SCP Nulidad de Testamento y Poder

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SENTENCIA CONSTITUCIONAL PLURINACIONAL 1020/2015-S1

Sucre, 30 de octubre de 2015

SALA PRIMERA ESPECIALIZADA


Magistrado Relator: Dr. Macario Lahor Cortez Chavez
Acción de amparo constitucional

Expediente: 11082-2015-23-AAC
Departamento: Chuquisaca

En revisión la Resolución 238/2015 de 19 de mayo, cursante de fs. 1227 a 1230


vta., pronunciada dentro de la acción de amparo constitucional interpuesta
por María Honoria Barrientos Díaz contra Javier Medardo Serrano Llanos,
Ana Adela Quispe Cuba y Elisa Sánchez Mamani, Ex Magistrados de la
Sala Civil Liquidadora; Rómulo Calle Mamani y Rita Susana Nava Durán,
Magistrados de la Sala Civil, todos del Tribunal Supremo de Justicia.

I. ANTECEDENTES CON RELEVANCIA JURÍDICA

I.1. Contenido de la demanda

La accionante, por memorial presentado el 6 de marzo de 2015, cursante de


fs. 1079 a 1086 vta., subsanado mediante memorial de 17 del mismo mes y año,
(fs. 1091 a 1092 vta.) manifestó que:

I.1.1. Hechos que motivan la acción

Dentro del proceso civil ordinario de nulidad de testamento, radicado ante el


Juzgado Cuarto de Partido Civil y Comercial del departamento de Cochabamba,
que interpuso en contra de Esther Luz Chavarría Barrientos y Bernardino Mico
Risueño, no fue valorado por los jueces de instancia el Informe Médico Forense
expedido por el Instituto de Investigaciones Forenses (IDIF), que establece que
su hermano se encontraba impedido de ejercitar un acto de liberalidad al
encontrase en estado deficitario y grave de falta de conciencia a momento de
otorgar el testamento que beneficia a los demandados en el referido proceso;
siendo que dicho medio de prueba pericial no debió ser excluido de manera
antojadiza y desleal constituyendo ese hecho falta de consideración, apreciación y
valoración de la prueba; razón por la que, interpuso Recurso de Casación

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alegando error de hecho y de derecho en la apreciación de la prueba; sin que los
Magistrados ahora demandados hubieran fundamentado debidamente en el Auto
Supremo 377/2014 de 5 de septiembre, respecto a lo alegado, privándole así de
conocer el motivo y/o justificativo de la “no valoración positiva” del referido
Informe Médico Forense, realizando una “mala y equivocada valoración de la
prueba” (sic), convalidando el testamento y privándole de heredar como única
hermana del de cujus.

I.1.2. Derechos supuestamente vulnerados

La accionante, considera lesionados sus derechos al debido proceso en sus


vertientes de derecho a la defensa, legalidad y valoración razonable de la prueba,
a ser oído en juicio, a la igualdad y a la propiedad, así como al principio de
seguridad jurídica; citando al efecto los arts. 115.II, 117 y 119.I de la Constitución
Política del Estado (CPE).

I.1.3. Petitorio

Solicitó se le conceda la tutela y se disponga se emita una nueva resolución


apegado a derecho por el cual “se valore de forma coherente y fundada, el medio
de prueba producido en la instancia” y se case “el Auto de Vista recurrido”.

I.2. Audiencia y Resolución del Tribunal de garantías

Celebrada la audiencia pública de 18 de mayo de 2015, según consta de acta


cursante de fs. 1222 a 1226 vta., se produjeron los siguientes actuados:

I.2.1. Ratificación y ampliación de la acción

El abogado de la accionante, se ratificó en extenso en el contenido del memorial


de demanda, y complementando señalo que: a) No se pretende convertir en
instancia ordinaria a la vía constitucional, sino que se reclama que el fallo
pronunciado por las autoridades demandadas, no realizó proba y adecuada
valoración de la prueba en los alcances que señalan los arts. 192 y 397.2 del
“Código Procesal Civil” (sic), estableciendo éste último que el juez tendrá la
obligación de valoran en sentencia las pruebas esenciales y decisivas; toda vez
que, el testamento fue otorgado en total falta de consentimiento, precepto que no
fue aplicado respecto al Certificado Médico Forense expedido por el IDIF, aunque
extrañamente sí se valoró la prueba testifical de cargo que produjo de buena fe,
referida a la declaración testifical de Vilma Acosta, que atestó que el de Cujus
podía haber estado en posibilidad de otorgar testamento; y, b) Existe “defecto
absoluto”(sic) en la sentencia, al carecer de motivación por no haberse
estructurado conforme a lo previsto por el art. 192.2 y 3 del “Código Procesal
Civil”, que establece la obligación del juez de dar razón de sus derechos a los
justiciables, a fin de no quebrantar el principio de contradicción; sin embargo, en
el presente caso, nunca se valoró de manera específica y solvente el referido
Certificado del IDIF, pese a que la jurisprudencia ordinaria indica que es deber de

2
todo tribunal valorar las pruebas en su conjunto dándoles el valor que la ley les
otorga en relación a la tasa señalada por ley y en caso contrario valorar según las
reglas de la sana crítica y prudente criterio.

I.2.2. Informe de las autoridades demandadas

Javier Medardo Serrano Llanos, Ana Adela Quispe Cuba y Elisa Sánchez Mamani,
Ex Magistrados de la Sala Civil Liquidadora del Tribunal Supremo de Justicia, no se
hicieron presentes en audiencia ni remitieron informe escrito, pese a sus legales
citaciones de fs. 1153, 1199 y 1220 de obrados.

Por su parte, Rómulo Calle Mamani y Rita Susana Nava Durán, Magistrados de la
Sala Civil y Comercial del Tribunal Supremo de Justicia, presentaron memorial de
apersonamiento cursante a fs. 1107 y vta., señalando que las autoridades
mencionadas ut supra, cesaron en sus funciones lo que les imposibilita informar
respecto a los términos y fundamentos sobre los que se hubiera dictado el fallo
cuestionado.

