Final Moral

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TEMA 8 LA PERCEPCIÓN DE LA VOLUNTAD DIVINA: LA CONCIENCIA MORAL

Con la luz de la razón podemos conocer el valor moral de nuestras acciones; si son buenas o si
son malas, es decir, si contradicen al amor a Dios, la propia dignidad y el amor a los demás. Esa
es la conciencia moral.
1. Enseñanzas de la Sagrada Escritura y del Magisterio sobre la conciencia moral
La conciencia moral es la vía para el conocimiento de la voluntad de Dios. Se manifiesta de
muchas maneras, sobre todo por la ley natural y la ley revelada. No es suficiente el conocimiento
de la ley moral en general, por eso se nos ha dado la capacidad de juzgar con la razón, la bondad
o maldad de cada acto, a partir de la ley moral. Esa capacidad es la conciencia moral o juicio de
la conciencia.
1.1 Enseñanzas de la Sagrada Escritura
El Nuevo Testamento:
Usa el término "corazón" para referirse a la conciencia. Aparece como el centro de la vida moral,
donde se hace interior la voluntad de Dios, y tiene lugar el juicio sobre la moralidad de las
acciones.
Concibe la conciencia como una luz dada a por Dios a los hombres, cristianos y no cristianos,
pata que sea su guía en el obrar moral.
San Pablo:

❖ Usa el vocablo syneidesis, (luz, juez, testigo).


❖ Por la conciencia el hombre es capaz de valorar moralmente no sólo sus actos, sino
también los de los demás.
❖ La conciencia, como instancia humana, es limitada: la última instancia es el juicio de
Dios: «Ni siquiera yo mismo me juzgo. Quien me juzga es el Señor» (1 Cor 4,3-4).
❖ Lo usa para responder a la pregunta sobre si se puede o no comer lo inmolado a los ídolos
(cf. 1Co 8,12), y al tratar del escándalo que pueden sufrir los débiles por el
comportamiento de los demás (cf. Rm 14,5 ss.).

1.2. Enseñanzas del Magisterio de la Iglesia


a) Concilio Vaticano II
Gaudium et spes 16:

➔ “como el núcleo más secreto y un sagrario dentro del hombre, en el que este se siente
a solas con Dios, cuya voz resuena en el recinto más íntimo de aquella”
➔ Lugar en el que habla Dios, como una instancia mediadora que personaliza la verdad y el
bien moral expresados en la ley moral.
➔ Acentúa con los Padres la dimensión religiosa y el carácter de llamada de Dios-respuesta
del hombre.
➔ La función: no consiste en aplicar sin más la ley de Dios, general y universal, a los casos
particulares. El juicio engloba y compromete a toda la persona.
➔ Pone de relieve la relación de la conciencia con la ley que le precede y que debe descubrir,
y «en cuya obediencia consiste la dignidad humana y por la cual será juzgado
personalmente.
b) El Catecismo de la Iglesia Católica
«En lo más profundo de su conciencia el hombre descubre una ley que él no se da a sí mismo, si
no a la que debe obedecer y cuya voz resuena, cuando es necesario, en los oídos de su corazón,
llamándole siempre a amar y a hacer el bien y a evitar el mal... El hombre tiene una ley inscrita
por Dios en su corazón ... La conciencia es el núcleo más secreto y el sagrario del hombre, en el
que está solo con Dios, cuya voz resuena en lo más íntimo de ella" (GS 16)» (n.1776).
A continuación, centra su exposición en cuatro cuestiones:
1. El dictamen de la conciencia: «es un juicio de la razón por el que la persona humana
reconoce la cualidad moral de un acto concreto que piensa hacer, está haciendo o ha
hecho» (n.1778)
2. La formación de la conciencia. La dignidad de la persona exige la rectitud de la
conciencia moral, y esto reclama la formación de la conciencia (nn.1.783-1.785).
3. Decidir en conciencia. El hombre debe buscar siempre lo que es justo y bueno y discernir
la voluntad de Dios expresada en la ley divina. (cf.n.1787). Para ello debe vivir la virtud
de la prudencia y pedir ayuda al Espíritu Santo (cf. n .1788).
4. El juicio erróneo: La persona debe obedecer siempre el juicio cierto de su conciencia.
Pero sucede que la conciencia moral puede estar en la ignorancia y formar juicios
erróneos sobre actos proyectados o ya cometidos.

c) La encíclica Veritatis splendor


1. La conciencia es el sagrario del hombre. Reivindica, la interioridad de la conciencia,
pero rechaza «una interpretación "creativa" de la conciencia moral» (n.54), que consistiría
en separar la ley y la libertad, y otorgar a la conciencia el papel de decidir, en última
instancia, la bondad o malicia de las acciones.
2. El juicio de la conciencia. «El carácter propio de la conciencia es el de ser un juicio
moral sobre el hombre y sus actos» (n.59). Es un juicio práctico, mediante el cual el
hombre conoce el deber moral de hacer el bien o evitar el mal señalado por la ley aquí y
ahora, y constituye la norma próxima (hay dos tipos: la próxima; la conciencia y la
última; la ley de Dios) de la moralidad de las acciones.
3. Formación de la conciencia. «la dignidad de la conciencia deriva siempre de la verdad»
(n.63). Sin embargo, es un dato de experiencia universal que en los juicios de nuestra
conciencia siempre hay posibilidad de equivocarse (cf. n. 62). Por eso, el hombre, que
«debe buscar la verdad y debe juzgar según esta misma verdad. (n.62), está llamado «a
formar la conciencia, a hacerla objeto de continua conversión a la verdad y al bien» (n.64).

1.3. El debate teológico sobre la conciencia moral

➔ En los años 50 del siglo pasado, el Magisterio de la Iglesia debió llamar la atención sobre
algunas tesis erróneas relativas a la conciencia, propias de la ética de situación.
➔ Según esta ética, basada en una filosofía que no admite verdades permanentes
(historicismo), la conciencia situada en las diversas circunstancias culturales, sociales,
etc., va produciendo normas morales diversas, a lo largo de la historia.
➔ La ética de situación afirma que la persona carece para sus decisiones morales de
todo apoyo en leyes o normas generales, debiendo, por lo tanto, estar abierta a lo que,
en cada situación, reclame de ella cualquier sugerencia personal, circunstancial o
inspiración del Espíritu Santo. Esta ética de situación conduce inevitablemente al
subjetivismo.
Veritatis Splendor trata el tema de la conciencia con profundidad, para responder a las doctrinas:
● Que atribuyen a la conciencia individual las prerrogativas de una instancia suprema del
juicio moral, que decide categórica e infaliblemente sobre el bien y el mal. (VS, n.32).
● Suelen referirse a la conciencia como "autonomía creativa", "acuerdo con uno mismo"
o criterio último de la verdad práctica.
● Concepción de autonomía y creatividad de la conciencia según la cual “el juicio moral
es verdadero por el hecho mismo de que proviene de la conciencia” (VS, n. 32).
● La conciencia crearía la verdad y sería la fuente última de la moralidad. Además, no
podría equivocarse. Solo así -afirman los que sostienen esa concepción-, la persona es
verdaderamente libre.

