigrantes legales llegados a Estados Unidos retornaron en los sesenta.
3 Entre los estudios que abordan el análisis de las migraciones de retorno en España destacan, sin pretender ser

exhaustivos: Marsal (1969); Botey (1981); Castillo (1980); Pérez (1984); Cazorla (1989); Barrientos y otros
(1993); Barberá (1995); Álvarez (1997); Labraga y García (1997); Bayón (2002); Checa, López y Castillo (2003).
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Ángeles Arjona, Juan Carlos Checa y Francisco Checa y Olmos

emigrantes económicos, los procesos de emigración y retorno de estudiantes


cualificados, o la misma llegada de emigrantes retornados desde Latinoamérica (ver
Consejería para la Igualdad y Bienestar Social, 2004).
Intentando seguir con la línea de análisis de las migraciones de retorno, en
este texto vamos a estudiar el regreso de los emigrantes a la provincia de Almería4 -lo
que ha acaecido en dicha provincia, como salida, y en los países de recepción, como
llegada, en los años de mayor emigración- a través de las vivencias de sus
protagonistas, para así tener un conocimiento erudito y diacrónico de los
acontecimientos de nuestra historia y, sobre todo, saber cómo fueron sentidos y
experimentados por sus propios narradores. Es la visión emic de los hechos, el proceso
migratorio contado por sus protagonistas, que fueron en primer término quienes lo
sufrieron o disfrutaron. Con el objetivo explícito de comparar el perfil y significado
que para los propios migrantes ha tenido el retorno.
Pero, ¿a qué nos estamos refiriendo cuando hablamos de retorno? o ¿cuáles
son los motivos que lo generan? Las migraciones de regreso son un movimiento
poblacional en el que el emigrante retorna al lugar de partida, aunque no es
necesariamente la última fase del proceso, ya que en múltiples casos éste va seguido
de nuevas migraciones –reemigración o migraciones intermitentes- (Cardelús y
Pascual, 1979). Por tanto, cuando se aborda conceptualmente nos encontramos,
como señala Simon (1989), con una de sus características principales: ambigüedad e
indeterminación. Así, bajo el mismo término se incluye, en muchas ocasiones, a
personas que no están en una situación de retorno definitivo, sino que podemos
estar ante retornos pendulares, cíclicos o de tránsito. También el concepto hace
referencia a individuos de segunda y tercera generación que nunca migraron
anteriormente y, por tanto, no regresan, etc.

Figura 1. Circuito y etapas de las migraciones humanas

Reemigración Nueva emigración

Origen Destino 1 Destino 2


(Emigrante) (Inmigrante)

Retorno

4 El origen de la investigación parte del interés de la Asociación Almeriense de Emigrantes Retornados (ASALER)

por conocer la situación de los emigrantes retornados en Almería. Para ello, se contó con el apoyo económico de la
Junta de Andalucía.
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Sin trabajo y sin esparto

Esta falta de claridad conceptual provoca que la bibliografía utilice términos


diferentes para referirse al mismo fenómeno: la vuelta al lugar de origen. Y, al
hacerlo, es frecuente que se acoten diferentes situaciones.
Bovenkerk (1974:5) trata de superar estos problemas conceptuales
estableciendo la siguiente tipología: “cuando la gente retorna por vez primera a su
país –o región- de origen, sólo en este caso se usará el término migración de retorno;
cuando la gente se traslada a un segundo destino, emplearemos el término migración
de tránsito; cuando se emigra de nuevo al mismo destino después de haber retornado
por primera vez, lo denominaremos reemigración; cuando se emigre a un nuevo
destino tras haber retornado, lo llamaremos nueva emigración; cuando los
movimientos de ida y vuelta entre dos lugares incluyan más de un retorno
llamaremos a esto migración circular”. No obstante, tomando como referencia la
tipología anterior, en ningún caso se solventa el problema que presentan las
estadísticas oficiales cuando contabilizan y consideran como retornados a los
nacidos en el extranjero –de nacionalidad española- que emigran al país de sus
padres o abuelos.
Ahora bien, ésta no es la única clasificación que podemos encontrar, ya que
existen otras que toman como referencia el análisis discursivo y circunstancial de sus
protagonistas, lo que dificulta más su clasificación y comprensión. Así, por ejemplo,
Cerase (1974) distingue cuatro tipos distintos de retornados: el primero sería el
retorno de fracaso, esto es, migrantes que regresan debido al malogro de su proceso
migratorio. El segundo, retorno de tipo conservador, corresponde al producido por
aquellos migrantes que, aunque han conseguido los fines, vuelven para establecerse
por cuenta propia o seguir con la actividad que abandonaron. El tercer tipo estaría
formado por el retorno por jubilación, donde los migrantes descansan y disfrutan de su
etapa no activa en su tierra. El cuarto es el retorno por innovación. Son aquellos que
aprovechan su experiencia laboral en destino para conseguir una inserción en
huecos del mercado, mejores que los abandonados antes de su primera emigración.
Otra clasificación la ofrece Álvarez (1997) señalando tres tipos de retorno: el
previsto, el forzado y el inadaptado. Muy parecida a la que los clasifica en: retorno
planificado, retorno incentivado, retorno voluntario, retorno inducido o repatriación.
En suma, no existen límites claros y precisos que acoten el concepto, debido
a la propia idiosincrasia de los movimientos migratorios.
De forma similar, han sido múltiples las hipótesis y explicaciones teóricas
que abordan las causas del retorno: Teoría Económica, del Desencuentro o
Desilusión, de la Migración Circular y de las Redes.
La Teoría económica o de los ingresos, inserta dentro de la explicación económica
clásica de las migraciones laborales, sostiene que el retorno ocurre cuando el ingreso
designado –ahorros previstos para regresar- se ha conseguido y/o los salarios que se
pueden obtener en la zona de expulsión han subido (véanse Massey y otros, 1987;
Borjas, 1994; Lindstrom, 1996). Por tanto, se asume que las preferencias por el lugar
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Ángeles Arjona, Juan Carlos Checa y Francisco Checa y Olmos

de salida no se producen sólo por la identificación territorial, sino también por


rentabilidad económica.
La Teoría de Desilusión o Desencanto mantiene que el regreso se debe a la
ruptura de expectativas: bien por los salarios obtenidos o por los empleos ocupados
(véase Herzog y Schottman, 1982). La consecución de objetivos muy por debajo de
los cálculos iniciales invita a los migrantes a volver e intentar el éxito en los lugares
de partida. La falta de una buena información es, según esta teoría, el elemento
desencadenante que genera la fractura entre los objetivos esperados y conseguidos.
Desinformación que está estrechamente ligada a la distancia entre los dos puntos
migratorios. De tal forma que cuanto mayor es el recorrido menor es la información
que se tiene del nuevo contexto.
La Teoría de la Migración Circular destaca la falta de intencionalidad de estancia
definitiva. La población que utiliza estos movimientos suelen ser personas o familias
que tienen muchos intereses en origen, pero éstos no son lo suficientemente altos,
por eso, utilizan la migración para completar esas deficiencias económicas, al igual
que para adquirir una formación que les ayude en el desempeño de funciones y la
utilización de tecnología. Con esta migración, por tanto, se reducen los riesgos
económicos.
La Teoría de la Red Social supera el aspecto económico que presentan las tres
teorías anteriores, aquí, en cambio, se destaca la importancia que tiene el capital
social en la gestión de las migraciones. De tal forma que cada nuevo migrante
extiende la red social, aunque sea hacia sitios con menor éxito económico,
minimizando el riesgo para otros trabajadores potenciales (Cornelius, 1976;
Lomnitz, 1977). Desde este punto de vista, por tanto, el retorno se produce en las
fases tempranas, cuando las redes no están consolidadas. Cuando la estancia es más
larga se producirá una maduración de la red, hasta convertir migraciones que se
suponían inicialmente temporales en definitivas, sobre todo, si las redes son amplias
y eficaces (véase Alarcón, 1995). Ahora bien, cuando el proyecto migratorio se
dilata, la vuelta al lugar de origen también está muy relacionada con las relaciones
que se posean, bien familiares o antiguos amigos. Si éstas no existen el migrante
puede que vuelva a un lugar que no sea el de partida.
En definitiva, lo que trata este texto es entender en boca de los propios
migrantes su trayectoria migratoria y enmarcarla dentro de las diferentes corrientes
explicativas del fenómeno.
Para ello, el libro se estructura en varios capítulos. El primero, Historias de vida y
migraciones, describe las posibilidades que tiene la aplicación de la técnica de la historia
de vida al estudio de las migraciones. Tras hacer un recorrido por su origen, la forma
de llevarla a cabo y sus peculiaridades como técnica, se realiza un repaso por las
principales investigaciones españolas que la han utilizado en el estudio del fenómeno
migratorio.

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Sin trabajo y sin esparto

El segundo, Emigraciones españolas. El caso almeriense, realiza, dividido en


periodos, un breve repaso por la historia emigratoria española, tanto la transoceánica o
europea, como la de interior, haciendo, en la última parte, hincapié en el caso
almeriense.
El tercero, La emigración almeriense en clave migrante, analiza la experiencia
emigratoria de los almerienses con sus propias vivencias. De manera que a través de su
mirada se hace un recorrido desde el contexto que les vio partir, el viaje, la llegada, sus
empleos, etc.
El cuarto, El retorno, ¿una nueva migración?, aborda el reto que ha supuesto el
regreso de los emigrantes a sus lugares de partida, así como la valoración que hacen
éstos de todo su proyecto migratorio y de la inmigración que ahora tiene Almería.
Por último, el texto termina con las conclusiones y el anexo en el que se puede
encontrar la información sobre el perfil de los entrevistados.

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Sin trabajo y sin esparto

HISTORIAS DE VIDA Y MIGRACIONES

Los flujos migratorios no son una realidad actual, pues han existido desde
siempre. Cavalli-sforza (1994) argumenta que a través de los estudios paleoantro-
pológicos se muestra la condición humana de migrante. Crecimiento demográfico,
desarrollo de las culturas y avances -técnicos y sociales-, todo tipo de conflictos y
guerras han sido acompañados de movimientos de población. Aunque estos
movimientos cruzando territorios, mares y continentes no se han producido de una
manera uniforme, tanto por los motivos, como por las formas.
Surgen entonces las siguientes cuestiones: ¿cómo estudiar este fenómeno tan
amplio y complejo?, ¿cuándo? y ¿por qué?, ¿qué aspectos tratar? o ¿qué técnicas
utilizar?
En España la dedicación de las Ciencias Sociales por el estudio de las
migraciones es más reciente que el propio fenómeno. Las investigaciones vinieron
precedidas por un creciente interés político e institucional, es decir, cuando al migrante
se le define como categoría económica, social y jurídica, además de dotarlo de
visibilidad. El interés primordial casi siempre es “medir”: cuántos son, dónde van y
vienen, dónde se instalan, en qué trabajan, etc., para prever y predecir el futuro. Por
ello, proliferaron los estudios a través de macro encuestas y estadísticas, junto con la
utilización de las diferentes fuentes de datos secundarios que ofrecen información.
De un tiempo a esta parte, las cadenas institucionales que guiaban las
investigaciones sobre migraciones se están rompiendo. El carácter multidimensional
del fenómeno, entre otros hechos, exige no sólo un tratamiento multimetodológico,
sino también interdisciplinar: las migraciones son objeto de estudio de demógrafos,
economistas, sociólogos, antropólogos, geógrafos, estadísticos, psicólogos sociales,
historiadores, juristas, etc. Este giro en el objeto de estudio y la ampliación de
disciplinas que se ocupan de él, ha ido acompañado por una revalorización en la
utilización de técnicas cualitativas: grupos de discusión, entrevistas en profundidad,
entrevistas semiestructuradas, historias de vida, etc., se han convertido en formas
habituales del trabajo de campo, orientadas a conseguir información. Se trata de
entender las migraciones también en “clave migrante”; es decir, tratar de no erradicar al
sujeto de la investigación, recuperando la imagen social de sí mismo como un puente
entre la cultura y la personalidad, tal y como lo instaura la tradición weberiana y, por
ello, es un complemento imprescindible al dato, a la cifra numérica de flujos, cupos,
etc., que, sin duda, terminan por cosificar a las personas.
Desde la importancia que tiene esta interpretación en clave migrante,
resaltaremos la utilización, aportación y validez de una técnica cualitativa, como es la
historia de vida. Aunque para ello, primero haremos un recorrido diacrónico en la
discusión epistemológica entre el positivismo y la fenomenología y cómo se encuadra
dicha técnica.

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Ángeles Arjona, Juan Carlos Checa y Francisco Checa y Olmos

La corriente positivista encabezada por A. Comte y J. Stuart Mill aboga por


la aplicación del método científico natural a estas “nuevas ciencias”, con el objetivo de
formular leyes generales y universales. Frente a estos pensadores se erigen quienes
reconocen la autonomía de las nuevas ciencias y el rechazo a la matemática como
canon ideal regulador de las explicaciones científicas y del objetivismo
deshumanizado, puesto que las relaciones sociales no son simples correlaciones
matemáticas de variables. Bajo el fusil cientificista del positivismo, la hermenéutica
quiere romper con el ahistoricismo y el tecnocratismo, restaurando la palabra a los
“hechos sociales” y tratando que éstos hablen un lenguaje sociológico. Es decir,
sólo la razón nos permite interpretar la objetividad de un fragmento de historia
social sobre la base de la subjetividad.
Wax (1971) señala que la observación, las entrevistas y otros medios
cualitativos son tan antiguos como la Historia misma. El trabajo de campo puede
encontrarse desde Herodoto hasta Marco Polo. Pero sólo a partir del siglo XIX se
habla de métodos cualitativos e interpretativos institucionalizados. Autores como
Weber o Simmel defendieron la aplicación de la hermenéutica para la compresión de
los hechos sociales. Esta forma de acercarse a la realidad controla la relación entre la
acción humana y la estructura social bajo la variable temporal. Los individuos adecuan
y totalizan los efectos de la estructura social atendiendo al contexto más cercano.
No obstante, estos dos paradigmas, que dominaron casi totalmente la historia
de las Ciencias Sociales desde la posguerra, hoy han perdido su fuerza. Las
controversias agravadas durante un largo tiempo pasan a diluirse poco a poco. El
consenso escindido y polarizado en dos campos ha dado lugar a un disenso plural y
multiforme (Lamo de Espinosa, 1990:2-10), si bien no han faltado quienes han
intentado una síntesis entre los múltiples corpus teóricos y metódicos5.
De igual forma, es evidente la necesidad de un paradigma integrado que
responda al objeto de las Ciencias Sociales, pero éste no existe; quizá esta deficiencia
metódica se deba a la poca adecuación existente entre el método y el objeto que trata
de estudiar. Ciertamente este fenómeno lo tiene superado las ciencias naturales. Sin
embargo, en las Ciencias Sociales urge, pues, una implicación entre el método y la
concepción teórica: una forma de entender la realidad lleva pareja una forma de
acercamiento a su conocimiento. Por eso autores como Gouldner (1970) y Horowitz
(1964) hablan de “crisis en las ciencias sociales” por no tener un método
perfectamente definido que elimine la subjetividad del objeto de estudio. Ello conlleva
a diagnósticos catastrofistas, como el de Lévi-Strauss (1978), donde se apela a la ficción
que designa un gran número de actividades científicas sociales, completamente
heteróclitas y de las cuales sólo un pequeño número ofrece un carácter científico.
Sin embargo, los científicos sociales se han dado cuenta, como señala Beltrán
(1989:17), que “las ciencias sociales no deben mirarse en el espejo de las físico

5 Véase, entre otros, Van der Berghe (1967), “Dialectic and funcionalism: toward a theoretical synthesis”, en N.

J. Demerath y R. A. Peterson (comps.) System, change and conflict, New York, The Free Press.
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Sin trabajo y sin esparto

naturales, tomando a éstas como modelo, pues la peculiaridad de su objeto se lo


impide (...) en el sentido en que posee subjetividad y reflexividad. Además, que quién
mide, comprende, describe, o explica lo hace necesariamente, lo sepa o no, le guste o
no, desde posiciones que no tienen nada de neutras”, no en vano, como dijo Foucault
(1988:28-42), “detrás de lo que sabemos y somos no hay evoluciones lineales o
destinos, no hay verdad, sino la exterioridad del accidente. (...) El investigador debe
hacer emerger la historia de los conceptos como acontecimientos en el teatro de los
métodos”.
En la actualidad ya nadie se cree en posesión de la verdad metodológica, todo
es tan complejo que el principal problema de las ciencias sociales es la mutación
permanente de la realidad y la aparición de fenómenos contradictorios, a los que hay
que añadir la ausencia de referentes estables. Por ello, Touraine (1993:447-449) hace
referencia al final del homo sociologicus, de nuevos valores y propone apostar por un
pensamiento flexible para poder dar cuenta de la multiplicidad de los juegos
(económicos, culturales, políticos y cotidianos) y sumergirse en el organismo social
para poder dar cuenta de la vida cotidiana. Esto comporta renunciar a una visión
universal, a un discurso totalizador, a una verdad absoluta.
En definitiva, el método científico es único; lo que tampoco significa aceptar el
monismo metodológico6. En la actualidad son rechazables las posturas extremas. La
concepción científica se flexibiliza, no sólo aceptando una explicación causal, sino
también teleológica; la complementariedad de métodos se abre paso a la hora de la
investigación; la primacía de unos sobre otros va en función de los objetivos del
investigador. El pluralismo cognitivo de las ciencias sociales debe corresponderse con
un pluralismo metodológico capaz de permitirnos conocer y acercarnos lo más posible
a las dimensiones del hecho social al que se quiere hacer frente. Y es en este sentido el
aforismo de Wright Mills (1987:137): “¡que cada hombre sea su propio metodólogo!
¡Metodólogos, a trabajar!
Superados el positivismo y la búsqueda de la objetividad extrema en las
Ciencias Sociales, a pesar de que aún no faltan autores que cuestionan el carácter
científico de la hermenéutica y sus resultados, las historias de vida aparecen como una
buena técnica para el restablecimiento de la cientificidad en el ámbito de lo social,
apoyada en lo cualitativo, sin complejos metodológicos.

6 M. Beltrán (1989) se pregunta si existe algo que pueda llamarse método científico, en el sentido de ser sólo uno y estar

generalmente aceptado y practicado por los científicos. La respuesta es negativa, evidentemente.


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Ángeles Arjona, Juan Carlos Checa y Francisco Checa y Olmos

Las historias de vida como técnica etnográfica

La historia oral, como proceso descriptivo y narrativo, es tan antigua como la


Historia misma, de modo que en sociedades ágrafas era la transmisión oral la forma de
perpetuar los acontecimientos, conocimientos y saberes. Posteriormente con la
proliferación de la escritura, las historias personales tomaron gran relevancia. En China
existen vestigios de texto de carácter biográfico desde dos siglos antes de Cristo.
Plutarco establece un marco de referencias construido a partir de datos vinculados al
nacimiento, juventud, carácter, logros o circunstancias de la muerte de sus personajes;
San Agustín narra su vida, a partir de mediados del siglo IV, en sus Confesiones. La
cultura islámica ofrece, a partir del siglo X, un variado conjunto de biografías de
personajes relevantes. En Francia el gusto por las memorias personales viene de largo,
basta con recordar las memorias del cardenal Retz o las historias de Luis XIV. En 1833
Dilthey proclamaba la importancia de las biografías para una comprensión cabal del
hecho histórico. Plummer (1989:15) dice que el mundo “está abarrotado de
documentos personales. La gente escribe cartas, lleva diarios, hace fotos, escribe
informes, relata biografías, publica sus memorias, (…) que forman parte de los
documentos personales en el más amplio sentido”.
Pero, como señala Gil Villa (1998:117), “la historia oral, concebida como
técnica específica en las ciencias sociales, nace después de la Segunda Guerra Mundial7,
cuando se comercializan las grabadoras que la hacen posible. Se trata, pues, de una
técnica relativamente nueva. A partir de 1975, con los primeros encuentros
internacionales, la historia oral comienza a hacerse un hueco en las universidades, se
crean grupos de investigación, emerge la conciencia de comunidad científica8”. Sin
embargo, en España, aún hoy, son una excepción, al contrario que otros países como
Francia, Estados Unidos o Italia donde los contactos interdisciplinares habían
aportado mucho a la historia oral y a las historias de vida, y donde existe un proyecto
de recuperación de la experiencia de las mayorías frente a las élites políticas (ver
Borderías, 1995:115-129). Entre nuestros científicos sociales existe una escasa y, a
veces, inadecuada conexión interdisciplinar, anclada en absolutismos y exclusivismos
metodológicos. Hasta hace poco la academia más ortodoxa rechazaba el estudio social
a partir de las vidas reales. La definición y configuración de la realidad a través de la
individualidad se convertía en un “atropello a la objetividad y al cientificismo”. Lo oral
y biográfico era utilizado como complementariedad a los números, a modo de
disposición ilustrativa. Es conocido como la sociología practicada en nuestro país está
muy enraizada en enfoques teóricos marxistas y estructuralistas con inclinación a
metodologías cuantitativas. También hay que tener en cuenta el control que sobre la

7 Véase la investigación de P. Thompson (1978) donde se coteja y analiza la aparición del movimiento de
historia oral americano basado en las grabaciones de cinta magnetofónica.
8 Los trabajos pioneros de Vilanova (1973; 1974), Borderías (1977) e incluso Monjo y Vega (1986) basados en

fuentes orales se encontraron en un primer momento con un gran escepticismo e indiferencia en la comunidad
de científicos sociales.
20
Sin trabajo y sin esparto

ciencia ejerció el franquismo, ¿cómo se iba dar la voz a quién no tiene voz9? Es a partir
de final de los setenta y principios de los ochenta cuando en España proliferaron las
jornadas de oralidad10, los grupos de investigación y las investigaciones donde se
incluía la versión “más humana” de los hechos, cuyo referente más significativo es la
creación en 1989 de la revista Historia y Fuente Oral, si bien hoy tiene por título Historia,
Antropología y Fuente Oral.
“Las fuentes orales en España empiezan a surgir en las denominadas
nacionalidades históricas, como Cataluña, País Vasco, Galicia o Madrid. Es frecuente
que a partir de la instauración de la democracia, las fuentes orales sean promocionadas
por las Consejerías de Cultura de las instituciones autonómicas, provinciales o
municipales, muchas de ellas con imprentas propias” (Vilanova, 1995:96).
Paralelamente, además de la Historia, casi todas las disciplinas sociales empezaron a
utilizar y tener en cuenta los documentos orales, especialmente la Antropología y la
Sociología.
Ahora bien, el uso y la vinculación de lo oral, en general, y la técnica de
historia de vida, en particular, a las diferentes disciplinas de las ciencias sociales han
convertido a la historia de vida en un concepto polisémico, por ello, no existe una
clasificación conceptual y terminológica unívoca como recoge Valles (1997) en
cuanto a la clasificación de los documentos o materiales biográficos. “Cualquier
intento de clarificación conceptual y terminológica, en el terreno de los métodos u
las técnicas de investigación social, lleva consigo el riesgo de abrir otros frentes de
confusión” (Valles, 1997:238).
Allport (1989) hace una delimitación terminológica atendiendo a si los
documentos son escritos u orales, en primera persona, proporcionados por éste o no
(autobiografías, agendas, memorias, cartas, cuestiones libres, etc.), o, por el contrario,
son documentos en tercera persona (estudios de casos, historias de vida, biografías).
Como se puede observar en esta clasificación Allport ignora los documentos visuales
–vídeos, fotografías, etc.- que, como resaltaba Plummer (1989), también pueden
incluirse como documentos personales, si bien a primeros de los años cuarenta estaban
mucho menos extendidos y popularizados.
Pujadas (1992) hace una clasificación teniendo en cuenta la participación del
investigador. Habla, por un lado, de documentos personales (autobiografías, diarios,
cartas, registros iconográficos, objetos personales) y, por otro, de registros biográficos
obtenidos por encuestas (historias de vida, relatos de vida y biogramas). A su vez,
dentro de las historias de vida distingue entre: relato (es único), relatos cruzados y
relatos paralelos. Pero lo que no queda del todo claro dónde incluye este autor a las
autobiografías, vídeos, etc. que pueden hacerse bajo la petición del investigador.

9 De igual manera ha ocurrido en la mayoría de los países latinoamericanos, véanse Meyer, 1995; De Moraes,
1995.
10 El primer encuentro fue en 1984 Les fonts orals organizado por Joan Miralles, posteriormente en 1985 le siguió

el V Congreso Internacional de Historia Oral. En la actualidad la Fundación Joan Gil Albert organiza múltiples
reuniones científicas que han visto su fruto en diversas publicaciones.
21
Ángeles Arjona, Juan Carlos Checa y Francisco Checa y Olmos

Por otro lado, también es necesario distinguir, como hicieron Denzin (1978) y
Bertaux (1981), entre historias de vida (life history) y relatos de vida (life story). Life story es
la historia de una persona relatada por ella misma. Por su parte, Life history está
compuesta por la historia de una persona -life story- con toda aquella información o
documentación adicional que permita completar de manera más fidedigna lo narrado
por el autor. Por ello, requiere de material complementario, como fotografías, facturas,
documentos y otras manifestaciones que den crédito y validez al hilo argumental
expuesto. Ahora bien, una historia de vida no siempre está ceñida a un individuo,
puede ser una historia de una familia11, un grupo social, tribu, etc. “Junto a estos dos
conceptos básicos, existe un tercero, biograma, acuñado por Abel (1974:111-118), que
es usado con bastante frecuencia para referirse a los registros biográficos de carácter
más sucinto y que supone la recopilación de una amplia muestra de biografías
personales, a efectos comparativos” (Pujadas, 1992:14).
También, las historias de vida, como técnica etnográfica, pueden estar
representadas por diferentes “protagonistas”. En primer lugar, los marginales,
“personajes sin importancia”: drogadictos, alcohólicos, inmigrantes, etc. Es en este
tipo de historias donde destacaron los estudios de Chicago, también hacia donde se
empezaron a inclinarse las investigaciones en España. En segundo lugar, el “gran
hombre”, esto es, historias de personas de gran relevancia pública: el rey, políticos,
artistas, científicos, etc. Y, en tercer lugar, la gente normal, que refleja el modelo
estándar de la sociedad y de individuos. En cuanto al término vida, además de referirse
a cualquiera de esos tres modelos de individuos, cabe resaltar que significa el relato
contado en primera persona por el protagonista con cierta fluidez y acompañado de
una buena dosis de memoria.
En definitiva, la historia de vida la entendemos como “un relato
autobiográfico, obtenido por el investigador mediante entrevistas sucesivas en las que
el objetivo es mostrar el testimonio subjetivo de una persona, en la que se recojan
tanto los acontecimientos como las valoraciones que dicha persona hace de su propia
existencia” (Pujadas; 1992:47). Y en el que se puede incluir información procedente de
múltiples fuentes y documentos sobre la vida objeto de estudio.
Ahora bien, la construcción de una historia es la recreación descrita de una
experiencia humana que requiere de varias fases para su ejecución. En primer lugar y
antes de empezar, se debe uno haber planteado las siguientes cuestiones: por qué, para
qué y para quién12, para posteriormente preguntarse: a quién, cómo llegar y qué
debemos explicar. Plummer (1983:93) lo concreta en las siguientes preguntas: cómo
me presentaré a mí mismo, cómo explicaré el propósito de mi trabajo, cómo explicaré,
quién me lo financia, cómo justificaré mi elección, cómo trataré el problema del

11 El caso más significativo es la obra de Oscar Lewis (1971) Los hijos de Sánchez. Es un estudio en el que se

analiza a una familia proletaria de una forma polifónica a cinco voces: Jesús Sánchez y sus cuatro hijos, Manuel,
Consuelo, Roberto y Marta.
12 P. Bourdieu y otros (1976) señala tres operaciones básicas para el quehacer científico: una conquista contra la

ilusión del saber inmediato (epistemología), una construcción teórica (metodología) y una comprobación
empírica (tecnológica).
22
Sin trabajo y sin esparto

anonimato, cómo estableceré algún tipo de retribución económica, cómo registraré la


información y qué tipo de franqueza tendré. La ocultación de alguna de estas
cuestiones serán detectadas algún momento por el investigado, con los efectos
perniciosos previsibles que puede tener ello para la investigación.
Por lo tanto, en la etapa inicial se deben diseñar perfectamente las hipótesis y
los objetivos que queremos alcanzar, justificar metodológicamente la elección del
método biográfico, también se debe realizar una documentación previa del objeto de
estudio, un acercamiento exploratorio, con el fin de evitar pérdidas de tiempo,
información inválida, etc. De manera que si esta parte inicial no se realiza
perfectamente la información extraída puede no ser de utilidad a los objetivos de la
investigación.
A continuación se procederá a la selección de informantes y realización de las
entrevistas, que deberán estar en función y bajo los criterios teóricos que concuerden
con los objetivos previstos. Esta no es una cuestión baladí, la selección depende de la
accesibilidad y de las cualidades de los informantes, estos apadrinan al investigador en
el escenario13 y son sus fuentes primarias de información (Fine, 1980). La elección
generalmente se realiza de dos modos: por un lado, el que corresponde a una tipología
predeterminada o ad hoc. Esta selección muchas veces se realiza con la ayuda de
padrones, censos u otros tipos de fuentes secundarias y a partir de aquí se selecciona
las variables a estudiar. Por otro, el azar. La decisión, muchas veces, es fruto de la
casualidad y del azar de toparte con “buenos y motivados informantes”. Tampoco se
han de pasar por alto narraciones autobiográficas ya elaboradas y documentos
personales en que nos pueda llevar a buenos informantes.
En definitiva, tenemos que asegurarnos que los informantes seleccionados
deben responder al perfil característico y representativo de los objetivos iniciales y,
como sugiere Spradley (1980: 45-54), el informante debe estar plenamente adaptado en
el terreno cultural y no ser muy analítico, los informantes que son demasiados
intelectuales y abstractos tienen menos valor que los que hablan de sus experiencias sin
tapujos.
Una vez elegido el/los informantes el investigador debe empezar a recoger la
información. En esta tarea como señala Ferraroti (1991:19) la relación es directa,
imprevisible y problemática, por eso el investigador social debe saber guardar una
“distancia cínica” (Berg 1990). Si ésta es necesaria en otras técnicas, en la narración
autobiográfica hay que ser aún más escrupuloso: mostrar una postura neutra ante lo
relatado, ya que cualquier otra posición (empatía o antipatía) puede degenerar la
información en un relato imaginario, donde se mezcle con facilidad la información
ficticia o, por el contrario, una transmisión entrecortada, tediosa, sin interés, por parte
del informante, ocultando datos y aspectos que a posteriori pueden ser valiosos. No
significa esto que el clima de comunicación sea negativo; muy al contrario, entre el
13Whyte (1995:292) resalta las palabras que le dijo la primera vez su informante Doc: “Dígame, qué es lo que
quiere ver, y yo me ocuparé de arreglarlo. Cuando quiera alguna información, yo preguntaré y usted escuche.
Cuando quiera conocer la filosofía de vida de ellos, yo iniciaré una discusión para que surja y usted se entere”.
23
Ángeles Arjona, Juan Carlos Checa y Francisco Checa y Olmos

informante y el investigador ha de existir un ambiente cordial y distendido y de


confianza, pero nunca de complicidad manifiesta. Conviene, asimismo, “estimular el
deseo de hablar” del entrevistado. El investigador no hablará más de lo necesario,
cuando se dirige excesivamente la entrevista se provoca la inhibición del informante.
Un buen investigador que trabaje con esta técnica ha de tener presente varios
aspectos: uno, al ser una autobiografía debe existir una identidad entre el narrador y lo
narrado; dos, ha de crearse un ambiente distendido que sea proclive a la comunicación;
tres, el investigador procurará, reconduciéndola, si es preciso, que la narración no sea
exclusiva de la vida del informante, sino que también la introduzca en su contexto
espacio-temporal: que describa lugares, otros personajes, hechos históricos, etc., tal
como los percibió en su momento; cuatro, no existe una forma inflexible de hacer
preguntas, el propio desarrollo de la entrevista y los datos nos irán guiando las
siguientes preguntas. Por eso deben predominar las técnicas y las tácticas de la
entrevista abierta, es decir, tener en cuenta silencios, lenguaje facial y gesticular, etc., de
tal forma que la entrevista debe tener un carácter circular, con el cual el investigador,
como señala Spradley (1980) recoge una información que analizará para utilizarla como
punto de partida de nuevas conversaciones. De ahí que la guía del cuestionario hay que
entenderla más como un cuadro de indicaciones que como una regla estricta.
La forma de registro recomendada es la grabación en cintas de cassette, aunque
lo ideal sería mediante cámara de vídeo, más completa (recoge sonido, gestos,
expresiones, etc.); la expresión corporal -la “comunicación no verbal”- a veces puede
ser tan comunicativa como la propia palabra (Faseke, 1990:84). Pero ninguna de ellas
anula la presencia de la libreta de campo, donde el investigador anota sugerencias,
expresiones, gestos, golpes de vista, preguntas ampliativas, etc. Una vez registrada la
información se procederá a su trascripción y se atenderá a la literalidad de lo recogido,
manteniendo el argot, expresiones y léxico jergal del informante. Conviene además,
repasar las transcripciones con la persona que entrevistamos para que pueda pulirla.
El investigador siempre está preso respecto a la fiabilidad y veracidad de lo que
su informante le cuente. ¿Qué podemos y debemos creernos? ¿Qué interpretación es la
más correcta?, etc. Ferraroti (1991) y Bertaux (1981) ya señalaron que uno de los
puntos complicados de esta técnica es el análisis. Una de las formas para detectarlo es
comprobar la coherencia interna del relato: lo que dice y cómo lo dice, su forma de
estructurarlo y la congruencia del resultado final. Además, nunca viene mal, cuando es
posible, contrastar la información que de primera mano ofrece el sujeto, con la que
personas afines y de su entorno nos puedan aportar; sin embargo, como es evidente,
tampoco se trata de ir comparando toda la información ni construyendo historias de
vida paralelas, con la intención de verificar el discurso del informante. La técnica
contrastiva se reserva para datos y acontecimientos significativos o lagunas que la
misma memoria del sujeto así lo recomienden. En realidad, las personas que rodean al
informante no son una máquina de la verdad (que confirma y desmiente objetivamente),
más bien pueden aportar nuevos datos sobre lo narrado, al tiempo que permiten al

24
Sin trabajo y sin esparto

investigador tratar el material (narrativo, documental e histórico) desde las técnicas de


triangulación, configuradas como al efecto para medir la validez del relato.
Por esto, afirmamos que la mayor dificultad de esta técnica se encuentra en la
fase de análisis e interpretación de los contenidos. Para alcanzar una mayor
operatividad es preciso llevar a cabo dos tipos de análisis, uno “vertical”, de cada
relato, y otro “horizontal”, sobre el conjunto de todos los relatos. De ambos se obtiene
un núcleo central de toda la historia, utilizando el fenómeno llamado “saturación de
información por repetitividad".
Pero también es de interés realizar análisis de contenido. Las estructuras
ideológicas y culturales, al igual que las relaciones sociales, se materializan en los
discursos. Por lo tanto, este análisis nos permite trabajar con la información intrínseca
y extrínseca. La intención es acceder no sólo a lo manifiesto, sino también a lo latente
o larvado, lo que el sujeto no dice expresamente, pero lo tiene presente. Es muy útil a
la hora de captar contextos más generales, tanto del informante como de su mundo.
Mediante la descripción, el sujeto se construye, y ésta se hace en el ámbito de unas
estrategias discursivas que ponen en marcha un juego de interacciones, no con una
intención exclusiva y unívoca, sino también utilizando mensajes en general, la
comunicación simbólica, donde se dejan entrever más cosas -ideología, valores- que las
que el mismo informante pretende expresar conscientemente. Por otro lado, este
análisis no está exento de una socio-semiótica del discurso, que tiene como finalidad el
determinar las manifestaciones del sujeto dentro de un discurso social biográfico y que
nos lleva a un grado de visibilidad del individuo y su entorno.
Para la redacción y presentación tampoco se ha consensuado una forma
uniforme. Principalmente se han presentado historias de vida de caso único aunque en
alguna de ellas se presenta de forma polifónica.
En definitiva, las historias de vida presentan una serie de ventajas e
inconvenientes intrínsecas a la misma técnica, que no conviene obviar.
Las historias de vida, en su visión emic y micro de los hechos permiten un
conocimiento retrospectivo, longitudinal y cronológico, que nos introducen en la malla
de las relaciones primarias que integran todas las esferas en las que actúa el individuo,
derivadas no sólo de lo acontecido a lo largo del curso vital de una persona, sino
también cómo le han influido los procesos de evolución y cambio social. Permite un
acercamiento a la historia de las personas que de otro modo sería más complicado.
Como dice Denzin (1978:258); “permite a los científicos compensar el objetivismo del
experimento, la encuesta y la observación participante, con los elementos internos,
encubiertos y reflexivos del comportamiento y la experiencia social”. Las historias de
vida van más allá de la contrastación de datos empíricos, es decir, actúan sobre la
teoría, en unos casos la inician o formulan y en otros la clarifican o modifican.
Por el contrario, las historias de vida no pueden convertirse en un
instrumento panacea que solucione cualquier problema de la investigación, puesto
que las historias de vida no se crean de forma espontánea, ni existen antes del
25
Ángeles Arjona, Juan Carlos Checa y Francisco Checa y Olmos

proceso de investigación, más bien se producen a petición del investigador y puede


adolecer de una serie de sesgos (véase Pujadas, 1992:45-47). En primer lugar, la
obtención de un buen informante con disposición y de buena memoria. Segundo,
impaciencia del investigador, quien pretende recoger toda la información necesaria
en unos cuantos encuentros. Tercero, la fetichización de la técnica y pensar que por sí
sola es válida. Por último, el control de la información obtenida, “el careo del relato
con el de otros testigos, la repetida entrevista al autor, el relato de la historia por varios
protagonistas al mismo tiempo” puede solventar los problemas de control de la
información (Marsal, 1974:57-58).
En la aplicación de esta técnica tampoco deben olvidarse algunos parámetros
cuantitativos. Esto es, el fin del registro de una historia de vida se produce cuando se
llega al nivel de saturación de información, cuando se observa un alto grado de
repetitividad en el material de campo: tras la sucesión de las entrevistas se llega a la
inexistencia de nueva información. Por tanto, el número de entrevistas cesará cuando
se conozcan y se comprendan las pautas de las relaciones estructurales que organizan
al individuo con respecto a sí mismo, su familia y su comunidad. De manera que el
número de encuentros con el informante no está inicialmente determinado, pero la
saturación indicará el final del registro.
Ahora bien, la mayor polémica que suscitan las historias de vida entre los
investigadores sociales, no tanto como la aplicación de una técnica etnográfica, sino
como método, se refiere a sus grados de validez, fiabilidad y generalidad.