1.2.3. Intervención del tercero interesado

Esther Luz Chavarría Barrientos, en calidad de tercera interesada por informe


escrito de 27 de abril de 2015, cursante de fs. 1174 a 1175 vta., y por intermedio
de su abogado en audiencia, manifestó que, la accionante hizo uso de sus
derechos interponiendo los recursos de apelación y casación, existiendo Sentencia
068/2009 de 9 de febrero, Auto de Vista 188/2009 de 10 de junio y Auto Supremo
377, que desestimaron la nulidad de testamento pretendida por la misma,
adquiriendo el mismo validez legal plena y constituyendo cosa juzgada que es
irrevisable, aspecto reconocido por la misma impetrante de tutela; quien sin
embargo, pretende constituir al Tribunal de garantías como una cuarta instancia;
por lo que, corresponde declarar “IMPROCEDENTE” (sic), la acción de amparo
constitucional.

I.2.4. Resolución

La Sala Civil, Comercial y Familiar Primera del Tribunal Departamental de Justicia


de Chuquisaca, constituida en Tribunal de garantías, por Resolución 238/2015 de
19 de mayo, cursante de fs. 1227 a 1230 vta., denegó la tutela, en atención a los
siguientes fundamentos: 1) De los antecedentes remitidos se tiene que la
accionante interpuso demanda ordinaria de nulidad de Testamento Abierto y
anulabilidad de Poder Especial 363/2007, en contra de Esther Luz Chavarría
Barrientos y otro, declarándose probada la demanda en Sentencia, y recurrida de
apelación confirmada totalmente por Auto de Vista pronunciado por la Sala Civil
Primera de la entonces Corte Superior del Distrito, ̶ ahora Tribunal Departamental
de Justicia– de Chuquisaca; interponiendo posterior Recurso de Casación que fue
declarado infundado, por Auto Supremo 377, pronunciado por la entonces Sala
Civil Liquidadora del Tribunal Supremo de Justicia; 2) Respecto a la alegada
vulneración de la seguridad jurídica, se debe tener en cuenta que ésta se
3
constituye en un principio constitucional de impartir justicia y no así un derecho
estricto sensu; que no es posible proteger a través de la acción de amparo
constitucional, constituida como aquella garantía jurisdiccional destinada a
proteger derechos y no tutela valores y principios; 3) Respecto a la justicia
transparente, ser oídos en juicio y derecho a la igualdad de condiciones; los
mismos suponen en abstracto la posibilidad a las partes de acceso al sistema de
justicia y el ejercicio de sus facultades procesales, y la resolución similar de casos
que se traten de la misma problemática; implicando su vulneración al tratamiento
disímil o distinto para una parte en perjuicio de la otra, lo que no sucede en el
caso de autos; toda vez que, el recurso de casación debe ser resuelto estimando
o desestimando el mismo, sin que por ello la parte perjudicada pueda alegar trato
procesal diferente; 4) Con relación a la vulneración del derecho a la defensa, la
desestimación del recurso de Casación no se halla vinculado a la defensa de la
accionante; 5) En referencia al derecho de propiedad que se alega vulnerado; el
mismo se vincula con un bien concreto sobre el cual se ejerce; mientras que el
derecho sucesorio reclamado por la impetrante de tutela se configura como
derecho eventual que puede ser adquirido bajo determinados presupuestos, sin
que el derecho de propiedad que alega se vincule de forma específica con bienes
de su propiedad; 6) El debido proceso en su vertiente de debida fundamentación,
supone la congruencia y motivación del fallo que debe dar certeza al hecho
controversial debatido y fundar sus decisiones en razones de derecho;
estructurándose una resolución judicial de manera lógica entre sus fundamentos y
la disposición en el alcance que le dan los considerandos, constituyendo una
unidad lógica – jurídica, cuya parte dispositiva debe ser derivación del análisis de
los supuestos fácticos y normativos; constituyendo la falta de coherencia entre
ambas causal de invalidación; en ese contexto, en el Auto Supremo impugnado,
se evidencia que en su parte argumentativa se exponen las razones para
declararlo infundado, encontrándose en el fallo el conjunto de razonamientos de
hecho y de derecho en los que apoya su decisión, conteniendo fundamentos
jurídicos persuasivamente serios que constituye derivación razonada del derecho
aplicable en relación a los hechos probados; y, 7) En referencia a la valoración de
la prueba que pretende la accionante, la misma no corresponde a la jurisdicción
constitucional sino a la ordinaria, conforme lo expresa la jurisprudencia
constitucional, que también refiere los casos y supuestos excepcionales que
permiten la valoración de la misma, no habiendo invocado la impetrante de tutela
ninguno de ellos.

II. CONCLUSIONES

Hecha la debida revisión y compulsa de los antecedentes, se llega a las siguientes


conclusiones:

II.1. Por memoriales presentados el 9 y 29 de noviembre de 2007, María Honoria


Barrientos Díaz, interpuso en la vía civil ordinaria, demanda de Nulidad de
Testamento Abierto otorgado por su hermano Rene Javier Barrientos Díaz y
Anulabilidad de Poder Especial 363/2007 de 8 de mayo, ante el Juzgado de
Turno de Partido Civil y Comercial del departamento de Chuquisaca,
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dirigiendo la misma contra los sucesores testamentarios Esther Luz
Chavarría Barrientos y Bernardino Mico Risueño (fs. 53 a 57 y 60).

II.2. Auto de Relación Procesal de 26 de julio de 2008, pronunciado por el


Juzgado Cuarto de Partido Civil y Comercial del precitado departamento,
que establecía entre los puntos de hecho a probar por la demandante en
dicho proceso que el de Cujus no se encontraba en su sano juicio a
consecuencia de su enfermedad a momento de otorgar el Testamento
cuestionado de nulidad; aperturándose término de prueba de cincuenta
días, comunes y perentorios a las partes (fs. 223 y vta.).