Según VS:
Hay una falsa concepción de la libertad, que se considera como soberanía absoluta,
desligada por entero de la verdad (cf. nn.32-33).
● Esta concepción considera que la ley moral es contraria a la autodeterminación de la
persona, y que le puede imponer normas ajenas a su propio bien. (Voluntarismo moral)
● La ley moral es expresión de la sabiduría divina y, por tanto, expresa la verdad sobre el
bien de la persona; y la libertad, implica actuar de acuerdo con la verdad sobre el bien.
● La conciencia, por tanto, no es esa fuente autónoma y exclusiva para decidir lo que es
bueno o malo; al contrario, en ella está grabado profundamente un principio de obediencia
a la norma objetiva, que fundamenta y condiciona la contingencia de sus decisiones con
los preceptos y prohibiciones en los que se basa el comportamiento humano»

2. Naturaleza de la conciencia
El uso corriente del término conciencia puede señalar realidades diversas:
● La capacidad, propia del hombre, de conocer y de advertir que conoce (la
autoconciencia): conciencia psicológica;
● La capacidad de conocer el valor moral de los actos que realiza (la autoconciencia que la
persona tiene a la vez de la bondad o maldad de lo que hace): conciencia moral.
La conciencia moral:

➔ Es un juicio de la razón, por el que la persona humana reconoce la cualidad moral de


un acto concreto que piensa hacer, está haciendo o ha hecho (CEC, n.1778).
➔ Es un juicio de la razón práctica: por tanto, es un acto, y no una potencia ni un hábito.
➔ «La actividad de la conciencia moral no mira solamente a qué es el bien y qué es el mal
en universal. Su discernimiento mira en particular a la acción singular y concreta que
vamos a realiz.ar o hemos realizado» (S. Juan Pabl.o 11, Alloc., 17-Vlll-1983).
➔ El juicio de la conciencia se realiza iluminando con la luz de los primeros principios,
naturales y revelados, el acto concreto.
➔ La conciencia juzga, en primer lugar, si los actos que vamos a realizar son buenos o
malos. En segundo lugar, juzga la moralidad de los actos ya realizados: si la persona ha
actuado de acuerdo con el juicio de la conciencia, esta aprueba o da paz. En cambio, si se
ha actuado en contra del dictamen de la conciencia, esta acusa o remuerde.
Para entender bien la naturaleza de la conciencia, conviene tener en cuenta sus relaciones con la
sindéresis, la ciencia moral y la prudencia.
● La sindéresis: Hábito de la razón práctica gracias al cual conocemos las primeras
verdades morales (ley natural). Puede llamarse protoconciencia. Sin la sindéresis no
habría conciencia moral.
● La prudencia es una virtud, un hábito práctico, gracias al cual decidimos en cada
situación concreta teniendo en cuenta el juicio de la conciencia cuál es la acción más
acertada y oportuna que deberíamos elegir como medio para conseguir un fin bueno.
● La conciencia moral es el juicio que la persona emite a la luz de la sindéresis y de la
ciencia moral sobre la moralidad del acto singular. No se debe confundir la elección de
la prudencia con el juicio de la conciencia.
El fin de la conciencia es juzgar la acción propuesta, el fin de la prudencia es individuar y poner
en práctica la elección de la acción recta.
Gracias al ejemplo de los demás, la lectura y el estudio, las enseñanzas… adquirimos el hábito
de la ciencia moral o conocimiento de las verdades sobre el bien del hombre y su conducta.
3. Diversas clases de la conciencia.
La conciencia se divide en: antecedente y consecuente; verdadera y errónea (culpable o
inculpablemente); cierta, probable y dudosa.
a) Antecedente y consecuente
• Antecedente: que juzga la acción antes de que se realice.
• Consecuente: juzga del acto ya realizado: puede aprobarlo, si es bueno, o reprobados como
malo, y en ese caso produce un dolor o inquietud, que se suele llamar remordimiento.
La conciencia moral radica en el juicio de la razón, no en los sentimientos de culpa. Tales
sentimientos suelen ser una ayuda para reconocer -impulsando a n.-considerarlas- el
verdadero valor moral de nuestras acciones
b) Verdadera y errónea
❖ La conciencia puede errar y oscurecerse, pero su luz nunca se extingue totalmente.
❖ Por ser un juicio de la inteligencia, la conciencia puede equivocarse, según el modo en que
el error se da en la mente humana: culpable o inculpablemente. La conciencia no es infalible.
❖ La conciencia es una luz inextinguible, porque nos viene dada con la misma naturaleza.
Mientras tiene uso de razón, todo hombre discierne -en modo más o menos claro- el bien del
mal, en virtud del hábito de los primeros principios morales (sindéresis). Así como nadie
puede despojarse de su inteligencia, tampoco es posible eliminar esta luz.
❖ En razón de su conformidad con la ley moral, la conciencia se divide en verdadera y
errónea.
▪ Es verdadera la que juzga rectamente el bien y el mal, en conformidad con la ley moral.
▪ Conciencia errónea o falsa es la que llega a un juicio equivocado, Puede ser culpable
(por ejemplo, porque la persona que juzga se ha despreocupado de buscar la verdad y el
bien) o inculpable (por ejemplo, porque la persona desconoce sin culpa la existencia de
una norma moral).
c) Cierta, probable y dudosa
Esta división se hace en razón de la fuerza con que el sujeto asiente al juicio de conciencia.
Cierta: La que se posee cuando el juicio se da sin temor a equivocarse. Puede suceder que
una persona juzgue de modo erróneo una acción, pero con certeza. Es lo que suele suceder en
el caso de la conciencia inculpablemente errónea.
Probable y la dudosa: no poseen seguridad en su juicio, sino que van acompañadas del temor
a equivocarse, bien inclinándose a una de las posibilidades (probable), o suspendiendo un
juicio definitivo (dudosa).
4. Principios morales sobre el deber de seguir el juicio de la conciencia
a) La conciencia procede de una voluntad recta, se debe seguir siempre, tanto si es verdadera
como si es inculpablemente errónea.
Dada por Dios para que obre libre y responsablemente el bien: «está obligado a seguirla fielmente
en todas sus acciones, para alcanzar a Dios que es su fin»
b) La conciencia verdadera debe seguirse siempre porque presenta realmente la voluntad de
Dios.
La conciencia obliga entonces por lo que dice, porque realmente presenta la voluntad de Dios,
que es el camino para alcanzar la vida eterna y la felicidad aun en la tierra.
c) La conciencia inculpablemente errónea debe seguirse mientras se mantiene de buena fe.
«El hombre tiene obligación de seguirla sin que se le pueda forzar a actuar contra ella, ni impedir
que obre de acuerdo con ella, a no ser que se viole un derecho fundamental e inalienable de un
tercero»
El fundamento de la obligatoriedad de la conciencia inculpablemente errónea es que, con recta
voluntad, se juzga ser esa la voluntad de Dios, “cuando la razón aun equivocándose, propone algo
como precepto divino, despreciar el dictamen de la razón equivale a despreciar el mandato de
Dios”

