Final Moral
Final Moral
Final Moral
Con la luz de la razón podemos conocer el valor moral de nuestras acciones; si son buenas o si
son malas, es decir, si contradicen al amor a Dios, la propia dignidad y el amor a los demás. Esa
es la conciencia moral.
1. Enseñanzas de la Sagrada Escritura y del Magisterio sobre la conciencia moral
La conciencia moral es la vía para el conocimiento de la voluntad de Dios. Se manifiesta de
muchas maneras, sobre todo por la ley natural y la ley revelada. No es suficiente el conocimiento
de la ley moral en general, por eso se nos ha dado la capacidad de juzgar con la razón, la bondad
o maldad de cada acto, a partir de la ley moral. Esa capacidad es la conciencia moral o juicio de
la conciencia.
1.1 Enseñanzas de la Sagrada Escritura
El Nuevo Testamento:
Usa el término "corazón" para referirse a la conciencia. Aparece como el centro de la vida moral,
donde se hace interior la voluntad de Dios, y tiene lugar el juicio sobre la moralidad de las
acciones.
Concibe la conciencia como una luz dada a por Dios a los hombres, cristianos y no cristianos,
pata que sea su guía en el obrar moral.
San Pablo:
➔ “como el núcleo más secreto y un sagrario dentro del hombre, en el que este se siente
a solas con Dios, cuya voz resuena en el recinto más íntimo de aquella”
➔ Lugar en el que habla Dios, como una instancia mediadora que personaliza la verdad y el
bien moral expresados en la ley moral.
➔ Acentúa con los Padres la dimensión religiosa y el carácter de llamada de Dios-respuesta
del hombre.
➔ La función: no consiste en aplicar sin más la ley de Dios, general y universal, a los casos
particulares. El juicio engloba y compromete a toda la persona.
➔ Pone de relieve la relación de la conciencia con la ley que le precede y que debe descubrir,
y «en cuya obediencia consiste la dignidad humana y por la cual será juzgado
personalmente.
b) El Catecismo de la Iglesia Católica
«En lo más profundo de su conciencia el hombre descubre una ley que él no se da a sí mismo, si
no a la que debe obedecer y cuya voz resuena, cuando es necesario, en los oídos de su corazón,
llamándole siempre a amar y a hacer el bien y a evitar el mal... El hombre tiene una ley inscrita
por Dios en su corazón ... La conciencia es el núcleo más secreto y el sagrario del hombre, en el
que está solo con Dios, cuya voz resuena en lo más íntimo de ella" (GS 16)» (n.1776).
A continuación, centra su exposición en cuatro cuestiones:
1. El dictamen de la conciencia: «es un juicio de la razón por el que la persona humana
reconoce la cualidad moral de un acto concreto que piensa hacer, está haciendo o ha
hecho» (n.1778)
2. La formación de la conciencia. La dignidad de la persona exige la rectitud de la
conciencia moral, y esto reclama la formación de la conciencia (nn.1.783-1.785).
3. Decidir en conciencia. El hombre debe buscar siempre lo que es justo y bueno y discernir
la voluntad de Dios expresada en la ley divina. (cf.n.1787). Para ello debe vivir la virtud
de la prudencia y pedir ayuda al Espíritu Santo (cf. n .1788).
4. El juicio erróneo: La persona debe obedecer siempre el juicio cierto de su conciencia.
Pero sucede que la conciencia moral puede estar en la ignorancia y formar juicios
erróneos sobre actos proyectados o ya cometidos.
➔ En los años 50 del siglo pasado, el Magisterio de la Iglesia debió llamar la atención sobre
algunas tesis erróneas relativas a la conciencia, propias de la ética de situación.
➔ Según esta ética, basada en una filosofía que no admite verdades permanentes
(historicismo), la conciencia situada en las diversas circunstancias culturales, sociales,
etc., va produciendo normas morales diversas, a lo largo de la historia.
➔ La ética de situación afirma que la persona carece para sus decisiones morales de
todo apoyo en leyes o normas generales, debiendo, por lo tanto, estar abierta a lo que,
en cada situación, reclame de ella cualquier sugerencia personal, circunstancial o
inspiración del Espíritu Santo. Esta ética de situación conduce inevitablemente al
subjetivismo.
Veritatis Splendor trata el tema de la conciencia con profundidad, para responder a las doctrinas:
● Que atribuyen a la conciencia individual las prerrogativas de una instancia suprema del
juicio moral, que decide categórica e infaliblemente sobre el bien y el mal. (VS, n.32).
● Suelen referirse a la conciencia como "autonomía creativa", "acuerdo con uno mismo"
o criterio último de la verdad práctica.