II.3. Del dictamen pericial de 2 de octubre de 2008, emitido por Fernando


Márquez Delgadillo, Médico Forense del IDIF, en la que concluye que el
paciente René Javier Barrientos Díaz, “…es posible que hasta alrededor de
horas 18:00, de fecha 8 de mayo de 2007, haya estado en uso de sus
facultades mentales, sin embargo en fecha 9 de mayo de 2007, por la
gravedad de su cuadro clínico, no pudo haber estado en pleno goce de sus
facultades mentales e intelectuales” (sic); remitiendo el mismo al Juez
Cuarto de Partido y Comercial por Nota de 3 de octubre de 2008 (fs. 849 a
850 y 851).

II.4. Mediante Sentencia 068/2009, pronunciada dentro del proceso Civil


Ordinario de Nulidad de Testamento Abierto y Anulabilidad de Poder
Especial 363/2007, emitida por el Juez Cuarto de Partido Civil y Comercial
del departamento de Chuquisaca, se declaró Improbada la demanda
(fs. 916 a 920).

II.5. Contra la Sentencia, la parte accionante interpuso Recurso de Apelación por


memorial de 25 de febrero de 2009, alegando error de hecho y de derecho
debido a las omisiones respecto a la valoración de las pruebas de cargo y
principalmente respecto a la pericia realizada por el médico del IDIF, que
constituiría a su criterio plena prueba conforme a los arts. 1287, 1289 y
1297 del Código Civil (CC.); siendo resuelto el recurso por Auto de Vista
188/2009, pronunciado por los Vocales de la Sala Civil y Comercial Primera
del Tribunal Departamental de Justicia de Chuquisaca, que dispuso
confirmar la Sentencia impugnada (fs. 928 a 936 y 981 a 985 vta.).

II.6. El señalado Auto de Vista 188/2009, fue impugnado por la impetrante de


tutela por Recurso de Casación, por memorial presentado el 29 de junio de
2009 (fs. 989 a 1000).

II.7. Del Auto Supremo 377, dictado por la entonces Sala Civil Liquidadora del
Tribunal Supremo de Justicia, conformada por los ex Magistrados Javier
Medardo Serrano Llanos, Ana Adela Quispe Cuba y Elisa Sánchez Mamani,
se evidencia que se declaró infundado el recurso interpuesto por la
accionante (fs. 1037 a 1043).

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III. FUNDAMENTOS JURÍDICOS DEL FALLO

La impetrante de tutela, considera lesionados sus derechos al debido proceso en


sus vertientes de motivación y fundamentación, derecho a la defensa, legalidad y
valoración razonable de la prueba, a ser oído en juicio; a la igualdad y a la
propiedad; así como al principio de seguridad jurídica; debido a que, en el proceso
civil ordinario de nulidad de testamento que interpuso en contra de Esther Luz
Chavarría Barrientos y Bernardino Mico Risueño, no se valoró por el Juez y
Tribunal de instancia el Informe Pericial realizado por Médico Forense del IDIF,
que constituye prueba decisiva, excluida de manera antojadiza y desleal; sin que
las autoridades demandadas repararan dicha vulneración, ni fundamentaran
debidamente en el Auto Supremo 377, explicando el motivo de la “no valoración
positiva” del referido Informe que constituye plena prueba, así como de otras
testificales y documentales, convalidando un testamento y poder nulos, privándole
de heredar como única hermana del de Cujus.

En consecuencia, corresponde verificar si tales extremos son evidentes a fin de


conceder o denegar la tutela solicitada.

III.1.Naturaleza jurídica de la acción de amparo constitucional

La acción de amparo constitucional, se constituye en la medida de


protección, que tiene por objeto precautelar los derechos reconocidos por la
Constitución Política del Estado, cuando existan actos u omisiones de
carácter ilegal o indebido realizados por servidores públicos o particulares
que supriman o amenacen suprimir o restringir los derechos protegidos, así
lo dispone el art. 128 de la CPE, norma concordante con el art. 51 del
Código Procesal Constitucional (CPCo), que dispone: “La Acción de Amparo
Constitucional tiene el objeto de garantizar los derechos de toda persona
natural o jurídica, reconocidos por la Constitución Política del Estado y la
Ley, contra los actos ilegales o las omisiones indebidas de las y los
servidores públicos o particulares que los restrinjan, supriman o amenacen
restringir o suprimir”.

Asimismo el art. 129.I de la CPE, dispone, respecto a la legitimación activa,


que: “La Acción de Amparo Constitucional se interpondrá por la persona
que se crea afectada, por otra a su nombre con poder suficiente o por la
autoridad correspondiente de acuerdo con la Constitución, ante cualquier
juez o tribunal competente, siempre que no exista otro medio o recurso
legal para la protección inmediata de los derechos y garantías restringidos,
suprimidos o amenazados”, y fue en ese sentido que se pronunció la
SCP 0002/2012 de 13 de marzo, al señalar que: “…el amparo constitucional
boliviano en su dimensión procesal, se encuentra concebido como una
acción que otorga a la persona la facultad de activar la justicia
constitucional en defensa de sus derechos fundamentales y garantías
constitucionales.

6
(…)

En este orden de ideas, la acción de amparo constitucional adquiere


las características de sumariedad e inmediatez en la protección,
por ser un procedimiento rápido, sencillo y sin ritualismos
dilatorios. A estas características se añade la de generalidad, a través de
la cual la acción puede ser presentada sin excepción contra todo servidor
público o persona individual o colectiva”; de lo que se colige que el citado
art. 129.I de la Ley Fundamental, establece los principios procesales que
configuran dicha acción: subsidiariedad e inmediatez (el resaltado nos
corresponde).

