Reflexión Sobre El Bien y El Fin Del Hombre
Reflexión Sobre El Bien y El Fin Del Hombre
Reflexión Sobre El Bien y El Fin Del Hombre
por ejemplo, los animales buscan alimento y agua para sobrevivir, una planta busca el sol y se nutre
de la lluvia para seguir viviendo y florecer cuando le es debido, en el caso del hombre, éste se
mueve según sus valores –o antivalores si es el caso- sin embargo, de alguna manera y en algún
momento se preguntará sobre el fin de su vida, misma pregunta que se formuló Aristóteles.
Para éste filósofo, el actuar del hombre es motivado siempre por el objeto de su acción, es
decir, buscando un bien y para ello distingue entre los fines que en verdad le llevarán a obtener un
bien de los que se buscan sencillamente por una utilidad menor. Respecto a esto, enfatiza que el
hombre de alguna manera tiende a buscar un fin verdadero, propio de la real conducta humana que
lo lanza sin más a buscar el último y más importante de todos los fines: la felicidad o el vivir bien.
Dicha felicidad debe cumplir con ciertas características para ser verdadera: debe ser única,
donde todo sea querido por él y él sea querido, a su vez, por sí mismo; debe ser autosuficiente para
colmar de plenitud su vida humana; debe conquistarse por medio del obrar propio y, finalmente,
En base a lo anterior, se puede afirmar que, para Aristóteles, la felicidad sólo será alcanzada
por medio de la razón. Será el conocimiento de lo bueno y verdadero lo que guiará el actuar del
hombre y, por medio de la ética, sabrá profundizar y buscará reconocer cuál es el fin al que debe
tender para alcanzar a conquistar este fin último: la felicidad. Ante esta perspectiva propone las
«El bien humano consiste en una actividad según la virtud y, si las virtudes son múltiples,
En la anterior definición Aristóteles no deja lugar a dudas sobre que el fin último y objetivo
del hombre y por el cual alcanzará la felicidad sólo será mediante la práctica de las virtudes, por
medio de la actividad de la virtud mejor y más perfecta, ésta sería el bien, pero, no el simple bien,
sino el mejor, el que es mejor que todos los demás bienes que puede alcanzar el hombre como lo
podría ser la salud, un éxito, la amistad, entre otros, éste bien mejor, que todos los demás es la
felicidad y el alcanzar una buena vida. Será el conocimiento quien ayudará al hombre a elegir los
medios correctos para la vivencia de las virtudes, será como el fuego que encenderá la llama de la
sabiduría. Es importante reconocer en esto, que la felicidad no es un estado de ánimo cómo lo sería
la tristeza, enojo o alegría, es más bien, una actividad que determina la vida del hombre y le es
intrínseca a la raza humana que está determinada a encaminarse a lo bueno y excelente que
conquistará por medio de la práctica continua de las virtudes que, a diferencia de los animales, por
ejemplo, el ser humano decide practicarlas o no y, por tanto, decide ser feliz o no.
Dicho esto, logramos percatarnos que el sumo bien sólo se desea por sí mismo y no por otra
cosa, sólo así se conquistará la felicidad. Ahora nos damos cuenta de que las expectativas que de
ordinario tenemos reconocidas –malamente- como felicidad, están erradas bajo este pensamiento.
Así pues, se descarta que la felicidad pueda ser conquistada por medio de los vanos honores, las
Bajo esta lupa podríamos afirmar que, si un hombre se deja llevar por sus placeres y no
logra conquistarse a sí mismo por medio de la virtud, no podrá diferenciarse de ningún modo de
cualquier animal irracional, pues, al rebajarse a su nivel, quedaría sólo en la parte sensible y ha
desechado la racionalidad que debe mover cada uno de sus actos. Por otro lado, los vanos honores
que pueda propiciar el mundo, no es fiable, ya que dicho honor no es propio, alguien más lo otorga
por medio de su percepción a tal persona, por ende, se le reconoce, pero, igualmente, si su
percepción es diversa a la mía, puede no dar un honor, aunque la persona crea merecerlo, por esto,
no es de fiar y no es un fin. Finalmente, las riquezas tampoco son un fin en sí mismas, pues son sólo
pasajeras, pueden estar hoy y mañana no, además, son sólo un instrumento de utilidad en medio de
una sociedad donde se vive y se requiere de este intercambio monetario para adquirir un bien-
Aristóteles, mediante la práctica de las virtudes que adquirimos por medio del conocimiento.