Las historias de vida sobre migraciones en España

En España a partir del asesinato de la dominicana Lucrecia Pérez proliferaron


muchas investigaciones donde se incluía la perspectiva del inmigrante, pero aún siguen
siendo reducidas con respecto aquellas que tienen un cariz más cuantitativo y
teorizante. La voz de los inmigrantes ha sido el complemento de los datos y nunca el
argumento central donde gira la investigación. Del mismo modo, son también
relativamente pocas las investigaciones que han utilizado la técnica del método
biográfico y en especial la historia o relato de vida. Sin pretender ser exhaustivos,
destacamos: Luque, 2000; Binebine, 2000; Torres, 1995; Ramírez, 1996; AA.VV., 1999;
Botey, 1981; Marsal, 1969; Labraga y García, 1997. Advirtiendo, además, que la gran
mayoría no captan la totalidad de la vida migratoria de una persona o grupos de
personas.
Tampoco existe en ellas una homogeneidad en los aspectos de diseño, de
campo o presentación de materiales y, por ello, se hace difícil también elaborar una
tipología pura. Esto es, unos optan por la elaboración de un relato único, como la obra
de Marsal (1969) Hacer la América, donde se recoge la autobiografía, encargada y
completada a través de entrevistas abiertas, de un inmigrante español en Argentina.
Otros estudios se declinan por relatos de vidas paralelas, esto es, la recopilación de
26
Sin trabajo y sin esparto

fragmentos biográficos sobre un mismo tema compilando a diferentes personas. Bajo


este modelo se encuadran la gran mayoría de los estudios españoles referidos.
Encontramos así la obra de Torregosa y El Gheryb (1994), Dormir al raso, donde los
autores relatan la vida de varias personas marroquíes en su proceso migratorio. Uno de
ellos, El Gheryb, recorrió para la realización del trabajo de campo los lugares de
partida que frecuentan las personas que desean viajar a España; asímismo trabajó en
los empleos que generalmente ocupan los inmigrantes, en Almería, Murcia, Valencia y
relató de primera mano lo que les acontece en su llegada a España. Utilizando esta
opción Binebine (2000) cuenta en su relato novelado La patera, las peripecias que vive
un grupo durante la noche de partida hacia “el paraiso”, la espera de esa larga noche
sirve al autor para traer a la memoria la vida de algunos de los viajeros, ya emigrantes,
tiempo atrás, en Francia y España. Ramírez (1996) realizó 99 entrevistas a inmigrantes
de todos los continentes, Torres (1995) hizo 25 historias; Luque (2000) 15; AA.VV.
(1999) 8 historias; Labraga y García (1997) 9 historias sobre inmigrantes españoles
retornados.
El sociólogo Botey (1981) utilizó la técnica de relatos de vida cruzados,
construyendo así un texto a varias voces –polifonía- y reagrupando los factores
compartidos de cada vida particular, como resultado obtuvo un discurso colectivo de
los vecinos del barrio de Can Serra (Hospitalet de Llobregat) sobre la experiencia
migratoria a Alemania y su adaptación.
Casi todas estas investigaciones son relatos escritos y organizados de forma
explícita por los investigadores insertados en grandes epígrafes de trabajo, violencia,
familia, etc., (Torres, 1995) o por nacionalidades (Ramírez, 1996; Luque 2000). Los
autores también utilizan, en mayor o menor grado, la técnica de citas en la
composición del texto intercalándolas para apoyar las afirmaciones analíticas o
interpretativas de los actores. Incluso Moreno y El Gheryb (1994) redactan en primera
persona, recodificado a un castellano perfecto, por tanto, no se ha mantenido la
literalidad, ni se reproduce el lenguaje en su argot. Del mismo modo, tampoco se
incorpora los espacios en blanco, o puntos suspensivos, que signifiquen espacios de
reflexión, silencios, etc.
Este modelo de presentación de traducción perfecta también es común en
casi todas las investigaciones que insertan fragmentos de los migrantes. Pero en
muchas ocasiones cuando sólo son publicados fragmentos del relato, su carácter de
parte de una totalidad se pierde. El lector, con las citas aparecidas al hilo de las
páginas del mismo relato, tiende a juntarlas, a fin de poder reexaminar cada uno de
ellos a la luz difusa que surge la totalidad reconstruida. Este reflejo del lector revela
la nostalgia de lo que se ha perdido en la segmentación. Puesto que ninguna
investigación presenta el material en su estado original y la narración del
investigador domina el texto, ¿qué es lo que se ha sido eliminado?, ¿cómo y porqué
se ha organizado el trabajo? ¿porqué se da más importancia a lo del investigador que
al investigado? Bertaux-Wiane (1993:276) afirmaba que “las formas de las historias
de vida son tan importantes como los hechos que contienen. Y, por ello, la libertad

27
Ángeles Arjona, Juan Carlos Checa y Francisco Checa y Olmos

de autoexpresión es muy importante. Si, como parece cierto, podemos aprender no


sólo de los hechos de una historia de vida, sino también de la manera en que éstos
son expresados, resulta esencial lograr que los informantes organicen sus propias
historias a su manera”. Y, por supuesto, que el investigador explique cómo las ha
ordenado para su presentación. Algunos investigadores intentan ordenar y encajar
como sea los datos y otros la escritura y la explicación de los fragmentos la extraen
de la literatura y del arte y no de la ciencia. A la hora de escribir, los investigadores
tienen que ser mucho más conscientes de su punto de vista, y del tipo de imágenes,
metáforas e ironías que forman la redacción general de sus escritos. Así podemos
encontrar estilos: el romántico, realista, poético, objetivo, analítico, periodístico como
ocurre en Mirando desde fuera del Colectivo Algarabía.
Del mismo modo, son escasas las investigaciones que especifican el criterio
de selección de los inmigrantes, ni la construcción del texto, ni selección tipológica
de la muestra, tampoco el tipo de representatividad y validez donde se
fundamentan. Únicamente Ramírez (1996) y, especialmente, Botey (1981) y Marsal
(1969) elaboran de forma explícita o implícita un planteamiento teórico y
metodológico del trabajo que exponga claramente cuáles son las hipótesis de trabajo
iniciales y justifican metodológicamente el porqué de la elección del método y sus
técnicas, además de detallar los criterios de selección del o de los informantes a
biografiar.
Hasta el momento, por tanto, en España no se ha alcanzado el grado de
cientificidad que lograron en su día con El campesino polaco, sin duda faltan estudios
como el de Dubois (1944), Lewis, (1971), Smith (1994), Bogdan (1974). Es cierto que
la redacción de una autobiografía se mueve en la frontera de lo ficticio y real, aquí
estriba su complejidad, el científico debe ser muy escrupuloso con el uso de la
técnica e intentar, en lo que a su responsabilidad se refiere, verificar gran parte de lo
que el narrador describe, así como transmitirlo de la forma más fiel. De esta manera
la tarea de reconstrucción puede quedar satisfecha con una versión única o con una
fase previa de información a la que suceda inflexiblemente la interpretación
posterior. Como decimos, los trabajos llevados a cabo hasta ahora en nuestro país,
presentan en demasiadas ocasiones una falta de rigor científico, en función de una
aleatoriedad en el uso de la metodología; incluso, en demasiadas ocasiones, cuando
se explica la técnica se hace a medias. En el comienzo de cualquier investigación es
crucial tener claro para quién se escribe y qué se espera conseguir, puesto que los
documentos no tienen particularidad en sí mismo, sino solamente en la medida que
están relacionados con algún objetivo.

28
Sin trabajo y sin esparto

EMIGRACIONES ESPAÑOLAS. EL CASO ALMERIENSE

La historia de las migraciones en España ha estado marcada durante los dos


últimos siglos por la emigración y no fue hasta finales del s. XX cuando el saldo
migratorio cambia: ahora entran más inmigrantes a nuestro país que salen. Analizar
el contexto en el que se ha desarrollado este fenómeno y los factores que han
influido sobre él nos ayuda a entender, o por lo menos a dar alguna pista de cuáles
son los mecanismos que actúan, más allá de la simple decisión individual del
migrante que sale o entra en España.
En primer lugar, encontramos los factores de atracción (ver Marín, 1999)
producidos por la migración, inducida a través de contratos laborales para traer
inmigrantes. En segundo lugar, existen factores de expulsión, las presiones ejercidas
por diversos aspectos en los países de origen provocan la salida de su población. Sin
embargo, estos factores mecánicos, de atracción-expulsión, en el análisis del
fenómeno migratorio no son los únicos, ni tampoco los más determinantes. Hay
que tener en cuenta otros de carácter individual, psicológico, cultural y social que
han sido a menudo más importantes aún que los puramente económicos, aunque
estos últimos resulten más visibles (ver Cazorla, 1981).
En torno a la influencia de los factores psicológicos-culturales en la decisión
de emigrar, Gregory (1978) hace hincapié en su importancia y arguye que el
emigrante es un individuo dotado de voluntad que comprende sus circunstancias y
trata de elegir racionalmente entre las alternativas que se le ofrecen. Este autor ve la
decisión de emigrar no como rechazo a la comunidad en origen, sino más bien a
desentenderse o al menos retrasar las inadecuaciones culturales y personales
eternizadas por distintos cambios económicos y culturales. En definitiva, la
emigración constituye “una respuesta a una situación insoportable que el emigrante
siente que no se resolverá mientras permanezca en su lugar de costumbre”
(Gregory, 1978).
Algunas de las causas que explican la migración española a lo largo del
tiempo son: el fracaso en la modernización agrícola, la presión demográfica en
ciertas zonas y el desfase o la lentitud en el ritmo del crecimiento industrial. Según
Sánchez Alonso (1995) la emigración surge a raíz de un aumento de la población en
los lugares de origen y en contextos agrarios de subsistencia que se ven incapaces de
absorber ese crecimiento de mano de obra. El afán por parte de los migrantes de
mejorar su nivel de vida, unido a los avances en los medios de transporte, que
reducen tanto el coste como el tiempo, refuerzan los procesos migratorios.
En consecuencia, atendiendo a los motivos, lugares de destino y etapa de la
historia podemos dividir la emigración en masa española hacia el extranjero en tres
periodos. Por otro lado, la historia de las migraciones recientes españolas se escribe
también dentro del propio territorio, sobre todo, las producidas del sur

29
Ángeles Arjona, Juan Carlos Checa y Francisco Checa y Olmos

empobrecido de la península hacia el norte industrial. Veámos, con mayor


detenimiento, estos flujos.

Primer periodo, 1850-1939

En términos generales se considera que la emigración masiva española


empezó tímidamente alrededor de 1860. Creció hasta mediados de 1870 y tuvo un
descenso hasta 1885. Un repunte final ocurrió a finales de la década de 1880. La
última década del siglo XIX presenta una tendencia descendente. Desde 1900 hasta
la Primera Guerra Mundial la emigración española alcanzó máximos sin
precedentes, mientras que en los años veinte fue menor cuantitativamente (Sánchez
Alonso, 1995).
Existen dos grandes focos migratorios de la emigración española a Ultramar.
Uno hacia el Norte de África y un segundo dirigido a América. Esas dos corrientes
no se dan por separado sino que confluyen al mismo tiempo.
La emigración al Norte de África es una corriente básicamente orientada
hacia Argelia. La presencia de migrantes españoles allí se remonta hacia el segundo
cuarto del siglo XIX14, años posteriores a la conquista de este territorio por los
franceses.
Tal fue la magnitud que alcanzó la emigración española en años venideros
que comenzó a hablarse en Argelia de un “peligro español” y a considerarse
seriamente la posibilidad de restringir la entrada en su territorio a nuestros
migrantes (Puyol, 1979).
La corriente argelina parte básicamente de la zona del levante español. Las
tres zonas que por excelencia emigran al país argelino son Alicante, Murcia y
Almería. Orán fue el destino elegido por los migrantes españoles. Orán acogía a
unos 100.000 españoles y Argel a otros 50.000 que representaban más del 90% de la
colonia española residente entonces en tierra argelinas (Puyol, 1979; Cózar, 1984).
La conquista del continente americano supuso un hito en la historia de las
migraciones, un lugar de llegada de personas procedentes de los espacios críticos del
mundo. Los españoles tampoco estuvieron ausentes de los movimientos de la fiebre
del oro, las colonias, las dificultades económicas que arrastraban algunas de las
regiones más hundidas o humilladas de la Península, provocando que entre 1891 y
1935 casi cuatro millones de españoles emigraran, en su mayoría sin retorno (Nadal,
1976). Lo que equivalía a una media de 85.000 migrantes anuales durante casi medio
siglo, aunque hay que destacar que esta migración no fue continua, sino que tuvo
importantes altibajos (Sánchez Albornoz, 1988).

14 En el año 1833 se localizan allí a 1.247 españoles, residiendo 981 en Argel y 266 en Orán. Ocho años más

tarde el total de españoles residentes en Argelia era ya de 9.374, de los que el 78% residía en Orán y el resto en
Argel (Fernández Flores, 1932).
30
Sin trabajo y sin esparto

En el periodo conocido como de la gran emigración española en masa, que


tiene lugar entre 1880 y 1930, los principales países de destino fueron Argentina,
Cuba, Brasil y Uruguay, por orden de importancia.

Tabla 1. Población española censada en América


1870 1900 1920
Argentina 34.080 198.685 841.149
Cuba 116.114 129.240 245.644
Venezuela - 11.544 5.796
Brasil 620 60.000 219.142
Uruguay 19.064 57.865 54.885
Estados Unidos 5.121 7.050 49.535
México - 16.280 26.675
Fuente: Censos Nacionales de Población, IEE, DGM. Elaboración propia.

Como observamos en la tabla 1, Cuba empezó siendo el lugar elegido: la


expansión azucarera necesitó gran cantidad de mano de obra y esto organizaba una
inmigración golondrina, primeramente desde Las Canarias y más tarde desde toda
España (Losada, 1999).
Pero el principal destino de nuestros migrantes va a ser Argentina. Entre
1861 y 1940 marcharon casi dos millones, con un saldo migratorio neto de casi
millón y medio de españoles. Esta preferencia migratoria sólo se vio alterada
durante los primeros años de la segunda mitad del siglo XIX, cuando Cuba tuvo
una proporción mayor de migrantes. La oleada a Argentina fue favorecida por unas
leyes que dictó el Gobierno de la República desde finales del siglo XIX para atraer
migrantes (Puyol, 1979).
El tercer destino en importancia es Brasil pero la cuantía es bastante menor,
ya que esta corriente se desarrolló más tardíamente. Otros destinos elegidos por
nuestros migrantes fueron México y Estados Unidos, entre otros, pero con menor
intensidad y volumen de llegadas.
La dificultad para conocer los trabajos que ofrecían estos países a sus
inmigrantes, obedece a la falta de precisión en las estadísticas, pues éstas recogían
las profesiones de los migrantes en origen y no en destino. Los conocimientos que
se tienen de los trabajos de aquella época son, por tanto, escasos (Cózar, 1984a:63).

31
Ángeles Arjona, Juan Carlos Checa y Francisco Checa y Olmos

El destino de la emigración continental antes de la Guerra Civil Española


fue masivamente hacia Francia15. Migración de temporada, los migrantes españoles,
en particular los almerienses, eran jornaleros sin tierra o pequeños propietarios,
cuyo objetivo era traer remesas para comprar tierras o construirse una casa. Otro
grupo importante de españoles desplazados a Francia fueron los refugiados
políticos.
La emigración española al país vecino viene siendo tradicional desde
principios del siglo XX. Pero no cobra importancia hasta el periodo de
reconstrucción de la I Guerra Mundial (1920-1930) cuando se contabilizan en 1931
unos 350.000 españoles; si bien la colonia, a consecuencia de la recesión que va a
representar la crisis económica de 1929, desciende a unos 250.000 en 1936 (Parra,
1981).

Segundo periodo, 1945-1973

A partir de la II Guerra Mundial se produce un giro en el proceso


migratorio y en el destino elegido por los españoles: una migración continental que
se orienta hacia la Europa Central desarrollada, en detrimento de la de ultramar.
En realidad esta migración fue como una válvula de escape de la realidad
social que se estaba experimentando en la España franquista. El paro era su
problema más acuciante, unido a una economía de carácter autárquico y un malestar
general que hacía insostenible esa situación: el Gobierno trató de paliarla con la
puesta en marcha del Plan de Estabilización de 1959 y la “apertura de puertas”. De
este modo, el gran volumen de salidas se produjo formando parte de un circuito
económico, mediante el que salía mano de obra y entraban inversiones extranjeras
de capital.
Tras la II Guerra Mundial, la necesidad de mano de obra para la
reconstrucción de gran parte de la Europa devastada y la situación económica
estancada española hizo que más de dos millones de españoles partieran.

15 En el período 1851-1911 la colonia española en Francia fue aumentando progresivamente: en 1851 contaba

con 29.736, llegando a 105.000 españoles 60 años más tarde (Rubio, 1974).
32
Sin trabajo y sin esparto

Tabla 2. Evolución de la emigración total asistida transoceánica y continental


Emigración % Transoceánica Emigración % Continental Total
Transoceánica Continental

1959 34.550 83,3 6.910 16,7 41.460

1960 33.242 72,3 12.712 27,7 45.954

1961 36.495 38,1 59.243 61,9 95.738

1962 36.181 35,6 65.336 64,4 101.517

1963 25.825 23,6 83.728 76,4 109.553

1964 22.820 18,3 102.146 81,7 124.966

1965 21.391 22,3 74.539 77,7 95.930

1966 21.358 27,3 56.795 72,7 78.153

1967 19.258 42,6 25.911 57,4 45.169

1968 19.405 22,5 66.699 77,5 86.104

1969 20.045 16,6 100.840 83,4 120.885

1970 16.773 14,7 97.657 85,3 114.430

1971 14.437 11,3 113.702 88,7 128.139

1972 6.014 5,5 104.134 94,5 110.148

1973 5.045 5,0 96.088 95,0 101.133

1974 4.586 8,3 50.695 91,7 55.281

1975 3.831 15,7 20.618 84,3 24.449

1976 3.372 21,8 12.124 78,2 15.496

1977 3.186 21,9 11.336 78,1 14.522

Fuente: IEE. Elaboración propia.

El cambio de orientación en el proceso migratorio hacia Europa, en lugar de


Latinoamérica, comienza en el año 1961, cuando las salidas continentales superan a
las transoceánicas, marcando el punto de inflexión de la moderna tendencia
migratoria española. El registro más alto hacia Europa se produce en el año 1971,
con 113.702 españoles. La variación porcentual entre las dos emigraciones se
produce en el año 1973, cuando la continental aglutina al 95% de las emigraciones
de ese año.

33
Ángeles Arjona, Juan Carlos Checa y Francisco Checa y Olmos

Tres son los principales destinos continentales a los que se dirigen los
migrantes españoles en la década de los sesenta y setenta: Francia, Alemania y Suiza.
Otros lugares como Reino Unido, Bélgica y Holanda son elegidos también, pero en
menor proporción. Como podemos observar en la tabla 3, el mayor número de
residentes españoles en Europa lo encontramos en Francia, desde finales del XIX y
principios del XX hasta las décadas de los sesenta y setenta; a Alemania le
corresponde el segundo lugar y a Suiza el tercero.

Tabla 3. Residentes españoles en los principales países de Europa (1965-


1977)
ALEMANIA BÉLGICA FRANCIA HOLANDA REINO SUIZA
UNIDO
1965 631.399 77.343
1966 638.845 78.442

1967 655.353 81.450


1968 175.000 48.000 634.458 18.196 87.724

1969 206.895 50.229 616.750 32.668 97.862

1970 245.400 52.230 601.095 39.000 102.341


1971 270.400 52.668 588.926 35.181 39.014 107.623

1972 267.248 53.146 596.087 31.362 42.990 114.896

1973 287.021 61.361 618.079 31.790 44.200 119.072


1974 272.676 67.550 587.200 31.312 46.900 121.555
1975 247.447 67.563 569.144 29.492 51.329 112.996

1976 219.427 62.662 550.115 27.798 60.000 103.779

1977 536.300 98.271


Fuente: IEE. Elaboración propia.

Para institucionalizar estos circuitos económicos se establecieron una serie


de acuerdos bilaterales entre España y los países demandantes de mano de obra

34
Sin trabajo y sin esparto

española. Dichos acuerdos16 resultaron de dos tipos: por un lado, se trataba de


convenios de Seguridad Social, en los que se establecían las condiciones de acceso
de la emigración a los diferentes seguros en los países de acogida. Por otro, el
Gobierno español pactaba fórmulas de estricta exportación de mano de obra. En
estos casos se determinaban los procedimientos para que lleguen a las autoridades
españolas la demanda de fuerza de trabajo, seleccionar los candidatos que cubran
dicha demanda, trasladar a los trabajadores españoles a los puntos de destino,
efectuar la contratación y otorgar los permisos. Así también se aseguraba que los
migrantes pudiesen remitir a España la totalidad de sus ahorros.
Con este tipo de acuerdo “el Gobierno español solucionaba dos problemas,
la falta de puestos de trabajo en España y la escasez de divisas en el país”
(Fernández Asperilla, 1998:75).
El Instituto Español de Emigración fue el encargado de controlar la
emigración, El IEE tenía dos cometidos principales. En primer lugar, trataba de
satisfacer la demanda de fuerza de trabajo procedente del exterior, ajustando a ella
los excedentes del interior. En la organización de esta tarea, el IEE contaba con la
colaboración de la Organización Sindical, a través de sus Oficinas de Colocación.
No obstante, la OSE tenía aquí un papel subordinado. En segundo lugar, se le
encomendaba al IEE la función de protección y asistencia a los trabajadores
migrantes. Se entendía que tal asistencia tendría lugar a lo largo de todo el proceso
migratorio; es decir, en los preparativos previos a la salida del país, a lo largo de la
vida laboral en el extranjero y a la hora de acometer el retorno.
No obstante, el Gobierno español podía extender autorizaciones a entidades
privadas, tanto para reclutar mano de obra emigrante como para organizar su
transporte o para desarrollar funciones asistenciales. En este momento entraba en
escena la Iglesia católica, llamada a intervenir en el desarrollo de la política
asistencial de la emigración por dos razones, perfectamente funcionales dentro del
Estado franquista. En primer lugar, porque en el ámbito de la mano de obra, el
derecho franquista no sólo regulaba la relación salarial y el acceso a una serie de
derechos, sino que también contemplaba aspectos de tipo moral. A partir de esa
visión, el Estado alentaba una especie de división del trabajo en el desarrollo de la
política migratoria. Pero, por otra parte, la Iglesia no se limitaba a administrar
asistencia moral, sino que participaría junto al propio Estado en la protección social
de los migrantes.
Al igual que sucede en España con el IEE, en los distintos países de
recepción existen organismos oficiales especializados en temas de control y gestión
de la inmigración. En Francia es la Office National d´Immigration, centralizada en París;
en Alemania, el Bundesanstalt für Arbeit, con sede en Nuremberg y en Suiza, la Police
Féderale des Étrangers, instalada en Berna. En España había oficinas de cada uno de

16 A este tipo de acuerdos pertenecen los protocolos firmados con los gobiernos de Francia (27 de junio de

1957), Alemania (29 de octubre de 1959) o Suiza (21 de septiembre de 1959).


35
Ángeles Arjona, Juan Carlos Checa y Francisco Checa y Olmos

estos organismos que se encargaban de recibir y canalizar las ofertas de los


empleadores. La República Federal Alemana tuvo un comité encargado de
transmitir las ofertas de los patronos alemanes y al mismo tiempo de seleccionar las
peticiones de trabajo que le presenta el IEE, incluyendo la revisión médica.
Suiza tuvo también a su patronato, representado oficialmente en una oficina
de contratación, que cumplía funciones muy similares a las de sus homólogos
alemanes (Díaz-Plaja, 1974:29).

Tercer periodo, a partir de 1973

A partir de 1973 comienza a descender el número de migrantes hacia


Europa provocado por los periodos de crisis y restricciones de entrada de
inmigrantes en los distintos lugares de destino. No en vano se inicia, a partir de esa
fecha, el retorno de los migrantes españoles hacia sus lugares de origen,
acontecimiento que analizaremos más adelante.
El retorno de los migrantes es un fenómeno de difícil cuantificación
17
exacta , en muchas ocasiones los datos se fundamentan en aproximaciones. Así, el
gran núcleo de los datos procede, por un lado, de las estimaciones realizadas por el
IEE. Y, por otro, de las bajas consulares en los distintos países de destino.
El principal periodo de retorno de migrantes españoles se produjo entre las
décadas de los años sesenta y setenta del siglo pasado. Castillo (1981) resalta que ese
retorno se produjo en tres periodos. El primero iría desde 1960 hasta 1969,
regresando el 29% del total de los migrantes retornados. El segundo periodo
abarcaría desde 1970 hasta 1974, con un 35% de retornos y un tercer período, de
1975 a 1978, con un 33%. A partir de esta fecha el proceso de retorno se produce
de manera continua llegando hasta nuestros días y correspondiendo en su mayoría a
migrantes que, como veremos, argumentan diversos motivos para su vuelta.
Como la gran mayoría de las migraciones fueron de carácter económico;
tienen presente la idea de retornar una vez conseguidas las metas que motivaron su
salida. Pero no siempre éstas se alcanzan y lo que en principio se preveía como un
breve período en el extranjero, se tradujo en una estancia más larga, incluso para
algunos casos supuso el fin del proceso migratorio, pues nunca regresarán,
quedando definitivamente “anclados” en los lugares de destino.
En definitiva, y para casi todos los casos, la decisión de emigrar a un país
estaba determinada por varios factores que influían a la hora de decidirse por uno u
otro. En primer lugar se encuentran las personas que emigraban asistidas por el
IEE; éstas no elegían los destinos ya que el destino estaba en función de la mano de

17 Como recoge Cazorla (1989:26) se presentan grandes incongruencias en las estimaciones realizadas por

algunos autores. Si Martín Moreno estima que el periodo de 1962-1975 fueron 950.000 personas las que
retornaron, Mancho, para el mismo periodo, reduce la anterior cifra a 469.394.
36
Sin trabajo y sin esparto

obra que necesitasen las distintas zonas de demanda. Empero, la elección del
destino estaba supeditada a las regularizaciones y peticiones hechas desde los países
de acogida. Y, en segundo lugar, tenemos a quienes viajaban gracias al contacto con
familiares, amigos o vecinos, ya residentes en el país de destino, quienes hacían el
papel de intermediarios entre empresarios y futuros trabajadores.

Las migraciones interiores

Desde la creación de las ciudades, éstas han experimentado variaciones en


su población. La aglomeración de población en la periferia viene precedida de un
éxodo rural. Es precisamente en ese contexto de desarrollo estructural originado
por la Revolución Industrial cuando surgen las migraciones interiores. Dentro de
éstas podemos distinguir dos etapas. La primera, de carácter tradicional, que iría
desde el último cuarto del XIX hasta finales de los años cincuenta. La segunda,
comenzaría a primeros de los sesenta y llegaría hasta nuestros días y se
correspondería con las migraciones internas recientes.
En el caso español, durante la primera etapa, las migraciones no son muy
numerosas y los desplazamientos son cortos. Los movimientos hacia los focos del
naciente desarrollo industrial –País Vasco y Cataluña- se producen dentro de la
misma comunidad18. A partir de 1880 es cuando se intensifican las migraciones
hacia esos núcleos industriales, pero también se amplía el radio de procedencia
extendiéndose a otras zonas –aragonesas, valencianas, murcianas y del País Vasco-.
El volumen alcanzado por estos desplazamientos permaneció relativamente
modesto hasta el comienzo de la Primera Guerra Mundial. La corriente exterior
hacia América Latina que entraba en una fase de apogeo y la disminuida emigración
al norte de África restaba efectivos al éxodo interno. Según el censo de 1877 sólo el
8,5% de los habitantes de España fueron censados en provincias diferentes a las que
habían nacido, porcentaje que se mantiene en 1900.
El movimiento interno, en la opinión de Nadal, se mantuvo moderado hasta
la Primera Guerra Mundial. Según explica este autor: “La guerra produce un
aumento extraordinario de la demanda exterior, tan favorable a los propietarios de
los medios de producción como perjudicial a los asalariados. La escasez de
alimentos repercute en un alza formidable del coste de la vida. La situación de los
jornaleros es especialmente precaria en el campo, por la mayor inelasticidad de la
producción agrícola. Muchos de ellos se ven obligados a abandonarlo y a trasladarse
a las ciudades. Los núcleos industriales que están en pleno auge absorben sin
demasiadas dificultades una parte de ese excedente campesino. Pero la otra prefiere
pasar al extranjero donde el salario real alcanza un nivel muy superior. En España,

18 Por ejemplo, de Álava y Navarra van a Vizcaya y de toda Cataluña parten con destino Barcelona.
37
Ángeles Arjona, Juan Carlos Checa y Francisco Checa y Olmos

la ruptura del equilibrio, más o menos estable, entre campo y ciudad, ya no tendrá
remedio” (Nadal, 1976:58).
En el decenio 1911-20 comienza una nueva etapa en los movimientos
internos, alcanzando su máxima intensidad durante la Guerra Civil española. Los
grandes trabajos públicos llevados a cabo durante la dictadura de Primo de Rivera,
la industrialización del País Vasco y sobre todo la de Cataluña, movilizaron
importantes contingentes de migrantes. La tendencia alcista de los desplazamientos
internos se detiene en el decenio de nuestra guerra. La depresión económica general
redujo las migraciones que sólo los trasvases de los azarosos años de lucha
elevarían.
La situación de estancamiento económico de la posguerra mantuvo el éxodo
entre límites moderados. La oferta de puestos de trabajo en los núcleos industriales
crecía lentamente y los incentivos ofrecidos en ellos eran aún modestos.
Los años cincuenta marcaron para España el final del aislacionismo y de la
autarquía, señalando el comienzo de una nueva etapa de desarrollo industrial. En
consonancia con esta situación se producirá un auténtico boom migratorio que
intensifica la corriente, al mismo tiempo que amplía notablemente el área
emigratoria. La tendencia general que ofrecen los desplazamientos es que se
emigraba de los municipios más pequeños a los más grandes.
En la segunda etapa es cuando se produjo el mayor número de migraciones
interiores. En el periodo entre 1962-1976 la cifra asciende a un total de 5.672.394
migrantes interiores. Las mayores salidas de población las encontramos en
Andalucía con un total de 1.055.446.

38
Sin trabajo y sin esparto

Tabla 4. Movimientos migratorios interiores (1962-1976)


Años Totales

1962 349.346

1963 444.587

1964 498.203

1965 448.126

1966 280.082

1967 383.259

1968 370.523

1969 389.908

1970 380.351

1971 216.010

1972 358.993

1973 438.919

1974 493.406

1975 396.704

1976 224.011

Fuente: INE. Elaboración propia.

El año que registra un dato más alto es 1964. Fecha a partir de la cual
comienzan a reducirse los flujos hasta 1973 en el que, debido a la reducción de la
emigración exterior, vuelve a recrudecerse la corriente interna temporalmente. Más
tarde los propios efectos de nuestra crisis económica reducen el volumen migratorio
anual que en 1976 alcanzó la segunda cifra más baja de todo el periodo.
Hay que destacar, ya en estos años, la existencia de una corriente de retorno
desde los grandes focos de emigración. Así, por ejemplo, Barcelona envía a
Andalucía 32.639 migrantes, que suponen el 29% de los inmigrantes extra-
regionales y Madrid unos 18.500 a la región central que representan el 19.2% (véase
Puyol, 1979). Las regiones que se ven mas favorecidas por este fenómeno de
retorno van a ser Andalucía, Extremadura y Murcia.
Las migraciones intraprovinciales han estado integradas, desde los años
cincuenta hasta el presente, por dos tipos de movimientos de importancia variable.
39
Ángeles Arjona, Juan Carlos Checa y Francisco Checa y Olmos

En un principio, por el éxodo de las áreas rurales hacia las capitales de provincia u
otros núcleos urbanos. En la actualidad, las migraciones más voluminosas se
producen entre las provincias de mayor nivel de industrialización. Se trata de una
movilidad realizada, sobre todo, por la población urbana, que busca en ella una
mejor adecuación entre lugar de residencia y trabajo o unas condiciones más
ventajosas para la vivienda.
En resumen, si hay una zona que se ha visto implicada en todos los grandes
movimientos migratorios de España tanto transoceánicos, como europeos o
internos, fue Andalucía y en especial sus provincias orientales. Por ello, nos
detenemos en Almería que, además, experimentó una importante migración al norte
de África.

Almería, tierra de migraciones

Desde el siglo XVIII Almería sufre un incremento de población, incluso por


encima de sus posibilidades. Una situación que se mantendrá hasta mediados del
siglo XX. A pesar de tener una densidad próxima a la media del país, la existencia de
un marco geográfico con capacidades productivas limitadas impedía el incremento o
simplemente el mantenimiento de sus efectivos. Las periódicas sequías, un sistema
de propiedad inadecuado que soportaba una población que básicamente vivía en y
del sector primario y un acusado arcaísmo en los procedimientos de explotación de
la tierra, hicieron que un número importante de almerienses tuvieran que
proyectarse hacia el exterior.
La reestructuración de la propiedad y de sus usos con las
Desamortizaciones, y la especialización de los cultivos en productos dirigidos al
mercado y no implicados en el inmediato consumo y alimentación de la provincia,
obligó a la población a emigrar (véase Gómez, 1995).
Los factores expulsores fueron diversos y de distinto calado: minifundismo,
crisis de los cultivos tradicionales (la vid, trigo...), clima desfavorable, problemas
mineros19, etc., hicieron que la única vía para sobrevivir fuera la salida al extranjero.
La gran mayoría de los emigrantes almerienses procedían de los medios
rurales. Los deterioros en sectores como la vid y la minería hicieron que aumentara
el paro; la vida en el campo se tornó difícil. De esta forma muchos jornaleros y
campesinos marcharon a la capital, pero entonces la realidad urbana no difería
mucho de la rural. En los años cuarenta la situación empeoró, obligando de nuevo a
volver a los lugares de partida. La aglomeración de mano de obra en medios rurales

19A pesar de la reactivación de la actividad minera en Serón y Bacares (Alto Almanzora) no llega a alcanzar la
importancia que tuvo a principios de siglo XX y no impide el éxodo de sus habitantes a otros lugares (García
Iniesta, 1999: 80).

40
Sin trabajo y sin esparto

poco desarrollados generó un gran paro que afectó a los peones agrícolas, para
después extenderse a los pequeños explotadores y arrendatarios.
Cózar (1984) analiza esta situación de paro generalizado que vivía Almería.
Como coteja, el paro obrero en la segunda mitad de los años cincuenta aumenta
claramente, o lo que es igual, todo aumento o disminución del paro en Almería
viene a coincidir con las etapas de restricciones y apertura de las salidas migratorias.
A partir de los sesenta, aunque todavía el desempleo es elevado, se experimenta un
descenso leve y continuado. La única solución viable que tiene el obrero para
cambiar su situación es migrar.
A mediados del siglo XIX Argelia aparece como el primer destino que
toman estos emigrantes. Entre 1885 y 1936, 70.000 almerienses estuvieron en
Argelia. La proximidad geográfica obró como factor esencial en la elección de
destino. De esos emigrantes un 98% eran agricultores que desempeñaban tareas
temporales: podando, segando o en el servicio doméstico (véase Cózar, 1984).
Entre la última década del siglo XIX y principios del XX aparece una nueva
corriente emigratoria hacia América del Sur, que continuará hasta los años
cincuenta. Más de un 80% de los emigrantes tomaron este destino. La emigración
transatlántica tuvo un carácter distinto que la que se dirigía hacia Argelia, ya que ésta
era de temporada y aquella se tornaba definitiva.
Argentina y Brasil fueron los principales focos de atracción de los
emigrantes almerienses por dos razones fundamentales: primera, el agotamiento de
la salida hacia Argelia. Segunda, la percepción de que la emigración hacia el Norte
de África era sólo una solución pasajera, efímera en la cuestión de subsistencia
(véase Gómez, 1995).
Tras la Guerra Civil Española aparecen dos nuevos destinos en la
emigración almeriense: Europa y norte de España. En Europa los principales
lugares de destino fueron Alemania, Francia, Suiza y, coyunturalmente, Holanda y
Bélgica. “La tendencia a los tres primeros países ha ido variando en el tiempo según
el momento económico por el que estaban atravesando y las repercusiones que
sobre ellos han tenido las continuas crisis del mercado” (Cózar, 1984:119).

41
Ángeles Arjona, Juan Carlos Checa y Francisco Checa y Olmos

Tabla 5. Evolución20 de la Emigración Asistida almeriense a Europa (1960-


1975) (%)
1960-1967 1968-1975
Alemania 58,3 46,2
Francia 29,6 25,6
Suiza 7,9 23,5
Otros países 3,7 4,6
Fuente: Boletines de Emigración Exterior. IEE. Elaboración propia.

Respecto a las migraciones interiores, Cataluña, País Vasco y Madrid fueron


los centros de atracción de la emigración almeriense21. Durante la década de los
sesenta el saldo emigratorio en Andalucía alcanzó la cifra de 873.761 personas.
Almería aporta a esa cifra 43.271. En algunos de los casos, esta migración interna
era una fase previa en el proceso migratorio almeriense hacia el exterior, es decir,
servía de plataforma entre el medio rural y los países de destino.
Si analizamos los lugares desde donde partieron los migrantes almerienses,
independientemente del destino, se puede comprobar (véase mapa siguiente) que las
comarcas más expulsoras de mano de obra durante el periodo 1966-1976 fueron las
del Valle del Andarax y la del Campo de Tabernas. La tercera comarca en perder
población fue la del Bajo Almanzora, seguida de cerca por las comarcas del Medio
Almanzora, Campos de Níjar y Levante. Sin embargo, las comarcas que menos
emigrantes tuvieron fueron, Campo de Dalías, la Sierra de Filabres, Alpujarras y
Alto Almanzora.