III.2. La exigencia de fundamentación y congruencia de las resoluciones


como vertiente del derecho al debido proceso

El debido proceso, se halla garantizado por la Ley Fundamental, en el


art. 115.II que dispone: “El Estado garantiza el derecho al debido proceso,
a la defensa y a una justicia plural, pronta, oportuna, gratuita, transparente
y sin dilaciones”; derecho que se ha definido en la SCP 1085/2014 de 10 de
junio, que señala: “…Al respecto, la jurisprudencia constitucional estableció
que éste, se constituye en: ´...el derecho de toda persona a un proceso
justo y equitativo, en el que sus derechos se acomoden a lo establecido por
disposiciones jurídicas generales aplicables a todos aquellos que se hallen
en una situación similar; comprende la potestad de ser escuchado
presentando las pruebas que estime convenientes en su descargo (derecho
a la defensa) y la observancia del conjunto de requisitos de cada instancia
procesal, a fin de que las personas puedan defenderse adecuadamente
ante cualquier tipo de acto emanado del Estado que pueda afectar sus
derechos. Se entiende que el derecho al debido proceso es de aplicación
inmediata, vincula a todas las autoridades judiciales o administrativas y
constituye una garantía de legalidad procesal que ha previsto el
Constituyente para proteger la libertad, la seguridad jurídica y la
fundamentación o motivación de las resoluciones judiciales´
(SSCC 1674/2003-R, 0119/2003-R, 1276/2001-R y 0418/2000-R, entre
otras)”.

Desarrollándose el citado derecho en sus dimensiones sustantiva y adjetiva,


encontrándose en ésta última los principios y derechos correspondientes a
las partes en la tramitación de una determinada causa, y en ella el deber de
fundamentación y motivación de las resoluciones emitidas por autoridades
judiciales o administrativas, es así que en la referida SCP 1085/2014, se
señaló: “De igual forma, es necesario recordar que la garantía del debido
proceso, comprende entre uno de sus elementos la exigencia de la
motivación de las resoluciones, lo que significa, que toda autoridad que
7
conozca de un reclamo, solicitud o que dicte una resolución resolviendo una
situación jurídica, debe ineludiblemente exponer los motivos que
sustentan su decisión, para lo cual, también es necesario que
exponga los hechos establecidos, si la problemática lo exige, de
manera que el justiciable al momento de conocer la decisión del
juzgador lea y comprenda la misma, pues la estructura de una
resolución tanto en el fondo como en la forma, dejará pleno
convencimiento a las partes de que se ha actuado no sólo de
acuerdo a las normas sustantivas y procesales aplicables al caso,
sino que también la decisión está regida por los principios y
valores supremos rectores que rigen al juzgador, eliminándose
cualquier interés y parcialidad, dando al administrado el pleno
convencimiento de que no había otra forma de resolver los hechos
juzgados sino de la forma en que se decidió.

Al contrario, cuando aquella motivación no existe y se emite


únicamente la conclusión a la que ha arribado el juzgador, son
razonables las dudas del justiciable en sentido de que los hechos
no fueron juzgados conforme a los principios y valores supremos,
vale decir, no se le convence que ha actuado con apego a la
justicia, por lo mismo se le abren los canales que la Ley
Fundamental le otorga para que en búsqueda de la justicia, acuda
a este Tribunal como contralor de la misma, a fin de que dentro del
proceso se observen sus derechos y garantías fundamentales, y así
pueda obtener una resolución que ordene la restitución de dichos
derechos y garantías, entre los cuales, se encuentra la garantía del
debido proceso, que faculta a todo justiciable a exigir del órgano
jurisdiccional a cargo del juzgamiento una resolución debidamente
fundamentada, así se ha entendido en varios fallos de este Tribunal, entre
ellos, la SC 752/2002-R, de 25 de junio, que ampliando el entendimiento de
la SC 1369/2001-R, de 19 de diciembre señaló lo siguiente: ‘(…) el derecho
al debido proceso, entre su ámbito de presupuestos exige que toda
Resolución sea debidamente fundamentada. Es decir, que cada autoridad
que dicte una Resolución debe imprescindiblemente exponer los hechos,
realizar la fundamentación legal y citar las normas que sustenta la parte
dispositiva de la misma. Que, consecuentemente cuando un Juez omite la
motivación de una Resolución, no sólo suprime una parte estructural de la
misma, sino también en los hechos toma una decisión de hecho no de
derecho que vulnera de manera flagrante el citado derecho que permite a
las partes conocer cuáles son las razones para que se declare en tal o cual
sentido; o lo que es lo mismo cuál es la ratio decidendi que llevó al Juez a
tomar la decisión’” (las negrillas son nuestras).

Encontrándose entre los elementos que componen el debido proceso, la


pertinencia y congruencia de las resoluciones judiciales; desarrollándose
entendimiento jurisprudencial al respecto en la SC 0863/2003-R de 25 de

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junio, al señalar que: “…el juez o tribunal ad-quem, no puede ir más
allá de lo pedido, salvo en los casos en que los vicios de nulidad
constituyan lesiones a derechos y garantías constitucionales como cuando
la nulidad esté expresamente prevista por ley” (las negrillas nos
corresponden).

A su vez, la jurisprudencia constitucional, ha establecido que es deber de


los jueces y Tribunales, cuidar que sus decisiones sean pertinentes, es así
que la SC 2017/2010-R de 9 de noviembre, refirió que: “…la pertinencia
entre el recurso de apelación, resolución apelada y lo resuelto en
el auto de vista, es una condición esencial para asegurar a los
justiciables que en la decisión de su recurso los superiores en
grado tienen delimitado su campo de acción para emitir su
resolución, limite que se expresa precisamente en la fundamentación de
agravios prevista por el art. 227 del Código de Procedimiento Civil (CPC),
como por el contenido de lo resuelto en la sentencia apelada, marco del
cual el tribunal de alzada no puede apartarse” (el resaltado es nuestro).