Si, la ignorancia es invencible, o el juicio erróneo sin responsabilidad del sujeto moral, el mal
cometido por la persona no puede serle imputado. Pero no deja de ser un mal, una privación, un
desorden. Por tanto, es preciso trabajar para corregir la conciencia moral de sus errores.
d) La conciencia culpablemente errónea no se puede seguir.
● La conciencia culpablemente errónea no autoriza a obrar, porque no es recta.
● Siempre sabemos de alguna manera si tenemos tal conciencia, porque perdura una cierta
inquietud, pues en otro caso el error no sería culpable o vencible, sino inculpable o
invencible.
● La conciencia culpable o visiblemente errónea se manifiesta como tal porque no
proporciona la debida certeza.
● Esta inseguridad es compatible con una aparente certeza en el juicio. En efecto, las
disposiciones del sujeto, cuando desea obrar mal, llevan con frecuencia a apagar esa duda
interior, aunque nunca la eliminan del todo.
● El principio según el hombre “debe seguir su conciencia” tan sólo quiere decir que debe
hacer lo que considere objetivamente bueno; y realmente bueno es aquello que objetiva
y subjetivamente es bueno.
● La primera obligación en conciencia que tiene el hombre es la de tener su conciencia bien
formada.
e) Solo puede ser regla de conducta la conciencia cierta. Nunca es lícito obrar con duda
práctica y positiva de conciencia (es decir, cuando hay fundamento para dudar de si se debe
obrar de un modo o de otro).
La conciencia se dice cierta cuando juzga el valor de un acto sin razonable temor a errar.
Pero no se requiere haber llegado a una certeza absoluta, metafísica ni física, basta una certeza
moral práctica, la que ordinariamente alcanza quien ha puesto la normal diligencia para conocer
lo que debe hacer, manifestada por la ausencia de un temor razonable a errar.
Para salir de dudas, en unos casos hay que estudiar bien el asunto, en otros, buscar consejo en las
personas adecuadas, y siempre, pedir ayuda a Dios en la oración.
5. Conciencia, ley moral y Magisterio de la Iglesia.
5.1. Conciencia moral y ley moral.
¿En qué se funda el deber de seguir la conciencia? ¿De dónde deriva su dignidad y la autoridad
de su voz y de sus juicios? No de sí misma, pues no es el fundamento último del bien y el mal,
sino de la verdad sobre el bien y el mal moral, que está llamada a escuchar y expresar, es decir,
de la ley moral.
▪ San Buenaventura: dice que es como un heraldo de Dios y su mensajero, y lo que dice
no lo manda por si misma, sino que viene de Dios. De ello deriva que la conciencia tiene
la fuerza de obligar.
▪ GS 16: En lo más profundo de la conciencia, el hombre descubre la existencia de una
ley que él no se dicta a sí mismo, pero a la que debe obedecer.
La conciencia es la norma próxima de la moralidad personal, en el sentido de que presenta la
ley divina al hombre y se funda en ella, mientras que la ley moral es norma universal y objetiva
de la moralidad.
5.2. Conciencia y Magisterio de la Iglesia
❖ La conciencia moral es luz para conocer la bondad y maldad de la conducta.
❖ Hay obstáculos que la oscurecen: heridas de nuestra naturaleza, que se agravan por los
pecados personales, el ambiente laicista, etc.
❖ Dios nos ayuda con la presencia visible de la Iglesia y de su Magisterio.
❖ Gracias a la nueva ley, la conciencia es perfeccionada por la gracia, y por la guía externa
y sensible que proporciona la SE, la Tradición y el Magisterio.
❖ Cuando la persona obedece al Magisterio, obedece a la verdad profunda sobre sí
misma.

6. Deformaciones de la conciencia moral


▪ Persona de conciencia bien formada: Emite juicios verdaderos sobre las acciones.
▪ Con conciencia laxa: juzga fácilmente que no es pecado algo que lo es.
▪ Con conciencia escrupulosa: suele juzgar como pecados acciones que no lo son.

6.1. Proceso de formación en la conciencia

❖ El juicio de la conciencia lo realiza la razón práctica, que no está aislada de la voluntad


y afectividad. La voluntad influye en la razón.
❖ Cuando se obra sin rectitud moral, el juicio de la conciencia tiende a oscurecerse en
modo progresivo porque la razón y la fe se nublan por el pecado.
❖ Pero la voluntad no posee el dominio absoluto de la conciencia hasta llegar a suprimirla.

❖ En la deformación de la conciencia, que suele ser gradual, influyen causas tanto


personales como externas.
❖ Pero la voluntad siempre juega un papel decisivo.
❖ Se da por un abandono práctico de las verdades morales.
❖ Se tiende a provocar la duda, negando hechos o pretendiendo encontrar dificultades.
▪ De ahí la importancia de ser sincero con uno mismo, para aceptar los propios pecados.
▪ del dolor y del propósito de enmienda, para no volver a pecar.
▪ de alimentarse asiduamente con la Eucaristía
▪ Además del trato íntimo con el Señor en la oración es esencial.
❖ El oscurecimiento puede empezar favorecido por la situación moral y doctrinal del
ambiente.
▪ Necesario es fortalecer la vida interior de unión amorosa con Jesús, conocer bien las
enseñanzas de la moral cristiana, evitar las tentaciones y superar la cobardía para
influir positivamente en el ambiente.

6.2. Conciencia laxa


Es la de las personas que, por una razón insuficiente, juzgan que los actos malos que realizan
no son pecados o, al menos, disminuye su gravedad y no les dan importancia.
Grados extremos de conciencia laxa:

❖ Conciencia cauterizada, que, por el hábito continuo de pecar, casi no advierte ya la


culpa. Nunca desaparece totalmente en la persona la capacidad de distinguir entre el bien
y el mal moral.
❖ Conciencia farisaica, que atribuye gran importancia a cosas nimias y desprecia las
importantes (cf. Mt 32,25).
Causas de la conciencia laxa
● Deformación doctrinal y la influencia del ambiente
● Desorden en la propia conducta
● La soberbia que inclina a no reconocer o, al menos, a quitar importancia a las propias
culpas.
Para ayudar a una persona de conciencia laxa
● Tratarla -corno haría Jesús en nuestro lugar- con benignidad.
● Solo cuando la persona se siente querida, puede abrir sus oídos a la verdad.
● Ayudarla a percibir el dolor de Dios Padre por los pecados, su misericordia, su deseo de
perdonar y de conceder las gracias necesarias para vivir en su amor.