20 Es imposible cuantificar, exactamente, el número de almerienses que cruzaron la frontera, puesto que entre el

flujo hubo muchos que se fueron de manera clandestina o no regularizada, al margen de la emigración asistida.
21 Los almerienses, en un principio, eran conocidos o denominados como "murcianos".

42
Sin trabajo y sin esparto

Mapa 1. Salidas de almerienses al exterior

Fuente: E. Cózar (1984). Elaboración propia.

El freno de las migraciones hacia Europa a partir de 1973 terminó por dar
paso a una época de saldos migratorios positivos -el primero en 1978- que, aunque
moderados, no se conocían en Almería desde algunos años de principio del siglo
XIX, coincidiendo con la crisis colonial (Cózar, 1984:70).
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Ángeles Arjona, Juan Carlos Checa y Francisco Checa y Olmos

Desde la segunda mitad de la década de los ochenta el saldo migratorio


positivo se vuelve constante. La rápida expansión y desarrollo de la agricultura bajo
plástico en las comarcas del poniente y levante almeriense por un lado (véanse
Roux, 1995; Ruiz, 1995) y el desarrollo turístico de todo el litoral por otro, han sido
elementos claves a la hora de configurar a la provincia como un lugar de residencia
de trabajadores nacionales y extranjeros. En pocos años el mapa étnico y
multicultural de Almería se ha modificado, en la actualidad, en la provincia existen
personas que proceden de más de un centenar de nacionalidades.
Ante este panorama migratorio han sido múltiples las investigaciones que
han estudiado el fenómeno en Almería, tanto de salida (Cózar, 1984), como de
llegada de extranjeros (véanse, entre otros, Checa, 1995; Martín (dir), 1999). Pero en
ningún caso se han estudiado las emigraciones de retorno que se llevan produciendo
desde hace décadas y que adquieren una relevancia importante en algunas comarcas,
no sólo por su número, sino también por acarrear un nuevo proceso migratorio22.
Por tanto, a partir de ahora nos vamos a centrar en el proceso migratorio de
ida y vuelta de los almerienses, desde su punto de vista y a través de la narración de
sus experiencias. Para ello, el análisis de contenido de las historias ha sido separado
en tres etapas fundamentales: la situación de partida, centrándonos, por un lado, en
la situación previa a la salida (infancia y familia) y, por otro, en los motivos que les
llevó a emigrar, así como las condiciones del viaje. La llegada del emigrante inicia el
segundo bloque, en el cual analizaremos todos aquellos aspectos como trabajo,
vivienda, familia y ocio. Por último, el tercer bloque lo hemos centrado en los
motivos y problemas del retorno, así como una valoración de su trayectoria
migratoria y sobre la inmigración almeriense.

Situación de partida

El denominador común de la infancia de los entrevistados es vivir las


consecuencias de la Guerra Civil. Las miserias de la guerra son más acuciantes en
los medios rurales, donde al extremismo del medio se une el impacto del conflicto
bélico aún mayor.
La infancia de los emigrantes almerienses resultó muy dura pues en muchos
casos llegaron a cotas altas de hambruna. Esta situación es consecuencia de
periodos de crisis alimenticias originadas por malas cosechas.
Muchos comenzaron a trabajar desde pequeños, ayudando a la familia en las
tareas del campo. Esa temprana edad laboral, en la mayoría de los casos, les impidió
asistir regularmente a la escuela, por lo que excepcionalmente alguno concluyó el
ciclo escolar.

22 Para el retorno gallego véase Álvarez (1997) y para el caso catalán Botey (1981).
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Sin trabajo y sin esparto

Empecé a trabajar a los nueve años. Empecé a coger esparto por el monte y no paré hasta la
vejez. No pude ir a escuela ni ná (entrevista nº 13).
Los recuerdos ahora no son buenos y en invierno antiguamente nevaba mucho y francamente lo
pasábamos mal porque no había botas. Los calzaos eran…, los fabricábamos nosotros mismos de
esparto, nos hacíamos las esparteñas, calcetines no los conocíamos y andábamos escasos, la
verdad (entrevista nº 22).
Pues me acuerdo que estaba ahí guardando ganao en esos Campos de Níjar. Cuando tenía diez
años empecé a ayudar a mis padres porque la vida estaba muy mala y cuidaba ovejas allí por esos
campos, pues como era la vida de antes, pues ayudarles a ellos en lo que uno podía (entrevista
nº 5).
Mis padres se criaron en un cortijo, tenían unos mulos y un poco de ganado. La vida estaba mala
y con los mulos había que sembrar, había que trillar y había que labrar la tierra por lo que había
que trabajar mucho (entrevista nº 17).
Mi infancia, como en aquellos años, pues era bastante dura como en los años treinta y tantos y
cuarenta y tantos, muy dura. Primero porque mi padre era de una familia de trabajar la tierra,
pues desde que comenzábamos a andar empezábamos a trabajar. Pues yo recuerdo cuando tenía
cuatro o cinco añillos iba detrás de ellos guardando los cerdos a que comieran las espigas, detrás
de ellos segando, así con eso ya puede usted hacerse una idea (entrevista nº 17).
Fue bastante dura, por ahí comenzó la guerra después de mi infancia, tenía yo 3 meses, mi padre
se lo llevaron a la guerra y mi madre quedó sola con 4 hijos. Y de ahí a luchar, yo no sé cómo lo
hacía para darnos de comer a todos (entrevista nº 30).
Mi madre se quedó en plena guerra con dos criaturas, una de 4 y otra de 8 y ella fue la que nos
sacó, apenas pudimos hacer una cosa, yo particularmente pos cogí tres o cuatro cabricas de un tío
mío, al monte cada día (entrevista nº 15).
Con once años, mi padre le dio un ataque de abulimia y mi padre se quedó a cero grados de
sangre. Estuvo tres años sin poder hacer, ni comer nada y yo con once años me puse a labrar
con unas yuntas de mulos (entrevista nº 17).
¡Nosotros teníamos ganao que era lo que nos hacía vivir! Teníamos unas doscientas cabezas de
ganao. De aquí nos fuimos a Rodalquilar a las minas y entonces yo cuidaba el ganao y mi padre
trabajaba. Luego mi padre se puso malo y entonces vendimos el ganao y con la mina te daban un
bancalillo de tierra pues le dije a mi padre: “papa, ¿quieres que coja un bancalillo de tierra y
siembre papas o cosas?” “Sabes que lo vas a llevar tú”, no pasa nada y cogí lo que me iba a hacer
falta, cogí conejos, animales de todas clases y llevaba la tierra (entrevista nº 6).

En cuanto a la tradición migratoria familiar, como comenta Sánchez Alonso


(1995), se emigra según exista, o no, una tradición emigratoria y se enmarca en un
entorno familiar amplio: parientes/amigos/vecinos.
Esta afirmación de Sánchez Alonso ha quedado reflejada en las entrevistas
que hemos realizado a los emigrantes retornados. Casi todos habían tenido algún
familiar que emigró. Esto nos muestra que dependiendo del entorno en el que se
vive y las pautas grupales dadas se genera una imagen colectiva favorable a la
emigración. Ésta es importante en la niñez para que después, con la mayoría de
edad, tomen la decisión de salir.

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Ángeles Arjona, Juan Carlos Checa y Francisco Checa y Olmos

Entre los entrevistados lo más usual ha sido una emigración de abuelos o


padres hacia los países de ultramar; siendo, como hemos visto, Argelia y Argentina
los países que mayor número de almerienses acogieron.

Recuerdo que mi padre estuvo dos años en Orán, en Argelia (entrevista nº 6).
Se juntaron cuatro o cinco a ver si encontraban más beneficio allí en Orán. Se tiró un mes y no
le dieron de aquí lo suficiente y se vino; se fue a ver, como se suele hacer siempre: voy a ver, voy
a ver y luego ná (entrevista nº 7).
Pues mi padre estuvo por África, por Francia. Él estuvo en un barco holandés. En África le
dieron las fiebres esas, no me acuerdo cómo se llaman, las que las produce el mosquito y estuvo
hospitalizao en Holanda y luego a consecuencia de la guerra estuvo tres años fuera también. Yo
no había nacido pero mis hermanos y mi madre estuvieron solos por la trayectoria de la guerra.
Él no pudo volver por ese tiempo porque la política que había en aquel entonces, pues estaba en
contra u opuesta a la política y estuvo que estar fuera, hasta que la cosa cambió y ya volvió él.
Volvió en 1940 (entrevista nº 8).
Joven, era muy joven mi abuelo, o sea si sacas en conclusión, ahora yo no puedo dar explicación
porque no estoy para eso por mi aportación, pero sabes que murió en el 1965 con 85 años, es
decir con los 20 y pocos estaba él en Argentina. Se tiró siete años, eso sí lo recuerdo (entrevista
nº 12)
Pues sí, uno de ellos se fue a Buenos Aires con dos hijos -un tío mío y mi padre-. Uno con
catorce años y otro con doce y no sé a los años que volvieron pacá otra vez. Lo que sé es que mi
padre se fue sólo a Estados Unidos con 18 años y ya había vuelto de Buenos Aires y estuvo
hasta los 20 años. Luego vino y se casó y después se fue a Francia, también estuvo un tiempo en
Francia (entrevista nº 28).
Mi abuelo -que en paz descanse- se fue a Argentina. Estuvo dos años allí. Estuvo trabajando
parte del tiempo. Él estuvo en Argentina. Cuando niño me contó que trabajó en unas minas,
pero su profesión fue prácticamente la que heredé de él que era en la era, todo lo que era la trilla,
la recolección de los cereales y todo esto (entrevista nº 9)
Mi Abuelo estuvo en la Argentina y en Francia y mi padre también estuvo en Francia con mi
abuelo, pero antes de la Guerra, la guerra de España (entrevista nº 10).

Si bien nos hemos encontrado familiares que emigraron a otros países,


como Cuba, Argentina, Brasil, Estados Unidos y Méjico.

Quizás que uno de mis abuelos o mis bisabuelos de los primeros que fueron a La Habana,
porque mi familia se quedó con ese apodo. Según me contaron una vez se fueron a cortar cañas
de azúcar y en el tabaco. También un tío de mi madre tenía muchas fincas en aquellos años pues
había estao en Buenos Aires muchos años también, en Argentina, Montevideo. Lo que quiere
decir que remanecemos de familias emigrantes (entrevista nº 17).
El padre de mi padre pues se fue a Cuba y les fue muy bien. Se fue mi abuelo con tres hijos, mi
padre era uno de ellos. Mi padre estuvo en Cuba y ganaron en aquellos tiempos un dinerico y
vinieron y se compraron su casica aquí y compraron una finca, pues arreglao al pueblo (entrevista
nº 22).
Mi padre estuvo en Cuba en el dieciocho. Estaba soltero cuando se fue y se fue porque aquí
siempre había años de miseria, había años pos que no llovía, y entonces, pos como no se recogía
pos había que emigrar. Estuvo siete u ocho meses pero tampoco tuvieron mucha suerte, ¡que no
ganaba mucho, vaya! (entrevista nº 29).
46
Sin trabajo y sin esparto

Mis abuelos con toda la familia restante, con ocho hijos que le quedaban aquí, tenían nueve
hijos, se fueron al Brasil, y entonces reclamaron al hijo y estuvieron allí me parece que ocho años
(entrevista nº 15).
Emigro allá a los Estados Unidos y colocó los tres hijos a trabajar. El más pequeño creo que
tenía 15 años cuando se lo llevó y los colocó a todos y él se vino al poco tiempo a los dos años.
Mi padre no se pudo ir porque él tenía que entrar a la quinta de militar. Los hermanos se
quedaron allá. Murieron allá (entrevista nº 30).
Lo único que recuerdo es que dicen que mi abuela, los padres de mi abuela, estuvieron en
Méjico. Por eso le pusieron a mi padre Horacio, porque ellos remanecían de por ahí, que
estuvieron emigraos los padres de mi abuela paterna, pero no lo sé, eso es lo que he oído de ellos.
Es lo único (entrevista nº 5).

Por los testimonios recogidos la mayoría no estuvieron muchos años, fueron


experiencias de emigración temporal. La dureza de los trabajos realizados y el poco
dinero que cobraban podría explicar, en parte, el retorno de estos emigrantes, no
siempre el sueño del “indiano” era posible.

Yo creo que fue una temporá, cuando iban o explotando la Argentina porque dicen que iban al
campo quitando matas, haciendo campos y lo estaban explotando en la Argentina (entrevista nº
10).
Ellos fueron a Brasil y cogieron tierras, no sé a tercios, a medios o cómo sería la costumbre que
tuvieran allí, no la sé. Lo que si sé es que los últimos cuatro años cogieron una extensión de
terreno, no sé cuánto, pero tenía que ser pequeño, para hacer una plantación de café (entrevista
nº 15).
En Argentina trabajó también en el negocio, pero según recuerdo por la familia estaba en unos
trabajos concretos y trabajaba para una gente en la que tenía que hacer esos trabajos, en algún
montaje de ferrocarril, o algo así por el estilo. Él tenía su negocio allí. Aquello se terminó o vino
en quiebra y entonces su negocio también terminó y como él ya estaba casado, mi abuela y mi
madre –que había nacido ya- estaban por aquí, pues regresó con su negocio allí terminao y se tuvo
que instalar por aquí (entrevista nº 12).
Mi padre estuvo una temporá en Argentina, eso sería recién íos, que estuvieron en el monte
cortando pinos, y de noche que dormían allí y dice que echaban fuego, porque los lobos, los
lobos haciendo fuego que al fuego no se acercan y para que no se acercaran formaban una
lumbre, como estaban en el bosque cortando leña. Formaban una lumbre y allí creo que comían
y dormían y tó. Pero eso ya no sé yo si fueron dos meses, veinte días o fueron ocho días, ya eso
no puedo explicárselo (entrevista nº 3).

Con respecto a los familiares emigrados a Europa, la gran mayoría lo han


hecho como temporeros a Francia que, como vimos, antes de mitad de siglo era el
destino fundamental de los emigrantes españoles.

Me fui un año a la recolección de la manzana que me acuerdo, mucho, mucho, estuve muy poco
tiempo cuarenta días o por ahí en la recolección de la manzana (entrevista nº 17).
Mi abuelo también estuvo en Francia y mi padre también con él, otro tío mío y otro tío mío que
se fue joven y ya no volvió más, ese se quedó allí, se casó y allí ha seguido. La última vez que yo
lo he visto fue en el año 1958 y ya no lo he vuelto a ver más (entrevista nº 10).

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Ángeles Arjona, Juan Carlos Checa y Francisco Checa y Olmos

Mi padre trabajaba en el campo y luego cuando estuvo en Francia y cuando se vino se compró
ese cortijo en el que vivimos todos de pequeños, el que está a unos dos kilómetros de aquí
(entrevista nº 14).
Mi padre cuando era más joven emigró también a Francia y trabajó en temporás en la
construcción y en el campo. Se iba tós los años y se tiraba cinco, seis meses y luego volvía. Así
estuvo unos cuatro años (entrevista nº 18).
Mi padre en Francia trabajó en unas minas, pero no le puedo decir de qué eran las minas, si eran
de carbón, no lo sé. Lo que sí sé es que estaba su hermano mayor y algunas veces me ha dicho
que trabajaban desnudos en las minas. Sería pa no ensuciarse la ropa, porque luego salían,
¡imagínate como salían! (entrevista nº 28).
Mi padre era militante del Partido Comunista, él se fue a Francia pues nació en 1904 y se fue con
dieciocho años y unos tíos míos estaban en París y él se fue para allá, adhirió al P.C., colaboró en
el maquis, pero eso, era en la Segunda Guerra Mundial. Se vino en las Brigadas internacionales
en la Guerra Civil española. Él tenía una conciencia muy aguda en cuestiones de justicia, de
experiencia en país extranjero. Ha sido un emigrante que, al haberse ido a Francia muy chico,
hablaba bien el francés. Bueno, muchas cosas de mi padre las sé por mi madre porque yo era
muy chica cuando murió. Se fue de camarero me parece, tenía allí a dos hermanos, dos o tres
hermanos, mi tío Antonio, mi tío Pepe y otro creo. Me cuenta mi madre que el primer miedo del
emigrante es: “¡no tengo casa, no tengo nada!, ¿si me quedo parao?, ¿dónde vivo?, ¿cómo hago?”.
Entonces entre los cuatro hermanos se fueron a una subasta que subastaban terrenos a las
afueras de París, lejísimos del Centro y compraron uno grande que les costó baratísimo. Estaba
sembrado de coles allí, se lo dividieron y ayudándose unos a otros. Cada uno se hizo su casita
con unos amigos que también les estuvieron echando una mano, tardaron bastante pero ya
tenían su casa, que no es poco en país extranjero. Esa casa se ha quedao ahora en el centro de
París. Hace poco fui allí y no hay ni rastro (...) estaba en la actual Défense, donde está el Palacio
de la Défense, en pleno centro (entrevista nº 3).

Motivos para emigrar

Los principales motivos por los que se emigra son económicos. La falta de
trabajo y, sobre todo, de ingresos, se presenta como el factor determinante a la hora
de emigrar. Entre otras razones cabe destacar, como consecuencias de lo anterior: la
falta de ahorro, mejoras salariales, pago de deudas, reagrupación familiar. En
definitiva, la salida tendría la función manifiesta de mejorar su situación económica.

La situación no era buena, no era fácil buscarse la vida aquí. Hoy está la vida un poquito más
cómoda, pero en aquellos días no era tan cómodo y esa fue la decisión que yo tomé de irme a la
emigración, para ver si ganaba un poquito para estar aquí mejor (entrevista nº 4).
Esos años cuando yo emigré la pesca estaba por aquí fatal, estaba muy mal pagado. La vida era
bastante difícil y era por los años sesenta. Emigré por la mala situación económica que había
aquí y unas buenas voces de Alemania que es concretamente donde yo emigré, esto es lo que me
llevó a emigrar para Alemania (entrevista nº 12).
Las causas de emigrar era la vida dura que había en aquel entonces en España. Recuerdo que
trabajábamos mucho y se ganaba poco, esa fue una de las causas por las que me fui. Que yo
tampoco sabía lo que había fuera, la verdad es que no sabía pero mi idea desde hacía tiempo era
de emigrar, de conocer mundo y de ver cómo se vivía en otros países. Por todo lo demás y
viendo como se vivía aquí pues la decisión fue más decidida (entrevista nº 14).

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Sin trabajo y sin esparto

Los motivos que nos llevaron fueron motivos económicos, en realidad fueron motivos de mis
padres, yo fui después –como te contaba- de siete meses de una manera de reinserción del hogar
otra vez. Mi padre no aguantaba vivir sólo y tan lejos y entonces acabamos yéndonos todos a
Brasil. Yo me fui con mi familia pero sin tener nunca la decisión de emigrar, ni haber aceptado
muy bien la condición de migrante y de alguien que tuvo que dejar su país. Yo lo hice contra mi
voluntad (entrevista nº 23).
Me fui cuando nació mi niña, justo al año. Mi marido creo que en el 1961 ó 1962, ahora estoy en
duda. Se fue él solo, que hubo inmigración, con las expediciones que hubo. No me acuerdo
cuantos fueron. Siempre lo referimos porque eran todos de aquí (entrevista nº 26).
Pues porque aquí no había trabajo. Yo estaba na más que con el esparto y el esparto se acababa,
y ya pues echaba dos o tres meses de esparto y to el año parao. Y aquí te espero na, sin comer na,
to el día por ahí con el esparto por esos cerros (entrevista nº 13).
Sí, sí yo fui la que dijo de irme, porque había mala situación en España. Cuando yo me fui
estábamos viviendo en Tabernas y la verdad es que no estábamos tan mal. Mi padre estaba de
cortijero y ganábamos algo y nosotras la mujeres pues criábamos animales a medias con este
señor, dueño del cortijo en que estábamos (entrevista nº 30).
Pues porque no había forma de vivir en mi pueblo. Allí no había ná más que la poca tierra que
teníamos y no había otros medios. Entonces en aquella época no había ná, hoy está la playa y
cualquiera se puede ir a un hotel, a un restaurante, pero es que antes no había ná. La poca
agricultura que tenías, o meterte a pastor y vivir de cuatro cabras y cuatros cosas, pero eso no era
forma y yo no lo veía bien (entrevista nº 28).

Cuando tornan los emigrantes en vacaciones o en pequeñas estancias “hacen


gala”, en una exhibición hasta ostentosa, de ciertos artículos –electrodomésticos,
coches, radiocasetes, etc.- reservados en España a una minoría elitista. Esto crea un
imaginario de emigración en los que se quedaron. Nunca se mencionaban los
sacrificios, el desarraigo y las discriminaciones sufridas en los lugares de acogida.

Pues, la verdad sea dicha, pues entonces no había trabajo y dijimos vamos a hacer un viaje por
ahí, tanto como se ganaba en Alemania, porque decían tanto eso de: ¡Alemania, Alemania,
Alemania! Y probemos la suerte y no hemos tenio mala suerte tampoco, porque hemos estao
comiendo, trabajando. Al final yo tuve un trabajo bueno que fue en la renfe alemana (entrevista nº
5).
Yo tenía dos amigos que ya estaban en Alemania y ellos me hablaban y tenía contacto con su
familia y yo veía que ellos progresaban y yo veía que yo no podía vivir y entonces pues ese fue el
motivo (entrevista nº 9).
Como estaba en la mili, y en la mili nos calentemos unos cuantos amigos, ¡vámonos a Alemania!,
¿cómo que nos vamos a Alemania? y desde allí mismo, estando de permiso aquí en Almería en
Viator, nos bajemos aquí a inmigración y nos apuntemos y tan pronto nos apuntemos, al poco nos
vino la carta y arreamos tos, salimos unos cuantos juntos (entrevista nº 18).
Tenía allí un hermano de la mujer y entonces la ilusión de que fulano ha traído tanto dinero.
Además yo me fui antes en una vendimia que aquello que traje –unos tres mil duros- pues pa lo
que se ganaba entonces eso fue una locura para todos, en dieciocho días que estuve en la
vendimia (entrevista nº 7).

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Ángeles Arjona, Juan Carlos Checa y Francisco Checa y Olmos

Es lógico pensar que la combinación de estos factores incitasen a emigrar, ya


no sólo a los parados, o los que su situación no era estable, sino también a personas
con una cierta comodidad que buscaban ese mayor poder adquisitivo.
Ahora bien, el emigrante asistido no sabe antes de marcharse en qué actividad
económica se va a insertar profesionalmente, desconoce el salario a percibir en el
país de destino y desconoce la jornada de trabajo semanal (véase Lara, 1977). Esto
nos indica que el emigrante ve a la emigración como única solución a sus penurias,
de ahí que no se preocupe por cuestiones importantes de los trabajos que
desarrollará en destino. La idea que ronda por la mente es la de marcharse fuera
“como sea y a donde sea”.

Bueno elegí Alemania como pudiera haber elegido Suiza o Francia, pero entonces no es que
supiera lo que se ganaba. Siempre de haber mejorao, donde hubiese sido, no me importaba a mí
nación alguna (entrevista nº 9).
Nada, nada, yo no sabía ni que existía Alemania, solamente a través de este señor que llevaba la
Cámara Agraria -antes era la hermandad de labradores- que me dijo que si me quería ir para
Alemania que le habían dicho que tenía un contrato (entrevista nº 17).
Pues porque nos fuimos ahí…, y está bien. Si decidimos a Bélgica pasamos lo mismo y dijimos
Alemania y tuve suerte. Yo es que estuve primero en Alemania y estuve en la obras y no me
gustaba mucho y entonces me vine y luego me fui otra vez, al poco tiempo, fui otra vez y hasta
el fin (entrevista nº 5).
Entonces le dijo a la hermana cómo estaban las cosas aquí, entonces la hermana le dijo que si se
quería ir a Argentina, que allí había trabajo y que ella le arreglaría los papeles y le buscaría
trabajo, que haría los trámites; pues mi marío encantao. Entonces ya me lo dijo él: "mira que carta
he tenío, si quieres, yo me voy a la Argentina, si me quieres nos casamos, si no yo me voy igual
(entrevista nº 16).

El Viaje

Conseguir un contrato de trabajo “legal” significaba lo mismo que tener una


situación controlada en el país de acogida. Puesto que los países expulsores y
receptores de trabajadores fueron muy exigentes en el control de entradas,
rigurosamente reglamentadas en cuanto a número, tipo de trabajo y duración de
permanencia.
Los trámites para arreglar los “papeles” no siempre eran fáciles: visados,
permiso de residencia, antecedentes penales, certificado de buena conducta, etc.
A veces el visado no se podía conseguir en Almería, por lo que nuestros
emigrantes debían ir a Barcelona con ese propósito.
Un trabajador que deseaba obtener un contrato de trabajo para Alemania,
por ejemplo, debía realizar una inscripción en el propio Instituto o en las oficinas
provinciales del Servicio Nacional de Encuadramiento y Colocación de la

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Sin trabajo y sin esparto

Organización Sindical que colaboraban con él, a través de la Seguridad Social, de la


Caja Nacional y de la Magistratura de Trabajo.

Bueno, yo es que lo hice, yo me fui y estuve nueve meses, me vine y al año me volví a ir, y ya se
vino mi hermana. Estuvimos tres años más, nos vinimos por aquello que, mi madre no
podíamos llevárnosla, probamos a venir aquí y yo en el 1961, en el 1960 fue cuando empezaron
a venirse de aquí, bueno empezó alguno antes, uno creo, pero en el 1960 ya se empezaron a ir y
en el 1961, en marzo del 1961. No te vayas a pensar que no tiene retórica la cosa, yo me hice el
pasaporte aquí en Almería, pero, sin embargo, no me daban visado para poder salir de España.
No lo daban, te hacían el pasaporte, tu pedías el pasaporte y te lo daban y entonces había que
estar como decía aquél al loro, yo escribí a Barcelona a ver si allí daban visados y me dijeron que
sí. Entonces cogí y me fui a Barcelona. Que de las cosas raras, allí me pasó una, llegué y me puse
porque la policía estaba en la plaza de España, estaba y está, me puse en la cola donde había que
me dieran visado, y me vine a poner detrás de un amigo mío que hacía unos días que se había
ido, y vine a parar, y dice “qué haces aquí”, y le digo yo “seguramente lo mismo que tú”, de
forma que se me quedó abrazado, je je, qué bonito. Había mucha gente en las colas, a lo mejor
había 70 u 80 personas, por decir una cosa. El visado era pa salir de España, una vez que estabas
fuera no necesitabas el visado na más que pa cuando fueras a tener que volver aquí a España.
Entonces como normalmente ya veníamos con contrato de trabajo, pa volver, y a parte de que
veníamos con contrato de trabajo antes de venirnos íbamos y nos visaban el pasaporte allí. El
visado me parece que era pa un año, venías estabas aquí un mes o dos el tiempo que... tres meses
máximo, porque según la construcción era muy malo este tiempo pa trabajar allí. Cerraron lo del
visado, no sé por qué, vieron que había tantísima gente que dieron órdenes de no darlo, y no lo
daban, habían provincias, y en Almería como salía tantísima gente, nos hacían pasaporte pero
visado no, ibas a buscar el visado donde vieras que lo daban, que lo conseguías, y yo lo conseguí
y aquel muchacho que encontré allí también (entrevista nº15).

También en el caso de la emigración se dio el “tráfico de influencias”.


Cuando ya no había papeles para todos los que lo solicitaban, ser amigo del alcalde
o de una persona influyente facilitaba las cosas. Incluso después de tener toda la
documentación, según estipulaban los acuerdos bilaterales de emigración, el tiempo
de espera antes de emprender el viaje se alargaba.

La primera vez estaba recién casao. Me tiré allí nueve meses y vine y entonces me llevé a mi
mujer, que no es que te hacías los pasaportes así, así de aquella manera, ¡sabe usted lo que pasa!
Entonces la policía y la guardia civil a uno no lo autorizaba y tenías que ir al alcalde para que te
firmara y te hiciera el pasaporte y siempre te ponían cosas y cosas y entonces emigraba el que
tenía dinero. Nosotros es que íbamos a buscar la vida no nos dejaban pasar, que nos costaba el
pasaporte dinero y que había que echar ganchos para que te lo hacen. La primera vez que yo me
hice el pasaporte me pilló en Mataró. Me costó las perras arreglar los papeles. Me pillaron tres
veces y tres veces fui a la calle. Me pillaron la policía con los papeles y que no había manera. Que
tenías que no sé qué, que tenía no sé cuántas y entonces un día por la amistad y por las cosas
venía un hombre allí. Y lo que pasa, hablamos de una cosa, hablamos de la otra y sacó la
conversación de que si me quería irme a Francia, yo se lo arreglo, deme usted el carné de
identidad y se lo paso por la comisaría y después de unos cuatro días que estábamos trabajando
en las tomateras, y vino aquel hombre y ahora mismo vengan ustedes. Me acuerdo que el
pasaporte quedó manchado de la tomatera y estaba el director de la policía y me había echao tres
veces para atrás y aquel día con aquel hombre que vino pasé y recuerdo que me costó siete días
trabajar para regalar la pluma estilográfica que pagué para un amigo del hombre ése, porque me
exigían que tenía que estar seis meses empadronao. Pues la pluma eso fue lo que me costó irme. El
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Ángeles Arjona, Juan Carlos Checa y Francisco Checa y Olmos

otro me dijo que todos los días jugaba al billar con el inspector de policía de allí y ¡como no me
iba a hacer el pasaporte a mí y todo lo que él hubiera querío! A mí me decían que no se podía, que
tenía que llevar unas doscientas o trescientas mil de depósito, como que iba de turista porque
antes no se podía trabajar... cosas de Franco que tenía la gente aquí recortá para morirse de
hambre (entrevista n º 7).

Los países demandantes de mano de obra eran bastante exigentes en su


selección: tenían que ser hombres fuertes, sanos y jóvenes, es decir, rentables y
productivos. Como algunos de nuestros emigrantes relatan, “se llevaron la flor y
nata de España”.
Los trabajadores que solicitaban emigrar a través del Instituto debían
someterse obligatoriamente a un doble control médico; antes de salir del lugar de
partida y al llegar al país de destino. Los primeros reconocimientos se realizaban casi
en su totalidad en la capital de provincia. El IEE asignaba al emigrante un
especialista español y otro del país de acogida. Si los clasificaban como “aptos”
estaban preseleccionados para conseguir un contrato de trabajo. Si por el contrario
te clasificaban como “no apto”, esta posibilidad se cerraba; cualquier deficiencia
bastaba para que no fuesen preseleccionados, como una muela picada, problemas en
la vista, etc.
El segundo reconocimiento se realizaba normalmente justo a la llegada al
país de acogida, en la misma estación de tren. Si aquí los clasificaban como “no
aptos”, de forma inmediata los repatriaban a España. En ocasiones, antes de volver
a entrar en España los sometían a otro reconocimiento.
Por su lado, los emigrantes que viajaban a Ultramar pasaban
reconocimientos antes de embarcar. De no superarlos, los desestimaban. Ello
creaba un estado de desasosiego y, hasta último momento, se vivía con temor el no
poder emigrar.
En general, solían hacer una analítica exhaustiva de sangre, orina, heces
fecales, revisiones dentales, vista, oído y flexibilidad.

Aquí y allí también. A mí me hicieron análisis de orina, reconocimiento de pantalla,


reconocimiento de vista, de todo y cuando llegamos allí, igual (entrevista nº 6).
Nos fuimos a Almería, donde pasamos reconocimiento médico todos, los que estaban sanos nos
pasaban a Madrid. En Madrid pasábamos otro reconocimiento y ya nos juntaban en grupo y nos
llevaban ya a nuestro destino. Y luego una vez en Alemania cada uno para su destino (entrevista
nº 4).
Te hacían un contrato, un reconocimiento médico, eran muy generales. Si no lo pasabas no te
podías ir, no te contrataban. A mí me tiraron pa atrás por la vista, porque tengo falta en un ojo.
Entonces luego me fui como reagrupación familiar. Allí los empresarios alemanes exigen que las
personas que vayan a trabajar vayan sanas, lo exigen (entrevista nº 26).
A mi suegro al principio no le dejaban pasar porque tenía una cosa en los ojos, no me acuerdo
como se llama ahora, y nos tuvieron como una hora esperando los resultaos de mi suegro,
pensamos que no nos iban a dejar. Ya habíamos vendío to, no teníamos naíca. A mi marío, a mi

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Sin trabajo y sin esparto

hijo, a mi suegra y a mí ya nos vieron y nos dejaron pasar, pero mi suegro allí esperando. Al rato
pasó un cura y mi marío le contó lo que pasaba y le dijo: “usted no tenga problema”, porque
antes los curas tenían mucha mano, y ya va pa un lao ya va pa otro. Y mientras nosotros
esperando, hasta que llega y nos dice que nos podemos ir a la Argentina, qué suspiro dimos.
Porque lo vendimos to pa poder comprar los pasajes, eran muy caros, nos quedamos sin na, el
cortijo, los animalillos, hasta los platos vendió mi suegra, una caldera, una artesa de amasar, to
(entrevista nº 16).
Tuve que ir a un médico que te ponía la expedición, fue un reconocimiento que me dejaron en
cueros, de todo, flexiones por si tienes algún miembro mal, y cuando llegué allí tuve que
hacerme otro reconocimiento médico (entrevista nº 27).
Primero en Francia y tuve que pasar reconocimiento aquí y en Irún. Luego en Alemania,
reconocimiento aquí y antes de trabajar otra vez allí, y ya cuando me hicieron ya esos
reconocimientos el hombre allí conmigo, como de lazarillo, yo de lazarillo de él (entrevista nº
17).
Una vez que estábamos allí en Gomicur, trabajando, no sé si a los cinco o seis meses había que
pasar revisión médica, te llaman para que fueras. Era un reconocimiento de todo, para ver si
estabas bien, porque si no, te echan del país. Ellos, aparte de la revisión que te mandan aquí en
España para que puedas irte con todos los papeles en regla, te hacen otro reconocimiento al
tiempo, por si acaso los papeles que te arreglaban aquí en España eran falsos, eran de otra
persona, lo comprueban. Se lo hacían a todos los que iban, pero solo una vez nada más. Era un
reconocimiento normal, sin análisis, ni nada (entrevista nº 11).

Desde que el inmigrante se inscribe en el IEE hasta que finalmente consigue


el contrato de trabajo y, por tanto, viaje, pueden pasar varios meses.
A consecuencia de la lentitud burocrática muchos trabajadores optan por
emigrar por sus propios medios. Los que parten sin control son calificados como
emigrantes “clandestinos” (Pascual, 1970:98). Para ello, algunos cuentan con un
apoyo en el lugar de destino, un familiar o amigo, que sirvan de gancho. Lo único
que tiene que hacer es procurarse un pasaporte y el dinero suficiente para llegar. “Al
irse como turistas tienen la posibilidad de residir en los lugares de destino durante
tres meses. En este tiempo tienen que conseguir un contrato de trabajo, ya que a
través de él podrán legalizar su situación en el país. Pero expuestos a la expulsión
por no tener los papeles en regla, los patronos les someten a condiciones
infralegales, salariales o de duración del trabajo” (Díaz-Plaja, 1974:32).

Bueno, en esa época estaba mi cuñao, el marío de mi hermana mayor, pero yo me fui
primeramente, intenté pasar pues como turista y entonces nos pusieron el sello negro que nos
pusieron en la frontera alemana y no nos dejaron pasar, después intentamos pasar
clandestinamente pero yo concretamente, íbamos varios de aquí como unos doce en dos coches
turismos desde Barcelona, que los alquilamos en Barcelona, que eso sería más largo de contar,
pero bueno. No, porque, debido a que tenía mi cuñao allí en Alemania, él me decía, si te ponen el
sello negro mejor que no pases, lo cual todos los compañeros se fueron para Alemania, -esto fue
en el sesenta y dos pasaron clandestinamente dejando sus maletas y sus enseres abandonadas,
poniéndose la ropa que podían y el resto dejarlos tirao con sus maletas, para pasar a través de un
río que tenían que pasar. Yo como mi cuñao me decía eso, yo ya no lo intenté ni siquiera,
entonces en Estrasburgo que era allí donde había que coger a un guía para que los pasaran por el
río, yo ni lo intenté, me quedé en Estrasburgo. Busqué trabajo a los pocos días de estar allí,
encontré un trabajo y posteriormente mi hermano que estaba en Marsella, como te he dicho, que
53
Ángeles Arjona, Juan Carlos Checa y Francisco Checa y Olmos

me estaba ganando la vida regular, me dijo: “que si quieres venirte a Marsella, aquí más o menos
vamos bien”. Me fui a Marsella y ese año en noviembre o por ahí, aproximadamente, y ya me fui
pa casa, esto fue en el sesenta y tres. Luego estuve en la Costa Brava, trabajando con los albañiles
y al principio en el sesenta y cuatro fue cuando ya me apunté a la emigración oficialmente en las
inscripciones que había de emigrantes, pero no obstante no sabía si esto me iba a venir aprobado
o no y por no perder el tiempo por aquí me fui a Andorra y estando allí en Andorra, me vino un
aviso que si quería repasar reconocimiento médico que me presentara tal día, lo acepté me
comunicaron y me vine para Almería, pasando dicho control médico uno alemán y otro español,
de modo que sí, o mejor dicho, primero el español y luego el alemán. El día 22 de Junio de 1964
partimos hacía Madrid, Madrid-Irún, Irún-Colonia y Colonia, hicieron la distribución a cada
emigrante según el destino que llevábamos. Cada uno con el contrato de trabajo donde iba
destinao a la fábrica donde iba a trabajar (entrevista nº 12).

El viaje estaba perfectamente planificado. El IEE se encargaba del viaje y de


sus trámites, billetes de tren, horarios, etc. Generalmente el medio de transporte
más usual era el ferrocarril. Las largas distancias, unidas a las carencias en
infraestructuras, hacían del trayecto, según los testimonios de los protagonistas, una
auténtica “amargura”. Se viajaba en trenes especiales, sin las mínimas condiciones
de confortabilidad, sobre todo, para recorridos tan largos como los que separaban
Almería de Suiza, Alemania o Francia.

