Análisis Literario de El Cid - LIU1
Análisis Literario de El Cid - LIU1
Análisis Literario de El Cid - LIU1
Asignatura:
Literatura Universal I
Estudiantes:
INTRODUCCIÓN .................................................................................................................. 4
CONCLUSIONES ................................................................................................................ 23
Como primer punto se realizó una reseña del autor para conocer datos biográficos claves que
aportaron al esclarecimiento de su intención literaria en su obra, El Cid, así como la sinopsis
de la obra.
Luego se identificó el movimiento literario al que pertenece la tragicomedia con base a las
características de la literatura del movimiento y también a la época de creación de la obra.
Cabe mencionar que se determinó el género y subgénero al que corresponde El Cid por medio
de las características pertenecientes al género y subgénero de la época y de la Antigua Grecia,
dado que desde el surgimiento del Renacimiento y su auge en el s. XVI y de los movimientos
posteriores, entre ellos el Neoclasicismo en el s. XVIII, en la literatura se retomaron algunos
aspectos del clasicismo.
Para consultar las fuentes de información se hizo uso de distintas fuentes bibliográficas y
electrónicas como documentos, sitios web y la respectiva obra analizada.
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ANÁLISIS LITERARIO DE LA OBRA EL CID
1. Reseña del autor y sinopsis de la obra
Los amantes de la literatura sabrán apreciar los escritos de Pierre Corneille, autor de El Cid
y otras obras.
Pierre Corneille nació en Ruán, Normandía, Francia, el 6 de junio de 1606. Fue hijo
primogénito de seis niños y perteneció a una familia de abogados de posición económica
desahogada. A los nueve años lo internaron en una escuela jesuita, donde fundamentó sus
estudios de latín y la práctica del teatro. Años después, específicamente en 1637, se publica
su tragicomedia El Cid.
Desde el principio la obra fue un éxito fenomenal en el escenario teatral. Esto provocó un
acalorado debate, llamado «Querelle du Cid» («La querella del Cid»), en la que diversos
dramaturgos y expertos literarios discutieron el valor y la inutilidad de la obra. Entre los
reproches que se hicieron, uno de ellos afirma que El Cid es un gran plagio del famoso Cantar
del Mío Cid y de Las mocedades del Cid de Guillén de Castro.
Corneille fue un escritor que presentó constantemente su pensamiento dentro de sus obras
literarias. A continuación, se presentan una de las tantas citas de El Cid, basada en el drama
histórico Las mocedades del Cid:
Aunque El Cid es una de sus obras más conocidas, Corneille escribió muchas otras, por
ejemplo:
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Pierre Corneille es por excelencia el autor de la tragicomedia clásica francesa. Creó héroes
admirables tanto por su grandeza moral, como por su afán en la búsqueda del honor. Fue un
magnífico escritor y eso se demuestra en la obra, El Cid, que transporta de una forma
fascinante de un romance usual, a una tragedia cuyo final es feliz.
Jimena es una muchacha que busca que su padre, don Gómez, consienta su amor con don
Rodrigo, el joven al que ama, aunque él no es su único pretendiente sino también don Sancho.
Por otra parte, la infanta de Castilla confiesa su amor por Rodrigo, aunque no puede ser
consumado porque ambos son de mundos diferentes (distintas clases sociales); por lo tanto,
toma la decisión de alejar la pasión que le produce el joven uniéndolo sentimentalmente con
Jimena.
Mientras tanto, don Gómez comunica a don Diego, padre de Rodrigo, que el rey Fernando lo
ha nombrado ayo de su hijo, el príncipe de Castilla. Ante este veredicto don Gómez expresa
que el rey ha tomado una mala decisión, ya que es él quien merece dicha recompensa. La
historia toma un giro repentino en este momento, pues la plática se torna intensa y desemboca
en un grave ultraje, una bofetada perpetrada por don Gómez hacia don Diego. Ante tal ofensa,
don Diego se da cuenta de que la vejez no le permitirá vengar este agravio, por ende, su honor
está en peligro.