● Concepción de autonomía y creatividad de la conciencia según la cual “el juicio moral
es verdadero por el hecho mismo de que proviene de la conciencia” (VS, n. 32).
● La conciencia crearía la verdad y sería la fuente última de la moralidad. Además, no
podría equivocarse. Solo así -afirman los que sostienen esa concepción-, la persona es
verdaderamente libre.
Según VS:
Hay una falsa concepción de la libertad, que se considera como soberanía absoluta,
desligada por entero de la verdad (cf. nn.32-33).
● Esta concepción considera que la ley moral es contraria a la autodeterminación de la
persona, y que le puede imponer normas ajenas a su propio bien. (Voluntarismo moral)
● La ley moral es expresión de la sabiduría divina y, por tanto, expresa la verdad sobre el
bien de la persona; y la libertad, implica actuar de acuerdo con la verdad sobre el bien.
● La conciencia, por tanto, no es esa fuente autónoma y exclusiva para decidir lo que es
bueno o malo; al contrario, en ella está grabado profundamente un principio de obediencia
a la norma objetiva, que fundamenta y condiciona la contingencia de sus decisiones con
los preceptos y prohibiciones en los que se basa el comportamiento humano»
2. Naturaleza de la conciencia
El uso corriente del término conciencia puede señalar realidades diversas:
● La capacidad, propia del hombre, de conocer y de advertir que conoce (la
autoconciencia): conciencia psicológica;
● La capacidad de conocer el valor moral de los actos que realiza (la autoconciencia que la
persona tiene a la vez de la bondad o maldad de lo que hace): conciencia moral.
La conciencia moral:
Si, la ignorancia es invencible, o el juicio erróneo sin responsabilidad del sujeto moral, el mal
cometido por la persona no puede serle imputado. Pero no deja de ser un mal, una privación, un
desorden. Por tanto, es preciso trabajar para corregir la conciencia moral de sus errores.
d) La conciencia culpablemente errónea no se puede seguir.
● La conciencia culpablemente errónea no autoriza a obrar, porque no es recta.
● Siempre sabemos de alguna manera si tenemos tal conciencia, porque perdura una cierta
inquietud, pues en otro caso el error no sería culpable o vencible, sino inculpable o
invencible.
● La conciencia culpable o visiblemente errónea se manifiesta como tal porque no
proporciona la debida certeza.
● Esta inseguridad es compatible con una aparente certeza en el juicio. En efecto, las
disposiciones del sujeto, cuando desea obrar mal, llevan con frecuencia a apagar esa duda
interior, aunque nunca la eliminan del todo.
● El principio según el hombre “debe seguir su conciencia” tan sólo quiere decir que debe
hacer lo que considere objetivamente bueno; y realmente bueno es aquello que objetiva
y subjetivamente es bueno.
● La primera obligación en conciencia que tiene el hombre es la de tener su conciencia bien
formada.
e) Solo puede ser regla de conducta la conciencia cierta. Nunca es lícito obrar con duda
práctica y positiva de conciencia (es decir, cuando hay fundamento para dudar de si se debe
obrar de un modo o de otro).
La conciencia se dice cierta cuando juzga el valor de un acto sin razonable temor a errar.
Pero no se requiere haber llegado a una certeza absoluta, metafísica ni física, basta una certeza
moral práctica, la que ordinariamente alcanza quien ha puesto la normal diligencia para conocer
lo que debe hacer, manifestada por la ausencia de un temor razonable a errar.
Para salir de dudas, en unos casos hay que estudiar bien el asunto, en otros, buscar consejo en las
personas adecuadas, y siempre, pedir ayuda a Dios en la oración.
5. Conciencia, ley moral y Magisterio de la Iglesia.
5.1. Conciencia moral y ley moral.
¿En qué se funda el deber de seguir la conciencia? ¿De dónde deriva su dignidad y la autoridad
de su voz y de sus juicios? No de sí misma, pues no es el fundamento último del bien y el mal,
sino de la verdad sobre el bien y el mal moral, que está llamada a escuchar y expresar, es decir,
de la ley moral.
▪ San Buenaventura: dice que es como un heraldo de Dios y su mensajero, y lo que dice
no lo manda por si misma, sino que viene de Dios. De ello deriva que la conciencia tiene
la fuerza de obligar.
▪ GS 16: En lo más profundo de la conciencia, el hombre descubre la existencia de una
ley que él no se dicta a sí mismo, pero a la que debe obedecer.
La conciencia es la norma próxima de la moralidad personal, en el sentido de que presenta la
ley divina al hombre y se funda en ella, mientras que la ley moral es norma universal y objetiva
de la moralidad.