El viaje duró una eternidad, no sé si fueron… Salí de aquí el veintiuno de mayo y llegué allí el
veintitrés de mayo. Salí el veintiuno, no me acuerdo a la hora, de aquí y llegamos el veintitrés por
la noche a Stuttgart. El veinticuatro pasamos los reconocimientos y el veinticinco empecé a
trabajar; prácticamente cuatro días de viaje. No me acuerdo muy bien de los recorridos, es que
no sé ni por qué frontera entramos a Alemania. Supongo que al irnos por Madrid entráramos
por Irún, Bourdeaux y ya allí sé que el primer punto de encuentro importante en Alemania fue
en Colonia y luego nos volvieron para Stuttgart en otro tren (entrevista nº 17).
Ellos iban con todo, con contrato de trabajo, porque si no, no te dejaban entrar a trabajar. El
que iba sin papeles sabía que se tenía que venir para acá. Te hacían revisiones médicas de todo,
te ponían las placas. Él tuvo que hacerse una de análisis, de todo. Aquí se formaba una
expedición por el sindicato, y tal día sale esa expedición, le pagaban su billete, todo. Alemania se
hacía cargo de todo. En Almería había uno del sindicato, me parece, que se hacía cargo de ellos,
en ese grupo eran veinticinco. Iban desde Almería hasta Madrid y de Madrid a Colonia. Iban
catorce vagones, desde Almería salimos cuatro o cinco vagones e iban cogiendo a gente de aquí
a Madrid, allí ya se completó el tren. En Colonia había un alemán, típico alemán que los recogía;
ellos iban enumerados, él llevaba el número 41, por delante y por detrás, para que cada alemán
supiera quién era (entrevista nº 24).
Me fui en el tren. Era muy malo. Los vagones eran muy malos. Nos fuimos entre un vagón y
otro, ahí nos fuimos subidos, porque no había sitio y eran muy malos. Tardamos en llegar tres
días. Tuvimos que estar un día entero en la estación de Madrid, ¡qué hacía frío!, pero..., no
teníamos dinero para ir a una fonda. No me acuerdo de lo que costó el billete, pero sí me
acuerdo que tuvimos que ahorrar mucho para comprarlo, tuvimos que vender unos animalillos
que teníamos, para poder coger el billete hasta San Guesa. Mi marido se fue con trabajo ya, en el
pantano. De Navarra a Francia nos fuimos en el tren. Ese era mejor (entrevista nº 11).
Nos fuimos en un tren, de eso sí que me acordaré toda la vida. Un tren de madera con los
asientos de madera, ¡qué bonito!, ¿eh?, era muy difícil porque llegabas, ¡figúrate tú como llegabas!
Entonces había tres categorías: primera, segunda y tercera y los pobres como no teníamos
mucho dinero, sacábamos la que menos nos costaba. Pero chiquilla, era tanta la ilusión que

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Sin trabajo y sin esparto

llevábamos, que no nos molestaba. Aquella vez, el tren estaba medio regular, lo malo era aquí en
España, eran los trenes españoles. ¡Ahora!, luego, ya una vez que cambiabas ya a Francia, ya eran
muy diferentes, esos sí estaban de maravilla, pero aquí estaban pésimos. Me acuerdo yo de
aquellos detalles de los asientos de madera. Tardamos en llegar dos días y tres noches,
muchísimo, una amargura. El billete nos costó tres mil y pico a cada uno, el pico no me acuerdo,
pero fueron tres mil y pico pesetas; de ida (entrevista nº 1).

Los emigrantes a ultramar utilizaban el barco. Los había de transporte de


mercancías y de personas. En los primeros solían dejar que viajasen emigrantes, si
había sitio libre, a veces a cambio de ayudar en las faenas navieras. En general se
trataba de emigrantes clandestinos. Los segundos eran barcos especiales para
viajeros; solían embarcar en Barcelona, divididos en tres plantas, según categoría
social: clase alta, media y baja. Nuestros emigrantes viajaban en la parte inferior, en
clase baja. Según los testimonios de algunos de ellos, estaban muy bien
acondicionados, pero no se podían comparar con las otras dos plantas. El viaje
duraba una media de quince días, dependiendo del país de destino. Para poder
comprar el pasaje, algunos tuvieron que vender los pocos bienes propios: casa,
muebles, terrenos, etc.

En barco, embarquemos en Cádiz. Echemos quince días y en siete días vimos na más que vimos cielo
y agua, cielo y agua... cuando ya vimos un pajarico dijimos "¡uy, ya viene tierra!". Pero na más que
cielo y agua. Íbamos por el Ecuador ¡Uy que calor!. Íbamos de la proa a la popa viendo los
pescaditos. Pero el barco era como un sueño, yo porque no me acuerdo lo que medía, pero
llevaba iglesia, piscina, cine, tres salones pa la gente rica, pa la gente mediana. Una pa los ricos,
que no podías entrar. Otra chica que iba con dos niños, uno con cinco añillos y otra con ocho,
dice: “Abuela, quédese con los niños que nosotras vamos a ir a goler por ahí.” Y dice: “Bueno yo
me quedo, vayan ustedes.” Ella era un poco más mayor que yo, pero también era joven y nos
metimos, ¡cuando nos vieron nos sacaron! Pero, ¡si tú vieras lo que llevaban ahí! Y luego estaban
los medianos y luego nosotros, los más pobres, pero ¿sabes tú como nos atendían? Nos
cambiaban todos los días de sábanas, de toallas, en el suelo había una limpieza, unas comidas...
En el pasaje entraba to, la comida, los pasajes, to. Allí había tiendas, peluquerías había de to. Te
hacían fiestas dos o tres veces en semana. Nosotros íbamos a donde nos pertenecía, "cada
mochuelo a su olivo", hacían de to. En la piscina, porque yo que me iba a bañar, pero ahí se
bañaban. Eso era un pueblo. Uno cuando se va, lleva pena porque no sabe lo que va a ver, deja
a su madre, a su padre, a toda su familia, a su país, porque te lo pasas llorando, pero la que
llevaba toda su familia, iban la mar de contentas, con mucha diversión (entrevista, nº 16).

Llegada

La llegada a la estación no dejaba de ser menos dura y dolorosa que la


partida y el viaje. La gran mayoría de nuestros emigrantes desconocían a dónde iban
y con qué se encontrarían. A su llegada, en la misma estación, pasaban un
reconocimiento de clasificación y numeración, lo que creaba una situación de
desasosiego y temores que, en muchos casos, no ayudaban a superar los escasos
intérpretes habilitados para recibirlos.

55
Ángeles Arjona, Juan Carlos Checa y Francisco Checa y Olmos

Lo normal era que el empresario o los encargados acudiesen a la estación y


los recogiesen para su traslado al lugar de trabajo.
En muchos casos, especialmente por las dificultades que existían con el
idioma, los capellanes de las misiones católicas y asistentes sociales de Cáritas hacían
la función de intérpretes.

Cuando llegaron allí, aquel hombre les decía: “todos para mí”. Como una mercancía de naranjas,
igual. Allí los recogían. Al llegar a Alemania en diferentes sitios se quedaban los hombres que
necesitaban. Los que salieron de Almería iban todos juntos. Él no sabía ni leer ni escribir, a un
país extranjero, que no sabía ni a dónde iban. Aquello fue muy grande, muy duro, era muy duro
(entrevista nº 24).
Nos montamos en el tren y cuando llegamos a Francia, como no entendíamos, nos bajamos y
cuando le enseñamos al revisor el billete, otra vez a montarnos, porque allí no nos teníamos que
bajar, otra vez los bultos al tren. Porque no entendíamos. Ése le dijo que cuando llegásemos a
París, que es donde nos esperaban, nos avisarían. Nos esperaban en París unos amigos de
Navarra. El patrón que nos contrató les dejó un coche para que fueran a recogernos (entrevista
nº 11).
Mi viaje fue una odisea. Me fui a Madrid sin saber a dónde iba, porque era la primera vez que
salía de aquí; llegué pa morirme, porque me fui en aquellos trenes de madera, con vagones
corridos todo de madera. Iba lleno de militares, ¡llenico de militares! Llegué a Madrid, en la
primera estación donde nos bajamos, había como una pensión; yo de Madrid no sabía nada. Me
fui con una chica y no se a dónde iba, porque ella se quedó en Madrid y yo me fui a Alemania.
Me fui a la pensión y claro llegué tan... de toda la noche sin haber dormío y del mal humor que
llevaba por haberme dejao a mis niños, y de la tristeza que llevaba, pues... Había una mujer,
buenísima, la mujer me preparó una cama y le dije: “tengo que ir al consulado a tal hora”, y me
dijo: “usted no se preocupe que yo a esa hora la llamo”, me llamó y me fui. Le pregunté donde
podía coger pa ir al Consulado y me explicó. Cogí el metro en Madrid pa ir al Consulado. Llego
al Consulado, entro al cónsul y le digo: “mire, voy a Alemania con mi marido que está allí”. Yo la
carta de llamada que me había mandao mi marido no la había recibío, llegaba aquí a la casa y yo me
había ido ya. Le digo: yo traigo este papel que me lo ha hecho un gestor en Almería y dice, si está
su marido allí, usted no necesita absolutamente nada; el papel que me habían hecho llevaba la
dirección de dónde estaba él, todo. De allí me fui a París. En París me esperaba una tía mía y un
primo. Estuve allí un día y una noche y le dije a mi primo que me mirara el tren que tenía que
coger pa irme a Alemania y el pobre se enteró, pero mal. Desde donde vivía mi tía hasta donde
tenía que coger el tren pa irme a Alemania, tuve que hacer ocho transbordos. Yo iba sólo con
una carta en la mano con la dirección de él. Me encontré a un español y me ayudó a llevar la
maleta y me dijo donde tenía que coger el tren hasta llegar a donde quería. Él estuvo tres días y
tres noches esperándome a seiscientos kilómetros más paca; me equivoqué y tenía que haber
cogido un tren francés y cogí el que iba a dónde estaba él, claro al llevar la dirección puesta, el
hombre aquel, me dijo el tren que era, pero no donde él me estaba esperando. Él estaba en
Frankfurt, esperándome donde llegan los trenes franceses, pero allí no es como aquí. Yo me tiré
desde por la mañana que cogí el tren hasta por la noche cuando llegué, de pie en el pasillo a ver
si lo veía. Por la tarde me senté porque el revisor me dijo que me sentara; había unos banquetillos
en los pasillos pa sentarse. Yo iba pendiente a ver si lo veía cuando llegué a Frankfurt, pero claro,
yo no lo podía ver en la vida porque él estaba en otro sitio. Allí se tiró tres días y tres noches,
esperándome. Claro mi primo se equivocó y yo que llevaba la dirección que era lo único que me
servía pa poder coger un tren (entrevista nº 24).
Bueno, en la frontera nosotros no llevábamos porque nosotros allí íbamos acompañados por
expediciones, yo recuerdo cuando llegamos a Alemania y bajamos allí a un arcén y un señor
español con acento andaluz ya nos fue separando y se nos puso un número a cada uno como si

56
Sin trabajo y sin esparto

fuésemos sacos de patatas y con eso ya estábamos unos distinguidos de otros. Entonces ya había
allí un señor alemán el que nos recibía y nos iba dejando en cada punto los que llevaba.
Nosotros íbamos todos a Ludessafer y nos acompañó este señor a este pueblo y allí estaba el jefe
esperándonos. Supongo que serían por zonas, los que iban a Ludessafer le ponían un número y a
nosotros nos colocaron un número y a los demás, así sucesivamente. Yo recuerdo que cuando
nos llevaban al tren nosotros no sabíamos que tren teníamos que coger y entonces nos llamaban
con la mano y el tren directo, sin hacer trasbordo, a Ludessafer (entrevista nº 9).
Pues a lo primero yo no conocía nada, sólo que salimos de aquí en febrero y nada. Ni sabíamos a
dónde íbamos, nada más que nos llevaron de aquí como borregos y nos hicieron embarcar en un
tren como los que habían antes que era nada más que madera, que cuando llegamos a Madrid,
que nos tiramos el día y la noche para llegar a Madrid; siempre estamos paraos en esas vías, hasta
que llegamos a Madrid. Otro día nos tiramos en la frontera y de allí otro día que nos tiramos
para llegar a Alemania. Una vez que llegamos a Alemania, una nevá que no podíamos andar y
nosotros con sandalillas puestas y hasta el chofer que venía con nosotros se nos quedaba mirando
los pies y: “¿de dónde vendrá esta gente?” (ja, ja) decía el alemán: “¿se pensarán que vienen de
verano?” Nosotros con las sandalillas puestas y que íbamos atascaos con la nieve hasta aquí (se
señala la rodilla), eso fue en febrero. Salimos de aquí el día doce y llegaríamos en día quince o
dieciséis a Alemania (entrevista nº 5).

A veces acudían familiares o amigos a recibirles a su llegada al país de


destino, aliviándose la situación de desconcierto. Después de ser trasladados a la
residencia, que normalmente estaba junto al lugar de trabajo, la incorporación a éste
era inmediata, al día siguiente.
El tipo de dificultades con que se encontraban los trabajadores tenía que ver
con el desconocimiento del idioma, dureza del trabajo, incomodidad de la vida en
viviendas colectivas, así como añoranzas y desarraigo. Encontramos casos en los
que el desconocimiento del idioma y la falta de formación sobre el trabajo a realizar
tenían como consecuencia accidentes laborales.

Llego allí, y no llevo seis semanas y me quemé toda la cara porque me reventó una máquina y me
puso la cara… y como iba de prueba dos meses me dijeron los compañeros que me iban a
despedir y les dije: “pues si me despiden pues con mis hijas y mi mujer me voy, no voy a ningún
sitio malo, que me dejan lo mismo me da”. Cuando cumplieron los dos meses me renovaron el
contrato (entrevista nº 6).
De aquí, ninguno íbamos nuevo de toda la provincia, fuimos en un tren a Lyon, a Lyon no,
fuimos a un pueblecillo. Lo voy a explicar bien, fuimos a Lyon y de Lyon nos llevó un coche al
pueblecillo. A nosotros nueve nada más, iba gente de por aquí. Iba uno de un pueblecillo
también de por ahí que se llama Enix, cerca de Felix, de ahí iba uno. Total vamos pallá, y el
contrato era verdad, era para RENFE, y allí nos pusieron, pero la primera noche de trabajo
cuando me tocó a mí, sin saber una palabra de francés ni saber ná; ¡no darnos una semana, o dos
semanas, qué sé yo, un mes de instrucción, na, ahí nos pusieron! La primera noche de los de
Almería de los nueve que íbamos murieron tres, ¡murieron tres! Allí lo que hacíamos el contrato
que llevábamos era con una gruncha, para engrasar los veías y pa pintar. Y nos pusieron de golpe y
porrazo a enganchar vagones y desenganchar vagones, pos sí, en francés hablaban y no sabíamos
nosotros el francés, hoy sí podría hacer yo ese trabajo pero entonces no, y entonces yo estuve
dos noches. La gente moría porque los pillaban los vagones, porque no sabían lo que era
enganchar un vagón y desenganchar, ni que es frágil, ni qué es esto ni qué es lo otro. No sé que
pasaría, con un contrato que llevaban, ya los gobiernos se pondrían de acuerdo. Yo sólo sé que a
las dos noches, a mí no me paso na, yo no trabajo aquí más, esto no me interesa. Luego el

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Ángeles Arjona, Juan Carlos Checa y Francisco Checa y Olmos

barracón que nos llevaron, toos juntos en una hornilla de carbón, no había na más que una pal
pilón de tíos que había en la nave aquella de madera, el servicio estaba fuera, de madera, aquello
un desastre, allí habíamos alrededor de 150 tíos (entrevista nº 22).

Hay excepciones, como el caso de Holanda, donde el trabajador recién


llegado permanecía tres semanas aprendiendo el idioma y habituándose al lugar,
antes de incorporarse a la actividad laboral. Para poder pasar esos primeros días sin
más dificultades de las ordinarias, les solían dar una ayuda económica de diez
florines.

Yo cuando llegué allí no me fui directamente a trabajar, estuvimos tres semanas dando clases de
holandés, ¡tres semanas! A las tres semanas empezamos a trabajar. No es que fuimos y de
momento a trabajar, no, nos dieron clases de holandés; entre las clases que te dieron de holandés
y lo que podías chapurrear, te ibas conduciendo, pa pedir una cerveza, pa pedir pan, pa pedir esto
o lo otro, un café... es lo primero que se enrolla uno y luego ya a base de tiempo. Yo tuve la
suerte o la desgracia que me echaron a trabajar solo con holandeses, y no tuve más remedio que
aprender. Es que si yo llego allí sin idea de nada pues… Y también nos dieron diez florines para
poder comprar lo que necesitases, porque tenías comida y cama. Por mucho que yo te diga no
podrás imaginarte nunca cómo son estos sitios (entrevista nº 27).

Para los que viajaban sin contrato previo, los propios familiares o amigos
podían recibirles y conseguir un contrato de trabajo. Las dificultades no eran menos
para los trabajadores con su situación regulada o controlada, pero agravadas en el
anterior caso en torno a las condiciones laborales y la necesidad de resolver los
papeles.

Él había estado allí y ya entonces era el plan económico. No porque lo había pasado bien,
porque él lo pasó bastante mal; gracias a unos tíos que tenía allí y a unos paisanos que tenía, le
echaron una mano, le habían ayudado mucho. Porque él tuvo que estar en unos barracones, que
había para los inmigrantes y gracias que lo escondían para que por la noche durmiera allí y el
vigilante no lo viera, lo pasó bastante mal. Lo que pasa que él vio lo que había ganado en dos
años de soltero, luego si nos íbamos casados y conseguíamos trabajar los dos. Nosotros nos
fuimos en el plan de estar dos o tres años, trabajando allí, traernos el dinero para cogernos un
piso y venirnos a Barcelona y trabajar en Barcelona. Para mí mi ilusión y mi vida era Barcelona,
yo no pensé jamás salir de Barcelona. Nos fuimos en un autobús. En un autobús de esos que
van al extranjero, en aquella época, en vez de ir ocupados con marroquíes, iban ocupados de
inmigrantes españoles que volvían de vacaciones, porque la mayoría estaban trabajando allí. Dio
la coincidencia que hablando con unos señores que eran de Murcia, que habían cogido el
autobús en Barcelona con nosotros, estaban trabajando en un pueblo, Erinsausen, que es donde
tenía mi marido uno de los paisanos. Nos dieron su dirección y luego nos hicimos amistad; dio la
coincidencia que ese señor se mareó luego en buscarme la lista de niños españoles que había en
aquel pueblo y en toda la zona de alrededor, y gracias a eso conseguí doce horas de trabajo (...)
Íbamos a la aventura. Llevábamos treinta mil pesetas en el bolsillo, íbamos a un hotel. Un
hombre o mujer sola con cualquier amistad te metes, te apañas para dormir aunque sea en un
sofá, pero ya éramos dos, un matrimonio, entonces nos íbamos a un hotel. Él sabía que era
tornero, que era un buen oficio, sabía trabajar muy bien y eso lo sabían valorar los alemanes,
porque era tornero de planos, él trabajaba a la milésima. Y entonces él sabía que en cuanto le
hicieran una prueba, lo metían en cualquier sitio, él sabía que tenía trabajo en cuanto llegara pero
58
Sin trabajo y sin esparto

yo ya era más difícil. Entonces en aquella época sucedía lo que pasaba aquí cuando llegamos a
Barcelona, la policía al llegar a la aduana, la policía subía al autobús pidiendo papeles, pasaportes,
si veían el sello que ya trabajaban en Alemania pues nada, al otro. Llegó la policía a nosotros:
pasaporte, menos mal que mi marido ya sabía cuatro palabras esenciales porque había estado dos
años, pero claro lo que pasa cuando eres joven, conoces a chavales y chavalas y aprendes más
por ejemplo en esos años que estuvo conmigo, se defendía medio regular. El policía le dijo que
cómo que íbamos de turistas a Alemania, él le dijo que nos habíamos casado, le enseñamos los
anillos e íbamos de luna de miel a Alemania. ¡Ah sí!, me dio el policía la mano y yo pensando ¿y
éste porque me da la mano a mí?, me dio la enhorabuena, que luego me enteré… Cualquiera
podía ir, la cosa no estaba tan mal como para no ir. Le dijo que tenía familia en tal sitio, como mi
marido había estado trabajando allí, se lo dijo que había estado trabajando allí, en la Bayer en
Menercussen, cerca de Colonia, le explicó todo eso, que me llevaba para que yo conociera todo
eso donde él había estado y bueno el policía lo entendió y no nos puso pega ninguna. Pero muy
mal porque a algunos los bajaban en la frontera y lo repatriaban otra vez (entrevista nº 2).

El trabajo

El trabajo es el eje central sobre el que gira la vida del emigrante en el


extranjero. En el sistema de producción capitalista se asiste a una fragmentación del
mercado de trabajo en segmentos donde los salarios sufren desniveles. El enfoque
que ha estudiado esta segmentación del mercado de trabajo se conoce como teoría
del Mercado dual (véanse Doeringer y Piore, 1971; Piore y Berger, 1980). Según esta
teoría el mercado de trabajo está dividido en dos sectores, primario y secundario,
con estructuras y características diferentes. El mercado de trabajo secundario
incluye empleos mal pagados y con pésimas condiciones laborales, se da además
inestabilidad en el empleo y alta movilidad de los trabajadores. Por su parte, el
mercado de trabajo primario se caracteriza por mejores condiciones de trabajo,
salarios y relativa estabilidad.
Ni que decir que los trabajadores inmigrados se insertan en el mercado de
trabajo secundario, y son un componente necesario para la oferta laboral, ya que
pueden ser despedidos en periodos de recesión e, incluso, servir para mantener
bajos los salarios en épocas de crecimiento económico (Arjona, 2006).
Los emigrantes españoles ocupan generalmente los puestos de inferior
categoría dentro de la escala laboral europea. La mayor parte están empleados en la
industria, pero no como obreros especializados sino en condición de peones o en
puestos que requieren una escasa cualificación o un rápido aprendizaje. Así, en
Alemania, aparecen encuadrados en la industria del hierro y metal; en Francia y
Suiza trabajan en la construcción, existiendo también grandes contingentes de
trabajadores agrícolas.
Los trabajadores autóctonos tienden a ocupar los niveles más altos, con una
mayor cualificación. Los emigrantes son necesarios para llenar los puestos peor
pagados o más incómodos que han dejado los trabajadores nativos, pero que son
absolutamente imprescindibles para que toda la maquinaria productiva funcione
correctamente.
59
Ángeles Arjona, Juan Carlos Checa y Francisco Checa y Olmos

El conjunto humano salido de Almería hacia la República Federal de


Alemania, por ejemplo, se constituía por una población cuya ocupación en su lugar
de origen era mayoritariamente agraria o pertenecían al sector servicios. Fueron muy
pocos los trabajadores que tenían algún tipo de cualificación. Eran, por
consiguiente, fuerzas de trabajo idóneas para un país de capitalismo desarrollado
como Alemania, ya que uno de los requisitos para la existencia de la emigración es
su rentabilidad, directamente relacionada con la ausencia de cualificación
profesional de los obreros inmigrantes (Cózar, 1984:138).

Condiciones de trabajo

Ante la necesidad imperiosa de trabajar, y cuanto más mejor, para poder


enviar dinero a sus familias, el emigrante aceptó los trabajos más duros y peligrosos
y peor pagados: cadenas de montaje, construcción, minas y sectores metalúrgico y
químico, en general, son los lugares reservados para esta mano de obra. Además,
recesiones económicas o comportamientos no deseados por los empleadores,
fueron motivos suficientes para el despido y prácticamente la expulsión del país
(Garmendia, 1981:106).
Los emigrantes no tienen derechos, los salarios son bajos, desconocen las
leyes jurídico-laborales del país, etcétera. Esta situación, unida al estado de
inferioridad en que se encuentra el visitante, lo vuelve más vulnerable a la presión
frente a las demandas salariales de los trabajadores indígenas. El emigrante realiza
siempre aquellos trabajos peores, más peligrosos y peor retribuidos (Lara, 1977).
Como ya adelantamos, el emigrante asistido normalmente no sabe antes de
marcharse en qué actividad económica se insertará profesionalmente, desconoce el
salario a percibir, la jornada de trabajo semanal, etc. Los trabajadores emigrantes
están sometidos a la arbitrariedad de quienes los llaman y emplean. A menudo los
emigrantes sustituyen el tiempo libre por horas extraordinarias, con el fin de
aumentar el ahorro o incluso pluriempleándose los fines de semana.

Bueno elegí Alemania como pudiera haber elegido Suiza o Francia, pero entonces no es que
supiera lo que se ganaba, pero es que se ganaba más en Alemania porque el franco suizo estaba
más bajo que el alemán; hoy es a la viceversa, hoy está más subido el dinero suizo que el alemán.
Siempre de haber mejorado, donde hubiese sido, no me importaba a mí nación alguna. A mi el
trabajo era uno de los más pesaos de la fábrica pues yo trabajaba con un alemán donde eran
prensas, que lo mismo eran de neumáticos de tractores, de camiones y en ese trabajo hacía
mucho calor. Estábamos sin camisa en pleno invierno con la nieve allí al lado y las ventanas
abiertas semidesnudos. Allí no podías beber ná porque allí el agua mineral tiene mucho gas y
quema, pero también había unos paquetes de leche de litro con un sabor a canela y me tomaba
dos o tres paquetes de aquellos, pero cuando llevaba dos o tres meses me daba diarrea y de
momento tenía que ir al baño, lo mismo que me ocurría con la mantequilla: por no conocer el
idioma para desayunar y almorzar comía una pastilla de mantequilla y le echaba casi dos
centímetros de azúcar, porque no sabía pedir otra cosa y tenía muy poco tiempo –veinte

60
Sin trabajo y sin esparto

minutos- y en ese tiempo tenía que comprarlo en una tiendecilla pequeña y comer. La vida no fue
muy fácil, solamente los sábados que comprábamos en un supermercado y no tenías que decir
dame de esto, lo mismo que lo tenemos hoy en día en España, que llevas la cesta y coges lo que
quieres comprar. Allí en el supermercado había muchísimos artículos españoles, yo recuerdo una
vez de ellas y unas latas de sardinas y cuando llegamos nos dijo un compañero: “¿es que vais a
poner un supermercado?”; “no vamos a poner un supermercado, pero como hemos visto que las
sardinas eran españolas nos la hemos traído”. Nos alegrábamos mucho, hay muchas anécdotas
para eso “hay que estar fuera para sentirse español” y un poco de amor a lo tuyo (entrevista nº
9).
Allí también estuvimos muy bien, aunque el trabajo era muy sucio, de pieles. Una fábrica de
pieles de vaca. Entraban las pieles, pues despellejar al animal y llevárselas pallá, y salían listas ya
pa hacer los bolsos, los zapatos. Venían los camiones con las pieles del matadero, venían salás, y
allí en la fábrica había que curtirlas, para quitarles el pelo, rebajarles las grasas que tenían por
dentro en las máquinas; ir dándoles color con unas químicas en máquinas, tenían un proceso
muy laborioso. Tardaban en salir la piel desde que entraba a la fábrica hasta que salía para
venderlas en las tiendas de zapatos, de más de un mes. Era un trabajo que no me gustaba, era
sucio y malillo, con mal olor, pero ¡en fin! Pero por parte de los jefes te trataban
estupendamente, la gente que había trabajando era lo mismo; había poquita gente (entrevista nº
1).
La movilidad laboral a pesar de las duras restricciones que se imponían,
como ya hemos visto, era muy habitual en la búsqueda de condiciones mejores y
salarios más altos. Otro motivo recurrente entre los emigrantes que residían con su
familia eran los largos desplazamientos hasta el trabajo.

Me levantaba a las cuatro de la mañana cada día para entrar a las seis que había que fichar. Yo
tenía que ir veinte minutos andando y luego coger el tranvía, luego dejaba ése y cogía otro. Todo
ese tiempo tardaba en llegar al trabajo, me cogía bien lejos. Por la mañana tenía un cuarto de
hora para desayunar y media hora para comer. Salíamos sobre las cinco de la tarde. Mi marido
siempre trabajaba a turnos, una semana tenía que trabajar de mañana, otra de tarde y otra de
noche, igual que en Barcelona (entrevista nº 24).

En general, nuestros emigrantes estuvieron empleados en fábricas


industriales, construcciones, minas, tareas agrícolas, realizando los trabajos más
pesados y duros.

La situación socio-jurídica

La situación socio-jurídica del trabajador extranjero es, inicialmente, de


inferior categoría, aunque con el tiempo y cumpliéndose una serie de requisitos,
puede ascender en el mejor de los casos, pero nunca llegar a equiparase al súbdito
nacional. El caso más rígido y discriminatorio es el suizo (Diaz-Plaja, 1974:32).
El indocumentado estaba sometido a las condiciones que al patrono o
empresario conviniese. Es decir, un emigrante que no cumple con el trabajo o
decide marcharse antes de terminarlo podía ser denunciado a la comisaría de policía,
lo que suponía que le marcaran el pasaporte con un sello negro o cuño negro, como
61
Ángeles Arjona, Juan Carlos Checa y Francisco Checa y Olmos

señal de la infracción. El estilo de la marca es premoderno aunque las condiciones


de beneficio empresarial sean modernas.

A mí me pagaron un viaje porque yo tuve una equivocación de las que tenemos las personas, yo
me apunté a la emigración absurda y entonces me fui allí por una emigración absurda y entonces
estuve unos diecisiete días y ni me gustaban las comías, ni me gustaba –aunque me trataron bien-
el trabajo con los ajos y le había dejado a mi mujer allí en mi casa, pa ordeñar y que: “yo me haya
dejao en mi casa tres vacas en mi casa y que las ordeñe la mujer y me venga yo a ordeñar aquí en
Suiza vacas” y abandoné el contrato y me pusieron en el pasaporte: sur de Suiza en 24 horas,
entonces cogí un taxi y me metí en Alemania, después de Alemania (...) dice mi cuñao: “¿chacho,
como has pasao la frontera, te han echao el cuño negro? Pues te tienes que ir pa España. Entonces me
vine pa Basilea y me subí en una expedición que iba para Alemania y que atravesaba Suiza y
conforme iban pasando para leer el pasaporte pues me puse en la cola y yo lo puse en la página
antes del cuño negro que decía «sur de Suiza en 24 horas», porque si abandonabas un contrato
con el cuño negro pues si te cogen otra vez te ponen en la frontera de España y hasta los tres
meses supuestamente no podías volver. Si enseñabas el cuño negro y te lo ve algún patrón no te
daba el trabajo. Pues desde allí pase a otro cantón (porque los pueblos allí son cantones) y me fui
a otro porque me dijeron que si en uno no me lo arreglaban y no me contrataban, me lo harían
en otro (...). Y estuve nueve meses trabajando allí. Me iba nueve meses a trabajar a un
restaurante, desde luego a marterizar el cuerpo, salía a las cinco de la mañana y me salía con los
bocadillos a la calle y yo me quedaba a lo que me dieran de trabajo. Entonces el tío con el que yo
trabajaba sabía que yo estaba yendo al restaurante y al tío este le dijo que no tuviera yo ningún
accidente, porque si me pasaba algo se la cargaba él. Pues así estuve nueve meses y me dijo el tío:
“¿cómo me has engañao de esta manera? Pasado los nueve meses fui a recoger a la policía mi
pasaporte pues lo tenían ellos y me dijo que tenía que pagar una multa de unos doscientos
francos y le dije que no entendía lo que quería decir -esa multa era porque había trabajado con el
cuño negro- y me dijo más claro que como le estoy hablando yo ahora mismo: “que si no me
entiendes, no tienes el pasaporte hasta que no me pagues los doscientos francos”. Y tuve que
pagarlos porque yo quería regresar, porque el contrato con el que me iba era de nueve meses y
quería volver otra vez con contrato renovao, pero en otro sitio. En el trabajo este me vigilaba
porque yo después del trabajo salía arreglao y me iba derecho a coger el tranvía, porque en el
restaurante yo entraba a trabajar a las cinco de la tarde y allí yo tenía la comida y yo estaba
echando mis horas y ganando más sueldo y entonces el tío sabía que yo trabajaba en un
restaurante, pues un día me sigue –porque como veía que yo me iba por la tarde muy arreglao y
venía tarde, porque vivía en su casa- un día y veo que él se ha montao en el mismo tranvía que yo,
pero en otro vagón y entonces me lo calé: “¡ah, hijoputa! Tú vas a ver dónde trabajo”. Intento
despistarle y de momento me cambio a otro tranvía y vigilo y él al mismo tranvía, pero siempre
en vagones diferentes y así hice tres trasbordos, que no tenía que haber hecho para perder el tío,
pero luego me costó volver y ¡cuántas veces he pasado yo corriendo por las calles y la policía
detrás de mí y llegar a un portal y dar un portazo en la puerta en esas que se cerraban! Por que
vigilaban. Pues imagínate a las horas que yo iba a trabajar a un restaurante. La directora del
restaurante fue y era muy buena conmigo, porque esa persona ha hecho por mí como una
madre. Además quería que me hiciera cargo de todos los turcos que había trabajando allí en el
restaurante –éramos más de setenta en aquel restaurante-. Ella todos los días me decía que le
enseñara el pasaporte y yo le decía: “¡uy, se me ha olvidao el pasaporte!”, otro día: “hay que ver la
cabeza esta mía mira que dejármelo en la mesita de noche” y así un día tras otro porque yo no
quería que viera el pasaporte porque en el momento en que lo viera... Al final de pedirle la
cuenta a la mujer, ya sí se enteró y me dijo: “Blas, ¿cómo nos ha estao engañando de esa manera?
Si aquí viene una inspección a mí me echan una multa y a usted le echan para España”. Ya ves, a
mí me daba igual, porque yo con ese cuño es para que me hubieran echao para España hacía
nueve meses (entrevista nº 7).
El sello negro. Era los que iban como turistas llegaban a la frontera..., había habío épocas antes
que desde los años 1950 y avanzaos hasta los 1960 y pocos, que ahí entraba todo el mundo y no
62
Sin trabajo y sin esparto

te ponían impedimentos ningunos, porque era tan grande la demanda de trabajadores que todos
que llegaban eran bienvenidos, pero de mi época en adelante según con el policía de aduanas que
dieras ya te ponían impedimento, de que fueras así, como turista, porque ellos sabían que allí
españoles como turistas iban muy pocos y ver a grandes cantidades que llegaban a la frontera de
jóvenes, con aspecto de trabajadores no de turista –que eso se manifiesta bien pronto-, entonces
ellos ya sabían que estaban las emigraciones organizadas y entonces ponían el sello negro con el
fin de que te vinieras por emigración. Entonces te cogían y lo que te hacían es que te cogían el
pasaporte, te ponían un sello en el cual decía “no apto para trabajar, no válido para trabajar” y
entonces a partir de ahí donde fueras a buscar trabajo ya no te daban trabajo, porque lo primero
que veían era el sello negro que se denominaba aquí en español, porque allí lo que ponían era un
Underlaugter para trabajar o algo por el estilo, no apto para trabajar concretamente, y eso era el
sello negro que llamaban. Aquéllos entraron clandestinamente, entraron a través de ese río y
demás y después buscarse otros coches para que lo llevaran, los trajeran a donde ya habían otros
conocidos, pero como esos ya llevaban el sello negro pues igual que yo, tuvieron que volver
posteriormente, tuvieron que volver e irse a través de la emigración; ya la misma fábrica los
cogió, porque cuando ellos llegaron allí la fábrica los cogió, les dio trabajo pero luego les obligo a
que tuvieran que sufrir esos trámites de venir a través de la emigración, es decir, irse
organizadamente con sus contratos de trabajo y demás.(...). En los primeros años de la
emigración en los años 50, pues llegaría alguien que empezaría a trabajar, pero normalmente,
aquello... a medida que te enterabas de cómo estaba la situación, que cómo era, y no solamente
que tu te enterabas, sino era que te hacían enterarte. Es que el empresario te podía coger, aunque
tu no tuvieras tus papeles en regla, el empresario te cogía porque tenía esa necesidad de esa
mano de obra, pero una vez que te cogía, el mismo comenzaba a hacer todos los trámites para
legalizarte (...). Te legalizaba, ibas a la policía, te conseguía tu permiso de trabajo, tu permiso de
residencia, y a partir de ahí tu puesto de trabajo y sin ello no hubiera sido normal. Hoy en día,
hay más gente sin contrato que en aquella época, en Alemania concretamente, porque lo hacen
con la conformidad de los patrones, porque la mano de obra vale tanto hoy, ya hay mucha gente
emigrante en Alemania, pero no solamente españoles, hay de toda Europa, y quizás de todo el
mundo; lo que hay mucho ahora son trabajadores del Este, por ejemplo hay rusos, yugoslavos,
albaneses y demás y entonces toda esta gente que está trabajando actualmente sin papeles están
trabajando con el consentimiento de los patronos que son los primeros que los cogen. Pero los
cogen por el hecho de que están clandestinos y corriendo el riesgo de que si los cogen lo van a
multar y si algunos no tienen ese temor es porque saben pagar a las inspecciones que vengan
para que no les cojan. Y esa gente, pues están, y como te digo, les pagan bastante menos que los
trabajadores que están allí legalizaos y por tanto a los patronos les interesan tenerlos, ¿me
comprendes? Hoy en día, según hemos conocío a lo largo de los años, sí hay bastantes, pero son
trabajadores del Este puesto que ya hoy ya no se les puede legalizar sobretodo, a los que no son
de la Comunidad Europea o Unión Europea, lo que no son de este organismo no les hacen
papeles, pero como son muy cercanos los polacos, entonces sí que hay, vienen y se instalan en
viviendas de conocidos, vienen como visita, pero lo que hacen es trabajar clandestinamente, pero
si tiene la suerte de trabajar dos o tres meses pues se llevan ahorrillos para vivir el resto del año
en sus países, como por ejemplo sería Polonia, Rusia, Lituania y otros, de modo que esto
funciona así también (entrevista, nº 12).