Posteriormente se entera el rey Fernando quien, enojado por el actuar de don Gómez al no
acatar sus órdenes, decide mandarlo a encarcelar. Se está discutiendo el tema cuando de
repente interrumpe don Arias para comunicar al rey que los moros fueron vistos con diez
navíos en la desembocadura del río Guadalquivir, por lo que él envió a que se redoble la
guardia.
Al mismo tiempo, aparece en escena don Alonso, uno de los hombres gentiles de Castilla,
anunciando al rey la muerte de don Gómez por manos de Rodrigo.
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Al enterarse de la muerte del padre de Jimena, don Sancho ofrece matar a Rodrigo y así
vengar su muerte, aunque ella se niega porque aún ama en secreto a Rodrigo; sin embargo,
está decidida a vengar, tanto el honor de su padre, como el suyo.
En otra escena se encuentra don Diego, quien celebra la hazaña de Rodrigo, haciéndole saber
lo orgulloso que se siente, aunque esto dura muy poco pues él le expresa que buscará
satisfacer sus propios deseos (amar a Jimena). Don Diego ante tal idea le expresa a su hijo
que el amor es solo un juego, mientras que honor no hay más que uno. Don Diego aprovecha
tal situación para comunicar a su hijo que una flota de moros ha entrado a Guadalquivir, con
el fin de saquear la ciudad; para suerte de don Diego, a su casa han llegado quinientos amigos,
con el fin de concretar su venganza, aunque ya Rodrigo lo ha hecho. Es por su acto de valentía
que los amigos de su padre lo convencen de ser el jefe de la comarca y luchar contra los
moros, con el fin de recuperar el amor de su amada Jimena.
Pierre Corneille nació en 1606 y murió en 1684. Es, junto con Moliére y Racine, uno de los
tres autores más importantes del teatro francés del siglo XVII. Su obra es abundante y
variada, ya que Corneille dominaba tanto la comedia como la tragedia. Fue un autor barroco
(La ilusión cómica, 1636), pero también aportó obras al clasicismo francés (Horacio, 1640;
Cinna, 1642; Polyeucto, 1643). Su pieza más conocida es El Cid (1637), un drama que en su
momento generó una gran controversia (la famosa querella del cid) debido a las libertades
que se toma el autor en cuanto a las estrictas reglas de la tragedia griega (Tricoche-Rauline,
2016).
Dichas libertades son las que permite caracterizar su obra El Cid y ubicarla dentro del
neoclasicismo francés. La tragicomedia, aunque es un género clásico, ha sido abordado por
Corneille de una manera diferente, innovadora en la época. Esta alteración de las estructuras
clásicas se observa tras analizar las unidades de acción, de tiempo y de lugar, en las cuales
se profundizará en un apartado más adelante.
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Dentro de sus características se pueden identificar las siguientes:
Los neoclásicos volvieron a los modelos clásicos como fuente de inspiración; en general, esta
característica se reconoce como una de las más representativas del movimiento, es incluso la
que le da nombre al mismo. Aunque en general se buscaba la inspiración en los clásicos
grecolatinos, algunas obras se adaptaron a una estructura más conocida; por ejemplo, las
gestas popularizadas en la Edad Media se convirtieron en un recurso reconocible por el
público, tal es el caso de la muestra literaria en cuestión: permite una conexión con el lector
dado que el origen del mundo ficcional propuesto por el drama es popularmente conocido.
Este regreso a los modelos clásicos puede evidenciarse en el retorno a la exaltación de los
valores que se encuentran en los clásicos grecolatinos: el orgullo, la valentía, la virtud, la
fuerza… Todos estos elementos que forjan la imagen de un héroe y que pueden observarse
en la tragicomedia en los momentos en que el Cid se muestra orgulloso y tenaz. Un momento
idóneo para ejemplificar estos valores clásicos es la afrenta que Rodrigo hace a los moros,
donde la historia presenta un héroe de dimensiones homéricas batallando y triunfando en la
guerra:
ELVIRA: —Nunca creerías cuánto le admiran todos y cómo son elevadas hasta el cielo, en el
clamor general, sus grandes hazañas. Sólo para vergüenza suya han comparecido los moros ante
él, descendieron a tierra rápidamente, pero más rápida fue aún su huida. En tres horas de combate
han logrado nuestros soldados una victoria completa y han hecho prisioneros a dos reyes. Ningún
obstáculo encontraba el valor de su jefe.
