Textos Cocotero
Textos Cocotero
Textos Cocotero
Comprensión Oral
unidad
Me llamo Mbokaja
2 Mástil de mi tierra
Poesía
Cocotero
Cocotero
alto y recto
donde subirme no puedo.
Cocotero
alto y recto,
mástil de mi tierra es.
3 Es una tomatada
Poesía
Se mató un tomate
¡Ay! ¡Qué disparate! Después de secarlo
¡Se mató un tomate! quisieron salvarlo,
¿Quieren que les cuente? pero no hubo caso:
¡estaba en pedazos!
Se arrojó en la fuente
sobre la ensalada Preparó el entierro
recién preparada. la agencia “Los Puerros”.
y fue mucha gente...
Su vestido rojo, ¿quieren que les cuente?
todo descosido,
cayó haciendo arrugas Llegó muy doliente
al mar de lechugas. Papa, el presidente
del Club de Verduras,
Su amigo el zapallo para dar lectura
corrió como un rayo de un “verso al tomate”
pidiendo de urgencia (otro disparate)
por una asistencia. mientras, de perfil
el gran perejil
Vino el doctor Ajo hablaba bajito
y remedios trajo. con un rabanito.
Llamó a la carrera
a Sal, la enfermera.
También el laurel
(de luna de miel
con doña Nabiza)
regresó de prisa
en su nuevo yate
por ver al tomate.
Acaba la historia:
ocho zanahorias
y un alcaucil viejo
forman el cortejo
con diez berenjenas
de verdes melenas
sobre una carroza
bordada de rosas.
Choclos musiqueros
con negros sombreros
tocaban violines,
quenas y flautines,
y dos ajíes sordos
y espárragos gordos
con negras camisas
cantaron la misa.
El diario “ESPINACA”
la noticia saca.
HOY, QUÉ DISPARATE!
¡SE MATÓ UN TOMATE!
Al leer, la cebolla
llora en su olla.
Una remolacha
se puso borracha.
–¡Me importa un comino!
–dijo don Pepino...
y no habló la acelga
(estaba de huelga).
Elsa Bornemann
(Argentina)
Escritora destacada en la literatura infantil y juvenil.
unidad
Los estacioneros
Los estacioneros son grupos conformados por jóvenes y adultos que cantan
melodías religiosas de origen popular, en forma preferente durante la Sema-
na Santa. Se trata de una práctica transmitida de generación en generación.
Ellos cuidan la continuidad de esta práctica incorporando a sus hijos en los
grupos.
Con anticipación a la Semana Santa ya se organizan, los más antiguos
tienen ya un nombre, estandarte y uniforme que se compone generalmente
de: pantalones negros, azules o blancos, camisas blancas y una cinta de color
lila les cruza el pecho.
Cumplen con un rito muy particular, van cantando con sentimiento, en
procesión hasta el Calvario que se prepara, por lo general, en el patio de los
templos donde se representa la Pasión y Muerte de Jesucristo. Esta caminata
es encabezada por el estandarte del grupo y una Cruz.
Suelen estar presentes durante toda la Semana Santa; sin embargo, y
con preferencia el Jueves Santo, durante la recordación del lavatorio de los
pies; y al día siguiente, Viernes Santo acompañan con su canto doloroso los
ritos que recuerdan la crucifixión y muerte de Jesucristo.
Además, el Viernes Santo en horas de la mañana, suelen recorrer los
cementerios, ofreciendo su canto a los fieles difuntos.
Estas canciones fueron recopilando de lo que dejaron los abuelos y pa-
dres de la zona, así como de otras capillas y son registradas en manuscrita
en un cuaderno.
También cantan en los rezos familiares, en el Kurusu Ára o Exaltación
de la Cruz (3 de mayo), el Día de Todos los Santos (1 de noviembre) y en
novenarios.