Economía sumergida

La economía sumergida de los inmigrantes florece en los sectores de


reparación de automóviles, confección y construcción. Como actividad principal, en
el caso de no tener papeles, o también como actividad marginal más allá de los
horarios de trabajo normal. Pero en cualquier caso supone una explotación durísima
e injusta a la que se ven sometidos numerosos extranjeros.
63
Ángeles Arjona, Juan Carlos Checa y Francisco Checa y Olmos

Hubo fechas que quizás llegaba un tren entero cargao de gente que no llevaba documentación
ninguna, llevaba su pasaporte, sus papeles en regla pero no podían bajar. Entonces si los
sindicatos no tenían bastantes peticiones, les recogían el pasaporte por la mañana cuando
llegaban, y cuando llegaba a tal hora de coger el tren les cerraban el andén y lo echaban pa
España. Pa España que ninguno... el 99% no llegaba a España. La primera parada que tenía el
tren de Ginebra a Francia era un pueblo que le llaman, Viaran, y ahí se bajaban todos, unos
pasaban con taxis, otros pasaban por las montañas, se tiraban dos días andando, otros iban a
buscarlos allí, pero al final, hombre, siempre había gente menos decidía o que no llevaba dinero
o que no tenía gente y se venía, pero allí volvía (entrevista, nº 15).

La cualificación profesional del trabajador emigrante, aspecto valorado por


el empresario, fuera adquirida en el país de destino o con anterioridad, se traducía
en mejoras salariales o sociales en la empresa e incluso en el reconocimiento de la
titulación académica del emigrante.

Ellas empezaron a trabajar, yo mis doce horas y así tiré; me dijo que no me preocupara que él iba
a hacer todo lo posible para que el gobierno alemán, es que ellas entraron directamente como
maestras extranjeras pagándolas el gobierno alemán, sueldo alemán, sueldo español, y yo con mis
doce horitas por el Consulado. Un día me dio la sorpresa el cura de Beslar, que era gallego, Don
José Estévez, una bellísima persona, vino un día a verme y me dice: “Te traigo una sorpresa, que
te han concedido las veintiocho horas el gobierno alemán también”. Eso era enero, febrero, me
las concedieron en el mismo curso. Ganaba muy poco, pero era interina española con mis
veintiocho horas y funcionaria del gobierno alemán, tenía el seguro alemán. Éramos maestros
alemanes pero de segunda categoría, el grupo B aquí en España; el A eran maestros alemanes,
ganaban el doble que nosotros, pero ya ves, yo que nunca había ganado más de quinientos
marcos al mes, entré ganando dos mil marcos del gobierno alemán y el sueldo español. Así año
tras años se fue prolongando nuestra estancia en Alemania, pero quién regresaba con la gallinita
de los huevos de oro. Entonces me encontraba que todos los meses con el sueldo alemán mío y
el sueldo de mi marido, con uno vivíamos y el otro lo ahorrábamos. Y cuando llegaba aquí a
España, ponía la cartilla al día, pagas extras y sueldo, tenía dinero suficiente para pasar mis
buenas vacaciones. La segunda vez que regresamos de vacaciones compramos nuestro primer
piso en Barcelona, dimos en gordo trescientas cincuenta mil pesetas de entrada y tuvimos que
limpiar todos nuestros ahorros y regresar a Alemania con lo justo para el viaje. Pero dimos la
entrada de nuestro primer piso en Barcelona, que era mi sueño, donde poder venirme un día.
Con esa ilusión viví por las noches soñando cómo iba a decorar el piso, recorrí el piso doscientas
veces, era mi sueño, tener un piso. Y lo pagamos antes de tiempo, al año siguiente lo
terminamos de pagar, firmamos la escritura, a los dos años siguientes compramos un segundo
piso (entrevista nº 2).

Trabajo de la mujer

Un importante porcentaje de las mujeres que salen para reunirse con sus
maridos, y que en España no realizaban más actividad que las labores propias del
hogar, cuando marchan al extranjero lo hacen como asalariadas. En su mayor parte
la salida ocurre sin control de las delegaciones provinciales de trabajo; el contrato

64
Sin trabajo y sin esparto

previo para poder cruzar la frontera como emigrante no es necesario y la ocupación


fuera se la proporcionó el marido (García Fernández, 1965:799).
En 1968, las mujeres representaban el 26% de los trabajadores españoles en
Francia, donde se dedicaban principalmente al servicio doméstico. En 1970, el
29,4% de la mano de obra española empleada en Alemania era femenina. Las
mujeres solían trabajar, en mayor proporción en las industrias de tipo alimenticio,
textil, metalúrgico o de maquinaria. En Suiza, el 25,7% de los trabajadores españoles
resultaban también mujeres, empleándose, ante todo, en la hostelería y servicio
doméstico.
El trabajo que desarrolló la mujer almeriense en Alemania se distribuyó más
homogéneamente -entre diferentes grupos de actividad- que el trabajo de los
varones, pero ausentes en trabajos como la construcción o la minería (Cózar,
1984:143).
La mujer emigrante trabajaba en fábricas con escasa tecnología en piezas de
montaje manual, de ropa, etc.

En la fábrica de trajes de caballero, cosiendo. En la de zapatos tenía que ponerle al zapato entre
la suela y el zapato un trozo de corcho, ya venía a medida hecho. Los zapatos venían en cadena y
yo cogía y le ponía eso. Mi marido le ponía la suela, las tapillas. Ahí se trabajaba por minutos.
Pero ahí no se ganaba mucho. Donde más se ganaba era en correos, pero eso ya fue poco
tiempo antes de venirnos. En la fábrica de papel, liaba los rollos de papel en la máquina. En
Telefunken, montaba las piezas para soldarlas para hacer los circuitos de las radios, hacía de
todo. En todas las fábricas yo trabajé siempre con alemanas, había españolas pero siempre he
tenido que trabajar entre alemanas, no sé por qué (entrevista nº 24).
Yo empecé a trabajar en una empresa de confección de ropa de hombre, de caballero, cosiendo
a máquina, estuve cinco años allí y luego me cambié. Como mi marido cambió de trabajo
también, a una fábrica de tapicería. Yo cosía en una máquina de coser. Cuando empecé me
tuvieron que enseñar porque no sabía manejar la máquina, para todo te enseñaban, se tomaban
interés. Tenían mucha paciencia, te daban cuatro o cinco días para que conocieras la máquina y
luego poco a poco te soltabas tú. En aquellos tiempos cuando llegaban nuevas las ponían al lao
de otras que sabían para que aprendieran (entrevista nº 26).

Salarios

Los salarios variaban en función de la actividad realizada y de los países de


acogida. Quienes trabajaban a destajo ganaban más que los de jornal. En Francia
nos encontramos salarios más bajos que en otros países.
En general, los salarios de nuestros emigrantes eran bajos con relación al
salario medio de los nacionales europeos. Diferencia que también se advertía en los
plus salariales y horas extras.

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Ángeles Arjona, Juan Carlos Checa y Francisco Checa y Olmos

Allí no había sueldos, allí era ¿Cuánto me das? Si sacas cien mil kilos cincuenta pa mí, cincuenta
pa tí; según hagas el contrato así se hace, las herramientas, to. Como unos medianeros. Así
estuvimos varios años, luego compramos una finquita, que todavía la tenemos, de cuatro
hectáreas, no llega a cinco (entrevista nº 16).
Entramos ganando poco, yo recuerdo que entramos ganando doscientos ochenta marcos, pero
ajustándolo que estaba entonces a catorce pesetas [saca una calculadora que tenía al lado en un
cajón] pues ya ganábamos unas 3.900 pesetas al mes, eso no se ganaba aquí; entonces en aquella
fecha yo recuerdo un amigo que murió hace tres años en Francia casao con una tía de mi mujer,
ese muchacho que había sío un amigo de la infancia y este hombre ganaba trescientas pesetas a la
semana que son 1.200 pesetas al mes hasta 3.900, pues estaba yo ganando 2.700 más al mes que
aquí (entrevista nº 17).

El objetivo del trabajador emigrante era ganar lo máximo en el menor


tiempo posible, por lo que recurrían a las horas extras e incluso al pluriempleo. El
horario laboral iba en función de la actividad realizada. Las horas extras eran
provocadas antes de iniciar la jornada laboral o aprovechando los fines de semana o
el tiempo libre para alargar la jornada.

Pero ya lo primero que hice fue trabajar donde no había vacas, eran muy esclavas las vacas.
Nosotros empezábamos la jornada a las 6 de la mañana, en la agricultura, donde había vacas ya
empezaba a las 5. Desde las 6 de la mañana hasta las 7 de la noche. Lloviera, tronara, hiciera frío
o no hiciera. Toas esas horas había que estar, en una cosas u en otras, es decir que siempre tenían
alguna cosa pa que si no estabas en una cosa estabas en otra, y sino lloviendo y arrancando
patatas y arrancando ehhh, ¡demonios!, zanahorias, lo que había, ¡claro! pero en la agricultura
donde no había ganao empezabas a la 6 de la mañana y acababas a las 6 de la tarde, una hora
menos y el sábado al mediodía lo tenías libre, desde media tarde y el domingo. Donde había
vacas tenías que trabajar el sábado y el domingo que te tocaba, si había tres, cada domingo tenía
que trabajar uno, claro el sueldo era el mismo más o menos, más bien menos y no merecía la
pena, no (entrevista nº 15).
Te digo muy frío porque resulta que uno de los trabajos que me dieron fue en un barco con una
pala pa recoger el material, mineral y a mí el capataz no me decía: "tienes que trabajar", es que
tenía que trabajar para entrar en calor, así que fíjate, cinco grados bajo cero; es decir tenías que
trabajar para entrar en calor. De aquí salí ganando un sueldo. Me hicieron un contrato de un
año. Cuando yo me fui de aquí ganaba mil quinientas pesetas a la semana y un día trabajao de
extra allí, que no me pertenece trabajar; voy si quiero, ganaba mil quinientas pesetas al día y eso
me gustaba. Por eso estuve me faltó tres meses para los diez años. Ella, mi mujer, estuvo siete,
porque tuvimos la niña. Ya no era igual y decidimos que ella se viniera primero y luego me
vendría yo. Yo empecé ganando seiscientos florines al mes y ella empezó ganando unos
cuatrocientos florines al mes. Los salarios estaban bien, dentro de lo que cabe estaban bien.
Entonces aquí se ganaba diez o doce mil pesetas, yo entonces ganaba unas mil quinientas pesetas
a la semana y allí por un día de trabajo extra, que no te pertenecía trabajar, pero cuando lo
necesitaban te llamaban y ganabas mil quinientas pesetas, y aquí tenías que echar una semana de
trabajo pa ganar mil quinientas pesetas (entrevista nº 27).
En la empresa trabajaban alemanes, sólo había cinco o seis españoles. Una de ellas, una gran
amiga mía, como una hermana, nos conocimos ahí. La llamaron de intérprete, cuando llegamos
mi marido y yo. Estaba en mi misma sección, estaba soltera, hicimos tanta amistad que cuando
se casó con un alemán hicimos nosotros de padrinos de boda y de su primer hijo. Hicimos unas
amistades muy entrañables. En la empresa llevábamos una bata, pero era tuya, te la tenías que
comprar tú, la empresa no la daba. Una bata blanca porque era la sección de montaje, quien
trabajaba en la sección de tornos la llevaba azul marina. Empezábamos a las siete de la mañana,

66
Sin trabajo y sin esparto

era el horario normal, hasta las cuatro menos cuarto, quién tenía suerte. Nosotros como era para
ahorrar al máximo, a mi marido le dijeron que se quería trabajar una hora y media más extra,
claro vio los cielos abiertos, que le dijeran eso a los tres días de estar en Alemania trabajando. Él
hacía la hora extra por la mañana, entraba a las cinco y media y yo me iba después a las siete. Me
iba andando casi tres kilómetros que había de la residencia a la fábrica. Me iba andando con
nieve, tanto es así que la nieve se me metía por la bota más de una vez por la altura de la nieve, y
si te digo que iba andando, había autobús pero para no gastar iba andando, yo decía que así hacía
piernas por la mañana andando. Tenía su media hora o tres cuartos, tardaba un poco más
porque iba con tacones y no con un zapato cómodo. Pasaba por un puente enorme que
atravesaba la línea férrea de la ciudad, aquel puente grande que pasábamos con el frío y con la
nieve; piensa que pasamos una Noche Vieja a treinta grados bajo cero. No es sólo las
costumbres, el idioma, es el clima, lejos de tu patria, lejos de los tuyos, es todo un poco, lo que
pasa es que cuando lo pasa con veinticuatro años, veinticinco, treinta es muy distinto si te toca
pasarlo con cincuenta (entrevista nº 2).
Esto te permitía el lujo de comprarte una ropita mejor, un pantalón mejor, unas botas mejores
que las que habías tenido. Yo me fui con 24 años, que me fui a Alemania y me vine a los 6 meses
de vacaciones, naturalmente lo que había ahorrado en los 6 meses me lo gasté en las vacaciones,
pero a pesar de eso no faltó ni un mes en mandarle dineros a mis padres. Después de
licenciarme me fui a Alemania y yo, en los 6 meses, les enviaba dinero a mis padres. Después me
volví a ir de nuevo cuando terminaron las vacaciones y le seguí mandándoles dinero a mis
padres, no mucho, porque no ganaba mucho, pero que para ellos era una fortuna. Ni lo
esperaban, ni me obligaron: nunca tienes que mandarnos dinero; eso salió de mí. Yo sabía que
ellos no tenían abundancia de dinero, de comida sí, porque mi padre tenía una finca muy grande
y vendía todos los años las almendras, aceite, trigo, cebá, centeno, pero dinero no tenían, porque
la meajilla que tenían, tenían que gastarlo en ropa y en cosas que no se criaban (entrevista nº 17).

Un factor a tener en cuenta a la hora de analizar la rentabilidad del trabajo es


el cambio de divisas. La peseta resultaba una moneda débil frente al marco, el
franco francés o el suizo. Los emigrantes que enviaban a sus familias la mayor parte
de sus ingresos se quedaban con lo imprescindible para vivienda y comida. El
cambio de moneda era muy favorable y el dinero enviado por emigrante se
multiplicaba en pesetas.
Buena parte de los emigrantes almerienses enviaban dinero a familiares,
esposa, hijos, mediante correo o a través de las sucursales de bancos españoles. Los
giros postales tardaban mucho tiempo: por ejemplo, desde Alemania unos quince o
veinte días. Cuando se instalaron las sucursales de bancos españoles en los
diferentes países, los trabajadores empezaron a utilizar este medio, aunque también
se dieron algunos casos de fraude.
El dinero del emigrante sirvió para aliviar la penuria económica de la España
sumergida. Las familias mejoraron su situación. El Estado ingresó divisas con las
que pudo iniciar el despegue económico de los años sesenta y setenta.

Yo normalmente todos los meses enviaba dinero. Por mediación del banco, allí había
representación de 3 ó 4 bancos españoles. A más teníamos unos talonarios ya después, porque
en el 61 ni había bancos, en ese tiempo lo hacíamos por las postas, por correos, por giro postal.
Tu hacías el envió, te tardaba de 15 a 20 días, te hacía un cambio casi siempre más bajo de lo
normalmente lo hacían, por lo que fuera no lo sé, y te tenías que gastar depende de la cantidad, 3
ó 4 francos de hacer el giro. Después empezó esto de los bancos, que ya te dije que yo por el
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Ángeles Arjona, Juan Carlos Checa y Francisco Checa y Olmos

banco aquel de Ruiz Mateos, el de la abeja, yo mande mucho dinero, pero es que, ya fue del 70
palante es que encontraba siempre que hacía un cambio digamos, mejor que las postas, y tardaba
una semana menos, entonces estaba claro. ¿Qué pasó? Que aquí hubo un señor que el Banco
Popular lo tenía en representación, o sea sucursal y tenía que le mandaban el dinero pagaba y tal,
y yo tuve un problema, no con éste, con aquel de allí. Llego, le dijo al tal Rodríguez, llego y me
dijo no, llegué y le dije, porque mi mujer, nos escribían una carta a nosotros cuando llegaba a
Madrid el dinero, ya estaba el dinero aquí y me escribían una carta como que había llegado el
dinero, y a mi mujer aquí le mandaban otra carta para cobrarlo. Y llego al pueblo, y vino pa coger
el dinero y le dijo que no estaba el dinero que no había llegado, y dijo mi mujer “sí ha llegado
porque él tiene la carta allí”, luego comprobamos que se dedicaba a negociar el dinero nuestro,
tenía trampas por todos lados. Según dijeron y entonces cuando me lo dijo por carta, me fui al
tal Rodríguez y le dije “sabes que le ha pasado a mi mujer esto”, y dice “¡que estas diciendo, si
cuando tiene la carta ya tiene el dinero. Si recibe hoy la carta ya está, hoy mismo puede ir a retirar
el dinero que esta allí”, y entonces hubo problemas, no sé qué pasó exactamente, pero eso le
pasó a mucha gente y luego ya empezaron a ir de la Caja de Ahorros, de la Caja Rural. Pues claro
al llamar a todos los bancos les interesaba porque to lo que negocia con dinero algo quedara,
entonces no hacían el cambio el que corría, pero mejor que Correos casi siempre, y no nos
costaba nada mandarlo, que pasaba en la caja de ahorros por decir alguna, pues que en vez de
tardar dos semanas que era lo que venía tardando, tardaba tres y cuatro, entonces llega el director
de aquí, un tal Juanito Nieto, llega allí, a donde estábamos, a los pisos, nos saluda, lo saludamos y
lo invitábamos a cenar a comer, siempre le invitábamos a alguna cosa porque... y oye dice, nos
pregunta, “Gines, ¿estáis contentos con la Caja de Ahorros?”, digo, “ahí tienes a tu socio” que
había un muchacho también mellado de aquí de Tabernas, que estaba colocado con la Caja de
Ahorros pero aquí, digamos que el reclamo por todos lados para que mandáramos el dinero pacá,
cada uno pa su pueblo, y entonces dice aquel tal Diego, “Ginés ahora que tenéis a los directores
de vuestros pueblos aquí, no los dejéis si tu tienes algo que decirle”; “claro que tengo algo que
decirle y se lo voy a decir”, digo “¿sabes por qué no mando más dinero por la Caja de
Ahorros?”; “porque el dinero cuando yo lo mando a mi casa, si puede ser en dos días mejor, si
me dan en otro lado, me lo van a pagar al mismo precio y en vez de tardarme dos semanas me
tarda 4 lo mando por donde me llega en dos semanas” y me dice “que quieres decir”, digo “que
la Caja de Ahorros tarda de 3 semanas parriba, 26, 27 días, hasta 30 días, y eso no es correcto”, y
dice “ha hecho bien en decírmelo”, así la reclamación la próxima vez que giré estaba en 8 días el
dinero, no tiene importancia ninguna, pero el que manda una cosa quiere recibirla pronto. Ya te
digo los bancos, como to, prueban a negociar con todos (entrevista nº 15).

Relaciones con jefes y/o compañeros

Las relaciones de los emigrantes con sus jefes, según testimonios de los
entrevistados, normalmente eran buenas. Empeoraban al hablarse de vacaciones y
subida de sueldos. Con el resto de los autóctonos las relaciones son escasas, pero no
problematizadas. Uno de los obstáculos es el idioma, de ahí que muchos no tengan
otras relaciones más que con sus paisanos. Surgen así las instituciones –casas con
carácter regional o nacional-, como lugares de esparcimiento e interacción social.
Las relaciones entre inmigrantes de distintas nacionalidades se
fundamentaba en un mismo problema: la falta de trabajo en los países de origen;
idénticas preocupaciones; separación de familias. Esto es, un mismo objetivo: el
trabajo y ganar dinero; una única ilusión, retornar al país.

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Sin trabajo y sin esparto

Las relaciones con mis jefes eran muy buenas, muy buenas. Tuve la gran suerte que el primer
sitio en el que empecé a trabajar el capataz que teníamos en la brigada que luego ascendió a
capataz general y que había sío un militar en los tiempos de Hitler, un hombre muy recto, pero
muy formal y también era una bellísima persona y me quería como si fuera un hijo y por dos
veces me salvó la vida, porque yo estando en un pueblo como el mío, como Senés y luego en
Alemania, en dónde no había visto antes los trenes siquiera, estaba allí y a lo mejor iba a las
casetas que estaban en medio –unos servicios bien hechos- y a lo mejor salía y no miraba a
izquierda y derecha, me pegaba un bocinazo porque venía un tren a tres metros de mí. También
fue maravilloso, es más, también hubo ocasiones, muchas, porque para enderezar los rieles de la
vía lo enderezábamos a base de martillo, unos martillos muy grandes y lo cogíamos entre cuatro
que llevaba como cuatro brazos y le dabas el golpe a la misma vez al riel y se enderezaba y
sacarme este hombre a mi muchas veces y decirme: “Egea, tú comando” y yo me tenía que salir
enfrente de la brigada en la que habían cien hombres pillando medio kilómetro y yo darle la voz
para que todos le dieran el golpe al mismo tiempo. Igualmente me pasó en la vida militar, que yo
no salí de soldado nunca hice ningún curso, lo primero porque tuve un curso de automovilismo
en Granada, mientras allí se hacían los de cabo, pa el carné militar. Luego estuve de instructor,
dos veces con un turno de voluntarios y otros de la quinta. Sacaba el teniente para que yo
formara a trece cabos compañeros y solamente yo de soldao y me sacaba a que yo formara las
filas y eso me hacía este señor aquí, dale la voz a toda la gente para que me oyeran y todos dieran
el mismo golpe a la vez, decir: “¡hop, hop!” y me sacaba este hombre a mí entre cien hombres.
Los recuerdos que tengo de Alemania muy buenos (entrevista nº 17).

En definitiva, al español, de manera general, lo consideraban: cumplidor,


trabajador y honesto. Lo valoraban mejor que a otros emigrantes.

Afiliación sindical

Se puede generalizar diciendo que los obreros españoles quedaban al margen


de la vida política y sindical del país de acogida. Entre las más importantes causas
señalamos: disparidad de intereses, dificultad del idioma, carácter provisional de la
estancia y su enfoque definitivo hacia el ahorro y, sobre todo, el control con que los
Estados implicados someten a la mano de obra transferida. Una propaganda
antisindical desarrollada entre la emigración reforzaba “el miedo a hacer política”.

Sí, había pero cuando vi que algunos se metieron en asuntos políticos y quedaron mal, yo fui el
primero que no quería saber nada, de esas cosas no sacas nada. Una vez que tú tenías tu trabajo
si te gusta sigues, si no te ibas pa España (entrevista nº 27).

Vivienda

La vivienda es uno de los principales factores de integración. Pasa por ser un


bien escaso, lo que supone un problema para muchos emigrantes. A continuación
enumeramos los principales factores que algunos autores encuentran para explicar
las carencias en materia residencial.
69
Ángeles Arjona, Juan Carlos Checa y Francisco Checa y Olmos

Según Garmendia (1981:262), la mayoría de los emigrantes son jóvenes con


intención de ahorrar dinero, por lo tanto, minimizan al máximo los gastos. También
el desconocimiento de los derechos evita el acceso a viviendas sociales o de otro
tipo, en mejores condiciones. La idea era vivir en barrios o casas donde habiten
compatriotas para reducir los problemas de integración social. Por último, había una
velada discriminación a favor de los autóctonos.
En su estudio sobre los emigrantes españoles en Alemania, Garmendia
mantiene que una diferencia relativa a la situación respecto a la vivienda es la
intención que tenga el emigrante de quedarse un largo periodo de tiempo o
definitivamente a vivir en el país. La mayoría de los emigrantes tenían la intención
de que fuera algo temporal por lo que su preocupación no pasaba por encontrar una
casa que reuniera buenas condiciones de habitabilidad.
En Alemania, el 62% de las viviendas eran suministradas por empresas.
Desde barracones hasta pisos de un aceptable calidad (Jankowski, 1974). Según
datos de ese estudio, sólo el 40% de ellas poseen cocina, el 32% aseo (sólo una de
cada diez familias lo tienen dentro de la casa). Por último, más del 75% de los
entrevistados cambiarían de buen gusto a otra vivienda.
Estos problemas se agravan en Suiza, donde casi la mitad de los migrantes
españoles eran temporeros, hacinados en barracas a las afueras de Ginebra, Lausana
o Zurich, allí donde faltaba todo tipo de infraestructuras de comunicación. Los
barracones no ofrecían apenas servicios y los que había, como la cocina, solían ser
motivo de disputa. El clima de convivencia resultaba difícil, para acabar, además,
siendo otro factor del negocio inmobiliario, ya que se llegaba a pagar 120 francos
suizos al mes (Díaz Plaja, 1974:99).
En Francia, con un índice de temporeros muy alto, la situación era parecida,
especialmente en los ámbitos rurales, donde las viviendas proporcionadas
correspondían a cuadras reformadas, por supuesto, conviviendo al lado de las
bestias y aperos de labranza.
En resumidas cuentas, la vivienda se constituyó en una problemática muy
seria, que ni las autoridades de los países de destino, ni la mayoría de los emigrantes
prestaban mayor atención. Cuando se producían reagrupamientos las casas
alquiladas solían ser las más viejas y con mayores deficiencias, constatando que muy
pocos llegaron a comprar una vivienda.
Un factor decisivo para clasificar el tipo de vivienda era la motivación del
tiempo de estancia en destino. Desde los que lo hacían por un largo periodo, incluso
definitivamente, hasta otros que sabían que su estancia era de unos pocos meses y
regresarían. Estableceremos, así, un continuo que irá desde una casa alquilada en
barrios del cinturón industrial de Frankfurt, hasta los barracones situados a las
afueras de Ginebra o París. De manera que podremos encontrar viviendas,
habitaciones u habitáculos, que si bien los autóctonos no estarían nunca dispuestos

70
Sin trabajo y sin esparto

a habitar, pero que bajo la mirada de un emigrante parecía suficiente e incluso hasta
cómodas.
Muchos de los entrevistados habitaron barracones, sobre todo, en Suiza. Y
aunque la percepción sobre su habitabilidad, en general, no es suficientemente
negativa, sus descripciones transfieren al lector las dificultades y lo problemático de
las relaciones allí dadas.

Había barracas, barracas de madera. Estaban cuando eso; las tenían muy bien preparadas pero
eran barracas. Tenían digamos como un campamento, tenía sus calles, todo preparado, había
sitios de esos. Yo estuve unos meses en el tiempo que te he dicho de Renar, que a lo mejor había
en las barracas 300 ó 400 personas, o más. Allí teníamos un comedor, el que dormía allí, era
obligatorio de hacer dos comidas, cena y desayuno, o..., el sábado y domingo ya no teníamos
comida, pero allí nos podíamos hacer pa comer. Eso normalmente estaba todo el año. Estaban
muy bien preparadas, tenían calefacción, pero amigo, cuando llegaba el verano también se
calentaba la chapa aquella... y cualquiera estaba debajo (entrevista nº 15).
Te digo una cosa, era como un corral, eran barracones de chapa, un frío que daba. Las camas y
los armarios a estilo gitano. Lo menos 40 ó 50 fuera en un pueblo. Nosotros trabajamos en
París y eso era un pueblo kilómetro y medio, en una barriada de Paris. Yo después he ido a otra
casa que he llevado familia, a otra casa. Estuve tres meses, luego me vine y estuve en otra
emigración. Allí, en una habitación, comíamos con ellos y to (entrevista nº 13).

Otros muchos habitaron residencias construidas por las empresas con


mejores condiciones que las barracas, pero no exentas de problemas de
hacinamiento y, como es normal, de convivencia.

Eramos cuatro y las camas eran en literas y yo no me extrañaba, como estaba recién licenciado y
allí me encontré lo mismo, po estamos en la mili, yo para mí era la mili, nada pues estoy en la
mili, en vez de estar en la mili aquí en Almería pues estoy aquí, en Alemania. Bueno en principio
dos años, un año con cuatro compañeros y luego ya otro año me cambié con otros compañeros,
nada más. Tenía lavabo, ducha y todo lo único que la habitación era con literas, tenía su
comedor y su cocina. Comer, comíamos en la habitación si querías y si no tenías otra habitación
aparte con sus mesas y sus sillas para comer allí si querías, un comedor vamos. La cocina al lao,
con una hornilla de estas eléctricas para lo que uno quisiera, no había problemas de freírse algo,
comer o lo que fuera, una cocina maravillosa y unas duchas maravillosas, maravillosas y todo
limpio, muy limpio. Sí, sí, claro, claro, nosotros pagábamos 150 marcos. Sí, era caro (entrevista
nº 18).
Yo me llevaba bien con tos, siempre había allí en la residencia quien daba problemas. Problemas
de tiros, de navajazos y de to, ¡uff!, yo porque a mí, andaban asín conmigo, yo salía una noche, iba
al servicio a las tres de la mañana, en la esquina un hombre y otro con la navaja abierta, y yo
“ehhh”, “ah eres tu Francisco”, y digo “que hacéis aquí bandoleros”, “vamos a cargarnos a
fulano”, y allí por las mañanas aparecían los lavabos que parecían un matadero de carne, se
mataban vivos. El cura que era el jefe de la residencia le decía “pero bueno es que usted no tiene
mano con la policía to que ponga orden aquí”, “Francisco que hago, si me traigo a la policía,
entonces se van y me matan a mi, me pegan, me tiran por la escaleras y to” (entrevista nº 13).

71
Ángeles Arjona, Juan Carlos Checa y Francisco Checa y Olmos

Como fórmula habitual alquilaban viviendas entre varios migrantes, de


forma que el coste se reducía considerablemente. Algunas veces esto se practicaba
entre varios matrimonios de migrantes o familiares. Una modalidad próxima era
alquilar habitaciones de casas, por cuenta de matrimonios jóvenes.

Este muchacho tenía una habitación, fuera de la casa, pero pegada a la casa, que tenía la
calefacción igual que ellos, tenía dos camas, o sea que allí, lo peor que teníamos cuando
llegábamos de allí era el idioma. Nadie te entendía y a nadie entendías. Eso es un poco duro. No,
normalmente nos visitábamos mucho. Mira la casa estaba en un sitio que habíamos tres pisos
que en el que menos había siete. De forma que ya habíamos allí veintitantas personas del pueblo
y los alrededores, unas veces nos visitaban, yo tenía a treinta kilómetros, me parece que era de
allí de Ginebra, tenía este tío que te he dicho antes, algún domingo me iba y pasaba el día con
ellos. O sea que la gente que fuimos a por dinero nuestras diversiones eran mínimas.
Normalmente vivíamos, a veces éramos nosotros mismos culpables. Mira, yo me fui a vivir a un
piso que tenía dos habitaciones, cuarto de baño y la cocina grande, que comíamos en ella, resulta
que llegaron dos hermanos, dos amigos nuestros y empezamos: a donde se van a ir, a donde no
se van a ir y fuimos nosotros mismos a la empresa a decirle que donde hubiera tres camas que
pusiera una más, que fueran cuatro, y donde había dos que pusiera tres, por estar los 7 juntos, ya
que... eso se hacía porque éramos amigos unos y los otros, por eso te digo que nosotros
podíamos haber estado cinco, porque son dos menos. No lo pasábamos mal, habíamos de to,
pero al final teníamos que decir, pues lo malo que haga yo hoy por lo malo que hagas tu mañana.
Pues siete hombres y todos trabajando y cada uno se hacía su comida, o de dos en dos o uno
solo, pues dando el cayo el que tenía que darlo y el que le tocaba limpieza hacerla y el que le
tocaba otra cosa hacerla y si no ya no íbamos bien. La convivencia no habiendo borrachos,
siempre habemos alguno que alteramos pero cuando hay... si hay 6 buenos y un malo al final al
final el malo le hacemos que sea bueno, o se tiene que ir. Allí no paso eso nunca, tienes ratos de
to, unos más a gusto otros menos, pero era soportable, a mas, estábamos como en familia y la
familia lo menos que tiene que hacer es llevarte lo mejor posible (entrevista nº 15).

La solidaridad entre compatriotas y familiares era fundamental para los


recién llegados que, muchas veces, arribaban sin contrato y sin permiso de trabajo y
residencia y no tenían donde cobijarse.

Ah, pues fíjate, que estuvimos bien sacrificados. Vivíamos con una hermana del, ocho meses
tuvimos de sacrificio. Supóngase que este pedacito así es la cocina, esto así, y sin baño el baño
estaba fuera, en el pasillo para todas las habitaciones, todas las casas que había ahí, el baño,
bueno era el aseo que tampoco era. Se pasó sacrificio. Entonces una hermana del nos cobijó ahí,
y de noche montábamos una camita ahí y a la mañana tenía que decirme mi cuñada, levántate
hermana que tenemos que montar mi cama arriba de la de ella. Y ellos también tenían la cama de
ella y la cuna de la bebe, tenía una niña. Pero ella hizo el sacrificio para que nos quedáramos en
Suiza trabajando, porque ya en Venezuela estaba la situación en ese momento malo, malo, malo.
Para el que no conseguía trabajo (entrevista nº 30).

Un elemento que impedía, en la mayoría de los casos, que adquirieran


viviendas en buenas condiciones pasaba por la movilidad del migrante, motivada
por cuestiones laborales, o por falta de habitabilidad de la vivienda. Normalmente se
produce una gradación que va desde el joven que viaja solo y que no le importa

72
Sin trabajo y sin esparto

donde vivir, si en un barracón o en piso alquilado con cinco compatriotas, hasta


casados que quieren traer a la familia y dan bastante importancia a la vivienda,
optando por el confort y la proximidad al trabajo, aunque ello suponga tener que
alejarnos de los barrios más poblados de compatriotas. En algunos países la
legislación obliga a que la casa reúna unas mínimas condiciones para la reagrupación
familiar. El último paso llega cuando la familia se plantea comprar un piso.

Cuando él se fue estuvo en una residencia de la empresa, pero cuando me fui yo, tuvo que
buscar una vivienda particular, como si yo alquilo una habitación aquí en mi casa a un
matrimonio, con derecho a aseo, a cocina, a todas esas cosas. Lo primero es que no se
encontraba la casa y en el caso de que se hubiese encontrao, el alquiler se llevaba un setenta por
ciento de lo que mi marido ganaba. Es que allí las casas son mu confortable y mu caras, entonces
en una habitación pagabas el veinte o veinticinco por ciento de lo que se ganaba, aparte que
había muchísimo extranjero y estaba mu saturao, mu saturao todo. Te ponías a buscar algo y te
volvías loco; en esa zona había muchísima gente y aceptaban en alquilar una habitación, que yo
creo que eso no lo haría en la vida, yo no sería capaz de tener la casa así, sin embargo nos
metieron. Miraban mucho a quien metían pero al fin y al cabo nos metieron, nos vieron y les
agradó la forma nuestra, ¡fíjate!, nos alquilaron el dormitorio de matrimonio, con cama, armario
con todo. Era una casa nueva, muy grande, preciosa, de dos plantas y los dueños estaban un
poco empeñaillos. Estaban mu lejos del trabajo, a doce kilómetros de donde él trabajaba, tenía que
levantarse a las cuatro de la mañana pa ir a coger un autobús a dos kilómetros pa que le llevaran
los otros diez kilómetros que estaba el trabajo. Estuvimos allí unos tres meses, es que nos cogía
mu mal por el transporte, pero era una familia maravillosa. Nos querían muchísimo, y en cuanto
la empresa le dio una habitación en una propiedad de la mina, que era una residencia de casaos,
pero la vivienda era que, el que tuviera varios hijos dos habitaciones y el que no tuviera hijos
como nosotros, una habitación con derecho a un aseo, lavaderos... Era todo en común y luego
tenías que tener la habitación y cocina todo junto, pero muy hermosa muy linda, con calefacción.
Estaba muy bien. Entonces ya nos pasamos allí, a esa habitación, que estaba muy cerquita del
trabajo de él y del mío, porque yo ya me puse a trabajar cuando me fui yo allí. Entonces
estábamos muy a gusto. Éramos todos españoles, los que vivían allí estaban como nosotros. Allí
estuvimos hasta que se salió de la mina, porque al salirse tuvimos que entregarla y ya nos fuimos
a otra vivienda particular, realquilá, en la misma casa de los dueños; en una dúplex, nosotros
arriba y ellos abajo, teníamos que entrar por la misma puerta, la misma escalera todo. Allí
estuvimos diez meses o cerca de un año; allí estuvimos un poquillo mas incómodos porque la
mitad de la familia muy excelente y la otra mitad querían el dinero, pero no querían estorbos. El
marido era una excelente persona, pero ella era mas quisquillosa, la presencia de los extranjeros
le horrorizaba, extranjeros dentro de su casa le horrorizaba, pero el dinero le hacía falta. Hemos
sio de esa manera siempre, pero que estuvimos allí a gusto, porque nosotros nos
comportábamos, nos hemos ido porque no nos convenía, pero nunca nos echaron. Nos fuimos
de allí por su tío, a otra provincia, luego cuando nos fuimos por segundas que estuvimos dos
años dentro de la empresa, era de la empresa pero ya no era tan confortable, ya era mas mala.
Estábamos tres familias, los tíos de mi marido, una familia de Cáceres y nosotros. Había otros
italianos. Donde había más era en los pueblos de al lado. En este pueblo, en la empresa donde
empiezan a trabajar les da vivienda, la empresa nos cobraba un alquiler, pero muy bajo, no
llegaba ni a cinco por ciento del sueldo. Eso lo tenían arreglao para que estuviésemos todos
revueltos. Teníamos una habitación grande con un cuarto de aseo para cada dos familias
(entrevista nº 1).

73
Ángeles Arjona, Juan Carlos Checa y Francisco Checa y Olmos

Una regularidad entre aquellos migrantes que llevaron su familia fue la


mejora constante de las condiciones de vivienda y la apertura de un mercado propio
para ellos.