ELVIRA: —De sus nobles esfuerzos el premio son esos dos reyes: su mano los venció y su mano
los ha hecho cautivos. (Corneille, 1977, p. 27)
Es irrefutable que los primeros dos temas forman parte del argumento de la obra en cuestión,
ambos puntos son pilares que sostienen la historia:
DON RODRIGO: —La ofensa a mi honor se venga sobre mí mismo, ¡y vos me incitáis a la vileza
de la inconstancia! La infamia es igual y corresponde lo mismo al soldado cobarde que al pérfido
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amador. No agraviéis mi fidelidad; soportadme generoso sin hacerme perjuro: mis ligaduras son
demasiado fuertes para que se puedan romper de ese modo; alienta aún mi fe aunque ya nada
espero, y no pudiendo abandonar ni poseer a Jimena, la muerte que deseo es mi más dulce castigo.
(Corneille, 1977, p. 26)
En cuanto al tema del deber ciudadano, pueden observarse con facilidad momentos en los
que los personajes están tentados a desobedecer la ley, juzgan, critican y se mueven
impulsados por sus propias pasiones. No obstante, puede argumentarse que la obra maneja
el concepto de fidelidad como un eje que conserva el honor. Tal y como se mencionaba, se
pone en tentación al personaje, sin embargo, este no alcanza a desobedecer. El mejor ejemplo
es la elección de Rodrigo, quien accede a vengar a su padre, aun cuando la obediencia
signifique el sacrificio de su amor.
Esta característica se ratifica por los temas que aborda la obra, puesto que son universales, y
los personajes, sobre todo el de don Rodrigo, permite reconocer la icónica figura del Cid
Campeador del cantar de gesta y los acontecimientos que este narra.
Es la razón que da a las obras un carácter de verosimilitud y les veda las exageraciones de la
fantasía. La razón frente a los sentimientos es uno de los principales puntos de vista que se
obtienen del análisis de las obras neoclásicas. En El Cid un ejemplo de la razón frente a las
pasiones es la postura de la infanta de Castilla, quien decide reprimir el amor que sentía por
Rodrigo, dado que su posición no le permitía enamorarse de alguien como él:
LA INFANTA: —Tanto lo recuerdo que verteré mi sangre antes que humillarme a desmentir mi
rango. […] He puesto, en vez de mí, a Jimena entre sus brazos, y he atizado sus ardores para
apagar los míos. No te sorprendas más, pues, si en tortura mi alma espera con impaciencia su
himeneo: ya ves cómo de él depende hoy mi sosiego. Si vive de esperanzas el amor, con ellas
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perece; es un fuego que se extingue por falta de leña, y a pesar del rigor de mi triste destino, si
Jimena tiene para siempre a Rodrigo por esposo, morirá mi esperanza y se curará mi corazón.
Entretanto, sufro increíbles tormentos: hasta ese himeneo Rodrigo podrá ser amado por mí; trabajo
por perderle y le pierdo con pesar; ésta es la causa de mi oculto dolor. […] Mi reputación y mi
amor son tan fuertes que muero si se lleva a cabo, tanto como si no se realiza. (Corneille, 1977,
pp. 6-7)
Este diálogo representa a la perfección esta característica, dado que es una exposición de los
dos lados del personaje de la infanta: por una parte, su razón; por otra, sus sentimientos. Se
habla sobre una lucha interna, sin embargo, a pesar de que exista un motivo que le impulsa a
actuar en contra de sus principios, es su propia determinación la que le mantiene en un punto
inflexible; esta es precisamente la esencia que los neoclásicos buscan retratar.