6.3. La conciencia escrupulosa


Se da cuando, por motivos fútiles e insuficientes, considera o teme que un acto sea pecado.
Los escrúpulos constituyen muchas veces un verdadero martirio para el alma, que se ve dificultada
para el trato con Dios.
Signos de la conciencia escrupulosa:
1. Inquietud motivada acerca del valor moral de los propios actos y en particular de
las confesiones pasadas: intranquilidad no fundada en motivos serios, que perdura
incluso después de la confesión y de los consejos del confesor que intenta tranquilizar.
2. Minuciosas acusaciones sobre múltiples circunstancias que no vienen al caso, en donde
se advierte que el penitente se debate con ansiedad en sus dudas, queriendo tener una
especie de evidencia de que se confiesa correctamente.
3. Terquedad en el juicio, a pesar de las indicaciones claras que se reciben en la dirección
espiritual quiere tener la absoluta seguridad de estar en gracia, siempre encuentra motivos
para dudar.
Causas de los escrúpulos:
➢ Disposición psíquica psicológica: debilidad psíquica, nerviosismo, etc.
➢ Defectuosa formación moral: Educación legalista, perfeccionista, basada en el miedo.
➢ Falta de amor a uno mismo
▪ Pueden considerarse como un sufrimiento permitido por Dios para purificar el amor de una
persona, para que confíe más en él y se abandone en sus manos.
▪ El director espiritual además de orientarle espiritualmente, debe ser paciente y ganarse su
confianza, teniendo en cuenta:
o Valorar la conveniencia de una intervención médica.
o Mejor remedio es el abandono en Dios y docilidad total en la dirección espiritual.
o Reconocer la relación de hijo y Padre con Dios.
o Dar seguridad: nunca manifestar dudas para no fomentar inquietudes. Ser claros,
asertivos y breves.
o No permitir largas explicaciones.
o No es conveniente hacer confesiones generales, acuda al sacramento de la penitencia
frecuentemente ni haga exámenes de conciencia detallados.
o Que no obedezca a su propia conciencia sino a la del director espiritual.

7. Los derechos de la conciencia


7.1. La libertad de las conciencias
La dignidad de la persona exige que se respete siempre su libertad para buscar la verdad; en
este sentido de hablar recta y debidamente de libertad de conciencias.
Somos libres, por tanto, para alcanzar la verdad y vivirla, pero no para crear la verdad o para
convertir en verdad lo que no lo es.
La libertad de las conciencias quiere decir que es un deber respetar la libertad de la persona
y que no es linio ejercer sobre ella ninguna coacción física o manipulación psíquica:
No se puede forzar a nadie a obrar contra su conciencia, ni tampoco se le puede impedir que
se obre según ella, principalmente en materia religiosa.
Debemos buscar la verdad en cuestiones religiosas y morales, con los medios apropiados para
juzgar las acciones de modo verdadero.

7.2. La objeción de conciencia


❖ Consiste en negarse a cumplir órdenes o leyes, o realizar determinados actos invocando
motivos morales o religiosos.
❖ Se debe al intento de defender unos valores que la disposición legal no contempla.
❖ Es un derecho que la misma ley debe reconocer y proteger. “Quien recurre a la objeción
de conciencia debe estar a salvo no solo de sanciones penales, sino también de cualquier
daño en el plano legal, disciplinar, económico y profesional”
❖ El motivo de la objeción de conciencia es obedecer a Dios antes que a los hombres.
o El conflicto entre conciencia y ley divina no es posible. Lo que si puede suceder
es que se den discrepancias entre las leyes civiles (que son falibles) y las
convicciones de la conciencia personal.
❖ Compendio de la doctrina social 399.
8. La formación de la conciencia.
Todos debemos procurar con seria solicitud tener siempre una conciencia verdadera y
cierta.
La rectitud en el obrar depende de la rectitud de la conciencia.
La dignidad de la persona humana requiere obrar con conciencia rectamente formada,
que se oriente a la verdad e iluminada por ella, decida.
En los evangelios vemos como Jesús aprovechó para formar la conciencia de sus
oyentes, especialmente los apóstoles.
Esta formación es una responsabilidad personal de cada hombre ante Dios, somos
responsables de mantener esa luz divina. Las enseñanzas y mandatos la presuponen y la
recuerdan, pero nunca la sustituyen.
Cada hombre debe obrar de acuerdo a su propia conciencia. Cada uno ha de examinar
bien sus propias obras.
El deber de formar la propia conciencia exige poner los medios necesarios para que la
conciencia sea siempre verdadera,
o Adquisición del debido conocimiento de la ley moral. Requiere amor a la
verdad.
o Vivir las virtudes: es importante que la razón juzgue bien.
o La confesión frecuente de los pecados veniales que ayuda a formar la conciencia,
a luchar contra las malas inclinaciones, a dejarse curar por Cristo, a progresar en
la vida del Espíritu.
o Pedir ayuda al Espíritu Santo y ser dóciles a sus inspiraciones. Nos ayuda a
discernir lo que es bueno, lo que agrada a Dios y nos impulsa a realizarlo con
gozo y amor.
TEMA 9: EL PECADO, NEGATIVA DEL HOMBRE AL QUERER DE DIOS.
NATURALEZA Y DIVISIONES
1. Concepto y Naturaleza del Pecado.
1.1. Enseñanzas de la Sagrada Escritura sobre la realidad del pecado y sobre la misericordia
divina.
La noción de pecado incluye diversas dimensiones del mal moral:
● la ofensa a Dios
● la destrucción de la persona que lo comete
● la pena que lleva consigo el pecado, que si no se purifica en esta tierra con la penitencia
debe purificarse con el purgatorio.

El mensaje del NT, es que la segunda persona de la Trinidad se ha hecho hombre para librar a
los hombres del pecado. Por eso el Señor no rechaza la cercanía de los pecadores; todo lo
contrario, ha venido a buscarlos, acogerlos y perdonarlos.

Enseñanzas de Jesús sobre el pecado:


✓ Anuncia que viene a llamar a los pescadores, invita a todos a la conversión porque somos
pecadores.
✓Señala que la raíz del pecado está en el corazón del hombre.
✓ Pecado es rechazar al amor paterno de Dios y desobediencia a su Voluntad.
✓ En el Hijo pródigo; muestra la profunda realidad del pecado y sus consecuencias y la
maravillosa realidad del perdón divino.

En San Pablo nos dice que Jesús destruyó el dominio del pecado, libró de la ley venciendo el
pecado en la Cruz, a fin de que se cumpliera en nosotros la Justicia, se aplica en el Bautismo
siendo una criatura nueva.

La Revelación sobre el pecado es una llamada a la esperanza. Se pone de relieve la Misericordia


de Dios que sobrepasa todos los pecados del hombre.
Así el pecado no lleva a adoptar una visión triste y desesperanzada de la vida moral, sino
reconocerse humilde, necesitados de ser salvados, dolor de ofender a Dios, confianza en
su perdón, alegría por recibirlo y propósito de vida nueva en amistad con Dios.