Asimismo, en relación a los alcances e implicancias del principio de


congruencia, la SC 0358/2010-R de 22 de junio, estableció que: “…implica
también la concordancia entre la parte considerativa y dispositiva,
pero además esa concordancia debe mantenerse en todo su
contenido, efectuando un razonamiento integral y armonizado
entre los distintos considerandos y razonamientos emitidos por la
resolución, esta concordancia de contenido de la resolución y su
estricta correspondencia entre lo pedido, lo considerado y lo
resuelto, conlleva a su vez la cita de las disposiciones legales que apoyan
ese razonamiento que llevó a la determinación que se asume. En base a
esos criterios se considera que quien administra justicia debe emitir fallos
motivados, congruentes y pertinentes” (las negrillas son añadidas).

III.3. De la valoración de la prueba

Respecto a la valoración de la prueba, la SCP 1215/2012 de 6 de


septiembre, señaló que: “Dicho ello, corresponde a continuación analizar las
implicancias de aquellos casos en los que, las autoridades tanto
administrativas como judiciales, a tiempo de emitir sus resoluciones, omiten
valorar los medios probatorios, o lo hacen apartados de los principios de
razonabilidad y/o equidad, fuera del marco de las reglas de un debido
proceso. Incumplimiento que al igual que en el caso de inobservancia de la
motivación de las decisiones judiciales o administrativas, activa el control
tutelar de constitucionalidad para su restitución, siempre en resguardo del
debido proceso.

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En relación a ello, el Tribunal Constitucional, estableció que dicha labor le
corresponde de manera exclusiva a la jurisdicción ordinaria, es decir a los
jueces, tribunales y autoridades administrativas a tiempo de emitir sus
fallos; sin embargo, de manera excepcional, definió el alcance de la
jurisdicción constitucional para su intromisión, señalando en la
SC 0560/2007-R de 3 de julio que: '…la valoración de las pruebas,
constituye una atribución privativa de los jueces y tribunales ordinarios, y
que a través del recurso de hábeas corpus (ahora acción de libertad) no es
posible revisar el análisis y los motivos que llevaron a los tribunales
ordinarios a otorgar a los medios de prueba determinado valor; dado que
ello implicaría revisar la valoración de la prueba realizada en la jurisdicción
ordinaria, atribución que, conforme lo sintetizó la SC 0965/2006-R de 2 de
octubre, está permitida solamente «…cuando en dicha valoración: a) exista
apartamiento de los marcos legales de razonabilidad y equidad previsibles
para decidir (SC 0873/2004-R y 0106/2005-R, entre otras), o b) cuando se
haya omitido arbitrariamente valorar la prueba y su lógica consecuencia sea
la lesión de derechos fundamentales y garantías constitucionales
(SC 0129/2004-R, de 28 de enero)»'. En el mismo sentido, las
SSCC 0884/2007-R y 0262/2010-R.

Competencia que se traduce, conforme a lo establecido en la


SC 0129/2004-R de 28 de enero, que: '…es necesario dejar claro, que
en lo relativo a la prueba, la competencia sólo se reduce a
establecer si fue o no valorada, pero no a imponer mediante este
recurso cómo debe ser compulsada y menos a examinarla, lo que
significa, que sólo se deberá disponer en casos de omisión de compulsa que
se la analice siempre que curse en el expediente y que hubiera sido
oportunamente presentada...'.

No obstante las excepciones anotadas en la SC 0560/2007-R glosada


precedentemente, cabe añadir que la SC 0115/2007-R de 7 de marzo, se
consideró otra excepción a las subreglas jurisprudenciales, señalando que:
'…además de la omisión en la consideración de la prueba, (…) es causal de
excepción de la subregla de no valoración de la prueba, otra excepción se
da cuando la autoridad judicial basa su decisión en una prueba inexistente
o que refleja un hecho diferente al utilizado como argumento'.

En resumen, por regla general, la jurisdicción constitucional está


impedida de ingresar a valorar la prueba, por ser una atribución
conferida privativa y exclusivamente a las autoridades
jurisdiccionales o administrativas; empero, tiene la obligación de
verificar si en dicha labor: a) Las autoridades no se apartaron de los

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marcos legales de razonabilidad y equidad; b) No omitieron de
manera arbitraria la consideración de ellas, ya sea parcial o
totalmente; y, c) Basaron su decisión en una prueba inexistente o
que refleje un hecho diferente al utilizado como argumento. Claro
está que además de ello, en cualquier caso, se debe demostrar la lógica
consecuencia de que su incumplimiento ocasionó lesión de derechos
fundamentales y/o garantías constitucionales al afectado; lo que se traduce
en relevancia constitucional. Supuestos que constituyen excepciones a la
regla aludida; dado que se admite injerencia de la jurisdicción
constitucional, únicamente cuando se evidencian dichas vulneraciones;
empero, dicha competencia se reduce únicamente a establecer la ausencia
de razonabilidad y equidad en la labor valorativa, o bien, si existió una
actitud omisiva en esta tarea, ya sea parcial o total; o finalmente, si se le
dio un valor diferente al medio probatorio, al que posee en realidad,
distorsionando la realidad y faltando al principio de rango constitucional,
como es la verdad material, pero en ningún caso podrá pretender sustituir a
la jurisdicción ordinaria, examinando directamente la misma o volviendo a
valorarla, usurpando una función que no le está conferida ni legal ni
constitucionalmente.

Para que el Tribunal pueda ingresar al análisis de la valoración de la


prueba, la ya citada SC 0965/2006-R estableció que la parte procesal que
se considere agraviada con los resultados de la apreciación efectuada
dentro de un proceso judicial o administrativo, debe invocar la lesión a sus
derechos fundamentales y expresar: 'Por una parte, qué pruebas
(señalando concretamente) fueron valoradas apartándose de los marcos
legales de razonabilidad y equidad previsibles para decidir; o, cuáles no
fueron recibidas, o habiéndolo sido, no fueron producidas o compulsadas

(…)

Asimismo, es imprescindible también, que el recurrente señale en


qué medida, en lo conducente, dicha valoración cuestionada de
irrazonable de inequitativa o que no llegó a practicarse, no
obstante haber sido oportunamente solicitada, tiene incidencia en
la Resolución final; por cuanto, no toda irregularidad u omisión procesal
en materia de prueba (referida a su admisión, a su práctica, a su
valoración, etc.) causa por sí misma indefensión material
constitucionalmente relevante, correspondiendo a la parte recurrente,
demostrar la incidencia en la Resolución final a dictarse, es decir, que la
Resolución final del proceso hubiera podido ser distinta de haberse
practicado la prueba omitida, o si se hubiese practicado correctamente la
admitida, o si se hubiera valorado razonablemente la compulsada…'" (las

11
negrillas nos corresponden).

