Esquemas y Normas Textuales
Esquemas y Normas Textuales
Esquemas y Normas Textuales
Es evidente que existen muchos tipos de textos para diferentes usos en la vida cotidiana. Dicho de
otro modo, usamos nuestra lengua de distintas maneras y esas variaciones dependen de las
necesidades de comunicación y del contexto. No obstante, los estudiosos de estos temas han
podido establecer tres grandes esquemas que se utilizan en casi todos ellos. A excepción de
algunas estructuras muy fijas que se dan en lo que en México llamamos machotes, es decir,
formatos, podemos afirmar que o narramos o exponemos (explicamos) o argumentamos. Las
diferencias entre los tipos textuales que utilizan estos grandes esquemas están dadas, sobre todo,
por los propósitos comunicativos. No sólo narramos cuando escribimos novelas o cuentos, no sólo
exponemos cuando presentamos un trabajo académico, no sólo argumentamos cuando tenemos
que defender una causa. En un diálogo, en una conversación cotidiana, podemos encontrar,
mezcladas, narraciones, exposiciones y argumentaciones.
Existe un cuarto esquema, el de la descripción, que aparece prácticamente en todos los
textos, pero no como una gran estructura, y se puede considerar un microesquema. No parece
clara la existencia de una gran estructura que se pueda calificar de “esencialmente descriptiva”;
sin embargo, prácticamente en todos los textos hay fragmentos más o menos largos en los que se
describe, como parte de un gran esquema. Incluso suele haber textos con tantas descripciones
que no es fácil distinguir la gran estructura de la que depende. Veamos el comienzo de una novela
—texto narrativo por excelencia— de Luis Sepúlveda:
El cielo era una inflada panza de burro colgando amenazante a escasos palmos de las cabezas.
El viento tibio y pegajoso barría algunas hojas sueltas y sacudía con violencia los bananos raquíticos
que adornaban el frontis de la alcaldía.
Los pocos habitantes de El Idilio más un puñado de aventureros llegados de las cercanías se
congregaban en el muelle, esperando turno para sentarse en el sillón portátil del doctor Rubicundo
Loachamín, el dentista, que mitigaba los dolores de sus pacientes mediante una curiosa suerte de
anestesia oral.
—¿Te duele? —preguntaba.
Luis Sepúlveda, Un viejo que leía novelas de amor.
Podríamos decir que se trata de una descripción, pero en realidad ella depende de la
narración. La descripción no tendría sentido si no la sustentara la narración, ya que está inserta en
el gran esquema narrativo.
Observemos el fragmento siguiente:
LA SANGRE
La sangre, el líquido que el corazón hace circular a través de las arterias y las venas de nuestro
organismo, es un elemento fundamental para el mantenimiento de la vida y de las funciones
celulares. Gracias a la circulación de este líquido se transportan sustancias de unos lugares a otros
del organismo, de forma que las células pueden nutrirse y eliminar sus productos de desecho.
La sangre es un tejido formado por dos componentes: el plasma y las células sanguíneas.
El volumen total de sangre es de, aproximadamente, 5 dm3 en los hombres y de 4.5 dm3 en las
mujeres.
Existen tres tipos de células sanguíneas: glóbulos rojos, glóbulos blancos y plaquetas.
¿Es una descripción o una explicación? Sin duda se trata de una explicación sobre las
funciones y características de la sangre; el breve fragmento recurre a la descripción propiamente
tan sólo en el segundo párrafo.
• Alto, de complexión robusta, ojos cafés, cabello negro, labios delgados, lunar en la frente, manos
grandes, etcétera.
• Amable, cariñoso, confiado, simpático, introvertido, trabajador, comprensivo, etcétera.
Una vez elaborada la lista es posible redactar la descripción tomando en cuenta que, si vamos
más allá de los rasgos y las características, dejamos de describir.
Además de conocer el qué y el para qué de los textos (es decir, cuál es el tema y cuál es el
propósito del emisor), es relevante determinar el para quién (a quién estará dirigido el mensaje),
pues de ello dependerá fundamentalmente el tipo de lenguaje que se utilizará. A esto se le llama
adecuación. Un texto es adecuado cuando —tomando en cuenta el contexto en el que surge el
mensaje, el propósito y sobre todo el receptor— se usa un lenguaje apropiado, ya sea formal,
informal, técnico, cotidiano o especializado. Sabemos que no hablamos de la misma manera con
nuestros padres que con nuestros amigos, con una persona mayor que con un contemporáneo,
con el director de la escuela que con nuestros compañeros. A esas diferencias de uso, que se
reflejan en lenguajes distintos, se les llama registros.