El escritor debe perseguir, con sus producciones, un ejemplo educativo. Es difícil asegurar la
finalidad didáctica de la obra, puesto que esto implica una crítica social y una postura
moralizante; para lo cual es necesario un análisis más detallado del contexto social y cultural
de la época. No obstante, puede inferirse que en la tragicomedia se pretenden resaltar algunos
puntos importantes: las consecuencias de la venganza, que se observa tanto en Rodrigo y
Jimena, como en don Diego y don Gómez; las virtudes del autocontrol, representado por la
quietud y pasividad que caracteriza a la infanta; la importancia del honor, y, finalmente,
exponer la facilidad con que el amor queda en segundo plano ante situaciones que lo obligan.
3.1. Género
El Cid pertenece al género dramático, dado que es una representación teatral conformada por
actos, escenas, diálogos y monólogos, donde se reflejan los conflictos de los personajes.
Además, es parte del drama neoclásico, caracterizado porque los teóricos neoclásicos
abogaron por un retorno a los valores y las convenciones del drama griego.
3.2. Subgénero
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para ofrecer un resultado diferente y con personalidad propia. Normalmente, estas piezas
suelen inscribirse dentro de la literatura realista, ya que tienen como objetivo reflejar algún
grupo social de una manera cómica y trágica al mismo tiempo. (Tragicomedia: qué es, cuáles
son sus características, origen, autores y más, s. f.)
Es por lo que El Cid, de Pierre Corneille, se identifica como una tragicomedia, dado que se
manifiestan hechos trágicos en la vida de los personajes y, aunque no necesariamente
contenga elementos cómicos con intención de mofar los comportamientos de los personajes,
el final de la obra es feliz para todos, porque no se lamentan de la muerte de los protagonistas.
En un intento de traer de vuelta la forma antigua que había estado sucediendo durante algún
tiempo a través del canal inglés, en Francia, se crea el género de la tragedia clásica francesa,
cuyos representantes son Pierre Corneille con El Cid (1637) y Jean Racine con Bérénice
(1670) y Phèdre (1677), por lo que no intentaron hacer un teatro popular del teatro isabelino.
Un tema frecuente en la tragedia del teatro neoclásico era el conflicto entre la pasión y la
razón. El camino de la razón era el del deber y la obligación, que se habían trazado los
moralistas y filósofos antiguos y modernos. En este sentido no había nada exploratorio en la
tragedia francesa, pues se insistía en las normas morales y espirituales.
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3.4. Comedia neoclásica
Dentro del teatro neoclásico español, se destacó como máximo exponente Leandro Fernández
de Moratín, quien es el único de los dramaturgos neoclásicos que consiguió crear una forma
valiosa de comedia; para ello fusiona la comedia urbana y la sátira de costumbre. Dicho autor
muestra dos actitudes: una crítica de raíz intelectual que pone de relieve los vicios y errores
de la sociedad; y otra sentimental, de raíz afectiva que destaca la verdad y la virtud. Los
personajes son más cercanos a los espectadores ya que describen a la clase media. (Teatro
Neoclásico - Concepto, Definición y Características, s. f.)
Si bien es cierto que Corneille adoptó el conflicto interno central de la obra española, él
optimizó la estructura de la obra y renunció a una ubicación histórica clara del material.
También es importante mencionar a don Fernando, quien interpreta al primer rey de Castilla
en la obra y, efectivamente, se trata de Fernando I, rey de Castilla y León. Fue el segundo
hijo de Sancho Garcés III el Mayor; monarca de Navarra, y de doña Munia Mayor; hermana
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del conde de Castilla, García Sánchez, e hija de Sancho García. Fernando I fue conde de
Castilla entre 1029 y 1037 y rey entre el 1035 o 1037 y el 1065. Su verdadero nombre era
Fernando Sánchez, aunque al proclamarse rey pasó a ser conocido como Fernando I El
Magno. (Castro, s. f.)
b) El héroe trágico debe ser de rango elevado, quien actúa por pasiones que según el
decoro deben ser: ambición, orgullo, honor, etc. Además, debe ser moralmente
intermedio, suele ser virtuoso, pero arrastra un lastre, algún vicio, falta o error por el
cual es castigado.