III.4. Del derecho a la igualdad

En relación al derecho a la igualdad, la SCP 1616/2012 de 1 de octubre,


señaló que: "Respecto al derecho a la igualdad, mucho se ha escrito y en
esa medida también se ha evolucionado hacia su respeto y consagración.

En ese sentido, el Tribunal Constitucional Plurinacional, entre su abundante


jurisprudencia, en la SCP 0080/2012 de 16 de abril, en relación con el
derecho-principio- valor de la igualdad, ha señalado: 'El preámbulo de la
Constitución Política del Estado promulgada el 7 de febrero de 2009,
señala: «…construimos un nuevo Estado. Un Estado basado en el respeto e
igualdad entre todos...».

La arquitectura jurídica e institucional de un Estado de Derecho, se


fundamenta en los valores elegidos como sociedad, tales como la igualdad
y la no discriminación entre otros. La comunidad entiende que necesita
proteger, reforzar y profundizar los valores, mismos que evolucionan
permanentemente a la par de la mutación permanente de las circunstancias
y retos, con los cuales el ser colectivo se va enfrentando. La igualdad, por
tanto es un valor guía y eje del todo colectivo, que se halla reconocido en el
art. 8.II de la CPE, cuando señala: 'El Estado se sustenta en los valores de
unidad, igualdad…'.

La Constitución Política del Estado considera a la igualdad, no únicamente


como un valor supremo, sino también como un principio motor de todo el
aparato jurídico, siempre en procura del logro de un régimen de igualdad
real, donde no se reconozcan privilegios y se erradique toda forma de
discriminación, consolidando los rasgos e impronta de nuestro nuevo
modelo de Estado. Carlos Bernal Pulido al referirse a la igualdad como un
principio ha señalado: 'este principio impone al Estado el deber de tratar a
los individuos de tal modo que las cargas y las ventajas sociales se
distribuyan equitativamente entre ellos (…) como derecho la igualdad
atribuye al individuo (el sujeto activo) el derecho de exigir del Estado o de
los particulares (el sujeto pasivo) el cumplimiento de los mandatos que se
derivan del principio de igualdad'. 'El principio de igualdad (…), en su
doble vertiente de igualdad de trato y de no discriminación, se
proyecta, como ya tuvimos oportunidad de decir, sobre todos los
poderes públicos, operando por ello mismo en dos planos
distintos: igualdad en la ley e igualdad en la aplicación de la ley
(…)'.

La igualdad, además de ser un valor y un principio, es también un derecho

12
y una garantía. Es un derecho que a su vez reivindica el derecho a la
diferencia y es una garantía porque avala su ejercicio activando la tutela
judicial y constitucional en caso de su violación" (las negrillas nos
corresponden).

III.5. Análisis del caso concreto

La accionante, considera lesionados sus derechos al debido proceso en sus


vertientes de motivación y fundamentación, derecho a la defensa, legalidad
y valoración razonable de la prueba, a ser oído en juicio; a la igualdad y a
la propiedad; así como al principio de seguridad jurídica; puesto que,
dentro del proceso civil ordinario de nulidad de testamento, no se valoró
por el Juez y Tribunal de instancia el Informe Pericial realizado por Médico
Forense del IDIF, que constituye prueba plena y decisiva, así como prueba
testifical y documental; sin que las autoridades demandadas repararan
dicha vulneración, ni se fundamentara en el Auto Supremo cuestionado, el
motivo de la “no valoración positiva” de las mismas, convalidando un
testamento y poder nulo, privándole de heredar como única hermana del
de Cujus.

De las Conclusiones señaladas en la presente Sentencia Constitucional


Plurinacional; se tiene que, la accionante interpuso demanda ordinaria de
nulidad de testamento abierto y anulabilidad de Poder Especial 363/2007,
ante el Juzgado de Turno de Partido Civil y Comercial del departamento de
Chuquisaca; una vez, trabada la relación procesal y aperturado el período
de prueba por Auto de Relación Procesal de 26 de julio de 2008, se emitió
el dictamen pericial de 2 de octubre del referido año, por el Médico Forense
del IDIF, misma que la impetrante de tutela considera decisiva;
pronunciándose luego la Sentencia 068/2009 de 9 de febrero, declarando
improbada la demanda; impugnado la impetrante de tutela por Recurso de
Apelación de 25 de febrero de 2009, alegando error de hecho y de derecho
en la sentencia y que se habrían cometido omisiones respecto a la
valoración de las pruebas de cargo y principalmente a la pericia indicada,
que constituiría a su criterio plena prueba; siendo resuelto el recurso por
Auto de Vista 188/2009 e 10 de junio, pronunciado por los Vocales de la
Sala Civil y Comercial Primera del Tribunal Departamental de Justicia de
Chuquisaca, que confirmó la Sentencia impugnada.