En el Paraguay se suele verlos principalmente en barrios de Asunción, en
Tañarandy (San Ignacio), Luque, Ñemby, Areguá, Itauguá, Arroyos y Esteros,
Tobatí y muchas otras localidades.
unidad
La abeja haragana
Había una vez en una colmena, una abeja que no quería trabajar, recorría
los árboles para tomar el jugo de las flores; pero en vez de conservarlo para
convertirlo en miel, se lo tomaba todo.
A la mañana, se peinaba con las patas y echaba a volar. Zumbaba de flor
en flor, y así se pasaba el día mientras las otras abejas trabajaban para llenar
la colmena de miel.
Un día, las abejas guardianas, le dijeron: –Compañera: es necesario que
trabajes, porque todas debemos trabajar.
Ella contestó:
–Yo ando todo el día volando y me canso mucho.
–No es cuestión de que te canses –respondieron,–sino de que trabajes.
Pero no se corregía y las abejas de guardia le volvieron a decir:
–Hay que trabajar, hermana.
–¡Uno de estos días lo voy a hacer! –respondió ella.
–No es uno de estos días –le dijeron,–sino mañana mismo.
Al día siguiente soplaba un viento frío. La abejita haragana voló hacia
su colmena, pensando en lo calentito que estaría allí. Pero no pudo entrar,
las abejas de guardia se lo impidieron.
–¡No se entra! –le dijeron.–Esta es la colmena de abejas trabajadoras.
La abejita, sin saber qué hacer, voló un rato, se veía apenas y cayó al suelo.
Arrastrándose, llegó a la puerta de la colmena.
–¡Ay, mi Dios! ¡Por última vez! –clamó.–Va
a llover, y me voy a morir de frío.
–No, no morirás. Aprenderás en una
sola noche lo que es el descanso ganado con
el trabajo. Vete.
Entonces la abeja se arrastró y cayó rodan-
do al fondo de una caverna en donde se halló a una culebra, que la miraba
como para lanzarse sobre ella.
La culebra le dijo: –¿Qué tal, abejita? No has de ser muy trabajadora para
estar aquí a estas horas.
–Es cierto –murmuró la abeja.– No trabajo, y yo tengo la culpa.
–Siendo así –agregó la culebra –te voy a comer.
La abeja exclamó: –¡No es justo! Que usted me coma porque es más
fuerte que yo.
–¡Bueno! Con justicia o sin ella, te voy a comer.
Y se dispuso a lanzarse sobre la abeja. Pero ésta exclamó:
–Usted hace eso porque es menos inteligente que yo.
–¿Yo menos inteligente que tú, mocosa? Pues bien –dijo la culebra,–vamos
a hacer dos pruebas. La que haga la más rara, ésa gana. Si gano yo, te como.
Si ganas tú, puedes pasar la noche aquí, hasta que sea de día. ¿Te conviene?
–Aceptado –contestó la abeja.
La culebra salió un instante afuera y volvió trayendo una cápsula de semi-
llas de eucalipto. –Los muchachos hacen bailar como trompos esas cápsulas,
y les llaman trompitos. Esto es lo que voy a hacer –dijo la culebra.–Y arrolló
la cola alrededor del trompito y la desenvolvió con tanta rapidez que éste
quedó bailando y zumbando. Cuando cayó por fin al suelo, la abeja dijo:
–Esa prueba es muy linda, y yo nunca podré hacer, pero sí hago una cosa
que nadie hace. Desaparecer.
–Pues bien, ¡hazlo! Y si no lo haces, te como –dijo la culebra.
–Ahora me toca a mí, señora culebra. Por favor se da vuelta, y cuenta
hasta tres. Cuando diga “tres”, ¡ya no estaré!
La culebra dijo:“uno..., dos..., tres”, y se volvió, allí no había nadie.
–¡Bueno! –exclamó.– Me doy por vencida. ¿Dónde estás?
–¿No me vas a hacer nada? –dijo la abejita.
–No –respondió la culebra. –¿Dónde estás?
–Aquí –respondió la abejita, apareciendo de entre una hoja cerrada de
una plantita.