ELVIRA. —Nunca creerías cuánto le admiran todos y cómo son elevadas hasta el cielo, en el
clamor general, sus grandes hazañas. Sólo para vergüenza suya han comparecido los moros ante
él, descendieron a tierra rápidamente, pero más rápida fue aún su huida. En tres horas de combate
han logrado nuestros soldados una victoria completa y han hecho prisioneros a dos reyes. Ningún
obstáculo encontraba el valor de su jefe. (Corneille, 1977, p. 27)
Las pasiones que se apoderaron de don Rodrigo cuando se cuestionaba qué hacer con
respecto a la ofensa que había recibido su padre fueron: mantener el honor firme y, como un
vicio o falta, dar paso a la venganza.
Para él, el honor se tenía que defender, sin importar si era necesario asesinar a alguien con
tal de hacer pagar la indignación que le provocaron a su padre, don Diego, se puede
evidenciar en la siguiente cita:
DON RODRIGO: —(…) ¡Sufrir que España impute a mi memoria el no haber sido capaz de
mantener el honor de mi estirpe! (…) Que muera en el combate, o que muera de tristeza, dejaré
mi sangre tan limpia como la recibí. Empiezo a acusarme por demasiada negligencia: corramos a
la venganza, y avergonzado por haber dudado tanto tiempo, no debo preocuparme más porque
siendo hoy mi padre el ofendido el ofensor sea el padre de Jimena. (Corneille, 1977, p. 10)
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c) Aborda conflictos universales
Esto significa que las temáticas suelen ser representaciones de conflictos comunes que todas
las personas pueden experimentar, independientemente de la clase social a la que se
pertenezca, del área o tiempo en que se encuentre. Por ejemplo, en El Cid se manifiestan las
siguientes temáticas: el honor, el amor, la tristeza, la venganza y el odio.
El sufrimiento es una temática habitual en las tragedias. Don Rodrigo desde un principio
estuvo consciente sobre las terribles consecuencias y sufrimientos que iba a desatar el
asesinar a su futuro suegro.
DON RODRIGO: —(…) ¡En esta afrenta mi padre es el ofendido y el ofensor el padre de Jimena!
¡Qué rudos combates siento dentro de mí! Contra mi propia honra mi amor toma partido: es
necesario vengar a un padre, y perder a una mujer a la que se ama: el uno me incita y la otra detiene
mi brazo. Reducido a la triste elección de traicionar mi amor o de vivir en la infamia, por ambas
partes mi daño es infinito. (…) (Corneille, 1977, p. 10)
Sobre todo, el hecho de perder a su amada Jimena, quien nunca dejó de amarlo, pero era más
fuerte la tristeza y decepción que la invadían; además, el honor que le guardaba a su padre,
que le impedía perdonar a su amado.
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mí me aflige; mi corazón se pone de su parte, pero a pesar de sus esfuerzos sé quién soy y que mi
padre ha muerto. (Corneille, 1977, p. 21)
Las reflexiones son expresadas con base a la situación que los personajes están
experimentando. Por ejemplo, el joven Cid reflexiona sobre la situación y expresa su sentir:
DON RODRIGO. —Herido hasta en el fondo del corazón por un ataque tan inesperado como
mortal, vengador digno de piedad en causa tan justa, y objeto desventurado de un rigor inmerecido,
permanezco inmóvil y mi alma abatida se abandona al golpe que me mata. Tan cerca de conseguir
la recompensa a mi amor, ¡oh, Dios, qué penoso deber! ¡En esta afrenta mi padre es el ofendido y
el ofensor el padre de Jimena! (…) (Corneille, 1977, p. 10)
«(El Conde, solo) No teme amenazas quien no teme la muerte. Mi ánimo se halla a cubierto
de los mayores reveses; se me puede obligar a vivir en desgracia, pero no a que acepte vivir
sin honor» (Corneille, 1977, p. 12).