Contra el señalado Auto de Vista 188/2009, la accionante presentó recurso


de casación por memorial de 29 de junio de 2009, mismo que fue resuelto
por Auto Supremo 377 de 5 de septiembre de 2014, pronunciado por las
autoridades demandadas, de la Sala Civil Liquidadora del Tribunal Supremo
de Justicia, que declaró infundado el recurso interpuesto por María Honoria
Barrientos Díaz; del análisis del recurso de casación interpuesto y los
agravios indicados, así como lo resuelto por el fallo cuestionado, se
evidencia lo siguiente:

13
i) En relación a la supuesta omisión de valoración de la Historia Clínica
del de Cujus, la declaración testifical en detalle de Wilma Acosta
Callejo y del informe Pericial realizado por el Médico Forense del
IDIF, que constituiría prueba plena y demostraría que las
declaraciones testificales de cargo son contradictorias entre sí y la
supuesta mala fe del firmante a ruego, y los testigos presenciales,
en vulneración de los arts. 397, 441 y 476 del CPC y 87, 90, 1286 y
1333 del CC.; se tiene que, el Auto Supremo cuestionado,
fundamentó señalando que a partir del análisis de lo expresado por
el Juez y Tribunal de instancia, se concluye que: “…tanto el Tribunal
de segunda instancia como el Juez de primera instancia, tomaron en
cuenta el informe pericial cursante de fojas 837 a 838 de obrados,
extrañado por la parte demandante y ahora recurrente, mismo que
no corresponde ser nada concreto, puesto que como se tiene
expresado por el Juez a quo y señalado en las líneas precedentes,
sólo concluye brindado inseguridad, por lo que no es evidente la
denuncia de la recurrente respecto a que el Juez a quo no lo habría
mencionado en su fallo, habiéndose efectuado el análisis de las
documentales citadas para determinar entre estas las analogías y
diferencias entre las pruebas de cargo como de descargo, por lo
cual, no se advierte infracción alguna de la previsión de los artículos
397 y 476 del Código de Procedimiento Civil con relación al artículo
1286 del Código Civil” (sic), para llegar a dicha conclusión el
mencionado Auto se refirió de manera expresa a lo fundamentado
por Tribunal ad quem respecto al informe pericial efectuado por el
Médico Forense, Fernando Márquez Delgadillo y su contrastación con
la declaración de Wilma Acosta Callejo, así como lo señalado por el
Juez a quo, al respecto, a tiempo de pronunciar la Sentencia
068/2009; asimismo, indicó que es posible concluir de lo expresado
por la accionante no es evidente; toda vez que, lo reflejado por la
historia clínica del testador y la declaración de la médico tratante,
ambas consideradas por el Auto de Vista, da cuenta “de la salud del
mismo conforme a una valoración diaria efectuada por la médico
tratante, misma que fue ratificada por dicha profesional en su
declaración testifical” (sic) y que “ha sido el 18 de mayo a las 24
horas que el paciente ha presentado una convulsión a cuya
consecuencia se ha descompensado y a partir de ese momento
podría decirse ya no estaba consciente y con capacidad de
discernimiento” (sic) y que “con anterioridad al 18, él paciente no
perdió la conciencia y tampoco su capacidad de discernir” (sic),
concluyendo que “en el lapso del 9 al 18 del citado mes y año, el de
cujus no perdió el conocimiento, lo cual destruye lo mencionado por
los testigos de cargo en las declaraciones cursantes de fojas 873 a
875 vuelta, por lo que este Tribunal tampoco encuentra violación
alguna de la previsión de los artículos 1119 inciso 3) y 1333 del CC,
con relación al artículo 441 del Adjetivo Civil” (sic).

14
ii) En relación a que los testigos presenciales de la otorgación de
testamento no cumplen con lo previsto por el art. 1132.1) del
precitado Código, al no ser vecinos del otorgante, y no podían ser
testigos instrumentales conforme el art. 1132 inc. 6) del CPC, así
como la supuesta irregular actuación del Notario de Fe Pública que
habría llevado elaborado el testamento, haciendo imprimir su huella
digital al testador en estado de inconciencia, hechos que no
hubieran sido valorados por los de instancia y que se desprenderían
de las declaraciones testificales; se tiene que, el Auto Supremo
cuestionado, se pronunció también de manera expresa al respecto,
afirmando que, el Auto de Vista estableció dicho aspecto,
describiendo las atestaciones de descargo uniformes en tiempos,
lugares y hechos, de lo que se concluyó que “el argumento vertido
por la recurrente al respecto no es evidente” (sic).

iii) Asimismo, en relación a la supuesta falta de identificación del testigo


a ruego, Melquicedec Ramírez Chino; estableció que el Auto de Vista
también se pronunció fundadamente a dicha alegación; por lo que,
“no se advierte violación alguna del artículo 459.II del Código de
Procedimiento Civil, más aun cuando esta norma establece la
posibilidad de que el testigo acredite su identidad con la
presentación de su cédula de identidad u otro documento
fehaciente” (sic).

iv) Refiriéndose a que los testigos a ruego fueran a su vez testigos


instrumentales, como afirmó la accionante; se encuentra el Auto
Supremo, la cual señaló expresamente que “la recurrente trata de
confundir a este Tribunal Supremo de Justicia, ya que se tiene
claramente establecido que fue Melquicedec Ramírez Chino el que
firmó a ruego el protocolo del Testamento Nº 149/2007 de 9 de
mayo, siendo que los nombrados participaron presencialmente en
dicho acto, pero como testigos instrumentales (fojas 11 a 12, 872 y
vuelta), extremo que también fue considerado por el Tribunal ad
quem en el numeral cuatro del Auto de Vista recurrido” (sic).

v) En referencia a que los testigos presenciales no fueran vecinos del


testador; se tiene que, el fallo cuestionado refirió que: “corresponde
remitirnos a la documental cursante de fojas 13 a 15 (cédulas de
identidad) de las cuales se evidencia que las tres testigos cuentan
con su documentos de identidad expedidos en Chuquisaca, siendo
sus domicilios en la ciudad de Sucre al igual que el del occiso, por lo
que se procedió conforme lo estipula el artículo 1132 del CC y los
artículos 17 y 22 de la Ley del Notariado de 5 de marzo de 1858 y
por consiguiente tampoco hay

15
vi) violación alguna a los artículos 1287, 1289 y 1297 del CC, por
cuanto los documentos objeto de la demanda fueron emitidos
conforme a los requisitos y solemnidades exigidos para todo
documento público” (sic).