Había pasado que esa plantita, era una sensitiva, que tiene la particulari-
dad de que sus hojas se cierran al menor contacto. De aquí que al acercarse
la abeja, las hojas se cerraran, ocultando al insecto y así se salvó.
Cuando llegó el día, la abejita voló y lloró en si- lencio ante la puerta
de la colmena. Las abejas de guardia
la dejaron pasar, porque compren-
dieron que había hecho un duro
aprendizaje.
Así fue. En adelante, nin-
guna como ella recogió tanto
polen ni fabricó tanta miel.
Y decía a las jóvenes abejas:
–Trabajen, compañeras,
que nuestros esfuerzos
sirven para la felicidad de
todas.
Horacio Quiroga
Adaptación
unidad
7 Bicentenario patrio
Texto periodístico
nacionales
8 El trompo danzarín
Texto informativo
Algo de su historia
El trompo es un juguete muy, pero muy antiguo. Se lo puede considerar como
uno de los más antiguos del mundo. Se tiene conocimiento de su existencia
desde hace muchos años, unos 4000 a. C. Los romanos y los griegos lo tenían
como juguete, así como las personas de Oriente, China y Japón.
En América, ya se jugaba antes de la llegada de los primeros conquista-
dores y hay constancia de trompos en Perú y Ecuador desde tiempos pre-
históricos, en el Ecuador algunas culturas preincaicas lo usaban con fines
ceremoniales. Durante la colonización española, también lo jugaban los
inmigrantes y colonos.
Como la forma de jugar y de hacerlo se transmitía en forma verbal de ge-
neración en generación, las formas de jugar solían cambiar en las diferentes
regiones y el trompo tenía diversos estilos.
En América Latina a un tipo
de trompo se lo llamaba trompo
peón, y lo usaban solo los va-
rones, mientras que otro tipo
llamado las peonzas, más petizas
y panzonas eran utilizadas por
las mujeres. Los niños y niñas
jugaban generalmente a la sies-
ta, cuando las personas mayores
descansaban.
Era uno de los juegos más
conocidos en nuestro país. De
las diferentes clases de trompos
los más tradicionales en nues-
tro país son el trompo arasa y el
trompo hy’a, el trompo arasa por
su dureza y el trompo jy’a por ser
muy bailador y por su sonido.
Suele verse aún en el Paraguay
que los niños hacen este juguete,
al principio bajo el asesoramiento
de su padre o hermanos mayo-
res cuidando el uso del cuchillo
filoso. Hoy se pueden comprar
también en los mercados y ju-
gueterías.
unidad
9 Tierra querida
28
Canción
10 Vamos al teatro
Teatro
Conociendo mi ciudad
Un día de primavera en el centro de la ciudad de Asunción, unos niños van al
casco histórico a recabar datos para un trabajo práctico, cuando encuentran un
ave que cayó del nido.
Escena I
Lucas. –Sofía, ¿me ayudás?, es que me es difícil cruzar las calles en esta
silla de ruedas, las veredas no tienen rampas…
Alelí. –La verdad es que necesitamos que todas las veredas tengan
rampas así vas a poder cruzar mejor las calles estando en tu silla
de ruedas.
Escena II
Lucas –Hola… Don Tortuga… ¿Por dónde anda?
Tortuga. –¡AAAAAAAAAAA! (Grita porque casi es pisado con la silla de ruedas.)
Alelí. –Lucas, atendé tu camino, casi le aplastás. ¿Se encuentra bien?
Tortuga. –Sí, fue solo un susto, es que nunca vi una cosa así, en mi vida… y
eso que yo he vivido mucho tiempo. Ya voy a cumplir 140 años.
Todos. –¡Tantos!
Tortuga. –Claro, las tortugas de tierra vivimos más de 100 años. Mi abuelo
vivió 200 años… murió hace 50, tan joven y parece que fue ayer…
¿Y qué hacen por acá?
Sofía. –Estamos haciendo un trabajo práctico sobre la ciudad y el señor
Hornero nos dijo que usted podía ayudarnos.