En Beslar tuvimos en total cinco viviendas con la residencia primera en Alemania. Eran pisitos en
alquiler. Estuve en la residencia primera, luego nos fuimos a una vivienda chiquita que era como
un estudio, con un dormitorio, sencillico y compramos nuestros primeros muebles y nuestra tele
en color. Me compré mi lavadora, porque el primer crío que tuve lo perdí con tres meses. Eso
fue un golpe duro. Entonces lavaba a mano y levanté un barreño de ropa con agua y noté como
se desprendió. Entonces inmediatamente me compré la lavadora para que no volviera a ocurrir.
En ese mismo edificio se desocupaba un piso arriba, porque en éste, el baño lo tenía fuera en el
pasillo y tenías que salir de la casa al pasillo. Eran casas antiguas y eran así. Se desocupaba un
piso arriba, era de alemanes, que entonces eran los que tenían las mejores viviendas, y se iba un
alemán. Habíamos hecho mucha amistad como vecinos, a ellos les gustaba una copita de coñac de
vez en cuando con el español, que el español le invite, y mi marido le invitaba. Un día nos dijo
que fuésemos hablar con Frus Alba, la dueña de la casa, porque se iba a mudar y antes de que
fuese nadie a pedirla, al ser nosotros los primeros no tiene más remedio que dárnosla. Así que
nos fuimos al piso de arriba. Sin ascensor, pero tenía su baño dentro de la casa, un dormitorio
grande, una cocina grande. Lo que pasa que había una costumbre, que el que se iba de la casa y
decía que dejaba el sofá, o las cortinas.., aunque tú luego tuvieses que tirarlas, tú tenías que
comprárselas, venía a ser tipo traspaso. Las cortinas, por ejemplo, no valían un duro, usadas y
viejas, me acuerdo que salí yo un día a las rebajas de ese mes de enero y compré unas nuevas,
preciosas, pero eso era el trato, porque si no lo querías podía venir otra persona que si las
quisiera y se quedaba con el piso. Tuve que darle trescientos marcos. Se aprovechan, pero es
natural, tienes que pasar por ello. De ahí, como el bloque lo iban a tirar , era muy antigua la casa
y la iban a levantar nueva otra vez. En esa casa vivió Goethe, hay una placa en la puerta, en el
primer piso vivió él. Estábamos en la plaza Las Flores, que es como le llamaban los españoles,
pero su nombre correcto era Format. Le llamábamos así porque todas las fachadas estaban
llenas de flores, yo tenía el tercer piso y el ayuntamiento te traía las macetas, te las ponen y tú
eres el que las riegas. En aquella plaza en Navidad ponían el pino lleno de luces y todo lleno de
nieve, era una auténtica Navidad, muy bonita. De allí nos fuimos a otra vivienda, que nos dieron,
como casas subvencionadas, como el bloque lo iban a tirar estaban obligados a darnos una. Eran
unos bloques pequeñitos, de dos plantas, el sótano y dos pisos. Era un pisito muy bonito, dos
habitaciones muy grandes con unos jardines alrededor, con césped, pero estaba un poco fuera
del pueblo, nos quedaba un poco lejos y tenías que coger el coche para llevar a los niños al
colegio, a la guardería al pequeño, y cogimos otra vivienda por detrás de donde vivíamos en un
principio. Surgió y la solicitamos. Pero echando por delante que era maestra española para
extranjeros, y presentando la nómina. Si no, no te la daban. Si yo hubiese querido comprar un
terreno para hacer una casa inmediatamente me hubieran dado el préstamo, inmediatamente.
Por eso, los maestros están considerados “la flor y nata de la sociedad”, están en el grupo A, y
nosotros que estábamos en el grupo B, éramos “los jefes de la inmigración”, “los reyes de la
inmigración.” Porque estaba mejor considerada a cualquier sitio que iba, maestro español, a
parte que al español allí lo tenían muy bien considerado. Allí te sentabas a pedir vivienda o no
querían niños, o estaba alquilada ya, o no extranjeros, no extranjeros…, pues te encuentras que
como no sea a través de otro español que hable por ti, o algún alemán que tú conozcas y hable
por ti como es alemán decía que era amigo tuyo. Entonces era muy difícil encontrar vivienda. Lo
que pasaba entonces, es lo que ocurre hoy aquí, todas esas casuchas, esas casas ¿quién las habita?,
Los extranjeros, porque son casas que nosotros ya no queremos. Y difícil que se las alquilemos.
Muy difícil que nos fiemos de ellos. De acuerdo, porque se meten ocho o diez, o los que sean o
por lo que sea, porque no queremos extranjeros. Pues exactamente han hecho con nosotros
igual, no podemos criticar a los alemanes, las casas y las viviendas que ellos no querían pues nos
las alquilaban, y con recomendación de quien era ese extranjero. Cuando hoy te vienen a pedir
un piso que tú tienes libre, un ecuatoriano, un argelino o un marroquí, pues yo creo que casi
74
Sin trabajo y sin esparto

siempre tenderemos a alquilársela al ecuatoriano, digo yo. Por el hecho de tener el mismo
idioma, mejor fama que el otro, en fin, ¿yo que sé? Y cuando estamos de todo en todos sitios.
Pero la discriminación siempre la hay, y el racismo no se puede evitar. La vivienda era muy difícil
de coger, precisamente porque estábamos muchos extranjeros y teníamos que vivir y cogías lo
que te daban. Cuando llevabas años allí, porque al cabo de cinco o seis años de estar allí, ya
íbamos cada año a que nos pusieran un sello la policía, y ya nos ponían un Prefistic, quería decir
indefinido. Cuando veían que estaba trabajando para el gobierno alemán, por el gobierno
español, que era maestra española y con el sello de indefinido, fue mi marido y automáticamente
se lo pusieron a él también. Ya te podían echar de Alemania en el caso que no tuvieras trabajo o
agotáramos el periodo de paro. Había un español allí que se le agotó el periodo de paro, la ayuda
social…, y el tío paseándose, pues llegó un momento que le dijeron que a la calle, que para hacer
el gandul a tu tierra. Allí gandules no quieren, eso está claro (entrevista nº 2).
Porque la vivienda era más cómoda. La otra vivienda tenía su dormitorio, su comedor, su cuarto
de baño pero el servicio lo tenía en la escalera. Esta vivienda tenía sus dormitorios, su comedor,
su pasillo y el aseo lo tenía dentro de la vivienda, y era más cómoda. No era compartío pero tenías
que salir fuera a la escalera, habíamos tres familias en cada planta y cada uno tenía el suyo, pero
fuera. Entonces di que si tenía que levantar a la noche tenías que abrir la puerta y salir fuera a la
escalera y este fue el motivo de que yo cambiara de vivienda (entrevista nº 4).
Yo cambié cuatro. La primera que yo cogí fue donde llevé a mi mujer por primera vez. Luego
cuando me cambié al hotel Europa, porque estaba cerca del hotel y el otro me pillaba retirao, me
alquilé esa vivienda cerca del hotel. Estaba a unos cuarenta metros y desde la casa se veía el
hotel. Llamé a la dueña para que me enseñara el piso y me quedé con él. Desde allí me cambié a
otro hotel, el Royal Windsor, y otra vez me vine cerca de este hotel para vivir y curiosamente
estaba cerca de donde viví la primera vez allí, con mi primo, pero esta vez en otra casa (...)
Pregunté por la casa y el patrón de la casa vivía enfrente y tenía un negocio de flores y le
pregunté cuanto me pedía por la casa y me preguntó donde trabajaba y le dije dónde era y llamó
al trabajo y preguntó por mi y le dijeron –ya no sé yo- y entonces me dijo que la casa era mía y le
pague el mes y me dio la llave. La iba necesitando más grande, aquí a esta que me vine ya tenía
mi hija y ya necesitaba como un dormitorio más y era más grande. Allí era como cualquier
español aquí que necesita una vivienda y tiene que alquilarla si no puede comprarla. Yo no la
compré después porque yo pensaba volver aquí o si no la hubiese comprado, esa u otra. Yo
todos los meses iba a la posta –que es como llaman a correos- y le ingresaba a ese señor todos
los meses. Ponían carteles en la puerta de que se alquilaban y entonces yo les llamaba y te lo
enseñaban. Lo primero que te preguntaban ¿es usted belga o extranjero? Y decía que no era
belga y me preguntaban de que nacionalidad era y le decía español. Yo nunca he tenido ningún
problema (entrevista nº 25).
Si nos alquilamos una casa, un piso allí, compramos los muebles, lo que pasa que allí no se puede
comprar casa, se alquilan. No se puede comprar una casa porque vale mucho dinero. Es muy
difícil que un inmigrante tenga una casa, una vivienda allí. Siempre de alquiler (entrevista nº 21).

Se conseguía vivienda mediante dos formas: la mayoritaria, cuando la


empresa o jefes de pequeñas empresas facilitaban una o se ofrecían para hacer de
intermediarios. Y la de un mercado interno propio de los migrantes, en los que las
casas iban pasando de unos a otros o bien por ser familiares o conocidos.

Busqué la vivienda esa, fácil no fue en aquellos días, pero como habíamos muchísimos españoles
y muchos de la provincia de Almería, éramos muchos conocidos y siempre por unos o por el
otro, mira fulano se cambia el otro se cambia, éste se va. De la residencia se fue un muchacho a
una vivienda un poquito más grande, mira que yo también necesito una vivienda, bueno pues
vamos hablar con el dueño. Hablamos con el dueño y de esa forma encontramos la vivienda y

75
Ángeles Arjona, Juan Carlos Checa y Francisco Checa y Olmos

estuvimos allí unos tres años o tres años y medio. Se fue otra familia para España, mi mujer
trabajaba junto con el señor ese que se marchaba, le dijo mira que me voy a cambiar de vivienda:
¿te interesa? Pues sí vamos a mirarla hablamos con la esa y nos cambiamos de vivienda
(entrevista nº 4).
Eran como si dijéramos bloques de viviendas que eran de tres plantas: primero, segundo y
tercero. Con dormitorios, cocina y salón y luego tenías otra subida que era otra habitación y dos
sótanos: una para el carbón y otra para las patatas, para la fruta. Estábamos muy bien. Teníamos
una buena vivienda -para que vamos a decir otra cosa-, buena, buena y barata. Luego también
que estaba la escuela de mis hijos allí mismo, al laíco. Todos eran alemanes, excepto unos
italianos y nosotros en ese bloque. En otros bloques pues habían yugoslavos, italianos, griegos,
pero en otros bloques. Yo estaba en un sitio bueno, muy bueno y algunos españoles me decían:
“¡cómo es que te han dado la casa aquí!”. Ese fue mi encargao que me quería mucho, me
apreciaba mucho y me dijo: “te voy a buscar una casa buena”, porque normalmente esas casas
eran para los alemanes. Y me lo decían luego los alemanes: “¿cómo es que tú estás aquí?”
(entrevista nº 5).

Para finalizar reproducimos un fragmento de una entrevista reflejo de la


multiplicidad de situaciones por las que atravesaban los migrantes en materia
residencial:

Sí cambié muchas veces de vivienda, unas veces obligao y otras por gusto. La primera vez me
echaron a esta residencia, que esto era como, en aquellos años, el mejor hotel de Almería, pero
me desquitaban nueve marcos al mes de vivienda y a compañeros que estaban en la barraca
pues le desquitaban (...) a los compañeros nueve marcos y a mi treinta en la residencia y a los
compañeros por estar en la barraca que era de madera, pero con toda comodidad, con estufas
–el carbón nos lo daban- agua caliente y fría, la verdad es que se estaba muy agusto y yo por
ahorrarme los 21 marcos, pues me fui, después de estar un par de meses en la residencia, me fui
a la barraca y ya estuvimos pues un año y pico en esa barraca. Porque yo me vine al año y medio
pa casarme y llevarme mi mujer, yo ya estaba en otra barraca más cerca del pueblo, porque ésta
estaba bastante más a las afueras del pueblo y ya era una barraca hecha de obra, pegá, pegá a las
casas del pueblo. Después una vez me lleve a mi mujer, que también allí surgieron bastantes
problemas, que surgían, no a mí, sino a montones, porque estando yo, cuando yo me vine a
casar, me deje un piso alquilao allí en Alemania en otro pueblo, a través de una parienta de mis
padres, que había sido mujer de un primo de mi padre y esta mujer me buscó un piso. Yo me
llevé a mi mujer de turista y estando allí quise arreglarle los papeles y el cónsul que allí había
–Dios le haya perdonado, pero a mí me hizo mucho daño- era hermanico de nuestro querido
Manuel Fraga, don Marcelo Fraga Iribarne, me hizo venirme a Madrid. La Embajada alemana en
Madrid me arreglaba los papeles pa mi mujer, tuve que buscar dinero del compañero venirme pa
Madrid y estar quince días dando conferencias pallá, pacá y le tuve que llevar otra vez a mi mujer
pallá pa Alemania porque no pude arreglar los papeles. Pues me fui allí y la única solución era
meter a mi mujer a trabajar –como aquí le llamamos residencia de ancianos- y después de llevar
un año trabajando en una residencia de ancianos o en un hospital, tenía papeles libres, ya le
arreglaban los papeles. Pues yo metí a mi mujer a una residencia de ancianos en la capital, yo
plegaba todos los días de mi trabajo antes de eso, cuando yo regresé de mi viaje de Madrid me
encontré que me habían quitao el piso. La parienta de mi padre me había metio toda la ropa en las
maletas y los cacharros en caja; el jamón se lo había comio el hijo, las latas que tenía se las había
bebio el hijo pero la ropa las tenía en las maletas y le dije: “que hago yo ahora, que hago yo ahora
con mi mujer”, “yo no puedo hacer nada”. Pues entonces tuve que coger un taxi a unos treinta
kilómetros y llevar a mi mujer a la residencia en la que yo estaba, a las barracas que nosotros le
llamábamos y llegar allí y decirle a dos compañeros que tenía que me había encontrao sin vivienda,
porque yo aún tenía mi vivienda allí y me dijeron que no me preocupara. Cogieron los dos y se

76
Sin trabajo y sin esparto

fueron a otra habitación de camas libres que había y me dejaron esa habitación pa mi mujer y pa
mi. Entonces ya, posteriormente fue cuando le encontré ya trabajo a mi mujer y le dejaron una
habitación en la residencia esta y yo tenía que irme a la mía. Me quedaba algunas noches con ella
pero escondio prácticamente en la habitación. Si era un sábado o un domingo sin salir dentro de la
habitación pa que no me vieran las monjas. Hasta ya más adelante se lo comenté a la empresa y
la empresa me dio una habitación pa mi mujer y para mi en esa residencia, pero que no era yo
solo el que tenía problemas porque me acuerdo que en una ocasión dormíamos dos chicos de
Málaga y yo en la misma habitación: tres camas; y cuando ellos se llevaron a las mujeres en la
misma circunstancia que yo, y los fines de semana se iban las mujeres allí a dormir con nosotros
y poníamos allí una manta partiendo las camas y así dormíamos tres matrimonios en la misma
habitación. Yo era el que menos problema tenía porque si yo quería hacer algo con mi mujer
pues lo hacía por las tardes o por las noches que mi mujer tenía, pero a dónde las mujeres tenían
vivienda no podían ir ellos, por ello, si querían hacerlo tenía que ser cuando estaban los tres
matrimonios, ¡ya hay que hacer milagros pa eso! (entrevista nº 17).

Familia y segunda generación

La familia es una de las instituciones fundamentales en el funcionamiento de


cualquier sociedad y eso no ha pasado desapercibido para los países que intentaban
ordenar sus flujos migratorios. En el grupo de emigrantes entrevistados,
(principalmente personas de ámbito rural, nacidas a principios del s. XX) el valor de
la familia es de enorme importancia, no sólo como grupo primario de solidaridad,
sino como doctrina moral ejercida por el gobierno de España a ellos (1950-1975).
El principal problema con el que se enfrentan los emigrantes en los países
de destino es la separación de las familias. Esta situación rompe con la integración
social y cultural. Según Ortega (1981) tres son los factores que propician esta
dinámica. En primer lugar, en países como Alemania, Suiza y Holanda no se
favorecen ni la reagrupación familiar, ni tampoco la integración de los hijos. Por el
contrario, en Francia, Reino Unido y Bélgica y, sobre todo, en los países
latinoamericanos, la situación es más favorable. Al gobierno español tampoco le
interesaba que se reagruparan las familias ya que se perdían las remesas que
entraban por las Cajas de Ahorros (Brisset, 1981:155). Por último, la vivienda, la
escuela, las jornadas laborales y la falta de integración consolidan un cuadro
negativo hacia la reagrupación familiar por parte de los emigrantes.
Una mayoría de emigrantes españoles, entre ellos los almerienses, lo hicieron
forzosamente separándose de sus familias. Un dato importante a tener en cuenta es
que el 57% estaban casados (Ortega, 1981:98). Una situación muy común era la de
llevarse a la mujer con visado de turista, con la esperanza de que allí pudiera
conseguir trabajo y obtener el permiso de residencia.

Pues el trabajo fue muy dificultoso. Fue dificultoso porque a mi mujer me la llevé yo de turista y
el trabajo que se hacía era trabajar en los hospitales. Los hospitales de allí, casi todo el tema de la
limpieza, lo hacían casi siempre las extranjeras –había muchísimas españolas- y en uno de ellos
pedí trabajo y no me dieron y entonces estuvo allí unos quince días y al no encontrar trabajo se

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Ángeles Arjona, Juan Carlos Checa y Francisco Checa y Olmos

regresaba para aquí, para España y cuando yo me la dejé en Stuttgart y regresé a mi casa pues mi
jefe me vio llorar y al ver que no encontraba en la cama a mi mujer, -pues era un sentimiento
grande- un amigo mío me llamó y me dijo que mi mujer tenía trabajo en la casa de estos
ancianos y ya se había ido y yo me acordé del hotel en el que hacíamos la parada, en el hotel
Continental de Lyon, y yo sabía que a aquella hora estaba allí el autobús. Inmediatamente mi jefe
se preocupó hablamos con el hotel y se volvió mi mujer y entró a trabajar (entrevista nº 9).

Muchas de estas mujeres se vieron abocadas a la soledad del ama de casa,


sobre todo, en los primeros meses estando recién llegados, sin conocer el idioma y
muchas de ellas separadas de sus hijos.

Pero yo más bien lo pasaba mal, lo pasaba mal estando sola porque ¿qué hacía?, hacía bordar,
pero ¡madre mía! si es que estaba recién llegá y no entendía nada. Aquel era un mundo tan
diferente al que yo había tenío aquí, que es que no tenía ni punto de comparación, y entonces
cuando él venía, entonces en la gloria (entrevista nº 1).

Cuando me veía muy nerviosa y eso, me ponía mal de los nervios, me venía a España, veía a mis
hijos y ya me tranquilizaba. El médico lo sabía, que tenía problemas de nervios por los niños. Yo
he ido a muchos especialistas, ¡me han mirao de especialistas! Que aquí no me hubieran mirao
nunca. Yo tenía piedra en la vesícula y no se me veía y me hicieron pruebas que aquí en España
no me las hubiesen hecho. A mí me lo decían los alemanes, "te están viendo médicos y en
clínicas que a nosotros no nos ven". Claro cuando el médico no sabía de qué era, me mandaba a
las clínicas que él creía que me podían ver (entrevista nº 2).

Sobre la mujer caía el gran peso de la migración: trabajaba, cuidaba hijos y


llevaba la casa. Si bien hay que anotar que la necesidad de trabajar, en ambos
cónyuges, hacía que algunos maridos colaborasen en las tareas domésticas.

Siempre lo hacía yo todo, “la esclava” lo hacía siempre todo. Los hijos sí ayudan hoy a sus
mujeres pero a las madres no nos han ayudao pa na. Pero a mí no me han ayudao, tantos como he
tenío, tanto trabajo como he tenío -que entonces estaba trabajando- y me he tirao el domingo o el
sábado y me tiraba un día limpiando la casa entera –hinchá- pa otro día irse a trabajar. Y eso
cuando no trabajaba el sábado o el domingo. Que el domingo que me tocaba trabajar... paraba
un día en mitad de la semana para luego trabajar el sábado. Pues cuando estaba en la casa me
tenía que dar el lote porque eso era un desfarajuste y ya ves (entrevista nº 1).

En aquel tiempo él me ayudaba mucho, mucho, se portó muy bien conmigo los primeros años.
Por ejemplo, allí teníamos unos ventanales enormes y unas persianas… él me las limpiaba, me
fregaba los cristales, las cortinas. A veces, cuando los niños eran pequeños y estábamos viendo
una película, se levantaba a cambiar al niño si se había hecho caca, o cuando lloraban se
levantaba él. Cuando yo estaba en el hospital él se encargaba de la casa, me lavaba los camisones,
me los planchaba (entrevista nº 2).

Había quien no quiso llevarse a la familia a la emigración, sabiendo que esto


podría significar, de algún modo, una renuncia al retorno.

78
Sin trabajo y sin esparto

Porque yo siempre se lo dije, que había sufrío mucho en Suiza el primer año y que no quería que
ella sufriera lo que yo había sufrido. Mi sufrimiento fue, primero por ella, segundo el accidente,
que estuve los 45 días en el hospital, o sea, yo es que no me fuera mal, me fue mal por eso,
porque las cosas no me fueron bien, y yo por lo que fuera me hice un éste… que dije que no la
llevaba, y la quise llevar quince días o un mes y entonces ella no quiso (entrevista nº 15).

Sí, cuando nos fuimos a Francia mi mujer y yo me dejé a la hija que tengo con dieciocho meses.
Pues con mis padres y con mis suegros. Las dos estaban cerca de unos tres kilómetros el uno del
otro. Mis padres la tenían unos ocho o quince días y luego mis suegros la tenían otros tantos
días. (...) Casi cuatro años. Yo no conocía a mi hija cuando nos la bajó mi padre a mi casa porque
como sabía el día que veníamos. Madre mía, cuando yo le eché mano a mi hija y la besé se me
puso a llorar, (je, je) le daba miedo; si no nos conocía. Si cuando nos fuimos estaba muy
chiquitilla. Nos tiramos tanto tiempo por no estar siempre yendo y viniendo. Mi patrón nos dijo
un par de veces que nos la lleváramos, pero les dije al patrón de que si nos la traíamos... ya se
sabe, entran en la escuela y cuando piensas venirte... porque yo tengo amigos que les gustaría
venir pero como se llevó la familia allí ya las hijas se les han puesto grandes y se les han casao y
ahora... ¡quién los acarrea pa acá! Ya tienen otro plantel de vida y se les casan allí y ya ves
(entrevista nº 7).

Estudiando cómo estaba distribuida la población socio-demográficamente,


resulta que el emigrante medio es un varón, joven y casado, con algún hijo de corta
edad nacido en el mismo país o en el de residencia. Se entiende así que la situación
de los hijos de los emigrantes varía entre aquellos que iban con sus padres al país de
destino y los que se quedaban en el país de origen. Para Brisset (1981), las duras
condiciones soportadas por los padres en el país donde emigran (los peores puestos
de trabajo, las peores viviendas, falta de conocimiento del idioma, cierto racismo
por parte de los autóctonos, etc.), genera trastornos, cuadros psicológicos como las
neurosis, depresiones y otros trastornos psicológicos que, sin duda, influyen en el
ambiente familiar y en los hijos.
Entre los niños que residen en el país extranjero encontramos una diferencia
fundamental entre los nacidos en la emigración y los nacidos en el país de origen.
Estos últimos mostraron la no adaptación con la escuela, ni al barrio. González-
Anleo (1981) señala el semilingüismo e insuficiencias escolares debido a un
ambiente social conflictivo, autoritarismo paternal, falta de formación preescolar. La
escolaridad estaba tensada por el desconocimiento del idioma, con familias en casa
hablando español, además del bajo nivel de instrucción o cualificación de sus
padres. ¿Cuánto podían ayudar a sus hijos en las dificultades escolares? ¿Y el
racismo más o menos explicito de los compañeros de aula, haciendo del niño un ser
defensivo ante ese medio hostil?

Sí, llevaban mucho tiempo en Francia. Muchos se habían venido con la guerra, otros antes,
algunos después, por motivos económicos, pero habían nacido ya todos en Francia, todos. Ten
en cuenta que hablamos de la Universidad, habían cursado todos sus estudios allí. Los
emigrantes que llegaron con hijos más mayorcillos a Francia, eso sí, que se lo han pasado más

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Ángeles Arjona, Juan Carlos Checa y Francisco Checa y Olmos

canutas, apenas si estudiaron y llevaban mucho retraso. El sistema de enseñanza francés, en mi


época era muy bueno, pero para aquel que llevaba una escolaridad normal y no repetía curso o
sólo repetía uno por ciclo –estoy hablando de la escuela pública que es donde yo he estudiado-.
Había una franja de edad que había que respetar, los que pasaban la edad, ésos iban a una vía de
transición a la formación profesional, se les cerraban las puertas de la Universidad. Se llamaban
cursos de transición, esos eran los revoltosos, los malos estudiantes, allí, por regla general,
aterrizaban los hijos de migrantes que habían llegado a Francia con más edad (entrevista nº 3).

En cambio, los niños nacidos en la emigración por el hecho de la paridad


con los demás, sobre todo, en lo que a competencias lingüísticas se refiere, hizo que
muchos acabaran aprendiendo un oficio o entraran en la universidad.

La menor la que está casá con el alemán aún no la tenía, esa fue la que nació allí. El mayor tenía
15 años, el segundo 13 años, otro con 9 y el mayor que se quedó aquí en la escuela y luego se fue
cuando tenía 17 metidos en 18, que después se fue allí con nosotros. No tuvimos problema por
ese motivo: porque a mi lo primero que me prepararon fue una vivienda para la agrupación
familiar, me prepararon todos los papeles, me lo dieron todo y todas las cosas. Yo se lo mandé a
ella y preparó todos los pasaportes y sus cosas y entonces me los lleve pallá. Un día llegan todos
los papeles de salida y me dicen que ya están todos los papeles y le dice que en la semana
próxima iba y vine y me las llevé parriba. Sí, tienen su colegio y después que tienen su colegio ya
después del oficio que le gusta, dos días de oficio y los otros tres de escuela; lo van haciendo así.
A mi hijo le gustó, a mi Manuel le gustó fontanero, pues fontanero estudiaba, después le pagan
300 marcos, todos los meses le pagan 300 marcos pa sus gastillos y están en la escuela estudiando
y haciendo su oficio. Al poco de ir se metieron en el colegio y de momento aprendieron. Ellos
aprendieron en cuatro días porque tenían que ir a la guardería de manera forzosa y a la escuela y
allí si aprendieron pronto. Se adaptaron muy bien en la nueva situación. Ya ves, hasta la escuela
–alemana- la tenían ya preparada para cuando llegaron. Allí no es como aquí, allí tienes que
llevarlo porque la lotación familiar lo tenía todo preparado: las escuelas, todo preparado. Ellos
tienen sus oficios allí, son jóvenes, tienen sus hijos en las escuelas y no piensan venirse y además
saben bien el idioma y ellos si es verdad que no piensan en venirse. Está mi hijo el mayor, allí en
la Mercedes con su bata blanca revisando los motores (entrevista nº 5).
No, no. Eso es la mujer la que vivía con ellos. Jamás me dijeron nada y además tenían muchos
amigicos y jugaban al parque allí con la pelota y mi hija, la que nació allí, tenía muchas amigas,
demasiadas amigas, ya que a veces se pasaban. Porque siempre que iban era pa patearlo todo y a
comer (ja, ja) ¡oh que niñas! ¡Que vaya casa! (ja, ja) y me decía mi hija la menor: “¡oh mama yo no
tengo hambre! ¿Qué te pasa que no tienes hambre? Pues nada y mi comida se la das a mis
amigas, pues es que su madre se ha llevao la llave y se le ha olvidao y las ha dejao en la calle”. Pues a
ellas que las tenía que poner de comer. Otro día la misma, siempre fue así: ¡que irritaciones me
daba esta niña! Otro día que estaba trabajando: “¿papá dame algo que voy a comprar una picha?”
Y se la compraba y se la comían entre todas allí. Allí entraban y se iban a sus frigorífico, se
echaban su coca-cola y mi hija me decía: “mamá, ¡Hazle un bocadillo!” y yo le decía: “hija, ¿tú te
crees que esto es una fonda? ¿Tú te crees que voy a estar todo el día trabajando..., o te crees que
esto es un hotel? Pero es que tienen hambre y su madre no está” (ja, ja). Así era todos los días,
¡me tenía aburria! (entrevista nº 5).

Con la emigración se sumaba el problema de la adaptación curricular de los


hijos, tanto en destino, como tras el retorno. El fracaso escolar era la “norma”. El
gobierno español palió en parte esta situación creando escuelas españolas en los

80
Sin trabajo y sin esparto

principales núcleos de emigrantes, de forma que los niños aprendieran lo mismo


que sus compatriotas, mientras permanecieran en la emigración.

Claro, hasta que nos vinimos para acá, y cuando llegamos aquí fue un fracaso porque el español
lo hablaba y todo eso pero no. Estuvo yendo a un instituto que hay aquí arriba pero cuando
termino ahí lo echaron a otro y allí terminó de estudiar y me dijo que ya no seguía. Allí en el
colegio mi hija ni sobresalientes ni notas bajas, sacaba un término medio, pero aquí fue todo un
fracaso. Pues eso fue del fallo del colegio aquí, la falta de comprender bien el español porque no
quiso estudiar, porque cuando estaba en el instituto me llamo el profesor y me dijo que no se
explicaba el caso de mi hija porque en una evaluación le sacaba la máxima nota de la clase y en la
siguiente no le sacaba na, no es normal. Yo le achuchaba, le apretaba para que estudiara pero se
juntaba con dos hermanas y luego me enteraba que algunos de los días no se presentaba a clase y
entonces fue cuando dije que es lo que pasaba, que me dijera si realmente quería estudiar o lo
dejaba pero que no siguiera así y dejó de estudiar (entrevista nº 25).
Sí, estudiaban bueno la verdad es que la mayor no quiso estudiar, hizo la general básica que
estaba cerca y luego fue al instituto que era español que estaba a unos treinta kilómetros y no iba
porque me escribió ¡que no iba a la escuela vaya! Y no sé como fue porque vino un invierno y no
sé como iba por las calles nevando y to que estaba. La del centro me hizo un poco más que la
general básica y la menor, ¡vamos que no han estudiao porque no han querio!; la menor sí hizo
empresariales más idiomas, porque yo estaba enteresao en que aprendiera idiomas y la puse en un
colegio y me sabe hoy pues cinco idiomas, pero bien hablaos. Yo le he dao lo que han querio,
sino querían estudiar no le iba a dar más vueltas, pues a trabajar. Mi yerno que es italiano tiene
un restaurante en Vestergud que se llama Pinoccio, Pinocho (je, je), su trabajo está allí, entran
alemanes y sus hijas les ayudan. Tengo dos nietas y la otra, la pequeña, en una empresa de
seguros, de esto ¿cómo se llama (...)? de secretaria del jefe con veintidós años que tiene. La Isabel
tiene una pequeña empresa que tiene problemas porque tiene que sacarse el ese de empresa.
Tiene un camioncillo y una furgoneta pa transportes y ya la han cateao porque es la que menos
sabe el alemán y he preguntao en ASALER. Precisamente y me han dicho que eso se tiene que
sacar allí el carnet de empresa. Ha estado aquí, seis o siete años en la escuela y me la lleve ya con
doce años. Ha sido la única. Y ésta también, una de ellas la que tengo casá es que se vino mi
mujer y se tiro aquí un tiempo y me la llevé con unos 14 meses, es como si hubiera nació aquí,
dos nacieron allí y una me la lleve con catorce meses (entrevista nº 19).

Por último, destacar cómo en los niños nacidos en el país de destino, o


pasados por unas largas temporadas en él y retornan, muestran grandes problemas
de identidad y arraigo, que les hace estar confusos con respecto a su pertenencia
identitaria. Pero ello, depende, en gran medida, de la reproducción, por parte de la
familia, de los valores culturales originarios.

Mi hijo estudió aquí sólo lo que es primaria, porque luego ya cuando nació la niña me lo llevé allí
y ese fue el motivo por el cual me vine antes. El niño empezó a estudiar en el colegio alemán y
ya no quería estudiar español. Mi mujer ya dejó de trabajar, por la mañana lo mandábamos al
colegio alemán y por las tardes al colegio español. El del colegio español me dijo que no volviera
que no quería estudiar y en seis meses mi niño paso tres cursos en alemán y, sin embargo, en el
español… Luego le busqué una maestra española casá con un alemán y me lo echó de la clase.
Me dijo que no lo mandara porque ella no me podía cobrar un dinero si el niño no sacaba
beneficios y así por eso antes nos vinimos pa España y aquí gracias a Dios lo obligué a que
estudiara, pero tenía tan buena cabeza pa los estudios que con sólo mirar el libro ya sabía lo que
decía y, sin embargo, la hija ha estudiao mucho más pero no ha tenio la potencia que él pa los

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Ángeles Arjona, Juan Carlos Checa y Francisco Checa y Olmos

estudios. El niño dejó los estudios y se puso a trabajar prácticamente sin decirme a mi nada
cuando yo me enteré ya tenía las oposiciones a la Caja Rural (entrevista nº 17).

Respecto a los niños que permanecieron en el país de origen junto a la


madre o familiares cercanos o bien internos en centro educativos tuvieron
problemas relacionados con la separación de sus padres. Muchos de nuestros
compatriotas no vieron a sus hijos crecer, con la consiguiente falta de relaciones
familiares básicas para la socialización primaria del niño. Normalmente, estas
separaciones hacían que los periodos de separación fueran cortos, o porque los
padres regresaban definitivamente, o porque éstos optaban por llevarse a sus hijos al
país donde habían emigrado.

Ocio y tiempo libre

En el caso del ocio y tiempo libre, lo primero a tener en cuenta es la relación


directa entre el binomio consumo-ahorro. Según Garmendia (1981:262), debido a
que la motivación económica es la que preside la emigración, el consumo siempre
quedaba relegado a un segundo plano. La meta es ahorrar lo máximo para consumir
en el retorno (recordemos que la mayoría de los emigrantes sale con la idea de
regresar). Así, el consumo de ocio y tiempo libre variaba de menos a más, esto es,
conforme los emigrantes renunciaban al regreso definitivo, con un grado de
integración importante, comenzaban a exigir su equiparación ciudadana y su
reconocimiento igualitario. A la vez, como es compresible, el nivel de consumo iba
aumentado, por lo que se reducía el ahorro. El grado de identificación con la
sociedad de acogida en estos momentos era bastante alto y, en consecuencia, se
participaba más de las pautas de consumo en ocio y tiempo libre junto a los
autóctonos.
El ocio y tiempo libre en destino, como ya hemos visto, será algo secundario
para la mayoría de los emigrantes almerienses en el extranjero, incluso renunciaban
al descanso y el ocio para trabajar más horas extras y aumentar ahorros (Garmendia,
1981: 269), especialmente durante los primeros años.

De tiempo libre yo disponía de muy poco, porque yo a las siete de la mañana ya estaba
trabajando y, por ejemplo, en este tiempo –invierno- a las cinco de la tarde ya era de noche,
entonces al subir a la casa me aseaba y era hacerme la comida, una vez terminada la comida y
como todos los días a las seis de la mañana tenía que estar levantado, pues el tiempo libre mío
era, mientras no me dormía, era leer (entrevista nº 9).
¿Yo? Trabajar todo el rato (ja, ja). Sí, los fines de semana yo he trabajado. Perder, perder allí
poco. Allí iba uno a ganar unas perras y no a pasar el tiempo, además si no hacías eso, ibas al bar
a gastarlos. Allí ya que hacías el sacrificio tenías que ahorrar lo más que uno podía (...). Allí había
como en todos sitios, había quien le gusta guardar el dinero y otros le duele de gastarlo (...) pero
es lo que pasa... ¡malgastar el dinero yo que sé...! (entrevista nº 7).

82
Sin trabajo y sin esparto

Entre los migrantes que habían llevado sus familias a la emigración el poco
tiempo del que disponían lo intentaban pasar con ellas en los hogares, paseos,
pequeñas excursiones o el cine.

No había muchas diversiones, pues los días de fiesta o fin de semana te ibas al centro español o
había alguna cosita, en fin a pasear un poco con la mujer por el bosque, alguna fiestecilla que
hubiera también y si no había nada de eso a mirar la tele (...) y nada más, poco había más, el
descansar pa el otro día (entrevista nº 12).
Si hacía buen tiempo y era época de helados, íbamos a las heladerías italianas, nos comíamos una
copa de helado cada uno. Y a mí como me ha gustao tan poco cocinar, mi única salida era que el
domingo cerraba la cocina y mi marido decía: “¡ya estamos!”. Porque a él le gustaba estar
relajado en casa, comiendo, porque como los demás días comía en la fábrica, pues nada, “hoy no
hay comida, nos vamos al restaurante. En la Plaza de la Flores había un restaurante de comida
alemana y nos encantaba. Las fiestas que yo hacía, era ir a comer comida alemana los domingos,
esa era la mejor fiesta que hacía, y luego por la tarde si se nos antojaba dar una vueltecita y
comernos, como ellos le dicen café y kuge, que es pastel y café. Un trozo de tarta, que hay una
repostería en Alemania fenómeno, que no, pues por la noche nos íbamos a comer una pizza a un
restaurante italiano. Eso eran las celebraciones, dar una vuelta o si íbamos a un bosque, o nos
juntábamos con otros españoles y nos íbamos a un lago, a hacer una paella. Sobre todo, del
círculo de maestros. Los cumpleaños eran sagrados. En un calendario tenía apuntado los
cumpleaños del círculo de amistades, y si en medio de la semana caía que era el cumpleaños de
alguno de los niños, nos llamábamos y nos citábamos para el sábado por la tarde ir a casa a
merendar: café y pasteles; hasta las ocho o las nueve de la noche, porque no se podía más tarde.
Es que allí a las ocho de la noche hay que irse a la cama, mas tarde los molestábamos; es que si a
las cinco de la mañana te vas trabajar o que ya a esa hora estás trabajando, porque mi marido a
las cinco de la mañana estaba trabajando. (...) Lo que estamos diciendo del gueto que forman los
extranjeros; teníamos nuestro circulito de españoles de cumpleaños, de niños, pues entonces
éramos cuatro maestros y dos o tres amistades todos más o menos de la misma edad. ¿Qué
pasaba? Lo que pasa, español, se habla español, siempre hablando alemán, para comprar, al
médico… Yo iba a la escuela por la tarde y con el conserje hablaba cuatro palabras, que si el
tiempo, que si necesitaba diapositivas… pero nada mas. Es diferente a ir cuando eres joven, que
te echas amistades alemanes, que sí un chaval alemán… a los dos días hablas alemán hasta por
los codos. Esos son los que dominan el alemán a los días. Pero tú en tu casa el idioma el
español, con las amistades en español iba a la escuela español con los niños. Yo no me tomé el
interés que tenía que haberme tomado, porque como donde tenía que ir hablaba mas chapurreao o
menos pero me entendían, me defendía. (...) Nosotros teníamos que ahorrar y no gastábamos un
duro porque teníamos que ahorrar, estábamos allí para venirnos a España entonces no es lo
mismo. Nos juntábamos en las casas a hablar de España, sobre todo, de nuestra niñez... Un
domingo nos juntábamos en una casa, a otro domingo en otra y así íbamos. No teníamos otra
diversión, no íbamos a bares ni nada, porque nosotros lo que queríamos era ahorrar todo lo
posible para venirnos a España. Nosotros nos lo pasábamos bien juntándonos los españoles en
las casas y hablando de España, de nuestras familias (entrevista nº 1).

