02 - Retos de La Supervisión Clínica
02 - Retos de La Supervisión Clínica
02 - Retos de La Supervisión Clínica
Algunas veces les resulta difícil cuidar de sí mismas y de sus seres queridos, además suelen ser
discriminadas en muchos ámbitos de la vida.
Pueden sufrir maltrato o abandono en su propio entorno familiar y a menudo se les niegan
oportunidades de participar plenamente en la vida de la comunidad.
Algunas de esas personas no son conscientes de que los problemas que tienen requieren
tratamiento y se beneficiarían de recibir atención y apoyo.
Estas son algunas acciones clave en la protección de personas con problemas de SM.
Siempre tratar dignamente y con respeto a las personas que tienen problemas de SM.
Asegurarse de que las personas afectadas por problemas de SM tengan el mismo acceso a
la atención de sus malestares físicos que el resto de las personas.
Respetar el derecho de una persona a negarse a recibir atención en salud, intentando
siempre llegar a un consenso y su consentimiento para recibirla.
Desalentar la internación en instituciones psiquiátricas. Si la persona ya está internada,
abogar por sus derechos dentro de la institución.
Promover la inclusión en los servicios de ayuda para la subsistencia, programas de
protección y otras actividades de la comunidad de los/las usuarios/as que lo necesiten,
En el caso de niños, niñas y adolescentes insistir en la inclusión al sistema educativo
ordinario.
Trabajar por la inclusión de usuarios/as con discapacidad intelectual o retraso del
desarrollo en los programas comunitarios disponibles.
Esforzarse por promover la autonomía e independencia de las personas con problemas de
SM.
Para más información sobre manejo clínico de los trastornos mentales, neurológicos y por uso de
sustancias en estos contextos le invitamos a consultar:
Guía de intervención humanitaria mhGAP (GIH-mhGAP). El manejo clínico de los trastornos
mentales neurológicos y por uso de sustancias en las emergencias humanitarias.
Le proponemos que invite a las y los clínicos a organizar, participar y promover actividades de
sensibilización para:
A consultar a las personas usuarias y a las que las cuidan para el diseño de las sesiones.
A que corrijan las ideas equivocadas acerca de las personas con problemas de SM que
puedan escuchar.
A que promuevan el apoyo a las y los cuidadores.
El estigma es una condición, atributo o comportamiento que hace que la persona portadora sea
incluida en una categoría social hacia cuyos miembros se genera una respuesta negativa ya que
son percibidos como inaceptables o inferiores.
Lamentablemente, en ocasiones, son los mismos profesionales de la salud los que pueden, quizás
de manera inconsciente, ser agentes estigmatizadores.
Supervisar a personas con actitudes negativas con respecto a las personas con problemas de SM,
señalar estas actitudes y ayudar a sustituirlas por otras que sean promotoras de salud, es uno de
los servicios más importantes que una persona supervisora puede brindar.
Son especialmente susceptibles de ser estigmatizadas las personas que emiten conductas extrañas
relacionadas con los síntomas de la enfermedad, a causa del efecto de los fármacos, como
consecuencia de la precariedad que sufren y/o por alguna discapacidad.
Que trabajen sobre las fortalezas de la persona que consulta, que no minimizen su
potencial.
Que muestren empatía cuando la persona relate su malestar con respecto a la
discriminación que sufre.
Que eviten infantilizar a las personas, por ejemplo, hablándoles con un tono de voz más
agudo o infantil.
Que ayuden a desculpabilizar a la persona.
Que exploren su miedo hacia las y los usuarios con problemas severos de salud mental.
Que trabajen en su seguridad, desde su estilo de comunicación hasta la disposición física
de la consulta.
Que recuerden que las y los usuarios, generalmente, no son agresores sino víctimas de
violencia.
Que busquen la diversidad en la propia vida. Promover salir del lugar de confort,
relacionándose por ejemplo con personas diversas.
4. Perspectiva de Género
La perspectiva de género es mucho más que la competencia técnica para trabajar la violencia de
género, sin embargo, debido a limitaciones de espacio en este curso de Supervisión Clínica y
considerando que es un grave problema de nuestras sociedades, nos centraremos en algunas
claves para su abordaje.
Los hombres y las mujeres no nacen con estas funciones, sino que las aprenden a lo largo de su
vida.
Según la OMS La violencia contra la mujer -especialmente la ejercida por su pareja y la violencia
sexual- constituye un grave problema de salud pública y una violación de los derechos humanos
de las mujeres1.
La violencia contra las mujeres tiene su origen en un sistema de relaciones de género anclado en
un organización social que a lo largo de la historia ha defendido la superioridad de lo masculino.
Estos roles de género estereotipados asignan el poder a los hombres, y la obediencia a las
mujeres.
En consecuencia, se puede llegar a tolerar socialmente que los hombres hagan uso de la violencia
para afianzar su autoridad.
El maltratador no nace como un agresor, sino que aprende cultural y socialmente a ser
violento.
Las experiencias traumáticas a lo largo de la vida son muy prevalentes entre las personas que
padecen problemas de SM.
Los abusos sexuales, la negligencia infantil o la violencia sexista tienen un elevado impacto en la
SM y afectan especialmente a las mujeres.
Tres de cada cuatro mujeres con problemas severos de SM sufren o han sufrido violencia de
género2.
La violencia de género supone uno de los principales factores de riesgo para tener problemas de
salud mental, tanto en las mujeres que la sufren, como en sus hijos e hijas que se convierten en
testigos involuntarios.
La Organización Mundial de la Salud considera que el maltrato es la causa del 25% de los
intentos de suicidio de las mujeres3.
Los/as supervisores/as pueden contribuir a romper este círculo, por ejemplo, proponiendo a
los/las clínicos/as:
Preguntar abiertamente sobre las relaciones de pareja de la persona que consulta, por
ejemplo: “¿Cómo están las cosas en casa?” “¿Cómo es la relación con las personas con las
que convive?” “¿Cómo se resuelven las discusiones en casa? “¿Tiene algún problema con
su pareja?, “¿Has sentido alguna vez miedo?”
Expresar de forma clara que la violencia nunca está justificada.
Sondear la violencia de género también en posibles agresores.
Conocer los recursos sociales con los que pueden contar las personas que sufren violencia
de género y/o sexual y compartirlos con ellas.