DON RODRIGO. —No vengo más que a ofrecerme a mi juez. No me mires más con rostro de
terror; busco la muerte después de haberla causado. Mi juez es mi mismo amor, mi juez es mi
Jimena: merezco la muerte al merecer su odio, y no vengo más que a recibir como bien supremo
tanto la sentencia de su boca como la muerte de sus manos. (Corneille, 1977, p. 20)
h) Sometimiento a la regla clásica de las tres unidades: una sola acción, desarrollada en
un solo lugar y en un tiempo máximo de veinticuatro horas
Los dramaturgos franceses se sometieron a la severa disciplina que se deriva de los modelos
griegos y especialmente a las reglas de su propia interpretación, establecida por Aristóteles.
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Estrictamente, se observaron las unidades de tiempo, lugar y acción, que, en Francia, se
convirtieron y formalizaron rígidamente en el estilo teatral neoclásico, alcanzando su máxima
expresión en las obras de Corneille y Racine. Aunque en la tragicomedia El Cid, Corneille
provocó una tormenta por la desviación de las unidades.
Unidad de tiempo: supone que la acción representada no dura más de jornada. Corneille
confirma haber respetado esta regla; sin embargo, sigue siendo poco verosímil que el gran
número de peripecias de la obra (duelos, lucha con los moros…) pueda sucederse en
veinticuatro horas.
Unidad de lugar: precisa que la pieza debe desarrollarse en un solo lugar. En El Cid, se trata
de Sevilla, ciudad de España; pero en realidad la acción se presenta en tres espacios
diferentes: la casa de Jimena, el palacio del rey y la plaza. (Tricoche-Rauline, 2016)
Unidad de acción: obliga al dramaturgo a desarrollar una única intriga durante la pieza. El
tema principal de la obra de Corneille es el amor entre Jimena y Rodrigo y los obstáculos con
que tropiezan. Pero el amor imposible de la infanta hacia Rodrigo constituye la intriga
secundaria, que no parece necesaria para el desarrollo de la intriga principal.
Es importante aclarar que, para no repetirla en el siguiente punto, dicha característica de las
tres unidades aristotélicas también forma parte de las características de la comedia neoclásica.
Debido a que se vuelve al estudio de los clásicos, era necesario la diferenciación de un género
con otro.
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b) Finalidad didáctica: empleo de temas útiles e importantes para la sociedad con un
planteamiento de enseñanza práctica
En este caso los temas que se plantean y predominan en el desarrollo de la obra son el honor,
el amor, la tristeza, la venganza y el odio.
Pierre Corneille destaca la presencia del honor, que según la RAE: «es una cualidad moral
que lleva al cumplimiento de los propios deberes respecto del prójimo y de uno mismo».
Dentro de la obra se puede afirmar que los personajes adoptan el honor como núcleo de la
personalidad humana, un aspecto indiscutible, que es prioritario ante cualquier situación, aun
si existe algún sentimiento profundo de por medio, como el amor. Con ello los lectores
podrán identificar que en la obra siempre terminará triunfando el deber antes que la pasión,
y serán capaces de reflexionar y meditar tal situación.
Hoy en día ya no se maneja el honor con tanta devoción a comparación de dicha época.
También es cuestionable si el amor puede luchar en contra del honor, la tristeza, la venganza,
el odio y el resentimiento: «¿será que por amor soy capaz de perdonar a alguien?», es una
pregunta muy discutible, que cada lector podría preguntarse y responderse durante la lectura
de la obra, y así reflexionar en cuanto a estos sentimientos que se presentan en la vida
cotidiana.
Luego de muchos percances y dificultades vividas por los protagonistas, se logra un final
feliz, dado que ninguno de los protagonistas muere y están destinados a vivir su amor juntos;
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mas Jimena aún no se siente lista para casarse con Rodrigo, y prefieren darse un tiempo con
la esperanza de que luego serán más que felices juntos.