5.2. Conciencia y Magisterio de la Iglesia
❖ La conciencia moral es luz para conocer la bondad y maldad de la conducta.
❖ Hay obstáculos que la oscurecen: heridas de nuestra naturaleza, que se agravan por los
pecados personales, el ambiente laicista, etc.
❖ Dios nos ayuda con la presencia visible de la Iglesia y de su Magisterio.
❖ Gracias a la nueva ley, la conciencia es perfeccionada por la gracia, y por la guía externa
y sensible que proporciona la SE, la Tradición y el Magisterio.
❖ Cuando la persona obedece al Magisterio, obedece a la verdad profunda sobre sí
misma.
El mensaje del NT, es que la segunda persona de la Trinidad se ha hecho hombre para librar a
los hombres del pecado. Por eso el Señor no rechaza la cercanía de los pecadores; todo lo
contrario, ha venido a buscarlos, acogerlos y perdonarlos.
En San Pablo nos dice que Jesús destruyó el dominio del pecado, libró de la ley venciendo el
pecado en la Cruz, a fin de que se cumpliera en nosotros la Justicia, se aplica en el Bautismo
siendo una criatura nueva.
1.3. Naturaleza del pecado: ofensa y desobediencia a Dios, autodestrucción del hombre
❖ San Agustín: todo acto, palabra o deseo contrarios a la ley eterna.
❖ Santo Tomás: la asume y queda recogida en el CEC 1849.
❖ Es esencialmente, una ofensa a Dios.
❖ Pablo VI: menosprecio e incluso olvido de la amistad personal entre Dios y el hombre,
verdadera e injustificable ofensa a Dios; un ingrato rechazo al amor de Dios que en Cristo nos ha
sido ofrecido cuando llamó a sus discípulos amigos y no siervos.
❖ El pecado…
● Ofende a Dios: negamos a responder a su amor y en lugar de amarlo como sumo Bien, le
delegamos y expulsamos del alma, preferimos bienes creados.
● Un acto contra Dios, es un acto contra el hombre mismo: desdibuja la imagen de Dios. Es
la autodestrucción del hombre, sufre por nuestros pecados porque nos dañan.
● Es el único mal en sentido pleno. Resiste de mayor gravedad, el único que lo es de modo
absoluto. Nos priva del bien infinito. CEC: A los ojos de la fe, ningún mal es más grave que
el pecado y nada tiene peores consecuencias para los pecadores mismos, para la Iglesia y para
el mundo entero.
● La gravedad de la ofensa del pecado, se entiende mejor desde la Pasión de Jesucristo, al
pecar, le volvemos a crucificar. Mueve el corazón al dolor de amor y la respuesta generosa.
● Es origen de muchos males. La persona se degrada, se hace desgraciada, egoísta, soberbia.
Es la raíz de toda infelicidad humana.
● Esclaviza la voluntad de la persona que lo comete. Convierte las cosas en dioses, esos dioses
la tiranizan. Si el corazón se vuelve esclavo se oscurece la razón.
Todo tipo de mal procede del pecado, al menos en cuanto a su primer fundamento en la culpa
original.
El pecado mortal destruye la caridad en el corazón del hombre por una infracción grave de la
ley de Dios; aparta al hombre de Dios, que es su último fin y su bienaventuranza, prefiriendo un
bien inferior.
Diferencia fundamental:
▪ El pecado moral, priva de la vida de la gracias
▪ Los veniales, no.
▪ Así que son nociones análogas: solo en el pecado mortal se da plenamente la
esencia del mal moral.
▪ Son pecado de manera esencialmente diversa.
b) El pecado venial
No rompe la unión con el amor de Dios, no destruye la vida de gracia.
El desorden propio de este pecado se puede dar de dos maneras:
1. Por imperfección del acto: cuando la acción es mala, pero sin plena
advertencia ni perfecto consentimiento
2. Porque el acto que se realiza no es gravemente malo: Si estos pecados se
realizan plena advertencia y perfecto consentimiento, son pecados veniales
deliberados, diferente a los no deliberados o por debilidad.
3.3. Los pecados contra el Espíritu Santo y los pecados que claman al cielo
● Algunos pecados mortales revisten una especial gravedad, por su malicia
intrínseca o porque son raíz de otros pecados.
● Los pecados contra el Espíritu Santo consisten esencialmente en despreciar de
modo formal la ayuda de Dios. Suelen enumerarse: la desesperación de la propia
salvación, la presunción de alcanzar la salvación sin méritos para ello, rechazo
a la verdad cristiana, el empeño de persistir en el pecado, deseo de no
arrepentirse nunca.