Tortuga. –Claro, claro que sí… y ¿qué quieren saber exactamente? Mi abuelo
me contó muchísimas cosas, desde que Juan de Salazar y Espino-
sa en el 1537 construyó un fuerte aquí donde antes estaban los
indios Carios. Y que… que… pero, ¿qué necesitan saber?
Todos. –Todo eso y mucho más, cuéntanos, cuéntanos…
Tortuga. –Bueno… el fuerte se tornó muy importante porque de acá salían
todas las expediciones para la fundación de otros fuertes y colonias.
Por eso se le llamó “Madre de Ciudades” También acá se gestó la
Independencia del Paraguay, allá en la calle 14 de Mayo, hay una
casa donde se reunían para planear todo… ¡Vaya susto se dio mi
abuelo ese día! Pero por suerte no dispararon ningún arma.
Sofía. –Que interesante todo lo que sabe, señor Tortuga… ¿Y qué lugares
nos recomienda visitar y conocer?
Tortuga. –Bueno, a ver… Pueden ir a la Casa de la Independencia, al Museo
del Cabildo, al Panteón de los Héroes… La Catedral, Turista Róga…
y la Manzana de la Rivera.
Lucas. –¡Cuántos lugares para visitar…! ¿Será que tendremos tiempo hoy?
Alelí. –Vayamos ahora mismo… ¿tienen todavía hojas para anotar?
Sofía. –Sí tengo, vamos ya. Podemos volver otro día a visitarle, señor
Tortuga.
Tortuga. –Claro, cuando quieran, chau chicos,… buena suerte…
Todos. –Chauuuuuu….
Los chicos recorren los sitios recomendados por el señor Tortuga, sacan fotos,
toman nota… y van a la casa de Lucas a terminar el trabajo práctico.
Telón
María de la Paz Brown
(Paraguaya)
unidad
solo tengo
?qué puedo
10 400 g/. hacer,
enrique?
vamos el sábado a
recorrer y a ver
qué encontramos.
nada.
mirá los precios. com-
snif…
praste helado, enri-
snif…
que, menos para el
regalo.
Historieta
sos un capo,
carlitos. sos
tan simpático… ya sé!
una tarjeta!
papá es genial,
siempre dice
cosas lindas…
voy a escribirle
todo lo que
para que sea
pienso de él…
una sorpresa
le voy a dejar
en el baño.
está silbando, le
gustó mi regalo.
feliz día, papá!
fiu...
fiu...
fiu...
unidad
12 Historias fantásticas
Fábula
La cigarra y la hormiga
La tarde que empieza esta fábula, la cigarra Cantaprado salió de su casita.
Era muy joven y se asombraba mucho de todo lo que veía.
Lo primero que encontró fue unas abejas que volaban de flor en flor,
muy atareadas.
–¡Buenas tardes, eh..., a ustedes que vuelan entre las flores! ¿Están ju-
gando a las escondidas?
–Nada de eso. Estamos trabajando. Juntamos el polen de las flores para
fabricar miel y cera.
–¿Se toman toda la miel?
–No, se la regalamos a las personas. Adiós..., no podemos distraernos. Adiós.
Cantaprado cantaba:
“Viva el verano,
viva el calor
vivan los campos
y viva el sol.
Yo quiero divertirme
no pienso trabajar
afinaré el violín
y me pondré a tocar”.
13 Encuentro familiar
Canción
14 Mbokaja ndive
ÑamoñeŒæ
Ñomongeta
Liliana Gaona
María Tippett
unidad
15 Jajokuaa
ha
mba’éic ?
?
d e r é ra
n
ÑamoñeŒæ
Che
Lili Gaona
María Tippett
unidad
16 ¡Vy’apópe!
ÑamoñeŒæ
Ñembosarái
17 ¡Heterei!
ÑamoñeŒæ
18 Mborayhu
ÑamoñeŒæ
Mborayhu ha yvoty
19 Ñamombe’u
ÑamoñeŒæ
Tah†i ha Pykasu
(Morangu)