Esta característica no se cumple dado que la estructura de El Cid está conformada por cinco
actos:
«Los casos de la honra son mejores, porque mueven con fuerza a toda gente; con ellos las
acciones virtuosas, que la virtud es dondequiera amada» (Vega, versos 327-328).
El carácter didáctico es una de las características más importantes del neoclasicismo, y esta
se une con los temas del honor y la honra, pues se buscaba enseñar a las clases altas el modelo
de actuación que debían seguir; y a las clases inferiores, a discernir a las personas a quienes
debían respetar, ya que solo los de las clases altas podían acceder al honor.
Desde la Edad Antigua se buscaba resaltar las virtudes de los héroes en la literatura. Se puede
ver reflejado en los personajes de las epopeyas que han trascendido hasta la actualidad (la
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astucia de Odiseo, el ímpetu de Aquiles), así como en los cantares de gesta de la Edad Media
(la determinación de Rodrigo Díaz de Vivar para recuperar su honor). Los temas del honor y
la honra están ligados a las virtudes que deben transmitir la nobleza y las clases altas.
Una de las principales características del neoclasicismo es la abordar temas como el honor,
el amor y el deber ciudadano; ahí es donde radica la importancia de El Cid para el movimiento
y el género: cumple las pautas de la época.
RODRIGO: —Contra mi propia honra mi amor toma partido: es necesario vengar a un padre, y
perder a una mujer a la que se ama: el uno me incita y la otra detiene mi brazo (…) Padre, mujer
querida, honra, amor, penoso y noble deber, dulce tiranía, todas mis venturas morirán o habrá de
decaer mi reputación. (Corneille, 1977, p. 10)
En pugna similar se encuentra Jimena al enterarse de que Rodrigo asesinó a su padre, ya que
no sabe si ceder a su amor o vengar a su padre, que es su deber, con ayuda de brazo ajeno.
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«LA INFANTA: —Si Rodrigo saliera vencedor del encuentro, si bajo su valor se abatiese
tan gran guerrero, le puedo amar sin avergonzarme. ¿De qué no será capaz si puede vencer
al Conde?» (Corneille, 1977, p. 15).
No obstante, su raciocinio termina ganando la batalla y acepta entregar a Rodrigo, pese a que
su corazón se estremezca. Son interesantes estas interrogantes filosóficas que plantea, pues
permite al lector hacer un análisis a profundidad de los personajes acerca de su moral y
contrastar con la actualidad lo que se considera moralmente correcto o incorrecto.
Además, El Cid también es un drama que aporta enormemente a los estudios actuales; en
primer lugar, a los estudios literarios, porque se puede comparar con otras obras de la misma
época y de la actualidad. Por ejemplo, en el cuento «La honra» (1933), de Salarrué, como su
propio título sugestiona, trata el tema de la honra de una mujer, que la pierde al haber sido
violada. En Orgullo y prejuicio (1813), de Jane Austen, también se plantea el tema de la
honra, aunque no es el principal, es utilizado en varias ocasiones: cuando Wickham y Lydia
se casan, la familia considera esta unión deshonrosa por cómo se llevó a cabo; el propio
comportamiento de la familia de los Bennet lleva a pensar a Elizabeth que la deshonra de su
familia es grande. Otro ejemplo claro se presenta en La vida es sueño (1635), de Pedro
Calderón de la Barca, en el personaje de Rosaura, quien incluso se viste de hombre para
recuperar su honor debido al desengaño amoroso cometido por Astolfo.
A pesar de que estos ejemplos presentan los temas del honor y la honra de una forma más
sutil, ya que no se recurre a las armas para recuperarlas, dan una pauta para entender que
estos tópicos son universales y, por ende, recurrentes en la literatura, así como fundamentales,
ya que aún suceden situaciones así en la actualidad, pero de otras maneras más sutiles.