● La afirmación de Jesús de que no se perdonará la blasfemia contra el ES, no
quiere decir que Dios no quiera perdonar el pecado, el problema está en quien lo
comete, porque se pone en situación de resistencia que cierra las puertas a la gracia
de Dios.
● Son especialmente graves los pecados que claman al cielo, según la expresión de
la SE, porque dañan de tal manera al prójimo que despiertan la indignación de la
justicia divina
a. Escándalo
• Es una acción real (palabra, obra u omisión) o aparentemente mala que puede ser ocasión
de pecado para los demás.
• En su predicación Jesús pone en guardia contra el escándalo que conduce a la pérdida de
la fe.
• La gravedad del pecado del escándalo depende de la naturaleza del estímulo que
comporta, de la persona que lo da, y de la persona que lo recibe.
• el que comete escándalo tiene el deber de reparar de la mejor manera el daño ocasionado.
• Quien escandalizó públicamente debe repararlo públicamente.
b. La cooperación al mal
• Al hablar de cooperación en el pecado ajeno es preciso contemplar principalmente el
aspecto interno, es decir, si somos responsables del pecado ajeno y en qué medida.
• La cooperación puede centrarse en tres planos diferentes
o En el plano de la voluntad: mandando, consintiendo, aconsejando
o en el plano de la acción: participando activamente y encubriendo
o en el plano de la ejecución: con el silencio culpable, la no oposición y la no
manifestación.
• Distinciones importantes para comprender la moralidad y la cooperación al mal
o Cooperación positiva y negativa
▪ Positiva: supone la realización de un acto voluntario que contribuye a
que otra persona obre mal.
▪ Negativa: dejar de hacer algo frente al mal comportamiento ajeno. Se
trata de una omisión que solo es pecado cuando existe la obligación de
hacer positivamente lo que no se ha hecho.
o Cooperación formal y material
▪ Formal: Se da cuando se busca la colaboración en el comportamiento
ajeno, sabiendo y queriendo su mal obrar.
▪ Material: Se contribuye al mal ajeno sin pretenderlo, hay muchos modos
de ejercer esta cooperación, próxima y remota, según influya o no en la
acción inmoral.
Teniendo en cuenta estas distinciones podemos entender mejor el juicio moral de la cooperación
en el pecado ajeno.
▪ Toda cooperación formal en el pecado ajeno, tanto explícita como implícita, es siempre
pecaminosa.
▪ La cooperación material, es también moralmente ilícita. Pero hay algunas circunstancias
que pueden hacer lícita la acción con la que se coopera materialmente al mal. La primera
condición de licitud es que se dé realmente la necesidad de realizar dicha acción, es decir
que no haya otra posibilidad de conseguir un bien necesario o de evitar un mal grave.
▪ No hace licita la propia cooperación el saber que la otra persona realizará con toda
seguridad, el acto inmoral, aunque no se diera la cooperación.
Todos tenemos no solo el deber de evitar la cooperación al pecado de los demás, sino también el
deber de colaborar para conseguir y facilitar el bien moral ajeno.
a) El ayuno
Pone de relieve el sentido corporal de la fe, el sentido escatológico de la vida cristiana
como otras formas de penitencia corporal. Estas responder a un impulso del ES, algo que
ha de ser objeto de discernimiento en la dirección espiritual.
La penitencia corporal no significa desprecio del cuerpo ni exaltación fanática del dolor,
sino que esperamos en la resurrección final del cuerpo, no es dualismo maniqueo
tampoco, sino consigue mayor unidad y armonía entre el alma y el cuerpo.
b) La oración
Todos acto sincero de culto o de piedad reaviva en nosotros el espíritu de conversión y
de penitencia y contribuye al perdón de nuestros pecados.
El acto de culto por antonomasia es el de Cristo. Por eso, la Eucaristía, donde se hace
presente el sacrificio de Cristo que nos reconcilio con Dios, es la fuente alimento de la
conversión y la penitencia. Por ella son alimentados y fortificados los que viven de la
vida de Cristo, es el antídoto que nos libera de nuestras faltas cotidianas y nos preserva
de pecados mortales.
c) La limosna
Del griego élos, compasión, misericordia. Consiste en compartir los propios bienes para
ayudar a quien tiene necesidad. Es una obra de justicia por amor a los demás y a Dios.
Dar generosamente implica desprender nuestro corazón de los bienes materiales; nos
lleva a enamorarnos más de Dios y a poner en Él nuestra confianza. Lo que damos a los
demás se lo damos a Jesús. Por eso, la ayuda a los necesitados, material y espiritual, es
anterior a otras formas de penitencia como el ayuno.