1.2. La consideración del pecado en el Magisterio de la Iglesia


● Reconciliatio et Paenitentia( 2, 12, 1984):
Tres puntos:
1. Conversión
2. Pecado
3. Pastoral de la Reconciliación.
En base a la SE y Tradición, recuerda que se dividen en veniales y mortales.
La moral autónoma dirá que se dividen en veniales, graves y mortales.
Afirma que no se puede reducir el pecado mortal a un acto de opción fundamental directamente
contra Dios.
● CEC
Hace una síntesis de la teología del pecado en el art. 8, primera sección.
● Veritatis Splendor.
Sale al paso en temas como precisiones sobre la existencia de los actos intrínsecamente malos, y
la distinción entre pecado mortal y venial.

1.3. Naturaleza del pecado: ofensa y desobediencia a Dios, autodestrucción del hombre
❖ San Agustín: todo acto, palabra o deseo contrarios a la ley eterna.
❖ Santo Tomás: la asume y queda recogida en el CEC 1849.
❖ Es esencialmente, una ofensa a Dios.
❖ Pablo VI: menosprecio e incluso olvido de la amistad personal entre Dios y el hombre,
verdadera e injustificable ofensa a Dios; un ingrato rechazo al amor de Dios que en Cristo nos ha
sido ofrecido cuando llamó a sus discípulos amigos y no siervos.

❖ El pecado…
● Ofende a Dios: negamos a responder a su amor y en lugar de amarlo como sumo Bien, le
delegamos y expulsamos del alma, preferimos bienes creados.
● Un acto contra Dios, es un acto contra el hombre mismo: desdibuja la imagen de Dios. Es
la autodestrucción del hombre, sufre por nuestros pecados porque nos dañan.
● Es el único mal en sentido pleno. Resiste de mayor gravedad, el único que lo es de modo
absoluto. Nos priva del bien infinito. CEC: A los ojos de la fe, ningún mal es más grave que
el pecado y nada tiene peores consecuencias para los pecadores mismos, para la Iglesia y para
el mundo entero.
● La gravedad de la ofensa del pecado, se entiende mejor desde la Pasión de Jesucristo, al
pecar, le volvemos a crucificar. Mueve el corazón al dolor de amor y la respuesta generosa.
● Es origen de muchos males. La persona se degrada, se hace desgraciada, egoísta, soberbia.
Es la raíz de toda infelicidad humana.
● Esclaviza la voluntad de la persona que lo comete. Convierte las cosas en dioses, esos dioses
la tiranizan. Si el corazón se vuelve esclavo se oscurece la razón.

1.4. Los elementos constitutivos del pecado.


● La tradición distingue con San Agustín dos elementos constitutivos:
o Rechazo o alejamiento de Dios. (aversio a Deo). Es la raíz de todo pecado, no
reconocer a Dios como el Señor absoluto del bien y del mal.
o Conversión de las criaturas (conversio ad creaturas). El pecador no busca un
rechazo directo a Dios; lo que hace es amar bienes creados de modo
desordenado.

1.5. Pecado original y pecados personales


▪ El pecado original: cometido por nuestros primeros padres, transmitido a los hombres.
Atañe a la naturaleza humana dejando heridas que afectan siempre.
1. oscuridad de la inteligencia
2. malicia de la voluntad
3. debilidad para el bien
4. desorden de la concupiscencia
❖ Por el pecado original entró la enfermedad y la muerte en la vida humana.
❖ Los males físicos tienen aquí su origen.
❖ Quedamos privados de los dones preternaturales de la inmortalidad y de la impasibilidad.
▪ El pecado personal:
❖ Es el que comete cada persona.
❖ Profundiza y agrava las heridas del pecado original.
❖ Causa de muchos sufrimientos: muerte, violencias…

Todo tipo de mal procede del pecado, al menos en cuanto a su primer fundamento en la culpa
original.

1.6. El sentido del pecado y su importancia en la vida moral.


● Muchos han perdido el sentido del pecado. "Tal vez hoy el más grande pecado del mundo
sea que los hombres han comenzado a perder el sentido del pecado" Pio XII 1946.
● El rechazo a Dios, pierdo la conciencia de su dignidad.
● El auténtico amor a la persona humana lleva siempre a ayudarle a que reconozca sus
culpas.
● Aprender a llamar pecado al pecado y a no llamarlo liberación y progreso. SJ PII 1981
▪ La vida moral no es solo la lucha contra el pecado, sino responder a la caridad del amor
creador y redentor de Dios.
▪ Cuando pecamos, este modo de vida moral nos mueve al dolor sincero, a recibir con
agradecimiento el perdón de Dios, amarlo más y nunca a la desesperanza y desánimo.

La vida moral radica en la identificación con Cristo y en la prolongación de la misión de Cristo.


Si se permanece bajo la esclavitud, se malogra la propia existencia como seres únicos e
irrepetibles, que solo cuentan con una vida para realizar una misión divina y alcanzar la felicidad
eterna.

2. El pecado como acto personal y su gravedad


2.1. El pecado como acto de la persona: pecado y libertad
⮚ "La raíz del pecado está en el corazón del hombre, en su libre voluntad, según la
enseñanza del Señor".
⮚ "De dentro del corazón salen las intenciones malas, asesinatos, adulterios…"
⮚ En el corazón reside también la caridad, principio de las obras buenas y puras, que es
herida por el pecado

El pecado mortal destruye la caridad en el corazón del hombre por una infracción grave de la
ley de Dios; aparta al hombre de Dios, que es su último fin y su bienaventuranza, prefiriendo un
bien inferior.

La tradición cristiana llama:


▪ Pecado mortal: Porque priva de la gracia a quien la poseía, produciendo la muerte de
la vida sobrenatural en su alma.
▪ Pecado venial: es una transgresión que no tiene gravedad. Deja subsistir la caridad,
aunque la ofende y la hiere.

La Sagrada Escritura habla de dos tipos de pecado:


▪ Unos que producen la muerte y excluyen del Reino de los cielos, separan de
Cristo, rompen la unión con Dios
▪ Otros en los que el justo mismo cae varias veces al día, pero no excluyen de la
amistad con Dios.

Diferencia fundamental:
▪ El pecado moral, priva de la vida de la gracias
▪ Los veniales, no.
▪ Así que son nociones análogas: solo en el pecado mortal se da plenamente la
esencia del mal moral.
▪ Son pecado de manera esencialmente diversa.