El lenguaje es una música con muy variadas melodías […] Una de las variaciones más importantes es
la que corresponde al registro de un texto, es decir, al conjunto de diferencias provocadas por la
relación entre el texto y el contexto situacional. Los diccionarios y obras de consulta distinguen (sin
intentar definir términos) registros formales e informales, registros escritos y hablados, registros
científicos, periodísticos, didácticos, etc. Los registros se presentan como “maneras de hablar”,
coloraciones, tonos, de los textos, tonos que se relacionan con elementos de la situación en que se
producen los textos […].1
En cuanto al mensaje mismo, tenemos dos normas más. Los textos orales pero sobre todo los
textos escritos deben tener cohesión y coherencia. Para asegurar la cohesión, un texto escrito
recurre fundamentalmente a los conectores (que enlazan elementos y establecen relaciones en
los textos, pueden marcar la entrada de los párrafos en un orden determinado, unir una oración
con otra mostrando causas, consecuencias, adiciones, oposiciones, etcétera); las anáforas o
sustitutos textuales (que también sirven para señalar relaciones en la construcción del texto,
desde el momento en que se refieren a algo ya mencionado o por mencionarse, mediante algún
recurso como pronombres, sinónimos, etcétera) y la puntuación. La coherencia, por su parte,
implica el orden en que se exponen las ideas; las distintas partes que componen el mensaje
deben estar relacionadas entre sí, responder al propósito comunicativo y darle una unidad de
sentido al texto. La coherencia es la progresión del texto.
1
Graciela Reyes, Cómo escribir bien en español: manual de redacción, p. 47.
En el caso de los textos orales, a menudo el contexto y la situación en que se produce la
comunicación suelen solucionar los problemas que puedan derivarse de ciertas fallas en la
cohesión y la coherencia. Sin embargo, en primera instancia, sobre todo si se trata de una
comunicación oral formal, lo ideal es preocuparse por que se cumplan estas normas.
Título
quien debe buscar UNA LITERATURA ES UN PAÍS *
a qué remite.
FELIPE GARRIDO
Introducción
para destacar (cursivas, tuviera todo. Una obra única que pudiera
asteriscos y mayúsculas). ser leída y estudiada con la seguridad de que,
TODOS ELLOS SIGNIFICAN una vez aprendida, no hubiese más por
ALGO y guían al lector por saber. Naturalmente ese libro no existe; no
el tejido textual. puede existir. La literatura no es una
colección de datos, sino una experiencia. No
2] Conectores. se enseña; se vive y se comparte.
Mecanismos que sirven Una obra literaria es una fabrica, una
para relacionar; con ellos ciudad, una comarca, un volcán. Una
se “teje” el texto y, al literatura es un país. El lector es un viajero; el
P2 alumno es un viajero más o menos neófito.
igual que un tejido, para
Casi siempre conviene que el maestro sea
que no se “deshaga”, no algo más experimentado: que vaya por
deben quedar puntos delante, que haya recorrido repetidamente
sueltos. Si no, se corre el las calles, las cañadas; que se apresure a
riesgo de que el lector no entrar en los edificios nuevos e intente
comprenda. establecer el orden de las ruinas.
Cada párrafo Un maestro, un alumno, un lector de
desarrolla literatura, al igual que los viajeros
un aspecto P3 respetables, no debería de hablar sino de los
diferente barrios, las cascadas, los templos que han
visitado; es decir, de las obras que han leído.
relacionado
Lo que suele enseñarse en los cursos es
Desarrollo
con el tema.
la historia de la literatura. Pero la historia de
la literatura no es un viaje, es apenas un
mapa. Lo que hace nuestro maestro es
extenderlo frente a los alumnos: señalar en
P4 ese esquema, siempre superficial, posibles
rutas, los lugares que cree más interesantes
o más entrañables o más curiosos.
Lo importante no es conocer el mapa,
sino recorrer el territorio; entrar a los
bosques y a las plazas, sentarse con los
Tiene un propósito: naturales a esperar el camión o ver pasar un
convencernos de que río. El maestro, el alumno, el lector tendrán
que plegar el mapa, echárselo en el bolsillo
debemos leer, pues es
—siempre es útil tenerlo a la mano— y
una experiencia útil para P5
adentrarse por la terra ignota: abrir brechas,
toda la vida. llegar a los mercados, escalar los farallones,
cruzar los ejes viales, zambullirse en una
lectura y lectores.
Coherencia.
poza, probar el sabor del polvo y de las Vocabulario relativo a
cañas: regresar, releer… Pues sólo así, la geografía y diversos
P5 sitios y construcciones
cuando se ha vuelto a un texto y a una
avenida se los comienza realmente a que hay en un país. El
conocer. texto es coherente, el
La experiencia de la lectura y de la autor compara la
literatura, como todas las experiencias, es lectura con un país y, a
intransferible. Nadie puede viajar ni leer por los lectores, con los
otro. Lo que puede hacer el maestro es viajeros que lo
acompañar a los alumnos algunos días, por recorren y así pueden
P6 conocer todos sus
ciertos lugares; contagiarles sus
entusiasmos; compartir con ellos la historia y “rincones”. Es una
la emoción de sus propios viajes; animarlos a “experiencia” que hay
transitar puentes o despeñaderos que él no que vivir. A lo largo de
ha seguido. Cada quien trazará su propio todo el texto y en cada
Desarrollo
Fecha
Lugar
Editorial que publicó el texto
Publicación en la que apareció el texto