Los dos principales espacios de ocio y tiempo libre eran las casas
particulares y los centros asociativos con paisanos, Casas de España, asociaciones de
padres, parroquias, centros de Cáritas, etc. Buena parte de los que se iban solteros o
dejaban a su familia en la propia, el escaso tiempo de ocio o libre lo utilizaban
visitando a los familiares.

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Ángeles Arjona, Juan Carlos Checa y Francisco Checa y Olmos

Normalmente, pues lo que hacemos, salir, irte al bar tomarte una cerveza o si salías por ahí a
cualquier sitio tomarte una cerveza, pues con los amigos. No, normalmente nos visitábamos
mucho, mira la casa estaba en un sitio que habíamos 3 pisos que en el que menos había 7. De
forma que ya habíamos allí veintitantas personas del pueblo y los alrededores, unas veces nos
visitaban, yo tenía a treinta kilómetros me parece que era de allí de Ginebra, tenía este tío que te
he dicho antes, algún domingo me iba y pasaba el día con ellos. O sea, que la gente que fuimos a
por dinero nuestras diversiones eran mínimas. Al cine si ibas alguna vez, baile, yo no era
bailador, el que era bailador había bailes, discotecas había por como en todos los sitios grandes
(entrevista nº 15).

Las Casas de España han ejercido como centros de interacción social.


Autores como Díaz Plaja (1974) mantienen las tesis de que estos lugares cumplían
una función de control por parte del gobierno español. Eran pocas las Casas o
Centros de España que no dependían directamente de las agregadurías españolas.
Aún así, no hay que olvidar el papel que jugaron estos centros como espacio
concreto de interacción social entre compatriotas y con su tierra de origen. Se
procuraba organizar durante los fines de semana diferentes actividades lúdicas,
viajes, fiestas, concursos, etc.

A los bailes, jugar a las cartas, como están aquí. Formábamos los viajes para ir los sábados y
domingos, para ir a un sitio u a otro, otras poblaciones. Pues cogías y te apuntabas, tenías un
carné como aquí los viejos. Hacíamos sociedad y se pagaba mu poquillo, porque el gobierno nos
daba bastante. Si, el gobierno español nos daba bastantes ayudas, y nosotros pues poníamos
poquito para ayudar. Si, si, llegaba alguno nuevo nos preocupábamos en buscarle vivienda y
trabajo, estaba bien (entrevista nº 29).

Estos centros servían, además, como improvisados locales de información y


asesoramiento sobre temas de derecho laboral, contratos de vivienda y, sobre todo,
reagrupación familiar. Allí se producían verdaderos lazos de solidaridad entre los
migrantes.

Pues el centro español que había allí, había dos sacerdotes españoles allí en el cual, aunque lo
llevara particularmente un español, el centro aquel tenía también ayuda de si cualquier cosa que
se presentaba, pues íbamos y teníamos información. Se podía comer, se podía beber, en
definitiva, era un centro en el que los sábados y los domingos era cuando lo frecuentaban los
españoles. En medio de la semana pues tal vez no iban mucho, no se lo puedo asegurar porque
yo no iba nunca. Realizaba excursiones a otros sitios o puntos de Alemania y esto servía para
que nos fuéramos conociendo y conocer a otros españoles que estaban en otros sitios de
España. Las relaciones eran bastante buenas, no dejemos de decir que siempre habrá de todo
pero en el centro había buena gente (entrevista nº 9).

En los pueblos más pequeños en los que no había Casas de España, la vida
social giraba en torno a alguna asociación, un club de fútbol o las parroquias con
curas católicos, los cuales cedían los locales para centros de reunión.
84
Sin trabajo y sin esparto

Un centro recreativo de como te digo se llama asociación de padres de familia, donde estábamos
casi todos los españoles organizaos y afiliaos a ese centro. Bueno eso era nada mas que nada,
recreativo, para pasar el rato. A veces traíamos a ese asesor laboral para que nos diera una
conferencia, nos explicara un tema. También llevamos un médico español que estaba en
Frankfurt para que nos explicara y nos diera, cuando el sida estaba tanto en boga, que nos
hablara pues este mismo médico escribió un libro. Bueno esas eran las cosas que eran distintas
de las que allí se hacían que era pasar el rato (entrevista, nº 12).

La iglesia fue una institución que jugó un papel importante en el ámbito


local o a través de organizaciones como Cáritas. Había sacerdotes españoles que se
desplazaban a los lugares de inmigración mediante las llamadas Misiones Católicas,
principalmente en aquellos países en los que la religión mayoritaria era diferente a la
católica. En los pueblos donde habría escasez de infraestructuras era la iglesia la
prestadora de sus locales como centros de ocio y cultura.

Era española, con un cura español. Que se llamaba la Diócesis de TRIAS, era muy importante
allí en Alemania. Entonces en los pueblos que había alrededor que eran españoles, pues iban
unas veces... Nosotros que éramos la asociación más grande íbamos todos los sábados a las
cinco de la tarde, luego otros iban una o dos veces la mes, cuando podías, algún domingo
también. Pero nosotros todos los sábados ahí íbamos a las cinco de la tarde. Allí nos juntábamos
los niños pequeños. Aquello no daba dinero era mas bien por llevarlo. Comprábamos cervezas,
allí en la cocina hacíamos las tapas, hacíamos salchichas de esas bradwürth, de esas que me gustan
mucho que son asás a la plancha, esas que son blancas y hacíamos carne a la brasa. Fíjate, de
todo y otras veces se hacía pescado frito lo comprábamos congelao, que no tomamos a palo la
cerveza y allí pasábamos muchos días. Yo mis bodas de plata allí fui, allí las hice. En el local
encargué a un chef de esos la comida y venía ya caliente y fue estupendo y allí mismo. Los
alemanes hacían dos o tres veces sus fiestas al año. Cuando lo hacían los alemanes, pues estamos
también nosotros igual. Estamos en contacto con ellos completamente, muy integraos. Bueno,
nuestras hijas más todavía, porque estaban ya en la escuela, pero la primera generación pues sí, si
estábamos integraos, la verdad que sí. Por lo menos a la hora de hacer la fiesta, de todo. Yo lo he
pasado muy bien allí. Yo no he tenio jaleos ningunos, ni en el trabajo, sólo con el mala follá que te
dije que me tenía (entrevista nº 19).

Por último, mencionar como una de las actividades lúdicas más practicadas,
la formación de peñas o equipos de fútbol.

Pues a los bares, los pubs, club de fútbol “Caballero”. Íbamos a unos a otros. Bueno nos
juntábamos prácticamente españoles, pero no. Era una peña de fútbol y hacíamos partidos. Y si
había mucha gente, alguno no sé si llego a jugar en un equipo importante. Y ahora sigue
habiendo inmigrantes que lo hacen funcionar. Había varias asociaciones, de vecinos, de fútbol,
de sevillanas y tal. Yo estaba un poco más despistao e iba solo a pasar el rato y ya está. Sí, sí, luego
ya se hacían las paellas y tal paellas, eso y carnes o sardinas y tal y después de noche nos
poníamos po de fiesta, a bailar sevillanas y eso (entrevista nº 18).
Sí, eso sí. En mi época de presidente del club de fútbol y a través del cura católico español que
teníamos nos proporcionó una sala de la iglesia católica donde hacíamos todos los sábados y
fines de semana, hacíamos fiesta para recaudar fondos pa el club. Podíamos entrar de 1.000 a

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Ángeles Arjona, Juan Carlos Checa y Francisco Checa y Olmos

1.500 personas en aquel sitio. Gracias a esas salas nosotros recaudábamos fondos, no
cobrábamos entrada, pero llevábamos conjuntos, grupos; me acuerdo de un grupo muy
simpático de mariquitas, entre ellos iba una granaina muy simpática, muy simpática y nos
amenizaban las fiestas de miedo, cantar, bailar (entrevista nº 17).

Como se ha visto, las redes sociales que establecían los migrantes


almerienses eran, en su gran mayoría, con compatriotas. Las familias que llevaban
mayor tiempo y estaban establecidas en barrios donde no abundaban los
compatriotas creaban lazos con vecinos o compañeros de trabajo.

Siempre, eso es como en todos sitios, si usted es de Almería siempre se juntará más con gente de
Almería, mejor que con otro y allí pasaba igual porque si por ejemplo yo allí, había españoles de
un lao y españoles de otro, pues si había de Huércal, pues me juntaría de Huércal. Había mucha
gente de Almería, mucha, en Basilea, en Berna, en Lucerna, en todos sitios y en Pechín que está
en la frontera con Italia que ha sido eso del accidente del puente ese, la quemaora esa. Nosotros
íbamos todos los sábados o todos los viernes íbamos a Italia a comprar cosas. Si los españoles
están en todos los sitios a dónde vayas en Suiza, Francia, Alemania, América, en todas partes
(entrevista nº 7).
La vida en el barrio era, le hablo de mí y todos los españoles que había allí, era muy buena y muy
feliz. La gente de allí, yo no he encontrado diferencias, cada uno iba a su casa, su familia, su
trabajo, nadie se ha metido yo no he visto discusiones. La vida en el barrio era estupendamente,
claro si yo era español pues los españoles venían a mi casa y yo iba a la casa de los españoles,
buenísima, no le puedo decir buena, lo único que le puede decir buenísima. Bueno, la relación
que yo tenía allí era todo lo más con dos o tres españoles. También con alemanes, compañeros
de trabajo, la relación estupendamente bien lo único que faltaba no se defendía uno bastante
bien en el idioma, eso era lo que le hacía a uno estar un poquito más distanciado de ellos.
Entonces la relación nuestra era españoles con españoles y bien, bien (entrevista nº 4).

Nuestros emigrantes procuraron siempre, a pesar de las adversidades


establecer ciertos nexos con la población autóctona, un talante abierto que los
entrevistados comentan que los autóctonos valoraban mucho. Esto formaba parte
de una raigambre cultural, así, como relató uno de nuestros entrevistados con
navidades en Suiza:

Nosotros lo pasábamos, a veces. ¡Mira la anécdota que tengo yo de allí! Fue del primer año que
estuve en las navidades. Yo me pase allí las navidades, nos juntemos 17 españoles que
seguramente quedemos en las navidades desde Ginebra a Lausana, y llegamos en un pueblecico
que le llamaban Lange. Fuimos al buffet de la agave, que se llamaba el bar de la estación, y
dijimos si podíamos cenar allí, y dijeron que si. Pusieron el comedor y entonces uno de estos que
hablaba ya francés, le dije que si por favor nos podía dejar que nosotros celebráramos la
nochevieja a nuestra manera. Entonces dijo que si, pero que tenía que ser con las puertas
cerradas para que no molestáramos a la clientela. Allí hay 20 personas en un bar una mesa allí,
allí y allí, llenas y no se enteran unos lo que hablan los otros, de una mesa a la otra. Entonces,
claro los españoles normalmente hablamos fuerte la mayoría. Nosotros a puerta cerrá esperando
que se hiciera la hora de cenar pidimos unas botellas de vino seguimos nuestra marcha, cuando
cenamos empezó uno a tocar la guitarra, empieza a contar chistes por aquí, el otro cantaba con
la guitarra, total que formamos nuestra fiesta pero a puerta cerrada. Al poco se presento la dueña

86
Sin trabajo y sin esparto

del local y nos dice que por favor si pudiéramos dejar un poquico abierta la puerta, los clientes lo
habían pedido, entonces nos llevo tres botellas de vino, que valía entonces... era vino blanco
muy caro allí. Las dejo allí y se va, seguimos la fiesta a nuestra manera y si, creo que había pasao
10 minutos y dice que si puede dejar la puerta abierta del todo, otras tres botellas de vino, y no
había llegao porque eran las 11.30. Vuelve a entrar y dice que pedían los suizos que había fuera
en los otros comedores que habían pedido si podían venirse con nosotros, claro pos nosotros,
eran matrimonios, allí toos bailando, o sea, que allí ya nos mezclamos todos, con decirte que llego
a haber 22 botellas de vino en lo alto de la mesa. Porque allí lo que se bebe, normalmente, es
vino, porque allí cuando dicen de beber vino, y ya te digo terminamos ya que era casi de día
todos como una cuba, y todos mas amigos, o sea, que fue una cosa muy bonita, porque no
querían aceptarnos, y al final fueron ellos los que se vinieron con nosotros, digamos que los
atrajimos y eso es lo que nos paso esa noche, y pasamos una noche fantástica. Dentro de que era
una leche que todos teníamos nuestra familia aquí en España, pero a gusto y una noche
memorable. Y hay cosas que dices, como puede ser esto, pues si, si, es, llegan las cosas a venir a
su sitio. Yo después uno de los jefes que tuve vino a Palma de Mallorca en un viaje de estos
cronometrados, no, promocionados que ellos lo pagaban allí, me parece que se juntaron 7 u 8
amigos y se vinieron a Palma de Mallorca y claro cuando vieron el ambiente, decían que eso era
vivir y no lo que sabían ellos hacer (entrevista nº 15).

Junto a los fines de semana, los otros momentos de ocio y tiempo libre eran
las vacaciones de verano y de Navidad, aprovechadas para visitar a la familia en los
lugares de partida. Según Cazorla (1981), estos viajes eran utilizados como “efecto
demostración” ante sus vecinos: emigraban para triunfar y la mejor muestra de ello
era regresar con flamantes coches, regalos para la familia, un éxito que arrastraba a
muchos familiares y vecinos a intentar una aventura similar. Se aprovechaba,
también, para ir realizando inversiones en vivienda o terrenos, con la idea de
posicionarse económicamente a su regreso.

Sí, siempre porque después de estar fuera de tu casa para ahorrar un duro y si tenías tierras,
almendros pues volvías, veías a la familia y luego veías la tierra y le dabas una vuelta o bien
comprabas un pedacico si te gustaba, pues trabajar, porque he estado toda mi vida trabajando,
ahora no porque estoy jubilao y una vez tiene uno que cortar porque si no está uno toda la vida
siguiendo trabajando (je, je) (entrevista nº 7).
Las vacaciones siempre que fueran un poquito largas, eran para venir a España. Porque como en
Semana Santa y en Navidad eran diez, doce días, dependía en qué cayese, porque en verano allí
solo hay seis semanas de vacaciones. Es que allí no hace el calor que aquí. Por eso, dan equis
días más en Navidad y Semana Santa. En noviembre también nos daban una semana de
vacaciones, como la de aquí la “Semana Blanca”, pues allí es la “Semana de la Patata”. Como allí
adoran la patata con todo comen patata pues por eso nos daban esa semana de vacaciones
(entrevista nº 1).

Veníamos por unos quince días. Vinimos una vez en verano para que mi niña hiciera la
comunión. Porque allí la hacían en tres veces. Primero la hacen a los diez años, confiesan se
visten, pero no toman la comunión. Luego a los tres años, otra vez, pero tampoco toman la
comunión, ya a la tercera vez sí. Nosotros vinimos en Agosto, que ya las niñas habían hecho la
comunión, todas. Y solo la hizo ella y otra niña que vivía su padre en Alemania. Pero el
catecismo se lo tuvo que decir en francés al sacerdote que había en el pueblo, porque en español
no lo sabía. Ella lo había estudiao en francés. Le dijimos al sacerdote que quería hacer la primera
comunión y nos dijo que ¿cómo la iba a hacer?, si ella no había ido al catecismo, y no sabía

87
Ángeles Arjona, Juan Carlos Checa y Francisco Checa y Olmos

decirlo. Y bueno le dijimos que se lo diga como ella lo sabe, entonces el sacerdote no sabía
mucho el francés pero veía que la niña se los sabía por lo que ella le explicaba. Entonces hizo la
comunión. Si, fue muy bonita. Le compramos un vestido cuando veníamos para acá. Parecía una
novia, con su corona y todo, vestida de blanco (entrevista nº 11).

88
Sin trabajo y sin esparto

EL RETORNO, ¿UNA NUEVA MIGRACIÓN?

De inicio, el estudio del retorno en España plantea un grave problema: su


cuantificación. Por ello, los datos de las distintas investigaciones se basan en
aproximaciones extraídas de fuentes secundarias. La información oficial disponible
procede principalmente de las estimaciones realizadas por el Instituto Español de
Emigración (IEE), a partir de las bajas consulares en los distintos países de destino.
Sin embargo, esta fuente presenta el grave problema de no tener criterios
consensuados y unánimes en la contabilidad de los retornados, a lo que hay que
sumar la falta de actualización de los registros. Muchos de los migrantes retornados
de Europa no se dan de baja en el consulado para no perder los derechos adquiridos
(véase Berger, 1976). Y, por supuesto, tampoco se han cuantificado de manera
fidedigna el retorno de los clandestinos (Campo y Navarro, 1987).
Otra fuente utilizada para la cuantificación del retorno es la demanda de
empleo que percibe el Instituto Nacional de Empleo (INEM). Aunque esta base de
datos sólo anota las demandas de empleo que efectúan los emigrantes retornados
por meses, pero nada se sabe de aquellos emigrantes retornados que no demandan
empleo, bien porque regresen con un empleo conseguido o no recurran a las
oficinas de empleo para su búsqueda, bien por que retornen en su etapa de
jubilación.
Por último, se utiliza la Serie de Migraciones elaborada por el Instituto
Nacional de Estadística (INE), que desde el año 1985 recoge la diferenciación de los
migrantes retornados externos e internos, aquí se registran las altas y bajas de los
padrones continuos municipales. Esta es la fuente más utilizada actualmente por los
investigadores, aunque tampoco está exenta de problemas; los emigrantes no
regresan al mismo lugar de donde partieron, ya que suelen hacerlo a capitales de
provincias e incluso a otras provincias y comunidades autónomas. Además, hasta el
año 2001 en las estadísticas no se indican los países de procedencia y las provincias
de retorno y sólo aparecen las comunidades autónomas.
En definitiva, y como se deduce de lo anterior, ninguna estadística oficial de
salida y/o entrada de viajeros permite, en primer lugar, cuantificar el número exacto
de retornados; en segundo lugar, discernir los retornos temporales de los
definitivos. Y, por último, no distingue entre una o varias salidas del mismo
inmigrante. En definitiva, estas dificultades muestran la relativa representatividad de
las cifras en los trabajos empíricos cuantitativos.
Por todo ello, en este trabajo se hace más hincapié en los aspectos emic de las
migraciones de retorno. El guión de la historia de vida, para este aspecto del
periodo migratorio, se estructura en tres niveles diferentes: individuales, familiares y
contextuales. Del mismo modo, se trata de abarcar a diferentes perfiles de los
entrevistados, teniendo en cuenta el sexo, edad, duración de su estancia, lugar de
emigración, etc.
89
Ángeles Arjona, Juan Carlos Checa y Francisco Checa y Olmos

En definitiva, tratamos de contrastar en que medida se cumplen las teorías


sobre el retorno y observar las diferencias entre los migrantes procedentes de
Europa y los de América. Pero, en ningún caso, se trata de una muestra con
representatividad estadística, por tanto, tampoco intentamos extrapolar los
resultados a todos los migrantes retornados.

El retorno en números

Si analizamos los flujos migratorios de retorno hacia España, comprobamos


que también se producen en varias etapas. Como adelantamos anteriormente
Castillo (1981), hasta la década de los ochenta, lo divide en tres periodos. El
primero iría desde 1960 hasta 1969, regresando el 29% del total de los emigrantes
retornados. El segundo abarcaría desde 1970 hasta 1974 con un 35% de retornos y
un tercer período, de 1975 a 1978 con un 33%. De tal forma que desde el año 1978
hasta 1981 el número de retornados españoles desciende anualmente. Pero fue a
partir de esta última fecha cuando el retorno adquiere una tendencia alcista
constante, acelerándose, de manera notable, a partir de 1997, donde se alcanzan
cotas de retorno equiparables a las producidas a finales de los años setenta. Esta
importante aceleración viene a coincidir con el periodo de jubilación de población
migrada hacia Europa y con la crisis económica y social que en estos últimos años
afecta a varios países de Latinoamérica.
Como podemos ver en el gráfico siguiente, y para el caso concreto de
Andalucía, el retorno en los últimos años ha tenido varios ciclos: el primero
transcurre desde los ochenta hasta 1996, donde las fluctuaciones no han sido muy
acentuadas, manteniéndose un retorno más o menos constante entre mil y tres mil
personas. El segundo empieza en el año 1996 y dura hasta el año 2001 donde se
produce una tendencia alcista, ya que las cifras anuales están siempre por encima de
los cuatro mil retornados. En el último ciclo, a partir de 2001, se produce un
incremento muy acentuado en los retornos, debido fundamentalmente a la vuelta de
personas procedentes de Latinoamérica y más concretamente de Argentina.

90
Sin trabajo y sin esparto

Gráfico 1. Evolución del flujo de retorno en Andalucía por provincias (1988-


2005)

2.000
1.800
1.600
1.400
1.200
1.000
800
600
400
200
0
1988 1989 1990 1991 1992 1993 1994 1995 1996 1997 1998 1999 2000 2001 2002 2003 2005

Almería Cádiz Córdoba Granada Huelva Jaén Málaga Sevilla

Fuente: Variaciones Residenciales (INE). Elaboración propia.

Málaga es la provincia que registra mayor número de retornos, seguida de


Sevilla, Cádiz, Granada y Almería, por el contrario, las provincias de Huelva, Jaén y
Córdoba son las que menor flujo de retornados registran.
Si pormenorizamos en el análisis a partir de las variaciones residenciales y
tomando como referencia el ámbito comarcal, como muestra el mapa siguiente,
comprobamos que el retorno de los emigrantes tiende, por un lado, a dirigirse a las
comarcas correspondientes de las capitales de provincia: bien a los pueblos de la
periferia, bien a las propias capitales. Por otro, se observa la concentración de
retornados en todo el litoral andaluz, sobre todo en Málaga y Almería, seguidas de
las comarcas costeras de Cádiz y Granada. Sin embargo, las comarcas con menores
tasas de retorno son las del interior. Lugares que están compuestas por medianos y
pequeños municipios rurales y de montaña, donde apenas se ha experimentado un
desarrollo económico con el paso de los años. Debido a esa circunstancia, los
emigrantes, una vez retornados, prefieren establecerse en sitios diferentes a los de
salida: ciudades que le ofrecen más oportunidades socioeconómicas y una calidad de
vida más acorde con la situación que han adquirido en el extranjero. Así, el contexto
inicial de partida se convierte en el ámbito para visitar los fines de semana, fiestas
patronales o vacaciones.

91
Ángeles Arjona, Juan Carlos Checa y Francisco Checa y Olmos
Mapa 2. El retorno de emigrantes andaluces por comarcas (2001-2003)

Fuente: Checa, López y Castillo (2004).

92
Sin trabajo y sin esparto
De otro lado, el perfil sociodemográfico del retornado andaluz es similar al
que señalan Martínez (2000) de manera general para España e Izquierdo y Álvarez
(1997) para Galicia. El retornado andaluz es tanto un hombre como una mujer,
puesto que este nuevo movimiento poblacional se produce casi siempre en familia.
De forma parecida, existe cierta homogeneidad en la edad de regreso; por un lado,
vuelve población en edad activa y, por otro, conforme va pasando el tiempo los
retornados son jubilados, llegados principalmente de Europa. El nivel educativo de
los retornados no ha variado con el paso del tiempo, o lo que es igual,
mayoritariamente el nivel educativo de los “cabezas puente” de la emigración
española es de estudios primarios, aunque otra cosa es su cualificación, ya que
algunos de los emigrantes españoles que partieron con una titulación educativa
mínima han alcanzado niveles superiores gracias a la incorporación laboral en
destino.
Tomando, como ejemplo, el retorno de un país americano (Argentina) y
otro europeo (Bélgica) comprobamos que, según los datos ofrecidos por el Instituto
Nacional de Estadística, los primeros retornan, por este orden, a Galicia, Andalucía,
Comunidad Valenciana, Cataluña y Madrid. Sin embargo, las comunidades que
menos retorno registran son Navarra, La Rioja y Extremadura. Por su lado, los
retornados desde Bélgica lo hacen principalmente hacia Madrid, Andalucía,
Comunidad Valenciana, Asturias y Cataluña. Los lugares con menos regresos son
las islas Baleares y Canarias.
Por tanto, como se observa, Andalucía es una importante zona de venida de
ambas nacionalidades, aunque el flujo es más intenso desde Argentina, con
tendencia a la baja, tras superar, en parte, la crisis económica de 2001.

Gráfico 2. Emigrantes retornados en Andalucía desde Argentina y Bélgica


(2001-2005)

1200
1000

800

600

400
200

0
2001 2002 2003 2005

Bélgica Argentina

Fuente: Variaciones Residenciales (INE). Elaboración propia.

93
Ángeles Arjona, Juan Carlos Checa y Francisco Checa y Olmos
Al analizar los datos por provincias Málaga vuelve a ser la que más retornos
experimenta de ambos países. Sevilla y Cádiz destacan también por los retornos
procedentes de Bélgica, frente a Almería y Granada que sobresalen en los retornos
de Argentina.
En cuanto a la edad de los retornados, como muestra el gráfico siguiente, los
procedentes de Argentina tienen mayoritariamente entre 16 y 34 años, aunque
también los mayores de 55 años son importantes. Los llegados desde Bélgica
comprenden una distribución más uniforme, si bien sobresalen los mayores de 65
años.

Gráfico 3. Edad de retorno de los emigrantes desde Argentina y Bélgica


(2005)

800
700
600
500
Argentina
400
Bélgica
300
200
100
0
Menos De 16 a De 25 a De 35 a De 45 a De 55 a De 65
de 16 24 34 44 54 64 años y
años años años años años años más

Fuente: INE. Elaboración propia.

En definitiva, el retornado europeo está volviendo de manera escalonada y


con una edad distribuida de manera más o menos uniforme, en todos los intervalos,
lo que significa que están volviendo familias enteras: padres y madres en edad de
jubilación e hijos activos. Por su lado, desde América el retorno se está produciendo
en los últimos años, además, regresan mayoritariamente en edad activa, esto es, los
hijos o nietos de españoles que cruzaron el océano y mantienen la nacionalidad
española. Así como españoles en edad de jubilación.
Si nos centramos en el caso concreto de Almería vuelve a repetirse de
manera, casi exacta, el perfil del retornado. Los lugares de retorno, como vimos, se
producen en las comarcas del interior. Así, por ejemplo, tomando los retornados
afiliados a la Asociación de Retornados de ASALER se vuelve a comprobar que
éstos se concentran mayoritariamente en las comarcas costeras. O lo que es igual, el
mayor número de regresos se produce en la Comarca del Valle del Andarax, y más

94
Sin trabajo y sin esparto
concretamente a la capital, donde regresan un 39% de los emigrantes. La segunda
comarca en la que se producen más retornos es el Campo de Tabernas con un 18%.
Y los lugares donde menos retornan son las zonas del Alto Almanzora, Medio
Almanzora y Las Alpujarras. Lo que significa que todas las comarcas pierden
población con respecto a sus salidas iniciales, excepto la comarca del Valle del
Andarax.

Mapa 3. Retorno de almerienses

Fuente: Base de datos de ASALER. Elaboración propia.

95
Ángeles Arjona, Juan Carlos Checa y Francisco Checa y Olmos
El retorno en clave migrante

La decisión de retornar es una cuestión que no resulta fácil de decidir,


después del tiempo vivido y establecido en el país de destino, uno no sabe lo que le
depara el regreso al lugar de origen. Por eso, Castillo (1981) plantea que la decisión
se mueve entre la añoranza y el temor, sobre todo, cuanto más se prolonga la
estancia en el extranjero el retorno aparece como una nueva emigración. Uno de los
entrevistados nos comenta:

Es muy difícil volver, es tan difícil volver como salir del país. Primero, porque me lo he estado
pensando más de un año. Te encuentras que eres extranjera en tu propio país porque
lógicamente los que venimos de países donde no se habla español y tienes un acento diferente
pues te tratan como si fueses una extranjera (entrevista nº 23).
Mi hermano Juan y yo fuimos con la intención de volver, bien lo sabe Dios, pero el tuvo menos
suerte que yo, y luego que echó una mala cabeza, to lo que ganaba lo estrozaba. Aunque luego al
final encontró un buen trabajo, pero ya era tarde... ¿a dónde iba a volver?, si aquí no dejó a
nadie, mis padres hace mucho tiempo que murieron, ahora se ha juntao con una mujer de por
ahí (entrevista nº 18).

No siempre el retorno va ligado a la consecución de las metas establecidas


en el plan original. A veces va unido a un “fracaso”, no se consigue el propósito y
queda truncado el “sueño migratorio”. Además de regresar prematuramente sin
haber ahorrado lo suficiente, los retornados se enfrentan a un nuevo problema: la
dificultad del empleo en los lugares de origen. Esto hace que no quieran volver a sus
pueblos, sino a otros lugares, ya que, según Cazorla (1989), las presiones sociales del
“qué dirán” -sólo entendibles en un contexto rural- son tan fuertes como para
provocar que se establezcan donde nadie los conozca. Por el contrario, los
retornados que sí lograron sus objetivos y obtuvieron un pingüe capital, prefieren
“volver a sus localidades de origen, no sólo por sus vinculaciones y hábitos
personales, sino por la satisfacción de mostrar sus logros. Logros que en una ciudad
pasarían desapercibidos” (Cazorla, 1989: 43).
El retorno final -en la mayoría de los casos- se produce con la jubilación.
Pero, normalmente, el contacto con el lugar de origen nunca se pierde. El periodo
de retorno se alarga cuando se trata de emigrantes que se iban a América, pues se
producían largas estancias en los países de destino y, en contadas ocasiones, volvían
a la Península en periodos vacacionales; la tónica general era de volver una sola vez,
la definitiva.

Estuve treinta años sin venir. Yo tenía ganas de venir a ver a mi padre, porque él murió, y yo
digo: ¡puede ser que a mi madre pueda volver a verla! Yo tenía ganas de venir pero siempre
primero que los niños eran pequeños, y no me podía venir, que menos que un mes porque ya
que me iba a gastar un dineral qué menos que dos meses, y cuando no se presentaba una cosa se
presentaba la otra (entrevista nº 30).
96
Sin trabajo y sin esparto

También el ánimo de conseguir rápidos beneficios y el propósito de ahorrar


al máximo para regresar pronto, hacía que algunos migrantes continentales pasasen
estancias más o menos largas antes de volver de forma parcial o definitiva.

Pues nos tiramos casi los cuatro años fijos. Yo no conocía a mi hija cuando nos la bajó mi padre
a mi casa. Cuando la besé se me puso a llorar. Le daba miedo, ¡si no nos conocía!, si cuando nos
fuimos estaba muy chiquitilla. Nos tiramos tanto tiempo por no estar siempre yendo y viniendo y
poder ahorrar un duro (entrevista nº 7).

En ocasiones el regreso se desestimaba si los lazos afectivos que unían a los


emigrantes con el lugar de salida se rompían23. Esa ruptura, en la mayoría de los
casos, está provocada por la muerte de los familiares que se quedaron.

Mi abuela era lo único que nos quedaba y la pobre se murió y no pudimos ni venir, para cuando
llegáramos había pasado más de tres días. No pudimos. Así, que nos quedaba una tía, que no
conocíamos, nunca creímos que íbamos a volver (entrevista nº 17).

Motivaciones para el retorno

Las decisiones y motivaciones de retornar son multicausales y varían según


el lugar de destino, el tipo de trabajo realizado, las facilidades de reagrupación
familiar, el tiempo de emigración y otros acontecimientos individuales y familiares.
Por ello, la decisión de retornar casi nunca se reduce a un sólo motivo, sino a la
confluencia de muchos.
Teniendo en cuenta que la migración fue por motivos económicos, el
triunfar o fracasar económicamente suele ser el principal motivo de regreso o para
retardar más el tiempo de la migración. Aunque el motivo económico, como
elemento de regreso o retardo no suele ser manifestado, éste se encuentra explícito.

No, me vine porque no me gustaba el tío, era un Caín, que no nos quería pagar las horas, y era
un trabajo que íbamos en coche a 50 kilómetros de allí, sin techo ni na y yo “ponle un techo
hombre que vamos helaos”, “no, así llegáis luego al campo y trabajáis con más fe”, “y qué
bandolero eres hijo puta, bandío” (entrevista nº 13).

Tanto más pronto se volvía con “las tareas cumplidas” mayor prestigio se
adquiría, por eso, muchos de “los triunfadores” volvían a su pueblo para demostrar
su éxito.

23 En el caso de los migrantes de ultramar, que pasan largos periodos fuera de sus lugares de origen, son más

comunes.
97
Ángeles Arjona, Juan Carlos Checa y Francisco Checa y Olmos
Los motivos del fracaso económico no siempre son atribuibles a la
capacidad de adaptación de los individuos, sino que algunos emigrantes almerienses
sufrieron las consecuencias de la crisis del año setenta y tres. Momento que también
coincide con la decadencia del régimen franquista, provocando en la sociedad el
anhelo de una pronta democracia y, sobre todo, libertad, a la que se le adscribía
otras mejoras, entre las cuales estaba el trabajo.

Yo me vine a últimos del 74 y hubo una crisis de trabajo muy fuerte allí que echaron las
empresas, no es que la echaran, pero las tenían que cambiar de sitio, por ejemplo, de Ginebra a
Zurich, o de Zurich al otro lado, o sea que tenían que jugar con la gente porque el trabajo les
había... una crisis fuerte y yo me vine pa España, las cosas no eran tan malas como antes
(entrevista nº 15).

En el estudio realizado por Castillo (1981) el principal motivo expresado por


los emigrantes para su retorno fue el familiar (50%). También Cazorla (1989)
profundiza en este aspecto, planteando, dentro de los motivos familiares, la
educación de los hijos como algo central (30,4%). En nuestro estudio los motivos
familiares también han sido un elemento importante para explicar el regreso.
Aunque no son los mismos aquellos de una familia con todos sus miembros
emigrados, que los motivos de familias incompletas.
De cualquier forma, el primer momento familiar con el que el emigrante se
plantea regresar es con la educación de sus hijos. Muchos retornaron cuando sus
hijos iban a iniciar la escolaridad, optando por Almería.

Porque había, es que había dos posturas: volver en esa época o quedarme para siempre allí con
mis hijos, porque si sigo más allí y me vengo con catorce años ya es que los hago polvo, por las
clases aquí y por la escuela. Era el momento de venirme o quedarme; tenía once años y mira le
ha ido bien el venirse (entrevista nº 28).
Alguno, yo creo que nadie se había ido por el trabajo, solamente porque, mucha gente por los
hijos, porque a lo mejor tenían la edad de empezar el colegio aquí y se han decidido de venirse,
porque una vez empiezan los colegios de allí pues ya no se pueden venir. Por yo me quede allí y
mi hija ha hecho la escuela allí y yo no me voy a venir cuando mi hija este a medio hacer la
carrera. Yo tengo allí mis sobrinos, tengo dos cuñados allí, dos cuñadas allí, y tengo cuatro
sobrinos que están estudiando todavía, no se van a venir aquí a España, ¿a que se viene aquí a
España si to lo han hecho allí? (entrevista nº 22).

Otros en cambio prefirieron reagrupar a toda la familia y que los hijos


realizaran en destino sus estudios. Si esto ocurre el periodo de emigración dura,
seguramente, hasta que los hijos finalizan sus estudios. Y, si finalmente los hijos se
casan con un autóctono es probable que se renuncie al retorno definitivo, a pesar de
que hayan cumplido las metas económicas propuestas.

98
Sin trabajo y sin esparto
De todas formas teníamos la idea de venirnos antes de que se fuera a casar allí ninguno porque
nosotros decíamos: “si se nos casa alguno aquí ya no nos podemos ir a España” y ya habría aquí
un problema porque yo me lleve un cuñao mío –hermano de mi mujer- y ese se fue él, se llevó a
la familia y se han casao hijos allí y allí ya se han quedao, allí están todavía (entrevista nº 10).
Al terminar los estudios y la niña casarse con el alemán, yo le dije a mi mujer que adiós España y
ella me dijo que qué prefería si Almería o estar al lado de su hija. Pues a quedarse en Alemania, la
suerte nuestra fue que mi yerno encontró trabajo en Madrid y allí están los dos. Y nosotros pues,
nos hemos venío pal pueblo (entrevista nº 18).

La última gran oportunidad que tienen los emigrantes para retornar se


presenta al jubilarse. La gran mayoría de los emigrantes almerienses que desde los
años ochenta están retornando son jubilados.

Los motivos es que esta es mi tierra, yo ya me jubilaba, bueno me venía con la jubilación y yo
quiero morir donde yo he nacío. Yo he nacío aquí en Almería, tengo mis amistades aquí y mi
familia y yo reconozco si en Alemania hiciera mejor tiempo –porque tengo tres hijas allí- pues
me tiraría largas temporás allí; me tiraría tres meses, quince días. Porque el clima aquel es fatal y
ya la edad que tiene uno ya he cogido el clima este de aquí. Las veces que he ido allí –ahora sólo
voy en verano- he cogio resfriaos, bueno mas bien ha sio bronquitis, pegao a los bronquios.
(entrevista nº 19).

Por último, otro gran motivo que empuja a regresar es la falta de una
reagrupación familiar en destino completa. La ausencia durante largos periodos del
cabeza de familia e incluso de ambos padres, supone una gran tensión emocional
tanto para unos como para otros, lo cual acaba por repercutir en los procesos de
integración en los países de destino. En estos casos será raro encontrarnos con
largos periodos de emigración.

Yo es que tenía ya cuarenta y cinco años y llevaba ya mucho tiempo y mi señora pues siempre
me estaba pidiendo que volviera, que se podía vivir aquí y cuando yo llegué estuvo a punto de
volverme a irme otra vez porque la verdad había mucha diferencia y, además, había cansancio de
tantos años. Mis hijos me necesitaban, aunque no tanto los mayores, pero todavía tenía dos
menores (entrevista nº 9).

Después de los argumentos familiares y económicos, el tercer gran motivo


que suelen argumentar los migrantes para su regreso es el de la añoranza y falta de
integración. El extrañamiento cultural agudiza los problemas de integración,
agravados en el caso de las mujeres no asalariadas. De tal forma que el nivel de
integración en la sociedad de acogida está directamente relacionado con el peso que
estos sentimientos de añoranza pueden ejercer en la decisión de retorno.