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Para finalizar este apartado, es importante resaltar el rescate que hace la obra al Cantar de
Mío Cid por retomar la figura de Rodrigo Díaz de Vivar para presentar el honor y la honra.
Al considerar esta influencia del dramaturgo francés, se termina de afianzar la importancia
de estos dos tópicos para el siglo XVIII y en la actualidad, así como el del amor.
Es por abarcar temas universales por medio de un lenguaje sencillo y uso de figuras literarias
como el símil y la metáfora, así como el realce a la razón, combinado con el carácter
didáctico, moral y las reflexiones filosóficas que pueden interpretarse de la lectura que esta
obra fue trascendente para su época y contribuye a las ideas de la sociedad actual.
Para realizar un análisis más íntegro de la obra, se ha optado por abarcar distintos aspectos y
conjuntar las opiniones de los integrantes del grupo.
5.1. Historia
Si se relaciona con el título de la obra, se puede decir que sugestiona bastante con la figura
de Rodrigo Díaz de Vivar, y aunque se relaciona un poco con la historia de el Cid español,
como grupo se esperaba que se acercara más al cantar de gesta aludido, pero fue más bien un
melodrama de un conflicto entre el raciocinio y las pasiones.
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5.3. Lenguaje
El lenguaje que aborda la obra es sencillo y se combina con figuras literarias como símil,
metáfora e hipérbole; por ende, se vuelve una lectura amena que se puede terminar rápido.
5.4. Personajes
Las actitudes de los personajes pueden tender a la exageración, sobre todo la de Jimena y
Rodrigo, pero es ese el motivo del autor para acrecentar el conflicto y que sean más visibles
las cuestiones morales de la obra, como la encrucijada entre elegir el amor o el honor (Jimena
y Rodrigo) o la cuestión de si elegir renunciar a todo por amor o conservar la posición social
en que se está y cumplir con el deber establecido (la Infanta).
5.5. Tema
El tema del honor sigue siendo relevante en la actualidad. Aunque la forma en que lo aborda
Corneille podría considerarse muy clásica, sigue siendo un tópico del cual hablar en una
tertulia. Además, teniendo en cuenta que el autor decide tomar la figura española de el Cid
Campeador y ajustarla a los gustos de la sociedad francesa de ese entonces, es comprensible
que el honor y la honra se desenvuelvan con bastante ímpetu, a las armas y como si se trataran
de un tesoro invaluable que costaría la vida perder.
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CONCLUSIONES
El Cid de Pierre Corneille fue una obra magistral para la época en que se creó, debido al
contexto social e histórico en que se basó y a los gustos del público francés; pues para la
etapa en que se concibió, las ideas que plantea la tragicomedia francesa son de interés y
representan el pensamiento neoclásico de la gente.
No obstante, para la realidad actual, se podría considerar una obra de teatro con una trama
un tanto exagerada, puesto que el escritor francés suele dar muchas vueltas en las temáticas
del amor trágico y el honor; sin embargo, lo hace con el propósito de acrecentar el conflicto
principal y, por supuesto, la misma tragedia posee la peculiaridad de incrementar la
vigorosidad de las escenas para generar la catarsis en el lector o espectador.
Por otra parte, cabe destacar la genialidad del autor al incluir cuestiones filosóficas,
específicamente interrogantes axiológicas, un aspecto a favor que genera interés en el drama
de Rodrigo y Jimena; ya que permite al lector contrastar y comparar con la realidad actual o
alguna situación similar que haya vivido, quizá no tan tradicional como se presenta en la
tragedia, pero sí de una forma más sutil o apegada al mundo hogaño.
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REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
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bio/do/show?key=fernando-i-rey-de-castilla-y-de-leon
Universidad de El Salvador.
2021, de https://www.getabstract.com/es/resumen/el-cid/33391
https://www.unprofesor.com/lengua-espanola/caracteristicas-de-la-tragicomedia-
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Tragicomedia: Qué es, cuáles son sus características, origen, autores y más. (s. f.).
literarios/dramatico/tragicomedia/
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