1 Historia Del Huevo de Pascua

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Historia del huevo de pascua

El origen de los huevos de Pascua

De la prohibición de comerlos a símbolo de la Resurrección

Me ha venido bien conocer el por qué de la costumbre de los huevos de Pascua. Durante muchos
años, hace muchos más, mis padres nos escondían el domingo de Pascua unos huevos por el
jardín. Nosotros, dos hermanos, teníamos que buscarlos y encontrarlos. Cada uno se comía, el que
encontraba. Había para todos. Los que teníamos más memoria, intentábamos recordar los lugares
donde años anteriores mis padres los habían escondido. Era una tradición familiar, algo esperado
por todos. Ahora me he encontrado con este artículo que reproduzco parcialmente.

El primer antecedente aparece en la mitología egipcia, que narra que el Ave Fénix se quemó en su
nido y renació más tarde a partir del huevo que la había creado en un principio.
Por esto, en ocasiones, los egipcios acostumbraban regalar huevos decorados por ellos mismos,
con pinturas extraídas de las plantas.

Los griegos y romanos también pintaban huevos y los comían en las fiestas de primavera, mientras
los hindúes sostenían que el mundo había nacido de un huevo.

Pero fueron los primeros cristianos quienes fijaron una época del año, la Cuaresma, como período
de abstinencias para purificar sus almas. Uno de esos sacrificios era no comer huevos ni tampoco
productos lácteos.

Más tarde, en la Edad Media, el papa Julio III institucionalizó la prohibición de consumir huevos
durante los cuarenta días previos a la fiesta pascual.

En esa cuarentena, los huevos -de gallina o de pato- eran celosamente guardados y como no
existían las heladeras para preservarlos, lo habitual era bañarlos en cera líquida para mantenerlos
frescos. Mucho tiempo después sobrevino la costumbre de colorearlos.
Recién el domingo de Pascua, los cristianos se reunían en la iglesia de la ciudad para que el
sacerdote los bendijera en la primera función litúrgica, tras la cual salían por las calles con canastas
para regalárselos a los niños como expresión de júbilo ante la resurrección de Cristo.

Según consta en un decreto firmado el 18 de marzo de 1666, fue el papa Alejandro VII quien levantó
la veda de comerlos en cuaresma, al poner en duda que exista tal prohibición.

“No es evidente que obligue la costumbre a no comer huevos y lacticíneos en cuaresma”, aseguró
en el escrito. A partir de entonces, la Iglesia recomienda sólo la abstinencia de carne durante los
viernes del tiempo cuaresmal.

Sin embargo, la mística del huevo trasciende lo religioso y está cargada de leyendas, como la que
cuenta que el día del nacimiento de Alejandro Severo, sucesor de Heliogábalo en la antigua Roma,
una gallina puso un huevo de color rojo. La madre consideró eso como un vaticinio de que su hijo
vestiría la púrpura cardenalicia. Desde entonces los huevos teñidos fueron prenda de buena fortuna.

Para la historia también hay huevos famosos, como el recubierto totalmente en oro que Luis XV
obsequió a Madame Du Barry, que llevó a caballero de la corte a clamar: “íSi lo comes pasado por
agua, yo guardaré la cáscara!”.
Más allá de leyendas y tradiciones, la imagen del huevo se fue asociando a la Semana Santa,
símbolo de la Resurrección, de la esperanza y del renacimiento. A partir del siglo XIX, en Alemania
empezaron a fabricarse de chocolate y azúcar con obsequios dentro.

Esta tradición se ha extendido. Todo sea para cumplir con el dicho catalán que reza: “Pascua sin
huevos, es como Navidad sin turrones”.

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