2.2. Requisitos para el pecado mortal y pecado venial


a) El pecado mortal y las condiciones de su comisión
Consiste en la aversión hacia Dios, por una conversión gravemente desordenada a las criaturas.
Rompe la unión de caridad con Dios y mata la vida sobrenatural, la vida de la gracia.
Es una acción en la que, con plena advertencia y perfecto consentimiento, se quiere un mal grave.
1. Se requiere un mal grave. El objeto moral del acto supone un desorden grave contra la
ley de Dios, es decir, que resulta incompatible con el amor a Dios. Tradicionalmente se
emplea la expresión materia grave
2. Con plena advertencia: Existe plena advertencia cuando el sujeto, en el perfecto uso de
razón, sabe que la acción que quiere realizar es gravemente mala. Si falta tal
conocimiento, el pecado no es mortal, Se pueden distinguir dos aspectos:
▪ Perfecto uso de la razón. No hay advertencia plena, si la persona carece del sustancial
dominio de su razón como ocurre cuando uno está semidormido o padece
▪ Saber que la acción es gravemente mala. No hay plena advertencia si se ignora
la maldad de la acción que se quiere.
3. Perfecto consentimiento: cuando la voluntad quiere la acción mala.
No todos los pecados mortales tienen igual gravedad. Los mas graves son contra la
caridad de Dios.

b) El pecado venial
No rompe la unión con el amor de Dios, no destruye la vida de gracia.
El desorden propio de este pecado se puede dar de dos maneras:
1. Por imperfección del acto: cuando la acción es mala, pero sin plena
advertencia ni perfecto consentimiento
2. Porque el acto que se realiza no es gravemente malo: Si estos pecados se
realizan plena advertencia y perfecto consentimiento, son pecados veniales
deliberados, diferente a los no deliberados o por debilidad.

c) Una precisión importante


Algunos hablan de pecado mortal y grave como sinónimos. Y, por otro lado, pecado
venial y pecado leve. Sin embargo, la división mortal-venial no obedece a la división
grave-leve.
1. La división mortal-venial, se refiere a la responsabilidad moral del sujeto que
realiza la acción.
2. La división grave-leve, toma como criterio la relación con el precepto o virtud
transgredidos. Desde este punto de vista, hay acciones que suponen un mayor
alejamiento del plan divino (materia grave) que otras (materia leve).
Así se dice que hay pecado mas o menos graves o leves, pero no mas o menos
mortales, lo son de hecho.

d) Debate reciente sobre el pecado mortal


En Veritatis Splendor: refiere a autores que rechazan la distinción tradicional entre los
pecados mortales y veniales.

3. Algunos tipos de pecados


3.1. Pecados internos
▪ Son los que se consuman en el corazón del hombre, no se manifiestan externamente
(Los dos últimos mandamientos)
▪ Se dan en todo género de materia. (Sensualidad, deseo de bienes ajenos, envidia,)
▪ Se suelen distinguir entre mal pensamiento, gozo pecaminoso y mal deseo.
1. Mal pensamiento: complacerse con una acción mala. Se presenta en la
imaginación sin deseo de realizarla. Se deleita en imaginar una situación
pecaminosa.
2. Gozo pecaminoso: Complacerse en una acción mala antes realizada, sea por uno
mismo o por otro.
3. Mal deseo: cuando a la complacencia en una acción mala se añade el deseo de
realizarla.
● Los pecados internos, aun mortales, no son tan graves como los externos
correspondientes por no llegar a la realización.
● Manifiesta un desorden en la voluntad menos intenso.
● Es importante luchar para ellos por que son peligrosos para el alma pues se cometen
mas fácilmente.
● Esto lleva a no combatirlos y acostumbrarse a ellos.
● En tal caso a deformar la conciencia, provocando su oscurecimiento.
3.2. Pecados capitales
Porque son como la cabeza de otros pecados.

Pecado Qué es Virtud


Soberbia Deseo desordenado de la propia excelencia Humildad
deseo desordenado de las riquezas y demás Pobreza o
Avaricia
bienes temporales desprendimiento.
Lujuria Deseo desordenado del placer sexual. Castidad.
Consiste en la contrariedad o tristeza Humildad o
Envidia
consentida ante el bien ajeno. caridad fraterna
Es el apetito desordenado en el comer y el
Gula Sobriedad
beber
Falta de moderación al rechazar las cosas que Paciencia y
Ira
estimamos como malas. mansedumbre
Es la tristeza o desgana consentidas frente al
Pereza Diligencia
esfuerzo que supone el ejercicio del bien.

3.3. Los pecados contra el Espíritu Santo y los pecados que claman al cielo
● Algunos pecados mortales revisten una especial gravedad, por su malicia
intrínseca o porque son raíz de otros pecados.
● Los pecados contra el Espíritu Santo consisten esencialmente en despreciar de
modo formal la ayuda de Dios. Suelen enumerarse: la desesperación de la propia
salvación, la presunción de alcanzar la salvación sin méritos para ello, rechazo
a la verdad cristiana, el empeño de persistir en el pecado, deseo de no
arrepentirse nunca.
● La afirmación de Jesús de que no se perdonará la blasfemia contra el ES, no
quiere decir que Dios no quiera perdonar el pecado, el problema está en quien lo
comete, porque se pone en situación de resistencia que cierra las puertas a la gracia
de Dios.
● Son especialmente graves los pecados que claman al cielo, según la expresión de
la SE, porque dañan de tal manera al prójimo que despiertan la indignación de la
justicia divina

4. Distinción específica y numérica de los pecados


a) Distinción específica de los pecados
Se pueden distinguir por su especie:
1. Especie teológica: es el grado de desorden de la voluntad respecto a Dios: mortal
o venial
2. Especie moral: es el tipo de desorden de la voluntad según la virtud que se ha
violado: justicia, sobriedad, etc.
3. Especie moral ínfima: designa el diverso tipo de actos concretos: calumnia, robo
etc.

b) Distinción numérica de los pecados


⮚ El número de los pecados, depende de los actos de la voluntad. Hay tantos
pecados, cuantos actos desordenados de la voluntad numéricamente distintos.
⮚ En la confesión se deben acusar los pecados mortales cometidos desde la
anterior confesión en su especia ínfima y número.
⮚ Lo mas importante es la verdadera contrición o dolor de los pecados y el
propósito de rechazar los obstáculos que se oponen a la propia regeneración.
II CAUSA Y EFECTOS DEL PECADO. LA CONVERSIÓN
I. Las causas del pecado
La causa principal es la voluntad desordenada del hombre,
El pecado es siempre personal, exige un querer actual y desordenados de la voluntad.
“La raíz del pecado está en el corazón del hombre, en su libre voluntad” CEC 1853.
Nadie fuera del propio sujeto, puede causar el pecado, ni siquiera el demonio.

1.1. El proceso del pecado y la responsabilidad personal


Hay dos cosas que engañan al hombre, el pensar que no tuvo fuerzas para combatirlos y
el razonamiento de que no quiso un mal, sino un bien, aquel que ama desordenadamente.

a) El hombre peca por despreciar la ayuda divina para hacer el bien.


La causa del mal es siempre la imperfección. En el orden moral, solo se da cuando la
voluntad rechaza la ayuda divina que constantemente lleva a la persona a realizar el bien,
por eso Dios nunca se aparta de nosotros, solo podemos pecar en la medida que nosotros
nos apartamos de él.
Dios nos da siempre fuerzas para evitar el pecado.

b) Se peca eligiendo un bien aparente, que aparta de Dios.


• Solo se peca eligiendo un bien aparente, porque el mal no puede ser querido en sí
mismo, ya que el objeto de la voluntad es el bien.
• El bien aparente es un bien creado que se ama desordenadamente.
• La realidad de ese bien es lo que da su apariencia de buena a la acción pecaminosa
y la hace tentadora.