Los primeros años yo me pegaba unas panzás de llorar, el tiempo que estuve sin mis niñas, me
acordaba mucho de ellas, las echaba de menos. Luego cuando ya tenía a mis hijas conmigo,
seguía añorando mucho a España. Yo tenía ganas de conseguir unas vacaciones de dos o tres
99
Ángeles Arjona, Juan Carlos Checa y Francisco Checa y Olmos
meses para venirme a España y lo he conseguido ahora de mayor. Lo que yo lloraba cuando me
iba de vacaciones y tenía que irme otra vez, pero eso se pasaba, ya estabas otra vez en lo tuyo y
se pasaba. Sin embargo, por otro lado no. Yo tenía mu claro cómo estaba en Alemania, yo nunca
me había visto así, yo sabía que así, trabajando, con dinero mío, mi casa… en España no lo iba a
tener (entrevista nº 26).
La nostalgia, el estar siempre sola, sí fue por eso, porque él trabajaba y pasaba una semana de
noche, otra de mañana y otra de tarde, pero luego el día que tenía libre como estaba muy
cerquita de la empresa pues venían a por él, que si uno había faltao, que si el otro no había podío,
que hace falta que te vengas tú, que si tal y cual, ¡y unos cabreos con aquello! Yo decía: ¡hay que
ver que siempre tiene que estar metío en la fábrica!, pues estaba aburría con la niña, y eso fue lo
que nos hizo de venirnos, que luego muchas veces me he arrepentío (entrevista nº 1).
Fue mía, pues mi hermana que tengo aquí en Benahadux dice: “mira Isabel, aquí se está muy
bien”, yo cuando vine dos años atrás vi que la vida aquí se vive tranquila, entonces ya él no
trabaja, está pensionado italiano. Porque aunque el es Venezolano le dan de Italia. Y yo le dije
“que hacemos aquí en Venezuela, asaltándonos, que ya yo le dije ese susto que me dieron, quede
mal, uno sale a la calle mirando a todos lados. De esa vez mire, me entraron unos nervios y se lo
dije a él, “mira, yo en Venezuela no me quedo más o nos vamos o te quedas, porque yo no
quiero vivir los cuatro días de vida que me queda, llevo 42 años casada contigo pero o nos
vamos o te quedas porque yo ya no aguanto más en Venezuela (entrevista nº 30).

Otra serie de situaciones con menor peso incitaban al regreso. Las


enfermedades, sobre todo, las derivadas de ocupaciones laborales. Los emigrantes
en un alto porcentaje eran jóvenes que migraban con la idea de trabajar lo máximo
posible para poder cumplir pronto sus objetivos de ahorro y regreso. Esta filosofía
ascética supuso una aceptación acrítica de las condiciones laborales, las cuales solían
suponer largas jornadas y de gran esfuerzo físico, sobre todo, en la construcción y la
industria. Muchos regresaron al caer enfermos o no soportar las condiciones de
explotación de los trabajos.

Y te digo también sinceramente yo no tenía ganas de dar yeso, la verdad es que estaba harto de
dar yeso, los hombros los tenía hechos polvo, los techos son muy malos y siempre iba a destajo
y si tenía que hacer treinta metros te haces cincuenta claro y todo eso lo haces pa ganar dinero.
Entonces que pasa que el cuerpo lo va notando y me dije: “¡es que voy a estar toda mi vida con
esto!” y ya había juntado suficiente dinero y me voy ya porque si me quedo lo haré pa siempre
(entrevista nº 28).

Hay testimonios de cómo al caer enfermos se les despedía casi sin


indemnización, para no tener que correr con los gastos médicos derivados de la
enfermedad. Según nos cuentan algunos entrevistados existía, para los extranjeros,
sobre todo italianos, la sospecha de que gran parte de las enfermedades eran
fingidas, con el único objetivo de conseguir pagas y volver a sus países.

Pues mire yo tuve una enfermedad. Yo tuve un accidente en el trabajo y estuve 4 años
trabajando y con la enfermedad y ningún médico decía que tenía nada, que como era inmigrante
que no hacían caso de lo que tenía. Me hice una hernia discal, me hice daño levantando un peso
y los médicos decían que no tenía nada, me hacían radiografías y como no veían nada, y como

100
Sin trabajo y sin esparto
éramos inmigrantes decían que yo quería la paga para irme a España. Sí, sí, sí, y hasta un
fisioterapeuta me denunció y me dijo que estaba engañando al seguro (entrevista nº 21).

En resumen, y como adelantábamos anteriormente, no existe un único


motivo que empuje el regreso. Francisco, un emigrado de Carboneras que fue a
Alemania, es un ejemplo claro:

Porque me siento muy español y claro y yo me he venío cuando me he jubilao, y jubilao como yo
estaba. Que hacía yo por allí en Alemania mis hijos aquí en España y yo jubilao, a dónde quieres
que se pudran mis huesos, ¿en Alemania? yo respeto mucho a los alemanes pero mi tierra es mi
tierra (entrevista nº 12).

Problemas que se encuentran en el retorno

El retorno supone un nuevo reto migratorio cargado de satisfacciones pero


también de amarguras y contratiempos, que escapan a los migrantes y que son
inherentes al hecho migratorio. Traemos a colación sólo aquellos casos que se
repiten entre los entrevistados, sin ignorar otros, ni tampoco que se presenten como
los más significativos.
El primero estriba en la falta de empleo de los que regresan en edad activa.
La escasa perspectiva laboral en España, decisiva para que un amplio colectivo
emigrase en busca de mejor suerte, sumó otra contrariedad a la nueva emigración.
Lo que presumiblemente para el retornado almeriense iba ser un rápido acceso al
mercado de trabajo, en Almería se convierte en una búsqueda larga y difícil. La edad
más avanzada que al partir y la falta de trabajos acordes con la cualificación
adquirida en los diferentes países es un obstáculo difícil de salvar. Por eso, una de
las variables resolutivas es el autoempleo.

Pues como yo conocía toda la rama de la hostelería yo pensaba que me podía colocar aquí. Yo
llegaba con los certificaos que traía de allí y aquí ni caso y todos me decían lo mismo: “no hay
trabajo”. Y luego no tenía quien me echara una mano porque yo no sé pero yo veía que nadie se
interesaba por nada. Yo pedí la pensión antes de tiempo en Bélgica porque ya lo necesitaba
(entrevista nº 25).
El primer año que llegamos, bien te pagan el paro o bien te pagan esto, pero llega un momento
que no tienes trabajo, no encuentras trabajo y «pasas las de Caín», comiéndote los cuatro
ahorrillos y te tienes que dar trompetazos para poder vivir y hemos pasado en España los
primeros años, ¡duros, pero duros! (entrevista nº 6).
El piso de arriba lo vendí pa comprar la tienda y me hacía falta para empezar con la tienda. Así
que me fue bien, pero a fuerza de trabajar, trabajar y trabajar y no parar (entrevista nº 28).

De ahí que Vigil y Del Val (1981) comenten que muchos de los que
decidieron volver intentaron dejar “medio atado” algún trabajo ante el temor a un

101
Ángeles Arjona, Juan Carlos Checa y Francisco Checa y Olmos
regreso al vacío. De hecho, hubo quienes debieron emigrar por segunda vez ante la
imposibilidad de encontrar empleo o de una precariedad laboral desacostumbrada.

Pues un poquillo apretaillo porque al fallar eso ya tenía uno que buscar trabajo y ya yo estuve a
punto de irme otra vez a Francia, porque me dijeron allí que si las cosas no me iban bien aquí,
que la plaza de trabajo la tendría yo allí (entrevista nº 10).

Por ello, muchos posponen su regreso hasta obtener una pensión que le
asegure su estancia en los lugares de origen y, en cierto modo, controlar un futuro.

Los motivos son que esta es mi tierra, yo ya me jubilaba, bueno me venía con la jubilación y yo
quiero morir donde nací. Yo he nació aquí en Almería, tengo mis amistades aquí (entrevista nº
19).

El acceso al empleo tras el retorno se hace más difícil entre las mujeres, su
situación es más desfavorable que la de los hombres. Esto se traduce en una mayor
dedicación a la búsqueda de empleo que, en ocasiones, llega a ser estéril, pues no
acceden a ningún puesto de trabajo.

Busqué trabajo (...) pero no me quisieron en una alhóndiga. Fui a que me dieran trabajo y me
dice: “¿usted no tiene hijas?”. Le digo que sí, y me dice: “bueno, usted ha trabajao demasiao, dígale
a sus hijas que vengan” (entrevista nº 16).

En segundo lugar y relacionado con el anterior, los bajos salarios


almerienses -si se comparan con los lugares de emigración- deriva en el problema de
mantener su capacidad de ahorro. Los bajos salarios que fueron uno de los
principales motivos de salida, en el regreso son parecidos, teniendo en cuenta el
paso del tiempo.

El problema que me encontré a mi regreso fue ese: el choque y que el salario continuaba
prácticamente igual. La vida casi continuaba prácticamente igual porque los salarios eran muy
bajos, la vida compará estaba más cara ayer que hoy, mucho más cara que hoy. La vida ha
cambiado de veinte años para acá, pero antes no (entrevista nº 9).
Lo único que encontré es que no ganaba lo que allí pero que pronto me supe adaptar a lo que
aquí se gana y ya está. Hombre tengo nostalgias de aquello porque lo mejor de mi vida está en
Alemania (entrevista nº 17).

Otra dificultad es la readaptación a las costumbres españolas (Garmendia,


1981:434). La emigración provoca cambios en los valores y actitudes, tanto en lo
doméstico, como familiar, de mentalidad, etc.

102
Sin trabajo y sin esparto
Me está costando mucho y me va a costar. Yo que a las una de la mañana y que pase y esté
viendo la televisión aquí y pase una moto con todos los decibelios a toda pastilla y que esté
durmiendo y que un coche ahí o la vecina de ahí enfrente que tenga la televisión a las doce de la
noche la televisión al máximo ¡aquí no hay quien viva! (entrevista nº 19).

Esta situación se hace más dramática entre los hijos de los migrantes que, en
cierta forma, dependen de la reproducción cultural realizada por su familia en el país
de destino.

En principio, según me cuentan ellos, se les hacía difícil, estuvieron pensando hasta en regresar
(...), por otro lado lógico. Ellos tienen sus amistades desde la infancia, su guardería, hasta los
dieciocho años han vivido allí, en Alemania y al venirse aquí, había que hacer amistades nuevas.
Entonces ellos han tenido un periodo de tiempo que más o menos lo han tenio que pasar medio
canutas, entonces (...) han pensao hasta en volver pero hoy no cambian esta situación por la que
se han dejao en Alemania (entrevista nº 12).

Una consecuencia directa de esa readaptación es la duda si fue acertada o no


la decisión de retornar. Por ello, se percibe al retorno como una nueva emigración,
con padecimientos parecidos a los que se enfrentaron la primera vez.

Yo le digo que si fuese ahora, yo no me vengo. Mira que nosotros somos españoles hasta la
cepa, ha habío años que hemos venío hasta dos veces y vamos por nuestra tierra todo… pero si
me llego a saber lo que la vida me tenía guardado aquí… (entrevista nº 6).
Pues porque ya me harté de estar por ahí siempre fuera y además mi hija ya se estaba poniendo
mocica y ya quería estar cerca de la familia. Además, no me arrepiento de haberme venio no
encontré problemas yo en mi casa con mi mujer y mi hija y tan contenta. Me puse a trabajar en
mis terrenillos que tenía y ya está (entrevista nº 7).

La vivienda en el retorno raras veces es un problema. Los migrantes


almerienses fijaron su proyecto en la compra de una vivienda. Este proceder es
reflejo de triunfo y bienestar económico.

Yo compré un piso de Barcelona en el 1965. Todo el tiempo que estuve desde el año sesenta y
uno al sesenta y cinco mis ahorros fueron esas seiscientas mil pesetas, fueron invertidas ahí (...).
Cuando mi señora se puso enferma y nos tuvimos que venir de nuevo a Almería, yo no quería
volver a Cuevas y en la misma situación en la que me fui por primera vez. Como el dinero ya lo
invertí en el piso de Barcelona pues me fui otro año a Alemania para poder arreglar la casa de
Cuevas, en la que vivo y que me dejó en herencia mi madre (entrevista nº 9).
Otra que compramos estando en Holanda, o sea, una vez que vine de vacaciones en el año 70,
yo compré la casa, porque nosotros vivíamos en una casa muy pequeña en Almería. Cuando yo
me fui ya la tenía apalabrá y tenía que pagar todos los meses siete mil pesetas y se me hacía cuesta
arriba entonces. Hace veintitantos años eso era dinero (entrevista nº 27).

103
Ángeles Arjona, Juan Carlos Checa y Francisco Checa y Olmos
En definitiva, el cuadro siguiente sintetiza las migraciones de retorno
atendiendo a las características individuales, familiares y contextuales. De manera
que el retorno producido desde Europa toma mucha importancia los elementos
individuales y familiares, frente a la oceánica que tiene su piedra angular en la crisis
económica que han sufrido los países latinoamericanos y, en especial Argentina, a
principios de este siglo.

Cuadro 1. Características de las migraciones de retorno desde


Latinoamérica y Europa hacia Andalucía
Indicador Variable Latinoamérica Europa

Perfil individual Familias completas y Familias completas y


solteros/as hombres casados

Perfil ocupacional y Edad activa y nivel de Jubilados y nivel


educativo estudios alto educativo similar al de
partida
Individual
Experiencia económica Mala Media/Buena

Estatus jurídico en Regularizado Regularidad. Pocos


destino irregularizados

Duración de la Elevada Media/corta


migración en destino

Experiencia migratoria Viaje único Múltiples viajes

Familia en destino Hijos/nietos Hijos/nietos


Familiar
Remesas Nulas Muchas

Redes Frágiles y sin consolidar Densas y consolidadas

Situación económica Crisis económica Economía consolidada

Identificación con Buena Regular


Contextual destino

Políticas de retorno Favorecedoras Favorecedoras

Fuente: Checa y Arjona (2005). Elaboración propia.

Valoración de la emigración almeriense

La mayoría de los estudios sobre este tema arrojan resultados similares.


Cazorla (1987) plantea que a los sujetos de su estudio sí les valió la pena emigrar.

104
Sin trabajo y sin esparto
Un 89,7% respondió afirmativamente, frente a un 4,6% que dijo no. Cazorla
comenta que estos últimos son parados o jubilados con menos oportunidades o
peor suerte. Por otra parte, Castillo (1981) recoge que un 84% ve como satisfactoria
su experiencia emigratoria, frente a un 4% que la encuentra nada satisfactoria. Los
sujetos, en ambos estudios, consideran que valió la pena el precio pagado por
emigrar.
En una valoración final a los emigrantes almerienses les pesa más los
recuerdos agradables que los desagradables. Una mayoría de los entrevistados ven
de manera positiva la realidad de su emigración y, cuando se les plantea la
posibilidad de volver a hacerlo, no lo dudarían, siempre y cuando su situación de
partida fuese la misma.

Sí, sí, por supuesto, porque yo aquí no conocía nada más que labrar, segar, trillar y cosas así y
gracias al irme a Alemania pude comprarme el piso este (entrevista nº 17).
Hombre si yo volviera a nacer, yo si me iba otra vez a Alemania. Bueno a Alemania, a Bélgica,
Holanda. Yo sí, pero joven, ya mayor me gusta España. Yo siendo joven yo me iría pallá, eso sí,
para vivir mayor yo me quedo aquí (entrevista nº 5).
Hombre, yo hoy no me iría estando las cosas como están porque España ha cambiado mucho y
se ha equiparado a lo que es Alemania, Francia, Holanda pero si tuviera la posibilidad de volver
para atrás y volver a aquella época, me iría de nuevo; es más me iría sin pensarlo (entrevista nº
12).
Pues la verdad si no hubiera otra solución, pues la verdad que sí, tendría que salir fuera. La
verdad es que yo no me sitúo, mi forma de ser y de otras personas, el estar pendiente y vivir en
miseria, estar en un mundo de miserias, un mundo en el cual no tenga salida, la verdad es que me
gusta salir, me gusta ver y aunque tenga que sufrir (entrevista nº 8).

A pesar de los problemas sufridos en los países de acogida, ven con cierta
nostalgia sus experiencias ya que, en la mayoría de los casos, éstas le dieron
estabilidad económica.

Hombre, pues yo sí, porque si tengo algo –que es poco- es porque lo he ganao con mi sudor y mi
esfuerzo. Que no nos pensemos que nos dan el dinero así porque así, que tienes que sudarlo
(entrevista nº 7).

Todos los que obtuvieron beneficios y prosperaron ven la emigración como


algo positivo frente a los que se quedaron. Otro aspecto según Pascual (1970) que
determina fuertemente el tipo de valoración de la emigración es la consecución de
los proyectos concretos de partida. El 94% de los que consiguieron lo propuesto
creen en la validez del esfuerzo realizado.

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Ángeles Arjona, Juan Carlos Checa y Francisco Checa y Olmos

Ya te he dicho, los siete u ocho primeros años sí, en aquellos tiempos porque esto estaba muy
mal, pero ni un día más. Haberme comprao mi casilla en siete u ocho años antes se ganaba muy
bien allí y aquí estaban las cosas muy baratas; comprarme el piso y ponerme aquí a trabajar
(entrevista nº 19).
Si yo me hubiese ido a Alemania soltero, yo estaría todavía allí o a lo mejor me hubiese venido
antes, pero nunca me hubiese venido a trabajar aquí, nunca. Me hubiese quedado a trabajar allí
porque no sé hoy en día como estará aquello allí, pero uno podía cambiar en Alemania de
trabajo lo mismo que se podía cambiar de camisa y eso nosotros no lo tenemos (entrevista nº 9).

Mancho (1978) analiza los aspectos positivos y negativos de todo emigrante:


primeramente, consigue mayores posibilidades económicas y puede llegar a
enriquecerse. Pero, como contrapartida, la familia es la que sufre las mayores
consecuencias durante esos años de ausencia, en la mayoría de los casos, de la figura
paterna. Los hijos, sobre todo, los nacidos en el país de emigración, no llegan a
adaptarse por completo a ninguna sociedad. Lo mismo les ocurre a los padres que
permanecen mucho tiempo fuera.
No existe paralelismo entre la idea de que si la emigración ha beneficiado a
un emigrante, ésta beneficie a su país de origen. Según Mancho (1978:52) “la
promoción individual de un emigrante no es necesariamente una ganancia para su
país de origen, sobre todo, cuando, como en nuestro caso, existen graves
dificultades para el retorno”.
El desarrollo económico de España se ha conseguido en parte gracias a la
ayuda de los emigrantes, que con sus remesas contribuyeron a equilibrar la balanza
de pagos y a que ésta se saldara positivamente. La aportación económica de los
emigrantes españoles al desarrollo del país supuso entre el 10 y el 12% de los
ingresos totales exteriores y saldar más del 30% del déficit comercial español (véase
Mancho, 1978). Por dar una cifra, aproximadamente unos seis mil millones de
dólares fueron las remesas de emigrantes enviadas a España entre el periodo 1959-
1974.

Son muchos millones lo que han entrao los españoles aquí en España. España llevamos unos
años que ha subío, pero me acuerdo de aquellos años de Franco he visto necesidad y cosas y
estaba to como está. A España la hemos levantao los españoles, pero no trabajando aquí, entrando
divisas de afuera que en la época de Franco poner las trabas para que no se fuera la gente; ¡a qué
esperaba a qué nos muriéramos de hambre, coño! Y entraron divisas porque levantó un poco la
mano y nos dejó que nos saliéramos y nos quería tener amarraos: ¡eso no hay derecho tampoco!
Ya que él no hacía por dar trabajo pues la gente que salga a buscársela (entrevista nº 7).
Si no hubiéramos emigrao nosotros en aquella época que han sido mucho, muchísimos y cientos
de miles como los que salimos de España, hubieran estado los españoles viviendo como han
estado, pues hubieron seguido pasando hambre, porque casi todo que se ha ido a allí más de la
mitad del jornal que ganaba se iba pacá pa España (entrevista nº 28).

106
Sin trabajo y sin esparto
Valoración de la inmigración en Almería

La rápida expansión de la agricultura bajo plástico y la prosperidad


económica en la comarca del Poniente de Almería han sido motivo de atracción
para que trabajadores extranjeros arribaran a nuestras costas. Fue a partir de la
regularización masiva de 1991 cuando el fenómeno toma relevancia oficial en toda
España y, sobre todo, en Almería, donde la media de crecimiento de inmigrantes no
comunitarios era casi el doble, en algunos años, que el resto de España. La
característica de esta migración, en un principio norteafricana y subsahariana, en los
últimos años se desliza hacia otra procedente de países del Este de Europa y
Latinoamérica. En pocos años el mapa étnico y cultural de Almería se ha
modificado. De ser durante todo el siglo XX una tierra de emigrantes se pasa, en
pocos años, a ser una tierra netamente de inmigrados. Las nacionalidades más
representativas son marroquíes, rumanos, senegaleses, ecuatorianos, aunque hay que
apuntar que en localidades como Roquetas de Mar se han censado más de cien
nacionalidades diferentes.
Las opiniones en torno al fenómeno de la inmigración que vive actualmente
la provincia de Almería, vista por los retornados almerienses, pasa por una
unanimidad en la opinión favorable hacia los recién llegados.

Los inmigrantes no tienen culpa de nada, lo tienen solamente las autoridades españolas. Las
autoridades españolas y nada más. Ni hay que cargarse a los de Marruecos ni a los de nadie.
Nosotros en nuestros días nos íbamos clandestinos también a mejorar nuestro nivel de vida. Si
no nos fuimos más clandestinos es porque nos la prepararon mejor para que fuéramos más
legales, pero el que no tenía esa oportunidad también se iba clandestino y eso tiene una buena
ocasión de mejorarse la autoridad española (entrevista nº 12).
Mira, yo pienso lo siguiente: falta mucho trabajo de sensibilización, de concienciación y respeto
de la situación de los inmigrantes. No sé si estás hablando con respecto a los que emigramos y
hemos vuelto, o me has hecho la pregunta en relación con las personas que vienen a quedarse en
Andalucía, sea lo que sea, no importa la una o la otra lo que me has preguntado, yo noto que la
sociedad, por lo menos la almeriense, en su gran mayoría tiene xenofobia, no está preparada para
las diferencias, yo la veo muy poco tolerante con las diferencias (entrevista nº 23).
Yo pienso que a estos pobres que vienen teníamos que mejorarles su situación y hacerlo como a
nosotros no lo hacían en el extranjero. El gobierno tenía que coger y hacer las cosas bien,
establecer unos convenios (entrevista nº 14).

Advierten, sin embargo, que las entradas deberían controlarse con los
contratos de trabajo en origen, para evitar los problemas acarreados de la
irregularidad.

Como piensan todos que eso no está controlao, que no es normal de que vengan aquí y se tiren
noches enteras durmiendo en la calle para esperar que le den papeles. Eso yo no lo he visto en
ningún lao (entrevista nº 25).

107
Ángeles Arjona, Juan Carlos Checa y Francisco Checa y Olmos

Nosotros hemos sío inmigrantes y sabemos lo que hay que hacer. Yo no tengo nada en contra de
ellos. Yo vería bien que se vinieran con sus papeles arreglaos, ¿pero que vengan aquí a exigirnos
a nosotros? ¿Por qué no les exigen a su gobierno? Eso es lo que tienen que hacer pa poder poner
a su país como Dios manda (entrevista nº 24).

La mayoría de los emigrantes almerienses que partieron al extranjero son


sensibles con la situación que están padeciendo los inmigrantes, en cierto modo,
cuando opinan describen y piensan situaciones que le son muy familiares; esto es, lo
han padecido ellos mismos o algún conocido.

Es una pena y una humillación muy grande porque tienes que salirte fuera de tu país pa darte
cuenta de lo que es humillarte porque a mi también me han humillao pero menos que a éstos,
porque aquella gente tenía más educación que la que tenemos nosotros porque eso que están
haciendo, en Francia no lo hacen (entrevista nº 28).
Me da mucha pena. No se puede decir que vienen a quitarnos el trabajo, porque nosotros
también nos fuimos. Tenemos que pensar y mirar para atrás. No se puede mirar la mancha de
aceite que lleva el vestido de la vecina y no ver la que llevas tú; porque a lo mejor tú la llevas más
grande. Yo no puedo decir que han venido a quitarle el trabajo a mi marido, porque él fue a
quitárselo a los otros, pero nosotros nos fuimos con nuestros papales arreglaos, que nos
mandaron a llamar. Pero ellos vienen a la aventura y ya para todos no hay (entrevista nº 11).

No obstante, también hay opiniones de rechazo entre los retornados,


llevados por ondas de cierta xenofobia localizada en el sentir general o por propias
convicciones, que derivan en una visión peyorativa de la situación.

Nosotros nos fuimos a trabajar y a trabajar, a ahorrar pa venirnos a nuestro país, nosotros no
íbamos ni a robar, ni a na (entrevista nº 16).
Los morenos mismos dicen que nosotros nos tenemos que adaptar a ellos. ¡No! Nosotros no
tenemos que adaptarnos a ellos, ellos son los que se tienen que adaptar a nosotros, que es lo que
hemos hecho los inmigrantes, nosotros sabíamos que íbamos a un país que nos tenemos que
adaptar a ellos, regir las normas de ellos, no ellos con nosotros (entrevista nº 24).

Para finalizar, traemos a colación una valoración comparativa de las


similitudes y diferencias entre el fenómeno de la emigración y la visión de la
inmigración en Almería.

¿Qué pienso sobre la inmigración actual? ¡Qué cosa más complicada!, ¿eh? Es una cosa
complicadísima. Porque yo, intentando comparar, ¿no?, con otras circunstancias. Yo pienso que,
para hacer las cosas bien hechas la inmigración tiene que responder, coincidir con la demanda de
empleo, que venga a cubrir una demanda de empleo y también para poder integrarse no digo
integrarse en el sentido de perder totalmente tus raíces, no. Yo estaba perfectamente integrada
en Francia y mis raíces he venido a buscarlas, no, sino de comunicarse, una comunicación con
una cierta fluidez, una convivencia normal entre diferentes. Para que se pueda dar eso tú no

108
Sin trabajo y sin esparto
puedes integrar ni integrarte cuando el porcentaje de migrantes es tan alto, cuando se construyen
barrios para migrantes yo creo que un error fuerte de Francia, que ahora se están arrepintiendo
pero es un poco tarde, ha sido ese. Con los magrebíes ha habido la política que colocarlos en
barrios tipo gueto, para ellos. El tema de la emigración portuguesa, italiana, española ha sido
distinto, estábamos mezclados con los demás. Tu vivienda dependía de los que tenías en la
cartera, de lo que te podías permitir. Todo se ha hecho con mucha más normalidad. Ahora con
eso de las viviendas sociales HLM para los pobres, los económicamente débiles dicen allí
(économiquement faibles), pues juntabas allí, pues ya ves tú. Tenían preferencia las familias
numerosas. Como los franceses no hacían hijos, allí hacían hijos especialmente los magrebíes.
Pronto se desbordó el asunto y lo están intentando retomar. Allí los españoles, aunque tenían
una casita chiquitita, en malas condiciones, pero era una casita, casi igual que los demás, y lo que
es más importante, en medio de los demás, tu vecino era francés, por narices te lo tenías que
encontrar, saludar, y podía ser tu amigo. El roce, el encuentro es lo importante. No existen
barrios de portugueses, de italianos o de españoles, allí. Barrios de magrebíes, sí, y son una
auténtica burrada. Entonces, yo, lo que me asusta un poco en Almería es que hay una
emigración totalmente descontrolada, desbordada, no se sabe ni quién hay y tampoco interesa
saberlo. Distinto es que, un primo mío, por ejemplo, mis padres, como se fueron a Francia.
Hacen falta camareros y hacen falta obreros de la construcción, porque hay que reconstruir París
después de la guerra. ¡Uhh, miles, allá que se van! Ahí, se pusieron a currar. No sé si venían con
contrato ya firmado, pero se engancharon al tajo nada más llegar. Vivían como podían, pero se
pusieron a currar. Mis primos, mi primo, este que se hizo la Residencia en Alhama, a la vuelta,
¿qué hizo? Ese se fue, en el 67 ó 68. Él se fue con pasaporte, de turista, vino a mi casa, a la casa
de su tía, buscó trabajo, se encontró a otro español que -mi primo es albañil- era albañil también,
total, su contrato de trabajo y legalizado, su tarjeta de residencia. Entonces, como que parece que
es más, es más normal, está todo más controlado, allí existes. Puedes experimentar las
dificultades de que eres diferente, de que no hablas el idioma y tal pero tú, tú tienes tu casa, tú
tienes tu cartilla de seguridad social, tú tienes tu nómina, tú tienes derecho a cobrar no sé cuánto
por cada hijo, como cualquier residente en territorio francés, tú eres uno más, tus hijos van al
colegio, tú tienes tu ayuda social. Pero es que, quien llega sin ningún apoyo de este tipo, que ni
existe porque ni tiene papeles, está ilegal. Yo, yo pienso que eso es muy fuerte, eso es muy fuerte
(entrevista nº 3).

109
Sin trabajo y sin esparto
CONCLUSIONES

La constitución de España como país de inmigración ha generado la


proliferación de múltiples estudios. Sin embargo, el primer flujo que provocó que
nuestro país se convirtiera en uno de inmigrantes fue el de los retornados, el cual
dura hasta nuestros días. Este fenómeno tardío ha creado la necesidad de más
indagación, sobre todo en la provincia de Almería, donde no existen investigaciones
publicadas -contrario a lo que ocurre con la inmigración- cediéndoles la voz a los
propios protagonistas.
Con las Historias de Vida recreamos la experiencia de las personas más allá
de los números, recobrando la imagen de sí mismo como enlace entre las vivencias
y los procesos estructurales. De ahí su validez, como técnica, para estudiar el
fenómeno migratorio.
De forma que las entrevistas nos muestran que el retorno es un movimiento
tan complejo que resulta imposible circunscribirlo a un solo aspecto o teoría, a la
vez que la decisión de retornar es multicausal.
Así, los emigrantes que estuvieron en Europa han experimentado,
fundamentalmente, una migración circular con una definida intención de retorno,
circunscrita, sobre todo, a los ingresos obtenidos, o lo que es igual, en la
consecución de los objetivos previstos o el incumplimiento de éstos. Sin embargo,
en la actualidad el retorno es de jubilados. En consecuencia, estamos ante una
migración, tal y como consideraría Bovenkerk (1974), de retorno, especialmente
para las décadas del sesenta y mediados de los ochenta. Aunque hemos encontrado,
para algunos casos, una migración circular, esto es, aquellos que viven entre dos
países, especialmente, cuando los hijos y nietos se han quedado en destino. De ahí,
que las teorías que mejor explican esta migración son la Teoría Económica -las
personas regresan una vez conseguidas las metas de apropiación económica- la
Teoría de la migración circular y la de Redes, dicho de otro modo, la consolidación
de las redes de amistad y/o familiares facilitan a los migrantes su vuelta a España y
regreso a destino para visitar a los familiares que quedaron allí.
El caso latinoamericano es distinto, tanto en el motivo que lo impulsa como
las características de los retornados. En primer lugar, vuelven, sobre todo, hijos de
los emigrantes andaluces. Por ello, es harto complejo hablar de retornados
propiamente dichos, situación que escapa a la clasificación de Bovenkerk y que es
parecido al retorno forzado o inducido del que hablaba Álvarez (1997). En segundo
lugar, la migración inicial tenía un carácter definitivo, por tanto, han sido los
factores contextuales –declive económico y falta de expectativas- los que han
provocado el nuevo proyecto migratorio. En tercer lugar, las redes sociales en el
regreso han jugado un papel muy secundario. Por tanto, la teoría que explicaría
mejor esta migración, a través de los factores contextuales más que los individuales

111
Ángeles Arjona, Juan Carlos Checa y Francisco Checa y Olmos
o familiares, es la del Desencanto, debido a la ruptura y pérdida de oportunidades
en las sociedades latinoamericanas.
Por supuesto, con los estudios biográficos aplicados a las migraciones
también hemos traducido las tensiones, sacrificios grandes y, muchas veces, fracasos
de los retornados. Trabajo, vivienda, familia, hijos y tiempo libre, maduraron en sus
vidas en formas diferentes, con caídas, depresiones, cielos buenos y éxitos largos en
los planes de vida proyectados. Dificultades en el país de acogida, principalmente
por el idioma, condiciones de trabajo, legalización de su situación, etc.
El trabajo fue el centro de sus vidas, de su ideario, de sus motivaciones más
internas en los años de emigración. La lucha por conseguir y mantenerlo. Las
condiciones laborales no fueron, en su mayoría, las que esperaban encontrar,
jornadas de trabajo largas, horas extras para ahorrar, discriminación. Los trabajos
más duros y desagradables, aunque quienes los sufren, eran, sobre todo, migrantes
clandestinos. Pero también ellos eran duros. No podían optar por trabajos mejores,
pero con la experiencia en el país nuevo, podían, al menos, empezar e intentarlo.
La vivienda se convertía en un tema relevante cuando se trasladaba a la
familia; para el resto, una gran mayoría, estaba asumido que el hábitat no era lo
fundamental. Un fenómeno usual es que las casas en peores condiciones son
abandonadas por los autóctonos y ocupadas por inmigrantes.
Las relaciones familiares marcadas por la separación familiar, si consiguen la
reagrupación cargaban un nuevo problema: la educación de los hijos. El ciclo vital
de éstos se nos muestra como determinante en la integración en los países de
destino.
En los procesos de integración juega un papel fundamental la administración
del ocio y tiempo libre. En el caso de los emigrantes almerienses quedó supeditado
al trabajo. Si el trabajo era la vida, en consecuencia, también era el ocio. El poco
tiempo de que disponía la mayoría lo destinaba a la familia o bien a relacionarse con
compatriotas.
Todo esto nos dibuja un cuadro singular por el cual los factores externos,
como las políticas migratorias de los países de destino, que estimaban que los
extranjeros sólo tenían derecho a trabajar, pero no a gozar de los derechos de
ciudadanía, los convertía en ciudadanos de segunda clase, generando campos de
exclusión en muchos ámbitos de la vida social. Esta idea, que incluso la mayoría de
los retornados mantienen con respecto a los inmigrantes almerienses, acaba por
incidir en las pautas de conducta de los migrantes, estableciendo escasas o nulas
relaciones con los autóctonos y sus instituciones (aparte de la Política de Extranjería
de algunos países).
Los migrantes partían con la meta de estar poco tiempo en el extranjero. Sus
objetivos eran obtener suficientes ahorros para regresar a España y tener otra
calidad de vida. Pero la realidad, en ciertos casos, fue distinta. Lo que inicialmente se
esperaba como breve estancia se convirtió en un proceso de larga duración.
112
Sin trabajo y sin esparto
La relativa lentitud en el ahorro, el ciclo vital de los hijos y la asimilación
provocaron que el retorno, cuando se produjo, fuese más tardío que el esperado
inicialmente. Por tanto, el retorno es fruto de un conjunto de circunstancias
individuales y/o estructurales.
Tampoco el retorno estuvo exento de problemas, la readaptación de ellos y
sus hijos, la falta aún de expectativas en sus lugares de partida, etc. Algunos
retornados, a raíz de esos y otros conflictos, consideraban la idea de regresar a los
lugares de emigración, con la sensación difusa de no pertenecer a ninguna parte.
Por último, los migrantes retornados almerienses valoran de forma positiva
su largo viaje y repetirían la experiencia, porque han “visto mundo”, argumentan y
han conseguido la estabilidad económica que aquí presumiblemente no la hubiesen
adquirido nunca. El proyecto de vida se cumplió. Los costos son difíciles de evaluar.

113
Sin trabajo y sin esparto
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121
Sin trabajo y sin esparto
ANEXO. Retornados Almerienses entrevistados.

País de Periodo de Lugar de Lugar de


Entrevista Nombre Emigración Emigración Salida Retorno

1 Ana Alemania 1961-1970 Almería Las Norias de


Daza

2 Andrea Alemania 1969-1982 Cuevas de El Ejido


Almanzora

3 Antonia Francia Nevers (Fr.) Alhama

4 Antonio Alemania 1970-2000 Lubrín Vera

5 Antonio Alemania 1970-1993 Níjar Almería

6 Bartolomé Alemania 1960-1965 Almería Almería


Holanda 1967-1986

7 Blas Francia 1965-1969 Vélez-Rubio Vélez-Rubio


Suiza 1975-1980

8 Carlos Suecia 1961-2000 Almería Almería

9 Diego Alemania 1961-1973 Cuevas de Cuevas de


Almanzora Almanzora

10 Diego Francia 1960-1974 Sorbas Almería

11 Dolores Francia 1960-1968 Fines Cantoria

12 Francisco Alemania 1965-2000 Carboneras Carboneras

13 Francisco Francia 1963-1982 Tabernas Tabernas


Alemania 1969-1974

14 Francisco Holanda 1970-1990 Carboneras Carboneras

15 Ginés Suiza 1961-1974 Cuevas de Cuevas de


Almanzora Almanzora

16 Isabel Argentina 1962-1992 Adra Adra

123
Ángeles Arjona, Juan Carlos Checa y Francisco Checa y Olmos

17 Joaquín Alemania 1961-1974 Senés Almería

18 José Alemania 1965-2001 Fernanpérez Almería

19 Juan Alemania 1961-1996 Almería Almería

20 Luisa Argentina 1954-1967 Almería Almería

21 Manuel Suiza 1962-1986 Cuevas de Cuevas de


Almanzora Almanzora

22 Manuel Canadá 1969-1991 Velefique Velefique

23 Margarita Brasil 1957-2001 Barcelona Aguadulce

24 María Alemania 1962-1972 Níjar Roquetas de


Mar

25 Miguel Bélgica 1963-1982 Ohanes Almería

26 Narcisa Alemania 1971-1999 Mojácar Aguadulce

27 Rafael Holanda 1969-1978 Benahadux Almería

28 Rodrigo Francia 1959-1976 Turre Almería

29 Pedro Francia 1950-1990 Huércal- Huércal-


Overa Overa

30 Isabel Venezuela 1953-1999 Gádor Almería

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