Josef Breuer

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JOSEF BREUER. El caso de Anna O.

Breuer fue un medico vienés que colaboro con Freud en el uso de la hipnosis como
tratamiento de enfermos con histeria. El caso de “Anna O” fue extraído de los estudios de
Breuer y Freud sobre la histeria. Fue el caso que sugirió a Freud la posibilidad de una cura
mediante el habla (posteriormente conocida como psicoanálisis)

Anna O, era hija única de una rica familia judía de Viena. Se puso enferma cuando tenía 21
años, en 1880.

Desde el inicio de la enfermedad, la enferma no mostró ningún signo de nerviosismo,


ni incluso durante la pubertad. Era una muchacha lista, brillante, y mostraba un interés
exagerado en adquirir conocimientos en temas psíquicos, que, sin embargo, no había
vuelto a saciar desde que acabó la escuela. Tenía un gran don para la poesía y la fantasía,
que estaban controladas por una mente fuerte y crítica… su voluntad era enérgica, fuerte,
perseverante, algunas veces avara; abandonaba sus objetivos solamente por amabilidad o
para ayudar a los demás…. Sus estados de ánimos mostraban una tendencia a presentar un
exceso de gratitud y de tristeza, que le hacía ser más o menos temperamental… de familia
puritana, esta muchacha de gran vitalidad mental tenía una existencia monótona.

Pasaba horas sonando, imaginado fantásticos planes en lo que ella denominaba su


“teatro privado”. Se encontraba en ocasiones tan inmersa en sus fantasías que oía a la gente
cuando le hablaban.

En el mes de julio de 1880, su padre, al que admiraba y “amaba terriblemente”


enfermo de tuberculosis. Desde julio hasta noviembre, Anna fue su enfermera de noche;
permanecía a su lado observando como sufría y se deterioraba, y siendo consciente de que
no se recuperaría.
La propia salud de Anna empezó a afectarse:

Se volvió muy débil, anémica, y se negó a ingerir alimento; a pesar de la negativa a


dejar a su padre, fue necesario apartarla de él. El motivo principal fue la intensa tos que
padecía, razón por la que vino a verme (Breuer). Vi que tenía una típica tos de origen
nervioso. Rápidamente desarrollo la necesidad de estar en reposo, apreciable por las
tardes y que progresaba por la noche aun estado de adormecimiento, seguido de una fuerte
excitación…. Desde el 11 de diciembre hasta el 1 de abril la paciente permaneció
encamada.
Pronto aparecieron una serie de nuevas y graves alteraciones.
Dolor occipital izquierdo y estrabismo convergente (diplopía), que se agravaba
durante la excitación. Comunicaba que la pared se venía abajo (afección del oblicuo).
Presentaba alteraciones visuales en la apreciación de la profundidad y paresia (perdida de
la función de un musculo) de los músculos anteriores de la garganta, hasta el punto de que
la enferma solo podía mover la cabeza si la tiraba atrás entre sus hombros y después se
movía ella hacia atrás. Contractura y anestesia de las extremidades superior e inferior
derechas.
Fue entonces cuando empecé a administrar tratamiento a la enferma, y pronto me di
cuenta de que me encontraba ante un caso grave de enfermedad mental.
Se observaban dos estados diferentes de conciencia, que se alternaban espontánea y
frecuentemente. En uno de ellos, la enferma era consciente de lo que sucedía a su
alrededor, estaba triste y ansiosa, pero relativamente normal; en el otro, presentaba
alucinaciones, era “mala” (por ejemplo, se volvía revoltosa, tiraba las almohadas a las
gentes en la medida que sus contracturas lo permitían, y arrancaba los botones de sus
ropas, etc.). si se cambiaba alguna cosa en su habitación durante esta fase, si alguien
entraba o salía, explicaba que no tenía tiempo, y observaba el agujero que se producía en
sus ideas…. En momentos claros comunicaba la intensa oscuridad de su mente, la
imposibilidad de pensar, quedarse ciega y sorda, tener dos egos (el real y el malo) que la
obligaba cometer actos malvados…. Se producía una desorganización profunda del habla.
Al principio se dejaba palabras; progresivamente, a medida que esto fue aumentando, su
lenguaje comenzó a carecer de gramática y sintaxis, hasta el punto que la conjugación de
los verbos no era la correcta… durante el transcurso de al enfermedad fue perdiendo
vocabulario, buscaba las palabras laboriosamente en cuatro o cinco lenguas, y nadie la
podía entender…. Hablaba solamente inglés y no entendía nada si se le hablaba en
alemán. La gente de su entorno se veía obligada a hablar en inglés… después siguieron
dos semanas de completo mutismo: los esfuerzos continuos para decir palabras
fracasaron.

Al cabo de aproximadamente 10 días de la muerte de su padre, acudió a verla otro


especialista, al cual tampoco conocía, y yo le explique todo lo que le sucedía…. se trataba
de una “alucinación negativa” real, que se ha producido experimentalmente desde
entonces. Finalmente, consiguió que la muchacha le prestar atención echándole humo a la
cara. La paciente vio repentinamente a un extraño, se fue directamente hacia la puerta,
cogió la llave, pero cayó al suelo inconsciente; a esto siguió una corta explosión de rabia y
un ataque grave de ansiedad, que pudo resolver con mucho esfuerzo.