1.2. Causas internas: ignorancia, debilidad y malicia


Los factores internos que inducen al pecado son:
IGNORANCIA: que la persona ha podido y debido superar, pero no ha querido.
DEBILIDAD: tienen su causa en una pasión que disminuye la voluntariedad del acto.
MALICIA: procede sobre todo de la mala voluntad, sin que sea determinante ni la
ignorancia ni la pasión.

1.3. Causas externas: las tentaciones


La tentación es una incitación o inducción a pecar.
Aunque tenga uso de razón, la persona puede ser atraída por la presentación
apetecible de bienes aparentes. Como el mal no puede seducir por si mismo, capta
la voluntad disfrazándose de bien, de verdad o de belleza.
Si se lucha contra ellas, tienen un valor positivo para la persona. Dios las permite
como ayuda para el ejercicio de las virtudes.
Por su origen, las incitaciones al mal son de tres clases: de la concupiscencia, la
de del demonio y las del mundo.

a) Las tentaciones de la concupiscencia


Son las más frecuentes. Consiste en el desorden de las fuerzas del alma, de un desorden
que procede del pecado original y que se agrava con los pecados personales.
San Juan distingue:
✓ La concupiscencia de la carne
✓ Concupiscencia de los ojos
✓ Soberbia de la vida
b) Las tentaciones del demonio
➢ El demonio es el tentador por antonomasia.
➢ Tienta realmente a los hombres. “Nuestra lucha no es contra la carne y la sangre
sino contra los principados y potestades, contra los dominadores de las tinieblas”
➢ Tienta con astucia, escogiendo los puntos más débiles de cada persona
➢ Para vencer estas tentaciones es particularmente necesario acudir a los medios
sobrenaturales: oración y sacramentos.

c) Las tentaciones del mundo


▪ En cuanto salido de las manos de Dios, el mundo es bueno y debe ser amado. Hay
que amar el mundo, rechazando los efectos del pecado que lo oscurecen.
▪ Cuando se habla del mundo como tentador nos referimos a los hombres que se
apartan de Dios.
▪ El mundo incita a pecar fomentando el afán desmesurado, excesivo de bienes
temporales, y también mediante presiones de persona poderosas e influyentes, que
se oponen a los que hacen el bien.

d) Principios morales sobre las tentaciones


El hombre no puede evitar tener tentaciones, pero debe combatirlas.
1. Siempre podemos vencer la tentación: Dios no permite que seamos tentados más allá de
nuestras fuerzas.
2. Se debe combatir desde el primer momento, poniendo los medios adecuados
3. Consentir a la tentación es pecado, sentirla no. Experimentar cierta atracción ante ese bien
aparente que es el mal, mientras la voluntad lo rechace noi es pecado.
4. No es lícito provocar ni exponerse temerariamente a la tentación. Ponerse sin grave causa,
en ocasión de pecar, es por sí mismo pecado.

e) Medios para luchar contra las tentaciones.


Se combate ante todo acudiendo a Dios, cumpliendo los propios deberes y tratando de vivir las
virtudes.
▪ Los medios sobrenaturales: Oración, examen de conciencia, Sacramentos.
▪ Estando ocupados en cumplir con los propios deberes ordinarios y servir a los demás.
▪ La humildad y la sinceridad. La Humildad, para no sorprendernos de la flaqueza persona,
y pedir ayuda y la sinceridad para reconocer a la tentación como tal y pedir consejo en la
dirección espiritual y confesión.

1.4. Causas externas: las ocasiones de pecado

a. Escándalo
• Es una acción real (palabra, obra u omisión) o aparentemente mala que puede ser ocasión
de pecado para los demás.
• En su predicación Jesús pone en guardia contra el escándalo que conduce a la pérdida de
la fe.
• La gravedad del pecado del escándalo depende de la naturaleza del estímulo que
comporta, de la persona que lo da, y de la persona que lo recibe.
• el que comete escándalo tiene el deber de reparar de la mejor manera el daño ocasionado.
• Quien escandalizó públicamente debe repararlo públicamente.
b. La cooperación al mal
• Al hablar de cooperación en el pecado ajeno es preciso contemplar principalmente el
aspecto interno, es decir, si somos responsables del pecado ajeno y en qué medida.
• La cooperación puede centrarse en tres planos diferentes
o En el plano de la voluntad: mandando, consintiendo, aconsejando
o en el plano de la acción: participando activamente y encubriendo
o en el plano de la ejecución: con el silencio culpable, la no oposición y la no
manifestación.
• Distinciones importantes para comprender la moralidad y la cooperación al mal
o Cooperación positiva y negativa
▪ Positiva: supone la realización de un acto voluntario que contribuye a
que otra persona obre mal.
▪ Negativa: dejar de hacer algo frente al mal comportamiento ajeno. Se
trata de una omisión que solo es pecado cuando existe la obligación de
hacer positivamente lo que no se ha hecho.
o Cooperación formal y material
▪ Formal: Se da cuando se busca la colaboración en el comportamiento
ajeno, sabiendo y queriendo su mal obrar.
▪ Material: Se contribuye al mal ajeno sin pretenderlo, hay muchos modos
de ejercer esta cooperación, próxima y remota, según influya o no en la
acción inmoral.
Teniendo en cuenta estas distinciones podemos entender mejor el juicio moral de la cooperación
en el pecado ajeno.
▪ Toda cooperación formal en el pecado ajeno, tanto explícita como implícita, es siempre
pecaminosa.
▪ La cooperación material, es también moralmente ilícita. Pero hay algunas circunstancias
que pueden hacer lícita la acción con la que se coopera materialmente al mal. La primera
condición de licitud es que se dé realmente la necesidad de realizar dicha acción, es decir
que no haya otra posibilidad de conseguir un bien necesario o de evitar un mal grave.
▪ No hace licita la propia cooperación el saber que la otra persona realizará con toda
seguridad, el acto inmoral, aunque no se diera la cooperación.

Todos tenemos no solo el deber de evitar la cooperación al pecado de los demás, sino también el
deber de colaborar para conseguir y facilitar el bien moral ajeno.

II. Efectos personales y sociales del pecado.


2.1. Efectos del pecado mortal
❖ Pérdida de la amistad con Dios y por lo tanto de la gracia santificante.
❖ Se pierden las virtudes infusas y los dones del Espíritu Santo, el alma se ve privada de las
tres Personas divinas.
❖ El pecado comporta un debilitamiento de las fuerzas del alma, toda la tradición cristiana
habla del pecado como esclavitud.
❖ El desorden del pecado mortal conlleva, penas temporales y la pena eterna.

2.2. Efectos del pecado venial


➢ Se da de modo imperfecto la razón del pecado; de ahí que sus efectos sean
radicalmente distintos.
➢ No priva de la vida de la gracia, pero enfría el fervor de la caridad manchando
parcialmente el alma.
➢ Entorpece la vida de la gracia y ejercicio de todas las virtudes. Difícil percibir las
inspiraciones del Espíritu Santo, este debilitamiento dispone al pecado mortal.
➢ Es una ofensa a Dios.
➢ Le corresponden penas temporales, en esta vida o en el Purgatorio.