Del análisis anteriormente realizado, es evidente que el Auto Supremo 377 de 5


de septiembre de 2014, pronunciado por las ex autoridades demandadas, de la
entonces Sala Civil Liquidadora del Tribunal Supremo de Justicia, cumplieron con
su deber de fundamentación como elemento del debido proceso, al haber dado
respuesta a todos las alegaciones y agravios referidos por la accionante en el
recurso de casación interpuesto por memorial de 29 de junio de 2009, habiendo
expuesto los motivos a efectos de sustentar dicha decisión, exponiendo los hechos
y el derecho, que dejan pleno convencimiento respecto a las normas sustantivas y
procesales aplicables al caso, referidas a la prueba que la impetrante de tutela
considera decisiva y su valoración integral en relación al resto de la carga
probatoria tanto de cargo como de descargo, habiendo hecho alusión a la prueba
testifical y documental relativa a la Historia Clínica y a los testigos propuestos por
las partes, sin que se evidencie inexistencia de motivación o que se hubiese
excluido u omitido considerar algún agravio señalado por María Honoria Barrientos
Díaz, siendo una resolución pertinente en que existe concordancia entre los
considerandos, el contenido de la resolución y lo resuelto; habiendo los
Magistrados demandados, realizado un razonamiento integral y armonizado,
conforme con lo desarrollado en el Fundamento Jurídico III.2 de la presente
Sentencia Constitucional Plurinacional; por lo que, no se evidencia falta de
fundamentación como elemento del debido proceso, que permita conceder la
tutela.

Asimismo, en relación a la vulneración del derecho a la defensa y a ser oído en


juicio como elementos del debido proceso, de las Conclusiones II.5, II.6 y II.7 del
presente Fallo Constitucional; se tiene que, la accionante hizo uso de los recursos
que le faculta el ordenamiento jurídico sin que se le hubiera privado de interponer
los recursos de apelación y de casación del cual emerge el fallo cuestionado,
consiguientemente no se evidencia vulneración alguna al respecto.

En relación a la falta de razonable valoración de la prueba que alega María


Honoria Barrientos Díaz, que se hubiera producido en el proceso; se debe
considerar que conforme se tiene expresado en el Fundamento Jurídico III.3 de la
presente Sentencia, la misma constituye una atribución privativa de los jueces y
tribunales ordinarios, no siendo posible -de manera general- analizar y revisar a
través de la acción de amparo constitucional, los motivos que llevaron a los
tribunales ordinarios a otorgar a los medios de prueba un determinado valor; toda
vez que, un entendimiento contrario, implicaría la revisión de la valoración de la
prueba realizada en la jurisdicción ordinaria, más aún cuando en materia
ordinaria, la prueba es incensurable en casación; razón por la que, inclusive en
fase casacional le está vedado al Tribunal Supremo de Justicia la revalorización de
la prueba producida en instancias inferiores, a no ser que se demuestre grosero
error de hecho y derecho que permita excepcionalmente su valoración; y si bien,
16
de manera especial, le es posible a la justicia constitucional, referirse a su
compulsa, la misma debe circunscribirse al previo apartamiento de los marcos
legales de razonabilidad y equidad previsibles para decidir, la omisión arbitraria de
su valoración o que la decisión de la autoridad jurisdiccional se hubiera basado en
una prueba inexistente, que determinen la lesión de los derechos de la
accionante; supuestos que no concurren en el presente caso; dado que, se
evidencia que la prueba fue analizada dentro de los márgenes de la legalidad y
razonabilidad, siendo que la prueba que se considera decisiva por la impetrante
de tutela, fue analizada y valorada en el contexto del proceso y en relación a las
atestaciones testificales de quienes estuvieron presentes a momento de la
otorgación del testamento abierto y de la médico tratante del paciente testador,
así como en relación a lo expresado en la historia clínica del de cujus; por lo que,
respecto a dicha alegación de la accionante, no corresponde otorgar tutela
constitucional.

En relación al derecho a la igualdad, que también alega vulnerado, de los


antecedentes remitidos a éste Tribunal, es evidente que no se configura dicha
vulneración; toda vez que, conforme se desarrolló en el Fundamento Jurídico III.4
de la presente Sentencia Constitucional, si bien, el derecho a la igualdad se
proyecta al plano de la ley y del proceso; la parte demandante en el proceso civil
ordinario, ahora impetrante de tutela, no ha demostrado que en otras situaciones
análogas el Juez y Tribunal de instancia o los magistrados del Tribunal Supremo
de Justicia que pronunciaron el Auto Supremo cuestionado, hubieran obrado de
manera distinta resolviendo de forma diferente las problemáticas similares;
asimismo, es evidente que no existió discriminación en la valoración de las
pruebas de cargo y de descargo, tal como se demostró del análisis de lo alegado y
lo resuelto realizado supra.

Finalmente, conforme se tiene descrito en el Fundamento Jurídico III.1 del


presente Fallo Constitucional, no es posible a través de la presente acción de
defensa, tutelar principios como son los principios de legalidad y seguridad
jurídica que alega vulnerados la accionante.

Por consiguiente, el Tribunal de garantías, al haber denegado la tutela solicitada,


ha efectuado una adecuada valoración de los antecedentes de la causa.

POR TANTO

El Tribunal Constitucional Plurinacional, en su Sala Primera Especializada, en


virtud de la autoridad que le confiere la Constitución Política del Estado
Plurinacional de Bolivia y art. 12.7 de la Ley del Tribunal Constitucional
Plurinacional; en revisión, resuelve: CONFIRMAR la Resolución de 238/2015 de
19 de mayo, pronunciada por la Sala Civil, Comercial y Familiar Primera del
Tribunal Departamental de Justicia de Chuquisaca, constituida en Tribunal de
garantías, cursante de fs. 1227 a 1230 vta.; y, consecuentemente DENEGAR la
tutela solicitada.

17
Regístrese, notifíquese y publíquese en la Gaceta Constitucional
Plurinacional.

Fdo. Dr. Macario Lahor Cortez Chavez


MAGISTRADO

Fdo. Tata Efren Choque Capuma


MAGISTRADO

18

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