La familia de Anna tenía miedo de que se arrojara por la ventana, con lo que se
cambiaron de vivienda y fueron a vivir a una casa de campo, donde en una ocasión
“permaneció tres días sin dormir, sin comer y con ideas de suicidio” rompía las ventanas,
etc., y sufría alucinaciones (en torno a serpientes negras, cabezas muertas, etc.) sin
ausencias (periodos disociativos).

Bajo un estado de hipnosis, Breuer trato a Anna haciendo que hablara sobre sus
síntomas, una técnica que ella llamo “barrido de chimeneas”. A medida que fue
instaurándose el tratamiento, la enferma empezó a tener períodos largos de lucidez y a
perder sus síntomas. Después de 18 meses de tratamiento, mientras Anna se preparaba para
pasar las vacaciones de verano en la casa de campo de sus padres, Breuer le comunicó que
ya no la iba a visitar más. Aquella misma noche le llamaron para que fuera a visitar a Anna;
se encontraba moviéndose de un lado para otro en su cama, viviendo un parto imaginario;
explicaba que Breuer era su hijo. Intento calmarla por medio de la hipnosis. Según Ernest
Jones, Breuer se fue rápidamente de la casa y nunca más volvió a verla.
Anna continuó enferma, aunque de manera intermitente, a lo largo de los siguientes 6
años; paso bastante tiempo en un sanatorio, donde se volvió adicta a la morfina. Durante el
día se encontraba bien, pero presentaba aun alucinaciones por la noche.

A la edad de 30 años se había recuperado casi totalmente, y fue a vivir a Frankfurt


con su madre. Allí se convirtió en una líder feminista y trabajó como asistente social.
Fundo una institución para cobijo de jóvenes y habló en múltiples ocasiones sobre la
devaluación de la mujer, que creía que era algo inherente en el judaísmo ortodoxo.

Anna nunca se casó, pero se decía que era una mujer atractiva e interesante que
tenía admiradores por doquier. No sufrió recurrencia de su enfermedad y nunca hablo sobre
ella (de hecho, dijo a sus familiares que nuca dijeran nada; se mostró en contra del
psicoanálisis y se negó a que se le practicara uno a una muchacha de la institución).

Anna murió a los 77 años, de cáncer abdominal.


Diagnóstico de Breuer: histeria

Discusión sobre Anna O

Anna O. presenta un cuadro clínico muy frecuente durante la época victoriana.


Dudamos que muchos clínicos vean en la actualidad muchos enfermos como Anna O. por
este motivo, el DSM-IV-TR no dispone de una sola categoría que pueda englobar la
variedad de síntomas y el curso a menudo crónico que corresponde al concepto tradicional
de histeria. El caso de Anna O. constituye un enigma para el clínico de hoy día.

Anna padece una depresión que resulta de la muerte de su padre: “permaneció 3 días
sin dormir, sin comer y con ideas de suicidio” somos reacios a efectuar el diagnostico de
episodio depresivo mayor ya que este grave trastorno duró aparentemente pocos días.

Los síntomas más impactantes de la enfermedad de Anna, y la razón por la cual se pidió a
Breuer que visitara a la enferma, fueron las numerosas molestias de tipo físico: tos, dolor
occipital izquierdo, estrabismo convergente, alteraciones de la visión, debilidad de los
músculos de la garganta, contracturas y anestesia de las extremidades. Si suponemos que
Breuer descartó de manera correcta una enfermedad medica como la causa de estos
síntomas, debemos efectuar el diagnostico de trastorno de conversión (DSM-IV-TR,
pág. 559).
Sus “estados de adormecimiento”, vivir un parto imaginario y los estados alternados
de consciencia indican un trastorno disociativo no especificado (DSM-IV-TR, pág. 596)

Anna padece muchos otros síntomas que sugieren un trastorno psicótico, lenguaje
desorganizado (por ejemplo, su leguaje estaba desprovisto de gramática, sintaxis, hasta el
punto de que la enferma era incapaz de conjugar los verbos de manera correcta),
alucinaciones (por ejemplo, en torno a las serpientes negras y cabezas muertas), e ideas
delirantes (por ejemplo, explicaba que tenía dos egos, el real y el malo, que la obligaban a
cometer actos malvados). Debido a estos síntomas probablemente psicóticos, el uso rígido
y estricto de los criterios del DSM-IV-TR puede llevar al diagnóstico de esquizofrenia.
Sin embargo, este diagnóstico no consigue describir exactamente el trastorno de Anna.

El problema es que el DSM-IV-TR no reconoce síntomas “histéricos” a excepción


de la categoría trastorno facticio con predominio de signos y síntomas psicológicos. ¿Se
produjo Anna los síntomas de manera intencional, como sucede en el trastorno facticio?.
La verdad es que Freud y Breuer pensaban que no. Nosotros también dudamos que Anna
decidiera producir intencionalmente los síntomas.

Si tuviéramos que efectuara un diagnóstico de acuerdo al DSM- IV-TR para explicar estos
síntomas psicóticos, añadiríamos trastorno psicótico no especificado (DSM-IV-TR, pág.
386); con esto indicaríamos la naturaleza inusual del trastorno psicótico. El enfoque que se
realiza aquí fragmenta la enfermedad de Anna en diversos diagnósticos, cada uno de los
cuales describe una fase distinta.

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