2.3 Los efectos sociales del pecado.


El término pecado social exige precisiones. El pecado en sentido verdadero y propio es
siempre acto de la persona, porque es un acto libre de la persona individual y no de un
grupo o comunidad.

✓ Lleva repercusiones sociales.


✓ Hace referencia a las relaciones entre las distintas comunidades humanas. Es lo
que se conoce como mal social, así el pecado social es la acumulación o
concentración de muchos pecados personales que originan el llamado pecado de
estructuras o estructuras del pecado.
✓ Es necesaria la lucha contra los efectos sociales del pecado, que exige no solo
cambio de conducta sino de mentalidad, es decir, una verdadera conversión.
El pecado es un acto personal, y tenemos responsabilidad en los pecados de otros si
cooperamos con ellos.
✓ Participando directa y voluntariamente.
✓ Ordenándolos, aconsejándolos, alabándolos, o aprobándolos.
✓ No revelándose o no impidiéndolos
✓ Proteger a los que hacen el mal.
El cristiano ha de reaccionar procurando ahogar el mal en abundancia del bien.
La lucha contra el pecado se ha de plantear con optimismo, porque el bien es mas fecundo
que el mal.
✓ Hay una inclinación al bien puesta por Dios.
✓ A medida que el mal crece en intensidad, disminuye su apariencia de bien y por
tanto su fuerza de seducción, la fuerza del bien es creciente.
✓ Siempre contamos con la ayuda de Dios, para hacer el bien.

III La conversión del pecador


Jesucristo ha venido al mundo a perdonar a los hombres ofreciendo su vida, su pasión y su muerte
en la Cruz.
Es Dios el que toma la iniciativa para restaurar en el hombre la imagen del Verbo.
El Señor invita a todos al arrepentimiento, a la penitencia: «El tiempo se ha cumplido y el Reino
de Dios está al llegar; convertíos y creed en el Evangelio» (Me 1,15).
A través de hechos y palabras, Jesús nos enseña cómo es la misericordia de Dios. Hijo prodigo.

• La reconciliación con Dios solo es posible en Cristo y por medio de Cristo.


• Se realiza a través de la Iglesia, que es el sacramento universal de salvación
• Por eso tenemos los Sacramentos para perpetuar a lo largo del tiempo su acción
salvadora.
• Por el Bautismo nos incorporamos a Cristo y a la Iglesia. Pero no suprime nuestra
debilidad e inclinación al pecado.
• Así el Señor instituyó también el sacramento de la Penitencia, para que se pueda pasar
nuevamente del pecado a la vida. «Es el camino ordinario para obtener el perdón y la
remisión de sus pecados graves cometidos después del Bautismo»

Hay dos grandes obstáculos para la conversión:


1. La Soberbia: nos humilla al reconocernos pecadores, locos o necios, porque nuestra
conducta es contraria a las convicciones más naturales y profundas. Así nos justificamos.
2. El egoísmo: reconocer que nuestra vida ha sido equivocada y aceptar el perdón de Dios,
supone estar dispuestos a vivir de otra manera de acuerdo con las virtudes.
Es por tanto pedir un corazón nuevo, un corazón humilde, y que nos haga ver que el único
camino de la felicidad está en su amor. Solo confiando en la gracias divina, podemos reconocer
nuestra situación de pecado y volver a la casa del Padre.

3.1. La conversión permanente


• Primera conversión: se sale del estado de pecado, Dios invita de muchas maneras.
• Conversión permanente: consecuencia del verdadero trato con Dios, el hombre se
encamina a la santidad.
El auténtico conocimiento de Dios, es una inagotable fuente de conversión, no sólo como acto
momentáneo e interior, sino una disposición estable, se vive in statu conversionis.
Esta conversión, es una tarea ininterrumpida para toda la Iglesia pues recibe en su seno pecadores
y siendo sana a la vez, necesita de purificación constante, buscando la penitencia y renovación.
Se basa en:
• vida sacramental
• oración
• unión con la cruz
• la lucha ascética para crecer en las virtudes

3.2. La virtud de la penitencia


➢ Es una virtud que consiste en dolerse o arrepentirse de los pecados pasados con la
intención de destruirlos en cuanto son ofensa a Dios, con el propósito de enmendarse.
➢ La dimensión más importante está en el interior.
➢ Los actos externos o son manifestación de la penitencia interior, de la conversión del
corazón, o son estériles o engañosos.
➢ Es una reorientación radical de toda la vida, retorno, conversión a Dios, ruptura con el
pecado, aversión al mal, repugnancia hacia las malas acciones.
➢ A la vez, es el deseo y la resolución de cambiar de vida con la esperanza de la misericordia
divina y la confianza en la gracia.
➢ Va acompañada de dolor y tristeza saludables que los Padres llamaron animi
cruciatis,(aflicción del espíritu) compuctio cordis (arrepentimiento del corazón).

▪ La iniciativa es de Dios, con su gracia convierte el corazón. “Conviértenos a ti Señor y


nos convertiremos”
▪ Hemos de tratar de descubrir la grandeza del amor de Dios por cada uno de nosotros
“Tengamos los ojos fijos en la sangre de Cristo…
▪ La penitencia interior puede tener expresiones variadas: Los Padres y la SE insisten en
tres formas: el ayuno, la oración y la limosna. que expresan la conversión con relación a
sí mismo, con relación a Dios y relación a los demás.

a) El ayuno
Pone de relieve el sentido corporal de la fe, el sentido escatológico de la vida cristiana
como otras formas de penitencia corporal. Estas responder a un impulso del ES, algo que
ha de ser objeto de discernimiento en la dirección espiritual.
La penitencia corporal no significa desprecio del cuerpo ni exaltación fanática del dolor,
sino que esperamos en la resurrección final del cuerpo, no es dualismo maniqueo
tampoco, sino consigue mayor unidad y armonía entre el alma y el cuerpo.
b) La oración
Todos acto sincero de culto o de piedad reaviva en nosotros el espíritu de conversión y
de penitencia y contribuye al perdón de nuestros pecados.
El acto de culto por antonomasia es el de Cristo. Por eso, la Eucaristía, donde se hace
presente el sacrificio de Cristo que nos reconcilio con Dios, es la fuente alimento de la
conversión y la penitencia. Por ella son alimentados y fortificados los que viven de la
vida de Cristo, es el antídoto que nos libera de nuestras faltas cotidianas y nos preserva
de pecados mortales.
c) La limosna
Del griego élos, compasión, misericordia. Consiste en compartir los propios bienes para
ayudar a quien tiene necesidad. Es una obra de justicia por amor a los demás y a Dios.
Dar generosamente implica desprender nuestro corazón de los bienes materiales; nos
lleva a enamorarnos más de Dios y a poner en Él nuestra confianza. Lo que damos a los
demás se lo damos a Jesús. Por eso, la ayuda a los necesitados, material y espiritual, es
anterior a otras formas de penitencia como el ayuno.

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